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Historia de la escritura musical

Mtro. Saul Miranda.

L.E.S. Juan Carlos Hernández.

La historia de la notación en la música occidental abarca unos dos mil doscientos


años, desde los primeros símbolos alfabéticos del mundo grecolatino hasta las
últimas tendencias de notación abstracta usadas en la actualidad.
La notación de la música ha sido siempre un elemento delicado y complejo, ya que
no sólo debía indicar la altura de los sonidos, sino también los restantes
parámetros de la música: duración, tempo, intensidad sonora, carácter,
articulación, etc.a lo largo de la historia han ido surgiendo distintos sistemas de
notación, viéndose influidos no solo por cuestiones artísticas, sino también por
aspectos políticos, sociales y religiosos. Desde la antigua Grecia, se tiene
constancia de la existencia de formas de notación musical; sin embargo, es a
partir de la música de la Edad Media, principalmente el canto gregoriano, cuando
se comienza a emplear el sistema de notación musical que evolucionaría al
actual.1En el Renacimiento, cristalizó con los rasgos más o menos definitivos con
que lo conocemos hoy, aunque —como todo lenguaje— ha ido variando según las
necesidades expresivas de los usuarios.
Las distintas formas de notación musical y los soportes empleados han sido muy
diversos a lo largo de la historia, y son objeto de estudio por parte de los
musicólogos e historiadores de la música en la actualidad. Los diversos sistemas
de notación dan testimonio de la realidad artística y cultural del momento, y son
una muestra del interés del ser humano por preservar el arte para la posteridad.
Notación griega

Partitura del Epitafio de Seikilos. Presenta notación musical alfabética, por encima
de la letra, escrita en griego clásico.
No se conoce prácticamente nada de lo compuesto o ejecutado antes del siglo III
a. C. y los testimonios que nos proporcionan información sobre la música en
Grecia son de varios tipos: escritos literarios, históricos, filosóficos o científicos,
que describen o se refieren de alguna manera a la naturaleza de la música, a sus
reglas y a sus poderes benéficos; una colección de unos cuarenta fragmentos
musicales, entre los que destaca el Epitafio de Seikilos, inscripción grabada en
una lápida datada entre el siglo II a. C. y el siglo I d. C. (representado al margen);5
una serie de instrumentos reales en estado muy precario recogidos en las
excavaciones arqueológicas, y una rica iconografía de instrumentos y músicos
representados principalmente en vasos, relieves y mosaicos.
Del estudio de los fragmentos de música que se han conservado, se sabe que la
rítmica de la música griega era muy flexible y variada, y no buscaba el
isocronismo. La métrica poética determinaba el ritmo musical.6

