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Sex, Not Love - Vi Keeland PDF
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TRADUCTORAS
Alysse Vokov Gerald Mariana90
Claudiavero Larissa Lipi Sergeyev
Taywong Ms. Lolitha Micaf_2530
Blue Mave Leydi Velasco
EstherMaslow Corazon_de_Tinta Veritoj.vacio
3 Bella’ ∞PurpleGirl∞
DISEÑO
Blue
Índice
Sinopsis Capítulo 15 Capítulo 30
Capítulo 1 Capítulo 16 Capítulo 31
Capítulo 2 Capítulo 17 Capítulo 32
Capítulo 3 Capítulo 18 Capítulo 33
Capítulo 4 Capítulo19 Capítulo 34
Capítulo 5 Capítulo 20 Capítulo 35
Capítulo 6 Capítulo 21 Capítulo 36
Capítulo 7 Capítulo 22 Capítulo 37
Capítulo 8 Capítulo 23 Capítulo 38
Capítulo 9 Capítulo 24 Capítulo 39
***
—¿Están ocupados estos asientos?
Adam y yo terminábamos el postre cuando Hunter se acercó y señaló
a dos sillas vacías frente a nosotros. La pareja que los habitaba se había
levantado hace unos minutos.
—Sí —mentí.
Adam tuvo la amabilidad de corregirme. —En realidad, Eric y Kim se
hallaban sentados allí. Acaban de decirnos adiós hace dos minutos,
¿recuerdas, Nat?
Una amplia, burlona sonrisa se extendió por la cara de Hunter. Sacó
una silla para su compañera de boda y se sentó directamente frente a mí.
—Esta es Cassie. Es una diosa tecnológica graduada de Caltech. ¿Has
conocido a Adam, Cassie?
El interés de Adam despertó. —Nos encontramos brevemente esta
tarde. Pero no me di cuenta de que trabajabas en tecnología. Soy del MIT.
Trabajo con Derek en Clique en programación de robótica.
La conversación entre Adam y Cassie despegó como un tren fuera de
control. Ninguno de los dos se dio cuenta del ceño fruncido que le di al
arquitecto de esta competencia en el mundo friki.
11 Me incliné hacia delante y sonreí, hablando a través de mis dientes.
—Sé lo que haces.
Hunter se reclinó en su asiento con una sonrisa pomposa de oreja a
oreja. —No tengo idea de a qué te refieres.
—No va a funcionar.
—Lo que tú digas. Pero estoy aquí si necesitas un suplente más tarde.
Terminé mi taza de café y ajusté la parte delantera de mi vestido para
revelar una buena cantidad de escote. Luego tomé mi servilleta de la mesa
y la arrojé discretamente al suelo. Recogiendo mi tenedor, tomé un
pequeño trozo de tarta de queso y accidentalmente lo dejé caer sobre mi
escote.
Hunter observó todo el espectáculo con interés.
Inclinándome, envolví mi mano alrededor del bíceps de Adam. —
¿Tienes una servilleta? Debieron tomar la mía cuando retiraron la cena, y
parece que he hecho un desastre.
Como era un caballero, Adam se excusó de su conversación y se
volvió para prestarme su atención. Sus ojos se posaron en la tarta de queso,
y supe instantáneamente que gané. Triunfo rugió por mi sonrisa mientras
permitía que el técnico me ayudara a limpiar. El ceño de Hunter se sintió
como una victoria.
Para ser sincera, durante la cena decidí que no me estaría acostando
con Adam de todos modos. Necesitaba algún tipo de química física con un
hombre, incluso para una aventura de una noche. Pero de todos modos
disfrutaría follar con Hunter.
»Soy una dedos de mantequilla cuando estoy cansada —le dije a
Adam—. Todavía estoy en el horario de Nueva York. Creo que voy a regresar
al hotel.
—Me uniré a ti —respondió rápidamente. Cassie, ¿quién?
Hunter no se dio por vencido fácilmente, no permitiría eso.
Se levantó. —Tengo un auto aquí. Puedo darles dos aventones. ¿Estás
lista para irte, Cass? Nosotros cuatro estamos todos en el Carlisle, ¿supongo?
Le mostré al Sr. Persistente mis dientes blancos y enganché mi brazo
alrededor del de Adam. —Tengo mi auto de alquiler aquí, así que Adam y
yo estamos bien. De todas formas, muchas gracias por la oferta, Tanner.
—Hunter.
—Bien. —Sonreí.
12 ***
15
2
Natalia
Traducido por Claudiavero
U
n equipo de personas trabajaba en la futura novia. Jack
Johnson canturreaba sobre hacer ondas, y la enorme suite
nupcial olía a lilas: el aroma favorito de Anna en todo el mundo.
Cada vez que caminaba por el distrito de las flores en Nueva York en la
primavera, esperaba verla a la vuelta de la esquina.
Al verme entrar, sostuvo una copa de champán en su reflejo en el
espejo.
16 —Me voy a casar, joder.
Normalmente, cualquier cosa relacionada con el matrimonio sacaba
a relucir mi lado amargo y pesimista, pero aplasté mis sentimientos sobre el
tema por el bien de Anna. Tomé la copa de su mano y le devolví la sonrisa.
—Te vas a casar, joder.
El estilista ocupado con su cabello sonrió y negó con la cabeza.
»Somos elegantes, ¿qué puedo decir? —ofrecí.
En dos horas, mi mejor amiga estaría caminando hacia el altar para
casarse con un joven tecnólogo rico y atractivo que adoraba el terreno por
el que ella caminaba. Estaba muy lejos de lo que fue mi farsa de matrimonio.
—Vi a Hunter seguirte por la puerta anoche —dijo Anna—. Pobre
Cassie apenas podía alcanzarlo, con lo cerca que él se hallaba de tu cola.
Necesitaba mi propia Mimosa para una discusión sobre ese hombre.
Terminé la bebida de Anna y fui a la jarra en la barra para llenar la suya y
tomar una para mí.
—¿Te acuerdas cuando teníamos diecisiete y me sentía tan
enamorada del señor Westbrook, el sustituto inglés?
—¿Cómo podría olvidarlo? Tenía veintitrés y era hermoso.
—Hunter es... bueno, no estoy segura de qué hacer con él, para ser
sincera. Es lascivo, directo, persistente... sexy como el infierno.
—Magnífico, financieramente sólido, seguro, sexy como el infierno —
agregó Anna.
Suspiré.
—Sí. Todo eso. Pero hay algo respecto a él... algo que no puedo
entender, que lo hace sentir tan prohibido como se sentía el Sr. Westbrook
en la escuela.
Los ojos de Anna se abrieron hacia mi reflejo en el espejo.
—¿De verdad?
—¿Por qué diablos sonríes, rarita?
—Se siente prohibido porque te causó mariposas.
—No lo hizo —mentí.
Ni siquiera estaba segura de por qué mentía al respecto. Además, las
mariposas que me hizo sentir no eran del tipo habitual que revoloteaban en
tu estómago, estas volaban un poco más al sur.
—Sí, lo hizo.
17
—No, no lo hizo.
—Entonces, ¿por qué no te rindes? Acabas de decir que pensabas
que era sexy. Pensabas en dormir con Adam, y no es ni la mitad de sexy que
Hunter.
Pensé en la forma en que la mano de Hunter se sintió en mi cadera la
noche anterior y mi vientre revoloteó una vez más. Las malditas cosas
estaban en línea con Anna para probar un punto que no me sentía
dispuesta a aceptar.
—Es demasiado arrogante para mí.
—Te gustan los arrogantes. De hecho, cada chico con el que has
salido ha sido arrogante.
—Exactamente. —Asentí—. Ya cubrí mi cuota de engreídos.
Anna sonrió y se giró hacia su peluquero.
—Sin duda se acostará con él.
Él me miró y luego a Anna.
—Lo sé.
***
Derek y Anna se casaron en un acantilado con vista al océano. Incluso
con mi desdén por la institución del matrimonio, lloré lágrimas de felicidad.
También noté que más de uno de los padrinos de boda tenía sus ojos
húmedos. Uno, en particular, parecía captar mi atención. Después de la
segunda vez que Hunter me sorprendió mirando lo guapo que se veía con
su esmoquin y su cabello peinado hacia atrás, me las arreglé para evitar
mirarlo a los ojos por el resto de la ceremonia y la primera hora de la
recepción. No fue fácil, considerando que estábamos tan cerca, dados los
deberes de la fiesta de bodas, pero de alguna manera lo logré.
Hasta que estuve bailando una canción lenta con el padre de Anna.
—¿Puedo interrumpir? —Hunter tocó a Mark en el hombro—.
Acaparas la invitada más hermosa solo para ti.
El padre de Anna sonrió y movió un dedo hacia Hunter.
—Tienes suerte de haber dicho invitada, considerando que mi novia
luce tan hermosa esta noche.
Los dos hombres hicieron una especie de choque de manos, y luego
estuve en los brazos de Hunter. A diferencia de Mark, que mantuvo su
18 cuerpo a una distancia educada del mío mientras bailábamos, Hunter tomó
una de mis manos en la suya, deslizó la otra por mi espalda y la usó para
jalar mi cuerpo al ras. Maldita sea, eso se siente bien.
—Me abrazas un poco fuerte.
—Solo me aseguro de que no puedes huir de nuevo.
Tiré mi cabeza hacia atrás.
—¿De nuevo? Nunca he huido de ti.
—Llámalo como quieras, pero me has estado evitando como si tuviera
algo contagioso.
Murmuré—: Probablemente tengas algo contagioso.
Me ignoró.
—Te ves hermosa esta noche. Me gusta tu cabello.
—¡Gracias!
Me acercó aún más, forzando mi cabeza a girar en su hombro, luego
se inclinó para susurrar en mi oído—: No puedo esperar para sujetarlo más
tarde.
Qué bolas tiene este tipo.
Y, Dios, ¿por qué diablos quería que me halara del cabello?
—Has perdido la cabeza. De hecho, casi todo lo que me has dicho
desde que nos conocimos ha sido inapropiado.
—Entonces, ¿solo tú puedes hablar de tus planes para follar con
alguien? ¿Yo no puedo?
—No he hablado sobre mis planes de acostarme con nadie.
—Hablabas con Anna sobre dormir con Adam cuando nos
conocimos.
—Esa fue una conversación privada.
Se encogió de hombros
—Como esta.
—Pero... —Estaba perdida, en parte porque tenía razón. En mi opinión,
estaba bien hablar de acostarse con alguien con una tercera persona, pero
estaba mal que fuera tan directo al hablar directamente con la parte
potencialmente involucrada. Realmente no tenía sentido, pero me aferré a
una razón que sonaba lógica—. Eres grosero al respecto. No fui explícita. Es
como lo dices que suena ofensivo, no lo que dices.
—Entonces, ¿no te gusta la charla sucia? Tal vez no lo has hecho de
la manera correcta.
19
—Lo he hecho bien.
—¿Te gusta la charla sucia, entonces?
Este hombre era imposible. Afortunadamente para mi cordura y
posiblemente mi fuerza de voluntad, la canción que bailábamos terminó y
el DJ anunció que era hora de cenar. Aunque Hunter aún no soltó su agarre.
—El baile terminó. Ya puedes soltarme.
—¿Me guardas otro más tarde?
Sonreí ampliamente.
—De ninguna manera.
Por supuesto, a Hunter le gustaba esa respuesta. Se rio entre dientes y
me besó en la frente.
—Apuesto a que eres un petardo en la cama. No puedo esperar.
—Disfrute de su noche, Sr. Delucia.
Sentí sus ojos en mi trasero a cada paso que daba para salir de la pista
de baile.
***
Solo estuve legalmente soltera durante casi dieciocho meses. No tenía
intención de volver a casarme, así que cuando llegó el momento del
lanzamiento obligatorio del ramo de novia, me quedé en mi asiento. Por
supuesto, Anna no iba a permitirlo. Agarró el micrófono de la mano del DJ e
insistió en que yo, junto con algunas otras que rehuían esta festividad en
particular, sacáramos nuestros traseros a la pista de baile. En lugar de hacer
una escena, obedecí, aunque intencionalmente me mantuve alejada y
sola. No quería saber nada de ese ramo.
El DJ incitó a la audiencia a contar el lanzamiento mientras Anna se
hallaba parada en el medio del piso dando la espalda a todas las solteras
ansiosas.
—¡Tres, dos, uno!
El gran lanzamiento sobre la cabeza de la novia nunca llegó. En
cambio, se volvió y arrojó la maldita cosa directamente hacia donde yo me
encontraba parada a un lado. Por instinto, atrapé el bulto de flores.
Grrr.... Quería matarla.
Especialmente cuando miré al otro lado de la habitación y vi a Hunter
20 exagerar el crujir de sus nudillos con una gran sonrisa en su rostro mientras
me miraba fijamente.
Diez minutos más tarde, me puse de pie al lado de Anna viendo la
pista de baile llenarse con hombres solteros ansiosos por atrapar la liga que
su marido acababa de quitar. Mi mano agarró un vodka de arándano
fuerte, necesitaría un poco de coraje líquido.
—Si Hunter atrapa esa cosa, te mataré.
—Aquellos que protestan más fuerte generalmente tienen más que
esconder.
—A los que causan problemas les patean los culos flacos —repliqué.
—Es un gran tipo. Podría pensar en personas peores metiendo sus
manos en tu vestido.
—Si él es tan bueno, dime otra vez por qué no era mi compañero.
Anna suspiró.
—Es inteligente, confiado y un encanto total.
—Y...
—Y también lo conozco desde hace cuatro años, y cada vez que lo
veo, está con una hermosa mujer diferente. Pensé que después de Garrett,
podrías querer un tipo diferente.
Me bebí la mitad de mi bebida ante la mención de mi ex marido.
—¿Por qué me atraen los imbéciles?
—Porque son atractivos. Eso es parte de lo que los convierte en idiotas.
Y Hunter no es un mal tipo. No realmente. Apuesto a que también es genial
en la cama. Si estuviera en tu lugar, elegiría a Hunter por encima de Adam
para una aventura de una noche. —Se giró hacia mí—. Con Hunter es sexo,
no amor. Mientras entres con eso en mente, apuesto a que te vuela la
cabeza.
Un fuerte rugido repentino llamó nuestra atención a la acción. Nos
perdimos el lanzamiento de Derek de la liga, pero no nos perdimos la sonrisa
arrogante del hombre que giraba la liga en su dedo y miraba en mi
dirección.
—¿Hay alguna posibilidad de que no te estés apegando a la tradición
de la Costa Este en la que el tipo que atrapa la liga la pone en la pierna de
la mujer que agarra el ramo?
Anna sonrió.
—Ni en sueños.
21
***
D
ios, me siento horrible.
Mi cabeza palpitaba y mis músculos dolían. Había una mancha
húmeda en mi almohada de donde debía haber babeado la
mitad de la noche. Sin levantar la cabeza, miré alrededor de la habitación
y vi mi maleta en el estrado de la esquina… Jesús, ni siquiera recuerdo haber
regresado a mi habitación de hotel. Pero me sentía muy contenta de estar
aquí, en lugar de estar al lado. Intenté pensar en lo último que recordaba.
24 Cogiendo el ramo, Hunter atrapó la liga, su mano bajo mi vestido.
Oh, Dios. Me sentía como una mierda real, pero ese recuerdo todavía
agitaba algo dentro de mí.
Recordé que los cuatro íbamos al bar… Anna, Derek, Hunter y yo.
Hunter brindando por las tres cosas que más necesitas en la vida: una botella
llena, un amigo fiel, una mujer hermosa y al hombre que lo tiene todo. Me
acordé de que llamaron a Anna y Derek para tomar algunas fotos, y Hunter
nos ordenó otra ronda y me contó historias sobre él y Derek cuando eran
pequeños. Definitivamente era un encantador natural, pero también había
algo muy entrañable en la forma en que hablaba de su amigo.
Después de eso, las cosas se pusieron borrosas. No podría por mi vida
recordar dejar la boda o regresar al hotel. Me acerqué a la mesita de noche
y agarré mi teléfono para ver la hora. Mierda. Eran casi las diez y mi vuelo
era a la una. Me hallaba a punto de sacar mi trasero de la cama cuando
un ruido me detuvo en seco.
Casi sonó como un ronquido.
Un ronquido con vibrato profundo.
Había estado acostada de lado, y mi cabeza giró para buscar el
sonido.
Me congelé, buscando la fuente.
Congelada.
Estaba bastante segura de que mi corazón se saltó un latido o dos.
Un hombre yacía en la cama junto a mí, mirando hacia la otra
dirección. Y por el ancho de sus hombros, sabía que no era cualquier
hombre. Sin embargo, necesitaba una confirmación. Conteniendo la
respiración, me incliné sobre el enorme cuerpo y vislumbré el rostro. Justo
cuando divisé a Hunter, dejó escapar otro fuerte ronquido, y salté de la
cama. Me tranquilicé cuando logré controlarme, no queriendo despertarlo.
Mierda. ¿Qué hice?
Fui de puntillas al baño con mi corazón acelerado y mi cerebro
tratando desesperadamente de recordar algo de la noche anterior…
cualquier cosa que involucrara a Hunter Delucia dentro de mi habitación.
Dentro de mí.
Esto fue peor que mi peor noche en la universidad. ¿Cómo no puedo
recordar nada? Mi reflejo me respondió: lucía realmente mal. Mi cabello
negro era una pelota anudada… medio arriba, medio abajo, con horquillas
que caían por todas partes. Mi piel normalmente blanca lucía más pálida
de lo normal, y mis ojos verdes se veían rojos e hinchados.
25 Fue entonces cuando finalmente bajé la mirada. Iba vestida con una
camiseta y chándal, pero debajo todavía llevaba un sujetador y bragas.
Olvida que no recordaba haberme vestido; esto me hizo detenerme y
preguntarme por qué me encontraba vestida. Una vez que me quitaba el
sujetador, no volvía atrás. Sin mencionar, no era tímida acerca de mi
cuerpo… no era mi modus operandi el volver a vestirme por completo
después de una noche de pasión.
¿Es posible que durmiéramos juntos y no tuviéramos sexo?
Llevé mi mano a mis pantalones de chándal y presioné contra mis
partes privadas. No me sentía dolorida en absoluto. Aunque eso no era una
prueba positiva… tal vez el gigante de hombre que actualmente ronca en
mi cama no era anatómicamente correcto y era un amante amable.
Ninguno de los dos parecía plausible.
Revisé el bote de basura en busca de señales de un condón y el
toallero para ver si alguna toalla se usó para limpiar la noche anterior. Nada.
Pero, aun así, era un desastre… parecía que tuve sexo salvaje y loco...
Desafortunadamente —o tal vez afortunadamente— no tuve tiempo
para detenerme en lo que sucedió. Si no iba en camino al aeropuerto en los
próximos quince minutos, perdería mi vuelo.
Después de una ducha rápida, me sequé y volví de puntillas a mi
maleta. Recogí mi ropa, pero la liga que inició este desastre no se
encontraba por ningún lado, y me decepcionó que no la tuviera como
recuerdo.
