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PLAN INTEGRAL DE REPARACIÓN COLECTIVA (PIRC) “CASO COMUNIDAD

AFRODESCENDIENTE DE BOJAYÁ, CHOCÓ” y LA COMUNIDAD


INDÍGENA AWÁ DE RICAURTE, NARIÑO.

Presentado por:
Diana Katherine García Caicedo
María del Pilar Anchico Montaño

Presentado al docente:
Jesús Duran Téllez

Fundación Universitaria Claretiana


Especialización en Gestión de Procesos Psicosociales
Victimas. Marco Legal y Políticas Públicas
Portafolio 1
2019
ÍNDICE

Introducción

1. Medidas para un futuro PIRC, “CASO COMUNIDAD AFRODESCENDIENTE DE


BOJAYÁ, CHOCÓ y LA COMUNIDAD INDÍGENA AWÁ DE RICAURTE, NARIÑO”.
2. Conclusiones
3. Bibliografía
Introducción
Arboleda, (2013), refiere que “La Ley 1448 de 2011 estableció medidas para la atención,
asistencia, reparación y restitución de tierras a las víctimas del conflicto armado. Dicha norma se
promulgó sin haber consultado a los pueblos y comunidades indígenas, negras, afrodescendientes
y palenqueras, por lo que para subsanar el error se estableció en el artículo 205 de la misma que
se le otorgaban facultades extraordinarias al Presidente de la República para que en el término de
seis (6) meses contados a partir de la expedición de la presente ley, realizara la consulta previa
para y promulgara Decretos con fuerza de Ley estableciendo la política pública para reconocer
los derechos diferenciados de las personas y comunidades afectadas por graves violaciones a los
derechos humanos en desarrollo del conflicto armado. Las consultas previas fueron coordinadas
con la Organización Nacional Indígenas y la Consultiva de Alto Nivel para el caso de
comunidades negras, lo que dio origen a los Decretos 4633 y 4635 sancionados en diciembre de
2011”.
Por medio del presente portafolio se presenta algunas propuestas en relación a las
medidas que deberían considerarse como principales con respecto a la satisfacción,
rehabilitación, restitución, indemnización y garantías de no repetición para los integrantes, la
comunidad y el territorio contenidas en un futuro Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC),
en el caso puntual de la Comunidad Afrodescendiente De Bojayá, Chocó, y la Comunidad
Indígena Awá de Ricaurte, Nariño, en consideración no solo a lo establecido en los Decretos
4633 y 4635 de 2011, sino las características del enfoque diferencial y el propósito de los Autos
004 y 005 de 2009, que contemplan los derechos que deben ser especialmente protegidos en el
marco de los conflictos armados en estos territorios.

En el caso puntual de Bojayá, es menester resaltar que esta comunidad, afrontó una
masacre que en el 2002 costó la vida de al menos 79 personas, entre ellas 49 menores de edad;
sobre la masacre, la Organización Rutas del Conflicto, notifica que guerrilleros del Bloque José
María Córdoba las Farc y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas se enfrentaron entre las
cabeceras municipales de Vigía del Fuerte y Bojayá, conocida en la zona como Bellavista. Allí,
los paramilitares se escondieron detrás de la Iglesia y hacia las 11 de la mañana las Farc lanzaron
contra ellos una pipeta de gas llena de metralla que cayó dentro de la parroquia, donde se
refugiaban más de 300 personas. El cilindro bomba rompió el techo de la iglesia, impactó contra
el altar y estalló produciendo una gran devastación: en el suelo y hasta en los muros quedó la
evidencia de los cuerpos desmembrados o totalmente deshechos.

En relación a la comunidad Awá de Ricaurte Nariño, según el periódico el tiempo,


(2009), “Los awá, que hasta hace cinco años tenía 30.000 miembros distribuidos en 27
resguardos, han sido víctimas de una persecución constante y de una campaña de exterminio,
por otro lado, en los últimos 10 años han sido asesinados 200 indígenas, más de 5.000 se han
visto obligados a abandonar sus tierras y algunos han buscado refugio en Ecuador. Cincuenta han
sido víctimas de minas, varios fueron secuestrados o desaparecidos, y muchos objeto
de detenciones arbitrarias, señalamientos, amenazas, reclutamiento forzado... También han
sufrido el bloqueo de alimentos y medicamentos y los heridos, como consecuencia de
bombardeos, no han recibido la atención adecuada”.

