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Introducción

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es el organismo especializado de las

Naciones Unidas que tiene como objetivo la promoción de la justicia social y de los derechos
humanos y laborales internacionalmente reconocidos. La OIT fue fundada en 1919 y se convirtió
en el primer organismo especializado de las Naciones Unidas en 1946. La OIT es muy conocida
entre los pueblos indígenas del mundo por ser el organismo de las Naciones Unidas responsable
del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989, que comúnmente se denomina Convenio
núm. 169.

Hasta el momento, 17 países han ratificado este Convenio. En muchos de esos países, la
ratificación del Convenio ha dado lugar a cambios legislativos y constitucionales, así como a
nuevas políticas y procedimientos para adoptar iniciativas de desarrollo. Los pueblos indígenas de
los países que no han ratificado ese Convenio también lo utilizan como referencia y como
instrumento para la promoción de sus derechos. Sin embargo, éste no es el único motivo por el
que la OIT y su labor revisten importancia para los pueblos indígenas y tribales.

Existen otros muchos Convenios de la OIT, así como programas de cooperación técnica que
conciernen directamente a la situación de los pueblos indígenas y tribales.

Por ese motivo, la OIT se ha comprometido a proporcionar información pertinente sobre otros
instrumentos y mecanismos que conciernen los pueblos indígenas y tribales. Esperamos que esta
información logre que la OIT sea más accesible a los pueblos indígenas. Esta información se dirige
principalmente a los pueblos indígenas y tribales y a sus organizaciones representantes, pero
también está destinada a otras organizaciones interesadas en las cuestiones indígenas.
La OIT fue creada en 1919, como parte del Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra
Mundial, y reflejó la convicción de que la justicia social es esencial para alcanzar una paz universal
y permanente.

Su Constitución fue elaborada entre enero y abril de 1919 por una Comisión del Trabajo
establecida por la Conferencia de Paz, que se reunió por primera vez en París y luego en Versalles.
La Comisión, presidida por Samuel Gompers, presidente de la Federación Estadounidense del
Trabajo (AFL), estaba compuesta por representantes de nueve países: Bélgica, Cuba,
Checoslovaquia, Francia, Italia, Japón, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos. El resultado fue una
organización tripartita, la única en su género con representantes de gobiernos, empleadores y
trabajadores en sus órganos ejecutivos.

La Constitución contenía ideas ya experimentadas en la Asociación Internacional para la


Protección Internacional de los Trabajadores, fundada en Basilea en 1901. Las acciones en favor de
una organización internacional que enfrentara temas laborales se iniciaron en el siglo XIX, y fueron
lideradas por dos empresarios, Robert Owen (1771-1853) de Gales y Daniel Legrand (1783-1859)
de Francia.

La fuerza que impulsó la creación de la OIT fue provocada por consideraciones sobre seguridad,
humanitarias, políticas y económicas. Al sintetizarlas, el Preámbulo de la Constitución de la OIT
dice que las Altas Partes Contratantes estaban "movidas por sentimientos de justicia y humanidad
así como por el deseo de asegurar la paz permanente en el mundo..."

Había un verdadero reconocimiento a la importancia de la justicia social para el logro de la paz, en


contraste con un pasado de explotación de los trabajadores en los países industrializados de ese
momento. Había también una comprensión cada vez mayor de la interdependencia económica del
mundo y de la necesidad de cooperación para obtener igualdad en las condiciones de trabajo en
los países que competían por mercados. El Preámbulo, al reflejar estas ideas establecía:

Considerando que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social;

Considerando que existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y
privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una
amenaza para la paz y armonía universales; y considerando que es urgente mejorar dichas
condiciones;

Considerando que si cualquier nación no adoptare un régimen de trabajo realmente humano, esta
omisión constituiría un obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte
de los trabajadores en sus propios países;

Las áreas que podrían ser mejoradas enumeradas en el Preámbulo continúan vigentes, por
ejemplo:

Reglamentación de las horas de trabajo, incluyendo la duración máxima de la jornada de trabajo y


la semana;
Reglamentación de la contratación de mano de obra, la prevención del desempleo y el suministro
de un salario digno;

Protección del trabajador contra enfermedades o accidentes como consecuencia de su trabajo;

Protección de niños, jóvenes y mujeres.

