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I.E.S. Las cumbres. Dpto. de Geografía e Historia.

Historia de España 2º Bachillerato.


TEMA 7. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS.

INDICE
INTRODUCCIÓN
1.CONCEPTO Y MECANISMO DESAMORTIZADOR
2.LAS DESAMORTIZACIONES EN EL ANTIGUO RÉGIMEN
3.LAS DESAMORTIZACIONES EN EL SIGLO XIX
3.1. OBJETIVOS DE LAS DESAMORTIZACIONES
3.2. DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL (1836)
3.3. DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ (1855)
4.CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES.
5.CONCLUSIÓN
6.DOCUMENTOS (Solo ver)

INTRODUCCIÓN

La propiedad de la tierra fue la principal fuente de riqueza de la España del s. XIX: el


80 % de la población era campesina. Hasta 1866, el ritmo de la economía española
continuo marcado por la agricultura como ocurría en el Antiguo Régimen, por lo que las
crisis económicas eran una consecuencia directa de las malas cosechas.

Durante la primera mitad del siglo XIX, la propiedad de la tierra estaba en las mismas
manos que en el Antiguo Régimen: la Iglesia (sobre todo las ordenes religiosas), la
nobleza rentista, el Estado o los municipios (bienes de propios y comunes). En general
eran explotaciones poco racionales, las llamadas manos muertas, estaban amortizadas o
vinculadas, sin que pudieran entrar en el mercado y sin poder disponer de ellas. A
principios del XIX el 80 % del campo español estaba vinculado, por lo que quedaba
fuera del mercado. Lo que pretenderán los distintos gobiernos liberales es cambiar la
situación jurídica de esas tierras y convertirlas en propiedad libre, absoluta e individual.
De esta forma quienes consigan un aprovechamiento de la tierra irán acumulándola al
comprar aquellas de quienes no han sabido sacar provecho. Además, se pretendió
aumentar la producción agrícola y acabar con la escasez de alimentos.

En estos momentos, el campo vivió una profunda reforma basada en la abolición del
régimen señorial, la supresión de los mayorazgos y las grandes desamortizaciones. Estas
transformaciones se basarán en propuestas de la época de la Ilustración, pero con una
concepción ideológica diferente. En este tema nos centraremos en la desamortización,
que debe ser considerada como un proceso, que abarca desde Carlos IV hasta la mitad
del siglo XIX, y un hecho fundamental ligado al proceso de la revolución burguesa que
significo un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra. En
España se produjo de manera discontinua. Se dieron varias desamortizaciones: la de
Godoy, ministro de Carlos IV (1798), la de la Guerra de la Independencia, la del Trienio
Liberal (1820-23), pero las mas importantes fueron las de Mendizábal (1836-1851) y la
de Pascual Madoz (1855-1924). Estas transformaciones cambiaron la estructura de
producción y propiedad en la España del s.XIX, pero por sus especiales circunstancias
no solucionaron los problemas del mundo rural, dejando la cuestión agraria como uno
de los factores que generaron mas inestabilidad en el s. XX.

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1. CONCEPTO Y MECANISMO DESAMORTIZADOR

CONCEPTO: La desamortización es un proceso político y económico de larga


duración en España (1766- 1924), por el que el Estado convirtió en bienes nacionales
las propiedades y derechos que hasta entonces habían constituido el patrimonio
amortizado (fuera del mercado libre) de diversas entidades civiles y eclesiásticas para
enajenarlos (venderlos) inmediatamente en favor de ciudadanos individuales. Pasamos
así́ de una propiedad propia del A.R. vinculada y comunal o corporativa a un nuevo tipo
de propiedad, libre e individual, es decir, privada, acorde con el sistema liberal.

MECANISMO DEL PROCESO: El proceso desamortizador tiene un paso previo que


es la promulgación de leyes para desvincular los bienes de la nobleza (supresión de
mayorazgos y señoríos, ...), los bienes eclesiásticos y municipales. En toda
desamortización hay dos pasos:

1. En un primer momento se procede a la nacionalización de los bienes de las manos


muertas. Nacionalizar significa que el Estado adquiere los bienes, es decir, los
propietarios están obligados a ceder esos bienes al Estado por un precio determinado;
unas veces sin indemnización como en el caso de Mendizábal y otras con
indemnización como con la de Madoz (en este caso suele fijar el los precios).

