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2
Staff
SabineP y Mona
Mona
Francatemartu
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í ítulo 26
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Sinopsis
¿C
ien días sin sexo? ¿Es eso posible?
Cuando me ofrecieron un intercambio a la escuela de arte
italiano de mis sueños, casi lloro. Apenas podía pagar los gastos
universitarios en casa y mucho menos en un país extranjero pero
rompería mi corazón por dejarlos atrás. Entonces mi rica y estirada abuela llamó
con su oferta.
Si dejara de joder, ella podría pagar la factura. Así que acepté. Pensé que
realmente no le importaba mi vida sexual, ella sólo quería mantener mi vida
fiestera fuera del radar.
Estaba equivocada.
El sexy pero molesto Chad se mudó a mi apartamento para mantenerme bajo
vigilancia. ¿Por qué no estaba muriendo Chad por entrar en mis pantalones como
5 cualquier otro chico que he conocido? Él tenía secretos y quería que yo fallara.
Cien días es una gran cantidad de tiempo para evitar la tentación, incluso más
cuando Chad se convierte en la tentación.
Capítulo Uno
D
espertar con una resaca es malo. Despertar con una resaca en una
cama extraña es peor. Despertar con una boca como papel de lija y la
cabeza como un taladro y, absolutamente la peor de todas, enormes
agujeros en tu memoria acerca de lo que hiciste, es absolutamente el infierno.
Se necesita bastante más para avergonzarme. Mis enemigos no me llaman
Lucy Baker, reina de las chicas fiesteras —o peor— por nada.
Aquí está la cosa sin embargo, a pesar de mi reputación, no soy normalmente
una bebedora. Seguro como el infierno que no soy ninguna santa pero mi vicio de
elección es el sexo y me gusta estar consciente y funcionando completamente para
ello. Tres bebidas y estoy entumecida de la cintura para abajo, y eso le quita toda la
diversión.
6 Tengo unas pocas reglas según las cuales vivo.
Uno: no bebo con frecuencia y, cuando lo hago, nunca son cosas fuertes.
Dos: no duermo con los chicos del campus. Está bien, esa tiene algunos
estatutos y sub-cláusulas porque hay algunos chicos realmente calientes en el
campus y sería un día triste para ellos si se perdieran de mis encantos especiales,
pero definitivamente no duermo con chicos en mi facultad.
De hecho, eso no es ningún sufrimiento, es porque estudio arte y, fiel al
estereotipo, los que son heterosexuales son normalmente idiotas. Pero algunos de
ellos son bisexuales y no tan idiotas así que estoy haciendo un sacrificio. Bueno,
está bien, la mayoría de los chicos bisexuales han dormido con mi compañero,
Tristan, y eso me lleva a la siguiente regla.
Tres: nunca, jamás vayas a donde tus amigos han ido. Compañeros antes que
citas y todo eso.
Cuatro: no te enamores. El amor es asqueroso, conflictivo y te hace actuar
como un estúpido tonto.
Y el siempre importante número cinco: siempre juega a lo seguro.
Qué fue lo que me sacó de quicio. Había estado ahogando en mis penas y fui
demasiado lejos. Demasiados tragos y no podía recordar totalmente lo que pasó
anoche. Hubo un bar, luego otro bar, después baile y después irme para volver
aquí. Donde sea que “aquí” fuera. Realmente no estuve prestando tanta atención en
el viaje a casa en taxi.
Quiero decir, estaba muy segura de que, ¿Pete?, ¿Paul? Cual sea que fuese su
nombre estaba usando protección pero no estaba cien por ciento segura y tenía la
suficiente mierda horrible, destructora-de-vidas que hacer sin agregar una visita al
médico de sífilis. Mi cabeza dolía demasiado para lidiar con ese pensamiento.
El agua salpicó de algún lugar en el apartamento así que asumí que Pete/Paul
había saltado en la ducha. Las franjas de luz de sol brillando a través de las
persianas resaltaban un montón de revistas pornográficas. Un cenicero
desbordando, cajas de pizza en varios estados de putrefacción y una botella vacía
de Jack Daniels reposaba a su lado.
En ningún lado de esa pila fétida vi condones, usados o nuevos. Ni siquiera
una caja descartada. ¡Mierda!
Necesitaba saber. Podría ser directa y preguntarle cuando saliera de la ducha
pero eso sería totalmente vergonzoso y de todas formas, los hombres mienten.
Ellos mienten como grandes máquinas mentirosas que nunca han tenido sus bocas
lavadas con una pastilla de jabón por ser un embustero. Y sus mentiras diarias solo
se agravaban cuando tenían el potencial de tener una chica enloqueciendo por la
verdad.
7 Si las gomas no estaban en el piso, ¿dónde estarían?
Quizás estaban en la cama en algún lado. Pete/Paul obviamente no era el tipo
de chico que le importaba un comino la higiene. Halé las sabanas fuera de la cama
para revisar. Ni un rastro de condones. Pero no había ningún punto crujiente y
quebradizamente reseco tampoco así que eso fue un alivio.
Moví la cama para ver si no se habían caído detrás de ella. Santa mierda, aquí
está un consejo. Nunca, jamás mires debajo de la cama de un hombre con el cual
acabas de follar. No es lindo. Revuelve el estómago, es asqueroso y te hace
totalmente repensar las decisiones de tu vida.
Todavía sin condones usados, sin embargo. Moví la cama de vuelta a su lugar,
dispuesta a aguantar los contenidos de mi estómago mareado. Tragué aire hasta
que la sensación se fue.
Totalmente culpaba a Rebecca Forsythe por todo esto. Todo. Porque ella es la
Bane1 de mi vida y más o menos causaba todos los problemas. Odio todo acerca de
ella. Quiero decir, hasta su nombre, Rebecca, no Becky, no Bec, no La Beckster sino
Rebecca, me da una mierda.
Me ofrecieron la única cosa que quiero más que nada en mi vida y, solo
debido al estúpido dinero, no pude aceptarlo y eso significaba que iría a la
estúpida, fea Rebecca.
1
Bane: personaje ficticio que aparece en las historietas de DC Cómics. Supervillano de Batman.
Porque Rebecca siempre consigue lo que quiere.
Ni siquiera quería pensar al respecto de tener que ir a la oficina de la facultad
y entregar esa valiosa oportunidad a Rebecca Forsythe en una bandeja de oro.
Preferiría buscar condones usados en una habitación inmunda.
Pateé un zapato a través del piso, rozó las pilas de basura y tumbó una
papelera. Ups. Espero que Pete/Paul no escuchara eso. No quisiera que él pensara
que había destrozado su decoración de estudiante elegante.
¿Una papelera? Mmm., ¿él sería el tipo de chico que cruzaría la habitación
para poner una goma o cinco en el cesto?
Tenía que revisarla pero seguro como el infierno que no quería hurgar por
allí con mis manos desnudas.
Agarre la botella de JD del piso. Metí el cuello de la botella en el cubo de
basura y la usé para hacer una cacería de condones. Este tipo tenía que tener la
peor dieta posible, la basura eran puras latas de Coca Cola, cortezas de pizza y
envolturas de barras de caramelos. ¿El tipo nunca comía comida de verdad? ¿De
dónde sacaba esos abdominales duros como una piedra que recordaba haber
lamido anoche? Él seguro se arrepentiría en unos años cuando esa dieta lo
alcanzara.
8 ―¿Qué demonios estás haciendo?
Él estaba parado en la puerta con cabello húmedo y una toalla envuelta
alrededor de su cintura. Yo estaba de pie en el otro extremo de la habitación,
completamente desnuda sosteniendo una botella vacía de Jack Daniels con un
condón colgando del extremo. Esto no se veía bien pero oye, él sí había usado
protección. Mejor verse como una idiota que tener alguna enfermedad asquerosa.
Dejé caer la botella y sonreí hacia él. Luego encendí la mirada sexual de alto
voltaje, más de lo que la mayoría de los hombres puede soportar. Justo como
pensaba, eso lo hizo olvidar cualquier posición comprometedora en la cual yo
había sido atrapada. Los ojos sexuales de alto voltaje pueden hasta superar mi
rostro y cabello desordenados del día después, tal vez hasta mi aliento matutino
del día después.
Me moví hacia él y enganché mis dedos sobre el borde de la toalla.
Mi memoria empezó a regresar y era más caliente que el infierno, las cosas
que habíamos hecho juntos, estoy sorprendida de que los muebles hubieran
durado la noche. De hecho, cuando los miraba, la bombilla de iluminación si
colgaba de una forma divertida y algunos pedazos de yeso se había caído del techo
al piso. Ups.
La toalla de Pete/Paul se deslizó al suelo a medida que mi boca encontró la
suya. Él no besaba bien pero esa no era su habilidad especial. Deslicé mis brazos
alrededor de su cintura y lamí su pecho.
―Oh, estás tan lindo y limpio y yo solo voy a ensuciarte de nuevo.
Él me vio como las mujeres premenstruales miran el chocolate mientras que
su erección se puso toda dura contra mi pierna. Se veía listo para comerme viva en
todas las mejores formas posibles. Y esa tenía que ser la mejor cura para la resaca
de todos los tiempos. Él podía tomarse su tiempo mordisqueando cada pedazo de
mí.
A medida que sus labios se movieron por mi cuerpo, mi teléfono sonó.
Lo ignoré pero era el tono de llamada de una ¡Que no podía ser ignorada!
Santas granolas. Tendría que inventar alguna excusa y salir de allí. No es como si
alguien fuera a creer la verdad de todas maneras. Quiero decir, quién en su sano
juicio rechazaría la oportunidad de caliente sexo matutino porque tienen que salir
corriendo a ver a su abuela. Pospondría para otro día a Pete/Paul y volvería
después para terminar esto.
9
Capítulo Dos
P
or supuesto, me había ido a casa y cambiado antes de ir a la casa de mi
abuela. Solo podía imaginar su reacción si aparecía oliendo a sexo
barato.
―Lucy, uno no visita a su abuela con manchas de semen en su falda.
No que tuviera manchas de semen en mi falda o que ella remotamente
pensaría en decir eso. Solo me gustaba imaginarla diciendo ese tipo de mierda para
divertirme y, enfrentémoslo, para detenerme de ponerme nerviosa. Hasta había
logrado ponerme algo casi respetable, con un cuello alto y un dobladillo que
cubriera mis rodillas.
Me habría encantado tener una de esas abuelas apropiadas. Tú sabes, el tipo
que se sienta en sus sillas mecedoras, tejiéndote cosas y contándote historias de los
10 viejos tiempos. Las que te cocinaban comidas saludables y resistentes, que te
arropaban en la cama en la noche asegurándose de que los chinches no mordieran.
Ah, eso sería tan dulce.
Mi abuela fue siempre como esa jovencita de Downtown Abbey, excepto que
más estirada y beata. Por beata, me refiero a que juzga a todo el mundo alrededor
como si fueran las peores clases de pecadores pero nunca se juzgaba a sí misma. Se
sentaba en una inmensa pila de dinero en lugar de hacer cosa como ayudar a los
pobres y había pateado a mi madre fuera de casa por casarse con mi papá. Papá no
era lo suficientemente bueno para la abuela. Él era común.
Aun así, si abuela quería verme, tenía que ir corriendo o sino nunca
terminaría de escuchar el final de eso. Ella probablemente solo quería quejarse
conmigo acerca de algo que mi mamá había hecho. Mi mamá y la abuela no han
hablado realmente desde que mamá y papá se casaron y eso hizo a mamá la
afortunada. Así que, si abuela quería quejarse, lo hacía conmigo.
―Ella es una anciana solitaria debajo de todo ―Mamá me diría cada vez que
tenía que visitar a abuela―. Somos la única familia que tiene.
―Es una perra ―yo respondería.
―Sí, bueno dicen que esas cosas se saltan una generación. ―Mamá se reiría
cuando decía eso porque sabía lo mucho que me molestaba.
Nunca entendí como mamá podía ser tan indulgente con la abuela. La había
escuchado en el teléfono unas pocas veces cuando vivía en casa tratando de cerrar
la brecha entre ellas pero la abuela solo la derribaría. Todo lo que la abuela quiere
discutir son los arreglos para mi visita.
Nunca habría tenido nada que ver con ella en lo absoluto si dependiera de mi
visitar a abuela para hacer feliz a mamá, aún si la razón por la cual la abuela estaba
tan solitaria era por su propia grosería y necesidad de controlar a todo el mundo a
su alrededor. Para un mejor ejemplo, no perdonar a mamá por casarse con papá.
Cuando llegué a su casa, Ballard, su mayordomo abrió la puerta. Ballard era el
peor tipo de mayordomo, a pesar de que solo tenía personajes ficticios para
compararlo con él. Era el tipo de mayordomo que correría hacia la abuela con
cuentos si te atrapaba deslizándote por la barandilla de la escalera o fumando
cigarrillos en el conservatorio en esos cansones fines de semanas en casa de
abuela.
Ballard me odiaba y yo a él.
―Ah, Señorita Lucy, su abuela la está esperando ―dijo él cuando llegué.
Por supuesto que estaba esperándome. Ella fue la que ordenó que viniera.
Viejo tonto.
11 Asentí.
―Ella dijo que te condujera por el salón.
Oh genial. Toda la casa de abuela apestaba a un cargado ambiente floral pero
la más sofocante y aburrida de todas las habitaciones era el salón. Y tenía esas
sillas incomodas, las cuales eran como algo de la Inquisición Española. La tela
picaba en tus piernas y luego ella estaría como “Lucy, no seas inquieta”. ¿Cómo no
puedes estar inquieta cuando estas sentada en sillas que pican?
Las sillas estaban “mejorando”. Todo en la casa de la abuela estaba
“mejorando”. Personalmente, no creía que necesitaba mejorar. Era jodidamente
bastante genial justo de la forma que era.
El rasgo dominante del salón era un inmenso retrato de mi abuelo, mirando
abajo hacia ti con desaprobación. En realidad no encajaba con todo lo basto de la
habitación pero él miraba de todas formas. Nunca lo conocí en la vida real pero,
aun desde sus retratos, podía decir que quizás estaría tentado a sonreír y romper
ese rostro severo suyo. La abuela nunca estuvo tentada a sonreír.
Cuando entré al salón, la abuela estaba en medio de tomar el té. Las cosas que
le gustaban a mi abuela incluían beber té, organizar eventos de recaudaciones para
caridades sin sentido y mejorarme. Bueno, ella en realidad había parado de
mejorarme cuando terminé la secundaria. Se había rendido conmigo como una
causa perdida.
―Lucy, qué agradable verte ―dijo ella. Creo que ella esperaba que la besara
en la mejilla pero simplemente no pude―. ¿Te gustaría algo de té?
Preferiría café pero eso sería casi imposible. Y, si tenía que beber té,
preferiría una gran taza no alguna pequeña taza delicada y platillo que tenían una
manilla demasiado pequeña para poder meter mis dedos y que tendría que
balancear en mi rodilla de alguna forma sin derramarla toda sobre la invaluable
alfombra turca.
―Un vaso de agua estará bien ―dije. Eso era mucho más seguro que té con
sus riesgos.
―Ballard…
El mayordomo regresó con mi vaso de agua en una bandeja de plata en un
aterrador rápido periodo de tiempo.
Con eso terminado, mi abuela sonrió. Era una vista aterradora. Ella no era
una mujer que sonriera naturalmente.
―Iré directo al punto, Lucy. Algunos desafortunados rumores han llegado a
mis oídos acerca de tu comportamiento. Había esperado que me probaras que eran
poco fiables y que morirán naturalmente pero ese no parece ser el caso.
Tragué. Rumores desafortunados alcanzando los oídos de mi abuela nunca
12 era bueno. Deseé que se apurara y terminara con esto. Actuaria arrepentida y
después podría irme a hacer cosas más divertidas.
―No te deprimas así, Lucy. Eres demasiado vieja para actuar como una hosca
adolescente. Eres una dama joven ahora.
Me enderecé pero no pude evitar la actitud de adolescente resentida. En esta
habitación con los dorados elegantes y los jarrones de flores exageradamente
inmensos y pesadas cortinas opacando la luz, todo lo que podía hacer era ser
hosca. Las manecillas en el reloj de chimenea adornado parecían haberse
ralentizado hasta detenerse. Ese reloj siempre se movía más lento que cualquier
otro en el mundo, como si las manecillas se volvieran plomo con el peso de las
expectativas.
―Me has causado una significativa vergüenza. ¿Tienes una explicación, Lucy?
―No estaba segura de por cual incidente estaba siendo culpada así que no
quería responder. No había punto en meterme en una pila de mierda que no
necesitaba. Miré hacia arriba al techo como si estuviera escaneando mi cerebro por
posibles fechorías.
―Lucy, no puedes continuar viviendo la vida como lo estás haciendo. Es
inaceptable. ―Ella posó la taza de té como si esa pobre taza no pudiera lidiar con
la maldad pura que era mi vida.
Guao, eso fue incluso más crítico de lo que había esperado. Mi vida era dulce.
Me adaptaba bien. Bueno, aparte de toda la parte de “sin dinero para alcanzar mis
sueños”. Eso medio apestaba.
―¿Qué encuentras objetable exactamente? ―pregunté. Aún si ella lo
escupía, solo aceptaría, me vería humilde y luego saldría como el infierno de aquí.
―He escuchado que no eres tan buena como deberías serlo. De hecho, hay
algunas cosas desagradables que han sido dichas con respecto a ti. ―Ella frunció
su labio hasta que pensé que todo su cuerpo se invertiría―. Hubo un incidente en
la fiesta de Smythe y después hubo unas habladurías de ti apareciendo en la fiesta
de cóctel de Crushington con un desagradable hombre joven.
―Sí bueno, tú sabes cómo habla la gente…
Mi abuela levantó su taza de té, dándome una mirada arrogante por la
esquina. Tal vez si ella tratara de ser “no tan buena como debería ser” sería un
poco menos estirada.
Demonios, solo había ido a esas aburridas fiestas porque ella había dicho que
necesitaba ser vista en sociedad. Quizás si la gente no tuviera fiestas tan aburridas,
no tendría que inventar mi propia diversión. Y fue Billy Smythe quien había estado
involucrado en el incidente conmigo y, seriamente, si ese viejo rico no hubiera
salido husmeando, nadie nos habría visto en la piscina. Intenté no sonreír.
13
―Está bien, entiendo. Realmente lo siento si te he causado cualquier dolor.
Espero que nunca escuches esos tipos de rumores nuevamente. ―Guao, soy buena.
Por supuesto, esperaba que ella no los escuchara de nuevo. No era como si
estuviera diciendo que no haría mierda. Me voy.
Le dio un poco de tos. No una tos real sino una de esas falsa tos que la gente
usualmente da para decir que no aprueban en absoluto lo que estás diciendo o
haciendo. Normalmente los ignoro. Ella me miró demasiado tiempo y languidecí
bajo su mirada a pesar de mi misma.
―¿Cómo van tus estudios? ―preguntó ella.
Maravilloso, un cambio de tema. A pesar de que la abuela no aprobaba mis
estudios de arte. “Es tan común.” Es lo que ella diría.
―Está yendo fenomenal ―dije y ella hizo una pequeña mueca de dolor―. De
hecho, debería irme. Tengo una clase en…
―Me he enterado que te han ofrecido una oportunidad de estudiar en el
exterior. Presuntamente, eso es un gran honor.
No podía mirarla a los ojos. Contemplé esas sentimentalmente lentas
manecillas en el reloj, observándolas tratar de funcionar con dificultad alrededor
de la esfera. No mostraría derrota o molestia. No le dejaría saber mis sentimientos
verdaderos o ella los usaría en mi contra.
―Es cierto, pero, por supuesto, no puedo tomarla.
Lo dije suave y fácilmente sin la más mínima grieta en mi voz. Esta habitación
estaba demasiado mal ventilada. ¿Por qué nunca abría una ventana? Necesitaba
alejarme de allí.
―¿Por qué no? ―preguntó ella―. Sabes, si es un asunto de dinero…
Ella no finalizó esa oración pero no necesitaba hacerlo. No podía preguntarle
porque ella diría que no solo para verme sufrir. No que ella no me amara en su
propia, apretadamente comprimida manera, pero me usaría en sus esquemas para
herir a mamá solo para su propio placer. Y me daría una reprimenda acerca de
tener que trabajar por las cosas que quieres. Porque eso era “progresar”… como
nunca había tenido que trabajar por todo lo que tenía.
―Tengo bastante que hacer aquí ―dije―. No es como si Italia se fuera a ir.
Ella rio de nuevo. Como alguien desmenuzando el papel seco.
―Tengo una idea que podría beneficiarnos a ambas.
Tengo que admitirlo, la mirada que le di debe haber tenido una horrible carga
de sospecha en ella. Ningún acuerdo que ella ofrecería sería bueno. Pero, aun así,
tenía curiosidad. Quería ir a ese intercambio con cada fibra de mí ser. Si había
alguna manera posible que no involucrara joder a mis padres, la tomaría.
14 Había revisado una y otra vez mi presupuesto pero, aun ahorrando cada
centavo que pudiera de mi trabajo en la tienda y recortando todos mis gastos, no
podía hacerlo. Ni siquiera podía tomar un segundo trabajo. No con la carga de mi
curso y el trabajo de medio tiempo. La escuela de Arte no es barata. Si estas
estudiando algún curso de Filosofía o Religión Asiática o quizás Contaduría,
entonces lo tienes lindo. Compras un libro de texto y tal vez un par de libretas y
bolígrafos. Esa es toda tu disposición financiera. Cuando estudias arte, tienes que
pagar a través del hueco del trasero cada semestre. La pintura no es económica, mi
amigo, y no puedes ir y comprar un pequeño lienzo de precio razonable, para la
pintura que has imaginado cuando sabes que tiene que ser inmensa para que
impacte. Así que, te mueres de hambre por seis semanas para obtener la pintura, el
lienzo y todo lo que necesitas.
―¿Cuándo empieza este intercambio? ―La voz de la abuela me asustó
sacándome de mis pensamientos de lienzos vibrando con colores.
―El próximo semestre. Con la diferencia en las fechas de los cursos, eso me
da aproximadamente tres meses.
Sabia la fecha exacta. Un tiempo de cien días. Si tuviera un año, quizás podría
haberlo logrado. Significaría quedarme en el cuchitril más barato y vivir de fideos
de taza pero tendría el dinero suficiente ahorrado. Había hecho cientos de
presupuestos en la parte trasera de los sobres.
―Esto es lo que propongo. Si te comportas, y sabes a lo que me refiero con
eso, por los próximos tres meses, cubriré todos los gastos de tu intercambio.
Reservaré los vuelos y arreglaré todo pero en el momento en que hagas las cosas
incorrectas, cancelaré todo.
Santa miérdola. Mi corazón saltó. Podía hacerlo. Todo lo que tenía que hacer
era ser discreta. No tenía que comportarme en realidad, solo tenía que asegurarme
de que ella no se enterara. Dinero fácil. Traté lo más que pude de hacer que mi
boca no se subiera en las esquinas. Usé mis músculos faciales para empujarla hacia
abajo, mantenerme neutral, para que así mi sueño no pudiera ser robado de mí.
―Lo haré ―dije sin pensarlo.
―Espera a que escuches todos los términos. Nunca tendrás éxito en la vida si
saltas a las cosas demasiado rápido.
Asentí. Lo quería tanto, temblé. Italia. ¡Yuju! Toma eso Rebecca Forsythe, no
obtendrás mi intercambio después de todo.
La abuela recogió una carpeta de la mesa a su lado. No la había notado antes.
No había prestado realmente atención sin embargo, pensando que era una de sus
recaudaciones para la preservación de orquídeas raras o alguna otra mierda como
esa.
15 Ella me la entregó.
En primera instancia, no quería abrirla. Observé la cubierta de la carpeta
preguntándome su lo que contenía me heriría de alguna forma. El simple beige
ocultaba espeluznantes tentaciones que me envolverían en su hechizo. Me
ofrecerían algo tan grande, luego ella haría para mí imposible que yo lo obtuviera.
La primera página enlistaba todos los gastos. Guao, ella obviamente había
fisgoneado alrededor en mi vida para obtener todas estas cosas. Tarifas aéreas,
acomodaciones, materiales y pensión habitacional que hacía que mis ojos
sobresalieran. Volteé a la siguiente página. Había juntado fotos de apartamentos en
Florencia. Si ibas a vivir en Florencia y soñaras con tu apartamento absolutamente
ideal, este sería el apartamento con el que soñarías. El espacio perfecto para vivir y
trabajar.
Una gran parte de mi alma anhelaba vivir en esa pieza. Aun cuando acababa
de ver las fotos de ella, sentía como si siempre hubiera estado en mi corazón. La
forma en la que las luces brillaban a través de esas enormes ventanas viejas
haciendo patrones en los antiguos pisos de madera, la grande mesa de trabajo, el
balcón con la vista sobre el río.
El resto de los documentos resaltaba el dinero que ella pagaría y cómo lo
pagaría. Era el tipo de dinero que hacía que cualquier trabajo que quisiera crear
totalmente factible. Ella me tenía enganchada.
―Cariño. Lo haré. Seré la nieta perfecta y luego iré a Italia. ―Nada más
simple.
Podrías pensar que soy una mala persona por siquiera pensar en engañar a
mi abuela para obtener ese dinero pero descifré, que a ella en realidad no le
importaba yo o mi reputación. Todo lo que le importaba era detener a esas
entrometidas viejas beatas de hablar acerca de mí. Y, cuando se trataba de viejas
beatas entrometidas, sabía exactamente quién había estado diciendo todas esas
cosas malas acerca de mí.
La Sra. Chatman.
Sabes cuándo comes bombas agrias y tu rostro se vuelve todo jodido por la
acidez, ese es el semblante regular en el rostro de la Sra. Chatman. Cuando era una
niña, cuando me decían que no hiciera muecas o el viento cambiaría y me quedaría
así, pensaba en la Sra. Chatman y me preguntaba si el viento la había cambiado.
Entonces, un día, cuando estaba quedándome con la abuela, ella vino a visitar y le
ofrecí algunas bombas agrias para ver qué hacia su rostro cuando se las comiera
pero ella estaba todo como que “gracioso, no podría comer una cosa como esa”, así
que nunca pude averiguarlo.
No era que la Sra. Chatman me odiara personalmente. Era esto –como la
única nieta, estaba en línea para heredar toda la fortuna. La terrorífica casa vieja, el
16 negocio, el dinero, todas las cosas. La Sra. Chatman era la presidenta de la
Preservación de orquídeas Raras que mi abuela amaba tanto. ¿Adivina quién
obtendría el dinero si yo estuviera en desgracia? Si.
También la Sra. Chatman era amiga de la mamá de la más horrorosa Rebecca
Forsythe así que ella tendría el conocimiento de primera mano de mis fechorías.
Condenación. Debería ser más cuidadosa pero honestamente, ni siquiera quería
heredar nada. Seguramente como el infierno que no quería ir a ese maldito club de
las orquídeas sin embargo. Si fuera por perros callejeros, niños sin hogar o algo así,
estaría encima de toda esa mierda.
De cualquier manera, todo lo que sabía acerca de la duplicidad, lo había
aprendido de la abuela.
―Estoy contenta de que estés de acuerdo, Lucy. Ahora para finalizar el trato.
Ella me entregó un bolígrafo y firmé el documento entonces ella hizo sonar la
campana que estaba posada a su lado para llamar a Ballard de vuelta a la
habitación. Me pregunté a qué se refería con finalizar el trato. ¿Obtendríamos
champaña? Eso esperaba, aunque estaría completamente fuera de la personalidad
de la abuela beber champaña antes del almuerzo. Me senté con mis manos
dobladas en mi regazo, esperando. Una minúscula duda se deslizó, diciéndome que
esto era demasiado fácil pero la aparté. Merecía esto. Merecía tener algo de mi lado
por una vez en la vida.
17
Capítulo Tres
L
a fuerza de mi impacto fue lo suficiente para sacudir las tazas de té
en el salón principal de la abuela. El hombre que contestó la
campana no era el viejo retorcido Ballard con furia en su rostro. Este
hombre era más o menos la cosa más caliente que había visto nunca.
Él se apareció en la habitación como un gigante en una casa de muñecas, hasta
eclipsando el retrato de mi abuelo detrás de él. Era como si la masculinidad que
emitía llenara toda la habitación y empujara los bordes, haciendo que se tuerzan y
tensen.
Hasta el traje que usaba parecía tensarse sobre la masa de músculos debajo
de él, como si la simple tela fuera demasiado para contenerlo. Yo no habría estado
molesta de ver ese cuerpo estallar fuera de ese traje. Su cabello había sido peinado
hacia atrás en un estilo aprobado por la abuela pero enrollado en su cuello como si
18 estuviera luchando contra ese nivel de control.
Guao, abuela. ¿Era este el nuevo mayordomo? ¿Se estaba volviendo ella una
puma2 en su vejez?
Cuando él sonrió y los bordes de sus ojos azules brillantes se arrugaron, me
di cuenta que no había estado visitándola lo suficiente. Tendría que encargarme de
aparecer semanalmente, quizás aún más a menudo que eso. Peiné mi cabello hacia
atrás y enderecé mi vestido, sonriéndole de vuelta a él.
La abuela le ofreció una taza de té, lo cual me hizo dudar que él sí trabajara
para ella. Ella no le ofrecería té a un sirviente. Yo quería que él aceptara, quería ver
esas poderosas manos tratando de agarrar una de las delicadas tazas de té de la
abuela.
