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TEMA 31. LOS REINOS PENINSULARES EN LOS SIGLOS XIV Y XV.

CONFLICTOS
SOCIALES. DIVERSIDAD CULTURAL.

INTRODUCCIÓN:

1. EL REINO DE CASTILLA.
A mediados de siglo XIII los castellanos habían arrinconado a los musulmanes en el
reino Nazarí de Granada; habían repoblado y colonizado las tierras recién ganadas,
debido en gran parte a la expansión demográfica castellana de esos siglos, mientras
paralelamente se desarrolla la vida urbana y la actividad comercial.

A partir de la segunda mitad del siglo XIII la situación cambió radicalmente, la


Reconquista se paralizó. Desde entonces hasta el último tercio del siglo XV Castilla
estuvo inmersa en continuas luchas civiles y guerras dinásticas. Las características
principales del reino de Castilla en estas fechas fueron: la crisis demográfica, las
dificultades económicas y las profundas transformaciones sociales.
La corona de Castilla estaba formada en los siglos XIV y XV por: reinos de Galicia,
León, Castilla, Señorío de Vizcaya, reino de Toledo, el de Murcia, el de Sevilla, el de
Córdoba y el de Jaén (s. XIV y XV).

1.1. LA HISTORIA POLÍTICA DE CASTILLA DURANTE LOS SIGLOS XIV Y XV.

1.1.1. LOS REINADOS DE FERMANDO IV (1301-1312), ALFONSO XI (1325-1350)


Y PEDRO I (1350-1369).
En 1301 fue declarado mayor edad Fernando IV, hijo de Sancho IV de Castilla, a su
muerte, su heredero Alfonso XI, sólo tenía un año, por lo que fue necesaria la
regencia, a partir de 1319 fue su abuela María de Molina la regente; esta época de su
minoría de edad fue turbulenta.

Una vez proclamado rey Alfonso XI intentó fortalecer la autoridad de la corona,


luchando enérgicamente contra los nobles, que se habían levantado durante su
minoría de edad contra ella. Uno de sus éxitos más importantes fue su victoria contra
los musulmanes (Benimerines) en la BATALLA DEL SALADO (1340) aliado con
Portugal, con lo que liquidaron el poderío musulmán en el Estrecho de Gibraltar
cortando ya posibles ayudas musulmanas a los que permanecían en la península
(Granada). Así en 1343 la victoria castellana junto al río Palmones, que permitió la

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toma de Algeciras en 1344, liquidó definitivamente el peligro de una nueva invasión de
la Península por los musulmanes.

En política internacional Alfonso XI cambió de rumbo, ya que ante la tradicional


amistad franco-castellana, se acercó a los ingleses con el matrimonio de su heredero,
Pedro I con una hija de Enrique III de Inglaterra. Con lo que trataba de salvar los
obstáculos que tenía la lana castellana para llegar a Flandes.

Pedro I "El Cruel “. Sucedió a su padre en 1350. Defensor de la autoridad del poder
monárquico, adoptó una política claramente centralista. Su reinado se caracterizó por
la intensidad alcanzada en el conflicto nobleza-monarquía.

También tuvo que adoptar en los primeros años de su reinado, medidas excepcionales
por la grave situación socioeconómica causada por la difusión de la peste negra. A
pesar de la gravedad de la situación se formó una coalición nobiliaria contra el rey,
encabezada por Enrique, conde de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI,
participando también los otros cuatro hijos también ilegítimos de Alfonso.

Las luchas internas de Castilla, con el rey y la burguesía por un lado y la nobleza por
otro, aglutinada en torno a Enrique de Trastámara; la lucha por el equilibrio peninsular
de Castilla y Aragón, y la situación internacional (guerra de los 100 años), son los
acontecimientos más importantes de este periodo, en el que se desarrolla la crisis
castellana, iniciada ya a finales de la centuria anterior.

En 1356 Castilla y Aragón entran en conflicto, debido a un incidente en Sanlúcar, que


coronaba viejas rivalidades existentes entre ambos reinos. En ese año Pedro IV de
Aragón, “El Ceremonioso” firmaba un tratado de alianza con Enrique de Trastámara, al
que se unieron varios aristócratas castellanos. Las cortes catalanas apoyaron a su rey;
esta ayuda además de la francesa y de la del Pontificado, inclinaron la balanza a favor
de Aragón y del pretendiente al tono castellano. Pero en 1367, gracias al apoyo inglés
Pedro I vence a su hermanastro en la batalla de Nájera. Pedro IV de Aragón por la
presión inglesa y la poca confianza en Francia, firma una tregua con Pedro I de
Castilla. Pero la situación volvió a variar por el apoyo que Enrique recibió de la
nobleza castellana, rebelada contra Pedro I y Carlos V de Francia.

El 23 de mayo de 1369 Pedro I de Castilla muere en Montiel a manos de su


hermanastro Enrique, desde entonces Enrique II de Castilla.

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1.1.2. LOS TRASTÁMARA EN CASTILLA: LOS REINADOS DE ENRIQUE II (1369-
79), JUAN I (1379-1390), ENRIQUE III (1390-1406) Y JUAN II (1406-1454).
Pero así no se resolvió el conflicto castellano-aragonés. Enrique II se negó a
entregarle a Pedro IV de Aragón la plaza prometida a cambio de su ayuda (Murcia).
Aunque esto suponía agudizar el conflicto Pedro IV empujado por el desgaste de
tantos años de lucha por la propagación de la peste y por la carencia de vituallas
aceptó el Tratado de Almazán (1375), con el que se acordaba la devolución a Castilla
de algunas comarcas en poder de Aragón y el matrimonio de Juan I, heredero de
Enriquece Trastámara, con la princesa Leonor, hija del rey aragonés.

La victoria de Enrique de Trastámara supuso, además de la entronización de su


dinastía, el afianzamiento de la alta nobleza que lo había apoyado contra el legítimo
rey. Su victoria también supuso la consolidación de la alianza castellano-francesa, que
continuó vigente reanudada la Guerra de los 100 años.