2. En un segundo momento se procede a la privatización de esos bienes. Implica que el


Estado no se queda con ellos, sino que los pone a la venta, generalmente mediante
publica subasta y que serán adquiridos por propietarios privados. De esta subasta el
Estado obtenía beneficios, pues el motivo principal de la desamortización era solucionar
los problemas de la Hacienda Publica.

2. LAS DESAMORTIZACIONES EN EL ANTIGUO RÉGIMEN


En la España del Antiguo Régimen, la Iglesia, la Nobleza y los ayuntamientos son
grandes propietarios de tierras. Pero el problema para el desarrollo económico estaba en
que eran tierras amortizadas, que no se podían vender, por lo que cuando había tierras
que no estaban en producción, incluso yermas, así́ se quedaban. En el s. XVIII un
enorme porcentaje de tierras de España eran o improductivas (no cultivables) o de bajo
rendimiento (pastos, cotos de caza, tierras abandonadas...). Era evidente la necesidad de
un cambio en la propiedad de las tierras en manos muertas. Estas tierras muchas veces
ni eran cultivadas ni pagaban impuestos de ningún tipo, por lo que no generaban riqueza
alguna, y existían grandes lotes con estas características. Todo ello significa que estas
tierras no contribuían al desarrollo económico del país.

Desde las reformas promovidas por los ilustrados la solución era evidente: era necesario
que el Estado se apropiara de estas tierras y las pusiera a la venta libre a través de la
subasta al mejor postor. La finalidad era aumentar la riqueza nacional y, en algún
momento se pensó que también se podría crear así́ una clase media de labradores
propietarios. Además la hacienda publica obtendría unos ingresos extraordinarios con
los que se pretendían solucionar el problema de la deuda publica.

La situación de la hacienda publica anterior a la revolución liberal era tradicionalmente


deficitaria. El sistema de impuestos del Antiguo Régimen dejaba fuera de las
contribuciones a Nobleza y Clero, cargando de impuestos directos al Tercer Estado y,

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sobre todo, utilizaban los impuestos indirectos sobre el consumo. Todo esto provocaba
la ruina de las clases populares y una paralización de las actividades económicas. La
necesidad de pedir prestamos por parte de las monarquías del A. R. se convirtió en una
practica habitual en la España de los siglos XVIII y XIX.

La sucesión de conflictos como las guerras contra Inglaterra, Francia, la invasión


francesa, la independencia americana y las guerras carlistas, agravo la crisis económica
y llevo a España a fijarse en lo ocurrido en otros países europeos mas avanzados en
políticas desamortizadoras:

1. En Inglaterra las leyes de cercamiento de propiedades antes comunales


(“Enclousures Act”), se promulgaron durante la Revolución Agrícola del s.
XVIII, previa a la Revolución Industrial.
2. En Francia el problema del déficit fue el que provoco la reunión de los Estados
Generales y el comienzo de la Revolución. Para solucionar la crisis financiera
los revolucionarios pensaron en la desamortización de los bienes de la Iglesia y
los de los nobles emigrados. Estas tierras fueron adquiridas por el campesinado
francés con el compromiso de su pago a largo plazo. Así́ este campesino se
convirtió en propietario de las tierras, generando un apoyo masivo a la
Revolución y se creo una importante clase media rural, que a partir de aquí́
sirvió de gran estabilizador social.

En España durante el reinado de Carlos III (1759-1788) apareció la critica a las tierras
amortizadas, tanto las eclesiásticas como de la nobleza y las comunales de los
ayuntamientos. Los ilustrados consideraban que era la principal causa del estancamiento
agrario y proponían detener la amortización e incluso suprimirla, pero la Corona se
opuso. Tras la expulsión de los Jesuitas en 1767 enajeno sus bienes como castigo y para
iniciar una reforma de la agricultura (colonización de Sierra Morena, ...).

Fue a partir de 1795, durante el reinado de Carlos IV, cuando la política belicista del
gobierno y el consiguiente aumento de la deuda publica obligaron a Godoy a iniciar la
desamortización. En 1798 el gobierno declaro en venta los bienes de los
establecimientos de beneficencia publica (hospitales, colegios, hospicios, cofradías...)
regidos por instituciones eclesiásticas, los de los Jesuitas y Colegios Mayores. El dinero
recaudado por la venta de estas fincas debía canjearse por vales reales. La Iglesia
recibía, a cambio, el 3% de los vales reales adquiridos. Se permitió incluso la venta de
mayorazgos. Esta medida supuso un respiro para gran parte de las casas nobles, que
tenían graves problemas de liquidez, al no estarles permitida la venta de sus fincas y
bienes inmobiliarios. Lo obtenido no se empleo para sanear la deuda sino para nuevas
campañas militares, por lo que el problema del endeudamiento publico aumento. La
guerra con Francia y posteriormente con Inglaterra supuso la ruina de la Hacienda Real.

