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(Selección de notas)
Antes de encarar el problema del origen de las formas musicales del mundo clásico es
necesario establecer una premisa, válida no solamente para el período arcaico, sino
también para las épocas sucesivas: los griegos y los romanos ignoraron completamente la
armonía, en la acepción moderna del término, y la polifonía; su música se expresó
exclusivamente a través de la pura melodía. El acompañamiento seguía fielmente el
desarrollo de la línea del canto, al unísono o a intervalo de octava; sólo después del siglo IV
a. C. se tiene noticia de cantos acompañados a intervalos de cuarta y de quinta. (Comotti,
2016: 13)
El panorama musical de los orígenes fue muy variado: cada región tuvo su repertorio de
melodías para diversas ocasiones, transmitido oralmente de generación en generación.
Sólo después las melodías más significativas y más apreciadas fueron llevadas fuera de los
sitios de origen por obra de músicos que «les dieron un nombre» (Ps. Plut., De mus. 3), de
tal modo que cada una fuese reconocible en su individualidad por parte de todos los
griegos, de los cuales se transformaron en patrimonio común. Estas líneas melódicas
fueron denominadas nomoi, con el mismo término que significaba: «leyes»; Pseudo-
Plutarco indica los motivos de esta aproximación a nivel semántico entre la esfera del
derecho y la del canto:
«…no era posible en los tiempos antiguos componer piezas citaródicas como las de
hoy ni cambiar harmonía ni ritmo, sino que para cada uno de los nomoi mantenían
las características que les eran propias. Por esto eran denominadas así: eran
llamados nomoi (es decir: "leyes"), puesto que no era lícito salir de los límites de
entonación y del carácter establecidos para cada uno de éstos». (De mus. 6)
En el siglo VII, Esparta fue el centro musical más importante de toda Grecia: la música y la
gimnástica constituían los fundamentos de la instrucción de los muchachos y de las
doncellas, que a partir de los siete años eran educados en común a cargo del Estado; al
canto coral se le atribuía en la sociedad espartana una función paidéutica en sentido
comunitario también para los adultos, pues contribuía a mantener vivos los valores esen-
ciales de la moral pública, el amor a la patria y el respeto de la ley. (Comotti, 2016: 17)
Tesis II
El término harmonía, en el sentido que ha sido ilustrado aquí, aparece por primera vez en
un fragmento de Laso de Hermíone, citaredo del Peloponeso que hacia 520 a. C. se
trasladó a Atenas, llamado por Hiparco, y allí continuó su actividad de instructor de coros y
de compositor aun después del fin de la tiranía (509 a. C.) (…) El fragmento de Laso (PMG
fr 702; cfr. G. A. Privitera, Laso di Er mione, p. 21) dice: «Yo canto a Demeter y a Kore,
esposa de Clímenes, entonando el dulce himno sobre la harmonía eólica de grave son». Es
particularmente significativo que esta expresión, que sobreentiende un modo totalmente
nuevo de concebir la composición de los cantos, se encuentre precisamente en un verso
de Laso, al cual son atribuidas por distintas fuentes (Ps. Plut. De mus. 29; Theo Smyrn. p.
59, 4 Hiller; Su(i)da, ver voz) otras innovaciones sustanciales en materia de música: la
exploración de nuevas afinaciones de la cítara que permitiesen la entonación de notas
intermedias a intervalos más pequeños que aquellos que eran normales para los citaredos
del pasado (tono y semitono); la introducción de nuevos ritmos, que habrían sido
adaptados por Laso a la marcha del canto ditirámbico; la definición teórica de la amplitud
de los intervalos y la composición del primer tratado sobre la música. (Comotti, 2016: 24)
El pitagorismo
Este modo distinto de entender la fidelidad a la tradición pronto se transmitió también a los
otros géneros de la lírica coral: al nomos, al canto ritual que por su misma naturaleza debía
permanecer sustancialmente inmutable en sus elementos melódicos, los sustituyó la
harmonia como estructura guía de las nuevas composiciones. (Comotti, 2016: 23)
Pitágoras de Samos (Ca. 560-470 a. C.) había dejado su patria en tiempos de Polícrates;
después de haber viajado durante largo tiempo por Oriente, donde según la tradición se
habría iniciado en la ciencia de los egipcios y de los caldeos. Fundó en Crotona, en la
Magna Grecia, una escuela a la cual quiso dar el carácter de secta religiosa, obligando a
sus discípulos a la observancia de severas normas de vida. El y sus seguidores dedicaron
mucha atención a los fenómenos acústicos y musicales: consideraban a las consonancias -
en particular de cuarta, de quinta y de octava - como modelos de armonía, concebida
como acuerdo, equilibrio de elementos diversos, que ellos identificaban con el alma del
hombre y con el principio ordenador del cosmos. La definición de las relaciones numéricas
que están en la base de los acordes musicales era para los pitagóricos el punto de partida
para descubrir las leyes que gobernaban ya sea los sentimientos del alma, ya sea los
movimientos de todo el universo. Ellos llegaron a estos resultados experimentalmente por
Tesis II
medio del monocordio, cuya invención era atribuida al mismo Pitágoras. (Comotti, 2016:
25)
Pero el proceso de renovación musical no se detuvo, aun si hasta los últimos decenios del
siglo V respetó sobre todo al ditirambo. En el ámbito de estas nuevas formas musicales se
mueve el pensamiento de Damón, maestro y consejero de Pericles, que fue enviado al
exilio en 444/443 a. C., quizá por haber inducido al mismo Pericles a construir el Odeón, un
edificio cubierto para los espectáculos de canto, con un gasto excesivo para el tesoro del
Estado. El fue un personaje de primer plano en la cultura ateniense; en un discurso ante la
asamblea del Areópago, algunos años antes de ser exilado, había expuesto sus teorías
sobre la importancia de la música en la educación. Su doctrina se inspira en el principio
fundamental de la psicología pitagórica, que sostiene que hay una sustancial identidad
entre las leyes que regulan las relaciones entre los sonidos y las que regulan el
comportamiento en el espíritu humano. La música puede influir sobre el carácter, sobre
todo cuando este es todavía moldeable y maleable a causa de la edad juvenil (fr. 7 Laserre):
es necesario distinguir entre los distintos tipos de melodías y de ritmos aquellos que tienen
el poder de educar hacia la virtud, hacia la sabiduría y hacia la justicia (cfr 6 Lasene). Al
definir y analizar los géneros de las harmoniai, Damón afirma que solo la dórica y la frigia
tienen una función paidéutica positiva para el comportamiento valeroso en la guerra y grave
y moderado en la paz (fr. 8 Laserre). (Comotti, 2016: 28)
En la ética musical damoniana es posible hallar tres niveles: aquel de las estructuras
técnicas que abarcan la armonía, la rítmica, la métrica, la poesía; aquel de las estructuras
psicológicas y morales relativas a la constitución de caracteres de acuerdo a las exigencias
de un ideal y, finalmente, aquel de las estructuras políticas que se relacionan a la
legislación. De modo que la ética musical engendra una política musical. Por razones
estéticas y sociales se considera que el ideal de Damón era Lacedemonia, que durante los
siglos vii y vi a. C. había sido la capital musical de Grecia, habiéndose destacado
especialmente en la música coral. Cfr. Moutosopoulos (1959: 194) y Morrow (1960: 304).