En 1379 Juan I sucede a su padre, siguiendo la línea de éste, impulsa la centralización


política, luchó contra la nobleza de parientes y mantuvo la alianza con Francia.

El problema más relevante de su reinado es el portugués. Juan I se había casado de


segundas nupcias con la princesa Beatriz, hija del monarca portugués, a la muerte de
éste Beatriz es la heredera al trono lusitano. Cosa que aprovecha Juan I para entrar en
Portugal, para hacerse cargo del reino en nombre de su esposa. Inmediatamente
surge la oposición al monarca castellano, centralizada en Juan de Avis y apoyada por
la burguesía de la zona marítima de Portugal. Sin embargo, la alta nobleza lusitana se
puso de lado del rey castellano. En 1385 Juan de Avis derrota en Aljubarrota a los
castellanos. Derrota aprovechada por el Duque de Lancaster, viejo rival de los
castellanos para invadir Castilla. La resistencia popular que encontró en León hizo que
tuviera que retirarse. Por el Acuerdo de Bayona se puso fin al conflicto de los
castellanos y del duque inglés, que acordó Enrique III, heredero a la corona de Castilla
se casaría con Catalina, hija del Duque de Lancaster y nieta de Pedro I.

Cuando Enrique III, llegó al trono, logró afirmar de forma progresiva el poder
monárquico y frenar los abusos nobiliarios y el poder de las cortes.

Su política exterior se caracteriza por la paz. Castilla sigue aliada con Francia, pero las
relaciones con Inglaterra mejoran considerablemente.

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En 1406 muere prematuramente, dejando como heredero a Juan II, menor de edad.
Mientras su madre Catalina de Lancaster y un hermano de su padre (su tío) Fernando
de Antequera, duque de Peñafiel actuaron como regentes.

Pero Fernando de Antequera, se presentó como candidato por el problema sucesorio


de la corona de Aragón, convirtiéndose en Fernando I de Aragón en 1412, por el
Compromiso de Caspe.

En los años de su regencia en Castilla colocó en puestos claves a sus hijos, por lo que
al irse dejó un verdadero partido aragonés, que formado por el bando de los "infantes
de Aragón" era más poderoso que el propio rey castellano, Juan II, sumando sus
bienes patrimoniales y los cargos políticos que detentaban.

En el reinado de Juan II encontramos tres grandes protagonistas:

- La monarquía (con su favorito don Álvaro de Luna).


- Los infantes de Aragón.
- La oligarquía nobiliaria castellana. Esta última consiguió desembarazarse
de los infantes aragoneses y del condestable Don Álvaro de Luna.

1.1.3. EL REINADO DE ENRIQUE IV (1454-1474).


Enrique IV sucede a su padre Juan II en 1454; es un hombre débil y enfermo que elige
como colaboradores estrechos a conversos legistas o hidalgos como Don Beltrán de la
Cueva o Lucas de Iranzo, que provocan el descontento de la oligarquía nobiliaria que
pronto forman un grupo de oposición al rey. Enrique IV a pesar de contar con la
fidelidad de algunos linajes de nobleza, tuvo que acceder a sus peticiones. Entre ellas
la de aceptar como heredero a su hermano Alfonso a quien los nobles manejaban sin
problema alguno. Tras morir el infante Alfonso, los nobles se dirigieron a la princesa
Isabel, también hermana de Enrique IV, para también intentar utilizarla para sus
intereses. Pero Isabel llegó un acuerdo con su hermano (el Pacto de los Toros de
Guisando de 1468), por el que reconoce a su hermano como rey de Castilla y por el
que ella era nombrada su legítima heredera.

Cuando la princesa Isabel casó con Fernando (1469), el heredero de Juan II de


Aragón, Enrique IV tomándose esto como traición decidió proclamar su heredera a su
hija Juana, apodada “La Beltraneja”.

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Pese a esto, al morir el rey (1474) Isabel fue proclamada reina de Castilla, pero la
confusión sobrevolaba y la Guerra Civil estaba en puertas.

1.1.4. LA UNIÓN DE CASTILLA Y ARAGÓN.


En octubre de 1469, se casaron Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, lo hicieron
secretamente porque muchas personas no deseaban este enlace: muchos poderosos
grandes de Castilla, veían un refuerzo de la realeza en detrimento de la nobleza; Luis
XI de Francia, veía en Castilla y Aragón serían un grave peligro para su reino; Alfonso
V candidato a casar con Isabel, que en la lucha se pondría de lado de la Beltraneja.
Mientras que Juan II de Aragón y el arzobispo de Toledo apoyaban éste enlace.

Con este matrimonio se unirían las dos coronas que desde el Compromiso de Caspe
(1412), habían sido gobernadas por dos ramas de una misma dinastía castellana: la
Trastámara.. El matrimonio precipitó la Guerra Civil (1475-1479), fecha en la que
Fernando hereda la corona de Aragón. Aunque ya en 1476, con la batalla de Toro que
gana Isabel, las cortes de Madrigal habían proclamado reina a Isabel, sus enemigos
los portugueses no renunciaron a su candidatura al trono castellano y prosiguieron la
lucha hasta que en 1479 fueron derrotados en la Batalla de Albuera, poco después
firmaron el Tratado de Alcaçobas-Trujillo, que ponía fin al conflicto.

Así 1479 marca el inicio de la unión de las dos coronas. Con los RR.CC., título
otorgado por el Papa Alejandro VI en 1494 se inició el periodo hegemónico de la
corona de España, cuyo futuro se vio profundamente influido por el concepto
patrimonial del estado defendido por Fernando, y sobre todo por Isabel, por el cual los
sistemas legales y constitucionales de cada corona permanecerían separados. Así por
ejemplo, tras el descubrimiento y colonización del nuevo mundo, las Indias fueron
anexionadas formalmente a la corona de Castilla y no a España.