Pensión de vejez e invalidez, protección de los intereses de los trabajadores ocupados en el


extranjero;

Reconocimiento del principio de igualdad de retribución en igualdad de condiciones;

Reconocimiento del principio de libertad sindical;

Organización de la enseñanza profesional y técnica, y otras medidas similares.

¿Qué es la OIT?

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es un organismo especializado de las Naciones


Unidas que se ocupa de los asuntos relativos al trabajo y las relaciones laborales.

Como se resalta anteriormente fue fundada el 11 de abril de 1919, en el marco de las


negociaciones del Tratado de Versalles. Su Constitución, sancionada en 1919, se complementa con
la Declaración de Filadelfia de 1944.

La OIT tiene un gobierno tripartito, integrado por los representantes de los gobiernos, de los
sindicatos y de los empleadores. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) está consagrada a
la promoción de oportunidades de trabajo decente y productivo para mujeres y hombres, en
condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana. Sus objetivos principales son
promover los derechos laborales, fomentar oportunidades de empleo dignas, mejorar la
protección social y fortalecer el diálogo al abordar temas relacionados con el trabajo.

Al promover la justicia social y los derechos humanos y laborales reconocidos a nivel internacional,
la Organización persiste en su misión fundadora: la paz laboral es esencial para la prosperidad. En
la actualidad la OIT favorece la creación de trabajo decente y las condiciones laborales y
económicas que permitan a trabajadores y a empleadores su participación en la paz duradera, la
prosperidad y el progreso.

Su órgano supremo es la Conferencia Internacional, que se reúne anualmente en junio. Su órgano


de administración es el Consejo de Administración que se reúne cuatrimestralmente. Cada cinco
años El Consejo de Administración elige al Director General, encargado de dirigir la Oficina
Internacional del Trabajo e implementar las acciones en el terreno. En 2003 fue reelegido para el
cargo el chileno Juan Somavía. La sede central se encuentra en Ginebra, Suiza. En 1969 la OIT
recibió el Premio Nobel de la Paz. Está integrado por 183 estados nacionales (2010).

Visión de la OIT
Se debería tomar como un objetivo primordial de la OIT promover oportunidades para que
mujeres y hombres puedan obtener un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad,
igualdad, seguridad y dignidad humana.

Así lo dice Juan Somavia, Director General de la OIT.

El trabajo decente resume las aspiraciones de las personas en su vida laboral, aspiraciones en
relación a oportunidades e ingresos; derechos, voz y reconocimiento; estabilidad familiar y
desarrollo personal; justicia e igualdad de género. Las diversas dimensiones del trabajo decente
son pilares de la paz en las comunidades y en la sociedad. El trabajo decente refleja las
preocupaciones de gobiernos, trabajadores y empleadores, que dan a la OIT su singular identidad
tripartita.

El trabajo decente puede ser sintetizado en cuatro objetivos estratégicos: principios y derechos
fundamentales en el trabajo y normas laborales internacionales; oportunidades de empleo e
ingresos; protección y seguridad social; y diálogo social y tripartismo. Estos objetivos tienen
validez para todos los trabajadores, mujeres y hombres, en la economía formal e informal, en
trabajos asalariados o autónomos; en el campo, industria y oficina; en sus casas o en la
comunidad.

El trabajo decente es fundamental en el esfuerzo por reducir la pobreza, y es un medio para lograr
un desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible. La OIT trabaja en el desarrollo de enfoques
orientados hacia el Trabajo Decente en las políticas sociales y económicas, en colaboración con las
principales instituciones y representantes del sistema multilateral y la economía global.

Para lograr el progreso son necesarias acciones al nivel mundial. La OIT desarrolla una agenda para
la comunidad del trabajo, representada por sus mandanes tripartitos, con el fin de movilizar sus
considerables recursos para crear esas oportunidades y colaborar en la reducción y eliminación de
la pobreza. El Programa de Trabajo Decente aporta las bases para un marco de desarrollo global
más justo y estable.