Hunter aún no se había movido. De hecho, roncaba más fuerte y más
constantemente ahora. Me apresuré a vestirme, recogí mi cabello en una
coleta y froté mi rostro con una crema hidratante antes de meter todo en
mi maleta.
Me hallaba a punto de escabullirme cuando decidí que necesitaba
saber qué pasó. Dejando mi maleta en la puerta para un escape rápido, en
silencio caminé hasta el lado de la cama de Hunter.
Por supuesto, a diferencia de mí, se veía tan bien esta mañana como
lo hizo la noche anterior. Me tomé un momento para apreciar eso. Su
cabello castaño cobrizo lucia desaliñado, pero de alguna manera incluso
más sexy de lo que había sido resbaladizo la noche anterior. Gruesas y
oscuras pestañas enmarcadas, ojos en forma de almendra, ojos que
recordé que eran de un sorprendente azul claro.
Sus suaves ronquidos continuaron a un ritmo constante, así que respiré
profundamente y me acerqué. Necesitaba ver lo que se ocultaba debajo
de la sábana. Su pecho estaba desnudo, pero, ¿llevaba pantalones
debajo?
26 Un paso más.
Me paré de nuevo para mirar su rostro antes de hacer mi último
movimiento. Seguía fuera de combate. O eso pensé…
Extendiendo la mano, levanté el borde de la sábana y la levanté
suavemente. Luego me incliné para mirar debajo.
Santa mierda.
Estaba usando bóxers.
Pero... tenía una erección mañanera. Un enorme bulto sobresalía de
su apretada ropa interior. No hay forma de que esa cosa haya estado
dentro de mí. Tendría que estar al menos un poco dolorida.
Sintiéndome aliviada (con una extraña sensación de arrepentimiento
y anhelo después de ver ese monstruo de un apéndice), dejé la sábana y di
vuelta para alejarme. Una mano grande agarró mi muñeca.
—Lo recordarías, cariño. Confía en mí. —La voz ronca de Hunter tenía
un toque de diversión.
—Yo... buscaba algo.
Una ceja reaccionó.
—¿Oh, sí? ¿Qué es lo que buscabas?
—Mi zapato.
Su labio se crispó.
—¿De qué color es?
Me apresuré a recordar qué zapatos incluso traje en este viaje.
—Negro con una barra de plata en el frente.
Los ojos de Hunter cayeron a mis pies. Mierda.
Me devolvió la mirada.
—Lo encontré para ti.
Llevé mis ojos hacia mis zapatos para evitar su intensa mirada.
—Oh. Tonta de mí. Me quedé dormida, y estoy fuera de mí. Necesito
correr o voy a perder mi vuelo. —Fui a alejarme, pero su agarre en mi
muñeca se tensó.
—No vas a ir a ningún lado antes de hacer dos cosas.
—¿Dos cosas?
—Dejar tu número y besarme de despedida.
29
4
Hunter
Hace doce años
M
aldición. Voy a la universidad equivocada.
Era el día más caluroso que podía recordar. La radio del auto
decía que ya hacían cuarenta grados afuera, pero la usual
humedad de Los Ángeles lo hacía insoportable. Ya que iba temprano al
encuentro con mi hermano y no sabía ubicarme en su campus, me senté en
un asiento de ladrillo al otro lado de una fuente a cielo abierto, esperando
30 tomar aire. No corría viento, pero algo jodidamente mejor apareció. La
chica más hermosa que vi se acercaba a la fuente circular a unos treinta
metros, se quitó los zapatos, caminó por el borde y saltó dentro de la cosa.
Se sumergió y salió por aire, apartando su cabello rubio empapado de su
rostro.
La gente a su alrededor le echó un vistazo, pero ella no se dio cuenta
o no le importaba nada. Flotó de espaldas en lo que parecía menos de un
metro de agua. Su sonrisa era contagiosa, y me encontré encantado al
mirarla. Pasó casi un mes desde que mi madre murió, y parecía que pasó
una eternidad desde que me sentí tan feliz y libre.
Después de unos minutos, la chica se sentó y miró en mi dirección.
—¿Vas a acompañarme, o solo te quedarás mirando desde ahí como
un acosador?
Miré alrededor para asegurarme de que me hablaba a mí. No había
nadie cerca. Así que, me levanté y caminé hacia la fuente.
—¿Esto es alguna cosa de iniciación de hermandad?
Me sonrió.
—¿Te hará sentir mejor si digo que sí? Porque me mirabas como si fuera
una lunática desde ahí.
—No te miraba como si fueras una lunática.
—Me pareció que sí.
Me quité mis zapatos y subí a la fuente.
—Al mirarte me preguntaba si siempre sonríes de este modo o si
refrescarte te hace realmente feliz.
Inclinó la cabeza a un lado, estudiándome.
—¿Por qué no hay que estar felices? Estamos vivos, ¿o no?
El agua fría se sentía malditamente bien. Flotamos alrededor en
silencio por un rato, sonriendo cada vez que encontrábamos miradas.
»Soy Summer —dijo.
—Hunter.
—¿Te gusta el calor?
—No así.
—¿Cuál es tu época preferida, Hunter?
Le di una sonrisa ladeada.
31
—Verano2.
Se acercó al borde de la fuente e inclinó sus codos sobre los ladrillos,
observando el chorro de agua sin final saliendo del centro. La seguí,
acomodándome a su lado y tratando de no mirar fijamente sus pezones
asomándose por su camiseta mojada. No fue fácil.
Summer se volteó para mirarme.
—¿Asistes aquí?
—No. Mi hermano sí. Vine el fin de semana de visita. ¿Y qué tal tú?
¿Vienes a estudiar aquí o solo te gusta refrescarte en la fuente?
Su sonrisa fue tan cegadora como el sol.
—Estudio aquí. Carrera de arte.
Se alejó del borde y nadó hacia el otro lado de la fuente. La observé,
intrigado por lo aleatorias que eran sus acciones. Una vez que se acomodó
de nuevo, acunó ambos lados de su boca para gritarme, aunque la fuente
no era tan grande.
»¿Verdad o reto?
32
5
Natalia
Traducido por EstherMaslow
M
i celular sonó cuando me hallaba a punto de bajar las
escaleras para tomar un tren al centro de la ciudad. Viendo
que era Anna, retrocedí a la acera para no perder el servicio.
No tenía prisa por volver a casa.
—Hola, Sra. Weiner.
Suspiró. —¿Podrás decir mi nuevo apellido sin resquebrajarte?
33 —No contaría con ello. Aún no puedo creer que dejaras de lado el
Anna B. Goodwin para convertirte en Anna B. a Weiner.
—Ignoro tu comentario de cascarrabias porque estoy en la felicidad
de boda.
—¿Comentario cascarrabias? La lengua vernácula de tu nuevo
marido se te empieza a pegar.
Se rio. —Voy de camino al aeropuerto para nuestro vuelo a Aruba,
pero quería hablar contigo.
—¿Qué pasa?
—Hunter está molestando a mi marido por tu número de teléfono.
Dice que se lo diste, pero debe haber entrado mal. ¿Se lo has dado mal?
—No. Ingresé el número correcto... para llegar al Eden.
—¿Eden? No me digas que sigues dando números de sexo telefónico
a los veintiocho años.
—Por supuesto que no.
—¿Entonces quién es Eden?
—Es una acompañante que tiene un número similar al mío.
Anna suspiró. —Supongo que no quieres que Hunter tenga tu número
de teléfono.
—Es un jugador que vive a cuatro mil kilómetros de distancia. ¿Cuál es
el punto?
—Supongo. Aunque en realidad es un gran tipo. Pensé que ustedes
tenían mucha química.
—Jugar con la química conduce a explosiones.
—Bien. Derek no le dará tu número, aunque lleva días molestándolo.
—Exhaló—. ¿Cómo está Izzy? ¿Disfrutó de su semana con su abuela?
—Dijo que nunca va a volver. Odio admitirlo, pero me hizo sentir un
poco mejor el que también la desprecia.
—Ustedes dos necesitaban este descanso.
Mi hijastra, Isabella, lleva dos años viviendo conmigo. Bueno,
técnicamente, podría decirse que ha vivido conmigo durante tres años,
desde que Garrett y yo tuvimos la custodia total después de que su ex-mujer
murió. Izzy perdió a su madre por cáncer cuando iba en séptimo grado.
Luego, a mediados del octavo grado —el treinta y uno de octubre, para ser
exactos— perdió a un segundo padre. Sólo que esta vez, no fue por
enfermedad. En medio de la fiesta de Halloween que organizábamos, mi
34 esposo fue arrestado por dirigir un Esquema Ponzi3 en su prestigiosa firma de
inversión. Llevaba puesto un disfraz de pirata en la ironía del momento.
—Sí, necesitábamos el descanso. Ha sido algo civilizada conmigo
desde que llegué a casa. Pero eso cambiará. El domingo es día de visita. Su
irritabilidad suele aumentar durante una semana después de visitar a
Garrett. Y este mes, le escribí una carta pidiéndole que le dijera que después
de este año la sacarían de la escuela privada porque ya no me lo puedo
permitir. Así que debería ser especialmente infeliz.
Nuestras peregrinaciones mensuales al norte del estado siempre
fueron difíciles. Como el estado de Nueva York no permitía que los menores
no acompañados visitaran a los reclusos, tenía que ver a mi ex-marido todos
los meses, para que su hija que me odia pudiera visitar a su querido padre.
—Irás al cielo por llevarla a visitarle una vez al mes.
—Espero que no. Se sentirá solo sin ti allí.
Se rio. —Tengo que irme. Nos acercamos a la terminal.
—¡Que tengas un buen viaje! No te quedes embarazada. Aún no
estoy lista para ser tía.
—Lo dice la mujer que tiene la custodia de una niña de quince años.
3Es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de intereses a los inversores
de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores.
—Umm... acabas de hacer mi punto.
—Te quiero. Te llamaré cuando vuelva.
—Yo también te quiero, Anna B. a Weiner.
***
37
6
Natalia
Nueve meses después
4Juego de palabras entre “shower” (ducha) y “baby shower” (fiesta del bebé) que pierde
el sentido en el español.
Me levanté de la cama y fui a la cafetera. Fingí sinceridad como si
fuera la Academia5 mirando.
—Anna... lo siento mucho. El domingo es el día de visita de Izzy, y no
pude moverlo.
—Dios mío. ¿Cómo no pudo mi hermana coordinar la fecha de tus
visitas a la prisión?
Ella realmente lo hizo.
—El mundo no puede girar en torno a Garrett. Lo siento, cariño. Odio
perdérmelo también. Pero estoy abrumada en el trabajo, y realmente quiero
tomar algunos días para verte cuando nazca la pequeña bola de
mantequilla.
Cuando escuché su voz, me sentí un poco mal por mentir.
—Pero te extraño. Y no puedo tener una fiesta sin ti. ¿Recuerdas
cuando lo intenté en octavo grado y vestía ese horrible atuendo que tenía
pantalones con una entrepierna que colgaba a las rodillas y un gran moño
en el cabello? Terminé besando a Roger Banya. Los niños comenzaron a
llamarme Anna Moño Banya, lo cual no sonaba mal... hasta una semana
39 después, cuando le dije a Roger que no quería salir con él. Se enojó y le dijo
a todos que le di una mamada en mi fiesta. Luego me convertí en Anna
Mamadas Banya. Dios, tienes que venir. ¡No puedo tener una fiesta sin ti!
Tuve que reprimir mi risa porque su pánico era real, incluso si su
razonamiento era ridículo. Se ponía nerviosa por cualquier cosa cuando su
fecha límite se acercaba. Aunque nunca he estado embarazada, recuerdo
que mi propio cambio en mi vida me hizo de la misma manera.
—Envíame una foto del atuendo que elijas, y lo aprobaré. También
estoy bastante segura de que no besarás a nadie excepto a tu esposo en
esta fiesta. Estarás bien. Tendremos que chatear por video para que yo
pueda estar contigo de alguna manera.
Escuché el puchero en su voz.
—Bien. Pero será mejor que te quedes al menos una semana cuando
nazca el bebé. Y cambiarás todos los pañales de caca.
Reí.
—Tienes un trato. Pero necesito correr, tengo que estar en algún lugar
en una hora. —El aeropuerto.
—¿Al menos me dirás dónde es el baby shower ya que vas a arruinarlo
al no estar allí?
44
7
Natalia
Traducido por Bella’
V
olar al aeropuerto de Los Ángeles siempre me molestaba.
Los chóferes en trajes se situaban a dos capas de profundidad
detrás de una zona cerrada, junto al área de recogida de
equipajes. Leí sus carteles al bajar de la escalera mecánica, mientras
rodaba mi equipaje de mano.
Sr. Spellman.
45 Piedmont.
Familia Laroix
Sr. Damon.
Umm. Me pregunto si será Matt Damon. Esto es Los Ángeles, después
de todo. Seguí caminando mientras miraba. La mayoría se hallaban escritos
a mano en pizarras blancas con marcadores borrables, aunque algunos
fueron mecanografiados e impresos. Un letrero en particular me llamó la
atención, no porque tuviera mi primer nombre, sino porque se encontraba
escrito en lo que parecía un pedazo roto de una bolsa de papel marrón. La
escritura estaba inclinada, era tergiversada y poco legible. Pero cuando me
acerqué, descubrí el apellido. El cartel decía:
Natalia Sbagliato-Numero
Lo dije en voz alta en mi cabeza una vez antes de que sonara todo
junto.
Natalia.
Sbagliato. En italiano significa equivocado.
Numero. Significa número en italiano.
¿Natalia Número Equivocado?
Lo sentí antes de que mis ojos se alzaran a la cara del hombre que
sostenía el letrero. Un inexplicable calor se posó bajo en mi vientre, y los
pequeños pelos de mi nuca se alzaron a la atención. Pero cuando mis ojos
se encontraron con los del hombre con la sonrisa engreída, hice lo único que
podía hacer: tropezarme con mis propios pies y caer sobre mi trasero.
***
—¿Estás bien?
Era imposible tomarlo con calma desparramada sobre mi culo en el
aeropuerto con una cara rosa acalorada por una mezcla de vergüenza,
emoción e ira. Además, Hunter era aún más guapo de lo que recordaba,
muy atractivo, besado por el sol de California, y vestido con un envoltorio
casual y seguro que hacía que mis rodillas se alegraran de estar en el suelo.
Pero por mucho que me gustara el paquete completo que tenía frente a mí,
odiaba que me hiciera sentir fuera de mí. Fui con la parte del odio.
—¿Qué haces aquí?
Hunter saltó la barrera que nos separaba y se arrodillaba a mi lado
46 casi antes de que yo terminara de caer.
—Vine a recogerte. ¿No viste mi cartel con tu nombre?
—¿Natalia Sbagliato-Numero? Lindo. Muy lindo. ¿Cómo sabías que
hablaba italiano?
Hunter me ofreció su mano para ayudarme a levantarme.
—Estuviste murmurando maldiciones hacia mí en voz baja la noche
de la boda de Derek y Anna.
No me acordaba de eso. Una vez más, mucho de la noche seguía
borroso. Tomé su mano y me puse de pie.
—¿Qué le pasó a Samantha? Iba a recogerme para que mañana
podamos hacer los recados para la fiesta.
Hunter mostró una sonrisa de niño.
—Le ofrecí ayudarla con sus diligencias.
Conocía a Samantha. Puede que se pareciera a su hermana mayor,
pero no tenía la energía de su hermana. De hecho, perezosa podría ser la
forma correcta de describir a Sam.
—Estoy segura de que no tuviste que preguntar dos veces.
—No. Y los habría hecho todos para poder recogerte en el
aeropuerto. —Hunter agarró el asa de mi maleta—. ¿Tienes algún otro
equipaje que esperar?
—No. Esto es todo. Odio tener que facturar el equipaje.
—Estoy estacionado en un estacionamiento temporal, así que no está
muy lejos.
Caminamos juntos por el aeropuerto y la zona de estacionamiento.
Los pasos de Hunter eran más largos que los míos, así que cuando nos
detuvimos en el cruce de peatones por la luz y luego volvimos a empezar,
pude haber tenido la oportunidad de ver lo bien que se veía su culo en sus
pantalones cortos. Apuesto a que hace un montón de sentadillas.
Cuando llegamos a su vehículo, no me sorprendió encontrar una
camioneta negra brillante, limpia y de último modelo. Pulsó el botón para
encenderlo y caminó conmigo al lado del pasajero. Un escalón eléctrico
bajó al abrir la puerta, lo cual me alegró porque la camioneta estaba muy
alta. Hunter puso mi bolso en el asiento trasero de la cabina y cerró mi puerta
antes de correr al lado del conductor.
El interior era más espacioso de lo que habría pensado.
***
***
—¿Q
ué? ¿Llegó el bebé? ¿Me lo perdí?
Me desperté con un suave golpe después de
quedarme dormida durante unos minutos en la sala
de espera. Seis de nosotros habíamos estado aquí desde las dos de la tarde
y eran casi las dos de la mañana y, era la hora de California. Para mí, eran
las cinco de la mañana, exactamente veinticuatro horas después de
haberme levantado el día anterior. La idea de que solo pasó un día desde
56 que me levanté para mi vuelo no parecía posible.
Hunter habló en voz baja para evitar despertar a las dos hermanas de
Anna sentadas frente a nosotros. —Voy a buscar una máquina de café para
la mamá de Derek. Estabas apoyada en mi hombro durmiendo y no quería
que tu cabeza se cayera cuando me levantara.
—Oh. Bueno. Gracias. —Me froté la nuca tiesa. Mirando a Hunter, me
encogí y encontré un punto húmedo donde estuvo mi rostro. Arrugué mi
nariz—. Creo que te babeé un poco. Lo siento.
—También roncabas. ¿Quieres una taza de café o vas a volver a
trabajar en el charco de mi camisa cuando regrese?
Extendí mis brazos sobre mi cabeza. —Iré a caminar contigo. Estoy
tensa por la forma en que debo haber estado apoyándome en ti.
—Sí. Yo estoy rígido por la forma en que te apoyabas en mí también.
Tuve una vista perfecta de debajo de tu camisa. Sostén rojo, lindo. Sexy.
—Eres un pervertido incluso a las dos de la mañana.
—Sacas lo mejor de mí, cariñito.
Los dos vagamos por los pasillos del hospital hasta que encontramos
una máquina de café que realmente funcionaba. Cuando volvimos con el
café de Margaret, Derek se hallaba en la sala de espera y les dio a todos
una actualización. —Ella está en siete. Estaremos atrapados aquí por unas
horas. El médico dijo que probablemente todavía pasará un tiempo antes
de que el bebé esté aquí.
—No se puede apresurar la perfección. —le dije.
Derek parecía haber pasado las últimas doce horas en parto. Se pasó
la mano por el cabello. —Mis pies me matan. Aunque si le dijera eso a Anna
con lo que está pasando, literalmente podría matarme.
Margaret se rio. —Me quedaría con tu dolor de pies para mí.