Durante la Guerra de la Independencia, José I realizo también una pequeña


desamortización que no implico una supresión de propiedad, sino la confiscación de sus
rentas para el avituallamiento y gastos de guerra de las tropas francesas. También las
Cortes de Cádiz participaron en el proceso desamortizador al expropiar los bienes
pertenecientes a los afrancesados, a conventos y monasterios destruidos durante la
guerra, y tierras municipales, siendo vendidos en subasta publica, destinando el
producto a amortizar la deuda del Estado.

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La restauración del absolutismo con Fernando VII en 1814 significo la anulación de
las exclaustraciones y la devolución a la Iglesia de los bienes vendidos en el periodo
anterior.

Durante el Trienio Liberal (1820-23), se reanudo la desamortización de bienes como


los de la Inquisición, que desaparece definitivamente; se suprimen algunos mayorazgos
y se venden algunas tierras de los ayuntamientos. Los principales inversores serán
burgueses. Pero en 1823 volvió el régimen absolutista (Década Ominosa), y
nuevamente Fernando VII obligo a restituir los bienes vendidos, lo que provoco la
indignación de los compradores, que desde entonces apoyaran al liberalismo y se
enfrentaran al Rey y al absolutismo.

3. LAS DESAMORTIZACIONES EN EL SIGLO XIX


Con estos precedentes, a partir de 1833 el proceso de desamortización se precipito por
varias causas:

1. Las Guerras Carlistas obligaron al Estado a obtener recursos en un momento en que


las arcas estaban vacías y el crédito exterior se había hundido

2. La difusión en el país de un clima anticlerical por el apoyo del clero al bando


carlista.

3. En tercer lugar, los antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio y


devueltos en 1823, hombres ricos que formaban un grupo poderoso e influyente,
presionaban al gobierno para que les devolviera sus bienes.

Se produce entonces una cadena de cambios en la legislación y en la vida económica del


país que van a significar la instauración definitiva de una sociedad burguesa y
capitalista. Una sociedad de empresarios y obreros, de ricos y pobres, una sociedad de
clases y no de estamentos, exclusivamente ordenada por la riqueza y no por el
nacimiento o la función, como había ocurrido en el Antiguo Régimen.

3.1. OBJETIVOS DE LAS DESAMORTIZACIONES


Los políticos y legisladores que toman la iniciativa en esta materia persiguieron diversos
objetivos con las desamortizaciones:

 FISCALES: El objetivo principal de todas las medidas desamortizadoras del


siglo XIX va a ser recaudar fondos para solucionar los problemas de la Hacienda
Publica, bien para hacer frente a los gastos ocasionados por la guerra (Godoy y
Mendizábal) o para hacer inversiones publicas (Madoz y el ferrocarril).
 POLITICOS: Se trataba de crear un grupo de propietarios que identificaran sus
intereses económicos con el régimen liberal. Ello se va a conseguir, pero a
cambio se enturbiaron las relaciones con la Iglesia católica.
 ECONÓMICOS: Se pensaba que modernizando la estructura de la propiedad se
producirían grandes transformaciones agrarias, con lo que se facilitaría el
desarrollo económico y la revolución industrial.

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 SOCIALES: Seria una ocasión ideal para crear una clase media agraria de
campesinos propietarios al reformar la estructura de la propiedad fomentando la
propiedad privada de la tierra.

3.2. LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL (1836)


Durante la Regencia de Mª Cristina, al llegar al poder los progresistas, se retoman las
medidas desamortizadoras del Trienio Liberal (1820-23). La primera de las dos grandes
leyes desamortizadoras de la revolución liberal será la del ministro de Hacienda Juan
Álvarez de Mendizábal (1936-7). En febrero de 1836 se declaraban en venta todos los
bienes pertenecientes al clero regular (las ordenes religiosas) tanto tierras como casas,
conventos, monasterios y sus enseres, y los fondos obtenidos se destinaban a amortizar
la deuda publica. El Decreto formaba parte de un programa de reformas cuyos objetivos
eran claros:

1. Generar dinero con el que financiar el ejercito necesario para ganar la Guerra
Carlista.
2. Limitar el poder de la Iglesia, pro-carlista.
3. Solucionar el problema financiero de la deuda publica y, a largo plazo,
permitir una reforma de la Hacienda.
4. Conseguir el acceso a la propiedad de sectores burgueses, que mejorarían la
producción y la revalorizarían, y crear un sector social de nuevos
propietarios vinculados al régimen y al bando de María Cristina, es decir, los
liberales.

