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El Reino de las Dos Sicilias (en italiano; Regno delle Due Sicilie; en napolitano: Regno d"e Ddoje

Sicilie; en siciliano: Regnu dî Dui Sicili) fue un estado de la Italia meridional, creado en 1816, que
comprendió los territorios de los reinos de Nápoles y Sicilia.1 Sus gobernantes fueron miembros
de una rama menor de los Borbones españoles, fundada por Carlos VII de Nápoles y V de Sicilia.

Los antiguos reinos de Sicilia y Nápoles llevaban ligados a la Corona de Aragón desde los siglos XIII
y XV, respectivamente. Con el desmembramiento de la Monarquía hispánica en el tratado de
Utrecht (1713), esos territorios pasaron a dominio austriaco, pero casi inmediatamente los
españoles trataron de recuperarlos, dando lugar a la Guerra de la Cuádruple Alianza.
Aprovechando la Guerra de Sucesión polaca, en 1734, Carlos, el entonces duque de Parma y futuro
soberano, derrotó a los austriacos con las tropas de su padre el rey Felipe V de España, recuperó
estos reinos para su dinastía, y fue reconocido de inmediato por Francia en virtud del Primer Pacto
de Familia y en 1737 por los Estados Pontificios y, a continuación, por el resto de los estados
italianos.

A la muerte de su hermano Fernando VI de España, Carlos cedió el trono de Nápoles-Sicilia a su


hijo Fernando I de Borbón (IV de Nápoles y III de Sicilia) en 1759 para poder ceñirse la corona
española. Fernando IV de Nápoles, tras el periplo causado por la Revolución francesa y las Guerras
Napoleónicas, regresó al trono napolitano y cambió la denominación Nápoles-Sicilia por la de
Reino de las Dos Sicilias en 1816. Su nieto, Francisco II de las Dos Sicilias, perdió el trono en 1860,
conquistado por Giuseppe Garibaldi tras la denominada Expedición de los Mil. Con esta conquista,
el Reino de las Dos Sicilias dejó de existir como estado independiente.

Origen del nombre

El origen del nombre Dos Sicilias se remonta a la llegada a Italia de Carlos I de Anjou en 1259,
quien recibió Sicilia de la Curia Romana para luchar contra la hegemonía de la dinastía de los
Hohenstaufen, del Sacro Imperio Romano Germánico en Italia. Después de la revuelta de las
Vísperas sicilianas, ocurrida en el año 1282, el reino fue dividido en dos partes: la isla siciliana
quedó dominada por los aragoneses y la parte continental por los Anjou. Ambos reyes se
arrogaron el título de Rey de Sicilia. De aquí nacieron las denominaciones Regno di Sicilia al di qua
del faro (Reino de Sicilia de este lado del faro) y Regno di Sicilia al di là del faro (Reino de Sicilia del
otro lado del faro), en referencia al Faro de Mesina.2 En el Congreso de Viena de 1816, se oficializó
la unión del Reino de Sicilia y del Reino de Nápoles y Fernando I, hijo de Carlos III de España, utilizó
el nombre de Dos Sicilias para denominar el nuevo reino.34

División administrativa

La parte continental del Reino estaba dividida en trece giustizierati o provincias: Terra di Lavoro,
Principado de Citra, Principado Ultra (actual Campania), Calabria Citerior, Calabria Ulterior (actual
Calabria), Capitanata, Terra di Bari, Terra d'Otranto (actual Apulia), Abruzzo Citerior, Abruzzo
Ulterior (actual Abruzzos), el condado de Molise (actual región del Molise) y la Provincia de
Basilicata. La Sicilia era considerada una sola provincia, pero estaba dividida a su vez en tres
subregiones: el Val Demone, el Val di Noto y el Val di Mazara.

División administrativa del Reino de las Dos Sicilias

Peninsular Capital

1 Coat of Arms of Abruzzo Ultra (wings inverted).svg Abruzzo Ultra L'Aquila

2 Coat of Arms of Abruzzo Citra.svg Abruzzo Citra Chieti

3 Coat of Arms of Terra di Lavoro.svg Terra di Lavoro Nápoles

4 Coat of Arms of Contado di Molise.svg Contado di Molise Campobasso

5 Coat of Arms of Principato Ultra.svg Principato Ultra Benevento

6 Coat of Arms of Principato Citra.svg Principato Citra Salerno

7 Coat of Arms of Capitanata.svg Capitanata Foggia

8 Coat of Arms of Basilicata.svg Basilicata Potenza

9 Coat of Arms of Terra di Bari.svg Terra di Bari Bari

10 Coat of Arms of Terra d'Otranto.svg Terra di Otranto Lecce

11 Coat of Arms of Calabria Citra.svg Calabria Citra Cosenza

12 Coat of Arms of Calabria Ultra.svg Calabria Ultra I y Calabria Ultra II Reggio y


Catanzaro respectivamente

13 Sicilia Palermo

Historia

Los Borbones en Nápoles

Artículo principal: Carlos III de España

Estatua de Carlos III en la fachada del Palacio Real de Nápoles.