Derek dirigió su atención a Hunter. —Por cierto, ella también se enojó
contigo.
—¿Yo? —dijo Hunter—. ¿Qué diablos hice?
—¿Recuerdas cuando te dijimos por primera vez que Anna estaba
embarazada?
—¿Creo que si?
—¿Qué dijiste?
La respuesta de Hunter fue una suposición. —¿Felicitaciones?
—No. Dijiste que tal vez tendríamos al niño seis semanas antes para
compartir un cumpleaños con su tío favorito.
57
Hunter sonrió. —Creo que dije eso.
—Sí, bueno... mi esposa cree que el bebé habría nacido hace unas
horas, pero se estancó para compartir un cumpleaños contigo.
—Entonces, ¿es culpa mía que todavía esté en trabajo de parto?
Derek sonrió. —Es mejor a que sea mi culpa, que fue hasta que se le
ocurrió esa teoría loca.
—La tomaré por el equipo entonces. No hay problema.
Con la promesa de que la próxima vez que apareciera anunciaría el
nacimiento de su hijo, Derek se dirigió a través de las puertas dobles de la
unidad de parto.
Como teníamos algo de tiempo para matar, Hunter y yo decidimos
salir y dar una vuelta por el hospital para tomar un poco de aire fresco.
Estaba oscuro, pero la noche de Los Ángeles seguía encendida.
—Entonces, ¿supongo que feliz cumpleaños?
—Gracias.
—¿Cuántos años tienes, otra vez?
—Treinta.
Me di vuelta para caminar hacia atrás. —Guau. Es un gran
cumpleaños. ¿Tienes algún plan?
—Se suponía que debía tomar un trago con Derek mientras las mujeres
le daban a Anna su baby shower. Luego nos asignaron cargar mi camioneta
con regalos y entregarlos en la casa de Derek y Anna. Mi plan era tratar de
convencer a su huésped de que tomara el beso desde donde lo dejamos
en la boda el año pasado.
Me reí. —Parece que estás por delante de ti mismo. Lo hicimos esta
tarde.
—¿Cenarás conmigo esta noche?
—No estoy segura de que sea una buena idea.
Hunter hizo un puchero. —¿Me dejarías solo en mi trigésimo
cumpleaños?
—Algo me dice que no tienes que estar solo si no quieres estarlo.
Apuesto a que podrías chasquear los dedos y tener una cita. De hecho, ¿por
qué no tienes novia, Sr. Delucia? ¿Qué sucede contigo?
—¿Por qué algo tiene que estar mal conmigo porque no tengo novia?
Supongo que no tienes novio, ya que me besaste esta tarde. ¿Eso te hace
58 tener algo malo?
—Mmm.... Primero, me besaste. No te besé. En segundo lugar, no
tengo novio o ese beso no hubiera sucedido, sin importar quién lo haya
comenzado. Y tercero, sí, hay algo mal conmigo.
Hunter se detuvo en seco. Pudo haber sido oscuro, pero pude ver
preocupación legítima en su rostro. —¿Qué sucede contigo?
—Estoy divorciada a los veintiocho. Mi ex marido está en una prisión
federal. Tengo la custodia completa de una niña de quince años que no es
mía y que no se preocupa particularmente por mí. Acabo de pedir prestado
veinte mil dólares. Nunca podré pagarle a mi madre por cubrir una carísima
escuela secundaria, por lo que la quinceañera me odiaría menos. ¿Debo
continuar?
—¿Abusas de las mascotas?
—¿Mascotas? Por supuesto que no.
—¿Pateas a las personas cuando se sienten deprimidas?
—No.
—¿Alguna vez cometiste un robo, incendio premeditado, asesinato o
asalto?
—Nunca.
—Entonces no hay nada malo contigo que no pueda arreglarse.
—¿Qué pasa si no quiero ser arreglada?
—Entonces eso es bueno. Porque no quiero arreglarte.
—¿No?
Hunter negó con la cabeza. —Solo quiero follarte, hacerte olvidar lo
que está roto por un tiempo.
—Eres realmente vulgar.
—Tal vez. Pero soy honesto. No sé cuál es tu problema con tu ex, pero
supongo que la razón por la que eres recelosa de los hombres tiene que ver
con que él no sea tan honesto.
Por supuesto, tenía razón. Garrett me hizo un profundo corte. La
confianza era como el vidrio. Cuando se rompía, quedaba rota e incluso si
lograste unir todo de nuevo, siempre habría fisuras. Nunca sería tan fuerte
como cuando estaba completo.
—¿Qué tal si salimos a cenar por tu cumpleaños como amigos, sin
expectativas de sexo? Simplemente compartiremos una buena comida.
Incluso pagaré por la cena.
59 —Bueno. Pero no vas a pagar por la cena. Eso es un factor decisivo.
Pago la cena o puedes encontrar a alguien más con quien no tener
relaciones sexuales después de la comida.
No pude evitar reír. Extendí mi mano y dije—: Usted lleva un negocio
difícil, cumpleañero. Es un trato.
Hunter tomó mi mano para sacudirla, pero luego la usó para tirar de
mí contra él. Besó mi frente. —Manejo muchas cosas difíciles. Y solo porque
acepté no tener sexo no significa que estés fuera del gancho para otra
ronda de besos y follar en seco.
—No puedo esperar. —Me reí como si estuviera bromeando, pero
existía mucha verdad en mi declaración.
***
***
63
9
Natalia
Traducido por Ms. Lolitha.
U
na cálida corriente de luz brillando directamente en mis ojos me
despertó. Desorientada, no tenía ni idea de dónde me
encontraba ni qué día era. Me senté en la cómoda cama y miré
alrededor de la habitación familiar hasta que volvió la mañana. La casa de
Hunter. Dejé mi teléfono en mi bolso, que seguía en la cocina, creo, y no
había señales de un reloj en la habitación. Entonces, después de un rápido
viaje al baño privado, me dirigí a recuperar silenciosamente mi celular, con
la esperanza de no despertar a Hunter si todavía dormía.
64
Solo que... Hunter definitivamente no dormía.
Me congelé cuando doblé la esquina del pasillo del dormitorio a la
cocina abierta y a la sala de estar. Se hallaba de espaldas a mí en la cocina,
sin camisa preparando lo que olía a tocino, mientras bailaba con Billy Joel.
En lo que respecta a los madrugadores, la vista estaba allí. Hunter
llevaba pantalones de chándal grises que colgaban bajos sobre su cintura
estrecha y los músculos de su espalda se unieron para formar una V que
conducía a hombros anchos. No existía duda de que el hombre se
ejercitaba mucho. Me quedé en silencio, asimilando la forma en que sus
caderas se balanceaban ante la música y recordando lo bueno que era su
ritmo cuando bailábamos juntos en la boda de Anna. Maldita sea.
—Espero que no seas vegetariana. No hago nada de tofu,
especialmente sin tocino. —Salté al oír su voz ronca. Nunca se dio vuelta
para verme y todavía no lo había hecho cuando habló.
Mi corazón se aceleró en mi pecho. —Me asustaste muchísimo.
Finalmente se dio la vuelta. —¿Yo? No me acerqué furtivamente a ti
mientras freías tocino caliente para comerme el culo.
Estreché mis ojos. —No estaba comiéndote el culo.
—Está bien. No me importa.
—No estaba comiéndote el culo.
Hunter se giró hacia la estufa, extendió la mano hacia el armario a la
derecha para agarrar un plato y luego usó pinzas para sacar el tocino de la
sartén.
—Cuanto más negamos la verdad, más poder tiene sobre nosotros. —
Puso el plato sobre la mesa antes de devolver su atención hacia mí con una
sonrisa descarada—. Pensándolo bien, sigue negándolo. Simplemente te
hará enfocarte más en eso.
—Eres realmente un gran idiota, ¿lo sabías?
Hunter se llevó una mano a la oreja. —¿Qué es eso? ¿Realmente
observas mi culo?
—¿Siempre eres tan desagradable por la mañana? No me extraña
que vivas solo.
—No ha sido por la mañana durante horas. Son casi las tres de la tarde.
Ven. Siéntate y come. Tus huevos se harán en un minuto.
—¿Tres de la tarde? —Caminé hacia la mesa olvidándome del
comentario de su trasero—. Dormí todo el día.
—Lo necesitabas.
65
Sirvió una taza de café y me la tendió. »¿Crema y azúcar?
—Sí por favor. No puedo creer cuánto tiempo dormí. ¿A qué hora te
levantaste?
—Alrededor de las once.
Hunter me trajo café. —Gracias. —Mientras me lo tendía, mis ojos
hicieron una barrida involuntaria de su pecho. Hubiera sido rápido e
inofensivo, si el idiota no me hubiese visto hacerlo. Dios, el hombre no perdía
el ritmo. Arqueó una ceja y sonrió.
»Cállate. Ve a ponerte algo si no quieres que lo mire.
—Nunca dije que no quería que miraras.
—¿Qué eres, un pavo real? ¿Caminas abanicándote las plumas de la
cola e intentando atraer a una mujer?
—Esa no es una mala idea. Déjame mostrarte mi cola.
No pude evitar reír. —Empecemos de nuevo. Buenos días, Hunter.
Su sonrisa era genuina. Asintió. —Buenos días, Natalia.
—¿Dormiste bien?
—Yo sí. ¿Tú?
—No recuerdo la última vez que dormí tan bien. Esa cama es
realmente cómoda.
—Me alegro de que hayas disfrutado. Solo para tu información, la que
tengo en el dormitorio principal es el mismo modelo por si quieres probarlo.
Negué con la cabeza. —No puedes evitarlo, ¿cierto? Siempre
regresas al sexo.
Se rio entre dientes y fue a la estufa a buscar los huevos. —Hablé con
Derek hace un momento. Dijo que Anna y el bebé están muy bien y que
probablemente se irán a casa mañana por la mañana.
—Guau. Tan rápido. Creo que me gustaría tener unos días en el
hospital para que la gente me cuide antes de irme a casa.
—Derek cuidará bien de ella.
—Tienes razón. Me olvido de que tiene un esposo increíble —me
burlé—. Me olvido de que existen a veces.
—Derek me dijo que estabas divorciada. Eso fue todo lo que pude
obtener de él.
—Derek es un caballero. Se rige por la regla de “si no tienes nada
bueno que decir…”, así que estoy segura de que no tenía nada más que
66 decir sobre Garrett.
—Mencionaste algo sobre la prisión esta mañana. ¿Qué pasó, si no te
importa que pregunte?
—Te daré la versión corta. Casada después de seis meses de citas. Viví
el sueño americano en un ático con un hombre magnífico y rico. Fue
arrestado tres años después por fraude de valores y no vi nada de eso. Me
sorprendieron en todos los sentidos. Me dejó con más de mi salario anual en
deudas que acumuló a mi nombre y como el único cuidador de su hija de
trece años que me odiaba. Todavía estoy trabajando para tener ambos
bajo control dos años después.
—Jesús.
—Sí. — Me sentía ansiosa por cambiar de tema—. ¿Sabes a qué hora
son las horas de visita?
—De tres y media a cinco y media y de seis y media a ocho y media.
Pero Derek dijo que tratáramos de ir durante las horas de la tarde porque
tenía una gran cena sorpresa en el restaurante favorito de Anna a las seis y
media.
—Él es tan dulce. Supongo que deberíamos irnos pronto entonces.
Tenía la esperanza de registrarme en un hotel y ducharme antes de volver a
visitarlos, pero no creo que tengamos tiempo.
—Puedes ducharte aquí. Y quédate todo el tiempo que quieras.
Tengo un vuelo temprano mañana por la mañana para trabajar hacia el
norte de todos modos, por lo que tendrías el lugar para ti después de esta
noche.
—Esto es muy amable de tu parte. Tal vez tome la ducha si realmente
no te importa. Y luego puedo encontrar un hotel después de visitar el
hospital.
—¿Después de la cena, quieres decir?
—¿Cena?
—Mi cena de cumpleaños. Accediste a cenar conmigo.
—Dios. Lo olvidé totalmente. Parece que esa conversación fue hace
una semana en lugar de esta mañana. ¿Todavía es tu cumpleaños?
—Sí. Pero le paso la antorcha al bebé Caroline después de hoy. Treinta
es el último que celebro. Después de esto, es todo de ella. Así que me vas a
ayudar a celebrar el último que tendré.
—Eso es mucha presión. Ahora siento que voy a tener que ponerme
un vestido y ser entretenida e ingeniosa.
Hunter guiñó un ojo. —Siéntete libre de acortar ese vestido por la parte
67 delantera y mostrar una gran cantidad de piernas.
***
***
71 —De nada.
Apreté el botón del ascensor. —¿Creo que estaré en contacto el año
que viene para nuestro primer regalo conjunto de la tradición de
cumpleaños de Caroline?
—Necesitamos intercambiar números para ponernos en contacto el
próximo año. ¿Crees que puedes darme el número correcto ahora que nos
hemos hecho amigos?
Sonreí. —Por supuesto.
Hunter buscó en su bolsillo su celular y lo extendió hacia mí, pero
cuando fui a tomarlo, se aferró a mi mano. —Bésame una vez más.
Miré alrededor del hotel. Había gente dando vueltas en el vestíbulo,
incluso una familia con niños. —No estoy segura de que nuestro beso sea lo
suficientemente calificado para el vestíbulo.
Como si estuviera en connivencia con el hombre, el ascensor sonó,
anunciando su llegada. Hunter me tomó de la mano y me llevó adentro.
Presionó el botón para cerrar las puertas y tiró de mí para acercarme. —
Ahora tenemos privacidad. ¿Qué piso?
—Quince. Pero no voy a...
El resto de mi frase se tragó en un beso cuando Hunter plantó su boca
sobre la mía. Tal vez la tercera es la vencida, o tal vez era consciente de que
el viaje en ascensor no duraría mucho e, inconscientemente, no quería
perder ni un segundo, pero no me molesté en intentar luchar contra él. Me
abrí para él y mi cuerpo se fundió con el suyo en el momento en que su
ansiosa lengua encontró la mía. La electricidad que estuvo zumbando entre
nosotros desde el primer beso se encendió como si se hubiera encendido un
interruptor de doscientos veinte voltios. Hunter agarró mis muñecas y las
sostuvo detrás de mi espalda, lo que solo hizo que mi necesidad de tocarlo
fuera aún más desesperada.
Cuando el beso se rompió, me sentía confundida. Mi corazón se
aceleró, mi respiración era desigual e irregular y las puertas del ascensor que
había visto cerca ahora se hallaban abiertas de nuevo. Aparentemente
subimos quince pisos y no sentí nada. Hunter se arrodilló y levantó su celular
del suelo. Lo dejé caer sin siquiera darme cuenta. Eso parecía ser algo
común cuando me besaba; mi capacidad de enfocarme en algo más que
el beso desaparecía.
Me tendió el teléfono y se aclaró la garganta, aunque su voz era aún
ronca cuando habló. —Si quieres que sea un caballero y me quede en este
ascensor, ingresa tu número. De lo contrario, iremos a tu habitación hasta
que me lo des.
Lo tomé y asentí, aún incapaz de encontrar mi voz. Antes de ese beso,
72 tenía toda la intención de darle a Hunter mi número de teléfono. ¿Cuál era
el daño? Vivía a cuatro mil kilómetros de distancia y estaba realmente
segura de que no era un asesino en serie. Además, ahora teníamos un
regalo anual para coordinar para nuestra dulce Caroline. Pero mi corazón
aún acelerado me recordó que era un hombre con el que debería minimizar
el contacto. No existía una razón específica, pero sabía que era lo correcto.
Fue como cuando alguien lanza un golpe e instintivamente levanta las
manos para proteger su cara. El beso de Hunter envió mi cuerpo al modo
de autoprotección. Sonriéndome y observando su hermoso rostro una última
vez, le di siete dígitos a su teléfono y se lo devolví.
»¿Estás segura de que es el número correcto esta vez?
Mentí. —Sí. —Entonces prácticamente salí corriendo del ascensor—.
Buenas noches, Hunter. Feliz cumpleaños. Cuídate.
10
Hunter
Hace doce años
N
ueve horas en un autobús que huele a orina. Feliz cumpleaños
para mí.
La última vez que hice un viaje desde Berkeley a la Universidad
de California en Los Ángeles, había sido jodidamente miserable. El aire
acondicionado era una mierda durante una de las peores olas de calor que
sufrió California en una década. Pasado un mes, el calor del verano se
73 aplacó por el otoño, así que, al menos, la temperatura no causaba que el
olor ya apestoso se convierta en desagradable orina húmeda. Aun así, la
próxima vez tenía que llegar más temprano a la terminal, así no me sentaba
al lado de los sucios baños.
La única cosa buena de este viaje era que el asiento a mi lado iba
vacío. Y lo disfruté por completo, colocando mis carboncillos y cuadernos
de dibujo por todos lados. Sombreaba los ángulos de un dibujo a entregar
el lunes para mi clase de diseño escultural, cuando mi teléfono vibró en mi
bolsillo. Sonreí incluso antes de sacarlo, sabiendo que era ella.
El calor puede que haya bajado, pero las cosas apenas se
calentaban con mi Summer. Después de pasar horas en la fuente la tarde
que nos conocimos, ella tuvo que irse, sus padres la iban a llevar a pasar un
fin de semana en San Diego donde vivían. Intercambiamos números, y
terminé hablándole a las dos de la madrugada esa noche, después de
beber demasiadas cervezas con mi hermano y sus amigos. Incluso mis
mensajes borrachos que divagaban en lo hermosa que era, no la asustaron.
En las siguientes seis semanas, nos enviamos mensajes o hablábamos un par
de veces al día, charlando de cualquier mierda de la que normalmente no
hablaría. Pero, hace poco, mientras mi visita se acercaba, nuestros mensajes
se volvieron calientes y llenos de significado. Habíamos pasado de hablar
de lo idiota que era su padrastro, la muerte de mi madre y nuestros planes
para el futuro, a qué queríamos hacerle al otro cuando estuviéramos juntos
de nuevo.
Ingresé mi contraseña y su nuevo mensaje salió.
Summer: ¿Verdad o reto?
Sonreí. Considerado que me encontraba en un autobús, no existía
mucha opción. Además, parecía ser algo nuestro. Siempre elegía verdad.
Summer siempre elegía reto.
Hunter: Verdad.
Summer: Umm…. de acuerdo. Déjame pensar algo bueno.
Unos minutos más tarde, llegó otro mensaje.
Summer: ¿Qué es lo más asqueroso que le has hecho a una chica?
Sabía la respuesta sin siquiera esforzarme, aunque no estaba seguro
que le gustaría saberlo. Le respondí.
Hunter: ¿Segura que quieres la verdad de esto? ¿Qué tal si te
repugna?
Summer: Ahora estoy completamente intrigada y necesito saber…
74 Reí. De acuerdo, tú lo pediste.
Hunter: Una vez, chupé los dedos de los pies de una chica. Debería
añadir que recién salía de la ducha, así que estaban limpios.
Summer: ¿Te gusta hacer eso?
Hunter: Para nada.
