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DE LA
REALIDAD
NACIONAL
N» 14 OCTUBRE DE 1972
%á>
Trim estral
Bernartl JEANNOT
El problem a mapuche en Chile
Hugo ORMEÑO, Jorge OSSES
Nueva legislación sobre indígenas en Chile
M aría Ester G REBE, Sergio PACHECO, José SEGURA
La cosmovisión mapuche
Wilson CANTON!
Fundam entos para una política cultural mapuche
Christian LALIVE
Sociedad dependiente, “ clases populares” y milenarismo en (
Enrique COLINA, Daniel DIAZ
Ideología del melodrama en el viejo cine latinoamericano
Eugenio M A FFEI, Emilio M ARCHETTI
Estructura agraria y consejos comunales campesinos: situación actual,
análisis y estrategia
NOTAS DE INVESTIGACION
Urs M ULLES
La voz de las cifras (un análisis de las elecciones entre 1957 y 1971)
Franz HINKELAM M ERT
Consideraciones sobre las alternativas del cambio de las estructuras
económicas en Chile
Ariel DORF.MAN
Salvación y sabiduría del hombre común: la teología de
Selecciones del Render's Digest
Luis BRAVO, Sonia SALAS
La salud mental en la enseñanza básica
PROGRAMA DOCENTE SEGUNDO SEM ESTRE 1972
Bernard JEANNOT
. T i N L ^ 46 La cosmovisión mapuche
3 .X
^ Wilson CANTONI
Chrislián LALIVE
análisis y estrategia
Urs MULLER
La voz de las cifras (un análisis de las elecciones entre 1957 y 1971)
Franz HINKELAMMERT
Ariel DO REMAN
Nota: En nuestro número anterior fue omitido, por un error, el nombre del profesor
Juan NOEMI al pie de su artículo Trascendencia y Transhistoria: la crítica marxista
de la religión, en la página 278.
Los trabajos publicados por Cuadernos de la Realidad Nacional sólo pueden ser reprodu
cidos con autorización de la Revista.
El problema mapuche en Chile
B ernard J ea n n o t
3
plena y entera de la praxis nacional. La cuestión no es más quién “ser” ,
siuo qué “hacer” . Es así como nos proponemos exponer las tareas cum
plidas en este sentido por el Gobierno del doctor Salvador Allende, así
como las grandes líneas de su acción para los años venideros.
1. La irrupción violenta
1 Ver, sobre todo, Handbood of South American Indians, de Cooper Johan, 1946, donde, entre otras
cosas, se encuentra una amplia bibliografía.
2 Mellafe, Rolando, La introducción de la esclavitud negra en Chile; Tráfico y rutas. Santiago, Ene.
H. S. Ltda. 1959, p. 261.
3 Para más detalles sobre ese período, ver: Vítale, Luis, Interpretación Marxista de la Historia de
Chile, Tomo I, Pía, 1971.
4
Biobío” 4. Es así como el 9 de enero de 1641 fue firmado el Tratado de
Quilín, por el cual se reconocía formalmente el Biobío como el límite
norte del territorio de la Araucanía. Pero en el hecho, este no fue jamás
reconocido porque entraba en contradicción con la insaciable acumula
ción primitiva de capital de los encomenderos y la racionalidad de la
conquista de América. Y tanto es así que, mientras los españoles con
solidaban sus posiciones, proseguía la penetración en el territorio de
la Araucanía. Esta segunda fase de la irrupción primera estará caracte
rizada por incesantes combates de tipo guerrillas, así como periódicos
levantamientos armados de carácter general, y luego, por la imposi
ción ya irreversible de la cultura dominante. A través de la dinámica
histórico-social, movilización-desmovilización de los mapuches (conse
cuencia de innumerables convenios resultantes de las guerrillas o le
vantamientos o viceversa), se introducirá el conocimiento y uso de
nuevos cereales, de nuevos vegetales, de animales domésticos (caballos
y bueyes, principalm ente), el uso de los metales, e t c .. . , todos éstos
aportes materiales a los cuales debe agregarse la miscegenación, la ins
talación de colegios, sobre todo dirigidos por misioneros católicos, la
introducción del valor de cambio, de la economía monetaria en una so
ciedad que sólo conocía el valor de uso y la economía natural sin mer
cado. Consecuentemente, todos esos valores occidentales tienden a re
constituir adentro de la psique que los adopta, la estructura mental que
ellos expresan.
Es así como durante dos siglos y medio de dominación española, el
pueblo mapuche va a vivir entre la guerra y la paz, las torturas de
su desaparición física, a través de la guerra, represión y mestizaje, de
su negación territorial (a través de la ocupación), de su desintegración
política, social y cultural (a través de la instalación cada vez más as
fixiante de un dominio extranjero, con su idioma, sus leyes y sus prohibi
ciones) ; en suma, de su dominación económica (a través de la implan
tación de una economía de mercado).
Se comprenderá fácilmente que el grado de resistencia de un pueblo
tiene sus límites. Es así como al comienzo del siglo XIX, en la época
de la constitución de la República de Chile (1810), las confrontaciones
militares van a disminuir y casi desaparecer por completo. En efecto,
en la lucha para imponer la cultura occidental, la alienación no es sólo
experimentada por el pueblo explotado, sino también por el pueblo ex
plotador. En Chile, como en numerosos otros países de América latina,
este último es oprimido por el mismo opresor de aquellos que él contri
buye a dominar. Se trata de un imperialismo que se da a diferentes nive
les. Este simple hecho explica, por una parte, el advenimiento de la Re
pública chilena y, por otra parte, la circunstancia de que este adveni
miento no solamente no haya modificado la estructura de relaciones
sociales generadora del poder económico y político, sino, por el con
trario: la estructura de poder de la República constituida es la antigua
estructura ahora fortalecida y ampliada por la independencia.
La ideología liberal y democrática de los artífices de la liberación
chilena va ahora a chocar con la estructura de poder real de los terra
tenientes. Con la Independencia, la política del Estado chileno relativa
a la integración nacional del mapuche va a expresarse fundamental
4 Encina, Francisco, Historia de Chile, Tomo II, pp. 366-367, Santiago, 1949.
5
mente en la legislación sobre el “ indígena” y en el subsistema legal de
rivado de ella. Esta política será la resultante de dos concepciones que
se enfrentan. La primera concepción o el primer sistema, como lo ex
presa Ignacio Domeyko 5 “ se fúnda casi exclusivamente en la fuerza, en
el terror, en la propaganda por las armas” . Esta concepción radical se
fundamenta en la inferioridad intrínseca, consustancial del indígena
(es decir, siendo parte de la esencia misma de la naturaleza del in d io ):
“por la naturaleza de carácter, el indio es indomable, enemigo encar
nizado de los cristianos, feroz, opuesto a todo orden y disciplina, alta
nero y atrevido” . Fluye de ello una política racista y destructiva. La
segunda posición o el segundo sistema, impregnado, por el contrario, de
la idea de la unidad del espíritu humano, trata de reconocerle un
lugar al indígena en la medida en que éste acepta el modelo universal,
el único válido, el m e jo r. . . , etc., que se le propone. Esto es lo que
Domeyko expresa cuando afirma: “ El objeto principal que se propone,
no puede ser otro que el de reforzar aquellas ideas, costumbres e incli
naciones de la población india, que más se oponen a su verdadera civi
lización” . Entre estas dos posiciones tan reductoras la una como la otra,
la política del Gobierno va a ser una oscilación permanente entre sus
propios intereses, los intereses del Estado y los supuestos de la población
indígena.
2. La irrupción legal
5 Ignacio Domeyko, Araucanía y sus habitantes, Editorial Francisco de Aguirre, segunda edición,
Santiago, 1971.
6 Sobre la noción de sistema, estructura y objeto, ver, Racionalidad e Irracionalidad en Economía,
Maurice Godelier, Ed. Maspero, París, 1968.
7 Para todo lo que trata de la legislación indígena nos hemos largamente ayudado deP excelente
trabajo de Wilson Cantoni: Legislación indígena e integración del mapuche, diciembre 1969, San
tiago, Chile.
6
terminar con la situación en que “ nacían esclavos, vivían sin participar
de los beneficios de la sociedad y morían cubiertos de oprobio y miseria” .
Bajo este régimen, cuyo análisis resulta esencial para la comprensión
de la política tradicionalmente adoptada de integración del indígena, la
sociedad mapuche se va a encontrar sin ninguna defensa y privada de
toda justificación de resistencia. Bajo el manto del ideario liberal de
igualdad formal de derechos se va a pulverizar personas y grupos efec
tivamente desiguales en su fuerza económica y cultural.
Con el tiempo, el Estado va a querer extender su dominio sobre la
Araucanía, que de territorio administrativamente no organizado pasará
a gozar de la misma estructura administrativa que el resto del país.
Para el Estado chileno, la zona de la Frontera, la Araucanía, va a ser
reemplazada por las provincias de Biobío, Arauco, Mailleco, Cautín,
Valdivia, Osorno y Llanquihue. Si se quería poblar esas provincias, ha
bía que detener la implantación anarquista de pioneros (en la frontera
del banditismo) y retomarla en forma ordenada y metódica. En efecto,
si el Estado pasa a caucionar la instalación de colonos, tanto chilenos
como extranjeros (alemanes, franceses, suizos. . . ) tiene que asegurar
sus protecciones y defensas frente a las bandas de aborígenes que en
todo momento podían hacerlos objetos de sus ataques. Por ello, y como
corolario del establecimiento de la gran propiedad, se impone la crea
ción de la propiedad indígena. Es así como llegamos al segundo período
de esta irrupción legal.
7
Esta ley ha sido acusada de haber creado el problema de las comu
nidades indígenas, al reconocer el derecho de propiedad en forma co
munitaria. Pero la ley no creó la comunidad indígena, que preexistió a
ella, sino que tuvo que ajustarse a la realidad de la organización social
del indígena, que no contenía el concepto ni la norma de la propiedad
privada del suelo. Además, era del interés del Gobierno utilizar la
ascendencia y el liderato de los caciques (lo que habría sido imposible
con la desorganización de la base social de ese liderato) 8, como medida
táctica y transitoria. Es decir, que el reconocimiento de la comunidad
indígena no buscó la conservación deliberada de la etnia mapuche, sino
más bien fue la condición previa de su negación. Por ejemplo, el criterio
adoptado de ocupación continuada y efectiva de un año, por lo menos,
para la donación del título de merced, tiende no solamente a privar al
indígena del territorio natural que él ocupaba reduciéndolo a la por
ción cultivable durante un año, sino que rompe el sistema económico
aborigen con el sistema de rotación de tierras y, a través de éste, la
organización política y social de todo el grupo étnico.
Es así como, mediante 30 años, de 1853 a 1884, va a producirse lo
que podríamos llamar la planificación de la colonización del territorio
hasta allí ocupado por los mapuches, y es merced a la política de paci
ficación basada en el reconocimiento de título de merced, respecto a lo
cual es significativo hacer notar que no comenzó a ser otorgado sino
en 1884, después del aplastamiento del último levantamiento mapuche.
Durante casi 50 años se otorgaron títulos de merced. Este tiempo
va desde los años 1884 a 1929, período que dejó, a pesar de las leyes dic
tadas en su transcurso, toda libertad a los colonos, para “ arreglar” ,
los deslindes de sus propiedades. Para tener una idea aproximada del
proceso de radicación, es decir, de concesión de tierras a la población
mapuche, basta decir que entre 1884 y 1929 se otorgaron 3.078 títulos
de merced con 475.423 hás. en beneficio de 77.751 indígenas, lo que re
presenta aproximadamente 6,1 há. por persona. A título de comparación
y para justificar nuestros ataques a esta legislación, podemos agregar
que en ese mismo período el Estado chileno otorgó a colonos 9.000.000 de
hás. que representaron la superficie total de las provincias de Bío-Bío
a Llanquihue, restada ya la superficie otorgada a los mapuches. Mien
tras que se distribuía en promedio 6,1 há. a cada mapuche, se entre
gaba a cada colono lotes de quinientas hectáreas.
Sin embargo, la propiedad indígena quedaba, por una parte, como
una espina clavada en el afán de acumulación de la gran propiedad.
Por otra parte, el sector latifundista necesitaba más que nunca una
mano de obra barata, inculta y enteramente sometida. A estos dos
problemas las “ reducciones” oponían un obstáculo insuperable. Se puso
fin a esta situación en 1929, entrándose en la tercera fase de la irrupción
legal.
8 Cacique, palabra española para designar Loñko, en mapuche. Representa al jefe de un grupo de
parentesco localizado y esencialmente autónomo.
curso a la política de división de las comunidades, que tiene que ser
pedida, a lo menos, por un tercio de los comuneros (este quórum, sin
ser democrático, de cualquier modo es una victoria del indígena con
relación a la Ley de 1927, que estipulaba que el Tribunal especial pro
cediera a la división de todas las comunidades, independientemente
de la voluntad de ellos). Por otra parte, el artículo 5 de esta ley (de
1927) era letra muerta, ya que declaraba que “ el Tribunal procedería
previamente, sin forma de juicio, a restituir la integridad de los terre
nos comprendidos en el título de merced y en los planos respectivos. En
otras palabras, significó que las usurpaciones que hasta la fecha se
producían podían seguir impunes.
Este período va a estar caracterizado por la voluntad del Estado
de poner término a la propiedad indígena comunitaria, procediendo a
la división de los terrenos otorgados años antes. Es decir, que después
de haber desposeído a la sociedad mapuche de la integridad de su terri
torio, de habérselo confundido entre 9.000.000 de hás., haciendo impo
sible todo reagrupamiento social, toda ayuda mutua, todo fortaleci
miento de su unidad, el cuerpo social desmembrado, se ha llegado al
extremo de su liquidación por la ruptura del último “ significado” de su
unidad. En efecto, esta división, que ha hecho del mapuche un minifun-
dista sin acceso al crédito, sin acceso a la educación, sin acceso a los
circuitos que le permitirían salir de su estado de dominación, lo deja
en un estado subproletario. Una vez la comunidad dividida, el indíge
na ebtiene el derecho de vender su propiedad libremente, lo que es una
manera suplementaria de obligarlo, aún más rápidamente, a integrarse
al subproletario de las ciudades o del campo. Quitando la tierra al ma
puche, después de habérsela concedido “ con gotero” , se le priva, no
solamente de la posibilidad de vivir, sino, lo que es más grave, se borra
a la fuerza su ser social diferente, se borra de golpe la minoría nacional.
En resumen, el origen del problema, que se remonta a la irrupción
de los españoles, es la consecuencia lógica de la colonización de Chile
por las poblaciones blancas. A la dominación violenta e impuesta sucede
la dominación legalizada, que bajo la máscara del interés de la minoría
nacional mapuche, no ha hecho más que radicalizar su tarea de disolu
ción. Toda la historia de esta dominación es la historia de la incapaci
dad de la clase dominante, desde los conquistadores hasta los sectores
medios y urbanos, de resolver el problema que planteaba y plantea aún
hoy día la población mapuche como minoría nacional. Pero, ¿cuáles
pueden ser las características de esta minoría, hoy día?
9
a) Estado antropológico
J* Huinca — extranjero, quien no es mapuche y por extensión palabra que designa los blancos en
mapuduojún (idioma mapuche).
10 Sobre los problemas de dicotomías: colonizador/colonizado; dominador/dominado; explotador/ex-
plotado con aplicación a la “ Judaidad” . y er los libros de Albert Memmi.
11 Notaremos que la acción del hombre es adelantar una situación histórica dada, determinada, de
constituir una nueva totalidad. La acción revolucionaria debe adelantar esta totalidad.
12 Mischa Titiev, Araucanian Culture in transition, University of Michigan, 1951.
10
El modo de producción actual es de autoconsumo, esencialmente
individual, incluso si persisten, cada vez menos, ciertas manifestaciones
comunitarias como el “ mingaco” , que reúne un grupo egocéntrico de
parientes y amigos del organizador, o el “ keluwn” , en el cual participa
menos gente, solamente parientes y vecinos cercanos del organizador,
manifestaciones que aún dan lugar a todo un sistema de prestaciones
y contraprestaciones mal conocidas por falta de estudios profundos. Los
intercambios se hacen a la vez a „ravés del sistema global (economía
monetaria) y a través del “ trueque” . Este último parece más bien res
ponder a una situación de profunda inferioridad económica (se estima
que el nivel de ingreso de una familia mapuche es de E° 4.500 al año)
más que a un verdadero intercambio socioeconómico.
Los sistemas socio-político y de parentesco parecen haber sido
prácticamente destruidos por la autoridad chilena cercana. La autori
dad interna, aunque limitada, de las comunidades, es una organización
informal que reagrupa a hombres de buena posición económica, según
el criterio mapuche, y que puede representar la opinión pública. El
sistema de parentesco de carácter patrilinial (parece ser el resultado
de la manera en que fueron entregados los terrenos, a través de los
títulos de merced) tiende cada vez más a no reagrupar sino a la familia
nuclear, antes de la disolución de la familia extensa. “ En términos
generales se puede decir que la formación de las reducciones tuvo como
consecuencia el debilitamiento de la organización sociopolítica de los
mapuches hasta tal punto que virtualmente desaparecieron las autori
dades formales internas; los grupos más amplios gradualmente pier
den su significado organizador e integrador y crece la independencia y
aislamiento del grupo familiar” 13.
El sistema religioso, basado sobre la machi, debilitado por la acción
de los misioneros, parece confundirse con las fiestas que, como el ngui-
llatún, constituyen las /últimas manifestaciones de encuentros de los
componentes de cada comunidad o del conjunto de comunidades. Final
mente, la unidad de la sociedad mapuche se da básicamente en térmi
nos de identidad sociocultural. Esta identidad se logra para los mapu
ches a través de criterios difusos y tan variados como: los rasgos físicos,
los apellidos, el idioma, ser habitantes de una reducción, la posesión de
una cultura propia y diferenciada de las otras culturas aborígenes chi
lenas y de la sociedad global, etc. Si bien es cierto que la sociedad ma
puche, como minoría nacional, existe, no es menos cierto que cada vez
es más difícil discernir su originalidad “ esencial” fuera de la sociedad
dominante que la engloba.
11
o legalizada de las tierras otorgadas por los títulos de merced y el cre
cimiento demográfico. Hoy en día se calcula que cada indígena en pro
medio apenas alcanza a tener entre 0,9 y 1,4 hás.
En cuanto al derecho a la educación, la marginación, es decir, la
negación a este derecho, es aún más evidente. Se calcula que de toda
la población mapuche, 30 personas tienen títulos universitarios y más
o menos 300 son profesores primarios. Así, si bien es cierto que toda
estructura social representa una apariencia de realidad, podemos afir
mar que la realidad de las superestructuras que engloban el modo de
producción y las relaciones de producción de la minoría mapuche, es
objetivamente dominadora, opresiva y reductora. Tres características
conceptuales que se verifican concretamente en la vida cotidiana de
los individuos a través del desarrollo de sus fuerzas productivas. Estas
relaciones sociales se comparten con todos los campesinos chilenos, pero
con una dominación suplementaria: la dominación de su raza. Los
mapuches constituyen una minoría nacional oprimida y son, tal como
Lenin consideraba la situación de los judíos en la Rusia zarista, doble
mente dominados: dominados como clases y dominados como raza.
La pertenencia objetiva de los mapuches al proletariado chileno
es fácil demostrarla. Su originalidad no está en la “ diferencia” , sino
en el lugar especial que ocupan, por un lado, como clase explotada par
ticipando en la lucha de clases al lado de todos los chilenos y, por otro,
como minoría nacional, desarrollando una lucha por su reconocimiento
y su integración a la nación: el movimiento es doble y toda la obra del
gobierno de la Unidad Popular consiste en no frenar este dinamismo
revolucionario objetivo, en no impedir el antagonismo de esas dos fuer
zas, sino que por el contrario, en unirlas para fortalecer la lucha de
clases en el campo. Así es como también la lucha del gobierno es contra
los sectores de derecha, que frente al peligro de la dictadura del pro
letariado, han buscado siempre su división y, en este cuadro, la exacer
bación de las minorías nacionales.
15 Mannheim, Ideología and Utopia, Londres, 1936 (p. 173 de la trad. esp. México, 1941).
16 Ibid (p. 180 de la trad. esp.).
12
natural de los hombres en sociedad. Nuestra utopía, al contrario, se
coloca en el interior de la lucha de clases y se amarra a la historia. En
este cuadro la Unidad Popular, representada por Salvador Allende, ob
tuvo el acceso a dos instrumentos esenciales, la ley y la institución.
¿Cómo fueron utilizados estos medios frente al problema mapuche? He
aquí la cuestión a la cual nos proponemos responder.
Las posibilidades legales del gobierno son materializadas por dos
leyes: la Ley de Reforma Agraria N9 16.640, del 28 de julio de 1967, del
gobierno de Frei, y la Ley de Indígenas N-' 14.511, de 3 de enero de 1961,
del gobierno de Jorge Alessandri. La primera consagra la pertenencia
de la sociedad mapuche a la clase campesina chilena, permitiendo su
incorporación a los beneficios de la Reforma Agraria. Esta incorpora
ción ha sido extremadamente débil durante el gobierno de los demócra-
tacristianos, pues no tanto en los hechos, pero sí en la teoría, ella pre
suponía la desintegración del pueblo mapuche, es decir su disgregación
como minoría nacional. Esta afirmación no es de ninguna manera gra
tuita, ya que toda la oposición de los sectores tradicionalmente reaccio
narios al proyecto de ley expuesto por el Gobierno desde mayo de 1971,
con el fin de reemplazar la ley de indígenas de 1961, descansa sobre
este postulado: todo arreglo del problema mapuche en Chile pasa por
la desaparición de ellos como entidad, grupo, etnia, comunidad, e tc .. . ,
es decir, como minoría nacional.
En efecto, la herramienta legislativa que representa la Ley Indí
gena N° 14.511, de 1961, obstruye las posibilidades de acción del go
bierno porque ella vuelve prácticamente a la Ley de 1931, y no sola
mente sin ningún cambio verdadero, sino además no tomando en cuen
ta la degradación de la situación del indígena. El crecimiento demo
gráfico, la pérdida de terrenos por usurpaciones o por venta después
de la división de las comunidades, el desgaste de los suelos, la incapa
cidad estructural de competencia de los pequeños explotadores a través
de la dominación capitalista del modo de producción y de comerciali
zación y del otorgamiento del crédito, la ausencia de todo acceso a la
educación, a la salud... la negación de toda representación política que
no sea individual, e tc ... han llevado naturalmente a los propios cam
pesinos a la iniciativa de un cambio de la legislación indígena. En el
Segundo Congreso Nacional Mapuche, en diciembre de 1970, en Temuco,
se aprobó un proyecto de ley que después de una larga discusión sirvió
de base al que ha elaborado el gobierno. Este proyecto, presentado al
Congreso Nacional desde mayo de 1971, postula las siguientes líneas de
acción:
a) Rápida incorporación de los grupos indígenas a las actividades
económicas, políticas y sociales de la comunidad nacional, eliminando
paulatinamente toda diferencia de tratamiento, legislación o discri
minación.
b) Impulso e incremento a la productividad del trabajo y la plena
ocupación de la mano de obra del pueblo indígena, por medio de pro
gramas de educación, asistencia técnica, crediticia, sanitaria, econó
mica . . .
c) Recuperación y aumento de los terrenos asignados en merced a
fin de aumentar la proporción disponible por habitante indígena.
d) Sustitución del sistema de propiedad individual de pequeños
lotes o hijuelas, por un sistema cooperativo que convierte a las comuni
dades en unidades perfectamente organizadas de producción.
e) Centralización y unificación de la labor del Estado frente al
problema indígena en un organismo autónomo, dotado de facultades
legales y recursos suficientes para promover y llevar a cabo el desarrollo
integral de los grupos indígenas del país.
Además se establece que al lado de la labor puramente técnica de
las medidas puestas en práctica, y a través de la creación del Instituto
13
ce Desarrollo Indígena, será promovido el desarrollo social, educacional
v cultural de los indígenas de Chile, considerando su “ idiosincrasia” y
respetando sus costumbres.
La segunda obra llevada a cabo por el gobierno de la Unidad Popu
lar. y siempre sobre la iniciativa de los propios campesinos, es la crea
ción en Temuco de un Instituto de Capacitación Mapuche. En efecto,
son los mapuches ellos mismos, los que han hecho notar al Ministro de
Agricultura que en la ley de 1961 existía un artículo, el N9 99, que de
claraba: “Autorízase al Presidente de la República para que, depen
diente del Ministerio de Agricultura, establezca en Temuco un Centro
de Capacitación Agrícola Regional. . . ” Es así que con el aporte de or
ganismos como CORA, SAG, INDAP, CORFO, ODEPA, e tc ... se ha
constituido una corporación de derecho privado, de duración ilimitada,
con personalidad jurídica, que en julio de 1971 daba vida a este Insti
tuto de Capacitación. En construcción desde hace varios meses, debe
tener capacidad en una primera etapa para 160 personas, quienes por
turnos recibirán la capacitación adecuada con el fin de promover el
desarrollo económico, social y cultural del pueblo mapuche, de mejorar
sus condiciones de vida y de trabajo e impulsar su mayor participación
en las actividades agropecuarias, forestales, industriales, pesqueras, ar
tesanales, etc.
Por fin, la tercera acción concreta del gobierno es realizada por la
Dirección de Asuntos Indígenas. Esta institución centralizada, en todo
tiempo caracterizada por su ineficacia (falta de personal y de financia
miento pero sobre todo falta de real voluntad política) ha visto este año
aumentado su presupuesto en un 250%. Este organismo se consagra
ahora a las tareas de restituir y emplear las tierras mapuches, de dar
a los mapuches asistencia técnica y crediticia, y de formular una polí
tica educacional.
Nueva legislación sobre indígenas en Chile
H ugo O rm eño M elet
J orge O sse s D a ñ in
INTRODUCCION
1 El Estado Actual de la Sociedad Mapuche, Milán Sludelic y Vaclav Sale. Universidad de Chile,
1971.
15
búsqueda de los caminos que, con realismo y sin temor, conduzcan a
una solución justa, democrática y rápida de la situación.
Los propios campesinos indígenas, los partidos políticos populares
y el Gobierno del Dr. Salvador Allende, han resuelto enfrentar la cues
tión indígena en toda su exacta magnitud, sin velos ni disfraces, a
fin de poder lograr en conjunto una salida oportuna a la justificada
presión que vienen ejerciendo en los últimos tiempos estos compatriotas
que durante muchos decenios y a través de generaciones han debido
sufrir derrotas, despojo, humillación y marginalidad.
Ciertamente el “problema indígena” no es el único ni probable
mente el más grave, en términos absolutos, que pesa sobre el país. Se
encuentra en igual o muy parecido nivel al de todos los sectores explo
tados de la sociedad: campesinos, pirquineros, comuneros agrícolas del
norte, pobladores marginales, etc. Sin embargo, tiene un grado de con
centración local que le otorga características altamente explosivas. El
72% de la población rural de la provincia de Cautín es mapuche, y poco
menos del 50% de la población total de dicha provincia se encuentra
vinculado pasivamente al problema. Los estudios sobre la materia, ge
neralmente parciales y asístemáticos, señalan que entre el 5% y el 10%
de la población total de Chile es indígena.
El volumen y gravedad del asunto excusan toda otra fundamen-
tación de las medidas que sobre el particular se adopten.
Una de las primeras determinaciones del actual Gobierno ha sido
la de proponer una nueva legislación que, en lo fundamental, entregue
las herramientas jurídicas e institucionales necesarias para encontrar
la solución que se busca, sin descuidar, entretanto, la iniciación inme
diata de las labores más urgentes que la situación aconseja, a fin de
evitar que la espera de nuevas fórmulas jurídicas produzca la esteri
lización de la acción presente.
En este ensayo trataremos de presentar una exposición sobre el
P R O YE CTO DE L E Y Q U E ESTABLECE N O R M A S SOBRE IN D ÍG E N A S enviado por el
Presidente de la República al Congreso Nacional en mayo de 1971, y
que actualmente se encuentra sometido a discusión en el Parlamento.
Para la adecuada comprensión de la actitud que asumen los ac
tuales gobernantes creemos conveniente deslizar una rápida mirada
al comportamiento de la sociedad chilena frente a los grupos indígenas
en los últimos 150 años, es decir, durante el período que históricamente
se denomina republicano. Aunque el enfoque resultará necesariamente
parcial, toda vez que se realizará desde un punto de vista meramente
jurídico, restándole toda claridad que emana de su confrontación con
las causas, situaciones coetáneas y resultados, al menos puede permi
tirnos una rápida comparación con el estado presente y explicarnos
algunas de las razones fundamentales del proyecto de ley.
Pensamos, luego, que es de interés bosquejar algunas considera
ciones generales que estructuran y determinan la política indígena a
que obedece el proyecto de ley, para terminar con un examen general
de la iniciativa legal que nos preocupa.
Obviamente, por la naturaleza elemental de este trabajo, deberán
soslayarse numerosos aspectos que tienen profunda incidencia en la so
lución planteada.
16
ELEMENTOS PARA UN BOSQUEJO HISTORICO DE LA
LEGISLACION SOBRE INDIGENAS
17
2 — Cuadernos
2. Bando Supremo de 4 de marzo de 1819; decreta que los indígenas “ para lo
sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos, y libres como los demás habitantes
del Estado, con quienes tendrán igual voz y representación, concurriendo por sí mismos
a celebrar toda clase de contratos, a la defensa de sus causas, a contraer matrimonio, a
comerciar, a elegir las artes que tengan inclinación, y a ejercer la carrera de las letras
y de las armas, para obtener los empleos políticos y militares correspondientes a su
aptitud” . Termina expresando: “ Queda suprimido el empleo de Protector General de
Naturales como innecesario” . Este ordenamiento jurídico, de notable inspiración libe
ral, pretendió lograr la igualdad e integración de dos culturas en conflicto mediante
una disposición legal, haciendo caso omiso de una realidad diametralmente opuesta. La
historia ha demostrado que ninguno de los propósitos igualitarios del mencionado Bando
Supremo llegó a convertirse en realidad.
18
En suma, la ley de 4 de diciembre de 1866 facilitó la apropiación de las tierras de
indígenas, tanto por el Estado como por los particulares.
19
e) Las normas dictadas en muy pequeña medida pretendían pro
teger la integridad de las tierras de los indígenas;
f) En general, todas las leyes pretenden la incorporación o asi
milación de los indígenas, extinguiéndolos como etnia y como cultura.
Por lo demás, ningún cuerpo legal reconoció la existencia de diferencias
culturales y étnicas entre los nativos y los invasores, suponiendo que a
los primeros sería fácil acoger las formas de vida de los últimos, especial
mente si se dictaban leyes imponiéndolas.
2. Ley N° 4.802, de 24 de enero de 1930. Este cuerpo legal constituye otro paso
importante en la legislación indígena, puesto que aporta nuevos elementos en la con
figuración de los esquemas que han venido rigiendo hasta,la fecha: a) desde luego, la
ley crea los tribunales especiales llamados Juzgados de Indios, que tuvieron por prin
cipal misión dividir las comunidadesindígenas y conocer de otras materias relacio
nadas con ellas; b ) la división debía llevarse a cabo “ de oficio” por el Tribunal, aun
sin petición o contra la oposición de los comuneros, demostrándose con ello que el le
gislador vio con muy buenos ojos la propiedad singular y, a través de ella, la posibili
dad del desarrollo y prosperidad de los indígenas; c ) se establece que los terrenos de
la comunidad sólo se adjudicarán a los comuneros que se encuentren domiciliados en
ella, y que las cuotas de los ausentes se les enteraré en dinero (art. 99); d ) se resuelve
en derecho sobre la situación jurídica de los ocupantes de terrenos de la comunidad,
disponiéndose que los títulos emanados del Estado o reconocidos por éste prevalecen
sobre el título de merced, y que, además, son expropiables los terrenos que los particu
lares deben devolver a indígenas por sentencia judicial, a fin de que permanezcan en
poder del particular vencido. Ambas instituciones, aplicadas durante más de 40 años,
han servido para consumar el despojo de muchas tierras indígenas; e ) se establece una
amplia libertad para enajenar los terrenos de indígenas, sin más limitación quet una
formal autorización del juez de indios, requisito que también se suprime después efe los
10 años de promulgación de la ley,' a fin de que las tierras indígenas se incorporen
al régimen común de propiedad; f ) se suprime la Comisión Radicadora de Indígenas,
entendiéndose que el proceso de deslindamiento de la propiedad de los nativos ha ter-
20
r
minado, lo que ciertamente no era eféctivo, ya que extensos territorios carecen aún hoy
de todo título en favor de los indígenas.
3. Decreto Fuerza de Ley NQ 266 , de 2 O de mayo 'de 1931. Introdujo diversas mo
dificaciones a la Ley N9 4.802, destacándose entre ellas las siguientes: a) dispuso que
la división de las comunidades sólo procedería cuando lo solicite la tercera parte de
los comuneros; b ) amplía la competencia de los juzgados de indios, señala diversas
normas referentes a la organización y funcionamiento de dichos tribunales, y e ) señala
diversas otras normas de procedimiento.
5. Ley N° 6.519, de 5 de febrero de 1940, que prorrogó por un año las restric
ciones y limitaciones de la capacidad de los indígenas establecidas en el Decreto 4.111.
La prórroga empezó a regir desde el 11de febrero de 1940. Lo mismo dispusieron las
Leyes N9 6.822, de 18 de febrero de 1941, N9 7.165, de 3 de febrero de 1942. Lassu
cesivas prórrogas alcanzaron hasta el 10 de febrero de 1942. A partir de esta fecha no
se dictó una ley de prórroga, por lo que se inició el período en que los indígenas dispu
sieron de plena capacidad para enajenar y gravar sus tierras, fueran ellas comunidades,
acciones y derechos en ellas, o hijuelas singulares resultantes del proceso de división.
Este período duró hasta el 7 de febrero de 1947 y durante él se traspasaron al dominio de
latifundistas, medianos y pequeños propietarios no indígenas, una gran cantidad de te
rrenos, que provisoriamente y por falta de datos exactos se ha estimado en 100.000
hectáreas. Se da el caso de comunidades que en su integridad se han incorporado al la
tifundio vecino. La gran mayoría de las enajenaciones han tenido como causas deter
minantes la presión, las urgentes necesidades de subsistencia, muchas veces la ignorancia
y desconocimiento de los procedimientos judiciales y notariales, y en no pocos casos
los vicios y la irresponsabilidad. Los campesinos indígenas mantienen aún hoy día
absolutamente cuestionadas estas ventas, a las que consideran meras “ usurpaciones” y
reclaman la restitución de sus tierras.
21
Esta norma jurídica creó la Dirección de Asuntos Indígenas, dependiente del Mi-
nisteri: de Tierras y Colonización, para dar cumplimiento a la ley sobre división de
comunidades indígenas. Por el artículo 39 se dispuso que:
‘Además de las atribuciones referidas, la Dirección de Asuntos Indígenas tendrá
a su cargo la debida organización de las comunidades indígenas existentes o que se
establezcan en el futuro, la constitución legal de las familias indígenas y de sus dere
chos patrimoniales. Asimismo tendrá la supervigilancia de la explotación económica ra
cional de los predios agrícolas del dominio de comunidades indígenas o de los subdi-
vididos cuyos actuales propietarios indígenas la solicitaren; y para ello podrá cons
tituir cooperativas, sociedades, o asociaciones de carácter económico, sobre las cuales
ejercerá las atribuciones que en cada caso se establezca” . Para dar cumplimiento a tan
amplias funciones se consultó una planta de funcionarios compuesta por un director, un
abogado, un secretario general y dos oficiales.
8. L ey N g 14.511, de 3 de enero de 1961, que deroga todas las leyes anteriores sobre
indígenas, establece los Juzgados de Letras de Indios, y fija normas sobre división de
comunidades, liquidación de créditos y radicación de indígenas. Se encuentra vigente, por
lo que intentaremos una breve síntesis de ella. Destacaremos los siguientes aspectos:
a) Establece cinco Juzgados de Letras de Indios en las ciudades de Victoria,
Temuco, Imperial, Pitrufquén y La Unión, que forman parte del Poder Judicial, y con
una amplia competencia que comprende la división de las comunidades indígenas, la
restitución de las tierras poseídas por terceros ajenos a la comunidad, la resolución de
los conflictos que se originen sobre la administración y goce de los terrenos comunes,
las autorizaciones para enajenar o disponer de los terrenos de indígenas y, en general,
todas las materias relativas al título de merced y a las tierras comunes;
b ) Crea un sistema de defensa judicial de los indígenas, ampliando el número
de abogados y su competencia;
c ) Contempla normas detalladas para proteger la integridad de las tierras de
los campesinos indígenas, prohibiendo su enajenación a personas no indígenas y exi
giendo la autorización judicial en las enajenaciones a indígenas, en los contratos de
arrendamiento y aparcería;
d ) Señala normas para la división de las comunidades, exigiendo que ésta sea
pedida a lo menos por la tercera parte de los. comuneros, prohibiendo que se adjudi
quen hijuelas que excedan a una unidad agrícola familiar, y señalando queloslotes
deben ser adjudicados a los indígenas “ que vivan o laboren en la reserva” ;
e ) Mantiene la prioridad de los títulos de particulares sobre el de merced, en
la generalidad de los casos, y conserva la facultad expropiatoria en beneficio del parti
cular que debe restituir tierras indígenas a la comunidad;
f ) Permite la expropiación de tierras indígenas para fines educacionales, para
construir poblaciones, y para otros fines singulares;
g ) Conserva el sistema de radicación en tierras fiscales, respecto de aquellos indí
genas que carezcan de título de merced;
h ) Señala detalladas normas sobre el Crédito Indígena (Título V III), administrado
por un Consejo Regional en el que hasta la fecha no han tenido participación los
campesinos, y con alcances bastante limitados.
22
b) El objetivo principal de todo el período legislativo es la divi
sión de las comunidades indígenas, intención en la que se pasa por
etapas sucesivas. La Ley N? 4.169 estableció la división como fórmula
puramente civilista, bastando que la solicitara uno solo de los comu
neros. Posteriormente, la Ley N? 4.802 impuso la división, facultando a
los jueces para decretarla de oficio. Se recapacita con el Decreto
N? 4.111, que exige la petición de la tercera parte de los comuneros, idea
que mantiene la Ley N? 14.511. Cualesquiera sean las variaciones, lo esen
cial es que el legislador ve con muy buenos ojos la división y, más que
eso, estima que produciéndose ella se soluciona todo el “problema in
dígena” en Chile. La verdad es diametralmente opuesta. Hasta la dicta-
ción de la Ley N? 14.511, es decir, en 34 años de aplicación del sistema,
se logró dividir apenas 800 comunidades indígenas, generándose cerca
de 14.000 pequeñas propiedades, lotes o sitios de superficies que en
algunos casos llegaron a menos de una hectárea. Durante la aplicación
de la Ley N? 14.511 y hasta el mes de febrero de 1971, según informes
proporcionados por los propios Juzgados de Letras de Indios, se habían
recibido peticiones de división de 1.362 comunidades, de las cuales sólo
habían logrado realmente dividirse 126: menos del 10%. Se necesitarían
cien años para dividir todas las comunidades que han pedido su divi
sión. Debe concluirse que el sistema de división de las comunidades
indígenas ha fallado definitivamente.
c) Durante este período se deja de aplicar el sistema de radica
ción para dar paso al de título gratuito de dominio sobre tierras fisca
les disponibles. La diferencia es importante, ya que durante el período
anterior se reconoció derecho de propiedad a los indígenas sobre los
terrenos que poseían, aun cuando se les reducía bastante. En cambio,
el nuevo procedimiento consiste en ceder o entregar tierras que, jurí
dicamente al menos, no pertenecen a los indígenas sino al Estado, no
obstante que aquéllos las ocupan y poseen desde tiempos inmemoriales.
d) En una primera etapa se facilitó la transferencia de tierras
indígenas a otros sectores, particularmente latifundistas, comerciantes
y empresarios. Ello significó que más de 100.000 hectáreas pasaran al
dominio de particulares, privando de sus tierras a un importante sec
tor de campesinos indígenas. Contra esta política sólo vino a reaccio
narse con la Ley Ñ9 14.511, que prohibió la enajenación de terrenos a
personas no indígenas.
e) Se establecen fórmulas legales para privar a los indígenas de
sus terrenos y legalizar la ocupación ejercida por personas ajenas a las
comunidades. En el choque de intereses, el sistema legislativo, que in
terpreta los intereses del grupo dominante, se inclina por los no indí
genas en manifiesto perjuicio para los mapuches. Claras demostraciones
de esta actitud son la división de las comunidades, las autorizaciones
para vender y transferir las tierras, la prioridad generalizada de los
títulos de dominio particular sobre el título de merced, la expropiación
en beneficio del ocupante de las tierras que deben devolverse a los
indígenas por resolución judicial, etc. Un ejemplo: entre enero de 1961
y enero de 1971 se presentaron 1.434 demandas sobre restitución de tie
rras a los Juzgados de Letras de Indios. Se fallaron en favor de los
indígenas demandantes sólo 352, no obstante que en la mayoría de los
casos existía y existe evidentemente ocupación de particulares sobre
terrenos de indígenas. En los mencionados 352 juicios se dispuso la
restitución de 3.380,79 hás. a los demandantes. Sin embargo, sólo se
restituyeron real y materialmente 1.362 hás. En términos promedios,
23
cala Juzgado de Letras de Indios restituyó anualmente 27,2 hás. a los
indígenas.
í Se crean Tribunales Especiales, primero llamados Juzgados de
Indios y luego, con más eufemismo, Juzgados de Letras de Indios, que
paulatinamente van adquiriendo mayor competencia. En un principio
tuvieron por misión dividir las comunidades indígenas y han termi
nado conociendo la mayor parte de los problemas que crea la comu
nidad. Por diversas razones estos juzgados han fracasado absoluta
mente en su cometido y se encuentran profundamente desprestigiados
ante los campesinos indígenas. Las fórmulas paternalistas de solución
de los problemas, las tramitaciones largas, oprobiosas y estériles a
que han sido sometidos los campesinos; la insensible tendencia a iden
tificarse y representar los intereses de la sociedad global contra el
indígena; los resultados negativos; la aplicación de procedimientos dis
criminatorios de parte de jueces y funcionarios; la falta de una real
vinculación con los campesinos para conocer sus problemas, convir
tieron a los Juzgados de Indios en un enemigo del mapuche a tal punto
que, en forma unánime, éstos exigen su supresión. En el fondo estos
Tribunales han servido como una herramienta más de segregación y
opresión, sin que nada positivo hayan aportado para solucionar el pro
blema indígena.
g) Se observa la tendencia a incorporar las tierras indígenas
a la legislación común, para lo cual todas las restricciones y limita
ciones de la capacidad de los indígenas, que por cierto se refieren ex
clusivamente a los títulos a merced y sus consecuencias, se establecen
por plazos limitados, los que periódicamente han debido venirse reno
vando.
h) No se adoptan medidas concretas ni se establecen medios le
gales e institucionales para enfrentar el problema del desarrollo de
los grupos indígenas, señalándose normas puramente formales y abs
tractas que suponen que los campesinos indígenas deben usar de los
mismos sistemas y recursos del resto de los nacionales, lo que en el
fondo significa condenarlos irremisiblemente a la postración y la mise
ria. La creación de la Dirección de Asuntos Indígenas, el año 1953, cons
tituye el primer esfuerzo para enfrentar el problema en término socio
económico. Los recursos de que se le ha dotado han impedido, sin
embargo, que llegue a realizar una labor significativa. La Ley N? 14.511
contiene algunos resortes de la misma naturaleza que, sin embargo, o
han resultado menguados frente a la magnitud del problema, o lisa y
llanamente no se han usado. El crédito indígena, al que la Ley N? 14.511
destina todo un título de su articulado, ha carecido de todo destino,
toda vez que ha sido pequeño, limitado, inorgánico, otorgado más con
criterio de dádiva o limosna que de producción. Ha sido esencialmente
un crédito individual y, por lo mismo, de muy bajo monto. Hasta el año
1971 su monto máximo por beneficiario era de E9 6.000,00, cantidad que
carece de todo significado productivo y de desarrollo. Por otra parte,
no obstante haber transcurrido más de once años desde la dictación
de la ley, no se ha dado cumplimiento a lo dispuesto en el art. 97, que
encargó al Ministerio de Educación Pública elaborar de preferencia un
plan de cinco años para la construcción de escuelas de zonas indígenas;
ni a lo establecido en el artículo 98, que encomendó al mismo Ministerio
confeccionar planes de estudios especiales para las escuelas que fun
cionen en zonas indígenas.
“ Basados en las características económicas de la región a que servirán y en sus ne
cesidades, debiendo contemplar en especial ramos de educación agrícola y de artesanía
aborigen” .
25
en la isla de Chiloé, en la zona de los Canales y en la Isla de Pascua;
y 2) la solución interesa no sólo a los indígenas sino que a toda la so
ciedad chilena, por las motivaciones socioeconómicas y de convivencia
que acarrea para el país.
Reconciliación. Los indígenas se encuentran agraviados y descon
fían, por lo que la sociedad chilena tiene que pensar seriamente en re
conciliarse con ellos, especialmente con los mapuches, como única alter
nativa para encontrar una solución armónica y consecuente al problema.
Es bien sabido que los mapuches han resistido por más de tres siglos las
políticas de dominación realizadas primero por los conquistadores hispá
nicos, y luego por los colonizadores de la república. No obstante la larga
duración de la guerra, al final venció la superioridad numérica y bélica.
Sin embargo, jamás el mapuche se ha dado por vencido y a través de
muchas generaciones persiste su ánimo de recuperar la tierra perdida,
especialmente aquella que el Gobierno de la Nación les reservó a fines
del siglo pasado y primeras décadas del presente. La derrota jamás
aceptada, unida al despojo, a la marginación, y a la segregación han
conformado un estado espiritual y mental que se destaca por la des
confianza, la frustración y la esperanza de la reivindicación total. Existe
un claro y definitivo antagonismo entre los sectores mapuches y el
resto de la sociedad, y como en esta lucha siempre ha perdido el indí
gena, lo natural es que se encuentre resentido. Para lograr una solución
integral, en que participen tanto los afectados como el Estado chileno,
es previo eliminar la barrera que dificulta el entendimiento. Y para
ello es menester reconocer validez a la plataforma de lucha que man
tienen.
Ninguna solución es factible sin que la sociedad global reconozca
los errores en que ha incurrido en el pasado y enmiende rumbos. Per
sistir en la actitud de justificación del despojo y la marginación es
negarse a la búsqueda de soluciones. De ahí que pensemos que el país
en su integridad, unos más, otros menos, debe reconocer con hidalguía
y objetividad que su conducta no ha sido ecuánime respecto de los
sectores indígenas, por lo que, aun cuando ello implique sacrificios de
varios órdenes, debe buscar la reconciliación.
Diferencias. Los indígenas son distintos al resto de la población
nacional. Lo importante es que culturalmente son diferentes. Errada
mente algunos, intencionadamente otros, sostienen que los mapuches
son iguales a todos los chilenos y que, en consecuencia, no deben esta
blecerse en su beneficio normas jurídicas ni tratamientos distintos. Las
autoridades del Gobierno Popular sostienen, por el contrario, que esta
idea estereotipada ha servido como cortina de humo para ocultar todo el
proceso de despojo y marginación a que se ha sometido durante muchos
años a los pueblos indígenas. Lo honesto es reconocer una realidad
objetiva: los grupos indígenas, especialmente los mapuches, constitu
yen una cultura (o subcultura como sostienen algunos antropólogos y
sociólogos) que tiene claros y definitivos rasgos diferenciantes de la
sociedad global. “ Los mapuches forman una minoría dentro de la so
ciedad global chilena, con características socioculturales bastante cla
ras como para permitir una delimitación más o menos exacta y uní
voca” 2.
26
El asunto tiene sus consecuencias: si los indígenas son iguales al
resto de los chilenos, fácilmente se deduce por los interesados un argu
mento que se usa con generalidad, especialmente por las capas medias
y superiores del país: el hecho de que se encuentre subdesarrollado, pau
pérrimo y miserable se debe a que el indígena tiene una incapacidad
estructural para el progreso, la prosperidad, el desarrollo. Todo esfuer
zo que se haga —agregan— será inútil, puesto que el “ indio” no llegará
jamás a ninguna parte. En conclusión, para esta posición, el indígena
es flojo, vicioso y se encuentra destinado siempre a ser lo que es. Por el
contrario, si con realismo y sin temor o prejuicio se acepta que el ma
puche, como todos los indígenas, es distinto de los demás chilenos,
porque distinta es su cultura, su historia, sus problemas, su vida misma,
se puede entrar con seguridad en el planeamiento de una acción que,
reconociendo dichas diferencias, las tome en consideración para la for
mulación de toda teoría o programa. Aceptar que el mapuche tiene
una cultura diferente no es racismo. Por el contrario, facilita la entrada
al problema y sus soluciones, puesto que ejlo trae como consecuencia
reconocer al mismo tiempo que su cultura es igualmente valiosa e im
portante, que intelectual y físicamente son capaces de alcanzar el
desarrollo y participar de la vida nacional con real igualdad de po
sibilidades, que la razón de su actual estado no se debe a su condición
racial sino a factores de orden económicosocial discriminatorios y mar
ginantes.
Participación. Los indígenas pueden y deben participar activamen
te en la construcción de una sociedad más justa y democrática, apor
tando con su esfuerzo y su capacidad. Es decir, si hoy se encuentran
marginados social y económicamente bajo diversas formas de opresión
y sojuzgamiento, deben buscarse los medios que conduzcan a una plena
integración. Se trata de un grupo demasiado importante como para ser
olvidado o postergado. Los campesinos indígenas representan el 72%
del total de la población rural de la provincia de Cautín. Aunque las
estimaciones son variables, por la carencia de datos exactos y oficiales,
puede sostenerse fundadamente que la población auténticamente indí
gena del país es superior al 5% de la población nacional. Hay quienes
consideran que este porcentaje llega al 10%. La política a seguir debe
ser de doble acción: de una parte la sociedad global, especialmente a
través del Estado, debe procurar cambiar las condiciones de inferioridad
socioeconómica en que se encuentran los grupos indígenas y, por otra
parte, los indígenas deben participar activamente en el proceso de
desarrollo del país, integrándose a todos los frentes de lucha y de tra
bajo.
La lucha es justa. Una premisa es básica: reconocer que la lucha
del indígena, fundamentalmente del campesino, es justa, auténtica, y
obedece a circunstancias y razones reales. Ante las “ tomas” de predios
agrícolas y “ corridas de cercos” que se sucedieron con relativa inten
sidad durante los años 19*70 y 1971 en las provincias de la Araucanía,
algunos sectores políticos sostuvieron que obedecían exclusivamente a
la acción de agitadores de extrema izquierda (M.C.R., Netuaiñ, Mapu,
etc.) que “ abusando de la credulidad de los mapuches” , los embarca
ban en aventuras sin destino. La verdad, sin embargo, es muy dife
rente. El espíritu de lucha y reivindicación del indígena existe con o
sin incentivación, como una estructura fundamental de su formación
espiritual. Los partidos de izquierda no han hecho más que encauzar
27
esta situación objetiva que ha existido desde hace muchos decenios,
muchas veces reprimida, royendo el alma del mapuche, pero que en
muchas oportunidades tuvo afloramientos violentos. La lucha no la
inventaron los extremistas, como la lucha de clases tampoco la inventó
el marxismo. Es el producto necesario de la profunda contradicción
que viven en carne propia los campesinos mapuches: hasta ayer fueron
dueños de los inmensos territorios que constituyen la Araucania, y hoy
sobreviven en medio de las más oprobiosas condiciones sociales y eco
nómicas. Conviene entonces hacer claridad en el planteamiento del
problema: si aceptamos que la actitud rebelde y reivindicativa del ma
puche es justa podremos encontrarle una solución. Si por el contrario,
como se ha sostenido por los gobiernos pasados, representando los in
tereses de los sectores opresivos del país, la lucha que plantean los
campesinos indígenas no es justa, no es legítima, altera las reglas del
juego, pretende retrotraer las cosas a etapas superadas de la historia,
naturalmente no podrá llegarse a solución alguna, más que la represión
y el sojuzgamiento permanentes. Pero esta premisa deben admitirla aun
algunos sectores del actual ‘Gobierno, para quienes “ es errónea y falsa
la polarización entre chilenos y mapuches” 3, puesto que “por origen
histórico y por el mestizaje la población mapuche es chilena y forma
parte de los sistemas sociales y de la sociedad chilena” . Esta afirmación
lleva a algunos a sostener que los problemas que afectan a los mapu
ches son los mismos que gravan a todo el campesinado del país, por
lo que la solución debe ser única y de conjunto. Es decir; la solución
debe establecerse en términos “ chilenos” , generales, con los padrones
y categorías de la cultura y sociedad global dominantes. Ello implica
negar valor a la solución en términos “ mapuches” , como la han plan
teado los propios campesinos indígenas. Por ejemplo, a la exigencia
formulada por los mapuches en el sentido de que se “ aumente la ca
bida” de sus comunidades, es decir, se les entregue una mayor cantidad
de terreno que se incorpore al mismo régimen de comunidad-goce en
que actualmente se encuentran, la posición “ chilenizante” responde
ofreciendo que los mapuches se incorporen, masivamente si es posible,
a las tierras de la reforma agraria, en los términos y bajo el régimen
de estas últimas. Es decir, se acepta que el clamor por más tierra es
justo, pero se ofrece una salida que no se ajusta ni satisface a la
petición de los mapuches. Ello significa desconocer el valor del ideal
de lucha que sustenta el indígena. Y no hay razón alguna para negar
a los campesinos la validez de sus planteamientos y los términos en que
formulan las soluciones. La sociedad global deberá así reconocerlo para
poder entrar con seguridad en el problema, a través del diálogo y el
proceso de creación dialéctico.
La tierra no es todo. El denominado “ problema indígena” , no se re
fiere sólo a la tenencia de la tierra, como hasta ahora y con notable
ceguera, ha querido entenderse. La cuestión de la tierra es, por cierto,
la infraestructura del asunto, pero no lo es todo, puesto que tiene
además profundas implicaciones culturales, étnicas, sociales, etc. Res
tringir el problema a lo relativo a la tierra (tenencia, ocupación, distri
bución, e tc.), es minimizar el asunto y, desde luego, encontrarse con
una imposibilidad básica para encontrarle solución. Esta ha sido tradi-
::onalmente la actitud de los gobiernos pasados para los cuales la
29
tibie, puesto que, de otro modo, se caerá en los mismos errores y vicios
de Gobiernos anteriores, todos los cuales se han venido ganando la des
confianza del campesino indígena, precisamente por la imposibilidad
de cumplirles lo ofrecido.
Incorporación o integración. Debe definirse con la mayor concre
ción qué es lo que quieren para el futuro los propios interesados, la so
ciedad global y el Gobierno respecto de los grupos indígenas; deben
fijarse metas muy precisas a cumplir para que la acción determinada
cumpla con los fines propuestos. Hay quienes sostienen que los grupos
indígenas deben incorporarse a la sociedad chilena, entendiéndose por
incorporación el proceso que implique asimilación, aculturación y, ñor
último, extinción del indígena como individualidad étnica y cultural. En
cambio, hay quienes creen que el proceso justo que ayuda a la solu
ción es el de la integración, es decir, aquel mediante el cual la cultura
y los pueblos indígenas, conservando en plenitud sus rasgos caracterís
ticos, pasan a participar intensamente, con igualdad de derechos, en
el proceso de desarrollo general del país. El Gobierno y los campesinos
indígenas se han pronunciado por este último camino. Algunos sectores
políticos lo han hecho por el primero.
Indígenas y mapuches. El proyecto de ley se refiere a todos los
grupos indígenas del país, cualquiera sea su ubicación territorial, en el
entendido de que debe enfocarse el problema en toda su real magnitud
nacional. No hay razón alguna que autorice para excluir a los numero
sos compatriotas que en la cordillera o los valles del norte, en la zona
austral o en la lejana Isa de Pascua sufren desde hace muchos dece
nios el estado de marginalidad que con más patética intensidad se ob
serva en la Araucanía. ,
Sin embargo, debe reconocerse que respecto de aquellos sectores
aborígenes no existe un conocimiento claro y positivo que permita adop
tar de inmediato y sin vacilaciones las medidas que sean adecuadas
para su desarrollo. El organismo del Estado encargado de la materia, la
Dirección de Asuntos Indígenas, no dispone por ahora de los anteceden
tes suficientes para esquematizar una política, debido a que durante
toda su existencia no se ha propuesto extender su labor a otros grupos
indígenas que no sean los mapuches. De ahí que la iniciativa legal del
Ejecutivo, sin excluir ningún conglomerado indígena, ha debido remi
tir su normatividad específica a los problemas del pueblo mapuche, par
ticularmente en lo relativo a las tierras. Sin embargo, quedan abiertas
en el mismo proyecto todas las vías y posibilidades para que se pueda
penetrar con agilidad en los problemas de los otros indígenas en pro
cura de su solución.
Ley instrumento. Debe tenerse presente, finalmente, que la ley
sobre indígenas no constituye en sí la solución total del problema; no
es la panacea, sino que, cuando más, abre los cauces y ofrece las posi
bilidades a través de las cuales puede dirigirse la voluntad del G o
bierno y de la sociedad general para encontrar las soluciones. El orde
namiento jurídico no puede hacer más que ofrecer alternativas, ins
trumentos y herramientas con los cuales trabajar en la aplicación de
una política clara, definida y directa. Por ello es por lo que el pro
yecto de ley no contiene programas, planes de trabajos ni medidas con
cretas. Ellos irán resultando espontáneamente de la propia lucha de
los campesinos y la agilidad de los gobernantes para encauzarla.
30
i
II. ANALISIS DEL PROYECTO DE LEY SOBRE INDIGENAS
31
En cuanto a la singularización del “ indígena” , se ha procurado
usar Ies elementos más objetivos y concretos, a fin de evitar interpre
taciones equívocas. Desde luego, se ha considerado indígenas a todas
las personas a quienes las leyes de radicación reconocieron de hecho di
cha calidad, y a las que, de alguna manera más o menos directa, se
encuentran vinculadas a los títulos de merced o títulos gratuitos de do
minio concedidos por el Estado en virtud de las leyes indígenas. Se
ha procurado, de ia misma manera, excluir a todas aquellas personas
que por actos posteriores han llegado a vincularse con las tierras a que
se refieren los títulos de merced, es decir, a lo que en este trabajo y
en la terminología operacional se denomina “ particular” o “ no indí
gena” . Por cierto, se ha incluido en este concepto de indígena tanto
a los comuneros de títulos de merced como a los adjudicatarios de hi
juelas singulares en que se han dividido éstas, como, asimismo, a los
herederos de unos y otros.
