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Los límites de la cultura1

Lic. Fedra Aimetta


Universidad Nacional de Salta (UNSa)
Salta-Argentina

El libro, nos dice Alejandro Grimson2 en la Introducción, se propone indagar los desafíos
de la realidad intercultural actual para repensar posibles horizontes de imaginación social y
política, avanzar sobre nuevas preguntas, programas de investigación y establecer una nueva
relación entre conocimiento y política desde la relación entre cultura, configuración cultural,
identidad y hegemonía.
El trabajo está estructurado sobre diversos estudios de campo del autor y otros
investigadores, referencias a la literatura y el cine, elementos soportes para dar cuenta de la
complejidad de los procesos contemporáneos. Una de las preguntas cruciales que se plantea el
autor es por qué se propagan los fundamentalismos en momentos en que se multiplica la
comunicación entre culturas.
A partir de críticas y señalamientos a las modas académicas y mercados intelectuales,
las perspectivas constructivistas, invencionistas y deconstructivistas -por insuficientes y
perniciosas- se propone un análisis contextual radical que reponga el sentido práctico a las
fabricaciones, acciones y construcciones sociales y de cuenta de los regímenes de significación y
así superar el dilema objetivismo – subjetivismo.
El problema de la cultura nos dice “deriva de la sustancialización que produce el proyecto
de mapear la diversidad como si no hubiera interacción, conflicto y cambios”. Grimson rescata
la metáfora de la construcción social desde un sentido didáctico -para desnaturalizar sentidos
comunes-, pero rechaza el constructivismo porque todo lo humano ha sido construido e invita a
evitar caer en la desnaturalización de lo otro mientras no se cuestionan los propios sentidos del
investigador.
En el primer capítulo, Dialéctica del culturalismo, se relata que desde un primer concepto
antropológico de cultura que rechazaba la idea de que hay gente con cultura y gente sin
cultura, pasando por el evolucionismo y el relativismo, el valor político del concepto fue en

