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HIPERSENSIBILIDAD DE TIPO RETARDADO

La hipersensibilidad de tipo retardado (HTR ) es una reacción inflamatoria


perjudicial mediada por citocinas debida a la activación de los linfocitos
T, particularmente de los linfocitos T CD4+
La reacción se llama tardía porque suele aparecer 24-48 h después de la exposición al
antígeno, al contrario de las reacciones de hipersensibilidad inmediata (alérgicas), que
se desarrollan en minutos.
En el modelo animal clásico de HTR, a una cobaya se la sensibiliza, en primer lugar,
mediante la administración de un antígeno proteínico en un adyuvante; este paso se
llama sensibilización.
Alrededor de 2 semanas después se administra al animal por vía subcutánea el mismo
antígeno y se analiza la reacción consiguiente; esta fase se llama de provocación.
Los seres humanos pueden sensibilizarse mediante estas reacciones de HTR por una
infección microbiana, por una sensibilización por contacto a sustancias químicas y
antígenos ambientales o por una inyección intradérmica o subcutánea de antígenos
proteínicos.
La exposición posterior al mismo antígeno (llamada provocación) desencadena la
reacción. Por ejemplo, el derivado proteínico purificado (PPD), un antígeno proteínico
de Mycobacterium tuberculosis, desencadena una reacción de HTR, llamada la reacción
de la tuberculina, cuando se inyecta a sujetos que se han expuesto a M. tuberadosis.
Una respuesta cutánea positiva a la tuberculina se usa ampliamente como un indicador
clínico de la presencia de una infección tuberculosa previa o activa.
La respuesta de HTR característica evoluciona durante 24 a 48 h.
Alrededor de 4 h después de la inyección del antígeno en un individuo sensibilizado, se
acumulan neutrófilos alrededor de las vénulas poscapilares en el lugar de inyección.
Al cabo de unas 12 h, el lugar de inyección lo infiltran linfocitos T y monocitos
sanguíneos, también organizados en una distribución perivenular.
Las células endoteliales que recubren estas vénulas aumentan de tamaño, muestran un
aumento de orgánulos biosintéticos y se hacen permeables a las macromoléculas
plasmáticas.
El fibrinógeno se escapa de los vasos sanguíneos hacia los tejidos que los rodean,
donde se convierte en fibrina.
El depósito de fibrina, el edema y la acumulación de linfocitos T y monocitos dentro del
espacio del tejido extravascular que hay alrededor del lugar de inyección hace que el
tejido se vuelva tumefacto y adquiera firmeza (se indure).
La induración, una característica diagnóstica de la HTR, es detectable al cabo de unas
18 h de la inyección del antígeno y es máxima a las 24 a 48 h.
En la práctica clínica, la pérdida de las respuestas de HTR a antígenos presentes de
forma ubicua (p. ej., antígenos de Candida) es una indicación de una deficiencia en la
función de los linfocitos T, una situación llamada anergia. (Esta pérdida general de la
reactividad inmunitaria es diferente a la anergia linfocítica, un mecanismo para el
mantenimiento de la tolerancia frente a antígenos específicos).
Aunque la HTR se ha considerado tradicionalmente una reacción lesiva mediada por
Th1, otros linfocitos T pueden contribuir a la inflamación.
En algunas lesiones de HTR destacan los neutrófilos, lo que indica la participación de
los linfocitos TH17.
En infecciones provocadas por algunos parásitos helmintos, las reacciones contra los
huevos del parásito desencadenan una HTR con un fuerte componente de eosinófilos.
En estos casos se ha demostrado la participación de citocinas TH2. Los linfocitos T CD8
+ también producen IFN- y contribuyen a las reacciones de HTR, especialmente en la
piel.
Las reacciones de HTR crónicas aparecen si una respuesta Th1 a una
infección activa los macrófagos, pero no puede eliminar los microbios
fagocitados.
Si los microbios se localizan en una pequeña zona, la reacción produce nódulos de tejido
inflamatorio llamados granulomas .
La HTR crónica, ejemplificada por la inflamación granulomatosa, se debe a señales
citocínicas prolongadas.
En tales reacciones, los linfocitos T y los macrófagos activados continúan produciendo
citocinas y factores de crecimiento, lo que amplifica las reacciones de ambos tipos
celulares y modifica progresivamente el ambiente tisular local.
El resultado es un ciclo de lesión tisular e inflamación crónica, seguido de la sustitución
por tejido conjuntivo (fibrosis).
En las reacciones de HTR crónicas, los macrófagos activados sufren cambios en
respuesta a las señales citocínicas persistentes.
Estos macrófagos aumentan su citoplasma y sus orgánulos citoplásmicos, y en el
estudio histológico se parecen a las células epiteliales cutáneas, motivo por el que a
veces se los denomina células epitelioides.
Los macrófagos activados pueden fusionarse para formar células multinucleadas
gigantes.
La inflamación granulomatosa es un intento de contener la infección, pero también es la
causa de una lesión tisular significativa y de un deterioro funcional.
Este tipo de inflamación es una respuesta característica a algunos microbios
persistentes, como M. tuberculosis, y a algunos hongos.
Gran parte de las dificultades respiratorias asociadas a la tuberculosis o la infección
micótica crónica del pulmón se deben a la sustitución del pulmón normal por tejido
fibrótico y no son directamente atribuibles a los microbios.
Este tipo de inflamación es una respuesta característica a algunos microbios
persistentes, como M. tuberculosis, y a algunos hongos.
Gran parte de las dificultades respiratorias asociadas a la tuberculosis o la infección
micótica crónica del pulmón se deben a la sustitución del pulmón normal por tejido
fibrótico y no son directamente atribuibles a los microbios.
ENFERMEDADES CAUSADAS POR LOS LINFOCITOS T CITOTÓXICOS

Las respuestas de los CTL a la infección vírica pueden llevar a la lesión


tisular al matar a las células infectadas, aunque el propio virus no tenga
efectos citopáticos.
La principal función fisiológica de los CTL es eliminar los microbios intracelulares, sobre
todo los virus, matando a las células infectadas.
Algunos virus dañan directamente a las células infectadas y se dice que son citopáticos,
mientras que otros no.
Como los CTL pueden no distinguir entre virus citopáticos y no citopáticos, matan a las
células infectadas por virus independientemente de si la propia infección es o no
perjudicial para el anfitrión.
Ejemplos de infecciones víricas en las que las lesiones se deben a las respuestas de
CTL del anfitrión y no al propio virus son la coriomeningitis linfocítica en los ratones y
ciertas formas de hepatitis vírica en los seres humanos.
Los CTL pueden contribuir a la lesión tisular en los trastornos autoinmunes causados,
sobre todo, por los linfocitos T CD4+, como la diabetes del tipo 1, en la que se destruyen
las células  productoras de insulina en los islotes pancreáticos.

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