Auto – reflexión 1. Baja autoevaluación 1. Autoevaluación de tareas
2. Atribuciones de 2. Atribuciones sobre estrategias
capacidad 3. Autorreacción positivas y 3. Autorreacciones adaptivas negativas y desadaptivas Es capaz de tomar decisiones que regulan la selección y uso de las diferentes formas de conocimiento: planificando, organizando, instruyendo, controlando y evaluando (aspecto cognitivo – metacognitivo).
Es capaz de poseer sentimientos de autocompetencia, de atribuir los
resultados al esfuerzo y posee un gran interés intrínseco en la tarea, destacando un extraordinario esfuerzo y persistencia durante el aprendizaje (aspecto motivacional).
Es capaz de seleccionar, estructurar y crear entornos para optimizar
el aprendizaje, buscando consejos, información y lugares donde puedan ver favorecido su aprendizaje y posee una alta resistencia a la distracción (aspecto conductual).
ENFOQUE DE APENDIZAJE
En cuanto a la determinación de enfoques de aprendizaje en estudiantes de
rendimiento académico alto y medio alto se seleccionó el instrumento utilizado para la determinación del tipo de aproximaciones hacia el estudio, se aplicó el apartado II del cuestionario ASSIST de Entwistle (25), este instrumento fue elaborado para evaluar la preferencia por el enfoque de aprendizaje que aplican los estudiantes a través del uso de estrategias de aprendizaje en sus actividades de trabajo y la calidad del aprendizaje conseguido. El ASSIST ha sido adaptado a población española por la Universidad de Murcia. Romero y cols. (26), en la versión española para su aplicación en poblaciones de habla hispana. El instrumento tiene 52 ítems correspondientes a las tres categorías. Las tres categorías identificadas como aprendizaje profundo, aprendizaje estratégico y aprendizaje superficial; sus características se resumen en el siguiente cuadro.
Los enfoques de aprendizaje designan tanto la forma en que
sistemáticamente un estudiante se enfrenta a la mayoría de las tareas de aprendizaje, como la manera en que se enfrenta a una tarea particular en un momento determinado (Valle et al., 2000). Se distinguen dos tipos: un enfoque hacia la reproducción (enfoque de orientación superficial) y otro dirigido hacia la comprensión (enfoque de orientación al significado). Este último, enfoque de aprendizaje profundo, caracteriza a los estudiantes que autorregulan su aprendizaje (Barca, Peralbo & Brenlla., 2004; Biggs, Kember & Leung, 2001; Rosário et al., 2007). El enfoque superficial, dirigido solo al cumplimiento mínimo de una tarea, no posibilita re sultados de alta calidad; solo pone en marcha un aprendizaje simple, mecánico y memorístico. Por su parte, el enfoque profundo caracterizado por un alto interés y grado de implicación en lo que se está aprendiendo, está orientado a descubrir el significado de lo que se va a aprender, estableciendo relaciones con experiencias y conocimientos previos (Rosário et al., 2007). Aunque esta vinculación entre el enfoque profundo y la orientación al significado podría traducirse en el logro de un alto rendimiento, no se ha encontrado evidencia consistente que permita afirmar la existencia de esta relación; sin embargo, se ha mostrado que los enfoques de aprendizaje pueden ser buenos predictores de desempeño en tareas de evaluación continua, pero pobres respecto del desempeño en exámenes y presentaciones orales (Swanberg & Martinsen, 2010). En síntesis, los alumnos inician sus tareas de estudio con un determinado enfoque que puede variar a partir del análisis de la tarea y del contexto de estudio (De la Fuente, Pichardo, Justicia & Berbén, 2008; Heikkilä & Lonka, 2006; Rosário et al., 2005). Así, la percepción de los criterios de evaluación, el tipo de contenidos, los estilos de enseñanza y características de la tarea, tienen incidencia en la adopción de uno u otro enfoque de aprendizaje y, por tanto, en la selección de procedimientos por utilizar para el logro de la meta (Valle, González-Cabanach, Núñez & González-Pienda, 1998b) ESTRATEGIAS DE AUTORREGULACION
Las estrategias de autorregulación que utilizan los estudiantes parece que