El primer testimonio sobre el uso de una notación en Grecia aparece en


Aristóxeno de Tarento, que desarrolló sus teorías entre finales del siglo IV y
comienzos del siglo III a. C. Sus alusiones no se refieren a un uso corriente de la
escritura musical en la práctica de los compositores, sino más bien a su utilización
por parte de los teóricos, así como en la enseñanza de la música.7De hecho, las
imágenes de la Grecia antigua rara vez muestran a un intérprete leyendo un
pergamino o una tablilla mientras toca. A partir de ello y de los documentos
escritos se deduce claramente que los griegos, a pesar de poseer una notación
bien desarrollada, aprendían la música sobre todo de oído y la improvisación era
frecuente.
La notación musical en Grecia ha llegado a nuestros días fundamentalmente por
dos vías diferentes. La primera está constituida por documentos con signos
referidos a la música y por los tratados musicales. El fragmento más antiguo que
se ha conservado con notación es un papiro del siglo I a. C., en el que hay un
pasaje coral de la tragedia de Orestes, cuyo original fue creado por Eurípides.9
Piedra original que contiene el segundo de los dos himnos a Apolo (siglo II),
escritos en notación griega antigua. Las notaciones musicales son los símbolos
que aparecen ocasionalmente sobre las principales líneas continuas de escritura
griega.
La segunda fuente de documentos la constituyen las llamadas Tablas de Alipio, de
mediados del siglo IV d. C., que nos dan la notación sistemática, vocal e
instrumental, de todas las escalas (modos) empleadas por los grecorromanos.6
En Grecia había dos notaciones de carácter alfabético, una para el canto coral y
otra para los instrumentos.7La instrumental era más antigua que la vocal7 y se
remonta seguramente a los auletas de los siglos VII y VI a. C.6
Los signos alfabéticos servían por igual para la voz y para los instrumentos. Pero
cuando se trataba de música vocal con acompañamiento de instrumentos,
entonces para la voz se utilizaba el alfabeto jónico de veinticuatro letras con las
que se traducían no solo los sonidos principales, sino también los cromáticos.
El alfabeto se empleaba de la siguiente manera: cada letra, situada en vertical,
correspondía a una nota fija. Además de la posición original del carácter —al cual
le correspondía un sonido— había otras dos maneras de representar la letra:
estas tres posiciones comprendían tres sonidos cada una.6Los griegos no poseían
un sistema de templanza de las notas como el actual, y al no tener material
historiográfico suficiente para comprobar cuáles eran estos sonidos, es muy difícil
recrear fielmente estas notas.6Se piensa que cada una de estas tres posiciones
se utilizaban para completar los tres diferentes tetracordios que servían de base
para las escalas: tetracordio diatónico (notas sin alteraciones), tetracordio
cromático (notas alteradas por semitonos) y el tetracordio enarmónico (nota
elevada de tal manera que se encontraba más cerca de la nota inferior que de la
nota de la cual proviene la alteración).6Este sistema no conocía las escalas
propiamente dichas, sino que se basaba en la repetición de estos tetracordios
para elaborar la escala griega completa de dos octavas. La notación instrumental
original comprendía quince letras, correspondientes a dos octavas.
Con el alfabeto quedaba resuelto el aspecto de la representación de la altura de
los sonidos. Para el problema de la duración de los mismos se crearon una serie
de signos convencionales basados en notas largas y breves, que más tarde se
convertirían en los modos rítmicos.
La notación griega fue adoptada por el Imperio romano, en cuya capital, Roma, se
ha conservado en una docena de documentos, transcritos varias veces por
distintos especialistas.
Edad Media: evolución y desarrollo de la notación
Notación bizantina
Tras el desmembramiento del Imperio romano (en el 476) y la aparición del Gran
Cisma de Oriente (en 1054), el Imperio bizantino estableció su capital en
Constantinopla, desvinculándose definitivamente del poder de Roma, tanto en el
terreno político como en el religioso.10
Esta separación de índole político-religiosa tuvo un efecto decisivo sobre la cultura
y el arte de la sociedad bizantina, que potenció sus características exclusivas. De
esta manera, el sistema de notación musical empleado en Bizancio fue
diferenciándose paulatinamente del romano, aunque ambos tuvieron un origen
griego. Por otra parte, la notación bizantina, también de carácter alfabético,
incorporó elementos orientales, de tal manera que los signos empleados eran ya
muy diferentes de los originales griegos a mediados del siglo XII.
La notación bizantina estaba pensada como una ayuda para la memoria, en tanto
que la transmisión de los cantos se llevaba a cabo de manera oral. Existen signos
ecfonéticos para las lecturas y neumas para los cantos, que no designan alturas
de sonido fijas, sino intervalos, y también ritmos y maneras de ejecución. La
interpretación de los neumas primitivos es difícil, sobre todo, a partir del siglo IX.
Estos signos bizantinos siguen empleándose en la notación de los cantos propios
de esa liturgia, aunque en una versión simplificada, gracias a la reforma que en el
año 1821 llevó a cabo el obispo Crisanto.10
La transmisión oral del canto gregorianoSe tiene constancia de que la liturgia
romana, dentro de la Iglesia primitiva, se estableció a comienzos del siglo VIII