Se ha extendido el concepto a aquellos indígenas, particulamente
de la zona de la Araucanía, que carecen de todo título sobre los terre
nos que ocupan desde tiempos inmemoriales, generalmente por no ha
ber alcanzado hasta ellos las comisiones radicadoras, pero que, incues
tionablemente, conservan las “ costumbres, usos, lengua, tradiciones,
prácticas y hábitos de los pueblos” señalados anteriormente.
Estos elementos conceptuales, agregados a la descendencia con
sanguínea que se contempla en el N9 79 del artículo 1?, permiten in
cluir en la concepción de “ indígena” a por lo menos el 95% de la po
blación mapuche, con factores definitorios bien claros y precisos y, por
lo general, documentados.
Se complementa la noción disponiéndose en el N9 69 del precitado
artículo l 9, que se tendrá, además, por indígena, a la persona que “ ha
bitando en cualquier lugar del territorio nacional, tenga por actividad
productiva principal la agricultura, la ganadería, la pesca, la explo
tación de bosques o formas de economía natural o de consumo y, ade
más, se distinga del resto de los habitantes de la República por conservar
sistemas de vida, hábitos, costumbres, tradiciones, formas de trabajo,
de convivencia y religión que encuentran su origen en los grupos étni
cos aborígenes del país” . Este concepto, que probablemente adolezca
de algunos defectos formales, permite, sin embargo, singularizar a todos
y cada uno de los grupos indígenas que pueblan el país.
El N9 79 del artículo 1? extiende la calidad de indígena a los des
cendientes de las personas que, conforme a los~ números anteriores, por
cualquier concepto territorial, sociológico, étnico o antropológico, pue
dan ser consideradas como tales.
El artículo 29 del proyecto delimita el ámbito espacial de aplica
ción de las normas legales propuestas, particularmente en relación a
los mecanismos de recuperación y protección de ia integridad de la tie
rra. Siguiendo la misma técnica del artículo l 9 se identifica la “ tierra
indígena” , en primer lugar, con relación a los actos emanados del Es
tado que han significado reconocimiento o cesión del derecho de do
minio. En tal virtud se reputan tierras indígenas todas aquellas que
se comprendan en los títulos de merced o títulos gratuitos de dominio
otorgados en conformidad a las leyes sobre indígenas que se han men
cionado en este trabajo. Los cuatro primeros números del artículo 29
delimitan las tierras indígenas con un elemento de fundamentación
en las normas jurídicas objetivas y, dicho sea de paso, representan
aproximadamente 536.000 hectáreas en la zona de la Araucanía.
Con las dos disposiciones legales analizadas, se tiene claramente
definido: 1? qué es aquello que se recuperará, ampliará y protegerá, y
29 en favor de quiénes se realizará esta recuperación, ampliación y pro
tección.
33
3 — Cuadernos
dernxización, que deberá pagar el ocupante por su ocupación (arts. 23,
24 y 25);
e) El ocupante de los terrenos que se ha ordenado restituir, puede
pedir al propio Instituto que reconsidere la resolución, en caso que esti
me que ella ha sido infundada, y puede, igualmente, reclamar ante el
Juzgado de Letras de Mayor Cuantía del departamento respectivo. Este
tribunal resolverá en definitiva si el acuerdo del Instituto se ha ajustado
a derecho, pero, en todo caso, no podrá alegarse en el juicio la pres
cripción (art. 26);
f) En el juicio a que diere lugar la reclamación del particular
ocupante siempre primará el título de merced o título de dominio a
indígenas sobre cualquier otro exhibido por el ocupante no indígena.
En caso que éste tenga un título de dominio emanado del Estado
o reconocido por éste, sólo tendrá derecho a una indemnización (ar
tículo 27) ;
g) Si los Tribunales de Justicia resuelven en definitiva que el pro
pietario de los terrenos es el particular o no indígena y, por conse
cuencia, revocan el acuerdo del Instituto de Desarrollo Indígena que
dispuso la restitución, los terrenos a que se refiere pueden ser expro
piados por el Instituto (art. 34);
h) El pequeño propietario a quien afecta el acuerdo de restitu
ción recibe una indemnización, a título de gracia, equivalente al ava
lúo fiscal del predio restituido (art. 29).
El procedimiento indicado resulta sumamente ágil, rápido y pre
ciso, contrariamente a lo que ocurre hoy día con los Juzgados de Le
tras de Indios. El mecanismo de la restitución deberá ser aplicado por
el Instituto respecto de aquellos ocupantes no indígenas que carezcan
de títulos de dominio sobre el predio, o que tengan títulos viciados,
nulos o defectuosos o, finalmente, cuando sobre un mismo predio existe
superposición de títulos.
2. Expropiación. Se encuentra contemplada en el Párrafo Cuar
to del Título Primero del proyecto de ley. Se realiza conforme a las
siguientes ideas generales:
a) Se declaran expropiables, por causa de utilidad pública e in
terés social, los terrenos ocupados por indígenas desde antes del 1?
de enero de 1965, y sobre los cuales existan títulos de dominio a favor
de otras personas (art. 31), medida con la cual es posible otorgar títulos
de dominio, y con ello seguridad y tranquilidad a los numerosos grupos
y familias de campesinos indígenas que hoy día carecen de ellos y viven
y ocupan terrenos sobre los cuales otras personas tienen títulos de
mero papel;
b) Se declaran igualmente expropiables las acciones y derechos,
de cualquier origen que sea, que sobre tierras indígenas tengan per
sonas no indígenas (art. 32). Por esta vía se sanea el dominio de los
predios sometidos a título de merced, excluyendo a toda persona que
no sea indígena, lo que hasta ahora constituye un factor de pertur
bación y explotación bastante grave;
c) Por el artículo 33 se declaran expropiables las tierras indí
genas que, por cualquiera causa, no se encuentran en actual posesión
o dominio de indígenas, no importando el título de dominio del actual
ocupante. Esta norma, ciertamente amplia, permite recuperar para
indígenas todas aquellas tierras comprendidas en los títulos de mer
ced, o títulos gratuitos de dominio que por diversos motivos han salido
34
del dominio legal de los campesinos indígenas y se han incorporado a
los latifundios, predios vecinos, etc. Esta norma resulta aplicable en
subsidio del procedimiento de restitución y operará exclusivamente
cuando el ocupante tenga un título sano o saneado sobre las tierras
indígenas objeto de la expropiación. Así ocurre, por ejemplo, con las
tierras indígenas vendidas con las autorizaciones pertinentes de los in
tendentes, protectores de indígenas o juzgados de indios; con los pre
dios expropiados por el Estado y entregados a particulares; con los
terrenos perdidos para los indígenas a virtud de una sentencia ju
dicial, etc.;
d) Finalmente, se declara la expropiabilidad de los terrenos res
pecto de los cuales se hubiere dictado sentencia judicial ejecutoriada
que acoja la reclamación del particular ocupante, en los casos en que
se hubiere usado del mecanismo de la restitución, analizado en el pá
rrafo anterior (art. 34);
e) La expropiación se hará por el Instituto de Desarrollo Indí
gena, de conformidad a las normas de la actual Ley de Reforma Agra
ria, N? 16.640, salvo en cuanto a la forma de pago de la indemnización
en que se establecen algunas fórmulas más benignas para el expro
piado;
f) Las tierras expropiadas se asignarán a los campesinos indí
genas en cualquiera de las formas establecidas en el Título IV de la
Ley N? 16.640, es decir, en forma de dominio individual, cooperativo, o
parte individual y parte en cooperativa, según las circunstancias de
hecho de cada expropiación.
Los procedimientos de restitución y expropiación que se han re
señado permiten recuperar las tierras indígenas y reconstituir la inte
gridad de los predios comprendidos en los títulos de merced y títulos
gratuitos de dominio en un plazo no superior a cinco años, según los
recursos económicos que se destinen al cumplimiento de la finalidad
propuesta. De esta manera se cumplen perfectamente dos objetivos: re
cuperar para los campesinos mapuches una cantidad del orden de las
150.000 hectáreas de terreno, y dar satisfacción a corto plazo a una
de las más fuertes aspiraciones del pueblo araucano.
35
La verdad es que, en este aspecto, más que disposiciones legales, se
requiere de determinaciones claras y precisas de los organismos del agro
en armonía con los consejos comunales campesinos y demás organiza
ciones de masas. En lo que va corrido del actual Gobierno estas deci
siones se han adoptado, aun cuando por fallas y trabas operacionales
se ha hecho difícil llegar a un estado de plena aplicación.
36
Conviene dejar constancia de que el proyecto de ley no pretende
que la ampliación de las tierras indígenas sea de una magnitud que,
por sí sola, venga a constituir la solución definitiva de este factor bá
sico. Las limitaciones objetivas y materiales desde las que necesaria
mente debe partirse habilitan para afirmar que, tanto la recuperación
como la ampliación de las tierras indígenas, no pueden mirarse con de
masiada ambición y deberán cumplir una misión secundaria en el pro
ceso de desarrollo integral de las comunidades indígenas.
37
das en cierta medida en interés individual del campesino indígena,
pero fundamentalmente en orden a la preservación de la cultura ma
puche. a la cohesión de los pueblos indígenas, a la realización plena
de estos grupos de conciudadanos, impidiendo su frustración y alie
nación.
38
el artículo . . . sus hijuelas singulares, cuotas, derechos hereditarios o goces en comuni
dades sobre tierras de indígenas, cualquiera sea el título a virtud del cual los posean;
“ 49 El ingreso y aporte de bienes, hijuelas, acciones, derechos y goces podrá ha
cerse en cualquiera forma o a cualquier título, y será, en todo caso, enteramente vo
luntario;
“ Sin embargo, tratándose de tierras de indígenas que se encuentren en comunidad,
sea que ésta se hubiere constituido por título de merced, título gratuito de dominio, su
cesión hereditaria o por cualquiera otra causa o título, los dos tercios de los comuneros
que vivan y trabajen personalmente en ellas podrán acordar su aporte en propiedad a
cualquiera de las unidades de producción a que se refiere el artículo anterior.
“ En este caso, los comuneros que no quieran formar parte de la persona jurídica
que se forme, tendrán derecho a exigir de la unidad de producción que se cree o a
la cual se aporte el inmueble, que se le pague el justo precio de su cuota en el predio
común y de todas las mejoras, créditos o derechos que les correspondan en él.
“ El pago deberá hacerse al contado dentro de los 60 días siguientes a la fecha
del acuerdo. Para estos efectos, el Instituto de Desarrollo Indígena podrá otorgar un
crédito a la unidad de producción, en la forma que establezca el reglamento;
“ 59 La determinación de la cuota o derecho que a cada comunero corresponda
en el predio común, para los efectos de establecer su valor de aporte o el monto de
la indemnización a que se refiere el número anterior, se hará de común acuerdo por los
comuneros, y en caso de desacuerdo, por el Instituto de Desarrollo Indígena;
“ 6° El aporte de tierras de indígenas no privará al propietario o comunero del uso
y goce vitalicio de su vivienda y de los terrenos necesarios para huerto, chacra y quinta
de consumo familiar;
“79 El aporte en propiedad de tierras de indígenas a cualquiera de las unidades
de producción a que se refiere el artículo anterior, deberá inscribirse gratuitamente a
nombre de dichas unidades en el Conservador de Bienes Raíces o Archivo respectivo,
bastando para ello la presentación de copia autorizada del instrumento de constitución
y de la publicación en el Diario Oficial de la resolución que aprueba su existencia, en
los casos en que este último trámite fuere procedente;
“ 89 Un porcentaje determinado de los excedentes que produzcan las unidades de
producción deberá distribuirse entre sus miembros en proporción a la cantidad, cuota o
derecho a terreno que hubiere aportado;
“99 Si la unidad de producción se disolviere o liquidare por cualquier causa, de
berán restituirse a sus miembros los terrenos, cuotas o derechos que hubieren aportado,
salvo las excepciones contempladas en la ley, y
“ 109 Los miembros de las unidades de producción que resuelvan retirarse de ellas,
tendrán derecho a que se les pague en dinero efectivo y al contado el valor de su
aporte y de los incrementos que hubiere experimentado. El valor de estos bienes se
determinará de común acuerdo entre la unidad de producción y el socio que se retira y,
en caso de desacuerdo, por el Instituto de Desarrollo Indígena” .
39
que implica un gran paso para llegar a la unificación legislativa. Sin
embargo, como la naturaleza de los problemas que origina la tenencia
de las tierras indígenas, generalmente de origen técnico, es variada y
compleja, se solicita al Parlamento delegue facultades al Presidente
de la República con el objeto de establecer normas legales que faciliten
y hagan operable el tránsito al reagrupamiento o cooperativización;
e) Por otra parte, cualquiera transformación del sistema de te
nencia y explotación de la tierra, especialmente la cooperativa, permite
mantener la integridad de la comunidad indígena desde el punto de
vista sociocultural;
f) El reagrupamiento y transformación de las comunidades y pe
queños lotes individuales requiere de una capacitación sistemática e
intensiva de los campesinos indígenas, labor que hasta ahora no se
ha podido cumplir por los servicios del agro debido a que les ha fal
tado una real adecuación de sus métodos y formas de trabajo a la
idiosincrasia y problemática del mapuche. El Instituto de Desarrollo
Indígena, con sus propios medios y en coordinación con los demás or
ganismos del Estado, podrá cumplir esta tarea en la medida en que
se le proporcionen los recursos necesarios;
g) Las vías de desarrollo planteadas por el proyecto de ley facili
tan en gran medida la incorporación de los campesinos indígenas al
proceso productivo nacional, permitiendo diferenciar claramente dos
campos de la actividad humana: por un lado, la labor productiva, de
significación económica, que puede y debe realizarse en conjunto entre
campesinos indígenas y no indígenas con técnicas y procedimientos mo
dernos, y, por otro lado, el desarrollo de las formas culturales y sociales
que pueden perfectamente mantenerse en el grupo étnico al cual le son
propias.
41
En este sentido el proyecto de ley opta por señalar algunas medidas
concretas, en algunos casos, pero en general se resuelve por dejar abier
tas las posibilidades para que puedan llevarse a cabo todas las labores
que una política definida y clara en beneficio de la población indígena
quiera realizar.
Aunque en forma desordenada, podemos señalar las siguientes me
didas concretas:
a) El proyecto asegura la tenencia de la tierra estableciendo la
inembargabilidad de las tierras y algunos bienes; prohibiendo la ena
jenación o gravamen de las tierras, salvo en casos muy calificados;
limita temporalmente la facultad de los indígenas para dar en arren
damiento, mediería u otra forma de explotación las tierras; somete al
control d e l, Estado todo acto que implique privación del dominio o
tenencia de la tierra; estabiliza la actual tenencia mediante la cadu
cidad de los derechos de los ausentes;
b) La iniciativa establece procedimientos claros, expeditos y sen
cillos para resolver las cuestiones que se originan sobre la administra
ción, uso, goce y explotación de las tierras indígenas, a fin de llevar la
tranquilidad y estabilidad necesarias al progreso en las comunidades.
Para este efecto se señalan, en síntesis, las siguientes medidas: 1) se
suprimen los Juzgados de Letras de Indios y se someten todos los asuntos
al Juzgado de Letras de Mayor Cuantía del departamento donde se en
contrare ubicado el inmueble, aumentándose con ello notablemente la
capacidad de atención del campesino indígena, acortando las distancias;
b) se contempla un procedimiento judicial verbal, directo, con inter
vención activa de los propios comuneros y del Instituto de Desarrollo
Indígena, de sus organizaciones de bases y del Cuerpo de Carabineros,
y c) se establece una asistencialidad amplia y gratuita;
c) Se promueve el autodesarrollo de las comunidades a través de
la cooperativa; establece formas para llegar a la organización de las
comunidades indígenas en Asambleas de Comuneros, Estatutos de Co
munidades, Comités de Disciplina, etc., y se establece la participación
directa de los propios campesinos indígenas en la elaboración y desa
rrollo de las políticas generales y especiales que deban cumplirse por el
Gobierno en materia indígena. Esta participación se logra en varios
niveles: el Consejo del Instituto de Desarrollo Indígena estará inte
grado por seis representantes campesinos, elegidos directamente por
las bases; se estructurarán consejos consultivos regionales o zonales
para la aplicación y control de las políticas fijadas, Consejos que esta
rán también integrados por una proporcional representación campe
sina; en la resolución de los conflictos que se originen en la comunidad
deberá tener una activa participación la Asamblea de Comuneros, de
cuya opinión sobre el asunto controvertido deberá darse debida cuenta
al juez a quien corresponda resolver el asunto;
d) Una de las misiones más delicadas y difíciles que deberá cum
plirse será la de eliminar y superar toda forma de discriminación o
segregación, por lo que implícita o explícitamente en el proyecto de ley
se postula: a) “ asegurar la desaparición de la diferencia socioeconómica
entre los mapuches y el resto de la sociedad chilena, lo que significa
hacer desaparecer el sentido de inferioridad de ellos y el de superiori
dad” del resto de los chilenos3; b) procurar que las tierras de indígenas
42
se incorporen a regímenes, cooperativos u otras formas de producción,
sometiéndose a las normas legales que rigen para la generalidad de
los chilenos; c) promover la divulgación, conocimiento y valoración
de la cultura de los pueblos indígenas, a fin de que la sociedad' global
las admita en su ser propio y les haga un lugar igualitario en el contexto
general del desarrollo social; y d) desarrollar una política general,
sistemática y coordinada para lograr la incorporación del pueblo indí
gena a la nacionalidad, a las actividades económicas, sociales y cultu
rales;
e) En general, la sociedad, a través del Instituto de Desarrollo
Indígena, deberá promover, provocar, lograr, con sus propios recursos,
en coordinación con otros organismos del Estado, o con la ayuda de
Instituciones privadas, nacionales o internacionales, la elevación del
nivel educacional, económico, social, cultural, sanitario, etc., de los
indígenas de Chile, mediante la construcción, habilitación, mantención
de escuelas, centros de especialización y capacitación, becas, auxilio
escolar, caminos, postas, centros culturales, etc. Será posible realizar
todas estas misiones en la medida en que los propios campesinos las
impulsen y exijan.
43
articulo 39, son amplísimas y tienden a provocar el “ desarrollo integral
de la población indígena en todo el territorio nacional” ;
d) La dirección superior del Instituto estará a cargo de un Con
sejo integrado por siete representantes del Gobierno vinculados a las
actividades agropecuarias y educacionales, y seis representantes de los
indígenas y campesinos, con lo que se establece una proporcionalidad
bastante igualitaria, como probablemente no ocurre en otros organis
mos del Estado; ->
e) En el Consejo del Instituto reside el poder máximo de resolu
ción del organismo, y sus funciones y atribuciones se señalan deta
lladamente en el artículo 42. Ellas, en suma, permiten al Consejo “ for
mular las políticas generales que deberá cumplir el Instituto” y resolver
sobre todos los asuntos de orden especial o particular que le sean so
metidos;
f) El Instituto será administrado por un Director Ejecutivo, nom
brado por el Presidente de la República y de su exclusiva confianzak y
dispondrá de las atribuciones y facultades necesarias para organizar y
conducir su marcha en cumplimiento a las líneas generales de acción
que se le fijen por el Consejo;
g) El financiamiento del Instituto deberá ser señalado anualmente
en el Presupuesto de la Nación, conforme lo señala el artículo 46 del
Proyecto. Se discutió latamente la posibilidad de entregar al organismo
un financiamiento propio, especialmente por medio de la afectación
de determinados tributos o tasas, pero finalmente se llegó a la con
clusión de que los recursos económicos de que disponga deben encon
trarse sujetos a toda la política general que elaboren los organismos de
Hacienda del Gobierno a fin de permitir su debida sincronización con
las demás actividades del Estado;
h) El Proyecto del Ejecutivo propone que el Instituto se encuentre
sometido a la fiscalización de la Superintendencia de Bancos en lo
que respecta al ingreso e inversión de sus fondos y al examen o juzga
miento de las cuentas de las personas que tengan a su cargo bienes de
la entidad (artículo 48), en atención a que el control de la mencionada
Superintendencia es más expedito y rápido que el que realiza la Con-
traloría General de la República, como ha quedado demostrado con
otros organismos del sector agrario (CORA, INDAP, etc.). Sin embargo,
durante la discusión parlamentaria se impuso el criterio de entregar el
control del Instituto a la Contraloría General de la República.
Puede decirse, en síntesis, que el Instituto de Desarrollo Indígena,
con una estructura orgánica ágil y moderna, puede llegar a conver
tirse en una poderosa palanca para promover y lograr el desarrollo de
los campesinos indígenas, mediante el cumplimiento de las finalidades
de la ley que en estos párrafos se han reseñado. Todo dependerá, sin
embargo, de los recursos económicos que anualmente se le asignen en
el Presupuesto de la Nación. En lo que respecta al Gobierno Popular,
existe una decisión clara y terminante de apoyo irrestricto a la política
que se ha delineado, por lo que puede enfáticamente asegurarse que el
Instituto contará con todos los recursos que sea menester.
Es bueno dejar constancia, por último, de que el Instituto no viene
a parcelar la realidad campesina para dividir a “ indígenas” y “huin-
cas” . Por el contrario, como queda dicho, su misión es integradorá por
excelencia, en términos tales que las políticas y medidas concretas que se
adopten deben tender precisamente a cumplir esta finalidad. De ahí que
44
con el conocimiento especializado de la realidad mapuche deberá pro
mover, activar, coordinar la labor que incuestionablemente deberán
realizar los demás servicios del Estado en el sector indígena. Así, por
ejemplo, organismos como INDAP, SAG, INACAP, Junta Nacional de
Auxilio Escolar y Becas, Ministerio de Educación, Servicio Nacional de
Salud, etc., deberán intensificar su labor en beneficio de los campesinos
indígenas, con una tónica y orientación proporcionada por el Instituto
de Desarrollo Indígena, al que, en determinadas circunstancias, podrá
corresponder además una actitud suplementaria de la que adopten los
demás servicios.
45
Cosmovisión mapuche 1
M a r ía E ster G rebe *
S e r g io P a c h e c o * *
J óse S e g u r a * *
I. INTRODUCCION
46
mando como punto de partida los niveles profundos de pensamiento
—ya sea conscientes o inconscientes, tácitos o explícitos— que rigen para
aquellos numerosos grupos mapuches que aún se sienten identificados
con las vertientes telúricas de su milenaria tradición oral.
Consecuentemente, el objetivo del presente trabajo consiste en es
tudiar la visión cósmica del mapuche y sus relaciones con las estructuras
dualistas y contenidos simbólicos. Asimismo, es nuestro propósito esta
blecer relaciones entre la cosmovisión mapuche y otras especies aná
logas pertenecientes a culturas foráneas, basándonos en comparaciones
bibliográficas. A través de estas últimas no se pretenderá probar la exis
tencia de entronques genealógicos, pero sí destacar las sorprendentes
concordancias y analogías estructurales existentes entre su cosmovisión
y aquellas de otras culturas aborígenes indoamericanas y asiáticas.
La hipótesis de trabajo que utilizamos en este estudio se desprende
de los contenidos de una publicación nuestra precedente, la cual consti
tuye su antecedente bibliográfico inm ediato4. Su enunciado es el si
guiente: La cosmovisión mapuche presenta una estructura simbólica,
dual y simétrica, basada en parejas de oposición. En el libre juego de
sus contradicciones y conflictos internos residen las alternativas de
cambio cultural dinámico, adaptación gradual o permanencia estática.
En sus símbolos residen las claves para comprender su hermético len
guaje. Ellos son reveladores, reales y multivalentes. Ellos son capaces de
articular e integrar en un todo realidades heterogéneas, y explicarnos
situaciones aparentemente paradójicas o contradictorias5.
4 Véase María Ester Grebe, Joaquín Fernández y Carlos Fiedler, “ Mitos, creencias y concepto de
enfermedad en la cultura mapuche” . En Acta psiquiátrica y psicológica para América latina, XVII,
3, 1971, pp. 180-193. Otro antecedente bibliográfico próximo es un estudio exploratorio del
mundo sobrenatural mapuche efectuado por L. C. Faron (ver Hawks of the Sun, Pittsburgh,
University of Pittsburgh Press, 1964, pp. 49-79).
5 Mircea Eliade, “ Observaciones Metodológicas sobre el Estudio del Simbolismo Religioso” . En
Mircea Eliade y Joseph M. Kitagawa, Metodología de la Historia de las Religiones, Buenos Aires,
Paidós, 1967, pp. 128-135.
47
t Trrzien. en las cuales se habían desarrollado contactos y trabajo pre
vi: ¿.irante períodos que oscilaron entre cinco y dos años de duración.
Dorante dicha labor previa, emergieron espontáneamente algunos con
tenidos aislados que fueron de extrema utilidad para confeccionar las
pautas de trabajo.
Dos expediciones de terreno realizadas durante los veranos de los
años 1971 y 1972 6, sumados a algunos viajes invernales ocasionales, fue
ron suficientes para recolectar los materiales básicos del presente es
tudio.
Entre las diversas técnicas etnográficas empleadas, destacamos dos
principales:
1. Entrevistas libres y semiestructuradas, complementadas con di
bujos o croquis de cosmovisión realizados ya sea por el propio entrevis
tado o por el entrevistador, siguiendo las instrucciones del entrevistado.
2. Controles de la información verbal, con el fin de precisar al
máximo sus contenidos. Se emplearon los siguientes tipos de control:
2.1. Observación directa de actividades rituales en las cuales se
reactualizaran los componentes de la cosmovisión; y de actividades ce
remoniales no rituales en cuyos elementos materiales e inmateriales se
reflejaran los mismos en forma clara;
2.2. Entrevistas seriadas, repitiendo el mismo investigador una
misma pauta de entrevista después de cierto período de tiempo largo o
breve; o bien repitiendo la entrevista a los mismos entrevistados, pero
aplicada esta vez por otro miembro del equipo de investigación.
El registro de la información se efectuó en forma literal manus
crita o por medio de grabaciones magnetofónicas. Una tabulación sen
cilla fue utilizada para procesar los datos de terreno, empleándose sis
temáticamente el método comparativo para confrontar dicho material
etnográfico con el bibliográfico. En todo momento ha primado un cri
terio sintético, eliminándose los detalles irrelevantes, no significativos
o excepcionales, tomando como puntos de referencia básicos nuestros
objetivos e hipótesis de trabajo.
III. RESULTADOS
*5 Deseamos destacar que las dos expediciones de terreno fueron integradas por alumnos de Medi
cina de la Universidad de Chile. Agradecemos a Carlos Fiedler, alumno de Tercer Año de Me
dicina, su breve pero valioso aporte inicial durante el trabajo de terreno de 1971. Agradecemos,
asimismo, el interés demostrado por Roberto León (4? Año de Medicina) y María Angélica Espi
nosa (Enfermería).
1. 4. Una concepción material del cosmos, relacionada con los ele
mentos naturales que plasman físicamente el universo.
1. 5. Una concepción colorista del cosmos, derivada tanto de una
percepción empírico-racional de la realidad concreta como de una vasta
red de relaciones simbólicas.
Para analizar los contenidos de la segunda parte, distinguiremos
dos niveles o categorías básicas:
2. 1. Estratificación de los seres sobrenaturales.
2. 2. Funciones de los seres sobrenaturales.
1. EL COSMOS MAPUCHE
49
4 — Cuadernos
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laridad tiende a la unión; y la conjunción de dos fuerzas opuestas es
una condición necesaria para lograr el equilibrio cósmico dualista.
Refiriéndonos en forma específica a nuestro esquema N? 1, debemos
destacar la coherencia y coincidencia de los testimonios del total de los
portadores tradicionales en los siguientes aspectos: El meli ñom wenu
aparece siempre dividido en cuatro plataformas, numeradas del 1 al 4
en orden ascendente. El anka wenu está ubicado casi unánimemente
entre el mapu y el meli ñom wenu. Sin embargo, hay algunos aspectos
divergentes: Contra ocho testimonios que mencionan la existencia de
seis plataformas cósmicas, hay siete que coinciden en señalar la pre
sencia de una séptima plataforma, el minche mapu. Dicha plataforma
es una región subterránea que recibe varias denominaciones: trufkén
mapu (tierra de las cenizas), laftrache mapu (tierra de la gente peque
ña) y kofkeche mapu (térra de la gente del pan). La omisión de esta
plataforma puede ser interpretada como un conocimiento de antiguo
origen que esté en proceso de extinción, o bien como un préstamo cul
tural cristiano de origen reciente; puede ser interpretada, asimismo,
como un bloqueo de comunicación por ser un conocimiento excesiva
mente oculto, o por tratarse de un área relacionada con el mal que ins
pire rechazo. Cabe recordar que los mapuches evitan en lo posible
hablar de tópicos que implican alguna relación directa o indirecta
con las fuerzas del mal, por creer que “ hablar del mal llama al mal” .
Posiblemente por esta misma razón se ha recibido una información in
completa sobre la forma del anka wenu; sólo un grupo de testimonios
le ha asignado forma cuadrada y el grupo restante ha eludido determi
nar su forma.
Nuestras dudas son disipadas en gran medida al estudiar la forma
del rehue, altar de la machi. En efecto, él posee ya sea cuatro o siete
peldaños, según sea la región y la reducción. Es evidente que sus es
calones representan las plataformas del árbol cósmico. Aquellas va
riedades de siete peldaños equivaldrían al cosmos completo —incluyendo
al minche mapu— ; y las de cuatro equivaldrían al meli ñom.
La concepción vertical del cosmos mapuche de siete plataformas
estratificadas posee importantes paralelos en Asia, América y otros con
tinentes. Al respecto, es posible afirmar que la visualización de siete
pisos cósmicos superpuestos correspondientes a los siete cielos planeta
rios “ es un tema que se integra en un complejo simbólico-ritual común
a la India, al Asia Central y al Cercano Oriente Antiguo” 10. En Amé
rica aparecen nuevas variantes: los navajos, zuñis y yanomamó es
tratifican el cosmos en cuatro plataformas 11; los aztecas en trece 12,
y los mayas en trece mundos de arriba y nueve mundos de abajo 13. A
su vez, los incas conciben un universo generado desde una montaña sa
10 Mircea Eliade, Mitos, Sueños y Misterios, op. cit., p. 139. Destacamos que la concepción de las siete
plataformas cósmicas aparece en Mesopotamia antigua. (Véase Eliade, “ Observaciones metodológicas
sobre el estudio del simbolismo religioso’', op. cit., pp. 135-137). Actualmente, es aún vigente entre
los tártaros siberianos, yakutos y diversas culturas del Asia Central y Norte, de Oceanía e Indo
nesia, donde rige entre los batak. Sin embargo, para algunos grupos como los mongoles y los
calmucos el mundo se concibe en sólo tres o cuatro plataformas. (Véase Eliade, El Chamanismo,
op. cit., pp. 213-228).
11 Consúltese, respectivamente, para los dos primeros, Eliade, Mitos, Sueños y Misterios, op. cit., p.
189; y para el último, Napoleón Cliagnon, Yanomamo, New York, Holt, Rinehart and Winston,
1968, pp. 44-45.
12 Revísese la interesante información proporcionada por George C. Vaillant en The Aztecs of
México, Harmondsworth, Pelican, 1950, p. 171.
- >"*-vanus Morley, The Ancient Maya, London, Oxford University Press, 1946, p. 216.
51
grada a partir de la cual se realiza la creación, como es posible com -
probar en muchos mitos de creación andinos” 14. Recordemos que la
montaña sagrada es el símbolo del universo y que dicha montaña suele
aparecer dividida en pisos y plataformas 15.
ESQUEMA N? 2
Alternativa A Alternativa B
E E
52
La alternativa A es predominante (11 testim onios); la B es mino
ritaria (6 testimonios). Las palabras de un sabio lonko mapuche apoyan
la validez mayor de la alternativa A: “Porque la hoja de aquí abajo
tendría que ser, en alguna manera, parte ángulo o triángulo” . En todo
caso, ambas alternativas poseen una clara y hermosa analogía con el
dibujo antiquísimo pintado sobre la membrana del kultrún, tambor cha-
mánico mapuche, el cual es un microcosmos simbólico 17. “El kultrún
es como meli esquina mapu” , afirma uno de nuestros amigos mapuches,
hijo de una anciana machi (compárense los tres diseños del esquema
N? 2).
Las alternativas A y B coinciden en colocar al centro del cuadrilá
tero terrestre el anén mapu (“ tierra donde estamos sentados” ), deno
minado también nelfün mapu (“la tierra de nosotros” ) o raniñ mapu
(“ el medio de la tierra” ). “ En el centro estamos nosotros. Aquí. En
una isla estamos nosotros. En el corazón de la isla” , afirma uno de nues
tros entrevistados. Dicho lugar es la tierra mapuche, la cual no se iden
tifica con el territorio mapuche total, sino con la propia reducción y
su centro ritual, el nillatúe 1S. Los mapuches consideran que ellos re
siden en ese trozo de tierra por mandato de sus dioses19.
La concepción horizontal del cosmos recién descrita posee profundas
raíces telúricas americanas conectadas con mitos de génesis u origen.
El Popul Vuh, libro sagrado de los indios quichés de Guatemala, comien
za así: “ Habiéndose echado las líneas y paralelas del cielo y de la tierra,
se dio fin perfecto a todo, dividiéndolo en paralelos y climas. Todo
puesto en orden quedó cuadrado y repartido en cuatro partes como si
con una cuerda se hubiera todo medido, formando cuatro esquinas y
cuatro lados” 20. Los antiguos cronistas del Perú, refiriéndose al impe
rio incaico y su centro político-religioso, el Cuzco, coinciden en se
ñalar que el imperio de Tahuantinsuyo se dividió en los cuatro rumbos
cardinales a partir del Cuzco, división que coincidía con la red principal
de caminos del inca. Dicha organización es símbolo y réplica de la
creación universal. Según la leyenda de los cuatro hermanos Ayar, “ mar
có la Tierra el hermano mayor, y tirando con una honda cuatro pie
dras hacia las cuatro partes del mundo, tomó posesión della” 21. Y
“poblaron aquel sitio que estaba entre dos ríos, los cuales servían como
defensa del centro y dividieron el Cuzco en cuatro vecindades al igual
como estaría dividido el Imperio” 22. Así, los incas dividieron su seño
río en cuatro partes y pusieron frente a ellas “ a cuatro señores orejo
nes” 23.
17 Refiriéndose a los tambores chamánicos siberiano^, Eliade afirma: “ Los tambores constituyen,
en efecto, un microcosmos: un límite ‘topográfico’ que separa el Cielo de la Tierra y, en ciertos
lugares, la Tierra del Infierno” . (Véase El Chamanismo, op. cit., p. 143). “ Los chamanes de
Siberia y los del Asia Central afirman viajar por los aires sentados sobre sus tambores” en sus
vuelos mágicos del trance extático. (Véase Eliade, Mitos, Sueños y Misterios, op. cit., p. 127).
18 El nillatúe es un monumento antropomórfico de madera —ya sea en forma de una pareja (hombre
y mujer) o de una figura aislada (el hombre)—, colocado en el centro de un espacio sagrado
abierto en el cual se celebra el ritual de fertilidad, nillatún, cada cuatro años. En dicho ritual
se reactualiza la cosmovisión mapuche.
19 La erección de un altar —el nillatúe— equivale a una cosmogonía. “ Importa comprender bien
que la cosmización de territorios desconocidos es siempre una consagración” . (Ver Eliade, Lo Sa
grado y lo Profano, op. cit., p. 37). El poste sagrado representa un eje cósmico o un centro del
mundo. (Loe. cit.).
20 Popol Vuh. México, Porrúa, 1965, p. 1.
21 Véase Bernabé Cobos, Obras, Madrid, Orbe,1956, Libro Duodécimo, III, p. 62. Cf. Lily Ramírez
Múñante, op. cit., pp. 235-236.
22 María J. Ramírez Valverde, op. cit., p. 214.
23 Fray Martín de Murúa, op. cit., II, pp. 36-37. Cf. José Ignacio López Soria, op. cit., p. 227.
53
El cosmos, orientado según los cuatro puntos cardinales, fue tam
bién creencia común en las altas civilizaciones mesoamericanas de los
aztecas24 y m ayas25', y, asimismo, en algunas culturas aborígenes de
norteamérica, como los creelc, quienes conciben la tierra como un cua
drado plano 26. Y aún más. De acuerdo a Mircea Elíade, “ el cuadrado
construido a partir del punto central es una imago mundi. La división
del pueblo en cuatro sectores . . . corresponde a la división del Universo
en cuatro horizontes” 27, hecho que se repite en diversas culturas y con
tinentes 28. ' I
De la concepción horizontal del cosmos mapuche derivan dos tipos
de orden espacial: uno ético y otro ceremonial. A los puntos cardinales
se les asigna un orden jerárquico guiado, respectivamente, por la opo
sición del bien y mal y por el movimiento circular contrario a los pun
teros del reloj a partir del Este, que impera en el ceremonial religioso
y profano. El esquema N- 3 ilustra ambos órdenes, tomando como punto
de referencia la plataforma terrestre.
ESQUEMA N» 3
si®
54
Estas asociaciones se representan gráficamente en nuestro cuadrado
terrestre mapuche en la forma siguiente:
ESQUEMA N° 4
(puel mapu)
MAL £ BIEN
O
(lafkén mapu)
CUADRO N» 2
ESTE (puel mapu) Buen viento, buen aire o brisa, Dioses, espíritus benéficos, ante
buen tiempo, buen día, buen tra pasados, rogativa a los dioses,
bajo, buena cosecha, abundancia, ayuda divina, buena suerte
salud
OESTE (lafkén o Oscuridad, viento malo, temporal, Wekufe (espíritu del mal), mala
ñau mapu) maremoto, lluvia mala, nieve, he suerte, mal
ladas, ruina del cultivo, enferme
dad grave-, muerte
55
Del análisis del Cuadro N9 2 se desprende que el Este no es solamente
el lugar óptimo sino también el de mayor importancia y jerarquía. Se
le menciona en primer lugar en las recitaciones rituales. Se dirigen hacia
él las rogativas de la machi en todas las ceremonias chamánicas. Y en
el gran ritual de fertilidad, el nillatún, todas las actividades se orientan
primariamente hacia el este y secundariamente hacia el sur, dándose la
espalda al oeste y colocándose defensas tanto en dirección hacia este
útimo punto como hacia el norte.
A las relaciones primarias empírico-naturales y mágico-religiosas
que explican la simbología de los puntos cardinales, hay que agregar
otras derivadas de hechos históricos decisivos. Tanto la invasión y con
quista incaica precolombina como la española del siglo XVI, llegaron
por el norte. Los frecuentes movimientos sísmicos y maremotos han
devastado trágicamente el oeste costeño de Chile desde épocas remotas.
Ambos hechos refuerzan las connotaciones negativas de los puntos car
dinales norte y oeste. Por otra parte, en el este y sur los mapuches dicen
tener vecinos fraternales —los mapuches argentinos de Neuquén y los
huilliches— , lo cual reforzaría las connotaciones positivas de ambos
puntos.
Las relaciones éticas de los puntos cardinales son numerosas y va
riadas en las diversas culturas actuales. Mencionaremos sólo algunos
casos. Para los aztecas, quichés, y akwe-shavante de meso y sud América,
el punto cardinal óptimo es siempre el este, por asociarse al lugar ori
ginal de la creación del mundo o de la residencia de los dioses 29. Para
los dogon del Africa, los cuatro antepasados varones del hombre y sus
respectivas esposas se originaron en los cuatro puntos cardinales30.
29 Consúltese, respectivamente, a Vaillant, op. cit., p. 170; Popol Vuh, op. cit., p. 145; y David May-
bury Lewis, Akwe-Shavante Society, London, Oxford University Press, 1967, pp. 285, 289.
30 Véase Marcel Griaule y Germaine Dieterlen, “ Los Dogon” . En Daryll Forde ed., Mundos Afri
canos, México, Fondo de Cultura. Económica, 1959, p. 144.
31 Revísese a Eliade, Lo Sagrado y lo Profano, op. cit., p. 27.
56
Es interesante señalar que en este orden espacial temporal se repite
el movimiento que algunos mapuches asignan al sol: “ Viaja por el día
de este a oeste y por la noche de oeste a este, por debajo de la Tierra” 32.
En el mismo sentido, cabe observar la similitud formal de la ruca ma
puche tradicional —tanto en su contorno general como en la distribu
ción de su mobiliario alrededor del fuego— con la ruedecilla antedicha
y su giro circular.
ESQUEMA N? 5
RUCA MAPUCHE
32 Compárese este dato con Gunter Wagner, “ Los Abaluyia de Kavirondo” . (En Daryll Forde ed.,
op. cit., p. 67). En esta cultura, se cree que el sol sale trayendo consigo el bien y se pone
llevándose el mal. (Ibid., p. 68).
33 Véase Eliade, Lo Sagrado y lo Profano, op. cit., p. 56.
34 Algunos mapüches entregan una visión opulenta del meli ñom: “ Hay ruka, animales, minas de
plata. Tienen bodega y ruka con alimentos antiguos: cebada, porotos*, linaza. Los weche wentru
(hombres jóvenes) bajan y suben los peldaños para traer trigo de las bodegas de los jefes” . . .
“ Tienen campos, animales como los que hay aquí en la tierra. La ruka, según sé yo, son de pura
madera fina, mate de wada (calabaza)” .
57
duría] para que a uno le den una sabiduría y de lo que le hace falta.
Muchas veces, por no saber lo abusan y lo friegan a uno. Entonces, de
allá viene una, para defenderse: una herramienta” .
Este elocuente párrafo nos revela una raíz profunda del pensamien
to mapuche. La extrema pobreza en que se debaten, unida a la dura lu
cha por la supervivencia y la subsistencia, ha reforzado esta concepción
material y concreta del más allá como una respuesta desesperada frente
a la injusticia social y económica que por mucho tiempo ha predomi
nado en su habitat. A la escasez, deprivación, desigualdad e injusticia
en la distribución de bienes materiales existente en la plataforma terres
tre, se opone la abundancia, satisfacción, igualdad y justicia imperante
en las cuatro plataformas de la “ tierra alta” . Esta oposición revela nue
vamente la esencia dualista del pensamiento mapuche. La vida terrestre
y la sobrenatural forman una pareja de oposiciones, una antítesis dual.
Frente a la imposibilidad de mejorar su situación actual en el mundo
terrestre —en el cual se ha consolidado un sistema injusto— ellos reac
cionan buscando refugio en su cosmovisión como única solución existen-
cial posible.
Es interesante señalar que, en muchas religiones primitivas del
mundo contemporáneo y antiguo, esta visión material concreta del cos
mos reaparece con algunas variantes. Entre ellas, destacamos las reli
giones maya de Yucatán, akwe-shavante del Mato Grosso brasileño y
yanomamo de la frontera selvática de Venezuela y Brasil33. El hombre
primitivo proyecta su mundo en su concepción del cosmos y en su visión
particular del mundo sobrenatural benéfico.
NEGRO y ANKA W E N U y
ROJO MINCHE MAPU
35 Consúltese, respectivamente, a Morley, op. cit., p. 2 21; Maybury-Lewis, op. cit., 2 89; y Chagnon,
op. cit., p. 45.
58
El blanco (ayon) y el azul —representado por sus tres gamas: vio
leta (Jcallfü), azul fuerte y celeste (lifkán) — representan a los cuatro
colores naturales del cielo, las nubes y sus cambiantes tonalidades, de
acuerdo a las condiciones climáticas y meteorológicas de las estaciones
del año. Ellos son los colores óptimos y los veremos frecuentemente en
los niveles concretos de la vida cotidiana, tales como los pañuelos con
que las mujeres mapuches cubren sus cabezas, las prendas de vestir, la
pintura de las habitaciones y la decoración y ornamentación generales.
Asimismo, el blanco y azul son los colores rituales por excelencia, pre
sentes en los principales emblemas de la machi y del nillatún (véase
Esquema N? 6 ).
ESQUEMA N? 6
36 Los soyotes adornan la parte superior de sus viviendas “ con trapos azules, blancos y amarillos,
que representan los colores de las regiones celestes” . (Ver Eliade, El Chamanismo, op. cit., p. 210).
Recordemos que el blanco y el amarillo son equivalentes entre los mapuches, representando ambos
simbólicamente al sol o bonanza; y el azul a la lluvia.
59
Nillatún Zanja 1972
Banderas de los 4 lonkos
60
el escaso número de testimonios coincidentes y la heterogeneidad de
los restantes nos impide, por el momento, discriminar si el orden pre
sentado en el Cuadro N? 4 es producto del azar o indicador de una
posible regularidad.
El color negro (kurü) simboliza a la noche (p u n ), la oscuridad y
las tinieblas; a la brujería, los espíritus del mal y la muerte 37. Por su
parte, el rojo (kelü) se asocia comúnmente a la lucha o pelea (kewal),
al belicismo o guerra (aukán) y a la sangre (mollfüñ). Consecuente
mente, el rojo es color prohibido en el nillatún, ritual que favorece la
cohesión social y la fraternidad de los mapuches; y el negro compacto
— utilizado como único color en la vestimenta— es considerado sospe
choso por asociarse al brujo ( kalku) o al mal espíritu (w eku fe)3S. Sin
embargo, el rojo también posee connotaciones positivas al relacionarse
con las flores del campo y, en especial, con el copihue mapuche.
El verde (karü) simboliza a la naturaleza en todo su esplendor y
exhuberancia. Es el color natural de la vegetación y paisaje peculiares
de la “ región de los lagos” , donde se ubica el mayor número de reduc
ciones mapuches. Es el color de la germinación de la tierra y, por ende,
de su fertilidad, de la cual derivan múltiples implicancias de bienestar
general para la comunidad. Es el color de la madre tierra. Es el color
de la propia tierra, el anén m apu39. Puesto que los mapuches han na
cido “ igual como un árbol que nace y se cría: se cría en la tierra. Pero,
al fin y al cabo, cuando se cae se vúelve a tierra. Se pudre” .
La tierra aparece dividida en forma dicotómica como proyección
conjunta de la simbología del color de los mundos sobrenatural y natu
ral y sus implicancias éticas. En primer término, los puntos cardinales
Este y Sur se asocian a los colores azul y /o blanco de las plataformas
del bien (meli ñom wenu). En segundo término, el Norte y Oeste se
asocian al negro de las plataformas del mal (anka wenu y minche
mapu). Por su parte, el centro de la tierra, anén mapu, se asocia al
verde del mundo natural.
ESQUEMA N 9 7
37 Para los indios dakota, la pintura negra en objetos ceremoniales o en la cara simboliza a la muerte.
(Véase Robert Lowie, Indians of the Plains, Garden City, The Natural History Press, 1963, p. 169).
S^gún los incas del Perú, los espíritus del mal o del caos “ tienen las bocas negras y pintadas las
caras como negros” . (Ver Fray Martín de Murúa, op. cit., I, p. 57. Cf. José Ignacio López Soria,
op. cit., p. 225).
38 Si un forastero vestido íntegramente de negro visita la ruka de un mapuche en la noche, su pre
sencia seráí rechazada o recibida con extrema desconfianza debido a las connotaciones simbólicas
de su vestimenta y de la noche oscura. Ese forastero puede ser, potencialmente, un wekufe (mal
espíritu encarnado) o un kalku (brujo).
39 El verde es el color del propio lugar, de lo conocido. “ En la perspectiva de las sociedades ar
caicas, todo lo que no es ‘nuestro mundo’ no es todavía ‘mundo’ ” . (Ver Eliade, Lo Sagrado y lo
Profano, op. cit., p. 36).
61
En esta síntesis simbólica, observamos en la plataforma terrestre
una yuxtaposición de colores que representan tanto niveles mágico-
religiosos como empírico-naturales, hecho que ilustra elocuentemente
una característica profunda del pensamiento onírico mapuche, en el
cual confluyen, flexiblemente y sin aparentes contradicciones, la fanta
sía y la realidad. Con esto no queremos implicar que el mapuche no
distinga entre sujeto y objeto como base de la percepción y conoci
miento empírico del mundo externo, o que se identifique con el fenó
meno percibido 40, sino que como todo hombre religioso vea en la natu
raleza lo trascendente: lo sobrenatural proyectado en lo natural41.
Cabe señalar que la síntesis colorista simbólica de la tierra no se
reitera en ninguna otra plataforma cósmica. Las demás se conciben
cada una de un solo color, con excepción de las plataformas del mal,
asociadas ya sea al negro puro o bien combinado con rojo. El color
supremo parece ser el ayon, identificado con el blanco transparente y
la claridad de la luz. Ayon “ es el mapu de jeta chachai (el esposo-padre
dios). Es como vidrio. Eso es para ver abajo” , nos informan. “Es para
que féta chachai vea desde arriba: es transparente, como espejo” , “ . . . no
lo alcanza a ver uno; pero hay algunos que le’ da’ por el sueño” .
En un amplio dibujo del cosmos realizado libre y conjuntamente
por dos mapuches —el hijo de un lonko y un machi— por encargo de
la primera autora del presente trabajo, se plasma elocuentemente una
concepción expresionista y simbólica del color. Las regiones terrestres
y astros aparecen en tonalidades fantásticas, adquiriendo una dimen
sión casi extraterrena. De él se desprenden las siguientes asociaciones:
CUADRO N9 5
Blanco Estrellas
Azul Luna
Negro Mar
40 Esta presunción está presente en la teoría de la mentalidad prelógica de Lucien Levy-Bruhl. (Cf.
Charles Houston Long, op. cit., p. 112). Sin embargo, Bronislaw Malinowski sostiene un criterio
contrario: El hombre primitivo establece una clara división entre lo empírico y lo májgico, entre
lo natural y lo sobrenatural. (Véase Magic, Science and Religión, Garden City, Doobleday,
1948, pp. 32-35).
41 Eliade, Lo Sagrado y lo Profano, op. cit., p. 115.
62
do todos los elementos previamente descritos que se asocian entre sí en
forma evidente y explícita. Ellos han sido analizados previamente en
los cuadros y esquemas precedentes42.
«
CUADRO N? 6
63
2. LOS SERES SOBRENATURALES
64
ülcha domo— , todas las demás familias nucleares de dioses y espíritus
y, además, los hombres. Ellos dos “ dieron vida en el meli ñom” . . .
“ Crearon el mundo. Dejaron al pueblo mapuche” . . . “ Tienen forma de
hombre y mujer anciana. Un señor y una mamita no ma’ tenemos” .
Por eso, “ siempre la suerte tiene que ser par. ¿No ve que nosotros tene
mos dos pies pa’ caminar y dos manos pa’ trabajar?” El pensamiento
dualista se expresa aquí en forma pura y elemental50.
No obstante, la famiüa nuclear se completa con cuatro dioses o
espíritus que suman dos generaciones: dos padres y dos hijos. “Uno es
viejito, el otro es la viejita, el otro el joven y otro la joven niña. Ahí
se completan los cuatro . . . Cada ser hay cuatro. Hay cuatro santos:
cuatro pillan. Cuatro, cuatro, cuatro. En todo lo que se puede tocar” .
Igual como ocurre en la tierra, “ los dioses viven en familia; se cono
cen entre ellos; conversan entre ellos” . En el nillatúe están represen
tados los cuatro dioses. Por eso, en el nillatún “ a los cuatro rogamos.
Por eso, nosotros cuando hacimos una rogativa, cuatro veces teñimos
que orar; teñimos que hincar cuatro veces. Y cuatro veces teñimos que
dar un grito para el que está allá arriba que lo’ oiga, que lo’ proteja y
lo’ ayude en to’o ” . Y según los mapuches, las familias de cuatro dioses
escuchan. Y luego otorgarán vida, sabiduría y suerte; fertilidad de la
tierra, del hombre y del animal; bienestar, alimentación y salud.
50 Las organizaciones duales son una de las formas más antiguas del pensamiento humano, remon
tándose su origen al neolítico temprano (Véase Ad. E. Jensen, Mito y Culto entre Pueblos Primitivos,
México, Fondo de Cultura Económica, 1966, pp. 176-179. Cf. Charles Houston Long, op. cit.,
p- m H
51 Los espíritus maléficos, cualquiera que sea su origen, se separan en otra agrupación, puesto que
no se integran al orden simétrico de familias de cuatro dioses o espíritus. Pertenecen a las dos
plataformas cósmicas en las cuales reina el mal y poseen, por lo tanto, un orden jerárquico distinto.
65
5 — Cuadernos
Esta clasificación proviene de un testimonio central de un machi,
confrontado con seis testimonios paralelos provenientes de tres machis,
un lenguaraz de machi y dos hijos de machi. En ella se han anotado
sólo las convergencias principales, excluyéndose los datos ambiguos. Sin
embargo, hay un punto contrádictorio que merece un análisis. Si bien
para la mayoría de los mapuches el status máximo se identifica con la
familia ñidol (de los cuatro dioses jefes), para algunas machis es la
familia kiyén (de los cuatro dioses de la luna) la que rige el universo,
poseyendo, por lo tanto, jerarquía y poder supremos. Estimamos que, en
este último caso, la machi está jerarquizando a partir de su propia ex
periencia o área de acción laboral, puesto que es la luna la que gobierna *
la salud, delegando su poder en la machi.
No obstante, todos nuestros entrevistados han coincidido en asignar
un orden jarárquico decreciente a los grupos de la luna, lucero y estre
llas. Todos los dioses mayores se ubican en las plataformas superiores
del cosmos, asociándose a los colores blanco transparente (ayon) y
azul. A su vez, los dioses menores y espíritus benéficos son “ empleados
de feta chachal ñidol” , colocándose en plataformas inferiores del meli
ñom y llegando algunos de ellos hasta la tierra. Los antiguos caciques,
machis y personas comunes fallecidas (kuifi ke che) son los antepasa
dos del mapuche que “ vivieron en la tierra y subieron arriba” . . . “Es
tán arriba. Cualquier persona pobre. Así, simple. Así como yo que no
soy autor de maldá’ ninguna” .
Los espíritus del mal no presentan una clasificación jerarquizada,
ordenada y equilibrada, puesto que entre ellos reina el desorden, la
desorganización y el caos. Ellos no forman grupos simétricos de dos o
cuatro entidades., sino aparecen como seres solitarios y aislados. El po
der supremo de las fuerzas del mal reside en mapu-rei fücha y kude,
pareja de jefes superiores que residen ya sea en el anka wenu o minche
mapu (plataformas cósmicas del mal) y dirigen ■ — de acuerdo con los
brujos terrestres (kalku)— a los espíritus maléficos. Según el lugar
donde aparezcan estos últimos, se clasifican en wekufes de la tierra,
del aire y del agua, destacándose en cada uno de estos grupos un espí
ritu particular por su mayor poder. Entre los wekufes terrestres se asigna
status principal al witranalwe, hombre de gran tamaño, que aparece
vestido con indumentaria y aperos de huaso, comúnmente de blanco y
montado a caballo; entre los wekufes del aire se otorga máxima je
rarquía al cherrufe y al wüyuche, aerolitos o cometas de fuego que des
cienden de las alturas o de las cumbres volcánicas; y entre los wekufes
del agua se destacan el nerru-fílu y el chiñi-füu, zorro-culebra y ser
piente peluda de los mares, lagos y ríos.
Los wekufes menores que aparecen comúnmente en la tierra son:
el anchimallén, ser pequeño que aparece como esqueleto negro con ca
beza fosforescente o como bola de fuego; el alwe wekufe, ánima o es
píritu de un pariente fallecido; el perrimontún, animal extraño nunca
visto que aparece en sueños, visiones o alucinaciones, y el waillepeñ,
oveja u otro animal deforme que habita en pantanos o pajonales. Por
su parte, los wekufes menores del aire que se perciben con mayor fre
cuencia son: el choñchoñ o tuetué, cabeza de brujo (kalku), que vuela
ayudándose de sus enormes orejas, las cuales le sirven de alas; el
piwuchén, gallo-culebra con penacho y cola de plumas multicolores, y
el meulén, remolino o torbellino de viento y polvo que aparece a medio-
66
día. Y en el agua suelen aparecer otros wekufes menores: el trélke
wekufe, cuero de vacuno, vivo y de gran tamaño, que posee múltiples
tentáculos; y sunpall, mujer-pez o sirena. En todos ellos se encarnan las
fuerzas del mal.
67
peuma (sueño) al machi” . . . “La machi espera a wuñelfu para hacer
datún (ritual terapéutico) en la mañana allá. Wuñelfe tiene más po
der: lleva a féta chachai lo que se pide del enfermo; da el encargo de
mejoría” . Además, “ trabaja con pewún machi (machi adivina); da
remedio, maneja la flor de campo. Da el rocío de la mañana” .
Meli wanlén (cuatro dioses de las estrellas). “Dan luz: es luz de
féta chachai. Da animales y pasto. Le da espíritu a los machi” . Da la
salud, razón por la cual la machi “ tiene en su bandera wanlén: es ñidol
wanlén” , colocado en las dos banderas del rewe (ver Esquema N? 6 ).
Las familias de la luna, el lucero y la estrella forman un equipo
de salud cósmico que tiene a su cargo la prevención j f curación de en
fermedades. “ Kiyén da la salud junto con wuñelfe y wanlén” . . . Ellos
tres “ alumbran, dan vida” . Fijan el sexo del niño al nacer, su desarrollo
y la duración de su vida. Debido a que los mapuches asignan un poder
ilimitado a este equipo de salud estelar —del cual la machi es su re
presentante terrestre— , el equipo hospitalario moderno no puede en
trar en competencia con él por incompatibilidad cultural.
Meli weichafe (cuatro dioses guerreros) y tralkán (trueno). Re
presentan a los “ guerreros de los malones que hubo antes” . Son dioses
auxiliares de ñidol, el cual “ les da el poder para luchar” . “ Defienden a
cualquier mapuche contra wekufe” . . . “La machi, dicen algunos, le’
piden que lo haga weichán al wekufe que lo tiene al enfermo. Puede
corretear al wekufe. Le da el espíritu, ánimo, poder, sabiduría al machi.
Buena vista. Da fuerza y poder” . “ Cuando sale el trueno, ese es meli
weichafe que baja” . El trueno está en el raniñ mapu (el medio de la
tierra). Cuando se reúnen to’o los vientos —tanto el Este, tanto el
Sur, tanto el lafkén (Oeste), tanto piku (N orte)— , en el medio se pro
duce como un alegato” . Tralkán “ ayuda con wekufe. Cuando está eno
jado ayuda a la machi. Le da poder mucho contra wekufe” .
