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COLEGIO CARLO FEDERICI

INSTITUCIÓN EDUCATIVA DISTRITAL


RESOLUCIÓN 885 DEL 28 DE FEBRERO DE 2007
PREESCOLAR, BÁSICA PRIMARIA, BÁSICA SECUNDARIA Y MEDIA
DANE: 111001104272 COD. ICFES J. MAÑANA. 138529 CODIGO ICFES J. TARDE 138537

FECHA: TRIMESTRE PRIMERO CURSO: JORNADA: TARDE


ENTREGA: UNDECIMO
PLAN DE MEJORAMIENTO
DOCENTE: DIEGO F ROJAS ASIGNATURA: UNDECIMO

El siguiente trabajo hace parte fundamental, área de ética, para el grado Undécimo, en el primer trimestre del año 2023, por
favor diligenciarlo en:

1. Hojas tamaño carta.


2. Escrito a mano.
3. Con esfero de tinta negra.
4. Cada punto debe estar debidamente sustentado.
5. Deberá ser entregado debidamente marcado con nombres y apellidos completos.
6. En la fecha establecida. Se entrega en la clase de cada materia.
7. Debe manejar las normas APA.
8. En carpeta de presentación.

6. HISTORIA DE LA ÉTICA (FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA)

1. NIETZSCHE. LA MUERTE DE DIOS


2. LA ÉTICA DE LOS VALORES DE MAX SCHELLER
3. ÉTICA DIALÓGICA. HABERMAS
4. LA DEONTOLOGÍA
5. LA ÉTICA CÍVICA

1.- NIETZSCHE. LA MUERTE DE DIOS.

Nietzsche (1844 -1900) es uno de los autores de mayor influencia en actualidad. Con él se puede afirmar que concluye el
optimismo en el que había incurrido la Modernidad filosófica. El camino de confianza en la razón como motor del progreso,
iniciado con Descartes, y continuado por Kant y Hegel, puede considerarse completamente fracasado con la crítica del filósofo
alemán. El futuro de la sociedad y los hombres que la componen sería el nihilismo[1]. Es cierto que la crítica de Nietzsche va
más lejos todavía pues llega hasta Sócrates, Platón y Aristóteles y desde luego hasta el cristianismo, el marxismo, el socialismo
y la música de Wagner. Su filosofía puede considerarse como un vitalismo e irracionalismo extrañamente unidos. De ahí se
puede derivar la paradoja de que si quieres "vivir", no deberás pensar; y por el contrario, si decides pensar entonces no vivirás.

La crítica de Nietzsche alcanza, como es lógico, también a la ética. Se comprende


que rechazando la filosofía racional, también niegue la ética que de ella se deriva.
Si, como afirma Nietzsche, la razón no puede alcanzar la verdad del conocimiento
tampoco podrá saber nada respecto del bien.

“Dios ha muerto” es quizá la frase más conocida de Nietzsche, pero esa expresión
requiere un esclarecimiento. Que Dios haya muerto significa para el autor alemán,
que toda una cultura basada en la preeminencia de Dios ha dejado de existir y ya
se anuncia una nueva humanidad que tendrá que fundarse sobre otros
presupuestos. Nietzsche no tiene dudas al respecto. Para él Dios no ha existido
nunca, pero la humanidad creyó necesitar de un Ser superior para colocarse bajo
Él e imponer un orden social igualitario que de otro modo se veía muy difícil. Los
poderosos señores (en lenguaje nietzscheano) fueron sometidos por los inventores
de la religión, los esclavos, que de ese modo trastocaron el orden natural de las cosas según el cual los fuertes necesariamente
han de someter a los débiles. En la interpretación de la historia que hace Nietzsche, se puede ver a los judíos que inventaron
la religión como modo de imponerse a los poderosos romanos, y asimismo, también el cristianismo (la religión de los débiles
en terminología del autor) continuó ese camino. Las consecuencias de dicha inversión de valores está clara para el pensador
alemán: los valores de los débiles se han impuesto en una sociedad que se ha hecho decadente. Y añade que todo en la
naturaleza es desigual; no hay dos hombres iguales ni dos hojas idénticas. Y de ahí que, la igualdad, solidaridad, humildad,
socialismo, democracia son para Nietzsche, valores falsos derivados de la religión de los débiles judeocristianos que quieren
impedir el resurgir del superhombre, el más desigual de todos.

