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Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
O dio las redes sociales. Todos los idiotas que publican cualquier tontería
sobre sus vidas que a nadie le importan una mierda. Aunque le dan me
gusta a cada post solo para que parezca que les importa.
Puras mentiras.
Sin embargo, dicho esto, es el lugar perfecto para encontrar exactamente
lo que necesito.
Mientras pongo la dirección en el GPS, casi espero que salga corriendo
de la casa para intentar sacarme a rastras de su auto. Sin embargo, cuando
echo un vistazo a la puerta principal, la encuentro cerrada tal y como la
dejé.
No sabía qué esperar de mi hermanastra. Lo único que sabía era su
nombre y su edad. Obviamente, tenía esperanzas de que no fuera una
completa perdedora, pero solo podría haber deseado el ardiente cuerpecito
que salió de este mismo auto hace rato.
Me gusta su lado agresivo. Si no la odiara, podría pensar que es lindo.
Solo hay una cosa que siento hacia mi hermanastra. Indignación.
Ha vivido una vida perfecta aquí con mi padre y la zorra de su madre,
mientras mamá y yo fuimos olvidados.
Mis nudillos se me ponen blancos y se me parten de nuevo con la fuerza
con la que agarro el volante mientras salgo en reversa de la entrada.
La dirección que me dieron en Internet parece estar justo en la otra
punta de la ciudad. Menos mal que tiene un tanque de gasolina lleno. Me
habría enfurecido mucho tener que gastarme el poco dinero que tengo en
gasolina en lugar de en algo que me ayude a pasar los próximos días.
El tipo con el que había quedado de verme me estaba esperando en el
estacionamiento desertico que me había indicado y, tras poco alboroto, me
dirijo de regreso hacia la casa en la que no quiero estar.
Aún no hay más autos en la entrada, aunque no me sorprende. Papá dijo
que estarían fuera casi toda la noche. Alguna tontería sobre ir a un club de
golf local o algo así. No puedo decir que estuviera escuchando. Tomé el
dinero que me ofreció, asentí con la cabeza cuando me sugirió que pidiera
comida a domicilio y le di la espalda.
No quería que se hiciera la ilusión de que realmente quería estar aquí.
Que había venido porque pensaba que su sugerencia era una buena idea. Ni
de broma, carajo. Si hubiera pensado que venir de visita sería divertido, lo
habría hecho hace años.
Todo lo que estaba haciendo era tratar de hacerle la vida más fácil a
mamá. Si estar lejos por un tiempo le daba espacio para respirar, entonces lo
haría de buena gana.
Cualquier cosa por ella. La mujer que ha dado toda su vida para
cuidarme, para darme todo lo que necesito. No es como si el imbécil de esta
casa haya ayudado desde el día en que se marchó y nos dejó tirados.
Miro fijamente hacia la casa, preguntándome si me habrá oído volver y
estará esperandome con un cuchillo de cocina en la mano. ¿O se estará
escondiendo? Curiosamente, esa idea me atrae más.
La afecté antes, lo sé. Casi quiero verla intentando ignorarme,
intentando fingir que no estoy aquí, que no la estoy volviendo loca. Hará
este juego mucho más entretenido para mí.
Tengo toda la intención de que esta sea mi primera y última visita aquí.
Mi plan es pasar el año, graduarme... tal vez, y luego conseguir un trabajo.
Quiero empezar a ganar dinero de verdad para que mamá y yo podamos
tener una casa mejor, con calefacción que realmente funcione en invierno y
aire acondicionado en verano. Quiero poder mirar al menos por una ventana
y no directamente al departamento de alguna otra escoria.
Con un suspiro, salgo del auto con mi compra haciéndome un agujero
en el bolsillo. Estoy más que listo para relajarme y aprovechar al máximo la
cama tamaño queen en lugar de la individual a la que estoy acostumbrado.
La casa está maravillosamente en silencio mientras me dirijo a la cocina
para tomar algo de comida y subo las escaleras hasta la habitación a la que
me llevó papá después de recogerme del aeropuerto.
No pude evitar sonreír cuando descubrí que me puso justo al lado de su
preciosa Ruby. Pasé todo el recorrido de la casa teniendo fotos felices y
sonrientes de los tres restregándome en la cara. Cualquiera que no estuviera
al tanto pensaría que son la pequeña familia perfecta. A la mierda las vidas
anteriores de nuestros padres, a los que abandonaron. Hace tiempo que han
sido olvidados y esto era lo único que les importaba.
Entrando a mi habitación provisional, cierro la puerta de una patada
antes de quitarme los zapatos, abrir la ventana y tirarme en la cama.
Saco la bolsita de hierba, mi encendedor y el teléfono de mi bolsillo y
me pongo cómodo.
Después de volver a poner mi música, me dispongo a preparar mi
primer cigarrillo.
Se me hace agua la boca por probarlo, algo que haga este infierno
mucho más soportable.
La primera calada me da exactamente donde lo necesitaba. Aspiro
profundamente y retengo el humo en mis pulmones hasta que empieza a
quemar.
¡Sí, carajo!
Me deslizo un poco por la cama y le doy una calada tras otra, sin
importarme un demonio que esta sea su casa. No me dio ninguna regla, así
que lo tomo como que no hay ninguna.
Estoy a punto de levantarme de la cama con la necesidad de encontrar el
gabinete de licores de ese hijo de puta cuando la puerta de mi habitación se
abre de golpe.
Parece que esta noche se acaba de poner interesante.
CAPÍTULO CUATRO
RUBY
H a sido un largo día con solo lo que queda de mi hierba y los recuerdos
llenando mi mente de cómo ella reaccionó a mí anoche.
Maldita sea, si su cuerpecito curvilíneo no me llamara de una
forma que no debería. Si sus pezones que se escondían detrás de esa fina
tela no estuvieran rogándome que me los llevara a la boca.
Me pregunto si alguien la habrá tocado como yo lo hice anoche. Me
pregunto si el hecho de que yo cumpliera mi amenaza de tomar lo que
quisiera cuando quisiera sería más importante para la princesita de papá que
para los demás. La forma en que abrió los ojos cuando la toqué me hace
pensar que no es algo que ocurra muy a menudo.
Se me dibuja una sonrisa en los labios. Quitarle eso sería una forma de
demostrar algo.
Tenía esperanzas de cómo sería mi hermanastra. Y resulta que es
exactamente lo que soñaba. Ardiente, inocente y totalmente ingenua.
Frotándome las manos, me levanto de la cama y me quito la camiseta
por encima de la cabeza. Miro mi nombre en la espalda y me pregunto si
me dejarán volver a jugar después de esto. Probablemente no. El fútbol
americano es lo único que me ha mantenido tanto tiempo en esa escuela de
mierda. Sin él, no tengo motivos para estar allí cuando podría estar
trabajando y ayudando a mantenernos a mamá y a mí.
Dejándola caer junto a mi maleta, me quito mis pantalones y me dirijo
al baño para ducharme antes de la encantadora comida familiar de la que
Lisa me interceptó para hablarme antes. Yo solo quería un maldito
sándwich, pero en lugar de eso acabé teniendo que aguantar a mi madrastra
excesivamente feliz queriendo saber mis preferencias para la comida de esta
noche. Soy un chico de dieciocho años, ponme enfrente cualquier cosa
comestible y me la comeré. Está claro que no está acostumbrada a tener
chicos cerca. La idea me hace sonreír y me devuelve a mis reflexiones
anteriores sobre su posiblemente inocente hija.
Tras una ducha rápida, me pongo ropa limpia y me paso gel por el
cabello. Ese es todo el esfuerzo que van a conseguir de mí para este
inevitable espectáculo de mierda.
No queriendo bajar antes de tiempo y dar la impresión de que estoy
emocionado por la cena familiar a pesar de que me muero de hambre,
tampoco quiero sentarme a esperar. Decido que necesito algo de
entretenimiento, abro la puerta de un jalón y me dirijo hacia dónde está mi
juguetito.
Sé que está ahí, lleva en casa un par de horas. He tenido que contenerme
más de lo que creí posible para quedarme encerrado en mi habitación todo
este tiempo, sabiendo que ella está al otro lado de la puerta.