El 10 de mayo de 1734, durante la Guerra de Sucesión Polaca, el futuro Carlos III de España,
perteneciente a la Casa de Borbón, entró en Nápoles y se coronó rey de Sicilia al año siguiente. De
esta forma, conquistó todo el sur de Italia, que estaba en manos de Carlos VI del Sacro Imperio
Romano Germánico. En el año 1737, la paz de Viena puso fin a la contienda y el reino de Nápoles
consiguió la autonomía de España. A pesar del tratado, continuaron las hostilidades. En agosto de
1744, el ejército de Carlos III venció en la Batalla de Velletri a los austríacos que querían
reconquistar el reino.

En 1759, Carlos III abdicó en favor de su hijo, el futuro Fernando IV de Nápoles, y regresó a España
para coronarse rey, pues su hermano de padre, Fernando VI, había muerto sin descendencia y él
era el siguiente en la línea de sucesión.

En el ámbito civil, la situación económica y social de Nápoles a comienzos del siglo XVIII era
desastrosa, por lo que Carlos III realizó un proceso de reformas de carácter ilustrado. Las primeras
reformas de su reinado se basaban en la lucha contra los privilegios eclesiásticos: en 1741 se
redujeron el derecho de asilo y otras inmunidades por medio de un concordato, y los bienes de la
iglesia fueron subordinados a la fiscalidad.5

Carlos III gobernó Nápoles durante un cuarto de siglo, notándose en el reino una gran alza en la
producción agropecuaria y en el comercio. En 1755, fue instituida en la Universidad de Nápoles la
primera cátedra de Economía y de Astronomía del mundo.6

Además, el rey trasladó la residencia real a Caserta donde construyó el Palacio Real de Caserta,
actualmente Patrimonio de la Humanidad. También construyó el palacio de Portici, el museo de
Capodimonte, la Capilla San Severo y el Teatro San Carlo, el más antiguo teatro de ópera activo del
mundo (también Patrimonio de la Humanidad).7 Hizo construir un albergue para indigentes y
ordenó que empezaran las excavaciones en Pompeya y Herculano.

Fernando IV y el período napoleónico

Fachada norte del Palacio Real de Caserta y passeggio monumental del parque, ambos fruto del
genial diseño de Vanvitelli. La figura dominante del palacio queda engrandecida gracias a la
perspectiva escénica que le otorgan los escalonados jardines.

María Carolina y Fernando I, Rey de las Dos Sicilias, con sus hijos cuando eran niños, pintura de
Angélica Kauffmann.

El cardenal Fabrizio Dionigi Ruffo (San Lucido, 16 de septiembre de 1744 - Nápoles, 13 de


diciembre de 1827).
En 1759, después de la partida del rey Carlos, convertido en Rey de España, subió al trono
Fernando IV de Nápoles con sólo ocho años de edad. Los principales regentes del reino durante la
minoría de edad del futuro rey fueron Domenico Cattaneo, príncipe de San Nicandro, y el marqués
Bernardo Tanucci. 8

En 1768, Fernando IV se casó con María Carolina de Austria, hija de la emperatriz María Teresa I
de Austria y hermana de María Antonieta, reina de Francia. Mientras que Fernando IV sólo se
preocupó de las relaciones con la Iglesia y de la construcción de obras públicas, como la Academia
de Arquitectura de Nápoles o la Casa Vanvitelliana, la nueva reina logró controlar a su marido y a
participar activamente en el gobierno del reino, llegando a poseer una posición de gran poder. 9

En los primeros años de gobierno, María Carolina se mostró tolerante con los movimientos
republicanos. Sin embargo, tras la caída de Luis XVI durante la Revolución francesa, se unió a la
Primera Coalición que formaron varios Estados europeos en contra de Francia, instituyendo
severas persecuciones contra todos los sospechosos de simpatizar con la causa revolucionaria
francesa.