porque en ese momento fueron puestos por escrito los textos. No obstante, las
melodías se transmitían oralmente, sin dejar constancia escrita, de tal modo que
solo se ha conservado un fragmento de música cristiana anterior a Carlomagno:
un himno a la Santísima Trinidad de finales del siglo III, hallado en un papiro de
Oxirrinco (Egipto) y escrito en la antigua notación griega. Sin embargo, esta
notación había sido olvidada antes del siglo VII, cuando san Isidoro de Sevilla
(560-636) escribió que, «a menos que los sonidos sean recordados por el hombre,
estos perecen, porque no pueden ponerse por escrito».
De qué modo se crearon y transmitieron las melodías del canto sin ser escritas ha
sido objeto de dedicado estudio y de gran controversia. Algunas de las melodías
más simples y cantadas con más frecuencia pudieron difundirse literalmente. Pero
el corpus del canto gregoriano comprende cientos de melodías elaboradas,
algunas de ellas cantadas solo una vez al año.12Algunos estudiosos sugieren que
numerosos cantos se improvisaban sin convenciones estrictas, siguiendo un
contorno melódico dado y utilizando fórmulas de apertura, cierre y ornamento,
apropiadas a un texto particular o a determinado momento de la liturgia. Cierto
paralelismo se halla en la cantilación judía y en la centonización bizantina, ambas
tradiciones orales antes de ser fijadas por escrito.
La variación individual no era algo conveniente si los cantos se tenían que
interpretar de la misma manera en todas las iglesias de un vasto territorio, como
era el deseo del papa y de los reyes francos. Durante el siglo VIII, en Roma, se
hicieron distintos intentos de estandarización de las melodías y de adiestramiento
de cantores francos que fuesen capaces de reproducirlas con total exactitud. Sin
embargo, debido a que este proceso dependía de la memoria y del aprendizaje de
oído, las melodías acababan por ser modificadas con el paso del tiempo, como
relatan los informes de la época. Por tanto, la invención de una notación para la
música se hizo imprescindible.
La notación judía europea
La comunidad judía de Europa poseía sus propias tradiciones musicales. En las
sinagogas, el canto de los salmos se realizaba usualmente de manera
responsorial entre un líder y la congregación. La lectura de las escrituras hebreas
se entonaba por un solista que utilizaba un sistema de cantilación. Las melodías
no estaban escritas, aunque a principios del siglo IX se desarrolló una notación
denominada te'anim para indicar los acentos, las divisiones del texto y las pautas
melódicas apropiadas. Se esperaba que los cantantes improvisaran a partir de
esta notación, apoyándose en fórmulas melódicas heredadas por tradición oral y
añadiendo ornamentos de manera libre.
La notación neumática
Artículo principal: Notación neumática
Los libros más antiguos de canto con notación musical conservados hasta hoy
datan de finales del siglo IX, pero sus coincidencias sustanciales han sugerido a
los especialistas que la notación podía haber estado ya en uso en la época de
Carlomagno o poco después.La notación surgió como un modo de alcanzar la
uniformidad y un medio de perpetuar esa uniformidad.
En las notaciones primitivas, los signos llamados neuma (en latín, «gesto») se
colocaban encima del texto para indicar el número de notas de cada sílaba y si la
melodía ascendía, descendía o repetía el mismo tono.12132021Estos neumas
pudieron derivarse de signos de inflexión y acento,20 y su grafía se basa en los
movimientos de la mano al dirigir la música (gestos quironímicos). Hoy se ha
estudiado la posibilidad de que la notación neumática haya nacido para fijar el
repertorio del rito mozárabe hispano.Los neumas no indicaban alturas de tonos o
intervalos, sino que servían como reglas nemotécnicas que indicaban el perfil
correcto de la melodía, por lo que estas tenían que seguir aprendiéndose de oído:
este tipo de notación poco precisa se denomina «adiastemática»
Final. Escribir los sonidos en un papel, es algo muy normal y cotidiano para
nosotros, pero no ha sido siempre una tarea tan común; se han requerido siglos
de estudio y de búsqueda para poder concretar sistemas de notación lógicos,
adecuados a las necesidades musicales de cada época. Por notación musical no
solo hemos de entender los signos utilizados para escribir los sonidos, sino
también para explicar su interpretación, ya que la escritura musical permite,
además de poder volver a interpretar una obra, realizar un análisis de las
partituras, aunque sea siglos después de haberse escrito una obra.
NOTACIÓN EN LA GRECIA ANTIGUA
Los primeros esbozos de notación musical los encontramos en la cultura griega
Los primeros indicios de notación musical de los cuales tenemos conocimiento,
datan de la antigua Grecia, en el siglo VI A. C. aproximadamente. Los griegos
utilizaron un sistema de notación musical embrionario, siendo uno de sus
principales creadores el filósofo y músico Aristógenes de Tarento (384-322). En
ese momento, solo se tenía dos sistemas para escribir música: uno destinado a la
música instrumental y otro a la música vocal. Ambos consistían en notaciones
alfabéticas, es decir, utilizaban letras para determinar los distintos sonidos; estas
letras pertenecían al alfabeto griego, y su manera de escribirse era rectas en la
música instrumental e invertidas en la música vocal.