Summer: ¿Solo querías intentar?
Hunter: No. Ella me lo pidió.
Summer: Umm…
¿Qué significaba eso? Umm…
Hunter: ¿Te dio asco?
Summer: En absoluto. Lo opuesto. Creo que es sexy que hagas algo
que no te gusta solo para complacer a tu pareja.
Quería demostrar mi dedicación en complacerla de la peor manera.
Hunter: Tu turno. ¿Verdad o reto?
Contestó de inmediato.
Summer: Reto.
Sabía lo que quería. Demonios, tenía una dureza creciendo en mis
pantalones de solo pensar en lo que quería retarla. Pero, no quería ser un
idiota y escribir envía fotos desnuda. Así que, fui por lo ligero, arrojando el
balón en su esquina.
Hunter: Envíame una foto sexy.
Mi teléfono quedó en silencio después de eso por unos buenos diez
minutos. Había empezado a preocuparme que la hice molestar, cuando
vibró de nuevo.
Summer: Usa tus manos para cubrir el celular, así los pervertidos del
autobús no ven sobre tu hombro.
Joder, sí.
Unos segundos más tarde, una foto iluminó mi pantalla, Summer
completamente desnuda, incluso si no podía verlo todo. Se encontraba
arrodillada a un lado con sus piernas cerradas, y un brazo posicionado sobre
su pecho así cubría sus pechos, excepto que dejó su índice y dedo medio
abiertos completamente, por lo que su pezón izquierdo estaba a vista
completa. Como si no fuera la cosa más sexy que había visto, su rostro fue
la cereza del postre. Su cabeza se inclinaba hacia abajo algo tímida, pero
sus labios lucían separados e hinchados mientras miraba a la cámara bajo
sus gruesas pestañas.
76
11
Natalia
Traducido por Claudiavero
D
esde que regresé de California, me he perdido tres cenas de
domingo en casa de mi madre y ahora llegaba tarde a la
cuarta dado que nuestro tren no se había movido en quince
minutos.
—¿Por qué no simplemente agarramos tu auto, o aún mejor, un taxi
hacia Howard Beach como siempre hacíamos cuando papá venía?
Isabella era una chica inteligente. Conocía la respuesta.
77
—Porque manejar desde la ciudad a Howard Beach demora toda
una vida en el tráfico, y en taxi, el viaje de ida y vuelta, cuesta unos ciento
quince dólares. El tren es más rápido y cuesta apenas tres dólares cada
viaje.
Arrugó su pequeña nariz descarada en el aire.
—Cuando era niña no iba a ser pobre.
—No somos pobres.
—Entonces ¿Por qué estamos atrapadas en este cajón metálico de
sudor en vez de estar en un taxi con aire acondicionado?
—Porque no malgastamos el dinero. Tomamos decisiones acertadas
sobre cómo usarlo. —Señalé sus puesto con mi barbilla— Sabes, como en
esos Nike’s de ciento cuarenta que acabo de comprarte. Ahí está tu taxi.
Puso los ojos en blanco, pero dejó de quejarse. Unos minutos más
tarde, el tren finalmente comenzó a moverse nuevamente. Justo a tiempo,
por cierto. No soy claustrofóbica ni nada por el estilo, pero el calor opresivo
me hizo sentir como si estuviera atrapada dentro de una bolsita envasada
al vacío.
La casa de mamá quedaba a quince minutos a pie desde el tren.
Vivía en la misma casa de ladrillo bifamiliar en la que vivíamos cuando
éramos niñas, solo que, en vez de tener un inquilino para ayudar a pagar el
alquiler en el piso de arriba, ahora mi hermana mayor y su familia ocupaban
el espacio. Se mudaron allí hace dos años cuando tuvo a su segundo bebé,
para que mamá pudiera ayudar con los niños.
El olor a salsa flotaba en el aire cuando doblamos la esquina hacia la
calle de mi madre. Por supuesto, esto era Howard Beach, por lo que casi
todas las casas de ladrillos del barrio tenían una salsa italiana para la familia,
o salsa, como la mayoría de ellos lo llamaban. Pero realmente pude
identificar el olor de la salsa de mi madre. Mi boca salivaba mientras nos
acercábamos.
Usé mi llave para entrar.
—¡Llegamos! Lamento llegar tarde.
Mi madre frunció cuatro dedos mientras hablaba.
—La pasta va a estar sobre cocida. —Besó mis dos mejillas y luego se
acercó a Izzy—. Has crecido aún más en las últimas semanas. Ahora tienes
más espacio para las albóndigas. Ven. Puedes lamer las cucharas del pastel
que acabo de hacer antes de poner la mesa.
Las seguí a las dos al ojo de la tormenta, también conocida como la
78 cocina. Mis dos sobrinos se encontraban en sillas altas, el niño de un año
lloraba y la niña de dos años golpeaba una cuchara contra su bandeja de
plástico mientras gritaba “Ma Ma Ma Ma” sin parar. Mi hermana Alegra gritó
un hola mientras pasaba la salsa de una olla gigante a un cuenco gigante.
Mi hermana Nicola gritaba mierda mientras sacaba pan del horno; al
parecer, se quemó. Y mamá comenzó a regañarla en italiano por su
lenguaje.
Sí. Extrañaba las cenas de los domingos por la noche.
Saltando, agarré vasos y servilletas y comencé a poner la mesa del
comedor. Cuando volví a la cocina para agarrar los platos, sonó el timbre.
—¿Francesca recordará alguna vez traer su llave?
—Tu hermana no viene. Está en Jersey el fin de semana, en la costa,
—murmuró mamá—. Espero que haya llevado protector solar.
—Bueno, eso hace que poner la mesa sea mucho más fácil. —Mi
hermana Francesca tenía una serie de comportamientos obsesivo-
compulsivos, uno de ellos era la simetría y el orden. Le tomaba más de una
hora arreglar la mesa después de que alguien más la preparara los
domingos. Al crecer, compartí una habitación con ella, que fue la forma en
que me interesé en la terapia cognitiva conductual, no es que me dejara
trabajar con ella o incluso ir a ver a un terapeuta diferente.
El timbre sonó de nuevo.
—Natalia, ve a abrir la puerta.
—¿Por qué? Probablemente sea solo alguien que quiera salvar
nuestras almas. —Me volví hacia Alegra—. Pensándolo bien, probablemente
deberías hacerlo entrar. Tu alma necesita salvarse, mujerzuela.
Mamá gruñó.
—Ve a atender la puerta, Natalia. Ese es nuestro invitado. No lo dejes
esperando.
—¿Nuestro invitado?
—¡Ve! Y cepíllate el cabello antes de contestar la puerta.
Negué con la cabeza, pero me dirigí a la puerta de todos modos. Si
Bella Rossi decía salta...
La mirilla era tan malditamente alta que tuve que ponerme de
puntillas y estirar el cuello hacia el cielo. Un hombre se hallaba parado en el
escalón superior de la escalinata, frente a la calle. Desde atrás, se veía
malditamente bien con sus jeans. Tal vez debería haber arreglado mi
cabello para el Testigo de Jehová después de todo. Espera ¿Los testigos de
Jehová tienen relaciones sexuales prematrimoniales? Sonrío. Realmente
necesito echar un polvo. Estoy mirando al religioso que se halla parado en
79 el porche junto a la estatua de la Virgen María en la casa de mi madre.
Con una sonrisa todavía en mi rostro, abrí la puerta.
—¿Puedo ayudarte?
El hombre se giró, y mi respiración quedó atrapada en mi garganta.
Parpadeé un par de veces, pero el rostro frente a mí no cambió, un rostro
hermoso con una sonrisa que lentamente se curvaba en algo perverso.
»¿Qué... qué haces aquí?
—Tu madre me invitó a cenar.
Había olvidado el número que marqué en su teléfono cuando lo vi por
última vez en California hace un mes. —¿Mi madre?
—Sí. Accidentalmente me diste el número de Bella en lugar del tuyo,
¿recuerdas?
Oh. Mi. Dios. Voy a matar a mi madre. Le di a Hunter el número como
una broma, pensando que tomaría la no tan sutil pista. Y si no, estaba segura
de que mamá lo enviaría corriendo en la otra dirección. No podía hablar
con un solo hombre durante tres minutos sin mencionar que su hija Natalia
necesitaba un marido y bebés.
Me encontraba completamente desconcertada de ver a Hunter
parado en la puerta de mi madre.
—Mi madre te invitó, ¿y viajaste al otro lado del país para probar su
salsa?
—Tenía negocios en Nueva York esta semana, y Bella pensó que sería
bueno para nosotros volver a vernos. Pensé que, ya que estaba aquí, te
daría la oportunidad de corregir tu error al darme el número equivocado.
Otra vez.
—Creo que podrías estar un poco loco.
Mi madre me sobresaltó cuando abrió la puerta que cerré
parcialmente detrás de mí.
—Ah, debes ser Hunter. —Dio un paso adelante y le besó ambas
mejillas—. Mucho gusto. ¿Por qué sigues parado afuera? ¿La grosera de mi
hija se olvidó de sus modales? Adelante. Adelante.
No me había movido desde que abrí la puerta. Hunter me rodeó
dentro de la casa, deteniéndose al pasar. Se inclinó y me besó en la mejilla,
luego me susurró al oído—: Voy a querer un apropiado beso de bienvenida
más tarde.
***
80
Todavía no podía creer que Hunter estuviera en Nueva York, mucho
menos sentado a la cabecera de la mesa del comedor de mi madre. Todas
las manos se unieron y nuestras cabezas se inclinaron para dar gracias, lo
que me dio la oportunidad perfecta para mirarlo sin ser atrapada. Dios, era
tan malditamente guapo. Peligrosamente. Mientras mi madre le rezaba a la
Santa Madre María, me encontré pensando en lo que sería estar debajo de
este hombre. Bella pasaría una semana en la iglesia orando por mi alma si
supiera los pensamientos que tenía durante su oración.
Aposté a que follaba duro y era atento en la cama.
Inconscientemente, mi lengua recorrió mi labio inferior mientras mil
pensamientos sucios inundaron mi mente. Por supuesto, Hunter eligió ese
momento para abrir los ojos y mirar hacia mí. Una sonrisa de niño cruzó su
rostro mientras nuestros ojos se bloqueaban. Dios, mi estómago revoloteaba
como el de una adolescente.
Volví a cerrar los ojos por el resto de la gracia, lo cual no fue una tarea
fácil. Tal como la primera vez que estuvimos juntos, me sorprendió que un
hombre tuviera un efecto tan visceral en mí, muchas como las que sentí al
principio con Garrett. Esa idea era mejor que una ducha fría. Al menos mi ex
marido todavía era bueno para algo.
Pasaron menos de dos minutos después de la oración para que las
mujeres Rossi comenzaran la inquisición. Hunter no tenía idea de en qué se
metía al sentarse en una mesa con siete mujeres Rossi y una adolescente
con mala actitud.
—Entonces, Hunter, ¿cómo se conocieron tú y mi hermana?
—En la boda de Derek y Anna.
Mi madre intervino.
—Hunter atrapó la liga, y Nat el ramo. ¿No es romántico?
Una habitación llena de awwws sobrevino.
Mamá agregó—: Hunter tiene un título en arquitectura. Hace
construcción comercial. —Parecía que mamá y Hunter pasaron mucho
tiempo hablando por teléfono. Por supuesto, mi madre probablemente
pensaba que estaba listo para darle nietos la próxima semana. Invitaría a
cenar a Jeffrey Dahmer8 si eso significaba que me casara de nuevo y tuviera
un bebé. Poco sabía ella que Hunter Delucia solo quería manchar a su hija.
—Suena muy romántico. —¿Mi hermana Alegra acaba de pestañear
81 y desvanecerse?
Izzy me miró.
—¿Sales con ese tipo?
—No.
—¿Porque no tienes una cita con ese idiota de Marcus esta semana?
Gracias por guardar mis secretos, chica.
—Ummm... Sí. Pero como dije, Hunter y yo no estamos saliendo. Sólo
somos amigos.
Hunter le sonrió a Izzy y le guiñó un ojo.
—Amigos que a veces se besan.
Mis ojos se abrieron de par en par. Izzy pareció encontrar divertida la
situación. Dejé mi servilleta y me puse de pie.
—Hunter, ¿puedo hablarte en la cocina por un momento?
Miró a mi madre antes de ponerse de pie.
—Por favor discúlpame por un momento, Bella.
***
Siete de un tiro
Recuerdo haber leído el cuento de hadas de los Hermanos Grimm, en
el que el gigante está impresionado porque cree que el sastre mató a siete
hombres de un solo golpe. El sastre no tenía nada que hacer con Hunter
83 Delucia, que encantó a siete mujeres Rossi y a una adolescente
descontenta en una sola cena. De acuerdo, tal vez fueron ocho Rossis,
incluyéndome a mí, pero ¿quién está contando?
Después de la cena, mis hermanas y mi madre miraron por las
ventanas delanteras para ver a Hunter jugar al baloncesto con Izzy en el
camino de entrada. Me senté en una silla al otro lado de la habitación,
intentando fingir que no tenía ningún interés en mirar.
—Jesucristo, cada vez que lanza un salto, su camisa se sube. Espero
que le patee el culo a Izzy —dijo Alegra.
—No he visto una V así en... bueno, no creo haber visto una así en
persona. —Nicola se embelesó.
Mamá fue Equipo Hunter todo el tiempo.
—Es un hombre guapo. Pero lo invité a cenar sin siquiera verlo. Eso
debería decirte algo. Es tan atractivo por dentro como por fuera.
Me froté las sienes.
—¿Cuánto tiempo hablaste con él?
—El tiempo suficiente para saber que ha tenido una novia seria, su
madre murió cuando tenía diecisiete años, tuvo un hermano que murió
hace unos años, y sus aficiones son el buceo, el surf y la escalada en roca.
Mi mandíbula quedó abierta.
—¿Tenía un hermano que murió? ¿Escalada de roca?
—Sí, su nombre era Jayce. También es católico. No se ha confesado
en algunos años. Deberías trabajar para rectificar eso. Es bueno para el alma
pedirle perdón al Señor.
¿Por qué en el mundo apareció este hombre en la puerta de mi
madre? Cualquier otro hombre habría corrido tan rápido y tan lejos como
pudiese sin mirar atrás. En cambio, él no solo sobrevivió al interrogatorio de
mi madre, una mujer que debido a sus propias experiencias desconfiaba de
todos los hombres, sino que, tenía la sensación de que mi madre podría
haberse enamorado un poco del hombre.
Me puse de pie y caminé hacia la ventana donde todavía estaba
boquiabierta. De pie detrás de ella, puse una mano sobre su hombro.
—Él suena genial, mamá.
—Lo hace.
—Tienes mi bendición.
—Bueno. Espera. ¿Qué?
84 —Tienes mi bendición para salir con él. Sé que es unos años más joven
que tú, pero creo que ustedes dos serán una gran pareja.
Mis hermanas me sonrieron tras la espalda de mi madre.
Mamá en realidad se sonrojó.
—No estoy interesada en él por mí. ¡Quise decir para ti!
—Ajá. —Oculté mi sonrisa y le hice una mueca que decía sí, seguro.
—Natalia Valentina Rossi. Tienes que volver al mundo de las citas, y
este hombre ha volado todo el país para conocerte mejor.
—Tiene trabajo aquí, mamá. Viaja por trabajo, y esta vez su trabajo
está en Nueva York.
—No era en Nueva York. Pidió el proyecto para poder estar más cerca
de ti.
Me sorprendí. —¿Él te dijo eso?
Izzy entró por la puerta principal.
—¡Es mejor que mi entrenador!
¿Es... una sonrisa lo que veo en su rostro? El hombre no era solo un
encantador, era un maldito mago.
—Pero él no es tan bueno como yo, ¿verdad?
Hunter entró detrás de ella y cerró la puerta principal. Se veía
sudoroso, tan deliciosamente sudado.
—¿Juegas?
Izzy se burló.
—Cuando lanza un tiro libre, una de sus piernas sube como si fuera
Marilyn Monroe. Y hace unas semanas, anotó un gol.
Hunter frunció el ceño. —¿También juega fútbol?
—No, eso fue lo que dijo cuando milagrosamente hizo una canasta.
Empezó a saltar de un lado a otro gritando que marcó un gol.
—Me emocioné.
Izzy negó, pero la sonrisa nunca desapareció de su rostro.
—Invité a Hunter a ver mi juego el martes. Él va a mirar y decirme lo
que estoy haciendo mal, como solía hacer papá.
Miré a Hunter.
—Oh, ¿verdad?
—¿Te parece bien? —preguntó, luciendo sincero.
85 Izzy parecía tan emocionada que no podría decirle que no. Al menos
esa fue la razón que me di cuando no me opuse.
—Por supuesto. Es lindo de tu parte. Tengo planes después del juego,
pero puedo hacerlos un poco más tarde para quedarme para la
recapitulación.
El festival de embeleso por Hunter continuó durante el postre. Después
de que terminamos, cuando miré la hora en mi teléfono, me sorprendí de
descubrir que eran casi las diez. Normalmente salíamos de aquí a las ocho
porque Izzy tenía escuela por la mañana y el viaje en tren duraba más de
una hora.
—Se hace muy tarde. Será mejor que salgamos, Izzy.
Frunció el ceño. Pero luego un pensamiento le dio esperanza
momentánea.
—¿Qué tren tomas, Hunter?
—Manejé aquí. Pero me quedo en Manhattan. Puedo dejarlas en
casa de camino a mi subarrendamiento.
Dije—: No, gracias. —En el mismo momento que Izzy dijo—: Eso sería
genial.
Ambos me miraron con pucheros. Puse los ojos en blanco.
—Bien. El tráfico debería fluir a esta hora de todos modos.
El viaje en automóvil fue sorprendentemente silencioso. Izzy se puso los
auriculares en el asiento trasero y se durmió a los diez minutos de viaje,
probablemente aniquilada por jugar al baloncesto con Hunter durante
tanto tiempo. Hunter parecía perdido en sus pensamientos, y yo luchaba
con mis propios pensamientos mientras miraba por la ventana. Es decir,
aunque la idea de involucrarme con este hombre era muy tentadora, de
ninguna manera me sentía lista para una relación. También necesitaba
mantener mi enfoque en las cosas importantes: mi carrera y mi hijastra.
Mientras cruzábamos el puente de regreso a Manhattan, Hunter
rompió el cómodo silencio.
—Tu familia es genial.
Sabiendo que su madre y su hermano fallecieron, sentí sus palabras en
mi pecho, y me hizo apreciar lo que normalmente me molestaba.
—Sí, lo es. Pero no les digas que lo dije.
Hunter sonrió y habló en voz baja.
—Espero que no te moleste que venga al juego el martes por la noche.
Jugué básquet en la universidad. Ella es muy buena y no sabía cómo decirle
86 que no.
—No, en absoluto. Es muy dulce de tu parte.
Después de unos minutos más, dijo—: Esos planes que mencionaste
tener después del juego, ¿serían los mismos planes que Izzy mencionó en la
cena que involucran a un tipo llamado Marcus?