En esta perspectiva, y entendiendo que tanto la comunidad Afro de Bojaya en el Choco,


como la comunidad indígena Awa en Ricaurte-Nariño, evidencian la vulneración a sus derechos
fundamentales de manera masiva y sistemática tanto individual como colectivos a causa de la
presencia y el accionar de diversos grupos armados legales como ilegales, y que además fueron
víctimas de múltiples daños tanto a la integridad cultural, al territorio, a la autonomía, autoridad
política y organizativa como a los derechos de los niños, niñas y jóvenes de sus comunidades, lo
que repercute en afectaciones de toda índole; físicas, económicas, emocionales, simbólicas,
históricas y de su propia identidad; las medidas de reparación que tengan lugar a través de los
PIRC deben promover la acción transformadora, con miras a la recuperación de las condiciones,
capacidades y oportunidades de los habitantes en sus comunidades, teniendo en cuenta su
cosmovisión y sus características particulares en función de su etnia, raza, religión, sexo,
costumbres, territorio, entre otros aspectos que los hace únicos y diferentes, por lo que no pueden
ser atendidos mediante una metodología unificada ni recibir un apoyo uniforme, pues aunque
tuviesen muchos puntos en común como comunidades étnicas, se caracterizan dentro de sus
contextos propios de vida, por ende la reparación que estas comunidades requieren debe estar
enmarcada en un Enfoque diferencial que les permita a las comunidades el disfrute pleno de sus
derechos sin trasgredir su propia identidad, a continuación se presenta el desarrollo del
portafolio.
1. Medidas para un futuro PIRC, “CASO COMUNIDAD AFRODESCENDIENTE
DE BOJAYÁ, CHOCÓ y LA COMUNIDAD INDÍGENA AWÁ DE
RICAURTE, NARIÑO”

En el presente documento, previas las lecturas del módulo y videos recomendados en el


ejercicio, se plantea unas posibles medidas a considerar en un futuro Plan Integral de Reparación,
Colectiva, para las comunidades afro e indígena objeto de estudio, en relación de los daños y
afectaciones causadas en el marco del conflicto armado interno en Colombia.

Diseñar y ejecutar un Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC) implica pensar en la


contingencia de orientarlo desde un aspecto integrador de satisfacción, rehabilitación,
restitución, indemnización y garantías de no repetición, en estos casos y al igual que el resto de
las comunidades que han sido afectadas en el país, se debe manejar una mirada holística del
accionar institucional y de las propuestas de intervención y acompañamiento social
transformador.

En primera instancia acerca de las Medidas de Satisfacción, las cuales según los Decretos
4633 y 4635 de 2011, buscarán proporcionar bienestar a los pueblos y deberán contribuir mitigar
el dolor colectivo e individual de las víctimas, vale la pena resaltar el reconocimiento que estas
comunidades esperan que se haga de su contexto para su posterior intervención, es menester
tener un diagnóstico claro y asertivo de todos los aspectos que giran en torno a estas poblaciones,
saber cuáles eran las características de su cotidianidad, sus costumbres, tradiciones, ritos, medios
de subsistencia, y demás, para no caer en el error de diseñar e implementar procesos de
acompañamiento llevados a cabo por personal que no se encuentra especializado e
interculturalmente sensibilizado con sus costumbres.

Como lo resalta Arboleda, (2013) et, al, “El Estado reconoce que las Comunidades son
parte constitutiva de la nación y tienen derecho a conservar, reproducir y trasmitir los valores,
tradiciones, prácticas e instituciones que sustentan su identidad étnica y cultural. Por lo tanto, los
mecanismos, medidas y procedimientos contemplados en este Decreto deben garantizarla
pervivencia de la identidad étnica y cultural de las Comunidades”. Pese a ello, la realidad es otra
puesto que las comunidades refieren que están siendo “reparadas” con estrategias e instrumentos
que atentan contra su forma de vida anterior y sus costumbres cotidianas. Por ejemplo en Bojayá
no se ha tenido en cuenta su forma de vida en relación al rio como fuente de subsistencia y en el
caso de las comunidades indígenas se ha desconsiderado las constituciones numerosas de las
familias, afrontando condiciones de hacinamiento al límite en los albergues que se adecuan para
las comunidades.
Por otro lado dentro de estas medidas de satisfacción se resalta, como medidas
principales, la reparación para la búsqueda de la verdad, que les permita a estas comunidades,
ejercer el derecho a que el Estado le garantice y conozca públicamente la verdad de lo que paso
de una manera veraz, oportuna y objetiva y a la búsqueda de las personas desaparecidas. Estas
comunidades tienen derecho a reconstruir su historia pero no como un simple relato de lo que
paso, sino teniendo en cuenta su cultura, su tradición, su colectivo. Apoyar las iniciativas
locales de memoria y las acciones de conmemoración (homenaje y conmemoración a las
victimas).