Meli nillatufe (cuatro dioses de la rogativa). “ Son también manda
dos por féta chachai. Están en el wenu. Con fuerza y poder hacen ro
gativa arriba y abajo también” . . . “ Le dan peuma al nillatufe para
que haga el nillatún en la tierra. Son los guardianes del nillatúe. Están
en un lugar. Se reúnen para tomar acuerdo, para hacer su rogativa. Es
lo mismo que voy a hacer yo. Yo tengo que reunirme con la gente para
preparar (el nillatún). Y cuando estamos de acuerdo, vamos ahí donde
está la cruz (el nillatúe). No po’imos llegar de un momento a otro sin
tomar acuerdo. Ahí le pedimos nosotros lo’ nillatufe, lo’ nillatufe que hu
bo. Se ruega a ellos para pasar bien el año. Dan buen día, buena suerte,
salú buena. Atajan lo’ malo’ abajo en la tierra” .
Meli tayiltufe (cuatro dioses del canto ritual). También denomi
nados ülkantufe, “ hacen la ceremonia. Ellos ayudan a cantar al machi
y a tocar” . En los rituales chamánicos ellos son representados por la
yegúlfe, ayudante que toca los instrumentos musicales —kultrún, wada
y kaskawilla— , canta y recita, ya sea junto o en alternancia con la
machi.
Meli witrán (cuatro familias de dioses de los cuatro puntos cardi
nales). Forman cuatro familias: cuatro dioses del Este (puel mapu),
cuatro del Sur (willi m apu), cuatro del Norte {piku mapu) y cuatro del
Oeste ( lafkén mapu). “En cada esquina hay un orador. “ Tan abajo,
son manda’os del ñidol” . Ellos constituyen los dioses de los elementos y
fuerzas de la naturaleza, definiendo, por lo tanto, las condiciones me
68
teorológicas y climáticas. Dirigen tanto los vientos, lluvias y tempora
les como la bonanza. Sus atributos han sido detallados anteriormente
en relación a la simbología de los puntos cardinales (véase Cuadro N?
2). Por sus funciones, el arco iris (relmu) se relaciona con los dioses
de los puntos cardinales. Su aspecto multicolor ha favorecido una her
mosa interpretación simbólica: “Es la bandera del feta chachai. Pa’ la
lluvia. Cuando quiere el feta chachai que pare la lluvia, ataja la lluvia” .
Meli antileu pu lonko (cuatro caciques antiguos). “ Son empleados de
ñidol” . Reciben diversos nombres según su lugar en el cosmos y las fun
ciones desempeñadas. Así, tromü wenu pu lonko son caciques que go
biernan las nubes; ayon wenu pu lonko son aquellos que dan la trans
parencia al cielo; azul wenu pu lonko y kallfu wenu pu lonko dan res
pectivamente el color azul y violeta al cielo; y tralkán wenu pu lonko
gobiernan el trueno. “ Son los abuelos antiguos que subieron. Cuando
muere un mapuche —buen lonko, buena machi—, ellos van al wenu
mapu” . . . “ Antiku pu lonko arreglan suerte, animales, plata. Dan la
oratoria (eupitún) ” .
Meli antiku pu machi (cuatro machis antiguas). Ellas reciben dis
tintos nombres: fileu, fileu machi, antiku machi, awelu machi, antiku
chuchu, antiku fileu. Son “ los espíritus de las machis que van al wenu
mapu. Están resguardadas en una ruka del feta chachai. Son muchas.
Dan remedios y newén (fuerza) a la machi” . . . “ Pa’ tener ese poder,
un machi lo nombran. Las machis (de la tierra) piden que lo ayuden;
! hacen rogativa como nillatún para que lo vengan ayudarlo y le dé suer
te. Todo eso. Y se ganen en el enfermo. Eso es. Pedirle mejoría al en
fermo . . . , que sea al fin ganar la vida del enfermo” . . . Ellas dan buena
salú” . Los cuatro espíritus del volcán Villarrica, pillan, están íntima
mente relacionados con la machi. “ Pillan es un espíritu de la machi.
Son sueños de la machi. Es espíritu que da buen peuma (sueño). Da
buen tiempo” . . . “Es que ante’ ello’ lo llamaron pillañ a ñidol. Ahora
no se le reza casi nada” . Cabe señalar que, para un grupo minoritario
de mapuches entrevistados, pillañ posee connotaciones negativas.
Antiku che o feta ke che (antepasados que subieron al wenu m apu).
“Han muerto los antiguos y están arriba” . . . “Nosotros somos hijos de
los feta ke che antiguos. Ellos son hijos de ñidol” . Su misión es velar en
general por su familia y parientes, de acuerdo con ñidol, el jefe.
69
ante’ que muera ya le han hecho el trabajo. Si. Le pescan el alma, el
alwe. Eso. Ha muerto el hombre, pero el espíritu anda aquí, ‘pareciendo’ ” .
Ese espíritu no alcanza a subir al wenu mapu; al intentarlo, queda en el
anka wenu o bien “ queda sufriendo y se va al lafkén (mar) o ñau
mapu” .
“La enfermedad viene de ñau mapu . . . Por ser aquí, la tierra1 en
el lugar este. Está aquí eso. Aquí nace la enfermedad. Trabajan los
kalku . . . Igual como nosotros trabajamos para nuestra vida y mante
nernos, así trabajan para crear enfermedad también” . . . Esta puede ser
un “ aire que sale del anka wenu: el kuruf del anka wenu. En la’ nube an
dan lo’ malo” . Y a estas causas mágicas se suman las empíricas, las
reales: “ el pobre muere más luego. Los ricos como tienen cómo reme
diarse . . . Muchas veces los pobres que somos, morimos más luego porque
no hay plata pa’ remediarse . . . Ante’, el que tenía plata dentraba; el
que no, moría no ma’ pu’. Entonces, así tiene que ser acá. El que está
ma’ maltrata’o, muere ma’ luego” .
Las funciones específicas atribuidas a los espíritus del mal son nu
merosas y variadas; sin embargo, ellas se manifiestan verbalmente con
gran restricción, recelo y reserva. Mencionaremos algunos casos:
Cuidar, como gigantesco y maligno guardián, los cultivos y ganado
del patrón —el witranalwe— ; aparecer anunciando males y enferme
dades —el anchimallén— ; perturbar la tranquilidad de los parientes o
amigos por medio de ruidos nocturnos extraños —el alwe wekufe— ; pro
vocar enfermedades pre y postiniciáticas de la machi —el perrimon-
tún— ; causar deformidades congénitas — el waillepeñ— . Diseminar epi
demias — el cherrufe y el wüyuche— ; espiar al débil y transportar la
enfermedad por los aires transfiriéndola a sus víctimas —el choñchoñ
o tuetué— ; chupar sangre humana y de animales, causando la anemia
— el piwuchen— ; transportar la enfermedad por el aire al mediodía — el
meulén— . Provocar la muerte por inmersión en los ríos, lagos y mares
—el nérru-filu chiñi-filu, trelke-wekufe y sunpall.
Aunque nosotros podríamos discutir su agrupación junto a los es
píritus del mal, para los mapuches el sol (antix) posee algunas conno
taciones negativas. Es la pareja polar de la luna: “ Kiyén e’ lo que lo que
lo’ nació a nosotro’. Pero antü el que lo’ lleva . . . Porque kiyén lo dejó
así a uno. Y el sol, parte contrario: cuando muere lo lleva él” . O sea, la
vida y la muerte se relacionan respectivamente con la luna y el sol, cuya
alternancia dual se asocia al eterno devenir cíclico del día y la noche.
Además, “ el sol es kétrai mapu” , tierra del fuego. Por 10 tanto, es malo.
O es malo y bueno a la vez, puesto que “ amanece” dando la claridad,
luz y calor “para secar bien las siembras; para madurar bien” . El sol
es, por lo tanto, un astro ambivalente. Y por su misma ambivalencia se
le agrupa con las fuerzas del mal, puesto que para los mapuches todo
lo ambiguo, indefinido, intermedio o regular se inclina hacia el mal.
IV. CONCLUSIONES
70
1. Existe una divergencia cultural entre la cosmovisión mapuche
y aquella de la sociedad chilena. Para ellos, lo profano y lo sagrado se
yuxtaponen en la matriz terrestre; para nosotros, lo profano y lo sa
grado constituyen dos niveles que se escinden analíticamente.
2. El conocimiento y transmisión oral de la cosmovisión y sus con
tenidos poseen carácter secreto y esotérico, controlándose estrictamente
su divulgación al winka (ch ilen o). Todo mapuche conoce, ya sea un
segmento pequeño o amplio del esquema total de cosmovisión, según
su grado de aculturación y participación activa en ceremonias rituales.
Sin embargo, son los portadores de estos conocimientos y creencias
-—machi, cacique, dunulmachife y nillatufe— quienes conocen el total.
3. En la comunidad mapuche existen sanciones severas, tanto a
nivel humano como divino, para aquellos que difunden conocimientos
acerca de la cosmovisión. Dicho régimen punitivo ha favorecido la trans
misión fija y estable de su tradición. Uno de los testimonios verbales
más valiosos del presente trabajo, fue proporcionado por un sabio an
ciano que llevó a sus amigos winkas a un bosque aislado, situado lejos
de su vivienda, para entregar su solemne testimonio verbal.
4. La religión mapuche no es proselitista. Se conserva y traspasa
sólo a nivel del grupo étnico, sin pretender nunca difundirla a los no
mapuches. Por lo tanto, su cosmovisión favorece y refuerza la identidad
étnica.
5. La tierra posee carácter sagrado, y el mapuche se ubica en su
centro. De esta idea se desprende un concepto etnocéntrico del cosmos
y de la posición del mapuche en él. Ellos son los hombres destinados por
los dioses a vivir en un territorio determinado.
6 . La cosmovisión mapuche parece tener raíces comunes indoame-
ricanas y, en especial, andinas 52. En este trabajo no pretendemos abor
dar los complejos problemas etnohistóricos del origen del hombre ame
ricano, a pesar de las numerosas analogías estructurales anotadas en
el desarrollo del capítulo III. Debemos dejar señalada, sin embargo, la
estrecha similitud configuracional con esquemas culturales asiáticos.
7. La cosmovisión pervive ligada a sus aspectos funcionales. Los
mapuches creen recibir la única ayuda verdadera de su mundo sobre
natural, puesto que, por el contrario, estiman no haber recibido de los
chilenos sino un trato injusto —tanto a nivel social, económico y jurí
dico como en otros niveles de su existencia cotidiana— . Y frente a la
consolidación de un sistema injusto, ellos reaccionan con perplejidad e
impotencia, refugiándose pasivamente en su cosmovisión como única
solución posible. Si no hay justicia acá, ella se encontrará arriba.
8 . El nülatún es el eje de la vida religiosa. En su ceremonial se
reactualiza dinámicamente la cosmovisión, y, a su vez, dicha cosmo
visión refuerza la cohesión social de la reducción y sus vecinos. Recor
demos que el ramillete de banderas colocadas alrededor del nillatúe es
un símbolo de unión fraternal.
9. El fervor religioso de los mapuches se refleja cotidianamente en
el eje temporal-espacial profano y sagrado de la existencia. Dicho fer
vor se manifiesta en ciertas prácticas habituales, tales como regar sim
bólicamente la tierra con chicha u otra bebida tradicional antes de
52 Véase Julián H. Steward y Louis C. Faron, Native Peoples of South America, New York, Me Graw
Hill, 1959, pp. 262-263.
71
beber; regalar objetos pares de “ buen” color; y no romper el orden
ceremonial de la ruedecilla, tanto en el orden doméstico como en el
ritual.
10. La estructura de la cosmovisión mapuche es simbólica, dual
y simétrica, basada en parejas de oposición proyectadas en una síntesis
dialéctica (ver hipótesis de trabajo en el capítulo I ) . Dicha estructura
emerge claramente en los diversos niveles de análisis del presente es
tudio: en la concepción vertical y espacial del cosmos; en la concep
ción temporal-espacial y material del mismo; en la percepción colorista
—colores buenos y malos— y en el panteón mítico basado en una pareja
dual originaria y en la oposición de dioses y wekufes.
La situación originada en el agro mapuche a partir de la promul
gación de la ley indígena de 1867 y su aplicación a partir de 1884, signi
ficó la división de la tierra en reducciones otorgadas mediante el título
de merced. Una vez formadas dichas reducciones, se produjo la división
progresiva de la tierra, debido principalmente a la multiplicación de
herederos, que provocó las consecuencias socioeconómicas que conoce
mos. Asimismo, se imposibilitó la movilidad de los grupos y las moda
lidades de adquisición de nuevos terrenos, impulsándose el nacimiento
del concepto de terratenencia individual53. Es claro para nosotros que
en esta larga gestión no se procedió en ningún momento a tomar en
cuenta los cimientos culturales de la comunidad mapuche. Por el con
trario, se originó un esquema de terratenencia contradictorio, opuesto
a las normas culturales vigentes 54. El ha contribuido a agudizar su si
tuación presente de marginalidad, fomentando su carencia de integra
ción y participación en la sociedad chilena.
Pensamos que tanto una remodelación de la ley indígena como la
aplicación de la Reforma Agraria en el área mapuche debería basarse
en un diagnóstico cultural previo completo. Es importante favorecer la
participación integral de la comunidad mapuche en dicho diagnóstico
cultural como también en la toma de decisiones jurídicas relacionadas
con el destino futuro de sus tierras. Consideramos que un conocimiento
de la cosmovisión mapuche abre una útil perspectiva para los técnicos
que persiguen una reestructuración del actual sistema de terratenencia
para lograr otro más justo, realista y respetuoso de los auténticos valo
res culturales de la comunidad mapuche. Cuatro aspectos que emergen
del presente análisis podrían contribuir a dicha orientación:
1. Los mapuches poseen un sistema tradicional coherente de divi
sión de la tierra, producto respetable de una sabiduría empírica antigua,
acumulada y transmitida como valiosa herencia social.
2. Dicho sistema tradicional de división de la tierra se basa en una
orientación especial ética y ceremonial que debería tomarse en cuenta
para casos concretos de distribución de tierras.
3. El carácter sagrado de la tierra y la relación telúrica y etno-
céntrica del mapuche con respecto a la misma contribuye a erigir una
de las principales barreras culturales que deben enfrentar los técnicos.
Dichos obstáculos pueden ser controlados, con mayor propiedad, por
70
medio del conocimiento acerca de la cosmovisión mapuche, cuna de
muchas normas, actitudes y valores de su cultura 55.
4. La visión mapuche del mundo, dualista y dialéctica, posee una
1 extrema coherencia interna que la hace compatible, desde un punto de
vista estructural, con enfoques lógicos modernos.
En síntesis, hoy se enfrentan dos concepciones contrastantes res
pecto a los problemas agrarios mapuches: la racional y jurídica chilena,
guiada por la orientación socialista de la Reforma Agraria, y la tradi
Septiembre de 1972.
55 Como un caso concreto de barrera cultural, citamos la resistencia de los mapuches para pagar
tributo por la tierra, tanto por considerar que ésta les pertenece por razones religiosas e históricas
y porque, ademáis, su nivel de ingreso no se los permite.
73
Fundamentos para una política
cultural mapuche
W il s o n Cantoni
I. EL PROBLEMA HEREDADO
1 Se considerará en este artículo sólo a los mapuches —el más importante de los grupos étiiicos autóc
tonos—, aunque muchos de los planteamientos generales presentados sean valederos para el con
junto de los grupos indígenas chilenos. La integración de los indígenas magallánicos ( alacalufes,
yaganes y onas) fue “ solucionada” definitivamente mediante su exterminio. La integración de los
quechuas y aymarás del Norte Grande, así como la de los isleños de Pascua, permanece también
como un problema latente y en gran parte desconocido, a pesar de que esos grupos se ubican en
regiones estratégicas desde el punto de vista de la defensa de la soberanía nacional.
2 La única solución estructuralmente definitiva fue la lograda en la región central (o del indígena
sometido desde la Colonia) durante el período de constitución\ de la propiedad latifundista, me
diante la transformación e inmersión completa de las tierras y de la mano de obra indígena en la
estructura de la gran propiedad señorial. A mediados del siglo X IX el mapuche de la región
central desaparece en la masa de una población campesina mestiza, empleada en fundos y haciendas
como inquilinos y peones. Pero en la región de la Frontera (o zona clásica de resistencia indí
gena) e incluso en la región más sureña de Los Lagos (indígena sometido desde la Colonia, pero
de incorporación más tardía del territorio en la propiedad latifundista), el mapuche, a pesar de
, vivir finalmente arrinconado y segregado en las reducciones, siempre conservó algún territorio
propio, una organización sociocultural específica ( en mayor o menor grado) y una identidad
grupal diferenciada. Es este el pueblo mapuche (que hoy día conforma una población aproximada
de 400.000 personas en el área rural y de 100.000 personas en el área urbana), cuya integración
nacional no fue solucionada en ninguna de las etapas históricas de formación y desarrollo capita
lista de la sociedad chilena.
74
No es nuestra intención detenernos ahora en el análisis y en la
prueba de la no posibilidad de solución del problema en los periodos
histórico-sociales precedentes. Sin embargo, teniendo en cuenta que el
objeto de estas reflexiones es contribuir de algún modo a la formulación
de la política indígena del Gobierno Popular, es conveniente indicar
algunos elementos que ayuden a comprender por qué la integración
nacional del mapuche tiende a presentarse como un problema difícil
para la izquierda chilena.
En primer lugar, un proyecto viable de emancipación social y libe
ración humana del pueblo mapuche sólo puede surgir como parte de
un programa y de una práctica de emancipación y de liberación del
campesinado chileno. Hace pocos años que empezó a difundirse y a con
solidarse un movimiento de representación campesina de relativa sig
nificación nacional y de cierta capacidad efectiva de presión política,
dentro de los parámetros de la reforma agraria y de la organización
sindical paralela establecidos por el Gobierno anterior.
Sólo con el advenimiento del Gobierno Popular, es decir, con la
gran movilización que alcanza prácticamente a todas las capas del
campesinado, con la difusión y consolidación relativa de los consejos,
con el rápido avance de la organización sindical de izquierda (que pasa
a ser hegemónica también en el campo), con el amplio debate sobre
las formas que deben asumir las unidades productivas en el área refor
mada y con el término del latifundio, aumenta en gran escala la repre
sentación (real y potencial) campesina y el campesinado entra final
mente en la historia de las luchas sociales de Chile como protagonista
y sujeto de su propio destino. En consecuencia, se crearon las condicio
nes estructurales para que se planteara también, en la orden del día
de la historia chilena, la solución del problema mapuche 3.
Pero el surgimiento de las condiciones de necesidad y de viabilidad
de solución de un problema social no significan en sí mismas la solución
del problema. Tanto es así que, a pesar de la nueva disposición y actitud
asumidas por el Gobierno Popular hacia el mapuche y de las muchas
medidas concretamente tomadas en su beneficio, este Gobierno y sus
áreas de sustentación no alcanzaron a formular hasta ahora una polí
tica indígena claramente definida en sus metas y consistentemente
articulada en su implementación. Ello no se debe a una falta de interés
en atender a las reivindicaciones de las comunidades y de las asocia
ciones mapuches, ni se explica tampoco sólo por problemas de coordi
nación administrativa o política. El hecho señalado va más a fondo y
toca a la relativa indefinición de la izquierda sobre algunos aspectos
centrales que se plantean a una política socialista de integración na
cional del mapuche, lo que se advierte desde la presentación al país del
Programa Básico de la Unidad Popular.
Los límites económicos y políticos de la política indígena del Go
bierno Popular serán dados, en lo fundamental, por los límites de la
nueva alianza obrero-campesina que se está construyendo con la re
forma agraria y la organización masiva del campesinado. Desde que
una alianza de clase con capas postergadas se realiza concretamente
—más allá o más acá de consignas ideológicas— por un aumento de
3 El campesinado mapuche realizó, en los primeros meses de 1971, su primera movilización masiva
(toma de terrenos usurpados) desde 1883, fecha de su derrota militar definitiva con la caída del
último baluarte araucano de Villarrica.
75
su participación en el ingreso nacional mediante un aumento de su po
der de representación y presión, la amplitud de la nueva política indí
gena dependerá de la medida en que el campesinado mapuche participe
de la nueva alianza indicada.
Sin entrar, por ahora, en la cuestión decisiva de los límites posibles
de esa alianza, que se presenta como la cuestión básica de la política
agraria ' del Gobierno, cabe señalar que las divergencias y decisiones
sobre esa materia tienden a situarse en el terreno de la evaluación
táctica de fuerzas y de prioridades. Aun considerando las opciones es
tratégicas de tránsito al socialismo distintas de la estrategia de la
Unidad Popular, permanece el hecho de que todas tienen las mismas
metas históricas y de que todas las corrientes marxistas se orientan por
una teoría básica común. Sin minimizar las agudas divergencias que
nacen en la aplicación práctica de la teoría y en la realización de las
metas, lo que se quiere hacer resaltar es que el problema de la eman
cipación social del conjunto del campesinado y de su integración igua
litaria en una futura sociedad chilena socialista no constituye un pro
blema estratégico-teórico para el conjunto de la izquierda, al menos en
lo que se refiere a la finalidad y a la racionalidad histórica de esa
acción dentro de una política general de clase trabajadora.
En contrapartida, el problema de la integración nacional del ma
puche se presenta no sólo como un problema táctico (en qué medida el
mapuche va a participar de la nueva alianza obrero-campesina que
puede ser realizada en esta etapa), sino también como un problema
estratégico (lo que se quiere precisamente alcanzar y realizar como
meta histórica) no suficientemente aclarado. No cabe duda de que, des
de el punto de vista general de la situación y destino de clase, no
existe tai cuestión estratégica, puesto que se quiere para el campesino
mapuche exactamente lo mismo que se quiere para el conjunto del cam
pesinado. Pero el mapuche, además de campesino a título general de
clase, forma una minoría nacional étnicamente diferenciada, y la cues
tión estratégica resurge al plantearse el problema central de la política
cultural, que consiste en definir con claridad si la política general de
clase a ser aplicada al mapuche buscará integrarlo en la nueva sociedad
mediante la aceptación o la extinción de su situación específica de
minoría nacional diferenciada. Las metas históricas establecidas a este
nivel estratégico serán de importancia decisiva para la implementación
táctica de la política general de clase a ser desarrollada, particular
mente en los aspectos claves de la incorporación a la reforma agraria
y al desarrollo productivo, la nueva organización y autorrepresentación
social y la formación de un nuevo liderazgo indígena.
Es sobre ese problema central de la formulación de úna política
cultural indígena que se observa una relativa indefinición por parte
de los partidos y organizaciones populares, lo que afecta sensiblemente
la política indígena general del Gobierno en la medida en que obstacu
liza el aprovechamiento orgánico del potencial de movilización y trans
formación social representado por el campesinado mapuche. La indefi
nición relativa señalada —qué hacer con el mapuche en cuanto ma
puche o, mejor dicho, qué destino estructural aguarda a la minoría
nacional mapuche en la futura sociedad socialista— está asociada a
un conjunto de factores históricos, dentro de los cuales se pueden des
tacar los siguientes:
En primer lugar, la izquierda chilena es, a la vez, izquierda y
chilena. Con esa proposición tautológica se quiere indicar que también
los partidos, las organizaciones y los cuadros de izquierda se formaron
y viven en el ambiente cultural y en las tradiciones socializadoras que
reproduceá el prejuicio secular contra el indígena. El hecho de que las
colectividades y personas de izquierda tengan una conciencia crítica
más apta a captar el significado de clase de la discriminación racial no
elude el otro hecho de que ellos tienen también que luchar contra acti
tudes, juicios y conductas prejuiciadas, que hacen parte de su propia
formación y que pueden disimularse incluso en racionalizaciones ideo
lógicas.
En segundo lugar, el problema de la política cultural indígena
tiende a presentarse a la izquierda chilena como un problema teórica
mente oscuro, es decir, no existe una explicación conocida, debatida y
racionalmente aceptada sobre las relaciones entre estratificación de
clase y estratificación étnica en el proceso de transformación revolu
cionaria de la sociedad. Debido a que la exclusión del indígena no se
había planteado como cuestión efectiva de actualidad política, la inte
gración nacional del mapuche siempre se presentó para el pensamiento
crítico de la izquierda chilena como un problema residual4. Por otra
parte, el pacto tácito de silencio impuesto por la política tradicional
discriminatoria de integración del indígena, impidió que la exclusión
social impuesta al mapuche lograra siquiera constituirse como problema
científico de significación en los círculos universitarios. Esa carencia
teórica no es privativa de la izquierda chilena, pero tiene efectos pro
fundos en la formulación de la política indígena del Gobierno Popular,
dado que, siempre que se trate de objetivos estratégicos, no hay acción
consecuente sin una teoría consecuente que ilumine y oriente el curso
histórico de la acción 5.
En tercer lugar, merece destacarse el hecho de que el pueblo mapu
che, por la fuerza misma de la intensidad de su exclusión social, no
pudo construir un proyecto propio y consistente de su emancipación
social y de su liberación humana en la sociedad en la cual fue forzado a
participar. La inexistencia de un programa propio de defensa de sus
intereses generales de clase y de afirmación de su personalidad cultural,
por parte del principal interesado, no permitió el diálogo crítico del
pueblo mapuche con las fuerzas populares chilenas. En consecuencia,
se impuso a la izquierda de este país, sea por los prejuicios heredados,
$ea por la ausencia impuesta a su único interlocutor valedero, una
especie de paternalismo estructural en la cónsideración del problema
indígena, circulo vicioso que sólo se romperá cuando el mapuche asuma
su propia palabra dentro del proceso revolucionario chileno.
Es así que, en un balance de tendencias de la política puesta en
marcha por las corrientes de izquierda en el período del Gobierno Popu
lar, no es sorprendente encontrar posiciones que van desde la negación
77
lisa y llana de la personalidad cultural diferenciada del mapuche hasta
la valorización romántica y folklórica del conjunto de su actual situa
ción cultural.
Los grupos y organizaciones que impulsaran, en los primeros meses
de 1971 la movilización masiva del mapuche en la toma de terrenos
usurpados y en la constitución de consejos campesinos como poder pa
ralelo en el campo, no concedían ninguna especificidad de clase al pro
blema de la participación igualitaria del mapuche en la sociedad na
cional. En nombre de una política general común a campesinos indí
genas y no indígenas, tendían a considerar como reaccionaria toda
consideración estratégica de la personalidad cultural diferenciada del
mapuche y de sus conflictos específicos de integración nacional. Esta
línea política, que igualaba su programa mínimo con su programa máxi
mo (movilización para la conquista del poder total) podía utilizar in
tensamente algunos de aquellos conflictos (reivindicación histórica so
bre la tierra y odio al huinca usurpador) como expediente táctico, aun
desconociendo e ignorando su naturaleza social. Por otra parte, en la
movilización para la conquista del poder total, estrategia y táctica se
funden en un solo momento de la acción y el problema concreto de
integración del mapuche en la sociedad nacional sencillamente se aplaza
para el futuro socialista. No obstante, en la medida en que el poder pa
ralelo en el campo no toma cuerpo y que la lucha por la conquista de
la totalidad del poder retoma los cauces estructurales de la vía chilena
—en que la destrucción de lo viejo y la construcción de lo nuevo se ha
cen simultáneamente— , la debilidad estratégica de tal tendencia resulta
cada vez más evidente. Por una parte, su negativa a considerar la
personalidad cultural distinta del mapuche y el carácter peculiar de
sus contradicciones de clase en la sociedad chilena impide a tal ten
dencia formular cualquiera política específicamente indígena, es decir,
tener metas históricas y una estrategia propia en la materia. El precio
a pagar es que con ello se repite, en otro discurso y en otra intencio
nalidad política, la línea tradicional de las clases dominantes, que siem
pre se negaron a reconocer el pueblo mapuche como minoría nacional,
y reflota su monserga ideológica de que él está culturalmente integrado
(sus problemas serían los problemas generales de la marginalidad cam
pesina, particularmente la deficiencia de escolarización). Por otra parte,
la ausencia de una estrategia y de una política indígena reducen tal
tendencia al aprovechamiento táctico de algunos conflictos preexisten
tes a su intervención, lo que resulta en su permanente debilidad táctica.
Ello porque no se puede, a partir de los conflictos inmediatos preexis
tentes, elevar la conciencia y la acción al nivel del conjunto de las
contradicciones que caracterizan la situación social específica del pue
blo mapuche, situación que, precisamente, tal tendencia niega, desco
noce o ignora. En consecuencia, las acciones sólo pueden ser masivas
cuando no superan los límites de reivindicación y de conciencia pre
sentados tradicionalmente por los indígenas. Lo que representa el se
gundo precio parado jal que debe pagar la tendencia considerada, que
se quiere la más genuinamente revolucionaria y busca conducir a las
masas a la implantación directa del socialismo 6.
6 La intensa movilización del mapuche en los primeros meses de 1971 (que parecía colocarlo en la
vanguardia revolucionaria del campesinado chileno) se hizo a partir de reivindicaciones preexistentes
sobre la devolución de terrenos usurpados y sin cambio significativo de la conciencia social que
78
En contraposición a esa tendencia voluntarista, existe la acción
del grupo de partidos y organizaciones orientados por la estrategia ge
neral de la Unidad Popular, al que se puede agregar las instituciones
fiscales (como DASIN y CORA) que tienen actuación directa en el
sector indígena. Si bien se trata de un grupo muy diversificado en
cuanto a función y representación, es dable afirmar que representa, de
modo muy general y en matices diversos, la tendencia predominante
en el Gobierno, en lo que a política cultural indígena se refiere.
Sin entrar ahora en las vicisitudes de la formación de tal tendencia,
ella se caracteriza, en lo esencial, por aceptar que la participación igua
litaria del mapuche en la sociedad chilena representa un problema es
pecífico de integración que no puede ser eludido y que el pueblo mapu
che debe participar activamente en la construcción de las metas, ca
minos y formas de su nueva participación en la sociedad nacional. Vale
decir que los supuestos que fundan esa tendencia permiten la formu
lación y el desarrollo de una política indígena de contenido y de orien
tación socialista.
Sobre la base de la estrategia y de los supuestos señalados, el Go
bierno Popular se decidió a enfrentar el problema de la exclusión social
del mapuche, institucionalmente congelada desde la legislación de 1931,
impulsando una nueva política que, en el corto plazo, se materializó en
las siguientes líneas principales de acción: restitución administrativa
de tierras usurpadas, presentación al Congreso de una nueva legislación
indígena, reorganización y agilización del servicio público especializado,
activación y democratización de la asistencia educacional, acuerdos
DASIN-CORA para la incorporación del campesinado mapuche a la
reforma agraria. Cumple destacar, en lo que se refiere a la participación
de los mapuches en la nueva política, que el proyecto de ley presentado
al Parlamento fue fundamentalmente elaborado por la Confederación
Nacional de las Asociaciones Mapuches, habiendo sido el primer proyecto
del Gobierno Popular ampliamente discutido y aprobado por las bases.
Esa Confederación, la más representativa del pueblo mapuche y que
congrega elementos de todas las orientaciones partidarias, se originó en
área democratacristiana pero se convirtió en fuerza de sustentación de
la política indígena del Gobierno Popular, lo que evidencia la amplitud
y la capacidad de sensibilización masiva de esa nueva política.
Escapa al objetivo de este trabajo realizar un examen del resultado
de las medidas adoptadas en las distintas líneas de acción emprendidas.
Pero tomando la materia en conjunto y dejando constancia de varios
avances sectoriales o zonales muy positivos, es constructivo y oportuno
señalar dos hechos. En primer lugar, se advierte, dentro de la política
de corto plazo indicada, la ausencia de una línea específica sobre polí
tica cultural. Es cierto que las medidas sobre activación y democrati-
tradicionalmente las orientaba. En este sentido, el movimiento realizado de toma de tierra podría
haber sido impulsado por cualquier grupo político dispuesto a hacerlo, especialmente bajo el alero
del Gobierno Popular, que impedía la represión policial en el campo. Desde el punto de vista de
un análisis histórico concreto, no se puede minimizar la participación indígena en la gestación y
la función de los consejos comunales, particularmente en Cautín, análisis que no fue hasta ahora
razonablemente efectuado. Sin embargo, lo que se quiere destacar es que, a partir de la moviliza
ción señalada, no se pudo avanzar hacia la reorganización económica de las comunidades (a pesai
de los consejos) ni hacia la reorientación de la conciencia social del conjunto del campesinado indígena.
Tanto es así que, después del movimiento realizado, la gran mayoría de ese campesinado permaneció
alejada de cualquiera transformación de las actividades productivas y se mantuvo influencíable por la
propaganda de la oposición en contra de su incorporación a la reforma agraria.
79
zación de la asistencia educacional son parte de la esfera de la cultura y
que en ese terreno se lograron algunos resultados expresivos 6a.
Pero no es menos cierto que las actividades educacionales desarro
lladas o planificadas no fueron acompañadas por una discusión orgá
nica de los problemas substantivos de la integración cultural del mapu
che. Es así que se verifica una activación educativa no orientada por
una nueva política cultural, con el riesgo de conservarse los valores de
la política educacional anterior, tradicionalmente difundidos entre los
mapuches por el aparato escolar y otras agencias socializadoras7.
El segundo hecho a considerar es que las líneas de acción puestas
en marcha en el corto plazo tienden cada vez más a encontrarse con
obstáculos estructurales (objetivos y subjetivos), particularmente en lo
que se refiere a la incorporación a la reforma agraria y al estableci
miento de bases económicas objetivas de participación igualitaria. Vale
decir que la política del corto plazo se agota y que los obstáculos estruc
turales que surgen sólo pueden ser vencidos por una política del largo
plazo.
El surgimiento de los obstáculos estructurales señalados se rela
ciona con el surgimiento de obstáculos del mismo tipo frente a la polí
tica general de transformación revolucionaria de la sociedad, puesta
en marcha por el Gobierno Popular. Su eliminación depende del avance
de la participación del pueblo en la economía y en el poder, mediante
un programa de liberación de clase y de desarrollo nacional que los tra
bajadores reconozcan como suyo y que sea ejecutado por ellos mismos.
Si este es el camino de victoria del conjunto de la clase trabajadora,
con mayor razón será el camino del pueblo mapuche, secularmente
excluido, aislado y despreciado. De ahí la importancia de la nueva polí
tica cultural, entendida como la transformación revolucionaria de la
conciencia y de los valores, capaz de transformar el mapuche en el su
jeto de su propio destino cultural dentro de una política general de clase
trabajadora. Pero la conciencia no es la conciencia de sí mismo, sino que
es producida y mediatizada por las condiciones concretas de la existen
cia social y por las posibilidades objetivas de su transformación. Lo que
obliga a situar la nueva política cultural dentro de una estrategia de
conjunto que caracterice la situación de clase específica del mapuche,
que defina las metas de su integración a la sociedad en tránsito hacia el
socialismo y que transforme las contradicciones que actualmente lo des
garran en Jas fuerzas impulsoras de un proyecto colectivo y autorreali-
zado de liberación social y humana.
Ahora bien, la primera tarea que se plantea es la caracterización
de la situación específica de clase del mapuche, problema hasta ahora
6a Incremento de las becas de estudio concedidas de 556 en 1970 a 3.000 en 1971 y a 10.000 en
1972, con sensible aumento del monto medio de ellas; participación de representantes del Consejo
Campesino Provincial de Cautín y de Federaciones Provinciales de Estudiantes Mapuches en el
Consejo Seleccionador de Becas; instalación de Hogares Estudiantiles Mapuches, construcción de un
Instituto de Capacitación Indígena en Temuco, para impartir capacitación técnica en convenio
con INACAP; convenio con el Ministerio de Educación para construcción prioritaria de escuelas
dotadas de internados en zonas rurales indígenas, etc.
7 Los valores de esa educación buscan la ascensión social y la asimilación cultural en términos indi
vidualistas y desvinculados de la solidaridad de clase y de grupo étnico, dentro de una ideología
de clase dominante que interpreta la situación de exclusión del mapuche como producida fundamen
talmente por su ignorancia y por su incapacidad de superación personal, que serían producidas, a
su vez, por el atraso económico y cultural derivados de la vida en comunidad y de la conservación
de la cultura originaria. El problema de la educación como ideología deformadora es tan impor
tante para la mistificación y desclasamiento de la conciencia social del mapuche que merece un
análisis especial.
80
no suficientemente dilucidado por el pensamiento crítico de la izquierda
y fuente teórica de equivocaciones o perplejidades en la práctica.
Con el objeto de contribuir, en alguna medida, a la formulación de
una estrategia que permita fundar una política indígena permanente y
unificada del Gobierno Popular, se presenta un intento de definición de
la situación específica de clase del mapuche. Las reflexiones que cons
tituyen esa propuesta teórica buscan indicar escuetamente un nuevo
esquema general de análisis y de orientación, que debe ser desarrollado
en varias direcciones e integrado críticamente a la teoría de las clases
sociales. Vale decir que no tienen otra pretensión sino la 'de representar
un punto de partida y de incitación al debate.
8 Los supuestos de este enfoque integrado de la situación de clase, importante para caracterizar la
situación social del mapuche y la correlación de fuerzas en una estructura de clases, no se pre
sentan ahora, para no alargar excesivamente este trabajo.
81
6 — Cuadernos
san en el hecho de que el mapuche, como grupo étnico diferenciado en
cuanto a la raza y cultura, sufrió discriminaciones especiales de clase
asociadas específicamente a su diferenciación racial y cultural. Esas
discriminaciones especiales de clase representan el modo particular de
inserción del mapuche en la estratificación de clase y definen las con
diciones específicas de su relación con la sociedad nacional.
El sistema de estratificación de clase es en sí mismo un sistema de
discriminación, puesto que representa y establece posibilidades distintas
de participación económica, política y cultural. Es por ello que las rela
ciones de clase son fundamentalmente relaciones de discriminación y
es por ello que se puede hablar de discriminaciones generales y de dis
criminaciones específicas de clase. Para caracterizar la situación del
mapuche —así como de cualquier grupo étnico que presentá a la vez
condiciones generales y específicas de participación de clase— propo
nemos el concepto de situación de estratificación de clase de tipo colo
nial. Este concepto expresaría el modo particular que asume la estrati
ficación general de clase cuando discrimina específicamente a todo un
grupo étnico sobre la base 'de su diferenciación racial y cultural. Vale
decir que el concepto sugerido representa un tipo de estratificación, de
clase y de participación social que:
a) Expresa a la vez las condiciones generales y específicas de la
relación del mapuche con la sociedad nacional, y
b) Es una parte del sistema de estratificación de clase que conforma
la sociedad nacional9.
A. Situación económica
Relaciones o discriminaciones generales de clase. En la sociedad colo
nial (zona central o del indígena sometido desde la Colonia) el mapu
che se transforma en mano de obra servil y después se mezcla y es inser
tado en conjunto en las posiciones más interiorizadas del sistema pro
ductivo, como peón o inquilino de la gran’ propiedad señorial. En la so
ciedad republicana (zona de la Frontera, o de resistencia indígena) el
mapuche es segregado en conjunto en las reducciones, como pequeño
propietario en una economía agrícola de subsistencia. Tanto en un caso
como en otro, el mapuche pasó a participar de las relaciones de explo
tación e inmovilidad económica comunes a todos los que ocupan posi
ciones similares en el sistema productivo.
Relaciones o discriminaciones específicas de clase. La transforma
ción obligada del mapuche en trabajador adscrito a la gran propiedad
o en pequeño productor segregado se hizo al precio de dos guerras de
9 En este sentido, la situación de estratificación de clase de tipo colonial del mapuche sería la
manifestación del desarrollo desigual y combinado de la sociedad capitalista chilena, en lo que se
refiere al tipo de integración nacional impuesto a los grupos étnicos autóctonos. Para una aplicación
histórica (parcial) del concepto sugerido véase Relaciones del Mapuche con la Sociedad Nacional Chi
lena, Escuela Latinoamericana de Sociología, Santiago, 1972. Para una síntesis teórica preliminar de
las notas centrales del mismo concepto (como modelo general) véase documento interno (mimeo-
grafiado) de la misma Escuela.
82
conquista (la colonial y la republicana) y del despojo de sus tierras, es
decir, del bien económico básico de sustentación de su organización so
cial y de su cultura. En el período republicano al mapuche no se le
dio oportunidad de participar en la colonización dirigida por el Estado
y fue aislado espacialmente en lás reducciones, con dotación de tierra
inferior a la de los demás colonos. Después de establecido en las reduc
ciones, continuaron las usurpaciones de sus terrenos, ilegales o legales
(mediante un derecho patrimonial discriminatorio aplicable sólo al ma
puche) . Sobre la base de la legislación que lo agrupa y segrega en las
reducciones, el mapuche reorganiza su actividad productiva y establece
su ajustamiento económico específico con la sociedad chilena, mediante
la comunidad basada en la unidad productiva familiar autónoma y
en la propiedad colectiva legal de la tierra. Este ajustamiento lo pro
tegía contra la pérdida de sus terrenos y el descenso a la posición de
campesino sin tierra. Ahora bien, la meta principal de la legislación
indígena dictada desde 1927 hasta 1964 es la destrucción de aquel ajus
tamiento económico, a través de la quiebra de propiedad colectiva legal
de la tierra. La segregación del mapuche en las reducciones lo conde
naba históricamente a la minifundización y a las relaciones expo-
liativas de mercado. A la acción acumulativa de esos dos factores (a
los que se agregan los efectos de la política sistemática de división de
las comunidades, de las usurpaciones legales o ilegales de tierras y de
las enajenaciones de terrenos dictadas por la miseria) se debe el dete
rioro progresivo de la economía de subsistencia del mapuche, caracte
rizada por la situación actual de- desahorro de la mayoría de las uni
dades productivas familiares, por períodos regulares de privación y ham
bruna, por la activación del proceso de proletarización y por roces inso-
lubles dentro de las comunidades.
B. Situación 'política
33
C. Situación cultural
84
che y a los demás grupos étnicos autóctonos, justifica la posición y la
situación de clase inferiorizada del indígena, así como todas las dis
criminaciones o crímenes realizados específicamente contra él, mediante
su supuesta inferioridad racial. De acuerdo a tal justificación discrimi
natoria, el mapuche es explotado, dominado o degradado socialmente
no porque es víctima de discriminaciones de clase, pero sí porque es
biológica y naturalmente inferior.
Entre las diversas perspectivas en que una cultura puede ser enfocada,
lo que nos importa ahora es destacar:
a) La naturaleza social de la cultura mapuche, o sea, evidenciar el
hecho de que el significado social de esa cultura (naturaleza y poder
de orientación) es dado por las relaciones sociales fundamentales que
la producen, y
b) Las transformaciones de ese significado, generadas por el modo
particular de integración del mapuche en la estratificación de clase de
la sociedad chilena.
85
subculturas de clase. En este sentido se puede decir que la cultura ma
puche se conservó como cultura de enclave.
Se conoce muy poco acerca de la estructura normativa de esa cul
tura mapuche. Entre los razgos generales más sobresalientes que ca
racterizan la especificidad de esta cultura se pueden señalar: idioma,
organización familiar, líderes médico-religiosos, ceremonias y líderes
rituales, hábitos alimentarios, vestuario, artesanía, manifestaciones ar
tísticas y, sobre todo, sentimiento de historia, de pertenencia e identi
dad grupal específica.
3. Particularmente asociada a la valorización de la identidad gru
pal mapuche, se presenta lo que podríamos llamar cultura normativa
de resistencia, que sirve de elemento de refuerzo de la cultura de en
clave. Esa cultura normativa de resistencia es producida por las expe
riencias dramáticas de relacionamiento con los españoles, chilenos y
demás grupos étnicos dominantes, es decir, es generada por las dis
criminaciones de clase impuestas al mapuche. El núcleo orientador de
la cultura normativa de resistencia es lo que podríamos llamar con
ciencia étnica defensiva. Entre las características y funciones de ese
tipo de conciencia social (que corresponde a la situación de estratifica
ción de clase de tipo colonial), conviene destacar:
3.1. Su primera función es enfrentarse a la legitimación de la es
tratificación de clase que descalifica étnicamente al mapuche, conside
rándolo racialmente inferior, poco inteligente, flojo, borracho, ladrón,
huraño, adverso a los valores y prácticas civilizados y cristianos, etc. La
conciencia étnica defensiva del mapuche niega radicalmente esas impu
taciones y formula una descalificación correspondiente del huinca, que
es el no mapuche, el extranjero, el que representa todo lo malo, abo
minable y vil, el embustero, el que se apodera de sus tierras y sus bienes,
el ladrón de mujeres y niños, etc. Vale decir que las dos justifica
ciones se enfrentan y se excluyen en los mismos términos (descalifica
ción simétrica y antagónica).
3. 2. En el marco de las relaciones de clase entre mapuches y no
mapuches percibido y justificado en términos de mutua descalificación
étnica, el mapuche, orientado por la conciencia étnica defensiva, tiende
a percibir la estratificación de clase, en primer lugar, como la diferen
ciación y el antagonismo entre tipos de hombres y no como la diferen
ciación y el antagonismo entre clases sociales. En la medida en que el
mapuche sufre discriminaciones especiales de clase justificadas por su
condición de mapuche, los antagonismos de clase surgen, en su forma
inmediata, como el antagonismo entre tipos de hombres. En este sen
tido, la conciencia étnica defensiva, como conciencia social inmediata
que es, expresa una verdad social e histórica que no puede ser eludida
mientras persistan los factores que la generan. Pero la conciencia étnica
defensiva es una conciencia social parcial, que no logra entender los
factores que relacionan todos lós grupos étnicos en un solo sistema ge
neral de estratificación de clase y que determinan las discriminaciones
específicas contra el mapuche. Esta comprensión sólo sé alcanza con la
conciencia de clase o, más precisamente, con la conciencia política de
clase. Es así que la conciencia étnica limitada a sí misma tiende a
operar como factor de conservación ideológica de la situación de clase
del mapuche, como situación de estratificación de clase de tipo co
lonial.
86
3. 3. Como cultura de enclave, pero particularmente como cultura
normativa de resistencia, la cultura mapuche conservada tiende a ais
larse de la sociedad y de la cultura nacional, puesto que ni la cultura
de enclave ni la conciencia étnica de la cultura de resistencia visuali
zan con claridad las relaciones de clase en que el mapuche está inser
tado, tendiendo a percibirlo como un pueblo distinto y al margen de
aquellas relaciones.
B. El desarrollo regional (avance del sistema de comunicaciones en
general, extensión de instituciones y servicios nacionales, particular
mente la red escolar, la integración económica, etc.) pone progresiva
mente término al aislamiento geográfico y social, del mapuche, modi
fican sus pautas culturales y sus esquemas de referencia y acentúan
la orientación de su economía de subsistencia hacia el mercado. La
consecuencia de ese proceso es el avance de la asimilación en general y
el debilitamiento de la cultura de enclave. Este debilitamiento es obvia
mente más acentuado en las zonas indígenas más integradas a los
centros urbanos, en las generaciones ascendientes, en los que emigran
hacia la ciudad, en los que se elevan en la estratificación de clase.
Sin embargo, el debilitamiento de la cultura de enclave no conduce
necesariamente al debilitamiento de la cultura normativa de resisten
cia y de la cohesión e identidad grupal mapuche. Ello porque el avance
en la asimilación cultural y la elevación en la estratificación de clase
(esta última por parte de algunos sectores minoritarios mapuches ru
rales y urbanos) se realizan en una situación de estratificación de
clase de tipo colonial, con la persistencia de discriminaciones especiales
contra este grupo étnico, incluso en aspectos decisivos de las relaciones
interpersonales. Es así que en ese proceso de integración entre no igua
les, en la medida en que el mapuche se asimila culturalmente como chi
leno (internalizando los valores de la ideología dominante) y asciende
en la estratificación de clase (probando que es igual de acuerdo a un
mismo sistema de oportunidades), pasa a percibirse y a sentirse como
más discriminado. Vale decir que, en la medida en que se completa
el proceso de asimilación cultural y se avanza en la estratificación de
clase (lo que realizaría plenamente la integración entre iguales), se
agudiza la crisis de identidad propia a un proceso de integración entre
no iguales. El mapuche afectado por esa crisis ni puede identificarse
plenamente con una sociedad que lo descalifica, ni puede dejar de ser
lo que es, una persona socializada y culturalizada de acuerdo a esa
misma sociedad y relacionada con ella por los vínculos que determinan
su realidad de un ser social concreto.
En consecuencia, se advierte que la crisis de identidad señalada
representa un conflicto valorativo insoluble en la situación de estratifi
cación de clases de tipo colonial, que pone progresivamente al desnudo
la naturaleza estructuralmente conflictiva (asimilación-rechazo) del
proceso de integración correspondiente a tal situación, puesto que, en
la medida en que ese proceso se realiza, se vuelve contra sí mismo.
¿Cómo se soluciona el conflicto integrativo representado por esa
ambivalencia de identidad y de lealtad grupal? No puede solucionarse
de modo pleno y orgánico mientras exista la situación social que lo
genera. Sin embargo, los victimados por esa crisis deben decidir de al
gún modo sobre este problema central de la definición de sí mismos.
Sobre la base de investigaciones parciales realizadas, es dable señalar,
87
muy sumariamente, lo siguiente: Como tendencia general, el movi
miento espontáneo hacia la autoidentificación como chileno, generada
por el avance en el proceso de asimilación, cuando choca con la percep
ción consciente de la discriminación racial, produce una autoidentifi
cación reactiva con la identidad étnica mapuche, identidad esa que va
loriza la condición humana del discriminado y rechaza la descalifica
ción hecha a su persona y a su pueblo de origen. Esa autoidentificación
reactiva existe como tendencia general, pero es sensiblemente afectada
por la edad, el contorno social y la situación económica. Como conse
cuencia de esa tendencia general, se verifica una conservación de la
conciencia étnica defensiva y de la cultura normativa de resistencia,
independientemente del debilitamiento de la cultura de enclave y del
avance de la culturalización como chileno. Como tendencia minoritaria,
el movimiento espontáneo hacia la autoidentificación como chileno ge
nerado por el avance en su proceso de asimilación, cuando choca con
la percepción consciente del rechazo representado por la discrimina
ción racial, produce la vergüenza y la negación de la condición de
mapuche. Tal tendencia minoritaria existe cuando ocurre la desinte
gración de la conciencia étnica defensiva no acompañada de la adqui
sición de una conciencia coherente de clase. En tales condiciones, el
debilitamiento de la cultura de enclave significa el surgimiento de ele
mentos de una cultura dominada, es decir, que acepta la descalifica
ción racial del mapuche. El surgimiento de esos elementos está asociado
al deterioro económico agudo y a la aceptación de una ideología asimi-
lacionista individualísticamente orientada.
Para dar una idea sobre la distribución de las dos tendencias se
ñaladas, se puede indicar, a título de hipótesis relativamente consis
tentes, que ...
1. El doble movimiento de asimilación-rechazo se advierte clara
mente en el ciclo generacional. Es así que en la infancia predomina la
opción por la identidad chilena, adolescentes y jóvenes tienden a divi
dirse entre ambas identidades y los adultos se vuelven mayoritaria-
mente hacia la identidad mapuche. A partir de la adolescencia (percep
ción consciente de las relaciones sociales) las experiencias de privación
e inmovilidad social derivadas de la situación económica mala refuerzan
significativamente la identificación reactiva con la identidad mapuche.
Vale decir que esa identificación reactiva es una acción defensiva de
tipo colectivo que traduce las experiencias de clase del mapuche en la
. forma permitida por su conciencia social dominante, o sea, la con
ciencia étnica defensiva.
2. El campesinado mapuche se presenta de modo general bicultu-
rizado. Sin embargo, la gran mayoría de este campesinado preserva la
cultura normativa de resistencia independientemente del debilitamiento
de la cultura de enclave. Pero en una parte de los campesinos mapuches
se verifica la desintegración de la conciencia étnica defensiva y el sur
gimiento de elementos de una cultura dominada, producidos por el de
terioro económico agudo y la desintegración de la vida en comunidad.
3. Entre los mapuches urbanos (trabajadores y capa media) es de
por sí evidente el debilitamiento intenso o el desaparecimiento de la
cultura de enclave. Aunque no se disponga de datos suficientes para
establecer la distribución relativa de las dos tendencias generales seña
ladas, es un hecho indudable la presencia y el desarrollo de una cultura
normativa de resistencia urbana, sustentada fundamentalmente por
la identificación reactiva con la identidad histórico-grupal mapuche.
Ahora bien, sobre la base de las consideraciones precedentes, con
viene destacar algunos aspectos de importancia para la formulación de
una nueva política cultural indígena.
1. Como consecuencia del modo particular de su participación en
la estratificación de clase de la sociedad chilena, el avance de la asimi
lación cultural y clasista de la minoría nacional mapuche produce ne
cesariamente una ambivalencia de lealtades y la coexistencia estruc
turalmente conflictiva de dos identidades —la chilena y la mapuche—
que se atraen y se excluyen. Las soluciones posibles de identificación
reactiva con la identidad histórico-grupal mapuche y de negación de
la condición de indígena no eliminan ese hecho fundamental, puesto
que son acciones substitutivas y compensatorias que no destruyen las
causas estructurales de su generación. El carácter conflictivo de tales
soluciones se manifiesta, de modo dramático, en el intento de negación
y olvido de la condición de indígena. Esa tarea imposible —que supone
la internalización del enemigo étnico, que establece impulsiones pro
fundamente contradictorias en la economía psíquica del indígena y que
produce traumatismos desoladores desde la infancia— representa la
implantación institucionalmente impuesta de una neurosis y de una
desmoralización colectiva. Por lo tanto, exactamente al revés de lo que
afirma la política tradicional de integración, la minoría nacional ma
puche no está integrada desde el punto de vista esencial de la integra
ción valorativa, que consistiría en la aceptación plena y libre de la iden
tidad nacional chilena o en la coexistencia armónica y no conflictiva
de las dos personalidades culturales.
2. En el período histórico que va de la radicación en las reduccio
nes hasta los días actuales, la cultura mapuche tiende a pasar de una
naturaleza social predominante de cultura de enclave a una naturaleza
social predominante de cultura normativa de resistencia. Como el núcleo
de preservación y desarrollo de la cultura normativa de resistencia es la
lucha contra las discriminaciones especiales de clase y particularmente
la lucha por la valorización de la identidad y de la condición humana
del mapuche, la tendencia señalada evidencia que la cuestión cultural
indígena se desplaza del terreno de la cultura como asimilación y apren
dizaje de un nuevo modo de vida hacia el terreno de la cultura como
ideología. El significado social de fondo de ese desplazamiento histórico
consiste en que, a pesar del gran avance asimilativo verificado, se
mantiene la situación de estratificación de clase de tipo colonial. Sin
embargo, tal desplazamiento implica transformaciones que conviene des
tacar.
En el período en que la naturaleza social de la cultura mapuche
expresaba predominantemente una cultura diferenciada de enclave, la
conciencia étnica defensiva constituía una contraideología que afirmaba
una personalidad cultural distinta producida básicamente por una di
ferenciación cultural real (el mapuche se distinguía fundamentalmente
del chileno porque tenía una cultura substantivamente diferente). Vale
decir que la ideología legitimadora de la discriminación y la contraideo
logía defensiva, se enfrentaban y se excluían en términos relativamente
absolutos, puesto que no compartían ningún campo común de valores.
En este sentido, la cuestión cultural de la integración del indígena se
89
centraba en el terreno de aprendizaje de un nuevo proyecto y modo de
vida. En el período actual la cuestión cultural de la integración del
indígena pasa a centrarse cada vez más en el rechazo ideológico a la
ideología de la discriminación. Este cambio del significado social de la
cultura y de la naturaleza de la personalidad cultural del mapuche
trae aparejado y expresa un cambio correspondiente en la fuente ge
neradora de la contraideología defensiva del indígena. Como conse
cuencia del proceso de asimilación cultural efectuado, la impugnación
de la legitimación racialmente descalificadora se hace especialmente en
nombre de los mismos principios y supuestos de la legitimación reser
vada para los discriminadores. Es así que la contraideología del indí
gena defiende ahora la condición humana y la personalidad cultural
distinta del mapuche basándose, en parte, en valores culturales origi
narios substancialmente diferentes, pero fundamentándose cada vez más
en los valores de la ideología liberal vigente para los grupos étnicos
no autóctonos. Alcanzado este campo común de valores, la contraideolo
gía defensiva del indígena surge como una protesta contra la doble
legitimación que caracteriza la situación de estratificación de clase de
tipo colonial y como una reivindicación para que se aplique a todos una
sola justificación de la estratificación de clase existente, pero reivindi
cación y protesta formuladas en los términos generales de la ideología
liberal de las clases dominantes (igualdad básica de los seres humanos,
igualdad de derechos ante la ley, atribución de recompensa, honor y
status de acuerdo al mérito y al esfuerzo personal, etc., principios per
fectamente valederos, pero insuficientes para revelar las relaciones de
clase que impiden su aplicación concreta a las mayorías nacionales y
particularmente a los propios mapuches). En consecuencia, la incorpo
ración genérica de valores liberales no elimina sino que refuerza la
limitación inherente a la contraideología defensiva del indígena, que
consiste en no poder percibir que los antagonismos entre chilenos y
mapuches son determinados fundamentalmente por contradicciones es
tructurales de clase. Pero la asimilación de valores liberales, aunque en
su forma genéricamente personalista y abstracta, tiende a evidenciar,
de acuerdo al mismo código normativo de los discriminadores, el carác
ter arbitrario e injusto de la discriminación racial. Contribuye así, a la
larga y a través de las distintas modalidades derivadas de las experien-
ciás concretas de clase, al desarrollo de la identificación reactiva con la
identidad histórico-grupal mapuche y de una personalidad cultural di
ferenciada en términos de rechazo a la discriminación, ahora dentro
de un mismo marco nacional de valores cuya violación se denuncia.
90
siva del indígena, producida por la situación de estratificación de clase
de tipo colonial y aprisionada en ella, es incapaz de percibir que la ideo
logía que descalifica racialmente al mapuche es en sí misma una dis
criminación cultural de clase que sirve para legitimar las discrimina
ciones de clase económicas y políticas hechas específicamente en su
contra. En resumidas cuentas, la conciencia étnica defensiva expresa
la realidad clasista y la deformación ideológica de la situación de es
tratificación de clase de tipo colonial.