Asentí. —Exactamente.
—¿Primera cita?
—Segunda.
De nuevo se calló. Finalmente, dijo—: Pobre bastardo.
Mis cejas se bajaron.
—¿Qué? ¿Quién?
—Marcus. Probablemente tuvo una buena primera cita. No
entenderá por qué estás tan distante en la segunda y nunca aceptarás una
tercera. Pensará que hizo algo mal.
—¿De qué hablas?
Hunter se encogió de hombros. —Estarás ocupada pensando en mí
en tu cita del martes por la noche. El pobre bastardo ni siquiera sabrá qué lo
golpeó.
—Estás tan lleno de ti mismo.
Aunque Izzy dormía con los auriculares puestos, se inclinó para
susurrar—: Tal vez. Pero pronto tú también estarás llena de mí.
87
12
Natalia
Traducido por EstherMaslow
P
asé una cantidad ridícula de tiempo preparándome así me vería
bien para mi cita después del partido de esta noche. No tenía
nada que ver con el hombre que iba a estar en el partido.
Repito, nada que ver con Hunter Delucia.
Marcus era un gran tipo. Buen trabajo; era un desarrollador web para
una empresa de servicios públicos local prominente. Abrió cortésmente la
puerta de mi auto y me movió mi asiento en la cena en nuestra primera cita.
88 Buena apariencia, estatura mediana, complexión media, tal vez nueve
kilogramos para perder. Pero, ¿quién no tenía nueve más que perder
cuando llegaba a los treinta y tantos?
Odiaba que la respuesta a esa pregunta viniera como una forma
visual demasiado disponible en mi mente. Hunter no tenía nueve extra que
perder, ése es quien.
Me miré por última vez en el espejo. Mi falda roja era del más brillante
de los rojos. No era corta, sin embargo lograba ser sexy por la forma en que
abrazaba mis curvas sin ser apretada como la de una zorra. La combiné con
una simple blusa negra abotonada que tenía mangas femeninas con
capucha y un par de sandalias que tenían tacones, pero no eran muy
inapropiadas para asistir a un partido de baloncesto de la escuela
secundaria antes de mi cita.
Cuando llegué al gimnasio de la escuela de Izzy, el juego aún no
había empezado, pero Hunter ya se hallaba sentado en las gradas. Se puso
de pie cuando fui a reunirme con él y me acercó para un inocente beso en
la mejilla. Aunque no existía nada inocente en lo que sentía cuando me
acercaba a este hombre.
—Te ves preciosa.
—Gracias.
Hunter refunfuñó—: Pobre bastardo.
Me reí y nos sentamos mientras las chicas corrían desde el vestuario.
Izzy era la tercera en la fila.
—Es la única estudiante de segundo año del equipo universitario y ya
es una de las más altas.
—¿Sus padres son altos?
—Su padre mide uno ochenta y su madre medía uno setenta.
—¿Medía?
—Murió hace unos años.
—Guau. Eso es duro. Papá en prisión y mamá murió joven. Tiene suerte
de tenerte a ti.
—La mayoría de los días no lo ve así.
—Tiene quince años. Ve lo que quiere ver para justificar la melancolía.
No digo que lo que le pasó sea fácil, pero las adolescentes encontrarán una
razón para hacerlo aunque no la haya.
—Suena como si estuvieras hablando por experiencia.
—Después de que mi madre murió, me mudé con mi tío Joe y su
esposa, Elizabeth. Era mucho más joven que mi madre, así que al crecer se
89 sentía más como un primo mayor que un tío. Nos llevábamos muy bien, pero
él y su hija, esa era una historia completamente diferente. Cuando Cara
tenía la edad de Izzy, era una gran molestia. Su vida era perfecta. Tenía
padres felizmente casados. Papá era médico. Mamá se quedó en casa
para criarla. Era inteligente y guapa: tenía los mejores genes de ambos
padres. Sin embargo, encontró una razón para gruñirles a diario. Nunca
entendí por qué demonios se sentía tan enojada. Habría dado cualquier
cosa por estar en su lugar. Ahora tiene veinticuatro años. Creció y ahora nos
reímos de eso todo el tiempo.
—No estoy segura de que lleguemos al lugar donde miremos hacia
atrás y nos riamos de estos años. Pero entiendo lo que dices.
—¿Cuánto tiempo estará lejos su padre?
—Unos meses más. Hizo un trato ridículo al testificar contra un
regulador federal que sobornó y obtuvo treinta meses en lugar de los treinta
años que se merecía.
—¿Qué pasará cuando salga? ¿Izzy se va a vivir con él?
—No lo sé. Supongo que sí, pero no hemos empezado a hablar de
ello. Ahora lo estamos tomando un día a la vez.
El locutor llamó a la alineación inicial. Hunter y yo nos pusimos de pie
y aplaudimos cuando llamaron a Izzy. Miró hacia las gradas y nos sonrió a
medias, antes de que sus ojos se movieran un par de filas hacia arriba, y de
repente la breve sonrisa que nos dio se convirtió en una radiante mientras
saludaba a alguien más. Tanto Hunter como yo seguimos su línea de visión
a un chico alto de descendencia india sentado solo en la fila superior.
—¿Quién es ese? —Hunter señalo con un pulgar hacia la grada
superior cuando nos dimos la vuelta. Sólo lo vi una vez, pero tenía un tono
protector en su voz.
Suspiré. —Debe ser Yakshit.
Sus cejas se elevaron. —¿Perdón?
—El chico del que está enamorada. Se llama Yakshit.
Hunter negó con la cabeza y refunfuñó—: Otro pobre bastardo.
***
—Acertaste el sesenta por ciento de tus tiros libres —le dijo Hunter a
Izzy—. Tienes una gran oportunidad. Pero definitivamente puedes hacerlo
mejor. Mueves el balón con el pulgar en la mano guía mientras lanzas, lo
90 que hace que se vaya a la izquierda.
—El entrenador dijo lo mismo.
—¿Has intentado apretar el pulgar y el índice de tu mano guía?
—Lo he intentado, pero lo olvido cuando estoy en un juego.
—Necesitas una correa de tiro. De vuelta a lo básico. Una cinta J-strap
y al menos cincuenta tiros libres extras un día después de la práctica hasta
que lo hagas automáticamente sin la correa puesta en pocas semanas.
Puedo conseguirte una.
—¡Está bien! ¿Qué más?
Miré la hora en mi teléfono, eran casi las siete y media. Caminamos a
la vuelta de la esquina hasta una cafetería después del partido para que
Hunter pudiera darle a Izzy sus pensamientos. Pero el partido se retrasó y
Hunter tuvo que disculparse para una llamada de negocios que tardó cerca
de media hora cuando llegamos. Ahora, sólo tenía media hora antes de mi
cita y me llevaría demasiado tiempo llevar a Izzy a casa e ir a donde se
suponía que me encontraría con Marcus.
Hunter me pilló mirando el reloj y me sonrió. No lo dejaría sentado
afuera media hora sin tener a nadie con quien hablar.
—Discúlpame un minuto. Tengo que hacer una llamada —dije.
Salí y retrasé la cita con Marcus a las ocho y media con una disculpa.
Eso la acortaba, porque no me gustaba dejar a Izzy sola por la noche
durante mucho tiempo y siempre me gustaba volver a casa a las diez de la
noche. Podría haberlo pospuesto, pero me negué a darle a Hunter esa
satisfacción.
Cuando volví a la mesa, Hunter se puso en pie. —¿Te estamos
impidiendo tu cita?
Le mostré una sonrisa dulce. —No, lo retrasé media hora.
Hunter e Izzy volvieron a hablar de baloncesto mientras me sentaba.
—Cuando estés disparando desde un largo alcance, a tres puntos de
distancia, deberías soltar el codo para tener más potencia detrás de tu
disparo
—Pensé que lo hacía.
—No lo suficiente. También te inclinas hacia delante. Déjame
mostrarte. —Se levantó y extendió su mano—. ¿Natalia?
A regañadientes puse mi mano en la suya. Me ayudó a salir de la
cabina y me dio la vuelta, así que mi espalda miraba hacia él. Agarrando
mi cadera con una mano, usó la otra para controlar mi brazo. Yo era
91 esencialmente su marioneta.
»Estás liberando aquí. —Detuvo mi mano sobre mi cabeza.
Sin darme cuenta, me incliné hacia delante, siguiendo mi mano
extendida. Hunter pasó sus dedos por mi costado delineando el arco que
formó mi torso. Escalofríos por todas partes.
»¿Ves cómo se agacha naturalmente aquí? Ahora mira su postura
cuando lo suelte antes.
Volvió a controlar mis brazos para imitar el lanzamiento de una pelota,
pero me paró la mano un poco más abajo para una liberación simulada.
Otra vez, me pasó la mano por el costado. Sólo que esta vez, fue más lento.
Izzy se veía tan entusiasmada con el conocimiento y los consejos que él
compartía, que no parecía ver otra cosa que la consejería de lanzamientos.
Pero, Dios, lo sentí.
»¿Ves? Sin arco. —dijo mientras su mano llegaba a mi cadera—.
¿Cuándo es tu próximo partido? —preguntó mientras nos sentábamos.
—Jueves por la noche.
—Lo siento, no podré llegar a ese. ¿Qué tal después de eso?
—Tenemos un partido el sábado por la mañana. Pero es un partido
fuera de casa en Westchester.
—Trabaja en lo que hablamos. Estaré en ese.
La cara de Izzy se iluminó. —De acuerdo.
Para cuando pagamos la cuenta, lo que el entrenador Delucia se
negó a dejarme hacer, ya iba a llegar tarde (otra vez) para mi cita.
Izzy empezó a mandar mensajes de texto en su teléfono en cuanto
salimos a la calle.
Me volví hacia Hunter. — Entonces, ¿te veré el sábado?
—Te recogeré. Podemos irnos juntos.
Dije que sí sólo porque no me gustaba cruzar puentes. Claro que lo
hiciste.
—Izzy, di buenas noches y dale las gracias a Hunter.
Levantó la vista de sus mensajes de texto durante dos segundos y le
dio una sonrisa genuina. —Gracias y buenas noches, Hunter.
—De nada.
Izzy inmediatamente devolvió su atención a su celular.
—Buenas noches, Natalia.
92 Renuncié a corregirlo y decirle que prefería que me llamaran Nat.
Pero, ¿por qué la forma en que decía mi nombre sonaba tan decadente?
Me aclaré la garganta. —Buenas noches, Hunter.
Agarró mi cadera y se inclinó para besarme en la mejilla. Su cabeza
permanecía cerca de mi oreja. —No duermas con tu cita para tratar de
sacarme de tu cabeza. De todos modos, no funcionará.
13
Natalia
Traducido por Bella’
—L
o siento. ¿Qué has dicho? —Dios, quería pegarle a
Hunter. Esto fue completamente su culpa.
Marcus arrugó la frente. Éramos sólo nosotros dos en una
mesa tranquila en la parte trasera de un buen restaurante, un restaurante
caro. Sin embargo, todavía no era capaz de mantener mi atención.
—Te pregunté si querías ir a una galería de arte el domingo por la
tarde.
93
—Oh. Lo siento. Hoy ha sido un largo día de trabajo y tengo un
paciente en la cabeza —le mentí—. Umm... seguro. Eso suena bien.
Tristemente, no quería ir a una galería de arte el domingo. Dije que sí
porque necesitaba algo que bloqueara el camino de Hunter. Marcus era
ese obstáculo.
No importaba lo bueno que fuera y cuánto quería sentirme atraída
por Marcus, no me atraía. Estar con Hunter hace una hora era un
recordatorio no tan sutil de cómo se sentía la atracción. No puedes forzar
que exista la química más de lo que puedes negar que está presente. Por
otra parte, la química no era todo lo que estaba resquebrajado. La química
es lo que une a la gente. No es lo que los mantiene juntos. Confianza, respeto
y compatibilidad son el pegamento que mantiene a una pareja unida. Tenía
toda la química del mundo con mi ex marido, pero al final no importaba el
pegamento.
Marcus se estiró a través de la mesa y tomó mi mano.
—No suenes tan emocionada por eso —bromeó.
—Lo siento. Estoy teniendo un mal día. No eres tú. Realmente. No lo es.
Nos ató los dedos.
—¿Cómo estuvo el juego de tu hijastra?
—Ganaron en horas extras.
—Fue muy amable de parte del entrenador dar su opinión después.
Debe ser dedicado. —Mencioné que iba a llegar tarde porque Izzy se
encontraba recibiendo algunos consejos de entrenamiento.
—Oh, no era su entrenador. Era Hunter, es amigo de un amigo.
—¿El tipo de California?
Mis cejas bajaron.
—Sí. Está aquí un tiempo por negocios. ¿Cómo sabías que era de
California?
—Lo mencionaste en nuestra primera cita.
—¿Lo hice?
Asintió.
—Unas cuantas veces. Cuando hablaste de tu viaje.
—Oh. —Sentí la necesidad de explicarme ahora—. Jugaba
baloncesto universitario, así que vino al partido para observar y darle
algunos consejos.
94 Por el resto de la cita, trabajé para estar presente. Marcus no merecía
mi atención a medias.
Al final de la noche, fuera de mi edificio de apartamentos, me tomó
de las manos. Insistió en llevarme a casa.
—Sé que tienes que ir a casa con Izzy, pero quizá el domingo después
de la galería de arte, pueda hacerte algo de cena en mi casa.
Tercera cita. A pesar de que estaba sexualmente privada y había
empezado hasta la fecha a remediar esa situación, no me sentía lista para
tener sexo con Marcus.
—Voy a casa de mi madre los domingos por la noche a cenar. Todas
mis hermanas van.
Su sonrisa se marchitó.
—En otro momento, tal vez.
—Claro.
Se inclinó y me besó. Cuando sucedió, me concentré en la mecánica
del beso. Casi como si necesitara pensar qué hacer con mi lengua, mis
labios, incluso mis manos. Era exactamente lo opuesto a un beso con Hunter.
Con él, no podía pensar. La pasión cruda se adueñaba de mí, y yo no tenía
ningún control. El beso de Marcus fue... bonito. Agradable.
Definitivamente no jadeaba cuando se rompió.
—¿Nos vemos el domingo?
—El domingo entonces. —Dios, me sentí incómoda y no podía esperar
a esconderme en mi apartamento—. Gracias de nuevo por la cena.
Llamé a la puerta del apartamento de la Sra. Whitman al otro lado del
pasillo para hacerle saber que llegué a casa. Izzy tenía quince años, más
allá de la edad aceptable en que se sentía abandonada sin una niñera.
Pero le pedí a la vecina que la vigilara cuando salía.
Izzy se hallaba profundamente dormida en el sofá con la TV sonando
cuando entré. En vez de despertarla, la cubrí con una manta. Su portátil
estaba abierta, así que fui a cerrarla, pero cuando la moví, el salvapantallas
se apagó, y lo último en lo que debió estar trabajando apareció. Era el
resultado de una búsqueda en Google del nombre de su padre.
La vi haciéndolo unas cuantas veces después de que lo arrestaron. En
ese momento, pensé que era natural que tuviera curiosidad por saber qué
se decía de él. Pero esto fue más de dos años después. Me hizo darme
cuenta de que la presencia de Hunter esta noche probablemente la hizo
extrañarlo. Por mucho que me mintió y me ocultó cosas, fue un buen padre
para Izzy. Nunca se perdió un partido, y solían jugar baloncesto a menudo
juntos.
95 Suspiré y apagué el portátil antes de apagar el televisor. ¿Por qué los
hombres de mi vida tenían que ser tan difíciles?
***
***
—¿Cómo estuvo tu cita de anoche? —Hunter me miró de reojo antes
de volver sus ojos al camino. Estábamos sentados en el tráfico del puente
camino al norte para el partido.
—Fue maravillosa.
Se rio entre dientes.
»¿Qué?
—Eres una mentirosa de mierda.
—¿De qué hablas? No soy una mentirosa.
—Te quitas la pelusa imaginaria de la ropa cuando mientes. Lo hiciste
cuando dijiste que tu cita fue maravillosa.
—Estás loco de remate.
Se encogió de hombros.
—Si tú lo dices.
Pasaron unos minutos de incómodo silencio antes de que volviera a
hablar.
»¿Volviste a su casa?
98 —Eso no es asunto tuyo.
—¿Quieres saber lo que pienso?
—En realidad no, no.
—Creo que le diste un beso de buenas noches, pero lo comparaste
con nuestro beso y te diste cuenta de que no quieres a este tipo.
Mi mirada se estrechó.
—Tuvimos sexo, y no pensé en ti ni una vez.
—¿En serio? —Me miró.
—En serio —dije. Volteé mi cabeza hacia la ventana para mantener
mi cara acalorada de su vista.
Hunter se inclinó y entró en mi espacio personal mientras conducía.
—¿Qué haces con tu mano izquierda ahora mismo?
Me congelé. Recogía pelusa imaginaria de mis pantalones vaqueros.
No teniendo ninguna respuesta a que me atraparan mintiendo,
simplemente le fruncí el ceño.
Se regocijó con una sonrisa en mi dirección.
Después de unos minutos, suspiró.
»Déjame llevarte a cenar esta noche.
Lo ignoré.
»¿Tomaste la liga que capté en la boda de Anna y Derek? No pude
encontrarla cuando salí de mi habitación de hotel.
—No. No la vi.
—Maldición. Realmente quería quedármela.
Hunter volvió a cambiar de tema. Tenía una mente de una sola pista.
»Entonces... ¿qué dices? Déjame llevarte a cenar esta noche.
—No.
—¿Dejarás que el pobre bastardo al que ni siquiera te gusta besar te
lleve a cenar, pero no me dejarás que te lleve?
Asentí con la cabeza.
—Así es.
—Me atraes. Te atraigo. No lo entiendo.
Decidí ser honesta y no filtrar mi respuesta.
—Cuando tenía doce años, volví a casa temprano de la escuela.
Tuvimos un medio día para reuniones de padres y maestros. Mi mamá tenía
99 un calendario en el refrigerador con todos nuestros horarios y actividades.
Con cuatro chicas, había garabatos la mayoría de los días. Pero ese día en
particular, mamá olvidó escribir que teníamos un día corto. Mis dos padres
trabajaban, y yo era una niña muy especial, así que volví a casa de la
escuela y entré. Había ruido viniendo de la habitación de mi madre, así que
pensé que dejó la TV encendida como a veces lo hacía. Fui a apagarlo y
me topé con mi padre teniendo sexo con una de las buenas amigas de mi
madre.
—Mierda. Lo siento.
—Mi padre me rogó que no se lo dijera a mi madre, jurando que era
la única vez. Dijo que si le decía le rompería el corazón, rompería la familia.
—Eso es una mierda. Debió haber sido él quien se lo hubiera dicho, no
haberte puesto eso a ti.
—Sí. Ahora lo sé.
—¿Se lo dijiste?