1.2. LOS CONFLICTOS SOCIALES EN CASTILLA ( S. XIV-XV).

1.2.1. LA PUGNA SEÑORES-CAMPESINOS.


La estructura social de Castilla, en esta época está marcada por un fuerte
antagonismo entre los señores y los campesinos. Además la Castilla de esta época es
fundamentalmente agrícola, viviendo la inmensa mayoría de la población en los
núcleos rurales. Del trabajo de los campesinos extraían la Iglesia, los señores laicos y
la Corona, casi todas sus cuentas.

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La Iglesia a través de los diezmos; los señores laicos obtenían considerables ingresos
por medio del ejercicio de sus derechos feudales (jurisdiccionales, vasalláticos y
solariegos. La corona a su vez, extraía de las masas rurales el pago de los servicios
extraordinarios, votados en las cortes por los representantes del tercer estado.

En cuanto a las ciudades, las oligarquías urbanas basaron su poder y su prestigio en


las propiedades rústicas que poseían en las comarcas circundantes. Esto es sólo un
ejemplo de la simbiosis existente entre ciudad-campo en Castilla en esta época.

Con todas estas pesadas cargas, (tributos reales, diezmos a la iglesia y cargas
señoriales), el campesinado soporta unas condiciones de vida que, siendo
normalmente bastante precarias llegaban a alcanzar en multitud de ocasiones niveles
de pura subsistencia. Además en cualquier circunstancia adversa (malas cosechas) el
campesino era empujado al endeudamiento o bien a la emigración.

Además los campesinos, sobre cuyo trabajo recaía toda estructura social, eran las
víctimas principales de las crisis del siglo XIV provocadas por unas condiciones
meteorológicas adversas, por las pérdida de cosechas, por el hambre, las epidemias,
las emigraciones, la presión fiscal,... etc. Además las guerras en Castilla eran
continuas y perjudicaron mucho la economía. Para la tierra, las cosechas, el ganado...
eran devastadoras pero además sus gastos recaían en las maltrechas espaldas
campesinas.

Pese a esto, guerras y catástrofes naturales no fueron las únicas causas de la


acentuación de la tensión social. También el antagonismo creciente entre los señores
y los campesinos. En Castilla hubo una expansión señorial debida a las donaciones
reales que el rey daba a los nobles, por su ayuda en la guerra (Enrique II). Esta
expansión territorial estuvo acompañada por aspectos institucionales que tuvieron una
trascendencia enorme desde el punto de vista económico y social. Difusión del
mayorazgo, triunfo del señorío pleno, jurisdiccional y solariego. Este aumento del
poder de la nobleza afectó sobre todo al mundo rural, ya que el régimen señorial era
esencialmente un fenómeno de la esfera agraria campesina. La presión que ejercía la
nobleza sobre el mundo rural fue sentida con una agudeza especial por los
trabajadores del campo, debido a la presión económica del momento. Esta presión fue
la causa principal del aumento de la conflictividad entre los campesinos y los señores.
Los campesinos, un grupo heterogéneo debido a la compleja estratificación social
existente, provocada por factores jurídicos sociales y económicos, reaccionaron ante

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la presión de la nobleza recurriendo a formas concretas de organización. Los concejos
fueron el órgano de expresión de sus quejas durante esos dos siglos.

Esta presión señorial no sólo afectaba a campesinos sino a los grupos de población
que se encontraban bajo el dominio de los señores.

Según Julio Valdeón hay dos grandes grupos de movimientos de resistencia a la


nobleza feudal:
1. Movimientos caracterizados por la moderación. Resistencia pasiva y
reclamación jurídica.
2. Movimientos dominados por la violencia. Puede surgir así o de movimientos
moderados.

La mayoría de estos movimientos fueron locales, pero el alcance de algunos llegó a se


regional. Estos últimos tomaron como punto de partida las Hermandades, que habían
nacido para otros fines pero se convirtieron en instrumento idóneo para canalizar las
reivindicaciones populares.

1.2.2. LOS CONFLICTOS URBANOS: LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA. EL ANTI


JUDAÍSMO.

1.2.2.1. LOS CONFLICTOS URBANOS.


La nobleza, al igual que el campesinado también estaba jerarquizada. Al final del siglo
XIII, el grupo dominante detentador de poder político, del económico y con una
situación social privilegiada, estaba ya claramente delimitado en las ciudades y villas
del reino de Castilla. Este terminó monopolizando los puestos de mando de los
municipios. Los labriegos y artesanos de villas y ciudades chocaban muy a menudo
con las minorías poderosas locales, provocando desde el siglo XIII el aumento de la
tensión entre ambos grupos sociales. En las zonas en las que la presencia señorial fue
muy fuerte, el pueblo menudo y la pequeña nobleza local, grupos que habían de
soportar las consecuencias de la ofensiva señorial, se unieron en los movimientos de
resistencia (por ejemplo, Sepúlveda). Los conflictos entre las masas populares y las
oligarquías locales se caracterizaron por:
1. Ser habitualmente choques muy moderados.
2. Parecerse más a luchas estrictamente políticas que a sociales. A veces el
punto de partida del conflicto era rural, pero en otras era específicamente

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urbano, aunque luego los campesinos de los alrededores se vieron envueltos
en el conflicto.

1.2.2.2. LOS ENFRENTAMIENTOS ENTRE LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA.


Estos se caracterizan por su inusitada violencia. Los intereses de los reyes eran en
última instancia los de la estructura social existente.

El fortalecimiento de la institución monárquica, que detentaba la jurisdicción y el poder


políticos supremos, chocaba en un principio con la estructura clásica de la sociedad
feudal, en la que coexistían al servicio de la nobleza, el poder político y el dominio
señorial; y esto a largo plazo, pese aparecer lo contrario, fue un requisito necesario
para que los nobles pudieran consolidar sus intereses económicos y su preeminencia
social, aún a cambio de reconocer que la Corona era la fuente básica del poder
político y de la jurisdicción.

Así, desde siglo XIII al XIV, la monarquía y los órganos a su servicio (Consejo real
Audiencia...) se fortalecieron mientras, simultáneamente la nobleza feudal también
conseguía engrandecerse. Como L. Suárez señala de la lucha monarquía-nobleza. “La
pugna permitió el fortalecimiento económico y social de la nobleza pero al mismo
tiempo el Rey pudo recobrar su poder absoluto en el orden político”.

