Está en la página 1de 11

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, EDUCACIÓN COMERCIAL Y

DERECHO
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

ASIGNATURA:
PSICOLOGÍA DE LA SALUD

DOCENTE:
THULIN JORGENSEN PER HENNING

AUTORES:
LÓPEZ OLVERA DAVID SALVADOR
LÓPEZ CARRANZA GÉNESIS ADRIANA
MERCHÁN ESCOBAR CINTHYA XIOMARA
LLORENTY SALAZAR INGRID ROXANA
MORETA MENDONZA LIBIA MATILDE
MIRANDA SALINAS MARÍA JOSÉ
DAVIS STEVEN NAVARRO QUINTO

TEMA:
HISTORIA ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD EN EL
ECUADOR

NIVEL Y PARALELO:
7MO SEMESTRE “A1”

FECHA DE ENTREGA:
LUNES, 18 DE JULIO DE 2022

MILAGRO- ECUADOR
2022
INTRODUCCIÓN

El valor creciente que poseen los hábitos de comportamiento propios de un estilo de


vida, que los conducen a constituirse en componentes fundamentales de defensa de
la salud o, a la inversa, en componentes de peligro de patología y de muerte, ha
conducido en las últimas cuatro décadas a constituir nuevos campos interdisciplinarios
en el marco de la salud; dichos pretenden ofrecer cuenta del estudio científico sobre
la naturaleza biopsicosocial de los estilos de vida, y de las aplicaciones dirigidas a su
desempeño, control y modificación en direcciones congruentes con la promoción
de la salud y con la prevención de las patologías.

Es así como refiere a un área específica de conocimientos psicológicos que,


comienza a tener una identidad propia como área que identifica un grupo especial de
aplicaciones en el campo de la Psicología de la Salud, en cuanto a la utilización de
intervenciones basadas en la investigación del proceso motivacional, con el objetivo
de facilitar la ejecución de cambios en el estilo de vida de los individuos para que este
sea más conveniente a la salud.
DESARROLLO

ALCANCES HISTÓRICOS EN EL ECUADOR SOBRE LA PSICOLOGÍA DE LA


SALUD

Aproximación histórica a los conceptos de salud y enfermedad

A pesar de los grandes avances que se han vivido dentro de la medicina y la


farmacoterapia, se ha puesto de realce que la salud no es sólo cuestión de remediar
los sistemas biológicos que fallen, sino que ésta también pende de todo aquello que
se pueda hacer para prevenir la enfermedad y promover el bienestar. En este mismo
sentido, la OMS en 1948 ya definió la salud no sólo como ausencia de enfermedad,
sino como un estado de bienestar físico y psicológico (Piña, 2010).

A lo largo de la historia y de las culturas, siempre se han reconocido y enseñado


métodos muy diferentes y a veces discordantes para potenciar la salud. Por ejemplo,
los cambios en las recomendaciones dietéticas en relación con el valor nutricional
(Piña, 2010).

Esas recomendaciones sobre el estilo de vida saludable vienen determinadas, en gran


medida, por el modo en que cada cultura ha entendido la relación mente-cuerpo. Dicha
relación, ha ido desde una perspectiva holística a una dualista. La primera, que supone
asumir que el ser humano es un todo indisociable, suele conllevar un énfasis en lo que
puede hacer para mantener su salud, tal como ocurrió en Grecia y en China o como
en la actualidad propone el modelo biopsicosocial de la salud. Por el contrario, el
dualismo implica una visión de la salud como algo que viene dado y en la que se pone
menos énfasis en la importancia de los comportamientos saludables que en los
tratamientos de las enfermedades, tal como en la actualidad se desprende del modelo
biomédico (Piña, 2010).

