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CAPÍTULO XXIV CADUCIDAD DE LOS TESTAMENTOS

1. CONCEPTO

La caducidad es una figura jurídica por la cual se extingue el derecho. En


Derecho Sucesorio puede estar referida al testamento, en todo o en parte, o al
heredero instituido o al legatario, e implica la pérdida de la eficacia del
testamento, o de alguna o algunas cláusulas del mismo, o de la designación de
herederos o legatarios. Según el caso, ocurre por el transcurso del tiempo,
actuando como un plazo; o por una causa que sobreviene al derecho, indepen-
dientemente de cualquier plazo, operando como una condición resolutoria. No se
produce por una manifestación de voluntad del testador, sino por circunstancias a
las cuales la ley otorga esa fuerza. He ahí su diferencia con la revocación. J

2. CADUCIDAD DEL TESTAMENTO

Ésta puede producirse en forma total o parcial.

a. Caducidad total

Ocurre con el testamento ológrafo que no es protocolizado, previa


comprobación judicial, dentro del plazo máximo de un año contado desde la
muerte del testador, tal como lo ordena la segunda parte del artículo 707.
El Código actual ha modificado dos aspectos en cuanto a este plazo en
relación al Código derogado. En primer lugar, lo ha reducido de dos a un año,
con lo cual estamos de acuerdo; pues el plazo anterior era demasiado extenso,
permitiendo que se obtuviera la declaración de herederos y la toma de posesión
de éstos de la herencia, la partición de ésta e, incluso, la disposición de la misma
a terceros. Pero, en segundo lugar, se ha modificado el término del plazo,
computándose, en el Código de 1936, desde el día de la muerte del causante
hasta el día en que se solicitaba la protocolización; y ahora, en el Código actual,
desde el día del fallecimiento del testador hasta el día en que quede protocolizado
el testamento. En este aspecto, era más justa la norma derogada, porque no hacía
depender de terceros el cumplimiento del plazo, como ahora.
También caducan totalmente los testamentos especiales. Así, el testamento
militar caduca a los tres meses desde que el testador deje de estar en campaña y
llegue a un lugar del territorio nacional donde sea posible otorgar testamento en
las formas ordinarias (artículo 715); y el testamento marítimo que caduca a los
tres meses de haber desembarcado definitivamente el testador (artículo 720).
b. Caducidad parcial

Además de la caducidad del heredero o del legatario, que no afectan la


totalidad del testamento, el Código plantea dos casos de caducidad parcial,
referidos a la preterición de los herederos forzosos.

3. PRETERICIÓN

La preterición es la omisión que hace el testador de un heredero forzoso,


con lo cual lo excluye tácitamente, tal como se ha analizado en el capítulo de
Legítima y Porción de Libre Disposición.

Mientras la caducidad significa la ineficacia del testamento o de algunas de sus


disposiciones, por hechos sobrevinientes a su otorgamiento, el testador incurre en
preterición al otorgar su testamento. No obstante, razones de orden práctico y de
respeto de la tradición jurídica deben haberlo inducido a mantener la preterición
en el capítulo correspondiente a la caducidad. Y es que si bien es cierto que la
caducidad se da por hechos sobrevinientes y la preterición se refiere a
circunstancias existentes al momento del otorgamiento del testamento, hay que
tomar en cuenta que el hecho objetivo conduce al mismo efecto, o sea, a la
ineficacia del testamento.
La preterición puede ser hecha de manera absoluta o relativa.

a. Preterición absoluta

El artículo 806 que la preterición de uno o más herederos forzosos invalida la


institución de herederos en cuanto resulte afectada la legítima que corresponde a
los preteridos; y que, luego de haber sido pagada ésta, la porción disponible
pertenece a quienes hubieren sido instituidos indebidamente herederos, cuya
condición legal es la de legatarios. Esta última parte concuerda con el artículo
735, que dispone que el error del testador en la denominación del heredero o del
legatario no modifica la naturaleza de la disposición.
La norma comentada se refiere al caso de institución de herederos
voluntarios cuando no hay herederos forzosos, situación a la que se refiere
también el artículo 737, prohibiéndola. Siendo condición para instituir herederos
voluntarios no tener herederos forzosos, su institución debe reputarse como de
legatarios, pudiendo suceder dentro de la porción de libre disposición.