1.2.2.3. EL ANTIJUDAÍSMO.
Los judíos constituían un grupo de población que la sociedad cristiana jamás asimiló, y
que en sus relaciones con los cristianos sufrieron periodos de tolerancia y períodos de
persecución. En toda la E. Media y sobre todo en sus últimos años en las relaciones
judíos-cristianos vemos dos características esenciales:
1. Fuerte sentimiento antisemita por parte de los cristianos.
2. Tendencia de los judíos a encerrarse en su tradición cultural y su religión.

La hostilidad inicial de los cristianos vino por cuestiones puramente ideológicas: los
judíos habían matado a Jesucristo. Si su presencia en Castila fue tolerada, se debió a
la esperanza en su conversión pero mientras permanecieron al margen de la sociedad
cristiana: excluidos de la relaciones feudo- vasalláticas, no formaban parte de las
comunidades urbanas o aldeanas. Desempeñaban actividades desdeñadas por el
resto de la comunidad (ej. cuestiones financieras) o aquellas que precisaban
conocimientos determinados (medicina, traductores...). En Castilla se convirtieron en
agentes de la economía monetaria (prestamistas, tesoreros, arrendadores...)

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El antisemitismo se fue extendiendo, ahora ya por su condición de protegidos de reyes
y nobles; por la prosperidad de sus negocios; por sus préstamos usureros... en
definitiva por su actividad financiera. Esta tensión se acentuaba en épocas de crisis,
llegando a adquirir matices violentos.

Lo que comenzó como asentamiento por motivos religiosos era ya un conflicto social.
Así autores como Josepf Perez han considerado que a fines de la Edad Media en
Castilla, el antisemitismo era una válvula de escape de las tensiones acumuladas en
las masas populares cristianas.

A fines de siglo XV, hubo orden de expulsión por lo Reyes católicos en 1492 y se
produjeron conversiones en masa de judíos. Pero el problema siguió, dirigido entonces
a los conversos.

2. LA CORONA DE ARAGÓN.
La problemática de la corona de Aragón es más compleja al incluir Aragón, Valencia y
Cataluña.

Encontramos grandes transformaciones bajomedievales y crisis en los siglos XIV y XV


en este reino, que tienen como punto de partida:
1. Enorme desarrollo económico en los siglos XIII y XIV. Sobre todo en Cataluña
y Baleares.
2. Crisis a fines de siglo XIV, sobre todo en Cataluña y Baleares. El centro
económico se traslada a Valencia. Agricultura con mucha mano de obra barata
(mudéjares).
3. Crisis económica, política y social, (acentuada en la segunda mitad de siglo
XV, con enfrentamientos entre estamentos privilegiados y campesinos (guerras
remensas) por un lado y entre pequeña burguesía y monarquía autoritaria por
otro (guerra civil).

2.1. LA HISTORIA POLÍTICA DE ARAGÓN DURANTE LOS SIGLOS XIV Y XV.

2.1.1. LOS REINADOS DE JAIME II, ALFONSO EL BENIGNO Y PEDRO IV.


JAIME II (1291-1327), concedió importantes concesiones a nobleza. Logró gracias al
apoyo de las ciudades y al restablecimiento de la paz exterior, desarrollar su ofensiva
contra el poder de la oligarquía feudal catalana.

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ALFONSO EL BENIGNO (1327-1336). Sigue la línea de actuación marcada por su
padre, fortaleciendo el principio monárquico, sobre todo con los barones catalanes. Sin
embargo, en Aragón la nobleza conservó su poder político, lo que provocó el
enfrentamiento con la corona.

PEDRO IV EL CEREMONIOSO (1336-1387). A pesar de la peste negra, y de los


inicios de la crisis económica de siglo XV, logra mantener o continuar la plenitud de la
Corona de Aragón. Aunque al principio tuvo relaciones hostiles con Alfonso XI de
Castilla, evitó conflictos con los castellanos y los ayudó contra los Benimerines en el
Estrecho, ayudándolos también con los portugueses, para que Castilla venciera en la
batalla del Salado. La flota catalano-aragonesa siguió apoyando a Castilla, vigilando el
Estrecho y participando en la campaña de Algeciras.

El principal objetivo de este rey fue intentar que todos los dominios que habían estado
en manos de sus predecesores fueran reintegrados a la Corona de Aragón. Utilizó
todos los recursos a su alcance para reunificar los estados que Jaime I había
separado en su testamento. Dando a su primogénito Pedro El Grande, Aragón,
Valencia y Cataluña y a su hijo Jaime II Mallorca (más Rosellón, Cerdeña y
Montpellier). Tras vencer a Jaime III en la Batalla de Llucmajor, Pedro El Ceremonioso
reintegra el reino de Mallorca, Rosellón y Cerdeña a la Corona de Aragón. Para
recuperar Sicilia casó con la hermana del rey Luis I de Sicilia, Doña Leonor y acordar
el de su nieto Martín El Joven con la sobrina de Luis I y heredera al trono, María de
Sicilia. Aunque María llevó el título de reina, Pedro gobernó la isla desde 1382.

Su principal problema peninsular fue el de su descendencia, pues al no tener hijos


varones en un momento determinado, proclamó a su hija Constanza como heredera al
trono, lo que provocó conflicto con nobles de Aragón y Valencia, que apoyaron a
Jaime de Urgel, hermano del monarca pero con la ayuda de navarros y castellanos
Pedro venció tanto a los nobles aragoneses como a los valencianos. A pesar de la
victoria, los gastos de su política exterior le impidió gobernar autoritariamente y la
mayor parte del poder político terminó en las cortes.
Cuando estalló la guerra entre Pedro El Ceremonioso de Aragón y Pedro El Cruel de
Castilla, la ayuda de las cortes fue completamente necesaria (guerra de los dos
Pedros).