La relación mente-cuerpo

El modo de entender la salud que propone la psicología de la salud está trazado


formalmente en culturas muy distintas. En la antigua Grecia se consideraba que la
mente y el cuerpo estaban unidos, de tal manera que se influían. Hipócrates creía que
la salud era un estado de armonía del individuo consigo mismo y con el exterior,
mientras que la enfermedad era la ruptura de esa armonía. Dentro de dichas causas
no sólo estaban las de naturaleza biológica, sino también las del comportamiento
humano y su personalidad. Mucho antes, en China, también se desarrolló una
concepción naturalista de la salud. Esta evolucionó de un modo independiente y su
concepto era el balance de fuerzas. Par esta concepción, la enfermedad aparece
cuando se rompe el balance de esas fuerzas opuestas. Desde esta perspectiva, mente
y cuerpo están unidos y la salud física se ve influida por las emociones y conductas
de las personas (Kort, 1995).

Durante la Edad Media se produjo un giro en esta concepción hacia una visión dualista
del ser humano según la cual, dentro de cada persona, hay un espíritu eterno que vive
dentro de un cuerpo finito. Este enfoque fue cada vez más dominante debido al poder
de la Iglesia Católica. Su influencia en la práctica médica era tal que, en el año 1139,
el Papa Inocencio II dictó una norma por la que prohibía a los sacerdotes otorgar
medicina, con objeto de que se dedicaran más a las prácticas de su ministerio. De
modo que, una enfermedad era producto de la violación de una ley divina y la curación
era la fe y arrepentimiento del pecado (Kort, 1995).

El modelo biomédico

El modelo biomédico descansa sobre dos supuestos básicos. El primero de ellos es


la doctrina del dualismo mente-cuerpo. Descartes planteó que lo físico y lo espiritual
son dos realidades separadas; mientras que el cuerpo pertenecería a la realidad física,
la mente sería una realidad espiritual. Desde esta perspectiva el ser humano es visto
como bioquímico, omitiéndose la importancia de los factores sociales o psicológicos.
Este planteamiento dualista fue admitido muy prontamente por la Iglesia Católica, ya
que el avance científico no representaba un peligro para sus dogmas y para el poder
social (Baeta, 2015).

El segundo principio es el del reduccionismo biológico. Se asume que todo el proceso


de la enfermedad se limita a una cuestión de reacciones físicas y químicas. Es decir,
que una enfermedad puede tener consecuencias psicológicas, pero no causas
psicológicas (Baeta, 2015).

Engel en 1977 puso en manifiesto algunas de las insuficiencias que esta perspectiva
biomédica presenta a la hora de tratar la enfermedad, entre ellas:

• El criterio fundamental para el diagnóstico de la enfermedad es la presencia de


anormalidades bioquímicas.
• El diagnóstico del estado físico depende también, en gran medida, de la
información que proporciona el paciente.
• La aproximación biomédica a la enfermedad, concentrada en el estudio de la
problemática fisiológica ignora la influencia de determinadas situaciones vitales
en la salud de las personas (Baeta, 2015).

El modelo biopsicosocial

Este modelo fue elaborado por Engel en 1977 y representa un intento de integrar los
tres factores: biológicos, psicológicos y sociales (Juarez, 2011).

El modelo biopsicosocial se aparta del modelo biomédico y sostiene que es el conjunto


de los factores biológicos, psicológicos y sociales el determinante de la salud y de la
enfermedad. Desde esta perspectiva se derivan algunas implicaciones. En primer
lugar, las personas tienen un cierto grado de responsabilidad en la preservación de su
salud. Esto no quiere decir que la persona tenga responsabilidad de todas sus
enfermedades, ya hay algunas de causa genética, sino que trata de poner el énfasis
en lo que se puede hacer para potenciar la salud (Juarez, 2011).

Del mismo modo, la responsabilidad del tratamiento ya no sólo recae en el médico.


Las personas pasan a tener un papel muy importante en la curación, ya que su
comportamiento es decisivo para el tratamiento. De modo que, el objeto de
tratamiento, no se limita a los daños físicos que ha sufrido el organismo sino al
conjunto de la persona (Juarez, 2011).

Finalmente, este modelo adopta una perspectiva holística que, en el mundo


occidental, se fraguó a lo largo del siglo XX y en virtud de la cual se sostiene la
continua interacción entre la mente y el cuerpo. No es sólo que la enfermedad pueda
tener consecuencias psicológicas, sino que los factores psicológicos pueden contribuir
al desarrollo y mantenimiento de algunas enfermedades (Juarez, 2011).