Pero aunque una parte del pueblo mapuche o todo ese pueblo
superara las limitaciones de su conciencia étnica defensiva y adquiriera
una conciencia política de clase, tal hecho no eliminaría por sí solo las
discriminaciones especificas en clase que lo victiman. Además, aunque
se eliminaran, por una acción rápida e intensa, las discriminaciones
especiales económicas y políticas que representan la base objetiva de
la situación de estratificación de clase de tipo colonial, ni así desapare
cería automáticamente la ideología y la práctica de la discriminación
racial contra el indígena. Al contrario, aquella acción provocaría de
inmediato una agudización del trato discriminatorio por parte de todos
los que se sintiesen (real o ideológicamente) perjudicados o amenaza
dos por ella. Tales hechos verificados repetidamente en diferentes paí
ses y, hasta cierto punto, bajo el Gobierno Popular en Chile, demuestran
que la ideología y la práctica de la discriminación racial, una vez im
plantadas y consolidadas en el desarrollo histórico de una sociedad, pa
san a constituir realidades culturales profundas que sólo se extinguen
efectivamente con las nuevas generaciones socializadas en una nueva
práctica de democracia racial (es decir, una práctica en que los factores
raciales no juegan ningún papel en la estratificación de la sociedad).
Ahora bien, los hechos señalados plantean las cuestiones de la ne
cesidad y de la verdad de la conciencia étnica defensiva del indígena
mientras permanezca en todo o en parte de la situación de estratifica
ción de clase de tipo colonial, así como la cuestión de la reorientación
de esa conciencia dentro de la adquisición de una conciencia política
de clase. Mientras dure la situación específica de clase que le inflige
discriminaciones especiales (sea en su totalidad económica, política y
cultural, sea como herencia cultural de la ideología racialmente des
calificadora), el mapuche será objetivamente discriminado, en mayor
o menor grado, por su misma condición de mapuche. La adquisición de
una conciencia política de clase revolucionaria por parte del campesi
nado o de los trabajadores urbanos indígenas no eliminará este hecho
y, por tanto, no podrá eliminar la conciencia étnica que expresa y
defiende la condición misma mapuche. Por otra parte, la existencia
de una identidad histórico-grupal mapuche, sea producida por una di
ferenciación cultural real, sea generada por una identificación reactivo-
ideológica, representa también una realidad cultural secular y profun
da, que no puede, del mismo modo que la democracia racial o el
socialismo, ser establecida o abolida por decreto, sino que se transforma
sólo por las necesidades y etapas de su propio movimiento. Pero la
adquisición de una conciencia política de clase puede reorientar la con
ciencia étnica del indígena, transformando su función social, así como
su identidad cultural diferenciada (en los dos sentidos fundamentales
indicados), permitiéndole un nuevo dinamismo estructural que apunte
hacia un horizonte más humano de valores sociales y hacia metas histó
91
ricas de mejor convivencia y realización del hombre. La adquisición
de una conciencia política de clase, por parte del mapuche, consiste en
la comprensión de sus intereses generales y permanentes de clase dentro
del funcionamiento y de la marcha de conjunto de la sociedad que lo
discrimina. Por tanto, como adquisición de una conciencia política de
clase dominada, significa necesariamente la conquista de una concien
cia revolucionaria. La presencia de esa nueva conciencia revoluciona
ria llevará al campesino y al trabajador urbano mapuche a luchar, en
cuanto campesino y trabajador a título general, contra todas las discri
minaciones de clase y en cuanto campesino y trabajador mapuche a
luchar particularmente contra las discriminaciones especiales de clase
que lo victiman en particular 10.
La reorientación de la conciencia étnica del indígena consiste exac
tamente en situarla dentro de esa nueva política revolucionaria. Ello
significaría que la conciencia étnica pasa a comprender la totalidad
de la situación de clase que la genera y puede superar así su limitación
fundamental anterior, afirmándose como conciencia política de clase.
Pero tal acto, ¿no representaría la eliminación de la conciencia étnica
como tal? La pregunta lleva a dos cuestiones. La primera: ¿qué forma
asume la conciencia revolucionaria del mapuche para captar la totali
dad de su situación diferenciada de clase y orientar adecuadamente la
acción de suprimirla? La segunda: ¿cómo influenciará esa nueva con
ciencia la personalidad cultural diferenciada del mapuche?
10 En las condiciones del desarrollo desigual y combinado de un país como Chile, es dable suponer
que la superación del modo particular de participación del mapuche en la estratificación general
capitalista de clase sólo podrá realizarse plenamente mediante la superación de esa estratificación
general. Vale decir que la supresión de las discriminaciones especiales que él sufre implica una
supresión correspondiente de las discriminaciones nacionales de clase. Sin embargo, la distinción
establecida entre trabajador a título general y trabajador mapuche a título particular se hace para
explicitar la solidaridad con el conjunto de la clase trabajadora por parte del trabajador mapuche,
mientras lucha por su liberación particular concreta en el curso del proceso de emancipación social
y nacional.
92 ’
mar su condición específica de indígena, el trabajador mapuche afirma
su universalidad de persona que le permitirá, ahora como clase política,
suprimir su situación particular de opresión de clase. Por lo tanto, mien
tras existan la ideología y la práctica de la discriminación racial, la
lucha de clase del mapuche es una lucha específica que pasa necesa
riamente por la afirmación de su condición de indígena. La concien
cia que orienta esa lucha específica que busca suprimir la situación de
estratificación de clase de tipo colonial es una conciencia étnica (en
la medida en que expresa la afirmación de la condición racial o cul
tural degradadas) y es una conciencia revolucionaria (en la medida en
que esa afirmación existe para suprimir la situación de clase que la
genera y oprime). Para captar esa doble realidad, se podría decir que
la conciencia que orienta' esa lucha específica asume la forma de una
conciencia étnica revolucionaria o de una conciencia revolucionaria
étnicamente referida. No importa mayormente el nombre del concepto.
Lo que sí cumple destacar es que esa forma de conciencia realiza la
reorientación revolucionaria de la conciencia étnica actual del mapu
che, mediante un acto de liberación cognoscitiva que expresa la totalidad
concreta de su situación de clase.
La segunda cuestión — cómo la reorientación revolucionaria de la
conciencia étnica influirá en la personalidad cultural diferenciada del
mapuche— debe desdoblarse en dos: la influencia sobre la personalidad
cultural distinta producida por la identificación reactiva con la iden
tidad histórico-grupal mapuche y la influencia sobre la personalidad
cultural distinta producida por diferenciación cultural real.
93
mapuches puedan participar tranquilos y respetados en aquella socie
dad.
Ahora bien, la reorientación revolucionaria de la conciencia étnica
tendrá como meta y como efecto la destrucción de la autoidentifica-
ción señalada. La afirmación revolucionaria de la condición de mapu
che existe exactamente para suprimir la opresión de clase que exige ese
acto revolucionario. En consecuencia, la afirmación revolucionaria de la
condición de indígena no representa un acto reactivo de carácter re
gresivo o ambivalente. Es cierto que esa afirmación es impuesta por la
discriminación. Pero la naturaleza del acto reactivo es radicalmente
distinta, puesto que termina con toda ambivalencia al negar el tipo de
sociedad que produce la discriminación y se dirige resueltamente hacia
el futuro, hacia la construcción de una sociedad nacional donde los hom
bres no sean discriminados por diferencias raciales o culturales. La afir
mación revolucionaria de la condición de mapuche no se orienta por una
contraideología, sino por la ideología revolucionaria que explica la opre
sión específica de clase del indígena y la opresión de clase general de
los trabajadores, indicando a la vez el camino adecuado y posible de su
eliminación. La sociedad nacional no surge más como una sociedad na
tural e intransformable, pero sí como la sociedad de la dominación ca
pitalista que puede ser suprimida por la conciencia revolucionaria y la
fuerza colectiva de los oprimidos por ella. Es así que, aprendiendo a
distinguir los sistemas sociales, el mapuche puede poner término a su
insoluble ambivalencia valorativa anterior con la sociedad nacional y
puede identificarse plenamente con el proyecto y la lucha de construc
ción de la sociedad socialista.
94
de la producción y de la conciencia social. En consecuencia, es dable
prever, dentro de los parámetros indicados, una renovación primaveral
y un nuevo florecimiento de la personalidad cultural diferenciada del
mapuche, pero ahora valorativamente integrada a la sociedad nacional
que marcha hacia el socialismo.
Para que no se asusten los herederos conscientes o inconscientes
del largo pasado nacional de integración opresora, hay que distinguir
claramente entre dominación y pluralismo cultural. La dominación cul
tural supone y expresa siempre un sistema de dominación y opresión
económica y política. En ese marco, la diferenciación cultural engendra
aislamiento y oposición dentro de la sociedad nacional y el sentimiento
de pertenencia a culturas diferenciadas se vuelve en identidades polí
ticas contradictorias y conflictivas. Pero en un sistema nacional de
participación igualitaria económica y política (una democracia socia
lista efectiva), el sentimiento de pertenencia a culturas diferenciadas
no se transforma en identidades políticas antagónicas, puesto que los
portadores de las distintas culturas se unen en la identidad nacional
común que simboliza su convivencia fraterna y su igualdad social fun
damental. En el marco de esa nueva sociedad —meta histórica del
Gobierno Popular y del conjunto de las clases trabajadoras en Chile—
el florecimiento de la personalidad culturalmente diferenciada del ma
puche representará un aporte popular inestimable al enriquecimiento
de la cultura y de la personalidad nacionales n .
11 Dado el absoluto apremio con que se redactó este trabajo, en los tensos días alrededor del cuatro de
septiembre, no se pudo desarrollar la parte conclusiva, que consistiría en la discusión y sugerencia
de criterios generales de implementación práctica de las metas de política cultural indicadas, lo que
implica necesariamente la coordinación de esas metas con la política económica, organizacional y de
investigación. Era parte de nuestro plan analizar la proposición sobre política indígena presentada
por el profesor Alejandro Lipschutz. Tal proposición, de la cual se puede parcialmente disentir,
representa una postura de profunda integridad intelectual y moral, que no fue seriamente debatida
hasta ahora. Era también nuestra intención efectuar un escueto balance del proyecto de ley indígena
enviado por el Gobierno Popular al Parlamento, en lo que a la política cultural se refiere.
95
Sociedad Dependiente, “ Clases populares'’
y Milenarismo
Las posibilidades de mutación de una formación
religiosa en el seno de una sociedad en transición.
El pentecostalismo en Chile
C h r is t ia n L a l iv e d ’E p i n a y
I. PROYECTO
1 J. M. Varas, Chacón. Imp. Horizonte, Santiago, 1968. C. Lalive D ’Epinay, El Refugio de las masas,
Ed. del Pacífico, 1968, pp. 178-179.
2 Facilitaremos al máximo el aparato técnico de este ensayo. Puede consultarse, por una parte, mi
obra citada más arriba y, por otra, el libro que estoy a punto de terminar, titulado provisoriamente:
Religión, Dinámica Social y Dependencia (El caso del protestantismo en Argentina y en Chile).
96
ñas adquiere, a mi juicio, un carácter probabilístico (de allí que en
mi título señalo: “ las posibilidades . . . ” y no “ las necesidades . . . ” ).
3 Cf. M.I.P. de Queiroz, Reforme et Révolution dans les Sociétés traditionnelles, Anthropos, París,
1968.
4 A simple lectura de estas páginas, vemos que resulta difícil enunciar una relación causal simple
entre un tipo de formación dependiente y el crecimiento pentecostal. En esos 3 países, los pente-
costales registrados (estadísticas oficiales) sobrepasan el 5% de la población total.
5 Conceptos y esquemas tomados de M. Arrubla, “ Esquema histórico delas formas de dependencia’%
Pensamiento Crítico, N9 36, ene. 70. Distingue: época del mercantilismo (siglos X VI-X V III: ca
pital comercial); del libre intercambio (s. X IX : capital industrial); del imperialismo (comienzos del
s. X X : capital financiero); del neoimperialismo (a partir de 1930 en ciertos países,, especialmente de
América latina: capital de la industria pesada).
97
— Cuadernos
específica. La CEPAL 6 comprueba que Chile fue en América latina el
país más duramente afectado.
En el plano político e ideológico, durante el transcurso de aquellas
décadas, la idea revolucionaria cesó de ser una utopía para traducirse
en organizaciones y acciones, de la clase obrera principalmente, pero
también de ciertos sectores medios de empleados. Alessandri fue el pri
mero en asumir la política demagógica que todos conocemos, aumen
tando los empleos de la Administración Pública a fin de reabsorber
una fracción del descontento. Los iniciales años 30, recordémoslo, se
caracterizan por una inestabilidad gubernamental. El retorno a la “ le
galidad” -—aquel gran mito chileno— tendrá lugar en 1932, con el regreso
de Alessandri.
Las clases rurales sometidas permanecen marginadas de aquel pro
ceso, si bien deben soportarlo (emigraciones internas en el plano de la
infraestructura, decadencia de la ideología del “ patrón” en el plano de
la superestructura). Si observamos la historia de Chile durante el pe
ríodo comprendido entre los años 1930 hasta 1970, aislándola, del sis
tema que la engloba, podríamos interpretarla como la de una sociedad
desestructurada en busca de un nuevo equilibrio. Pero tal interpretación
sería sólo una ilusión óptica. Tan pronto reintegramos a Chile dentro
del contexto del sistema capitalista mundial, descubrimos que aquella
fase no representaba una anomía (una des-reglamentación y la consi
guiente búsqueda de nuevas reglas). Por el contrario, la crisis chilena
posee una estructura cuyo principio (o núcleo estructurante) le es, sin
embargo, exterior: observada a partir del sistema capitalista mundial, la
“ crisis permanente” chilena nos parece coherente porque adquiere un
principio de orden. De todo lo cual se desprende el concepto de “ crisis
estructural” interpretado en el sentido de una estructuración (exógena)
de una situación de crisis en el seno de una formación dependiente 7.
Dentro de ^ste marco infraestructural todo tiende a favorecer la
expansión de una ideología de salvación. Siempre y cuando ésta exista.
Dicho en otros términos, las condiciones requeridas para la expansión
de nuevas ideologías redentoras pueden estar dadas sin que ello nece
sariamente signifique que tales condiciones sean suficientes. Pero cuan
do dichas ideologías están presentes, no tardarán en difundirse:
1? en las clases sociales más afectadas por la crisis, y
2? en el seno de éstas, entre aquellas que estén menos impregnadas
por las ideologías directamente políticas.
98
cultura de las clases dominadas 8. Influye sobre un grupo de metodis
tas entregados a la búsqueda mística que durante los años 1909 - 1910,
es excluido de la Iglesia Metodista de Chile (iglesia de tipo “ colonia”
en aquella ép oca). Entre estos excluidos se cuenta solamente un gringo.
Privado tanto del misionero extranjero como de los dólares, el grupo
asumirá de inmediato un carácter propio, llegando a extenderse o a
languidecer, según los casos. Hasta 1930, el movimiento pentecostal
crece lentamente, provocando, sobre todo, una serie de cismas en las
sectas protestantes B. Su crecimiento se debe más a una transferencia
de creyentes que a la conversión de incrédulos. Pero a partir de 1930
y hasta nuestros días, se produce un verdadero estallido. La tasa acu
mulativa anual (fórmula de progresión geométrica) del crecimiento
protestante se ha mantenido prácticamente estable a lo largo de tres
décadas (1930 - 1960): entre un 6 % y un 7%. Lo que significa que cada
diez-once años, el número de evangélicos se duplica 10. En 1960 los re
gistros indican que sobrepasan los 400.000 (un 5,6% de la población). Y
resulta admisible:
a) que por lo menos el 80% de entre ellos es pentecostal, y
b) que, dado el carácter violentamente proselitista del movimiento,
cada evangélico declarado atraiga a un “ simpatizante” .
99
De hecho, en el mapa del protestantismo chileno se advierte que
la región más influida comprende desde el río Biobío hasta Puerto
Montt. Se trata de la frontera y de la región de los lagos, el antiguo do
minio de los araucanos, zona de colonización. Pero —-para mayor com
plejidad— en las reservas los indios se mantienen fieles a su religión
(clasificada dentro del anim ism o). Cuatro siglos de esfuerzos por parte
de diversas misiones cristianas no han logrado sino escasos resultados.
Implantación rural y urbana, pero no en cualquiera clase rural ni ur
bana.
Las encuestas efectuadas en las poblaciones señalan que la distri
bución de los evangélicos es similar a la de las clases del sector 12. Por
el contrario, una encuesta proveniente de diversas fábricas e industrias
de Santiago, demuestra que allí los evangélicos están subrepresentados,
tanto en las empresas nacionales (3,1% de protestantes) como en las
multinacionales (3,3%) 13.
A mi juicio, la encuesta proveniente de las poblaciones no establece
claramente una distinción entre el obrero estable —el proletario en el
sentido estricto de la palabra— y el obrero que forma parte del “ ejército
de reserva” . En cambio, la encuesta venida de las fábricas atañe a la
clase trabajadora en el sentido preciso del término. Ahora bien, nuestros
resultados (Mattelart & Lalive) modifican otros datos: protestantismo
muy débil en las minas de cobre (proletariado de aristocracia obrera),
fuerte en la zona del carbón, amenazada de agotamiento y donde reina
el pánico de la cesantía. En resumen, hasta que no se lleve a cabo una
investigación sistemática sobre este punto, creo que es plausible afirmar
que, en los medios urbanos, los evangélicos predominan en el subprole-
tariado y los estratos más bajos del sector terciario, y son más débiles
entre la clase obrera, en su acepción más estricta.
Veamos ahora la situación a partir del agro: Debemos examinar al
mismo tiempo las estadísticas provinciales de 1960 u , y la evolución
entre 1930 y 1960. A partir de 1930 puede observarse el desarrollo del
protestantismo en la frontera y en la región de los lagos, esto es, en la
antigua Araucanía, que resulta, a la vez, ser territorio de colonización.
Pero, desde 1940, la marea sube hacia el Valle Central, zona del lati
fundio tradicional. Movimiento coherente: un mensaje de salvación
echa raíces más fácilmente en una zona donde los indios han sido obli
gados a dejar sus reducciones, perdiendo con ello su base y su funda
mento social, y donde los colonos blancos se han instalado recientemen
te. La tradición, aquella vis inertiae de la historia (Engels), a pesar de
toda su fuerza de gravedad, no consigue frenar la divulgación del nuevo
mensaje. Pero, paralelamente a la crisis agraria generalizada, el pente-
costalismo penetra hasta los bastiones mismos de la tradición latifun
dista: Maulé, Talca, Linares . . . ¿Qué dirán exactamente las estadísticas
de 1970?
Por ahora, en todo caso, llegamos a la conclusión provisoria de que
el pentecostalismo se extiende particularmente en los medios rurales,
entre aquella maraña de estratos sociales que puede designarse como
“proletariado rural” y que incluye a los trabajadores sin tierra semi-
100
emigrantes, así como a los propietarios de terrenos “subfamiliares” u,
quienes, una vez llegada la época de las siembras o de las cosechas, ven
den su mano de obra al latifundista vecino, etc.
Observemos que el término 'proletariado rural resulta exacto en el
sentido etimológico (que no tiene más que su fuerza de trabajo para
vender), pero puede inducir a confusión frente a la definición del pro
letariado urbano propuesta por mi (por oposición a subproletariado):
obrero con trabajo estable. El trabajo del proletario rural es inestable
por definición, y la cesanta endémica 16. En resumen, basándonos en
las estadísticas actuales (estadísticas cuantitativas, pero también con
tres años de trabajo sobre el terreno, de tipo etnológico), llegamos a la
conclusión de que el pentecostalismo:
— se desarrolla principalmente entre las clases dominadas;
— se desarrolla principalmente entre las clases dominadas que tienen
empleos inestables (excluyendo al proletariado estable y a la aristo
cracia obrera);
por consiguiente, subproletariado urbano, proletariado rural y pequeñas
capas medias.
Este análisis hecho en términos de clases sociales puede ayudar a
comprender por qué, a pesar de desplegar sus actividades sobre un
mismo terreno, el marxismo y el pentecostalismo más parecen estar en
tregados a un juego de desencuentros que a una verdadera competen
cia 17. La ideología marxista (tanto en su versión comunista como en
su versión socialista) se difunde tradicionalmente a partir del lugar de
trabajo. El pentecostalismo, en cambio, a partir del habitat. Hasta el
período de Jorge Alessandri (esto es, hasta los años 60), la sindicaliza-
ción campesina era ilegal. Prácticamente sólo a partir de la democracia
cristiana es que comienza la sindicalización, rural.
De este modo se hace más comprensible esa especie de yuxtaposi
ción de una ideología profana que invita a reconstruir la sociedad de
los hombres y de una ideología sagrada que anuncia el advenimiento
del reino de Dios; partiendo del poblador, el pentecostalismo ve dismi
nuir su eficacia a medida que se acerca a los grupos con empleos esta
bles. Acostumbrados a contar con el taller, los marxistas se ven afligidos
ante los “ ejércitos de reserva” , tanto más cuanto que el acceso a los
fundos, verdaderas fortalezas ecológicas, les estará prohibido hasta estos
últimos años. De hecho, el pentecostalismo constituirá la única “pro
piedad” del proletario campesino desde 1930 hasta 1967, aproximada
mente; todo lo demás será manifiestamente del patrón 18 (¡incluso el
cura que celebra la misa en la capilla de la hacienda!).
El lector comprenderá ahora por qué motivo, en nuestro título, he
mos ligado el milenarismo a la noción mal definida de “ clases popula
res” ; ya habrá advertido de qué clases principales específicas se trata.
15 Acerca de este concepto y la estructura del agrp, cf.: CID A: “ Chile, tenencia de la tierra y desa
rrollo socioeconómico del sector agrícola” , Santiago, 1966. También el artículo sintético de S. L.
Barraclough y A. L. Domike: “ Agrarian Structure in Seven Latin American Countries’% en Land
Economics, X L I I/4 , 1966.
16. ¿Habrá durante el seminario, algún ensayo sobre la estructura de clases en Chile, que aporte,
igualmente, una estadística exhaustiva de estas clases? Eso resolvería para mí muchos problemas.
17 Salvo en la zona del. carbón (provincias de Arauco y de Concepción).
18 ¿Existirá en Chile una línea discontinua —de aquellas que H. Desroche es tan aficionado a des
tacar— que pueda conducir:
a) De la estrategia pentecostal basada en la comunidad de persona a persona, al
b) Concepto pastoral de las “ comunidades de base” de la Iglesia católica, y finalmente a
c) La estrategia de los campamentos, lanzada por el MIR pero actualmente adoptada por todos
los partidos de izquierda?
Existe, en todo caso, un orden cronológico.
101
IV. EL PENTECOSTALISMO COMO FORMACION SOCIAL
E IDEOLOGICA (ESTRUCTURA)
102
del individuo una entrega total de sí mismo, el abandono de su libre
albedrío en beneficio de la comunidad.
Así, el ideal latente de este movimiento consistiría en poder cortar
totalmente con el “ mundo” (sinónimo de principio del mal) para cons
tituirse en una utopía social. Existen dos hechos que lo impiden:
1. La definición misma de trabajo propia del pentecostalismo, que
consiste en afrontar al mundo (cruzada) para llamar al arrepentimiento
y anunciar la inminencia del Juicio y del Reino (¡apocalíptica apoyada
por los frecuentes terremotos!).
2. El hecho de que a este movimiento nunca se le haya ocurrido, al
menos en los países dél cono sur, constituirse en una comunidad ecoló
gica, no tan sólo de habitat, sino también de producción (¿carencia
de m odelo?). El pentecostalismo ejerce su dominio totalitario sobre el
tiempo libre de sus feligreses, pero éstos deben salir al “ mundo” a fin
de asegurar su subsistencia.
Por ambas razones, el pentecostalismo vive la contradicción funda
mental de predicar la ruptura con el mundo y al mismo tiempo imponer
limitaciones respecto del habitat, del trabajo económico y hasta del tra
bajo sagrado (el proselitismo). Intenta, en seguida, resolver esa con
tradicción enseñando a los suyos a enfrentar la vida exterior a la co
munidad con una ética de la pasividad: “ no te metas” (abstente de
participar).
Autoritarismo (paternalismo pastoral), totalitarismo e igualitaris
mo, constituyen los tres “ ismos” que fundamentalmente resumen la
estructura social del movimiento pentecostal. Pero aún subsiste, una
interrogante acerca de su sistema representativo.
103
duciéndolos hasta la orilla preservada de la Iglesia. Pero, en modo algu
no se pretende dominar aquel mar enfurecido.
La cosmología se basa en un dualismo radical que lo espera todo
del espíritu y nada de lo material. El tema de la espera no se ve refle
jado en el cuadro; sin embargo, constituye un elemento fundamental
de ese dualismo. La comunidad, refugio de los conversos situados bajo
la protección del Consolador, se mantiene a la espera de un reino cuya
inminencia proclama, y del que la Iglesia no representa la garantía
sino solamente el signo. La irrupción del reino hará estragos, pero, a la
vez, traerá la reconstrucción de una nueva tierra y de nuevos cielos.
Dentro de la cosmología del protestantismo sectario está implicada
una sociología religiosa 24 precisa: del paradigma dualista espíritu/ma-
teria —que en el plano cosmológico se expresa como cielo/mundo— se
deriva ahora la oposición iglesia/sociedad. Si este mundo está conde
nado, ¿por qué ocuparnos de él? Pero, ¿hasta dónde puede llegar este
principio de ruptura que rige la ética del creyente? Y aquí el marco
fijado por la cosmología permite un cierto margen de elección y de
movilidad en los comportamientos sociopolíticos de los creyentes. ¿Se
traducirá dicho margen por alguna huelga activa, por protestas en
contra de las leyes humanas manifestadas a través de desafíos, dado
que sus adeptos ya salieron de este mundo para entrar en otro, sin re
lación común alguna con el anterior?, o bien, ¿se darán por satisfechos
con la mera adopción de una pasividad sistemática, de una política de
abstención, siempre que la legalidad de Jos hombres la autorice?
Es este segundo tipo de comportamiento sociopolítico el que prima
y podemos calificarlo de pasividad conformista. La espera premilena-
rista 25 genera un desprendimiento del mundo que nunca significará
una fuente manifiesta de conflicto. El mandamiento no améis el mundo
ni las cosas del mundo de la primera epístola de S. Juan (citada con
mucha frecuencia en estas sectas religiosas) se neutraliza con las ins
trucciones de obedecer a las autoridades civiles dadas por S. Pablo a> los
cristianos de Roma (cap. 13, vers. 1-7). Toda la política pentecostal está
fundamentada en la perspectiva de estas dos referencias bíblicas. Auto
riza aquello que obliga la ley, acepta una cierta participación en el
mundo, pero condena toda participación responsable. De allí la prohi
bición general de todo compromiso político, pues tal compromiso no
permite adoptar una actitud pasiva.
En resumen, los ejes de la ideología pentecostal están sintetizados
por el paradigma fundamental: lo espiritual vs. lo material, que, a su
vez, puede detallarse en la forma siguiente:
espíritu cuerpo
creyente “ gentil” (no creyente)
cielo tierra
trascendente inmanente
iglesia mundo
reino sociedad
Dios diablo
bien mal
24 Sobre las distinciones existentes dentro de la ideología, entre una cosmología y una sociología,
ver Lalive y Zylberberg, art. cit., pp. 17-19.
25 Premilenarismo en el sentido de que el regreso del Mesías precederá! al Reino, instaurándolo (cf.
H. Desroche: Socialisme et sociologie religieuse, Cujas, París, 1965, pp. 76-85).
104
Esta ideología va acompañada de una estrategia en la acción
combina la ley de sumisión a las autoridades (el Estado) con la
la desconexión, del desprendimiento.
26 Cf. Lalive y Zylberberg, art. cit., p. 44. Tenemos tres muestras obreras de la zona de Concepción:
católica, protestante tradicional, pentecostal. Las tres muestras están constituidas por hombres
casados, de edades, salarios y educación, homogéneos. El criterio aplicado para la selección fue
que la persona asistiera por lo menos 3 veces al mes al culto o a la misa. El 62% de los pentecos
tales dedican por lo menos 10 horas semanales a su iglesia, contra un 2 4 % de los protestantes
y cero (!) de los católicos. Y a la inversa, entre 0 y 4 % de protestantes y pentecostales dedican
solamente 2 horas semanales, contra 76% de los católicos.
27 Durante una entrevista recogí el relato de un caso semejante, relato de una fuerte intensidad dra
mática (Refugio de las masas, pp. 169-170).
105
en que, como toda ideología, ejerce la función de legitimar un sistema
de acciones: legitima la pasividad. Y, dado que representa una ideolo
gía religiosa, la legitima recurriendo a lo sagrado, que desde todo tiempo
ha sido la fuente más eficaz de legitimidad. Así, inspirados en Paulo
Freire, podemos afirmar que el peligro del pentecostalismo proviene de
su capacidad de estructurar la “ conciencia oprimida” ; fundándose en
una cosmología y, por consiguiente, esclerotizándola. ¿No corre el riesgo,
acaso, de imposibilitar toda movilización? Es precisamente a lo que
deseo llegar. Pero antes, dos alcances:
— Releamos este texto del joven Marx. Bajo muchos aspectos, el
escrito del que ha sido extractado conserva rasgos feuerbachianos (se
trata de la Introducción a la Crítica de la Teoría Hegeliana del D erech o).
Particularmente, el primer párrafo: “En Alemania, la crítica de la
religión e§tá prácticamente terminada. Ahora bien, la crítica de la
religión es el comienzo de toda crítica” . Aquí, Marx parece creer todavía
que se puede eliminar el error al denunciarlo, siendo que, como él mis
mo lo dirá muy poco tiempo después, el error no puede ser eliminado
sino eliminando las condiciones materiales que han permitido la exis
tencia del fantasma (Ideología Alemana y Tesis sobre Feuerbach). Y
pienso que el texto que acabamos de citar ¡el Marx de la época del
Capital lo habría reafirmado! De todos modos, inspirándome en este
texto y en el estudio de Engels sobre el Bauernkrieg, como también en
el estudio de la situación concreta de las clases subproletarias urbanas
y proletarias rurales, sostendré la tesis de que hasta la última década,
el pentecostalismo representaba, de hecho, la única salida ideológica
coherente posible para ellas. Y que, si bien fomentaba una alienación
del hombre frente a la sociedad, otorgaba, en cambio, a los suyos, un
mínimo de dignidad humana que hasta entonces la sociedad les había
negado 28.
— Segunda observación: ahora comprenderá el lector por qué afir
mo al comienzo del presente artículo que el pentecostalismo se modifi
caría solamente cuando una transformación global afecte a esa socie
dad: se hizo necesario que ciertas condiciones de conjunto ofrecieran
otras posibilidades a las clases que forman el substrato del movimiento
pentecostal para que su estructura y su dinámica propia se vieran afec
tadas.
2 8 Respondiendo a una de mis preguntas, un pastor exclamó: “ Dios nos permitió salir de este mundo,
no es pa’ que volvamos adentro!” . No solamente expresó un dogma, sino un temor, aquel que
nace de la experiencia diaria del mundo que sufren los dominados por su situación de depen
dencia: la cesantía, el hambre, la enfermedad, la muerte.
106
paso a un programa revolucionario, por mucho que el equipo dirigen:?
se proclame respetuoso de la legalidad constitucional29.
29 Que se nos entienda bien: sostengo que el programa de la Unidad Popular es revolucionario.
Que el régimen de la UP debe afrontar los dilemas de una transición dentro de la legalidad, eso
lo sé.
30 Lo esencial de la obra teórica del DESAL (Centro de Desarrollo Socioeconómico de América
Latina) sitúa el concepto de marginalidad dentro del marco de la teoría del dualismo estruc
tural.
31 La sindicalización campesina y el plan original de la reforma agraria, constituyeron, según la
opinión general, los elementos más radicales del programa freísta. Por lo mismo, no es ninguna
casualidad que el hombre que estái en el origen del proyecto y que dirigió el INDAP, renunciara
a su cargo gubernamental en 1968, cuando el régimen dio un “ viraje hacia la derecha” , abandonara
las filas de la Democracia Cristiana, y sea hoy el Ministro de Agronomía del Gobierno de la
Unidad Popular. Nos referimos a Jacques Chonchol.
107
la conciencia de ser ciudadano de un país y miembros de clases sociales
cargadas de potencial histórico, por otra 32.
¿Debemos acaso deducir de esta premisa la idea de una decadencia
(disminución de efectivos) o la de una mutación (transformación cua
litativa de la estructura social de la secta) ? La prudencia es en este caso
imprescindible, pues el efecto sobre el protestantismo sectario depende
en gran parte de una coyuntura global inestable.
Distingamos dos situaciones:
— En los países donde la implantación del movimiento pentecostal
es reciente y superficial, la hipótesis de su decaimiento resulta admi
sible;
— En los países de alta densidad pentecostal, allí donde ese fenó
meno ha pasado hoy día a ser un elemento constitutivo de las clases
populares y de su cultura (Chile, por ejem plo), su decadencia sólo es
admisible a muy largo plazo. Se ha formado una tradición que ya data
de tres generaciones. Pero si el régimen reformista se hace estable du
rante un largo período 33, puede emitirse la hipótesis de una estabiliza
ción del efectivo. El ritmo de crecimiento se irá debilitando hasta acer
carse cada vez más al nivel del crecimiento vegetativo. Pero para que
la ola expansionista llegue a consumirse se requerirá de bastante tiempo
y ponemos en duda que los resultados de las estadísticas de 1970, una
vez publicados, señalen ya una disminución de ese crecim iento34.
Si a las exigencias de participación que la sociedad multiplica se
añade una disminución del crecimiento demográfico del pentecostalis-
mo, entonces una mutación cualitativa será inevitable, y ésta se orien
tará hacia el tipo de “protestantismo de santificación” 35.
La secta premilenarista, inspirada en la esperanza del advenimien
to del Reino, resiste difícilmente los embates del tiempo. El Reino se
hace esperar y, de cualquier modo, es necesario instalarse en lo provi
sorio que va prolongándose. La expansión prosigue únicamente gracias
a la llegada permanente de nuevos conversos para los cuales la espera
no hace sino comenzar, preservándose así la esperanza apocalíptica.
Actualmente, en toda América latina las tasas de crecimiento del
movimiento pentecostal son tales que el espíritu y el fervor de la “pri
mera generación” se retransmiten intactos. Pero, si aquellos que han
“ nacido en el Evangelio” (según el lenguaje protestante) aventajan a
los “ conversos” , y los segundos no logran reactivar a los primeros, cuan
do además el trabajo sagrado de la comunidad pierde sentido por haber
dejado de ser eficaz, entonces la mutación se hace inevitable 36.
32 Trabajé en esa tesis en 1966, al dar término a mi primera misión, por lo tanto durante el “ primer
período” del régimen DC (cf. Lalive, Refugio de las masas).
33 Aquí surge un nuevo problema: dentro del contexto latinoamericano, ¿puede un régimen “ refor-
mista-participacionista” permanecer estable durante un largo período?
34 Ya emitimos esta opinion más arriba, opinión confirmada por un análisis del Censo de 1970, en
la provincia de Santiago. Debemos insistir en el hecho de que la repercusión de los procesos glo
bales sobre el fenómeno religioso opera solamente a la larga. Para que llegue a traducirse en
los resultados demográficos debe transcurrir, por lo menos, una década.
35 Cf. Christian Lalive D ’Epinay, Les protestantismes latino-americains. Un Modele typologique, en
Arch. de Soc. des Reí., N9 30, 1970.
36 Fue H. R. Niebuhr quien fijó los términos de la dinámica de la primera a la segunda generación,
conduciendo de la secta a la secta establecida o incluso a la denominación (The Social Sources of
Denominationalism, New York, Holt, 1929). Se inspira en el tema weberiano de la “ rutinización”
del carisma, que fue largamente discutida, pues las investigaciones empíricas ponían al descu
bierto numerosos casos en que la secta se preservaba a través de largo tiempo, a veces siglos
enteros (cf. la tesis inédita de J. Seguy acerca de los menonitas). Pensamos que B. R. Wilson
puso punto final a esta polémica al proponer una tipología de las sectas y al indicar que esa
evolución era propia del tipo de secta “ de conversión” (“ An analysis of sect development” , Am.
Soc. Review, 24, 1959. Y “ Typologie des sectes dans une perspective dynamique et comparative” ,
Arch. de Soc. des Reí., N9 16, 1963).
108
2. Sociedad en transición: la mutación posible del pentecostalismo
109
presente trabajo), quien fuera igualmente un miembro muy activo del
Partido Socialista chileno. El ser miembro de esta iglesia implica tam
bién que uno acepta ser socialista. Esta iglesia está establecida en Lota-
Coronel, en la zona del carbón, en Concepción. Tal vez no por casua
lidad. En aquella región, donde esas minas están en decadencia, de
biendo soportar además la presión de una fuerte migración proveniente
del interior, pentecostalismo y marxismo se entrecruzaban. Solamente
allí, que yo sepa, en pleno corazón de aquel bastión de la izquierda mar-
xista, el pentecostalismo se había implantado en la clase obrera. Con
texto infraestructural particular, influencia, también, de una fuerte
personalidad, ambos factores pueden ayudar a comprender el que una
secta de ese tipo haya surgido más bien allí que en otro sitio37.
Si he insistido acerca de la existencia histórica de esta clase de
secta, es porque considero que la presencia de modelos puede facilitar
la mutación. Así como la coyuntura nacional, particularmente si esa
coyuntura se estructura, puede ayudar a que el modelo sea contagioso.
Pienso en hombres como aquel obispo de una Iglesia pentecostal rural
dealrededor de 30.000 fieles (en 1968). Al recordarle yo la dimensión
política y de rebeldía de los textos bíblicos proféticos y al preguntarle
por qué no sé predicaba sobre esos textos, me respondió:
Y ahora que la legalidad está del lado de “ los pobres” , del lado
de la epístola de Santiago, ¿qué haces “ hermano obispo” ?
b) El segundo factor está tomado de otro país, de Cuba, donde el
desarrollo de las sectas estaba aún en una etapa embrionaria cuando
triunfó la revolución castrista. A pesar de que mis informaciones siguen
siendo fragmentarias39, he tenido oportunidad de conocer esa clase de
secta y parecería que la mutación se amplifica con el transcurso de los
años, a medida que el régimen castrista demuestra su capacidad de
sobrevivencia y de estabilidad.
37 Se trata naturalmente de una explicación a posteriori con todos los riesgos que ésta implica.
38 cf. R.M., p. 172.
39 Estadía de un mes, marzo y abril de 1971. Señalemos de paso que el crecimiento del protestan
tismo sectario parece ser muy lento. En cambio, las asociaciones tales como los Testigos de
Jehová y los Mormones parecen estar experimentando un verdadero auge entre ciertas capas me
dias, como los pequeños propietarios campesinos, o los pequeños comerciantes, artesanos e indus
triales. Es evidente que esas clases se sienten particularmente afectadas por el Gobierno Popular.
110
del Río Grande —y de ciertos países vecinos a Chile— trabaja cierta
mente en ese sentido. Llamado a la cruzada santa, donde tras la preo
cupación por las almas, se perfilan otros intereses. Esta otra posibi
lidad también es real y vigente actualmente. ¡El riesgo es de propor
ciones!
b) En fin, admitamos por un instante la hipótesis siguiente: la
transición de la sociedad chilena no se lleva a efecto. El régimen vegeta,
estabilizado dentro de un reformismo de tipo “ populista” y renuncian
do a cruzar el Rubicón. En cuyo caso se reproduciría una situación glo
bal análoga en sus efectos sobre el movimiento pentecostal a aquella
que se produjo durante el primer período de la DC.
“ ¡Se objetará que es una pura utopía! Y por supuesto que lo es. Una utopía es
aproximadamente el equivalente de una posibilidad; el que una posibilidad no sea
una realidad significa simplemente que las circunstancias dentro de las cuales se
encuentra provisoriamente implicada se lo impiden, pues, de otro modo, sólo
sería una imposibilidad” .
Ro ber t M u s il
(El hombre sin atributos)
40 Lo que he dicho acerca del conformismo pentecostal y de su naturaleza de clase, me lleva a creer
(a menos que la estrategia de la tensión anticomunista ya surta efecto; si bien en Chile tropezará
con el carácter nacional e independiente del pentecostalismo) que los pentecostales votan prefe
rentemente en favor de Allende. Es lo que denomino un apoyo pasivo, en lugar del apoyo activo que
hoy día requiere la Unidad Popular.
111
lias condiciones de existencia. Esos camaradas tienen derecho a esperar
de mí que por lo menos trate de indicar la posibilidad de una recupera
ción de esas fuerzas populares.
Y es a ellos, a los que se encuentran en plena labor en Chile mismo,
a quienes les corresponde decidir acerca del valor y la utilidad del pre
sente ensayo.
Marzo de 1972
Ideología del melodrama en el viejo
cine latinoamericano *
E n r iq u e C o l in a
D a n ie l D ía z T orres
I. INTRODUCCION
* Cabe especificar que la definición del “viejo cine” abarca exclusivamente la producción comer
cial surgida de las industrias cinematográficas mexicana y argentina, que a lo largo de casi tres
décadas mantuvo su hegemonía en América latina.
1 Humanismo progresivamente desprovisto de sus implicaciones burguesas al insertarse en el desa
rrollo histórico del pensamiento filosófico y social más avanzado en América latina, estrechamente
vinculado a la acción revolucionaria de su época. Piénsese en Bolívar, Juárez, Martí, Mariátegui,
Ernesto Guevara.
113
8 — Cuadernos
ría de los países latinoamericanos los condicionantes que dan vida a
una “ cultura de masas” que ha instaurado como hábitos de percepción
sus códigos de comunicación. Hallar las vías para superar un gusto y
una ideología deformantes, sin extinguirse en la incomunicación, exige
el análisis de los mecanismos alienantes de ese patrimonio.
En este sentido, el examen y estudio del “ viejo cine” latinoameri
cano sólo puede brindar un aporte parcial, pero útil, para la revelación
de una superestructura ideológica que permea todas las esferas de la
vida cotidiana desarrollando diversas posibilidades represivas, todas
ellas cohesionadoras de la estabilidad del sistema.
II. ORIGENES
2 “ La pequeña burguesía y los pequeños intelectuales son particularmente influidos por tales imá
genes novelescas, que son como su “ opio” , su “ paraíso artificial” en oposición con la mezquindad
de su vida real inmediata. De ahí el éxito de algunos slogans como: “ es mejor vivir un día como
un león que cien años como una oveja” , éxito particularmente grande en quien es, propia e irre
mediablemente, una oveja” . Antonio Gramsci, Literatura y Vida Nacional.
3 E l c u e rp o d e l d e lito , con Ramón Pereda, versión de The Benson Murder Case; El presidio, con
Juan de Landa, Tito Davison, etc., versión de The big house; Drácula, con Carlos Villarías y
Lupita Tovar, versión de la cinta original de Tod Browning; Billete amarillo, con José Mojica
y Conchita Montenegro, versión de The y e llo w ticket, y muchas otras.
114
En México, la clase media productora de la industria fílmica se
atrincheró en su visión del mundo, a contrapelo de un proceso histórico
liberador de valores revolucionarios que amenazaban la supervivencia
de sus intereses.
.. el hábito paternalista mantuvo a la clase media atenta a los
humores de los caudillos revolucionarios, esperando de ellos la ventura
o la desdicha totales. Mientras tanto, los trabajadores se organizaban
sindicalmente al tenor de consignas marxistas y, en el campo de la
cultura —la educación pública, el arte, la literatura— prosperaba el
espíritu del socialismo. Ni el pasado inmediato ni el futuro inminente
auguraban nada bueno a quienes veían en su empleo, su comercio, su
propiedad, la garantía de su existencia. La historia misma, expresada
en corrientes políticas amenazadoras, parecía conspirar contra su se
guridad, contra su pequeño mundo. En el cine nacional se propuso, en
tonces, la defensa de ese pequeño mundo al margen de la historia y de
la política” 4.
Esas estrechas fronteras se concretaban en la idealización nostál
gica de la típica hacienda porfiriana, donde se hacía abstracción de un
marco social de relaciones semifeudales en honor del charro cantante,
del hacendado benevolente y del arreglo de toda contradicción, sin que
surgieran nunca alteraciones reales en el orden establecido. También,
la comedia y el drama “ de ciudad” se guarecían en los estudios y en
los temas intrascendentes y cristianamente moralizantes, a la vieja
usanza folletinesca.
En Argentina, a raíz de la crisis mundial del 29 y del golpe oligarco-
imperialista que derrocó al gobierno radical del Presidente Irigoyen, una
aguda depresión económico-social sumió al país en un estado de des
creimiento y frustración moral. La desintegración del radicalismo co
mo movimiento político demostró “ el fracaso ideológico de la función
política nacional de las clases medias” .
“ . . . las clases medias y proletarias sufrieron rudamente el golpe.
Los escasos avisos clasificados de los diarios con ofrecimientos de em
pleos promovían caravanas de postulantes, en su mayoría hombres jó
venes. ( . . . ) En aquellos días la delincuencia aumentó bruscamente. La
prostitución ponía su nota provocativa y triste en los burdeles del bajo,
en la calle Corrientes. ( . . . ) La Ciudad se entristeció. Se tornó callada.
Apenas agitada por los tangos que llamaban a la tristeza colectiva de
la calle desde los cafés humosos del centro o desde las victrolas de los
barrios. ( . . . ) En los suburbios, la miseria proletaria veía crecer en los
baldíos a los réprobos de la calle. ( . . . ) En Puerto Nuevo funcionaba
la olla popular para los desocupados. El sentimiento de derrota fue
característico de esta época. Se sabía en silencio, con resignación o ra
bia, que el país no pertenecía a los argentinos” 5.
Impregnado de un pesimismo ambiental, el cine comercial argentino
tradujo el estado colectivo de desesperanza en explosión sentimental,
convirtiéndose en rémora para el desarrollo de una conciencia política
popular. Al refugiarse en un individualismo exasperado y escéptico, je
rarquizando una visión fatalista de la existencia y ofreciendo la tris
teza eterna como elemento conformador de la idiosincrasia argentina,
este cine es el desecho, la excrecencia “ artística” de un populismo re
4 E m ilio G a r cía R iera, Historia documental del cine mexicano (to m o I).
5 H ern á n d ez A rregu i, Imperialismo y cultura.
accionario. La presencia de la pobreza al trasluz engañoso de los “sue
ños” encarnaba falsamente la situación del proletariado y escamoteaba
sus reivindicaciones. La incorporación que hizo del tango con el pro
pósito de asegurar una rentabilidad comercial, desvirtuó el contenido
inconformista de esta expresión popular, idealizando su “ difusa protes
ta frente a la vida solitaria en un medio degradado por la miseria y la
inseguridad social” . El fracaso transitorio de las clases medias en su
gestión política práctica, provocó así el traslado de sus concepciones
burguesas a una imagen fílmica conciliadora de intereses opuestos, lo
grada a partir de una meticulosa y aplicada disección afectiva de las
contradicciones sociales del medio.
De este modo, una procedencia clasista común a ambas cinemato
grafías, creó una identidad conceptual y formal en sus productos, sal
vando diferencias secundarias en lo referente al mayor o menor rigor
técnico de su elaboración y a ciertas pretensiones culturales europei
zantes, más cercanas éstas al cine argentino.
III. SENTIMENTALISMO
116
que oponiendo a la desigualdad social el mito de. la igualdad natural
del ser humano frente a los designios del corazón, adopta una pasiva
actitud contemplativa y filistea. Su evanescente trayectoria poética,
alérgica a la “ grosera materialidad” de la existencia, colma de elegías,
suspiros y quejumbrosas añoranzas la prosa y los versos lacrimógenos
desde María y Amado Ñervo hasta los folletines novelados 7 de las pu
blicaciones femeninas y José Angel Buesa.
La inclinación costumbrista de esta tradición cultural encubre la
falsedad de una pretendida representación de caracteres populares, re
ducidos éstos a la creación de tipos y situaciones sociales caricaturizados
y decantados de su acervo popular crítico, cuya expresión más avan
zada no sobrepasa los estrechos lindes ideológicos de un “pitoperismo”
romántico. En ellos y en el paternalismo burgués de sus obras ha en
contrado eco una moral chovinista que pregona el retorno al primiti
vismo como fuente de autenticidad, y la celebración de las taras del
subdesarrollo como valores populares. Reducida a sus manifestaciones
más exteriores, a las que confirió un valor absoluto y totalizador, la
representación de lo nacional devino una forma genérica, arquetípica,
ahistórica, desvinculada de toda evolución y condicionamientos socia
les. Esta mistificación es la fiel expresión de una cultura en la que
el concepto de lo nacional sólo representa el peso muerto de la evolu
ción social, carente de un espíritu de transformación revolucionaria
y en donde se han fusionado explotadores y explotados, más allá de
sus contradicciones irreconciliables como clases.
Dios, Patria y Hogar componen en estas obras la trilogía insepa
rable del equilibrio social. Así se difunden y reafirman los valores de
una ética burguesa que apela a los sentimientos más genéricos y uni
versales: el amor maternal, el amor a la esposa, a los hijos, etc., para
jerarquizar a través de ellos la fidelidad como el valor ético primor
dial. Al ser anulada la posibilidad de encontrar determinantes racio
nales en el comportamiento afectivo de los individuos, la fidelidad se
convierte en un instrumento de so juzgamiento y en un puente para la
idolatría. Los valores institucionalizados regirán las relaciones familia
res y sociales, a los que deberá adaptarse el individuo por sobre cual
quiera otra motivación real que tenga para violarlos. El corolario de
esta concepción hipertrofiada de la fidelidad es respetar el orden es
tablecido, de lo que se desprende que cualquier intento emancipador
frente a una estratificación clasista sea asociado a actitudes censura
bles. La moral se convierte, entonces, en un poderoso instrumento de
coerción social8. La realidad se reduce a un universo de buenos y ma
los sentimientos y, de esta forma, se preserva el riguroso encasilla-
miento de las clases, restringiendo y conformando las aspiraciones de
los desposeídos al mito esperanzador de la felicidad. Pobres y ricos se
realizan por igual en la ingravidez de su recompensa espiritual y en
7 Según Gramsci, “ la novela de folletín sustituye el fantasear del hombre del pueblo, es un verda
dero soñar con los ojos abiertos... en este caso se puede decir que en el pueblo el fantasear de
pende del “ complejo de inferioridad” (social) que determina dilatadas fantasías sobre la vida de
venganza, de castigo de los culpables por los males soportados, etc. ...” .
8 Así se alaban las “ eternas” instituciones sacralizadas de la moral y la familia como médulas de
la sociedad, según criterios estáticos que encuentran en la apología de estos valores sus últimos
reductos. Engels rebatió en el Anti-Dühring estas posiciones, al expresar su rechazo a “ toda pre
tensión de imponer un sistema cualquiera de moral dogmática como ley moral eterna, definitiva,
inmutable en adelante, bajo el pretexto de que el mundo moral tiene también sus principios per
manentes, superiores a la historia y a las diversidades étnicas” ; afirmando, por el contrario, “ que
toda teoría moral ha sido siempre el producto, en último análisis, del estado económico de la
sociedad. Y como la sociedad ha evolucionado siempre en antagonismos de clase, la moral ha
sido_ siempre una moral de clases” .
117
la buena conciencia resultante de la justeza de sus acciones, lo que
permite soslayar el desnivel proporcional en que se materializa esta
felicidad. Así, podrán ser felices, el pobre en su condición de pobre, y el
rico en el goce de su riqueza; el primero, resignándose a su destino, y
el segundo, practicando una filantropía que, sin renegar de su paraíso
terrestre, le asegure un lugar en el reino de los cielos.
IV. DIDACTISMO
V. LENGUAJE
118
duales. Al atomizar el conflicto social ciñéndolo a la persona, el r.e;^:
de una acción colectiva se aplaca. El individuo es, de este modo. —ü
fácilmente integrable a una sociedad envilecedora10.
Esta coerción también se manifiesta en el condicionamiento lin
güístico a que se somete el espectador. Situaciones idénticas que se re
piten y personajes interpretados por los mismos actores en sucesivos
filmes, terminan por hacer del repertorio iconográfico de villanos, ma
dres sufridas, hijos pródigos, muchachas inocentes y mujeres del arroy:
signos que el público identifica, inconscientemente, con los valores que
representan. El melodrama transfiere a una serie de imágenes y per
sonajes los conceptos de una ideología y una moral cristalizadas. La
puesta en escena y las caracterizaciones devienen estereotipos fácil
mente reconocibles.
Paradójicamente, y a pesar del ardor con que la sociedad burguesa
defiende el mito del individualismo convirtiéndolo en su valor supremo
o incoartable, en lo personal y en lo íntimo se entroniza el lugar co
mún. Lo individual se transforma en lo gregario, la vida privada se
convierte en una falacia amoldada a ciertas reglas que dispersan las
inquietudes más genuinas del ser humano. En este sentido, puede va
lorarse el lugar común como un elemento didascálico indispensable del
viejo cine. Las composiciones de determinadas imágenes (la furia de
los elementos asociada a grandes pasiones o momentos de desgracia,
los paisajes floridos sugiriendo tiernos idilios, etc.) tienen ya prescrito
y probado su efecto emocional en el público, eliminándose el riesgo de
interpretaciones inesperadas: el espectador reconoce los mensajes y
participa de momentos dramáticos graduados de antemano, en los que
es posible definir sin un esfuerzo intelectual el significado ético unívoco
de personajes y situaciones. La redundancia, de este modo, no sólo es
una forma de hacer disfrutar mecánicamente al público emociones
mediante reflejos condicionados, sino el resultado estilístico de una
ideología pequeño-burguesa que, ante ló contingente de la realidad, en
cuentra en el lugar común melodramático un refugio previsor.
Resultante del universo simple y maniqueo de sus historias, la es-
pecialización en ciertos papeles de actores, cuyos rasgos fisonómicos re
flejan las cualidades o defectos morales de los personajes que inter
pretan, conforma el esquema visual que determinará la apariencia fí
sica de los mismos. En consecuencia, la devoción, el respeto y el amor
que según estos patrones debe despertar una madre, quedan encar
nados inigualablemente en una Sara García: símbolo del apego retró
grado a las tradiciones de una clase. El enigma y la diabólica atracción
de la pecadora, expresiones de una vergonzante concepción amorosa,
encuentran su estilo en la voz grave y en los ademanes envolventes de
119
una María Félix o de una Tita Merello. Los torvos designios de la fa
talidad, representados por el villano, se acomodan a las miradas hoscas
y a las facciones desagradables de Carlos López Moctezuma. Este re
tablo de personajes convencionales, interpretados por actores-tipos, pro
mueve en el público el culto del vedetismo nacional. La estrella actúa
a través del tamiz mítico de su personalidad como elemento amortigua
dor en la profundización crítica de la realidad. Estos héroes que siem
pre encuentran solución a sus males no actuando sobre el medio cir
cundante, sino en el plano individual de los sentimientos, sirven de
paliativo a la conciencia social y política de las masas.
Las relaciones entre estos personajes ficticios reducen la realidad
a mecanismos artificiales de causa-efecto, que hilvanan un relato ele
mental en el que predomina el impacto emocional inmediato. La anéc
dota, según estas premisas, deviene el aspecto principal en este cine.
Esto determinará la estructura narrativa lineal y simple, en la ciial se
combinarán las múltiples variantes de dos o tres temas repetidos con
tinuamente. Cuando la anécdota se encierra en sí misma, convertida
en fin y objetivo, no permite una transferencia del espectador hacia el
medio concreto del cual la película pretende ser un reflejo. Y aún,
cuando ésta se enmarca en el pasado, el condicionamiento histórico no
deja de ser un injerto ajeno'al contenido de la misma y sólo resulta un
telón de fondo ornamental, que como tal adquiere una significación
ideológica. De ahí que su intemporalidad ahistórica, producto de esa
dicotomía entre vida social y vida afectiva, ofrezca una reproducción
idealizada del pasado, acorde a sus sedentarios anhelos de inmovilismo
social.
El dinamismo aparente de los argumentos de estos filmes se tra
duce en una profusión de momentos climáticos que como válvulas de
escape descongestionan la presión emocional acumulada, para restituir
luego un equilibrio final. En esta corrección permanente del nivel de
tensión dramática y en la banalización de lo insólito, este cine encuen
tra sus mecanismos reguladores, que impiden la revelación explosiva
del trasfondo de sus convenciones hipócritas y de los propósitos que
las sustentan.
El desarrollo dramático de estas historias es esencialmente ver
balista, lo que determina una organización de los signos visuales supe
ditada a esta primacía del texto. Esta jerarquización se explica al com
prender que el valor sugerente de las imágenes provoca una incitación
interpretativa que desborda el significado inequívoco de este tipo de
esquema cinematográfico. Por otra parte, la inexpresividad estética de
sus componentes visuales impide trascender el significado inmediato,
meramente funcional, de locaciones, decorados, vestuarios, maquillajes,
utilería, etc., los que sólo sirven para referir y reafirmar convenciones
dramáticas portadoras de formas gastadas y mensajes estandarizados.
Refugiada en la seguridad del estudio, la imagen del mundo burgués
se pone a cubierto de la impresión documental de su contexto social.
Este enclaustramiento, no justificado por necesidades estéticas, se con
vierte en la expresión de ese patrimonio consciente e inconsciente de
cautela que caracteriza su espíritu de clase u . Sus escenografías “se-
120
rializadas” , sus iluminaciones teatrales, sus rebuscadas y relucientes
fotografías en función de la “ estrella” , crean el molde formal que da
cuerpo a estas anécdotas; componiendo, así, una imagen esterilizada
y monolíticamente artificial que no ofrece ninguna brecha a la inge
rencia perturbadora de la realidad. Piénsese, si no, en tantos interiores
de comedias y dramas argentinos y mexicanos, en los que algunos ele
mentos del mobiliario y del vestuario definen el estereotipo visual que
situará a los personajes en su estrato social. A su vez, la sordidez de
ciertas locaciones naturales capaces de destacar por su carácter testi
monial el contexto que condiciona la vida anémica del hombre, desapa
rece del esquema con que el “viejo cine” reproduce la vida de los sectores
populares. El barrio popular típico es una portada del concepto “ pobres
pero felices” , expresado formalmente en el colorismo populista de tantas
cuarterías, solares y casas de inquilinato mostrados por diversos melo
dramas. Se compone una síntesis organizada según un “ bienintencio
nado” paternalismo burgués, en la cual se aúnan los rasgos más exte
riores y representativos de las “ clases bajas” . Así, la reproducción de
la pobreza encontrará su molde en la estampa de la humilde vivienda
familiar, cuyo decorado provisto de elementos acogedores como la jaula
con el pajarito, los canteros de flores, el crucifijo, el sillón, etc., reflejará
una estrecha pero suficiente holgura económica.
Esta visión adquirirá sus tintes más sombríos al asociar el pecado
a la degradante atmósfera de tabernas, hoteluchos y callejuelas que
resulta del esquema moralizante de este cine. Los que reniegan, los
incorformistas, se ven ligados al vicio y al clisé de un ambiente seudo-
expresionista, con el que se proyecta una concepción mistificadora de
las verdaderas causas que engendran los males sociales.