Las fincas fueron tasadas por peritos de Hacienda y después subastadas. Dado el distinto
tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos ingresos,
pero la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, las cuales
aprovecharon su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes
inasequibles a los pequeños propietarios, con lo que las oligarquías adineradas fueron
las que las compraron.

Así́, en la practica, los propietarios y los inversores burgueses acapararon las compras,
puesto que eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar
fácilmente las subastas. Además, comprar era un excelente negocio: solo se abonaba el
20 % al contado, el resto se pagaba a plazos, y se admitían para el pago los títulos de
deuda por su valor nominal. Como estaban muy desvalorizados en el mercado,
adquirirlos en bolsa y pagar con ellos era una ganga para el comprador. Las ventas las
acaparo gran parte de la burguesía de negocios madrileña, sobre todo una burguesía
rentista agraria (antiguos propietarios arrendatarios) y muchos funcionarios civiles o
militares.

Sumando lo vendido en el Trienio y en el periodo 1836-1851 (año en que aun se


cobraron plazos), el Estado recaudo unos 4.500 millones de reales, de los que solo 500
lo fueron en efectivo, cuando la deuda ascendía ya por entonces a unos 14.000 millones.

Los resultados de la desamortización de Mendizábal fueron muy variados:

A) Supuso el desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus


fuentes de riqueza, su poder económico fue traspasado a la burguesía.

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B) Provoco la ruptura de relaciones de la Santa Sede con el Estado. Además, la iglesia
perdió gran parte de su patrimonio artístico y cultural.

C)en cuanto al saneamiento de la Hacienda, los resultados fueron menores de lo


esperado, no porque los precios de subasta fuesen bajos, sino porque se pagaron en
Deuda Publica a precio inferior al real.

D) No cambio la estructura de la propiedad de la tierra (J. Tusell) sino que lo


acentúa: aumento el numero de latifundistas y en algunos casos creció el tamaño de sus
propiedades, extendiéndose el latifundismo en Andalucía y Extremadura, mientras que
el minifundismo creció en el Norte.

E) No provocó un aumento de la productividad agraria, contra lo que pretendían sus


promotores, ya que para ello eran necesarias mejoras técnicas, aumento la producción
por las tierras marginales, y se actualizaron las rentas y subieron los arrendamientos,
lo que empeoro la situación de los agricultores.

Criticas al proceso desamortizador de Mendizábal.

Entre las raras voces de los sectores progresistas que se opusieron a Mendizábal destacó
la de Flórez Estrada. En un articulo publicado en El Español, en febrero de 1836, se
declaraba partidario de la desamortización, pero contrario al sistema propuesto por el
ministro de Hacienda. Su preocupación reformista era fundamentalmente social.
Admitía la desamortización para mejorar la condición de las clases rurales y estaba
preocupado por favorecer al proletariado agrario. Flórez Estrada volvió́ a enlazar con el
espíritu de los ilustrados: desamortizar para reformar la estructura agraria. Su
propuesta era arrendar en “enfiteusis” por 50 años a los mismos colonos que las
estaban trabajando a la Iglesia, con la posibilidad de renovación del contrato al expirar
dicho plazo. Esta propuesta era ventajosa para el Estado, que no perdía la propiedad de
los “bienes nacionales” y podía invertir el importe de las rentas en el pago de las
deudas. Al mismo tiempo advertía que con las ventas todas las clases de la sociedad
saldrían perjudicadas y solo ganarían los especuladores.

3.3. LA DESAMORTIZACIÓN DE MÁDOZ (1855)


La segunda gran desamortización fue la realizada por el ministro de Hacienda Pascual
Madoz a partir de 1855, formando parte del programa de reformas del gobierno del
Bienio Progresista (1854- 56). Establecía la venta en subasta publica de todas las
propiedades rusticas y urbanas pertenecientes al Estado, la Iglesia, los propios y
comunes de los Municipios y, en general, todos los bienes que permanecieran
amortizados. Se trataba así́ de completar y terminar el proceso de iniciado por
Mendizábal en 1836. La Ley de Desamortización General fue aprobada a pesar de la
oposición del clero católico, que nuevamente veía lesionados sus privilegios. El
objetivo era amortizar la deuda, sanear la Hacienda y financiar obras publicas como las
del trazado del ferrocarril. El pago debía hacerse en metálico, con descuentos para
liquidaciones anticipadas de los plazos, para evitar algunos de los errores de la de
Mendizábal.