El programa de reparación colectiva, adicionalmente, implica un diálogo político entre la


institucionalidad y la sociedad civil que conforman los sujetos de reparación colectiva en la
perspectiva de recuperar niveles de confianza desde el diálogo ciudadano, alrededor de los
hechos ocurridos, los daños colectivos y la reparación. De esta forma se fortalecen las
capacidades políticas, ciudadanas y de gestión de los sujetos de reparación colectiva,
contribuyendo a la reconciliación. Un elemento a resaltar es la necesidad del reconocimiento
público de los daños y afectaciones causadas a las comunidades en infracción y violación de los
derechos humanos; en el proceso de intervención, el acto público juega un papel fundamental
como parte del proceso de reparación integral, puesto que la víctima desde ese punto siente que
se ratifica la veracidad de los hechos perpetuados y asimismo se reconoce el porqué de su dolor y
lo ideal desde esta instancia es que se asuman responsabilidades ante las autoridades
competentes y se pague por los delitos. Como lo resaltan Rebolledo y Rondón (2010), “la
participación y escucha activa a las víctimas puede ser un proceso que subsane el daño que
ocasionó el despojo de la palabra de aquellas personas afectadas, supondría el reconocimiento de
su dolor y la consecuente aplicación de la sanción al responsable”. La memoria histórica juega
un papel fundamental en todo este proceso, debido a que se hace necesario propiciar espacios
para evidenciar la construcción de experiencias ya subsistidas, pero que también se acercan a la
ideología de una conducta social, es decir que tiene implicaciones humanas de forma colectiva.

En la reparación colectiva es de vital importancia la Memoria, puesto que se constituye


en una herramienta para aquellos sobrevivientes, que quieren levantar sus voces en
representación de quienes la guerra ha silenciado. La Memoria también se constituye en una
oportunidad para considerar la subjetividad de las víctimas, cada experiencia es diferente y cada
narración tiene su propio significado y dice mucho de las personas y de las comunidades
inmersas en el conflicto.

En este marco de las medidas de satisfacción, vale la pena tener presente, trayendo a
colación el caso de Bojayá, el duelo que las victimas necesitan hacer de sus familiares perdidos,
y sobre ello se debe considerar pertinente dar respuesta a la petición de establecer en el antiguo
lugar del poblado de Bellavista un centro regional de memoria, que se constituya en un escenario
de reflexión, formación y divulgación histórica, y como la misma comunidad lo desea, se les
consuele con convertir la iglesia en un verdadero santuario, porque así sienten que sanan un poco
sus heridas, es incoherente que estas peticiones de las comunidades no puedan tener respuestas,
sin embargo, estas víctimas manifiestan que a los victimarios se les premia, y sí se les responde,
mientras que ellos afrontaron la realidad de tener sus muertos sin ataúles, y tirados en fosas
comunes.

En el caso de la comunidad Awá, se debe considerar con base en el Decreto 4633/2011, la