influyen de forma adecuada sobre su rendimiento académico. Para Pintrich (2000: 459) el aprendizaje autorregulado se define como “un proceso activo y constructivo por el cual el estudiante establece sus propios objetivos de aprendizaje, procurando monitorizar, regular y controlar sus pensamientos, su motivación y su comportamiento de acuerdo a dichos objetivos” Para Manrique (2004) el aprendizaje autónomo es la facultad que tiene una persona para dirigir, controlar, regular y evaluar su forma de aprender, de forma consciente e intencionada haciendo uso de estrategias de aprendizaje para lograr el objetivo o meta deseado. Esta autonomía debe ser el fin último de la educación, que se expresa en saber aprender a aprender. En la actualidad hemos asistido a un cambio de paradigma muy importante en la concepción de cómo se debe enseñar y aprender. La dirección del cambio puede centrarse en dos fases, del aprendizaje centrado en el profesor al aprendizaje centrado en el estudiante. ¿Cuáles son las características fundamentales de estos dos paradigmas? Básicamente, en el paradigma clásico o academicista (Schiro, 1978), el profesor transmite el conocimiento al estudiante, que lo recibe y asimila de forma pasiva tal y como le es transmitido; en el nuevo paradigma, el estudiante es el centro del proceso, que parte de él mismo a través de una construcción proactiva del conocimiento con la guía del profesor; y no lo hace solo, sino de forma cooperativa con sus compañeros, lo que se traduce en lo que se conoce como una “construcción social del conocimiento”( Monereo & Badía, 2001) Para que este proceso pueda producirse, es necesario que la persona ponga en marcha las acciones necesarias para el desarrollo de lo que se conoce como aprendizaje autónomo o auto-determinado, auto-instrucción, etc. Estos procesos requieren, por parte del individuo (Knowles, 1975):
Tomar la iniciativa en su proceso de aprendizaje.
Llevar a cabo un diagnóstico previo de las necesidades propias de
aprendizaje, con o sin la ayuda de otros.
Formular metas de aprendizaje propias.
Identificar los recursos humanos y materiales necesarios para
alcanzar las metas de aprendizaje establecidas.
Elegir e implementar las estrategias de aprendizaje adecuadas.
Llevar a cabo un proceso de autoevaluación de los resultados del
aprendizaje.
Ahora bien, autonomía no significa aislamiento ni soledad. Por el contrario,
el aprendizaje de este tipo es muy positivo en un entorno de grupo autodirigido. En definitiva, el aprendizaje autónomo comporta competencias como la autogestión y pro-actividad, auto-conocimiento, responsabilidad y autocontrol del proceso de aprendizaje por parte de la persona o, en otras palabras, la autorregulación del proceso de aprendizaje. Los beneficios de este tipo de comportamiento son manifiestos. Tal y como refieren distintos autores (Knowles, 1975; Schunk & Zimmerman, 1998; Pintrich, 2000), los estudiantes pro-activos aprenden más cosas y mejor que los que atienden pasivamente esperando a que el profesor les transmita su conocimiento y les dirija; presentan una mayor persistencia y una motivación más elevada; y suelen aprender de forma más efectiva y profunda mostrando un mayor interés y una actitud más positiva hacia las materias objeto de aprendizaje.
Sabemos por nuestra observación y experiencia que no todas las personas
aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo; que existen diferencias individuales importantes. Los científicos desde el campo de la educación y la psicología investigan sobre el origen y la manifestación de estas diferencias que pueden afectar el rendimiento de las personas y que, en consecuencia, es necesario conocer. Es por esta razón que en este capítulo se presentan los resultados de algunas líneas de investigación fundamentales en este campo: los estilos de aprendizaje y su relación con las competencias genéricas. Como se comentó previamente, el auto- conocimiento es un elemento clave para el aprendizaje autónomo puesto que sin conocerse no se pueden tomar las riendas ni el control del propio proceso de aprendizaje. Las características individuales no son estáticas, por lo que podemos ir cambiando aquellas que pueden perjudicarnos y entrenar aquellas que son beneficiosas (MartínCuadrado & Sánchez-Elvira, 2010).