A diferencia de la anterior, la Ley Madoz se desarrollo a gran velocidad. El volumen de


dinero acumulado fue casi el doble que en 1845. Este se destino a amortizar la deuda y a

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cubrir las necesidades de la Hacienda tras la abolición del impuesto de consumos
decretado en los días del golpe militar de 1854.

Sus resultados no siempre fueron muy positivos:

- Se elimino la propiedad comunal, lo que provoco la ruina de los


ayuntamientos al suprimir los ingresos por los arrendamientos de los
propios.
- Se perjudico a los vecinos mas pobres que se vieron privados del
aprovechamiento libre de las tierras comunales, aunque la participación de
los pequeños propietarios rurales fue mas elevada que en la anterior
desamortización, la alta burguesía fue nuevamente la beneficiaria, ...
- Se elimino la propiedad eclesiástica, lo que provoco una ruptura de las
relaciones con la Iglesia, ante la flagrante violación del Concordato, ...
- No soluciono el eterno problema de la deuda publica, y no supuso
tampoco la necesaria reforma agraria, aunque trajo consigo la expansión
de la superficie cultivada y, como resultado, cierto incremento de la
producción agraria.

4. CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES


La desamortización, al desvincular las tierras de sus propietarios, rompió la
organización jurídica existente, haciéndolas aptas para ser vendidas, enajenadas o
repartidas. Con la introducción de la propiedad privada y de la libertad de mercado
en el sector, se iniciaba una nueva etapa en la agricultura española; sin embargo, los
resultados obtenidos fueron tan dispares como diversos habían sido los objetivos
perseguidos por el proceso desamortizador.

a) Desde el punto de vista económico:

1.) Favoreció una considerable expansión de la superficie cultivada. La superficie


cultivada aumento, pero fue gracias a la puesta en cultivo de tierras marginales, poco
productivas, yermas hasta ese momento. El aumento de la producción agraria, no
alcanzo la medida en la que pretendían los promotores. El aumento de la producción
agraria se debió mas a la extensión de los cultivos a tierras yermas que por el aumento
del rendimiento debido a la mecanización y al uso de abonos (es decir, a la
modernización y mecanización del campo). Los nuevos propietarios, en general, no
emprendieron mejoras, sino que se limitaron a seguir cobrando las rentas e incluso
cambiaron el pago de los derechos señoriales y diezmos por nuevos contratos de
arrendamiento. Además, como las nuevas tierras que se pusieron en cultivo eran de baja
calidad, la productividad media descendió. Muchos de los nuevos propietarios vivían en
las ciudades (absentistas), completamente ajenos a los problemas agrícolas.

2.) Cambios en los modos de explotación de la tierra. Se estima que el volumen total
de tierra que cambio de manos llego hasta el 50% de la tierra cultivable. La
desamortización trajo consigo una expansión de la superficie cultivada y, en ocasiones,
una agricultura mas productiva. Al liberalizarse la tenencia y explotación de la tierra, en
algunas zonas se produjeron procesos de inversiones, mejora y especialización en los
cultivos. Así́, en Levante se crearon explotaciones hortofrutícolas, y en Andalucía se
extendieron el olivar y la vid, en gran parte con destino al mercado exterior.

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3.) Supuso el desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus
fuentes de riqueza. Incluso el diezmo fue igualmente suprimido en 1837. Solo en 1845
se establecería una Contribución de culto y clero. Para entonces la Iglesia había dejado
de ser el estamento privilegiado, aunque conservaba su enorme influencia en las
mentalidades y en la educación, que casi monopolizaba.

4.) Provoco un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra: acentuó


el latifundismo en Andalucía, La Mancha y Extremadura y el minifundismo en el
Norte. En general, acrecentó la concentración de la tierra en pocas manos, porque las
familias mas poderosas conservaron intactos sus patrimonios, ya que sus tierras fueron
desvinculadas, pero no expropiadas.