VI POPULARIDAD
121
El cine mexicano supo aferrarse a estas reglas, que encontraban
en la taquilla su centro de comprobación práctica. Con esta fácil polí
tica de negociante al por mayor, la industria mexicana de cine, fuerte
mente ayudada por diversas causas extracinematográficas, fue despla
zando a la producción argentina de los mercados latinoamericanos. Esta
suplantación de poderes tuvo como causas externas fundamentales la
Segunda Guerra Mundial y el fenómeno peronista. El sentido de este
proceso político encontró una repercusión sintomática en el cine ar
gentino de esos años. Desde la guerra, la ley proteccionista que exi
gía un porcentaje de exhibición de filmes nacionales superior a su pro
ducción cinematográfica anual, amparó la fabricación de cintas de
una pésima calidad artesanal y artística12. Conjuntamente con esta
carrera mercantil, el espíritu de reforma de la época favoreció la crea
ción de algunas obras que se acercaban a los problemas sociales, aunque
limitadas por una visión pequeño-burguesa que no logró apartarse de
los cauces del melodrama.
El justicialismo peronista, realizado desde las perspectivas ideoló
gicas de un nacionalismo pequeño-burgués, removió el espíritu reivin-
dicativo del proletariado argentino; pero también, en el unionismo pre
conizado por Perón se juntaban múltiples intereses que crearon, desde
sus sectores derechistas, un clima propicio para la satisfacción dema
gógica de las aspiraciones de la clase obrera. En el cine, esta actitud
oportunista se reflejó en cintas como Que Dios se lo vague, y en menor
cuantía, en otras producciones de “ entretenimiento” cuyo volumen
cuantitativo sobrepasó los escasos ejemplos de filmes en los que puede
hallarse el respiro de una autenticidad social. Películas como Las aguas
bajan turbias y Pelota de trapo constituyeron casos excepcionales, rele
gados por la acometida comercial de la producción común.
122
fuegos artificiales que pretenden pasar por arte. Pero en su conjunto,
esta propensión híbrida que busca su prestigio cultural en el mime
tismo de una cultura extranjera, resultante de condiciones sociales es
pecíficas, patentiza el desarraigo y la sumisión intelectuales que es
conde el culturalismo apriorístico de esta posición colonizada.
En el subdesarrollo vergonzante, pretencioso y cosmopolita de este
cine, aparecen con nitidez los rasgos precursores del snobismo intelec
tual característico de una pretendida vanguardia cinematográfica en
Latinoamérica. “ Vanguardismo” que busca su salida en las imitaciones
de los Resnais, Antonioni, etc., y en cuyos filmes apunta el profundo
desprecio que hacia su realidad cultural sienten sus realizadores. Para
este cine, la fuga de la realidad conduce a las neurosis individuales y
a las angustias existenciales de sus “ creadores” , cuyas crisis de con
ciencia intentan unlversalizar y convertir en visión del mundo. La dis
tancia que separa estas modernas sublimaciones “ artísticas” de los la
mentables, aunque más auténticos bodrios del “ viejo cine” , se acorta en
el denominador común de la actitud escapista que los respalda. Here
deros de una misma tradición cultural, “ lo viejo” y “ lo moderno” inte
gran, por la comunidad de intereses que los identifica, una alianza sim
biótica en la que rejuvenecen los inveterados valores de la moral bur
guesa.
123
Hoy en día, ia televisión y la radio (y la prensa en general, las
grandes empresas productoras de novelas y foto-novelas rosas, a lo
Corín Tellado, etc.), han ido reduciendo la preponderancia del cine
como medio esencial de difusión de ideas. A través de múltiples canales
se viabilizan mensajes que persiguen un objetivo común, cuya ubicuidad
llega a establecer un verdadero cerco ideológico que impregna el queha
cer cotidiano del hombre. Estos mensajes, transmitidos internacional
mente, contribuyen a su vez a reafirmar el criterio de una uniformidad
cultural que posee en el fondo un valor eficaz como agente colonizador:
la modernidad y el progreso hacia la sociedad de consumo se erigen
en pináculos de las aspiraciones colectivas, aunque este modelo de
consumo no corresponda a las estructuras productivas del mundo sub-
desarrollado 15.
Según las películas para cine y TV, las novelas, los cómics y la pu
blicidad que inundan los mercados, los héroes de sociedades desarro
lladas padecen por igual los conflictos sentimentales del habitante de
Buenos Aires, Ciudad de México o de cualquiera otra capital latino
americana. Y así vemos cómo la preservación del mundo afectivo ofre
ce el mejor puente para esta universalización cultural, que deviene una
universalización de la ideología burguesa (y sobre todo pequeño-bur-
guesa).
De esta manera hoy se cumple en la práctica lo que Marx y Engels
señalaran en La ideología alemana: “ . . . cada nueva clase que toma el
lugar de la que dominaba antes de ella es obligada, aunque sólo sea para
alcanzar su fin, a representar su interés como el interés común de todos
los miembros de la sociedad: o, para expresar las cosas en el plano de
las ideas: esta clase está obligada a dar a sus pensamientos la forma de
la universalidad, a representarlos como los únicos razonables y únicos
válidos de manera universal” . Por ello, el melodrama burgués y sus di
versas variantes responden a un interés de clase supranacional, có
modamente ajustable a cualquier contexto.
IX. CONCLUSION
124
ción, cuyo requisito previo de autenticidad esté en la dependencia dia
léctica que establezca entre los cambios sociales y su objetivo funda
mental la transformación del hom bre16. Cuando se vive un proceso
revolucionario que desmitifica y descubre la hipocresía de los valores
del sistema, se libra en el hombre una batalla explosiva, desgarradora,
que lo coloca en la disyuntiva ineludible de asumir su verdadera liber
tad o claudicar. En la base de esta disyuntiva, esa realidad, potencia-
lizada revolucionariamente, desarrolla un proceso educativo que permite
—al descubrir las contradicciones y crear la necesidad de soluciones
para superarlas— el florecimiento de una conciencia crítica que esti
mula el acercamiento racional del hombre hacia sí mismo y hacia su
medio. En esta pasión sana de autoconocimiento y autocrítica surge la
reafirmación de valores revolucionarios cuya difusión debe apoyarse en
una gestión cultural de propósito unitario, que presente un frente or
gánico en la lucha contra los rezagos pequeño-burgueses.
La funcionalidad de la cultura, y más precisamente del arte, pasa
a ocupar, pues, un importante papel en esta ardua labor de educación
revolucionaria colectiva. El lastre que representa en todo proceso de
cambio la larga herencia en la que el hombre ha formado su vida
impone el empleo de tácticas para la comunicación revolucionaria, que
tome en cuenta el proceso de desculturización al que han sido some
tidos nuestros pueblos. No significa esto ceñirse a formas caducas y
reaccionarias hablando de revolución con un lenguaje burgués adoce
nado; como tampoco encerrarse en la elaboración de un arte hermético
que reduzca el alcance de su mensaje 17.
En la actualidad, la atracción por lo melodramático está lejos de
ser un asunto caduco. El colapso aparente del “viejo cine” es una trampa
engañosa que encubre la mistificación moderna de la realidad que le
dio origen. No obstante, la desaparición de sus influencias no se al
canza condenando al ostracismo determinadas obras ni aplicando una
fácil y contraproducente política cultural de avestruz. El camino hacia
una nueva cultura revolucionaria y hacia un arte auténticamente po
pular, abarcará ante todo una intensa confrontación ideológica, la ac
ción política concreta sobre la realidad, la larga y difícil tarea en todos
los frentes educacioñales y sociales, hacia una separación del hombre
de aquellos rezagos que todavía condicionan una actitud ante la vida.
Su expresión estará determinada, en forma dialéctica, por los requeri
mientos de las presentes transformaciones históricas; por el contacto
estreclio del artista, como participante activo, con una realidad que
desvaloriza por su misma riqueza y complejidad, cualquier esquema o
predicción teórica a que se pretenda someterla.
16 “ El hombre es todo el complejo de las condiciones sociales en las que se ha desarrollado y vive...
para cambiarlo, es necesario cambiar este complejo de condiciones” . Antonio Gramsci, Literatura
y Vida Nacional.
17 Transmitir los nuevos contenidos revolucionarios a un nivel dado de transformación lingüística, sin
considerar suficientemente las condiciones objetivas del contexto al que se dirige, origina el pe
ligro de agotarlos en una vocación vanguardista inoperante. Tanto absolutizando los fines estra
tégicos, como supeditando éstos a la táctica se corre el riesgo de serias deformaciones dogmáticas
o liberales, rápidamente asimiladas por el enemigo.
/ 125
Estructura agraria y Consejos comunales campesinos:
situación actual, análisis y estrategia
E u g e n io M a f f e i *
E m il io M a r c h e t t i * *
CONSIDERACIONES GENERALES
126
pírico a nuestro análisis3. Los tres casos restantes 4 los hemos usado
también como información básica, pero por razones de espacio no pre
sentamos su descripción.
Es importante señalar que hemos presentado dos casos que tienen
características extremadamente diferentes precisamente para hacerlos
más evidentes y poder considerarlos en forma comparativa. Por esta
razón, de ninguna manera se ha tratado de buscar casos “promedios”
o “ representativos” sino más bien lo contrario. Esta investigación está
diseñada en el contexto de una investigación operacional. Esto quiere
decir una investigación que tenga aplicación en la práctica y en la
política en forma inmediata.
Nuestra experiencia nos indica que las investigaciones convencio
nales a través de sistemas metodológicos muy sofisticados y elegantes,
hasta el momento no han tenido una real utilidad en el sector agrícola,
especialmente en formulación de políticas y definiciones estructurales.
El problema de las investigaciones operacionales es que requiere que
los investigadores mismos vayan a terreno y tengan una experiencia
profunda de lo que están investigando.
Las investigaciones operacionales no funcionan con encuestadores
profesionales “neutros” que sean pagados para hacer la encuesta. Es
fundamental la observación directa y el análisis teórico en contacto
con el mundo empírico para que este tipo de investigación funcione.
Es decir, la investigación operacional está ubicada en el ámbito de la
praxis marxista, en otras palabras, en la posibilidad de una síntesis de
la práctica empírica y el conocimiento teórico. Por último, es necesario
indicar que este trabajo en terreno nos indica que el avance hacia los
objetivos planteados por la UP en el campo se ve extremadamente
lento con respecto al aumento de poder del campesinado. Es esto lo
que nos interesa explicar en las páginas siguientes con el ánimo posi
tivo de que se haga una enmienda radical en la política actual de
Reforma Agraria para evitar un posible y grave fracaso.
A modo de aclarar nuestro análisis hemos decidido organizar este
estudio en la siguiente forma: consideraciones generales, siete proble
mas claves de los Consejos Campesinos. El caso de Molina, el caso de
Sagrada Familia, conclusiones e hipótesis.
127
Dada la inercia del Aparato Jurídico Político, producto de un modo
de Producción Capitalista, las instituciones del agro todavía se movi
lizan en términos de un concepto populista y pluralista tradicional de
poder. Es decir, tienden a considerar los Consejos Campesinos como una
organización más dentro del comple'jo cuadro que presentan las innu
merables organizaciones campesinas, que nacen y mueren en la me
dida en que el aparato estatal decida usarlas en determinado proyecto
o programa. Estas organizaciones voluntaristas presentan entonces las
características fundamentales de ser organizadas para satisfacer las
demandas programáticas de las burocracias estatales desde su más alta
jerarquía hacia abajo y sólo sirven de receptores de información, es
decir, no son organizaciones ejecutivas.
En este contexto, se trata entonces de ver en qué medida los Con
sejos Campesinos se han escapado de esta concepción voluntarista de
organización y han tomado una dirección que estructura las fuerzas
productivas en forma socialista. Es decir, hay que plantear unidades
que permitan a los trabajadores controlar los medios productivos; en
otras palabras, tener verdadero poder.
Evidentemente que el hecho de controlar los medios productivos
puede ser un concepto vago de poder, en la medida en que no se haga
un esfuerzo en definirlo en forma un poco más operacional. Sin em
bargo, el mismo documento arriba citado nos da una pauta bastante
concreta para esta operacionalización del concepto de poder campesino.
Planificación, ejecución y control de la política agraria de la comuna,
puede ser entonces el punto de partida de una evaluación de los Con
sejos Campesinos Comunales y, en cierta medida, de los provinciales.
Nuestra pauta de estudio en terreno ha definido entonces un poco
más la variable poder, a partir de la misma definición oficial y ha de
terminado que coyunturalmente los temas fundamentales de decisión
(y por lo tanto de poder campesino) de los Consejos Comunales son
sobre:
— Expropiaciones;
— Intervenciones;
— Aspectos productivos estructurales (incluyendo el problema de
la gestión económica;
— Comercialización;
— Financiamiento y crédito;
— Planificación;
— Infraestructura;
— Orientación de la capacitación y asistencia técnica.
128
Este estudio, por lo tanto, es un estudio más bien de análisis estruc
tural y con objetivos operacionales; no es de ninguna manera un estudio
cuantitativo6. Por lo demás, cualquier análisis cuantitativo a estas al
turas muestra un aspecto desolador en cuanto a los Consejos Campe
sinos y en cuanto a los Centros de Reforma Agraria.
En Talca, por ejemplo, existe solamente un Consejo Comunal que
toma cierto grado de decisiones (aunque en los documentos de INDAP
figuran nueve), el resto son directivas nominales. Las demás provincias
agrícolas muestran un cuadro similar y muchas veces peor, ya que a
veces no existe ningún consejo comunal. Tal vez, la única excepción
sería la provincia de Valdivia, y en cierta menor medida Cautín, donde
los consejos han tenido una influencia mayor en la política agraria.
Nuestro análisis toca necesariamente algunos aspectos de las rela
ciones burocracia-campesinos, al referirnos al funcionamiento de los
consejos campesinos. Nuestra hipótesis general es que la estructura de
la burocracia 7 del sector agrario y el pluripartidismo de la Unidad Po
pular son dos de los grandes problemas y escollos, que frenan el desa
rrollo de verdaderos consejos campesinos que sean instrumentos de
poder popular. Volveremos más adelante entonces a tratar este punto.
Si bien el CERA está definido como una unidad productiva que permita
la socialización de los excedentes generados en esa unidad, es evidente
que esta socialización no se producirá sin el recurso y presencia de un
Consejo Comunal fuerte. Esto se debe a que la “socialización es el pro
ceso de la conducción socialista de tales medios en función del interés
del proletariado” 8.
El problema se presenta entonces en el sector agrícola porque el
proletariado propiamente tal es minoría 9 y la mayoría de los otros es
tratos del campesinado que también deben beneficiarse de los exce
dentes del área socializada tienen por lo general intereses diferentes.
En este sentido, el Consejo Comunal debería asumir un papel clave, no
sólo en la socialización misma de los excedentes, sino que en el acceso
que puedan tener todos los estratos a los beneficios generales que pueda
otorgarles el área socializada. Es indispensable no partir necesaria
mente del supuesto de que las unidades productivas generen exce
dentes suficientes para permitir inversiones de tipo productivo, al me
nos durante un cierto lapso de tiempo; por lo tanto, el Consejo Campe
sino en una primera etapa tendrá posiblemente que plantear solamente
129
9 — Cuadernos
el acceso a los medios productivos básicos: tierra y agua en iguales tér
minos a todos los estratos, debido a que un plan de ocupación masiva
y de liberación de fuerzas productivas requeriría un esfuerzo económico
de parte del Gobierno muy fuerte en el sector agrícola, que posiblemente
no pueda llevarse a cabo hoy día 10.
3) EL PROBLEMA DE LA ORGANIZACION A
PARTIR DE ORGANIZACIONES EXISTENTES
Y ORGANIZACION POR LA BASE
130
4) CONSEJOS CAMPESINOS Y PARTIDOS POLITICOS
14 Esto está claramente demostrado en la provincia de Talca, donde el único Consejo de los nueve
que funcionan es de tendencias claramente monopartidistas. Este mismo fenómeno se presenta
en las provincias de Colchagua y Valdivia.
15 Los dirigentes que no cuentan con vehículos, muchas veces se movilizan en vehículosprestados
por el sindicato y otras veces por CORA o INDAP. También los Consejos comunalesmuchas veces
sesionan en los locales sindicales, en especial aquellos afiliados a la CUT.
16 Por ejemplo, el caso de Molina en Talca y el caso de Nancagua en Colchagua.
131
Aquí se presenta otra paradoja interesante: la ampliación u or
ganización por la base de los Consejos no permite participar a los di
rigentes de los sindicatos comunales en el Consejo, sino que solamente
a los miembros de la base sindical que no tienen la experiencia y capa
cidad de los dirigentes. Esto es negativo, porque si el sindicato, por
experiencia de lucha, es la única organización que está realmente en
trenada para manejar las decisiones comunales, no debe por lo tanto
quedar fuera del Consejo como organización, porque esto simplemente
plantea una descentralización burocrática 17 que debilita a los campe
sinos y los divide una vez más.
132
capitales de provincia 20 en desmedro de las áreas de reforma agraria
o subdivisiones de ellas. En otras palabras, los recursos están irracio
nalmente colocados donde no se necesitan.
Segundo, hay una gran descentralización del pocter burocrático,
lo que hace muy difícil llevar a cabo una política integral e implemen-
tarla en forma orgánica. Esta descentralización, que es un proceso an
tiguo y progresivo en la burocracia estatal21, se ha agravado en forma
crítica con la competencia partidista dentro del Gobierno de la UP, lo
que hace casi imposible tener una política ordenada y planificada con
respecto a los Consejos Campesinos. Esta descentralización significa
que en las áreas de Reforma Agraria se pueden tomar muy pocas deci
siones, y menos aún entregar muchas responsabilidades a los Consejos
Campesinos. Cuando ha habido un partido predominante en un área,
tanto en las instituciones del agro y en el sindicato comunal más po
deroso, la descentralización ha sido suplida por una centralización par
tidista que ha permitido hacer una política más coherente con respecto
a los Consejos Campesinos. Todo esto indica que la estructura misma
del aparato jurídico político actual y la estructura partidista, no son
favorables al desarrollo de Consejos Comunales que tengan poder, es
decir, que puedan planificar, -programar y, en general, decidir toda la
política agraria de la comuna.
En las próximas páginas presentamos dos casos de Consejos Cam
pesinos a fin de ilustrar nuestro análisis y de ahí sacar algunas con
clusiones e hipótesis.
La comuna de Molina representa un área del campo chileno, donde el capitalismo agrario
se ha desarrollado quizás con más fuerza que en cualquiera otra parte de C h ile22. La
comuna constituye un verdadero complejo agroindustrial que debería tener en el futuro
mucha importancia en el proceso de la reforma agraria. Molina tiene la población más
grande de la provincia de Talca y el mayor número de campesinos organizados dentro de
la provincia. La comuna también cuenta en este momento con cinco sindicatos industria
les con más de 400 trabajadores que elaboran productos primarios de la zona. Por esta
razón, esta zona intensamente explotada, siempre ha sido conflictiva, con fuertes sin
dicatos rurales en los que se ha producido un alto grado de proletarización del cam
pesinado. Como resultado, en 1965, 22% de la población agrícola económicamente activa
de Molina eran voluntarios o trabajadores remunerados únicamente con su salario, es
decir, sin ningún control o acceso a medios productivos. La misma cifra a nivel nacional
era solamente 11% es decir, proporcionalmente el proletariado rural de Molina es el
doble del promedio nacional.
Uno de los aspectos más notables en Molina es que el Sindicato Comunal L a M a r c h a
ha sido la fuerza principal en la formación, financiamiento y asesoramiento del Con
sejo Comunal Campesino por la base de Molina. Por esta razón, es preciso analizar los
133
orígenes históricos de este sindicato24. El sindicato comunal L a M a r c h a , controlado
por el PS, es, sin duda, hoy día la organización campesina más fuerte de la comuna.
En junio del año pasado tenía 1.697 socios, es decir, más del 65% de todos los traba
jadores asalariados con trabajo estable de la comuna 25. El sindicato tiene como su base
principal a los trabajadores agrícolas que no tienen ningún control sobre medios pro
ductivos: sólo reciben salario por su trabajo. El cuadro siguiente muestra la alta propor
ción de este proletariado en el sindicato.
COMPOSICION DE “ LA MARCHA” 28
%
Empleados con ración y /o talaje —.................... ...................................................................................... 0,5
Inquilinos y viñeros con ración y /o talaje ........................................................................................... 29,2
Tractoristas, carpinteros, y mecánicos con racióny /o talaje .................................. 2,3
Además de tener una mayoría de socios que son proletarios absolutos, los dirigentes
comunales de L a M a r c h a también pertenecen al mismo estrato, es decir, no manejan
medios productivos. Con esta base proletaria y con una ideología de lucha de clases, el sin
dicato, por su tamaño y organización, ha conquistado bastante influencia en la estructura
de poder local. El actual alcalde de Molina e intendente de Talca son los elementos
urbanos que promovieron L a M a r c h a hace siete años, por ejemplo. Uno de los volun
tarios que ha luchado en el sindicato desde el principio es el presidente de la Federación
Provincial de Sindicados Agrícolas afiliados a la R a n q u i l. Otro voluntario y dirigente co
munal de L a M a r c h a fue elegido regidor de Molina en 1971. Cabe destacar que este
movimiento del proletariado agrícola ha dado cierto poder al PS en el área. Este partido
y el sindicato dieron el apoyo estratégico necesario para el éxito de este Consejo Co
munal Campesino.
El 12 de marzo del año 1971 se formó el Consejo Comunal Campesino por decreto en
Molina. En ese momento el Sindicato Comunal L a M a r c h a representaba 65% de los
campesinos organizados de la comuna. A pesar de esto, este importante sindicato recibió
solamente dos puestos en el Consejo por decreto, mientras que las otras organizaciones
campesinas, que representaban el 35% de los campesinos organizados, recibieron ocho
de los diez puestos en el Consejo. Por eso, y más bien porque las otras organizaciones
campesinas seguían ideologías capitalistas e integracionistas que estaban en contra de
las políticas del Gobierno actual, L a M a r c h a nunca participó en este Consejo por decreto.
Los dirigentes de L a M a r c h a empezaron entonces a discutir la necesidad de un Consejo
campesino en Molina que fuese capaz de llevar a cabo el programa agrario de la Unidad
Popular en la comuna de Molina. El Consejo por decreto, después de tener escasa
mente tres reuniones y sin haber hecho nada en la comuna, dejó de reunirse a principios
de mayo del año 1971.
A principios de junio el Sindicato Comunal L a M a r c h a informó a INDAP que el
mismo sindicato iba a organizar un Consejo Comunal Campesino por la base. Pidió ayuda
de INDAP para contactar con los asentamientos, los sindicatos amarillos y los pequeños
propietarios que eran clientes de INDAP. Los dirigentes comunales de L a M a r c h a dieron
capacitación sobre Consejos Comunales Campesinos por la base a más de ochenta de
los delegados de fundos. Estos delegados a su vez movilizaron a los campesinos de sus
fundos y de los alrededores de sus fundos explicando la importancia del Consejo Comunal
24 Presentamos una breve reseña histórica del movimiento sindical de Molina. Véase el apéndice de
este artículo donde se analizan etapas muy diferenciadas de este movimiento en la comuna rural
más proletarizada de Chile.
25 Estimación sobre la base de datos de CORA, VI Zona, y del IV Censo Agropecuario.
26 Datos de encuesta de los fundos de La Marcha, marzo de 1972.
134
Campesino. En concreto, entonces, estos delegados que habían madurado como ¿in
g e n t e s e n L a M a r c h a t u v i e r o n control sobre el proceso de las elecciones por la base.
Hubo elecciones en los ocho sectores de la comuna durante la semana del 13 al 19
de junio, en que votaron más de 1.600 campesinos. En cada sector eligieron un con-
sejero de la base y dos candidatos para las elecciones generales en que participare-
todos los sectores. El domingo 20 de junio, a pesar de una lluvia torrencial que no amainó,
se juntaron más de 1.400 campesinos en el gimnasio de Molina para elegir siete consejeros
de la base entre los candidatos que las bases mismas propusieron durante la semana an
terior. Con esta elección general, el Consejo Comunal Campesino se constituyó con 15
consejeros de las bases. De los 15 consejeros, habia 11 socialistas de L a M a r c h a , uno
comunista de L a M a r c h a , tres democratacristianos del Sindicato Comunal E l L i b e r
ta d or.
Es importante destacar que ninguno de los campesinos elegidos por la base habia
tenido anteriormente un cargo de dirigente campesino. No fue elegido ningún comer
ciante, ningún dirigente comunal, ningún presidente de Comité de Pequeños Agricultores,
o ningún delegado sindical. Es decir, la dirección de las elecciones por la base dirigida
por una verdadera organización campesina de lucha social produjo un grupo de diri
gentes auténticamente de la base. Sin embargo, la dirección de elecciones por la base por
parte de la burocracia en otros casos muestra la tendencia a elegir consejeros que no son
realmente de la base27.
En las elecciones por la base ganaron campesinos de la base, pero de la base de un solo
estrato campesino: los voluntarios o el estrato más proletarizado de la comuna, que
es también el con más conciencia de clase y mayor madurez política. De los 15 consejeros
elegidos catorce eran voluntarios o trabajadores que recibían solamente un salario por su
trabajo 28.
Una de las metas de los consejos comunales campesinos es unificar los distintos
estratos campesinos y dar a estos distintos estratos un acceso igual a los medios de pro
ducción y a los excedentes de la producción agrícola comunal. El cuadro siguiente dará
una idea de los distintos estratos campesinos y su inserción en la estructura productiva
de la comuna.
N9
Burguesía terrateniente 30 18 0,3
Mediana burguesía (2 0 a 80 hás.) 60 0,8
Pequeña burguesía (5 a 20 hás.) 202 2,9
Semiproletariado agrícola
Proletariado agrícola
Subproletariado agrícola
Minifundistas afuerinos
Hijos de minifundistas
Hijos de voluntarios 4.040 57,1
Afuerinos pobladores
Afuerinos migrantes
135
El semiproletariado agrícola tiende a ser más conservador en la lucha social debido
a que tiene un cierto control de medios productivos y muchas veces incluso explota
mano de obra asalariada. Los inquilinos reciben salario por su trabajo, pero también
tienen las regalías y la ración de tierra y talaje, lo que nos impide calificar a este grupo
como proletarios absolutos. De hecho, históricamente el inquilino hasta principios del
siglo X IX era un pequeño productor. A medida que el modo de producción capitalista
empezó a predominar en la agricultura, no solamente aumentaron los trabajadores asa
lariados en la agricultura, sino que el mismo inquilino empezó a proletarizarse. Sin em
bargo, hasta el día de hoy el inquilino no puede considerarse un proletario absoluto en
ningún ca so31. Este grupo es relativamente pequeño en Molina ( solamente 9% de la
población económicamente activa).
El subproletariado es el estrato más bajo en condiciones de vida en la comuna y
representa a la mayoría de los campesinos de Molina (57%). Este estrato tiene como sus
características principales:
— trabajo inestable,
— falta de contacto con las organizaciones campesinas, con la burocracia agraria y
con todos los servicios públicos 32.
En Molina puede observarse el hecho de que el trabajo inestable es la causa de
que este grupo no haya estado organizado por sí mismo o por el Estado. Trabajo ines
table significa que hay poca interacción entre ellos y que este tipo de contacto no per
mite integrarlos a la clase trabajadora. Pensar que esta masa subproletaria tan variada e
inserta en relaciones tan primitivas de producción puede defenderse de un Consejo co
munal campesino es creer que la buena voluntad y no la estructura económica deter
mina lo que pasa en la sociedad. Lo que es más realista es una reforma agraria llevada
a cabo por un grupo de trabajadores ya organizados, que son los únicos que tienen un
nivel de conciencia de clase que acepte un plan masivo de ocupación de esta gran masa
de subproletarios.
Como veremos, esto es exactamente lo que empezó a ocurrir en Molina. Un grupo
de consejeros que provienen del estrato del verdadero proletariado agrícola empezó a
dirigir un proceso de la reforma agraria en Molina y aportó beneficios concretos al sub
proletariado de la comuna. El Consejo por la base, aunque tenía consejeros de un solo
estrato, realmente representaba a los demás campesinos. Según un documento del Con
sejo Comunal por la base, que resume los acuerdos de la primera asamblea general del
Consejo, éste planteó lo siguiente:
El primer problema que atacó el Consejo por la base era el más dramático y más
evidente en la comuna. Después de un año de Gobierno Popular no había ningún Centro
de Reforma Agraria en la comuna y la derecha estaba ganando más terreno cada día
en cuanto a convencer a los campesinos de Molina de que los CERA no iban a servir al
campesino, sino que iban a ser estructuras de explotación del campesino por parte del
Estado. Lo paradojal es que la divulgación de la información sobre los CERA estaba
en las manos de la derecha y no de la Unidad Popular.
Sin una acción drástica, por lo tanto, las posibilidades de aplicar unapolítica de
reforma agraria que permitiera formas avanzadas de producción y ocupación masiva
al campesinado, hubiesen sido muy remotas. Esta decisión de una acción inmediata nació
del Consejo y no de la burocracia del agro en la comuna. En este contexto, la estructura
del Consejo por la base nació de la acción directa en vez de formarse por una decisión
burocrática externa. Por esto, el Consejo por la base no creó una serie de comisiones
para discutir los grandes problemas de su comuna. Ya conocían los problemas. Para
solucionar esos problemas el Consejo necesitaba financiamiento, que consiguió en el
sindicato comunal L a M a r c h a . Esta organización de los trabajadores facilitó vehículo
31 Véase Luis Vítale, Interpretación Marxista de la Historia de Chile, II, Tomo, PLA, Santiago,
1971, pp. 195, 196.
32 El subproletariado, por no tener trabajo estable no tiene libreta de Seguro Social, no tiene asignación
familiar, asistencia médica, etc.
136
y fondos para sostener a los consejeros durante su trabajo. En la práctica, entonces,
surgió otra estructura, los consejeros constituyeron un núcleo en el interior de L a M a r c h a ,
con una nueva línea de acción. En vez de atender solamente a sus socios en situaciones
reivindicativas, el sindicato comunal, a través del Consejo por la base, empezó a tomar
la responsabilidad de la dirección de la reforma agraria en la comuna de Molina.
La integración del sindicato comunal L a M a r c h a y el Consejo por la base partieron
del hecho de que el sindicato aportó al Consejo por la base su experiencia organi
zativa y su capacidad económica. El Consejo, por su parte, aportó al sindicato su
energía para créar nuevas líneas de trabajo en el sindicato que fuesen racionales en
relación a los intereses de la base. Como estructura, entonces, el Consejo tenía puestos
de presidente, secretario y tesorero, pero en la práctica el Consejo ha funcionado como
un cuadro de activistas campesinos que han estado asesorados por los dirigentes del
sindicato comunal L a M a r c h a .
El Consejo por la base de Molina, en vez de ir a reclamar a la burocracia, como es
corriente, empezó a formar CERA por la acción directa. Los consejeros promovieron
conflictos y tomas en dos fundos en la cordillera de Molina, que juntos cuentan con
más de 8.000 hás. En estos dos fundos, la Gobernación de Talca autorizó la interven
ción y más tarde la CORA procedió a expropiar.
A los campesinos de estos dos fundos y a los campesinos de un fundo de 34.000 hás.,
ya expropiado, los consejeros de Molina divulgaron información sobre el CERA y capa
citaron a los trabajadores. Su estilo de capacitación se basaba en la acción concreta, es
decir, en la formación inmediata de CERAS. Instintivamente, los consejeros sabían que
los campesinos aprenden en la práctica y no recibiendo educación en cursos formales.
Por lo tanto, formaron comités de producción, control y bienestar social que represen
tan a los campesinos de tres fundos que funcionarán integrados cuando este gran
centro de la reforma agraria de casi 45.000 hás. empiece con su nuevo plan de explo
tación el l 9 de mayo de este año. En vez de prometer a sus compañeros que los CERAS
darían trabajo a los cesantes, los consejeros, de acuerdo con los campesinos de los tres
fundos, incorporaron 45 cesantes en el centro para sembrar más tierra y aumentar las
empresas forestales. Además, los consejeros promovieron conflictos en cuatro fundos más,
pero el gobernador, al constatar que los conflictos en Molina estaban coordinados poi
el Consejo de la base de Molina, negó la intervención en estos fundos y planteó a los
campesinos que su método era ilegal. A pesar de esto, los campesinos en estos fundos
siguieron dispuestos a ingresar en un centro de reforma agraria. Después de este atraso,
los consejeros empezaron su trabajo en los fundos ya expropiados que estaban ligados
al sindicato comunal L a M a r c h a . Juntaron los fundos de Corcolén y Laura Allende,
donde había dos comités campesinos, y otra vez decidieron la formación concreta de
otro CERA. Los comités formados por el Consejo tomaron la dirección de este último
CERA de más de 600 hás. en mayo. Este tiene rubros tan importantes e intensivos
como manzanales y lechería.
En esta forma fueron actuando progresivamente los consejeros hasta mediados
de diciembre y solamente en ese momento éste informó a las autoridades de Gobierno y
a los funcionarios de CORA que ya existían seis CERAS organizados por ellos en la
com una33. Antes, en los fundos que forman estos CERAS había solamente 239 tra
bajadores; después del trabajo de los consejeros, esos mismos fundos tenían 334 traba
jadores. De hecho, no todos los CERAS formados por el Consejo están compuestos de
dos o más fundos; en un caso, por ejemplo, un CERA está ubicado al lado de un asen
tamiento y aislado. Un campesino de este CERA nos informó que sus compañeros ya
habían convencido a la mitad de los trabajadores del asentamiento de que formaran
un CERA y que solamente el grupo de ex inquilinos estaba en contra de la integración
de los dos fundos en un solo CERA. Si este CÉRA tiene éxito económico en el futuro, es
muy probable que los dos fundos lleguen a juntarse.
El 19 de diciembre, el Consejo, asesorado por el sindicato L a M a r c h a , movilizó a
más de 1.500 campesinos en la segunda asamblea del Consejo Comunal Campesino por
la base, para celebrar la constitución de los 6 centros de reforma agraria de la comuna.
En esta asamblea, el presidente del Consejo, que era antes un simple voluntario, ya
era bastante conocido por esa masa de campesinos por haber realmente dirigido en gran
parte el proceso de la reforma agraria en la comuna.
33 En realidad en Molina hay 7 CERAS, pero el séptimo, que no fue organizado por el Consejo
campesino, es realmente una unidad productiva que se parece más a un asentamiento. Este CERA
es muy ineficiente e insignificante en tamaño, pues tiene 90 hás. físicas y 17 trabajadores solamente.
137
Los partidos políticos y el Consejo
Todo este proceso produjo varias reacciones políticas en la comuna de Molina. La primera
consistió en que los tres consejeros elegidos por la base, que eran del PDC y del sindi
cato amarillo de la comuna, se retiraron del Consejo Comunal Campesino por la base.
Hubiera sido anormal si hubiesen participado con un grupo de campesinos donde la
mayoría era de la UP y con intenciones claras de llevar a cabo la formación de los CERAS.
Es decir, los consejeros que quedaban en el Consejo por la base eran todos de un par
tido (P S ) y de un sindicato ( L a M a r c h a ) . Esto permitía unanimidad y centraliza
ción de decisiones en el consejo. La segunda, que el Consejo Comunal Campesino por
decreto empezó a funcionar otra vez, no por una política de servicio a la comuna, sino
para criticar al Consejo por la base. Estos dirigentes del sindicato comunal opuesto al
Gobierno criticaron al Consejo por la base porque no era “ el Consejo legal” de la co
muna y porque no era “ democrático” .
En parte por esto, la burocracia agraria tomó en serio “ el problema de tener
dos Consejos en la comuna de Molina” . Entonces INDAP trató durante los meses de
noviembre y diciembre de promover la integración de los dos Consejos. El Consejo
Comunal, para no ser molestado más con este juego, tuvo una reunión con el Con
sejo por decreto, en la que le ofreció la mitad de la directiva. Los dirigentes del Consejo
por decreto plantearon que entrarian en el Consejo si el Consejo por la base escribía una
carta diciendo que é;te era el único responsable de lo que había hecho hasta la fecha. El
Consejo por decreto rechazó la carta del Consejo por la base porque “ había en !a carta
una indiferencia supermayor del acuerdo entre los dos Consejos” . Cuando se preguntó al
presidente por decreto cuál era la indiferencia, él respondió: “ no sé cual era” . Así fracasó
el intento de INDAP de crear un consejo “ pluripartidista” en Molina 34.
La tercera reacción política provino de la burguesía terrateniente que se manifestó
de la siguiente manera: el patrón del fundo en que el presidente del Consejo por la
base era voluntario despidió al presidente del Consejo 35. El patrón veía al Consejo por
la base como enemigo de sus intereses36 y por eso despidió al presidente. El mismo
día de su despedida una camioneta trató de asesinar al presidente en un camino. Estos
dos hechos provocaron una concentración y marcha de casi mil campesinos en pro
testa contra el patrón y en apoyo del Consejo Comunal Campesino y su presidente.
La cuarta reacción hacia el Consejo Comunal Campesino por la base fue la re
nuncia al sindicato de 193 socios de dos grandes fundos. Estos campesinos formaron
dos nuevos sindicatos comunales integrados a la Confederación L i b e r t a d . Estos nuevos
sindicatos son verdaderos sindicatos apatronados porque los patrones de los dos fundos
han entrado “ en sociedad” con sus trabajadores y dan a ellos 50% o más participación
de la utilidad líquida de los predios. Estos campesinos desclasados se retiraron de L a M a r
c h a porque uno de los objetivos del sindicato y particularmente del Consejo es socia
lizar los excedentes de los fundos poderosos de la comuna.
Durante el mismo mes de agosto, los comunistas, que eran socios de L a M a r c h a ,
renunciaron al sindicato y formaron otro nuevo sindicato comunal, E l i a c i n G o n z á l e z .
Ambos grupos, los socialistas y los comunistas, dicen que la causa de esta división no
era el Consejo Comunal Campesino, sino el hecho de que los comunistas, por ser tan
pocos en el sindicato, no podían ganar puestos de dirigentes desde 1968. E l incidente
que causó la división era la acusación de los socialistas a los comunistas de que los
gastos de los delegados comunistas eran casi 2 veces más grande que los gastos de los
34 El mismo fenómeno de que Consejos Ampliados no pueden funcionar sobre una base pluriparti-
dista se ha presentado en otras comunas del país. En Colchagua los Consejos que funcionan no
son pluripartidistas y se han organizado a través de delegados de fundos controlados por el PS.
En las comunas de Puerto Varas y Fresia (Llanquihue) los campesinos de distintos partidos no
han participado juntos en los Consejos Ampliados. En la comuna de Quinta de Tilcoco (O’Hig-
gins) los consejeros de los sindicatos controlados por el PDC nunca han participado en el Consejo
Ampliado. En la comuna de Sagrada Familia (Talca) un equipo de 18 funcionarios del Agro esperó
un mes la respuesta de un sindicato afiliado a la confederación Libertad, sobre si ellos parti-
■ ciparían en el Consejo Ampliado. Algunos miembros del equipo quisieron promover el Consejo
sin estos dirigentes democratacristianos porque el equipo estaba perdiendo su tiempo, pero la ma
yoría de los funcionarios persistía en la creencia de que éstos participarían. Siguieron entonces
con reuniones con este grupo más que con cualquier otro grupo de campesinos en la comuna.
Cada semana los dirigentes del sindicato DC decían que todavía no podían decidir. Finalmente
la comisión agraria de la zona dio una orden por la cual este grupo tuvo que decidir en 3 días.
Finalmente los dirigentes de este sindicato dijeron que no participarían en el Consejo ampliado
por ningún motivo.
35 C om o consejero, el presidente no tiene fuero como los delegados sindicales. Legalmente no tenía
derecho a abandonar su trabajo agrícola por trabajo de tipo sindical.
36 El patrón es dueño de qn fundo riquísimo. El ha dado a sus trabajadores 60% de participación en
la utilidad líquida del fundo. Los campesinos en su fundo no quieren expropiación. El Consejo
representó una amenaza fuerte a los intereses del patrón y sus trabajadores. Los trabajadores pre
fieren participar de los excedentes en la forma que el patrón les ha propuesto, puesto que evi
dentemente les conviene mucho más que participar con mayor número de compañeros en un CERA.
138
delegados socialistas. Después de esta división, el sindicato y el Consejo quedaron como
organizaciones unipartidistas.
Burocracia y Consejo
Después de la segunda asamblea del Consejo Comunal Campesino por la base de Molina,
CORA e INDAP reconocieron que sería imposible planificar y operar en la comuna de
Molina sin el apoyo del Consejo por la base. Las instituciones del agro acordaron con
los consejeros que toda la acción de las oficinas del área de Molina sería llevada en
coordinación con el Consejo por la base. Los funcionarios tuvieron cuatro días de reunio
nes intensivas con seis consejeros, durante los cuales discutieron largamente el plan de
expropiaciones de la comuna de Molina. Estos funcionarios propusieron a los consejeros
que la CORA expropiaría 50 fundos, pero el Consejo agregó 42 fundos más que CORA
debería expropiar por razones sociales37. También en estas reuniones los funcionarios
daban capacitación a los consejeros sobre lo que es un centro de reforma agraria.
Aquí cabe destacar también que los consejeros no tenían un entendimiento “ téc
nico” perfecto de los CERAS. Pero el hecho es que algunos funcionarios vieran esto
como una falla grande es bien irónico porque los consejeros habían creado seis CERAS
en la comuija. mientras que la CORA solamente había formado dos en toda la provincia
de Talca. Además, éstos realmente son bastante mal ejemplo de lo que debe ser un
CERA, ya que son exactos a un asentamiento. Nuestra investigación en los CERAS for
mados por el Consejo nos mostró que los dirigentes de estas nuevas unidades de produc
ción tenían “la película clara” sobre los siguientes puntos:
— igualdad en términos de trabajo y participación de los excedentes entre los tra
bajadores en el CERA, a diferencia del asentamiento en que los asentados son
nuevos patrones y hay gran diferenciación;
— La mujer debe tener participación en el CERA ( en un CERA de Molina una
mujer es presidente de la asamblea);
— Que los CERAS deben producir más para incorporar aun más cesantes;
— La necesidad de unificar fundos para tener un CERA realmente de tamaño su-
perprédial y económicamente eficiente;
— Que una parte de la utilidad líquida debe ir al Consejo Comunal para otras ne
cesidades de la comuna.
Es decir, sin necesidad de una “ capacitación técnica” de los CERAS, los conse
jeros de Molina crearon CERAS que tienen un dinamismo social que va hacia los obje-
tivos planteados por la UP. Estos CERAS nacieron según los criterios de la lucha de
clase y solidaridad de los trabajadores. El trabajo que queda para la CORA es entonces
solamente una tarea de asistencia técnica y asesoría en este caso.
Dos meses antes de estas reuniones entre la burocracia agraria y el Consejo por
la base de Molina, el Comité Técnico de Capacitación Zonal aprobó un plan de capa
citación sobre los CERAS. Según este plan, cuatro funcionarios y seis campesinos darían
cursos de capacitación sobre los CERÁS fundo por fundo y después darían cursos sec
toriales en una comuna. Los consejeros de Molina habían mostrado su capacidad y deseo
de trabajar en promoción de los CERAS y por eso los funcionarios se ofrecieron a trabajar
juntos con los consejeros en este plan. Los consejeros recibirían salario por su trabajo en
el plan de CORA. En esta misma época, todos los gastos de la movilización del Con
sejo, viajes a Talca y Santiago para arreglar los casos de conflictos, tomas e intervenciones
llegaron a ser demasiado altos, considerando el presupuesto reducido del sindicato L a
M a r c h a . Por eso, los consejeros tuvieron que ponerse de acuerdo con los funcionarios
y acompañar a los que iban a dar curso sobre los CERAS. Todo esto significó un cambio
cualitativo en el estilo de acción del Consejo. En vez de llegar un grupo de consejeros
a los fundos a constituir CERAS, cada consejero tuvo que andar con un funcionario
para hacer los contactos necesarios en el terreno y a veces para explicar a los campe
sinos lo que había dicho el funcionario en el curso. Durante este tiempo de colaboración
con la burocracia, el Conseio dejó de tener reuniones como antes poroue estaban tra
bajando en el plan de la CORA y no tenía sentido tener reuniones si el Consejo no iba
a hacer trabajo controlado por él. Terminaron sü trabajo de capacitación en 18 días.
De hecho, la colaboración de los consejeros con la burocracia no ha resultado en la
formación de más CERAS. Pero ha significado,. sin embargo, que los consejeros no han
podido trabajar bien con la base desde el momento que se han integrado a la burocra
cia 38.
37 Actualmente, la lista de expropiaciones de la CORA publicada despuésteníamenosde 40 fun-
dos. El Consejo tuvo que aceptar este hecho.
38 Este fenómeno de burocratización de los consejeros se da con másfuerza en losConsejos que
tienen menos unidad y menos fuerza que el Consejo de Molina.
139
Decisiones tomadas por el Consejo y el Poder Económico
39 Se entiende por Consejo Ampliado por la base un Consejo con consejeros elegidos directamente
por la base más consejeros que representan las organizaciones campesinas ya -existentes,
4 0 Véase Wilson Cantoni, op. cit., pp. 101 y 103.
140
-
Los doce consejeros por ,|a base eran todos pequeños propietarios. Según funcio
narios de INDAP, eran líderes tradicionales en sus comunidades; es decir, eran los
campesinos que habían sido los nexos económicos entre los campesinos de su comu
nidad, y las ciudades cercanas a Puerto Varas y Puerto Montt 41. Además, éstos habían
sido capaces de relacionar a los demás campesinos con los servicios y la asistencia ex
terna porque tenían más producción, por lo tanto más contactos con comerciantes y con
funcionarios de INDAP. Muchos de estos doce campesinos elegidos por la base tenían
varios asalariados en sus predios y además varios de ellos eran presidentes de comités
de pequeños agricultores. En otras palabras, en Fresia los caudillos campesinos que han
tenido siempre a los otros campesinos como clientela, se habían transformado en con
sejeros elegidos por la base. La misma tendencia se observó en la elección de la direc
tiva del Consejo Ampliado. El presidente era regidor de la comuna de Fresia, presidente
del Sindicato Comunal U n i d a d S o c i a l , pequeño comerciante de la comuna y como
pequeño patrón también tenía asalariados en su pequeña propiedad. El vicepresidente
elegido por el Consejo Ampliado era presidente de un comité de pequeños agricultores y
tenía un predio de 25 hás., donde también trabajaban obreros asalariados. El secretario
del Consejo Ampliado era secretario del Sindicato Comunal U n i d a d S o c i a l , un dirigente
campesino profesional.
Al considerar el nivel actual de la organización de la base, y la forma de promoción
del Consejo Ampliado, los resultados de las elecciones por la base no son muy sorpren
dentes. La mayoría de la promoción fue hecha con pequeños propietarios y unos pocos
minifundistas. La única organización de estos grupos en Fresia es el Comité de Pe
queños Agricultores. Según los estudios de INDAP, estos Comités no representan una ver
dadera organización de campesinos, sino que han sido más bien un mecanismo ad-hoc
para la distribución de crédito individual. En realidad, los comités no se reúnen, y nunca
han luchado por los intereses comunes de sus socios 4Z. Normalmente, el nexo entre los
campesinos y la burocracia de INDAP es el presidente del Comité.
La ampliación del Consejo en Fresia fue una mezcla de trámite burocrático y elec
toral. En un mes los funcionarios contactaron a los presidentes de los Comités de Pe
queños Agricultores y otros campesinos conocidos por haber tenido más relaciones con
INDAP al ayudarlos a juntar campesinos en reuniones sectoriales. Es decir, usaron el
mismo canal de comunicación para promover el Conséjo ampliado. Es importante hacer
notar que las reuniones sectoriales tuvieron estilo puramente electoral4S. En Fresia las
bases oyeron algunas ideas sobre el Consejo y su poder futuro, como en una campaña
electoral cualquiera. Por sus votos los campesinos iban a recibir beneficios. En este caso,
el candidato era el Consejo Ampliado. La meta era traer el número más grande posible
de campesinos a las elecciones. Pero desafortunadamente el supuesto de que la base
puede estar realmente representada a través de elecciones, sin la organización que re
presente los intereses de los campesinos, sobre la base de sus intereses económicos, es
uno de los viejos mitos de lá ideología capitalista.
Después de las elecciones sectoriales, los funcionarios movilizaron a los campesinos para
que asistieran al Primer Congreso Comunal Campesino. El 17 de julio del año 1971,
más de mil campesinos asistieron a este Congreso para elegir la directiva del Consejó
Ampliado. Los candidatos eran los consejeros elegidos por la base, y los consejeros que
representaron las organizaciones campesinas de la comuna. Las organizaciones que
asistieron fueron el sindicato Comunal U n i d a d S o c i a l afiliado >a la C o n f e d e r a c i ó n R a n -
q u i l y de filiación preponderante del P S , y tres sindicatos comunales afiliados a la confe
deración T r i u n f o C a m p e s i n o , de tendencia política democratacristiana44. El sindicato
comunal afiliado a la Confederación L i b e r t a d no asistió al Consejo Ampliado. La
41 Puede verse el mismo fenómeno en Cautín, donde los campesinos con más poder en 12 de los
16 Consejos tienen dos casas: una en el campo y una en el pueblo. En la comuna de Quinta de
Tilcoco (O’Higgins), dos de los consejeros elegidos por la base eran comerciantes, y uno era em
presario tractorista. 5
42 Véase el estudio de INDAP, La Política Crediticia, Santiago, 1971.
43 En una reunión de campesinos que componían la comisión organizadora del Consejo Ampliado
de Sagrada Familia (Talca), un campesino dijo: “ Si vamos a organizar este Consejo, debemos
saber de qué se trata un Consejo” .
Después, el jefe de Desarrollo Social zonal de INDAP, que estaba presente en la reunión, pre
guntó al equipo de 18 funcionarios trabajando en la ampliación del Consejo por qué este campe
sino no sabía nada sobre lo que es un Consejo. Un funcionario le explicó: “ En una reunión sec
torial lo más que podemos esperar es que los campesinos estén en favor del Consejo” .
44 El tamaño de estos sindicatos comunales es el siguiente: Unidad Social (775 socios), Presidente
Balmaceda (413 socios), Patria Joven (265 socios) y Hernán Mery (176 socios). Fuente: INDAP,
XIII Zona. La asistencia de estos sindicatos era poca en relación a su tamaño.
141
combinación de los campesinos del Sindicato U n i d a d S o c i a l y los pequeños propietarios
favorables a la UP, significó conquistar la directiva del Consejo por parte de los cam
pesinos de la UP. Los campesinos de los tres sindicatos afiliados a la Confederación
T r i u n f o C a m p e s i n o protestaron de los resultados de la elección y por el hecho de que
“ el Consejo Ampliado fuera una organización de la U P y no de todos los campesinos
de la comuna” . Por esta razón los tres sindicatos amarillos se retiraron del Consejo Am
pliado, y el primer Congreso Comunal Campesino de Fresia no alcanzó a unificar los
distintos partidos que tienen influencia sobre el campesinado de Fresia.
Después de retirarse del Consejo Ampliado, los campesinos de T r i u n f o C a m p e s i n o
reformaron el Consejo por decreto, al que tomaron como su Consejo. Junto con esto
hicieron una campaña en toda la comuna en el sentido de que el Consejo Ampliado no
era el consejo válido y lograron crear confusión entre los campesinos de la base. En
esta forma lo planteó un campesino: “ ¿cómo podíamos actuar para todos los campesi
nos de la comuna si había dos consejos?” . Cabe destacar aquí que esta confusión era
producto, en gran parte, también del hecho de que el Consejo Ampliado no tomaba y
no podía tomar decisiones en la comuna. Sin embargo, con la ausencia de los democrata-
cristianos, el congreso continuó con campesinos favorables a la UP y formó 10 comi
siones para estudiar y discutir los problemas de la com una45. Cada comisión tenía ase
sores de INDAP y CORA. Muchos campesinos no se interesaron en el trabajo de las
comisiones y su asistencia en el segundo día del congreso, era mucho menor que la
del día de las elecciones. A pesar de esto, cada comisión produjo un documento de
sus discusiones y sus necesidades, en cuanto a los servicios de las distintas instituciones
del agro. En general, los documentos hablan y piden más asistencia del Estado: más
crédito de INDAP, CORA, y del Banco del Estacfo; mayores plazos en los créditos; más
servicio de ECA; construcción de bodegas para papas; más visitas de técnicos; un mé
dico veterinario para la comuna; más crédito para aumentar el número de vacas y
más crédito para no tener que vender sus temeros a intermediarios y engorderos; y ayuda
técnica para fomentar el cultivo de fruta en la comuna. La imagen que se recibe al
leer estos documentos es que los campesinos ven al Consejo Ampliado solamente como
una nueva manera de conseguir servicios y favores de la burocracia.
Aunque los documentos del Primer Congreso Comunal de Fresia presentan claramente
lo que los campesinos quieren en cuanto a servicios de su Gobierno, ni el Consejo Am
pliado ni la burocracia agraria han llevado a cabo los propósitos del Congreso. Aunque
el Primer Congreso Comunal Campesino de Fresia mostró los deseos de los campesinos
de que hubiesen cambios en Fresia, muy pronto el Consejo Ampliado empezó a fallar,
en términos de una asistencia cada vez más pequeña a las reuniones, y éstas, a su vez,
se tornaron menos frecuentes hasta el fracaso total a fines de octubre.
Según un funcionario, “ el Consejo no presionó a INDAP y otras instituciones del
agro para que se hicieran las cosas que se habían acordado en el Congreso” . Parece que
los campesinos quedaron esperando la ayuda de afuera. La única ocasión en que el
Consejo Ampliado tomó un papel relativamente activo fue en su viaje a Puerto Montt. En
este caso, algunos consejeros fueron a las oficinas de Vialidad para discutir problemas
de caminos. Pero según un funcionario de INDAP, “ los funcionarios de Vialidad no
tomaron muy en serio al Consejo y los consejeros quedaron desilusionados” 48.
Los funcionarios de INDAP y CORA señalaron que una de las causas importantes
de inactividad del Consejo Ampliado era su presidente actual (también el presidente
de U n i d a d S o c i a l ) . N o respondió a las sugerencias y necesidades de los sectores y de
la base. Por ejemplo, en el congreso los campesinos habían acordado lo siguiente: Pedir
que la Corporación aplique la reforma agraria a los minifundistas y que éstos tengan
prioridad en el ingreso a asentamientos sin perder su propiedad y siendo catalogados
en su calidad de minifundistas por el Consejo Comunal Campesino.
En vez de cumplir con esta conclusión del Congreso, el presidente ubicó muy pocos
campesinos en los fundos expropiados. Otros consejeros quisieron enfrentar los proble
mas de bodegas, escuelas nuevas y caminos; “ pero estos problemas no le interesaban al
presidente del Consejó” .
142
Por ejemplo, la organización sindical, que debía haber sido la fuerza central del
Consejo, no tenía ninguna disciplina organizacional ni conciencia de clase. Después de
la elección de Allende, el presidente del sindicato U n i d a d S o c i a l , actual presidente
del Consejo, se transformó en un especialista en tomas, dirigiendo las tomas de más de
10 fundos, v esto le ayudó a ganar la elección de regidor. Los socios de este sindicato
en los fundos tomados y en otros expropiados, se han relacionado con la Federación
de Asentamientos y parece que están decididos a tener asentamientos en vez de CERAS.
Esto parece indicar que la toma de fundos puede ser la manifestación de una conciencia
de clase o, por otro lado, puede ser la manifestación de una conciencia individualista
y capitalista. En Fresia, parece que fuera la segunda.
El nivel de conciencia de clase en un sindicato agrícola depende de las condi
ciones económicas y de las relaciones de producción específicas, en las cuales éstán in
sertos la mayoría de sus socios. U n sindicato con muchos medieros o poqueños propie
tarios deberá tener mucho menos conciencia de clase que un sindicato de proletarios
absolutos que no tienen ningún control sobre los medios productivos ni nada que de
fender fuera de su trabajo. El sindicato U n i d a d S o c i a l de Fresia tiene una composi
ción preponderantemente de pequeños propietarios, medieros, inquilinos e inquilinos-
medieros. Por otro lado, llama la atención que el proletariado absoluto sea una minoría
en el sindicato 47.
Actualmente, la comuna de Fresia muestra una proletarización del campesinado re
lativamente débil, que se debe a las relaciones todavía primitivas de producción y a la
agricultura extensiva de Fresia y, en general, en el sur de Chile. El Cuadro NQ 2 nos
permite estimar el grado de proletarización en la comuna de Fresia, señalando las pro
porciones de los distintos estratos campesinos de la comuna.
C U A D R O N 9 2
N9 %
S emiproletariado
Empleados 3,7
Inquilinos e inquilinos-medieros 515 20,9
Proletariado
Subproletariadó
Minifundistas afuerinos
Hijos de minifundistas 805 32,7
Hijos de voluntarios
Afuerinos pobladores
.143
Como se planteó en el estudio del caso de Molina, el semiproletariado está en
una posición ambivalente con respecto a la estructura productiva y está menos proleta
rizado que los voluntarios 50. En Fresia, el semiproletariado representa casi 25% de la
población económicamente activa. Los estratos medios (campesinos que controlan cierto
grado de medios productivos) representan en la comuna solamente 14% de proletariado
agrícola absoluto. Este grupo de 325 voluntarios está fragmentado en cinco sindicatos 51.
Es decir, son una minoría no importante dispersa en los diferentes sindicatos de la
comuna, y minoría también, lógicamente, en el sindicato comunal U n i d a d S o c i a l , que
es el sindicato más grande de la comuna. Todo esto, como dijimos anteriormente, obstacu
liza que U n i d a d S o c i a l sea una organización con mucha conciencia de clase. Sus miem
bros manejan sus pequeñas empresas (mediería, pequeña propiedad, ración de tierra y
talaje, almacén, etc.). Por lo tanto, U n i d a d S o c i a l no puede actuar como vanguardia del
cambio estructural, a través del Consejo Ampliado de Fresia.
En Fresia, ni los pequeños propietarios, ni los cesantes, ni los asalariados tienen
una organización disciplinada y de mucha combatividad. En otras palabras, no hay nin
guna organización nacida del conflicto de clase, capaz de actuar en un Consejo comu
nal y tomar decisiones importantes en la comuna. Frente a un presidente de tendencias
personalistas, el Consejo no ha tenido el poder necesario para reemplazarlo ni para
presionar a las distintas instituciones del agro. Aquí se llega al punto clave ya planteado,
que el poder de la clase trabajadora nace de su organización bajo la bandera de la
lucha de clases y generada por el modo de producción capitalista y no por una pro
moción formal alienada de la realidad estructural concreta de la comuna. Es decir, el
primer paso debería haber sido la organización sobre la base de una estrategia, que
tomara en cuenta los intereses reales de todos los estratos campesinos y no de los más
poderosos.