Pero él sacudió su cabeza negando. Demonios, ninguna diversión caliente
bebiendo el té para mí.
―Lucy, este es Chad Ferris.
Asentí. ¿Se suponía que ese nombre significara algo para mí? Sabía que nunca
había conocido a este tipo antes porque definitivamente lo habría recordado.
La abuela le hizo un par de preguntas, haciendo una pequeña charla. Podía
decir por su tono que él no era “uno de nosotros” como ella había dicho. Pero él
2
Puma: cougar en inglés, se refiere a mujeres mayores que les gustan los chicos jóvenes.
tampoco era “común”. Mi abuela tenía un gran rango de voces y temas de
conversación que usaba dependiendo de dónde pensaba que alguien se sentaba en
la escala social. Estoy segura de que ella tenía un tono particular que usaría si
conociera a la Reina alguna vez, lo cual obviamente sería su charla de la alta
sociedad. La de la última categoría, bueno ella mantenía esa para mi papá si alguna
vez hablaba con él. Este tipo Chad, obtuvo la voz que ella usaba para abogados,
médicos y gente como esa. La clase de gente a la cual le pagas para hacer cosas por
ti pero intentas impresionarlos. Tal vez ese era el mismo tono de voz que usaba
para tus chicos de juguete.
¿Era él realmente su chico juguete? De ninguna manera. Imposible. No a
menos que fuera el día opuesto o me hubiera caído a través de un hueco en el
tiempo/espacio en un mundo donde la abuela se había convertido en un ser
humano de carne y hueso. No lo había notado realmente antes pero la abuela
estaba toda vestida elegantemente. Tenía su cabello arreglado y maquillaje puesto
–pero desde luego ella hacia eso todos los días, incluso si solo iba a estar sentada
en casa. No es como si ella usaría jamás un par de pantalones de chándal. Aun así,
ella parecía haber mejorado su juego.
Pensarías que ella estaría mucho más contenta si estuviera obteniendo algo
de este chico caliente sin embargo.
19 Cuando abuela se volteó para servirse a sí misma otra taza de té, él me guiñó
un ojo y sonrió.
¡Santa madre de los calientolis!
Me sonrojé, retorcí y mis braguitas se tornaron húmedas. En el salón
principal de la abuela. Con el retrato de la sonrisa del abuelo mirándome fijamente.
Crucé mis piernas e intenté pensar en cosas que no fueran sexy.
Sexo en el salón de clases, ya había superado eso. Sexo en el hueco de la
escalera de un club nocturno, listo. Sexo increíblemente caliente en el
conservatorio de la abuela hasta estaba bien. Pero no podía pensar en el sexo en
esta habitación presuntuosa y con mala ventilación.
Si no lo miraba a él, estaría bien. Podíamos llevarlo afuera, le daría mi mirada
sexual, él podría darme su mirada sexual de vuelta, ambos desgarraríamos la ropa
del otro y haríamos las cosas del sexo, muchas veces. Pero no aquí. Especialmente
no cuando acaba de decirle a mi abuela que me comportaría bien.
Pero no podía evitar robar otro vistazo hacia él. Aún tenía sus ojos sobre mí,
las comisuras de su boca enrollándose en una sonrisa perversa. Normalmente, yo
era la que tentaba. Oh, pero él era tan delicioso. Solo me tomaría el más ligero tirón
para desgarrar esa camiseta de él y luego podría lamer esos abdominales… apreté
mis piernas aún más fuerte.
La voz de la abuela siguió hablando y hablando, todo acerca de sus rosas,
orquídeas y otra mierda. ¿Tal vez él era su jardinero? Se veía como que podía serlo,
con ese cuerpo robusto. ¿Pero entonces porque tenía que conocerlo y porque él
estaba usando un traje? La abuela no le serviría tazas de té a su jardinero eso es
seguro.
¿Había alguna manera en la que pudiera salirme de esta situación logrando a
la misma vez darle mi número de teléfono a él? Tenía que haber una forma de
tenerlo a solas. Él seguía viéndome con toda clase de malicia bailando en sus ojos.
¿Qué era lo que yo había acordado con la abuela de todas formas? ¿No causar un
escándalo o no tener sexo siquiera? Quizás ella trajo aquí a este demonio para
tentarme. Era una prueba. Eso tenía sentido.
Excepto que no podía imaginarla a ella pagándole a algún extraño caliente
para que tuviera sexo conmigo solo para demostrar un punto. Después de todo, ella
era la que haría el trato conmigo y, si yo lo rompía directamente, toda la cosa no
tendría sentido. Estábamos de vuelta al principio.
―Así que, has tenido la oportunidad de conocer a mi nieta ―dijo la
abuela―. Espero que estés preparado para lo que estás a punto de asumir.
No podía mirarlo de nuevo. Abrí la carpeta en su lugar y encontré el papel
que había firmado. Tenía muchas tonterías escritas en él. Pura palabrería legal.
¿Quién en el mundo tiene un documento legal hecho para hacer un acuerdo con su
propia nieta de todas formas? La mayoría de las abuelas solo darían el dinero.
20 Apenas podía leerlo sin caer dormida pero tenía que saber los detalles.
Sí, ella totalmente puso allí nada de sexo. Ningún contacto con el sexo
opuesto. Por tres meses. Ella tenía razón acerca de no apresurarme con las cosas.
¿Qué hay del sexo lésbico? ¿Eso también estaba fuera? Esa podría ser una gran
escapatoria.
Leí un poco más. Mierdola, ella había cubierto todo. Aun así, no era como si
ella pudiera colocar cámaras espías en mí y lo que hacía en la privacidad de mi
propia casa no era de su incumbencia. Bueno, supongo que ella podría poner
cámaras ocultas. ¿Quizás este bombón era el tipo de las cámaras ocultas?
Ellos continuaron con la charla de la jardinería y el guapetón debe haber
tenido todo su encanto encendido porque mi abuela de hecho se rio y continuó
tocando su cabello como una colegiala encaprichada. Tan mal. Tan demasiado mal.
Volteé la página y la pila de hojas se cayeron de mi regazo hacia el piso. Me
doblé para recogerlas pero él se agachó para recogerlas por mí con más gracia de
la que un hombre de su tamaño debería poseer. Podía olerlo, todo almizclado,
varonil y eso no hacía nada para ayudar a mi situación. Mi cuerpo entero debe
haberse sonrojado de un rojo brillante por la cantidad de calor que yo estaba
emitiendo y mi mano tembló a medida que tomé los papeles de él. Esta no era yo.
Nunca me sonrojaba por un hombre. Jamás. Traté de agradecerle pero mi voz salió
toda ahogada y rara.
Me senté de vuelta en la silla, haciendo un gran alboroto de arreglar los
papeles en la carpeta. La cerré y la abracé en mi pecho como si necesitara alguna
barrera entre este hombre y yo.
La abuela siguió hablando acerca de sus orquídeas y él enfocó su atención de
vuelta hacia ella.
Alcancé mi vaso de agua porque necesitaba calmarme pero el vaso estaba
vacío. Ni siquiera podía confiar en mi misma para pedir otro.
En lugar de eso, volví mi atención a cosas triviales, la manera en que los
colores de la habitación se veían reflejados en el florero de cristal, los patrones en
la alfombra del suelo, las líneas talladas en el brazo de la silla. Lo que sea menos él
hasta que estuve bajo control.
Y, a pesar de que él era caliente y demás, tenía que ir a clases.
―Bueno, odio interrumpir su charla de jardinería pero debo salir corriendo.
Este arte no se pintará solo.
La abuela le dio una sonrisa al chico caliente.
―Como te dije, los modales de Lucy dejan mucho que desear.
¿Mis modales? Demonios, ellos habían sido los que me hicieron sufrir por su
21 conversación aburrida. Yo pensaba que sus modales podrían ser mejorados.
Especialmente los del caliente Chad quien seguía poniéndome toda blandita y
jugosa en mis partes femeninas mientras hablaba con mi abuela.
―¿Chad, acompañarías a Lucy hasta su vehículo?
―¿Huh?
Abuela me dio una sonrisa espeluznante. Envió un estremecimiento por mi
espina dorsal como una señal de presentimiento. Este iba a ser uno de esos
momentos como cuando dices, “sólo revisaré el sótano” en una película de terror.
Lo sabía.
―¿Leíste todo el contrato, querida? Te dije que lo hicieras.
Demonios, me había rendido totalmente después de haber llegado a la parte
de toda la cosa de “ni siquiera sexo lésbico”. Estaba en realidad sorprendida de
que no hubiera una cláusula de “nada de vibradores”, ni sentarse en la lavadora
durante el ciclo de centrifugado, ni cepillos dentales eléctricos, nada de sentarse en
el brazo de la silla…
―Sección 15, clausula 1.
Abrí la carpeta y busque a través del contrato por la sección correcta. ¿Qué
demonios? ¿Tengo que tener un “guardaespaldas” conmigo todo el tiempo para
asegurarse de que no rompiera el contrato? Eso era simplemente una locura. No
podía tener a mi propio chico caliente como mascota siguiéndome por todos lados.
No solo mataría mi vida sexual, interferiría totalmente con cualquier estudio que
intentara hacer.
―Él no vendrá a clases conmigo. De ninguna manera. Puede quedarse
sentado en el auto estacionado afuera.
―¿Y qué si intentas romper el contrato mientras estas en la escuela? ―dijo
abuela―. Tenemos que pensar en todas las posibilidades.
Solo había sido una vez. En el laboratorio de fotografía después de clases. Esa
habitación oscura te excita y necesitas trabajar en algo más que en las fotos. ¿Ella
me había estado espiando? Dios, esperaba que no.
―Creo que puedes confiar en mí para mantener este acuerdo. Te di mi
palabra.
Abuela rio, si puedes llamar risa a un sonido lleno de desaprobación y
sospechas.
―Él no entrará en los estudios. Puede quedarse de pie afuera y esperar. No
tiene sentido este acuerdo en primer lugar si me echan de la escuela y no puedo
hacer la transferencia.
El bombón se aburriría de ello bastante rápido. Nadie querría quedarse de
pie en un corredor nauseabundo esperando que alguien termine sus clases.
22 Entonces podría pagarle con algo de sexo caliente y él haría mis órdenes. Tener un
guardaespaldas caliente no era tan malo después de todo.
―¿Y qué hay de las noches? ¿Él dormirá en su auto afuera de mi ventana?
―Sé que tienes una habitación libre en tu apartamento. Has estado buscando
por un compañero de habitación desde que tu amiga se mudó.
Guao, ella había pensado en todo. Había estado luchando para que alguien
tomara la habitación de Jayne desde que ella se mudó de vuelta a su casa. Agarré
mi bolso y me dirigí hacia la puerta.
―Vamos entonces, tenemos que estar en clases en 20 minutos.
A medida que Chad me siguió hacia el automóvil, pensé en las formas
deliciosas en las que podría arreglar este acuerdo a mi favor. Tendría a Chad
comiendo de mi mano en una hora, quizás literalmente.
Capítulo Cuatro
S
e suponía que estuviéramos trabajando en nuestro portafolio de dibujos,
¿pero quién podría concentrarse cuando tenían a su fornido
guardaespaldas de pie fuera de la puerta?
―Él aún está recostado contra la pared con sus brazos cruzados ―susurró
Tristan―. Él sabe cómo se ven sus bíceps cuando se para así, ¿cierto? Lo está
haciendo a propósito. Es una dulce pila de carne varonil. ¿Puedo quedarme en tu
casa esta noche? Podríamos pasar el rato y ver películas, luego podría
“accidentalmente” entrar mientras él está en la ducha. Es lo menos que puedes
hacer por tu mejor amigo.
Tristan me dio su mirada de cachorrito pero mi corazón hace tiempo había
sido endurecido contra ella. Negué con mi cabeza. Tenía suficiente con lo que lidiar
23 sin eso. Si alguien iba a despersonalizar a mi sexy guardaespaldas, serio yo.
―No la incentives. Toda esta cosa es sucia y errónea. Lucy, NO deberías dejar
que tu abuela controle tu vida de esta forma. Toma posición y dile que se meta su
acuerdo donde no le da el sol. ―Jayne ni siquiera levantó la vista de su carpeta de
dibujo mientras decía esto. Ella había dejado totalmente claro que no aprobaba el
trato.
Era fácil para ella decir eso pero había cosas acerca de Jayne que hacían difícil
para golpearla de vuelta.
Conseguir la oportunidad de estudiar en Italia, todos habíamos entrado a una
competencia de fin de semestre. Por supuesto, todos en el curso entero estaban
muriéndose por ganar. Terminó siendo más competitivo que nuestras
evaluaciones de verdad.
Teníamos que crear un trabajo con el tema Dolce Vita. Jayne era una de las
favoritas para ganar. Ella era bastante maravillosa de todas formas pero igual se
apoderó de ese tema. Entró en el estudio un día, inspirada y creó la pintura
perfecta.
El espacio de trabajo de Jayne estaba al lado del mío. Cuando entré y lo vi, mi
boca cayó abierta. Jayne no quería alardear o parecer muy confiada, pero cuando
estábamos juntas, ya había empezado a hacer planes para el intercambio. Como,
había descargado lecciones de idioma italiano.
Entonces, la mañana de la exhibición, Jayne y yo estábamos colgando
nuestras pinturas y el comité se nos acercó con Rebecca Forsythe.
―Nos gustaría pedirte que quitaras tu trabajo ―el decano le dijo a Jayne.
―¿Huh? ―Jayne sonrió como si pensara que era algún gran chiste―. No lo
creo.
―Tenemos razones para creer que tu trabajo no es original. Las dos pinturas
tienen tantos elementos en común, no sería justo para la señorita Forsythe si le
permitiéramos entrar.
La cabeza de Jayne giró y marchó a través de la habitación hacia donde
colgaba la pintura de Rebecca. El comité, Rebecca y yo la seguimos detrás.
La pintura de Rebecca hacía que me dolieran las entrañas. Era la pintura de
Jayne, solo que no tan bien ejecutada y técnicamente inferior.
―¿Amigo, estás bromeando? Si alguien se copió de algo esa fue Rebecca. Mira
ese pedazo de mierda deficiente.
En retrospectiva, probablemente no fue lo mejor haber llamado “amigo” al
decano pero estaba perpleja. ¿Por qué estaba Jayne siendo acusada aquí?
―El original es el de Jayne. La vi crearlo.
24 Rebecca solo sonrió con su sonrisa engreída y quise golpearla. Ella sacó un
cuaderno de bocetos que sospechosamente tenía a mano.
―Allí están mis bosquejos previos. Todos firmados y con fechas.
―¿Tienes alguna evidencia del plan de tu proyecto? ―el decano preguntó.
Por supuesto, Jayne no tenía nada. Ella no había planeado la pintura. Ni
siquiera la había pensado de antemano. Había ido directo con el pincel sobre el
lienzo. Jayne no tendría un cuaderno de bocetos lleno de bosquejos con fechas
porque nunca supo que lo necesitaría.
―Bien, haz lo que quieras ―dijo Jayne y salió disparada.
―Está tan equivocado ―agregué y seguí a Jayne.
No había querido quedarme por el resto de la noche pero, cuando encontré a
Jayne, Tristan la había convencido de que sería bueno obtener su venganza
bebiéndose todo el alcohol gratis.
Al final de la noche, esperamos porque los resultados fueran anunciados.
Rebecca tenía su montón de lacayos a su alrededor mientras estaba de pie,
acicalándose a sí misma para la victoria. Mi corazón se llenó con odio por esa chica
justo entonces. Era una persona cruel, repugnante.
Cuando ellos dijeron mi nombre como la ganadora, eché un vistazo a Rebecca
Forsythe. La manera en la que su rostro se arrugó por ese medio segundo antes de
que tuviera la oportunidad de estampar en su rostro su sonrisa falsa era una extra
jugosa cereza en el tope de mi felicidad.
Supuse que había ganado por incomparecencia. Aún con la “evidencia” de
Rebecca, sería demasiado riesgoso darle el premio solo en caso de que ella hubiera
hecho trampa. Por supuesto, no lo llevarían más lejos porque el padre de Rebecca
Forsythe dio una generosa donación a la universidad mientras que la familia de
Jayne era pobre.
Pero, por supuesto, no podía decirle a Jayne que esa era una de las razones
por las cuales ir en este intercambio significaba tanto para mí. A pesar de que Jayne
era mi mejor amiga y aunque ella actuaba tan ruda, tenía toda esta cosa de
inseguridad que tenía que ocultar. Ella nunca había hablado acerca de esa noche de
nuevo.
―Él se alejó ―dijo Tristan, trayéndome de vuelta a la realidad―. Um, sí,
quizás deba excusarme para ir al baño.
Tristan dejó el salón con un guiño. Él estaba totalmente esperando atrapar a
Chad en el baño y conseguir un vistazo de su pene. Bastardo descarado.
―¿Él va a seguirte por los próximos tres meses? ―preguntó Jayne.
―Estoy bastante segura de que puedo persuadirlo de que se relaje. No me
25 opongo a darle un pequeño “bono” para mirar hacia otro lado y aún puede seguir
recolectando su pago de la abuela. Se volverá bastante jodidamente aburrido para
él estar allí afuera.
No pude evitar mirar hacia la puerta para ver si había regresado sin embargo.
Jayne solo se encogió de hombros.
Después de clases, los tres fuimos a Willigars, el bar más cercano al campus.
No era lindo y no era elegante pero las bebidas eran baratas. El lugar apestaba a
cerveza rancia y la alfombra se pegaba a tus pies. Tenían un tocadiscos lleno de
viejas canciones malas de los ochentas y los noventas, una mesa de billar y algunas
mesas laminadas astilladas. Esa es la clase de lugar que era.
Llegamos allí lo suficientemente temprano para conseguir una mesa y
ordenamos una ronda de bebidas, Tristan me dio un codazo y apuntó hacia los
sanitarios. Una gran y fornida figura estaba recostada contra la pared.
―No puedes dejarlo al acecho desde allá ―dijo Tristan―. Dile que venga y se
nos una.
Solo porque él tenía que seguirme, no significaba que quería ser su amiga.
―En serio, no ―dijo Jayne antes de que siquiera pudiera responder―. Él me
asusta. Sería realmente incómodo para nosotros y para él. Solo ignóralo.
Tristan suspiró. ―Es un poco difícil hacerlo cuando él es tan lamible. ¿Acaso
tienes algunas partes de niña en lo absoluto, Jayne? ¿Cuándo fue la última vez que
tuviste algo que no fuera de plástico entre tus piernas?
Jayne lo fulminó con la mirada a través de su grueso, contundente flequillo.
―Algunos de nosotros no estamos obsesionados con nuestros genitales
―dijo ella, con una mirada que nos tuvo a ambos―. Sin embargo, si quisiera follar
por ahí, segura como el infierno que no dejaría que mi abuela me detuviera.
―¿Ni siquiera por un viaje a Italia? ―dijo Tristan.
―Italia es aburrida. Está llena de queso apestoso. Buscaré otra ronda de
tragos antes de que termine la hora feliz.
―Yo podría hacerlo ―dijo Tristan. Cruzó sus brazos.
Jayne resopló.
―¿Tú? Eres peor que ella. Por lo menos Lucy no piensa que está enamorada
de cada tipo con el que folla. Ella simplemente lo hace y acaba con ello en lugar de
volverse algún tipo de idiota, enloquecida con un enamoramiento obsesivo. Quiero
decir, Lucy duerme con montones y montones de chicos y la mitad del tiempo ni
siquiera escuchamos acerca de ellos.
26 ―¡No duermo con tantos! Dios, Jayne, me haces sonar mal. ¿Está mal que me
guste el sexo? Es una necesidad biológicamente natural.
Tanto Tristan como Jayne rieron.
―Creo que va más allá de una necesidad biológica contigo. ―Jayne bebió
toda su copa―. Es como si tuvieras una cuota que llenar.
Pensé en ello por un momento.
―No es que quiera dormir con muchos hombres ―digo―. Es solo que me
gusta el sexo pero no me gustan las otras cosas que vienen con ello. Me aburro de
ellas. Si pudiera encontrar a un hombre que fuera bueno en la cama pero me
mantuviera entretenida fuera de ella, me quedaría con él. Pero la mayoría de ellos
son tan aburridos después de unas pocas citas. De todas formas, ¿quién dijo
“idiotas”?
Hablamos de chismes de la universidad y me olvidé de Chad. Bueno, lo olvidé
en su mayoría. Si eché un vistazo de vez en cuando unas pocas veces para
asegurarme de que todavía seguía allí. En un punto, él me dio un pequeño saludo.
Supongo que él tenía que verse como que estaba haciendo su trabajo.
―Lucy, es tu turno ―dijo Jayne.
―Bien, pero solo compraré unos suaves ―le dije. No podía emborracharme
de nuevo, no después de la noche anterior.
Me puse de pie en el bar con una nota doblada entre mis dedos, moviéndola
contra el sucio trapo del bar. Quería asegurarme de no ser atendida por el tipo
viejo, no cuando había un nuevo barman caliente que apenas había empezado a
trabajar aquí. Estaba contenta de verlo doblarse y conseguir algo de vino barato
desde el fondo del refrigerador, con los músculos firmes de sus nalgas tensándose
contra la tela de sus Levis. Cuando él terminó con su cliente, hice contacto visual
con él como si en realidad no me importara quién me servía.
Él se inclinó en la barra, mirándome a los ojos.
―¿Qué será?
Sonreí como si supiera exactamente lo que quería y no necesitara decirlo en
voz alta.
―Dos vasos de vino y jugo de naranja, gracias ―dije en realidad. Oh, él
tendría que doblarse de nuevo hacia abajo para conseguir el vino fuera del barril
nuevamente. Momentos preciados.
Le di otra sonrisa sexy cuando colocó los tragos.
―Mi turno termina en alrededor de veinte minutos ―dijo él―. Eso es
cuando el verdadero barman entra. Si quieres quedarte cerca, podríamos tomarnos
un trago juntos.
27 Le di un saludo y sonreí. ―Estaré cerca ―dije.
―Guao, nuevo barman. Anotación ―dijo Tristan cuando regresé a la mesa―.
Ni siquiera ha estado aquí una semana.
El bar se había llenado, mayormente por estudiantes buscando bebidas
baratas. Si querías tragos de poco precio, este era el lugar al que ir. Jayne se había
metido en una discusión con algunos de sus viejos amigos de la secundaria y
Tristan había decidido pasear, así que me moví hacia el bar y esperé a que el
barman terminara su turno.
―Otros diez minutos ―dijo él y puso un coctel en frente de mí. Para ser
honesta, habría preferido un jugo de naranja.
Revisé mi teléfono.
―¿Qué estás bebiendo? ―Jayne vino a mi lado, chequeando mi vaso con
coctel de frutas cargado con su paraguas.
―Ni idea. ¿Lo quieres?
Ella parecía mucho más feliz de lo que estaba temprano. O los tragos le
habían hecho efecto. Jayne parecía estar bebiendo más de lo que solía hacerlo y me
pregunté si estaba bien.
El barman se acercó y se sentó a mi lado.
―Así que, ¿regalaste el trago?
Me encogí de hombros. ―No bebo mucho.
―Oh ―dijo él, levantando sus cejas.
Le di una mirada, no mi mirada sexual porque él todavía no estaba listo para
ella, pero una promesa de cosas por venir.
―No necesito beber para divertirme ―dije.
―Apuesto a que no lo necesitas. ―Él rio.
Tenía pestañas obscenamente largas y una manera de sostener su boca que
hacía feliz a mi interior. Para ser honesta, él no era tan interesante sin embargo. Me
dijo todo acerca de su motocicleta incluyendo todas las cosas técnicas y mecánicas
y no podría haberme importado menos. Luego de un rato, noté que el taburete
estaba cortando en mis piernas y se me estaban adormeciendo en el duro asiento.
Tenía dos opciones –hacer una movida con él y salir de allí o seguir adelante y
encontrar a alguien mejor.
Nuestras rodillas se tocaron bajo la barra y él se acercó lo suficiente que
podía oler su colonia barata pero no desagradable.
Estaba a punto de sugerir volver a mi casa para algo de tiempo tranquilo
cuando él se volteó.
Capítulo Cinco
E
n realidad no pensaba que Chad fuera un asesino, solo un dolor en el
trasero. Si alguien iba a matar a alguien, seria yo después de esa escena.
Un lindo trasero y brazos musculosos no excusan una fea personalidad.
Pero, ya que no podía matarlo mientras él conducía, me senté en el asiento del
pasajero con mis brazos cruzados, humeando, hasta que nos estacionamos en mi
31 lugar.
Él agarró una bolsa del asiento trasero del auto. Marché hacia adentro, sin
importarme si él seguía o no. Pateé la puerta de la alcoba libre y lo dejé para sus
cosas. Tenía cosas importantes que hacer como enviarle un mensaje a Jayne, afilar
mis uñas y esperar a que él se disculpe.
Aun después de haberme limado cada uña en mis manos y pies, él aún no
había aparecido.
―¿Chad, puedes venir aquí?
Él obviamente tenía cosas más importantes que hacer que disculparse
conmigo por ser un grosero, idiota con cara arrogante pero necesitábamos hablar.
Primero, quería el depósito y la renta por adelantado. Él se iría en la mañana
después de que llamara a abuela pero eso no significaba que podría engañarme. Y
él necesitaba saber cuán erróneo fue su comportamiento ya que obviamente le
faltaba la educación para darse cuenta de que simplemente no puedes hacer eso.
―¡Chad!
¿Qué demonios estaba haciendo ese tipo ahí?
Esperaba que él no estuviera muy decepcionado de la habitación. No que me
importara. El apartamento era de bastante baja calidad pero era todo lo que yo
podía pagar. Bueno, más de lo que podía permitirme ya que Jayne se había
mudado. Había estado tratando de convencer a Jayne de que se mudara de vuelta
conmigo pero ella no podía costearse vivir fuera de casa y Tristan tenía su propio
sitio en el centro. Cada persona que había visto el lugar era un bicho raro de clase
A. no tengo estándares altos pero no puedo vivir con perras con cara de enojadas,
maniáticos de la limpieza o gente que hiciera sonidos raros cuando hablaran así
que había estado pagando la renta yo sola.
Si mis padres no fueran tan hippies hacedores del bien, podría haber vivido
con ellos y ahorrado una fortuna pero ellos siempre se estaban yendo a algún lado
a ayudar con alguna causa. Ni siquiera tenía un hogar permanente, solo alquilaban
o se quedaban con amigos cuando estaban en la ciudad. Aún tenía algunas de las
cajas con solo el cielo sabrá qué guardaban ellos en la cima de mi vestidor. No que
resintiera que a ellos les gustara hacer el bien, solo no quería pagar la renta.
De cualquier forma, me gustaba el lugar aún con todas sus rarezas, como el
árbol con forma de pene en el patio del frente, la ducha que necesitaba una llave
inglesa para encenderse y las pinturas de varias etapas de construcción alrededor
de la casa.
Chad emergió de su habitación. Guao, ese chico necesitaba ponerse algo de
ropa. Una minúscula franelilla y un par de pantaloncillos cortos no era ni de cerca
suficiente tela. Él realmente estaba tratando de ostentar ese cuerpo, el cual era
incluso mejor escaso de ropa que totalmente cubierto.
32 Le expliqué con respecto al dinero que necesitaba pagar mientras mantenía
mis ojos enfocados en la televisión. No me gustaba este hombre lo suficiente para
tener pensamientos pervertidos acerca de lo que quería hacer con esa línea a lo
largo de su rígido musculo del muslo.
Él me entregó el fajo de dinero.
―Ahora, hay unas pocas reglas que necesitamos aclarar. No me seguirás por
todos lados como un rarito. No tomarás apuntes de mi comportamiento. No me
maltratarás. ¿Entiendes?
Chad sonrió. Su sonrisa era tan molesta. Para todas sus cosas buenas,
calientes del hombre, él era en realidad exasperante. Me sentí sonrojada, agitada y
esas eran sensaciones bastante inusuales para mí.
―Trabajo para tu abuela, no para ti ―dijo él. Estaba intentando no reírse de
mí y eso solo me enfureció más.
―Sí, acerca de eso. Lo que la abuela no sepa, no le hará daño. Debe ser
horriblemente exhaustivo para ti de todas formas. ―Le sonreí. Poner a trabajar el
encanto sería la mejor manera de lidiar con él.
―Así que, ¿estás sugiriéndome que le mienta a mi empleador?
―Infiernos no, solo que si las cosas no son vistas por ti, está bien. Quizás
querrás tener algún tipo de vida para ti mismo. Obviamente no puedes estar a mí
alrededor todo el tiempo.
―Eso está bien.
Mierdola. Totalmente no estaba bien. ¿Cómo podía pensar él que eso estaba
bien?
―No, verás fue divertido hoy y todos nos reímos un poco pero no podemos
continuar haciendo esto por los próximos tres meses. Se volverá cansador
realmente rápido. Tengo una vida. Tengo la escuela, tengo una tonelada de trabajos
que hacer después de la escuela y tengo un trabajo de medio tiempo así que
simplemente no va a funcionar para mí.
Crucé mis brazos pero no funcionó tan bien sin la mirada fulminante pero no
podía verlo sin que mi mente se fuera a lugares que no debería.
Chad asintió. ―Está bien, dile a tu abuela eso y acabaremos con todo.