—No por unas semanas. Una noche la mujer estaba arriba, y vi la
forma en que mi padre la miraba. No podía dejar que mi madre fuera
humillada así. Sabía que no había cometido un error de una sola vez,
aunque apenas tenía doce años. Cuando finalmente se lo dije, él lo admitió
y dijo que estaba enamorado de su amiga. Papá se mudó y mamá entró en
un estado de depresión que duró mucho tiempo.
—A veces hacer lo correcto apesta.
Forcé una sonrisa.
—Sí. —Miré por la ventana, mirando pasar los árboles durante un
rato—. Mi esposo no me engañó, pero tampoco me dijo que la vida que
llevábamos se encontraba financiada por dinero que robó a clientes
confiados, o que estuvo haciendo una estafa durante años. Tampoco
mencionó que el ático en el que vivíamos se hallaba al borde de la
ejecución hipotecaria o que gastó una fortuna en deudas con tarjetas de
crédito a mi nombre. Tuve que mudarme dos semanas después de su
arresto, mi cuenta bancaria estaba sobregirada, y mi crédito era una
completa mierda porque él estuvo enviando las facturas de la tarjeta de
crédito a su oficina y no pagaba ninguna de ellas. Incluso tomando dinero
prestado de mi mamá, no pude conseguir un apartamento por mi cuenta
debido a mi mal crédito. Por suerte para mí, el mejor amigo de mi maravilloso
esposo me apoyó mucho y fue lo suficientemente amable como para
ayudarme a encontrar un lugar para vivir. A cambio de esa amabilidad,
pensó que debía acostarme con él.
100 —Los hombres de tu vida han sido una mierda. Lo entiendo.
—Sí. —Suspiré—. Definitivamente tengo problemas de confianza. Pero
es más que eso. No fui a la universidad como me hubiera gustado porque
no quería dejar a mi mamá sola. Nunca me pidió que hiciera eso. De hecho,
me presionó tanto como pudo para que me fuera. Cuando me casé con
Garrett, él quería una esposa que se quedara en casa aunque yo
empezaba mi carrera de terapia. Así que dejé mi trabajo por su culpa. Estoy
en un momento de mi vida en el que necesito concentrarme en mí. Me
encanta mi trabajo. Izzy necesita mi atención. No puedo involucrarme con
nadie, aunque me atraiga.
Hunter asintió con la cabeza, y pude ver por su perfil que parecía
decepcionado.
—Sólo hay una cosa que no entiendo.
—¿Qué es eso?
—¿Por qué salir con Marcus entonces?
—¿No me juzgarás si soy honesta?
—Nunca.
—Porque es un tipo muy agradable, y aunque no quiero estar
apegada a nadie, tampoco quiero ser célibe. No me preocupa perderme
en él. ¿Tiene eso sentido?
Llegamos a la escuela para el partido de Izzy. Hunter estacionó el auto
y se volvió para mirarme.
—Tiene mucho sentido. Todo eso. Aunque, vivo a cuatro mil kilómetros
de distancia, y definitivamente tampoco estoy buscando una relación. Igual
que tú tienes tu equipaje, yo tengo el mío. Sólo estaré dos meses en la
ciudad. Podríamos estar de acuerdo en no ser célibes juntos, sólo sexo y
diversión, con una fecha de caducidad. Evitaría que te tiraras a un tipo que
no te atraiga, y podríamos perdernos en el dormitorio. —Me miró fijamente—
. Piénsalo. Sexo, no amor.
101
14
Hunter
Hace doce años
N
o tenía ningún interés genuino en la fiesta. Ni siquiera en la linda
pelirroja que usaba sus codos para que su enorme escote
resaltara cada vez que me hacía ojitos mientras hablábamos.
Pero Jayce me pidió que me quedara, por los menos hasta que la chica que
quería que conociera apareciera.
Mi hermano mayor no era el tipo de chico de ámalas y déjalas. Podía
102 contar con una mano la cantidad de novias que ha tenido, aunque
atraerlas nunca fue un problema. Jayce simplemente era del tipo serio. La
mayoría se debía al peso que tuvo que cargar sobre sus hombros los últimos
años antes de que mamá muriera. Se negó a vivir en el campus, incluso
teniendo todo pago, incluyendo habitación y comida. Después de que ella
murió, él aún quería quedarse en casa para asegurarse de que yo tuviera
un lugar el cual visitar por las vacaciones de la escuela. Nuestro tío tuvo que
obligarlo a vivir en el campus y tratar de divertirse.
—¿Quieres otra cerveza? —me gritó Jayce del otro lado de la cocina.
Las otras personas jugaban ping pong de cerveza entre nosotros.
Moví de lado a lado la lata. Ya que había bebido tan lento, todavía
quedaba la mitad.
—Estoy bien. Gracias.
Sonrió.
—Debilucho.
Jayce regresó a mi lado y se inclinó en el mostrador de la cocina.
Siguió con la mirada la pelota de plástico rebotando frente a nosotros
mientras hablaba.
»¿Hablaste con Derek?
—Sí. Está armando un robot o alguna mierda que hacen ahí, en tierra
de genios. Espero que sea un robot mujer automática con la que pueda
ligar porque parece que no hace más que estudiar.
Mi hermano inclinó su cerveza hacia mí.
—Todo dará sus frutos algún día. Derek va a estar lleno de dinero, con
una esposa caliente que piensa que su trasero inteligente camina sobre
aguas. Ya verás.
Reí.
—Veremos.
—¿Qué tal van tus clases?
Siempre el hermano mayor.
—Bien. ¿Y tú?
—Fácil. Solo quedan las optativas, así que paso la mayoría del tiempo
dando tutorías a los de primer año por dinero.
Jayce conoció a la chica que le gustaba por las tutorías.
—¿Dinero? ¿Aún le cobras a Pearl? Deberías considerar otra forma de
pago a estar alturas —bromeé y bebí el resto de mi cerveza—. Por cierto,
103 ¿quién le pondría Pearl a una chica hace veinte años? Cada vez que dices
su nombre, te imagino follando a alguna anciana de cabello azul como la
señora Whitton que vivía al frente de casa.
Mi hermano negó y rio.
—Eres jodidamente enfermo. La señora Whitton tenía ochenta y cinco
y bastón. Pero, en realidad, Pearl es su segundo nombre. Probablemente por
su abuela o algo. Es solo que así la llama todo el mundo.
Uno de los compañeros de cuarto de mi hermano gritó del patio.
—Delucia, ven aquí. Necesitamos a alguien inteligente para resolver
algo.
Jayce chocó su cerveza contra la mía.
—No es difícil ser el inteligente con esta gente. Ya regreso.
Después que me salpicaran cerveza dos veces de los que jugaban
ping pong, decidí tomar aire fresco. Ya que el pario trasero estaba lleno, fui
al frente, pensando en revisar mi teléfono para ver si Summer ya se había ido
de la fiesta. Caminando al porche, dejé de buscar mi teléfono cuando vi a
dos chicas paseando por el césped.
Summer.
Caminaba con otra chica, concentrada en la conversación, cuando
levantó la mirada y nos miramos. Sus ojos se abrieron de par en par antes de
salir corriendo hacia el porche. La chica con la que estuvo hablando
parecía confundida por qué de repente quedó hablando sola a media
conversación.
Summer subió corriendo la escalera y saltó a mis brazos. Recordando,
ese puede que haya sigo el momento en que me enamoré de ella. Mi
corazón se sentía tan lleno de su reacción, sin mencionar que mis manos se
hallaban en todo su trasero espectacular. No nos habíamos besado el
primer día, simplemente nos sentamos en la fuente y hablamos por horas.
Luego pasamos las últimas seis semanas conociéndonos a un nivel que
nunca había explorado con una chica antes de dormir con ella. Demonios,
¿a quién engañaba? Nunca me molestaba en hacerlo después de dormir
con ellas. Después de un gran abrazo con largas piernas envueltas alrededor
de mí, incliné mi cabeza hacia atrás y miré fijamente a mi chica. Ni siquiera
estaba seguro cuándo comencé a considerarla mi chica, pero lo era. Labios
carnosos y sonrientes me invitaban a saborearlos. Acunando sus mejillas
suaves en mis manos, acerqué mis labios a los suyos. La fiesta alrededor se
disipó mientras me devolvía el beso, empujando sus pechos llenos contra mi
pecho.
104 No tenía idea cuánto duró, pero pasado el tiempo, el sonido de
alguien aclarándose la garganta nos regresó a la realidad. Ambos sonreímos
como idiotas al otro cuando rompimos el beso. Pasé mi pulgar por su labio
inferior para limpiar algo de brillo labial.
—Umm… ¿se conocen o es uno de tus estúpidos retos?
Summer sonrió.
—Hunter, aquí presente, eligió verdad la primera vez que le pregunté.
Y, a decir verdad, siempre lo hacía desde entonces.
Su amiga negó.
—Tú y tus pruebas. Los dejaré regresar a lo que hacían. Buscaré algo
mejor que cerveza de mal gusto y barata para beber.
—De acuerdo. Gracias. Nos encontramos dentro en un rato.
Cuando su amiga desapareció, le pregunté a qué se refirió con tú y
tus pruebas.
»Cuando estaba en octavo grado, un par de chicos me preguntaron
si quería jugar a verdad o reto. Resultó que era su pequeño truco para
conseguir que las chicas hicieran cosas. Con el tiempo, una escogería reto
porque queríamos sonar geniales, y luego nos retarían a besarlos. Así que,
empecé a usar ese juego para deshacerme de chicos que solo se
encontraban interesados en una cosa.
—¿A qué te refieres?
—Si creo que un chico es lindo y tiene potencial, le pido que elija
verdad o reto. Si inmediatamente elije reto, es porque quiere que yo haga
lo mismo y elija reto, y luego me retará a hacer algo con él o a él, lo que
demuestra que está más interesado en tontear que realmente conocernos.
Su lógica parecía poco tradicional, pero supongo que tenía un punto.
Y mierda, me sentía aliviado de haber elegido verdad ese primer día.
—¿La mayoría de los chicos elijen reto?
—Casi todos. Bueno, no Gavin de mi clase de conservación de arte.
Eligió verdad. Pero me di cuenta que en realidad no contaba cuando unos
días después conocí a su novio. —Inclinó la cabeza y me sonrió—. No eres
gay, ¿verdad?
Su culo seguía en mis manos con sus piernas envueltas alrededor de
mi cintura. Respondí al apretar mis caderas contra ella así podía sentir mi
erección.
—¿Qué crees?
Summer rio. El sonido era malditamente increíble.
—¿Qué haces aquí, de todos modos? —pregunté—. Pensé que nos
105 íbamos a encontrar después de que fueras a tu fiesta.
—Iba a preguntarte lo mismo. ¿Ya fuiste a tu fiesta?
Fruncí el ceño. Señalé la casa.
—Esta es la fiesta a la que iba. ¿También tú?
Sonrió.
—Síp. Qué divertido. Dijiste que ibas a una fiesta de fraternidad, y dije
que iba a ir a una fiesta fuera del campus. No pensé en pensar que
hablábamos de una fiesta de fraternidad fuera del campus.
Mi mirada fue a sus labios.
—Quiero irme de aquí. Llevarte… no sé… a cualquier lugar, menos
aquí. Pero, mi hermano quiere que conozca a alguien.
—También tengo que conocer a alguien. Quizás podemos irnos
apenas terminemos.
—Definitivamente.
Por mucho que odié hacerlo, bajé a Summer al suelo. La casa estaba
llena de borrachos para esquivarlos mientras la llevaba en brazos. Tomé su
mano.
—Vamos. Déjame presentarte a Jayce. Quizás su chica ya llegó.
—Qué gracioso. El chico con el que me iba a encontrar también se
llama Jayce.
Algunas veces simplemente lo sabes. Como la primera vez que mamá
cayó. La ayudé a levantarse y le pregunté si estaba bien. Pero algo dentro
de mí sabía que no se cayó por coincidencia, incluso cuando afirmó lo
contrario.
Sabía la respuesta antes de que le preguntara a Summer.
—¿Por casualidad tu segundo nombre es Pearl?
Frunció su pequeña nariz.
—¿Cómo lo supiste?
106
15
Natalia
Traducido por claudiavero
A
penas podía concentrarme en el juego. Sexo, no amor. Esas
fueron exactamente las mismas palabras que Anna me dijo
acerca de tener una relación con Hunter. Los dos lo hacían
sonar tan simple. Tal vez lo fuera. Tal vez lo complicaba más de lo necesario.
Después de todo, es lo que tendría con Marcus si dormía con él. Aunque, no
estaba muy segura de que Marcus lo viera de esa forma. No es que fuera
tan arrogante como para pensar que Marcus ya se enamoró de mí, pero mi
instinto me decía que buscaba una relación. Por supuesto, algunos hombres
107 te invitaban a cenar un par de veces y fingían que eso es lo que querían
solo para meterse en tus pantalones. Podría estar equivocada, pero las
intenciones de Marcus parecían genuinas.
La parte de mí que quería dormir con Hunter justificó su causa. Dormir
con Marcus sería un error; lo estarías engañando. Lo honesto sería romper las
cosas y tener una relación puramente sexual con un hombre que tenga las
mismas intenciones. Sin embargo, la parte de mí que no quería dormir con
Hunter, mi cerebro, sabía que este hombre podría romperme el corazón. Me
sentía atraída por él, claro. ¿Quién no lo estaría? Pero era más que solo físico.
De hecho, me gustaba. Era divertido, inteligente, le gustaba estar al aire
libre. Sin mencionar que desarrolló un vínculo con Izzy, un chico tiene que ser
algo especial para combatir la repulsión adolescente. ¿Podría entrar con los
ojos bien abiertos y evitar que se desarrollaran sentimientos?
—¿Quieres algo? —Oí decir a Hunter.
Me volví hacia él con confusión escrita en todo mi rostro.
—¿Umm?
—No oíste una sola palabra de lo que dije, ¿verdad?
—Te escuché.
—¿Sí? ¿Qué pregunté?
—Me preguntaste si quería algo.
—Antes de eso.
—Oh.
Sonrió y se inclinó.
—Pensando en lo que dije antes en el auto, ¿verdad?
—No lo estoy
—Lo estás.
—¡No lo estoy!
—Lo estás.
—¿Cuántos años tienes? Porque suenas como si tuvieras siete.
Hunter se puso de pie.
—¿Qué quieres comer? Porque si me dejas decidir, te compraré un
perrito caliente para verte comerlo.
—No tengo hambre. —No fue hasta que mis ojos siguieron a Hunter
por las gradas que incluso noté que el juego se detuvo. Era el medio tiempo,
y me quedé aturdida la mayor parte de la primera parte del juego.
108 Hunter regresó con una caja marrón con pretzels y dos refrescos
ridículamente grandes. Me entregó uno.
—Entonces, ¿qué decidiste?
—Supongo que tendré un pretzel ya que me lo compraste.
—Me refería a mi propuesta con la que has estado fantaseando
durante la última media hora.
—No estaba…. —Pensé que sería mejor no volver a protestar, lo que
me llevaría a otra ronda de inmaduros no lo estoy, si lo estás, y en su lugar,
corté por lo sano. Poniendo los ojos en blanco, dije—: He estado repasando
los pros y los contras en mi cabeza.
Dejó el pretzel, se sacudió el polvo de las manos y se giró en su asiento
para prestarme toda su atención.
—Coméntame.
—¿Qué? No.
—¿Por qué no?
—Bueno, para empezar, este no es el lugar apropiado para eso. —
Miré a mi izquierda y derecha. Aunque nadie parecía estar prestando
atención, sin duda escucharía esta conversación si la escuchaba en las
gradas.
—Bueno. Entonces, ¿dónde?
—En algún lugar más privado.
—Mi casa, después del juego de hoy.
—No.
—¿Por qué no? ¿No puedes confiar en ti misma?
—No seas ridículo. Tendré a Izzy y le dije que iríamos de compras más
tarde, después del juego.
—¿Entonces mañana?
—Cita con Marcus.
Hunter hizo una mueca.
»Cuando te dije que repasaba los pros y los contras en mi cabeza, no
quise decir que quería tu ayuda. Solo estaba siendo honesta.
—Bien. Pero si vas a analizar los pros y los contras sin mí, quiero
defender mi caso primero.
Mis cejas se levantaron.
—¿Defender tu caso?
109 —Sí, es posible que te falten algunos factores críticos que influirían en
tu decisión.
—Oh. ¿Sí? —Me reí—. ¿Cómo qué?
—Bueno, deberías saber que soy extremadamente bueno en eso.
—Todo hombre piensa que es bueno en eso, Hunter.
Me ignoró.
—Y estoy bien dotado.
—Muéstrame a un hombre que defiende su caso diciendo “Tengo un
pene pequeño”.
—Creo que el sexo sin bajar primero en una mujer es de mala
educación.
Abrí la boca para decir algo, pero no salió nada.
Una de las mujeres sentadas dos filas delante de nosotros se giró y se
inclinó.
—Si ella te dice que no, te daré mi número.
Mi rostro se volvió carmesí, mientras Hunter, siendo Hunter, la
deslumbró con una sonrisa y un guiño.
—Y aún no he llegado a mis mejores puntos de venta.
Afortunadamente, el árbitro hizo sonar el silbato indicando el reinicio
del juego, y el persistente hombre sentado a mi lado redirigió su enfoque.
Yo, por otro lado, miraba al frente, luchando por seguir una pelota que
rebotaba. Todo lo que podía pensar era, Dios, me gusta un hombre con
buenos modales.
***
***
111 Hunter esperó en la parte delantera de la escuela hasta que Izzy entró
y luego se volvió hacia mí.
—¿Tu casa o la mía?
—No voy a tener sexo contigo.
—¿Te refieres ahora o nunca?
—Dijiste... —Profundicé mi voz en una ronca imitación de él—. ...tu
casa o la mía, y eso generalmente se refiere a la casa en la que vas a tener
sexo.
—¿Entonces significa que ahora está fuera de discusión, pero no para
siempre?
Me reí.
—¿Por qué no vamos a almorzar? Te debo al menos eso por venir a
dos juegos de baloncesto y renunciar a tu sábado por la mañana.
—Bien. —Puso el auto en marcha—. Tomaré el almuerzo. Pero sé que
no sentí que haya renunciado a nada esta mañana, y también... yo invito.
****
Me comí un pretzel en el juego, así que no tenía tanta hambre. —Voy
a querer una ensalada César.
La camarera se volvió hacia Hunter, quien me miró.
—¿Te gustan los calamares?
—Si.
—Tomaremos una orden de calamares fritos.
—Bueno. —Ella garabateó en su libreta.
Él me miró de nuevo.
—¿Te gusta la berenjena?
—Sí, pero realmente no tengo hambre.
—Yo tampoco. Compartamos.
—Bueno.
—También tomaremos un pedido de rollatini de berenjena.
—Umm... ¿puedes cancelar mi ensalada César entonces? —le
pregunté a la camarera.
Después de que dejó nuestra mesa, abrí mi servilleta y la coloqué
112 sobre mi regazo, luego tomé un trago de mi agua. Hunter me miró
atentamente.
