Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DE TAMAULIPAS A.C.
ANTOLOGÍA
PSICOLOGÍA EN SALUD PÚBLICA
1
ÍNDICE
OBJETIVO GENERAL DE LA ASIGNATURA
2
OBJETIVO GENERAL DE LA ANTOLOGÍA
3
UNIDAD I
LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD
1.1 Antecedentes
Esas recomendaciones sobre lo que hay que hacer para llevar un estilo de vida saludable,
vienen determinadas, en gran medida, por el modo en que cada cultura ha entendido la
relación mente-cuerpo. Dicha relación, a lo largo de la historia de las civilizaciones, ha ido
balanceándose desde una perspectiva holística a una visión dualista. La primera, que
supone asumir que el ser humano es un todo indisociable mente-cuerpo diferente de la
mera suma de esos elementos, suele conllevar un énfasis en lo que la persona puede hacer
para mantener su salud, tal como ocurrió en Grecia y en China o como en la actualidad
4
propone el modelo biopsicosocial de la salud. Por el contrario, el dualismo implica una visión
de la salud como algo que viene dado y en la que se pone menos énfasis en la importancia
de los comportamientos saludables que en los tratamientos de las enfermedades, tal como
en la actualidad se desprende del modelo biomédico. (Amigo, 2012)
La relación mente-cuerpo
Un breve repaso a la historia nos permitirá observar cómo el modo de entender la salud
que propone la psicología de la salud está esbozado formalmente en culturas muy distintas
a la nuestra. En la antigua Grecia se consideraba que la mente y el cuerpo estaban
esencialmente unidos, de tal manera que se influían mutuamente. Hipócrates es,
probablemente, el mejor representante de esa tradición. La salud, según él, era la resultante
de un estado de armonía del individuo consigo mismo y con el exterior, mientras que la
enfermedad devenía de la ruptura de esa armonía por causas naturales. Dentro de dichas
causas no sólo incluía las de naturaleza biológica, sino también las relativas al
comportamiento del individuo y su «personalidad». Mucho antes, en China, también se
desarrolló una concepción naturalista de la salud. Esta aproximación evolucionó de un
modo independiente a las nociones desarrolladas en el mundo occidental. El concepto clave
es el balance de fuerzas. La enfermedad aparece cuando se rompe el balance de esas
fuerzas opuestas, por ejemplo, cuando el cuerpo sufre mucho calor o mucho frío, o cuando
se sufre un acontecimiento emocional o se produce un desequilibrio en la dieta. Desde esta
perspectiva, mente y cuerpo están indisolublemente unidos y la salud física se ve
decisivamente influida por las emociones y conductas de las personas. Esta visión sigue
vigente aún hoy en día en la medicina china actual.
5
violación de una ley divina y la curación como resultado de la fe y arrepentimiento del
pecado. Esto es, el pecado sería el patógeno y la absolución la terapia. (Amigo, 2012)
6
han decrecido espectacularmente en el mundo occidental y la cirugía ha permitido tratar e,
incluso, curar algunas enfermedades que antes resultaban fatales. (Amigo, 2012)
El modelo biomédico
Engel ha puesto de manifiesto algunas de las insuficiencias que esta perspectiva biomédica
presenta a la hora de tratar la enfermedad.
En segundo lugar, el diagnóstico del estado físico depende también, en gran medida, de la
información que proporciona el paciente. Aunque el examen físico y las pruebas de
7
laboratorio son decisivas para identificar la enfermedad, el diagnóstico descansa, además,
sobre lo que el paciente es capaz de comunicar al profesional de la salud. Así, por ejemplo,
el diagnóstico de los trastornos digestivos funcionales se establece únicamente por los
síntomas que el paciente refiere, una vez excluida la patología orgánica. Por lo tanto, la
exactitud en el diagnóstico también depende, en cierta medida, de la habilidad del médico
para recabar información en la entrevista clínica y su capacidad para comprender los
determinantes psicológicos, sociales y culturales de los síntomas presentados por el
paciente.
Finalmente, dentro de estas críticas al modelo biomédico, Engel también señala el hecho
poco reconocido de que el resultado del tratamiento también se verá influido decisivamente
por la relación médico-paciente. Si bien desde la perspectiva biomédica el énfasis se pone
en el uso de medicamentos u otras tecnologías, la interacción con el médico puede ser
decisiva, puesto que de ella depende, en gran medida, la cooperación del paciente.
Además, las reacciones a la conducta del médico pueden traducirse en cambios
psicofisiológicos que alteran el curso de la enfermedad. En este sentido, Engel ha señalado
que los requerimientos de insulina de un diabético pueden fluctuar, significativamente,
dependiendo de la percepción que el paciente tiene de su relación con el doctor.