―¿Qué te importa a ti? Solo tómalo relajado, obtén tu pago de la abuela y
todo estará fácil.
Chad me dio una risa gutural, sus ojos centelleando. Eso medio me preocupó.
¿Qué estaba pasando por su cerebro de bombón?
―¿Tu abuela no te dio todos los detalles entonces? ¿Te dijo mi lado del
acuerdo?
—¿E
stás bromeando, cierto? ―Jayne me miró fijamente sin
creerme―. Tu abuela está chiflada. Está viviendo en algún
mundo loco. Nadie hace tratos como ese. Así que, ¿no solo
tienes al acosador raro siguiéndote por todos lados todo el
tiempo sino que él obtendrá un montón de dinero si te atrapa fracasando? Eso
suena como abrir una puerta hacia la villa de los acosadores dementes e invitarlos
a que entren.
Suspiré y aparté mi muffin. Tenía un dolor que la pastelería no podría sanar.
―Es totalmente cierto. La llamé esta mañana. Le dije acerca de ese zoquete
haciéndome ver como idiota en el bar anoche. No le importó. Dijo que él solo
estaba haciendo su trabajo y que lo dejara hacerlo a su manera.
34 Jayne arrojó sus manos en el aire. ―¿Qué demonios, Lucy? ¿No puedes
simplemente decirle que se meta el trato? Que se lo meta donde el sol no le da. Eso
es lo que yo diría. ¿Qué lo detendrá de manipularte en una situación sexual y luego
tomar fotos?
Arrugué mi boca y negué con mi cabeza. Nunca era así de fácil. Agarré un
poco del lado del muffin, sin comérmelo pero desmenuzándolo con mis dedos.
―No necesitaré manipularla.
Había estado tratando de olvidar que Chad estaba sentado a mi lado. Hasta
hablar acerca de él como si no estuviera allí no lo perturbaba. Nos habíamos
dirigido hacia el café en el piso de abajo del edificio de arte donde Jayne, Tristan y
yo casi teníamos una mesa permanente. No era el mejor café en el campus pero le
ganaba a caminar cinco minutos a alguno de los otros.
―Él tiene esta cosa rara de moral sucediendo. Piensa que tiene que hacer la
cosa “correcta”. ―Puse los ojos en blanco y agarré otra migaja de mi muffin.
―¿Vas a comerte eso o solo vas a jugar con él? Porque me estoy muriendo de
hambre.
No miré a Chad y sostuve una mano hacia arriba.
―No hables. Te lo dije. Tú no hablas. No puedo detenerte de venir conmigo a
la escuela. No puedo detenerte de que me sigas por todos lados y aparentemente
no puedo detenerte con respecto a vivir en mi casa pero conoces las reglas. Nada
de hablar. No actúes como que me conoces. Puedes sentarte en la mesa conmigo y
mis amigos pero no puedes ni siquiera unirte a la conversación.
Jayne suspiró.
―¿Esto va a funcionar? ―preguntó ella. Fulminó con la mirada a Chad.
Asentí. ―No hay mucho más que pueda hacer. Solo no lo mires. Pretende que
no está aquí.
―¿Qué si quiero hablar contigo acerca de mis periodos menstruales o, no sé,
una infección o un gran forúnculo en mi trasero? ¿Qué si tuve sexo realmente
caliente y necesito decirte los detalles?
―Para ser honesta, preferiría que no me hablaras de sexo caliente por el
momento. Pretende que estoy a dieta, a una dieta de sexo. No quiero ostentar tu
sexo frente a mí como una gran, derretida barra de chocolate. No hablaremos de
sexo en lo absoluto.
Chad rio. También había tomado mi muffin a pesar de que no estaba
realmente segura de si quería comerlo. No iba a agarrarlo de vuelta de él sin
embargo. No ahora que él había puesto sus manos en él.
―¿Bueno que hay de otras cosas personales? También, te das cuenta de que
Tristan hablará de sexo. No hay manera de contenerlo.
35 ―No es como que lo escucho. ¿Oye, Chad, puedes conseguirme otro café?
―No puedo escuchar lo que dicen pero este muffin está delicioso. Continúen
con su conversación no escuchada.
Él siguió con esa sonrisa molesta nuevamente. En serio, Chad tenía que irse.
Ni siquiera podía hacer planes con Jayne para deshacerme de él sin que estuviera
cerca. Tal vez necesitaba conseguirle unos audífonos que bloqueen el sonido.
―Oye Chad, no perderás la condición de esos grandes, fornidos músculos si
no tienes tiempo para entrenar. Odiaría ver que te salieras de forma.
Chad tragó su puñado de muffin.
―Puedo tomarme un tiempo cuando estás trabajando. Tu abuela piensa que
estarás a salvo entonces. A pesar de que si me entero de que has faltado al trabajo,
te voy a seguir y conseguiré evidencia.
―Raro ―Jayne dijo en voz muy baja.
―Ella tiene razón. Eres un poco espeluznante.
Chad solo se encogió de hombros. Toda esta idea de ignorar a Chad no estaba
funcionando en lo absoluto. Aun si no lo miraba o no le hablaba, estaba
completamente al tanto de él a mi lado todo el tiempo. Prácticamente podía sentir
sus expresiones faciales y su calor corporal. Y eso era simplemente estúpido.
―De todas formas, si él obtendrá el dinero si fallas, ¿por qué te cargó fuera
del bar anoche? Si te hubiera dejado allí, seguramente habrías recogido a alguien y
él tendría su evidencia y, juego terminado.
Me volteé hacia Chad. Jayne tenía un punto. Habría sido dinero fácil para
Chad.
―Estaba cansado y quería dormir. Y supuse que ella fallaría pronto de todas
maneras. Habría roto el corazón de su vieja abuelita saber que su nieta no pudo
mantener sus piernas juntas ni siquiera por un par de horas. ―Chad se encogió de
hombros y siguió comiendo mi muffin.
Quería responder pero todas las respuestas astutas habían salido de mi
cabeza. ¿Cómo se atrevía?
―Guao, eso es totalmente prejuicioso. ¿Estás tratando de hacerla apenarse
como si Lucy fuera una zorra?
Sí, buena manera de decirlo, Jayne.
―Sin prejuicios aquí, solo diciendo la verdad. ¿Alguien más quiere otro
muffin?
Se levantó para ir al mostrador.
S
upuse que el plan de seducción sería bastante fácil considerando que
Chad vivía conmigo y tenía que estar a mí alrededor veinticuatro horas
al día. No podía simplemente hacer una vuelta de ciento ochenta grados
hacia el modo de seducción sin embargo. No puedes estar sentado en el sofá,
acaparando pizza un minuto y luego convertirte en una gatita sexual el siguiente.
Necesitaba mucha más sutileza y finura que esa. Por supuesto, si Chad pensó que lo
hacía todo él, eso sería incluso mejor. Él tendría toda esa culpa con la cual lidiar. Y
yo lloraría. Lloraría como una perra porque llorar hace que la culpa sea mucho más
negra.
―Me encontraré con las chicas para beber unos tragos ―grité―. No
necesitas venir conmigo. Va a ser una noche tranquila.
40 Chad apareció en la puerta de mi habitación mientras me colocaba una capa
de brillo en mis labios.
―Vestida así, dudo que vaya a ser tranquila.
Sí, él me chequeó. El vestido negro súper apretado con un escote muy bajo y
el colgante anidado entre mis senos. Él sería tan mío con un mínimo esfuerzo.
―Bueno, ven si quieres pero no me culpes si te aburres o te da asco nuestra
conversación. Y, por el amor a las folladas, no ofrezcas tus opiniones ni nada.
―¿Alguna vez lo hago? ―Él se inclinó en el marco de la puerta, sus músculos
abultándose en su camiseta.
―Tienes expresiones faciales ―le grité―. Expresiones faciales que
contienen prejuicios. Además, ese atuendo no va a funcionar, lo siento. ¿No tienes
algo más a la moda?
Está bien, quizás mi técnica de seducción estaba un poco descentrada pero
supuse que una vez que empezáramos a beber, Chad seria masilla en mis manos.
Ya había seducido a sus ojos, juzgando por la mirada que él me daba, solo tenía que
seducir al resto de su cuerpo.
―Así que, señorita fashionista, ¿qué sugieres que use?
Me levanté y me paseé hasta su alcoba. Tenía que tener algo en su vestuario
que no fuera una franela o franelilla.
Equivocada. No tenía nada más.
―¿Ni siquiera tienes una camisa? ―pregunté.
―¿Necesito una? ―Sonrió hacia mí.
Entonces me di cuenta que él probablemente no había mudado la mayoría de
sus cosas aquí. Era un trabajo para él, no un lugar permanente para vivir. Debe
tener todas sus cosas guardadas en otro lugar. Algún lugar misterioso donde el
verdadero Chad residía. No que me importara. Él podía irse de prisa de vuelta a ese
sitio y dejarme en paz. Pero primero podría usar su cuerpo para diversión.
Saqué una camiseta que podía pasar por irónicamente genial y se la arrojé.
―Esto será suficiente ―dije y me puse de pie, manos en las caderas,
esperando a que se cambiara.
―¿Pretendes quedarte allí de pie, observándome cambiarme? Si tengo mi
pudor, sabes.
Sonreí hacia él.
―No hay privacidad por aquí ―le dije―. Si vas a espiarme entonces no
tendrás esos privilegios para ti.
Me desparramé en su cama para verlo desvestirse. Su esencia ya se había
41 arrastrado en las sabanas rodeándome con su masculinidad. Me dio la espalda y se
sacó su franela, los músculos recorriendo su espalda, ondulándose como mini
montañas cubiertas con suave, bronceada piel. Esta seducción no sería una tarea
dura en lo absoluto. Esa carne debía tener un sabor tan bueno en mis labios.
Se volteó, halando el final de su cinturón de la hebilla. Tragué saliva, ansiosa
por ver las delicias contenidas en sus pantalones.
―¿Me estás viendo como un objeto? ―preguntó, sus dedos se pausaron en
los botones de sus vaqueros―. Lo estás haciendo, me estás mirando como un
objeto. Solo soy un pedazo de carne que quieres ver desnudo.
Me volteé en la cama para posarme sobre mi estómago.
―No lo estoy haciendo. Estoy esperando a que estés listo para poder salir a
beber, así que jodidamente apúrate y sácate esos pantalones.
―Ves, ese es tu problema. Solo ves a los hombres como un pedazo de carne
unido a una polla. ¿Alguna vez has llegado a conocer a un hombre, conocerlo
realmente, antes de follarlo? ―Su tono había cambiado de bromeando a serio.
No necesitaba que él analizara mi vida y mis decisiones. Me senté derecha y
mecí mis pies en el piso.
―No tendremos esta discusión ―dije y me dirigí hacia la puerta.
Chad agarró mis hombros.
―¿Golpeando un poco cerca de casa, lo hago? ―dijo él.
Mi carne quemaba donde él me tocaba. Por un momento, contuve mi
respiración, preguntándome si él me besaría. Su rostro seguro que estaba lo
suficientemente cerca y él tenía esa mirada en sus ojos. Tal vez, si él me besaba,
callaría esa charla fastidiosa.
Pero solo se rio y me dejó ir.
―Eres tan niña, Lucy. Sería demasiado fácil.
No sabía qué quería decir él con eso pero resoplé y dejé la alcoba. Jayne tenía
razón, realmente era una idea estúpida. Chad no merecía lo asombroso de mí.
Tenía que haber otra manera de ir alrededor del estúpido contrato sin perder el
viaje a Florencia. Pisoteé, sirviéndome una copa de vino. Quería un enviarle un
mensaje de texto a Jayne pero estaba preocupada de que ella estaría toda como que
“Te lo dije”.
―¿Estás lista? ―Chad salió de su habitación, vestido y listo para irse.
―No estoy segura de querer salir ahora.
Me senté en el sofá con mi espalda hacia él.
Se sentó a mi lado y alcanzó el control remoto.
42 ―Bien por mí. Soy feliz estando sentado en el sofá y viendo televisión.
No podía ganar. Quizás debería irme a club súper genial. Uno donde él ni
siquiera llegaría a la puerta porque era tan aburrido. Entonces seria libre de Chad
mientras se quedaba de pie afuera esperándome. Ja, eso le enseñaría a Chad una
valiosa lección de vida. Y tal vez, si tenía ganas, continuaría con mi plan de
seducción cuando finalmente saliera del club.
―Bien, saldremos entonces. ―Agarré las llaves de mi auto. Si Chad quería
unirse, yo sería la que condujera.
45
Capítulo Ocho
—É
l es gay. Es totalmente gay. Eso tiene que ser. ¿Por qué más saldría
corriendo a su habitación dejándome toda caliente y molesta en el
sofá?
Tristan me dio una lenta, deliberada mirada. ―Él no es gay.
―Tu radar debe estar roto porque ese hombre rechazó el producto más
caliente de la ciudad. Para irse solo a la cama. Ningún hombre heterosexual haría
eso. Ningún hombre heterosexual piensa “coño gratis, nah, creo que pasaré”.
Jayne resopló.
―Excepto que no es coño gratis, ¿lo es? Es coño que le va a costar un gran
fajo.
46 Sí, ella tenía razón. Tenía que admitirlo. Mi plan a prueba de tontos no había
sido tan a prueba de tontos.
―¿Así que qué hago?
Jayne y Tristan intercambiaron una mirada, ambos negando con su cabeza.
―Date prisa, él está regresando a la mesa. Tenemos que resolver esto rápido.
Chad se sentó, entregándonos nuestros cafés y mis zapatos. Se los había
llevado al mostrador consigo. La lógica de Chad era que no podía escaparme si no
tenía zapatos y él no iba a ser nuestro chico de busca-y-trae nuestras bebidas a
menos que se los entregara. Ya que me salvó del esfuerzo de ir al mostrador yo
misma, acepté su estúpida condición.
Todos nos callamos. La presión de no ser capaz de hablar de algo ponía un
alto a cualquier cosa que pudiéramos pensar en decir. Picoteé mis uñas y Jayne
revisó su teléfono. Tristan solo chequeó a los chicos en el mostrador.
―No dejen que interrumpa su conversación ―dijo Chad―. Solo vuelvan a
hablar acerca de cómo Lucy puede engañar a su abuela por su dinero y todavía
follar por ahí.
―Tal vez podríamos hablar al respecto de porqué trabajas para una malvada,
controladora perra ―dijo Jayne sin levantar la vista de su teléfono―. Me parece un
poco extraño. ¿Tienes secretos oscuros, Chad? ¿Deudas de apuestas? ¿Una adicción
a las drogas? O es solo un gran, poderoso automóvil.
Levanté la vista de abrochar mi zapato para ver la sonrisa de Jayne mostrarse
con varios tonos de maldad.
―Tengo mis razones ―dijo él.
―A Chad no le gusta hablar al respecto ―le dije a ella―. Es un tema un poco
susceptible para él.
Jayne suspiró. ―¿Eres un forajido escapando? ¿No puedes conseguir un
trabajo de verdad porque no quieres dejar pistas? ¿Es Chad tu nombre real
siquiera?
Chad entrecerró sus ojos.
―Tengo mis razones ―él repitió, en un tono que sugirió que sería muy
imprudente preguntar otra vez. Obviamente él no conocía a Jayne porque tomaba
más que un tono de voz disuadirla una vez que ella clavaba sus dientes en algo.
Entonces era hora de que nos fuéramos a clases. Al menos podía dejar a Chad
en la puerta y hablar con Jayne en paz. Teníamos nuestra clase de alfarería. La
odiaba pero Jayne la amaba porque ella era genial creando cosas. Yo, no tanto.
Podía pensar en diseños en forma de arcilla, ella se tornaban todas flojas y raras.
Solo tomé la clase porque necesitaba una materia médium tridimensional para mi
carga de cursos. Y Jayne me había convencido. Estaba maldecida a fallar sin
47 embargo y bajar mi promedio académico. Y me tomaba toda la semana sacar esa
arcilla de mis uñas.
Tener a Chad caminando de ida y vuelta en el pasillo no ayudaba tampoco.
―Él está paseándose allá afuera. Paseándose. ¿Cuándo vas a rendirte a esto?
―No lo haré.
Jayne golpeó su arcilla en el banco.
―Lucy, esto se está volviendo ridículo. No puedes ganar así que para que
tomarte la molestia.
―¿Por qué todo el mundo dice eso? Tal vez puedo ganar. No es como que
necesito el sexo… bueno, supongo que no lo hago. Nunca he tratado de vivir sin él.
Pero realmente, es solo por un periodo corto y entonces seré libre para hacer lo
que quiera. No es como si fuera para siempre.
Jayne se carcajeó. Se rio muchísimo. Se rio y golpeó su bloque de arcilla.
―Puedes dejar de reírte ahora.
―Tienes que admitir que es muy divertido. Oye, no puedes estar hablando en
serio, ¿o sí?
―Quizás lo estoy. Tal vez les demostraré a todos que están equivocados.
No había querido decir eso pero a medida que lo dije, me di cuenta que era
verdad. Estaba harta de que la gente se riera de mí y pensara que no podía estar
sin sexo aunque sea por un tiempo. Había más de mí que solo ser una chica
fiestera. Podría ser bueno concentrarme en mis estudios sin la distracción. Jayne
era mi amiga. Ella debería apoyarme en lugar de reírse.
―¿Por qué siquiera intentar? En serio. No necesitas hacer esto.
No respondí pero pensé en ello. Quizás si necesitaba hacerlo. No por mi
abuela y no para ganar el acuerdo sino para probarme a mí misma que podía. Seria
fortalecedor del carácter. Como hacer dieta o dejar de fumar.
―Aún no veo porqué me rechazó. Soy caliente y no es como que él lo está
obteniendo en algún otro lado ya que está conmigo todo el día. Pero si él puede
hacerlo, entonces yo puedo. Chad no ganará.
Él continuó caminando de ida y vuelta fuera del estudio de alfarería como un
gran buey. Ni siquiera me gustaban los hombres musculosos, no como él. Él estaba
demasiado lleno de sí mismo y tenía una estúpida sonrisa como si supiera mejor.
Todo acerca de Chad me molestaba. Cada pequeña cosa. Él había arreglado mi baño
y había movido mis cosméticos alrededor así que no había sido capaz de encontrar
mi delineador favorito y llenó el refrigerador de vegetales y carne. Seguro, me
dejaba compartir su cena –y él realmente podía cocinar- pero era demasiado
presuntuoso de su parte.
Supuse que estaría demasiado ocupada por el último mes y algo del semestre,
48 tratando de alistar todo para la asesoría, así que solo necesitaba ser fuerte hasta
entonces. De verdad no era tanto tiempo. Entonces, una vez que tuviera el dinero
en mi mano, me iría de parranda. Una parranda italiana con guapos chicos
italianos. Eso valdría la pena de esperar. Apuesto a que esos italianos no me
rechazarían como el estúpido Chad.
―No mires ahora ―Jayne susurró―. Pero Rebeca está coqueteando con
Chad.
Por supuesto, cuando sea que alguien dice, “¡no mires ahora! La primera cosa
que vas a hacer es mirar. ¿Cómo puedes no hacerlo?
La estúpida Rebecca se quedó de pie en el pasillo actuando como si Chad
fuera el único hombre vivo. Ella tenía sus tetas presionadas tan hacia adelante, que
era una sorpresa que no perdiera su equilibrio, y lo miraba a él con sus feos ojos de
vaca. Porqué en la tierra eso me haría sentir como si me hubieran dado un golpe en
el estómago estaba fuera de mi entendimiento. Quizás la fealdad de Rebecca hacía
que la comida se cuajara en mi estómago.
―Ella debería mantenerse alejada de Chad. Él es mi guardaespaldas.
Jayne solo levantó su ceja en una manera muy engreída y molesta.
―No me importa si ella habla con él…
Pero estúpidamente si me importaba.
¿Por qué él le sonreiría a ella y se reiría de alguna mierda estúpida que decía
cuando me había rechazado?
―Jayne, Lucy, ¿están concentrándose en su trabajo? ―La Sra. Zim se cernió
sobre nosotras. ¿De dónde había salido ella? Traté de cubrir mi diseño de arcilla
para que ella no fuera capaz de ver que literalmente no había hecho mi trabajo
durante la clase pero ni siquiera lo notó. Cuando seguí su mirada, iba hacia afuera
de la puerta y se posaba sobre Chad. Ella enderezó su vestido y se irguió más.
Mierdola, hasta a mi profesora le gustaba.
La Sra. Zim caminó hacia la puerta.
―¿Rebecca, no deberías estar en clase?
Ja, toma eso Rebecca. Ella se escabulló a pesar de que en realidad no tenía
nada que ver con la Sra. Zim y ni siquiera teníamos que asistir a la clase. Bueno,
supongo que lo hacías si querías pasar pero no era obligatorio. Aun así, la Sra. Zim
siempre actuaba como si fuéramos estudiantes de secundaria y necesitáramos ser
controlados. Por eso es que teníamos que llamarla Sra. Zim y no por su primer
nombre.
Si sonreí sin embargo. No más coqueteo para Chad.
―¿Por qué estabas hablando con Rebecca Forsythe? ―le pregunté cuando
49 salí de clase.
―¿Esa chica con el cabello largo? Quería saber dónde obtuve mis tatuajes.
Está pensando en hacerse uno.
Sí, seguro. Como si Rebecca Forsythe se haría jamás un tatuaje. Ella era tan
estirada y mojigata. Solo quería una excusa para hablar con Chad. ¿Qué clase de
idiota era él para caer con esa?
Chad caminó con nosotros hasta mi auto.
―Oye Chad, iremos a las tiendas de suministros de arte. ¿No crees que eso
será medio aburrido para ti? ―Jayne no pudo resistirse.
―No me juzgues ―respondió él con aún sonrisa lacónica―. Puede que ame
el arte por todo lo que tú sabes. De todas maneras, no me pagan para que me
entretengan. Es solo un lado beneficioso del trabajo a veces.
Jayne y yo nos miramos la una a la otra, ambas inseguras de si él se estaba
riendo de nosotras o no.
―Oye, al menos tenemos a un caballo de carga para que nos lleve nuestras
cosas ―le dije a ella.
50
Capítulo Nueve
E
l viaje de vuelta a casa desde el trabajo se volvió una de mis partes
favoritas del día. Mayormente porque era la parte sin Chad. El trabajo no
contaba porque estaba tan jodidamente ocupada que no podía realmente
disfrutar de mi tiempo-libre-de-Chad. En el auto, podía subirle el volumen al radio
súper alto y cantar. Comencé a tomar la ruta larga hacia casa para maximizar mi
tiempo a solas.
Por supuesto, pude solo haberme ido a otro lado cuando él no estaba
viéndome pero si hacía eso probablemente él comenzaría a seguirme al trabajo y
quedándose por allí. La boutique donde trabajaba era tan pequeña y desordenada
que definitivamente no necesitaba un gran, gigantesco Chad ocupando todo el
espacio. Y tal vez me despedirían con él allí observándome.
51 En casa, él en su mayoría se metía en su habitación y me dejaba sola pero
siempre había esa sensación de él estando allí. Aun cuando no lo veía por horas,
sabía que estaba en la otra alcoba y me preguntaba qué estaba haciendo. Si yo
cocinaba la cena o veía televisión, me preguntaba lo que él pensaba de eso. Ya sea
que me estaba juzgando o aprobándome. Me volvía loca. Ninguno de mis otros
compañeros de casa había tenido ese efecto en mí. Supongo que saber que él me
reportaba con mi abuela me hacía mucho más consciente de mí misma. Eso no
explicaba el ritmo cardiaco que aumentaba y las sensaciones agitadoras cuando él
estaba cerca sin embargo. Eso era simplemente porque él me enloquecía tan
malditamente tanto. Totalmente eran señales de estar enojada y nada más que eso.
Quizás fue porque tenía el radio tan alto que no me di cuenta de que el
automóvil no estaba yendo tan bien. No que alguna advertencia más temprana me
habría ayudado a evitar trabarlo hasta detenerme por completo en medio del
camino.
Santa mierdola.
Eso no era bueno. Afortunadamente, estaba en una pendiente así que podría
simplemente rodar a un lado del camino. Porque había tomado la ruta larga a casa,
el camino no estaba exactamente ocupado tampoco. No pensé que vería otro
vehículo por un rato, conduciendo a través del estado industrial.
Agarré mi teléfono de mi bolso y llamé a Jayne, suponiendo que ella sería
capaz de llegar a una solución.
―Llama a asistencia en la carretera. No es como si yo tengo alguna idea
acerca de carros ―dijo ella.
Eso no me ayudaba en lo absoluto.
―No tengo asistencia en carretera. No puedo costearlo.
―Bueno, ¿dónde está Chad? ¿No debería estar contigo?
―He estado en el trabajo.
Suspiré. Podría llamar a Chad pero esa sería la peor opción posible. Se vería
como que lo necesitaba y que de hecho quería que él viniera conmigo. No podía
llamar a Tristan porque él sabía incluso menos de carros que Jayne. En su lugar,
busqué en línea por un servicio de grúas remolcadoras.
Llamé a la primera que encontré.
―Necesito una grúa ―dije―. Mi vehículo está muerto.
―No te preocupes, amor. Dame tu dirección y enviaré a alguien. Necesitaras
tener dinero en efectivo o tarjeta para pagarle.
Tenía miedo de esa idea, había estado esperando que mi honesta gratitud
fuera pago suficiente.
―¿Cuánto? ―pregunté. Quiero decir, seguramente una grúa no podía costar
52 tanto. Podría hacer a mi trabajo de la noche una pérdida total sin embargo.
―Bueno el pago estándar es de doscientos cincuenta dólares pero entonces
sería el pago nocturno… esos serían unos trescientos extra pero puedo
redondearlo a quinientos si quieres.
―¿Puedes redondearlo en ciento treinta? Porque eso es todo lo que tengo en
mi cuenta bancaria por el momento.
El hombre solo se rio y me colgó. Qué grosero.
Luego de unas pocas llamadas más a otras grúas, me di cuenta de que era un
sueño imposible si quería comer por el resto de la semana. Santa mierdola. Si
dejaba la escuela de arte y compraba una grúa remolcadora, estaría nadando en
dinero.
No podía simplemente quedarme sentada en el carro esperando a que el
destino me salvara. Nunca había notado lo oscura y tenebrosa que era esta área
cuando conducía a través de ella pero, estando sentada sola en mi automóvil, me
dio escalofríos. Todos esos desiertos enormes almacenes alrededor del lugar,
probablemente llenos de ratas y quizás matones de pandillas errantes.
Revisé dos veces que todas las puertas estuvieran cerradas y recogí mi
teléfono con un suspiro resignado. Si no quería caminar a casa, tendría que llamar
a Chad. O un taxi. La parte de abandonar mi vehículo me preocupaba sin embargo.
Tendría que arreglarlo en algún momento pero dejarlo allí, podría ser desvalijado
de repuestos. De todas formas, si no llegaba a casa, tendría a Chad pensando que
estaba afuera follando por ahí o haciendo algo en contra del acuerdo. Pero el
sinvergüenza ni siquiera contestaba su teléfono. ¿Qué demonios? Si había una cosa
buena de Chad, era que toda su vida entera giraba a mí alrededor. Excepto,
obviamente, cuando lo necesitaba.
¿Qué hacía él cuando yo estaba en el trabajo de cualquier manera?
Dejé un mensaje, suponiendo que me llamaría cuando lo recibiera, y luego
busqué por algo en el carro para entretenerme. Arrojé mi teléfono en mi bolso de
mano e intenté girar la llave nuevamente en caso de que solo hubiera estado
haciéndose el tonto conmigo y funcionara repentinamente.
La esperanza pronto murió dentro de mí.
Decidí que debería revisar debajo del capó. No tenía ni idea de qué chequear
pero tal vez habría algo obvio. Tenía que haber un botón en alguna parte para abrir
el capó. En realidad nunca lo había hecho antes pero, si no podía encontrarlo,
seguramente podría buscarlo en Google.
Ja, encontré un botón que si parecía y seguramente, el capó se abrió un poco.
Salté fuera del automóvil entonces pensé que debería intentar con el número
de Chad de nuevo. Alcancé dentro y halé mi bolso, sacando el teléfono y
53 remarcando. Aun sin respuesta. Ese pedazo de carne inservible. Todo músculos y
de ninguna ayuda en una mala situación. Arrojé mi teléfono de vuelta a mi bolso y
suspiré fuertemente, esperando que la fuerza de mi frustración le llegaría a él.
También le diré a la abuela sobre esto.
Iba a tirar la puerta para que se cerrara. Eso habría sido satisfactorio pero
revisé las sombras de los almacenes. Tal vez necesitaría correr para ponerme a
salvo si algo salía arrastrándose fuera de la oscuridad. Podría saltar dentro del
auto y bloquear las puertas.
Traté de abrir el capó pero no cedía más que una pequeña abertura. Que
estúpido auto. ¿Por qué querrías que el capó solo se abriera unos pocos
centímetros? Lo agarré y halé con todas mis fuerzas pero no hizo nada. Así que, en
lugar de eso, pateé el carro. Eso le enseñaría una lección valiosa acerca de ser un
vehículo estúpido que no funcionaba.
De algún lado, en uno de los edificios, podía escuchar un chirrido como metal
raspando contra metal. Apreté los dientes en el borde. Traté de bloquearlo antes
de que me volviera loca.