En 1796, Napoleón Bonaparte invadió Italia y venció con facilidad a las tropas austriacas y a los
débiles gobiernos locales. En 1798, los franceses ocuparon Roma y los jacobinos crearon la
República Romana. Fernando IV de Nápoles envió un ejército para frenar a los franceses. En un
primer momento, el general napoleónico Jean Étienne Championnet se retiró de Roma,
permitiendo que el rey Fernando IV entrase triunfalmente. Pero luego, Championnet contraatacó
y el ejército napolitano no fue capaz de resistir, retirándose hacia Nápoles y entregando a los
franceses todas las fortalezas de los territorios septentrionales del reino, incluyendo Gaeta.10

El 8 de diciembre de 1798, Fernando IV realizó desde L'Aquila una proclama por la que llamaba a
los ciudadanos a defender el reino. En su marcha hacia Nápoles, el general Championnet se
encontró con una fuerte resistencia de campesinos en Abruzzo y Lacio, destacando la que organizó
Michele Pezza, apodado Fra Diavolo.

Finalmente, los franceses llegaron hasta las puertas de Nápoles. El 22 de diciembre de 1798, el rey
abandonó la capital meridional para trasladarse a Sicilia. Sin embargo, la resistencia fue eficaz,
según reconoció el propio general Championnet, pero inútil. Los defensores fueron bombardeados
por los mismos napolitanos jacobinos que apoyaban la invasión fransesa y finalmente lograron
tomar el Castel Sant'Elmo. Esta contienda, próxima a una guerra civil, costó la vida de ocho mil
napolitanos y un millar de franceses.11
El 22 de enero de 1799, un grupo de napolitanos jacobinos, entre los cuales estaban Mario
Pagano, Domenico Cirillo, Nicola Fasulo, Carlo Lauberg y Giuseppe Logoteta, proclamaron en el
Castel Sant'Elmo la República Partenopea. Este nuevo estado se caracterizó por estar controlado
por Francia y por no tener apoyo popular, sobre todo en las provincias, porque la población era
leal a su antiguo rey y deseaba el retorno de la monarquía.12 A fines de enero, el cardenal Fabrizio
Ruffo viajó a Palermo para presentar al rey Fernando un proyecto de reconquista del Reino de
Nápoles. Aceptado el plan, el cardenal volvió a Nápoles donde contó con el apoyo de los
napolitanos. Miles de hombres se prepararon para luchar contra los jacobinos en defensa de los
Borbones. Ruffo creó el Ejército Católico Real, y el 13 de junio de 1799, Fernando IV restauró la
monarquía borbónica.

Después de la victoria en la Batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805, Napoleón entró en


Italia y dominó definitivamente Nápoles, declarando el fin de la dinastía de Borbón y nombrando
rey a su hermano José Bonaparte. Fernando volvió a escapar a Sicilia donde, de acuerdo con Gran
Bretaña, transformó la isla en un protectorado. En 1808, Napoleón consiguió la abdicación de los
últimos borbones reinantes en Europa: Carlos IV de España y su hijo, Fernando VII. José Bonaparte
se marchó a España para reinar y le sucedió en Nápoles Joaquín Murat, que gobernó hasta mayo
de 1815.

El congreso de Viena y el Reino de las Dos Sicilias

El Congreso de Viena, por Jean-Baptiste Isabey, 1819.

Después de 20 años de guerra entre la Francia napoleónica y el resto de las naciones europeas, el
Congreso de Viena, iniciado en 1814 y concluido en 1815, basó la reorganización del viejo
continente en el «principio de legitimidad» por el que se devolvían las tierras a sus antiguos
monarcas. En Italia, esta política se aplicó con mucha elasticidad: la República de Génova fue
agregada, en contra de su voluntad, al Reino de Piamonte-Cerdeña para formar un estado más
fuerte que frenara a los franceses. La República de Venecia no fue restaurada. A pesar de haber
contribuido a la derrota de Napoleón, el reino meridional no sólo no obtuvo los pretendidos
señoríos papales de Benevento y Pontecorvo, sino que perdió el estratégico enclave mediterráneo
de la Isla de Malta, en favor de Inglaterra.13

El rey Fernando pagó un alto precio por recuperar su reino: debió renunciar a Malta, lo cual
suponía asimismo una reducción del 10% sobre los derechos aduaneros de importación de sus
productos.