La OIT ofrece apoyo a través de programas nacionales de trabajo decente desarrollados en


colaboración con los mandantes de la OIT. Las prioridades y objetivos se definen dentro del marco
de desarrollo nacional y con el propósito de combatir los más graves déficits de trabajo decente a
través de programas eficientes que abarcan cada uno de los objetivos estratégicos.

¿Cómo ser miembro de la OIT y como retirarse de la misma?

En la constitución de la OIT (base legal), en su artículo 1 se señala:

Serán Miembros de la Organización Internacional del Trabajo los Estados que eran Miembros de la
Organización el 1.° de noviembre de 1945 y cualquier otro Estado que adquiera la calidad de
Miembro de conformidad con las disposiciones de los párrafos 3 y 4 de este artículo;
Cualquier Miembro originario de las Naciones Unidas y cualquier Estado admitido como Miembro
de las Naciones Unidas por decisión de la Asamblea General, de acuerdo con las disposiciones de
la Carta, podrán adquirir la calidad de Miembro de la Organización Internacional del Trabajo
comunicando al Director General de la Oficina Internacional del Trabajo la aceptación formal de
las obligaciones que emanan de la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo;

La Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo podrá también admitir a un


Estado en calidad de Miembro de la Organización por mayoría de dos tercios de los delegados
presentes en la reunión, incluidos dos tercios de los delegados gubernamentales presentes y
votantes. Esta admisión surtirá efecto cuando el gobierno del nuevo Miembro comunique al
Director General de la Oficina Internacional del Trabajo la aceptación formal de las obligaciones
que emanan de la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo.

De la misma manera para retirase de ella:

Ningún Miembro de la Organización Internacional del Trabajo podrá retirarse de la Organización


sin dar aviso previo de su intención al Director General de la Oficina Internacional del Trabajo.
Dicho aviso surtirá efecto dos años después de la fecha de su recepción por el Director General, a
reserva de que en esa última fecha el Miembro haya cumplido todas las obligaciones financieras
que se deriven de su calidad de Miembro. Cuando un Miembro haya ratificado un convenio
internacional del trabajo, su retiro no menoscabará la validez de todas las obligaciones que se
deriven del convenio o se refieran a él, respecto del período señalado en dicho convenio.

Estructura de organización

La Organización permanente comprende:

La Conferencia General de los representantes de los Miembros; es el organismo supremo de la


OIT. Su integración es tripartita, ya que los representantes de los miembros son representantes
del Estado, de los trabajadores y de los empleadores. Cada Estado miembro puede nombrar a
cuatro delegados: dos gubernamentales y uno de cada sector.

El Consejo de Administración; está conformado por cincuenta y seis personas: veintiocho


representantes de los gobiernos; catorce representantes de los empleadores, y catorce
representantes de los trabajadores. Su función principal es dirigir y controlar la Oficina
Internacional del Trabajo. Así la conferencia llega a ser el órgano deliberativo y le oficina el órgano
técnico.

La Oficina Internacional del Trabajo, que estará bajo la dirección del Consejo de Administración,
llamado como "motor de la organización", es un instrumento de trabajo técnico y científico que
tiene a su cargo la relación entre la organización y los gobiernos de los Estados miembros, las
entidades profesionales de trabajadores y empleadores y la opinión publica y es,
fundamentalmente, el órgano de preparación de las conferencias.

Los convenios y recomendaciones


La conferencia puede avocarse al estudio de dos tipos de resoluciones: los convenios y las
recomendaciones.

Los convenios son los tratados, acuerdos o pactos que se celebran entre los Estados miembros.

Por otro lado, las recomendaciones, son sugerencias que son destinadas a los Estados miembros
para que de ser aceptadas se formule un proyecto de ley.

Para la aprobación de los convenios y recomendaciones se sigue un procedimiento de doble


discusión que consiste en lo siguiente: la conferencia, sobre las bases de las propuestas de la
oficina, vota un anteproyecto que es sometido, después, al examen de los gobiernos. Las
respuestas recibidas sirven, en una reunión posterior, para un pronunciamiento respecto de su
adopción que, en todo caso, requiere del voto favorable de por lo menos dos tercios de los
delegados presentes, según lo dispone el art. 19, segundo párrafo de la constitución.