En el caso de Fresia, la ampliación del Consejo “ por la base” no significó que el
Consejo Ampliado tuviera más poder que el Consejo por decreto. El Consejo por de
creto de Fresia es simplemente una formalidad, y el Consejo Ampliado “ por la base”
no ha llegado a ser muy diferente. A pesar de que la burocracia le ha dado una mejor
atención al Consejo Ampliado, éste ha fracasado en la misma forma que el otro.
Durante el mes de marzo, los funcionarios estaban trabajando para reactivar el
Consejo. Creen que el Consejo fracasó por no haber sido pluripartidista. Por eso estaban
promoviendo nuevas elecciones en los seis sectores. Se pudo asistir, por ejemplo, a una
reunión sectorial de Tegualda, donde estuvieron presentes muy pocos campesinos (menos
de 50 ) y donde había una elección que tenía otra vez la meta principal de la movi
lización de los campesinos. Es dudoso que los nuevos consejeros elegidos en esta forma
logren más poder que sus antecesores.
CONCLUSIONES E HIPOTESIS
144
a) La transformación de los dirigentes campesinos en verdaderos
funcionarios mal rentados de la CORA o INDAP debido a que los diri
gentes no ven otra alternativa de adquirir poder que permitir la buro-
cratización de ellos mismos;
b) Por la misma razón, la alienación de los consejeros con respecto
a otros consejeros y, en especial, con respecto a la base. Lo que signi
fica, a corto plazo, conflicto de la base con la burocracia estatal del
agro, en especial con la burocracia estatal de terreno. Por lo tanto, la
negación de entregar cierto grado de control 52 de los medios de pro
ducción por parte del Estado a los Consejos determina la existencia
de Consejos de tipo voluntarista con las mismas características de orga
nizaciones de tipo populista, como las juntas de vecinos y centros de
madres, que sólo sirven de “ organizaciones contacto” entre trabajadores
y burocracia, o como receptoras de donaciones por parte del Estado.
Este último tipo de organizaciones no es compatible con un modo de
producción socialista, donde el proletariado debe realmente tener poder.
, 2. El grado de apoyo de un sindicato comunal con historia y ex
periencia organizativa en defensa de los intereses del proletariado agrí
cola favorece la existencia de Consejos Comunales fuertes. Los Conse
jos Campesinos apoyados por sindicatos formados sobre la base de la
lucha de clases tienen un grado considerable de poder en una primera
etapa. Pero aparentemente se produce un lento proceso en el cual pier
den poder si el Estado no les permite control de los medios productivos
a nivel comunal. Esto puede ser grave si, junto con el proceso expro-
piatorio, se produce un debilitamiento de los sindicatos. Puesto que es
fundamental, como hemos visto, tener una combinación poderosa Con
sejo-sindicato comunal. Por otro lado, es importante tener en cuenta
que el poder del Consejo depende en gran medida del poder que tenga
el sindicato.
3. La organización o ampliación de Consejos Comunales por la
base no determina que:
a) sean más dem ocráticos63;
b) tengan más poder.
Esto parece indicar que la formación por la base y la ampliación del
Consejo incluyendo a todos los estratos de la comuna deberá ser una
iniciativa propia de la dinámica de las organizaciones de lucha social
(sindicatos que acepten la ideología de lucha de clases) y no un acto
electoral simplemente propuesto “ ad h oc” por la burocracia a cargo de
la promoción de los consejos. En efecto, el análisis de los casos señala
que los dirigentes, a pesar de ser elegidos por las bases, se van alejando
y separando de ellas porque su poder depende simplemente de aceptar
52 De ninguna manera se está haciendo un planteamiento utópico de control total de los medios de
producción por parte de los campesinos porque se caería en el mismo error de la concepción de
la empresa “ comunitaria” o de empresa de “ autogestión” .
Lo que se plantea es que los Consejos deberán tener el grado suficiente de control sobre los me
dios productivos que les permita la “ planificación, ejecución y control de la política agraria de la
comuna” . En otras palabras, que puedan decidir concretamente sobre las expropiaciones, inter
venciones, comercialización, financiamiento, crédito, planificación, infraestructura y la capacitación
y asistencia técnica en la comuna. De ninguna manera se plantea la propiedad privada de los
medios de producción por parte del Consejo.
En breve, el planteamiento de fondo es que los Consejos adquieran control de los medios produc
tivos en la medida en que favorezcan los intereses de toda la comuna y del país y contribuyan
a un proceso nacional y regional de planificación centralizada por parte del Estado.
53 Consejo democrático para nosotros es aquel en el cual el balance de fuerzas permite a los estratos
con menos acceso a los medios productivos imponer sus intereses y tomar, por lo tanto, también
control de los medios de producción.
145
10 — Cuadernos
las proposiciones de la burocracia y, por lo tanto, se acercan más a ella
en la medida en que el proceso va avanzando y el manejo de los recursos
sigue en manos de las instituciones locales.
4. La capacidad organizativa de los Consejos Campesinos depende
en gran parte de la experiencia ganada por los trabajadores proleta
rios en las organizaciones auténticas de lucha social (sindicatos verda
deros). Esto determinará, por el grado de concientización, una mayor
capacidad de controlar con mayor rapidez y eficiencia los medios pro
ductivos en comparación con otros estratos. Por esta razón, las auténti
cas organizaciones de lucha social deberán ser el núcleo alrededor del
cual se formen los Consejos Campesinos. Es importante señalar que
los sindicatos, donde no predominan los voluntarios o verdaderos pro
letarios, no asumen una política de lucha favorable a la clase traba
jadora y tienden a defender los intereses propios de los estratos que
predominan y dirigen esos sindicatos54.
5. El modelo estratégico de lucha del partido que controla las
organizaciones de lucha social dentro del Consejo Campesino es de
terminante en el grado de poder y organización que el Consejo adquie
ra en el futuro. Esto significa que el pluripartidismo no favorece la
formación de Consejos Campesinos con poder real debido a la inope-
rancia que plantean las diferentes estrategias ideológicas o modelos
contrapuestos. El pluripartidismo determina una descentralización eje
cutiva por parte del Consejo que lo deja imposibilitado para tomar de
cisiones en forma orgánica. Este mismo fenómeno de descentralización
se produce en la burocracia del sector agrario, lo que hace imposible
una política que permita la toma del poder por parte de las organiza
ciones; campesinas. El caso de los Consejos Campesinos ilustra empíri
camente que el pluripartidismo y la acción electoral no son factores
que necesariamente aseguren democracia y participación popular. En
este caso nos referimos a cualquiera clase de pluripartidismo, ya sea
con partidos de derecha y de izquierda o con partidos solamente de
izquierda.
6 . El establecimiento de unidades productivas (en este caso CE
RAS) que permitan un alto grado de socialización de los excedentes
sólo será posible si existen Consejos Campesinos que tengan poder, es
decir, que puedan forzar este proceso de socialización y que, por lo tanto,
representen a los estratos con menos acceso a esos mismos medios de
producción.
7. El dilema de la derechización del proletariado al adquirir cierto
control sobre los medios productivos a través del Consejo Campesino y
las unidades productivas (CERAS) sólo puede resolverse con las exi
gencias que plantee el Estado a estas organizaciones para que los es
tratos no organizados tengan las mismas oportunidades de beneficiarse
de los excedentes generados. Pero esto plantea, a su vez, la exigencia
de que el Estado tenga claramente trazada una estrategia de transición
hacia un modo de producción socialista. Esto se dificulta especialmente
en terreno, al haber partidos de diferentes y a veces opuestas estra
tegias, aplicando la política del Gobierno. Brevemente, todas estas hi
pótesis, construidas sobre la base de estudios concretos en terreno, in
54 Como lo demuestra el caso del sindicato que hemos mencionado en la comuna de Fresia.
146
dican claramente que hay varios problemas que solucionar. Primero,
alterar la estructura de las instituciones del agro con el fin de lograr
una centralización ejecutiva y una desconcentración de recursos. Se
gundo, el sistema multipartidista parece claramente cuestionado para
aplicar una política de cambio estructural como es la Reforma Agraria
de la Unidad Popular, puesto que con esto predominan los intereses
partidistas sobre los intereses del proletariado. Tercero, es necesario
revisar la política de reforma agraria con respecto al avance de los
objetivos que se habían planteado, para evitar un fracaso que puede
tener consecuencias funestas para la liberación de los trabajadores
del agro. Hasta el momento no se vislumbra una política muy ordenada,
lo que parece atraer enemigos en vez de aliados hacia la alianza elec
toral que sustenta al Gobierno. Todo esto puede significar un grave re
troceso si no se toman las medidas que se plantean seguidamente.
Sugerencias estratégicas
55 Este traslado de fondos tendría que significar una total autonomía, por parte del Consejo C om u n al,
en cuanto a su uso. En otras palabras, sería una reducción del presupuesto. de CORA e INDAP
para crear el presupuesto de los Consejos.
147
manente (estos profesionales pasarían a ser funcionarios, del Consejo
comunal) o transitoria, de acuerdo a las necesidades 56.
— Tercero, el Consejo deberá aprobar y proponer los interventores
en las unidades productivas de la comuna y exigir su remoción cuando
sea necesario. Estos interventores tendrán que tener, evidentemente,
las cualidades técnicas adecuadas al cargo y la confianza política por
parte del Consejo. Esto es muy importante, ya que se ha constatado
en numerosas ocasiones acciones de los interventores en contra de los
intereses de los trabajadores y, por lo tanto, en contra de la política
de la Unidad Popular. Por otro lado, también se ha constatado que los
interventores que realmente trabajan por los intereses de los trabaja
dores, se encuentran con un sinnúmero de obstáculos institucionales.
— Cuarto, se deberán solucionar con urgencia todos los aspectos de
reconocimiento legal de todos los Consejos por la base y ampliados.
Además, se deberá solucionar fundamentalmente lo referente al fuero
de los dirigentes. Este último está afectando negativamente, especial
mente en el caso de los voluntarios de los fundos, es decir, en aquel
estrato de mayor dinamismo.
— Quinto, la formación de CERAS deberá ser autorizada y discu
tida por el Consejo con CORA. La formación de CERAS podrá ser tanto
una iniciativa iniciada por los Consejos o por la CORA, pero siempre
aprobada por el Consejo para que realmente esté de acuerdo a los in
tereses de los trabajadores.
— Sexto, el crédito y los planes de explotación deberán ser apro
bados no solamente por el Banco del Estado, sino que por el Consejo
Comunal en primera instancia. En esto es fundamental la intervención
del Consejo para que controle el nivel de ocupación y empleo en las
unidades productivas. El Consejo deberá rechazar todos aquellos crédi
tos y planes de explotación de las unidades que no cumplan con ciertas
metas productivas y de ocupación de fuerza de trabajo.
— Séptimo, los dirigentes de el o los verdaderos sindicatos, deberán,
por derecho propio, participar con una o más personas como dirigentes
del Consejo comunal. Esto es fundamental para no dividir más a los
campesinos a través del paralelismo organizacional, que nunca ha ayu
dado a los trabajadores, y para poder centralizar las decisiones en un
organismo suyo.
— Octavo, el fondo comunal deberá formarse a través de un me
canismo de impuestos cambiado a las unidades productivas del área
social y del área capitalista. En el área social este impuesto deberá ser
proporcional al potencial productivo de cada unidad. Esta sería la única
forma realista, tal vez, de formar un fondo comunal, porque posible
mente las unidades productivas no produzcan excedentes durante los
primeros años o los produzcan en una proporción muy baja. Este fondo
comunal, que debe estar orientado a inversiones productivas que po
drán concretarse en empresas regionales de servicio, deberá compati-
bilizar sus objetivos con las empresas verticales de la región.
— Noveno, la CUT (a través de su departamento rural) deberá con
trolar el uso de los recursos presupuestarios asignados a los Consejos,
para que éstos realmente estén orientados al beneficio de todos los cam
pesinos de la comuna. Estimamos que el presupuesto regular de ope
56 E stos fu n cion a rio s ten d ría n q u e re n u n ciar a sus puestos en estas in stitu cion es, al ser con tratados
p o r el C on sejo . C o m o s o lu c ió n transitoria, p o d r ía n pasar estos pro fe sio n a le s en co m is ió n d e ser
v ic io s al C on se jo C o m u n a l C a m p e sin o .
14S
ración de los Consejos es el primer paso para que estas organizaciones
tengan capacidad de decidir en la comuna; por lo tanto, deben ser fon
dos creados por el Gobierno en forma permanente, como se planteó en
el primer punto, y no formados a partir de cuotas voluntarias, a no ser
como solución transitoria de extrema urgencia.
Todas estas consideraciones no agotan todos los problemas que tie
nen que enfrentar los Consejos campesinos comunales, puesto que hay
razones de tipo estructural que no hacen factible la existencia de or
ganizaciones fuertes que interpretan los intereses de los trabajadores.
Estos problemas se refieren, por un lado, a la estructura jurídica polí
tica, incluyendo la estructura partidista y en especial la estructura de
la burocracia del agro, que muestra una excesiva concentración de re
cursos humanos y económicos en la capital del país y en las capitales
de provincia, y una excesiva descentralización ejecutiva a todos los
niveles, que se agrava por la competencia partidista. Por otro lado, tam
bién se refieren estos últimos problemas a la realidad estructural, en
la cual están insertos los diferentes estratos campesinos. Esto lo de
muestran las diferencias entre el Consejo Comunal de Molina y Fresia,
por ejemplo.
En relación con esto último, creemos que es necesario replantear la
política agraria con respecto al papel que deben jugar los Consejos
Campesinos Comunales, los CERAS, los Centros de Producción, la me
diana y pequeña propiedad (menos de 40 hás. de riego básico). Este
estudio también demuestra que no se puede tener el mismo modelo or-
ganizacional en relación a la producción en comunas donde dominan
otros estratos campesinos y no el proletariado, donde la formación de
verdaderos Consejos campesinos se hace muy difícil. Pareciera ser más
indicado tener unidades productivas con más ingerencia del Estado en
aquellos casos donde el proletariado es más débil, es decir, preferir la
formación de centros de producción. Esto último, sin embargo, está ya
fuera del ámbito de este artículo, pero es necesario dejarlo planteado
para una próxima y urgente discusión.
Abril 1972.
ANEXO
En realidad, desde la caída de Ibáñez empezaron a llegar por primera vez activiscas
del Partido Comunista a Molina, concretamente durante el Gobierno de Alessandri
(1932-1938). En ese período se producían, entonces, también, los primeros choques de
estos activistas con las milicias republicanas, que estaban muy bien organizadas y muy
bien armadas en esa comuna. Sin embargo, el trabajo sindical realmente fue iniciado
por los comunistas, en 1938, cuando este partido formaba parte del Gobierno de la
coalición del Frente Popular.
Amparándose en la ley sindical para el sector industrial, los comunistas llegaron a
organizar más de 48 sindicatos en esa época en Molina. Para 1940 ya habían presen
tado casi todos los pliegos de peticiones. Sin embargo, todo esto fue detenido a raíz
de las quejas de la SNA al Gobierno, por lo cual Aguirre Cerda dictó un decreto esti
pulando que la ley sindical no regía para los fundos.
57 Para mayores datos sobre esto, véase a H. Landsberger y F. Canitrot, op. cit., pp. 38 y 39.
149
La falta de apoyo del Gobierno y la carencia de los fondos necesarios, hicieron
que este movimiento sindical casi desapareciera. Además, con la muerte de Aguirre
Cerda, los comunistas salieron del Gobierno. Sinembargo, en 1947todavía los comu
nistas eran capaces de tener influencia en Molina y se organizó una granhuelga de los
obreros industriales de la zona que trabajaban en las viñas. Incluso uno de los tantos
pliegos exigía más de 60% de aumento salarial.
Pero esta huelga es “tramitada” y frenada por la burocracia del Tribunal Arbitral,
lo que hace fracasar este movimiento iniciado y asesorado por los comunistas. El bro
che de oro a la acción contra el sindicalismo marxista lo da la Ley de Defensa de la
Democracia, que dejó fuera de la ley a este partido.
Todo esto fue favorable al movimiento que dirigía Emilio Lorenzini, ya que los
comunistas tuvieron que retirarse y disminuir el activismo, aunque siguieron trabajando
“ ilegalmente” por un buen tiempo.
El movimiento de Acción Sindical Chilena (A S IC H ), de inspiración cristiana, al
cual estaban conectados Lorenzini y el obispo Manuel Larraín, es entonces el que toma
el camino iniciado por los comunistas. Esto sucede desde el año 1952 adelante.
El 11 de octubre de 1953 se organiza el Primer Congreso Sindical de Obreros Cam
pesinos de Molina, al cual asisten delegados de 20 fundos, que representan a 1.800
obreros. Este se-reúne en el salón parroquial de Molina, donde se acuerdan una serie
de pliegos con numerosas peticiones.
Este esfuerzo promocional de la ASICH y el ambiente obrero ya existente en M o
lina desde 1932, desembocaron en la primera huelga masiva en el agro chileno, en
diciembre de 1953. En realidad, esta huelga afectó a 30 fundos en aquella época.
Esta huelga, de una importancia histórica muy significativa, paralizó el trabajo
de unas 2.500 hás. de viña, con cerca de 2.000 trabajadores, en una época fundamental
para estos cultivos.
Entonces, este movimiento sindical de Molina, que fue iniciado en los años 30,
gracias al empuje del Partido Comunista, creció después con la ayuda de ASICH, aun
que en un estilo integracionista, que culmina en el año 1964 con el triunfo del po
pulismo democratacristiano.
Durante este período el conflicto de clases no desapareció, ni mucho menos, pero
fue en parte amortiguado o adormecido por la ideología democratacristiana, que se basó
en un esquema de conciliación entre patrones y campesinos.
A pesar de todo esto, las fuerzas contradictorias siguieron aumentando (en la co
muna de Molina en forma progresiva, lo que no desmiente la historia largade luchas
en la comuna rural más proletarizada de Chile.
La ASICH dio origen a la UCC (Unión de Campesinos Cristianos) en el año
1960, que celebró en septiembre de ese mismo año su primera convención nacional, en
San Femando. En la misma forma que la ASICH, la UCC se dedicó a difundir la
ideología de conciliación de clases no sólo en Molina, sino que en todo el Valle Central5S.
58 Para mayor detalle sobre estas federaciones ver A. Affonso, Sergio Gómez, Emilio Klein y Pablo
Ramírez, Movimiento Campesino Chileno, ICIRA, 1970, Vol. I.
59 Los dirigentes de este pequeño grupo eran Eliacín González, profesor rural y miembro del Partido
Comunista; Guillermo Muñoz, contador y miembro del PS; Manuel Espinoza, profesor rural y
miembro del PS, y Sonia Moraga, contadora y miembro del PS.
150
de 17% en los salarios de todos los fundos organizados60. Esa conquista fue seguida
por una mayor expansión del movimiento. En el invierno de 1967, este movimiento
izquierdista tuvo control sobre más de treinta fundos en la comuna. En julio del mismo
año, este grupo de treinta sindicatos hizo otra huelga. Pero esta vez los patrones, que
habían reconocido el peligro que representaba este movimiento, decidieron romper el
movimiento y negaron aumentar los salarios de sus trabajadores por la segunda vez en
menos de un año. Este desafío de los patrones fue la causa de una marcha de 880
campesinos de Molina a Santiago. La dramatización de este conflicto con una marcha
de más de 200 km ganó para los campesinos de Molina la simpatía pública y otra vez
los patrones estuvieron obligados a aceptar las demandas de los campesinos después de
38 días de huelga.
Mientras los campesinos estaban en el largo camino entre Molina y Santiago, la
Cámara chilena debatió y aprobó la nuevaley de Sindicalización ( de 17de julio de
1967), que permitía entre otras cosas la organización sindical a nivel comunal, provin
cial y nacional. Entonces, después de terminar con los detalles de la huelga, los campe
sinos de este movimientos empezaron la organización del primer sindicato comunal del
país. Un mes más tarde, el 27 de septiembre de 1967, se constituyó oficialmente el Sin
dicato Comunal de Trabajadores Agrícolas L a M a r c h a , de Molina, que recibió su nombre
en conmemoración de la marcha histórica de Molina a Santiago.
Durante el mismo mes de formación del sindicato comunal un conflicto surgió entre
los socialistas y los comunistas al presentarse el problema de cuál partido controlaría
el sindicato comunal. Como resultado, 1.353 trabajadores agrícolas votaron en la asamblea
constitutiva de L a M a r c h a . Sin embargo, seiscientos de estos campesinos fueron llevados
a la asamblea con un solo propósito: que votaran por uno de estos partidos. Muchos de
estos “ votos fabricados” vinieron de campesinos de la comuna de Río Claro, que queda
al lado de Molina, o de pequeños propietarios que no tenían mayor interés en el sindicato
en sí.
Los socialistas ganaron tres de los cinco puestos en la directiva. Después de esta
elección el número de socios que realmente participaban bajó a 723. En el año siguiente,
1968, solamente los socios que habían participado en el Sindicato Comunal tuvieron
derecho a votar y por esto los socialistas siempre han ganado todos los puestos de la
directiva, pero los comunistas siguen participando en él sindicato. Una de las razones
porque había un número mayor de socialistas en el sindicato era que los primeros volun
tarios que empezaron la organización sindical en los demás fundos de la comuna llegaron
a ser miembros y activistas del Partido Socialista.
En el año 1969 L a M a r c h a empezó una campaña para conquistar los fundos con
trolados por la UCC que se había convertido en el Sindicato Comunal E l L i b e r t a d o r
de Molina (afiliado a la Confederación L i b e r t a d y manejado por el P D C ). L a M a r
c h a conquistó 18 de los fundos que antes controlaba la UCC. La conquista dé estos
fundos se debió a una razón: L a M a r c h a había defendido y apoyado los intereses de los
campesinos de la comuna con mucha más fuerza que el otro movimiento que en reali
dad era partidario de la conciliación entre patrones y campesinos. A fines de 1969, L a
M a r c h a contó con 1.286 socios y en agosto del año pasado había crecido a 1.697 socios.
D e los socios de L a M a r c h a casi 70% eran voluntarios o proletarios absolutos en el
año 1971.
Por esta razón, por su tamaño y por su composición proletaria, el Sindicato Comunal
L a M a r c h a es claramente la organización más fuerte y con más conciencia de clase
en la comuna.
60 Antes de 1967 la organización a nivel comunal no era legal, pero desde el principio este movi
miento campesino operó clandestinamente a nivel comunal.
151
La voz de las cifras
Un análisis de las elecciones en Chile entre 1957 y 1971
U rs M üller-P lantenberg
A. PROBLEMA Y METODO
1 Esta ha sido la posición del MIR en febrero de 1969. El MIR propuso la abstención en las elec
ciones y la lucha armada como único camino para llegar a la revolución, pero rectificó esta
posición antes de las elecciones presidenciales del año 1970. Véase Punto Final N ° 74, Santiago, 11
de febrero de 1969.
2 Atilio Borón, Desarrollo económico y comportamiento político, en Revista Latinoamericana de
Ciencia Política, 1 (1970), N9 2.
James Petras, Maurice Zeitlin, Miners and Agrarian Radicalism, en American Sociological Review,
32 (1967), N9 4.
Enzo Faletto, Eduardo Ruiz, Conflicto Político y Estructura Social, en Chile Hoy, México, 1970.
3 XIII Censo de Población, 29 de noviembre de 1960, Dirección de Estadística y Censos, Santiago.
Los datos más importantes del censo al nivel de las comunas se encuentran en, Armand Mattelart:
Atlas Social de ías Comunas de Chile, Santiago, 1965.
4 Tengo que agradecer a Wolfram Brunger, Franz Hinkelammert y Diana Massei por el envío
rápido de los resultados definitivos de las últimas dos elecciones.
152
1967 el autor disponía solamente de desagregaciones por provincias. Por
esto, una primera reflexión sobre los cambios a largo plazo en los últi
mos 15 años puede hacerse solamente al nivel de provincias. Para este
fin se han desagregado las 25 provincias de Chile en cinco grupos se
gún los sectores económicos que en ellas predominan 5. En el Cuadro 1
se puede ver cuál era la participación de los diferentes sectores econó
micos en el total de los ocupados en los diferentes grupos de provincias
en 1960 y cómo participaban los grupos de provincias en el total de
los electores hábiles en 1970.
c u a d r o i
A. Minería e Tarapacá
industria Concepción 16 9 28 47
(1 0 ,5 % ) Magallanes
Antofagasta
B. Minería Atacama
(1 2 ,7 % ) Coquimbo 28 21 15 36
O’Higgins
Arauco
C. Industria Valparaíso
(4 5 ,8 % ) Santiago 7 0 34 59
(7? Agrupación)
D. Agricultura y Aconcagua
pequeña industria Santiago
(1 5 ,9 % ) ' (8? Agrupación)
Talca
Biobío 47 0 18 35
Valdivia
Osomo
Llanquihue
• Aisén
E. Agricultura Colchagua
(1 5 ,1 % ) Curicó
Maulé
Linares 59 0 12 29
Ñuble
Malleco
Cautín
Chiloé
CHILE
(1 0 0 ,0 % ) 29 2 24 45
5 Para los fines de este ané/Iisis las dos agrupaciones de la provincia de Santiago se consideran
como dos provincias. En el caso de la provincia de Ñuble también existen dos agrupaciones; no
era necesario proceder así.
153
Tomando en cuenta el número bastante grande de partidos polí
ticos en Chile, no parece tener mucho sentido observar a lo largo de los
15 años la suerte que ha corrido cada grupo político. Desde el punto
de vista de la problemática actual se justifica más bien una clasificación
de los partidos y de los candidatos a la presidencia en cuatro grupos
mayores, que se definen en función de la constelación de fuerzas del
año 1970, de la manera siguiente:
1. Como partidos marxistas se han identificado los partidos que en
sus programas se han destacado más o menos claramente por posicio
nes marxistas. Estos serían, sobre todo, el Partido Comunista y el Par
tido Socialista, pero también el Partido Socialista Popular y más tarde
la Unión Socialista Popular. Como ni el MAPU ni el MIR han participado
hasta ahora en elecciones generales, no era necesario incluirlos bajo
este rubro. (Para las elecciones presidenciales de 1958, 1964 y 1970 se
computa aquí siempre la votación de Salvador Allende).
2. El segundo grupo son tanto el Partido Radical como los partidos
que en las elecciones presidenciales de 1958, 1964 y 1970 apoyaron la
candidatura de Allende. (Aquí se computa la votación de Bossay en 1958
y de Durán en 1964).
3. Por su tamaño y por su importancia el Partido Demócrata
Cristiano debe ser considerado como un caso especial (candidatos a la
presidencia: Frei en 1958 y 1964, Tomic en 1970).
4. Todos los otros partidos (y candidatos a la presidencia) consti
tuyen el cuarto grupo, denominado aquí “Derecha sin PDC” . Se trata
sobre todo del Partido Conservador Unido y del Partido Liberal, los que
se unieron en 1966 con otro grupo derechista en el Partido Nacional.
En este grupo se consideran'también los partidos que a principios de
la década del 50 se habían fundado en apoyo al Presidente Ibáñez y
que después no votaron por Allende; además, los grupos que en 1958
apoyaron al candidato Zamorano (presentado para dividir la votación
de izquierda) y al fin, a partir del año 1970, el Partido de la Democracia
Radical.
154
CUADRO 2
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DESDE 1957 HASTA 1971 POR GRUPOS DE PARTIDOS
Y GRUPOS DE PROVINCIAS. PORCENTAJES EN EL TOTAL DE LOS INSCRITOS. (PARA TODO
CHILE EN PARENTESIS PORCENTAJES EN EL TOTAL DE LOS VOTOS VALIDOS)
A. Minería e 57 D 21 21 5 23 31
industria
58 P 33 13 18 16 20
60 M 19 21 11 16 32
61 D 22 21 10 19 29
63 M 24 18 16 16 26
64 P 41 5 38 - 16
65 D 28 15 26 8 23
67 M 30 12 25 8 26
69 D 30 10 22 10 28
70 P 39 - 22 19 20
71 M 36 6 19 11 28
B. Minería 57 D 10 20 7 30 33
58 P 30 15 15 22 19
60 M 20 18 9 21 32
61 D 24 18 10 22 27
63 M 23 19 15 18 25
64 P 39 7 39 - 16
65 D 27 12 27 10 24
67 M 27 14 23 10 27
69 D 27 14 19 10 29
70 P 37 - 20 15 19
• 71 M 34 10 18 11 27
C. Industria 57 D 8 15 8 33 37
58 P 23' 11 19 32 15
60 M 14 16 10 25 35
61 D 17 14 12 29 28
63 M 20 17 21 23 19
64 P 32 3 54 - 11
65 D 19 9 40 12 20
67 M 23 10 31 13 24
69 D 23 7 23 17 30
70 P 29 - 24 32 15
71 M 31 5 20 19 25
155
CONTINUACION DEL CUADRO 2
D. Agricultura y 57 D 8 19 6 40 28
industria 58 P 22 13 16 31 18
60 M 11 18 10 29 33
61 D 14 15 11 32 29
63 M 15 17 15 28 25
64 P 33 5 46 16
65 D 13 13 32 19 23
67 M 18 15 26 16 26
69 D 21 11 . 21 18 28
70 P 28 - 24 28 19
71 M 29 7 19 19 26
E. Agricultura 57 D 5 22 4 44 25
58 P 19 15 16 31 19
60 M 8 19 7 31 34
61 D 9 17 13 34 27
63 M 11 18 14 31 26
64 P 29 6 48 - 17
65 D 8 15 30 23 24
67 M 14 17 25 17 27
69 D 13 17 22 20 28
70 P 24 - 24 31 21
71 M 21 11 19 22 28
CHILE 57 D 9 (1 4 ) 19 (2 8 ) 6 ( 9) 34 (4 9 ) 32
58 P 24 (2 9 ) 13 (1 6 ) 17 (2 1 ) 29 (3 5 ) 17
60 M 14 (2 1 ) 18 (2 7 ) 10 (1 5 ) 25 (3 8 ) 34
61 D 17 (2 3 ) 16 (2 2 ) 11 (1 6 ) 28 (3 9 ) 28
63 M 19 (2 4 ) 18 (2 3 ) 18 (2 3 ) 23 (3 0 ) 22
64 P 34 (3 9 ) 4 ( 5) 48 (5 6 ) - ( -) 14
65 D 18 (2 3 ) 12 (1 5 ) 34 (4 4 ) 14 (1 8 ) 22
67 M 22 (2 9 ) 12 (1 7 ) 27 (3 6 ) 13 (1 8 ) 25
69 D 22 (3 1 ) 10 (1 4 ) 22 (3 1 ) 16 (2 3 ) 29
70 P 30 (3 6 ) - ( -) 23 (2 8 ) 29 (3 5 ) 17
71 M 30 (4 1 ) 7 ( 9) 19 (2 6 ) 17 (2 3 ) 26
156
gado más un cambio en la dirección de toda la estructura política. Estos
han sido tanto en 1958 como en 1964 el candidato democratacristiano
Eduardo Frei y el socialista Salvador Allende. Ellos, habiéndose des
prestigiado las presidencias de Ibáñez (1952-1958) y de Alessandri (1958-
1964), han encontrado con sus programas de reformas fundamentales
un apoyo electoral mucho más allá del respaldo que los grupos parti
darios de ellos habían obtenido antes. En 1970, en cambio, Jorge Ales
sandri ganó muchísimos votos con un programa de restauración neoca-
pitalista y de renuncia a cualquier tipo de reformismo, mientras el
socialista Allende y el democratacristiano Tomic podían conservar ape
nas la votación de los partidos que los apoyaron, porque ellos se refirie
ron en sus programas al reformismo del Gobierno de Frei, sea en el
sentido de una superación revolucionaria, sea en el sentido de una con
tinuación acelerada.
4. En todas las elecciones que siguieron directamente a elecciones
presidenciales (en 1965 y 1971 con sólo un medio año de distancia) deja
observarse una tendencia clara a la consolidación del equilibrio de fuer
zas logrado en las elecciones presidenciales precedentes.
En 1960 ganaron los democratacristianos y los marxistas (hay que
tomar en cuenta que el Partido Comunista antes del año 1958 había
sido prohibido). En 1965, con Eduardo Frei como presidente, los demo
cratacristianos lograron un éxito impresionante en las elecciones
parlamentarias. Y en 1971 ganaron muchos votos nuevos los partidos
marxistas, entre ellos sobre todo el Partido Socialista de Salvador
Allende.
5. Sin embargo, las pérdidas de los partidos de derecha en 1963 y
de los democratacristianos en 1967 y 1969 muestran que la consolida
ción mencionada no es necesariamente más que un acto momentáneo
para confirmar la decisión tomada en las elecciones presidenciales. De
pende en gran parte de los resultados económicos, políticos y sociales
en la realización y ejecución del programa de un presidente, en qué
medida puede ser mantenido y asegurado el terreno que se ha conquis
tado en el electorado. La confianza que se presta a un nuevo presidente
en los primeros meses de su mandato puede perderse fácilmente si no
se cumplen todas las esperanzas tan rápidamente como una parte del
electorado lo había pensado. En este sentido, el hecho de que el Go
bierno de Allende tiene que esperar dos años y medio para las próximas
elecciones parlamentarias, es un cierto handicap para la Unidad Po
pular. Los democratacristianos en 1965 pudieron cambiar la composición
del Parlamento de una manera decisiva, casi directamente después del
triunfo de F reí8.
Sin anticipar aquí los cambios sociopolíticos a largo plazo se puede
sacar ya la siguiente conclusión general de los resultados presentados
hasta aquí:
En las elecciones presidenciales el electorado chileno participa en
la lucha por una reorientación total del sistema político. En este acto
participan también electores hábiles que normalmente no votan, sea
porque son apolíticos o demasiado cómodos, sea porque quieren desacre
ditar conscientemente las elecciones^como un instrumento de la lucha
política. En las elecciones parlamentarias y municipales siguientes el
electorado reacciona con respecto a la decisión antes tomada, primero
en el sentido de afirmación, después en el sentido de un juicio crítico
sobre lo que han logrado el presidente, su gobierno y los partidos que lo
apoyan.
8 Sobre la falta de representatividad del Congreso yéase Francisco Cum plido, Constitución Política de
1925: hoy, crisis de las instituciones políticas chilenas, en: Cuadernos de la Realidad Nacional,
N9 5, Santiago, 1970.
II. Cambios a largo plazo en la estructura de partidos
158
C. LAS ELECCIONES DESDE 1969 HASTA 1971
I. El, método
Un análisis más exacto será posible sobre las elecciones desde 1969
hasta 1971, las más importantes para la problemática central. Para estas
elecciones están disponibles también los resultados desagregados por
comunas y sexo 10.
Las 290 comunas de Chile 11 han sido clasificadas en siete grupos
según los sectores económicos predominantes. El Cuadro 3 informa so
bre el número de comunas en cada grupo, el porcentaje de cada grupo
en el total de inscritos (en 1970) y el porcentaje de los ocupados en
los diferentes sectores económicos según grupo (en 1960).
Sobre la clasificación y la definición de cada grupo de comunas in
forma el siguiente cuadro:
I. Como centros mineros se han definido las comunas en las cuales,
en 1960, más de un 20% de los económicamente activos han estado
ocupados en la minería. A estos centros mineros pertenecen gran
des partes de las provincias de Antofagasta, Atacama y Arauco,
las comunas de Machalí, Coronel, Lota y otras.
II. Como centros industriales se han definido las comunas donde
más de un 33% trabajaba en la industria o en la construcción. A
estos centros industriales pertenecen Iquique, grandes partes del
Gran Santiago, Rancagua, Concepción, Talcahuano, Tomé, Val
divia y otras comunas.
III. Como comunas con minería e industria se describen las comu
nas donde minería, industria y construcción ocupaban en con
junto entre un 25% y un 33%, con una participación mínima
de un 8% de la minería. Comunas de este tipo son, por ejemplo,
La Serena, Ovalle y Natales.
IV. Como centros de industria y comercio se definen las otras co
munas con un porcentaje de entre 25% y 33% de la población
económicamente activa en la industria o la construcción. Estos
centros de industria y comercio son sobre todo Arica, Antofagas
ta, Coquimbo, Valparaíso, Viña del Mar, el centro y algunas co
munas del Gran Santiago, Talca, Chillán, Magallanes.
V. Como centros de los servicios se definen las comunas con más de
un 75% en el sector terciario. Estos centros de servicios son, sobre
todo, Providencia y Las Condes.
VI. Comunas con pequeña industria y agricultura son, según esta
definición, las otras comunas con menos de un 50% en la agri
cultura o más de un 17% en la industria y construcción. Ejemplos
de este tipo de comunas son Quillota, San Antonio, San Fernando,
Curicó, Linares, Los Angeles, Temuco, Osorno, Puerto Montt.
VII. Como zonas puramente agrícolas se definen todas las otras co
munas con más de un 50% de los ocupados en la agricultura. Co
munas de este tipo las hay en todas las provincias de Chile, con
excepción de Antofagasta, Atacama y Magallanes.
10 En el análisis de las elecciones municipales de 1971 no se han tomado en cuenta los votos de
los extranjeros, porque ellos no tienen derecho a voto en las elecciones parlamentarias y presi
denciales.
11 El número de comunas en Chile no es exactamente 290. La diferencia se explica porque en algunos
casos los datos disponibles permitían un análisis de subdivisiones de comunas; en otros casos al
revés, solamente al nivel de dos comunas en conjunto.
159
CLASIFICACION DE LAS COMUNAS SEGUN SECTORES DE OCUPACION PREDOMINANTES
161
11 — Cuadernos
CUADRO 4
Grupo de comunas Sexo Elección Marxistas PR ij PSD Democrata- Derecha sin Nulos, en
cristianos PDC blanco y
abstenciones
I. Minería Varones 69 36 11 13 6 35
70 45 - 13 15 28
71 41 8 11 7 33
Mujeres 69 31 13 19 7 31
70 39 - 19 22 19
71 39 9 19 9 26
Total 69 34 12 16 6 33
70 43 - 15 18 24
71 40 8 14 8 30
V. Servicios Varones 69 14 5 19 31 32
70 19 - 20 44 17
71 21 3 18 34 24
Mujeres 69 8 4 21 33 34
70 13 - 23 50 14
71 16 2 21 38 23
Total 69 11 4 20 32 33
70 16 - 22 48 15
71 18 3 20 36 24
I. Minería Varones 69 5 10 21 11 0 13 1 „ 4 _ 35
71 4 15 21 8 0 11 — 2 4 2 33
Mujeres 69 4 10 17 13 0 19 1 - 5 - 31
71 4 15 19 8 0 19 _ 2 4 2 26
Total 69 5 10 19 12 0 16 1 — 5 — 33
71 4 15 20 8 0 14 - 2 4 2 30
V. Servicios Varones 69 0 6 8 5 0 19 I — 30 — 32
71 0 14 6 3 0 18 5 28 . 1 24
Mujeres 69 0 3 5 4 0 21 1 - 32 - 34
71 0 10 5 2 0 21 - 4 33 0 23
Total 69 0 4 6 4 0 20 1 - 31 - 33
71 0 12 6 2 0 20 - 5 31 0 24
Chile Varones 69 1,8 9,8 13,3 9,7 0,7 19,8 1,4 _ 13,5 0,1 29,9
71 0,9 18,0 13,7 6,5 1,1 16,7 0,4 2,8 11,8 0,6 27,5
Mujeres 69 1,4 8,2 10,1 9,6 0,6 24,6 1,3 - 16,3 0,1 27,7
71 0,7 15,4 11,5 5,6 0,9 22,2 0,3 3,1 15,4 0,7 24,1
Total 69 1,6 9,1 11,8 9,6 0,6 22,0 1,4 - 14,8 0,1 29,0
71 0,8 16,7 12,6 6,0 1,0 19,2 0,4 2,9 13,5 0,7 26,2
1971 se ha reducido a la mitad. Significado político ha mantenido sola
mente en los centros mineros, sobre todo en las grandes empresas mi
neras del norte.
El Partido Radical, en los últimos decenios, siempre trataba de re
presentar a las capas medias tradicionales y modernas, a saber, los
pequeños y medianos productores, comerciantes y propietarios agrícolas,
los profesionales, los técnicos y los empleados particulares y públicos.
Hasta 1969 ya había perdido mucho de su antiguo electorado, pero se
mantuvo mejor en las zonas rurales y en los centros mineros. Con la
salida del ala derechista (la DR) el partido perdió en 1971 más de un
tercio de su votación. Pero esto no ha sido todo. Con la salida de otro
grupo que —preocupado sobre todo por la suerte de las capas medias
más tradicionales— fundó el Partido de Izquierda Radical, el PR podría
sufrir otras pérdidas en el futuro, aunque todavía no se conoce con
exactitud la fuerza electoral relativa de ambos partidos. Sin embargo,
la unificación del PR con el PSD podría significar una cierta recreación
para este partido.
A la multitud de partidos, movimientos y grupos al lado del Go
bierno, se oponen sobre todo dos partidos grandes, el PN y el PDC. El
Partido Nacional, representando las capas más tradicionales del electo
rado, es mucho menos fuerte en los centros mineros e industriales que
en las zonas rurales o en el barrio alto de Santiago. En 1971 el partido
sufrió pérdidas leves, más notables entre los varones que entre las mu
jeres.
El Partido Demócrata Cristiano, caracterizado a menudo como re
presentación del sector más moderno de la burguesía industrial13, ha
movilizado en el último decenio a muchas mujeres, a muchos pobladores
marginales y a una parte bastante grande de la clase campesina. Sólo
así se puede explicar su fuerza relativa como primer partido. Sin em
bargo, su fuerza electoral bajó, como ya lo hemos visto más arriba, a un
nivel casi igual en todas las diferentes regiones económicas del país.
Este partido también perdió algo de su votación anterior en las eleccio
nes municipales de 1971.
El Partido Democrático Nacional, aliado desde 1964 con el PDC, per
dió casi todo el resto de su peso político en estas elecciones, mientras
tanto el Partido de la Democracia Radical, como el Partido de Izquierda
Radical, con sus clientelas relativamente pequeñas, podrían jugar un
papel importante en las decisiones sobre los proyectos futuros del Go
bierno y de la oposición.
13 Véase, por ejemplo, el artículo citado de Faletto y Ruiz en el libro de Luis Vítale, ¿Y después del
4, qué?, Santiago, 1970.
167
cíente fuerza para impedir una colaboración con la derecha. Al contra
rio, el candidato Tomic, representante del ala izquierda, ha hecho todo
para atacar a la derecha y para presentarse como continuador revo
lucionario de la obra reformista de Frei.
Si observamos ahora la parte izquierda del Cuadro 6, notamos que
el cálculo de la derecha resultó bastante bueno, pero sin garantizar la
victoria fin a l14.
Allende apenas superó en 1970 la votación que en 1969 habían
logrado los grupos que después se unieron en la Unidad Popular, y en
las zonas rurales perdió votos. Pero no habría sido posible esperar otra
cosa, porque, a diferencia de candidaturas anteriores de Allende, esta
vez la izquierda presentó un programa consistente y llevó a cabo una
lucha electoral ofensiva, consecuente e intransigente. Queda el hecho,
en todo caso, de que el MAPU no puede haber aportado muchos votos
de la Democracia Cristiana a la Unidad Popular.
Es cierto que Tomic mantuvo el porcentaje del PDC, pero tampoco
lo superó por mucho. Las ganancias leves pueden explicarse en parte
por los votos de los partidarios del PDN.
En cambio, Alessandri superó bastante el porcentaje normal de los
partidos de derecha. Ganó casi un 10% más, y esto entre los que nor
malmente no votan. Un análisis más exacto muestra que sus ganancias
han sido mayores en los centros urbanos y aquí especialmente entre
las mujeres. Es muy poco probable que aquí se tratara de las llamadas
capas medias urbanas. Estas capas medias en Chile no son apolíticas.
Al contrario, constituyen la masa partidaria de los partidos de derecha,
del PDC y (en un grado cada vez menor) también de los radicales. El
aumento enorme de la votación por Alessandri puede ser explicado mu
cho mejor por la existencia de un subproletariado urbano que tiene o
busca trabajo en el sector terciario, que normalmente es apolítico y que
solamente en situaciones decisivas se declara en favor de los ricos por
que vive de las migajas de ellos. Este subproletariado tiene miedo de
la supresión de los beneficios para los ricos porque cree que estos bene
ficios le garantizan la vida. Así tendríamos el resultado: Mientras que
los fundamentos de la existencia material de este subproletariado no
sean cambiados, el gobierno de la Unidad Popular tiene que tomar en
cuenta que una parte de esta capa se declarará en favor de la derecha,
no necesariamente en todas las elecciones, pero si en batallas decisivas.
Este peligro existe sobre todo, como ya hemos visto, en elecciones presi
denciales. Pero también los plebiscitos que ahora son posibles tienen mu
cho del carácter decisivo y definitivo de una elección presidencial. En
este sentido es entendible y políticamente conveniente que la Unidad
Popular no acepte proyectos de plebiscitos promovimos por la oposición.
168
CAMBIOS EN LOS PORCENTAJES DE GRUPOS DE PARTIDOS EN 1970 Y 1971, EN
COMPARACION CON LAS ELECCIONES PRECEDENTES, SEGUN GRUPOS DE COMUNAS
Y SEXO. PORCENTAJES SOBRE EL TOTAL DE INSCRITOS
Grupos de comunas, Unidad PDC Derecha Nulos, Unidad PDC Derecha Nulos,
sexo Popular sin PDC en blanco y Popular sin PDC en blanco y
abstenciones abstenciones
I. Varones + 1 - 1 ■+ 7 - 7 + 4 - 1 - 8 + 5
Mujeres 0 0 + 12 - 12 + 8 0 - 14 + 6
Total + 1 - 1 + 9 — 9 + 5 - 1 - 10 + 5
II. Varones + 4 + 1 + 9 - 14 + 5 - 4 - 10 + 5
Mujeres + 3 + 2 + 14 - 19 + 7 - 4 - 15 + 13
Total + 3 + 2 + 12 - 12 + 6 - 4 - 13 + 11
III. Varones + 1 + 3 + 7 - 11 + 9 - 4 - 11 + 6
Mujeres 0 + 3 + 10 - 13 + 10 - 3 - 14 + 8
Total + 1 + 3 + 8 - 12 + 9 - 4 - 12 + 7
IV. Varones + 1 0 + 9 - 10 + 6 - 4 - 12 + 10
Mujeres + 1 0 + 13 - 14 + 8 - 3 - 16 + 11
Total + 1 0 + 11 - 12 + 7 - 3 - 14 + 11
V. Varones + 3 + 1 + 11 - 15 + 4 - 2 - 10 + 7
Mujeres + 3 + 2 + 16 - 21 + 5 - 1 - 12 + 9
Total + 3 + 2 + 14 - 18 + 4 - 2 - 11 + 8
VI. Varones _ 2 + 1 + 7 - 7 + 8 - 5 - 9 + 7
Mujeres - 3 + 1 + 11 - 9 + 9 - 4 - 11 + 6
Total - 2 + 1 + 9 - 8 + 8 - 5 - 10 + 7
VII. Varones 0 + 3 + 4 - 7 + 9 - 6 - 8 + 5
Mujeres - 3 - 2 + 7 - 2 + 9 - 1 - 9 + 1
Total - 2 + 1 + 6 - 5 + 9 - 4 - 8 + 4
CHILE. Varones + 1,3 + 1,2 + 7,8 - 10,2 + 6,5 - 4,3 - 10,0 + 7,8
Mujeres 0,0 + 1,1 + 11,7 - 12,9 + 7,9 - 3,5 - 13,7 + 9,3
Total + 0,7 + 1,2 + 9 ,8 - 11,6 + 7,1 - 3,9 - 11,8 + 8,5
situación personal solamente de un cambio radical en la situación po
lítica y que por esto salen decepcionadas cuando el proceso revolucio
nario se retarda o se estanca. El éxito electoral de la Unidad Popular en
las elecciones municipales de abril de 1971, por esto, no tiene que ser
interpretado necesariamente como una etapa del ascenso irresistible de
la izquierda en Chile. Su aseguración o ampliación depende de l,a ra
pidez y de la consecuencia con que el gobierno lleve a cabo su programa.
170
pas medias, entonces, no pueden ser de interés político-electoral para la
Unidad Popular, pero tienen, esto sí, un significado indirecto, porque
de su comportamiento económico dependen en buena medida los re
sultados de la política económica a corto plazo.
CUADRO 7
Valparaíso Varones 69 D 36 39 25
70 P 32 51 17
71 M 42 36 22
71 D 40 34 26
Mujeres 69 D 30 49 21
70 P 25 63 13
71 M 36 46 18
71 D 33 43 24
Total 69 D 33 44 23
70 P 28 57 15
71 M 39 41 20
71 D 37 38 25
O’Higgins y Varones 69 D 37 36 27
Colchagua 70 P 35 46 19
71 M 41 34 25
72 S 39 36 25
Mujeres 69 D 31 45 24
70 P 26 59 15
71 M 35 44 21
72 S 32 46 22
Total 69 D 34 40 26
70 P 31 52 17
71 M 38 38 24
,72 S 36 40 24
Linares Varones 69 D 34 41 26
70 P 29 53 18
71 M 38 38 24
72 D 35 40 25
Mujeres 69 D 30 47 23
70 P 21 64 15
71 M 30 48 22
72 D 28 50 22
Total 69 D 32 44 24
70 P 25 58 17
71 M 34 43 23
72 D 31 45 24
Coquimbo Varones 69 D 4 5 (1 4 ) 27 28
70 P 39 39 22
\ 71 M 47 (1 1 ) 24 29
72 D 41 28 31
Mujeres 69 D 40 (1 5 ) 33 27
70 P 31 53 16
71 M 44 (1 2 ) 35 22
72 D 37 39 24
Total 69 D 43 (1 5 ) 30 27
70 P 35 45 19
71 M 45 (1 1 ) 29 25
72 D 39 33 28
171
CUADRO 8
I. Minería Varones 71 48 18 35
72 49 20 32
Mujeres 71 46 27 27
72 44 31 25
Total 71 47 22 32
72 47 24 29
La tarea del Gobierno es aún más difícil porque la oposición tiene una
clara mayoría en el Congreso, como muestra el Cuadro 9, y porque los
partidos de la Oposición colaboran más y más entre sí para impedir
la imposición del programa de la Unidad Popular.
Con su clara mayoría en ambas cámaras del Congreso, la oposición
puede frenar cualquier proyecto del Gobierno para el cual se hace
necesaria una ley. En estas circunstancias, queda claro que las elecciones
parlamentarias de 1973 tienen una importancia enorme y que el interés
político se concentra cada vez más en ellas. Con la conquista de la
mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso el Gobierno ganaría
la libertad de acción necesaria para realizar todo su programa, mientras
la Oposición, con una mayoría de dos tercios en ambas cámaras, podría
paralizar toda actividad del Gobierno.
172
CUADRO 9
USP 0 0 1 1
PS 14 5
PC 21 6
IC 9 2
PR (con PSD) 13 3
API 0 1
Unidad Popular 57 17
PDC 47 20
PIR 8 5
DR 4 2
PN 33 5
Oposición 92 32
CUADRO 10
Ninguna Ninguna 72 78
Federación Dos federaciones 84 66
Federación Confederación 72 78
173
CUADRO 11
i
Federaciones posibles Unidad Popular Oposición
Ninguna Ninguna 21 29
Federación Dos federaciones 23 27
Federación Confederación 21 29
16 El único senador de la Unión Socialista Popular cuenta aquí como parlamentario de la Unidad
Popular.
174
Consideraciones sobre las alternativas del cambio
de las estructuras económicas en Chile *
F ran z H in k e l a m m e r t
* Documento para discusión presentado en el Seminario del Consejo de Rectores sobre T ra n sfo rm a cio n e s
estructurales d e la s o c ie d a d c h ile n a . S an tiago, julio de 1 9 7 2 .
175
cuando anuncia la sociedad socialista como la mejor sociedad burguesa
que puede haber: lo que sueña la teoría económica neoliberal, el socia
lismo lo puede hacer. Ni más, ni menos.
¿Por qué se da esta solución del problema? Sin duda, ella surge
como contestación a una planificación central que tendía a desembocar
en un sistema de dominación.
Con la centralización de la planificación se había centralizado el
poder, y el problema principal parecía ser la descentralización. Y la
descentralización se identificaba con relaciones mercantiles y la exis
tencia del mercado. Si bien eso no excluye cualquier tipo de planifica
ción, sin embargo, restringe la planificación de la economía a las posi
bilidades que ofrece el uso de palancas financieras que actúan prin
cipalmente sobre la demanda y oferta globales.
De esta manera se plantea de nuevo la necesidad de discutir la ley
del valor en el socialismo. Esta discusión se anuncia hoy en Chile y las
diversas soluciones posibles subyacen a los planteos de política econó
mica del momento. Sin embargo, esta discusión todavía no se lleva a
cabo abiertamente. Pero en los planteos sobre la empresa socialista, la
autogestión, la política antiinflacionaria, la redistribución del ingreso,
etc., está ya presente la evaluación de la ley del valor en el socialismo
y nos parece necesario hacer este debate ahora abiertamente. Sin duda,
no será la prolongación de debates parecidos en la Unión Soviética y
en Cuba. Nuestro problema no es discutir de nuevo todas las razones
que hacen sobrevivir las relaciones mercantiles en el socialismo. Si bien
estas discusiones pasadas no han llevado a un resultado generalmente
aceptado, las experiencias históricas del socialismo no dejan duda de
que siguen y seguirán existiendo. Cualquier debate sobre la ley del valor
tiene que tomar eso como un dato. La discusión se producirá por tanto
más bien sobre la forma que pueden tener las relaciones mercantiles
en el socialismo. Este sería el problema real del socialismo chileno, que
se mueve entre dos posiciones referentes a las relaciones mercantiles
(la ley del v a lor):
1. La planificación basada en palancas financieras y que excluye
una planificación de la economía total en términos físicos.
2. La planificación en términos físicos, que determina las decisio
nes fundamentales sobre los productos finales e intermedios produci
dos sin dejarse guiar por el criterio dominante de la rentabilidad máxi
ma de empresas particulares, sean de propiedad social o privada.
Entre estos dos polos va a girar la discusión, pero no puede llegar
a soluciones si no descubre en el interior de estas dos alternativas un
contenido específico de la construcción de una nueva sociedad socia
lista. No se trata de formas que pueden servir como distintos caminos
hacia un mismo fin. No se trata de planteos “puramente formales” . Con
la forma está ya predestinado el contenido social de ella.
Esta referencia al contenido tiene que guiar entonces la discusión
de las alternativas formales. Y el contenido de la construcción del so
cialismo no puede ser sino la transformación del país de una manera
tal, que se pueda ir conquistando la independencia política y económica
para la construcción de una sociedad en la cual se pueda gozar de la
vida y reproducirla en niveles siempre nuevos, e. d. una sociedad que
sea auténticamente de todos y que permita a todos sentir la patria como
suya.
Si bien esta descripción es muy general y casi lírica, podemos ir
operacionalizándola enseguida. Este contenido de la construcción de
una nueva sociedad implica sobre todo dos elementos fundamentales:
1. Una nueva redistribución actual de los ingresos en un grado
que permita a todos los chilenos satisfacer sus necesidades básicas.
2. Una participación en la generación del producto a través de la
movilización del trabajo de cada uno.
176
Sin estos dos elementos no hay una sociedad socialista y ninguna
cultura nueva es válida si no se basa sobre el cumplimiento de estas
condiciones centrales. A partir de ellas, por tanto, hay que juzgar las
formas alternativas de relaciones mercantiles y planificación en el so
cialismo chileno y — en el fondo— de cualquier otro socialismo también.
En este contexto juega igualmente el problema de la participación: la
participación tiene que darse en función de estas condiciones funda
mentales. Tiene que ser una participación en las decisiones sobre la
redistribución y sobre la colaboración a través del trabajo de cada
uno de los chilenos. Además, no hay duda de que una orientación de
la sociedad chilena hacia el cumplimiento de estas condiciones funda
mentales es inimaginable sin la participación y la presión de las masas
populares. Los ejecutivos de cualquiera sociedad y los grupos de altos
ingresos de ninguna manera actuarán espontáneamente hacia tal cum
plimiento. Buscarán miles de maneras para escapar a las consecuencias
que para ellos tienen. Por eso es tan fundamental la participación y la
presión.
Sin embargo, una participación en las decisiones no tiene ningún
sentido, si no se refiere a la posibilidad de dirigir la sociedad en fun
ción de los intereses de las masas. Participar en decisiones que dejan
intactas las posiciones de los grupos de altos ingresos y que reproducen
continuamente la marginación de la grandes masas del trabajo sería
una burla. Nuestra pregunta se formula por tanto de esta manera: ¿Có
mo pueden las masas tomar en sus manos efectivamente la política
de redistribución y de la integración de todos en el trabajo? Esa es la
pregunta clave, y la respuesta nos daría como resultado la definición
de lo que es la democracia socialista.
177
12 — Cuadernos
)
bienes de bajos y altos ingresos en forma relativamente igual, excep
ción hecha de la industria automotriz. Llegaríamos entonces al resul
tado de que una redistribución fuerte no va a influir mayormente sobre
la producción relativa de las distintas industrias con excepción de la
industria automotriz.
Hace falta, por tanto, usar otro criterio del análisis. Tentativa
mente podríamos partir de cuatro criterios, que pueden servir para
distinguir los productos de las diversas industrias en relación a su inci
dencia sobre una redistribución de los ingresos.
a) productos que exclusivamente entran en el consumo de ingre
sos bajos y que tienden a desaparecer de la canasta de consumo de
ingresos altos. Se trata de alimentos considerados como inferiores, de
terminados tipos de casa, vestidos, etc.;
b) productos exclusivos del consumo de altos ingresos. En un caso
como Chile se trata especialmente del automóvil, ciertos artefactos
electrónicos, etc.;
c) productos que entran tanto en el consumo de bajos y altos in
gresos, sea en cantidades iguales para los dos o en cantidades más
altas para ingresos altos. Se trata especialmente de los alimentos, me
naje, etc.;
d) productos comunes á todos los niveles de ingresos con distinta
diferenciación según los ingresos. Este tipo de productos tendrá una
importancia relativa siempre mayor cuanto más desarrollada esté la
producción industrial del país.