El punto de mis derechos de soberanía sobre Malta debe ceder al interés mayor, el cual hoy es
recuperar mi Reino de Nápoles
Fernando I de las Dos Sicilias

También el rey napolitano debió firmar, el 12 de junio de 1815, un tratado secreto con Austria por
el cual se comprometía a no cambiar las instituciones políticas del reino y otorgarle veinticinco mil
hombres, reducidos a trece mil el 4 de febrero de 1819, en caso de guerra.14

En acuerdo con lo que decidió el congreso de Viena, Fernando emitió un decreto por el cual
unificaba los reinos de Nápoles y Sicilia en el Reino de las Dos Sicilias. Entre el 8 y 11 de diciembre
de 1816, la constitución siciliana de 1812 fue reemplazada por los nuevos institutos
parlamentarios independientes. El Reino de Sicilia dejó de existir y fue incorporado al recién
nacido Reino de las Dos Sicilias: el rey asumió así el título de Rey del Reino de las Dos Sicilias, con
el nombre de Fernando I.

Fernando I de las Dos Sicilias

Fernando I de las Dos Sicilias.

Los efectos políticos de la restauración postnapoleónica tuvieron graves consecuencias en los


reconstruidos estados preunitarios italianos, especialmente en Piamonte. Sin embargo, en las Dos
Sicilias no fue así: Fernando I y sus ministros tuvieron el mérito de dejar intactas gran parte de las
innovaciones de los franceses, por lo que se puso a la cabeza de una modernizada monarquía
administrativa. Lo que sí cambiaron fueron las relaciones con la Iglesia, que volvieron a ser buenas.

Persino Tito Manzi, quien fue un exponente del gobierno de Murat, declaró que «a pesar de la
presencia de tropas austriacas en el reino hasta 1817, Nápoles se distinguió en el cuadro de la
Restauración, como la única capital italiana donde se logró con éxito acrecentar la fuerza del
Gobierno. Además se pudo concentrar firmemente el poder en las manos del soberano y organizar
a la vez administraciones eficientes y funcionales, dar fuerza al estado y reducir los privilegios del
clero y la nobleza.»15

El 1 de julio de 1820, con la noticia de que en España se había restaurado la Constitución de 1812,
en Nola se rebelaron pidiendo la constitución un grupo de militares, entre los cuales estaban
Michele Morelli y Giuseppe Silvati. La revuelta fue apoyada por otros generales, como Guglielmo
Pepe. Ante este levantamiento, Fernando I se vio obligado a conceder la constitución tomando el
ejemplo de España y nombró vicario suyo a su hijo Francisco. El 1 de octubre comenzaron los
trabajos del parlamento elegido a finales de agosto, en el cual prevalecieron los ideales burgueses
introducidos por los franceses. Entre los actos del parlamento se encuentran la reorganización de
la administración de las provincias y comunas, así como medidas sobre la libertad de prensa y de
culto.

Las novedades introducidas en las Dos Sicilias no fueron de agrado para las potencias europeas,
dado que no cumplían con lo acordado en el Congreso de Viena. Es por eso que Francisco fue
convocado a Liubliana por las potencias de la Santa Alianza. Luego del Congreso de Liubliana, el
reino fue invadido por las tropas austriacas, que en marzo de 1821 derrotaron al ejército
constitucional napolitano comandado por Guglielmo Pepe. Fernando decidió no luchar más para
restablecer el orden en el reino y evitar entrar en guerra con Austria. Así, el 23 de marzo, Nápoles
fue ocupada, la constitución fue revocada y comenzaron las represiones.

Obras públicas y reformas

Fernando I organizó la construcción de la Basílica de San Francisco de Paula en la Plaza del


Plebiscito, que en ese entonces era llamada Largo di Palazzo.

Fernando I, como rey de las Dos Sicilias, se encargó de construir edificios tanto para la familia real
como para el pueblo. Se construyeron dos cementerios populares en Palermo y en Nápoles y se
ampliaron varias calles napolitanas. Restauró el Palacio Real de Nápoles y terminó los palacios de
Caserta y de Portici empezados por su padre Carlos.

También construyó observatorios en Nápoles y Palermo, fundó la Academia de las Bellas Artes y
de las Ciencias en Nápoles en 1778 y creó una biblioteca en Palermo. En 1779 construyó la fábrica
de Granili y el año siguiente la Villa Real. Durante su reinado también se hicieron los teatros de
Fiorentini, del Fondo y de San Fernando.