La invalidación que señala la ley comporta una acción de nulidad. La acción


judicial corresponde interponerla a los herederos forzosos con vocación
sucesoria; no así al legitimario que no es llamado a suceder por tener otro u otros
mejor derecho. Así, si hay hijos no tendrá acción el padre, pues a pesar de ser
heredero forzoso, no es preterido por el mejor derecho de aquéllos.
Judicialmente, la acción se tramita en proceso de conocimiento.
Como acción de nulidad, debía interponerse necesariamente dentro del plazo
de diez años que establece el artículo 2001, inciso 1, para la prescripción de la
acción de nulidad del acto jurídico; lo cual no se condecía con el carácter
imprescriptible de las acciones petitoria de herencia y reivindicatoría de bienes
hereditarios. Acertadamente, este criterio ha cambiado con la modificación
introducida en el artículo 865 por el Código Procesal Civil, al señalarse que la
pretensión del preterido es imprescriptible.

b. Preterición relativa
El artículo 807 señala que las disposiciones testamentarias que menoscaban
la legítima de los herederos se reducirán, a petición de éstos, en lo que fueren
excesivas. Esta disposición es concordante con la contenida en el artículo 770,
que se estudia en el capítulo de los Legados, la cual estatuye que si el valor de
los legados excede de la parte disponible de la herencia, éstos se reducen a
prorrata, a menos que el testador haya establecido el orden en que deben ser
pagados, y que el legado hecho en favor de alguno de los coherederos no está
sujeto a reducción, salvo que la herencia fuere insuficiente para el pago de las
deudas.

4. CADUCIDAD DEL HEREDERO

Es, en realidad, un caso de caducidad parcial del testamento, pues éste decae
sólo en lo referente al heredero instituido, al igual que cuando caduca el legado,
siendo válidas todas las demás disposiciones que no adolezcan de algún vicio.
Por ejemplo, puede ser válida la cláusula que revoque un testamento anterior. El
heredero instituido tiene esta condición al ser designado por el causante en el
testamento, pudiendo ser forzoso, legal no forzoso o simplemente voluntario. Su
título es universal, extendiéndose a la totalidad de la herencia. Cuando la ley
expresa que caduca la institución, equivale a decir que muere su derecho, de-
signado como tal. Quiere decir que si era simplemente voluntario, no heredará. Si
era legal no forzoso o forzoso, recogerá lo que, de acuerdo a la concurrencia con
otros herederos, le corresponde dentro de la sucesión intestada.
El artículo 805 señala que, en cifanto a la institución de heredero, el
testamento caduca en los siguientes casos:

1. Si el testador deja herederos forzosos que no tenía cuando otorgó el testamento


(inciso 1): Esta disposición tiene un agregado innecesario por estar implícito (que
no existía en el Código de 1936) que reza así: «y que vivan; o que estén
concebidos al momento de su muerte, a condición de que nazcan vivos». Siendo
los herederos forzosos solamente los descendientes, los ascendientes y el
cónyuge, la disposición se refiere a los casos en que sobrevienen descendientes
por nacimiento o adopción, ascendientes por adopción o un cónyuge por
matrimonio. Como la institución de heredero voluntario es posible siempre que el
causante no tenga heredero forzoso alguno, de sobrevenir uno al dictado del
testamento en que se designó heredero voluntario, esta designación queda sin
efecto por caducidad. El mejor derecho del heredero forzoso hace que
automáticamente se produzca la pérdida del derecho del heredero instituido.
2. Cuando el heredero renuncia a la herencia o muere antes que el testador si
dejar representación sucesoria, o cuando el heredero es el cónyuge y se
declara la separación judicial por culpa propia o el divorcio (inciso 2): En los
casos de la renuncia o la premoriencia no se extingue por caducidad el derecho
del heredero que tiene descendientes, los cuales recogerán lo que a aquél le
correspondía por la figura de la representación sucesoria. La disposición se
refiere, por ello, a estos casos cuando no se da la representación.
Se refiere también a la extinción de los derechos que provienen del
matrimonio. Ésta se produce por la separación para el cónyuge que tuvo la culpa
(artículo 343) o por el divorcio (artículo 353). Distíngase que en el primer caso,
el otro cónyuge no pierde sus derechos hereditarios respecto al culpable, al igual
que los esposos separados sin que se haya disuelto por el divorcio el vínculo
matrimonial, quienes heredan entre sí.