El Superhombre. Rechazado el viejo logos, reaparece nuevamente el mito sugeridor[2]. El superhombre es probablemente una
metáfora porque a veces parece que el Superhombre que anuncia Nietzsche está por llegar y ya se advierte su presencia. Otras
veces parece que hay que forzar las cosas preparando su llegada. Lo más interesante es sin duda, que el Superhombre tendrá
que ser aquél que supere los límites de esa moral decadente judeocristiana. Superhombre será el que se imponga con su fuerza
sobre los demás, “naturalmente” sin trabas éticas de ningún tipo. Pero para ello no usará la inteligencia sino su misma fuerza
vital. Una vitalidad irracional que no conoce límites fuera de la misma vida. Parece que nos propone pues una transmutación
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de todos los valores contrarios al cristianismo: la desigualdad, la originalidad, la individualidad, la soberbia, serán los valores
propios del superhombre pero pueden ser asimismo los valores de la nueva sociedad que ya amanece.

La crítica a la crítica de Nietzsche ha de ser contundente pues las consecuencias de su pensamiento son excesivamente
peligrosas, si se le toma en serio. No se puede mantener ninguna ética si Nietzsche tuviera razón por lo que deberemos concluir
que se equivoca en todo su planteamiento. La ley de la selva, la ley del más fuerte que se deduce de su filosofía ya está superada
por la historia. Por otro lado, es cierto que en la naturaleza existen las diferencias pero también encontramos similitudes y por
ellas avanzamos, si no hacia la igualdad plena, al menos hacia la disminución de las injusticias.

La humanidad ha realizado avances importantes y, pese a todo, se puede afirmar que camina paso a paso hacia la paz. La
propuesta nietzscheana tomada en serio termina en la barbarie. Algunos autores posteriores comentan que a Nietzsche no se
le puede tomar en serio[3]. Y nos da pie para pensar así cuando Nietzsche afirma de sí mismo: “Yo no soy un hombre, soy
dinamita”.

2.- LA ÉTICA DE LOS VALORES DE MAX SCHELLER.

Max Scheller (1874 – 1928) es un autor dedicado casi exclusivamente a la ética. El término “valores” se ha popularizado
hoy y parece que todos en la actualidad se ven justificados para hablar de ellos. La ética de este autor sale al paso de la que
había mantenido Kant por parecerle carente de aplicación práctica. Dicho de otro modo, nadie parece regirse por la ética formal
de Kant que parece “vacía”. El deber por el deber no parece mover a nadie a la acción.

Pero de nuevo el problema es dónde fundamentar la ética y Scheller vuelve a retomar la


postura de Hume, aunque con variaciones importantes. Está de acuerdo con Hume en que
la ética no se funda en la razón sino en el sentimiento, pero no es un sentimiento caprichoso
y hedonista. La experiencia de los valores es diferente de la experiencia estética. Cuando se
obra bien, se puede decir que el protagonista de la acción percibe el valor de la acción de
alguna manera y esa experiencia ética la llama el autor “espiritual”. Los valores, según
Scheller, son objetivos y no dependen de gustos. Según él, la belleza y la bondad son
objetivas y universales, aunque algunos opinen que sobre belleza cada cual puede apreciarla
de forma distinta. La diferencia con Kant es que Scheller sí dota de contenido a la ética: los
valores. Por tanto su ética no es formal como la de Kant sino material, con contenido, pero
no meramente empírica como la de Hume.

Esos valores, como es lógico, se diferencian objetivamente. Todos estarán de acuerdo en que existen valores superiores e
inferiores en una jerarquía relativamente fácil de discernir, de mayor a menor:

v Valores de lo santo.

v Valores espirituales: el conocimiento, la justicia, la belleza, etc.

v Valores vitales: salud corporal.

v Valores sobre lo agradable o desagradable que responden a emociones y estados afectivos.

Con esa jerarquía el hombre debe aprender a no perder de vista ese orden y ajustar de ese modo su vida práctica. Si en un
momento dado se contraponen dos valores, la elección deberá recaer siempre en la del valor más alto jerárquicamente. Por
ejemplo, el cuidado del cuerpo, siendo un valor importante es inferior al cultivo de las cualidades espirituales del hombre.

Hay en Max Scheller una aportación muy a tener en cuenta para entender lo que más tarde será el personalismo ético. Sostiene
este autor que el valor de la persona es un valor superior al de las cosas, organizaciones y comunidades. Y tan persona es un
niño que pide limosna en la calle como el presidente del gobierno. Y añade también que “persona” no se hace uno con su vida
o sus méritos, simplemente se es persona por el hecho de existir como tal. Contra Nietzsche, afirma Scheller que no existen
categorías entre los hombres. Todos somos iguales.

