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Después de un paréntesis de lectura os traigo un pequeño libro de 141

páginas, pero que está llenísimo de ideas, buenas vibraciones y


positivismo.
Jorge Bucay es uno de los mejores autores de crecimiento personal.
No sólo es conocido por sus libros, sino por sus conferencias, sus
programas de radio, colaboraciones en televisión y también por que
edita la revista de psicología Mente Sana, que cumple 10 años en los
kioskos. Mucha gente se queja de que cualquiera puede meterse a
autor de crecimiento personal, que sólo hace falta decir cosas
positivas y “engañar” a la gente, y en parte pueden tener razón, hay
muchos autores pésimos que han escrito libros de “Aprende a ser
feliz” sin tener la menor idea de lo que estaban diciendo. Pero también
es cierto que todos esos autores de segunda han ido desapareciendo
una vez descubierto el timo y el tiempo ha salvado a los que saben lo
que dicen y “autoayudan” de verdad: Paulo Coelho, Bernardo
Stamateas, Jorge Bucay, Eckhart Tolle, Elsa Punset y muy pocos más.
Jorge Bucay no vende las típicas formulas ambiguas repetidas una y
otra vez para aprender a ser feliz, Jorge propone pasos concretos, que
cualquiera puede dar, y que muchas veces no coincide con el
pensamiento de la inmensa mayoría. De hecho es un autor bastante
polémico por algunos consejos como el invitar a las
personas insatisfechas con su matrimonio a tener una aventura para
tener constancia de lo que quieren a su pareja y avivar la relación o
enterrarla definitivamente. No es el típico consejo que esperas de un
libro de autoayuda ¿verdad?
Además Bucay suele ser muy fácil de leer (excepto Cartas para
Claudia que es algo más complejo), con un lenguaje sencillo y plagado
de preciosos cuentos que utiliza como ejemplo. De hecho sus libros
más famosos son una recopilación de cuentos (“Déjame que te
cuente” y “Cuentos que me enseñaron a vivir”). En esta ocasión
combina toda su sabiduría con 30 cuentos cortos muy bien elegidos
para que mediante la fabula memoricemos mejor los 20 pasos a seguir
para tener una vida plena.
Antes de iniciar el camino debes saber donde te lleva este viaje: a
sentirte más vivo y a trabajar para volverte cada vez más sabio ¿Me
acompañas?
20 pasos hacia adelante:
1º. Trabaja en conocerte: Des-cúbrete, quítate la cobertura que te
impide verte. Deja a un lado las máscaras, muéstrate ante ti y ante los
demás tal como eres.
Asume la responsabilidad de todo lo que eres, todo lo que haces y
todo lo que dices.
Conocernos consiste en tomarnos el tiempo de mirarnos interiormente,
conectar con lo que creemos, con lo que pensamos, con lo que
sentimos y con lo que somos, más allá de todo lo que a otros les
gustaría.
2º Decide tu libertad: La libertad no consiste en poder hacer lo que a
uno se le antoje. La libertad es la capacidad de elegir dentro de lo
posible. Incluye la honestidad de no calificar como imposible lo que no
lo es y aceptar que algunas situaciones donde no podemos elegir son,
en realidad, producto de una elección previa.
Declararse libres es dar el paso hacia nuestra definitiva autonomía,
asumir el coste de mis decisiones, aunque hoy me dé cuenta de que
me equivoqué, aceptar que era posible hacer todo lo contrario y yo no
lo hice.
Debemos animarnos a hacer, a preguntar, a protestar y a cuestionar,
aun en minoría, frente a los caprichos de algunos o las injusticias de
muchos, con la única restricción de cuidar que esa libertad sea
ejercida dentro del estado de derecho, que no involucremos en
nuestra queja a quien no quiere estar involucrado y que nuestra forma
de protesta o de rebeldía no esté diseñada para destruir a los que
piensan diferente, sino para sumarlos a todos en la construcción de un
mundo mejor.
3º Ábrete al amor: No existe la realización personal si no somos
capaces de sentirnos amados y de sentir que amamos a alguien,
intensa, comprometida y desinteresadamente.