3. Cuando el heredero pierde la herencia por declaración de indignidad o


desheredación, sin dejar descendientes que puedan representarlo (inciso 3): De
igual forma, tratándose de la indignidad o la desheredación, no se extingue por
caducidad el derecho del heredero que tiene descendientes, quienes heredan
cuando se da la representación. Por esta razón, la norma expresa que decae la
designación del heredero cuando el indigno o el desheredado no tienen
representantes.
La porción afectada por la caducidad pasa a los herederos forzosos que
sobrevienen y excluyen al heredero voluntario instituido, en un caso; al sustituto,
en otro; al coheredero con derecho a acrecencia cuando no hay representación y
a los demás herederos legales en los demás casos.
Nótese que cuando la institución de heredero caduca por alguna de las
razones explicadas y fue hecho un testamento que no tenía cláusula revocatoria
expresa, no tendrá valor el testamento anterior si dicha designación resultaba
incompatible con la anterior, porque equivaldría a una revocación tácita, que es
independiente de la caducidad que Sobrevenga.

5. CADUCIDAD DEL-LEGADO

El Código, en su artículo 772, señala que el derecho al legado se pierde si el


legatario muere antes que el testador, si el legatario se divorcia, o se separa judi-
cialmente del testador por su culpa, y si el testador enajena el bien legado o éste
perece sin culpa del he redero; casos que han sido tratados en la parte final
del capítulo de los Legados.
CAPÍTULO XXV NULIDAD DE LOS TESTAMENTOS

1. CONCEPTOS GENERALES

La revocación, la caducidad y la nulidad tienen de común que su presencia


acarrea como consecuencia que el testamento quede sin efecto. Mientras la revo-
cación implica una declaración de voluntad del testador mediante la cual se
deroga el testamento válidamente otorgado, y la caducidad significa la extinción
del derecho por circunstancias determinadas, la nulidad presupone un testamento
irregularmente otorgado. Tratándose del testamento, pensamos que se hace in-
dispensable distinguir entre la inexistencia y la nulidad; pues, la primera no sólo
no requiere de declaración de nulidad, sino que tampoco puede convalidarse por
prescripción. La nulidad sí. Por ejemplo, si un testamento no está firmado, no
existe. Ya hemos visto cómo el artículo 225, que indica que no debe confundirse
el acto con el documento que sirve para probarlo, y que puede subsistir el acto
aunque el documento se declare nulo, no es de aplicación, precisamente, tra-
tándose del acto jurídico testamentario.
Así, la diferencia entre inexistencia, nulidad y anulabilidad no es meramente
enunciativa. Resulta fundamental en relación a la prescripción. La inexistencia no
está sujeta a plazo de prescripción alguno. La acción de nulidad del acto jurídico
prescribe a los diez años (artículo 2001, inciso 1); y la acción de anulabilidad, a
los dos años (artículo 2001, inciso 4). De esta manera, resulta importante tipificar
el defecto del que adolece el testamento. Lo expuesto es fundamental, pues si
bien en la Parte General hemos enfatizado el carácter imprescriptible de las
acciones petitoria de herencia y reivindicatoría de-"bienes hereditarios, así como
en el capítulo de Caducidad de los Testamentos el de la acción del preterido, por
mención expresa en la modificación a un artículo del Código, la acción para
invalidar el testamento es prescriptible, de acuerdo a los plazos señalados.
Las irregularidades de los testamentos sólo pueden discutirse judicialmente,
fallecido él testador. En vida de éste se puede lograr igualmente su ineficacia con
la simple revocación que puede hacer el testador.
El testamento, como acto jurídico, está sujeto a las causales de nulidad y
anulabilidad del acto jurídico, previstas en los artículos 219 y 221 del Código
Civil. La nulidad del acto jurídico puede ser absoluta o relativa. La primera
concierne al acto nulo y la segunda al acto anulable.

a. Nulidad absoluta

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 219, el acto jurídico es nulo, cuando:


1. Falta la manifestación de voluntad del agente.
1. Se haya practicado por persona absolutamente incapaz; salvo los contratos
relacionados con las necesidades ordinarias de su vida diaria que celebren los
incapaces no privados de discernimiento, como lo manifiesta el artículo 1358.
Conforme al artículo 43, son absolutamente incapaces:
a. Los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados
por la ley.
b. Los que por cualquier causa se encuentren privados de discernimiento.
c. Los sordomudos, los ciegosordos y los ciego mudos que no pueden
expresar su voluntad de manera indubitable.
3. Su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable.
4. Su fin sea ilícito. Es el caso de la sucesión contractual prohibida por la
ley.
3. Adolezca de simulación absoluta.

No revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad. Más adelante veremos


cuáles son los requisitos formales, tratándose del testamento cuya ausencia
acarrea su nulidad.
7. La ley lo declara nulo.
8. Es contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres.
La nulidad absoluta puede ser declarada de oficio cuando resulta manifiesta;
opera, pues, ipsojure. Pueden alegarla quienes tengan interés o el Ministerio Pú-
blico. No es susceptible de ser subsanada por la confirmación, tal como, lo
expresa el artículo 220; y, como consecuencia de ella, no se produce el efecto
deseado.

b. Nulidad relativa

De conformidad con lo preceptuado en el artículo 221, el acto jurídico es


anulable por:
1. Incapacidad relativa del agente. De acuerdo al artículo 44, son
relativamente incapaces:
-9
f

a. Los mayores de dieciséis y menores de diecio cho años de edad.


b. Los retardados mentales.
c. Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre
voluntad.
d. Los pródigos.
e. Los que incurren en mala gestión.
f. Los ebrios habituales.
g. Los toxicómanos.
h. Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil.
2. Vicio resultante de error, dolo, violencia o intimidación.
3. Simulación, cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de
tercero.
4. Declaración de tal por la ley.
El artículo 222 expresa que dichos actos son nulos desde su celebración, por
efecto de la sentencia que los declare tales.
La nulidad relativa se pronuncia a petición de parte y no puede ser alegada
por otras personas que aquéllas en cuyo beneficio la establece la ley (artículo
222, segunda parte); no opera de oficio como la nulidad absoluta. El acto
anulable es considerado válido y produce sus efectos mientras no sea anulado,
pudiendo subsanarse por la confirmación.
Estas son las reglas fundamentales del acto jurídico en relación a estos
conceptos. Respecto al testamento, su nulidad se produce en todos los casos de
nulidad absoluta e incluso en algunos de nulidad relativa, que son aquellos
relacionados con la incapacidad relativa del testador que afectan la salud mental
y la capacidad de discernimiento.
Veamos las normas específicas respecto al testamento nulo y al anulable en
el Libro de Sucesiones.

2. TESTAMENTO NULO

Además del testamento que adolece de nulidad absoluta de acuerdo a las


circunstancias explicadas, el testamento es nulo en los siguientes casos:
1. Cuando es otorgado por incapaces menores de edad y por los mayores
enfermos mentales cuya interdicción ha sido declarada (artículo 808, primera
parte).
2. Cuando adolece de defectos de forma, por faltarle la forma escrita, la
fecha de su otorgamiento, el nombre del testador o su firma; que son los
requisitos generales de todo testamento que señala el artículo 697, salvo que el
testador no sepa o no pueda firmar, en cuyo caso lo hará a su ruego el testigo
testamentario que él designe, si es por escritura pública. Asimismo, cuando se
deja de cumplir con cualquiera de los requisitos esenciales que la ley señala para
cada uno de los testamentos ordinarios (artículo 811).
En la Exposición de Motivos, LANATTA critica el cambio de redacción por la
Comisión Revisora de la norma original formulada por él en el Anteproyecto
(artículo 152), por cuanto ésta sólo se refería 'a algunas formalidades esenciales y
no a todos los requisitos sustanciales de los testamentos ordinarios; como lo hace
la disposición del Código. El ponente expresa que la solución del Anteproyecto y
del Proyecto, al mencionar sólo las formalidades más importantes, declarando
que su infracción producía la nulidad de pleno derecho, permitía que en el
artículo siguiente se pudiera señalar como anulables los testamentos en que no se
hubiera cumplido con alguna de las demás formalidades. Pero, al haberse
incluido en el artículo 811 todas las formalidades, ocurre que no queda ninguna
susceptible de anulabilidad, resultando así el artículo 812 sin efecto para los
testamentos ordinarios.
Estamos de acuerdo con la crítica citada, conviniendo en que el legislador
debió circunscribir la nulidad por defecto de forma a los requisitos más impor-
tantes, debiendo ser las demás circunstancias causas de anulabilidad. Y es que no
todas las formalidades esenciales tienen la misma importancia.
3. Cuando, tratándose de los testamentos militar y marítimo, falte la firma de
la persona autorizada para recibirlos (artículo 813).
4. Cuando es otorgado en común por dos o más personas (artículo 814). Esta
norma es copia literal del artículo 757 del Código derogado. Impide la sucesión
contractual. Concuerdan con ella, la prohibición de aceptar o renunciar una
herencia futura, que consagra el artículo 678, y la nulidad de todo contrato sobre
el derecho de suceder en los bienes de una persona que no ha muerto o cuya
muerte se ignora, que determina el artículo 1405. También lo dispuesto en el
artículo 722, el cual al otorgar validez en el Perú, en cuanto a su forma, a los
testamentos otorgados en otro país por los peruanos o los extranjeros ante
funcionarios autorizados para ello y según las formalidades establecidas por la
ley del respectivo país, exceptúa expresamente del caso al testamento
mancomunado.