Me dije a mi misma que dejara de ser paranoica. No había nada allí. Solo era
el viento. No había ningún susurro como si alguien fuera a acercarse sigilosamente
a mí.
―¿Hola? ―grité y luego me di cuenta cuan estúpido era eso. No es como si
alguien me respondería.
Traté de abrir el capó nuevamente, presionándolo porque eso a veces
funciona para algunas cosas. ¿Por qué demonios no había respondido Chad?
¿Había salido a algún encuentro secreto con su novia secreta? Odiaba a su novia
secreta, llevándoselo cuando yo obviamente lo necesitaba. Simplemente podía
imaginarla, alta y delgada con zapatos de diseñador realmente costosos. Ella
estaría deslizando sus dedos sobre todos esos abdominales esculpidos. Hombre.
Odiaba sus dedos con una perfecta manicura encima de esos abdominales. Quería
esos abdominales para mi propia manicura.
No los quería. No quería esos abdominales de ninguna otra manera que no
fuera arreglando mi automóvil.
Antes de que pudiera rendirme y llamar un taxi, un destello de movimiento se
dirigió hacia mi auto.
Grité y mis gritos hicieron eco en los edificios sin nadie que los escuchara.
Esperé a que manos me agarraran. Me secuestrarían. Me congelé en el sitio. Mi
cuerpo no se movía en lo absoluto. Solo podía jadear con miedo.
Cuando la racha se terminó, me di cuenta que no era a mí a quien él quería. Él
agarró mi bolso de mano del asiento del conductor.
―¡Detente! Detente ahora ―grité y pisoteé con mi pie.
54 En la luz borrosa de las pocas farolas que no estaban dañadas, me percaté de
que era un niño.
―Oye, tú pequeña mierda, dame mi bolso.
El niño continuó corriendo. Él iba a desaparecer por las rajaduras entre los
edificios y nunca lo encontraría. Salí corriendo detrás de él. Quiero decir, tuve que
hacerlo. Mi bolso tenía todas mis pertenencias valiosas en él. Mi teléfono, mi
cartera y mi llavero de One Direction. Oye, no me juzgues.
―Vuelve ―grité de nuevo. Por alguna razón, no tuvo efecto en la pequeña
mierda en lo absoluto―. Estarás en tantos problemas cuando te atrape.
Deberías ser capaz de ganarle a un niño pequeño, pensarías. Soy mayor y
tengo piernas más largas. Pero había usado mis tacones para el trabajo y correr en
ellos es difícil. Mi carrera fue más como aleatoria y descentrada. Incluso así, estaba
decidida a enseñarle a ese niño una lección de vida.
Mientras arremetí contra el camino de concreto duro, dolores se dispararon
directamente desde mis talones hacia todo mi cuerpo. Podía ignorar el dolor. Yo
era fuerte.
Aun podía ver al niño corriendo delante de mí, mi bolso bajo su brazo.
―Oye, niño, al menos devuélveme mi teléfono ―grité. Bueno, traté de gritar
entre mis jadeos―. Ni siquiera vale algo.
Él siguió corriendo.
Traté de aumentar la velocidad. Entonces el camino se levantó y me golpeó.
Todo se tornó negro y yo estaba en el suelo. ¿Qué demonios?
Un segundo después, un extremo dolor se disparó a través de mi cuerpo
comenzando por mi tobillo. Grité otra vez y de nuevo nadie respondió.
Podía escuchar el eco de la risa del niño viniendo de entre los almacenes.
Nunca obtendría mi bolso de vuelta ahora. Intenté ponerme de pie pero el dolor
me hizo jadear.
Cuando puse peso en mi pierna izquierda, me caí al suelo nuevamente.
Ya que no podía pararme, hice la única cosa que podía hacer. Me senté en el
suelo lloriqueando. Mi tobillo había comenzado a inflamarse y la tira de mi zapato
se hundió en mi piel tenía que desabrocharlo.
Estaba jodida. Estaba totalmente jodida. No lograría volver a mi vehículo y ni
siquiera podía llamar un taxi ahora. Tendría que sentarme en este camino hasta
que alguien apareciera a trabajar el día siguiente. ¿Eso sería qué, seis horas o más?
¿A qué hora empezaba a trabajar la gente en los almacenes?
Quizás podía sobrevivir ese tiempo allí afuera expuesta a los elementos. Ese
chirrido de metal salió fuera de los edificios otra vez. Me hizo temblar y me di
cuenta lo frio que estaba. Después del trabajo, había arrojado mi chaqueta en el
55 asiento trasero del auto.
Sin embargo, el automóvil parecía a una distancia insufrible. Si quería llegar
allí, tendría que arrastrarme y quien sabía qué tipo de mierda asquerosa estaba en
el camino.
Mis ojos picaban pero me rehusé a llorar. Podía descifrar una forma para
salirme de esta situación. Una brisa fría voló por la calle, cortando a través de mí.
Ni siquiera había una caja de cartón cerca. Todos los sonidos a mí alrededor se
volvieron más fuertes. Si había niños gamberros alrededor, tal vez habría también
adultos pandilleros. Me abracé a mí misma, esperando que sobreviva.
Culpaba a Chad. Si él hubiera contestado su teléfono, tendría alguna
esperanza de ser salvada. Aun si él había recibido el mensaje, no tendría idea de
dónde encontrarme. No le había dicho en el mensaje y ni siquiera se lo había dicho
a Jayne. Solo le había dicho a ella que mi auto se había averiado. Era tan estúpida.
Debí haber apreciado mi teléfono mientras aún lo tenía. ¿Por qué había pensado
siquiera que podía abrir ese capó?
Mi pie entero palpitaba y se veía como una gran sandia hinchada. Mi vida
apestaba. Apestaba demasiado.
Si pudiera hacerme un ovillo, quizás me mantendría tibia pero en realidad no
me gustaba la idea de acostarme en el piso. Había vidrio roto debajo de mí,
cortando mi piel.
Tal vez si me levantaba, podía cojear hasta el carro. Ni siquiera estaba segura
de sí podría levantarme de nuevo sin colocar peso en mi pie. Había un poste de luz
de calle no tan lejos. Quizás podía arrastrarme hasta allí.
Me puse en mis manos y rodillas, rezando que nadie condujera por ahí y me
viera arrastrándome. La grava del camino se clavaba en mí. No podía hacer esto.
Doble el dobladillo de mi vestido para amortiguar mis rodillas e hice mi camino
despacio hasta el poste. Era mucho mejor que simplemente hacerme un ovillo en la
calle. Al menos estaba haciendo algo para ayudarme a mí misma.
Usé mis brazos para levantarme con el poste. Guao, estaba realmente fuera
de forma. Al menos ya no tenía frio. Todo el ejercicio me hizo sudar. Mi vestido
estaba arruinado por arrástrame pero al menos estaba de pie. Traté de dar brincos
pero, tan pronto como dejé ir el poste, fue difícil mantener mi equilibrio. Me
tambaleé y puse mi pie sin darme cuenta hasta que el dolor se disparó a través de
mí.
Lloriqueé pero no podía rendirme. Necesitaba llegar a mi auto. Salté un poco
más, descansando mi pie izquierdo en mi derecho para que no lo volviera a colocar
en el suelo de nuevo. Imaginé que había como treinta saltos hasta el siguiente
poste. Y solo había más o menos diez postes hasta mi automóvil. Brinqué unos
pocos pasos entonces escuché un ruido y tuve que detenerme para poder descifrar
56 que era.
Faros venían por el camino hacia mí. Podía ser rescatada. Podía hacerles
señas. Entonces mi corazón se hundió. Sola y herida, podía terminar como una
presa fácil para un psicópata pervertido. En lugar de hacer señas, me agaché,
tratando de no llamar la atención. Tuve que usar mi pie inflamado para
equilibrarme. Mordí mi labio para evitar sollozar por el dolor, esperando que el
auto se diera prisa y me pasara.
Sin embargo el vehículo no pasó. Se detuvo justo detrás de mí automóvil. No
tenía ningún lugar donde esconderme. Jamás sería capaz de correr para
escaparme. Mi corazón latió y temblé, apenas siendo capaz de mantenerme
erguida.
La puerta del carro se abrió.
Mierdola.
Tenía que ser algún rarito.
―¿Lucy?
Era Chad. Oh por dios, era Chad.
Traté de ponerme de pie y me tropecé.
¡Chad! Estoy aquí.
Él miró alrededor y luego me vio en la calle.
Intenté mantenerme de pie a medida que él caminaba hacia mí pero casi me
caí.
―¿Estás bien? ―Sus brazos se cerraron a mí alrededor.
Negué con mi cabeza. Tantas preguntas me golpearon. ¿Por qué estaba él
aquí? ¿Cómo sabía dónde estaba? Pero no pude siquiera abrir mi boca para
preguntar.
Cuando lo hice, en lugar de palabras, un revoltijo de ruidos salió. Quería
decirle gracias pero ni siquiera podía hablar.
―Vayamos a casa ―dijo él.
―No puedo caminar.
Me levantó en sus brazos y me cargó hasta su vehículo. Nunca imaginé que él
podría hacerme sentir tan segura. Todo mi cuerpo exhaló por el alivio de ser
salvada. Chad olía muy bien. No quería siquiera olerlo pero esa costosa loción para
después del afeitado flotó hacia mi nariz independientemente. Descansé mi cabeza
en su hombro solo porque era más fácil para él cargarme de esa forma.
―Mi auto… ―dije.
―Está bien. Lo arreglaremos mañana.
57 Abrió la puerta de su automóvil y me colocó dentro. Me acurruqué en la
esquina, envolviendo mis brazos a mí alrededor.
Escupí mi historia en un torrente de palabras. Él ni siquiera se rio lo cual
verdaderamente aprecié. Solo mantuvo sus ojos en el camino y asintió en los
momentos apropiados.
―Entonces, ¿cómo me encontraste? ―pregunté.
―Lucy, ¿crees que eres tan astuta pero no estaría haciendo mi trabajo si no
supiera estas cosas?
Capítulo Diez
—J
a, gané. Caíste en Park Lane y yo tengo un hotel allí. No puedes pagar.
Gané. Gané. ―Habría saltado y hecho un pequeño baile de victoria si
pudiera usar mi pie.
Era exasperante como Chad ni siquiera se alborotaba cuando le
ganaba. Le quitó algo de la diversión a ello. Quería que él diera más una señal. No
solo una bengala de sus fosas nasales sino una real rabieta de perdedor.
―¿Quieres jugar otra vez?
Chad negó con su cabeza.
―¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? Miedo de que vaya a azotar tu trasero.
Chad asintió y me disparó una sonrisa.
58 ―Estaba pensando en ir al gimnasio. Juegos de mesa no cuentan como
verdadero ejercicio.
―Es totalmente ejercicio y no puedes irte. ¿Qué si necesito algo?
Chad agarró mis muletas de la esquina y las posó al lado del sofá. ―Puedes
ponerte de pie y buscarlo tú misma. Es solo un esguince en el tobillo. No es como si
tus piernas se hubieran caído.
Arrugué mi cara.
―Es un esguince severo. Tú estuviste allí. Escuchaste al médico.
Le saqué mi lengua pero él solo señaló las muletas.
―Bueno, ¿puedes conseguirme algunos suministros para poder seguir?
Necesito las cosas a una distancia que pueda alcanzarlas. Como si me haces café en
mi taza de viaje, se quedaría caliente hasta que lo necesitara. Y algunas galletas
irían muy bien con eso.
Chad suspiró pero fue a la cocina para buscar mis suministros. Él era así de
bueno. Entonces me acurruqué y abracé mis almohadas. Tal vez Chad podría
arreglarlas en una posición más cómoda para mí antes de que se fuera.
―Aquí está tu café ―dijo él y colocó la taza en frente de mi―. Y aquí está tu
bocadillo.
―De ninguna manera. Eso no es un bocadillo. ―Recogí uno de los palitos de
zanahoria―. Eso es un vegetal. No hay consuelo en ello.
―No te has movido del sofá desde que te heriste el pie. No puede seguir
comiendo bocadillos todo el tiempo. Te pondrás muy pesada para usar tus muletas.
Le arrojé uno de mis cojines. Luego me arrepentí. Necesitaba ese cojín.
Maldito.
―De todas formas, se supone que estés aquí espiándome no yéndote al
gimnasio. Es tu trabajo.
Chad recogió el cojín y lo puso de nuevo en el sofá.
―Mi trabajo es asegurarme que tú sigas con el acuerdo con tu abuela. Si no
puedes salirte del sofá, no puedes romper el acuerdo, así que puedo salir por unas
pocas horas. Probablemente hasta podría tomar la semana.
Levanté mi teléfono.
―Oye amigo, tengo toda una agenda llena de números aquí. Solo necesito
llamar a uno de estos chicos y ellos estarían aquí en minutos con una buena y gran
carpa en sus pantalones. No necesitas un tobillo funcional para hacer el dulce,
dulce amor.
59 ―Tendrías que levantarte del sofá para darte una ducha primero. Apestas.
Él entró en su habitación para buscar su equipo del gimnasio y me dejó allí
olfateando mis axilas. Puede que haya pasado un rato pero hay muchos hombres
en este mundo a los cuales no les importa la higiene personal si eso quiere decir
que mojaran su pene. Chad solo estaba celoso.
―Podría totalmente sabes. No entiendes nada de los hombres si crees que un
poco de hedor los apagará.
Ja, eso le enseñaría. Lo pensaría dos veces antes de ir al gimnasio ahora. No
que quería que Chad se quedara conmigo pero no puedes jugar Monopolio tu sola.
Y, ya que no podía caminar, no podía hacer mucho más que jugar Monopolio.
Habíamos visto todas las películas de Harry Potter, Star Wars y cada
temporada de Gossip Girl. Hasta habíamos visto un montón de películas viejas de
Kung Fu que le gustaban a Chad.
―¿No tienes que estudiar?
Chad tenía su bolsa del gimnasio sobre su hombro. Me hizo querer follar
totalmente para que así le pudiera demostrar que estaba equivocado pero luego lo
pensé. Solo me estaría haciendo daño a mí misma si lo hacía. Hombre, él estaba
tratando de mentalizarme. Con decir que no podía follar, él planeaba que yo
quisiera retarlo. Que canalla. Había planeado todo esto. Sin embargo, era
demasiado inteligente para caer en sus trucos.
Me quedaría en el sofá por siempre si eso era lo que necesitaba.
―No puedo estudiar. No es como que solo tengo que leer algunos libros
aburridos. Necesitaría estar de pie para crear cosas.
―No puedo ver Harry Potter otra vez. De verdad no puedo. ¿No tenemos algo
más para ver?
―Nada que ya no hayamos visto. Pudiste haber buscado algunos DVDs en tu
camino de regreso del gimnasio.
―Te traje bocadillos. Te traje tanto dulce, que probablemente terminarás
diabética antes de que tu tobillo sane.
Chat se sentó a mi lado en el sofá para que ambos pudiéramos alcanzar las
golosinas de chocolate. Yo había puesto un cojín en la mesa de centro y tenía mi pie
descansando en él. Extendí mi cobija para que así cubriera también a Chad.
―Está bien, supongo que podemos ver algo más de Harry Potter. ¿Te dije que
mi primo vivía al lado de Daniel Radcliffe?
Obviamente no ya que Chad nunca me decía nada acerca de sí mismo.
60
―¡En serio! Eso es tan jodidamente genial. ¿Cómo puedes simplemente
meter algo como eso en una conversación? Si fuera yo, sería la primera cosa que le
diría a la gente acerca de mí. Es como si tu primo hubiera vivido en Privet
Drive3. ¿Qué, tienes algún chisme?
Él rascó su barbilla.
―Nada que pueda decirte realmente.
Maldito Chad. Necesitaba chismes ahora. Quería saber los escándalos
secretos de Harry Potter.
―Si adivino, ¿me dirás?
―Quizás. ¿Encenderás el reproductor de DVD o tengo que apoderarme del
control remoto?
Presioné el botón pero mi mente estaba en sacarle información a Chad. Tenía
que decirme algo o, cuando le dijera a Jayne y Tristan al respecto de esto, estarían
gravemente decepcionados. Estaba haciendo esto por todas las razones correctas.
Razones altruistas acerca de eso.
―¿Tiene algo que ver con una fijación morbosa con búhos? Porque
totalmente noté eso de los filmes.
3
Privet Drive: Lugar donde Albus Dumbledore organizó todo para que Harry se quedara a vivir
junto con sus familiares los Dursley al morir sus padres.
A mi lado, Chad se agitó. Sacudió el sofá y me mareó. ¿Qué le pasaba? ¿Se
estaba tocando bajo la manta porque eso sería asqueroso? Entonces me di cuenta
de que estaba temblando por una risa silenciosa.
―¿Qué? ¿Qué?
―Eres tan crédula, Lucy. Solo digo algo y lo crees.
Lo golpeé con un cojín.
―Eres malvado. Por supuesto, te creo. Pero no lo haré la próxima vez. Ahora
que sé que eres un sucio mentiroso.
―Cállate y mira la película.
Agarré el recipiente de palomitas de maíz. No compartiría eso con Chad. Él
podría quedarse sin comida chatarra por siempre.
Justo habíamos llegado a la parte donde Harry y Draco Malfoy tenían una
intensa tensión sexual sucediendo cuando el teléfono de Chad sonó.
―Ignóralo.
Pero Chad se levantó. Había estado tan a gusto acurrucada a su lado también.
Pensarías que todo ese musculo estaría duro e incómodo pero era bastante bueno.
Chad se paseó por la habitación, leyendo el mensaje. Corrió sus dedos por su
61 cabello y no me miró.
―Dejé algo en el gimnasio ―dijo él―. Tengo que regresar y conseguirlo.
Salió corriendo antes de que pudiera protestar pero él realmente parecía
muy evasivo al respecto. Apuesto a que era una chica. Maldita. La odiaba.
66
Capítulo Once
E
l viernes, no pude evitar salir para beber unos tragos. Era el cumpleaños
de Tristan y él insistió.
—Te estás volviendo aburrida últimamente, Lucy. Tienes que salir
y ser divertida. Es mi cumpleaños y demando diversión.
De cualquier manera se había vuelto demasiado acogedor sentarme en casa
con Chad. Al menos había empezado a ponerme al corriente en el trabajo. Había
sido difícil intentar hacer las cosas sin poder estar de pie. Nunca había notado la
cantidad de tiempo que pasaba de pie durante el día en el estudio. Pero, buenas
noticias, el doctor dijo que ya podía salir sin la fea bota.
Me di cuenta que me haría bien socializar con otras personas. Depender de
Chad me había hecho olvidar que él era el enemigo, incluso si estar en un bar lleno
67 de chicos calientes debilitaba mi resolución. Y él seguramente estaría revoloteando
a mí alrededor.
Cuando nos metimos al bar, ya se estaba llenando de gente. Yo tenía mis
muletas y Jayne corrió a la mesa de unos chicos, obligándolos a darnos la mesa.
—Deberías de conservar esas muletas. Son muy útiles.
Le di una media sonrisa. No iba a ir por ahí viéndome como idiota solo para
conseguir un asiento en el bar. La música sonaba a través de la habitación
mezclándose con el zumbido de las conversaciones. Definitivamente había pasado
un largo tiempo desde que yo había estado afuera. Noté a algunos chicos mirando
en mi dirección. Les sonreí. No podía esperar a que el trato se terminara. Ahora
que mi pie estaba casi sano, me di cuenta de cuanto extrañaba la recreación
horizontal.
Jayne fue hacia la barra y trajo una botella de champán para que la
compartiéramos. Ella sirvió tres copas, ignorando estudiadamente a Chad.
Hicimos un brindis de cumpleaños para Tristan.
—Así que, ¿el hombre misterioso será revelado esta noche? —pregunté.
Había sido bien y completamente informada sobre el nuevo hombre en la vida de
Tristan.
Tristán suspiró y se dejó caer en su asiento como si la vida se hubiera ido de
su cuerpo.
—Ni siquiera me hables de ese cerdo. Se ha terminado. Terminado.
Le sonreí a Jayne.
—No sonrías. Pensé que esto era la cosa real, pero él es un hombre malvado.
No he oído hablar de él en dos días. Él está rompiendo mi corazón. ¿Qué está
pensando? Él podía tenerme. Mírame. ¿Por qué desperdiciarías esto?
Chad puso los ojos en blanco. Él había estado con Tristán el tiempo suficiente
para saber de todo este drama.
—No te rías —repitió Tristán—. Es mi cumpleaños y me permite ser una
reina melodramática si yo quiero serlo.
Trate de verme seria.
—Realmente, Tristán, debes intentar contenerte hasta que hayas estado
saliendo con alguien por lo menos durante una semana más o menos. Llegar a
conocerlos poco a poco. —Era tan buena dando consejos de amor.
—Eso es fácil de decir para ti. Tengo un corazón frágil.
Chad definitivamente se rio ese momento.
Pensé que debía tratar de cambiar de tema antes de Tristán se diera cuenta
de la diversión de Chad y causara problemas, así que le pregunté a Jayne sobre su
68 trabajo en el proyecto final. Sabía que Tristán habría hecho un poco de ello y
habría surgido algo en el último momento pero Jayne había estado trabajando lejos
en secreto.
—Sabes que no puedo decírtelo —dijo—. No quiero que nadie lo sepa hasta
revelarlo.
—Bueno, yo sé lo que estás planeando, porque vi tus bocetos.
Ella movió una ceja de manera que yo sólo podía envidiar. —¿Lo hiciste?
Hombre, eso me enfureció. Ella me tenía que decir. Yo le contaba todo. Por
supuesto, yo había sido bastante dependiente de ella esa semana, así que no era
como si yo pudiera ocultar nada de todos modos.
Tristan rellenó mi copa. Le lancé una mirada que le hizo saber que era
suficiente.
Después de un rato, Tristan y Jayne decidieron jugar billar.
—No pueden. No me pueden dejar aquí sola. Y yo no puedo soportarlo.
—Tienes a Chad para tu entretenimiento. Tendremos un juego rápido —dijo
Tristán.
—No, no lo harán. Una vez que lleguen a esa mesa, estarán ahí para siempre.
En realidad, creo que fue una excusa para que Tristan cruzara el lugar en
busca de un nuevo novio. Solo podías checar hombres si estabas sentada en una
mesa. No puedo culparlos por incitarme a checar hombres. Yo haría lo mismo si
fuera ellos.
—Entonces, Chad, ¿cómo van las cosas? —Como yo no tenía a nadie más con
quien hablar, metí a Chad a la conversación.
Pero Chadester no quería hablar. Tenía un vaso de cerveza vacía y se estaba
dirigiendo a la barra. Yo estaba totalmente sola. Tristán estaba enfrascado en una
conversación con un chico hispano lindo cerca de la mesa de billar y Jayne parecía
que estaba separando a un pobre chico de su dinero en efectivo. No estarían de
vuelta pronto.
—¿Está ocupado este asiento?
Miré hacia arriba sólo para ahogarme en los ojos marrones más líquidos, si
eso era posible. Él era todo un hombre. Alto, de cabello oscuro con una cantidad
atractiva de rastrojos en su rostro. Era mayor que la habitual multitud de allí, pero
no demasiado. Su traje de buen corte daba a entender que él no era un estudiante
tampoco.
—Lo está ahora —dije, encogiéndome ante la pobreza de mi respuesta.
Tomó asiento y me sonrió, una sonrisa que le arrugaba los ojos y me hizo
sonreír en respuesta sin siquiera pensar en ello. Este tipo estaba para ligar, eso es
69 seguro. Sus ojos brillaban con sexo travieso. Probablemente le gusta un poco
pervertido también.
Los dedos envueltos alrededor de su vaso de cerveza eran largos y mostraban
una fuerza que me pareció muy caliente. Yo no podía dejar de mirarlos,
imaginando lo que sería capaz de hacerme con esos dedos.
—Así que, ¿qué hace una bella dama como tú sentada sola? —Parecía que
ninguno de los dos era ágil con el diálogo, pero quien necesita ser original e
ingenioso cuando su cuerpo era el que hablaba. Había pasado un tiempo desde que
había conocido a un chico que me despertara de esa manera. La agitación de
posiblemente tener sexo casual.
—No estoy muy móvil en este momento —le contesté, señalando con la
cabeza el pie apoyado en una silla.
—Eso no es bueno. Pero significa que no puedes huir. —Una vez más, sonrió.
Me contó un poco acerca de sí mismo. Su nombre, Luke. En que trabajaba, sus
aficiones. Algo por el estilo. Yo no le presté mucha atención. Estaba demasiado
ocupada viendo su mano flexionarse y contraerse alrededor del vaso. Yo estaba
muy caliente. Giré un mechón de cabello alrededor de mi dedo.
—Así que, la escuela de arte, ¿eh? Eso debe ser divertido. —¡Oh, la forma en
que sus nudillos se movían!
—Está bien. Un montón de trabajo duro sin embargo.
Él asintió. —Así que, ¿un día tendrás un nombre famoso como Picasso o algo
así?
—Algo así. Tal vez un poco más sexy.
Le di mi mirada seductora, no con toda su fuerza, pero ojos que incitaban al
sexo. Tuve que construirla con toda mi fuerza. Ningún hombre podía manejar eso.
Sólo, mi coqueteo se cortó en seco cuando me di cuenta de Chad en el bar,
observando cada uno de mis movimientos. Yo no sé por qué eso me preocupó. Yo
podía coquetear con un chico sexy y no significaba nada. No era como que
estuviera teniendo relaciones sexuales con el chico. Yo ni siquiera tenía ninguna
intención de acostarme con él. Incluso si yo no tengo sexo con él, era agradable
saber que todavía tenía el encanto.
Miré a Luke y probé mis ojos semi-sexuales de nuevo, pero se habían ido. No
pude sentirlos. No pude conseguir la cantidad correcta de tensión detrás de la
mirada. La mirada tiene que tener la sensación de retorcimiento de mi estómago,
mezclada con un poco de acción pasando entre mis piernas. Tenía que canalizar
todo eso a través de mis ojos. No pude hacerlo hacia Lucas sin embargo. En lugar
de sexy, la mirada terminó siendo un poco extraña y rara por lo que pude ver.
Lucas no pareció notarlo sin embargo. Pensó que estaba a medio camino ya.
Volví la cabeza para que no pudiera ver a Chad, ni siquiera desde la esquina
70 de mis ojos. Incluso entonces, pude sentirlo detrás de mí. Eso sólo me hizo sentir
toda rara por dentro. Sus ojos estaban puestos en mí y de repente, mi risa sonaba
demasiado fuerte y mis palabras no sonaban verdaderas. Incluso el remolino en mi
estómago se convirtió en piedra. Maldito Chad. Él tenía que arruinarlo todo.
El champán en mi copa se había acabado, pero yo no quería otra. Sólo quería
ir a casa. Tal vez estaba demasiado cansada. Yo había pasado de no hacer nada
durante todo el día a una semana intensa de trabajo. Eso no podía ser bueno para
mí. Me volví hacia la barra para hacerle saber a Chad que quería ir a casa, pero él
no me estaba viendo en absoluto. El hijo de puta. Estaba hablando con Rebecca
Forsythe. Yo quería vomitar.
—Así que, dime más sobre ese proyecto de trabajo —le dije a Luke. Me
incliné para pellizcar una mota de pelusa de su chaqueta—. Suena fascinante.
Toma eso, Chad. Él podía pasar el rato con la barata de Rebecca todo lo que
gustara. Tenía a Luke para entretenerme aunque su historia acerca de su reunión
de trabajo no era realmente entretenida. ¿Qué estaba haciendo en un bar de
estudiantes de todos modos? Eso parecía un poco sórdido para mí cuando él no era
en realidad un estudiante. No me gire para comprobar a Chad de nuevo. Me
gustaría escuchar esta historia y reír en los momentos apropiados. Eso es
exactamente lo que yo haría.
—Así que, cuando mi jefe fue hacia el gerente, el gerente le dijo que teníamos
que conseguir nuestros patos en una fila…
¿De cualquier manera, de qué demonios estaba hablando este tipo? ¿Patos?
¿Qué me importaban los patos?
Oh, mierda, volví accidentalmente mi cabeza. Sólo por un segundo. Y la
barata Rebecca se había ido. Chad estaba caminando en mi dirección con dos
bebidas en sus manos.
Luke se echó a reír, así que se eché a reír junto con él, entonces le di un
puñetazo bromeando en el brazo.
—Esa fue buena —le dije. Teniendo la esperanza de que fuese una respuesta
adecuada.
Chad se sentó a la mesa y Luke le lanzó una mirada inquisitiva. Chad puso
una copa de vino delante de mí. Bueno, él no sólo lo dejó, él lo puso abajo de esa
manera en que los chicos lo hacen pareciendo un perro levantando su pata para
marcar su territorio.
—Soy Chad —dijo y le tendió la mano a Luke.
¿Qué demonios estaba haciendo? Era como si él totalmente quisiera
bloquearme de cualquier polla. ¿Por qué él incluso haría eso? Él no conseguiría su
dinero haciendo eso. Yo era perfectamente capaz de bloquear las pollas por mí
misma. Le llamaba firme determinación.
71 Chad le dio a Luke una mirada de rayo láser que pronto tuvo a Luke
corriendo como una perra.
—¿Por qué hiciste eso?
Chad no me miró. Miró su cerveza y se encogió de hombros.
