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Neurobiología de la decepción: el dolor que más dura

La decepción impacta en nuestro cerebro de manera dolorosa. Este hecho se


explica por la actividad de neurotransmisores, como el GABA, que sufren una
alteración muy concreta que nos explica ahora la ciencia. La neurobiología de
la decepción nos demuestra una vez más que hay aspectos de nuestra vida que
el cerebro experimenta de manera particularmente dolorosa. Así, por alguna
razón que desconocemos, en esas experiencias en las que perdemos
oportunidades o cuando la confianza con alguien significativo se rompe se
genera un tipo de sufrimiento que perdura durante más tiempo.

Decía William Shakespeare que la expectativa es la raíz de toda angustia, y quizá


sea cierto. Pero, también es verdad que a menudo necesitamos aferrarnos a
ciertas cosas para hallar estabilidad, para no desfallecer ante tantas
incertidumbres que ya de por sí tiene la vida. Así, es habitual que demos por
sentado que nuestros familiares, parejas o amigos más cercanos no nos
traicionarán en algún aspecto.

Mantenemos a su vez expectativas sobre nosotros mismos, dando por seguro


que no fallaremos en esas áreas que se nos da tan bien, que lo que hoy
tenemos, mañana seguirá con nosotros. Sin embargo, en ocasiones el destino
da un cambio de sentido y nuestro castillo de regia firmeza se desmorona. Estas
experiencias, definidas básicamente por una pérdida de seguridad, se
interpretan a nivel cerebral como señales de alarma para nuestra
supervivencia.

Que desaparezca una oportunidad que tanto nos ilusionaba, ser despedidos del
trabajo de un día para otro, sufrir una traición afectiva… Todo ello son algo más
que eventos dolorosos. Son, de algún modo golpes al tejido de lo que formaba
parte de nosotros de manera significativa. Por tanto, veamos qué ocurre a nivel
cerebral cuando pasamos por estas vivencias.

«Nuestra experiencia se compone más de ilusiones perdidas que de sabiduría


adquirida».

-Joseph Roux-

Neurobiología de la decepción
La neurobiología de la decepción responde a un interés reciente por parte del
campo de la neurociencia. Durante muchos años, tanto psicólogos, como
psiquiatras y neurólogos se han preguntado no solo por qué esta emoción se
experimenta de manera tan intensa. Algo que queda en evidencia también es
que las desilusiones conforman también parte de nuestra personalidad.

Quien las ha vivido con frecuencia se vuelve a menudo más desconfiado. Las
decepciones restan impulso a la ilusión y hace que, a veces, seamos más
prudentes a la hora de generar expectativas en las que están involucradas
personas. Sea como sea, algo debe ocurrir a nivel cerebral para que su impacto
sea tan evidente. Conozcamos qué nos dice la ciencia.

Los neurotransmisores y la decepción

Como ya sabemos, los neurotransmisores son sustancias químicas que


transmiten señales a las neuronas. Gracias a esta neuroquímica, se facilitan las
emociones, las conductas, los pensamientos, etc. Así, cabe recordar que hay
neurotransmisores muy concretos que median por completo en nuestro estado
de ánimo, como la dopamina y la serotonina.

Ahora bien, en un interesante estudio llevado a cabo por el doctor Roberto


Malinow, del departamento de neurobiología en la Universidad de Medicina de
la Universidad de California, en San Diego, se desveló que hay dos
neurotransmisores muy concretos que regulan por completo la experiencia de
la decepción. Son el glutamato y el GABA, los cuales, actúan en una zona muy
concreta de nuestro cerebro: la habénula lateral.

La habénula y la liberación de GABA y Glutamato

La habénula lateral es una de las estructuras más antiguas de nuestro cerebro.


Así, sabemos, por ejemplo, que forma parte de los procesos emocionales que
facilitan nuestra toma de decisiones. Sin embargo, a pesar de que con
frecuencia actúe de manera positiva, impulsando la motivación, esta región
tiene también su reverso oscuro.

Su buen funcionamiento depende básicamente de una liberación correcta y


equilibrada del glutamato y el Gaba. De este modo, cuanto mayor sea el aporte
de estos neurotransmisores en la habénula, mayor será la sensación de
decepción. Por contra, cuanto más baja sea la liberación de GABA y Glutamato,
menor será el impacto de esta emoción en nuestro cerebro.

La depresión relacionada con la neurobiología de la decepción

El doctor Roberto Malinowski, antes citado, señala algo importante sobre el


tema de la neurobiología de la decepción. Se ha visto que el impacto de la
decepción mantenida en el tiempo deriva en muchos casos en trastornos
depresivos. Es decir, cuando la liberación de GABA y glutamato es intensa,
existe un mayor riesgo de padecer este trastorno psicológico.

Se sabe también, que esa excitación de la habénula a causa de la liberación


desmesurada de dichos neurotransmisores, hace que nos obsesionemos más
con ciertas ideas, recuerdos o situaciones dolorosas vividas. Nos cuesta mucho
pasar página y de ahí el estancamiento emocional y el sufrimiento.

Ahora bien, el descubrimiento de la relación glutamato-GABA en las


decepciones y la depresión, abre también la puerta a nuevos tratamientos.
Hasta el momento, se daba por sentado que gracias a los antidepresivos y a la
regulación de la serotonina, se equilibraba también la proporción GABA-
Glutamato. Sin embargo, a día de hoy se ha visto que aunque hay mejoría, es
común experimentar diversos efectos secundarios.

Por tanto, el desafío actual es desarrollar tratamientos que actúen de manera


específica en determinados neurotransmisores y no en otros. De ese modo, se
darían respuestas más adecuadas a esos pacientes que, por diversas
alteraciones a nivel neuroquímico, viven determinadas realidades de manera
más intensa. La neurobiología de la decepción es, por tanto, un campo de gran
interés del que poco a poco mejoramos nuestra comprensión.

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