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La guerra agravó las dificultades económicas catalana-aragonesas, precipitando la
decadencia de la corona. Además Enrique de Trastámara se negó a cumplir los pactos
que había firmado con el rey aragonés por prestarle su ayuda (no le entregó ni
Murcia, ni las plazas fronterizas prometidas). Así en 1375, El Ceremonioso se vio
obligado a pactar con Castilla la paz (tratado de Almazán)

2.1.2. LOS REINADOS DE JUAN I Y MARTÍN EL HUMANO (1387-1410) ÚLTIMO


SOBERANO DE LA CASA DE BARCELONA.
Juan I (1387-1396) sucedió a su padre Pedro IV. La crisis del reino se intensificó
agravada por el despilfarro de la corte. Se alió con Francia, estuvo involucrado en el
Cisma de Occidente y retrocedió en sus dominios mediterráneos. Aunque en Sicilia su
sobrino Martín el Joven y María de Sicilia consiguieron iniciar un largo periodo de paz.

En la Península mantuvo buenas relaciones con Navarra y Castilla. El reinado de Juan


I se caracterizó por su intento de gobernar sin las cortes y su decisión de frenar la
democratización de los municipios catalanes. La corona de Aragón sufre un periodo de
fuerte crisis con quiebra de la hacienda real, corrupción en la corte, conflictos sociales,
crisis económica, (persecución contra judíos).

MARTÍN EL HUMANO (1396-1410), sucedió a su hermano Juan I y jura los fueros de


Aragón en 1397. Consigue prácticamente la unificación de Cataluña, con la anexión
del condado de Ampurias (1401), además trata de sanear el patrimonio real. La muerte
de su hijo Martín El Joven le dio también la herencia de Sicilia.

Pero el mayor problema de su reinado (paz con Castilla, con Navarra, con Francia, con
Granada) fue su falta de descendencia, lo que provoca un periodo de interregno que
finaliza con el Compromiso de Caspe (1412).

2.1.3. EL INTERREGNO Y LOS REINADOS DE FERNANDO I Y ALFONSO EL


MAGNÁNIMO (1410-1458).
Durante el interregno (1410-1412) siete pretendientes se disputaron la Corona de
Aragón. La dividida opinión por ellos de los diversos reinos de la corona, provocada
por sus distintos intereses políticos, económicos y espirituales, causó un
enfrentamiento violento.

Al final todo se decidió siguiendo el sistema propuesto por Benedicto XIII (EL Papa
Luna) llegándose a esto con la Concordia de Alcañiz. Así cada reino nombraría tres

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compromisarios, para que reunidos en Caspe examinaran los derechos de cada
candidato y eligieron por mayoría de votos al nuevo soberano. Así en junio de 1412
fue elegido Fernando de Antequera, primero de la dinastía Trastámara que gobernaba
la corona de Aragón (1412-1416) y hermano de Enrique III de Castilla. Fernando había
sido regente de Castilla junto a su cuñada Catalina de Lancaster, a quien logró llegar
a expulsar para gobernar él Castilla entera como regente mientras la minoría de edad
de su sobrino, futuro Juan II.

En esta época Fernando emprendió la Reconquista y tuvo que consolidar su poder en


su propio reino, así tuvo que luchar contra Jaime de Urgel, anterior candidato al trono.
También enfrentarse con las clases dirigentes de Cataluña, a las que tuvo que hacer
importantes concesiones para reafirmarse en el trono, creando un régimen
constitucional que limitaba su autoridad en beneficio de las cortes y de la Generalitat
(su delegación permanente).

Aunque cuando tuvo la capacidad suficiente para hacer frente a las exigencias de las
cortes, rompió con esta línea pactista. Con su poder en el reino consolidado, llevó a
cabo una activa política mediterránea, salvando la herencia de Martín El Humano en
Sicilia y Cerdeña. A su muerte dejó estas posesiones mediterráneas pacificadas, pero
amplios problemas políticos y sociales en sus dominios peninsulares (sobre todo en
Cataluña).

ALFONSO EL MAGNÁNIMO (1416-1458). Afianzó el dominio catalano-aragonés en el


Mediterráneo, descuidando los intereses peninsulares, donde los problemas de los
remesas catalanes, las luchas barcelonesas entre la Busca. y la Biga y la insurrección
de los campesinos mallorquines (foráns) ponían de manifiesto el origen de una grave
crisis política.

2.1.4. EL REINADO DE JUAN II (1458-1479).


Muerto el Magnánimo sin descendencia, ocupa el trono su hermano Juan. También
por la muerte de su esposa Blanca de Navarra, se convierte en rey de Navarra en
1441. Lo que provocó un enfrentamiento con su primogénito Carlos, príncipe de Viana.
Ante la sospecha de Juan II de que su hijo conspiraba contra él desde Sicilia, hizo que
lo detuvieran. Esta detención provocó una protesta generalizada en Cataluña, unida a
la movilización de los ejércitos de Enrique IV en favor de Carlos y el alzamiento de los
beaumonteses (facción de Navarra defensora de los derechos al trono navarro de

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Carlos de Viana) todo lo que provocó la claudicación de Juan y la puesta de su hijo en
libertad.

La muerte de Carlos de Viana en 1461, fue aprovechada por Juan II para intervenir de
lleno en los asuntos catalanes. Su primera medida fue enviar a su hijo Fernando
(futuro Fernando el católico) junto con su madre para hacerse cargo de la
lugarteniencia de Cataluña. La Guerra Civil estalló contra Juan II que buscó ayuda en
Luis XI de Francia. El conflicto era la consecuencia lógica final de una compleja
situación política, institucional, social y económica que arrancaba ya de la segunda
mitad del siglo XIV, protagonizada por rivalidades existentes entre varios sectores de
la nobleza, el enfrentamiento entre la Busca y la Biga por conseguir el control del
gobierno del municipio de Barcelona; las reivindicaciones de los payeses de remensa
y la lucha política entre monarquía y burguesía, que tuvo lugar sobre todo en las
cortes.