El nacimiento de la psicología de la salud

En un entorno aficionado a este modelo de bienestar integral, surge el nacimiento


convencional de la investigación del cerebro del bienestar, concordando, además, con
la propuesta formada a finales de los años sesenta, de pensar la ciencia del cerebro
como una vocación del bienestar, percibiendo que la forma de comportarse de la
persona puede ser vital tanto en el mantenimiento del bienestar como en el inicio y
desarrollo de la enfermedad (González, 2008).

Fundamentalmente, hay tres razones que generalmente se plantean como razones


específicas para el surgimiento de la ciencia del cerebro del bienestar. En cualquier
caso, desde mediados del siglo XX se ha producido un reajuste de las preocupaciones
por el bienestar que han pasado, en un grado significativo, de enfermedades
irresistibles a problemas permanentes de etiología multicausal que se vinculan con el
modo de vida de las personas. órdenes sociales industrializados. La expansión de
estas "nuevas" enfermedades (como el cáncer o las dificultades cardiovasculares) es
finalmente el resultado de formas de conducta y propensiones indeseables o
desafortunadas, que, actuando medicamente, trabajan con el comienzo de la
enfermedad (González, 2008).

Además, este tipo de enfermedad constante, con la que el paciente necesita cohabitar
durante mucho tiempo, normalmente implica una progresión de cambios significativos
en su estilo y satisfacción personal (por ejemplo, mantener una gran adherencia a
medicamentos persistentes) que los individuos deben ajustar (González, 2008).

Para concluir, el modelo clínico de la enfermedad, como hemos planteado


anteriormente, capta la enfermedad en relación con un problema natural o un
compuesto de caracteres desiguales y, eventualmente, espera el dualismo cerebro-
cuerpo. Este punto de vista es obviamente deficiente, tanto para comprender como
para tratar las continuas condiciones médicas que han ido surgiendo con fuerza a lo
largo de los veinte cien años (González, 2008).

Por esta gran cantidad de razones y en pleno avance de este punto de vista emergente
de las condiciones médicas, la Asociación Americana de Psicología (APA) hizo, en
1978, como una mayor cantidad de sus divisiones, 38 explícitamente, la Psicología de
la Salud (división de cerebro ciencia del bienestar) que, al año siguiente, en 1979,
distribuyó su manual más memorable Psicología de la Salud. En 1982, la agenda de
esta división de la APA también aparecía bajo el título de Psicología de la Salud
(González, 2008).

Las facultades de esta disciplina y sus áreas de trabajo quedan plasmadas en el


sentido corriente, y ampliamente reconocido, definición de Matarazzo en 1980: «La
investigación del cerebro en salud es la suma de los compromisos particulares
expertos, lógicos e instructivos de la ciencia del cerebro como disciplina, para el
avance y apoyo del bienestar, la contrarrestación y el tratamiento de la infección, la
identificación de las conexiones etiológicas y sintomáticas del bienestar, la
enfermedad y los trastornos relacionados, así como la mejora del marco de bienestar
y el plan de un bienestar estrategia (González, 2008).

En este plan de Matarazzo se recogen las cuatro profesiones centrales del analista de
bienestar. En cualquier caso, sobresale el fomento y mantenimiento de la salud, que
incorporaría todo el alcance de las misiones encaminadas a fomentar las
propensiones sólidas. La segunda profesión es la prevención y el tratamiento de la
infección. La investigación del cerebro del bienestar destaca la necesidad de cambiar
las propensiones indeseables para prevenir la enfermedad, sin dejar de recordar que
es factible trabajar con aquellos pacientes que experimentan los efectos nocivos de
enfermedades en las que ciertos factores de conducta son vitales, así como mostrar
individuos que a partir de ahora se ha enfermado para adaptarse mejor a su nueva
situación o averiguar cómo seguir los regímenes de tratamiento. En tercer lugar, la
ciencia del cerebro de la salud también se centra en la investigación de la etiología y
las relaciones entre la salud, la enfermedad y la debilidad. En esta singular situación,
la etiología alude a la investigación de las causas (conductuales y sociales) del
bienestar y la enfermedad (González, 2008).