De todos modos, pese a las buenas intenciones del autor alemán, su fundamentación de los valores parece insuficiente. Si estos
son objeto de un “sentimiento” espiritual es muy difícil que no salga alguien con un emotivismo o sentimentalismo ético que
concluya de forma relativista.

3.- ÉTICA DIALÓGICA. HABERMAS (n. 1929).

La ética dialógica arranca según Apel y Habermas de la misma filosofía de Sócrates, autor
griego del siglo V. a de C., como vimos en un tema anterior. El acento que ponen estos dos autores
es criticar a Kant que pensó en una ética monológica y universal cuando a su juicio la ética tiene
un carácter dialógico, es decir que nace en el discurso dialogado entre varias personas.
Etimológicamente “día” significa “entre” y “logos”, razón. Un diálogo es un entrecruzamiento de
razones. Según esta ética dialógica, las personas obtendríamos la universalidad de una norma
moral en el diálogo con otras. Así pues, cuando queramos averiguar si una norma moral es válida,
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y por consiguiente objetiva y universal, la deberemos someter al diálogo de todos los afectados por ella para determinar su
valor. Ese diálogo recibe el nombre de “discurso” y a dicha ética, ética discursiva o dialógica. La norma aprobada debe satisfacer
intereses susceptibles de universalización y no intereses particulares o de la mayoría. Pero no es un pacto estratégico, donde
los interlocutores se instrumentalizan o engañan tratando de obtener beneficios particulares sino que, como hemos señalado
antes, ha de satisfacer los intereses de todos. La mayoría de las veces los pactos son meramente instrumentales y lo que se
busca ahora con esta ética es, sin embargo, una comunicación verdadera que tenga en cuenta los intereses de todos.

La dignidad humana se expresa así en que cada persona ha de reconocerse como participante válido de las normas que le
toquen de cerca. No se debe dejar ajeno a la discusión a nadie que sea afectado por la norma y, de esta manera, todos son
igualmente autorizados para expresar las opiniones sobre la corrección de las normas que se quieren proponer. Hay que buscar
una simetría entre todos los participantes en la discusión sin coacciones ni presiones por parte de nadie. Es indudable que se
exige una seriedad por parte de todos los que dialogan, porque es mucho lo que está en juego.

Como es fácil advertir, la ética discursiva o dialógica está llena de buenas intenciones. Pretende extender la responsabilidad a
todos, puesto que todos caen bajo la norma moral. Y creen necesario avisar de que, en la práctica no existen conductas
individuales que no afecten a nadie más que al sujeto y, si las hay, no se les debería llamar normas. En cambio, dadas las
relaciones sociales existentes es obligatorio ponerse de acuerdo y que nadie se quede fuera de él.

Una vez más, da la impresión de que se ha abandonado la búsqueda de la universalidad moral por una restricción práctica que
parece más asequible. Pero puede que tampoco esa restricción se manifieste posible en la práctica. Son demasiadas
condiciones, aunque estas sean muy comprensibles.

4.- LA DEONTOLOGÍA.

Deontología es una expresión que significa “lo conveniente”. La deontología estudia lo que conviene hacer. En ella se
vuelve a renunciar a esa universalidad tan buscada por la ética y se conforma ahora con dar unas normas prácticas y sencillas,
“convenientes”. La expresión “deontología” la acuñó Bentham (1748 – 1832) de modo ciertamente utilitarista y cientificista
pues con ella pretendía sustituir tanto la ética como la moral consideradas por él como
más confesionales, más dependientes de la religión y la filosofía. Para él, fiel a su
utilitarismo, la deontología sería la ciencia de la moral que mediría las conductas por su
utilidad. Como vimos, esa medición resulta imposible en la práctica.

Sin embargo, con el paso del tiempo la deontología se ha especializado porque ahora
designa casi siempre un código por el que se rigen los profesionales de un determinado
oficio. La especialización ha tomado forma en los diferentes códigos deontológicos
profesionales. Por ejemplo, la deontología médica estudia los problemas éticos
derivados del ejercicio de esa profesión. Existe también un código para ingenieros, para
arquitectos en dónde se recogen las normas que deben seguir dichos profesionales.