realización de una declaración oficial que restablezca la dignidad, la reputación y los derechos de
las víctimas, individuales o colectivas, y de las personas estrechamente vinculadas a ellas, puesto
que como la misma comunidad indígena lo precisa, se les ha rechazado la legitimidad de su
cultura, acusados por El ejército de ser colaboradores de la guerrilla, por el hecho de andar con
botas, sin respeto a su contexto, donde es común el andar con botas por las condiciones del
territorio. Por otro lado, como lo puntualizan estas leyes, en la comunidad Awa, se debe priorizar
la búsqueda de las personas desaparecidas, de las identidades de los niños y niñas secuestrados o
reclutados forzosamente y de los cadáveres de las personas asesinadas, y la ayuda para
recuperarlos, identificarlos y volver a inhumarlos según el deseo explícito o presunto de estas
víctimas, su pueblo y sus prácticas culturales.
Con respecto a las medidas de Rehabilitación, que contemplan, el conjunto de estrategias,
planes, programas y acciones de carácter jurídico, médico, psicológico y social, dirigidos al
restablecimiento de las condiciones físicas y psicosociales de las víctimas, en este aspecto se
percibe que las comunidades no se les han brindado las medidas requeridas en cada caso puntual,
ni se ha hecho consideración de los aportes que estas mismas comunidades pueden hacer en pro
de su propio beneficio, a manera de ejemplo, no se ha permitido a las víctimas de la comunidad
Awa la promoción a su rehabilitación, mediante el apoyo a la medicina y prácticas tradicionales
y tampoco se ha brindado de manera asertiva la prestación de servicios médicos contemplados en
las leyes, igual para el caso del Bojayá, territorio donde incluso los daños físicos son evidentes
entre sus sobrevivientes con mutilaciones y demás afectaciones producto del conflicto armado.
Otra aspecto dentro de la medida de rehabilitación, es la consideración de procesos reales
y asertivos de intervención y acompañamiento psicosocial, en el caso del Chocó, las victimas
sostienen que el gobierno centró su atención en la reubicación de una comunidad del municipio
de Bojayá por medio de construcción de obras de infraestructura y no en la recuperación del
tejido social de las víctimas y de la comunidad. El aspecto de la intervención psicosocial integral
es pedido a gritos por las víctimas y el hecho que el gobierno considere como elemento
fundamental, la simple reparación económica, que se ha tenido como medida de indemnización,
no es satisfactorio los métodos de compensación establecidos, se hace necesario considerar una
real medida de compensación, puesto que los daños materiales causados, poniendo en evidencia
la incompetencia que ha tenido el Estado al pretender, reparar por medio de mínimos aportes
económicos, cuando las mismas victimas plantean las pérdidas considerables que tuvieron por
causa de la violencia. Puntualizando la comunidad indígena, sus líderes resaltan las
consecuencias psicosociales que deben afrontar por los desplazamientos en repetidas ocasiones
de sus territorios, que pese a las condiciones locativas, en ellos hay un arraigado apego a la tierra,
una estrecha relación con la naturaleza, un constante trabajo de campo al cual están
acostumbrados, y además las grandes pérdidas económicas, entre otros aspectos por la muerte de
los animales.

En relación a las medidas de restitución, que según los Decretos objeto de estudio, son
aquellas que buscan devolver a la víctima al estado anterior al hecho victimizante, es evidente
que los esfuerzos de las entidades competentes han quedado cortos en restitución de los derechos
de las víctimas, tanto afro e indígenas,

En cuanto a la reubicación y retorno, como parte de la medida de restitución, Arboleda,


(2013) et al, resalta: “La implementación y seguimiento de los planes de retorno y reubicación
serán producto de una acción armónica, concertada e informada entre la Unidad Administrativa
Especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, la Unidad Administrativa
Especial de Gestión para la Restitución de Tierras Despojadas y Abandonadas”, y es evidente
que si hubiera realmente seguimiento a los planes de retorno, las condiciones de vida de estas
comunidades, serian diferentes esta es una medida que no puede faltar, no solo asertivos planes
y proyectos de retorno sino el seguimiento que los mismos requieren para que generen beneficios
reales y sostenibles en las comunidades. En el marco de esta medida se deben aunar esfuerzos
para mantener la satisfacción de las víctimas en términos de lo que realmente se merecen,
intervenir para que las personas puedan recuperar sus planes de vida y de etnodesarrollo y que el
Estado asuma y cumpla con su responsabilidad de saldar la deuda histórica que tiene con la gente
de la región, en especial con quienes más han sufrido, por parte de la población indígena se
evidencia la agresiva forma de desarraigo cultural que se les hace aún de sus propias costumbres
relacionándolos con prácticas y comportamientos de los victimarios, son estigmatizados y no
tienen ningún tipo de garantías de retorno porque no hay cese a las enfrentamientos.