Las tierras y las fincas urbanas fueron a parar a los antiguos terratenientes locales, a
nuevos inversores de la burguesía financiera, industrial o profesional (sobre todo
abogados), y a especuladores e intermediarios, que traficaron con las tierras o con los
títulos de deuda que suministraban a los compradores. Unos y otros, amigos de
políticos, caciques o viejos señores, constituirán la nueva elite terrateniente que
detentara el poder durante el reinado de Isabel II, ya sea en el partido moderado o en el
progresista, y por tanto plenamente identificados con el régimen liberal, tal y como
había previsto Mendizábal. Los que desde luego no contaron, en general, fueron los
campesinos: o no recibían información de las subastas, o no sabían pujar, o no tenían
dinero para hacerlo. Cuando lo intentaron se encontraron con lotes demasiado grandes,
pujas muy altas o subastas amañadas por los potentados locales, frecuentemente en
connivencia con quienes presidian las subastas.

5.) Tampoco se obtuvieron los resultados financieros que se esperaban, porque los
fondos, tanto en metálico como en bonos de Deuda Publica, tardaron en llegar y se
desvalorizaron. No resolvió el problema de la deuda, aunque si contribuyo a
atenuarlo. Se consiguió rescatar parte de la deuda y se pusieron a tributar una enorme
cantidad de propiedades que hasta entonces habían permanecido exentas, aumentando
así́ los ingresos de la Hacienda. Solo desde los anos cincuenta, con la segunda
desamortización y el desarrollo económico, se disminuiría de forma drástica la deuda
del Estado, aunque siempre quedara una parte de ella consolidada hasta el siglo XX.

6.) La expansión agraria estuvo frecuentemente acompañada de un efecto negativo: la


deforestación. Los compradores que adquirieron pequeños lotes de monte para
convertirlos en tierras de labor u obtener un beneficio inmediato con la venta de leña y
madera, talaron los arboles de manera indiscriminada. Tan graves debieron ser estos
daños, que en 1855 se insistió en la necesidad de evitarlos.

7.) La burguesía invirtió grandes sumas de dinero en comprar tierras, que habrían sido
un importante capital para nuestra naciente industria. Así́ la burguesía compradora se
convirtió en terrateniente.

8.) Crisis económicas de los municipios, que perdieron una fuente importante de
financiación y tuvieron que renunciar a dar determinadas prestaciones.

b) Desde el punto de vista social:

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1.) No consiguió crear una amplia clase media agraria, aunque sí contribuyo a
sustituir la estructura social señorial campesina, heredada del Antiguo Régimen, por una
estructura capitalista. Los principales beneficiarios NO fueron los antiguos
trabajadores de la tierra, pero hubo pequeños y medianos compradores locales que
constituyeron el núcleo de una clase media de pequeños y medianos propietarios
rurales. La expulsión de campesinos de los nuevos latifundios y la concentración de la
propiedad de la tierra, genero, asimismo, una gran masa de campesinos sin tierra,
proletariado agrícola, que a mediados de siglo superaba los dos millones de personas.

2.) Los efectos fueron mas importantes en la consolidación de las clases medias
urbanas, principales compradoras de fincas rusticas, que se enriquecieron y
diversificaron así́ sus patrimonios.

3.) La otra clase social beneficiada fue la nobleza, ya que no solo no fueron
expropiados sus bienes, sino que sus tierras quedaron en plena libertad para poder
venderlas y cambiarlas, además de poder comprar otras.

4.) Al quitar a la Iglesia su principal medio de obtener riquezas, provoco que


descendiera drásticamente su papel en la “beneficencia” a los mas desfavorecidos, por
los que esto también repercutirá negativamente en los grupos sociales mas bajos, ya que
el Estado no se hará cargo de estas cuestiones.

5.) La venta de las propiedades municipales empobreció a los ayuntamientos,


privándolos de su autonomía económica, asentando a campesinos empobrecidos sobre
tierras poco aptas para el cultivo en propiedad individual, al tiempo que los privo de los
escasos beneficios tradicionalmente obtenidos de las tierras de aprovechamiento común,
que para muchos era vital (prados y bosques).