Ante las dificultades planteadas al modelo biomédico, diversos autores han sugerido la
necesidad de formalizar una nueva conceptualización que permita comprender y controlar
8
mejor la enfermedad. Aunque en este intento se plantean opciones con matices distintos,
existe, obviamente, un gran acuerdo en la necesidad de incorporar los aspectos positivos
del modelo biomédico así como sus avances técnicos y farmacológicos. Lo que se pretende
es, en definitiva, superar la formulación dualista cuerpo-mente. (Amigo, 2012)
El modelo biopsicosocial
9
interrelacionados que provocan cambios en el organismo y éstos, a su vez, sobre los otros
niveles. (Amigo, 2012)
Por otra parte, el modelo también sostiene que las recomendaciones para el tratamiento
deben tener en cuenta los tres tipos de variables antes mencionadas. Se trata, en definitiva,
de ajustar la terapia a las necesidades particulares de cada persona, considerando su
estado de salud en conjunto y haciendo aquellas recomendaciones de tratamiento que
sirvan para abordar el conjunto de problemas que esa persona plantea.
10
Básicamente, son tres las razones que se suelen plantear como causas particulares de la
emergencia de la psicología de la salud. En primer lugar, desde mediados del siglo XX se
asistió a un cambio en la preocupación sanitaria que se desplazó, en una medida
importante, desde las enfermedades infecciosas a los trastornos de carácter crónico de
etiología pluricausal que están ligados al estilo de vida propio de las sociedades
industrializadas. El incremento de estas «nuevas» enfermedades (como el cáncer o los
problemas cardiovasculares) es, en definitiva, producto de comportamientos y hábitos poco
saludables o insanos, que, actuando sinérgicamente, facilitan la aparición de enfermedad.
En segundo lugar, este tipo de enfermedades crónicas, con las cuales el paciente tiene que
convivir durante muchos años, suelen conllevar una serie de cambios importantes en su
estilo y calidad de vida (por ejemplo, mantener una buena adhesión a los tratamientos
crónicos) a los que las personas deben adaptarse.
Por todas estas razones y en pleno desarrollo de esta perspectiva emergente de los
problemas de salud, la Asociación Americana de Psicología (APA) creó, en 1978, como una
más de sus divisiones, la 38 concretamente, la Health Psychology (división de psicología
de la salud) que, al año siguiente, en 1979, publica su primer manual Health Psychology. A
Handbook. En 1982 también aparece la revista de esta división de la APA con el título
Health Psychology.
Las atribuciones de esta disciplina y sus áreas de trabajo quedan descritas en la vigente, y
ampliamente aceptada, definición de Matarazzo:
11
mantenimiento de la salud, la prevención y tratamiento de la enfermedad, la
identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad
y la disfunción asociada, además del mejoramiento del sistema sanitario y la
formulación de una política de la salud».
12
UNIDAD II
PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD, PROMOCIÓN Y MANTENIMIENTO DE
LA SALUD
13
2.1 Salud integral
Se conoce como salud integral al estado de bienestar ideal el cual se logra únicamente
cuando existe un correcto balance entre los factores físicos, emocionales, espirituales,
biológicos y sociales. Es de esa forma que las personas logran crecer en todos los ámbitos
de la vida y, por lo tanto, se sienten sanos tanto física como mentalmente, además de que
tendrán plena felicidad.
Este concepto de salud engloba a varios elementos trasladándose hacia un punto de vista
holístico el cual trasciende más allá del solo funcionamiento del organismo, dicho estado
de salud ideal depende de diversos elementos, pero no cabe duda que los más importantes
son el elemento genético y el estilo de vida que posee cada individuo.
Existe una gran cantidad de estudios que coinciden en el hecho de que los cambios en el
estilo de vida que se encuentran enfocados hacia una alimentación sana y balanceada, la
práctica constante de actividad física, la ejecución de técnicas para relajarse, la calidad y
cantidad del sueño, adoptar medidas como prevención ante diversos riesgos y accidentes,
así como también la visita periódica a un especialista de la salud son de gran importancia
para lograr un buen estado de salud y al mismo tiempo para mantenerlo a lo largo del
tiempo. (conceptodefinicion.de, s/f)
A pesar de que el concepto de salud integral debe incluir al concepto de calidad de vida, en
este sentido hechos como los avances en materia de investigación médica, el incremento
en la expectativa de vida cuando nace un nuevo individuo que hace que incremente la
población de edad avanzada, la disponibilidad de tratamientos que tengan la capacidad
para alargar la vida y un mayor acceso a los recursos provoca que las personas que
desarrollan enfermedades crónicas logren incrementar sus años de vida, a pesar del hecho
de que no están sanas ya que padecen algún tipo de enfermedad, existe la posibilidad de
que estén bien controlados, es decir que no presentarán ningún síntoma o manifestación
con lo cual pueden disfrutar de una excelente calidad de vida.
14
Los expertos afirman que la mejor forma para alcanzar un estado de salud óptimo, o salud
integral, es mediante la adopción de medidas preventivas que ofrezcan las posibilidades de
evitar o retardar la aparición de enfermedades crónicas como es el caso de la diabetes,
hipertensión arterial, arterioesclerosis, enfermedades degenerativas de las articulaciones y
del sistema nervioso e incluso el cáncer. (conceptodefinicion.de, s/f)
Aun cuando en la actualidad se dispone de una gran cantidad de información sobre lo que
uno puede hacer para mantenerse saludable y muchas personas, de hecho, se adhieren a
conductas de prevención, existen algunos obstáculos que limitan notablemente la
generalización de las mismas al conjunto de la población. Dichos obstáculos se pueden
agrupar en cuatro grandes categorías.
