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JOHANNA MARCELA PARRA SICULABA

UNIVERSIDAD DE LOS LLANOS


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL
CURSO REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA INFANCIA
VILLAVICENCIO
2015

DE LA NEGACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO A SU RECONOCIMIENTO

De acuerdo a las lecturas La fundamentación de los derechos de los niños de


Ignacio Campoy Cervera y el devenir de la representación política de los niños y
las niñas de Ingrit Gutiérrez y Alejandro Acosta se dimensiona el recorrido histórico
y desarrollo en todos los ámbitos que ha llevado de la negación de los derechos de
los niños y niñas a un reconocimiento como ser humano pleno, con características
diferentes al del adulto, pero no por ello dejando de ser persona con igual valor
que en cualquier etapa de la vida y a quienes finalmente se les reconoce su
capacidad para interpretar y representar sus propios intereses de acuerdo a su
progresiva autonómica.

A continuación se realiza un recorrido histórico teniendo en cuenta autores como


Platón y Aristóteles, quienes permean un su época unas concepciones de infancia
que son causa determinante del no reconocimiento de los derechos del niño en
esas culturas clásicas. Platón, filósofo griego concibió al niño como un ser
dominado por el deseo, la parte irracional del alma, en consecuencia sus anhelos
instintivos, impulsos y apetitos no le permitían tener la capacidad de usar la razón,
eran faltos de inteligencia y de carácter, virtud que sólo se conseguiría con la edad
adulta, cuando se es considerado el ser humano perfecto. Aristóteles quien fue
discípulo de Platón menciona que los niños nacen con voluntad, pasión y deseo,
pero la reflexión y la inteligencia se logran con la edad, lo cual es alcanzada así
mismo con una educación dura y sin contemplaciones. Es así como se configura a
los niños y niñas como seres imperfectos, siendo sus características propias algo
negativo y son relegados al mundo privado, en donde sus intereses quedan por
fuera de las regulaciones públicas.

En el marco de estas concepciones se hace una mirada del niño como propiedad e
incapaz que requiere de los adultos la protección; su “falta de facultades físicas y
mentales”, permitían que no existiera jurídicamente y sus intereses estaban en
merced de los intereses de los adultos. Nace la patria potestad que era un estatus
que le concedía al ciudadano romano poder absoluto e indefinido sobre sus hijos y
sus propiedades, esta autoridad paterna permitía tomar medidas eugenésicas
(muerto o abandono) de aquellos niños y niñas que tenían dificultades psíquicas o
físicas, concepción que fue cambiando y que en la actualidad debe garantizar los
intereses superiores de los niños y su beneficio.

Ambos autores coinciden que el niño como ser humano imperfecto requiere ser
moldeado con una sólida formación para superar sus deficiencias y potenciar las
cualidades positivas que no son innatas, esto lo hace acreedor así mismo de una
carencia de identidad propia, resultado de ello la ausencia de valor de esa etapa
de la vida.
Llegado el siglo XVII el filósofo inglés John Loche, realiza unos planteamientos que
permiten configurar otro modelo de reconocimiento de derechos del niño y son los
siguientes:

¤ Los seres humanos se hallan por naturaleza en un estado de perfecta libertad e


igualdad, cada quien dispone y ordena acciones, sin dependencia de la
voluntad de otra persona, tan sólo dentro de los límites de la ley de la
naturaleza.

¤ Cuando nacemos somos libres, y somos también racionales; más ello no quiere
decir que ejerzamos entonces ninguna de esas facultades.

En consecuencia los niños deben tener la libertad para expresar sus necesidades
naturales, las cuales deben suplirse y su protección es una responsabilidad de los
padres y un privilegio de los niños. Como no se ejerce aún la facultad de razón
esta es una función de los padres, y a falta de estos del gobierno. Es así como se
pasó del concepto de poder absoluto del padre de familia al de personas libres
pero carentes de autonomía.

El modelo proteccionista cobijó a los niños llamados irregulares características


dada a aquellos en estado de vulnerabilidad, abandono, delincuentes, en donde el
Estado asume el carácter paternalista y la familia seguía ejerciendo su poder de
patria potestad, en donde los padres son quienes deben asegurar suplir el interés
del niño y quien no necesariamente le da la interpretación apropiada a sus
necesidades.
La Carta de Ginebra 1924 es un texto histórico que reconoce y afirma, por primera
vez, la existencia de derechos específicos para los niños y las niñas, pero sobre
todo la responsabilidad de los adultos hacia ellos, con la mirada puesta en los
niños llamados irregulares. Y la Declaración de los Derechos del Niño 1959
considera entre otras que el niño por su falta de madurez física y mental, necesita
protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes
como después del nacimiento; a fin de que pueda tener una infancia feliz y gozar,
en su propio bien y en bien de la sociedad, de derechos y libertades.

Finalmente todo el repertorio termina en que el reto que demanda la sociedad a


los docentes en Pedagogía Infantil es identificar a niños y niñas con una identidad
diferente a la de los adultos y que debe ser respetada y valorada, la infancia no
debe seguir viéndose como una fase de preparación para la vida adulta sino como
una forma natural de la persona, en la que se debe desarrollar su vida afectiva,
personal, social, jurídica garantizando su autonomía, con goce pleno y en total
armonía y felicidad. Ya pasamos entonces de ejercer un dominio sobre los niños a
ser orientadores y acompañantes de su proceso de desarrollo de autonomía.

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