En 1462, Juan II fue desposeído por los organismos de gobierno de Cataluña de sus
derechos a la corona. Al poco las clases dirigentes de Cataluña se dirigieron a Enrique
IV de Castilla para que lo sustituyera. Pero la sentencia arbitral de Bayona de 1463, en
la que Luis XI arbitraba el conflicto favoreció al rey aragonés y no al castellano, por lo
que Enrique IV debió abandonar a los catalanes. Éstos que necesitaban de un rey que
legitimase su rebeldía le ofrecieron la corona al Condestable Pedro de Portugal. Pero
éste murió prematuramente en 1466. Finalmente gracias a la hábil política de Juan II,
casa a su hijo Fernando con Isabel de Castilla, hermana de Enrique IV, lo que supuso
el aislamiento del consejo de principado. Se firman en 1472 la Capitulación de
Pedralbes, por la que Juan II obtenía la obediencia de sus súbditos catalanes.

2.2. LOS CONFLICTOS SOCIALES EN LA CORONA DE ARAGÓN. SIGLOS XIV Y


XV.

2.2.1. EL CONFLICTO AGRARIO CATALÁN.


Los siglos XIV y XV fueron prácticamente un periodo de crisis para Cataluña,
perdiendo supremacía económica en la corona de Aragón. El siglo XIV, época de crisis
en toda Europa, fue especialmente aguda en Cataluña, agravada por una revolución
agraria y una guerra civil.

Una de las manifestaciones más evidentes de la crisis fue la de presión demográfica.


Los campesinos más pobres emigraron a las ciudades, atraídos por los salarios de la

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industria y el comercio, aumentados por la falta de mano de obra (causada por la
peste). Por tanto, también hubo un gran descenso de la población rural. La crisis, por
supuesto, la sufrieron más que aquellos mejor situados económicamente que pudieron
adquirir más y mejores tierras al quedar bastantes mansos deshabitados.

En la revolución remensa del siglo XV las diferencias económicas entre campesinos


pobres y ricos jugaron un papel fundamental. Los remensas más acomodados y
poderosos formaron el partido de los moderados, mientras los más empobrecidos
formaron un partido más radical que luchó por conseguir las soluciones más extremas
por medio de la revolución armada.

También los señores (terratenientes) sufrieron las consecuencias de la crisis y de la


crisis demográfica. Al perder rentas y mano de obra tuvieron que buscar otras fuentes
de ingresos y la mayoría optaron por endurecer la condición servil de los campesinos
jurídicamente, agravando también su presión económica. Este endurecimiento de la
condición servil, unido a los estragos causados por la peste provocó el movimiento de
emancipación de los remensas.

La monarquía trató de encontrar una solución legal al conflicto, autorizó a los


remensas para que crearan sindicatos y convocarán asambleas para canalizar legal y
moderadamente su reivindicaciones, aun a pesar de la oposición de los señores a este
sistema de organización.

Juan I y Martín El Humano fueron los primeros monarcas que intentaron resolver el
problema de los remensas. Con Fernando de Antequera las clases privilegiadas
trataron de revocar las medidas filoremensas que habían adoptado los monarcas
anteriores para reprimir al campesinado.

Pero Alfonso El Magnánimo reemprendió de nuevo la política de sus antecesores. La


reacción de la nobleza fue inmediata y negativa, por lo que los remensas decidieron
emplazar a los señores a comparecer ante el tribunal de rey. Alfonso sentenció
finalmente que los “malos usos” serían redimidos en 1457. Juan II dispuesto a cumplir
esta sentencia, sufrió la ruptura de la corona con la iglesia, la nobleza y el patriciado y
el inicio de la guerra civil contra Juan II, en la que los tres lucharon contra la política
filorremensa de la Corona, responsable, según ellos de la disminución de sus rentas
agrarias por haber favorecido las reivindicaciones de los campesinos.

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Ante esta actitud, los remesas se organizaron para la acción directa, desconfiados ya
de solucionar pacíficamente el conflicto. Así poco antes de la Guerra Civil se produjo el
primer levantamiento remensa en 1462 en Gerona.

En la Guerra Civil lucharon del lado monárquico formando guerrillas. Aunque con la
victoria de Juan II, tratado de Pedralbes en el 1472 no hubo un cambio demasiado
favorable para los remensas, ya que el monarca no emprendió entonces ninguna
acción para resolver su situación (crisis económica de la Corona).
Fernando II adoptó una política de concordia muy prudente en el conflicto. Un sector
de la Oligarquía se levantó contra la corona y consiguieron restablecer plenamente
todos los derechos señoriales. La aplicación de estas medidas, la lentitud de las
nuevas negociaciones de los sindicatos remensas y la intransigencia señorial,
provocaron el estallido de la segunda de guerra remensa (1484-1485)) protagonizada
por el sector más radical del movimiento campesino que provocó la división interna
remensa. Un sector revolucionario y otro legalista.

Fernando II mientras seguía intentando llegar a un compromiso con el ala moderada,


aplastaría al sector armado.

En 1486 el rey promulgó una Sentencia Arbitral que ponía fin al conflicto y que
regulaba las relaciones jurídicas y sociales en el campo catalán, (estipulándose que
los campesinos no podrían ser maltratados y que tendrían derecho a abandonar la
tierra cuando quisieran).

Una de las principales consecuencias de la sentencia arbitral fue la desaparición del


payes de remensa y la creación del campesino enfitéutico, base de la estructura
agraria catalana hasta la actualidad.

2.2.2. LA INSURRECCIÓN FORÁNEA.

Entre 1450-1454 en Mallorca se produjo el levantamiento de los campesinos


(FORANS) contra la oligarquía de la ciudad de Mallorca (Ciutadans). Mientras los
ciutadans controlaban el gobierno, los foráns, mucho más numerosos, estaban
representados únicamente con un tercio en el General y Gran Consejo (órgano
supremo de administración de la isla).