Dentro de la cultura occidental, la salud se considera como uno de nuestros valores más
apreciados y, de hecho, así se verbaliza en muchas conversaciones cotidianas que giran
en torno a este tema. La cuestión está en que existen otros valores que también ocupan
una posición muy alta dentro de nuestra jerarquía cultural y que entran en clara
contradicción con el de salud. Tener éxito, vivir cómodamente o experimentar sensaciones
muy fuertes son algunas de las motivaciones que se oponen, en muchos casos, al
comportamiento saludable. En este sentido, por ejemplo, las enfermedades
cardiovasculares, primera causa de muerte en la sociedad industrial, tienen entre sus
factores de riesgo más importantes el sedentarismo, la obesidad y el tabaco. Y del mismo
modo, la moda de la delgadez ha generado unos hábitos de alimentación iatrogénicos.
15
Por otra parte, una segunda actitud que dificulta los esfuerzos de prevención es la
equiparación que se hace de la buena vida y hábitos poco saludables. En este contexto se
sobrentiende, por ejemplo, que los alimentos más apetecibles son los de alto contenido en
colesterol, o que el sedentarismo es más reconfortante que el ejercicio físico moderado.
Este sobrentendido olvida que igual que se aprende a disfrutar de un tipo de alimentación
o de una actividad física también se puede aprender a disfrutar de otros hábitos más sanos.
A todo lo anterior habría que añadir que la continua publicidad sobre el poder de la
tecnología médica para curar a través de trasplantes, órganos artificiales y técnicas
quirúrgicas puede servir como justificación para no emprender medida preventiva alguna.
Si bien no se debe olvidar que existen importantísimos intereses económicos creados sobre
el actual estilo de vida. (Amigo, 2012)
16
riesgo no existen señales anticipatorias o estímulos discriminativos de los problemas que
pueden acarrear y, cuando existen, se puede aprender a desatenderlas, tal como ocurre
con las advertencias que figuran en las cajetillas de tabaco. (Amigo, 2012)
La propia lógica de nuestro sistema sanitario supone una dificultad añadida para la práctica
de la prevención. Desarrollado sobre el modelo biomédico, su objetivo primordial es el
tratamiento y la curación de la enfermedad, por lo que no es de extrañar que los
profesionales de la salud sean entrenados, fundamentalmente, en el diagnóstico y
tratamiento de enfermedades específicas. Hay, además, reforzadores positivos muy
potentes, como el prestigio, las retribuciones dinerarias o un cierto sentido de competencia
profesional muy ligados a la medicina curativa. Por el contrario, los esfuerzos por la
prevención se acompañan de muy poco reforzamiento.
Desde las instituciones sanitarias y a lo largo de las últimas décadas, se han modificado las
recomendaciones sobre los hábitos saludables lo que ha podido favorecer un cierto clima
de escepticismo sobre el que se justifica lo innecesario de adoptar comportamiento
saludable.
Si bien el interés por el tema de la prevención ha calado pronto dentro del campo profesional
de la psicología, algunos condicionantes han impedido que dicho interés se traslade de un
modo inmediato a la práctica. En primer lugar, la psicología clínica se ha centrado histórica
y tradicionalmente en el campo de la salud mental, en el cual se abordan problemas
afectivos y emocionales. El interés por la salud física es mucho más reciente y no ha
cuajado en una actividad profesional propia a pesar de disponerse, en problemas muy
concretos, de técnicas más eficaces que la intervención médica.
Por otra parte, al igual que ocurre con la práctica médica, la práctica de la psicología
también se ha entendido como una interacción privada entre el paciente y el clínico. Esta
actitud ha limitado el desarrollo de programas de intervención en escuelas, lugares de
17
trabajo, etcétera. Dentro de estos contextos es donde puede verse más claramente su
utilidad en la promoción de la salud. (Amigo, 2012)
Con el fin de comprender aquellos factores que influyen en los estilos de vida y en la
complejidad de la puesta en marcha de conductas de salud, se han propuesto diversos
modelos.
Las barreras percibidas: la valoración de costes o daños que la persona puede sufrir
por realizar la conducta preventiva.
18
La percepción de riesgo: la probabilidad de que la enfermedad afecte a la persona.
La gravedad percibida: el nivel de daño que la persona estima que podría tener en
cualquier ámbito.
Desde este modelo, por ejemplo, se explica cómo Pedro decidió dejar de consumir tabaco
ocasionalmente cuando sus amigos continuaron haciéndolo, con el fin de prevenir el cáncer
de pulmón. Pedro consideraba que fumar no le reportaba cosas positivas, más allá de
compartir algo con sus amigos y evitar el aburrimiento (beneficios esperados), mientras que
le podría suponer un gasto económico, además de tener problemas de aliento, alguna
discusión con sus padres y causar cáncer de pulmón (barreras percibidas). Además, Pedro
se sentía capaz de hacerlo porque tenía tanto recursos personales suficientes como unas
buenas habilidades sociales y otras técnicas para controlar el aburrimiento (autoconfianza).