Platón adoptó los principios del damonismo, cuyos ecos repercutirán en Aristóteles. El más
impresionante es, por cierto, la asociación que el Estagirita hace entre la idea de desviación
armónica y la de desviación política. En efecto, la ciudad podría ser comparada a un
organismo vivo cuyo bienestar, regulado por una buena fisiología, sería semejante, como
sugiere Hipócrates respecto al cuerpo humano, a una relación armónica entre sus partes.
La idea de homología, subyacente aquí y aplicable a las estructuras armónicas
correspondientes del cuerpo, del alma y del universo, no es extraña a la idea de mimésis
que explica justamente el proceso por el cual esa doble homología en potencia se
encuentra actualizada. Aun examinada en un contexto político típicamente aristotélico, esta
Tesis II
El Peri harmonian
Como anota Sánchez Millán en su introducción a los Problemas de Aristóteles, los temas
tratados en la sección XIX, que reúne cincuenta preguntas/problema, abarcan casi todos
los aspectos relacionados con la ejecución musical: efectos acústicos, denominación,
número y valor de las notas en la escala, música vocal, canto coral, acompañamiento
instrumental, características de las consonancias, fabricación y afinación de los
instrumentos, modos musicales empleados en la tragedia, sentimientos y emociones
producidas por la música y música de otras épocas. Varios de los problemas de esta
sección son de lectura difícil, por lo que su traducción no puede ser satisfactoria. El interés
que esta ha suscitado se explica también porque es uno de los textos teóricos sobre
música más antiguos que se conservan y ofrece un panorama amplio sobre el
Tesis II
Efectos acústicos (Prob. 2, 11, 14, 24, 42), preguntas del tipo “¿Por qué la misma persona
con la misma voz se hace oír más lejos cantando o gritando con otros que si lo hace él
solo?”
Denominación, número y valor de las notas en la escala (Prob. 7, 25, 32-33, 44, 47)
“¿Por qué en la escala se habla de nota mésê pero no es el medio de las ocho notas? ¿Es
porque antiguamente las escalas eran de siete notas, y siete sí que tiene un medio?
Música vocal (3-4, 21, 26, 33, 37, 46) “¿Por qué los cantantes, si desentonan, quedan más
en evidencia cuando cantan grave que cuando cantan agudo?”
Canto coral (22, 45) “¿Por qué los cantantes llevan mejor el ritmo cuando son muchos que
cuando son pocos?”
Acompañamiento instrumental (9, 43) “¿Por qué escuchamos con más gusto una
monodia si se canta acompañada de una sola flauta o de una lira?”
Características de las consonancias (13, 16-19, 34-35, 39, 41, 49-50) “¿Por qué la
octava es la consonancia más hermosa? ¿Es porque las relaciones que la definen están
dentro de términos enteros y, en cambio, las de las demás consonancias no están
marcadas por números enteros?”
Fabricación y afinación de los instrumentos (20, 23, 36) “¿Por qué, si uno de nosotros
mueve la mésé, después de haber afinado las demás cuerdas y utiliza el instrumento, no
solo cuando toca el sonido de la mésê, molesta y parece desafinado, sino también en el
resto de la melodía (…)?
Modos musicales empleados en la tragedia (30-31, 48) “¿Por qué los coros en la
tragedia no cantan ni al modo hipodorio ni al modo hipofrigio? ¿Es porque estos tipos de
música tienen muy poco canto, que es lo que más necesita el coro?
Sentimientos y emociones producidas por la música (1, 5-6, 10, 27, 29, 38, 40) “¿Por
qué escuchan la flauta los que sufren y los que se divierten? ¿Es para tener unos menos
pena y otros más alegría? (…) ¿Por qué los ritmos y las melodías, que son un sonido, se
parecen a los estados anímicos y, en cambio, no es así con los sabores, ni con los colores
ni con los olores?”
Música de otras épocas (15, 28, 31) ¿Por qué se llaman nomos las piezas que se cantan?
¿Es porque antes de que se supiera escribir, se cantaban las leyes para no olvidarlas, como
todavía se acostumbra a hacer entre los Agatirsos?