1
GRIMSON, Alejandro: Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad,
Siglo XXI, ISBN 978-987-629-156-9, 266 páginas, $ 60.
2
Alejandro Grimson es argentino, es Doctor en Antropología, se desempeña como Profesor Adjunto de
Antropología Social y Cultura en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Además es decano del Instituto de
Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, investigador del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto de Desarrollo Económico y Social. Actualmente
se desempeña como director de la colección Miradas Antropológicas de la Editorial Prometeo y de
Antropológicas de Siglo XXI editores. Formado inicialmente en los estudios culturales latinoamericanos desde las
ciencias de la comunicación, establece, tras indagaciones transdisciplinares, un encuentro con la antropología que
le permite intentar dar respuesta a aspectos de las sociedades no analizados o comprendidos desde otras
perspectivas, como las nociones cultura e identidad.
aumento, luego de que lograra demostrar la autonomía entre lo físico y lo cultural,
desacreditando los racismos y la concepción racionalista del hombre dominante de occidente.
Se deslegitimó el eurocentrismo y el colonialismo y finalmente tras el holocausto, quedaron
desacreditadas la concepciones racialistas.
Sin embargo, desde un mundo dividido en razas se pasó a un mundo dividido en culturas,
en la metáfora del archipiélago cultural, que reaviva el conflicto de las fronteras, con sus
posibles jerarquizaciones o dominio. La cultura desde un potencial democratizador pasó a tener
una función segregadora y devenir base del fundamentalismo. Si el racismo era civilización, el
fundamentalismo exalta la diversidad en una nueva geopolítica de la diferencia, donde
paradójicamente hay una retórica de oposición absoluta pero una misma lógica de construcción
de alteridad y fundamentos para la acción. La inexistencia de homogeneidad cultural asentada
a un territorio es comprobable a partir de las presencias imperiales en las regiones, las
migraciones y las transformaciones en las ecologías de la comunicación, fenómenos que
plantearon y plantean contacto intercultural y conciencia de contemporaneidad.
En el capítulo Conocimiento, política, alteridad la reflexión versa sobre la relación entre
teoría, conocimiento y política y su complejidad por los distintos planos que se pueden
establecer con la alteridad y dada la presencia de la hegemonía para hablar a lo subalterno y el
conflicto que se genera de la instrumentalidad política del conocimiento.
En este último sentido se postula le existencia de una autonomía no ingenua entre la
investigación y la posición política de los investigadores. Al posicionarse al servicio de la
transformación se corre el riesgo de reproducir nociones del sentido común, social o
académico. Para desafiar los límites de la imaginación social desde una ética – política, es
imprescindible considerar la historicidad y los contextos (sociales, académicos y políticos),
establecer un diálogo entre conceptos y sucesos desde una reflexividad crítica, socavando los
propios sentidos comunes, (políticos, académicos) y desde el reconocimiento y objetivación de
la intersubjetividad como intrínseca del proceso de conocimiento. La idealización de los sujetos
subalternos que se analizan impide ver las contradicciones y complejidades existentes, la
opacidad y tensiones de lo real.
Con el objetivo de deslindar cultura e identidad, en Las culturas son más hibridas que sus
identificaciones, el autor se ocupa de la noción de frontera como referente empírico y noción
teórica. Desde el trabajo de campo, el concepto es abordado desde una historia territorial,
relacional y sociocultural, a partir de etnografías en zonas fronterizas que permiten detectar y
comprender la multiplicidad y mixtura de identidades, distinciones y conflictos, las
combinatorias transfronterizas y las lógicas locales de disputas interfronterizas.
Las fronteras políticas como espacios de intervención del poder estatal (vigente o incluso
reforzado) son analizadas para comprender la contingencia, la historicidad, las porosidades y
cruces, las luchas de poder, los estigmas y las nuevas formas de nacionalismo. Las metáforas de
hermandad e hibridación que hacen referencia a la ausencia de límites reales entre los pueblos
es categóricamente rechazada por el autor que invita a analizar los fenómenos de manera
compleja sin subestimar el conflicto propio del contacto entre culturas y dar cuenta de
asimetrías entre sectores, grupos y Estados y las dinámicas de inclusión/ exclusión y las
modalidades de incorporación.
Las identificaciones nacionales de los sujetos, fuera de las versiones románticas y
esencialistas, deben ser atendidas para dar cuenta de su sentido práctico. A su vez, las fronteras
son irreductibles entre sí, son heterogéneas, se establecen relaciones interestatales diversas y
cada Estado construye lazos particulares entre nación, territorio y población por lo que no se
debe intentar adjudicar un sentido unívoco al término “frontera”.
En el capítulo Metáforas teóricas: más allá de esencialismo versus instrumentalismo Los
límites de la cultura se ocupa del concepto de configuración cultural, como noción que
posibilita interpretar desde nuevas perspectivas los procesos sociales y los datos de la
investigación. Aquí se traza una reconceptualización vinculada a la historia teórica, los procesos
sociales y las políticas de la teoría. Se propone el enriquecimiento del concepto de cultura
desde los aportes de las teorías sobre la nación y hacer uso de la metáfora de nación
heterotópica y heterocrónica para pensar las lógicas situadas de la heterogeneidad de la
cultura.
El capítulo Configuraciones culturales destaca por qué el concepto permite evitar los
problemas teóricos del culturalismo clásico y del posmodernismo y da cuenta de los elementos
constitutivos de esta categoría.
La comunicación desde una perspectiva antropológica opera como la intersección de
configuraciones culturales, como sutura de las heterogeneidades inestables pero sedimentadas.
La comprensión, la parcialidad de la misma, las reglas y disputas por la significación se producen
en coyunturas históricas y en el marco de un proceso hegemónico: la lucha por la imposición de
las clasificaciones sociales encuentran en el Estado un rol protagónico pero también asisten
grupos y elites con distinto grado de incidencia.
Centrado en el análisis de procesos específicos, La interpretación de las imbricaciones
culturales, aborda distintos estudios de casos para dar cuenta de las multipertenencias o
multimposicionalidades que se dan en términos de configuraciones culturales por la
superposición de estas en el mundo contemporáneo.
A través de relaciones de diferencia, oposición, complementariedad y jerarquía, las
configuraciones culturales tienen como elemento clave a las identificaciones atendiendo, nos
advierte el autor, a que son a la vez categorías de la práctica y el análisis y que, de acuerdo a los
usos comunes de “cultura”, tendemos a concebir de modo excluyente. A su vez cultura e
identidad, sin vincularse mecánicamente, están entrelazadas en un sinnúmero de escenarios.
En el Epílogo se retoman los conceptos y aportes, se destaca el abordaje de lo simbólico
como constitutivo de lo sociopolítico y se plantea la necesidad de repensar la identidad y la
autonomía en contextos, redes, intersecciones, y sedimentaciones divergentes y, una vez
asumida la heterogeneidad como condición humana, aceptar la presencia de identificaciones,
fronteras y diversas nociones de autonomía.

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