Pedro conocía el cáncer de pulmón porque a su tío se lo habían diagnosticado, así que se
dio cuenta del gran impacto que había tenido en la vida de su tío (gravedad) y de que
también él podría estar afectado en algún momento (percepción de riesgo). También le
ayudó considerar que él podría sufrir los mismos daños (vulnerabilidad percibida).
(Salmerón, Giménez , & Nieto, 2016)
Desde una perspectiva más actitudinal, otro de los modelos que intentan predecir el
comportamiento humano, es el de la Teoría de la acción razonada (Ajzen, 1975). Desde
este planteamiento se entiende que las personas llevan a cabo comportamientos como
resultado de una interacción entre factores cognitivos y emocionales, que les conducen a
la intención de realizar una conducta. Es decir, además de las expectativas sobre los
beneficios de realizar la conducta, la persona necesitará sentir un afecto positivo hacia la
19
misma. Como mínimo para que dicha intención se lleve a cabo, la persona conjugará tres
variables:
La actitud hacia la conducta: la valoración afectiva que la persona hace sobre los
costes y beneficios de la conducta y que genera un estado de ánimo positivo o
negativo.
La norma subjetiva: cómo creen las personas que su entorno valora esa conducta,
qué piensan que los demás esperan de ellos y en qué medida tienen deseo de
satisfacer las expectativas de los demás.
Desde esta visión, se explicaría por qué Isabel decidió cuidar su alimentación para prevenir
una posible diabetes. Pensaba que los cambios dietéticos propuestos eran sencillos y
divertidos, además no suponían una gran inversión de tiempo en la cocina. Ciertamente,
tenía que dejar alimentos que le gustaban, pero las nuevas propuestas también le
resultaban agradables, así que sentía un afecto positivo hacia el cambio (actitud). Además,
Isabel sabía que su familia solía comer de manera sana y que esperaban lo mismo de ella,
más todavía, teniendo en cuenta algunos factores de riesgo que había detectado el médico.
A ella le importaba la valoración de su familia y se sentía bien cuando les agradaba (norma
subjetiva). Isabel también consideraba que era capaz de llevarlo a cabo, porque tenía
disponibilidad de alimentos y tiempo suficiente para preparar las comidas. Se consideraba
una persona responsable y constante para llevar a cabo la dieta (percepción de control).
(Salmerón, Giménez , & Nieto, 2016)
20
Desde esta perspectiva también se da importancia a la motivación personal, es decir, el
grado de implicación que se tiene ante una tarea o resultado, así como al papel que las
expectativas juegan en la realización de una conducta y que se desglosan, principalmente,
en tres tipos:
Desde esta perspectiva, se puede explicar por qué Pablo empezó a practicar ejercicio para
prevenir la hipertensión. Por un lado, consideró que la realización de la actividad física
podría prevenir la aparición del problema (expectativa acción-resultado) y, por el contrario,
pensó que al no hacer nada haría que su riesgo progresara más rápidamente (expectativa
situación-resultado). Además, creía que tenía habilidades suficientes y un estado físico
adecuado para llevarlo a cabo (expectativa de eficacia). (Salmerón, Giménez , & Nieto,
2016)
21
intermedias, con marcos temporales, por las que las personas atraviesan antes de
incorporar el hábito conductual a su estilo de vida. En concreto, estas etapas son:
Preparación: característica porque las personas suelen tomar una decisión para el
cambio e iniciar algunas acciones, durante el mes siguiente, aunque no suelen ser
sistemáticas y constantes. Este sería el caso de Maribel que ha decidido dejar de
fumar y lo ha intentado en un par de ocasiones, aunque sin éxito. También ha leído
un libro y ha bajado un par de aplicaciones para su Smartphone que utiliza de vez
en cuando.
22
Este sería el caso de Nacho, que decidió dejar de beber alcohol hace algún tiempo
y, desde hace tres meses, no prueba una gota. De todas formas, todavía le cuesta
resistirse cuando sus amigos le ofrecen algo o quedan para ver el fútbol.
Normalmente, tomaban cervezas mientras veían los partidos.
23
intervención curativa o paliativa, no justificaría la acción sin la existencia de una patología.
De esta forma la comprensión actual de la salud (desde un modelo biopsicosocial) confiere
la posibilidad de intervenir y prevenir la aparición y complicación de las propias dolencias,
así como de optimizar el proceso de salud en sí mismo. Así pues, a lo largo de un continuo
de intervención, se proponen una serie de marcos de acción que oscilan desde la
potenciación de una situación de salud positiva hasta la mitigación del impacto
biopsicosocial en las fases finales de las enfermedades crónicas. Estos marcos de acción
varían, pues, en la población objeto de atención, así como en el momento de afectación de
la enfermedad, pero asumen un mismo objetivo general: potenciar una mejora de la calidad
de vida de las personas.
1. La promoción de salud.
2. La prevención primaria.
3. La prevención secundaria.
4. La prevención terciaria.
Promoción de salud
24
entorno. Algunos ejemplos integrados en este marco de acción serían los programas
escolares dirigidos a mejorar la alimentación y actividad física en niños y niñas sin
problemas de salud, el fortalecimiento de hábitos saludables en mujeres embarazadas
sanas o un programa para potenciar las variables psicológicas asociadas a la resiliencia en
un colectivo de adolescentes.