Había una especie de juegos mentales extraños ocurriendo dentro de él y yo
no quería jugarlos. Yo podía patearle el culo en Monopolio y podría patearle el culo
en este también. Pero sobre todo, yo sólo quería dormir.
—Vamos a casa —le dije.
—No has terminado tu bebida.
—Yo no la quiero. Yo no te pedí que la compraras para mí.
—Bien. —Chad se tragó su cerveza de un solo trago.
—Podrías habérsela dado a Rebecca Forsythe en su lugar.
—Vámonos —dijo Chad, golpeando su vaso vacío sobre la mesa. Todavía no
me miró. Sus fosas nasales se abrieron y él siguió tocando el borde de su vaso
contra la mesa.
Dios, él era una perra malhumorada.
—Le diré a Jayne y a Tristan que me voy. O simplemente podrías ponerme
sobre tu hombro como lo hiciste la otra vez.
Se volvió hacia mí, entonces, con los ojos como fragmentos de vidrio.
—No me incites, Lucy.
En serio.
Encontré a Jayne con un montón de ganancias del billar. Ninguno de los
chicos jugaría de nuevo y ella se estaba enojando con ellos.
—Me voy ahora —le dije.
—Pero yo iba justo ahora a hablar contigo. ¿Quién era ese tipo con el que
estabas hablando? Él parecía un poco inmoral.
—Oh, solo un hombre de negocios. Entonces Chad se acercó y fue todo raro.
Jayne miró a un chico en el otro lado de la mesa, apuntando a él y luego a sí
misma entonces a la mesa de billar. Él negó con la cabeza y ella le dio un
encogimiento de hombros exagerado. Luego él asintió con aparente renuencia.
—Ja, uno nace cada minuto. Voy a estar comiendo soufflés esta noche. —Ella
me dio un breve abrazo—. Te llamaré el fin de semana. Déjeme saber si necesitas
ayuda con cualquier cosa.
—¿Has visto a Tristán?
—Creo que está en el baño. —Ella me dio un guiño así que no tuve ninguna
72 duda sobre lo que estaba haciendo allí—. Le diré que dijiste adiós si aparece.
Traté de regresar por la sala con mis muletas, pero hombre, la gente puede
ser tan molesta cuando esta ebria.
—Tal vez tenga que cargarte fuera de aquí. —Chad apareció a mi lado.
—Podrías solo abrir paso y asegurarte de que nadie me golpeé.
Chad me alzó en sus brazos. No sobre el hombro como lo había hecho antes,
sino que me acunó en sus brazos como lo hizo la noche del accidente. Quise
protestar y golpeé mis puños en su pecho, pero era mucho más fácil ser cargada
que llevar esas muletas. Puse mis brazos alrededor de su cuello y él recogió las
muletas con la mano libre.
—Asegúrate de no golpear mi pie —le dije.
—Abran paso —gritó—. Mujer paralitica pasando.
—Hey, ignoren el “paralítica”, es una lesión temporal.
Pero eso hizo que la gente nos permitiera pasar. Tenía que agradecerlo.
Alguien incluso se levantó y abrió la puerta para mí.
—No deberías haber bebido esa última copa —dijo el desconocido-abre-
puertas.
—Sí, bueno.
Llegamos al otro lado del estacionamiento al auto de Chad, pero él no me
bajó.
—Eres demasiado buena para basura como ese tipo en el bar, Lucy.
Hombre, otro sermón. Yo estaba a punto de protestar cuando Chad me hizo
callar. Con su boca. Al principio, sus labios apenas rozaron los míos como si yo
fuera una flor delicada. Ese fue un shock suficiente. Pero luego él presionó con más
fuerza, su lengua moviéndose. No podía hacer otra cosa que responder. Después de
todo, él me estaba cargando y yo tenía mis brazos alrededor de su cuello. Yo no
tenía a donde huir.
Y mi vientre se revolvió demasiado duro para luchar contra él. En su lugar me
relajé en sus brazos, presionando mis labios con más fuerza contra los suyos y
moviendo la mano de su cuello para enredarla en su cabello.
Chad olía bien. Él sabía muy bien. Y a pesar de que había besado a más
hombres de los que podía recordar en esta vida, ninguno de ellos me había besado
alguna vez como lo hizo Chad.
73
Capítulo Doce
Y
o le gustaba a Chad. Obviamente, le gustaba. Seguí disparando miradas
hacia él mientras él conducía el auto a casa y un zumbidito se sentía
alrededor de mi cuerpo. Puse mis brazos alrededor de mí misma y
traté de no dejarle ver mi sonrisa. Por supuesto, que yo le gustaba.
Quiero decir, le habían ofrecido un montón de dinero si él me atrapaba rompiendo
el acuerdo que tenía con mi abuela y sin embargo cada vez que incluso estuve a
punto de echar un polvo, él me había cargado como un toro para mantenerme
dentro de mis pantalones. Le gustaba más que un montón de dinero en efectivo.
Y él me había besado.
Me pregunté si debía acariciar su pierna, ponerme toda cariñosa con él
mientras conducía. Yo no había estado tan preocupada con la seguridad vial en el
74 pasado. Con cualquier otro hombre, habría bajado su bragueta y habría saboreado
ese delicioso pedazo de carne a la intemperie antes de llegar al primer semáforo.
¿Por qué Chad me hacía sentir tan tímida? Me temblaban las manos sólo con
el pensamiento de tocarlo. Mi estómago se sacudió en patrones locos.
Crucé las piernas para controlar mis necesidades. Ni siquiera podía
mantenerme tranquila. Deseaba a Chad, no podía negarlo. Y ni siquiera en la
manera de "yo he estado tanto tiempo sin sexo, que tomaría lo que sea". Yo lo
deseaba en la forma que deseas a alguien que te rescata cuando te arrastras por la
acera y que cuida de ti cuando has sido herida. Yo lo quería de la manera en que
quieres que alguien incluso después de haber visto que es un lío al cepillarse los
dientes y escuchado los ruidos extraños que hace en su sueño. Yo lo deseaba,
mucho.
Yo no sabía mucho de Chad, pero sí sabía que tenía un gran corazón. Él no
era como los chicos con los que había salido antes. Definitivamente no era una
mierda del tipo “follalo y ahórcalo”
—¿Estás bien? —preguntó Chad.
—Sí, ¿por qué?
—Estás muy callada.
¿Cómo iba a responder a eso? Si él no se dio cuenta de lo mucho que había
sacudido mi mundo, yo no iba a decirle. Pero sin duda él lo había sentido también.
Había sido como si el mundo se hubiera desplazado de su eje y todas las estrellas
viajaran en el cielo.
La sonrisa que me dio confirmó que él había sentido lo mismo. Era una
sonrisa llena de promesas. Le dejé tomar la delantera en esto. Normalmente soy el
tipo a la que le gusta sentarse en el asiento del conductor, por así decirlo, pero
sería bueno ser seducida.
El viaje del bar a la casa nunca había tomado tanto tiempo. Nos tocó cada luz
roja.
Descrucé y luego volví a cruzar las piernas.
Nunca había visto antes cuan sensual era el rizo detrás de la oreja de Chad.
Me encantaría torcer ese rizo alrededor de mi dedo. Y la forma en que sus
músculos de los muslos se tensaban contra la mezclilla de los vaqueros. Esos
muslos eran sólidos. Santa mierda, sabía que Chad era un paquete caliente, pero yo
nunca había diseccionado antes esa sensualidad.
Cuanto más nos acercábamos a la casa, más caliente me ponía. A pesar de
que había jurado no tener sexo, era diferente si se trataba de Chad. Yo tenía mi
carta gratis.
Se detuvo fuera de nuestro apartamento y salté del auto y entonces recordé
75 que no podía caminar. No era sexy tener que cojear con mis muletas. Seguramente,
Chad se ofrecería para llevarme otra vez entonces yo estaría envuelta en sus
cálidos brazos. Lo miré con nostalgia pero él no respondió. En cambio, él metió la
mano en su bolsillo buscando las llaves de la puerta.
Mi corazón se hundió como un ladrillo. Tal vez el beso había sido un impulso
y ya lo lamentaba. Después de todo, yo ya lo había intentado con Chad y él me
había rechazado una vez. No tenía ninguna razón para pensar que había cambiado
de opinión.
Él me sonrió por encima del techo del auto, sin embargo y eso hizo que mi
corazón revoloteara. Esto iba a pasar.
Sacó mis muletas del asiento de atrás, pero no me las entregó. En su lugar,
puso su brazo alrededor de mi cintura, así que tuve que colocar mi brazo alrededor
de su cuello para entrar. Su agarre en mi cintura era más apretado de lo que
necesitaba lo que significaba que nuestros cuerpos se estaban tocando
completamente. Lado a lado. Y todas partes en donde estábamos tocándonos
enviaban chispas a través de mí. Fue un poco incómodo el camino a la puerta
principal, pero nos las arreglamos para arrastrar los pies en nuestra subida, ambos
sabiendo cómo movernos sin siquiera tener que hablarnos.
Cuando llegamos dentro, las cosas se volvieron un poco incómodas. Todas las
reglas habían cambiado y yo no estaba segura de a dónde ir desde allí.
—¿Quieres una taza de té? —preguntó Chad.
¡Él realmente preguntó eso!
—Sí —le contesté, aunque una taza de té, era la última cosa que quería. Él
sólo estaba tratando de ganar tiempo. Dios, nunca me había sentido así antes.
Tenía una bolsa entera de trucos que me conseguían todo lo que quería, pero Chad
conocía todos los trucos. Él simplemente se reiría de mí. Tenía que ser honesta y
cruda con él y eso era lo más difícil de todo. Quiero decir, el tipo me conocía. Él me
había visto en mi peor momento, en pijama sin haberme duchado durante días. Él
me había visto sin maquillaje y me escuchó en el inodoro. Yo no tenía secretos para
él y eso significaba que ningún truco funcionaría.
Abracé un cojín contra mi pecho como si necesitara algún tipo de barrera
para protegerme de mis sentimientos. Eso parecía totalmente cobarde, así que tiré
el cojín lejos y traté de verme toda casual, como si fuera sólo otra noche en casa.
¿Qué le estaba tomando tanto tiempo? Era sólo una taza de té.
Encendí el estéreo para tener un poco de música que cortara a través del
silencio.
Finalmente, apareció con dos tazas. Las colocó en la mesa de café y luego
vaciló como si no estuviera seguro si debía sentarse en el sofá a mi lado o en el
sillón donde normalmente se sentaba. Me hizo relajarme un poco darme cuenta de
que él estaba tan nervioso como yo.
76 Se sentó a mi lado.
Ninguno de los dos habló así que cogí mi taza de té y le di un sorbo para así
tener una razón para no hablar. Yo tenía el brazo apoyado en el respaldo del sofá y
lo mismo hizo Chad. Acerqué mis dedos hacía él y él también los movió, hasta que,
por fin, nuestros dedos se tocaron.
¡Zing!
Sus ojos se encontraron con los míos y yo quería romper el contacto visual.
Era casi demasiado para manejar para mí. ¿Por qué no podía simplemente besarme
otra vez? Se movió hasta que mi mano estuvo en la suya, acarició el costado de mi
pulgar y me reí nerviosamente.
—¿Qué?
—Nada.
Cogí mi taza de nuevo, pero se estiró, tomándola de mi mano y colocándola
de nuevo abajo. Me miró de nuevo, acercándose.
Esta vez, cuando sus labios se encontraron con los míos, fue un beso fuerte,
lleno de hambre. Su boca se apretó con fuerza contra la mía mientras acunaba mi
cabeza. Apoyé la mano en su pecho, sintiendo su corazón latir tan rápido como yo
sabía que el mío también latía. Me hubiera gustado no tener la delgada barrera de
ropa entre nosotros.
Se apretó aún más contra mí. Su polla se encontró mi pierna, y ya estaba dura.
Me revolví para liberarme y así poder envolver mi pierna alrededor de él y
acercarnos aún más.
Jadeé cuando una punzada de dolor atravesó mi pie.
—¿Estás bien? —dijo, alejándose de mis labios.
—Estoy bien ahora. —Le sonreí y lo atraje de nuevo hacia mí. Yo estaría bien
siempre y cuando él se mantuviera besándome. Estaría totalmente bien.
Me agarró la pierna y la ajustó para que mi tobillo descansara en el cojín del
sofá detrás de él.
Sin embargo, en lugar de darme un beso, sólo jugó con un mechón de mi
cabello. Yo sufría por sus labios de nuevo. La suavidad de su tacto me volvía loca.
En mi interior, le rogué para que me besara. Que empujara mi espalda contra los
cojines del sofá y me cubriera con su cuerpo. Parecía estar frenando pero yo no
quería que se contuviera. Quería que dejara salir todo.
Él rozó sus labios contra los míos. Sólo un roce. Nada más. Puse mis brazos
alrededor de su cuello para acercarlo más. Pero él me quitó de encima.
Luego se puso de pie.
80
Capítulo Trece
E
n el auto, encendí la música para que Chad no hablara.
—¿Qué clases tienes hoy? —gritó sobre la música.
—Las de siempre. —Yo no lo miré. Me mordí el labio y me centré
en conducir.
—¿Y cuáles son tus planes para después de clase?
—Ninguno.
—Vas a hacer algo. ¿Te dirigirás a casa o saldrás o qué?
Parecía un poco enfadado. Si no le gustaba, podía siempre no hacer el trabajo.
Yo no tenía necesidad de planificar todo mi día con antelación para su beneficio.
L
e dije a Jayne todo acerca de la visita de mi abuela y lo que se había
dicho. Que necesitaba que se embarcara en esta investigación sobre
Chad. Y yo tenía que hacerlo sin Tristán porque él era pésimo en
cosas secretas.
—Tu abuela es extraña.
—Eso es verdad, pero no puedo hacer nada al respecto.
Tuvimos que hablar en clase para que Chad no pudiera escucharnos. Él se
había relajado un poco sobre estar rondando el estudio. Creo que se dio cuenta de
que yo no estaría saliendo a escondidas de la clase, ya que tenía mucho trabajo, así
que traía su equipo con él algunas veces y usaba el gimnasio de la universidad.
Otras veces sólo pasaba el rato en el café haciendo cosas-de-Chad. Eso era algo
89 muy útil ya que significaba que tenía una mesa guardada para mí cuando tenía mi
descanso.
Jayne y yo todavía no teníamos un plan cuando fuimos a tomar un café. Yo
había hecho algunos grandes progresos en mi pintura sin embargo.
Caminamos juntas a la cafetería.
—¿Estás bien? —preguntó Jayne—. Todavía cojeas un poco.
—Estoy bien. Sólo duele un poco cuando tengo que estar de pie demasiado
tiempo y hacer esto. Tú siempre estás de pie mucho tiempo. —No quise añadir que
tenía un largo turno en la tienda después del trabajo y que sólo empeoraría las
cosas, pero no quería que ella me estuviera sermoneando todo el rato. No podía
dejar de ir a trabajar, porque necesitaba el dinero.
—Hay una cosa sobre Chad... —Tuve una idea repentina—. Incluso si va al
gimnasio aquí, él de todas maneras sale cuando estoy trabajando o si tiene un
tiempo libre de cuidarme. Él lleva su mochila de gimnasio. Quiero decir, él es un
tipo aficionado pero ir al gimnasio dos veces en un día, ya sea que tiene un
problema de adicción al ejercicio o hay algo más sucediendo ahí.
Jayne asintió.
—Eso es. Podemos seguirlo cuando salga.
—Pero él solamente se va cuando estoy trabajando. Eso frustra el propósito.
Ella dio un pequeño salto.
—Yo le puedo seguir. Tú estarás en la tienda y él no sospechara nada. Incluso
podrías hacer que él te llevé al trabajo.
Se abrazó a sí misma ante su propia inteligencia. Tenía que admitir, que era
una idea inteligente. Podríamos averiguar si tenía una amante escondida en alguna
parte. La idea de que la tuviera hizo que mi estómago se revolviera. O podría tener
un hijo. Una vez más se me revolvía el estómago. Él parecía un poco solitario de
todos modos así que tenía que ser algo así como una deuda incobrable. Tal vez con
usureros involucrados.
—Sin embargo, si hay algún peligro, sal de ahí —le dije a Jayne—. No quiero
que te metas con los usureros u otros oscuros personajes.
Tal vez era algo completamente distinto. Tal vez él quería ir a Italia por sí
mismo o a algún lugar para estudiar. Quizás Chad tenía sueños propios.
Tristán estaba con él cuando llegamos a la cafetería. Los dos hablaban como
si fueran viejos amigos. Al ritmo que iba, Chad se matricularía en la escuela de arte
pronto. No estaba segura de que me gustaba que él estuviera involucrándose tanto
en mi vida.
90
—Pensé que ya no querías que condujera —dijo Chad.
—No lo hago, pero mi tobillo se siente un poco dolorido, así que no quiero
poner demasiada presión sobre él. Tú vas a salir de cualquier manera.
—Si te duele, tal vez deberías tomarte la noche libre de trabajo —dijo
preocupado y no sólo como una excusa para no llevarme.
—Necesito el dinero y de todos modos voy a estar sentada detrás del
mostrador casi toda la noche. —A menos que tenga que ayudar a un cliente en la
sala de cambio o cambiar mercancía o encontrar algo específico para alguna
persona. Pero Chad no lo sabía. No sabía nada de ventas al por menor.
—Está bien, entonces, vámonos. —Él movió las llaves de su auto alrededor de
su dedo.
Agarré mi bolsa y lo seguí hasta el auto. Jayne estaría esperando en su auto
en la zona de tiendas. Chad conocía su auto, pero pensamos que él no esperaría que
lo siguiera. Jayne me había dicho que era una experta en seguir a las personas por
ver las series de crimen en la televisión, de todos modos.
Tenía la esperanza de que la tienda no estuviera demasiado concurrida.
Necesitaba poder revisar los textos de Jayne. Yo tenía una sensación zumbante por
toda esta operación y no estaba segura de sí era una sensación buena o mala. Sin
embargo, tenía que descubrir las cosas de una u otra manera.
Cuando llegué a la tienda, no había clientes. Michelle, la propietaria, se veía
feliz de verme.
—He estado esperando para que llegaras. Realmente necesito un poco de
comida. Ha estado muerto todo el día pero odiaría dejar la tienda incluso por unos
pocos minutos.
Mira, yo pondría el letrero que dice “regreso en 5 minutos” pero, yo no era la
propietaria. Ella me abrazó y luego se fue. Me quedé mirando mi teléfono
preguntándome cuánto tiempo le tomaría a Chad llegar a donde tenía que ir.
Realmente no había nada que hacer en la tienda. Michelle debe de haber estado
muy aburrida. Cada pequeño trabajo de rutina que tenía que hacerse ya había sido
hecho. Toda la nueva mercancía ya estaba clasificada y colgada. El suelo estaba
impecable. Incluso los lapiceros sobre el mostrador estaban alineados en una línea
muy recta.
Antes de escuchar a Jayne, algunos clientes entraron en la tienda. Dos
colegialas aburridas. Querían probarse de todo y me mantuvieron llevándoles más
cosas. Yo sabía que no iban a comprar nada. Solamente estaban aburridas y quizás
potenciales ladronas por la forma en que seguían tratando de distraerme. Podía
91 escuchar el sonido de mi teléfono con mensajes, pero no me atreví a dejar solas a
esas chicas. Con una pequeña boutique como esta, una perdida mínima podría
significar un gran problema y un montón de las cosas eran por encargo para los
diseñadores locales. Estoy segura como el infierno que Michelle no querría tener
que decirles que sus cosas habían sido robadas.
—¿Estás segura de que no tienes este en azul? —preguntó una de las chicas.
—Estoy segura. Es una pieza única. Si deseas una amplia gama de colores, te
recomiendo que vayas a Target o en algún lugar como ese. —Yo estaba
volviéndome un poco grosera con ella, pero yo sólo quería que se fueran—. ¿Vas a
llevar eso? —le dije a la otra chica, que tenía algunas cosas en su mano.
Las chicas se miraron y luego decidieron que era hora de irse.
Por fin.
Cuando la puerta se cerró detrás de ellas, saqué mi teléfono.
Tenía tres mensajes de Jayne. Uno diciendo que estaba siguiéndolo, el
siguiente mensaje diciendo que él había entrado a una tienda de autoservicio y el
último diciendo que lo había perdido.
Mierda. Ella lo había perdido. Qué desperdicio.
Dado que la tienda estaba vacía, llamé a Jayne para obtener detalles.
—¿Qué pasó? ¿Cómo lo perdiste?
—Creo que él sabía que lo estaba siguiendo. Tomó un montón de callejuelas y
tuve que quedarme atrás para que no pudiera verme entonces aceleró y fue hacia
las puertas de un cruce ferroviario que estaban bajando. Ahí es donde lo perdí.
—Hombre, ni siquiera podemos seguirle de nuevo ahora, si sabe que estamos
tras él. Nunca vamos a descubrir la historia de Chad. Él va a ser un enigma para
siempre.
Realmente no podía pensar en ninguna manera de averiguar cuál era su
historia, no a menos que él quisiera hablar. He tratado de acosarlo en Internet,
pero yo ni siquiera pude encontrar su página de Facebook.
—Vamos a emborracharlo y luego sacarle información. —Esa fue sólo la
sugerencia de Jayne antes de que tuviera que irse.
Colgué pero seguía pensando en la motivación de Chad.
Él obviamente, quería demasiado el dinero de mi abuela. Había estado
realmente molesto cuando la abuela lo quería fuera del caso. Él no lo demostró,
pero yo conocía lo suficiente como para leer a Chad ahora. Y, obviamente,
necesitaba el dinero lo suficiente para rechazarme. Por lo que he visto de él, en
realidad no le importan mucho las cosas materiales. Sus ropas eran prácticas y él
nunca quería ir a cenar porque costaba demasiado.
92 Eso nos devolvía a él teniendo enormes deudas que pagar.
Por supuesto, no mucha gente diría que no a un gran fajo de dinero en
efectivo, pero ¿cuántas personas tomarían 100 días de su vida para rastrear las
espaldas de otra persona, incluso alguien tan fascinante como yo?
Yo ni siquiera sé si Chad era su verdadero nombre. Ese podría ser un nombre
falso para impedirme buscarlo en Google y descubrir sus secretos sucios.
Cuando Chad me recogió en el trabajo, parecía un poco extraño. No hablaba,
así que yo no hablé tampoco.
Llegamos a casa y todavía Chad no había dicho nada.
Me dejé caer en el sofá, con el cerebro muerto por mi día, cuando Chad salió
de su habitación.
—Debemos hablar de esto —dijo. Se veía serio.
—¿Sobre qué?
—Sobre ti haciendo que tus amigos me sigan, no está bien, Lucy.
Me senté.
—Bueno, ¿cómo es eso diferente a ti siguiéndome? No tan divertido cuando el
zapato está en el otro pie, ¿eh? El seguidor se convierte en el seguido.
—No es una broma. Necesito tener algo de tiempo para mí mismo. Si quieres
saber lo que hago, solo pregúntamelo. No tienes que esconderte.
—Entonces, bueno, dime. ¿A dónde ibas esta noche?
Ja, lo tenía. Tendría que decirme ahora.
—Yo estaba en el hospital.
—¿Eh? —No esperaba eso.
—Tenía que visitar a mi madre. Está enferma. Es por eso que estoy haciendo
este trabajo. Así puede tener su tratamiento. Si tengo una considerable suma de
dinero, ella puede obtener este medicamento experimental. Cuesta una fortuna
pero podría curarla. Ella tiene cáncer.
¿Qué? De ninguna manera.
Me senté de golpe y lo miré fijamente.
Él sólo había arrojado eso de la nada. Entonces me acordé de la forma en que
me había tragado sus historias estúpidas antes. Yo no estaría tragándomela tan
fácilmente esta vez. Esta no sería como su historia de "mi primo vivía al lado de
Harry Potter".
Lo dijo con tanta ligereza. Él ni siquiera se veía molesto. Definitivamente
estaba tratando de mentirme con toda la cosa de "mi madre tiene cáncer". Eso no
estaba bien.
93 —Cierto, tu madre tiene cáncer. Muy bien, Chad. ¿Se supone que llore por ti?
Tal vez debería hacerte que un plato de sopa y nos sentamos melancólicamente
por tu madre enferma.
Puse los ojos en blanco. Podría haber sido más original. Se sentó allí tratando
de verse todo con ojos tristes y serios pero me di cuenta de que iba a comenzar a
reír tan pronto como yo saliera de la habitación. Y yo pensaba dejar la habitación
muy pronto, para mensajear a Jayne.
Mientras caminaba a su lado, le di un puñetazo en el brazo.
—Lo siento, Chad, esfuérzate un poco más la próxima vez.
Por un momento, me detuve. La expresión de su rostro me hizo pensar que
podría estar diciendo la verdad, todo torcido con dolor. Mi corazón dio un vuelco y
yo estaba a punto de pedir disculpas luego el rostro de Chad estalló en una sonrisa.
Casi me había engañado esta vez. Por supuesto que él había estado bromeando. Él
realmente debería pensarlo mejor antes de bromear sobre algo como el cáncer.
Capítulo Quince
N
o hubo más noches acogedoras en casa jugando juegos de mesa
o viendo la televisión. No más Chad haciéndome la cena o
trayendo mi café. Parecía que Chad había comenzado a tomar en
serio su trabajo.
Tal vez era porque mi tobillo estaba de vuelta a la normalidad y yo no lo
necesitaba más.
Entró en el modo completo de tratar de conseguir que yo rompiera el
contrato con mi abuela. Yo estaba tratando de hacer unos bocetos para mi
evaluación cuando alguien llegó.
El chico llamó a la puerta y yo respondí.
Y
o no sé por qué me hizo sentir tan mal que Chad me viera besando a
Sin-Nombre. He besado a muchos hombres en mi vida y no había
significado nada. No es que yo le estaba dando sexo oral. Pero mi
corazón se hundió hasta el fondo de mi estómago y no podía mirar a
los ojos de Chad. Un ardor crujiente flameando dentro de mí. No de la buena clase
de ardor. Tal vez esto era lo que quería decir la gente cuando hablaban de la
vergüenza.
La mirada de Chad fija en la mía y fue como si la música, las luces y toda la
gente haciendo ruido alrededor se hubieran detenido para que hubiera espacio
para todos los malos sentimientos que vinieron rápidamente dentro de mí. Mierda,
El hombre Sin-Nombre ni siquiera era tan buen besador. Había usado demasiado la
lengua y la boca tenía un ligero sabor a ajo. Definitivamente no tenía mis dedos
100 retorciéndose o mi corazón acelerándose.
Empujé a Sin-Nombre a un lado como si me hubieran atrapado con la mano
dentro del tarro de galletas. El dolor se propagó a través de mi cuando Chad se
alejó. No tenía que darle explicaciones, sin embargo sentía que tenía que hacerlo.
Corrí tras él a pesar de mí misma. La mirada en sus ojos cuando me vio hizo
mis entrañas acalambrarse más que mis peores dolores menstruales. Uno pensaría
que él estaría todo emocionado, pensando “voy a ganar esta mierda”, pero era más
como la mirada de un niño que encuentra un suéter tejido a mano bajo el árbol de
Navidad en lugar de una bicicleta nueva.
A pesar de que toda la multitud en ese club parecía estar empeñada en
mantener a Chad alejado de mí, metiéndose en mi camino y tropezando conmigo.
Yo les empujé a un lado, usando los codos para conseguir abrirme paso.
—¡Oye, cuidado! —me gritó un hombre. Yo ni siquiera le hubiera empujado si
él no se hubiera tambaleado hacia mí. Trató de bloquearme pero lo esquivé.
Luego otro vino a mí con esa estúpida sonrisa que los chicos tienen cuando
están borrachos y piensan que están siendo encantadores. Me agarró, pero lancé
lejos su mano. A través de la iluminación, pude ver el destello azul de la cabeza de
Chad, luego rojo, luego desapareciendo y luego apareciendo de nuevo en otro lugar
en la habitación. Mi corazón latía al ritmo de la música.
Me imaginé que él se dirigía a la puerta así que me dirigí ahí directamente
para interceptarlo.
Traté de mantener mi respiración bajo control, pero me sentía como si la
habitación se estuviera haciendo más pequeña. Seguramente Chad no se iría. Él
estaba destinado a mantener un ojo en mí y él no conseguiría ninguna prueba si se
iba a casa.
Toda la noche se había convertido en un desastre. Chad había sido el que me
había hecho venir al club y yo no podía hacer nada si ese hombre se había lanzado
hacía mí. No era como si lo hubiese buscado. Yo podría explicarle a Chad y todo
estaría bien.
Finalmente logré mi camino hacia la puerta pero no vi ninguna señal de Chad.
Tal vez no se iba a ir, tal vez solo había tratado de obtener un mejor lugar para
tomar fotos espeluznantes de mí como prueba. Bueno, yo había frustrado ese plan.
Me puse de puntillas, tratando de obtener una mejor visión. Alguien tan alto como
Chad no podía simplemente desaparecer, eso es seguro.
Luego lo vi en el guardarropa. Y mi corazón saltó de mi pecho. Realmente lo
hizo. Se salió y saltó por la habitación, volando por las paredes.
Por supuesto que él estaba en el guardarropa. Se me había olvidado que
había dejado su chaqueta cuando habíamos llegado. Jayne había estado demasiado
101 ocupada tratando de arrastrarme a la pista de baile, pero yo le había dicho que era
un tonto y él debió haber dejado su chaqueta en el coche como una persona
normal.
