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El período barroco musical se desarrolló en Europa entre principios del siglo XVII y mediados
del XVIII –en América, por influencia de los conquistadores europeos, se extendió durante algo
más de tiempo y bebió de los estilos musicales autóctonos, dando como origen una música
muy interesante y de gran calidad.
El término “barroco” deriva del francés baroque, que es a su vez un vocablo derivado del
italiano baroco y el portugués barroco. Su acepción artística se refiere a un estilo cargado de
volutas, roleos y otros adornos, en el que predomina la línea curva; en portugués significa
“perla irregular”, y apela también a algo excesivamente cargado de adornos. Efectivamente, la
palabra “barroco” se utilizó originariamente para describir el estilo densamente ornamentado,
e incluso grandioso, de la arquitectura y el arte del siglo XVII. Los términos que delimitan las
diferentes etapas de la Historia de la Música han sido tomados de la Historia del Arte como
designaciones cómodas para unos períodos que tuvieron lugar igualmente en otros campos del
saber humano. En el campo musical, el período barroco delimita los aproximadamente 150
años que transcurrieron desde el nacimiento de la ópera –se considera como la primera ópera
el Orfeo de Claudio Monteverdi, estrenado en 1607- hasta las muertes de Johann Sebastian
Bach, en 1750, y de George Frideric Haendel, en 1759.
A principios del siglo XVII, el término “barroco” tuvo un significado despectivo. Para los artistas
apegados al estilo anterior, el barroco era una forma degenerada del renacentista, una vuelta
al oscurantismo medieval tras la transparencia propia del cinquecento. Los cambios estilísticos
que dieron lugar al barroco comenzaron a manifestarse a finales del siglo XVI, y durante largo
tiempo los rasgos de ambos estilos, renacentista y barroco, coexistieron.
Durante la primera parte del Barroco, las formaciones instrumentales sufrieron una
importante transformación al ser sustituidas las violas por los violines. La primigenia orquesta
comenzó a tomar forma gracias al establecimiento de la sección de cuerda frotada.
También sufrió una gran revolución la forma en que la música se organizaba internamente.
Hasta el Renacimiento, los compositores escribieron basándose en esquemas derivados de la
música gregoriana y llamados modos, que a su vez habían evolucionado de los primitivos
modos griegos. De hecho, los modos gregorianos fueron designados con los nombres de los
modos griegos, lo que ha dado lugar a no pocas confusiones. Los modos gregorianos se
distinguían unos de otros en función de tres factores: el ámbito (la extensión de la melodía,
desde la nota más grave a la más aguda), la nota final (una especie de nota fundamental de la
melodía), y las fórmulas o giros característicos que se presentaban al inicio y al final de las
diferentes partes de las melodías. Los modos gregorianos desaparecieron definitivamente
durante el Barroco, y con el paso al Clasicismo toda la música estaba compuesta según los
actuales modos mayor y menor. El sistema tonal mayor-menor pudo desarrollarse gracias a la
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Barroco, una mirada para la historia
EL BAJO CONTINUO
El basso continuo, bajo continuo o BC consiste en una notación musical abreviada del Barroco:
sólo se escribía una voz de bajo línea cifrada, es decir, codificada según unos símbolos que se
emplean en música para señalar el tipo de acordes∗ que sustentan la armonía en cada
momento. La línea del bajo era interpretada por varios instrumentos al mismo tiempo:
generalmente la viola da gamba, el violonchelo, el fagot y un instrumento polifónico de
teclado, normalmente el clavecín, aunque también era frecuente el órgano. El intérprete del
instrumento polifónico tocaba la línea del bajo con la mano izquierda y debía, siguiendo estas
indicaciones, improvisar el acompañamiento armónico con la mano derecha.
Línea de BC del Trio Sonata en Sol Mayor para dos flautas y bajo continuo, BWV 1039, de J.S. Bach
Una línea de bajo de este tipo se denomina “bajo cifrado”. La idea del acompañamiento a
cargo de los instrumentos del continuo se mantuvo durante todo el período barroco,
constituyéndose en la base de las armonías y la textura de casi todo tipo de piezas.
∗
Dos o más notas sonando simultáneamente constituyen un acorde. La combinación vertical de tres
sonidos determinados (nota fundamental, tercera y quinta) forman lo que se denomina una tríada. A
partir de este acorde básico, y superponiendo otros sonidos así como alterando su orden de diferentes
maneras y combinando los distintos acordes según unas reglas fijas, se desarrolla la armonía musical.
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Barroco, una mirada para la historia
Todos los conceptos musicales relacionados con la retórica proceden de la extensa literatura
sobre oratoria y retórica de los antiguos escritores griegos y romanos, especialmente
Aristóteles, Cicerón y Quintiliano. Este último, como ya había hecho Aristóteles, destacó las
similitudes entre música y oratoria con el objeto de instruir al orador sobre los medios de
controlar las respuestas emocionales de su audiencia. Es decir, para mover los “afectos”, las
emociones, en los oyentes.
En el canto gregoriano son frecuentes los reflejos retóricos, y esta práctica impregnó la música
polifónica temprana. Sin embargo, la retórica musical se hizo manifiestamente patente con la
llegada del Humanismo a finales del siglo XVI, cuando los textos sobre retórica, tanto clásicos
como modernos, cobran importancia en la educación de los jóvenes. Esta sensibilidad hacia la
retórica tuvo un impacto profundo en la actitud de los compositores de la época a la hora de
poner música a los textos. El madrigal y la ópera son los máximos exponentes de esta
preocupación.
Dentro de esta concepción retórica de la música, los afectos eran estados emocionales o
pasionales racionalizados. Ya durante el Barroco temprano los compositores intentaban
expresar, a través de su música vocal, los afectos que relataban los textos: tristeza, enfado,
odio, alegría, amor, celos. Durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII las obras musicales
expresaban solamente un afecto, pues los compositores dotaban a sus piezas de unidad
racional mediante el empleo de figuras retóricas ligadas a dicho sentimiento.
El Clasicismo, que tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XVIII, vio desaparecer el interés
de los compositores por la retórica musical. El Clasicismo supuso el puente entre la expresión
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Barroco, una mirada para la historia
de los afectos como algo abstracto y racional durante el Barroco, a la expresión del “yo
interior” y de los sentimientos personales de los compositores del Romanticismo.
Algunos ejemplos de figuras retóricas que se reflejan con frecuencia en la música son:
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