Prevención primaria
Prevención secundaria
Busca reestablecer los niveles de salud de las personas (o evitar que se generen
situaciones crónicas discapacitantes) a través de la detección temprana de la enfermedad
y la atención de la dolencia en sus primeras fases. De esta forma, se pretende impedir el
avance de una enfermedad incipiente y que podría estar deteriorando la calidad de vida de
la persona. El foco de atención se centra en personas que, por sus características, pueden
estar en situación de enfermedad. Este sería el caso, por ejemplo del cáncer de mama en
mujeres de entre 45 y 65 años con antecedentes familiares y fumadoras. Algunas acciones
dentro de este marco de trabajo serían los programas de detección precoz y aquellos
dirigidos a mejorar la adherencia a los tratamientos, tanto en el aspecto farmacológico como
en aquel relacionado con los estilos de vida. En particular, respecto a los programas de
detección, cabe tener especial cuidado en los criterios establecidos para el riesgo y los
procedimientos de aplicación, con el fin de no generar programas de búsqueda de
25
sospechosos que transgredan los derechos básicos de las personas. Ejemplos de
programas de detección precoz serían aquellos que en el contexto escolar y a través de la
formación de docentes, las escuelas de padres y la psicoeducación con el alumnado,
pretenden detectar la existencia de patrones adictivos de internet. Asimismo, también
formarían parte de este entramado los programas de rehabilitación cardíaca en personas
posinfartadas que no tengan un proceso de enfermedad muy avanzado. Componentes
como la información, el modelado, la reestructuración, la relajación o el fomento de patrones
adaptativos de afrontamiento, formarían parte de estos.
Prevención terciaria
26
Imagen No. 1.- “Concepto
holístico de salud”. (Escortell ,
y otros, 2009)
La flecha de la casilla
superior, “salud”, hace
referencia a la consideración
de la persona como un todo.
Cuando se trabaja con la
salud de las personas, se pone el acento tanto en la dimensión física como en la psicológica
(incluidos los aspectos mentales y sociales).
27
resistencia a la enfermedad. Esta es la primera dimensión del concepto holístico.
Considerar a la persona como un todo. (Escortell , y otros, 2009)
Las flechas de las dos casillas verticales tienen que ver con el hecho de considerar a la
persona en un todo. En otras palabras, tienen que ver con los aspectos que afectan a la
salud. Las dos casillas incluyen las dos dimensiones: “estilo de vida” y “condiciones de
vida”.
Las flechas de estas dos casillas y la que apunta a la casilla superior indican que la salud
puede verse afectada por el estilo de vida y por las condiciones de vida. Si queremos
entender el desarrollo del proceso de la salud, deben contemplarse ambas dimensiones.
Además, los efectos de ambas dimensiones pueden influir tanto en la dimensión física de
la salud, como en su dimensión psicológica. Esta es la segunda dimensión del concepto
holístico: considerar a la persona en un todo.
La idea del estilo de vida comprende nuestras actitudes y valores, así como nuestra
conducta en áreas tales como el ejercicio, la dieta, el tabaco, el alcohol y la sexualidad. El
término “condiciones de vida” abarca tanto el ambiente social y físico como el cultural, así
como las estructuras económicas que afectan a la vida de las personas.
La flecha número 4 que va desde “condiciones de vida” a “estilo de vida” indica que el estilo
de vida no es un vago concepto que remite a algo que puede ser modificado
voluntariamente, sino que, por el contrario, el estilo de vida se desarrolla en estrecha
interacción con las condiciones de vida. Así lo expresa el documento de la OMS, Prácticas
saludables para todos: “... el estilo de vida no es una simple decisión individual... Existen
límites a las opciones abiertas al individuo, límites impuestos por el medio social y cultural
y por los medios económicos” (OMS, Salud para todos). (Escortell , y otros, 2009)
28
vistas a introducir nuevas formas de promover la salud, o cuando las influencias
económicas afectan a la elección de alimento.
Las flechas que van de “acción” a “estilo de vida” indican la necesidad de introducir en la
escuela o en cualquier otra institución, un trabajo sistemático para la exploración de las
posibilidades de acción con respecto al estilo de vida y a las condiciones de vida.
En este sentido, es básico, por una parte, que las personas sepan que las condiciones
sociales y vitales afectan a las posibilidades de acción inmediata y, por otra, que sean
conscientes de que ellas pueden ayudar a cambiarlas. (Escortell , y otros, 2009)
De acuerdo con la definición de Kasl y Cobb, las conductas de salud son aquellas conductas
que la persona manifiesta, mientras se encuentra sana, con el propósito de prevenir la
enfermedad. Por lo tanto, la conducta de salud engloba, en palabras de Matarazzo (1984),
«los esfuerzos de las personas por reducir sus patógenos conductuales y practicar
conductas que sirvan como inmunógenos conductuales». No obstante, a este respecto, la
investigación sobre el tema ha mostrado que la práctica de una determinada conducta de
salud no conlleva la práctica de otras, o lo que es lo mismo, que las conductas de salud
mantienen entre sí una débil correlación. La persona que usa el cinturón de seguridad no
tiene por qué implicarse en la práctica de la actividad física.