»¿Qué...?
Se encogió de hombros —Solo mirándote.
—Bueno, no hagas eso.
—¿No quieres que te mire? —Arqueó una ceja—. Es un poco difícil
sentarse frente a alguien y tener una conversación sin mirarlo.
—Quise decir que no me mires así.
—¿Así cómo?
—Todo ardiente y todo eso.
—¿Soy ardiente?
Exhalé.
—¿Podemos almorzar como amigos? Sin hablar de sexo, sin lucir sexy
y mirándome, sin presión.
—Lo intentaré. Pero el hecho de lucir todo sexy simplemente es algo
natural.
Nos reímos, y eso pareció romper la tensión, hasta que sonó mi
teléfono y miré la identificación de la persona que llamaba. Super brilló en
la pantalla.
—Lo siento. Es el supervisor de mi edificio. Necesito atenderlo.
Respondí, suponiendo que fuera Jimmy, el chico de mantenimiento
regular.
»¿Hola?
—Mi inquilina favorita, ¿escuché que necesitas mis servicios? —La voz
en el otro extremo hizo que mi piel se erizara. No era el supervisor. Era el
dueño del edificio.
—Oh. Hola, Damon. Llamé al supervisor esta mañana por un pequeño
problema. Pero no es gran cosa. No creo que necesites involucrarte.
—¿Estás en casa?
—No, en realidad, estoy fuera.
—¿A qué hora estarás en casa? Iré a echar un vistazo a ese desagüe
por ti.
No tenía idea de a qué hora estaría Izzy en casa, e intentaba evitar
113 quedarme a solas con él a toda costa.
—Umm… no estoy segura de cuándo volveré. Probablemente no por
unas cuantas horas.
—¿Qué tal a las cinco?
Ugh. ¿Por qué el supervisor no podía arreglarlo como lo haría con
cualquier otro inquilino?
—Realmente no es gran cosa, Damon. Jimmy puede arreglarlo
cuando tenga tiempo. Puedo usar el lavabo del baño por ahora.
—Te veré a las cinco.
—Podría ser un poco más tarde.
—Llámame cuando vuelvas a casa.
Logré sofocar un gruñido.
—Bien.
Después de colgar, no pude ocultar mi frustración.
Hunter parecía preocupado.
—¿Qué pasa? ¿Todo bien?
—¿Recuerdas cuando te dije que el mejor amigo de mi marido fue lo
suficientemente bueno como para ayudarme a encontrar un lugar para
vivir, pero a cambio de eso, pensó que debería dormir con él?
—Sí.
—Bueno, era el cretino en el teléfono. Damon es dueño de mi edificio.
Me asusta cada vez que algo se daña en mi apartamento, porque en lugar
de que el supervisor de mantenimiento venga a arreglarlo, Damon insiste en
aparecer. No va tan lejos como para presionarse sobre mí o algo por el estilo,
pero ha tratado de besarme antes, y constantemente me invita a salir, y eso
me hace sentir realmente incómoda.
La forma en que la mandíbula de Hunter se tensó era entrañable.
—Iré a casa contigo más tarde. Él puede arreglar el fregadero
mientras estoy allí.
—Eso no es necesario.
—No, lo es. Y mientras estoy en ello, necesito disculparme por ser un
imbécil tan agresivo. No lo vi hasta que me dijiste sobre ese tipo.
—No eres un cretino. —Sonreí—. Intrépido, tal vez. Pero no es lo mismo.
Nunca sentí que si te decía que no, y sonaba como que lo decía en serio,
114 no te retirarías. En Damon, por otro lado, no confío. Ni siquiera me gusta estar
en la misma habitación que él.
—Sí, bueno, iré de todos modos. Si cambias de opinión al querer ser
solo amigos, estoy aquí. De lo contrario, lo enfriaré.
Por mucho que me dije que eso era lo que quería, y sabía que era lo
mejor, me entristeció. Forcé una sonrisa.
—Bueno.
El resto de nuestro almuerzo fue agradable, pero el estado de ánimo
definitivamente cambió. Nuestra conversación fue casi incomoda. Hunter se
relajaba y comenzaba a decir algo coqueto, y luego se recuperaba y volvía
a marcar. Era como si no supiera cómo ser mi amigo. En un punto en
particular, cuando pasaba el dedo por la parte superior de su copa y
parecía que tenía la lengua excepcionalmente trabada, lo remarqué.
»No tienes amigas, ¿verdad?
Levantó la vista del cristal.
—Claro que sí. Soy amigo de muchas mujeres.
—¿De quién?
—Anna, por ejemplo.
—Ella no es tu amiga. Es la esposa de tu amigo.
—Entonces, ¿es una cosa o la otra?
—¿Tienes alguna mujer soltera de la que seas amigo?
—Seguro. En el trabajo.
—Bueno. ¿Quién?
—A veces voy a almorzar con Renee, de la oficina. Es una gerente de
proyecto.
—¿Sale con alguien?
—No lo creo.
—¿Cuántos años tiene?
Se encogió de hombros.
—Mediados de los sesenta, tal vez.
Negué.
—Ella no cuenta. Está a salvo. ¿Qué hay de todas las amigas de
veintitantos o treintas?
—No. Pero hay una buena razón para eso.
R
esultó que no necesité llamar a Damon cuando llegué a casa.
Porque el imbécil se hallaba sentado en mi sofá cuando abrí la
puerta principal.
Sorprendida, di un salto hacia atrás. Hunter, que se encontraba muy
cerca detrás de mí, me atrapó e inmediatamente se movió para que
quedara detrás de él.
Cada músculo de su cuerpo se tensó mientras gruñía.
117
—¿Quién demonios eres tú? —Hunter no era un hombre a quien
quisiera encontrarme en un callejón oscuro.
Damon se levantó y le devolvió la mirada.
—Damon Valente. ¿Quién demonios eres tú?
Apreté el hombro de Hunter.
—Está bien. Este es Damon. Simplemente no esperaba que estuviera
en la casa.
Hunter me respondió hablándole a Damon.
—No debería estarlo. ¿Cómo entraste aquí?
Damon era un idiota engreído.
—Soy dueño del edificio. Tenemos llaves de todos los apartamentos.
¿Quién es este hombre, Nat?
Sintiendo la necesidad de disipar la situación, di un paso atrás frente
a Hunter y traté de aclararlo.
—Este es Hunter Delucia.
Damon lo examinó abiertamente.
—¿Sí? Soy el propietario, pero también soy amigo del marido de Nat,
Garrett.
Dejé mi bolso y lo corregí.
—Exmarido.
Hunter cerró la puerta detrás de él y caminó para extender su mano
hacia Damon. Solté un suspiro de alivio, pensando que Hunter iba a
comportarse agradable. Debería haber sabido que solo quería acercarse
para expresar su punto de vista.
Esperó hasta que la mano de Damon estuvo en la suya y lo miró
directamente a los ojos mientras hablaba.
—No deberías estar aquí cuando Natalia no está en casa.
—A Nat no le importa.
—En realidad, Damon, sí me importa.
Los dos hombres seguían mano en mano, pero era más parecido al
saludo antes de una pelea por el premio que una presentación.
Preocupada por la tensión en el rostro de Hunter, desvié la atención al
problema en cuestión. Aunque algo me decía que Hunter no pensaría que
el problema a considerar era el fregadero de la cocina.
118
Caminé hacia la cocina y abrí las puertas dobles del gabinete debajo
del fregadero, revelando el cubo ahora medio lleno que puse dentro.
—Se llena incluso sin correr el agua. Es peor cuando el agua está
abierta. La primera vez que sucedió, no me di cuenta hasta que mis pies se
empezaron a empapar. Había llenado el gabinete y se filtró en menos de
un minuto. Así que supongo que hay un agujero en alguna parte o algo así.
Dejé escapar un suspiro vacilante cuando los dos hombres se soltaron
y Damon caminó hacia la cocina. Puso su mano en la parte baja de mi
espalda, con sus dedos extendiéndose bastante cerca de mi trasero,
mientras se paraba a mi lado. Me estiré hacia su mano y la quité en silencio.
Damon abrió la llave y se agachó para mirar debajo del fregadero.
—Tu sello gotea. El colador está viejo y corroído. Necesita uno nuevo
y un poco de masilla. —Se levantó y cerró el agua—. Iré por uno y volveré
mañana por la mañana para instalarlo.
Hunter se hallaba parado en el quicio de la puerta, sus hombros
ocupaban casi todo el espacio.
—Me haré cargo de ello.
Damon se volvió.
—Es parte de su contrato de arrendamiento. El propietario se encarga
de la plomería, la electricidad y la calefacción. Además, le prometí a mi
amigo que cuidaría de su esposa mientras él no estuviera cerca.
Los ojos de Hunter se movieron hacia mí y luego hacia Damon. Su
mandíbula lucia rígida.
—Exesposa. Y puedes hacerle saber a tu amigo que Natalia está muy
bien cuidada.
La cara de Damon se calentó. Pero Hunter era más joven, más
grande, más fuerte y su tono no dejaba lugar a la negociación. Enojado,
dirigió su atención hacia mí.
—No pierdas mi tiempo si vas a hacer que alguien haga el trabajo.
La puerta se cerró de golpe un minuto después. Hunter pasó sus dedos
por su cabello.
—Lo siento por eso.
—¿Lo siento? Dudo seriamente que ese idiota siga husmeando por
ahí. No puedo agradecerte lo suficiente.
—El tipo es un idiota.
119 —Ciertamente lo es. Creo que si hubiera conocido a Damon el mismo
día que conocí a Garrett, podría haber pensado dos veces sobre el carácter
de mi exmarido antes de que la verdad me golpeara en la cabeza unos
años después. Puedes saber mucho sobre una persona conociendo a su
mejor amigo.
Hunter asintió.
—Estoy de acuerdo. —Encontró mi mirada—. Que conste que creo
que Anna es bastante genial.
Dios, este hombre podría derretir hielo con esos ojos.
—Derek es bastante increíble, también.
***
***
—D
e verdad te ves increíble. No puedo apartar la mirada
de ti. Mi amigo se va a sentir ofendido de que no esté
observando sus cuadros.
Me esforcé al máximo para mi cita con Marcus. Después de una
noche de sentirme melancólica después que Hunter se fue, pensé que
quizás si me arreglaba, podría sentirme mejor sobre mi cita.
Desafortunadamente, no funcionaba.
123 —Gracias. —Me obligué a sonreír.
Marcus y yo continuamos al siguiente cuadro, y apareció mi primera
sonrisa genuina del día. Su amigo era un pintor muy talentoso. La mayoría
de sus obras eran surrealistas, resaltando un objeto exagerado que sacó de
una película clásica. La caja de la película en la cual se inspiró se hallaba
ubicada en un estante debajo de cada cuadro. Este cuadro en particular
era de la película de terror basada en cultos, The Birds. La caja de la película
tenía una nube de pájaros volando alrededor de la cabeza de una mujer
asustada. Pero, la pintura mostraba un conjunto de jaulas de pájaros que se
caían con uñas curvas clavadas en todos lados; y, en lugar de una mujer
asustada, había un hombre asustado con rasguños en su rostro.
»Tengo un amigo que le encantará esta. ¿Crees que le molestaría al
artista si tomo una foto?
—No, para nada. Hay un letrero cerca de la puerta que dice que el
artista aprecia que compartan, pero no plagien.
Busco mi celular del bolso y tomo unas fotos con la intención de
enviárselas a Hunter más tarde. No me di cuenta que había estado
sonriendo todo el tiempo hasta que Marcus me regresó a la realidad.
»Tu sonrisa es contagiosa. ¿A qué te recuerda?
—Mi amigo, H… —Me detuve de inmediato de decir el nombre de
Hunter en poco tiempo, recordando que Marcus notó que había hablado
de él las últimas dos veces que estuvimos juntos—… mi amigo tuvo una mala
experiencia con una jaula de pájaros —dije en su lugar.
Después de eso, mi energía cambió por el resto del tiempo que
observamos la exhibición. Necesitaba darme por vencida con Marcus. Por
mucho que intentara forzarlo, no iba a estar atraída hacia él. Cierta persona
arruinó eso. Además, era demasiado lindo como para faltarle el respeto. Así
que, esperé hasta el final de la muestra. Me ofreció llevarme a casa,
sabiendo que tenía planes de ir a la cena semanal a la casa de mi mamá.
»De verdad eres lindo, Marcus —empecé a decir.
Su sonrisa se desvaneció.
—Uh-oh. Por más que suene como un cumplido, eso nunca es bueno,
menos en una cita.
Me sentía mal, pero era lo mejor.
—Lo siento. De verdad. Eres genial y mereces a una mujer que esté
emocionada de estar contigo y quiera una relación.
—¿Y esa mujer no eres tú?
124 Negué.
—No. Lo siento. No lo soy.
—¿Es por alguien más?
Por los menos, no tenía que mentir sobre eso. No físicamente, por los
menos.
—No.
Marcus pasó sus dedos por su cabello.
—De acuerdo. —Bajó la mirada al suelo—. Entonces, ¿amigos?
—Me gustaría. —Nos abrazamos y despedimos. Ya que era un
hermoso día, decidí caminar a casa para despejar mi mente. No había
tenido sexo en casi dos años y acababa de dejar a un posible candidato
porque sabía que él se sentía interesado en más que sexo. Reprendí a
Hunter, que también era un posible candidato, porque tenía miedo de no
poder mantenerlo como solo sexo. Básicamente, rechacé dos
oportunidades de satisfacer mi libido por miedo a las relaciones. A estas
alturas, sería mejor ir a un bar, escoger a un hermoso extraño, y tener una
mínima conversación que podría arruinarlo todo antes de llegar a la acción.
***
Mi madre era imparable cuando se cruzaba con un grupo de solteros
que posiblemente podrían darle nietos. Pero, cuando mi mamá y mis
hermanas se juntaban, era más de lo que podría lidiar. Escapándome al
patio sola después de una cena de domingo por la noche, me senté en el
columpio detrás del porche. No me sorprendí cuando mamá me siguió.
—Oye. No te ves bien hoy.
—Bueno, ustedes no fueron exactamente las mejores.
—Solo queremos lo mejor para ti.
Respiré profundamente y exhalé.
—Lo sé, mamá.
Nos sentamos en silencio por unos minutos antes que ella hablara de
nuevo. Su voz era más suave de lo normal cuando dijo—: Me arrepiento de
no haberme casado de nuevo.
Me tomó por sorpresa.
—¿En serio? —Mamá asintió—. Entonces, ¿por qué no lo hiciste?
—Tenía miedo de confiar en alguien. ¿Conoces el viejo dicho de
“después de la batalla, todos somos generales”?
125 —Sí.
—Bueno, no es mi caso. Por años, he pensado y recordado mi relación
con tu padre, buscando signos que haya ignorado. Pero incluso pensado en
retrospectiva, no pude encontrar nada. Lo mismo con mi amistad con
Margie. Hoy en día, no sé cómo es que la mujer me miraba a la cara y nunca
mostró signos de que dormía con mi esposo. Creo que, si hubiese sido capaz
de verlo, podría haber sido más fácil confiar en alguien de nuevo. Podría
haber culpado al hecho de que ignoré las señales. Pero sin eso, tenía miedo
de estar ciega de nuevo.
Entendía eso. Pensaba y buscaba millones de veces las señales de
que Garrett no era fiable; sin mencionar que tampoco pude prever lo que
pasó con mis padres.
—Es difícil seguir delante de un error sin saber cuál fue tu error.
Mi madre negó.
—El primer paso es no pensar que es tu error, Natalia. Me tomó años
dejar de pensar en si tan solo hubiese sido más delgada, o me hubiese
arreglado más antes que él llegara a casa a la noche, o incluso ser más
aventurera en el cuarto, quizás nunca me hubiese engañado. Pero, ¿sabes
qué?
—¿Qué?
—Nada de eso hubiese cambiado algo. Porque nunca fue sobre mí.
Era él, sus propias inseguridades que le provocaron la necesidad de probar
algo. Fui una buena esposa.
Sentía que tenía un elefante sobre mi pecho.
—Lamento tanto que te haya hecho eso, mamá.
Me sonrió con tristeza.
—Igualmente. Odio lo que te hizo Garrett. Pero, el mejor regalo que
una madre puede dar es enseñarles a sus hijos. Quiero que aprendas de mis
errores, cariño. Sigue adelante. Esa es la razón por la que insisto que
encuentres a alguien nuevo. Cuando pasas demasiado tiempo pensando
en el pasado y tratando de resolver qué salió mal, te pierdes oportunidades.
—Ahora, solo necesito concentrarme en mi carrera e Izzy, mamá.
Sonrió.
—De acuerdo, cariño. Lo que digas. Aunque, esas cosas van muy
bien, si me preguntas.
Mis hermanas salieron por la puerta, efectivamente terminando
nuestra conversación. Pero, mamá me dio mucho en lo que pensar.
126 Tenía razón de que paso mucho tiempo pensando en las señales que
ignoré de que mi esposo no era el hombre que pensé. Quizás era tiempo de
concentrarme en encontrar paz en ello y seguir adelante.
Pero era más fácil admitirlo que mantener a las personas lejos porque
tenía miedo de salir lastimada por lo mismo, que simplemente tenía miedo
de salir lastimada.
18
Natalia
Traducido por Claudiavero
H
unter Delucia.
Esa era la dirección de retorno que aparecía en el paquete
que miraba desde que el cartero lo trajo. Solo ver su nombre
en la pesada tinta de su letra manuscrita inclinada me hacía más feliz de lo
que fui la última semana y media.
Hunter cumplió su palabra de no contactarme, dejando la pelota de
mi lado de la cancha. Y a pesar de que pensé en él más de unas cuantas
127 veces cada día, todavía no había tomado la iniciativa de dar mi brazo a
torcer.
Me senté en el escritorio de mi oficina en casa, escribiendo notas
sobre Minnie Falk, una paciente con un severo trastorno compulsivo de
conteo. A diferencia de muchos pacientes, ella no tenía un temor específico
de lo que podría sucederle si no realizaba sus rituales de conteo. Sin
embargo, sufría una profunda sensación de estar incompleta cuando no
hacía muchas de sus tareas en grupos de cuatro.
Me senté en mi silla con el paquete todavía en mis manos y respiré
profundamente. Mis temores por Hunter no eran realmente diferentes a los
temores de Minnie. Pensaba obsesivamente en el hombre, sentía la
compulsión de hablar con él todos los días y tenía una profunda sensación
de estar incompleta cuando no lo hacía.
¿Cuál fue mi consejo para Minnie esta semana?
Estuvimos trabajando en interrumpir su patrón. Ella dejó de fumar hace
unos años y recientemente comenzó de nuevo tras el fallecimiento de su
hermana. Aunque me hubiera encantado que lo dejara por completo, mi
trabajo era trabajar con ella en su comportamiento obsesivo-compulsivo, así
que me concentré en su hábito de cuatro cigarrillos en fila. Hoy trabajamos
en cambiar ese patrón como primer paso para cambiar su compulsión. Si
bien aún fumaba sus cuatro cigarrillos seguidos, le pedí que esperara
sesenta segundos entre cada uno de ellos en vez de encender una barra
cancerígena con los restos de la otra. Y después del tercero, le pedí que se
comiera un bocadillo rápido, sólo un pedazo de queso, para romper el
patrón un poco más.
