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3. REVOCACION TACITA
La revocación tácita no está legislada en forma específica en el vigente Código,
a diferencia del anterior que en los artículos 750 y 751 planteaba dos situaciones
referidas a ella. Sin embargo, tal revocación existe en virtud del artículo 141
citado, y es posible siempre que disposiciones testamentarias posteriores hagan
incompatibles las anteriores, o que determinados actos realizados por el testador
dejen sin efecto su declaración de voluntad expresada. El artículo 750 del Código
derogado declaraba que la enajenación por el testador del bien de que dispuso
en el testamento importaba revocar la disposición sobre tal bien, que es un caso
típico de revocación tácita. Y es que la trasmisión del bien dispuesto en el
testamento tiene lugar sólo a la muerte del causante. Si éste dispone antes del
bien, está dejando sin efecto la posibilidad de que lo reciba el designado. Sin
embargo, dicha situación tendría que contemplarse teniendo en cuenta cuál es
la situación patrimonial al momento de la muerte. En efecto, podría ser que por
pacto de retroventa el bien regrese al dominio del testador; en cuyo caso, por
contrario sensu a lo dispuesto en el artículo 757, que sólo exige que el legado de
un bien determinado se halle en el dominio del testador al tiempo de su muerte,
ese legado sería válido. De todas formas, tratándose de una trasmisión a título
singular, es correcta la solución del legislador de 1984 al haber tratado este tema
en el título de los legados, en el artículo 772, inciso 3, en lugar del
correspondiente a la caducidad del testamento, como lo hacía impropiamente el
Código derogado en su artículo 750.
Algunos códigos, como el italiano (artículo 686) y el argentino (artículo 3838),
declaran expresamente que la disposición en vida de un bien por el testador
revoca su voluntad testamentaria, así vuelva a adquirirlo por retroventa.
El artículo 751 del Código de 1936, en relación al legado de un crédito,
determinaba que la disposición sobre éste quedaba revocada en todo o en parte
si el testador cobraba toda o parte de la cantidad debida. La norma no tenía
sentido, pues es lógico que el testador como acreedor, independientemente de
la disposición que efectúe de un crédito a título de legado, que tendrá efecto sólo
a su muerte, ejerza en vida sus derechos persecutorios contra el deudor. El caso
planteado no puede, pues, referirse al cobro, el cual no significa disposición. La
cancelación de un crédito implica su extinción, no su disposición. En todo caso,
se trata de una forma de caducidad. Lo contrario sería sostener que el ejercicio
regular del derecho del testador-acreedor implica una revocación tácita de la
disposición testamentaria, lo que no tiene sentido. El testador puede cobrar
precisamente para facilitarle al sucesor la adquisición del legado. La referencia
debía ser, en todo caso, a la cesión de crédito, que equivale a la enajenación de
un bien, como acto de disposición. Por ello, la Corte Suprema no ha aplicado
literalmente la norma comentada. Todo lo contrario, por ejecutoria de 31 de
octubre de 1925, interpretando una norma análoga del Código de 1852, declaró
fundada la demanda del legatario de un crédito cobrado por el testador para que
le pagara en dinero el valor de dicho crédito.
Estos casos de revocación tácita no han sido considerados en el actual Código.
El primero por estar implícito; el segundo por su redacción defectuosa. Los actos
de disposición intervivos dejan sin efecto los que se hubieran hecho en el
testamento para tener efecto a la muerte del causante.
a. Caducidad total
1
FERRERO COSTA, Augusto. Tratado de derecho de sucesiones – Edición 2002. 6° Edición – Editorial
Grijley. Pág. 585.
de esta es incluso la disposición de la misma a terceros. Pero, en
segundo lugar, se ha modificado el término de plazo, computándose,
en el código de 1936, desde el día de la muerte del causante hasta el
día en que se solicitaba la protocolización; y ahora en el código actual
desde el día del fallecimiento del testador hasta el día en que quede
protocolizado el testamento. En este aspecto, era mas justa la norma
derogada, porque no hacia depender de tercero el cumplimiento del
plazo como ahora.
b. Caducidad parcial.
CONCLUSION: