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HISTORIA DE ESPAÑA 1

TEMA 9: DESAMORTIZACIÓN

TEMA 9: PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS

1. INTRODUCCIÓN
Durante la Revolución Liberal el campo vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen
señorial, la supresión de los mayorazgos y las grandes desamortizaciones. Mediante este proceso, el Estado
convirtió en bienes nacionales las propiedades y derechos que hasta entonces habían constituido el
patrimonio amortizado (fuera del mercado libre) de diversas entidades eclesiásticas y civiles para enajenarlos
(venderlos) a favor de ciudadanos individuales. En toda desamortización hay dos pasos: 1- la
nacionalización de los bienes de manos muertas, 2- poner a la venta esos bienes, generalmente mediante
pública subasta.
En España, tal procedimiento se produjo de manera discontinua, promoviéndose varias desamortizaciones: la
de Carlos IV, durante la Guerra de Independencia, en el Trienio Liberal, y las más relevantes, la de
Mendizábal y la de Pascual Madoz, en la etapa isabelina. Estas transformaciones, cambiaron la estructura de
la producción y propiedad en la España del siglo XIX, pero por sus especiales circunstancias no solucionaron
los problemas del mundo rural, dejando la cuestión agraria como uno de los factores que generaron más
inestabilidad en el siglo XX.

2. CARACTERÍSTICAS DEL CAMPO ESPAÑOL


La tierra era la principal fuente de riqueza de la España del siglo XIX, y era el sector que ocupaba a la
mayor parte de los trabajadores (el 80% de la población). La agricultura era la actividad económica más
significativa, aunque con escasas innovaciones y bajos rendimientos.
Esta situación se relacionaba con la desigual distribución y propiedad de la tierra: mientras en zonas del
norte y este abundaban los minifundios, desde el valle del Tajo hacia el sur predominaban los latifundios.
Además, un enorme porcentaje de las tierras estaban en manos de la nobleza y el clero, que vivían de las
rentas que les proporcionaba el campo. Estas tierras estaban vinculadas a sus propietarios de manera
diferente: a la nobleza gracias al mayorazgo (los bienes vinculados a la familia no podía ser divididos y
pasaban íntegros al heredero); a la Iglesia, propietaria como consecuencia de las donaciones de tierras que
estaban “amortizadas”, es decir, no podían ser vendidas o parceladas; a los municipios que eran propietarios
de las “tierras comunales”, que, solían permanecer improductivas o estaban mal cultivadas. Las tierras de la
Iglesia y la de los municipios se denominaban propiedades de “manos muertas”, ya que, como no se podían
vender, no había posibilidad de que cambiasen de manos.
Todas estas tierras amortizadas suponían un enorme lastre para la economía: por ellas no se pagan impuestos
y, además eran poco productivas. Los políticos ilustrados del siglo XVIII ya criticaron los bienes
amortizados de la nobleza y del clero, así como a los de “manos muertas” de los municipios. Los políticos
liberales del siglo XIX, conscientes de que los cambios en la estructura de la propiedad de la tierra habían
favorecido en otros países una gran expansión de la producción agrícola y un aumento de la productividad,
propugnaban la liquidación de las formas propias del Antiguo Régimen (señoríos, mayorazgos,…) para
poder vender las tierras. Entendían que los nuevos propietarios se preocuparían de aumentar la
productividad de las tierras y de la modernización del campo. Todo esto redundaría en un beneficio global:
si aumentaba la producción, aumentaría la recaudación de impuestos y la población aumentaría sus ingresos
y, por tanto, su poder adquisitivo y podrían impulsar la economía del país.

3. EL PROCESO DESAMORTIZADOR
3.1.ANTECEDENTES
Durante el reinado de Carlos III las críticas a las tierras amortizadas por parte de los ilustrados son cada vez
más fuertes. Tras una primera resistencia por parte de la Corona para detener las amortizaciones, la expulsión
de los jesuitas en 1767 fue seguida de la enajenación de sus bienes iniciándose con esas posesiones una
reforma de la agricultura, incluida la colonización de Sierra Morena.
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A partir de 1795, durante el reinado de Carlos IV, Manuel Godoy inicia una desamortización. En 1798
declaró en venta los bienes de hospitales, colegios, hospicios, cofradías,… regidos por instituciones
eclesiásticas, los de los jesuitas y Colegios Mayores. Lo obtenido se empleó para financiar nuevas campañas
militares.
En el primer tercio del siglo XIX otros intentos desamortizadores fueron:
 Durante la Guerra de la Independencia, José I realizó una pequeña desamortización que implicó la
confiscación de las rentas que proporcionaban las tierras para el avituallamiento y gastos de guerra de las
tropas francesas. También las Cortes de Cádiz participaron en el proceso desamortizador al expropiar
los bienes pertenecientes a los afrancesados, a conventos y monasterios destruidos durante la guerra, y
tierras municipales, siendo vendidos en subasta pública, destinado a amortizar la deuda del Estado. La
restauración del absolutismo con Fernando VII en 1814 significó la devolución a la Iglesia de los bienes
vendidos en el periodo anterior.
 Durante el Trienio Liberal (1820-1823), se reanudó la desamortización de bienes como los de la
Inquisición; se suprimen algunos mayorazgos y se venden algunas tierras de los ayuntamientos. Pero en
1823 volvió el régimen absolutista, y nuevamente Fernando VII obligó a restituir los bienes vendidos.

3.2. EL PROCESO DESAMORTIZADOR EN EL REINADO DE ISABEL II


Será a partir de 1833, en el reinado de Isabel II, con los gobiernos progresistas, cuando el proceso de
desamortización se vuelve más intenso por varias causas: las Guerras Carlistas que obligaron al Estado a
obtener recursos; la difusión en el país de un clima anticlerical por el apoyo del clero al bando carlista; los
antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio y devueltos en 1823 presionaban al
gobierno para que les devolviera sus bienes.
Los políticos y legisladores que toman la iniciativa en esta materia persiguieron diversos objetivos con las
desamortizaciones:
- Fiscales: recaudar fondos para solucionar los problemas de la Hacienda Pública, bien para hacer frente a
los gastos ocasionados por la guerra o para hacer inversiones públicas.
- Políticos: crear un grupo de propietarios que identificaran sus intereses económicos con el régimen
liberal
- Económicos: modernizar la estructura de la propiedad para con las agrarias, facilitar el desarrollo
económico y la revolución industrial.
- Sociales: crear una clase media agraria de campesinos propietarios al reformar la estructura de la
propiedad fomentando la propiedad privada de la tierra.

3.2.1. LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL


La primera y más importante de las dos grandes leyes desamortizadoras será la del ministro de Hacienda
Juan Álvarez de Mendizábal (1836-37). En febrero de 1836 se declaraban en venta todos los bienes
pertenecientes al clero regular (las órdenes religiosas) tanto tierras como casas, conventos, monasterios y
sus enseres, y los fondos obtenidos se destinaban a amortizar la deuda pública y financiar la guerra.
Las fincas fueron tasadas por peritos de Hacienda y después subastadas. Dado el distinto tamaño de los
lotes, eran, en teoría, asequibles para grupos sociales de bajos ingresos, pero la división de los lotes se
encomendó a comisiones municipales, las cuales aprovecharon su poder para hacer manipulaciones y
configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios. Así, los inversores burgueses acapararon
las compras. Además, comprar era un excelente negocio, solo se abonaba el 20% al contado, el resto se
pagaba a plazos, y se admitían para el pago los títulos de deuda por su valor nominal. Como estaban muy
desvalorizados en el mercado, adquirirlos en bolsa y pagar con ellos era una ganga para el comprador.
Los resultados de la desamortización de Mendizábal fueron muy variados:
 Con respecto a la Iglesia: desmantelamiento de sus propiedades y fuentes de riqueza; se rompieron las
relaciones con la Santa Sede; pérdida de gran parte de su patrimonio artístico y cultural.
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 Con respecto al saneamiento de la Hacienda, los resultados fueron menores de lo esperado porque se
pagaron con títulos de deuda a precio inferior al real.
 Con respecto a la estructura de la propiedad de la tierra, no cambió, sino que la acentuó ya que
aumentó el número de latifundistas, y en algunos casos creció el tamaño de sus propiedades, sobre todo
en Andalucía y Extremadura, mientras que el minifundismo aumentó en la zona norte.
 Con respecto a la mejora de la actividad agraria, no provocó el aumento de la productividad, ya que
para ello eran necesarias mejoras técnicas y solamente se incrementó, en parte, su producción y por las
tierras marginales.
 Con respecto al campesinado, su situación empeoró, ya que actualizaron las rentas y se subieron los
arrendamientos.

3.2.2. LA DESAMORTIZACIÓN DE PASCUAL MADOZ


La segunda gran desamortización fue la realizada por el ministro de hacienda, Pascual Madoz, a partir de
1855, mediante la Ley de Desamortización General. Establecía la venta en subasta pública de todas las
propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, la Iglesia, los propios y comunes de los Municipios
y, en general, todos los bienes que permanecieran amortizados. Así, completaba el proceso iniciado por
Mendizábal en 1836. El objetivo era amortizar la deuda, sanear la Hacienda y financiar obras públicas (el
ferrocarril). El pago debía hacerse en metálico, con descuentos para liquidaciones anticipadas de los plazos.
Sus resultados no siempre fueron muy positivos, pudiéndose destacar entre ellos:
 Eliminación de la propiedad comunal, lo que provocó la ruina de los ayuntamientos al suprimir los
ingresos de los arrendamientos de los propios, y la propiedad eclesiástica generándose una nueva
ruptura de las relaciones con la Iglesia.
 El perjuicio a los vecinos más pobres, ya que se vieron privados del aprovechamiento libre de las
tierras comunales, y la alta burguesía fue nuevamente la beneficiaria.
 Los ingresos insuficientes, ya que el Estado no solucionó el problema de la deuda pública.
 Aunque no fue una reforma agraria, sí supuso la expansión de la superficie cultivada y, como
resultado, un cierto incremento de la producción agraria.

4. CONSECUENCIAS GENERALES DE LAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS.


La desamortización, al desvincular las tierras de sus propietarios las hacía aptas para ser vendidas,
enajenadas o repartidas. Sin embargo, en conjunto, los resultados obtenidos fueron dispares, pudiéndose
distinguir consecuencias de tipo:
 Económico:
 Incremento de la superficie cultivada, si bien los nuevos propietarios no emprendieron mejoras, sino que
se limitaron a seguir cobrando las rentas, por lo que la productividad descendió.
 Deforestación de los montes, ya que los compradores para convertirlos en tierras de labor u obtener un
beneficio rápido con la venta madera, talaron los árboles de manera indiscriminada.
 Cierta especialización en los cultivos. Así, en Levante se crearon explotaciones hortofrutícolas y en
Andalucía se extendieron el olivar y la vid, destinado gran parte al mercado exterior.
 Desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza.
 Reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra. Se acentuó el latifundismo en Andalucía, la
Mancha y Extremadura, y el minifundismo en el Norte. En general, se acrecentó la concentración de la
tierra en pocas manos (la nobleza y la burguesía).
 No se resolvió el problema de la deuda pública, aunque sí contribuyó a disminuirla.
 Provocó la crisis económica de los municipios, que perdieron una fuente importante de financiación y
tuvieron que renunciar a dar determinadas prestaciones.
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 Sociales:
 Se generó una gran masa de campesinos sin tierra, proletariado agrícola, que a mediados de siglo
superaba los dos millones. Además, muchos campesinos se vieron privados de los beneficios obtenidos
de las tierras comunales, que para muchos de ellos era vital (prados y bosques).
 Se consolidaron las clases medias urbanas, principales compradoras de fincas rústicas y urbanas.
 Se benefició la nobleza, ya que no fueron expropiados de sus bienes, y, además, sus tierras quedaron en
plena libertad para poder venderlas y cambiarlas, además de poder comprar otras.
 La Iglesia al perder su principal medio para obtener riquezas, reduciría su papel en la “ beneficencia” a
los más desfavorecidos, por lo que esto también repercutirá negativamente, ya que el Estado no se hará
cargo de estas cuestiones.
 Político:
 Formación de un grupo defensor de la causa liberal. Aunque también provoco la aparición de enemigos
al liberalismo, sobre todo, en aquellos más afines a la Iglesia.
 Provocó tensiones entre la Iglesia y el Estado liberal.
 Se creó una oligarquía agraria llamada a ejercer mucho tiempo el poder político y económico de España.
 Cultural:
 Pérdida y expolio de bienes culturales de la Iglesia. Muchas obras arquitectónicas fueron abandonadas y
algunos bienes muebles (pinturas, bibliotecas) fueron vendidos, muchos a otros países.
 Cambió el modelo de ciudad, siendo también la burguesía la más beneficiada, al introducirse mejoras
urbanísticas: grandes edificios públicos, ensanches y amplias calles.

5. LOS CAMBIOS AGRARIOS


El panorama de la economía española durante el siglo XIX, es el de un profundo estancamiento. No quiere
decir que la economía no creciera durante este período: la población aumentó; la producción de alimentos, de
prendas de vestir, de viviendas, se desarrolló lo suficiente para socorrer las necesidades de esta creciente
población; se construyó gran parte de la red ferroviaria; las ciudades crecieron con gran rapidez; varias
industrias, como la textil algodonera, la siderúrgica, la minera vieron su producción multiplicada. Pero, a
pesar de estos progresos, en comparación con otros países europeos, la economía se estancó visiblemente.
En lo que se refiere al sector agrícola, durante la segunda mitad del siglo, se produjeron importantes
transformaciones agrícolas:
 eliminación de los señoríos o vinculaciones al suprimir los mayorazgos
 libertad de cercamiento de tierra o de comercialización de productos agrarios, con la eliminación de
precios tasados (libertad de precios)
 se incrementó la acumulación de la propiedad de la tierra
 se reforzó su estructura: latifundio y minifundio
Pero todos estos cambios no se tradujeron en la introducción de técnicas agrícolas, ya que los nuevos
propietarios prefirieron no invertir en mejoras e innovaciones. Tal circunstancia provocó que lógicamente el
rendimiento de la tierra no aumentase, solo se incrementó la producción agraria por la puesta en cultivo de
más tierras. A finales de siglo se fueron extendiendo los cultivos, especialmente los cereales, la vid y el
olivar (sobre todo en Andalucía), el de la patata y el maíz (en el Norte). Las únicas innovaciones de corte
moderno se realizaron en litoral valenciano, donde se desarrollaron los cultivos hortícolas y frutícolas. Por
otro lado, el trigo y demás cereales siguieron siendo los productos fundamentales y la base de la
alimentación de la gran mayoría de la población, que aumentó lentamente y se mantuvo como población
jornalera, con salarios muy bajos.
Además, también supuso la decadencia de la cabaña ganadera, en parte porque muchas de las tierras que
habían servido de pastos se cultivaron, pero también porque se introdujeron especies laneras que eran más
rentables, pero de peor calidad.
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Por otro lado, las políticas económicas proteccionistas de los moderados tampoco fueron las adecuadas para
sacar a España de su atraso económico, ya que al no haber competencia exterior, los propietarios impusieron
elevados precios, consiguiendo importantes ganancias que luego no invertían en mejorar la producción.
En definitiva, y a pesar de todos los cambios agrarios, estamos ante una agricultura estancada que no
suministró mano de obra a la industria (por su falta de mecanización), ni un mercado suficiente para los
productos fabriles, ni capitales necesarios de ser susceptibles de inversión. Por todo ello, tampoco se
consiguieron los resultados esperados para el inicio del proceso de industrialización.

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