Además del contexto, se propone como medida, considerar a la par de la cultura, el acto
de cubrir las deficiencias en materia de salud, educción, calidad de vida, que estas comunidades,
han venido padeciendo desde antes de los terroríficos hechos y que después de los mismos, no
son cubiertos con los programas y proyectos de reparación, la comunidad refiere que tras la
guerra se desplazan de sus territorios y no llevan y regresa sin nada y siguen en las mismas, por
parte del gobierno han sido olvidados, notifican que ubicaron cambuches y un equipo de
misioneros les brindó el apoyo que estaba a su alcance, en cuanto a la reubicación que el Estado
les hizo, refieren que no pueden desempeñarse en las tareas agrícolas propias de subsistencia, ya
no pueden cazar, ni andar de noche, viven asustados quieren vivir como antes, perdieron lo que
tenían, les quemaron sus viviendas. Refieren que aun en la intervención realizada no hay
satisfacción, sino inconformidad por las obras, en las cuales no se construyeron viviendas dignas,
en la actualidad no hay garantía de servicios públicos, acueductos insuficientes, además están
expuestos a la proliferación de epidemias por el sistema de alcantarillado que tienen,
manifiestan que anteriormente iban a las ciénagas, vendían pescado y llevaban sus actividades en
sus botes, ahora la realidad es otra y precaria, que aún el sistema de salud es lamentable, y no
hay fuentes de trabajo, al contrario, más hambre y más miseria.

Dentro del proceso de reparación colectiva se propone en este apartado considerar todas
las comunidades que en el alrededor del epicentro, igualmente fueron afectadas, en este caso
puntual de Bojayá, se resalta que solo les construyeron viviendas a los de Bellavista, los demás
se sienten descuidados y aislados, manifiestan que El estado centró sus esfuerzos en la
reubicación de Bellavista, no obstante, en la masacre no fue solamente afectada esa comunidad
sino toda la región, como por ejemplo, más de 30 indígenas Emberas murieron de enfermedades
gastrointestinales y paludismo en los dos meses siguientes a la masare.

Una medida que debe acogerse con igual urgencia es la medida de no repetición, sobre la
cual se percibe que las comunidades afro e indígenas estudiadas en este apartado, resaltan que
aún los procesos de duelo que tienen derecho a vivir, se han visto dificultados o impedidos por la
situación de violencia permanente, sin embargo la resistencia, han tenido que expresarla desde la
cultura, con los cantos, las danzas, la música el teatro, la artesanía, y todos los mecanismos para
espantar el dolor y la tristeza. Las victimas merecen que se les garantice la tranquilidad y la
autonomía, no ha habido garantías de no repetición, en el caso puntual de la comunidad indígena
se percibe que en repetidas ocasiones han tenido que salir de sus territorios, de su cotidianidad y
persisten las obstinaciones, es necesario que paguen los culpables, y se establezca la justicia, es
triste en un caso puntual, que después de 17 años, aún existan obligaciones estatales en materia
de investigación pendientes, por lo ocurrido en Bojayá, sobre lo cual se dice que todos los
militares fueron absueltos y lo peor es que la certidumbre perdura hasta la fecha a través de una
guerra intensa y sistemática por el control de los ríos del municipio de Bojayá que ha causado el
desplazamiento de 6500 pobladores, en la actualidad la garantía que hay, es el establecimiento de
toque de queda de 6 de la tarde a 6 de la mañana como argumento para garantizar la seguridad y
afectan las faenas de pesca y caza. Aún hay presencia de grupos al margen de la ley como las
Aguilas negras y los miembros del ejército manifiestan que no tienen conocimiento, y piden que
la misma población civil manifieste la situación, poniendo en riesgo su seguridad, sin hacer uso
de sus grupos de inteligencia, y en las poblaciones, irónicamente siguen cometiendo abusos y
además hay cultivo de plantas para el narcotráfico. Se hace indispensable que haya garantía de la
no continuidad de los hechos de violencia y se irrumpa en la perpetuación de la impunidad, de lo
contrario las victimas seguirán inmersas en el círculo continuo de la guerra, como lo manifiestan
los habitantes de Bojayá, quienes a pesar de los pocos avances en términos de verdad, justicia y
reparación notifican que no cesan las afectaciones.
.