Existen distintos tipos de variables que parecen determinar en gran medida la conducta de
salud. Desde una perspectiva psicológica, merecen ser destacadas la influencia del
contexto social, la percepción del síntoma, los estados emocionales y las creencias sobre
la salud. (Amigo, 2012)
Contexto social
29
El contexto social de la persona ejerce una notable influencia sobre sus hábitos de salud.
Así, por ejemplo, Gil y Ballester (2002) han observado que los dos mejores predictores del
consumo y abuso del alcohol en los jóvenes lo constituyen que los padres inicien a los niños
con motivo de fiestas o celebraciones y la asunción, por parte del grupo de iguales, de que
el alcohol facilita la diversión. Pero no sólo el contexto social influye en las primeras etapas
de vida. En los adultos, las relaciones sociales influyen decisivamente en el cuidado de la
salud, y contar con una verdadera red de apoyo social es una de las condiciones más
importantes para evitar las conductas de riesgo y promover el comportamiento saludable.
Estados emocionales
Los estados emocionales pueden modificar notablemente las conductas de salud. Así, por
ejemplo, el fumador puede llegar muy pronto a encadenar las situaciones de estrés con el
consumo de tabaco como una forma de enfrentarse a dichas situaciones. De hecho,
situaciones de ansiedad o de aburrimiento suelen ser potenciales desencadenantes de la
conducta de fumar. En esta misma línea, se ha observado, dentro de la población joven,
que aquellos que manifiestas unos niveles más altos de estrés, tienen una menor
probabilidad de implicarse en las conductas de salud en general. Asimismo, las personas
adultas que se sienten estresadas tienen más probabilidades de comer más y peor, de
hacer menos ejercicio o fumar más si son fumadores. Por el contrario, un estado de
30
bienestar general induce a implicarse en un mayor número de comportamientos saludables.
(Amigo, 2012)
Las creencias que sobre la salud tiene una persona también influyen en sus hábitos.
Cuando se padece una enfermedad es muy probable que el que la sufre desarrolle, sobre
la base de sus conocimientos y experiencia, toda una serie de valoraciones en relación a
los cambios que se van produciendo y que pueden influir notablemente en las conductas
de salud que adopte. Entre los hipertensos, que en general suelen mostrar una baja
adhesión al tratamiento farmacológico, el consumo de la medicación puede quedar
regulado en función de sus excesos en la dieta o de síntomas que atribuyen a la enfermedad
(como el enrojecimiento de la piel), sin que exista una evidencia objetiva de que tales
cambios puedan atribuirse a un incremento de la presión arterial.
Una clase de creencias que puede influir en las prácticas de salud son las relacionadas con
la vulnerabilidad percibida por el propio sujeto. En general, las personas tienden a ver el
futuro de su salud de un modo excesivamente optimista y poco realista. De hecho, cuando
se evalúa la probabilidad de padecer una enfermedad en el futuro, la mayoría cree tener
una probabilidad muy por debajo de la media de padecer alguna alteración física. Todo lo
cual constituye una importante barrera psicológica de cara a modificar los hábitos de salud.
31
Los avances científicos y tecnológicos conseguidos durante los últimos años no han
conseguido hacer frente a las llamadas enfermedades “del progreso”. Entre estas
enfermedades de la civilización tenemos: el cáncer por causas ambientales, los
fallecimientos relacionados con el hábito de fumar, el alcoholismo, los accidentes de
circulación, laborales y del hogar, la drogadicción y uso abusivo de medicinas, las
enfermedades mentales y el SIDA.
Todas ellas están claramente asociadas a los estilos de vida y a los factores
medioambientales. Esto ha originado un interés creciente hacia la promoción y educación
para la salud y hacia el estudio de los factores condicionantes de ésta.
Los factores que condicionan la salud, el bienestar de las personas son de diversa índole:
económica, educativa, política, ambiental, sanitaria, social, cultural, etc.
Señalan los profesores Sáez Crespo, Arroyo y del Rey, que las principales causas de
mortalidad, enfermedad e invalidez pueden reducirse previniendo las seis categorías de
conductas de riesgo que comienzan en la edad escolar:
32
Dentro del contexto de la promoción de la salud, ésta ha sido considerada no como un
estado abstracto sino como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a
las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva.
UNIDAD III
TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD
33
Objetivo de la unidad: analiza el proceso que hace la psicología de la salud para ayudar
a las personas que ya han enfermado para afrontar con éxito su nueva situación y seguir el
régimen del tratamiento.
3.1 Enfermedad
Se denomina enfermedad al proceso y a la fase que atraviesan los seres vivos cuando
padecen una afección que atenta contra su bienestar al modificar su condición ontológica
de salud. Esta situación puede desencadenarse por múltiples razones, ya sean de carácter
intrínseco o extrínseco al organismo con evidencias de enfermedad.
El término proviene del latín “infirmitas” que significa “falto de firmeza” y consiste en un
proceso que acaece a un ser vivo y altera su estado normal de salud.
