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DEUDA PÚBLICA

DAVID OSORIO OSORIO

15291030

HACIENDA PÚBLICA

DOC. MANUEL RANGEL GAMBOA

DERECHO

UNIVERSIDAD DE SANTANDER UDES CAMPUS CUCUTA

SAN JOSE DE CUCUTA 10 DE MAYO DE 2019


DEUDA PÚBLICA

La deuda pública, también conocida como deuda soberana, es la deuda


que un estado mantiene con el conjunto de sus acreedores, ya sean otros
estados, entidades financieras, empresas o particulares. El sector público de
un país, al igual que cualquier empresa o familia, tiene que financiar su
actividad. La actividad del sector público adquiere valor numérico a
través de los presupuestos generales que cada año elabora el estado.
El estado cuenta con tres vías de ingresos: los impuestos, la creación de
dinero o políticas monetarias expansivas y la emisión de deuda pública. Las
tres vías de ingresos conforman los pilares de la política económica de un
gobierno para conseguir sus objetivos políticos.

Desde el punto de vista técnico, la emisión de deuda pública consiste en captar


fondos en los mercados financieros nacionales e internacionales. Se realiza
mediante la emisión de bonos u obligaciones de un valor nominal
determinado, con un plazo de devolución determinado y a un interés fijado
mediante subasta. Lógicamente, en el momento de la emisión se adquiere la
deuda.
Los objetivos de la emisión de deuda pública suelen ser por un lado, la
financiación de inversiones de medio y largo plazo y por otro, la resolución de
problemas de liquidez para afrontar pagos en el corto plazo, derivados de
unos ingresos menores de lo previsto o de unos gastos mayores de lo
previsto. Esto último es lo que se conoce como déficit público.

A nivel macroeconómico, más que el volumen absoluto de deuda pública de un


estado, lo realmente importante es su relación con su producto interior bruto,
PIB. Normalmente la deuda pública se expresa en términos de porcentaje del
PIB del estado. Cuando la tasa de crecimiento del PIB es menor que el interés
de la deuda pública, el déficit publico cobra especial relevancia, por cuanto la
deuda pública crece cada año rápidamente, condicionando la credibilidad de
un estado y afectando negativamente al desarrollo económico.

Monetización de la deuda publica

La monetización de deuda pública es un arma de doble filo. En efecto, en


épocas de crisis en las que aumenta el desempleo y los ingresos de las
familias disminuyen, mantener la actividad del sector público es crucial para
que la economía no se hunda. Por ello, los estados han de tener capacidad
para mantener el gasto público e, incluso, aumentarlo. A esto les ayuda la
monetización de la deuda pública.

Ahora bien, mantener este tipo de políticas monetarias durante un tiempo


prolongado puede generar importantes problemas de inflación. El aumento de
la moneda provoca, en el mercado interior, una subida de los precios y, en el
mercado exterior, hace que la divisa pierda valor, de modo que será inútil para
las transacciones en el extranjero. Nadie quiere cobrar en una moneda
devaluada y todo el que la tiene se quiere deshacer de ella.
La deuda pública y el déficit fiscal

La deuda pública y el déficit fiscal es uno de los males que arrastran los países
del tercer mundo que les impide salir del subdesarrollo.
La deuda pública y al déficit fiscal van de la mano, puesto que la deuda pública
surge en el momento en que se presenta déficit fiscal, esto es cuando los
gastos del estado superan sus ingresos, algo que siempre sucede.
El estado, o mejor, sus gobernantes, son expertos en gastar el dinero que no
es suyo y que no tienen que pagar, razón por la cual, así hayan ingresos
suficientes, siempre gastan más de lo que tienen, y claro, para ello tienen que
recurrir a la deuda pública.

El déficit fiscal y la deuda pública crean un círculo vicioso del que es casi
imposible escapar, porque en el año siguiente hay que dedicar recursos para
pagar lo que se prestó en el año anterior, y en consecuencia el déficit se
incrementa haciéndose necesario recurrir a más deuda, y cada año el
problema se repite y se agrava. Un círculo vicioso y oneroso.
La deuda pública no sería problema si esa deuda se invirtiera de tal forma que
fuera recuperable, pero lamentablemente en nuestros corruptos países no es
así. Los dineros obtenidos mediante deuda se gastan en burocracia, en
mantener en el poder al partido gobernante de turno, etc., y no se invierte en
elementos productivos que permita en el futuro obtener ingresos para amortizar
la deuda.

La deuda pública es utilizada para lo que una familia utiliza un crédito que
realiza en ocasión de los 15 años de su hija consentida, de suerte que en un
abrir y cerrar de ojos el dinero ha desparecido sin dejar rastro; sólo queda la
obligación de regresarlo, no sin antes pagar cuantiosos intereses.
Cada presupuesto, cada plan de desarrollo del país, sagradamente incluye el
famoso déficit fiscal y la deuda pública, situación que no ha mejorado ni en los
mejores tiempos de la economía, sino que por el contrario ha empeorado, y
seguirá empeorando mientras el estado no sea administrado como una
empresa auto sostenible, con criterio responsable y con un planeamiento en el
largo plazo.

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