Utilizando estas categorías, podemos describir ahora mejor el efecto
de una redistribución del consumo sobre la composición de la canasta
de bienes. Los productos exclusivos para los ingresos altos tenderían a
desaparecer (categoría b ) ; los productos que entran tanto en el con
sumo de ingresos altos y bajos aumentarían su producción (categoría
c ) , y los productos que son comunes según su distinto grado de dife
renciación y sofisticación tenderían a simplificarse en el sentido de
que más bien los tipos de baja diferenciación crecen y los otros de
clinan (categoría d ) . Lo que ocurre con los productos que entran exclu
sivamente en el consumo de ingresos bajos dependería del nivel de las
fuerzas productivas del país y del límite de una posible igualación de
los ingresos (categoría a ) . Pero de todas maneras tenderían a desapa
recer.
Hablamos hasta ahora solamente sobre los bienes finales que en
tran en la canasta de consumo. Podríamos ampliar el cuadro hacia los
servicios. Clasificándolos según los mismos criterios, podríamos notifi
car su redistribución igualmente, a condición de que los dividamos en
dos partes: 1. Los sueldos pagados que se transforman en ingresos de
personas que rinden estos servicios y que se comportan exactamente
según las categorías anteriormente derivadas, dependiendo si se trata
de ingresos bajos o altos. 2. La infraestructura de servicios (escuelas,
hospitales, etc.) que con una redistribución del acceso a su uso experi
mentarían determinados cambios de su carácter. Estos cambios se deri
van de categorías análogas a las anteriores, o sea:
a) servicios exclusivos de ingresos bajos (p. ej., escuelas malas,
etcétera);
b) servicios exclusivos de ingresos altos;
c) servicios de igual calidad para ingresos bajos y altos;
d) servicios de distinta diferenciación según ingresos.
Las transformaciones necesarias en el caso de una redistribución
del acceso a los servicios se dan también de una manera análoga al
caso de los bienes que integran la canasta de consumo. Los servicios
exclusivos de ingresos altos tienden a desaparecer, los de igual calidad
para diferentes niveles de ingresos tienden a aumentar, los servicios
de distinta diferenciación según ingresos se reformularían en función
178
tipo de producción, imposibilitando de esta manera un aprovechamiento
pleno de los factores de producción.
Tenemos hasta ahora una descripción algo más completa de las con
diciones básicas de la construcción de la sociedad socialista. En el
fondo se trata de una descripción de las condiciones cuyo cumplimiento
nos permite hablar en un sentido auténtico de una sociedad nueva.
Participación de las masas no puede significar sino la posibilidad de
contribuir a que la sociedad se desarrolle en esta dirección. Sería tam
bién aquí utópico querer la solución inmediatamente. La solución del
problema del pleno empleo —de la movilización de la fuerza de trabajo
entera— seguramente sólo es posible a través de una transformación
más profunda de la que el Gobierno actual puede enfocar a corto plazo.
Sin embargo, la discusión de las formas de participación tiene que to
mar en cuenta que la solución del problema se da solamente en el
grado en que se avance hacia esta movilización general de la fuerza de
trabajo. No hay siempre claridad con respecto a eso, lo que hace que
en la discusión de la redistribución del consumo, como punto de partida
del programa económico del Gobierno, se habla tanto de las capacida
des ociosas en el país sin darse cuenta de que la fuerza del trabajo es
la capacidad ociosa más importante.
La participación en la construcción de la sociedad socialista tiene
que considerar siempre si se ofrece un marco global dentro del cual
se tiene realmente los mecanismos para poder participar en la orienta
ción de la sociedad hacia el cumplimiento de estas condiciones básicas.
Bajo este punto de vista podemos retomar la discusión de las relaciones
mercantiles en el socialismo y del concepto de planificación que se
apoya sobre palancas financieras, excluyendo una planificación en tér
minos físicos. Habría que ver entonces, hasta qué grado una planifi
cación de este tipo puede asegurar la redistribución del consumo descrita
y asegurar a la vez una salida efectiva para la movilización de la fuerza
de trabajo entera (entendiendo esta movilización hasta ahora en tér
minos específicamente económicos).
Si la planificación se apoya en palancas financieras, se apoya a la
vez en la maximización de las ganancias por parte de las empresas,
sean de propiedad social o no. Para estas empresas, por supuesto, da
exactamente lo mismo producir para ingresos altos o bajos. Lo que
cuenta es la ganancia. Por tanto, insistirán tanto en la ampliación del
mercado, que puede ofrecer una mayor diversificación de los produc
tos, como en un aprovechamiento de mercados que ofrecen los ingresos
bajos. La empresa como tal parece indiferente frente a estas alter
nativas, pero su indiferencia significa la opción de tratar la demanda
de ingresos altos igual como la demanda de ingresos bajos. No se trata
de una indiferencia desinteresada.
Sin embargo, la demanda para estos productos de alta diferencia
ción no puede existir sino en el grado en que los grupos de altos in
gresos correspondientes hayan ya satisfecho ciertas demandas básicas.
Pero estas demandas básicas las tienen en parte en común los altos y
bajos ingresos. Se trata de productos que con igual carácter físico entran
tanto en la demanda de ingresos bajos como altos o, por lo menos, tien
den a hacerlo. Escasez relativa de estos productos produce, por tanto,
una confrontación: los ingresos altos se vuelcan hacia ellos hasta sa
tisfacerse en un grado tal que su demanda restante se dirige hacia los
bienes de alta diferenciación. Eso lleva los precios relativos de una
manera tal, que los altos ingresos sean satisfechos hasta que se vuel
180
quen hacia lo otros bienes, expulsando a los grupos de bajos ingresos
de la demanda por tales bienes.
En esta orientación de la demanda se encuentra la explicación
del fracaso de políticas exclusivamente financieras de la redistribución
del consumo. Los altos ingresos pueden siempre concentrarse sobre la
demanda de estos bienes que también entran en el consumo de bajos
ingresos (en especial: la demanda por alimentos), exigiendo su satis
facción total antes de tolerar una participación de los grupos de bajos
ingresos. Y como su demanda por bienes más diferenciados es extrema
damente elástica, lo consiguen. Sin embargo, si un movimiento de la
demanda de este tipo se lleva al extremo, quita a la industria manufac
turera toda la demanda. Esto se recupera consiguiendo una mayor des
igualdad de los ingresos, que hace posible que los altos ingresos tengan
la posibilidad de volcarse de nuevo sobre productos manufactureros
de alta sofisticación, para lo cual el aumento de los precios y, por
tanto, de los altos ingresos de la esfera de la producción de estos bienes
comunes a bajos y altos ingresos constituye el primer paso.
La historia chilena está llena de ejemplos de intentos de redistri
bución del consumo sobre la base de palancas financieras y los consi
guientes repliegues de estas políticas. El ejemplo más reciente lo da la
política del Gobierno de Frei en los años 1965-1966.
Es evidente que una participación obrera del tipo de la autoges
tión no tiene ninguna herramienta para contrarrestar estos movimien
tos de la demanda, qué continuamente imponen la restitución de la
desigualdad anterior de los ingresos y del consumo.
Igual cosa se puede decir sobre la posibilidad de una planificación
monetaria de asegurar una movilización de la fuerza del trabajo. Siem
pre estará restringida a una política que permite el empleo de la fuerza
de trabajo en el grado en que produce más que su ingreso monetario.
Todo empleo de la fuerza del trabajo que no cumpla con esta condición
es aparentemente irracional. Desde este punto de vista, es mejor no
aprovechar una fuerza de trabajo antes de aprovecharla con una pro
ductividad monetaria más baja de su ingreso en términos monetarios.
Para el sentido común tal actitud es despilfarro; para el sentido del
economista tradicional, en cambio, es expresión de la alta racionalidad
de la empresa autofinanciera.
De todo eso sigue que la planificación por palancas monetarias no
puede asegurar las condiciones básicas de la construcción de una so
ciedad nueva y justa. De eso se desprende que tampoco puede asegurar
una participación de las masas en la construcción de tal sociedad. Si
habla de participación tiene que hacerlo en términos totalmente abs
tractos, renunciando a una discusión del contenido de la nueva socie
dad. La participación misma aparece como el contenido y no existe
en función de nada. Participar para participar, mientras la participa
ción debería ser la garantía de que realmente se avanza en la dirección
de la construcción de la nueva sociedad descrita. La participación se
convierte en fetiche y se mistifica.
181
básicas nos permite vislumbrar los grados de descentralización y cen
tralización de la planificación necesaria para asegurar esta meta. Claro
está que esta descentralización ya no se puede confundir con relaciones
mercantiles y con la constitución de empresas orientadas por la maxi
mización de la ganancia. Se trata más bien de aclarar hasta qué grado
el movimiento de masas puede confiar en su experiencia inmediata y
hasta qué grado tiene que utilizar la planificación central para lograr
sus metas.
Las posibilidades de influencias descentrales sobre la estructura de
producción y de empleo se derivan de nuevo del esquema inicial. Las
masas productoras tienen un primer plano de posible control en el he
cho de que ellas mismas son las que producen los productos. Como
productores pueden influir sobre el carácter del producto resultado de
su actividad y, por tanto, modificarlo en otros que sirvan —como pro
ductos— para el consumo de ellos o de otros de su misma clase social.
Se trata aquí de una instancia primaria de control descentral que tiene
que terminar con la indiferencia de la empresa en relación con lo que
produce. Debe preferir producir bienes que entran en el consumo bá
sico de las masas y discriminar sobre productos que tienden a conver
tirse en oferta para ingresos altos. Como se nota, no se trata de im
poner el gusto de los productores de determinado producto a otros. Se
trata, en cambio, de mantener la libre elección en el límite de la
igualdad tendencial del ingreso. No se trata, por tanto, de discutir
aquí si cada sujeto debe tener libre elección en lo que quiere adquirir.
Se trata de juzgar sobre el marco de ingresos dentro del cual esta
libre elección se puede llevar a cabo. Que esta decisión sea individual y,
por tanto, administrativamente no predestinada, es una de las muchas
razones de la necesidad de mantener relaciones mercantiles en el so
cialismo.
Además, este control primario no se refiere solamente a la pro
ducción de bienes, sino igualmente a la de servicios. El rechazo a la
producción de servicios a los cuales las propias masas no tienen acceso
debe ser parte integrante de un control efectivo.
Pero tanto en el caso de los bienes y, más todavía, en el caso de
los servicios, parece inmediatamente claro que este control primario es
sumamente deficiente y que no puede constituir sino el primer paso de
una toma de conciencia del proceso por parte de las masas. En el plano
de los bienes puede funcionar eficientemente sólo en lo que respecta a
la producción de bienes que entran exclusivamente en la demanda de
los ingresos altos, sea por su carácter físico mismo y por su alto grado
de sofisticación. No puede funcionar en el caso de bienes que entran
tanto en el consumo de ingresos bajos como de ingresos altos. En re
lación a los servicios esta debilidad parece todavía más pronunciada.
Muchas veces en los servicios la participación de los que perciben in
gresos altos es muy grande, lo que hace que los propios productores de
estos servicios sean muy malos controladores (universidades, p. e j.; sa
lud pública, etc.). En el caso de los bajos ingresos se trata en gran
parte de servicios que son de uso exclusivo de los ingresos altos (servi
cios personales, jardineros, etc.) que no tienen alternativa de produc
ción, con el resultado de que el rechazo de la producción en función de
ingresos altos implicaría la renuncia al puesto de trabajo (un pro
blema que en el caso de la producción de bienes para ingresos altos
existe también, pero con menos intensidad).
Estos problemas ya hacen claro que el control de las masas tiene
que mediatizarse por instancias centrales. El obrero de la industria
automotriz evidentemente puede rechazar la producción de autos par
ticulares solamente si se gestiona sobre la base de una planificación
central la reorientación de la producción a otros productos, p. ej., ca
miones y autobuses. Las personas que prestan servicios personales a los
182
ingresos altos pueden rechazarlos solamente si la economía les ofrece
puestos de trabajo por lo menos equivalentes en otras partes, lo que
jamás puede ser la decisión directa de estas personas. Igual cosa ocu
rre con la producción de bienes intermedios. El obrero del cemento no
puede controlar la orientación de su producto hacia su propia clase a
partir de su unidad de producción. Si su control no se mediatizara cen
tralmente (a través de una planificación central y de una organización
obrera para presionar sobre tal planificación), tendría que delegar su
control a los obreros de la construcción, que en otra parte elaboran los
edificios, para los cuales el cemento es solamente uno de los insumos.
En todo caso se necesita una mediatización central del control
primario, para que todos puedan participar en el control y establecer
de esta manera una fuerza social suficiente para poderse enfrentar con
grupos dirigentes que de ninguna manera desaparecen simplemente por
el hecho de la nacionalización de los medios de producción. No puede
constituirse tampoco este control simplemente por la planificación cen
tral. Las instituciones de planificación se componen de un personal
que generalmente también tiende a incluirse en los mismos grupos de
altos ingresos y —por buenos que sean— no deben tener jamás el poder
de definir el contenido social del plan general. Su problema es un pro
blema técnico: asegurar la proporcionalidad del plan, cuyo contenido
social se expresa por la presión de las masas. Estas, por tanto, no pue
den confiar sino en la organización propia de ellas, con dirigentes que
ganan el salario obrero y que no necesitan sino un conocimiento bas
tante elemental de economía como para poder decir si una determinada
política económica favorece a las masas o no. El problema técnico de
asegurar una proporcionalidad del plan es un problema complicado,
que el obrero escasamente va a poder dominar. Pero el dominio de este
conocimiento técnico tampoco resulta. Para efectuar un control del con
tenido social del plan necesita más bien una clara conciencia de clase,
que incluya el conocimiento de lo que son las condiciones básicas de la
construcción de la sociedad socialista.
Esta necesidad de una mediatización central del control primario
aclara, a la vez, que el ejercicio del control primario sobre la redistri
bución del consumo exige la garantía de la movilización de la fuerza
de trabajo entera, es decir, el pleno empleo garantizado. Sin tal movili
zación el control primario tiende a fracasar y la iniciativa tiene que
pasar al plan central o a las empresas autofinancieras planificadas
por palancas financieras. Si bien —por lo tanto— la redistribución del
consumo es la meta principal, el objetivo en última instancia tiene
que ser esta movilización total de la fuerza de trabajo, entendida tal
movilización como la base material y previa de una participación efec
tiva y una presión masiva en función del control de la distribución. La
conciencia de clase en un sentido cabal nace de ahí, y solamente de allí.
Sin embargo, una política de pleno empleo de nuevo nace sola
mente sobre la base de un control primario. Las empresas —las uni
dades de producción— pueden controlar la introducción de tecnologías,
que muchas veces aumentan solamente la intensidad del capital, per
mitiendo producir lo mismo con menos mano de obra. En muchos casos
se trata de procesos perfectamente controlables desde la base. Eso de
nuevo exige una definición frente a las ganancias. Las empresas capi
talistas son indiferentes frente a combinaciones intensivas de capital
con poca mano de obra u otras con mucha mano de obra y poca inten
sidad de capital. Para ellas cuenta la ganancia y nada más. Un con
trol primario desde la base, que asegura los puestos de trabajo y recién
dentro de este límite un rendimiento máximo del trabajo, es perfecta
mente posible. Pero de nuevo exige una conciencia de clase que se
opone a los intereses más inmediatos de los propios obreros considera
dos como individuos o grupo. Sin embargo, en este caso los problemas
183
técnicos son más complicados aún. En el proceso de la sociedad se
trata de asegurar el pleno empleo, pero no cada puesto de trabajo es
pecífico. Una determinada movilidad del trabajo es condición misma del
desarrollo de las fuerzas productivas. De nuevo la mediatización central
del control primario es una necesidad de la efectividad de este control.
Pero de nuevo esta mediatización central no implica la entrega del
poder a técnicos que entienden estas cuestiones. Sin duda la selección
de las técnicas adecuadas y la determinación de un sistema de precios
lo más ajustado posible a la condición del pleno empleo es un problema
altamente complicado. Pero igualmente el criterio de control sigue sien
do fácil y, por tanto, accesible al movimiento de masas: el criterio es si
hay o no empleo para todos. Este criterio no debe olvidarse por la auto-
mistificación de los economistas tecnócratas. Un ingeniero de caminos
es un buen ingeniero solamente en el grado en que sabe cómo se cons
truyen caminos. Igualmente un economista es un buen economista so
lamente en el grado en que sabe indicar posibilidades efectivas del
pleno empleo para todos, en circunstancias de una alta igualdad de
ingresos. Jamás es un buen economista por la razón de que sabe expli
car bien, porque el pleno empleo es imposible y porque la distribución
de ingresos tiene que ser altamente desigual. Economistas de este tipo
hay muchísimos y también en Chile, pero según la razón indicada son
solamente economistas que saben argumentaciones sofisticadas.
Según lo indicado, el control primario sobre la economía solamente
puede hacerse eficiente si se mediatiza por una planificación centrali
zada. A la planificación centralizada corresponde un control político de
las masas organizadas que presione para que esta planificación se rea
lice para completar —y no para contrarrestar— e¿ control primario.
Sin embargo, de la mediatización por el plan central emanan de nuevo
formas de control primario, que tienen que ser tomadas por las mismas
masas. Se trata aquí de los controles primarios que utilizan indicadores
mercantiles. Pero los usan en contra de determinadas conductas mer
cantiles, en favor de conductas antimercantiles que no pueden sino
orientarse en indicadores mercantiles. La conducta mercantil por exce
lencia es la maximización de las ganancias sobre la base de indica
dores mercantiles, que son precios. La conducta antimercantil basada
sobre el control primario se refiere al control de precios y de la relación
costos/precios en la economía. Este control tiene dos caras:
1. El control fuera de las unidades de producción por parte de
consumidores en los mercados de los bienes finales. La planificación
estipula precios adecuados cuyo control central es prácticamente impo
sible o exigiría una inflación burocrática tal, que no es deseable. Este
control ahora corresponde típicamente a las masas organizadas y se
desarrolla como una función descentralizada. (Las JAP, p. ej.).
2. El control dentro de las unidades de producción, que tiene que
vigilar sobre la relación considerada racional entre costos y precios.
Este control ciertamente tiene una importancia mayor en empresas pri
vadas, frente a las cuales, para una planificación central, la determi
nación de precios adecuados es extremadamente difícil por la falta de
información, y donde la vigilancia interna es elemento importante del
control de la especulación. Es un control antimercantil en el sentido
de que maximización de las ganancias por parte del empresario lo
conduce a preferir repartir con sus obreros sus posibles sobreganancias,
a una política de precios controlados. Pero este control tiene que efec
tuarse también en el interior de las empresas de propiedad social para
asegurar información real de la capacidad de producir, las provisiones,
etc. (juntas de vigilancia, p. ej.).
Solamente en este sentido se puede pensar en una posible solución
del problema de la descentralización de las decisiones en la economía.
En el fondo se deriva de los análisis anteriores que la descentralización
-
185
Salvación y sabiduría del hombre común: la teología
del Reader's Digest
A r ie l D o r f m a n
“ Cuando iba de patrulla en Vietnam, un soldado vio una gran cobra que se deslizaba
por el sendero delante de él. Excesivamente miedoso de las culebras, mi amigo le
disparó un tiro, revelando así nuestra posición al enemigo. Cuando el jefe de la
patrulla le preguntó si no se le había ocurrido otra solución, él contestó vacilante:
‘ Sí, mi coron el. . . , pero creí que no teníamos tiempo para pedir un ataque aéreo’. ”
(Extraído de “ Humorismo Militar” , Selecciones del Reader’s Digest, mayo 1971).
“Cierto hombre de ciencia, que hace muchos experimentos con ratas blancas,
dice que a menudo se pregunta si no habrá alguna especie superior de aquellas ratas
que nos esté usando a nosotros con igual propósito.” (Extraído de “ Ideas Geniales” ,
Selecciones del Reader’s Digest, mayo 1971).
1 Este trabajo surgió a raíz de un análisis preliminar que se hizo para el programa de televisión
“ Importa” , que realizaba el Departamento de Español de la Universidad de Chile en el Canal 9
durante 1971. Ilustrado el texto del Reader’s por dibujos de Oski, se comentaron uno por uno los
artículos de la revista, y se introdujo el punto de vista del lector por medio de títeres. Agradezco
la ayuda de Manuel Jofré Berríos, sin la cual este trabajo habría sido imposible.
2 Nuestra muestra es del año 1971 entero: doce números. Sin embargo, en vez de analizar la tota
lidad o desparramar los ejemplos más típicos, pensamos que lo más adecuado sería mostrar cómo
—*n un solo número— se dan todas las características estructurales de las demás. En realidad, cual
quier número hubiera servido.
186
la manera en que la revista concibe el proceso de la comunicación misma,
la estructura que ha adoptado para derrotar, y aprovechar, una serie
de contradicciones generadas en el mundo del siglo XX.
En efecto, el Reader’s nace para entregar cierto tipo de información
a un lector que carece de ella y que no la puede ingerir en otros medios
masivos de comunicación. Este receptor siente, por razones que exami
naremos más adelante, la necesidad de dominar, sin ser especialista,
sin tragarse libros ni revistas, sin crearse grandes rompecabezas, algu
nas porciones del conocimiento que le parecen indispensables. Usando
el Reader’ s como puente-colador, el lector recibe “ lo mejor de libros y
revistas” , en “ condensaciones de artículos de interés permanente, colec
cionadas en folleto.” Es decir, el Reader’s selecciona (lo que no es de
extrañar, si tomamos en cuenta su título), distingue, entre miles y
miles de publicaciones, aquellas que desbordan lo pasajero, lo mera
mente novedoso, para poder permanecer en la mente (y en los anaque
les) del comprador. Lo digno de mayor consideración, de ser estatua
en la mente de cada cual, museo interior, se diferencia de lo que será
olvidado mañana. Un manual turístico para la geografía de la igno
rancia.
Por eso es un folleto. Más que una revista, porque, si bien conserva
su servicio modernizador, su estar-al-día, puede guardarse para con
sulta incesante. Menos que un libro porque, si bien puede habitar una
biblioteca, no ahuyenta al adquirente con un aspecto voluminoso, adusto
o académico. Con las ventajas de uno y otro: el término medio comu
nicativo exacto para desempeñar la función. Este equilibrio, una ca
racterística que el Reader’s reproduce en otras configuraciones suyas,
garantiza que la revista se constituya en un recinto alejado tanto de
la intelectualidad estéril de la élite como de los productos residuales
de la sociedad de consumo. Su form a-to denuncia la hibridez dentro de
la cual sale a luz, los reinos que quiere conciliar: es magazine o es libro,
y ninguno de los dos, y ambos, según el punto de vista que se adopte,
las conveniencias del lector, la encrucijada precisa donde lo periodístico
y lo culto se mezclan, donde novedad y estabilidad, sensacionalismo y
residencia, logran un amancebamiento pacífico.
Por eso, ese microcosmos, en cada entrega, se ocupa de todos los
sectores que la realidad abre, acentuando la penúltima información
proveniente de ese campo. Nos encontramos, antes de abrir el folleto,
en su portada, con un revoltijo de temas de la más variada índole. Es
una realidad fragmentada, que reproduce la división del mundo en
parcelas que el lector ha legitimado ya en su experiencia cotidiana.
Cada área aparece claramente delimitada y aparte de las otras, sepa
rada de una posible cohesión globalizadora. La aparente autonomía
de los diversos trozos refuerza subterráneamente la imagen que el
lector se ha formado de sus propias potencialidades cognoscitivas en
un mundo donde todo cambia con tanta fiebre, donde la especialización
ha llegado a fronteras traumáticas, donde nada parece adquirir cohe
rencia o integración.
Claro que este aislamiento asfixiante no aparece como tal. Por el
contrario, permite que el Reader’s, a la vez que entregue la impresión
de pluralismo (que no pasa de ser temático y jamás invita a una po
lémica en que diferentes posiciones verdaderamente se enfrenten),
ofrezca al lector la totalidad por acumulación, breve, entretenida, asi
milable. Nada está fuera de ese minimundo: geografía, biografías, his
toria, medicina, política, anécdotas, arquitectura, arte, problemas del
mundo actual, relaciones familiares, los últimos adelantos tecnológicos,
botánica, consejos, dietética, test, chistes, religión, secciones que, por
lo demás, se repiten monótonamente (cambiando de contenido para
atraer) de mes en mes. Simulando la ficción de que está atiborrado de
informaciones, el folleto puede al mismo tiempo abordar cada sección
187
sin relacionarla con los compartimentos laterales; puede enunciar los
problemas ahí descritos como absolutamente particulares y las ense
ñanzas extraídas como desgajadas de toda ligazón cualitativa con aque
llo que se ha aprendido en el resto de la revista.
En virtud de que la fuente escrita, anterior, de cada porción es un
libro o un ensayo especializado, resulta ser el origen mismo lo que
viene a justificar esta parcialidad en la cognición. Al lector se le auto
riza el espíritu con tal de que acepte antes la atomización contundente
de ese conocimiento en espacios y líneas demarcatorias previamente
establecidas por la sociedad, las santificadas e incontaminadas reser
vas del saber en que una clase social ha dispuesto y organizado el mundo.
Es decir, el Reader’s utiliza la división que impuso la burguesía, técni
camente inevitable, del trabajo intelectual (y material), necesaria pa
ra el desarrollo económico y el dominio de la naturaleza, para validar
a posteriori la subdivisión de la cabeza de los que quisieran aproximarse
a ese conocimiento. La verdad en píldOras, en bolsillos, en roperos, en
compartimentos inmaculados, consecuencia infernal de un sistema eco
nómico que aísla al hombre de la totalidad y enajena su humanidad,
para el Reader’s se convierte en precondición incuestionable para llegar
a conocer auténticamente. Sólo la suma caótica de elementos disgre
gados puede asegurar al individuo su iluminación reveladora. Claro que
este método es posible porque, por debajo de variaciones temáticas, di
ferencias meramente anecdóticas, se vive una unidad estructural pro
funda. Cada trozo “seleccionado” no puede sino repetir el mismo len
guaje, procedimiento, técnica, sistema y tesis ideológicas, que los otros
componentes. Se reitera cíclicamente en las islas aparentemente inde
pendientes una misma bandera, clima, geología.
Pero hay otros motivos. Como buena parte de los artículos en
frenta algún problema que ha hecho crisis en la sociedad contemporá
nea, por ejemplo, armamentismo, hambre, drogas, delincuencia urbana,
contaminación atmosférica, conflicto generacional, subdesarrollo cró
nico, convivencia comunitaria, etc., al separar un tema de otro se le
dificulta al lector intuir de qué manera todas estas contradicciones na
cen de un mismo y único sistema, y cómo cada fragmento que se ha
deseado arrinconar no es sino un síntoma de una crisis considerable
mente más grave y generalizada. El Reader’s, además, al poder derrotar
cada situación angustiante aparte de las discordancias paralelas que
pueden advertirse en las demás, logra una transformación milagrosa,
agorera. No se presenta el problema para indagar en sus causas o
desentrañar sus orígenes, sino que, muy por el contrario, se nos pone
frente a los ojos la manera en que en algún lugar modelo y con la
inspiración de un ciudadano ejemplar, ese problema se halla en vías
de solución. Así, lo que interesa no es saber más acerca de las drogas
y las razones por las cuáles éstas proliferan, especialmente en USA y
Europa, para poder efectivamente colocar el dilema en su justa ubi
cación. Lo que interesa es ejemplificar la solución individual, imitable
por todos, a esa incertidumbre. No hay tal contradicción generada por
un sistema; ni siquiera habría un sistema. Sólo hay casos que algunos
han sabido enfrentar exitosamente, y que otros podrán resolver con
simétrica dedicación y por idénticas vías, siempre que lean Selecciones.
A este procedimiento, al que volveremos pronto, ya que constituye el
núcleo de la estrategia del Reader’s, se agrega el hecho de que toda otra
alternativa está eliminada y que cualquiera situación positiva que pue
da interrogarse en esas disyuntivas se debe a lo que ellas tomaron pres
tado del sistema que propugna el Reader’s.
Estas soluciones fracturadas pueden observarse en la mayoría de
los artículos del número de mayo de 1971. En “ Se nos mueren los
océanos” , dedicado al problema de la polución y los modos de comba
tirla. O en el abismo del hambre resuelto: “Revolución en la agricul
188
tura, promesa de abundancia” . O la congestión en las carreteras y los
accidentes: “ Cuando se juntan el alcohol y el volante” . O al enfrentar
el problema de los accidentes laborales: Riku Ruopsa (“La Prueba de
Fuego de Riku Ruopsa” ) supera el accidente mediante su garra y em
puje, que cada cual debe tomar como arquetipo. O en la lucha contra
el crimen (“ Sherlock Holmes vuelve a vivir” ) . Pero donde llega al colmo
es en dos ensayos diferentes (“ Tranquilidad sin tranquilizantes” y
“ Saque provecho de las preocupaciones” ), que resumen la actitud del
Reader’s frente a algo más que perturbaciones psicológicas.
Todos sabemos que a cada momento estamos saltones, irritables,
tensos, preocupados. En gran medida debido al conjunto de problemas
que el Reader’s retrata separadamente en sus páginas como manifes
taciones inconexas. Lo que exige, sin embargo, es que olvidemos los pro
blemas, que no les prestemos atención. En vez de eliminar la causa, el
foco infeccioso que es el mundo real, se ordena suprimir el resultado de
ese mundo en el cuerpo humano, relajándonos. En vez de cambiar el
mundo, se pide que nos tranquilicemos, adaptándonos cómodamente a
las imperfecciones. Que el lector no indague, que siga con el Reader’s
mejor. Y hasta se propone que la fuente de tensión misma es un bien
(en el caso de que no se pueda desterrar), podrá ser el dínamo que
nos dé energía. “ Si conseguimos que las preocupaciones nos sean de
provecho, en vez de dejarnos devorar por ellas, a la larga acabaremos
teniendo menos inquietudes que nos estimulen en nuestras labores.
Pero no nos preocupemos ahora por eso, que ya habrá tiempo de ha
cerlo.”
Estas explicaciones que el Reader’s se hace de las contradicciones
del sistema, y que comparte con todos los órganos de expresión del
imperialismo y de la burguesía, tampoco deberían sorprender a nadie.
En realidad, aun cuando se enfrenta con sectores “ desconocidos” , su
puestamente lejanos de la problemática contemporánea (o por lo me
nos de las molestias que estas situaciones ocasionan), viajes al trópico
o al pasado, los últimos avances médicos (“ Noticias del mundo de la
medicina”, “ Van ganando la batalla a la leucemia” ), la explicación de
fenómenos corporales (“ Cómo nos adaptamos al frío” ), las realizacio
nes de algún famoso personero del arte (“ Guiomar Novaes, poetisa del
piano” ), problemas meramente técnicos (“El mundo fluido de los So-
gréah” , “El prodigioso avión Mirage” ), etc., el Reader’s no consigue
asombrarnos. Utiliza métodos muy conocidos, reducciones que han sido
estudiadas reiteradamente y que en esencia son los mismos que Ro
lando Barthes examina en Mythologies.
Una muestra. Todo es exótico en este mundo. Es ese misterio lo
que justifica el tono de guía turística y que disimula la trivialidad y
monotonía de los descubrimientos, dignos de un parque de entretención.
Lo anecdótico y accesorio divierten la atención del lector, mientras que
las verdaderas razones, uniones o disimilitudes jamás son observadas.
El psicologismo se repite hasta la saciedad, buscando el origen de los
fenómenos en exacerbaciones caracterológicas. Hay un moralismo ma-
niqueísta como única forma de dramatizar el mundo o explicarse sus
conflictos. Se tiende a un optimismo sano, seguro de sí mismo. Se to
man en cuenta sólo las opiniones que consolidan el punto de partida
inicial.
Hasta aquí, en realidad, casi no se justificaría este análisis, ya que
todo lo expuesto es comprobable en otras formas comunicativas. ¿Para
qué repetirse?
Hay, no obstante, algo esencial al Reader’s y que, si bien se nu-
clea en otros medios masivos, jamás con la intensidad, centralización
y preeminencia que aquí, índice de que habría algo más que un calco
de una estructura que se haya investigado anteriormente. Se trata de
189
la “ experiencia personal” como ombligo en torno al cual orbitan las
demás coordenadas.
La presencia del individuo cotidiano y sus experiencias que no pue
den ponerse en duda o desmentirse, es abrumadora en la revista. Em
pezando por la infaltable y cuasiarquetípica sección “Mi personaje inol
vidable” ; en los dos o tres artículos por número donde se narra algún
evento especial que le acaeció a un ser común y corriente; en las in
numerables ocasiones en que, sin abandonar un tono coloquial, de lige
reza y familiaridad, algún “personaje importante” nos cuenta la forma
en que le sucedieron hechos sencillos; o cuando el cuerpo humano mismo
se hace apéndice de la personalidad rutinaria de un ser estadístico
(“Yo soy la gónada de Juan” , “ Yo soy la oreja de Juan” , que no apare
cen en el número de mayo que hemos tomado como ejem plo); en los
chistes y las “ citas citables” ; en todas estas partes, se diviniza el receta
rio del sentido común, de la percepción común, la simetría del denomi
nador común.
A esto se debe agregar el hecho de que en cada condensación, por
separada, trátese del tema que sea, el énfasis se coloca en los individuos
que llevan a cabo la proeza. Como muestra, “Lerici y los etruscos” .
Importa el descubridor: cuánto gastó, cuánto ganó con la empresa, qué
obstáculos tuvo que superar. En el museo muerto de los etruscos, en el
lápiz labial de las etruscas, destacan las pisadas de Lerici. Lo mismo su
cede con lo médico, con los aviones, con la agricultura, con el crimen.
Hasta los seres “ superiores” , fuentes de noticias, se hacen normales y
comprensibles, y cualquier lector puede sentirse cómodo en su pre
sencia. La trayectoria biográfica del descubridor importa más que el
descubrimiento mismo. Se suaviza de esta manera la lejanía de esa fi
gura protagónica, ya que si bien es imposible que todos realicen exacta
mente esa “ hazaña” , todos alcanzarán a imitar al héroe en su evolución
moral, su garra, su espíritu competitivo y caritativo, su superación,
plagiarlo en todo aquello que lo autorizó a subir hacia el éxito.
Como veremos posteriormente, al tratar la teoría optimista de Se
lecciones, eso significa que el gigante que ha llevado a cabo la odisea
merece el transcurso y el premio, debido justamente a que en su vida
diaria es un hombre como cualquier otro, que ha cumplido con las
leyes éticas del universo, cuya recompensa es la fama, la fortuna, el
conocimiento. En todo caso, esta técnica consiente que la personalidad
del “ inolvidable” (chico o grande) sea mucho más significativa que
sus acciones, que los avances que ha facultado. Al lector casi no le
quedan en la cabeza los datos científicos, geográficos, históricos; se
entera muy superficialmente (reforzándosele, de todas maneras, la no
ción de que todo se podrá superar por medio de la tecnología, la mo
dernización que salva cualquier m al). El hecho de que un Mirage “ en
sólo tres minutos puede ascender a 11.000 metros y alcanzar una velo
cidad de Mach 2,2, o sea, más del doble de la del sonido”, dato inútil
por lo demás, gira y complace la figura de Marcel Dassault y su evo
lución personal.
Lo que de seguro está grabado para el lector es la ejemplaridad del
caso humano expuesto. La información científica, consecuencia de una
vida dedicada al bien y al servicio del prójimo y coronada por el éxito,
se utilizará para lo que vale, chismografía, sobremesa, decoración. El
lector no tiene por qué entender en realidad en qué consiste el avance
científico o la novedad, en vista de que está reconfortado por el m o
delo humano que llevó a cabo este paso adelante. La repetición de la
vida simbólica e insigne del personaje central del Reader’s en la rutina
cotidiana del lector, no sólo actúa como garantía de que las novedades
descubiertas también lo beneficiarán a él, sino que tienden a reducir
todo a su propia experiencia, traducir cada hecho desconocido a términos
confidenciales.
190
Y por eso, queda licenciado en su valer. Aun aquella persona más
alejada de esa situación pasiva de lector, alguien justamente- activo y
señero, puede categorizarse como espejo de un comportamiento emu-
latorio para todos los hombres. El hecho de ser precisamente un “ hom
bre común” es lo que, aunque parezca paradojal, ha permitido a ese
hombre “ fuera de lo común” surgir. Razón por la cual los lectores intu
yen que el Reader’s es su hogar y mandan sus colaboraciones, chistes,
experiencias, anécdotas. Todo está adelgazado hasta el yo; yo hice esto,
yo lo conocí, yo estuve en tal lugar. Y cada ego comparte geométrica
mente las mismas preconcepciones y posibilidades, cada ser humano se
hace común (y comunicativo) en la potencialidad de que su pequeña
y transitoria existencia puede universaMzarse en las páginas millonarias
del Reader’s.
Así, la revista impone la creencia de que cada uno debe tener con
fianza en su propia experiencia, en eso irreductible que es su buen-
entender, te lo digo yo, a mí, a mí me vienes a discutir, pero si yo
he vivido mucho, tengo muchas experiencias acumuladas, y cuya ve
racidad nadie podría poner en duda. Claro que se olvida detallar que
esas experiencias a que debemos dar crédito, esa moralidad que es nues
tro apoderado, no son naturales, ni ingresan al dominio de la universa
lidad que se objetiviza más allá de la historia, sino que, a su vez, tienen
un origen social. El Reader’s adula el “ ti mismo” , tú sabes, tu sentido
común, la opinión pública, el hombre de la calle, Julito Martínez, el
Padre Hasbún, lo que todos sabemos, lo que nadie en su sano juicio
discutiría, todo esto, para que se nos olvide que esa “ orientación perso
nal” es un producto. Frente a cualquier problema o cambio, habría que
adoptar, por ende, las soluciones que hemos retransmitido desde el pa
sado (notemos la curiosa coincidencia con Descartes), las que están va
lidadas por la tradición. Si sirvieron a tus abuelos, para ti también. Lo
que supone un fondo (un fardo) eterno de sabiduría que ha ayudado a
todos los hombres ahistóricamente (y en los artículos de arqueología,
antropología, historia, se reincide en esta visión, acentuando la identi
dad “ común” que el tiempo no ha podido manchar) y que estará siempre
ahí, y que es el Reader’s, naturalmente, el depositario y legítimo here
dero de estos “ conocimientos en conserva” . Cada personaje que se dra
matiza en el Reader’s, por excepcional que sea, y siempre que lo con
sienta su bondad, puede ser reducido a la misma experiencia común e
individual de cada lector. A su vez, cada lector, por molido que esté
en el engranaje y la rueda del día-a-día, siempre podrá leer su sem
blanza (casi) biográfica en la revista. El equilibrio entre el protago
nista de la historia y el coro espectador que lo observa descansa en el
sube-y-baja de la práctica establecida que ha sido universalmente apro
bada.
Pero esta comitiva del lector dentro de la revista, su invasión ex
tendida, sea por medio de seres representativos, corrientes como él
mismo, sea por medio de la traducción de otras personalidades a un
idéntico término medio satisfactorio, debe examinarse como índice de
una estructura más profunda. Porque ese “ hombre común” no sólo es
punto de partida y transcurso, sino que también meta. Partiendo del
hecho de que ese lector necesita informarse, de que desconoce algo que
es esencial para su supervivencia en un mundo renovante y ajeno, el
Reader’s entrega, junto con las parcelas científicas, la tranquilidad.
Todo es descifrable para ese hombre común; todo puede ubicarse en sus
anteojos (anteojeras). Son “selecciones” , muchas de ellas vueltas a re
dactar por “ expertos” en un lenguaje coloquial y alegre. Por medio del
Reader’s, el lector puede informarse de todo, pero sin perder su con
dición de “ hombre común” . Acumula conocimientos, pero lo hace de
una manera tan particular que no permuta su ser, eso irreductible que
es su práctica cotidiana, sacrosanta perspectiva que lo confirma en su
191
regularidad. El conocimiento no transforma al lector; por el contrario,
mientras más lee el Reader’s, menos necesita cambiarse a sí mismo. La
fragmentación vuelve a cumplir aquí su rol primordial: no sólo dentro
de cada folleto, sino que las ediciones sucesivas mismas tampoco su
ponen conocimientos previos. Entre mes y mes, el lector debe purifi
carse, sufrir una amnesia, enlatar el conocimiento adquirido en otro
lugar para que no interfiera en el inocente placer de consumir más,
nuevamente. Lo que se aprendió sobre los romanos no sirve para los
etruscos. Hawaii no tiene nada que ver con la Polinesia. La fácil eru
dición se posee para los efectos aquietadores de la “ cultura general” y
la “ renovación informativa” , para el intercambio de banalidades: sirve
en cuanto pueda ser digerido anecdóticamente, pero se le ha limpiado
su posibilidad de pecado original, la tentación de generar verdad o
movimiento (cam bio).
El Reader’s es un estómago que digiere sin tener que evacuar. Mi
lagrosamente desaparecen los conocimientos cuando amenazan pasar
al intestino, dando muestras de descomposición o crecimiento. Digest.
Digerir. Digestión. Puede usted masticar de todo, y en cualquiera can
tidad, sin sufrir calambres o harturas. ¿Para qué hacer esfuerzos?
¿Para qué sufrir las consecuencias? El futuro, el mundo, le pertenecen,
porque las incógnitas no son tales. Se consolida al hombre común en
su mitología y su representación colectiva: el universo, conveniente
mente segmentado, ya no es un misterio.
Estas características no son casuales. Obedecen al sistema econó
mico y social dentro del cual nace Selecciones, la sociedad capitalista
norteamericana y el tipo de hombre que la sufre. A este hombre se le
ofrece un mundo de oportunidades supuestamente infinitas. Tal es
así que “mi personaje inolvidable” (en el Reader’s de mayo, como siem
pre), explícita esta filosofía para su hijo. “ No tenía medios para en
viarme al colegio universitario, así que ese problema estaba resuelto
para él. Nunca se justificó por ello, ni mencionó el asunto. Pero, en
cierto sentido, me ‘envió’ al colegio en fin de cuentas. Una tarde, cuan
do yo tenía unos 16 años, estábamos en el césped de delante de casa.
Era un hermoso día. ‘Hijo mío’, me dijo, ‘mira hasta donde alcance tu
vista. Es un gran mundo, y es todo tuyo. Lo único que tienes que hacer
es lanzarte hacia él y tomarlo.’ ” Es el mito optimista de Norteamérica
y la igualdad de todos para vencer en ese horizonte mágico. Claro que
de hecho el capitalismo convierte a cada hombre en una pequeña tuerca,
compitiendo enloquecidamente con los demás para poder subsistir, soli
tario, desconfiado, dentro del cajón de su pequeño oficio, experto en
rincones. A ese hombre se le ofrece todo, pero se le “ cumple” poco.
Muchas llaves para una sola puerta, siempre la misma puerta.
El Reader’s viene a “ materializar” los sueños de estos hombres:
recrea compensatoriamente el homo universalis que la cultura burguesa
elevó a mito desde el Renacimiento adelante3. La revista logra en su
lectura lo que la sociedad no puede lograr en la realidad. Por un ins
tante burbujeante, fantástico, cada uno se convierte en sabelotodo, sin
que el conocimiento tenga que modificarlo, sin que su empleo afecte la
conducta o la práctica. El lector puede dominar el universo sector por
sector, mes por mes, escalando peldaño a peldaño, avanzando sin cam
biar de lugar, como un ascensor al cual en vez de subir se le fuera
cambiando el ilusorio paisaje de cartón. El hombre separado y fraccio
nado sigue siendo un ser solitario (con sus predios de sabiduría igual
mente solitarios), pero se representa a sí mismo como integrado, en
comunión con una totalidad acumulativa (y comulgando con los otros
lectores).
192
No sólo en cada artículo sectorializado, por lo tanto, se minimizar,
y explican (y solucionan) falsamente los problemas suscitados por la
sociedad contemporánea, sino que el concepto estructural de la c :-
municación que hay detrás del Reader’s hace exactamente lo mismo coi
la angustia del hombre contemporáneo (en especial del norteameri
cano) . Este tipo de revista es, en efecto, la conciliación en el terrer.:
de las ideas de contradicciones insalvables en la realidad: la tensión
entre infinitas posibilidades de desarrollo prometidas, y la lim itad: r.
real y mediocre de cada situación. Entre la supuesta democracia de
oportunidades para ser y conocer, y el encierro y aislamiento que se
vive cada día.
Por otra parte, el Reader’s satisface de esta manera tan específica
otra necesidad: la del consumo. Todo producto industrial, dentro del
sistema renovable de objetos en nuestro siglo XX, estimula al com
prador para que se consuma un objeto que es siempre el mismo bajo
la apariencia de ser otro. Esto vale no sólo para la revista como objeto,
mes a mes, folleto y folleto, sino que para el conocimiento mismo que
propicia. El hombre contemporáneo vive estimulado por la novedad, inci
tado por el sensacionalismo a buscar lo inédito, lo que rompa con el
molde normativo, siempre que lo pueda ingerir bajo la forma de lo
reiterado y tranquilizador. Pero hay otra razón que potencia al Reader’s :
para los habitantes del capitalismo son las ideas las que generan las
diferencias entre los hombres, permiten el progreso y explican el éxito
y, por lo tanto, es fundamental saber más que el otro para ganar y do
blegar. Hay que producir y consumir más ideas por minuto, combusti
ble eficaz para llegar más lejos. Por medio del Reader’s pueden cum
plirse estos afanes sin alterar el armazón del mundo o la relación tan
gencial con lo docto. Todas esas apetencias son inevitables si se desea
que el sistema funcione. (Por ¡ejempilo, es imprescindible que haya
novedades, que los hombres quieran consumir, que consideren que las
ideas hacen la riqueza, que superarse es conocer más, porque si no el
capitalismo abandona los fundamentos ideológicos que acompañan y
enuncian mentalmente su dominio económ ico). Pero-tam poco es po
sible que la clase dominante complazca de verdad estos deseos, cuya
realización está justamente limitada por el sistema económico mismo
que los estimula. De este choque nace el Reader’s.
Hay que acentuar la circunstancia de que el derecho y obsesión
por conocer —y que se proclama teóricamente como patrimonio de toda
la población— no es contingente: ha sido internalizada en el sistema
sanguíneo de la sociedad capitalista desde sus orígenes. Incluso po
demos rastrear el mito de la búsqueda del infinito (la leyenda fáustica),
y las contradicciones reales de los hombres frente a ella, a lo largo de
la literatura post-renacentista. (Es interesante observar que ya en sus
comienzos el conocimiento se dividió para la burguesía en dos corrien
tes violentamente opuestas, según se trata de la continuación de la
tendencia humanista, racional, armónica, científica, o bien de una ten
dencia que H. Hayden4 llama antinaturalista, contrarrenacentista, de
moníaca, de genialidad atormentada. El conocimiento como progreso y
como maldición ya trasuntaba en esa época las contradicciones, más
agudamente percibidas en el siglo XVII que ahora, del sistema, la des
confianza y la excesiva fe en la ciencia, sin duda exacerbadas por una
lucha ambigua contra el contexto interpretativo feudal y dentro de é l).
En todo caso, la divinización del descubrimiento científico del mun
do era necesaria para dominar racional y técnicamente la naturaleza
y para movilizar la inventiva, el individualismo, la experimentación y
la observación, la aplicación práctica, etc., y poder así construir, con
medios materiales y humanos, el mundo comercial e industrial. Y cons
193
13 — Cuadernos
tituía, asimismo, un instrumento en la autodefinición inconsciente
frente a la ideología feudal dominante y su visión estática del mundo.
En esa época surgen las grandes teorías educacionales de los humanis
tas, que contemplan ya el uso — arriscando un tantico la nariz de tanto
acercarse al vox populi— de la imprenta (primer gran medio masivo
de comunicación) al servicio de sus ideales. Porque al irse corroyendo
los vínculos precapitalistas, al liberar la interpretación de la gente
junto con desamarrar sus trabas económicas, se le debía ir dando a
esos seres (comienzos del proletariado) un cierto grado de conoci
miento (cada vez mayor, según las condiciones materiales lo fueran
exigiendo) para que se explicara en términos “ libres” un mundo que
antes había estado fijo y definitivo5. Sin embargo, el peligro de que
las masas efectivamente se educaran nunca fue una verdadera alter
nativa: el conocimiento sigue siendo privilegio de la mayoría que sus
tenta el poder económico y político, la que puede orientar el aparato
educativo y disponer de él. Naturalmente se continuaba agitando siem
pre la utopía de la burguesía: por medio del conocimiento os salvaréis.
Y este conocimiento traería aparejado un progreso material sin par.
Pero a pesar de sus buenas intenciones, finalmente, en la sociedad
de masas, la burguesía se encuentra frente a frente con su mito de la
democracia de conocimientos (y oportunidades). La crisis que genera
el capitalismo durante toda su existencia se agudiza en el mundo del
siglo X X : ese cosmos tan perfecto está habitado cada día por más
seres que tienen conciencia de su ignorancia y limitación. O deberían
tener esa conciencia.
El Reader’s supera esa crisis (y cuando me refiero al Reader’s sin
duda que incluyo tantas informaciones periodísticas, revistas, reporta
jes científicos) de una manera brillante: en ese pequeño mundo he
cho a base de lenguaje se lleva a cabo lo que en la realidad es inve-
rificable, la conversión microcósmica de cada uno en experto universal,
Aristóteles redivivo en el quiosko de la esquina. El conocimiento, punto
neurálgico de la sociedad capitalista, por lo que promete y no cumple,
por lo que construye y progresa ante los ojos atónitos y por lo que
prohíbe y no distribuye, se transforma así en hada protectora, consuelo
y varita mágica. De un dolor de cabeza se extrae el Mej oral.
La revista misma y la forma de su compra masiva reproducen a
nivel de experiencia primaria esta noción de paridad de derechos para
comprender la realidad. Todos tienen acceso al Reader’s, se vende ex-
tendidamente, es barato si se toman en cuenta sus pretensiones enci
clopédicas. No hay discriminaciones en la ventajosa lectura del Reader’s:
quien desee aprender puede acudir a esa escuela única y esa serie
de textos sucesivos e idénticos entre sí, cambiante de tema y estático
en su forma, formato y mensaje ideológico.
El lector, al comprar el Reader’s, confía en que está absorbiendo
ese mínimo indispensable, la información que —ni más ni menos— le
explicará los problemas que no entiende y las áreas de la realidad que
ignora. Todo ha sido elegido en función de esa perspectiva común, es
un servicio exclusivo, nivelador de secretos y hermetismos y dificul
tades, para que él pueda sentirse satisfecho y pronto enfrentar el nuevo
mes si no con el conocimiento, por lo menos con la conclusión de que
posee ese conocimiento.
Por eso es primordial que tenga fe en la revista, que sea “ mía”
(en vista de que sus propias experiencias las puede leer y reescribir
desde los puntos de vista de “ mi personaje inolvidable” y el hombre
común, participando como anecdótico narrador de su propia existen
cia) . Porque de esta manera se asegura que lo que ahí aparece es lo
más importante y lo mejor, fruto de una selección consagratoria. Sen
5 Véase en Para leer el Capital (Siglo X X I, 1 9 6 9 ), las secciones de Balibar sobre el feudalismo.
194
tirse privilegiados sin dejar de pertenecer a la masa. Como él, por de
finición (y por determinación social), no tiene cómo conocer directa
mente, sin intermediarios, la copiosa producción contemporánea en to
das las llanuras del conocimiento, el lector debe entregar voluntaria
mente su representación al editor del Reader’s : ese super-lector-común
ha leído todo lo que se ha publicado (absolutamente todo, se supone, ya
que la variedad de la que se extrae es tan inmensa, pese a que es bien
sabido que el Reader’s manda a hacer artículos, publicándolos en di
ferentes revistas para poder después condensarlos) y, por último, la Re
vista en su conjunto representa la Mente Universal, la Divinidad que Co
noce todo y que, por lo tanto, puede reducir también cada inconsis
tencia a los términos que estime convenientes para su mejor captación.
En esa summa (teológica) en que confían, en esa Mente Mítica, todo
ha sido digerido, envasado, empaquetado. El Superestómago ha cono
cido previamente y otorgará la participación a sus consumidores en
cuanto sea provechosa y decente 6.
Detrás del Reader’s, por ende, se anima un proyecto político deter
minado, que se ve en el tipo de comunicación que sugiere, en el tipo
de relación lector-productor-vehículo. Es la representación democrá
tica burguesa misma, el Estado como garantía y objetivo vigilante,
donde participar es consumir y participar en política es ser espectador
de la radio, la televisión o los diarios, y depositar el voto cada cuántos
años. El lector ha entregado al Reader’s su derecho a conocer por su
cuenta, a investigar, ha deseado ser Representado por la Revista que
Selecciona. Lo que, por lo demás, es una mera repetición normal de
su experiencia cotidiana enajenada, e incluso reitera una cierta teolo
gía inscrita en las cosas por el sistema.
La Revista es un ser superior (pero tan cercano, tan familiar, tan
de “ nosotros” , tan amigo) que reconforta a los aislados fieles, los que
deberán vivir ritualmente su lectura (y naturalmente su compra). El
hábito, la adoración, la droga: entre lector y revista se ejercen en un
dominio vertical que fundamenta el modo de comunicarse. En un uni
verso absurdo, el Reader’s asegura que el sentido común, asegura que
la realidad y su tradición, verdaderamente existen. En un mundo donde
la historia llama al cambio o a la incertidumbre, el Reader’s tranquiliza
al lector con su propia naturaleza que no puede cuestionarse. En un
universo sin Dios, el Reader’s . . . En una sociedad violenta, el Reader’s . . .
En una . . . Reader’s nuestro, que estás en los quioscos, entre los diarios
que saben menos, lejos de los libros que aparentan, pero son sólo polvo,
gracias, gracias, sálvanos. . .
Cada explicación parcial fragmentada se reafirma circularmente
con el paternalismo básico con que se inicia la lectura, la dirección
unívocamente vertical del conocimiento, que es pasividad, pero nunca
actividad; absorción, pero nunca praxis. La Revista conoce por él, vive
por él, lo orienta y decide. Y como él está dentro de la revista, sus
experiencias personales tienen un lugar preferencial, el hilo de con
fianza no se rompe nunca. Así puede suceder que, incluso quienes pue
dan tener discrepancias con las actitudes políticas de la revista, su
burdo anticomunismo, pudieran gozar el resto de sus secciones (su
puestamente apolíticas).
El Reader’s actúa como barrera y colador frente al mundo hostil y
tenso. Todo lo que no aparece en sus columnas carece, de antemano, de
interés. Con eso, basta y sobra. La revista puede hablar a nombre del
hombre común, porque ella es el hombre común mismo potenciado
cuantitativamente. No sabe más en esencia que el más ignorante de sus
lectores. Tiene simplemente más datos, más personal, más hombres co-
6 No puedo dejar de hacer aquí una alusión literaria: es como una parodia democrática de la infinita
y aristocrática Biblioteca de Babel de que habla Jorge Luis Borges en Ficciones.
195
muñes talentosos trabajando y centralizando información, pero no ha
perdido su simplicidad, su tono cómodo y amigable, su buen humor, su
prudente alegría. No se ha puesto académico, ni sofisticado, ni enrevesa
su lenguaje, ni es incomprensible, ni utiliza un lenguaje especializado.
Vieron. El conocimiento no tiene para qué hacer eso con los seres hu
manos. El Reader’s mismo demuestra que se puede conocer y seguir
siendo la misma persona de siempre, que a pesar de su gargantuesca
sabiduría no ha variado su línea. Demostración que se prueba al poder
renovar incesantemente el contacto íntimo, inmediato, ser tan “ buena
gente” . Superior, pero igual. Inalterables el receptor y el emisor y un
movimiento perpetuo y febril y circular entre ambos.
Esta democratización del saber por medio de la traducción al idio
ma del hombre común, cumple otras funciones. Al servir de puente
entre la élite tecnológica y la gran mayoría que vive en espera de este
avance, tanto como fuente noticiosa como para su bienestar personal,
el Reader’s promulga una tesis implícita sobre la repartición del cono
cimiento en el mundo real. Tal como el Reader’s informa igualitaria
mente a sus lectores, así los efectos prácticos de este conocimiento
—en el mundo real— se distribuyen también equitativamente, con la
propia sabiduría y seguridad que utiliza la revista. Cada lector puede
recomenzar su carrera hacia el éxito al renovársele la democracia del
saber, al disponer, después de la lectura niveladora, de la base mínima
irreductible y suficiente para seguir ganando o perdiendo en la batalla
por la fama, el dinero, el cariño. Todos quedan al mismo nivel, todos
saben lo mismo, han tenido idénticas oportunidades purificantes por
medio de la lectura: lo que ocurra después dependerá del talento de
cada cual, de las desigualdades naturales que no pueden sino justificar
las desigualdades sociales. Lo que la sociedad ha aportado a cada uno
desaparece, para que podamos todos competir, y cada cual demostrar
su valer individual, su capacidad incuestionable, y después el Reader’s
volverá a nivelar, etc. Porque el saber ya no sería privilegio, ni podría
entenderse como consecuencia de la situación que se ocupa en una
clase social.
No olvidemos que el Reader’s cobra sentido en un sistema donde se
ha acentuado el hecho de que son los conocimientos (unidos a una
conducta intachable) los que permiten avanzar y donde es inevitable
propiciar la fraternidad en el campo del saber. Al desterrar la igno
rancia del lector, al garantizar el eterno retorno de la paridad en el
punto de partida, el Reader’s le da derecho al comprador a seguir com
pitiendo, a no seguir atrás. Es útil para la vida. Mediante su medicina
mágica, su vitamina gnoseológica, este folleto borra de una plumada
las diferencias en la repartición del conocimiento. La verdadera estra
tificación, nacida de una jerarquización clasista más que de diferen
cias que tomaran en cuenta las efectivas capacidades, nacida de la
necesidad de dominar las fuentes de la reproducción de ideas con que
una clase social hegemónica funda y reconquista a diario su derecho
a los medios de producción material, y que, además, se puede corre
lacionar con los países imperialistas y los subdesarrollados, la verdadera
estratificación desaparece por obra del Reader’s. Después de navegar
por su sueño reparador, cada lector amanece en pie de igualdad. El
que está al lado no sabe más que él, y si sabe más, por definición ese
conocimiento — al no haber sido seleccionado por el Reader’s— es su-
perfluo.
Por eso es posible que el Reader’s, no sólo en sus mensajes mismos,
en sus reportajes a la ciencia, sino en el modo de comunicarlos, su
giera que la repartición de la tecnología en sí es neutra y objetiva.