Siento un cosquilleo parecido a la excitación en mi estómago cuando
pongo la mano en la perilla de la puerta y la giro.
Espero que me vea inmediatamente y que intente regañarme, pero, para
mi alegría, la habitación está vacía. El único indicio de dónde está es el
vapor que sale de su baño.
Miro hacia su cama, con toda su tarea esparcida en ella, intentando
decidir cuál será mi próximo movimiento.
Me estoy alejando de la ventana cuando ella aparece en la puerta,
envolviendo su cuerpo con una toalla esponjosa.
—¡Lárgate de aquí! —grita lo bastante fuerte como para alertar a
nuestros padres.
Corro hacia ella y le tapó la boca con mi mano para que no vuelva a
hacerlo. Sigo empujándola hasta que choca contra la pared.
Sus ojos furiosos me miran fijamente mientras su pecho empieza a
agitarse.
—Parece que estás en una posición vulnerable, ¿no crees? —Al
escuchar mis palabras, agarra con más fuerza su toalla. Es divertido que
piense que tiene algún poder en este momento. Si quisiera arrancársela del
cuerpo, podría hacerlo con un solo movimiento, no me cabe duda.
La tensión entre nosotros crepita mientras nos miramos fijamente, el
único sonido que se escucha es el de nuestras respiraciones entrecortadas.
Rompiendo nuestra conexión, recorro su rostro con mi mirada. Un
moretón que se oscurece en su mejilla llama mi atención y alzo los dedos
para recorrerlo, soltando su boca una vez que estoy seguro de que no va a
volver a gritar.
Se estremece como si le doliera, a pesar de que apenas hago contacto.
—Parece que no soy el único al que le gusta pelear sucio.
Sus cejas se fruncen.
—Crees que yo... —Se detiene negando con la cabeza—. Nunca he
estado en una pelea en mi vida. Aunque mi necesidad de hacerte daño
empieza a dominarme.
No puedo evitar sonreír. Pensar en ella descargando sus pequeños puños
sobre mí es demasiado divertido como para ignorarlo.
—Ah, sí, ¿y cómo crees exactamente que eres capaz de lastimarme?
—Puede que sea pequeña, pero no me subestimes.
Se me desencaja la mandíbula mientras la miro fijamente,
preguntándome qué está pensando exactamente, qué cree que podría
hacerme para causarme más dolor. Ya me ha arruinado la vida, me quitó a
mi padre, no estoy seguro de que pueda hacer mucho más para empeorar mi
vida.
—¡Ruby, Ashton, la cena está lista! —El sonido de la dulce voz de Lisa
es como el de uñas en una pizarra, y me estremezco visiblemente cuando
suena a nuestro alrededor.
—Uy, salvada por la campana.
Doy un paso atrás mientras ella exhala un suspiro de alivio y baja sus
manos. Mal hecho.
En una fracción de segundo, estiro la mano y jalo la tela que cubre su
cuerpo.
El shock la vuelve inútil, porque cuando su cerebro se da cuenta de lo
que hice y agarra la toalla, ya es demasiado tarde.
La suave tela cae al suelo, dándome unos segundos para contemplar su
cuerpo desnudo. Es jodidamente perfecto. Sus pezones rosados se ponen
erectos y piden ser tocados. Su vientre tonificado, la pequeña mata de pelo
que precede al vértice de sus muslos, la curva de sus caderas.
Demonios.
Probablemente fue un grave error, porque antes quería ponerle las
manos encima para demostrar algo, pero ahora estoy casi desesperado por
descubrir si es igual de peleonera cuando esté boca arriba con las piernas
abiertas.
Mucho antes de que me sacie, se inclina y vuelve a cubrirse.
—¿Ya estás contento? —pregunta, intentando sonar segura, pero sin
lograrlo—. Lo has visto bien, puedes guardarlo en tu jodido repertorio para
masturbarte más tarde o lo que sea que hagan los sádicos hijos de puta
como tú.
Le sonrío, el hecho de que piense que estoy remotamente interesado me
divierte.
—¿Crees que te deseo? Vete a la mierda, pequeña. Si necesito un coño
dispuesto para pasar la noche, iré a buscar a una mujer que sepa lo que
hace, muchas gracias.
Sus mejillas arden en carmesí antes de que me mueva hacia la puerta.
Casi estoy en el pasillo cuando vuelve a encontrar su voz.
—¿Quién dice que no sé lo que hago?
La dejo allí parada solamente con mi risa llenando sus oídos.
CAPÍTULO SIETE
RUBY
E n cuanto Harley me miró, supo que algo andaba mal, sin embargo, por
mucho que me suplicó, me negué a contarle lo que me había hecho huir
de mi propia casa.
Le dije que había estado trabajando en la mesa de afuera y que todo se
había volado con una ráfaga de viento. Era totalmente imposible, ya que
afuera no había ni una brisa, y mucho menos una ráfaga, pero pronto se dio
cuenta de que sus súplicas caían en vano y se dio por vencida. Eso no
impidió que hoy me lanzara miradas de preocupación cada vez que me veía
en la escuela.
Por suerte, al dormir con ella en su habitación silenciosa he podido
descansar mucho mejor y no ando por ahí como un maldito zombie.
Necesito mi energía para la fiesta.
Recuerdo la del año pasado, fue una locura. Técnicamente, Harley y yo
éramos demasiado jóvenes para que nos invitaran, pero como ya éramos
animadoras de JV «equipo suplente», conseguimos que nos incluyeran en la
lista de invitados. Mamá y Stephen no estaban muy convencidos hasta que
les dije que les encantaba hablarme de las fiestas en las que se habían
colado cuando eran más jóvenes y les recordé lo buenas chicas que éramos
Harley y yo. Por supuesto, me estaba riendo por dentro mientras lo decía.
Puede que yo tenga algo de chica buena, pero Harley tiene sus momentos.
Como estaba previsto, durante el almuerzo Harley anuncia que debo
prepararme para la fiesta en su casa y luego quedarme otra noche. Me
parece muy bien, así que cuando termina la práctica de animadoras, la sigo
hasta su casa para que empiece pronto la fiesta.
Toma una botella de vodka que su hermano Zayn había escondido en su
estudio y nos turnamos para beber un trago mientras nos preparamos.
—Toma. —Ofrece, entrando a su habitación con dos enormes cajas de
pizza en las manos—. Pedí comida para absorber un poco el alcohol.
—¡Oh, dame! —Acepto haciéndole un gesto con las manos. La cabeza
ya me da vueltas y aún no hemos salido de la casa.
—¡Zayn! —exclama por la puerta de su habitación—. ¡La cena!
Me miro con solo una camiseta de tirantes y unas bragas diminutas
puestas.
—Har —indico aterrada, señalándome a mí misma mientras unos pasos
se dirigen hacia nosotros.
—Oh, cállate. Mi hermano es un grandísimo perro, seguramente ya es
inmune a un par de tetas.
—Te escuché —le dice mientras entra por la puerta.
—Se suponía que lo hicieras, imbécil. Toma. —empuja una caja en su
dirección, pero él ni siquiera se da cuenta.
—Hola, Ruby, nena. ¿Cómo te va?
Los nervios estallan en mi estómago. No es ningún secreto que estoy
enamorada de Zayn desde que tengo uso de razón. Sus ojos oscuros me
llaman de una forma que otro par no lo hace. Mientras que aquel en quien
ni siquiera pienso tiene unos ojos oscuros aterradores, los de Zayn son
como chocolate derretido en el que solo quiero zambullirme. Si a eso le
sumamos su cálida piel bronceada, no puedo evitar querer descubrir más.
Por desgracia, él solo me ve como la amiga de su hermanita. Puede que
coquetee, pero sería estúpida si pensara que es algo más que una broma.
Me pongo en posición fetal con la esperanza de ocultar lo que mi
mínima ropa no hace.
—B… bien. ¿Y a ti? —tartamudeo como una idiota.
—Mucho mejor después de verte, nena. —Me guiña un ojo y mis
mejillas se calientan.