Hay un caso de conversión en el cual el testamento nulo produce


eficacia. Es el del testamento secreto que, aunque sea nulo como tal, tenga
los requisitos del ológrafo (artículo 703).

3. TESTAMENTO ANULABLE
!

A diferencia del testamento nulo, al cual le son de aplicación todas las


causales de nulidad absoluta señaladas en el Libro del Acto Jurídico; y,
además, las que determina el Libro de Sucesiones, como ha quedado
anotado, al testamento anulable.le son de aplicación las causales de nulidad
relativa previstas en el Libro del Acto Jurídico, en la medida que no hayan
sido restringidas por las que expresa el Libro de Sucesiones, y estas
causales, naturalmente.
Según el artículo 808, segunda parte, el testamento es anulable cuando
es otorgado por los siguientes incapaces:
1. Los menores de edad, a excepción de los varones mayores de dieciséis
años o las, mujeres mayores de catorce años que contraigan matrimonio,
o de los menores de dieciocho años que obtengan título oficial que les
autorice para ejercer una profesión u oficio.
2. Los que por cualquier causa se encuentren privados de discernimiento.
3. Los sordomudos, los ciegosordos y los ciegomudos que no pueden expresar
su voluntad de manera indubitable.
4. Los retardados mentales.
5. Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre
voluntad.
6. Los ebrios habituales.
7. Los toxicómanos.
8. Los que, en el momento de testar, carecen por cualquier causa, aunque sea
transitoria, de la lucidez mental y de la libertad necesarias para el otorga-
miento de este acto.

Como puede apreciarse, los tres primeros casos citados se refieren a causales de
nulidad absoluta, las cuales acarrean la nulidad del acto y no su anulabilidad,
existiendo notoria contradicción entre el Libro del Acto Jurídico y el Libro de
Sucesiones. Nosotros pensamos que las normas de este último Libro pueden ser
más limitativas que las del primero respecto a la capacidad para testar y la
validez del acto, pero de ninguna forma más extensivas. Si la incapacidad
absoluta del agente produce la nulidad absoluta de acuerdo a las normas del acto
jurídico, lo mismo tiene que ocurrir en el orden sucesorio, el cual podrá incluir
otras causales de nulidad, mas no restringir las existentes. Además, resulta
contradictorio que mientras la primera parte del artículo 808 señala que es nulo
el testamento otorgado por menores de edad y por los mayores enfermos
mentales cuya interdicción ha sido declarada, la segunda parte del mismo artícu
lo diga que es anulable el de las demás personas comprendidas en el artículo
687, entre las que se encuentran, entre otras, precisamente los mismos menores
de edad, los privados de discernimiento, los retardados mentales y los que
adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre voluntad.
Los demás casos son circunstancias que acarrean la incapacidad relativa y
que significan, por tanto, causas de nulidad relativa; o sea, de anulabilidad.
La regla resulta así la siguiente: el testamento es nulo si le es de aplicación
cualquiera de las causales de nulidad absoluta determinadas en el Libro del Acto
Jurídico, así como cualquiera de las señaladas en el Libro de Sucesiones.
Igualmente, el testamento es anulable si le es de aplicación cualquiera de las
causales de nulidad relativa especificadas en el Libro del Acto Jurídico, así como
cualquiera de las expresadas en el Libro de Sucesiones.
La segunda parte del artículo 808 está errada y su defecto no fue advertido
por el ponente,,ni por la Comisión Redactora, ni por la Comisión Revisora. En
nuestro concepto, la interpretación que debe dársele es que la intervención de las
personas que menciona no produce la anulabilidad del testamento como lo ex-
pone. Producirá la nulidad o anulabilidad de acuerdo a la regla explicada.