El amor al que debemos abrirnos es el amor de nuestro día a día, el
sentimiento posible y cotidiano al que nos referimos cuando sentimos
que “queremos mucho a alguien”.
Es imprescindible cosechar relaciones con gente que sea importante
para nosotros y a la vez seamos importantes para ellos. Alguien capaz
de respetar nuestros tiempos y nuestras elecciones, disfrutando de
nuestra compañía sin querer ponernos en la lista de sus posesiones.
El amor es la decisión sincera de crear para la persona amada un
espacio de libertad tan amplio, tan amplio, tan amplio, como para que
pueda elegir hacer con su vida, con sus sentimientos y con su cuerpo
lo que desee, aun cuando su decisión no me guste, aun cuando su
elección no me incluya
En este capítulo incluye este precioso cuento:
4º Deja fluir la risa: Aprender a levantarnos contentos cada mañana.
No olvidarnos de sonreír a pesar de nuestras propias limitaciones.
Tener al menos un minuto al día para sonreír frente al espejo. Saber
reírnos de nuestro “padecer cotidiano”.
Hay una risa que no sirve, que no sana, que enferma más de lo que
cura. No es una expresión del buen humor sino de la burla, del
desprecio o del que humilla a lo diferente. La de los idiotas se ríen del
sufrimiento ajeno, por ser ajeno. La de aquellos que son capaces de
reírse de la estupidez de otros solamente por que les causa gracia ver
en ellos su propia estupidez.
Sonríe cada vez que puedas y sobretodo cuando más te cueste.
Entonces aprenderás que si tú no lo permites, nada es capaz de
arruinar tu alegría.
5º Aumenta tu capacidad de escuchar: Escuchar es escuchar. Y no
solamente hacer una pausa en lo que digo y permitir que, mientras
cojo aire, el otro se dé el lujo de decir algunas palabras.
Sobrestimamos lo que sabemos y menospreciamos lo que ignoramos.
Nos resistimos a aceptar realidades que nos duelen.
Escuchar debería servirnos sobretodo para aprender la parte del todo
que todavía ignoramos. Para daros cuenta de que no tenemos el
monopolio de la verdad y centrarnos en completarnos con la verdad de
otros.
6º Aprende a aprender con humildad: Ninguna condena puede ser
peor que la de estar limitado a saber solamente lo que uno ya sabe.
Debemos enriquecernos del saber de otros, para aprender lo que
desconocemos y escuchar con humildad.
La verdad no es algo que alguien pueda poseer. Debemos aceptar
nuestras limitaciones y conformarnos con atisbar la luz.
7º Sé cordial siempre: Debemos conseguir que esa sonrisa interna se
muestre al exterior y se comparta generosamente. Debemos contagiar
alegría deliberadamente, con un buen trato al prójimo, incondicional.
Nadie llega demasiado lejos sin afecto. Nadie ve el horizonte si no
consigue relacionarse amorosamente con los que le rodean. Nadie
triunfa sin ser amado.
8º Ordena lo interno y lo externo: Para llegar al destino y para no
perder el rumbo, hace falta priorizar lo importante sobre lo accesorio,
es necesario ser pacientes en nuestras demandas y privilegiar las
grandes cosas sobre las menudencias.
9º Transfórmate en un buen vendedor: Haz llegar al otro la mejor
información de lo que eres y de lo que haces.
10º Elige las buenas compañías: Demasiadas veces, por no
perdernos nada, nos perdemos nosotros, nos perdemos a los otros,
nos perdemos el placer de compartir las cosas con nuestros amigos.
11º Actualiza sin prejuicios lo que sabes: Todo lo que sabes, eres,
haces, tienes, crees, todo te ha servido para llegar hasta aquí. ¿Cómo
seguir? ¿Cómo ir más allá?
Es tiempo de usar todo lo que todavía no sabes, lo que aún no eres, lo
que por ahora no haces, lo que afortunadamente no tienes, aquello en
lo que no crees.
Deseosos de aprender cosas nuevas, nos olvidamos de atender la
necesidad de estar al día en lo que alguna vez supimos o dominamos.
Hay que actualizar, revisar, descartar, descubrir, completar y mejorar
lo que siempre tuvimos como cierto.