De manera mucho más restringida incluso, en algunas empresas se han detallado cuáles
son las normas que deben seguir los que trabajen en dicha sociedad. Y el
incumplimiento de alguna de esas normas lleva prevista una determinada pena que
puede ir desde una sanción económica, pasando por el despido, e incluso la denuncia
ante la autoridad civil si se hubiera incurrido en algo más grave. Puede darse y de hecho
se da el caso, que dentro del mismo tipo de empresas coexisten normas distintas. Pero no hay demasiado problema puesto
que el trabajador de esas empresas, al ingresar en las mismas, firma un contrato que le compromete a regirse por ese código
deontológico.

5.- LA ÉTICA CÍVICA.

La ética cívica es una expresión reciente que se aplica a una ética que pretende estudiar cuál ha de ser el
comportamiento civil exigible a los ciudadanos de un estado. Desde sus inicios esta ética cívica quiere ser una ética laica, pero
sus partidarios insisten en que no hay que confundirla con la ética laicista que rechaza toda forma de religión. Tampoco debe
ser confundida con la ética religiosa. En este caso, la ética cívica admite unos mínimos que todos los ciudadanos deberían
alcanzar y deja los máximos para las éticas religiosas que profesan libremente algunas personas. Para los partidarios de la ética
cívica, se equivocaría el que creyera que sólo con una ética religiosa el hombre puede
comprometerse a vivir una moral. La ética cívica, aunque se trate de mínimos, sería
prácticamente obligatoria y por eso debería impartirse como una asignatura en los centros
educativos. Es el caso de España con las materias recogidas como obligatorias dentro de la
“ciudadanía”.

Los partidarios de la ética cívica creen que con ella se garantizaría una libertad y un
pluralismo suficientes para una vida ciudadana ordenada y responsable. La tolerancia es
para ellos el valor básico de convivencia. Y con la tolerancia, la sociedad permitiría el
ejercicio de cualquier religión siempre que no fuera en contra de la misma tolerancia. Con
un juego de palabras, se podría decir que la tolerancia no tolera a la intolerancia. Y de
acuerdo con esto, las autoridades deberían impedir que alguna religión quisiera imponerse
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a las otras y no entraría en batallas pseudo-religiosas. Dice Adela Cortina, catedrática de ética de la Universitat de Valencià y
muy interesada en todos estos debates: “A mi modo de ver, fideísmo y laicismo son dos dogmatismos, igualmente impotentes
para ayudar a construir la moral cívica.”[4] Por fideísmo hay que entender la postura, -rechazada también por la Iglesia Católica-
, que solo ve posible la ética como derivación de la religión. Los fideistas serían partidarios de imponer la religión a todos. Para
un cristiano, la refutación de esta postura es sencilla: si el cristianismo es la religión del amor, el amor se puede encomendar,
invitar, recomendar, pero no se puede imponer. Y el laicismo también es dogmático para la profesora porque solo podría
fundamentar su rechazo a todas las religiones en la misma intolerancia.

La ética cívica intenta evitar una disputa estéril entre las distintas éticas, y pretendería más bien realizar un esfuerzo para
postular una ética de mínimos universalizables. De todos modos, la ética cívica necesariamente coincidirá con los mínimos de
muchas religiones, incluida la cristiana. Contra las críticas laicistas que suelen girar en torno a una historia negra de la Iglesia,
habría que contestar que no es razonable volver una y otra vez sobre los errores cometidos por algunos personajes cristianos,
que los mismos cristianos pueden lamentar y de hecho lamentan. Además, se podría añadir también que ha habido asimismo
muchos ejemplos históricos contrarios que reflejan la enorme labor en beneficio de la humanidad que han llevado a cabo
muchos santos que han llegado a dar su vida en el nombre de Dios. Gracias a las religiones, muchos hombres han hecho grandes
aportaciones a la mejora de las condiciones morales y sociales.

[1] Del latín “nihil”, nada. El nihilismo sería una pérdida del sentido de la existencia. No se conoce por qué se hacen las cosas.
Ninguna conducta sería mejor que otra.

[2] En la Unidad Didáctica 4, se estudió que la filosofía comienza cuando algunos pensadores griegos superaron una explicación
de los fenómenos basada en el Mito, y respondieron con razones (logos) naturales.

[3] Dice Guilles Deleuze: “Aquellos que lean a Nietzsche sin reírse, y sin reírse mucho, sin reírse a menudo, y a veces a
carcajadas, es como si no lo leyeran”.

[4] Adela Cortina. Ética Mínima. Pag. 147.

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