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Con Alfonso El Magnánimo, el conflicto se agudizó desembocando en la insurrección
de los forans, las medidas represivas ordenadas por el rey y por el gobernador
acentuaron la conflictividad. La rebelión fue aplastada en 1454. La brutalidad de las
medidas adoptadas provocó:
- La ruina de las villas.
- La semidespoblación de los campos.
- La conversión en bandoleros de muchos foráns

2.2.3. LA LUCHAS DE PARTIDOS EN LAS CIUDADES: BARCELONA.


En los municipios, durante las últimas décadas del siglo XIV se produjeron agitaciones
sociales más o menos violentas y se formaron partidos, denominados “reformadores.”

A mediados del siglo XV la crisis que padecía Barcelona se tradujo en rivalidades


políticas y sociales protagonizadas sobre todo por las facciones (partidos políticos)
llamados Busca y Biga. Ambas acciones querían detentar el control del poder
municipal para defender sus respectivos intereses económicos.

La Biga, formada por los ciutadans honrats; la aristocracia y mercaderes ricos había
monopolizado el gobierno municipal desde el siglo XIII.

La Busca, está formada por mercaderes sobre todo artistas, menestrales, artesanos y
algunos ciudadanos honrats descontentos. En los años de crisis 1440-1456, las
medidas sugeridas por la Biga no condujo a superar la crisis. Esto, unido a un
creciente descontento popular y una pésima gestión de los asuntos públicos, favoreció
el acceso al poder de la Busca. Su programa de reformas fue apoyado por Alfonso El
Magnánimo, autorizando también la devaluación de la moneda. La Biga se opuso a
esto, entre otras cosas porque provocaba la disminución de sus rentas. Igual oposición
huvo hacia la política proteccionista y la disminución de los sueldos propuesto por la
Busca. Así los tres puntos de reforma de la Busca (devaluación, proteccionismo y
democratización del gobierno municipal) fueron acogidos con gran entusiasmo por el
pueblo. Aunque tendrían la oposición permanente de la Biga.

Así la oligarquía barcelonesa, aliada con los grandes señores territoriales (nobleza y
clero) consiguió hacerse fuerte y decidió:

1. Deshacer el sindicato de los tres estamentos creados por la Busca.


2. Ejecutar a los dirigentes de la Busca.

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3. Declararle la guerra a la monarquía, que había atentado contra sus privilegios,
para intentar recuperar la dirección de Cataluña y descargar en la medida de lo
posible las consecuencias de la crisis sobre las clases trabajadoras.

La lucha directa contra la monarquía la dirigió la Generalitat, que aglutinaba a la


nobleza, el clero y el patriciado.

3. EL REINO DE NAVARRA.

3.1. NAVARRA BAJO EL DOMINIO FRANCÉS.


Desde 1276 a 1328, Navarra estuvo unida a la corona de Francia. A la muerte de
Carlos IV Navarra quedó sin heredero, siendo éste Felipe VI de Valois.

3.2. NAVARRA ENTRE FRANCIA Y ESPAÑA (1328-1425)

3.2.1. El reinado de Felipe de Evreux.


Los navarros eran contrarios a Felipe VI y querían hacer valer los derechos de Felipe,
conde de Evreux, casado con la hija de un antiguo rey navarro, Luis Hubía, y también
miembro de la casa real Capeta. El acuerdo entre Felipe VI y Felipe conde de Evreux
le dará a éste la corona Navarra, con lo que ésta se separaba, al menos nominalmente
de Francia.

3.2.2. EL REINADO DE CARLOS II. (1349-1387).


Con este reinado de Carlos, hijo de Felipe de Evreux, ya hay una designación de
Navarros para ocupar los principales cargos de administración del reino.
Además se involucró en la política internacional de manera muy importante y estuvo
metida de lleno en la guerra de los 100 años, hizo doble juego de alianzas con Francia
e Inglaterra teniendo su fuerza en las posesiones que Navarra contaba en Normandía,
de enorme valor estratégico. Terminó firmando la Paz de Bretigny (1360) por la que
prestó homenaje a Juan II.

Algo parecido, en este doble juego de alianzas hizo en la Guerra de los Pedros.
Después a pesar de querer mantenerse neutral tuvo que estrechar lazos con los
ingleses y con Pedro I El Cruel, cuando sus tropas fueron derrotadas por Carlos V de
Francia.

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La victoria final de Enrique II Trastámara hizo empeorar sensiblemente la situación de
Navarra, debido a que:
- Debió renunciar a varias de sus posesiones Normandas.
- Tuvo que firmar la paz con Castilla, devolviéndole Vitoria y Logroño (paz de
Briones 1373).
- Pactar el matrimonio del primogénito Carlos con Leonor de Castilla, hija de
Enrique II.

Después entabló una nueva guerra con Francia, con la que sus tropas fueron
derrotadas, (las de Navarra). Castilla invadió Navarra, al enterarse de que habían
pactado secretamente con Inglaterra.

Se llega al Tratado de Briones 1379. Rompiendo relaciones con Inglaterra y


arreglando su situación con Francia con el arbitraje de Castilla. Pero las relaciones con
el nuevo rey de Castilla Juan I, hermano de su mujer y la muerte de Carlos II,
posibilitaron la anulación de las onerosas cláusulas del Tratado de Briones.

3.2.3. EL REINADO DE CARLOS III (1387- 1425).


Hijo de Carlos II y esposo de Leonor de Castilla, hija de Enrique II y hermana de Juan I
y tía de Fernando de Antequera. Esto posibilitó la PAZ ABSOLUTA de Navarra con los
demás reinos por las buenas relaciones de sus gobernantes.

Importante es que prometió a su hija Blanca, heredera al trono, viuda de Martín El


Joven, con Juan (futuro Juan II de Aragón hijo de Fernando de Antequera). Al ver las
cortes de Navarra que esto era una baza política de los Trastámara decidieron que a
la muerte de doña Blanca, fuera nombrado rey un hijo del matrimonio y no Juan II. En
1421 nacía Carlos, para quien su abuelo creó el título de Principe de Viana.