Pensé que simplemente aparecer junto a él era la mejor manera de manejar
la situación.
—¿Te vas? —le pregunté.
Chad solo se volteó y levantó una ceja.
—Porque si es así, me gustaría saberlo. Me daría un pase libre, ya sabes. Sin
ojos espiando. Sólo mi libido y yo teniendo nuestro tiempo de fiesta.
Buen trabajo mi misma, explicándole las cosas a él. No pude contenerme.
Pensé que obtendría una respuesta de él, pero no.
Chad tomó su chaqueta de la chica del guardarropa.
—No iba a irme. Pensé que simplemente podría esperarte afuera y verte
cuando salieras.
—Esa idea es totalmente errónea, Chad. Santa Mierda, ¿Qué tan si me iba al
baño con un tipo para un rapidito? Te perderías totalmente eso. O incluso en una
de esas cabinas de arriba. Hay un montón de rincones oscuros allí donde puedes
hacerlo sin que nadie te vea. Bueno, no mucho. ¿Tienes alguna idea de lo que pasa
en las discotecas? Infiernos, podría sólo recibir la acción en la pista de baile.
Restregándome muy cerca contra alguien y lo sacaría de sus pantalones y luego
estaríamos follando ahí mismo sin que nadie se enterara.
Chad ni siquiera reaccionó. Siguió caminando fuera del club. Corrí por las
escaleras atrás de él.
—¿Crees que esto está bien? Debo llamar a mi abuela y decirle que realmente
estas apestando en tu trabajo. ¿Cómo crees que va a responder a eso?
Un borracho tropezado nos pasó en su camino hacia el club. Me presioné
contra Chad para dejar pasar al borracho.
—¿Si quiera me viste con ese tipo? Nos estábamos poniendo en acción. Unos
minutos más tarde y nos habríamos metido en algún asunto sucio. Cosa que tú
definitivamente tendrías que informar. Tú eres el único que planeó esto, ¿y ahora
te vas?
Habíamos llegamos a la parte inferior de las escaleras y Chad ni siquiera me
había respondido. Sin pensarlo, los dos caminamos hacia mi auto. Yo no sabía qué
más decirle. Ni siquiera le había hecho una grieta a la fachada de calma de Chad.
Nunca perdió su temperamento, nunca se enfadó. Él era como una roca sin nada
dentro. La única vez que lo había visto, sin control de sus sentimientos fue cuando
me besó. Eso había sido tan diferente a él. Él nunca me besaría de nuevo.
102 Me estremecí. Se había puesto realmente frío fuera y por supuesto, yo no
tenía mi chaqueta porque la había dejado en el auto. Aun así, eso era mejor que
tener a una sucia persona checando los bolsillos de tu chaqueta en busca de drogas
o dinero. Eso es lo que hacen cuando dejas de tus cosas allí. Lo sé porque Jayne
solía trabajar como una chica de guardarropa.
Incluso mientras caminábamos por la calle, todavía podía oír la música
palpitante del club. O tal vez la música era de los autos que pasaban. Si yo estuviera
con Jayne, nos estarían gritando y molestando pero tener a Chad junto a mí detenía
todo eso. Una chica se sentó en la cuneta, llorando por algo mientras su amiga le
frotaba la espalda. Esa es la razón por la que no me gusta beber.
Traté a temblar más notablemente. Quizás Chad me ofrecería la chaqueta y
eso me calentaría. Pero él siguió mirando al frente y caminando como si ni siquiera
se hubiera dado cuenta de que estaba a su lado.
Luces brillaron en los árboles por encima de nosotros y el olor de comida
souvlaki4 llenaba el aire. Me di cuenta de nuestros pasos estaban sincronizados
mientras caminábamos al lado del otro sin hablar. Un anciano se sentó en la
esquina de la calle con la mano extendida en busca de dinero. Chad tomó un par de
monedas de su bolsillo y las dejó caer en la mano del hombre. Ves, yo hubiera
pasado de largo sin hacer contacto visual.
4
Souvlaki: El souvlaki es un plato popular de la cocina griega consistente en pequeñas piezas de
carne intercaladas con verduras y aderezos. Se come con las manos, dentro de un pan de pita
Llegamos al auto.
Me senté en el asiento del conductor, sin moverme. Yo quería saber cuál era
el plan de Chad. Estaba jugando un juego, eso es seguro. Yo sólo tenía que
averiguar cuál.
—Dijiste que ibas a esperar afuera para ver si me iba con alguien y ¿ahora vas
a casa?
—No tengo que esperar fuera del club, porque estás aquí conmigo.
Maldita sea, yo no había pensado en eso. Él me había lavado el cerebro
totalmente para que me fuera con él. Pero eso iba en contra de todas las reglas. Él
debería animarme a romper el acuerdo. Él realmente pensaba que podía ser más
astuto que yo.
—No te entiendo, Chad.
Encendí el auto. Por lo menos tenía una excusa para dejar el club. Eso era algo
bueno. Le mandaría un mensaje a Jayne cuando llegará a casa y le diría que me
había ido y luego metido en mi pijama. Ahhh, dicha. Quizás Chad y yo podríamos
jugar un poco más de Monopolio o tomar unas copas. Debería detenerme en el
camino a casa y comprar algunos bocadillos. Sin embargo, tenía que empujar las
cosas con Chad, esperaba que funcionara.
103 —Es muy bueno que te hayas rendido sobre este acuerdo. Soy tan libre como
un pájaro ahora.
Él se aclaró la garganta.
—No necesito mantener una estrecha vigilancia sobre ti —dijo—. Sé que no
vas a follar con alguien. Estás enamorada de mí.
Me giré para decirle como eran realmente las cosas y mi auto se desvió en el
camino. Él no debería decir cosas como esa mientras yo conducía. Yo casi nos
asesinaba.
Capítulo Diecisiete
—¿Q
ué clase tonto que se engaña a si mismo eres?
Habíamos logrado llegar a casa con sólo una
abolladura en el auto en donde había golpeado un poste.
Aun así, no podía creer que él había dicho eso. ¿Cómo
diablos incluso se había dañado tanto del cerebro? Chad me molesta
extremadamente como el infierno. ¿Cómo vas de eso a “enamorada”?
En lugar de acurrucarme en el sofá para ver películas, me fui a mi habitación.
No podía soportar estar en la misma habitación que Chad y sus pensamientos de
“enamorada”. Si Jayne no estuviera en el club, le habría llamado para discutir con
detalles que parte de mi comportamiento le había hecho pensar a Chad que estaba
enamorada de él.
104 Me acosté en mi cama y lo escuché moverse alrededor de la casa. De hecho,
tenía que ir al baño, pero me molestaría salir e incluso tener que verlo. Solo crucé
las piernas con más fuerza. Entonces el hijo de puta se metió en la ducha. Toda esa
agua corriendo…
Me puse los auriculares para que no pudiera escuchar la ducha y traté de
pensar en otras cosas que no implicaban mi vejiga. Sin embargo, mientras más
trataba de no pensar en ello, más me gritaba para que la vaciara. Maldito Chad.
Debería hacer pis en su cama. Eso es lo que se merecía.
Me di la vuelta y golpeé mi almohada. Nunca debí haberle besado. Eso,
obviamente, había trastornado su cerebro. El calor de mis labios había fundido sus
circuitos internos. Tal vez la verdad era que él estaba enamorado de mí.
Hey, tal vez él lo estaba.
Me senté para considerar eso. Las cosas tomaron sentido. A pesar de que él
hubiera conseguido mucho dinero si él me sorprendía con otro hombre, él siempre
me había llevado fuera del lugar. A veces literalmente. Había estado todo salvador
y protector conmigo. Eso era. Él estaba totalmente enamorado de mí. Apuesto a
que había estado enamorado de mí desde aquel día en que puso sus ojos en mí en
la casa de mi abuela.
Pobre Chad. Él iba a terminar con el corazón roto. Eso me hizo sentir mucho
mejor.
No podía creer que no lo había pensado antes. Chad, lo ocultaba bien pero
ahora había mostrado sus verdaderos colores.
La puerta del baño se abrió y me levanté de un salto. Empujé a Chad mientras
pasaba y me metí en el baño antes de que él hubiera dejado la habitación.
Al ver Chad todo fresco por la ducha en su toalla, yo sabía que sólo lo había
hecho para tentarme. ¿Por qué estaría haciendo alarde de su cuerpo alrededor de
mí si no quisiera que yo le deseara?
Él pensó que esos músculos esculpidos y que esa piel como caramelo serían
demasiado para resistirme. Pero yo podía ser fuerte. No era más que otro hombre.
Sin embargo, cuando apagué la luz y traté de dormir, lo único que podía
pensar era en ese momento en que él me besó y lo bien que se sentía estar
envuelta en sus brazos.
M
e puse el vestido más formal y correcto para visitar a la abuela y
hasta le había conseguido un ramo de flores. Yo no estaba ansiando
la visita, pero podía actuar amable. Hacerlo no me mataría.
Mamá siempre decía la abuela era solitaria, por lo que tener una visita de mi
parte podría animarla. Por supuesto, mamá estaba en esa mierda de los arco iris,
unicornios y brillantes, como ser amable con la gente, por lo que ella no era la
fuente más fiable. Sin embargo, yo no estaba pidiendo mucho. Sólo un montón de
dinero en efectivo.
Me llevaron a la sala a esperar a la abuela. No estaba segura de lo que estaba
haciendo para tomar tanto tiempo, pero tuve que esperar por un rato
El retrato del abuelo parecía estar aún más severo de lo habitual. Eso no era
109 una buena señal. Quería correr. Entonces me acordé de cómo Chad se había visto la
noche anterior. Él había estado en un sueño profundo, obviamente, demasiado
profundo para que se despertara cuando su teléfono sonó. Salió a la sala de estar,
frotándose los ojos por el sueño.
Me había dado cuenta de lo tenso que parecía. Él me lanzó una sonrisa, pero
ya no me engañaba. Me pregunté cuántas veces había estado todo agitado en el
interior por la preocupación pero había pegado esa sonrisa fresca en su rostro y yo
ni siquiera había mirado más allá de la superficie de la misma. Yo había querido
correr hacia él y tirar mis brazos alrededor de él y decirle que todo estaría bien,
que se me había ocurrido un plan. Pero, por supuesto, no podía hacer eso. Todo lo
que podía hacer era fingir que no sabía nada.
Había recogido su bolsa de gimnasio y me di cuenta de que chequeó su
teléfono y luego me dijo que tenía que correr a su entrenamiento. Me hizo darme
cuenta que rara vez lo veía revisar su teléfono normalmente. Él incluso había
escondido eso de mí.
La única vez que realmente se había abierto a mí y me había dado la
oportunidad de entender, yo lo había rechazado. Me retorcí y no fue a causa de la
tela áspera de estas sillas horribles.
¿Dónde diablos estaba la abuela? Yo la había llamado para decirle que quería
verla así que no había excusa para que me hiciera esperar. Ella sólo lo estaba
haciendo para ser una perra. Estiré el cuello para ver alrededor de la puerta en
caso de que ella viniera. En su lugar, Ballard volvió a la habitación con mis flores en
un florero. Se las había llevado cuando llegué. Él probablemente sólo las colocaría
en algún lugar y ni siquiera le diría a la abuela que yo las había traído. ¡Qué
desperdicio de dinero! Ya había flores por todo el lugar. No debería haberme
molestado.
—¿La abuela se tardará mucho? —le pregunté.
—Ella va a tardarse un poco, señorita Lucy. Está terminando algunos
negocios.
Genial. Eso es exactamente lo que me había dicho cuando llegué. Significaba
cualquier momento entre ahora y el fin de la eternidad.
Cuando se fue, me levanté y me paseé por la habitación. A pesar de que la
habitación estaba en penumbra, podía ver a través de las gruesas cortinas de
encaje los jardines. No pude ver a la abuela allí afuera, sin embargo. Apreté las
manos y traté de mantener la calma. No haría ningún bien estar de mal humor
cuando la abuela finalmente decidiera hablar conmigo.
Até esas cortinas de encaje y dejé entrar un poco de sol en la habitación, tal
vez no sería tan espeluznante e incómoda. Jamás me había preguntado antes por
qué mi abuela vivía así. Su casa y todo en ella estaba marcado con riqueza, pero
nada de esto era cómodo o agradable. No eran sólo las sillas de la sala de estar lo
110 que me hacían picar y retorcerme. Las camas eran muy duras y la inmensa mesa de
comedor hacia la plática de la cena difícil fuera una gran reunión. La única
habitación en toda la casa que tenía algún tipo de vida era el conservatorio.
Sé que si tuviera dinero, lo primero que haría sería comprar las cosas que
disfruto.
Las escaleras crujieron y me imaginé que era la abuela en su camino hacia
abajo. Había estado haciéndose tonta arriba y ahora yo llegaría tarde a clase.
Volví a sentarme y acomodé mi vestido, tirando de él sobre mis rodillas.
Superficialmente, creo que parecía la nieta perfecta, modestamente vestida, las
rodillas juntas, el maquillaje mínimo. Si eso no tenía a la abuela feliz, no estoy
segura de que lo haría.
Cuando la abuela entró en la habitación, me puse de pie para saludarla.
Normalmente, cuando venía a verla, ella ya estaba sentada en el sillón junto a la
ventana. Me sorprendió ver qué tan lentamente se movía. Hacía que su cuerpo se
viera viejo y frágil. No me había dado cuenta de ello cuando ella me visitó.
Llamó a Ballard para hacernos té y luego me miró valorativamente.
Empecé a hablar, pero levantó la mano para cortarme.
—Ahora no. Todo lo que tienes que hablar puede esperar hasta después de
que se sirva el té.
Eso me dejó con casi nada que decir, ya que no tenía una charla trivial. Yo
podría preguntarle acerca de sus orquídeas pero de alguna manera no podía reunir
las palabras.
Cuando Ballard entró con la bandeja del té, me relajé un poco. El silencio
había calmado mis nervios.
Incluso tomé una taza de té por mucho que odiaba beber té allí. La taza
resonó en el platillo que Ballard me dio y creo que la mayor parte del té se derramo
en el platillo. Eso significaba que iba a gotear todo mi único traje decente.
Cuando Ballard salió de la habitación, tragué. Eso significaba que tenía que
abordar el tema con la abuela. ¿Cómo empezar? ¿Debía solo lanzar mi solicitud?
—Quería hablar contigo sobre Chad…
—Tú eras la que quería que se quedara, así que si tienes alguna queja, te
sugiero que la mantengas para ti misma. —La abuela tomó un sorbo de té con una
gracia que yo nunca tendría.
Me llevé mi taza a los labios, pero el té estaba demasiado caliente para
beberlo. Coloqué la taza y el plato de nuevo sobre la mesa.
—No es nada de eso. —Me obligué a sonreír—. Solo pensé que no eres
consciente de las circunstancias de Chad.
111 —Hice una verificación de antecedentes completa sobre él antes de
emplearlo. No creíste que yo tendría a alguna persona inadecuada viviendo con mi
nieta, ¿verdad?
Traté de sonreír de nuevo.
—Por supuesto. Pero me refería a la razón por la que aceptó el trabajo en
primer lugar. Él realmente necesita este trabajo. Él tiene que ganar dinero. Me
enteré de su madre está muy enferma. Ella está muriendo y su única posibilidad es
conseguir un tratamiento experimental que cuesta una fortuna. No parece muy
justo mantenerlo detrás de mí cuando él necesita pasar tiempo con ella.
La abuela asintió de forma evasiva.
—Por favor, abuela, ¿no puedes dejarlo salir de este acuerdo y darle el
dinero? Me aseguraré de apegarme al acuerdo. No falta mucho de todos modos y te
puedo informar todos los días, si eso es lo que se necesita. No quiero ni pensar en
lo que él está teniendo que sufrir.
Recogí mi taza de té de nuevo, pero mi mano temblaba tanto que la hizo
sacudirse. Traté de no perder el equilibrio, no queriendo que mi abuela viera mis
nervios.
—Por lo tanto, ¿estás dispuesta a renunciar a tu intercambio con el fin de que
Chad obtenga su deseo?
Casi se me cae la taza de té caliente en mi regazo.
—Bueno, no. Yo no quise decir eso... sólo pensé...
Mi estómago se retorció de nuevo. Noté el brillo en los ojos de la abuela. Esto
era exactamente lo que ella amaba. Tener la gente dependiendo de ella y teniendo
que mendigar. Ella tenía todo el control.
—Honestamente, Lucy, he hecho una oferta muy generosa contigo y Chad.
Ahora quieres que lo pague dos veces. Eso no es del todo justo para mí, debo decir.
Si estás dispuesta a ceder, podría considerarlo.
Las palabras se torcieron dentro de mí como un cuchillo, rasgando mis
entrañas en fragmentos. Sabía que debía decir que iba a dejar que Chad tomara el
dinero pero eso era demasiado para renunciar. Tal vez podría dividir el dinero
entre nosotros. Pero no, ella nunca estaría de acuerdo con eso.
—Pero... pero, su madre…
—Mucha gente en este mundo tiene madres enfermas, Lucy. ¿Estoy destinada
a ayudar a todos ellos? Yo hago lo que puedo con mis obras de caridad, pero la
gente debería ayudarse a sí mismos en lugar de buscar limosnas.
Me mordí el labio para detenerme a mí misma de hablar. La abuela había
nacido en dinero. Ella había sido rica toda su vida. Ella nunca había tenido que
112 trabajar un día. Todo lo que hacía era sentarse a beber té y hacer a la gente
miserable. Yo no podía entender por qué ella podía tener todo ese dinero y Chad,
que era una muy buena persona, podía no tener nada. Bueno, no lo suficiente para
ayudar a su madre.
Cada fea silla en la sala, cada mueble, los cuadros, los candeleros, cualquiera
de ellos valía más que lo Chad necesitaba para el tratamiento. Mi sangre hervía
ante la injusticia de todo.
Nunca había pensado en ello antes. A pesar de que nunca había hecho nada
para ayudar a mamá y papá, habíamos tenido suficiente dinero para administrarlo
sucesivamente. A veces, requería un poco de esfuerzo llegar hasta el final del mes,
pero eso era sólo un juego con mamá. Nunca estuvimos sin nada importante.
Luego, en la universidad, veías chicas como Rebecca Forsythe que tenían todo
entregado a sus manos pero nosotros simplemente nos reíamos de ella. Yo nunca
había pensado incluso en envidiarla porque ella era tan tonta.
Eso era totalmente diferente a necesitar el dinero para alguien que amas y no
tenerlo.
—Yo no te dejaría fuera del trato tan fácilmente todos modos, Lucy. Si lees el
contrato, sabrás que hay una cláusula de no retiro. En efecto, sí tú te sales ahora,
los dos pierden.
—Pero dijiste que lo considerarías.
—Sí. Quería ver cómo reaccionarias.
Coloqué mi taza sobre la mesa y cogí mi bolsa. La abuela no iba a cambiar de
opinión y yo no tenía nada más que decirle
—¿Yéndote tan pronto, Lucy?
Ni siquiera le contesté. Yo quería salir de esa habitación antes de que me
asfixiara. Todo el dinero y las cosas caras no podían ocultar la descomposición en
el corazón de este lugar.
Sin embargo, cuando llegué a la puerta, tuve un pensamiento.
—¿Lo sabías cuando contrataste a Chad? ¿Sabías, entonces por qué
necesitaba el dinero? Dijiste que habías hecho un chequeo completo, así que ¿Eso
salió en el chequeo?
La abuela asintió. Ella incluso me miró a los ojos.
—Por supuesto. Es por eso que lo contraté. Sabía que ibas a tratar de
corromper a cualquier hombre que yo asignara para vigilarte, pero él tenía una
motivación más fuerte. Naturalmente, él pondría a su madre antes. Tú no vales lo
suficiente, Lucy.
Salí corriendo del cuarto, a mi auto. Yo no lo podía creer. Su alma era negra y
113 tenía un agujero en el pecho, donde su corazón debería de estar. NO estaba bien
que ella jugara con la gente de esa manera.
Aunque, sus palabras eran ciertas. Chad había estado excepcionalmente
motivado para mantener su parte del acuerdo. Todos esos momentos en los que yo
lo había tentado y él se había negado, ahora entendía por qué. No era que él no
había querido, era que no podía hacerlo.
Pasé mis dedos sobre mis labios.
Capítulo Diecinueve
F
inalmente había conseguido algo por lo que yo no tenía que sudar y
trabajar duro para obtener, pero el brillo se había ido ello.
Esa noche, Chad y yo estábamos sentados en frente de la
televisión, sin hablar. Quería decirle que no necesitaba pasar el rato conmigo si
quería ir al hospital, pero no podía hacerle saber que había revisado su teléfono.
Yo ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo en la película que veíamos. Mis
pensamientos daban vueltas en mi cabeza. Wow, yo había sido una bebé llorona
cuando me lastimé el tobillo él y me había cuidado cuando lo pasé.
— ¿Estás bien? —le pregunté a Chad.
Él volteó a verme como si se hubiera olvidado de que yo estaba allí.
114 —¿Por qué lo preguntas?
—Por ninguna razón. Yo sólo pensé que tal vez podrías estar harto de todo
esto. Tener que vivir aquí y cuidar de mí. No puede ser muy divertido para ti.
—Hay otras cosas en la vida aparte de la diversión.
Él me había dicho eso antes, pero yo había pensado que estaba siendo
aburrido. Tratando de actuar todo superior y juicioso. Pero no había sido así en
absoluto. Él sólo había estado diciendo la verdad. Ahora estamos atrapados en este
estúpido juego con mi abuela en control. Me hizo deprimirme, pensar en ello.
Todo el asunto era una broma mala. Necesitaba encontrar una solución que
implicara que Chad pudiera obtener su dinero. No podía creer que mi abuela
supiera de esto y había utilizado las desgracias de Chad en su propio beneficio. No
podía creer que yo casi había estado sintiendo lástima por ella cuando llegué ahí.
Ella se veía frágil pero es obvio que era sólo una fragilidad física. Debajo de eso, era
tan dura como una roca.
Me levanté y me serví una copa de vino. Al menos eso permitiría a mi cerebro
dejar de zumbar.
—Hey, quiero una de esas también.
Nunca había visto a Chad beber vino, pero no teníamos cerveza en casa. Me
preguntaba, si lograría que él hablara de su madre otra vez. Probablemente no, no
después de mi reacción de la otra vez. Si tan sólo pudiera encontrar la manera de
pedir disculpas por ello sin revelar que lo sabía todo.
Todavía quería cerrar la distancia que había crecido entre nosotros pero no
tenía ideas sobre eso tampoco. Lo único que sabía de Chad era que él iba al
gimnasio.
Antes de que pudiera detener a mi boca de hablar, las palabras salieron.
—Hey Chad, he estado pensando sobre ponerme en forma. ¿Qué tal si voy al
gimnasio contigo alguna vez?
Seguramente, él diría que sí entonces nunca, nunca lo mencionaría de nuevo.
—¿En serio? Yo estaba pensando en ir pronto. Podrías venir conmigo.
—Bueno, no esta noche, obviamente. He estado bebiendo y no tengo ningún
atuendo.
—Has bebido un sorbo de vino y no necesitas nada especial. Puedes usar tus
Chucks y un par de medias. Hay que ir. Fin del asunto.
Él se había levantado de un salto, con una sonrisa. Bueno, sin duda cerré esa
distancia. Él estaba demasiado entusiasta.
—Eso va a doler, ¿no es así?
115 Él negó con la cabeza.
—Vas a estar bien. Vamos a tomar las cosas con calma.
Realmente necesitaba una excusa para salir de esta. Algún tipo de lesión tal
vez.
—En realidad, deberíamos dejarlo para después de un par de semanas. Mi
tobillo aún no se ha recuperado totalmente.
Perfecto. Absolutamente perfecto. Él no podía negar eso.
—Podemos trabajar con ello.
Maldita sea. Él realmente quería hacer esto y, si lo hacía feliz, ¿cómo podría
negarme? Tenía una madre con cáncer. Y yo me había burlado de él. Era como si
tuviera una obligación de por vida ahora a hacer lo que le hiciera feliz. Yo no podía
fingir para de salir de esta.
Fui a mi habitación y me cambié. Yo no me veía como una conejita de
gimnasio. Yo tenía manchas de pintura en cada camiseta que poseía. Bueno, aparte
de las buenas, pero yo no quería que estuvieran todas sudadas y asquerosas. Los
únicos calcetines que pude encontrar no eran un par que coincidía. Las medias,
bueno, las sacudí para que yo no fuera una pérdida total.
—¿Estás lista? —Chad llamó. Por lo menos llegar a ver el cuerpo de Chad en
acción en el gimnasio sería un plus. Sólo que no lo era, porque tenía que dejar de
pensar en Chad como un hombre.
—¿Esto va a costar mucho?
—Na, te conseguiré un pase de invitado.
No pude hablar en el auto. Estaba demasiado nerviosa.
Entramos en el gimnasio y yo estuve a punto de tropezar en el escalón cerca
de la puerta. No era una buena señal en absoluto. Me iba a morir en este lugar. Ni
siquiera era uno de esos bonitos gimnasios. El hedor de testosterona y sudor de
hombre me recordó los muchos días que habían pasado desde mi última relación
sexual. No necesitaba ningún cardio para conseguir mi pulso acelerado. Música de
Dodgy sonó a través de los altavoces, demasiado fuerte para mi comodidad.
Chad me puso en una caminadora en un buen ritmo fácil de seguir para
calentar y se fue a hacer lo suyo. Bueno, pensé que era un buen ritmo el primer par
de minutos. Luego se puso incómodo. Habría bajado la velocidad pero entonces
Chad lo sabría cuando regresara y además, yo no estaba segura de que la maquina
pudiera ir más despacio. Estaba tan fuera de forma.
Después de eso, me llevó alrededor de las pesas. Él me hizo hacer flexiones.
116 —Eres un completo mentiroso, Chad. ¡Te odio!
—¿Eh?
—Me dijiste que esto no iba a doler. —Me dolía. Confía en mí, me dolía. Sabía
que iba a doler aún más al día siguiente. Chad era un hombre malvado.
—¡Solo has hecho cinco flexiones! —Sin embargo, lo dijo con ese brillo
descarado en sus ojos. Esto hizo que el dolor valiera la pena por ver ese brillo de
nuevo—. Haz otras cinco más y luego puedes parar.
Tomó todo en mí hacer esas siguientes cinco flexiones.
—Está bien, ¿podemos irnos ahora?
—Estamos empezando. Y es sólo el primer set.
Dios, él me hizo trabajar partes del cuerpo que no sabía que tenía. Todo tipo
de torturas desagradables.
—¿Vamos a hacer eso? —le pregunté y señalé a un hombre que se ejercitaba
en el otro lado del gimnasio.
—¿Barras? Son un poco avanzadas…
—Sí, pero se ven tan rudas.
—Supongo que podríamos hacer algunas modificaciones.
Nos fuimos a la barras y esperamos a que el chico terminara. Se había quitado
la camiseta y se la metido en el bolsillo de atrás. Tenía un tatuaje de serpiente en
espiral alrededor de los músculos de sus brazos, que se flexionaban cada vez que
se incorporaba. Una capa de sudor brillaba en su piel. Me mordí el labio y miré.
Mierda, sí que había sido un largo tiempo.
Chad se aclaró la garganta. Cuando el hombre se alejó, Chad se acercó y me
mostró lo que debía hacer. Él totalmente se sintió amenazado por el otro tipo. Él
hizo esa cosa de hombres, la que hacen cuando sienten que otro hombre se ha
parado en su césped. Sobre verlo llevar su cuerpo arriba y abajo, sin embargo, no
tengo ninguna queja.
Bueno, yo tenía una. Él podría haberse quitado la camisa como el otro tipo
había hecho. Maldita sea. Al menos estaba sin mangas.
—¿Has escuchado una palabra de lo que he dicho?
Asentí con la cabeza. Entonces pensé que podría obligarme a hacer lo mismo.
—No, ni una palabra.
—Ven acá.
Me acerqué y él puso sus manos a cada lado de mi cintura. Un escalofrío me
recorrió. Un estremecimiento de emociones calientes que corría en cada
117 terminación nerviosa de mi cuerpo. Respiré hondo y traté de pensar en otra cosa
que no fuera el cuerpo sudoroso de Chad casi tocando mi espalda. Era totalmente
lo más cerca que había estado del sexo según mi memoria reciente.
Me extendí y agarré de la barra por encima de mí. Y la idea me pasó por la
cabeza que había otra barra que por seguro prefería agarrar. Sus manos se
apretaron más a mí alrededor. Tan firmes y seguras. Él me levantó hasta que mi
cabeza estaba al nivel de la barra.
—Se supone que debes usar tus brazos también. Estoy aquí para ayudar, no
para hacer todo el trabajo.
—Estoy trabajando, estoy trabajando.
Él me bajó.
—Usa tu fuerza esta vez.
Me di cuenta de la diferencia sin la ayuda de Chad. Podía sentir cada esfuerzo
muscular. Gemí y gruñí, pero no parecía llegar más lejos. Agarré la barra más
fuertes y mis gruñidos se convirtieron en guturales y profundos. Yo ni siquiera
hacía ruidos como esos durante el sexo.
—Dije que utilizaras tu fuerza.
—Lo hice. Usé todas mis fuerzas.
Probamos un par más. Me puse más caliente con cada una.