Durante su reinado, las Dos Sicilias se convirtió en uno de los centros culturales más importantes
de Italia y de Europa. Se crearon escuelas gratuitas en cada comuna y en el 1779 se transformó la
Casa de los Jesuitas de Nápoles en un orfanato. Se crearon las universidades de Catania en 1778 y
la de Palermo en 1779. Fernando también organizó la construcción del huerto botánico de
Palermo, el puerto de Nápoles, el Palacio Real de Cardito y la famosa Basílica de San Francisco de
Paula en Nápoles. Además construyó puentes, canalizó ríos y en 1790 saneó el Golfo de Nápoles.

En este reinado el reino vivió un período de prosperidad económica: se redujeron los impuestos,
se creó la Bolsa de cambio y se emprendieron muchos nuevos comercios, entre los cuales estaba
la pesca de corales.16
El problema siciliano

Klemens Wenzel Lothar von Metternich (Coblenza, 15 de mayo de 1773 - Viena, 11 de junio de
1859) Conde y príncipe de Metternich-Winneburg. Político y diplomático austriaco.

La creación del Reino de las Dos Sicilias, o sea, la pérdida de independencia de Sicilia, sentó muy
mal a los sicilianos. Esto se puede observar teniendo en cuenta la gran cantidad de revoluciones
que acontecieron en la isla a partir de la formación del estado duosiciliano. 17 Desde los tiempos
de la dominación aragonesa se habían negado al sometimiento frente a gobiernos napolitanos;
además, Sicilia perdió su Constitución de 1812, inspirada en el modelo inglés.

Este hecho exacerbó los ánimos contra los napolitanos, porque en realidad, el organismo
parlamentario se remontaba al tiempo de los normandos, del cual los sicilianos estaban orgullosos
y al que juraban fidelidad todos los reyes que gobernaban la isla. Aunque este parlamento no tenía
nada de democrático, representaba la voluntad de los nobles y, generalmente, era manipulado
por los soberanos.

Las relaciones entre los reyes borbónicos y los barones sicilianos fueron cordiales hasta 1780,
cuando debido al empuje del absolutismo reformador, el rey de Nápoles, Fernando IV, envió a la
isla al marqués Domenico Caracciolo para reducir el poder de Sicilia.18 A partir de entonces
aumentaron las desconfianzas recíprocas entre napolitanos y sicilianos: en 1778 fueron limitados
los derechos de trasmisión hereditaria de los feudos, el 4 de mayo de 1789 se abolió el vasallaje
personal y en 1790 fue aprobado un proyecto de un nuevo catastro, que debía ser la base de un
sistema fiscal que reducía los privilegios de los barones.

Durante la ocupación francesa del Reino de Nápoles, el soberano se refugió en Sicilia con la
protección del Reino Unido. En 1812 se abolió el feudalismo y fue promulgada una nueva
constitución, que seguía modelo inglés. Gran Bretaña, promotora de la transformación de
monarquía absoluta a monarquía constitucional, deseaba apoderarse de la isla: el enviado inglés
Lord Bentinck negoció con un enviado de Murat en la isla de Ponza, que el soberano francés se
mantendría en el poder aunque cayera Napoleón, a cambio de que Sicilia fuera cedida a Gran
Bretaña.19

Después del congreso de Viena, el austriaco Klemens von Metternich defendió la restitución de
Fernando I para favorecer los intereses de Austria en el territorio meridional. A cambio de su
empeño personal para que Sicilia quedara en poder de Fernando, Metternich pidió a la casa de
Borbón dos millones de francos. El rey napolitano quiso pagar sólo un millón doscientos mil
francos, pero el diplomático austríaco no aceptó, en tanto que su patrimonio familiar había sido
dilapidado por su padre.20 Gran Bretaña se conformó con poseer solamente Malta, para
compensar el hecho de que la península itálica estaba bajo la influencia de Austria. Lo importante
para Gran Bretaña era evitar la influencia francesa sobre la región.21

Los sicilianos no estuvieron de acuerdo con la nueva ley de Fernando I, que reservaba para él
mismo casi todas las responsabilidades administrativas de la isla. También el clero estaba en
contra de la monarquía napolitana y poseía una representación política de sesenta y cinco
miembros en el parlamento establecido por la Constitución de 1812.

En 1819, la legislación administrativa, centralizada y antifeudal fue incorporada también en Sicilia,


pero encontró muchísima resistencia por parte de la nobleza. Sólo en 1838 se pudo abolir el
carácter patrimonial de las tierras de los barones, dando fin al feudalismo.

Fernando II rey de las Dos Sicilias

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