3.3. LA GUERRA CIVIL EN NAVARRA: JUAN II Y EL PRÍNCIPE DE VIANA.


Al morir Blanca, deja en testamento que Carlos, su hijo hereda Navarra, pero debe
acceder a la corona con el consentimiento de su padre; esta cláusula provoca la
guerra civil entre Agramonteses (partidarios de Juan II ) y Beaumonteses (partidarios
de su hijo, Carlos, Príncipe de Viana). Fue el resultado también de la oposición de dos
linajes nobiliarios, aliados en dos facciones: Beaumont y Agramont. Don Álvaro de
Luna, favorito de Enrique IV de Castilla, prestó su ayuda al Príncipe de Viana al ser
enemigo acérrimo de Juan II.

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En 1455 Juan II deshereda a su hijo Carlos, nombrando herederos a su hija Leonor,
hermana de Carlos, y a su marido Gastón de Foix.

En 1458 Juan II hereda por la muerte de su hermano Alfonso El Magnánimo el trono


de la Corona de Aragón. En 1460 Juan manda apresar a su hijo, estallando la guerra
civil Navarra y la protesta generalizada en Cataluña provocó la movilización de los
ejércitos de Enrique IV de Castilla en favor del príncipe Carlos. Juan II debe liberar así
a su hijo.

3.4. LA INCORPORACIÓN DE NAVARRA A LA CORONA DE CASTILLA.


Hemos visto como, Leonor, casada con Gastón de Foix, hace que a la muerte de su
hermano, los Foix entraran a gobernar Navarra. En 1483, Catalina de Foix hereda el
trono Navarro y es instada tanto por los Reyes católicos como por Luis XI de Francia
a que case con sus respectivos candidatos. Al final se casa con Juan Albret, candidato
de Luis XI.

En 1512 Fernando el Católico, conquista la Navarra cispirenaica (española), con lo


que Navarra quedaba dividida. Poco después llegaron las bulas papales por las que se
entregaba el reino de Navarra a Fernando.

En las cortes celebradas en Burgos en 1515, Navarra fue incorporada a la Corona de


Castilla. Los Navarros conservarían sus propias leyes, tribunales y cortes.

4. EL REINO NAZARÍ DE GRANADA.


Último reducto musulmán en la Península había sido fundado por Muhammad Ibn
Alhmar en 1238. Comprendía todos los territorios situados al sur de Sierra Nevada, y
todo el tramo costero de Andalucía hasta Gibraltar.

La derrota de los Benimerines en la Batalla del Salado en 1340 por las tropas de
Alfonso XI, y la posterior toma de Algeciras, imposibilitaban el que los musulmanes
pudieran recibir ayuda de África de nuevo. La subsistencia de este reino se debe a
factores económicos, pues son una buena fuente de tributos a los reyes castellanos y
según Ladero Quesada a la imposibilidad militar y económica de los reinos cristianos
para realizar una empresa de la magnitud que requeriría la conquista de este reino
Nazarí.

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En 1453 con la caída de Constantinopla en poder turco, se reaviva el espíritu de la
Cruzada de la Cristiandad. Así, Enrique IV a instancias del Papa, reanuda la
Reconquista pero no logró nada. Los Reyes Católicos, por deseos de unificar los
reinos peninsulares, reanudan la guerra, consiguiendo tras una dura guerra reducir el
reino a la ciudad de Granada que capituló el 2 de enero de 1492.

El triunfo de los Reyes católicos, se debió al esfuerzo militar y a las divisiones internas
del reino nazarí, que desembocaron en guerra civil, mientras tenían que defenderse de
los ataques cristianos (Boabdil contra su padre Mulhacen…)

En 1515, de los cinco reinos existentes en la Península en los siglos XIV y XV, cuatro
aparecen unidos bajo una misma corona: la de los Reyes católicos. Sólo quedaban
dos reinos: “España” y Portugal.

5. EL REINO DE PORTUGAL.
Hemos visto como este reino, como los demás en estos siglos mantiene diversas
relaciones de paz, alianza o conflicto con sus vecinos. Con Castilla aparece aliada
contra los Benimerines, también interviene en la Guerra de los Pedros, del lado
aragonés.

Está a punto de fusionarse con la Corona de Castilla, bajo el reinado de Juan I de


Castilla, pero contra ello se levantó el pueblo y la burguesía lusitana, apoyando a Juan
de Avis que fue quien reinó finalmente Portugal, con ayuda de las Cortes. Lo que
separó definitivamente Castilla de Portugal y por extensión España y Portugal, en
cuanto a formar parte de la misma unidad política.

6. LA CULTURA ESPAÑOLA A FINES DE LA EDAD MEDIA.


A partir de siglo XIII se producen grandes transformaciones culturales en los reinos
cristianos peninsulares. La sustitución del latín por el romance, provoca una expansión
de la cultura. Se reanudan estudios en universidades como Salamanca (siglo XIV) que
había sido creada en el siglo XIII.

En literatura destacan grandes nombres y grandes obras. La del canciller Pedro López
de Ayala representa la historiografía del siglo XIV. Juan Ruiz el “Arcipreste de Hita”,
autor del “Libro del Buen Amor” o el infante don Juan Manuel, con “El Conde Lucanor”.
Primeros brotes renacentista en la Corte de Juan II de Castilla con el Marqués de
Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique con influencia italiana.

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Aragón y Cataluña denotan la influencia e intrusión del humanismo.

En arte, en el siglo XIV, destaca Cataluña con la Catedral de Barcelona, en pintura los
hermanos Serra y la escuela de la catedral de Toledo por Starnina en Castilla.

También tenemos un fenómeno muy particular. El arte mudéjar, en Granada contamos


con el arte nazarí (Alhambra).

En el siglo XV en Castilla destaca el realismo y decorativismo difundido por los


artistas borgoñones. Influencia del mudéjar y del gótico florido.

Este siglo XV culminará en el Gótico Isabelino o arte de los Reyes católicos (San Juan
de los Reyes), Capilla Condestable, Catedral Burgos. Palacio Duques del Infantado de
Guadalajara. Capilla Real de la Catedral de Granada.

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