6.) En la Andalucía de la época, nada ejerció tanta influencia como el proceso


desamortizador. La desamortización vino a significar una verdadera revolución, de la
que se beneficiaron algunos antiguos y ricos colonos de la Iglesia, la clase media, tanto
de las ciudades como de los pueblos, las grandes fortunas burguesas y bastantes
personas residentes en Madrid o que ocupaban cargos políticos fuera de los pueblos
donde estaban enclavadas las fincas. De ahí́ el perjuicio causado a los campesinos, cuya
situación se agravo, al tener que aceptar las condiciones impuestas por sus nuevos
«señores», no ya feudales, sino protagonistas de la revolución liberal. La
desamortización fue, también para Andalucía, una ocasión perdida, de la que surgió un
proletariado agrícola de jornaleros con muy malas condiciones de trabajo, casi siempre
de tipo estacional, que ha llegado a nuestros días.

c) Desde el punto de vista político:

• Propicio la formación de un grupo defensor no muy numeroso de la causa liberal, al


ligar la suerte del liberalismo a la de sus fortunas. Pero no se aprovecho la ocasión
para crear una clase media agraria que hubiera podido ser un factor de equilibrio en
la nueva sociedad. Al no consolidarse esta, fallo igualmente la posibilidad de que
surgiera un sector ahorrativo, capaz de estimular la demanda del mercado y de impulsar
las inversiones en el propio campo y en otros sectores económicos, La desamortización
se convirtió, pues, en una frustrada reforma agraria que hizo más mísera la

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condición del campesino, creando una oligarquía agraria llamada a ejercer por largo
tiempo el poder político y económico en España.

• Pero también provoco la aparición de enemigos del liberalismo, sobre todo entre
aquellos mas afines a la Iglesia, provocando una escalada de tensiones entre la Iglesia y
el Estado liberal cuyas relaciones quedaron rotas durante una década.

d) Desde el punto de vista cultural:

1) La desamortización produjo una gran perdida y expolio de bienes culturales de


la Iglesia, sobre todo de los antiguos monasterios. Muchas obras arquitectónicas
de interés artístico fueron abandonadas y, con el tiempo, se arruinarían, algunos
bienes muebles (pinturas, bibliotecas, enseres) fueron vendidos a precios
irrisorios y, en gran parte, salieron hacia otros países. Todo ello, a pesar de que
en 1840 se habían establecido unas comisiones provinciales encargadas de
catalogar y custodiar esos bienes.
2) La desamortización de las fincas urbanas cambio el modelo de ciudad. También
la burguesía fue la mas beneficiada. Esta desamortización abrió el camino a un
tipo de ciudad diferente, con mejoras urbanísticas: grandes edificios públicos,
ensanches, se amplian calles (Gran Vía, etc.)

5. LOS CAMBIOS AGRARIOS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX. CONTEXTO


ECONÓMICO GENERAL.

En el panorama que ofrece la economía española durante el reinado de Isabel II y en


general durante todo el siglo XIX, el primer fenómeno que llama la atención es el de
estancamiento. No quiere esto decir que la economía española no creciera durante este
período: la población aumentó de unos once millones a principios del XIX a unos
diecinueve a fines del siglo; la producción de alimentos, de prendas de vestir, de
viviendas, se desarrolló a lo largo de estos años al menos lo suficiente para abastecer,
aunque precariamente, las necesidades de esta población creciente; se construyó una
gran parte de la red ferroviaria; las ciudades crecieron con gran rapidez; varias
industrias, como la textil algodonera, la siderúrgica, la minera vieron su producción
multiplicada; pero a pesar de estos progresos, en comparación con la de otros muchos
países de Europa, la economía española se estancó visiblemente. Es decir, hay un
desfase creciente entre la renta española y la europea.

Desde el punto de vista de las transformaciones agrícolas, se puede afirmar que todos
los cambios que se introducen desde el punto de vista legal a lo largo de la primera
mitad del siglo XIX: eliminación del señorío o eliminación de las vinculaciones que
declaraba extinguidos los mayorazgos, con lo que se convirtió́ una propiedad inalienable
e individual, en propiedad plena y circulante, la libertad de cercamiento de tierras (lo
que significó acabar con prácticas tradicionales de la economía campesina comunal,
como el aprovechamiento de las mieses para pasto o los derechos de paso) y de
comercialización de productos agrarios, con la eliminación de precios tasados (libertad
de precios), también, lógicamente, la acumulación de la propiedad de la tierra y el
reforzamiento de su estructura (latifundio y minifundio) que resultó de la
desamortización, no se tradujeron en innovaciones en las técnicas agrícolas, porque
los nuevos propietarios prefirieron mantener los sistemas de explotación en vez de
invertir en mejoras. Por eso el rendimiento de la tierra no aumentó, y sólo se

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incrementó la producción debido a la puesta en cultivo de más tierras después de la
desamortización. Incluso bajó el rendimiento medio por unidad de superficie, porque
las nuevas tierras cultivadas eran de peor calidad.