Aprobado el convenio o recomendación, el presidente de la oficina (que llega a ser el secretario de


la conferencia), autoriza con su firma dos copias del documento: una queda depositada en el
archivo de la OIT y la otra se envía al secretario general de las Naciones Unidas. Además el
secretario general enviará a cada Estado miembro una copia certificada del Convenio o
Recomendación aprobado por la conferencia.

La Agenda de Trabajo Decente de la OIT es un elemento clave para la promoción de una


gobernanza eficaz de la migración laboral, así como para la protección de los derechos de los
trabajadores migrantes, la promoción del diálogo social y de las empresas sostenibles y la
respuesta a las necesidades de los mercados de trabajo. Los últimos debates mundiales sobre
migración y desarrollo han afirmado la importancia de la migración y la movilidad laboral y el
papel de los trabajadores migrantes como actores de innovación y cambio para el desarrollo.

Consideraciones generales

1 Estas conclusiones se someterán a consideración del Consejo de Administración de la

OIT en su reunión de marzo de 2014.

2 TTMLM-2013-14-MIGRA-131121-1-Sp.docx

2. La Oficina debería:

i) prestar la debida atención a la migración laboral en la promoción más amplia de la

Puesta en práctica de la Agenda de Trabajo Decente a nivel nacional, regional y sectorial, así como
en el marco de las esferas de importancia decisiva indicadas en el

Programa y Presupuesto de la OIT para 2014-2015.Igualmente, debería prestarse la debida


atención a la migración laboral en la elaboración del próximo Marco de Políticas y Estrategias, así
como en el fomento de la capacidad de los mandantes en este ámbito;
ii) garantizar un enfoque coherente en toda la Oficina y una colaboración entre sus diferentes
estructuras a fin de aportar los conocimientos especializados y la venexperiencia de la OIT en
materia de migración laboral, promoviendo la complementariedad y evitando la duplicación de
esfuerzos;

iii) mejorar su estrategia de divulgación y comunicación sobre migración laboral.

¿Por qué son importantes las normas del trabajo?

La OIT intenta alcanzar una ratificación universal de sus ocho Convenios que conciernen las
normas fundamentales del trabajo para 2015. Tim de Meyer, especialista principal de la OIT sobre
normas internacionales del trabajo y derecho laboral, explica por qué estos instrumentos son
importantes para una globalización más equitativa justa y cómo contribuyen a aliviar la pobreza y
mejorar la vida de las personas.

Imagine la siguiente situación. Una niña de 11 años abandona la escuela primaria. Después de
algunos años de existencia precaria, ella acepta una oferta de trabajo en el exterior. El préstamo
que debe asumir para pagar el reclutador y el viaje es enorme y los intereses altos, pero el salario
que le ofrecen le debería permitir cancelar la deuda razonablemente rápido.

No obstante, cuando llega a la fábrica en el extranjero que produce componentes de pantallas


para una famosa marca global, el pago que recibe es apenas la mitad de lo prometido. Esto no le
deja otra opción que permanecer con el empleador por algunos años más de lo que había
planificado y, puntualmente, a aceptar abusos.

El supervisor retiene su pasaporte y le dice que perderá su empleo si no supera la prueba de


maternidad y de detección del VIH/SIDA. Por lo demás, la salud de los trabajadores no despierta
mayores preocupaciones. La muchacha comienza a sentir mareos y entumecimiento en sus dedos
a causa de los químicos utilizados para fabricar las pantallas. Ella tiene sólo 16 años y la ley del país
de destino prohíbe el uso de estas substancias a los trabajadores menores de 18 años. Pero
cuando ella logra convencer a sus colegas a poner a la dirección frente a sus obligaciones según los
términos de la ley, todos son despedidos.

La situación descrita ilustra una (o más) violación de cada una de las cuatro normas fundamentales
del trabajo de la OIT:

el derecho del trabajador a no ser obligado al trabajo forzoso (incluyendo la servidumbre por
deudas y la trata con fines de explotación laboral);

el derecho a no ser sujeto de discriminación basado en su condición sexual o de salud ;


el derecho a no ser sometido al trabajo infantil (incluyendo el derecho a la protección especial de
la salud hasta los 18 años);

y la libertad sindical y el derecho de negociación colectiva para defender los derechos e intereses
de los trabajadores.