—Bueno, no voy a tener que hacer mucho más por hoy —dijo Chad—. Eres
mucho más pesada de lo que pareces.
Sacudí mis manos y le saqué la lengua. Yo no era tan pesada.
Entonces Chad quiso que yo hiciera otra serie de TODO. La idea me hizo
gemir. Pero Chad parecía tan feliz de ayudarme y darme órdenes. Valdría la pena el
dolor y la agonía de otro set con tal de que tuviera su propia diversión. Supongo
que podría aguantar el sufrimiento.
Cada flexión me hizo hacer una mueca por el dolor. Cada vez que levantaba
una pesa, una punzada de agonía. Luego regresamos a las barras.
—¿Puedes hacerlo de nuevo?
Mi cuerpo decía que no, pero mi libido decía que sí. Quería las manos de Chad
en mí otra vez. Yo quería tener la longitud de su cuerpo contra mi espalda. Quería
sentir su profunda respiración en mi piel mientras se esforzaba en darme la mano.
Sudor salía de mi piel cada vez que me levantaba, pero nunca quise Chad me
dejará ir. Incluso si no pudiera mover los brazos de mañana, haría esto hasta…
Caí en el suelo. ¡El bastardo de Chad me había soltado!
Chad me dijo que me recostara en la estera. Eso sonaba sucio pero era sólo
118 para estirar. Me acosté de espaldas y Chad se movió para levantar mi pierna.
Empujó contra ella con su cuerpo, extendiéndola hacia mi cabeza. Sus manos
trabajaban en mi muslo y mi pantorrilla. Estaba segura de que estaba haciendo eso
a propósito. Traté de llamar su atención. Era más de lo que mi cuerpo hambriento
por sexo podía manejar. Luego se trasladó a la otra. Yo quería que su mano bajara a
la cara interna de mi muslo.
Dios, yo tenía que salir de esta situación. Si tenía sus manos en mi cuerpo un
poco más, me lanzaría sobre él y es seguro que no se trataba de eso.
Y no debería estar tentándolo.
—Hey, tomé todo tu tiempo de gimnasio —le dije, alejándome de él con
alivio—. No lograste ejercitarte.
Chad se sentó a mi lado, haciendo algunos estiramientos por sí mismo.
—Eso está bien, fue muy divertido.
Él me sonrió de una manera que hizo que mi corazón aleteara.
—Sí, lo fue, pero voy a estar muerta en la mañana.
—Puedes descansar un día antes de que empecemos de nuevo. No eres tan
mala, para una principiante.
Le sonreí y nuestras miradas se encontraron, enredadas, por lo que
terminamos allí sentados en esas esteras malolientes mirándonos el uno al otro. El
mundo parecía chocar y girar. Estaba segura de que era sólo un ritmo de presión
extraña por todo el ejercicio extremo. Tenía que mirar hacia otro lado, pero no
estaba segura de que podía.
—Tengo que meterme en la ducha —le dije. Seguramente me veía espantosa,
toda roja y con el rostro sudoroso.
Hice que esa ducha fuera buena y fría para lavar todos los sucios
pensamientos sobre Chad que había en mí.
119
Capítulo Veinte
C
uando entré en el estudio, parecía haber un zumbido en el aire.
—¿Lo has escuchado? —preguntó Jayne.
Pensé en todas las cosas que había escuchado últimamente y me
di cuenta que ninguna de ellas causaría la mirada un poco enloquecida de alegría
que tenía en los ojos, así que negué con la cabeza.
—Rebecca Forsythe está en periodo de prueba. Se dieron cuenta de que ella
hizo trampa en su examen de Historia del Arte. Tiene que ir ante la junta
académica esta semana. —Jayne dio un pequeño salto de emoción—. Ella podría
ser expulsada.
Ninguna de nosotras tenía nada que decir, pero las dos estábamos pensando
120 que, ahora la falta de honradez de Rebecca había sido expuesta, el nombre de Jayne
sería limpiado. Por supuesto, nadie con un poquito de sentido común pensaría que
Jayne había estafado a Rebecca pero hay un montón de gente en este mundo sin
una pizca de sentido común y no es agradable ser acusada de ser una tramposa
cuando no lo eres.
Nos abrazamos. Entonces lloré de dolor.
—¿Por qué el sufrimiento? ¿Tienes un poco de amor en tu corazón por
Rebecca?
Traté de frotar mi hombro dolorido. El dolor era una cosa constante que se
había vuelto más intenso cuando lancé mis brazos alrededor de Jayne.
—Fui al gimnasio con Chad anoche. Y el infierno, estoy sufriendo ahora.
Los ojos de Jayne se abrieron en estado de shock.
—Wow, estas demasiado mal por él. ¿Fuiste al gimnasio con él? Incluso
Tristán no llega tan lejos por sus caprichos.
—No es así.
Ella se encogió de hombros era un modo de decirme que ella no me creía.
Apenas le hubiera podido explicar toda la situación así que lo deje pasar.
Esto era brillante. Si Rebecca tenía un punto negro en su historial, entonces
quería decir que incluso si yo no iba al intercambio, no sería ella la que iría. Me
pregunté entonces quien se quedaría con el intercambio. Sólo habían anunciado al
ganador y al subcampeón. No habían anunciado el tercer lugar. Podría ser alguien
que había participado en la competencia. No es que importara mientras no fuera
Rebecca. Incluso uno de sus esbirros estaría bien.
Jayne fue a buscar a Tristán y yo me preparé para empezar a trabajar.
Había tenido un destello de una idea la noche anterior. Era una de esas ideas
que implicaban cosas realmente dolorosas como el auto-sacrificio y poner a otra
persona primero. Yo no estaba muy de acuerdo con ese tipo de cosas. Yo estaba
más de acuerdo con cosas como la comodidad y la auto indulgencia. La idea no me
dejaba en paz, sin embargo.
La abuela me había dicho que no podía renunciar al acuerdo. Pero ella no
había dicho que no podía perder a propósito. Todo lo que tenía que hacer era
dormir con alguien, y ser atrapada por Chad, entonces él ganaría. Todo el dinero
sería suyo y podría pagar el tratamiento de su madre. Eso significaría que tendría
que renunciar a mi intercambio. Eso parecía una enorme cosa por hacer. Yo había
tratado de sacudirme la idea pero al escuchar las noticias sobre Rebecca Forsythe
me habían hecho sentir como si el destino hubiera intervenido. La gran mano del
destino me estaba apuntando en una dirección. Y, por desgracia, esa dirección no
estaba en la dirección de Italia.
Y no era como si yo aún creyera en el destino o en cualquiera de esa otra
121 mierda hippy. Quiero decir, mamá siempre estaba hablando de poner las cosas en
el universo y dejar a una fuerza mayor tomar el cuidado de ellos. Eso no le había
llevado a ninguna parte. En realidad, yo sabía exactamente donde mamá se situaría
en este tema. El mismo lugar se puso cuando la abuela se ofreció a pagar mi
matrícula de una escuela privada de lujo. Mientras que ella no tenía problemas con
enviarme a la casa de la abuela para pasar tiempo con esa mala mujer, si había
estado completamente en desacuerdo en tomar el dinero.
Eso significaba decir adiós a Italia, lo que podía manejar, pero también
significaba decir adiós a Chad. Nunca podría hacerle saber por qué lo estaba
haciendo. Su tonto sentido de la justicia significaría que él me saboteara y
arruinara todo el propósito.
Chad podría pensar que era una zorra sucia a quien él no le importaba ni un
comino. Eso rompería su corazón, pero no tanto como la muerte de su madre.
No es como si tuviera sentimientos por él, así que no importaba de todos
modos. Pronto, de una manera u otra, el acuerdo habría terminado y él se habría
ido de mi vida.
Lo que él pensaba de mí y su estúpido respeto no significaban nada para mí
en absoluto. Ni siquiera podía dejar entrar esos pensamientos.
—¿Qué estás haciendo, Lucy? —Jayne dijo cuando regresó.
Me di cuenta de que sólo había estado embarrando pintura al azar en mi
lienzo. Corrí a agarrar un trapo para limpiarlo antes de que se secara.
Cuando terminamos por el día, Jayne quería ir a beber. Yo en realidad quería
quedarme en el estudio para poder terminar mi trabajo. El fin de semestre se
acercaba rápidamente y yo quería todo perfecto para mis evaluaciones. Sus
argumentos eran convincentes sin embargo.
—Sólo una. Siempre puedes volver al estudio.
—Sí, ya sabes que no va a suceder.
—Pero la derrota de Rebecca no se siente real hasta que lo celebremos.
Cuando nos fuimos, algunas de las secuaces de Rebecca estaban alrededor del
pasillo. Jayne les dio una sonrisa socarrona que en realidad salió terrorífica.
Tristán se unió a nosotros en el bar. Estaba bastante tranquilo por una vez.
Revisé mi correo electrónico en mi teléfono. Tenía un mensaje de la coordinadora
de intercambio. Ella quería que yo fuera a su oficina y finalizara todo el papeleo.
Necesitaba para organizar visas y seguros y todo ese tipo de cosas. La abuela había
arreglado mis vuelos y todo pero yo necesitaba tener todo el papeleo listo para que
pudieran archivarlo. Sonaba como la forma más aburrida para pasar la tarde, pero
no liberarme de ello.
122 Yo no podía renunciar al intercambio. Ya estaba prácticamente hecho.
—¿Dónde está Chad? —preguntó Tristán.
—Ha decidido que soy digna de confianza lo suficiente para dejarme sola de
vez en cuando —no conté el resto de ello. La parte de “Chad piensa que estoy
enamorada de él”. Ellos tendrían un día de campo con eso.
—Lucy, eso no es justo. Esto significa que perdemos tiempo de Chad.
Yo no creo que en realidad mi vida deba implicar asegurarme de que Tristan
tenga algo agradable a la vista. Él debe acostumbrarse a no salir con Chad. Chad no
era para siempre.
—Tú llámalo si quieres verlo.
Tristán sacó su teléfono. Yo en realidad no me había dado cuenta de que
Tristán tenía el número de Chad. Entonces me di cuenta de que Chad estaba
probablemente con su madre. Tristán no se debía imponer ante eso.
— No. No lo llames. Probablemente vendrá más tarde.
Tristán sonrió.
Para nuestra segunda copa, habíamos ido a través de todas las posibilidades
de las consecuencias para Rebecca. Tristán estaba realmente entusiasmado por
que ella pasara tiempo en la cárcel, pero yo estaba bastante segura de que no iba a
suceder. Por desgracia.
Jayne y Tristan estaban en esa etapa donde todo el mundo era maravilloso y
sus palabras se arrastraban.
Traté de llamar a Chad, pero no contestó su teléfono. Tal vez algo había
sucedido con su madre. Una vez que llegué a pensar en ello, todo un mundo de
preocupación se abrió delante de mí. No podía dejarme atrapar por todo eso.
Aun así, era extraño en él no contestar o al menos enviar un mensaje.
—Guarda el teléfono, Lucy. Eres una de esas chicas. Del tipo que entra en
pánico si sus novios no las contactan por media hora. —Tristán pensó que era
divertido.
—¿Quieres decir como tú? Eres él peor. Y él no es mi novio.
Por una vez, Tristán no estaba enamorado. Él estaba en un descanso de amor.
No podía ver eso durando mucho tiempo.
—Sí —dijo Jayne—. Ven a jugar al billar. Podríamos hacer algo de dinero fácil
aquí esta noche.
Pensé en ello, pero yo sabía, porque fisgoneé el teléfono de Chad, el hospital
en el que estaba su madre. Si iba allí, Chad podría enloquecer, pero tenía que
verificar las cosas por mí misma. No podía sentarme por ahí siendo toda feliz si él
estaba teniendo traumas.
123 —Está bien, tal vez me vaya. Tú y Tristan háganse cargo de la mesa de billar.
Les di una sonrisa y ondeo la mano, pero en realidad no lo sentía. Cuanto
más pensaba en Chad, más preocupada me ponía.
Cuando llegué al hospital, me di cuenta de que sólo sabía el apellido de la
madre de Chad.
—Quiero ver a la señora Ferris —le dije a la chica de recepción—. No estoy
segura de en qué sala está.
Tenía la esperanza de que no tuvieran más de una señora Ferris en el hospital
o estaría arruinada.
La chica me dijo que el número de la sala sin siquiera levantar la vista de su
computadora.
Odiaba los hospitales. Bueno, todo el mundo lo hace, supongo. Ese olor a
hospital, las personas miserables arrastrando los pies en sus pijamas, los rostros
tristes.
Tomé el ascensor hasta el sexto piso y di vueltas por el laberinto de pasillos
en busca de la sala. Ahora que había llegado al hospital, no estaba segura de cuál
sería mi curso de acción. Yo no podía irrumpir en la habitación de alguien diciendo
que yo estaba preocupada porque su hijo no me había contactado.
Encontré la habitación y esperé afuera, apoyada contra la pared para que
Chad no me viera. No podía oír voces en la sala, sólo el zumbido de las máquinas.
Unas enfermeras caminaban por ahí y me daban una mirada extraña, pero no
dijeron nada.
Pensé que tal vez yo debería irme. Nadie siquiera sabía que estaba allí. Pero
algo me hizo entrar en la habitación.
Una mujer pálida yacía en la cama, pero no había nadie más en la habitación.
Ella era muy pequeña. No se podía imaginar jamás que había dado a luz a un
hombre corpulento como Chad.
Ella parecía estar dormida y Chad no estaba. Allí, evidentemente, no había
una emergencia, así que pensé que sólo podía escaparme y volver a casa.
—¿Hola? —dijo la mujer.
Ella me miró desde la cama.
—Hola —le dije, no estaba segura de qué más debía decir—. Soy amiga de
Chad.
—Oh, se acaba de ir.
Me senté en la silla junto a la cama, asegurándome de no enredar mis pies en
124 los cables de las máquinas. Por lo que pude ver, las máquinas no estaban realmente
unidas a la mujer. Ellas estaban allí para decorar o algo así. Hombre, los hospitales
eran lo peor.
—Eso está bien. Estoy seguro de que me pondré al día con él.
Ella me sonrió y tomó mi mano. No me sentía cómoda con una mujer extraña
sosteniendo mi mano pero no podías arrebatar tu mano de una mujer moribunda,
¿verdad?
Ahora que la miraba de cerca, podía ver el parecido con Chad. Ella tenía la
misma luz atrevida en sus ojos y la misma sonrisa. Ella no era tan vieja como yo
había pensado primero tampoco. Ella se veía alrededor de la misma edad que mi
madre, pero su piel parecía seca y apergaminada.
No tenía ni idea de qué decirle. Yo no la conocía y solo me había aparecido
por aquí para encontrar a Chad. Antes de esto, su madre enferma había sido sólo
un concepto abstracto. Realmente no había pensado en ella como una persona real.
Pero sin duda era real. Y estaba sosteniendo mi mano.
Tenía que decir algo. No podía sentarme a su lado como un gran bulto. El
silencio parecía enorme.
La mesa al lado de su cama tenía algunas fotos enmarcadas. Una era de Chad
más joven con su brazo alrededor de una chica que tenía que ser su hermana y otra
era una foto de familia. La foto había comenzado a decolorarse, pero parecía que
estaban en medio de una guerra de agua en su jardín. La mujer de la foto de familia
era la mujer en la cama, pero ella estaba llena de vida, riéndose mientras que los
otros habían puesto caras estúpidas. No había ningún señor Chad.
—Debería estar fuera de aquí en los próximos días —dijo—. Va a ser
agradable estar en mi propia cama.
Ella realmente no lucía como que debería salir del hospital. Parecía que una
fuerte ráfaga de viento la llevaría lejos. Me pregunté quién cuidaría de ella cuando
llegara a su casa. A Chad todavía le faltaba un mes por cuidarme.
—Eso va a ser agradable —le dije. Quería decir más, pero ¿qué podía decir?
En su lugar, tomé la foto para verla más de cerca.
—Es una gran foto —dijo ella—. Si no fuera por mis hijos, no sé dónde
estaría. Pero no necesito decírtelo, ¿verdad? Eres amiga de Chad. Tú sabes qué
clase de alma gentil es. Él realmente podría haber hecho algo de sí mismo. Él fue
aceptado para estudiar medicina pero lo rechazó para tomar un trabajo para que
pudiera cuidar de mí y de Stephanie. Ojalá lo hubiera obligado a aceptarlo, pero ya
estaba empezando a enfermar en aquel entonces. Por supuesto, yo no sabía lo que
era. Pensé que sólo estaba agotada de criar a dos hijos por mi cuenta. Me pregunto
si todavía será capaz de seguir sus sueños. Quiero decir, no voy a estar aquí por
mucho tiempo y Steph no es lo suficientemente mayor como para cuidar de sí
misma ahora.
125 Tragué saliva. Ella parecía tan resignada a la muerte.
—Nunca ha tenido una gran vida. Desde que era joven, él asumió las
responsabilidades de un hombre, siempre hizo la mayor parte. Siempre tenía una
sonrisa en su rostro. Pero creo que guarda un montón de cosas bajo llave dentro de
él.
Ella suspiró. Entendí lo que quería decir. Puse la foto de nuevo sobre la mesa.
—Eres Lucy, ¿no?
Asentí. Me estremecí al pensar en lo que Chad le había dicho a su madre
acerca de mí.
Ella se revolvió en su cama, dándome una mirada intensa y me apretó la
mano con más fuerza.
—Gracias, Lucy.
—¿Eh? ¿Por qué me agradece?
—Chad parece tener luz de nuevo en sus ojos desde que te conoció. Durante
mucho tiempo, se puso muy serio. Ha tenido mucho peso en su espalda. Me
preocupa, tú sabes cómo son las madres…
Yo en realidad no lo sabía.
Esperé a que continuara, pero no dijo nada más hasta que escuché un suave
ronquido. Cuando quité mi mano de la de ella, sentí como si una fuente de calor me
hubiera sido quitada. Salí de puntillas de la habitación.
126
Capítulo Veintiuno
L
a mano del hombre se movió por mi pierna, trazando la línea de mi
muslo. Él quería ser sexy, pero yo no lo estaba sintiendo. Por una
vez en mi vida, yo NO estaba de humor para sexo, pero yo tenía que
tener este sexo. Era la clave de mi plan.
Lo atraje más cerca, tratando de poner un poco de pasión en mí misma, pero
su técnica descuidada sólo me molestaba. Tal vez debería haber bebido algunos
tragos para entrar en estado de ánimo, pero yo quería estar totalmente en control
de esto. Yo le llevé a casa y le planté en el sofá con mi plan maestro en mente.
Chad había mantenido un horario bastante regular en los últimos días y yo
sabía cuándo regresaba a casa del hospital. No había tenido que trabajar muy duro
para conseguir a alguien que viniera en la tarde, pero me sentía toda aterrorizada
127 por dentro. Toda su lengua y su toqueteo sin fuego detrás de él era asqueroso.
Yo tenía diez minutos antes de que Chad llegara a casa, así que traté de
trabajar en mí misma. Pensé en todos los chicos guapos con los que había estado
antes. Todas las cosas que me gustaban en la cama. Pero nada de eso hizo nada por
mí. Todo lo que podía pensar era en Chad.
Esperando a que él regresara mí boca se volvía amarga y los latidos de mi
corazón, que deberían estar alterados por el deseo, estaban palpitando con miedo.
Quería empujar sus manos lejos de mi piel y gritarle que se fuera, pero yo
había empezado con esto y tenía que pasar por ello mientras tuviera las agallas.
La mano del hombre corrió bajo mi top. Yo no quería apresurar las cosas.
Mierda, si iba demasiado rápido y Chad llegaba un poco tarde a casa, yo lo habría
hecho todo para nada.
Cuanto más pensaba en él poniéndolo en mí, más mi vagina se secaba. Y
nunca había tenido un problema así antes. Tal vez yo necesitaba un poco de música
sexy. Tal vez lo que necesitaba era ver un poco de porno.
Cuando me moví para levantarme, sin embargo, él me tiró hacia abajo.
—¿A dónde vas, nena? —preguntó.
—A ninguna parte —le dije y traté de sonreír. Seguramente él se dio cuenta
que yo no estaba en ello. Sentía algo así como repulsión por él. Cada vez que me
había tocado, yo me había encogido ante sus manos, mi carne arrastrándose pero
me obligué a sonreír. Él era consciente de eso. Quizás él tenía tantas ganas de
conseguir un poco de sexo que ni siquiera le importaba. Eso me hizo sentir aún
peor, una ola de náuseas creció en mi estómago.
Después de un poco más de besos, me pregunté cuánto tiempo más tardaría
Chad. Si él nos veía solo besándonos en el sofá, no sería suficiente para hacer este
trabajo, pero mientras más el hombre me tocaba, menos quería ir hasta el final con
él.
Agarró mi camiseta, tratando de sacarla por encima de mi cabeza. Me moví
para ayudarlo. La desnudez ayudaría a la causa. Cuando llegó a la parte de arriba,
me desabroché el sujetador y me moví a su regazo.
Él miró lascivamente.
—Eso me gusta más, nena. No hay necesidad de ser tímida.
Me estremecí.
Me agarró la cabeza y me besó con más fuerza. Me resistí a la tentación de
apartarme. No se sentía como un beso, sin embargo, se sentía como una invasión
en mi boca.
Cuando escuché un auto estacionarse en la entrada principal, corrí para
ayudarlo a salir de sus vaqueros.
128 —Wow, estás entusiasta. Mientras estás ahí abajo...
Bajé sus calzoncillos y su polla dura saltó sobre su cintura. El hombre empujó
mi cabeza, obligándome a ello. Odiaba eso. Si quería chuparle la polla, la chuparía.
Él no debía tratar de obligarme.
Respiré profundamente. Debería hacer esto. Necesitaba hacerlo. Pero, cuando
mis labios rozaron su prepucio, aquella masa de náuseas en el estómago subió a mi
garganta. No pude. Incluso el olor de él estaba mal. No apestoso, pero no estaba
bien. Yo no quería esa polla en mi boca. Tuve que pensar en otra cosa. Estaba
teniendo arcadas antes de empezar.
¿Qué me había ocurrido? Yo nunca había pensado dos veces antes de tener
sexo oral con un tipo, pero todo mi cerebro gritaba para que me detuviera.
Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando escuché la puerta abrirse.
El hombre se apoderó de mi cabello, metiendo su polla en mi boca. Luché
ante la palpitación en mi estómago.
Chad estaba en la puerta, la realización de lo que estaba viendo
extendiéndose sobre su rostro como una ola. Mis lágrimas cayeron cuando la
decepción y repugnancia impactaron sus ojos.
Quería alejarme pero el hombre sujetaba mi cabeza tan fuerte. Me revolví
para conseguir liberarme.
—Saca tu cámara, Chad. ¿No es esta la evidencia que necesitas?
Chad se acercó más, pero no demasiado cerca, como si yo le repeliera. No
podía mirarme. Traté de reír, como si no me importara, pero el ruido salió frágil,
como rotura de huesos. Pero necesitaba pruebas.
Apreté la mandíbula. Necesitaba ser fuerte. Chad tenía que tener ese dinero y
para conseguirlo, necesitaba las fotos. Necesitaría empujarlo aún más si eso lo
hacía actuar.
Me coloqué en su línea de visión, lista para la foto. Traté de hacer que se viera
tan sexy como pude sin tener que poner la polla de ese tipo en mi boca.
—¿Esto está bien, Chad? ¿O mejor un ángulo diferente?
Yo saqué mi lengua, girándola sobre la cabeza de la polla del tipo, con la
esperanza de que Chad pensara que mi temblor era de deseo.
Sacó su teléfono como si le pesara y tomó algunas fotos.
—No puedo creer que tiraras todo por la borda de esta manera —dijo. La
pesadez en sus palabras hizo que me dieran ganas de encogerme.
Pero él quien podría estar tirando las cosas por la borda.
Después que él había tomado las fotos, regresó a la puerta y escuché su auto
129 arrancar.
El hombre me agarró de nuevo. Lo empujé lejos.
—Lárgate.
—¿Eh? ¿Qué fue todo eso? Tengo una gran erección aquí y necesito que la
chupes.
Me puse la camiseta.
—No necesito hacer nada y si pones esa cosa cerca de mi boca de nuevo, Voy
a morderla.
Él subió la cremallera de sus pantalones vaqueros.
—Estás jodidamente loca —dijo—. No sé lo que hagas con tu novio, pero no
me mezcles en tus juegos de perra loca de nuevo.
Al menos él se fue. Yo estaba sola y me desplomé en una bola en el suelo y
lloré hasta que no pude llorar más. Había hecho lo correcto, pero eso no fue un
consuelo.
Capítulo Veintidós
C
had debió venir y empacar sus cosas, mientras yo estaba en la escuela.
Llegué a casa a un apartamento vacío. A pesar de que él no había tenido
muchas cosas, su ausencia hacía eco en todo el lugar. La idea de que
nunca llegaría a casa a discutir con Chad, que nunca me llevaría a la escuela de
nuevo, nunca estaría allí para hacer pequeños comentarios sarcásticos acerca de
mi vida era demasiado para mí de manejar. Traté de decirme a mí misma que eran
como unas vacaciones y que volvería algún día, pero no podía engañarme a mí
misma. Él se había ido para siempre.
Al día siguiente, fui a la oficina de intercambio y les dije que no iba a irme de
intercambio. Me preocupaba que Chad fuera demasiado estúpido para no enviar
las fotos a mi abuela. Él iba a entender y me juzgaría por lo que había hecho
pensando que es mejor que yo. Pero no tenía que preocuparme por eso. No sabía
130 nada de mi abuela, pero cuando la mujer de la oficina de intercambios fue para
revisar cosas, ya había sido cancelado.
—Realmente sabes lo que ha sucedido, ¿verdad?
La idea de saber lo que había sucedido me recordó una vez más al hombre
repugnante. Había tenido mucho sexo en mi vida y mirando hacia atrás, no muchos
de ellos habían sido alucinantes. Me refiero a que un par de veces habían sido muy,
muy jodidamente buenos y había sido todo divertido. Pero nada comparado con
ese beso con Chad. Incluso ahora el pensamiento de ello hizo que mis dedos se
doblaran y mi carne palpitara.
Todo el trato con mi abuela había sido un error desde el principio. Yo había
querido que las cosas me fueran entregadas en una bandeja, pero eso nunca
funcionó. Yo no necesitaba ese intercambio. No me daría nada que no pudiera
conseguir por mí misma. Yo podría un año o tal vez más, una vez que me graduara
con mi dinero y mi propio talento. Sin estúpidos compromisos y sin acuerdos.
Incluso Rebecca Forsythe había descubierto que tener todo en bandeja no te
llevaba a ningún lado. Ella no había sido expulsada pero estaba en libertad
condicional y no podía obtener ningún beneficio extra, como el intercambio. Si
hubiera sido cualquier otra persona, todo el incidente probablemente habría
pasado desapercibido, pero cuando te exhibes como ella lo hizo, todo el mundo
habla. Si hubiera sido otra persona de la que se murmuraba y de la que se reían,
habría sentido lástima por ella. Así que, era probablemente algo bueno que ella
fuera una perra malvada porque necesitaba toda mi compasión para mí misma.
Después de arreglar todo el papeleo, me fui a casa. No tenía sentido ir al
estudio. Algunas personas eran del tipo que era capaz de canalizar toda su miseria
y angustia en su pintura, pero yo no estaba de humor. Lo canalicé en comer comida
chatarra y ver películas de pacotilla.
Incluso eso había perdido su atractivo cuando tuve que hacerlo por mi
cuenta. No podía concentrarme en el televisor e incluso las pequeñas magdalenas
sabrosas habían perdido su sabor. Me imaginé que sería mejor ir a la cama y
perderme en el sueño.
En mis sueños, extendí la mano para alcanzar a Chad y él no estaba allí.
Incluso mis sueños me traicionaron. Me desperté y me di cuenta con un sobresalto
que Chad había tenido razón.
Yo estaba enamorada de él.
Y mi abuela tenía razón. Yo no era nada. No comparada con su madre
moribunda.
131
Capítulo Veintitr s
L
as personas dicen que ayudar a los demás te hace sentir mejor
contigo mismo, pero encontré que no era en lo más mínimo verdad.
Me hizo irritable y miserable. Grité a Tristan tanto que casi había
llorado y Jayne estuvo muy cerca de darme un puñetazo.
—Alégrate —dijo Jayne—. Deberías estar contenta de no tener a Chad
persiguiéndote más.
—Idiota, ella estaba enamorada de él —dijo Tristán.
—Cállate, Tristan. ¿Qué sabrías tú?
No le había dicho a ninguno de ellos toda la historia. ¿Cómo podría?
Después de eso, no me había molestado en volver a clase.
132 Me había establecido en el sofá para otra noche de películas y bocadillos
cuando escuché un golpe en la puerta.
Mi corazón dio un brinco. Era Chad. Había decidido perdonarme y me quería
de regreso. Me apresure a contestar incluso sin preocuparme demasiado de que un
patán me viera. Este era el momento. El que había secretamente anhelado pero no
me había permitido soñar.
No era Chad en la puerta, sin embargo. Mi corazón se hundió. Era mi madre.
Por supuesto, estaba feliz de verla, pero ella no era Chad.
Vino con una bolsa de viaje, obviamente planeando quedarse por un tiempo.
Me tomó un momento asimilarlo. En primer lugar, ella limpió la cocina y
luego me hizo la cena. Bueno, si se puede llamar calentar una lata de sopa cena.