La ciencia que estudia las enfermedades se llama Patología, y una de sus partes es la
Etiología, que trata de definir las causas de la enfermedad. Estas causas pueden ser de
naturaleza muy variada: agentes físicos (mecánicos, radiaciones, electricidad, frío o calor),
químicos (ácidos), biológicos (bacterias, virus, hongos, protozoos o helmintos), sociales
(marginación) y pueden actuar de forma aislada o en conjunto, tener un carácter adquirido
o congénito, el cual, a su vez, puede deberse a alteraciones durante el desarrollo
embrionario o ser anomalías genéticas que se transmiten con carácter hereditario.
Por su parte, la Semiología es la parte de la Medicina que estudia los signos y los síntomas
que muestran las patologías. Las manifestaciones objetivas –que se pueden ver o medir a
través de la exploración física, de las radiografías, del análisis de laboratorio, etc.- son las
que llamamos signos, y las subjetivas, no evidenciables –como el dolor, la astenia u otras
sensaciones- son las que denominamos síntomas.
34
Los seres vivos, a lo largo del tiempo, se ven sometidos a múltiples estímulos externos o
internos que pueden causar variaciones en su estructura y/o función. Los organismos
intentan adaptarse, pero a veces surge la enfermedad. Su aparición depende del estímulo
(de la naturaleza de éste, pero, sobre todo, de la intensidad y de la manera en la que actúa)
y del individuo (predisposición y reacción del organismo con base en su edad, sexo, raza,
ambiente, estilos de vida, constitución, etcétera). Es posible clasificar las enfermedades de
muy diversas formas, por ejemplo, teniendo en cuenta el órgano afectado, la causa o
etiología, el tipo de lesión anatómica que presentan o la evolución (aguda o crónica).
(Portillo , Portillo , & Rodrigo, 2009)
Aunque resulta difícil formular una definición precisa de enfermedad, podemos decir que:
El entorno de la enfermedad
Hoy en día, se acepta que la cultura aporta ciertas creencias sobre la enfermedad o sobre
las maneras de expresarla, si bien esta influencia puede ser mayor o menor. Cuando el
trastorno es grave y con clara base biológica, su presentación es semejante en todas las
culturas, en cambio, cuando la alteración es más leve, son mayores las diferencias
interculturales. También nos encontramos con que hay lenguas que no tienen palabras para
definir algunos estados, sobre todo emocionales, o culturales que explican la causa de la
enfermedad de formas muy distintas, así, por ejemplo, es frecuente que en sociedades
primitivas se atribuyan a causas mágicas o determinados ambientes y situaciones.
En conclusión, parece que la misma enfermedad se entiende según las creencias y valores
de los distintos grupos humanos y se presentan grandes variaciones en su significado
social, en la interpretación de los síntomas, en la búsqueda de ayuda, en los métodos
diagnósticos o en cómo son los tratamientos. (Portillo , Portillo , & Rodrigo, 2009)
35
3.2 El enfermo y la enfermedad
La enfermedad provoca cambios, supone una sobrecarga y, por tanto, produce ansiedad,
de modo que la persona necesita un tiempo para adaptarse y afrontarla.
Según Parsons, primer autor que hablo del rol de enfermo, en las sociedades occidentales
éste presenta las siguientes características:
36
o Exención de obligaciones. Se le descarga de sus responsabilidades
sociales, especialmente para el trabajo (también para declarar ante la
justicia, participar en mesas electorales, etcétera).
37
Las acciones y pensamientos que se utilizan para adaptarse a la situación de enfermedad
y a sus consecuencias son muy variadas. Así, distinguimos varios tipos de afrontamiento:
Atencionales frente a evitativos. Hay personas que atienden en los síntomas que
presenta la enfermedad (por ejemplo, se dan un masaje en la zona dolorida), y otras
evitan pensar o actuar ante la enfermedad (distraen la atención con otras cosas).
(Portillo , Portillo , & Rodrigo, 2009)
38
o Estrategias activas. Buscan soluciones y se informan sobre su problema. Si
se comportan así, parece que sufren menos depresiones y se recuperan
mejor.
o Manipular. Controlar a los demás, sobre todo a los allegados, con el fin de
obtener una ganancia secundaria.
o Buscar llamar la atención. Que estén pendientes de ellos, que sean el centro
de atención.
Uno de los aspectos que más nos interesa es el afrontamiento de la ansiedad asociada a
la enfermedad. Hay circunstancias que afectan en este sentido:
39
Circunstancias de la enfermedad
40
o Implicaciones. Si una persona es músico de profesión y pierde audición, se
adaptará peor que si es pintor. También influirá lo que suponga de ruptura
en su vida (la enfermedad se aceptará mal si se está en un momento de
éxito que se ve interrumpido, en cambio, si está atravesando dificultades,
puede que sea incluso una solución).
o Religiosos. Las creencias, sean de la religión que sean, facilitan una mejor
aceptación de la enfermedad.