Por encima de todo, las violaciones se suman a las perspectivas sombrías del progreso económico
para la joven mujer y su familia, sin mencionar el riesgo real de perder la capacidad de generar
ingresos en el futuro.

Estos derechos son considerados fundamentales para la dignidad humana, el desarrollo


económico y social, y la estabilidad política a largo plazo de las naciones soberanas. Éstos otorgan
a los trabajadores influencia en el mercado laboral y, por este motivo, con frecuencia son
denominados “derechos habilitantes”.

Como tales, sientan las bases de las normas técnicas del trabajo que rigen los mercados laborales
en los cuales el trabajo no es tratado como una mercancía. Por ejemplo, al invertir masivamente
en el desarrollo de competencias (promovida como una importante norma técnica del trabajo) se
corre el riesgo de alimentar las desigualdades en la sociedad si una parte considerable de
trabajadores no adquiere el nivel de alfabetización básico necesario para poder beneficiarse de los
programas de desarrollo de calificaciones, debido a que tuvieron que trabajar cuando eran niños o
porque fueron excluidos de la educación básica por motivos discriminatorios.

Sin duda, las deficiencias tanto en la democracia como en el estado de derecho dificultan la plena
realización de las normas fundamentales de la OIT como lo exigen los Convenios concernientes. Al
mismo tiempo, las normas fundamentales son protagonistas de las primeras expresiones y
motivos de descontento cuando los gobiernos no tienen en cuenta las demandas populares a
favor de condiciones de trabajo más humanas, como sucedió el 1° de mayo 1886, cuando miles de
trabajadores en Estados Unidos salieron de sus lugares de trabajo para defender una jornada
laboral más corta, desde entonces el 1° de mayo fue reconocido formalmente como el Día
Internacional de los Trabajadores en 1891.

Es por este motivo que muchos Estados Miembros de la OIT han incorporado las normas
fundamentales en sus constituciones nacionales. La ratificación de los Convenios fundamentales
garantiza que estas normas serán respetadas y que mejorarán la vida de las personas.

En el mundo actual, una economía cada vez más globalizada, mercados y cadenas de suministros
equitativos, socialmente responsables y finalmente estables ofrecerán una ventaja comparativa a
los países. En todo el mundo, los países deben garantizar que estas normas sean protegidas, en el
interés de sus propios ciudadanos y de sus naciones.
Conclusión

La actual corriente de pensamiento en temas de desarrollo está atravesando por un significativo


cambio intelectual y político. Lo más importante en este cambio de perspectiva es el haber
comprendido que la reducción de la pobreza de manera sostenible no puede ser alcanzada
simplemente teniendo un crecimiento grande y sostenido. Existe también la necesidad de poner el
buen funcionamiento del mercado de trabajo al centro de las políticas económicas y sociales para
asegurar que el crecimiento sea incluyente y genere empleo productivo y puestos de trabajo
decente.

Esta toma de conciencia ha tenido al menos dos orígenes: la decepción de los paquetes de
políticas estándar del pasado, los cuales se enfocaban en la estabilización macroeconómica o
simplemente en el crecimiento del PIB; y el fracaso de muchos países, incluso aquellos con altos
índices de crecimiento, de traducir ese crecimiento en mejores resultados del mercado laboral y
mejores estándares de vida para la mayoría de sus poblaciones.

Incluso en países donde el crecimiento económico ha sido grande y sostenido los resultados del
mercado laboral, con frecuencia no han sido satisfactorios, no se han generado suficientes
empleos (descartando que crecimiento implique generación de empleo), y muchos de los empleos
creados son empleos de baja productividad y de baja retribución salarial en la economía informal.

El paradigma de reducción de la pobreza contenido en los Objetivos de Desarrollo del Milenio


(ODM) también se acerca cada vez más a un enfoque basado en el mercado de trabajo. El
razonamiento a la base de éste es que el trabajo es la única ventaja de los menos favorecidos y
que un proceso de crecimiento que no genera más y mejores trabajos con una adecuada
protección social podría fracasar en reducir la pobreza para una gran proporción de la población.

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