Estos incluirían propensiones a las que se alude como el uso de licor, tabaco, actividad
real o el enfoque para manejar situaciones angustiosas. Por último, la investigación
del marco de bienestar y el detalle de una estrategia de bienestar también se acreditan
como habilidades de investigación del cerebro de bienestar. En pocas palabras,
estaría relacionado con diseccionar el efecto de los establecimientos de salud y los
expertos en la forma de comportarse de la población y crear sugerencias para
desarrollar aún más los servicios médicos (González, 2008).

IMPORTANCIA DE INFLUENCIA CULTURAL PREVIO A LOS CONCEPTOS


ACTUALES DE LA SALUD Y ENFERMEDAD

Lo que se considera como una salud y enfermedad varía entre las culturas y como
resultado del entorno cultural, y económico de la época en la que vive una persona,
debido a eso es importante la influencia cultural, ya que ha intervenido en lo que es
salud y enfermedad porque cada cultura tiene diferentes hábitos unos más saludables
que otras (Duque, 2007).

Varias culturas orientales la China y Japón han mostrado una ejecución global y
colectivista sobre la salud y enfermedad (Duque, 2007).

Por otro lado, si se etiqueta determinado comportamiento como enfermizo, este varia
en gran medida las consecuencias de las que se producirían si el comportamiento
fuera etiquetado como distorsión de la reglas o pautas; por ejemplo, las respuestas
sociales al uso de drogas ilícitas han pasado de la criminalización y prohibición a ser
considerado como enfermedad la cual requiere de un tratamiento (Duque, 2007).

En cambio, por parte de la salud podemos mencionar que para tener una buena salud
o calidad de vida se puede considerar tres elementos de la naturaleza humana. Lo
cual, estos se integran acorde a la manera en que una persona los contempla y
atienden. Es por eso que desde una visión holística se toma en cuenta los aspectos
sociales, biológicos, espirituales y los interpersonales. En donde, la salud se trata del
estado integrado que está conformado por todos estos elementos (Duque, 2007).

Al hablar de enfermedad se refleja las ideas predominantes en cada cultura. Los


individuos tienden a pensar en la enfermedad y la salud en términos que varían de
acuerdo a sus expectativas utilizando los recursos de promoción, prevención y
cuidado de la salud. La cultura determina la distribución socio epidemiológica de las
enfermedades por dos vías: la cultura moldea el comportamiento humano y hace que
la población sea susceptible a ciertas enfermedades a determinadas enfermedades y
desde un punto de vista local (Duque, 2007).

PROCESO MOTIVACIONAL Y SUS APLICACIONES EN EL COMPORTAMIENTO


SALUDABLE

La motivación se trata de un proceso psicológico que está ligado a lo que da la


ejecución de una acción y es la que mantiene en dirección al logro de un objetivo. En
este sentido, se trata de un proceso eminentemente desencadenante, de dirección y
de mantenimiento de la conducta. Sin embargo, también constituye un proceso
disposicional, en la medida en que las disposiciones motivacionales reflejan el impacto
de la experiencia, lo que le da una perspectiva temporal a un determinado
comportamiento como medio de acceso a un resultado esperado (Beltrán, 2017).
El carácter motivado de una conducta es un factor primordial que determina que un
comportamiento pueda considerarse como una acción de la persona, en contraste con
un movimiento involuntario o respuesta del organismo; en este último caso, el análisis
de las respuestas autónomas del organismo es de interés prioritario para la biología,
más que para la psicología. Resulta así admisible la caracterización del
comportamiento, entendido como una acción con propósito, como objeto de estudio
de la psicología, independientemente de su nivel de complejidad. De modo que, el
proceso motivacional es una secuencia de fases que se suceden a lo largo del curso
de realización de una acción (Beltrán, 2017).

Las conductas saludables son las distintas actitudes orientadas hacia la salud que
adoptan las personas y que están influidas por el entorno social, político y económico
en el que viven. La aplicación de las teorías cognitivas sobre la motivación humana se
ha visto sumergida en la conducta de la salud y la prevención de las enfermedades
(Beltrán, 2017).