NOTACIÓN BIZANTINA
Años después, Bizancio pasó a ser un centro cultural importante desde el
momento en que el emperador romano Constantino el Grande estableció en él su
residencia y transformó su nombre por el de Constantinopla (año 330). El imperio
allí fundado siguió con las tradiciones musicales practicadas, la cual se basaba en
el canto griego, el sirio y el de las sinagogas, por tanto, la música efectuada en la
iglesia bizantina era en un recitativo litúrgico y el canto propiamente dicho. Para el
primero se utilizaba la notación fonética, la misma del alfabeto; y para el segundo,
la neumática.
La notación fonética se desarrolló alrededor de los siglos V y VI a partir de los
sistemas de acentuación de la poesía alejandrina, por lo que podemos decir que
sus signos establecían las diferentes fórmulas de recitación, en ese sentido, eran
pues, signos más literarios que musicales.

Notación Bizantina
Para escribir las melodías se utilizaba la notación neumática, la cual nació de la
fonética y tuvo un desarrollo que duró hasta el siglo XIX. Un neuma era un signo
colocado sobre una sílaba para recordar su realidad sonora con respecto a las
sílabas anteriores; expresaba pues, no una nota o un intervalo, sino un
movimiento de la voz. Con este tipo de notación se describían las alturas
interválicas y las formas de ejecución.
NOTACIÓN GREGORIANA
Tal vez estemos frente a la notación que dio génesis a nuestra manera actual de
escribir la música. Al igual que en Oriente, la monodia tradicional de la iglesia de
Occidente se transmitió de forma oral, con la diferencia de que en ciertos
repertorios orientales se transmiten actualmente de esa manera. Hacia los años
830-850, en el norte de Francia se empezó a formular un sistema de escritura que
tenía como fin recordar las melodías de las distintas piezas; para ello emplearon
neumas, término que en sus orígenes significaba el gesto que realizaba la mano
del director al dirigir el coro, por lo que su forma de expresión más primitiva fue la
quironómia. En el canto gregoriano se utilizaron neumas fonéticos para las
lecturas, y neumas melódicos o de acento para los cantos propiamente dichos.
Los neumas de acento designaban un movimiento ascendente o descendente
concreto, a través de unas fórmulas cuya escritura o grafismos era distinto, según
la escuela de notación.

Los neumas de acento fundamentales eran: punctum (movimiento descendente),


virga (movimiento ascendente), podetus o pes (movimiento grave-agudo), clivis o
flexa (movimiento agudo-grave), scandinus (tres notas ascendentes), climacus
(tres notas descendentes), torculus (tres notas agudo-grave-agudo) y porrectus
(tres notas grave-agudo-grave). Estos neumas podían combinarse entre sí
formando grupos de más de tres notas, siempre cantadas sobre una sola sílaba
(ligaduras). Junto con esos neumas de acento, existían los de apóstrofo o de
ejecución (que seguramente determinaban una ejecución nasal), y los neumas
ornamentales, que con toda seguridad, indicaban un trémolo de la voz, un vibrato,
un glisando, etc.

Este tipo de notación necesitaba siempre de un director musical, pues en realidad