El artículo 809 expresa que es anulable el testamento obtenido por la violencia, la


intimidación o el dolo; enunciado que se refiere a los vicios de la voluntad,
reiterando que constituyen formas de nulidad relativa. En este caso, la violencia
es física y la intimidación es una forma de coacción psíquica. En cuanto al error,
que es también causa de nulidad relativa, el mismo artículo 809 expresa que
también son anulables las disposiciones testamentarias debidas a error esencial de
hecho o de derecho del testador, cuando el error aparece en el testamento y es el
único motivo que ha determinado al testador a disponer. Se refiere así al error
sustancial, figura que norma el artículo 201 como causa de anulación del acto
jurídico. Aunque el error por falsa causa queda implícito en lo señalado en el
citado artículo 809, segunda parte, el legislador ha preferido consagrarle una
disposición independiente; fundamentalmente para dejar establecido que, de
producirse, valdrá el testamento anterior. Es un caso de reviviscencia de
testamento. Así, el artículo 810 prescribe que «cuando un testamento ha sido
otorgado expresando como causa la muerte del heredero instituido en uno
anterior, valdrá éste y se tendrá por no otorgado aquél, si resulta falsa la noticia
de la muerte». La falsa causa está referida al error como vicio de la voluntad.
Está legislada en el Libro del Acto Jurídico, cuyo artículo 205 señala que el error
en el motivo sólo vicia el acto cuando expresamente se manifiesta como su razón
determinante y es aceptado por la otra parte.

Resulta curioso que habiendo el legislador reiterado el error como vicio de la


voluntad, al ocuparse de la falsa causa, para enfatizar que vale en ese caso el tes-
tamento anterior, no haya repetido la norma del artículo 755 del Código
derogado, que señalaba que si era nulo el testamento posterior, subsistía el
anterior. La respuesta puede estar en que se trata también de una regla implícita
cuya mención resultaba innecesaria.
El artículo 812 señala que también resulta anula-ble el testamento por defecto
de forma cuando no han sido cumplidas las demás formalidades señaladas para la
clase de testamento empleada por el testador, en cuyo caso la acción no puede ser
ejercida por quienes ejecutaron voluntariamente el testamento, y caduca a los dos
años desde la fecha en que el heredero tuvo conocimiento del mismo. Tal como
hemos explicado al analizar el artículo 811, al calificar éste de nulos los
testamentos que carezcan de las formalidades generales establecidas en el
artículo 685 y de las esenciales prescritas para el testamento en escritura pública,
el cerrado y el ológrafo, la anulabilidad dispuesta en el artículo 812 opera sólo
para el testamento militar y el testamento marítimo. Originalmente, la norma
estuvo proyectada para que la anulabilidad procediera contra las disposiciones
menos importantes, quedando sujetas las fundamentales a la nulidad prevista en
el artículo 811. La inclusión por el legislador de todos los requisitos esenciales
de los testamentos ordinarios como causas de nulidad ha producido, como conse-
cuencia, que el artículo 812 se aplique sólo a la anulabilidad de los testamentos
especiales.
Resulta interesante apreciar que esta norma aparta a la prescripción de sus
alcances para entrar en el ámbito de la caducidad, estableciendo un cómputo dis-
tinto para la actio nata, es decir, en lugar de tomar como fecha el deceso del
causante para el decurso del plazo prescriptorio, toma en consideración la
fecha en la cual el heredero tuvo conocimiento del testamento
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