12º Sé creativo: Si nos animáramos un poco a prescindir de la voz de
la experiencia, terminaríamos despertando nuestro lado más creativo.
Empujados por la curiosidad, acabaríamos buscando respuestas
innovadoras y propuestas originales.
13º Aprovecha el tiempo: Sería maravilloso disfrutar siempre de la
sorpresa que significa estrenar cada día un nuevo e imprevisible
presente. Un presente eterno y renovable.
Es tu responsabilidad invertir cada segundo de tu tiempo para
conseguir lo mejor para ti y para los que amas.
14º Evita las adicciones y los apegos: Siempre descubro en mi
mochila decena de cosas que no tengo que seguir llevando y que
están allí por que alguna vez fueron útiles, porque alguien me pidió
que las llevara, porque creí que eran imprescindibles, porque el
corazón no me deja abandonarlas en el camino. Cosas que cargo por
lo mucho que me ha costado tenerlas o simplemente por si acaso.
Todo ese peso terminará impidiendo tu marcha. Es el lastre de lo que
no sirve, la tara de lo que no compensa llevar si comparo el esfuerzo
que supone con el beneficio que ofrece.
Lo único que verdaderamente te pertenece es lo que no podrías
perder en un naufragio.
15º Corre solamente riesgos evaluados: Trabajamos
desmedidamente para que a nuestras familias no les falte de nada y
les hacemos prescindir de lo que más necesitan: un padre o una
madre o de su pareja.
El mayor de todos los peligros es querer vivir una vida sin correr
riesgos.
El siguiente paso de nuestro camino es animarnos a correr algunos
riesgos. Hay mucho por aprender y muchos de quienes aprender.
16º Aprende a negociar lo imprescindible: En las relaciones no
comerciales hay poco que negociar. No creo en esas parejas que
parten de la idea de sacrificar lo que más les gusta por complacer al
otro, a cambio de que éste admita privarse de lo que más le gusta. No
creo que la medida de las relaciones interhumanas sea lo que soy
capaz de ceder, sino lo que somos capaces de compartir.
Nadie debe compensarme por aquello que doy con el corazón, mi
recompensa es poder darte y nada hay para negociar.
En la amistad, en la familia y en la pareja me gustan mucho más los
acuerdos que las negociaciones, y prefiero siempre las renuncias a los
sacrificios.
17º Iguala sin competir: No existe la “sana” competencia. Difícilmente
se obtenga algo saludable de ella. No es necesaria.
Reniego de los méritos que se le atribuyen a la competencia salvaje
de ser el mejor. El éxito en los resultados no nos pide ser los mejores,
sino actuar más adecuadamente, más eficazmente o más sabiamente
que la mayoría.
No hemos de confundir el saludable hecho de intentar ser la mejor
persona que podemos ser con la gozosa vanidad de acariciarse el ego
por haberlos derrotado a todos.
18º No temas al fracaso: Sólo se puede aprender desde el error. Si
haces algo bien desde la primera vez, puede ser que halagues tu
vanidad, pero no aprendes nada. Ya lo sabías. Equivocarse será parte
esencial y deseable del proceso.
19º Vuelve a empezar: En el camino de nuestra vida llegamos a
puntos muertos, lugares sin retorno, situaciones a las cuales nos ha
conducido un error tan importante que ni siquiera tiene corrección. La
decisión es volver a empezar.
Volver a un lugar en el que ya estuve, sabiendo que la situación ya no
será la misma y el espacio será diferente.
20º No dudes del resultado final: Aprender a confiar en nuestras
habilidades, dones y posibilidades es un recurso de gran ayuda en el
logro de cualquier tipo de objetivos.
No creernos el menosprecio de otros y sobretodo intentar rodearnos
de mensajes de confianza del exterior, fortalecidos y motivados por la
propia y renovada apuesta por nosotros mismos.
La certeza del resultado final es justamente lo que podrá hacernos
recuperar la fuerza para hacer y para arriesgar, la motivación para
avanzar, para desear, para insistir, para valorar el camino recorrido y
para seguir luchando por lo que creemos.

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