Mamá no era la mejor cocinera.
No tenía idea de por qué se había presentado. Normalmente estaba
demasiado ocupada para una visita. Los niños necesitados la necesitaban.
Finalmente, quiso hablar. Yo no quería hablar. Traté de salirme de ello al ir a
la cama pero ella me arrastro de regreso a la sala de estar.
—¿Qué está pasando? —preguntó.
No me fue posible decirle. Sabía que ella lo entendería, pero no podía
pronunciar las palabras.
—Tu abuela me llamó en un arrebato, diciéndome que te había criado sin
ninguna moral o estándares. Fue toda una exhaustiva conversación. No tengo idea
de lo que pasó, pero ella estaba realmente molesta.
Eso hizo que me incorporara con un sobresalto. Que la abuela había incluso
llamado a mamá fue una conmoción. Las únicas veces que había sabido que ellas
hablaron fue para organizar mi tiempo quedándome con la abuela. Bajé la cabeza
para evitar hablar pero, cuando levanté la vista, los ojos de mamá ardían sobre mí.
Ella no iba a dejarlo ir. Tenía años de experiencia tratando con caparazones mucho
más duros de romper que el mío.
Había asumido que ella estaba de visita por trabajo o algo así, no por mí.
Pronto, toda la historia sobre el acuerdo y Chad se desbordo de mí. No miré
hacia ella y no me detuve al hablar. El flujo de palabras había sido contenido
dentro de mí y se lanzó fuera con prisa.
Cuando terminé, mamá se levantó y nos hizo tazas de té. No habló y no juzgo.
Me senté allí, procesando lo que había dicho. Había cometido errores, había
cometido errores enormes.
—¿Qué habrías hecho tú, mamá?
Me entregó la taza y se sentó.
133 —Fuiste puesta en una posición difícil, Lucy. No estoy diciendo que hiciste
bien pero lo hiciste por las razones correctas. Esa pobre mujer y ese pobre Chad.
Debe haber sido terrible para él.
—La abuela es una perra. Sabes eso. Podría haberlo ayudado sin todo esto
pero eligió no hacerlo. No quiero volver a verla de nuevo.
Y me di cuenta que nunca tendría que verla de nuevo. Era un adulto, libre de
cualquier obligación. No necesitaba su dinero y no necesitaba su ayuda. Nunca
tendría que volver a esa miserable casa o sonreír ante sus desagradables burlas.
Era libre.
Por primera vez desde que Chad se fue, mi corazón se alivió un poco. Si mamá
se sentía mal por ella, podría perder su propio tiempo visitándola.
—Piensa que está haciendo la cosa correcta. Al menos le dio la oportunidad
de conseguir el dinero. Eso es más de lo que la mayoría de las personas haría.
Típico de mamá, siempre viendo lo mejor en las personas. No quería ver lo
mejor en la abuela. Quería odiarla y culparla por todo.
—Tú también hiciste la cosa correcta no tomando su dinero. Lo siento, Lucy.
Tal vez tu padre y yo hemos sido egoístas. Hemos tratado de ayudar a todos los
demás pero olvidamos ayudarte.
Tragué saliva. No quería llorar. No la quería siendo amable conmigo porque
eso sería lo peor. Todos los sentimientos serían demasiado para mí.
—¿Qué puedo hacer? —pregunté, esperando que tendría alguna solución
mágica para arreglar esto.
Sacudió su cabeza.
—No sé lo que puedes hacer. ¿Has hablado con Chad?
—¿Cómo puedo? ¿Cómo podría explicar todo esto?
Apreté un cojín contra mí. Necesitaba algo que aferrar.
—Tal vez lo entendería. Él debe preocuparse por ti o no habría estado tan
molesto por lo que sucedió.
No estaba tan segura de eso y, sí él se había preocupado por mí una vez, eso
había obviamente desaparecido ahora. Si lo intentaba ayudar, sólo me apartaría.
¿Qué otra cosa él haría?
—Ni siquiera sé cómo contactar con él. Si lo llamo, no va a responder a su
teléfono. Y si le digo, no querría aceptar el dinero.
—Sólo tienes que confiar en el destino, Lucy. Si se supone que debe ser, se
resolverá.
134 Eso era fácil para ella de decir. No habría acabado de arruinando su vida. El
destino apestaba a bolas de burro.
—¿Quieres ir al intercambio, Lucy? Porque si quieres, podemos ayudarte.
Puedes pedirnos ayuda, lo sabes. Quiero decir, no tenemos baldes de dinero para
arrojarte como tu abuela pero si tenemos un poco de dinero ahorrado. Si en verdad
es tu sueño ir, entonces podemos hacerlo realidad.
Me sonrió y un poco de la tristeza se aligeró. Me puse de pie y la abracé. A
veces, olvidaba cuan asombrosos podían ser papá y ella.
—Cuando descubrí que había sido elegida para el intercambio, estaba tan
feliz. ¿Quién no lo estaría? Fue un honor ser elegida. Pero en verdad no era mi
premio a ganar. Siempre sentí que le pertenecía por derecho a Jayne. Entonces me
vi envuelta en esta rivalidad con una chica estúpida. Quería ir solo para que ella no
pudiera. Pero ahora en verdad no significa tanto para mí. Seguro, ir seria lo
máximo pero también me perdería tanto. Quiero disfrutar estos años con mis
amigos y aprender todo lo que pueda aquí. No quiero interrumpir mi vida. Si
termino yendo a Italia o a cualquier otro lugar, será después de terminar mis
estudios.
En realidad, había pensado en ello para mi año de honor o postgrado
Ella colocó un mechón de cabello detrás de mí oreja.
—Realmente has crecido mucho últimamente, cariño. Pero no te vuelvas muy
independiente. Aun quiero ser tu madre por un poco más.
Sonreí. Creo que mamá sobrestimaba sus habilidades maternales, pero
estaba bien.
Al día siguiente, volví a la escuela. Quería, por lo menos, terminar mis
malditas piezas de cerámica para mi evaluación así no tendría que pensar otra vez
en ellas. Nunca tendría que poner un pie en ese cuarto de cerámica maloliente.
Tenemos que presentar cinco piezas para la evaluación. Esperaba que el
trabajo que había hecho en el barnizado disfrazara su baja calidad.
—Voy a reprobar —gemí.
—Difícilmente —respondió Jane.
—Bueno, sí, debería pasar pero será una nota asquerosa. —Sostuve uno de
los tazones que había hecho. Definitivamente era más abultado de un lado que de
otro…
Jayne rio.
—Tienes tiempo para hacer algo más y hornearlo.
—Supongo. Pero no voy a hacerlo.
135 Entonces recibió un mensaje para ir a la oficina. No pensé mucho en eso. Las
personas eran sacadas de clase todo el tiempo, normalmente por cosas estúpidas
como dejar su auto estacionado en el lugar incorrecto y tenían que moverlo.
Estaba más preocupada sobre si incluir o no mi tazón azul verdoso que hacía
juego con las otras cuatro piezas de mi evaluación, o el amarillo que en verdad se
mantenía sin tambalearse.
Jayne regresó con una sonrisa espléndida en su rostro.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Espero que no pienses mal de mí, Lucy, por estar tan feliz. Pero me han
ofrecido el año de intercambio. Ya que tú te retiraste y Rebecca esta desacreditada,
soy la siguiente en la fila. No se disculparon o admitieron que estaban equivocados
pero estoy totalmente justificada.
Salté y la abracé, tirando mi tazón amarillo al piso y destrozándolo.
—Nunca creí que sería elegida para algo como esto. No soy talentosa como
tú. No tengo un estilo original. Mi trabajo es poco original.
Esas fueron las palabras que Rebecca le dijo en la competencia. Obviamente
quemaron profundo en su cerebro. Wow, creí que estaba ayudando a Jayne no
dejando que Rebecca hiciera el intercambio, pero esto funcionó incluso mejor.
Infiernos, la extrañaría como una perra mientras no estuviera pero estaba tan feliz
por ella.
—Oye, voy a ser capaz de visitarte mientras estés aquí. Esa será la mejor cosa
que haga.
Jayne empacó sus cosas. De todos modos, no le preocupaba la clase de
cerámica. La fecha de intercambio estaba tan cerca, que tenía que correr como una
loca para tener todo preparado.
—Tengo algo de dinero guardado, gracias a Dios. Todo ese dinero de no
comprar ropa nueva y todo el dinero ganado a los chicos en el billar en Willagers.
Pero tengo poco tiempo para ahorrar más.
—¡Tienes que dejar de beber!
—Maldición, lo haré. Aun puedo ir al bar y hacer dinero. Y tendré que
aprender italiano. Tanto por hacer.
—Haz una lista.
Cuando se fue, la emoción murió. Estaba feliz por Jayne pero aún no podía
salir de esta mala racha.
Fui por un café y me afectó. No tenía a Chad ni el intercambio, pero no tenía
que dejar que mi trabajo sufriera. El proyecto en el que estaba trabajando para mi
clase de pintura se sentía mal y eso era porque yo había cambiado. No tenía que
sacármelo de encima. Necesitaba empezar de nuevo.
136 Volví al estudio y tomé algunos de mis lienzos terminados de la pila. Encontré
mi pincel grande y una lata de pintura blanca. No tenía mucho tiempo antes de la
evaluación pero podía crear algo mucho más poderoso. Toda la tristeza y el dolor
de estómago podrían ir sobre el lienzo y fuera de mí.
Trabajé en volver a empezar esos paneles el resto del día, ni siquiera
deteniéndome por un descanso. Tenía que hacerlo antes de ponerme en segundo
lugar.
Tristan vino a mi lugar de trabajo. Cuando vio mis lienzos en blanco, gritó—:
No, Lucy. ¡No! Has destruido todo tu trabajo. No tendrás tiempo para arreglar esto.
Pero lo hice. No podía arreglar nada en mi vida pero podía arreglar esos
paneles.
Terminé llegando a casa exhausta. Tuve que detenerme porque no podía
hacer nada hasta que la capa base de esos lienzos se secara. Aun así, podía trabajar
en mis ideas. Tomé mi cuaderno de dibujos y creé dibujos.
—Pareces tener un poco más de vida —dijo mama cuando me vio—. Lo cual
es algo bueno, porque necesito volver con tu padre mañana.
Asentí, no queriendo perder mi tren de pensamiento. Entonces me di cuenta
que estaba siendo un poco grosera.
—Gracias, mamá. En verdad ayudó tenerte aquí. Lo necesitaba.
Me sonrió. Eso me hizo feliz.
137
Capítulo Veinticuatro
—N
o te olvides de tus otras clases —dijo Jayne—. No tiene
sentido ir con grandes armas en pintura y reprobar todo lo
demás.
Pero no me importaba. Yo sabía que había hecho lo suficiente para pasar en
mis otras materias. No estaba trabajando para conseguir buenas notas o para
mostrar mi talento. Estaba trabajando, porque esto se había convertido en una
parte vital de mi vida.
Pasaría la próxima semana en el estudio en un frenesí. Yo sólo paraba para ir
a trabajar y volver a casa a dormir. Incluso entonces, acabé dejando el estudio sólo
cuando tenía que hacerlo porque cerraban por la noche. Llegué a conocer al
guardia de seguridad por su nombre. Él metía su cabeza y me decía que tenía que
salir.
138 Siempre había estado en mi trabajo, pero no así. Las nuevas pinturas tenían
una vida y un poder que nunca habían tenido antes. Puse todo lo que tenía en ellos.
La miseria y el arrepentimiento aún vivían dentro de mí, pero las pinturas no
escondían nada. Casi me destruyó ver mis entrañas allá arriba en la pared para que
todos las vieran. Me impidió sentir el dolor demasiado profundo, sin embargo y
significaba que no tenía que ir a casa a un apartamento vacío.
Por fin había tomado un descanso para tomar un café y ponerme al día con
Tristán y Jayne.
—Ella está obsesionada con su intercambio —dijo Tristán—. No estabas así
de loca cuando eras tú la que se iba. Me hace sentir mal porque ni siquiera quedé
en los tres primeros.
—Sí, porque no trabajaste. —Tenía que ser dicho.
—Estaba enamorado. Estoy enamorado de nuevo. Esta vez va a funcionar. Ya
verás.
En realidad que Jayne estuviera obsesionada con algo le hacía bien a Tristan.
Le haría ver lo molesto que era.
—Al menos Lucy puede usar su corazón roto para algo útil —le dijo Jayne.
No me había dado cuenta de que era tan obvio. Quiero decir, yo podía verlo,
porque sabía lo que estaba sintiendo, pero no quería que fuera tan
descaradamente obvio para cualquier persona.
—¿Vas a entrar en la competencia? —preguntó Jayne.
—¿Qué competencia?
—Wow, realmente has estado en un mundo propio. Hay un premio para
nosotros los de segundo año. No es un intercambio esta vez, pero es dinero en
efectivo real. Estoy entrando para conseguir un poco de dinero extra si gano.
Realmente deberías entrar en ello también. No es que yo quiera que entres porque
quiero ganar yo.
Pensé en ello. ¿Por qué no?
—Todo el trabajo se pondrá a la venta de todos modos. Si no gano, podría
vender algo. Eso sería un sueño, claro. Tú cuadro colgado en la casa de una persona
al azar.
Me reí. —¿No es el punto de todo esto?
Por fin, había terminado. Me había costado todo lo que tenía en mí, pero me
hice hacia atrás y miré la colección de pinturas, la pintura todavía no secaba en
algunas de ellas, y yo sabía que había hecho mi mejor esfuerzo. Los colores
139 parecían bailar. Me hizo sentir orgullosa. No me importaba lo que pensaran los
demás. Siempre sabría que había conseguido algo.
Ellos siempre ponían los estudios bajo llave durante las evaluaciones para
que nadie pudiera entrar e influir en los evaluadores. No tenía nada que hacer
durante toda la semana de evaluación, así que estuve en casa durmiendo.
Algunas veces pensé en llamar a Chad. Me pregunté si hablaría conmigo. Lo
dudaba sin embargo y el dolor punzante de él colgando me mataría. Yo podía vivir
sin él. No quería, pero podía. Tenía que demostrarlo.
Una vez que nuestras evaluaciones habían terminado y que se nos permitió
volver a los estudios, tuve que preparar mi trabajo para la competencia.
Llegué a la galería y encontré el espacio que se me había asignado para la
competencia. Era un buen espacio. No era el mejor en la galería, pero tenía una
pared para mí, así que no tendría a otras obras compitiendo visualmente con la
mía. Jayne y Tristan habían venido conmigo, así que podríamos ayudarnos con el
trabajo del otro.
—Wow, gran pared. —Tristán arrugó su cara.
—¿No crees que está un poco fuera del camino? ¿Alguien siquiera va a
tomarse la molestia de mirar a este pequeño espacio?
—Sí, no habrá ningún problema —dijo Jayne—. Pásame algunos de los
ganchos para que podamos colgar a este bebé.
Estaba tan contenta de que Jayne había llegado. No tenía ni idea de cómo
subir mi pintura, pero ella había salido y encontrado una escalera de mano y el
resto del equipo que necesitábamos. Incluso tenía un nivelador.
—Jayne, eres tan práctica. ¿No es increíble? —Tristán dio un paso atrás con
asombro cuando Jayne se puso a trabajar.
—¿Qué quieres decir? —Jayne se volvió hacia mí—. Estás siendo sarcástica,
¿verdad?
Negué. —No, eres increíble. Seríamos tan despistados con este tipo de cosas.
Jayne me indicó que le entregara la pintura. Tristán y yo nos hicimos a un
lado cada uno y tiramos para arriba mientras Jayne jugueteó con los cables para
colgarlo.
Por último, todos nos quedamos atrás y tomamos una mirada.
—No está derecho —dijo Tristán.
Jayne se rio. —Tú no eres derecho.
Tristán puso los ojos en blanco.
—¿Tienes como cinco años de edad? Consigue nuevo material Jayne.
—Está bien —les dije—. Vamos a poner la tuya ahora, Tristan.
140
Tristán y Jayne tenían espacios en el otro lado de la galería.
—Te iría mejor si pintaras otra cosa que no fueran pollas —Jayne dijo,
levantando la pintura de Tristán.
—¿Por qué? Todos los grandes artistas pintaron pollas. ¿Sabes algo sobre la
historia del arte? —Él frunció los labios y negó con la cabeza.
Yo ni siquiera quiero pensar en la historia del arte. Era el único examen que
tenía que hacer y tenía que ponerme a estudiar. Me dejé caer en la cuneta. El día
después del examen, Jayne se iba para Italia, por lo que habíamos planeado una
fiesta. Ella quería irse temprano para que pudiera instalarse e incluso había
organizado una clase intensiva de idiomas para antes de que comenzara su
semestre. Totalmente lo merecía más que yo. Yo sólo había estado pensando en los
hombres extranjeros calientes que podría tirarme.
Cuando nos fuimos, el galerista corrió hacia nosotros.
—¿Ustedes son las persona que han clavado ganchos en mis paredes? Hay
pautas muy específicas sobre cómo se deben colgar las obras. Ustedes los
recibieron con el formulario de inscripción. Esto no es aceptable.
—No fuimos nosotros —dijo Jayne—. Creo que fue una chica llamada
Rebecca Forsythe.
Necesitaba conseguir arreglarme para la apertura. Ellos iban a anunciar los
premios y hacer todo lo que se hace en una apertura de arte. Era aburrido pero los
profesores habían tenido una gran cosa acerca de la necesidad de establecer
contactos y obtener nuestros nombres, así tendríamos conexiones a galeristas
cuando nos graduáramos.
Yo no había pensado mucho acerca de después de la graduación hasta que
empezaron a hablar de eso, pero ese fajo de dinero del premio pagaría el alquiler
de un estudio por mi cuenta por un año o algo así.
Me puse un vestido y arreglé mi cabello. Creo que me las arreglé para
combinar lo bonito con la apariencia de artista excéntrica bastante bien. Yo llevaba
un vestido vintage que tenía estampado de flores de los 40 y me coloqué una gran
flor en el cabello. No es que importara. Jayne y Tristan ambos tenían familia
viniendo, pero yo estaría allí sola y probablemente desapercibida en la esquina.
La galería era una conmoción cuando regresé. Supongo que la mayoría de los
estudiantes tenían familia y luego estaban los invitados importantes que habían
sido requeridos. Busqué a Jayne y Tristán, pero no pude encontrarlos y luego fui
arrastrada por mi profesor para conocer a alguien. Él era un hombre mayor con un
rostro seco. Puso su mano para estrechar la mía y me pareció que se marchitaría
como una hoja de otoño. No dejaba de hablar conmigo sobre mi trabajo y hacer
141 todo tipo de preguntas.
Eventualmente, él me dijo que estaría interesado en mi trabajo si quería
hablar con él después de la exposición. Deslicé su tarjeta de negocios en mi bolso y
pensé que ya había hecho mi labor social de la noche. Pero no, me arrastraron para
conocer a alguien más.
Después de un rato, mi rostro dolía por ser toda amable con la gente y
tratando de no decir algo incorrecto. Yo no era buena en eso. Todos me hicieron las
mismas preguntas sobre mi proceso de pintura y mis motivaciones, pero supongo
que eso era mejor a que no me preguntaran nada.
Ni siquiera me había encontrado con Jayne o visto a nadie más cuando llegó
el momento del anuncio del premio. Me puse de pie en medio de la multitud, con la
esperanza de que pudiera quedar oculta. De esta manera nadie se daría cuenta si
mostraba derrota cuando mi nombre no fuera nombrado.
El discurso del decano siguió, cuando seguramente sabía que sólo queríamos
escuchar al ganador. Supongo que tenía cautivado al público pero él podía hacerlo
corto.
Todo era un drama con él tardándose. Se me anudó el estómago. No me había
dado cuenta de lo mucho que me importaba esto. Yo quería que terminara. Si no
ganaba entonces quería saber. Deseé tener a Jayne y Tristan a mi lado. Una
anciana me sonrió. Me pregunté si mi nerviosismo era tan evidente, que se sintió
obligada a tranquilizarme.
Cuando leyó mi nombre, yo me quedé mirando fijamente. Gané. La gente
aplaudía y algunos de ellos me dieron una palmada en la espalda mientras
caminaba hasta el Decano. Miré alrededor de la multitud para buscar a Jayne y
Tristan pero había demasiada gente.
El decano me entregó un certificado y el cheque del premio. Tenía que hacer
un discurso pero mi mente estaba en blanco.
Todo el mundo me miró.
Me moví hacia el micrófono, no estaba segura de lo que quería decir.
—Um, gracias —dije, esperando que pudiese dejar las cosas así. La multitud
no parecía feliz.
—No me esperaba ganar esto, así que no tengo nada preparado para decir.
Tengo un par de personas a quienes agradecer, mis amigos Jayne y Tristan. —
Escuché un grito desde el fondo de la galería, cerca de donde estaba el bar, por
supuesto.
Respiré profundamente.
—Hay alguien más a quien tengo que agradecer. No está aquí, pero él me
enseñó más este año que cualquiera de mis profesores. Nunca le veré de nuevo,
pero él siempre estará en mi arte.
142 No miré hacia la sala. Yo no quería que nadie viera mi rostro después de esto.
Las palabras apenas habían salido. Me moví hacia a la multitud, con la esperanza
de llegar a la barra para encontrar a los chicos y tomar una copa, pero tanta gente
quería darme la mano.
Finalmente, Jayne me encontró y me agarró alejándome de ellos.
—Tu pintura fue vendida. Fantástico. Estas cargada ahora. Me siento mal por
tomar el intercambio. Habrías totalmente tenido el dinero para ello, si sólo
hubieras sabido.
Le golpeé el brazo.
—No te sientes mal. Vas a tener el tiempo de tu vida y realmente te lo
mereces mucho más que yo.
Las dos fuimos a revisar la etiqueta de vendido en mi pintura. Yo no había
estado segura de que querer venderla así que puse un precio ridículamente alto en
ella, con la esperanza de disuadir a cualquiera de comprarlo.
Había ganado esta vez por mi propia capacidad sin nubes negras causadas
por Rebecca Forsythe. Había ganado un enorme sello de aprobación.
Que mi pintura se hubiera vendido añadía un brillo extra. Aprobación
académica era una cosa, pero una venta significaba que tenía prestigio en el mundo
real, que esto podría ser una carrera real para mí y no sólo algo a lo que jugaba.
Nos pusimos de pie delante de las pinturas y sentí un rayo de felicidad. Yo
podría ser una perdedora en el amor, pero sí que podía hacer algo bien.
Entonces vi al galerista tomando un cheque de alguien y todo el brillo en mí
murió.
—Es mi abuela —le dije, sorprendida de que mi voz aún funcionara—. Ella es
la que lo compró. No fue mi talento, después de todo.
Toda la ligereza desapareció de mi corazón.
Jayne puso su brazo alrededor de mí.
—No te preocupes, creo que la mitad de las pinturas aquí han sido
compradas por miembros de la familia.
Ella me dirigió hasta la barra y me consiguió una copa de vino. Ella no
entendía y yo no podía explicarlo, pero no quería que los resultados de mi dolor y
miseria fueran colgados por la mujer que había causado todo. Preferiría quemar mi
trabajo hasta que fueran cenizas antes que ella fuera dueña de él. Yo ni siquiera la
había visto en la galería pero yo había estado en esa esquina toda la noche.
Esperaba que nadie tratara de hablar conmigo. Si querían felicitarme o hablar
de mi proceso, yo no sería capaz de hablar. Mantuve la cabeza baja, sin querer
hacer contacto visual con nadie.
143 Esperé en la esquina de la mesa de las bebidas mientras Jayne hacía cola por
nuestro vino. El "bar" era una mesa de caballete cubierto de papel de carnicería
con algunos estudiantes sirviendo bebidas. Uno de ellos se hizo hacia atrás para
abrir una caja de cartón de botellas de vino con un par de tijeras. Colocó las tijeras
en la esquina de la mesa mientras sacaba dos botellas y luego se volvió para
agarrar el sacacorchos.
La observé aturdida. Yo sabía lo que tenía que hacer.
Capítulo Veinticinco
M
e abrí paso a empujones por la galería. Algunas personas jadearon
ante mi rudeza y estoy segura de que había derramado más de una
bebida pero yo tenía una misión. Jayne corrió tras de mí, agarrando
mi brazo para detenerme, pero me la quité de encima.
Llegué a la pared donde colgaba mi pintura. No había manera de que la mujer
la tendría. Tenía que parar esto. Yo había creado ese trabajo y era mi derecho
destruirla.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó y la habitación se tornó borrosa. Todo el
ruido y la charla se empañaron. Todo lo que podía ver era mi pintura frente a mí. Y
cada línea, cada color, cada forma en esa pintura me hablaba de Chad.
144 Si ella tenía mi pintura en su casa, sería un trofeo de la miseria que me había
causado. Toda mi pasión se convertiría en algo de lo que ella se regocijaría.
Sostuve las tijeras en mi mano y arremetí contra la pintura.
La hoja de las tijeras golpeó el lienzo y rebotó.
Ni siquiera había pinchado el lienzo, soló boté algunas láminas de pintura.
Cayeron al suelo y grité como si las tijeras hubiesen atravesado mi corazón. Yo
estaba demasiado débil.
Una mano agarró mi hombro, pero giré con las tijeras. Déjenlos intentar
detenerme. ¿No entienden? Esta era mi pintura. Este era mi derecho.
Lágrimas nublaron mi visión pero esas personas seguramente habían
detenido su charla educada para presenciar esto. No se trataba de ellos sin
embargo. Esto era sobre mí. Y Chad. Y la abuela.
Yo no fallaría por segunda vez. Tropecé hacia atrás, ganando impulso. Esta
vez pondría toda mi fuerza en ello. Yo haría esto.
Me lancé a la pintura.
Antes que las tijeras hicieran contacto, un par de brazos fuertes me
atraparon, sosteniéndome apretada. Luché y me retorcí, intentando con todas mis
fuerzas liberarme. Esos brazos me agarraron como un torniquete y las tijeras
cayeron al suelo.
Me había olvidado de que la galería tenía seguridad.
—Déjame ir. Esa perra no puede tener mi pintura. Es mía.
Grité y di patadas, pero nada funcionó. Toda la ira se volvió una oscuridad
dentro de mí. Una rabia negra que había que destruir.
—Vete a la mierda, déjame ir —grité pero entonces las palabras sólo se
convirtieron en un lloriqueo.
Un borrón nebuloso de rostros desencajados me miraron mientras el guardia
me arrastraba a través de la galería. Luché para liberarme pero mis pies se
levantaron del suelo. Lo único que pude hacer fue mover mis piernas y eso me hizo
enojar aún más. Mis manos se apretaron en puños con nada para atacar y la cabeza
me dolió.
Si fuera posible que la ira te incendiara, me habría quemado, llevando esta
galería llena de personas conmigo.
Una vez que llegué a las puertas de la galería, el aire frío me golpeó. Lloré,
sabiendo que no tendría otra oportunidad. Había perdido.
Quería explicarle al jodido guardia para que me dejara ir, pero mis palabras
no podían formarse y terminaron saliendo como un gorgoteo agónico.
—E
stas llorando. En verdad estas llorando —señaló Tristan con burla
en sus ojos. Aunque, el lucía a un minuto de llorar—. Creí que sería
el primero en llorar pero tú lo hiciste primero. Yo gano.
Me prometí que no lo haría, pero usé una máscara a prueba de agua solo
para estar segura. Mi mejor amiga estaba dejándome.
—Yo soy quien debería estar llorando. Tengo más que perder que tú. Ella es
mi única amiga divertida ahora que sales con Chad.
Entonces, ¿Cómo podía responder a eso excepto golpeándolo para que
llorara también? Estaba tan musculosa ahora. Me había convertido en una de esas
chicas que van al gimnasio y… bueno, la mayoría era porque ejercitarse con Chad
era realmente caliente, pero la musculatura definida fue un efecto secundario
147 beneficioso.
Jayne nos consiguió más bebidas y me apoyé contra Chad, sus brazos a mi
alrededor. No me preocupaba aumentar mi trabajo en el tercer año y me
preguntaba si la felicidad y el asombroso sexo funcionarían en su lugar.
Sí, el sexo era asombroso. Como malditamente bueno. Después de toda esa
prueba de manejo había encontrado el ajuste perfecto. El sexo con extraños al azar
no era nada comparado con Chad. Él lo llevó a un nuevo nivel. ¿Quién sabía que
estando con alguien que amaba, confiaba y conocía tu cuerpo podía ser tan
malditamente bueno?
Chad se había mudado de vuelta pero no a su vieja habitación, por supuesto.
Convertimos eso en un estudio. Quizás, si el tratamiento no funcionaba en su
madre, ella terminaría mudándose con nosotros, pero parecía estar respondiendo
muy bien.
Levanté la mano y froté la cadena alrededor de mi cuello.
—¿Qué es eso? —preguntó Tristan—. ¿Te ha dado Chad una joya de amor?
Niego y me aseguro que él no pueda verlo. Él moriría de risa si lo supiera.
Chad me había dado algo más precioso que los diamantes y el oro. Y lo usaba en
una cadena alrededor de mi cuello, así nadie nunca lo robaría. Había remplazado
mi llavero edición limitada de One Direction.
—Al menos estoy dejándote en buenas manos —dijo Jayne—. Ahora tienes tu
propio guardaespaldas permanente.
Fin
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