La desamortización y la revolución liberal también supusieron la decadencia de la


cabaña ganadera, en parte porque muchas de las tierras que habían servido de
pastos se cultivaron, pero también porque se introdujeron especies laneras que eran
más rentables y productos textiles más competitivos. El resultado fue que la ganadería
lanar experimentó un decrecimiento importante, tanto en número de cabezas como en
las tierras dedicadas a pastos. También disminuyó el abono natural aportado a la tierra,
lo que contribuyó a hacer descender los rendimientos.

Aunque aumentó el cultivo de patata y maíz, especialmente en el Norte, el trigo y


otros cereales siguieron siendo los productos fundamentales y la base de la
alimentación de la gran mayoría de la población. Ésta aumentó lentamente y se mantuvo
como población jornalera con salarios muy bajos. Estos salarios serán muy bajos en
Andalucía frente a los de Levante y Cataluña, una constante en todo el siglo.

La población agrícola se mantuvo en permanente amenaza de hambre a causa de


malas cosechas o de plagas. Se sucedieron varias crisis agrarias en los años 1825,
1837, 1847 (índice 130 de precios frente a 79’5 de 1845 para el precio de la harina),
1856 (índice 125 del precio de trigo de 1856 frente a 79’1 de 1853) y 1866-68 ( una
hogaza de pan de 700 gramos, que llega a costar en Jaén 19 céntimos en 1863 pasa a
costar en 1867 97’5 céntimos y en 1868 154 céntimos) que repercutieron en la
capacidad de compra del campesinado, que utiliza aproximadamente más del 50% de
su presupuesto en la compra del pan y un poco más del 60% en la alimentación en
general y afectaron, por tanto, a los negocios industriales y financieros.

Por su parte, los gobiernos moderados, que defendían sobre todo los intereses de los
propietarios de la tierra, realizaron una política comercial proteccionista precisamente
para garantizar la venta a precios elevados de la producción, reservando para ello el
mercado nacional. El resultado es que, en años de buenas cosechas, los precios se
mantuvieron relativamente altos al no haber competencia exterior ni un mercado
nacional suficientemente articulado (buenas comunicaciones entre los distintos
puntos del país), mientras que en años de malas cosechas los precios se disparaban.
Así́ los propietarios conseguían de esta manera acumular enormes ganancias, pero
sin invertir en la mejora de la producción, puesto que el gobierno les garantizaba un
mercado nacional reservado.

En definitiva, a pesar de todos los cambios agrarios que se operan durante la primera
mitad del siglo XIX estamos ante una agricultura estancada que ni suministraba
mano de obra a la industria (por su falta de mecanización) ni mercado suficiente
para los productos fabriles, ni capitales necesarios de ser susceptibles de inversión.
En conjunto, la agricultura supondrá́ un lastre importante para el desarrollo de los
demás sectores productivos.

6.CONCLUSIÓN

La agricultura vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen


señorial, la supresión de los mayorazgos y las grandes desamortizaciones de

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Mendizábal y Madoz. Con este conjunto de medidas se liberalizo la agricultura,
permitiendo que la tierra pudiera circular libremente en el mercado, y se eliminaron los
frenos que impedían el desarrollo de una agricultura capitalista dirigida al mercado. La
mayor parte de la tierra paso a manos de propietarios privados individuales.

Pese a sus insuficiencias y errores, las desamortizaciones cambiaron de forma radical la


situación del campo español. Basta señalar que afectaron a una quinta parte del conjunto
del suelo. Lamentablemente, el atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad de la
tierra seguirán siendo problemas claves de la sociedad y la economía españolas.

En conjunto, el proceso desamortizador contribuyo claramente al cambio hacia una


sociedad burguesa. Significo el traspaso de una enorme masa de tierras a los nuevos
propietarios y la fusión de la antigua aristocracia feudal con la burguesía urbana para
crear la nueva elite terrateniente, pero estuvo muy lejos de producir una verdadera
Revolución Agrícola, como ocurrió en otros países europeos.

DOCUMENTOS TEMA 7

DOCUMENTO 1

DOCUMENTO 2

DOCUMENTO 3

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DOCUMENTO 4

DOCUMENTO 5. MAPA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL

DOCUMENTO 6. MAPA DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ

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