En este orden de ideas, y haciendo énfasis en las vicisitudes de estas poblaciones


afectadas por el conflicto armado se confirma requieren de carácter urgente un PIRC que les
permita alcanzar el goce efectivo de sus derechos fundamentales y el restablecimiento
económico y social mancomunado entre población e institución. En general, se trata de
identificar, comprender y contribuir a la transformación de los impactos que generan las
situaciones de vulnerabilidad, incluida la violencia política, priorizando y reconociendo aquellas
interpretaciones, imaginarios y acciones individuales y colectivas, generadas por los individuos
como sujetos sociales que son de vital importancia para proyectarse y transformar las realidades
que le aquejan.

Finalmente como medida no puede faltar la promoción de una participación activa, en la


cual cada proceso de intervención y acompañamiento considere las potencialidades que de forma
individual y colectiva, las poblaciones poseen, sus propios recursos y que aportan
significativamente a la reparación de ellos mismos, sin la pretensión de imponer el rumbo a
seguir, porque las comunidades cuentan con facultades para levantarse, y en reconocimiento de
esas capacidades y de las problemáticas sociales que les han aquejado antes, durante y después
de los daños ocasionados por el conflicto; se deben establecer estrategias de apoyo académicas
como por ejemplo la puesta en marcha de proyectos de Educación, incluido el ciclo de educación
superior y en consideración de las lenguas propias para su efectiva comunicación y
comprensión., tomando como base iniciativas como lo es la Fundación Universitaria Claretiana
en Quibdó Chocó.
2. Conclusiones
En conclusión se resalta que masacres como la de Bojayá y de los indígenas en la
comunidad Awá, se consolidna como una de las peores tragedias ocurridas en Colombia, se
irrumpió violentamente en la cotidianidad de las comunidades, por su parte en Bojayá, las
víctimas estaban convencidas que la iglesia era el lugar más seguro, por la connotación espiritual
que generalmente posee, no obstante fue allí donde la masacre arrebató familias enteras, la cifra
de muertos inicialmente fue de 119 personas y oficialmente luego se habló de 79 personas; los
indígenas por su parte acostumbrados a vivir en tranquilidad en medio de lo que compete a sus
costumbres en el territorio, deben desplazarse forzadamente a otros lugares en busca de refugio
en medio de la guerra y en repetidas ocasiones. El trabajo psicosocial y de reparación integral
con estas poblaciones es interminable, urge la implementación de un plan integral de reparación
colectiva que contribuya a la satisfacción, rehabilitación, restitución, indemnización y garantías
de no repetición para los integrantes, la comunidad y el territorio como tal.
Los derechos de las víctimas pertenecientes a Comunidades Negras, Afrodescendientes y
Palenqueras quedaron establecidos en el Decreto Ley 4635, el cual regula lo concerniente a la
reparación integral y colectiva, la protección del territorio, la atención ante el desplazamiento
forzado, entre otros. No obstante en la actualidad no hay cumplimiento de los mismos, al
contrario se incurre en afectaciones que prolongan la violencia y la impunidad en medio de lo
cual las poblaciones intentan mantener sus propias formas de ver, entender y reinventar el
mundo.

Por otra parte los derechos de las víctimas de las comunidades indígenas, quedaron
establecidas en el Decreto 4633 de 2011, del cual se dice que su principal acierto es haber ligado
las medidas de reparación a los derechos étnicos territoriales de los pueblos indígenas. Es bien
conocido la relación colectiva y espiritual de estos pueblos con sus territorios ancestrales, que
son la base de su supervivencia, no se puede entender las comunidades indígenas sin sus
territorios que son más que un lugar físico, hacen parte de su cosmovisión y representan su
relación integral con la naturaleza, con sus ancestros y con la humanidad.
3. Bibliografía

-[Centro Nacional de Memoria Histórica]. (2012, Septiembre 6). Bojayá: La guerra sin límites
(Bojayá: War without limits). [Archivo de video]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=ZRsV8mwWA_w.

- Arboleda, A. (2013). Módulo. Victimas. Marco Legal y Políticas Públicas. Disponible en


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-Rebolledo, O. y Rondón, L. (2010). Reflexiones y aproximaciones al trabajo psicosocial con


víctimas individuales y colectivas en el marco del proceso de reparación. Disponible en
https://uniclaretiana.edu.co/didmm/cursos2016/posgrado/esp-gestion-procesos-
psicosociales/modelos-intervencion-psicosocial/docs/s2r3-reflexiones-aproximaciones-trabajo-
psicosocial.pdf.

-El tiempo, (11 de Febrero de 2009). El exterminio de los awá.

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