41
La preocupación de la disciplina psicológica en relación con los temas de salud se orientó
históricamente al estudio y tratamiento de la salud y las enfermedades mentales. Sin
embargo, desde los años 60 la Psicología empezó a ocuparse del proceso salud-
enfermedad en su dimensión más amplia y comenzó a hacer aportes a un campo
tradicionalmente exclusivo del discurso médico.
“La preocupación de la disciplina psicológica en relación con los temas de salud se orientó
históricamente al estudio y tratamiento de la salud y las enfermedades mentales…” (Díaz,
2010)
42
Se ocupa la Psicología de la salud de la atención psicológica de los pacientes
enfermos o con secuelas de alguna enfermedad, con base en la premisa de que
los factores psíquicos tienen incidencia en el origen y la evolución de la enfermedad,
y en la forma como el sujeto enfrente la experiencia de estar enfermo.
Este campo se ocupa, además de los aspectos anteriores, del estudio de los
factores psíquicos que intervienen en los vínculos entre los sujetos que hacen parte
de las acciones en salud. Se reconoce entonces que en el campo de la salud juegan
un papel importante, no sólo los aspectos psíquicos y sociales de los pacientes
enfermos y de las poblaciones que son objeto de las campañas de promoción y
prevención, sino también la subjetividad de los profesionales que se desempeñan
en esta área. (Díaz, 2010)
A partir de estos aspectos básicos, enunciaremos a continuación las dos áreas generales
del trabajo que el psicólogo puede desempeñar en el campo de la salud para pasar a
desarrollar con mayor profundidad los aspectos psíquicos que inciden en tres situaciones
específicas de este campo de la Psicología aplicada.
Se propone que el psicólogo de la salud puede desempeñarse en dos grandes áreas de
trabajo:
43
salud de los adultos y salud de los adultos mayores, frente a los cuales el profesional de la
psicología debe desarrollar estudios y diseñar intervenciones orientadas fundamentalmente
al trabajo de carácter reflexivo y educativo que fomente, desde la perspectiva psicológica,
la participación y la autogestión de la comunidad en sus procesos de salud. (Díaz, 2010)
44
El trabajo investigativo, educativo y reflexivo que involucre a los estudiantes y
profesionales de las distintas áreas de la salud, acerca de los aspectos psicológicos
que inciden en el proceso salud-enfermedad y en el vínculo asistencial.
Cada vez el ámbito de la psicología de la salud abarca nuevas áreas; sin embargo, desde
el punto de vista convencional, las siguientes son las principales áreas de aplicación:
45
Potenciación de recursos de protectores y de resistencia (amor, afecto,
amistad, alegría, optimismo).
b. Prevención.
46
Problemas cardiovasculares, trastornos de la presión arterial, ritmo cardíaco,
problemas coronarios, periféricos, sistema nervioso central, neuro-
musculares, gastrointestinales, control de esfínteres, renales, oftalmológicos
y visuales, endocrinos, inmunitarios, ginecológicos, sexuales, alimentarios,
lenguaje/habla y voz, sueño, adicciones, dolor crónico, cáncer terminal.
Debemos tener en cuenta que cada enfermo es distinto y reaccionará a su manera, pero
podemos encontrar un patrón que se repite en casi todas las personas enfermas: se
muestran preocupadas, ansiosas o, incluso, deprimidas. Este desasosiego lleva, en
ocasiones, a desarrollar conductas desorganizadas o inadaptadas. En algunos momentos
aparece la negación, especialmente si les han diagnosticado de una enfermedad grave.
47
Los principales efectos psicológicos de la enfermedad, presentes en mayor o menor
medida, son:
Invalidez. La limitación para realizar las actividades habituales lleva a los pacientes
a desarrollar una cierta dependencia de los demás.
Desesperación. Ven que no pueden seguir con su vida normal, y esto les genera
impaciencia, especialmente si la recuperación es lenta.
Agresividad. Sienten la enfermedad como una amenaza que les puede producir la
muerte o pérdidas, tanto biológicas como sociales o laborales.
Soledad. Sienten que los demás no pueden entender totalmente lo que están
sufriendo (soledad de la incomprensión) y, además, porque abandonan su rol
normal y su vida social (soledad social).
Anomalía. No pueden hacer lo que venían haciendo o lo que hacen los que les
rodean, así que se encuentran anómalos. Tienden a marginarse.
48
Regresión infantil: se vuelven dependientes, sobre todo con la familia, pero también
con el personal que les atiende. (Portillo , Portillo , & Rodrigo, 2009)
49
Escortell , M., Hernando, S., Limón, M., López-Barajas, Z., Ortega , N., Perea, Q., &
Pérez, G. (2009). Promoción y educación para la salud. Tendencias innovadoras.
España: Ediciones Díaz de Santos.
Pérez, P. J., & Gardey, A. (2012). definicion.de. Recuperado el 21 de Mayo de 2019, de
Definición de enfermedad: https://definicion.de/enfermedad/
Portillo , R., Portillo , R., & Rodrigo, R. (2009). Promoción de la salud y apoyo psicológico
al paciente. España: Macmillan Profesional.
Salmerón, S., Giménez , G., & Nieto, L. (2016). La promoción de la salud. Claves para su
práctica. Barcelona: Editorial UOC.
50