Por esta razón actualmente se da mucha importancia a los comportamientos


habituales que conforman el estilo de vida, involucrando una diversidad de factores
sociales, cognitivos y emocionales del individuo. Estos proponen la existencia de un
conjunto de varios factores que mejoran la motivación y eventualmente genera
cambios en el comportamiento de la salud, llevando como resultado a las intenciones
conscientes y formación de intenciones como el efecto absoluto de creencias (Beltrán,
2017).
CONCLUSIÓN

Es de esta manera que abordamos los precedentes y la evolución de la Psicología


de la Salud, incluyendo su definición conceptual, así como el modelo biopsicosocial
que lo caracteriza. Se describen pruebas sobre la estrecha interacción existente entre
comportamiento y salud, para tener una mejor comprensión de la salud y la patología,
así como de los patógenos e inmunógenos comportamentales. Se describen en
detalle los comportamientos que promueven salud, la calidad de vida y el desarrollo.

Además, se analizan las superficies con las que se relaciona la Psicología de la Salud,
las primordiales aplicaciones en salud y patología. Se concluye que la Psicología de
la Salud constituye una estupenda elección para entender los mecanismos de la salud
y la patología, así como para la prevención y el desempeño de la patología, en lo cual
tiene relación con sus elementos psicológicos. La salud mental es tan antigua como
la vida de las personas y el Ecuador, al igual que otras naciones latinoamericanas,
atravesó una secuencia de procesos desde la América aborigen, la colonia y la
república, cada fase con aportes y desaciertos en el campo académico y asistencial.

La Psicología aplicada a la salud, en correspondencia con el hecho de insertarse en


un entorno una y otra vez sometido a cambios, rigurosa aproximarse cada vez con
más precisión a los componentes que mediatizan la salud humana. Es por esto por lo
que la progresión de puntos cuya atención pide de su colaboración es cada vez más
dilatada: los periodos del periodo fundamental de los seres vivos, la salud familiar, la
sexualidad; hasta las patologías crónicas no transmisibles, el estrés o la calidad de
vida, ligados todos a la promoción de estilos de vida saludables y la prevención de las
patologías.

Finalmente, hay que hacer notar que la Psicología de la Salud ha alcanzado tal
desarrollo en los últimos tiempos, que está ya en condiciones de elaborar no sólo
tácticas de trabajo para la solución de los más diversos problemas concretos, sino
estrategias generales, globales, para el enfrentamiento de estos problemas y el logro
de beneficios en los sistemas y servicios de salud, estas estrategias pueden
convertirse con el pasar del tiempo en un motor autopropulsor del desarrollo posterior
de la disciplina.
BIBLIOGRAFÍA
Baeta, M. (2015). Cultura y modelo biomédico: reflexiones en el proceso de salud-
enfermedad. Comunidad y Salud, 13(2), 81-83. Obtenido de
https://www.redalyc.org/pdf/3757/375743552011.pdf

Beltrán, A. (2017). El papel de la motivación en el fenómeno alimentario. Interamerican


Journal of Psychology, 51(2), 255-264. Obtenido de
https://www.redalyc.org/pdf/284/28454546010.pdf

Duque, M. (2007). Cultura y salud: elementos para el estudio de la diversidad y las


iniquidades. Investigación en Enfermería: Imagen y Desarrollo, 9(2), 127-142.
Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/1452/145212857004.pdf

González, H. (2008). Un paseo por la historia de la psicología clínica y de la salud:


entrevista a Helio Carpintero. Clínica y Salud, 19(1), 121-129. Obtenido de
https://www.redalyc.org/pdf/1806/180613876006.pdf

Juarez, F. (2011). El concepto de salud: Una explicación sobre su unicidad,


multiplicidad y los modelos de salud. International Journal of Psychological
Research, 4(1), 70-79. Obtenido de
https://www.redalyc.org/pdf/2990/299022819009.pdf

Kort, F. (1995). Interacción mente-cuerpo. Revista Latinoamericana de Psicología,


27(3), 497-501. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/805/80527307.pdf

Piña, J. (2010). El rol del psicólogo en el ámbito de las salud: de las funciones a las
competencias profesionales. Enseñanza e Investigación en Psicología, 15(2),
233-255. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/292/29215980001.pdf

También podría gustarte