Cada lector de la revista no sólo tiene el mismo acceso a la noticia y
al consejo que los otros lectores, sino que en su vida el nuevo adelanto
médico vendrá tan prontamente a una mujer que vive en el barrio
196
Recoleta, aquí en Santiago (y que compra el Reader’s), como a una
en Nueva York (que seguramente también compra el Reader’s, según
el estrato social del que provenga). El dispendio generoso de la comuni
cación enfatiza idéntica disposición para la ciencia que se está comu
nicando. La burguesía siempre ha confiado en la palabra, en el brillo
y la extensión de su verbo, en la posibilidad de que el modo en que
comunica las cosas en el plano de las ideas garantiza el modo en que
las cosas son.
Pero esta repartición impersonal, justa, más allá de las fronteras
ideológicas, esconde en realidad una trampa. Porque la técnica sólo
favorece, según el Reader’s, a aquellas personas que adoptan posiciones
éticas determinadas. Los personajes que circulan dentro de sus páginas
siempre tienen éxito, y esto se supone como consecuencia de su feliz
descubrimiento y aplicación del conocimiento. Pero ese éxito es, ante
todo, moral: queda supeditado a la bondad de los protagonistas, a su
mérito. En una y otra ocasión, la revista enfoca el momento en que el
conocimiento, y especialmente la última novedad tecnológica, viene a
resolver los problemas planteados. Impresión de racionalidad, progreso,
futuro, etc. Pero el Gran Editor sólo ha seleccionado aquellos episodios
en que la ciencia interviene después de haberse establecido simultánea
mente la fianza de que los beneficiarios son de una moralidad inta
chable. Así la apariencia objetiva se disuelve: en cada ocasión se en
fatiza el hecho de que la persona sobre la cual se escribe merece aque
llo (por razones estrictamente irracionales) y subyace la seguridad ce
que la distribución de los beneficios de esa ciencia se hará de acuerdo
con los comportamientos éticos que cada individuo haya mostrado pre
via y predestinadamente. (Quien relacione esto con la ética protestan:?
y el espíritu del capitalismo, estudiado por Weber, gana premio). Es
obvio que quien no se adscriba a las normas valorativas y conductibles
vigentes (ya que de esas se trata, ese el punto de vista al que se aco
plan los editores y los personajes mismos del Reader’s y también t r i n
camente ese lector común) no podrá recibir las consecuencias mágicas
del avance tecnológico. La división moral del mundo es anterior a la
repartija del botín de los conocimientos. Como un gran médico bru;D
que sanciona, el Reader’s sabe que sus lectores se portarán bier.
Pero la repartición moral de que hablamos se reproduce en la es
tructura misma de la revista: hay varias secciones dedicadas a hablarle
directamente al lector (“ ¿Tendrá su hijo trabas para aprender'
terpretaciones y consejos, a veces redactados en forma de preg\ir_:a 7
respuesta (“Preguntas que todos se hacen acerca de la sexual; 1 1 : L
donde se le entregan conocimientos que, sorprendentemente, a T e c e s
pudieran ser de alguna utilidad. Pero el contexto dentro del cual el
Reader’s entrega esa información ha sido prefijado por la r e la o :-
emisor-receptor y por las enseñanzas de los demás artículos. La Re
vista, depositaría de lo conocido y por conocer, dueña de entrega: :
la información requerida, confía en cada lector y en su capacidad
aplicar correctamente esa porción cognoscitiva que se le otorga desee
las alturas de la cotidianeidad. Esos datos son absorbidos desde _ca
perspectiva que el lector ya ha internalizado y que no cues: ; : : . 7 1
sabe cómo ha de comportarse si quiere que esa información le sarra
de algo, tenga resultados. En efecto, al personalizar la interre^.:.: 1 :e
la ciencia, o al hacer de cada viaje por la historia, la geogra:;:. .1 tic -
logia o la astronomía una aventura individual o turística il ::ce a r
todo siempre de anécdotas, esfuerzos, lágrimas y sonrisas :r.s:a-ra
neas personales”, se termina por irracionalizar lo cier.:i:i:: rcrrrir-
tiéndolo en algo taumatúrgico, fruto de hechicerías. La cier.eia se acer
ca y se familiariza por medio de la experiencia individual ;e ~a:e
comunicable, pero eso mismo aleja de la posibilidad de er.:e; :e:la de
verdad: se refuerza la noción de impotencia que el hombre c :-
ráneo tiene, pero al mismo tiempo se inocencia esta distancia y terror
que podría angustiar al lector lo suficiente como para exigirle cuestio
nar el mundo y cuestionarse a sí mismo.
Es evidente que en el fondo, detrás de tanto progreso, novedad,
ilustración, el Reader’s basa su dominio en un territorio moral previa
mente abonado. Los personajes protagónicos y los lectores pasivos co
mulgan en la misma com ún-idad. La justicia divina y el ojo editor del
Reader’s se identifican. Dentro de este disco rayado, tal como la fi
gura central del artículo recibía, gracias a su individualismo, rectitud,
capacidad de superación, los beneficios de la ciencia y del éxito, así el
lector recibe los consejos y apropósitos de la revista, comprendiendo
que de nada le servirán si no demuestra por medio de su conducta per
sonal (primera manifestación de esta conducta: comprar el Reader’s;
segunda: sentarse a leerlo; tercera: comentarlo con un amigo) que
es el destinatario legítimo de tanto bien pronosticable, y que la con
fianza que la revista ha depositado en él se verá justificada.
De ahí que el tono cotidiano y sentimental, los consejos lacrimosos,
la tan mentada abuelita tal o cual, la comunicación calculada como
una conversación directa con el lector en un cómodo sillón, la buena
fe, es la condición substancial, emocional, para que la Revista pueda
ser creída, tal como ocurre en los foros televisivos o en la propaganda
electoral, o en las relaciones amorosas. Directo al corazón, y la razón
viene sólita. Que el conocimiento deje de ser incomprensible y, por lo
tanto, una amenaza, que se unte en azúcar y melodrama. Y, como siem
pre, se encontrarán secciones dentro de la revista que equivalen como
mensaje a esta estructura total. En el que leemos como prototipo, “ A
mi hija al comprar su primer automóvil” y “ No soy supersticioso,
pero . . . ”
Vemos así que el optimismo tan famoso del Reader’s, además de
poder rastrearse supuestamente hasta la bonhomía e ingenuidad nor
teamericanas, alegre confianza en el futuro, luz en los momentos de
mayores tinieblas, permite el contacto con el lector en términos pre
cisamente no-racionales, insta al lector a sentir que el Reader’s tiene
fe en él, en ese yo y su experiencia y lectura personales.
La universalidad de la redención que subasta mensualmente (y que
se traduce cuantitativamente en los idiomas en que se edita, similar a
“ El Atalaya” de los Testigos de Jehová), supone que el hombre es bá
sicamente bueno. Por eso, de ninguna manera es admisible que los ■pue
blos de los países socialistas participaron en una revolución, y que sus
gobiernos los representen. En absoluto. Para el Reader’s la inmensa
mayoría está aparte de ese proceso, y hay un reducido grupo de hom
bres malvados o meramente equivocados, que dirigen a los demás des
carriándolos. Lo mismo ocurre con los ateos o agnósticos. En el' artículo
religioso de turno (“ ¿Dios o la casualidad?” ), el autor se apoya en los
astronautas norteamericanos (“ aquellos hombres pudieron haber ento
nado un elogio de sí mismos” , pero como “ tres modernos Reyes Magos”
recitaron uno tras otro el primer capítulo del Génesis) para autorizar
su tesis y no contento con ello busca la tradición, el pasado, como
prueba: “ Cuando me veo arrastrado a las tinieblas, cuando me acosan
dudas pasajeras, recurro a un pensamiento muy simple. Quizás alguien
lo tilde de vano y aun de infantil, pero a mí me da muy buenos resul
tados” .
“ Evoco las grandes mentes que en el curso de 20 siglos han creído
en Jesús, mensajero de Dios. Con ellas ando en buena compañía. Y
voy (y espero que también el lector) por la vida siguiendo una senda
de esperanza.”
En estos párrafos podemos ver resumidas muchísimas caracterís
ticas que ya hemos distinguido, pero nos interesa destacar la normalidad
de la creencia del autor, un hombre común como cualquier otro. Los
198
y
que disienten quedan fuera de la “ buena compañía” , traicionan “ 20
siglos” , la “ simpleza” , lo “ infantil” , los astronautas, “ la senda de espe
ranza” , al lector y a la revista.
Lo mismo sucede cuando el Reader’s enfrenta a seres extravagan
tes que, abusando de la pureza y apertura del sistema norteamericano,
pretenden romper la convivencia. Todo lo que sea revolucionario está
ligado no sólo a la sombra y al demonio, sino a la anormalidad, al
exotismo. Aquello es ajeno (y las connotaciones racistas no se hacen
esperar) a la naturalidad del humano, a su especie biológica, al ré
gimen de vida que se ha dado con óptimos resultados( todos se han
salvado y han entrado al reino de Dios) durante tantos milenios. •
, Resulta, por lo tanto, que hay dos tipos de seres que son diferentes
del lector de la revista: aquellos que tratan de mordisquear al sistema
político y cultural cristiano-occidental, y que desenmascaran sus in
tenciones nefastas al actuar de una manera extraña, misteriosa, rara,
digna de una clínica psiquiátrica (o sumidos en la inescrutable orienta-
lidad de su condu cta); y aquellos que, establecidos en la excepcionalidad
de su talento, trasuntan en su vida toda la vertebración ética que
cualquier lector puede imitar y atraer a su propio entorno. La traduc
ción que hace el Reader’s de estos últimos al esquema de la cotidia-
neidad, de la sencillez, de la “ buena compañía” , licencia su éxito en
la larga pelea por la popularidad y por el control final del mundo.
La intimidad con los destructores está negada de antemano. Esos
parásitos son tan ajenos a la comprensión, tan negros en sus motiva
ciones, tan incalculables, tan errados en su conducta, tan estrafala
rias sus costumbres, que a nadie se le ocurriría sugerir que tienen razón.
Además, los que eran como ellos en el pasado han sido olvidados, no
han sido registrados por el gran Reader’s del siglo X X. Incluso cual
quiera cualidad que éstos demostraran se considera consecuencia de
características “ occidentales” que todavía persisten. En “ El Gran Circo
de Moscú” lo bueno nace del genio, del individualismo, de la bondad, a
pesar de los comisarios, de los látigos, de la vida gris y amurallada. (“A
pesar de la cacareada sociedad sin clases de los rusos, en el Circo So
viético impera el sistema que se basa en las estrellas del arte” ) .
Y así se llega a la siguiente ecuación: perversidad moral igual in
comprensión y lejanía del lector. Son seres posesos, que tienen trato
con potencias oscuras, exiliados del progreso racional y del Reader’s y
de la vida de todos los días, y como no descubren nada, ¿cómo van a
ser capaces de repartir algún beneficio o adelanto? Incluso en un
Reader’s'1, donde se hablaba sobre Siberia, se mostraba a una gran
ciudad científica como un éxito sólo porque estaba incontaminada, ais
lada del conjunto maléfico del resto de la sociedad, porque allá la com
petencia y los privilegios se permitían. Era casi una astilla “ occidental”
en el mundo socialista. El Reader’s anticipa que el signo moral es lo
que permite el discernimiento y, por lo tanto, el uso de la razón. Lo
“ común” que tiene cada lector es más importante que la ignorancia
particular que pudiera tener, y la derrota continuamente.
La ciencia queda subordinada a la bondad y ésta, junto con com
probarse en la vida corriente de cada hombre, se define como un re
chazo a todo cambio político, social o económico. Cuestionar el sistema,
7 Abril 1 971: en “ E l despertar de Siberia, tierra dorm ida” , se dicen cosas com o: “ hay en Yakutsk
más automóviles particulares por habitante que en Leningrado o Kiev.” “ Se les ofrece una extensa
variedad de incentivos y beneficios especiales.” Y sobre Akadem gorodok, la ciudad de los genios
científicos, qué no se d ice: “ cuanto más se aleja uno del Kremlin, más libres y cordiales se mues-
tr a (n ) la mayoría de los soviéticos.” , o “ en esa ciudad de la ciencia, tan apartada de la burocracia
propia de la vida soviética, tan inflamada de libertad de pensamiento y expresión, es fácil olvidar
los problemas que atormentan a Siberia y pensar únicamente en la m agnífica promesa que encierra.”
Por eso, cuando se sugiere que “ el futuro de Rusia surgirá de Siberia” , frase de Lom onosov que
veía el desarrollo de recursos naturales com o lo esencial, el Reader’ s hace que el lector interprete
esa frase com o augurio de que habrá una norteamericanización de la Unión Soviética, que es la
única solución. Pero se podrían hacer análisis similares en cada uno de los números del Reader’s.
199
querer transformarlo desde una perspectiva que lo niegue, es quedar
automáticamente fuera de la riqueza de los conocimientos. Criticar el
sistema no es una forma de conocimiento. El optimismo condena esta
crítica; la imagen positiva y vacua del mundo la condena; la repartición
previa y jerarquizada de los conocimientos la condena; la burocracia
de la seudoerudición la condena.
Al yo se le abren dos posibilidades de alcanzar o soñar ser más,
dos vías para la excepcionalidad: ser ángel benefactor, Prometeo, Leo
nardo, Albert Schweitzer, Richard Nixon, o convertirse en demonio os
curantista (comunista y alborotador). La racionalidad y sus fragmen
tos dispersos pertenecen por derecho propio al universo seráfico de los.
salvadores. Por oposición, es imposible que los del otro lado puedan
explicar nada, o tener algún motivo racional para su comportamiento.
Así, el anticomunismo del Reader’s se verifica a niveles mucho más
profundos que el ataque abierto o soslayado en algunos artículos. Tiene
que ver con su concepto de la comunicación como defensa automática
del sistema capitalista y su ideología. La única visión que podría inter
pretar el mundo coherentemente y resolver el dilema básico del que
surge el Reader’s, el marxismo, queda fuera de combate antes de subir
al ring. La victoria del Folleto es aún más portentosa si se toma en
cuenta que el marxismo, justamente una visión científica, queda re
pudiado en el nombre vicario de la ciencia misma, con toda la apariencia
de la objetividad y el sentido común. El Reader’s, para ser comprado
y leído, tiene que ser aceptado como racional, ponderado, iluminante, y
todo adversario como contrario al verdadero amanecer. Pero este pro
greso está concebido precisamente como si el mundo real fuera formal
mente idéntico al Reader’s mismo, fueran esferas simétricas: hay que
acumular cambios disgregados, cómo el lector acumula ideas, que no
variarán la afable cara cotidiana del universo. Por eso, el pragmatismo,
la pupila que se fija en lo inmediato, son necesarios para equilibrar con
una concreción la forma básicamente abstracta y teórica, idealista, en
que el Reader’s postula la realidad. El “sentido común” no es sólo el
baluarte contra la praxis (aquel conocimiento que real-iza en el cambio
del mundo y de sí m ism o): es también la coartada para cualquier abs
tracción, para que la lejanía del Reader’s se ponga la careta de familia
y medio ambiente grato.
Podemos llegar a definir ahora las serias implicancias que tiene
la solución que el Reader’s propone para el mundo subdesarrollado, ha
biendo eliminado al socialismo. El atraso de este mundo, que nunca
es examinado como problema por el Reader’s, se sugiere que se debe a
varios factores que ya hemos observado: la rareza de sus costumbres,
que fatalmente lo coloca al margen del modo habitual en que se de
bería merecer, y sumar, conocimientos; una renuencia a aceptar ple
namente la tutela norteamericana; la modorra de climas adversos; la
falta de una tradición de grandes cerebros.
Pero jamás el Reader’s llegaría a auspiciar la idea de que estos
pueblos están condenados per sécula al fracaso. Su optimismo lo im
pide.
La solución económica a estos problemas es fácil de adivinar. Se
puede examinar en “Elda y su feria del calzado”, donde un hombre,
solitario, logra convertir una aldea abandonada en un próspero centro
comercial e industrial. Métodos: importar maquinaria norteamericana,
tener hombres emprendedores, tener fe en el futuro, permitir a esos
f hombres dirigir a su antojo las operaciones, tener ideas, ideas, ideas,
modernizar y estudiar, adquirir una moralidad a prueba de habladurías,
recibir medallas y felicitaciones del gobierno. “ Indudablemente, el caso
de Elda nos brinda una inequívoca 'lección: con trabajo, perseverancia,
espíritu emprendedor (y con un hombre como Roque Calpena, que ya
está forjando planes para exportar calzado a los países del bloque
200
oriental), se pueden aprovechar las energías que hoy dormitan en otros
muchos lugares. Así está el camino, abierto por Elda, y toda la nación
se beneficiará al aprovecharlo” .
Pero más que nada el Reader’s considera que la salvación de esos
rezagados no puede venir sino a través del Reader’s mismo. Por mucho
que se industrialice e intervengan capitales extranjeros, sabe la re
vista que el problema básico es que esos pueblos deben merecer esa
ayuda, deben fiarla con su propio existir cotidiano. La ciencia podrá
salvar a esos subdesarrollados, siempre que ellos intuyan antes que la
ciencia se destina sólo a aquellos que han consagrado la división del
mundo en buenos y malos en los términos que el Reader’s propone.
Así, la técnica podrá ayudar a esos países, con la condición de
que sus habitantes se eduquen, tengan los conocimientos imprescindi
bles, la pureza moral, para que el progreso pueda fructificar. ¿Y quién
puede entregar masivamente y en forma económica y científica esos
conocimientos con el fundamento para la fertilidad de la aplicación
tecnológica?
Reader’s Digest, of course.
A pesar de su procedencia norteamericana, el Reader’s se defiende
del cargo de que esto sería una penetración extranjera, porque apela
al fondo universal que esos marginados tendrían dentro de sí. Al mis
mo tiempo, conserva todo lo autóctono, nacional, propio, bajo el as
pecto de exotismo. Podríamos observar el mismo procedimiento cuando
el Reader’s escribe sobre estos países en sus secciones de divulgación
geográfica. A medida que leen, progresarán. A medida que se reduzcan
(¿se resignen?) a ser “hombre común” , reservando intacta e impoluta
su originalidad cotidiana, mágicamente se avanzará en el bienestar y
en el ingreso per cápita. La causa del subdesarrollo es, por lo tanto, la
culpa de las ideas que oscurecen la cabeza de los pobres y atrasados, y
no producto de una situación material. La solución no puede sino ser
alimentarlos con las ideas correctas. “Digerir” nociones, para que lle
guen por sí solas las comidas. “ Seleccionar” bien sus amistades, y la
casa (y techo) en que recibirlas saldrá abracadabra del suelo. “Leer” lo
que se debe, y esperar que la materialización ocurra.
Al venderse a sí mismo, el Reader’s vende todo un sistema.
Detrás de la luz iluminadora y santa de su falsa sabiduría, se prende
(y por suerte, se apaga) una ampolleta Made in USA.
Enero 1972
201
La salud mental en la enseñanza básica
Luis B r a v o V a l d iv ie s o
S o n ia S a l a s de B o d in i
I. I n t r o d u c c ió n
Este trabajo tiene por finalidad mostrar datos concretos sobre la in
cidencia de los trastornos psicológicos y pedagógicos en los escolares chi
lenos. Consiste en un estudio prospectivo — a partir de datos elaborados
en diversos centros de investigación. Es un trabajo introductorio para
una investigación empírica sobre las causas del fracaso escolar en Chile.
Enfrentamos aquí el problema, principalmente desde el punto de
vista psicológico-clínico.
La educación básica chilena está dirigida especialmente al “ niño
normal” , y se basa en un sistema de enseñanza de modelos uniformes
y más o menos estereotipados que se suponía aplicable a todos los
escolares. Sólo hace pocos años se crearon algunas escuelas especiales
de desarrollo, destinadas a niños con deficiencia intelectual moderada
o leve', y otras escuelas para niños sordos y ciegos, reconociéndose así
por primera vez —en la práctica— la necesidad de diferenciar la en
señanza de acuerdo con las capacidades o deficiencias de los escolares.
Sin embargo, esta diferenciación se establece a nivel de las gran
des deficiencias intelectuales, sensoriales o motoras, sin tratar de so
lucionar los problemas del escolar “subnormal” .
Estudios efectuados por el Servicio Nacional de Salud y las uni
versidades, nos muestran que el área de subnormalidad es la que ac
tualmente necesita mayor atención en la educación nacional, por su
amplitud y por las consecuencias psicológicas y sociales que trae con
sigo. Los datos aportados en esos estudios indican una amplitud tan in
sospechada que obligan a replantear totalmente el problema de la en
señanza especial, para colocarlo a nivel nacional.
Según estos antecedentes la “Enseñanza Especial” dejaría de cons
tituir un sistema complementario para adquirir primera prioridad den
tro de las necesidades de la educación chilena.
Esta “primera prioridad” se basa en los siguientes hechos —que
más adelante precisaremos en cifras:
1) El alto porcentaje de escolares intelectualmente “ normales”
que presentan trastornos en el rendimiento escolar;
2) La alta incidencia de problemas de aprendizaje escolar, que
se transforman en trastornos psiquiátricos infantiles o en deserción es
colar cuando no reciben diagnóstico oportuno y adecuada solución;
3) El enorme desgaste económico y social que significa para el
país el fracaso escolar;
202
4) La insuficiencia de los medios de diagnóstico y rehabilitación
de que dispone la comunidad nacional, en proporción al problema exis
tente;
5) La estrecha relación que hay entre estos problemas y la delin
cuencia juvenil.
a) A specto c u a n t it a t iv o
203
año repitió en 1969 el 20% de los alumnos de cada curso (60.000 niños
entre 300.000).
La proporción de repitentes también varía según las comunas de
Santiago, reflejando un aspecto socio-cultural implicado en la repeti
ción. Sin embargo, en la repetición misma, parecen jugar un papel im
portante los factores psicológicos personales, por cuanto la mayoría de
los niños de un sector escolar pertenece a niveles socio-económicos
parecidos. Por otra parte, la comuna de Quinta Normal presenta un ín
dice menor de repetición de cursos en la enseñanza básica que las co
munas de Providencia, Las Condes o Santiago, lo que indicaría que en
la repetición influyen otros factores, además del área geográfica y
socio-económica del escolar. >
Creemos que el crecido porcentaje de fracaso escolar en los pri
meros cursos se explica por las dificultades de adaptación escolar, por
factores maduracionales, y por e,l sistema de enseñanza de lectura (a c
tualmente en uso), además de los factores socio-culturales. En otra
oportunidad analizaremos estos factores.
Al problema de la repetición de cursos, debemos agregar el por
centaje de niños que repite varias veces el mismo año, que según el in
forme del SNS alcanzaba en 1962 al 19% de los repitentes.
Costo de la repetición
Comentario
b) A specto c u a l it a t iv o
204
El total de niños con dificultades especiales alcanzaría al 39,8% de
los escolares primarios.
Si aplicamos este último índice a la población escolar primaria de
Chile (1.290.000), resulta que aproximadamente 515.000 niños necesita
rían atención especial por dificultades escolares. Por otra parte, un estu
dio efectuado en 1970 por el Departamento de Psicología de la Universi
dad de Chile, en escolares del área Norte, entre 7 y 10 años, nos confir
ma en cierta manera los datos anteriormente señalados. Según esta in
vestigación, sólo el 42,5% de los escolares presenta un rendimiento in
telectual que puede considerarse normal o superior. El resto presenta
un rendimiento que varía de subnormal a deficiente. El nivel de desarro
llo perceptivo —indispensable para el aprendizaje de la lectura y escri
tura— indica que solamente la cuarta parte alcanza un nivel normal
(25% ). El resto de los escolares caen en categorías inferiores a lo nor
mal. Este mismo estudio muestra que los trastornos emocionales pre
sentan un porcentaje bastante inferior a las dificultades de orden cog-
nitivo, lo cual indicaría que la falta fundamental de los escolares resi
diría en los mecanismos directamente relacionados con la percepción y
la comprensión de las materias enseñadas en los primeros años básicos
(lectura, escritura, aritmética). Estos antecedentes confirman la im
portancia de los factores psíquicos en el fracaso escolar, y la doble ne
cesidad de revisar los programas de enseñanza básica, para adaptarlos
a esta realidad, y de establecer sistemas de rehabilitación psicopedagó-
gica a nivel nacional.
Creemos que un programa de enseñanza uniforme, a partir de mo
delos teóricos de “ normalidad” no sirve para nuestra realidad escolar.
Aparece necesario un estudio psicológico previo de las condiciones psí
quicas de las capacidades reales del alumno primario chileno para re-
elaborar los programas. Dentro de esta fundamentación empírica del
sistema de enseñanza, será necesario establecer programas diferencia
dos para niños “ normales” , pero con niveles de rendimiento diferentes.
De la misma manera habría que actuar para los cursos de rehabilitación.
c) A specto p s ic o l ó g ic o - c l ín ic o
205
Esta alta proporción de problemas escolares que llegan a las clí
nicas de psiquiatría infantil, también se advirtió en el Consultorio de
La Palmilla (Conchalí), donde en 1969 el porcentaje de niños de edad
escolar (7-14 años), y sin retardo mental, que tuvo diagnóstico de tras
tornos del aprendizaje alcanzó el 13% de las consultas. El diagnóstico
de dislexia se hizo en el 17% de los casos. En total 30% de los niños
tenían primariamente trastornos de orden escolar.
Comentario
Como una manera de configurar mejor los alcances nacionales que pre
senta este problema, veremos aquí la relación que hay entre su intensi
dad y los recursos actuales para solucionarlos. Para esto tenemos como
ejemplo el área Oriente del SNS (comunas de Providencia, Ñuñoa, Las
Condes, La R eina), que es una de las que tiene más recursos actuales;
y del área Norte, la comuna de Conchalí.
El área Norte comprende 124.892 escolares (Censo 1970). La repeti
ción de alumnos de educación básica fiscal fue en 1969 como sigue:
(C ifras obtenidas a partir de datos proporcionados por la D irección General de Estadística y Censos
y en la memoria cita d a 5).
207
La inmensa mayoría de niños “ normales” , pero con problemas en el
aprendizaje escolar, la conducta, o la estabilidad emocional, no tiene
un lugar adecuado dentro del sistema psicopedagógico clínico para ser
atendida. El costo de este servicio sería bastante menor que el costo
de la repetición y deserción escolares.
B IBLIO G RA FIA
H ilda Power de Olivares, Problemas de Salud Mental de la E dad Escolar en el Gran Santiago,
S.N.S., 1966.
Bravo Valdivieso, Luis, Trastornos Psicológicos d e la Edad Escolar. C lasificación (en Anales d e la
Escuela de E ducación, por aparecer).
Datos estadísticos obtenidos directamente por los autores en las fichas clínioas del Servicio de
Psiquiatría Infantil del Hosp. C alvo Mackenna, y del consultorio de La Palmilla, del S.N.S. Otros
datos fueron obtenidos en la Superintendencia de E ducación, y en la D irección General de Esta
dísticas y Censos.
D el Cam po, P.; Matamala, M. C ., Geografía d e la E ducación. Area Metropolitana del Gran Santiago.
Mem oria de Grado para el T ítu lo de Profesor, Universidad Católica, Santiago, 1970. Profesdr guía,
señor H ugo Bodini.
208
Programa Docente
Segundo Semestre 1972
Los cursos de Introducción al Análisis de la Realidad Nacional tienen en general dos ob
jetivos principales. Por un lado, pretenden entregar conceptos e instrumentos del análisis
propio de las ciencias sociales, como una base indispensable para estudiar y comprender
una determinada realidad. Por otro lado, intentan abordar, con la mayor profundidad
posible y con los instrumentos antes señalados, el análisis de la sociedad chilena y sus
principales problemas.
Esta base común de todos los cursos se ve enriquecida, según los casos, por la acentuación
o tratamiento en mayor profundidad de ciertos aspectos de la realidad especialmente ne
cesarios para el trabajo de cada unidad académica.
209
14 — Cuadernos
CER 234 Rene Zavaleta Jueves 15,30-17,00
TEORIA DEL ESTADO SUBDESARROLLADO. 150 CR. Cs. Sociales o CER 233-232. El
propósito de este curso es exponer la diferencia que asume la construcción del aparato
del Estado en los países centrales y en los países periféricos, con referencia aplicada a la
experiencia latinoamericana.
Puesto que el Estado moderno (hasta la Revolución Rusa) es una creación de la burguesía,
es preciso explicar por qué la América latina, a pesar de sus contactos casi directos con la
cultura europea, sin embargo fracasa en la construcción de sus Estados burgueses. Para
hacerlo, es necesario situar la cuestión nacional y el esbozo de creación de Estados nacio
nales en el área (la balcanización), así como los movimientos democrático-burgueses ocu
rridos en ella dentro de la teoría general del marxismo sobre el particular.
Se advierte entonces, que tras la desigual frustración de las burguesías latinoamericanas
en la ejecución de sus tareas burguesas, emergen las formas sustitutivas. Sigue siendo
hasta hoy la más importante de todas la forma bonapartista y ella debe estudiarse a través
de las experiencias más visibles (Argentina, México, Brasil, Perú).
En cualquiera forma, dentro del concepto de la revolución ininterrumpida, se asigna es
pecial importancia a las formas de transición del aparato del Estado tal como han sucedido
en algunos lugares (el poder dual en Bolivia, por ejemplo) y a las modalidades presu
mibles que debería adoptar», un proyecto revolucionario con relación a la teoría marxista
del Estado.
COMUNICACION MASIVA E IDEOLOGIA. 150 CR. Cs. Sociales. El curso presenta tres
objetivos centrales:
a) El análisis crítico de las principales corrientes teóricas que han abordado el estudio
de los medios de comunicación para los efectos de diseñar un aparato metodológico apto
para el relevamiento de las estructuras ideológicas de los mensajes.
b) Este segundo punto consiste en el estudio delas estructuras de poder de los medios
de comunicación en Chile: sistemas de control y manipulación en un corte que abarca
los principales sistemas gráficos y audiovisuales. El seminario se propondrá trabajos prác
ticos sobre la prensa, revistas, televisión y cine.
c) La suma de análisis teóricos y trabajos prácticos conducirá a una evaluación global
de la cultura de masas, de modo de fundamentar un replanteo del medio de comunicación
en un proceso revolucionario.
EDUCACION E IDEOLOGIA EN CHILE. 150 CR. Cs. Sec. Ed. Pedagogías. Este curso
tiene por objeto fundamental definir un marco teórico para el estudio de los fenómenos
de la superestructura ideológica de la sociedad. Se utilizará como referente empírico el
sistema de educación chileno, haciendo alcance a otras experiencias cuando sea pertinente.
El sistema de educación chileno será tratado entonces como un aparato ideológico del Es
tado.
En las primeras sesiones se tratarán temas como la relación estructura-superestructura; en
seguida se analizarán las concepciones ideológicas del sistema educativo, luego se lo ubi
cará en su contexto social, haciendo hincapié en la función ideologizante de los servicios
educativos y la práctica escolar y universitaria, para terminar analizando los grupos direc
tamente vinculados a este sistema y su pertenencia de clase: estudiantes, intelectuales, ideó
logos, etc.
210
CER 114 Luis Domínguez Martes 18,00-20,00
EL PROBLEMA DE LA VIA LEGAL EN CHILE. 150 CR. Cs. Sociales o CER 256. El
Seminario se centra en el análisis de la relación entre legalidad burguesa y lucha de cla
ses. A través de un estudio concreto de problemas actuales como la constitución del ir - -
de propiedad social, los Tribunales Vecinales, las JAP, la burocracia, la justicia de clases,
el derecho laboral, etc., los participantes irán clarificando la especificidad de “ princip - ■
de legalidad” para poder definir en este contexto las alternativas de la lucha de clases en
sus contenidos y formas.
Es requisito haber participado en el Seminario de KalkiGlauser (Teoría de la realic: - i en
Marx) o de Lechner-Farías (Fundamentación del Estado y delDerecho en un periodo de
transformación) o conversación personal con los profesores. Cada participante deberá pre
sentar un trabajo a ser discutido en el Seminario.
A) Introducció
B) Alcohol
211
C) Marihuana
TEORIA DE LA REALIDAD EN M ARX. 150 CR. Cs. Sociales. El objetivo del curso es
investigar, principalmente a través del estudio de sus obras, lo que constituye la manera
específica de entender la realidad en Marx y la forma en que esto condiciona un enfoque
marxista de la realidad chilena. Se comenzará por un análisis biobibliográfico que permita
señalar los hitos principales del estudio. Se discutirá la concepción marxiana de lo econó
mico y sus relaciones con la filosofía y la política. Se reseñará la teoría marxiana de las
formas de producción tanto precapitalistas como capitalistas y de su superación por la
producción comunista. Finalmente, sedeterminará, a partir de lo anterior, lo que serían
los tramos esenciales de un estudiomarxista de la sociedad chilena.
212
Comentarios de Lecturas
213
Althusser, Pour Marx, Marxisme et ción extrema, que les permite rom
Humanisme, pp. 229, 230). Se po per la dispersión de la “sociedad
dría distinguir, en la obra del jo civil” , y alzarse, en un plan tras
ven Marx, por lo menos dos mo cendental, a una experiencia co
delos de utilización de nociones munitaria. La irrupción de la tras-
como “hombre” o “ esencia huma cendentalidad en la historia mar
na” como fundamentos de la prác ca, así, un pasaje brusco de una
tica: el de la Introducción a la dispersión a una asociación.
crítica de la Filosofía del Derecho b) En una forma mucho más ra
de Hegel, y el de los Manuscritos dical de la que vamos a encontrar
de 1844, al cual nos limitamos. Hay más tarde, hay en los Manuscritos,
en los Manuscritos dos fundamen una especie de “ desfasamiento”
tos prácticos, o un fundamento entre las dos conciencias: un enor
práctico que se manifiesta en dos me intervalo histórico separa sus
niveles de conciencia, el del sujeto respectivas “ miras” (visées) 4. El
(el filósofo crítico) y el del objeto filósofo piensa y tematiza un hom
(es decir, de los sujetos “ históri bre humano que, según el tercer
cos” ) . Tanto el filósofo como el manuscrito, sólo será producido en
hombre alienado en quien “irrum un futuro distante. La conciencia
pe” la esencia humana, piensan la del filósofo está “ inclinada” hacia
idea de humanidad. Pero, al pri este futuro; y desde esta perspecti
mero corresponde la idea verdade va —que es la del socialismo (hu
ra del hombre humano (política manismo)— critica la práctica del
mente, lo que Marx llama, en esta futuro inmediato, cuyo principio
época, “socialismo” ) ; al segundo, motor es el com unismo5. Por su
una idea imperfecta (políticamen carácter intencionalmente “ utópi
te la de una comunidad humana co”, sin embargo, esa crítica no se
todavía infectada por el principio propone aparentemente alterar el
de la propiedad privada, lo que curso del proceso histórico obje
Marx denomina, entonces, el “ co tivo, sino solamente mostrar sus lí
munismo” ) 3. Para reconstituir el mites 6. En el extremo opuesto de
espacio que se construye en torno lo que ocurrirá en la Introducción
a estos fundamentos, es necesario a la crítica de la Filosofía del De
precisar la naturaleza de dos co recho de Hegel, en el cual el pro
nexiones: a) ¿cómo se efectúa en letariado tiene un papel pasivo7,
el objeto el paso de la práctica en el esquema de los Manuscritos,
humana (historia) a la concien
cia?; b) ¿cuál es la relación entre 4 En tanto “ miras” (visées) “ prácticas” . En la
la conciencia, en el objetivo, y la crítica teórica de la econom ía política, el o b
jeto es esencialmente la naturaleza humana en
conciencia filosófica (o, cuál es la su form a actual.
posición relativa de las dos con 5 “ E l com unism o p on e el positivo com o nega
ción de la negación, es pues el m om ento real
ciencias), y cuestión conexa, ¿en (wirkliche) de la em ancipación y de la reto
qué nivel se da la intervención en m ada de sí del hom bre, m om ento necesario
para el desenvolvim iento próxim o d e la his
el proceso histórico? toria. El com unism o es la form a necesaria y
a) Como ya se ha señalado, la el principio energético del futuro próximo^ pero
el com unism o no es en cuanto tal el objetivo
historia en los Manuscritos, como del desenvolvim iento humano —la form a de
la sociedad humana” . (Manuscritos del 4 4 , ed.
en el joven Marx en general, dis Rororo, “ Texte zu M ethode und Praxis” , II,
persa y atomiza los individuos. Es p. 86).
6 “ Para abolir la idea de la propiedad privada,
la explosión de la naturaleza hu el com unism o pensado basta enteramente. Para
mana, provocada por una aliéna- abolir la propiedad privada real, es necesaria
una acción comunista real. L a historia la
aportará y este m ovim iento que, en pensa
Esta posición ante la historia justificaría tam m iento, ya sabemos que se suprime a sí mis
bién (en una línea term inológica aproximada m o, pasará en la realidad por un proceso muy
mente hegeliana) la denom inación “ trascen duro y m uy extenso. Pero debem os considerar
dental” , qu e más adelante se le dará. com o un progreso real que, desde el inicio,
3 En los Manuscritos, los fundamentos prácticos hayamos adquirido una conciencia tanto de
se presentan, así, en distintos niveles de con la lim itación com o del objetivo del m ovim ien
ciencia. Pero, por las razones expuestas, esa to histórico, y una conciencia que lo sobre
distinción de niveles (cuyo hegelianismo es pasa” . (Idem, p. 93, R ororo; subrayado por
más aparente que real) n o com prom ete la R. F .).
naturaleza ahistórica o transhistórica de los 7 Y en que el Sujeto (filosófico) es, por tanto,
principios. el principio motor.
214
1
el proceso revolucionario, el del fu b) Diferentemente de los Ma
turo próximo por lo menos, podría nuscritos, no habrá acción revolu
darse aparentemente, sin interven cionaria sin la intervención del
ción del sujeto. sujeto. (Pero contrariamente a la
4 En resumen: discontinuidad y Introducción a la critica de la Fi
ruptura entre la historia y el suje losofía del Derecho, esa interven
to en el objeto (el hombre huma ción no pone en movimiento un
no. El segundo irrumpe brusca sujeto pasivo). La nueva posición
mente en el proceso histórico). del sujeto, que hace posible su
“Desfasamiento” radical entre el intervención, se expresa en una
sujeto en el objeto (el hombre redistribución del espacio de su
“humano” ) y el sujeto filosófico; discurso: la idea de una sociedad
intervención a partir del primero humanizada, a la cual se abría
(no hay praxis del filósofo). En un discurso plenamente tematiza-
contramos así un espacio marcado b le 10, aunque describiera una si
por discontinuidades, al contrario tuación posthistórica (esa doble
de lo que se podría esperar, para el característica correspondía a su
joven Marx, a partir de la lectura función de fundamento), pasa a
althusseriana. \ ser un horizonte. Es la antevisión
A la doble trascendentalidad necesariamente marginal de la
práctica en la obra de juventud, Humanidad humana que encontra
corresponde en la obra madura mos, por ejemplo, en los últimos
una dualidad que ya no es más capítulos de El Capital (v. III) o
trascendental: la que distingue la en la Crítica del Programa de Go-
conciencia real del proletariado de tha. A esta transformación del
la conciencia revolucionaria que fundamento subjetivo en horizon
pasa a ser el sujeto (teórico-diri- te, lugar por excelencia de la “ an
gente revolucionario o partido) 8. tropología” en la obra madura co
La conciencia real aparecerá an rresponde la emergencia de dos
tes de todo bajo la forma, no de discursosu , ausentes hasta aquí;
finida en la obra de juventud, de el discurso histórico, y el discurso
la conciencia económica. El espa táctico-estratégico. La presencia
cio se estructura ahora del siguien de estos dos discursos, cuya natu
te modo: raleza pasamos a examinar, rede-
a) Entre la historia y la con fine las relaciones de la concien
ciencia económica (que es interior cia en el objeto y del objeto en
a la historia) no hay un paso brus general con el sujeto.
co de una dispersión a una aso La naturaleza del discurso his
ciación. En los textos de transición tórico y del discurso táctico-estra
sobre todo (ver final de la Miseria tégico es un problema mayor, pa
de la Filosofía), Marx señala que ra el cual Althusser no da solución
las organizaciones obreras son pro satisfactoria. Althusser se preocu
ducto necesario del proceso histó pó de definir las condiciones de
rico, que reúne tanto como separa, una teoría de la historia y dio al
a los individuos. La conciencia gunas indicaciones sobre la teoría
(económica) nace como toma de
conciencia, del suelo de una aglu a los capitalistas. En los Manuscritos, la aso
tinación de hecho; la dispersión ciación de los capitalistas, por nacer de un
universo de dispersión, tiene algo de un pacto.
histórica se conserva, pero como En El Capital, ella nace del suelo aglutinador
uno de los niveles constitutivos de del proceso de ecualización de la tasa de ga
nancia.
un proceso pensado ahora como 10 Plenamente tematizable en cuanto discurso fi
“ contradictorio” 9. losófico. N o hay utopía política en la obra
d e juventud de Marx. La “ plenitud” de lá
tematización debe ser entendida relativamente
8 Esta caracterización d e l sujeto es parcial. C o al discurso sobre el futuro inm ediato (ver n o
m o se verá indirectamente, la fusión en la ta i i ) . ;
obra de madurez entre el teórico y el dirigente 11 La “ mira” (visée) del sujeto no tiene más
sólo es esencial (com o el papel del sujeto que com o centro de referencia el futuro distante
se atribuye al partido sólo es válido) para (antropología), sino el futuro “ próxim o” (tác
cierto tipo de discurso. La teoría del partido tica y estrategia). Esta “ mira” del futuro
queda fuera de los límites de este texto. próxim o prolonga a su vez una retrospección
9 La misma cosa se dará en lo que se refiere histórica.
215
de la práctica (ver Lire le Capital, tórico político. Por un lado, ese
I I ) ; pero la solución que esboza discurso tiene una función prácti
para estos problemas, hasta cierto ca que no es menor que la función
punto implícita en la formulación teórica (en este sentido, desde el
que les da 12, lo lleva a dejar en punto de vista althusseriano, po
la oscuridad los textos propiamen dría ser llamado ideológico); pero,
te históricos y político-prácticos, por otra parte, es a su modo —lo
esenciales a la arquitectura global que sigue intentará justificarlo—
del m arxism o13. En el cuadro de un discurso riguroso. En cuanto a
las nociones althusserianas habría interpretarlo como aplicación, se
aparentemente dos alternativas ría aparentemente trasponer al
para conceptuar los discursos his- marxismo una forma de jerarqui-
tórico-políticos (suponiendo la zación del saber que le es extraña.
existencia de una conexión inter El marxismo propone dos modos de
na entre el discurso histórico y el lectura del objeto, el lógico y el
político-práctico, vamos a conside histórico, y aunque el histórico
rarlos conjuntam ente): o bien se presuponga el lógico (hay también
rían aplicaciones de la teoría (ver una reciprocidad más débil a ser
Lire le Capital, II, p. 138), o bien definida), el tipo de jerarquía que
se trataría de discursos ideológicos se establece entre ellos no es re-
(sobre la noción de ideología, ver ductible a la relación teoría-apli-
principalmente “Marxisme et Hu- cación. Esto no solamente porque a
manisme” , en Pour Marx) 14. cada uno de ellos corresponden exi
Empezando por la segunda hipó gencias diversas de cientificidad,
tesis. sino también porque su significa
A pesar de las diferenciaciones ción epistemológica general no es
introducidas, la dualidad entre la misma. A partir de la lectura de
ciencia e ideología tal como la es la historia que hace El Copital, Ba-
tablece Althusser, no parece perti libar escribió que “ . . . una ausencia
nente para definir el discurso his de memoria radical ( . . . ) caracte
riza la historia” (Lire et Capital,
II, p. 192). Esa definición vale co
12 Sobre todo p orque él privilegia la cuestión de
la teoría marxista de la historia y de la p o lí
mo principio del discurso lógico.
tica, en perjuicio de la cuestión más general De hecho, desde un doble punto
del conocim iento histórico-político y d e sus de vista, el principio de la teoría
niveles, en el interior del marxismo.
13 Las indicaciones de los althusserianos sobre la de El Capital no es la memoria, si
teoría de la práctica se inspiran en el ¿Qué no la antimemoria: objetivamente,
Hacer? de Lenin. En la m edida en que aquel
texto sirvió a una crítica del hegelianismo, pues para comprender las leyes del
dejamos para el final de este tóp ico, donde
se tratara d e H egel, las referencias al res-
sistema capitalista es necesario se
Decto. La simple posibilidad de una teoría de parar su articulación lógica de su
la historia y de una teoría de la práctica
—conviene observar— no es en sí misma un génesis; subjetivamente, porque no
argumento en favor del althusserismo; es ade hay continuidad en ese nivel, en
más en la región de estas teorías que se si
túa este texto. L o que importa es el tipo de tre la práctica política y la prácti
relación que ellas establecen entre el discurso ca teórica. Pero no ocurre lo mismo
teórico (y por lo tanto entre ellas mismas) y
la historia. (Convendría precisar: la teoría de con el discurso histórico y con el
la historia a que m e refiero, sólo puede ser discurso táctico-estratégico: ellos
una teoría filosófica del conocim iento histó
rico de la historia, del m ism o nivel de la presuponen una memoria que, a
teoría filosófica de la (sobre la) teoría “ pura” pesar del hegelianismo de la fór
de la historia que ofrece E l Capital, y a dis
tinguir de las teorías científicas correspon mula, es una memoria de sí. La
dientes ( “ puras” o históricas) y de los dis
cursos histórico-políticos concretos. A lgo a este
historia —la historia contemporá
respecto, en form a muy sucinta, se ofrece en nea en particular— aparece sobre
la continuación del texto. En general, trato el fondo de una práctica posible
solamente de dos niveles: el de la teoría
“ pura” de E l Capital y el de los discursos (ver, p. ej., los textos sobre el
concretos).
14 D e hecho habría aún una tercera hipótesis:
proletariado, en el Dieciocho Bru-
la de que ellos serían “ materiales” semiela- mario) que “ critica” 15 la práctica
' borados para una “ historia” (Lire le Capital,
II, p. 147).
Esta caracterización, aunque verdadera, no p o 15 Esta crítica no se confunde con la crítica de
dría, sin embargo, eludir el problem a d e la esencia reflexiva (no hegeliana) que hace el
naturaleza del discurso histórico marxista. sujeto en los Manuscritos.
216
real, cuando esta historia no es, depende solamente de la teoría de
ella misma, en mayor o menor gra El Capital, que le aporta los prin
do, el resultado de un conjunto de cipios; depende también de un pa
acciones planteadas por el sujeto. sado, que es un pasado práctico.
Es decir, o bien el discurso está Si los discursos histórico-prác-
efectivamente integrado a lo real, ticos no son simples aplicaciones
o funciona como si lo estuviera de la teoría, ni ideologías, conven
(epistemológicamente la diferen dría analizar más de cerca su na
cia no es im portante). En uno y turaleza. Aquí me limito a dos
otro caso hay circülaridad entre la observaciones: estos discursos no
historia y los discursos prácticos (y satisfacen indudablemente la exi
entre estos últim os): el sujeto es gencia althusseriana de que “ el
un centro en constante movimien conocimiento de la historia no sea
to que articula dos momentos de más histórico de cuanto es azuca
una práctica en la que real o ideal rado el conocimiento del azúcar”
mente se insertan. Al contrario de (Lire et Capital, II, p. 132). El ho
lo que constatamos en la obra de rizonte temático que ellos propo
juventud, la historia (como proce nen es, al contrario, comandado
so objetivo) y la conciencia real, por el ritmo del tiempo histórico.
que representa uno de sus niveles, Citando Lenin: “ No fue la deduc
pasa a ser así el suelo de los dis ción lógica, sino el desarrollo real
cursos prácticos (no de la teoría de los acontecimientos, la expe
como quiere el historicismo), rom riencia viva de los años 1848-1851,
piendo la discontinuidad, que en el lo que lo condujo (a Marx) a esta
joven Marx se establecía entre los manera de plantear el problema.
dos sujetos, entre el sujeto y la Hasta qué punto Marx se atiene ri
historia (esa continuidad prologa gurosamente a la base efectiva de
otra continuidad 16 que, como vi la experiencia histórica se ve, te
mos, se establece después de la niendo en cuenta que, en 1852,
“ coupure” entre la historia real y Marx no plantea todavía el proble
la conciencia objetiva). ma concreto de saber por qué cosa
Pero si la historia es el suelo de se va a sustituir la máquina del Es
los discursos prácticos, la depen tado que debe ser destruida. La ex
dencia de éstos para con ella — de periencia no aportaba todavía los
pendencia que no es sólo con un materiales para este problema, que
pasado inmediato— debe ser en la historia puso a la orden del día
tendida como una interiorización más tarde, en 1 8 7 1 ...” (Lenin,
de experiencias 17, y no a la mane Obras escogidas, III, 224, El Estado
ra positivista, como incorporación y la revolución, subrayado por no
a la teoría de una serie de expe sotros). En segundo lugar, los dis
rimentos. (Seguramente se puede cursos histórico-políticos replan
introducir discontinuidad en esta tean el problema de la relación
interiorización —la introducción entre Marx y Hegel. Para dar un
de esta discontinuidad marca ade ejemplo más (que se relaciona con
más la originalidad epistemológi el texto de L en in ): tradicional
ca de la obra de Debray— ; pero así mente se establece una homología
como toda continuidad, en el plan entre el lugar que ocupa el socia
de la teoría (lógica) es derivada lismo o el comunismo en Marx y la
de una discontinuidad que la hace posición del saber absoluto en la
posible, aquí toda discontinuidad Fenomenología del Espíritu de He
sólo podrá nacer en la continui gel. La homología es, quizás, me
dad de una memoria). El discurso nos superficial de lo que hoy se
histórico y táctico-estratégico no suele suponer: ella establecería
una convergencia entre Hegel y
16 Continuidad que n o excluye la discontinuidad. Marx, en la definición de las con
17 Ver sobre todo en El Estado y la R evolución,
el uso que se hace de la n oción de experien diciones de posibilidad del conoci
cia. A la n oción de experiencia corresponde
la noción com plem entaria de tarea, q u e con
miento del futuro; en el caso del
vendría analizar más d e cerca. futuro “ distante” . En la Fenome
nología (y para las dos concien Quedaría por plantear el proble
cias, lo que muchas veces se pier ma de las relaciones entre los dis
de de vista), la tematización ple cursos histórico-políticos y la teo
na del saber absoluto —correlato ría de El Capital. Aquí es induda
de lo que sería su transformación blemente válida la crítica al histo-
en fundamento— es imposible ricismo: no hay entre el tiempo
mientras no se llegue al final del histórico y la teoría (lógica) la
itinerario fenomenológico. A me continuidad que él supone; pero
dio camino de la fenomenología, los dos se articulan a través de
tal tematización pervertiría la ciertos lazos que es preciso definir,
cientificidad (o casi cientificidad) a partir de un análisis del espacio
del discurso, y lo transformaría en objetivo de la teoría. Para el dis
opinión1S. Impensable como dis curso histórico-político definimos
curso pleno, el saber absoluto está dos puntos que son sus referencias
dado, sin embargo, como horizonte. extremas 20 —un suelo histórico
La esencialidad de este horizonte que tiene como uno de sus niveles
es variable según el punto del iti la conciencia actual del proletaria
nerario fenomenológico en que la do, y un horizonte representado
conciencia se encuentra; su capa por el objetivo último, el socialis
cidad de iluminar el presente (así mo. Estos dos puntos que, en la
como la posibilidad correspondien obra política se disponen —diría
te, de que él mismo sea tematiza- mos— horizontalmente, se van a
do) aumenta, en general, a medi reflejar verticalmente en El Capi
da que nos aproximamos al obje tal. El primero de estos puntos se
tivo último. Pero en el interior de refleja, fuera del espacio propia
estos límites, la “ visée” del abso mente lógico, en los textos en que
luto es una dimensión necesaria. Y Marx describe la experiencia del
esos límites son homólogos a los proletariado. En estos textos —los
que condicionan la validez y justi que tratan de la lucha por la limi-
ficación del discurso sobre el so
cialismo : con el mismo “ gradiente”
distinguida más rigurosamente del problema
temporal, el discurso que tematiza de las relaciones entre teoría y práctica revo
plenamente el socialismo no puede lucionaria. Los dos problemas n o son eviden
temente idénticos. Una observación sobre cada
ser científico (ni, por lo tanto, re uno d e ellos: 1) Si de h ech o el rechazo en
volucionario) ; lo que no lo incor admitir la posibilidad de un paso espontáneo
d e la conciencia econ óm ica a la conciencia
pora como perfil del objetivo final política implica el abandono d e cualquier es
no puede ser revolucionario (ni, quem a finalista, la relación entre los dos ni
veles —puesto que la lucha econ óm ica se in
por lo tanto, científico). Bajo este tegra en una práctica política qu e la incor
aspecto, aunque se admitan las ob pora y la m odifica (¿la “ supera” ?)— es más
hegeliana qu e spinozista. 2) C onform e a lo
servaciones de Althusser, según las que se dice en el texto, el problem a de las
i elaciones teoría-práctica n o parece solucio-
cuales las categorías hegelianas nable, si n o se distinguieren en el marxismo,
hacen imposible “ toda anticipa diferentes formas de conocim iento y también
de teoricidad. La relación con la práctica, de
ción consciente dél desarrollo del una teoría com o la de la revolución perma
concepto, todo saber que apunta al nente de Trotski, por ejem plo, su “ historici
dad” , n o se confunde con la d e la teoría de
futuro” , es indudable que fue po E l Capital. S ólo la primera es epistem ológica
sible sacar de Hegel una teoría de mente inseparable de ciertas experiencias del
proletariado. Sobre las dos cuestiones subsiste
esta anticipación 19. el problema histórico de saber hasta qué punto
las tesis del ¿Q ué H acer?, o la interpretación
q ue usualmente se les da, corresponden efe c
tivamente a lo que se podría considerar com o
18 Ver introducción a La Fenom enología. la posición leninista. Lenin rodea de ciertas
19 A propósito, cabría una referencia a las fa reservas el em pleo de algunas d e sus fórm u
mosas tesis del ¿Q ué H acer?, sobre la intro las (ver Lenin, Obras E scocidas, I, p. 215).
d ucción, desde afuera del proletariado de la Según Trotski en su biografía de Stalin, cap.
conciencia revolucionaria, en la m edida en III— Lenin habría abandonado más tarde las
que los althusserianos las utilizan para m os tesis del ¿Q ué H acer?, qu e Trotski considera
trar el carácter radicalmente antihegeliano de “ unilaterales y por lo tanto falsas” .
la teoría marxista de la práctica. Una discu 20 En la m edida en que el discurso histórico-
sión más profunda dependería de un análisis p olítico presupone una interiorización en pro
previo del tipo de conocim iento —bien diverso fundidad, la historia actual no es seguramente
de El Estado y la R evolución— que nos ofrece su límite extremo. Sin em bargo lo es, en el
este libro. En resumen: la cuestión de las re sentido de que, en cuanto cam po de la prác
laciones entre la conciencia económ ica y la tica, sólo ella representa, de hecho (en rigor),
conciencia política (revolucionaria) debería ser el suelo de cada discurso práctico.
218
tación de la jornada de trabajo un horizonte (no un fundamento)
principalmente —la experiencia vi significativo que las ilumina pare
vida del proletariado que, entendi ce ser el secreto de los llamados
da como un trascendental, tenía textos antropológicos de El Capi
un papel fundante en la antropo tal, en los cuales el althusserismo
logía de juventud, reaparece en la ve solamente sobrevivencias de
superficie del discurso, como “ re una fase anterior. Ellos represen
flejo” histórico (verticalmente, un tan, de hecho, la cifra de la histo
horizonte) de una realidad estruc ricidad de El Capital, el interior
tural. La lucha por la limitación de su espacio lógico, y establecen
de la jornada de trabajo es, ade la articulación de este espacio con
más, leída y criticada como una el tiempo histórico. Mientras en la
experiencia (ver, p. ej., los textos obra de juventud, lo lógico y lo
en que Marx critica determinadas histórico (el espacio de una filo
acciones o actitudes de los prole sofía de la historia) se articulaban
tarios ingleses). Pero si el primer por el centro del espacio lógico,
límite del discurso político se re puesto que el fundamento teórico
fleja fuera del espacio lógico, el se era al mismo tiempo un funda
gundo, el horizonte del socialismo mento práctico, aquí la articula
se refleja en el interior de este es ción se hace por la periferia —se
pacio, como horizonte de signifi da en los límites del espacio lógico,
cación (verticalmente como el sue donde se sitúa la “ antropo-logía” .
lo primero, pero no fundante, de Del “ joven” al “viejo” Marx tene
las significaciones). De hecho, la mos así, no el desaparecimiento de
lectura que Marx hace del capita un discurso, sino su descentración
lismo es una reconstitución de sus (lo que, de todas maneras, es una
leyes sobre el fondo de un universo transformación esencial).
de referencia que lo trasciende. No haber definido rigurosamen
Más allá de los niveles de la apa te este desplazamiento —lo que hi
riencia y de la-esencia (distinción zo posible interpretarlo desde el
que, para El Capital debe ser expli- punto de vista lógico —a pesar de
citada, pero no abandonada) hay las “sobrevivencias históricas”—
un desciframiento más profundo; como un puro y simple desapareci
en la esencia misma de la estruc miento, es, quizás, la insuficiencia
tura capitalista aparece como un mayor del althusserismo.
objeto opaco. Esta yuxtaposición
de las estructuras objetivas y de R uy F austo
Revista de Estudios del Pacífico
Publicación del Centro de Estudios del Pacífico, organismo académico que
patrocinan el Consejo Coordinador Universitario de Valparaíso y la Armada
de Chile.
DOCUMENTOS :
Resoluciones de UNCTAD III sobre derecho del mar,
Productos básicos y transporte marítimo
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CHILE
PROBLEMI DEI SOCIALISMO
N? 9, m ayo-junio de 1972
Director: Lelio Basso
SVILUPPO E SOTTOSVILUPPO
ARGOMENTI
CONTRIBUTI
NOTE E RICERCHE
3^ S e c c i ó n : El delito y su sanción
Derechos Humanos y Derecho Penal, Sergio Politoff, Juan Bustos, Jorge Mera
El delito en una sociedad de'clases, Berta Bravo, Loreto Hoecker, Roberto
Lira
ünni!iiií:ii¡l!!n¡lUi!imi!nilU!ny!!iyiiniIli!!iOiUuliil!il!ii!!i!ii!!íiii!!Iil!i!i!iiiüilIlll!!iIi!!i!i!!!l!l¡Ii!!íi!!ii!iI!i!!lllli
C A S A DE L A S A M E R I C A S
Revista bimestral
LA H A B A N A , CUBA