solo ejercía la función de “recordar” las melodías. Con el fin de remediar esta
imprecisión melódica, se añadieron otras letras para fijar con más exactitud la
altura de cada sonido dentro de la melodía. Este tipo de notación alfabética,
derivada de la teoría griega, no pretendía suplantar a la notación neumática, sino
combinar las dos. Su práctica, sin embargo, no se generalizó hasta un siglo
después, sobre todo en los monasterios normandos y en los del norte de Italia. La
colocación de los neumas en el espacio fue el embrión para la posterior aparición
del concepto de nota. Gracias a los estudios de Guido d'Arezzo, se empezaron a
situar estos neumas en líneas horizontales, con lo cual se consiguió que cada
sonido concreto tuviera una representación precisa en el papel, y que, dando un
nombre determinado a cada uno de esos sonidos, apareciera lo que conocemos
como “notas”.Estas líneas horizontales al principio eran solo dos: una de color
amarillo , sobre la que se situaba el do, y por lo tanto, la clave de do, y otra de
color rojo, sobre la que se representaba el fa y su clave correspondiente.
Posteriormente se añaden dos líneas más, de manera que entre cada una de ellas
existiera un intervalo de tercera. A este conjunto de líneas se le denominó
tetragrama
Respecto a la escritura de las notas en el tetragrama, cada vez se fue marcando
más la cabeza de éstas, al escribirlas, con el fin de que se viera con claridad en
que lugar estaban situadas. Así se originó la “notación cuadrada”, todavía hoy en
uso, derivada de los neumas del norte de Francia.
NOTACIÓN MODAL
En el siglo XII se realizaron los primeros intentos de anotar la música polifónica
mediante un grafismo que indicara a la vez la duración y la altura del sonido. Fruto
de ello fue la aparición de la notación modal, la cual e basaba en la repetición de
unas pequeña unidades rítmicas constituidas por una combinación de notas largas
y cortas, a las que se le dio el nombre de modos. Existían seis posibles modos,
con combinaciones de figuras largas y cortas. Estos seis grupos constituían las
células base, pero en la práctica no estaban claramente definidos, pues al no ser
la música rítmicamente tan estricta, se producían irregularidades en la notación
Con respecto a las melodías, al igual que en el canto gregoriano, se utilizaban las
ligaduras, entendidas como la ejecución de varias notas en una misma sílaba,,
igualmente se utilizaba la plica, la cual indicaba una ornamentación de la nota
junto a la que iba escrita. Es de señalar que en este tipo de notación ni el ritmo ni
el sonido se concebían como algo individual, sino que formaban grupos.
NOTACIÓN MENSURAL
En el siglo XIII se planteó la necesidad de definir las notas rítmicamente como
unidades individuales, ya que la notación modal no servía para anotar la música
en ese momento. Franco de Colonia, el inventor del sistema, expuso su teoría en
el tratado de Ars cantus mensurabilis, escrito hacia 1280. De esa manera, con el
nombre de Cantus mensurabilis se definía la música polifónica capaz de medirse
ritmicamente, y con el de cantus planus, el canto gregoriano, de ritmo libre y no
anotado. Este tipo de notación, bajo diferentes formas, se utilizó hasta el año 1600
aproximadamente, momento en el que se impuso el tipo de escritura musical que
todos conocemos. Estaba formado básicamente por cuatro figuras de notas: la
máxima, la longa, la brevis y la semibrevis. La unidad de tiempo era la brevis. En
la época del Ars Nova (siglo XIV), ya no era la semibrevis, sino la mínima, la cual a
partir de 1320 se dividió en dos semínimas. Primeramente, la equivalencia entre
estas figuras guardaba siempre una relación ternaria (1B = 2 SB), pero gracias a
Philippe de Vitry, se admitió la equivalencia también de tipo binario, aunque era
considerado imperfecto.
teoría de la notación se vuelve mensural
A finales del siglo XV aparecieron los primeros intentos de transcribir la música
instrumental, la cual no había gozado hasta entonces de gran autonomía ya que
los instrumentos servían, básicamente para acompañar las voces. Para escribir
este tipo de música se usó el mismo sistema de la música vocal; a las partituras
instrumentales se les denominó “tablatura” A partir de este mismo siglo, y debido
al aumento de los formatos de las partituras, se hizo muy laborioso rellenar de
tinta la cabeza de las notas, por lo que empezaron a a dejarse huecas; este es el
origen de la nación mensural blanca. También en esta época se generalizó el uso
de la maxi longa y se añadieron unidades más pequeñas que las semínimas,
como la fusa y la semifusa, con sus correspondientes silencios. Lo importante de
la notación mensural es que no se basó en valores rítmicos absolutos, sino en el
principio de las proporciones, es decir, en valores relativos. Esto supone que
según como se determinara la duración de una figura, esta y las demás se
ejecutaban más rápidas o más lentas. (cuadro de equivalencias entre las figuras)
NOTACIÓN ACTUAL Y CONTEMPORANEA
A partir de 1600 entró en vigor el sistema de notación moderno. Al crearse nuevas
figuras de notas con un valor más rápido que en los siglos anteriores, se creó un
sistema de notación que incluía el compás, para poder medir los valores utilizados,
de esta manera se forman el compás binario o de dos tiempos, ternario o de tres y
cuaternario o de cuatro tiempos. Cada uno de ellos proporciona una determinada
rítmica interna a la composición. En cuanto a las claves, e utilizan tres: do, fa y sol.
Al igual que en los siglos precedentes, las claves actuales sirven para fijar el
nombre y la altura de las notas dentro del pentagrama.
Este complejo sistema de escritura ha resultado, no obstante, insuficiente en los
últimos tiempos; la evolución tonal de la música en el siglo XX, y su transformación
en un acto cada vez más experimental, ha propiciado la aparición de una serie de
escritura nuevos y personales a cada compositor, basados en métodos cada vez
más visuales y abstractos, que intentan explicar al interprete la intención del autor.

En la actualidad cada compositor realiza su leyenda personal de signos y su


significado al pie de la partitura.

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