—Ahora que tienes eso, puedes irte a la mierda. Tenemos que alistarnos
para una fiesta, —brama Harley.
—Ugh, ¿de verdad van a ir?
—Um... por supuesto que sí. No eres el único que quiere divertirse.
—Podrías esperar hasta el año que viene, cuando esté en la universidad
—refunfuña.
—¿Y qué gracia tendría eso? No podrías desaprobar mi ropa ni a los
chicos que elijo para besar.
Da un paso hacia ella, sacando el dedo para regañarla.
—Harley, no habrá bes...
—Oh, tómate el día libre. Sé a ciencia cierta que hacías algo más que
besar cuando eras junior, así que no tienes nada que comentar. A menos que
quieras que le diga a mamá que te sorprendí cogiendo…
—Ya basta.
Harley estalla en carcajadas.
—Eso pensé. Ahora vete al carajo.
—Eres un dolor de cabeza, Harley Hunter.
—Sí, sí. El sentimiento es mutuo, imbécil —le responde ella mientras él
se aleja por el pasillo.
Sus bromas son como debería ser una relación entre hermanos. Pienso
en las últimas cuarenta y ocho horas con Ashton. No hay ningún vínculo
fraternal entre nosotros. Pero, ¿por qué debería haberlo? Somos extraños
unidos por nuestros padres. No hay razón para que tengamos ningún tipo de
conexión.
Aunque la hay. Hay algo que crepita entre nosotros cada vez que
estamos lo suficiente cerca como para tocarnos. Aunque es cualquier cosa
menos una broma divertida. Es puro odio.
Lo veo en sus ojos. Lo siento en su tacto.
Por mucho que luche contra él, ambos sabemos que tiene todo el poder
y necesito no bajar la guardia antes de que logre su misión de doblegarme.
—Whoa, cálmate. Me gustaría llegar a la fiesta antes de que te
desmayes —indica Harley, quitándome la botella de la que estaba bebiendo.
—Solo me dejo llevar. Ha sido una semana muy larga.
—Lo sabía —anuncia, dándose una palmada en la rodilla—. ¿Qué te
hizo para que huyas de tu propia casa?
—Es solo la música. Deberíamos vestirnos.
Levantándome del borde de su cama mientras ella saca su primer trozo
de pizza humeante, busco en la maleta que empaqué para sacar mi atuendo.
Consiste en mi uniforme de animadora y algo de pintura para la cara.
Ashton tenía razón, no es precisamente creativo, pero odio los disfraces, o
más concretamente las máscaras, así que es lo máximo que estoy dispuesta
a hacer.
—Maldición —murmuro, buscando hasta el fondo.
—¿Qué?
—No empaqué un sujetador blanco.
—¿Y? No te pongas. Dale a los chicos un pase libre a la segunda base
esta noche.
La miro y entrecierro los ojos hacia ella. Puede que mis senos no sean
enormes, pero prefiero tenerlos contenidos. Al menos no voy a animar esta
noche, supongo.
—O ponte uno de los míos —sugiere encogiéndose de hombros.
—Probablemente eso sería peor. —Miro su pecho.
—Está bien, no hace falta que señales lo que me falta. Solo ponte el top.
Cualquier chico que tenga la suerte de meter una mano debajo esta noche
pensará que todas sus Navidades han llegado a la vez.
Pienso en los chicos de la escuela, en Zayn y con quién podría acabar
esta noche, pero cada vez que lo hago, sus caras se funden con las de otra
persona.
Sacudo la cabeza. Necesito más vodka, maldición.
CAPÍTULO DIEZ
RUBY
Tracy Lorraine es una autora bestseller de novelas románticas contemporáneas para adultos del USA
Today y del Wall Street Journal. Tracy vive en el lindo pueblo de Cotswold en Inglaterra junto con su
esposo, su hija y su adorable, pero un poco loco springer spaniel. Habiendo sido siempre una adicta a
los libros con la cabeza metida en su Kindle, Tracy decidió probar suerte con la idea de una historia
que soñó y no ha mirado atrás desde entonces.
Si quieres saber lo que estoy haciendo, ver avances y fragmentos en los que estoy trabajando,
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