Tal vez este contacto, un paquete, me daría un poco de alivio de los
sentimientos inestables que había tenido últimamente, y aun así mantener
cierta distancia entre Hunter y yo. Ansiosa por el alivio, abrí la caja como un
niño en la mañana de Navidad.
Dentro había lo que parecía una muñequera negra de algún tipo.
Vendaje Envolvente King. Debajo del nombre tenía una descripción del
producto. Detiene cómodamente la muñeca y el pulgar durante el tiro
descendente. Debajo había una nota en una hoja membretada de Khaill-
Jergin, la firma donde trabajaba Hunter. La caligrafía se ajustaba al hombre,
muy oscuro, como si fuera torpe con un bolígrafo, y bajones altos e
inclinados, de aspecto masculino. ¿Estaba loca por pensar que su letra era
sexy? La nota en sí misma era corta y dulce, pero el chico dio en el blanco.
Ahora tienes una razón para pensar en mí.
Sonreí de oreja a oreja como una idiota. Era tan dulce que le hubiese
enviado a Izzy la correa de tiro que le comentó. De hecho, en general,
128 desde el día que lo conocí, Hunter había sido dulce. Claro, era lanzado y
grosero, pero incluso eso tenía una extraña dulzura.
Fue casi imposible hacer cualquier trabajo por el resto de la tarde.
Tomé y bajé mi teléfono, deliberando si llamarlo, diez veces diferentes.
Debería llamarlo para darle las gracias.
No, debería hacer que Izzy lo llame.
Pero sería grosero de mi parte no llamar. Después de todo, envió el
paquete dirigido a mí.
Aunque el contenido era para Izzy.
Voy a llamar.
Tomé el teléfono. Lo bajé treinta segundos después.
Esto es ridículo. ¿Dónde están mis modales? Tengo que llamar.
Eventualmente, después de debatir conmigo misma por más de
media hora, me conformé con un simple mensaje de texto.
Natalia: Acabo de recibir el paquete. Izzy estará muy emocionada.
Fue muy amable de tu parte enviarlo. Incluso podría conseguir una sonrisa
de una chica de quince años esta noche.
Los puntos comenzaron a saltar casi de inmediato. Mi corazón
cabalgaba con anticipación.
Hunter: Excelente. ¿Y su madrastra sonríe en estos días?
No tenía idea de cómo responder a eso. La verdad era que realmente
extrañaba estar cerca de él. Mientras me hallaba sentada en mi escritorio,
contemplando mi respuesta y mordiéndome el labio inferior, recibí otro
mensaje de texto.
Hunter: Deja de pensar en cómo responder y opta por la honestidad.
Natalia: Ocupada. He estado ocupada.
Hunter: Eso no responde mi pregunta, Natalia.
No sé por qué decidí enviar el mensaje de texto que vendría después.
Natalia: Terminé las cosas con Marcus.
Su respuesta fue inmediata.
Hunter: Cena conmigo.
Natalia: ¿Solo cenar?
Hunter: Bueno, prefiero comerte. Pero si esa no es una opción,
compartiré una comida.
El familiar revoloteo cobró vida en mi vientre. Era tan directo y
129 diferente a cualquier hombre con quien hubiese salido.
Natalia: ¿Cuándo?
Hunter: Mañana en la noche. Te recogeré a las siete.
Natalia: Bien. Pero no es una cita, ¿verdad? Solo somos dos amigos
cenando.
Hunter: Ponle la etiqueta que te haga feliz, guisante dulce. Pero usa
algo sexy.
***
***
133 —Estas son tan buenas como las de Nana Rossi. —Izzi se metió otra
albóndiga en la boca y habló con lo boca llena—. No le digas que dije eso.
—No lo haré. Mientras tu habitación esté limpia cada domingo antes
de que vayamos a la cena. —Nada como un pequeño soborno.
—Simplemente negaré que lo dije.
Señalé con mi tenedor hacia Hunter. —Tengo un testigo.
Hunter negó. —No escuché nada. ¿Dijiste algo, niña?
Izzy mostró sus hoyuelos mientras negaba. —Nop. No dije ni una sola
palabra.
Los dos se volvieron un equipo en mi contra desde que dejamos el
apartamento. No me importaba, especialmente cuando alejaba la mente
de Izzy de su terrible día.
»¿También eres italiano, Hunter?
Asintió. —Lo soy.
—¿Tu mamá hacía una gran cena los domingos en la noche como
Nana Rossi?
—No. Mi mamá estaba muy enferma cuando era niño.
—Oh. La mía también. Tenía cáncer. —Izzy me sorprendió mucho hoy
con toda su apertura—. ¿Tu madre murió?
—Izzy. —Traté de recordarle gentilmente que tuviera modales—. Esa
no es una conversación como para la cena.
—Está bien. No me importa —dijo Hunter, regresando su atención a
Izzy—. Murió cuando tenía diecisiete.
—¿Estuvo enferma por mucho tiempo? Mi mamá solo estuvo enferma
como por un año. Tenía un carcinoma bronquial de células pequeñas. Lo
llaman cáncer de las células de avena. Es raro que alguien lo desarrolle a
menos que fume. Mi mamá nunca fumó.
Carcinoma de células pequeñas no es algo que debiera deslizarse tan
fácilmente en la lengua de una chica de quince años.
—Mi mamá estuvo enferma por muchos años. Pero no fue al doctor.
No se cuidó.
Izzy levantó la mano para enseñarle el brazalete de dijes de su mamá.
Lo usaba a diario. —Este era de mi mamá. Mi papá le compró la mayoría de
estos. —Señaló la colección de dijes colgantes hasta que consiguió la cinta
de color perla—. Nat me compró este el año pasado en el cumpleaños de
mamá. Es la cinta que representa el cáncer de pulmón. ¿Hay una cinta para
lo que tenía tu mamá?
134 Hunter bajó la vista a su propia muñeca. —No que yo sepa. Pero mi
mamá me hizo este brazalete. —Llevaba un hermoso brazalete de cuero
trenzado con una pequeña soga plateada enrollada a través de él. Lo
había notado antes—. Ella solía hacer un montón de proyectos manuales
cuando no podía salir de la cama.
Dios, esta era la cita más extraña en la vida. Estábamos sentados en
un elegante restaurante romántico con una chica de quince años
conversando respecto a la muerte. Y… no se suponía que esto fuese siquiera
una cita.
Izzy frunció el ceño. —La mamá de Yakshit también murió pronto.
Tampoco fue al doctor.
Hunter y yo intercambiamos miradas. —Suena como que son muy
cercanos —dijo.
—Lo éramos. Hasta que decidió ir al baile con Brittany.
Izzy muy rara vez me dejaba tener acceso a sus emociones. Así que
salté ante la oportunidad de entender qué pasaba en su cabecita
adolescente.
—¿Por qué no invitaste a Yakshit al baile si querías ir con él?
Se encogió de hombros y empujó la pasta alrededor del plato con el
tenedor. Su voz era de un tono vulnerable que rara vez escuchaba. —Tenía
miedo.
—¿Miedo de que dijera que no?
Negó. —Pero ahora le gusta Brittany.
—Tal vez no. Algunas veces la gente dice que si solo para tener una
cita.
Izzy levantó la mirada con un brillo de esperanza en sus ojos tristes. —
¿Cómo tú y Marcus?
Mis ojos parpadearon ante la sonrisa en la cara de Hunter. Asentí. —Si.
Más o menos. Era agradable, así que salí con él para darle una oportunidad.
—Apreté la mano de Izzy—. Eres joven. No estoy diciendo que deberías
invitar a salir a cada niño lindo en la escuela. Pero si es el baile Sadie Hawkins,
y de verdad te gusta, deberías invitarlo. No tengas miedo de resultar herida.
Cuando miré de nuevo a Hunter, me miraba fijamente. Habló con Izzy
sin romper contacto visual conmigo. —Suena como un buen consejo, si me
lo preguntas.
Después de cenar, Hunter regresó a nuestro apartamento con
135 nosotras para asegurarse de que llegásemos a salvo. Izzy le agradeció por
la cena y se fue a su habitación en el minuto en que entramos.
Me quité los tacones. —Muchas gracias por esta noche. Sé que no era
exactamente la cita que planeaste, pero aprecio que lo hicieras. Tienes un
lado muy dulce, Sr. Delucia.
Miró por encima de mi hombro y por el pasillo, a la habitación de Izzy.
Encontrando la costa despejada, envolvió sus manos alrededor de mi
cintura y las enganchó tras mi espalda. —Al menos admites que se suponía
que tendríamos una cita.
No pensé en mis palabras. Pero lo menos que podía ser era ser
honesta. Se lo merecía. —Me puse este vestido para ti y me apliqué el
perfume que me dijiste que te gustaba la primera vez que nos conocimos.
Una pequeña sonrisa se extendió por su rostro. —Lo sé. Pero es bueno
escuchar que, para variar, admites la verdad.
—Dios. Eres tan arrogante. No podías simplemente aceptar el
cumplido.
Acunó mi rostro en sus manos. —Viernes en la noche. Solo nosotros dos.
Asentí. En algún momento entre él abriéndose con Izzy durante la
cena y el regreso a casa, me rendí.
Los ojos de Hunter cayeron a mis labios.
»Ahora bésame. He extrañado esa boca.
Por primera vez, no pensé en ello. Lo besé, bueno, al menos así
comenzó. Hunter se hizo cargo a los tres segundos. Fue más dócil que los
otros besos que compartimos antes, probablemente porque los dos éramos
conscientes de que Izzy se hallaba al final del pasillo y podría salir en
cualquier momento. Pero no fue menos apasionado. Antes de romperlo, hizo
eso que me volvía loca, atrapar mi labio inferior entre sus dientes y tirar. Dios,
el hombre sabía besar.
»¿Siete en punto? —preguntó.
Asentí. —Es una cita.
Sonrió y se inclinó por un pequeño pico en mis labios. —Lo sé. Siempre
fue una cita.
136
19
Natalia
Traducido por claudiavero
N
unca en mi vida estuve tan nerviosa por una cita. No tenía
sentido. Había pasado tiempo con Hunter, sabía que era un
tipo decente, entonces, ¿por qué no podía sentarme y
relajarme? En la última media hora, había descargado el lavavajillas,
reorganizado dos gabinetes de la cocina, y ahora revisaba la fecha de
caducidad de cada especia en el estante para especias. No debería
haberme preparado tan temprano. Cuando sonó el timbre, literalmente
salté ante el sonido.
137
Vino. Necesito vino.
—Sube. —Fingí estar en calma y casual mientras apretaba el botón
para abrir la puerta interior de la planta baja. Entonces procedí a correr al
refrigerador, verter un vaso de Shiraz y tomármelo como si fuera medicina.
Regresé a la puerta justo cuando Hunter bajaba del ascensor.
Iba vestido de manera más informal de lo que esperaba, con un par
de jeans y un polo azul marino. No me malinterpreten, se veía delicioso, pero
cuando le pregunté cómo vestirme para el lugar al que íbamos, me dijo que
usara un vestido sexy y tacones. Mientras caminaba hacia mi puerta, sus ojos
me recorrieron, y sentí que el calor que recorría mi cuerpo no tenía nada
que ver con el alcohol que corría por mis venas.
—Creo que me vestí demasiado elegante.
Hunter se inclinó y cubrió mis labios con los suyos dándome un rápido
saludo. —No. Vas vestida perfectamente.
—Pero llevas una camisa polo y jeans. Dijiste que usara un vestido sexy,
así que pensé que eso significaba que el código de vestimenta era más
formal.
—Dije que te vistieras sexy porque así es como quería verte. No hay un
código de vestimenta en el lugar al que vamos.
—¿A dónde vamos?
—Mi casa. Voy a prepararte la cena.
—Podría haber usado jeans para eso.
Sonrió. —Puede que en el futuro quieras preguntarme a dónde vamos,
en vez de qué deberías ponerte. Porque mi respuesta siempre va a ser que
uses un vestido sexy y tacones, incluso si vamos a McDonald's.
Me reí, haciéndome a un lado.
—Eres imposible. Pasa por un minuto. Necesito decirle a Izzy que me
voy.
Dentro, Izzy salió de su habitación y colgaba de la puerta de la nevera.
Levantó la vista.
—Hola, Hunter. —Y volvió a mirar la comida.
—Te hice ravioles.
—Estoy a dieta. ¿Tenemos algo bajo en carbohidratos?
—¿Qué? ¿A dieta? ¿Desde cuándo? Y mejor aún, ¿por qué? Eres talla
dos.
138 —Desde esta mañana.
Caminé hacia la nevera, saqué los raviolis y la salsa y los puse en el
mostrador. —Comienza tu dieta mañana. —Besé su mejilla—. La Señora
Whitman sabe que voy a salir. No llegaré tarde.
Se encogió de hombros. —Lo que sea.
—Nadie en el apartamento mientras estoy fuera.
Izzy puso los ojos en blanco. —Ahí va la fiesta que había planeado.
Los nervios que el vino calmó volvieron con toda su fuerza una vez
estuvimos en camino al departamento de Hunter. Miré por la ventanilla del
auto, debatiendo si me sentía dispuesta a acostarme con él. Pensé que
saldríamos a comer, y como sabe que tengo que estar en casa temprano
por Izzy, no era algo que me hubiera preocupado. Ahora la cena sería en su
casa, y sabía que todo lo que tomaría sería un beso y mis habilidades para
tomar decisiones se verían obstaculizadas. Necesitaba tomar una decisión
mientras no me encontraba bajo la influencia de su cuerpo duro presionado
contra el mío.
Hunter me miró de reojo y volvió al camino. —¿Qué sucede en esa
cabeza tuya?
—Nada.
Nos detuvimos en una luz, y Hunter se volvió hacia mí. No dijo una
palabra. En cambio, sus ojos apuntaban hacia donde mis manos quitaban
una pelusa de mi vestido que no estaba allí. Entonces su mirada se encontró
con la mía.
»Cállate —dije.
Se rio entre dientes, y la luz cambió, volviendo su atención a la
carretera. Pensé que me habían concedido un indulto, pero media cuadra
después, casualmente dijo—: No vamos a tener sexo esta noche, si eso te
hace relajarte un poco más.
¿Acaba de decir…
—¿Qué?
—Sexo. No lo haremos.
—¿Por qué no?
—Porque esta noche te estoy preparando la cena. Vamos a compartir
una buena comida y hablar de sexo. Quiero saber qué estás dispuesta a
hacer y qué no. Pero tienes que llegar a casa temprano por Izzy.
—¿No es eso un poco presuntuoso de tu parte? Suponiendo que seas
tú quien decide cuándo tenemos relaciones. ¿Qué pasa si no planeo tener
139 relaciones sexuales contigo nunca?
—Creo que tus bragas mojadas cuando nos besamos dicen que
planeas tener sexo conmigo.
—Mis bragas no se mojan cuando nos besamos —mentí totalmente.
—Bueno. Lo revisaré la próxima vez para demostrarte que te
equivocas.
No me costaba creer que haría exactamente eso. —Retrocedamos
esta conversación un poco. Entonces, has decidido que no tendremos sexo
esta noche. ¿Qué pasa si te dijera que quería tener sexo? ¿No tendrías sexo
conmigo?
Realmente consideró mi pregunta por un minuto, lo que encontré
bastante entretenido. —Lo que quise decir es que no iba a intentar tener
sexo contigo esta noche. Pero si tratas de tenerlo conmigo, como sea, serías
follada.
Probablemente debería haberme ofendido por una docena de
razones diferentes, pero no lo estaba en lo más mínimo. En cambio, la
ridiculez de la conversación me hizo estallar en carcajadas.
—¿Sabes qué?
—¿Qué?
—Me estresaba respecto a que potencialmente podríamos tener
relaciones sexuales esta noche. Y ahora no lo estoy. Tan extraño como fue
esta conversación, realmente me hizo sentir mejor.
Hunter sonrió mientras entraba a un estacionamiento subterráneo.
—Encantado de ayudar. Y créeme, ni siquiera he comenzado a
hacerte sentir mejor.
***
148
20
Hunter
Hace once años
N
unca se apagó.
Ni siquiera después de ocho meses de no verla.
Ya debería haber olvidado todo sobre Summer. Hubo otras,
quizás demasiadas otras en un intento de olvidarla, pero mi atracción seguía
ahí la primera vez que nos volvimos a cruzar.
149 Era la fiesta de graduación de Jayce en casa de nuestros tíos. Bebía
una cerveza en la sala cuando ella entró. Nuestros ojos se encontraron y juro
que sentí como si mi corazón empezara a latir por primera vez.
Mierda. Ella es preciosa.
La miré mientras caminaba hacia Jayce y su novia de dos meses y le
di un gran abrazo. Ella dijo algo que los hizo reír a los tres y luego se acercó
al sofá y se sentó junto a mí. Sin voltear su cabeza en mi dirección, tomó la
cerveza de mi mano y la llevó a sus labios para beber.
Habló antes de beber—: ¿Verdad o reto?
Sonreí. —Verdad.
Después de que tomó un buen trago de mi cerveza, me la devolvió.
—¿Borraste la foto mía casi desnuda de tu teléfono que te envié hace siglos?
Volteé la cabeza y esperé hasta que finalmente me miró para
responder. —No.
Sus ojos brillaron. —¿Qué tan seguido la miras?
—¿Más verdad?
Asintió.
—Todos los malditos días.
Pasamos la cerveza una y otra vez. —¿Sales con alguien? —preguntó
ella.
—Tengo a alguien que veo de vez en cuando.
—¿Es ver el código para follar?
Las esquinas de mi labio temblaron. —Intentaba ser un caballero.
¿Qué hay de ti? ¿Ves a alguien?
Me devolvió mi respuesta sin compromiso. —Tengo a alguien que veo
de vez en cuando.
Me acostaba con otra persona, no había visto o hablado con Summer
en ocho meses, no desde la noche en la fiesta cuando me alejé después de
darme cuenta de que era la chica por la que mi hermano estaba loco, y sin
embargo, tenía el impulso de arrancarle la cabeza al tipo sin nombre y sin
rostro con el que se acostaba. Sí, el tiempo no había pasado.
Me puse de pie. —Voy a tomar otra cerveza. ¿Quieres la tuya o
planeas tomar la mía el resto de la noche?
Summer mostró una sonrisa pícara. —Planeo tomar la tuya el resto de
la noche, a menos que sea un problema.
—No hay problema.
150
Tomé cinco minutos para ordenar mi cabeza antes de volver al sofá.
Miré a mi hermano con su brazo alrededor de Emily, se veía feliz. Suspiró por
Summer durante seis meses más después de esa fiesta. Ahora que parecía
seguir adelante, ¿se levantó la prohibición? Jayce no tenía ni idea de que
algo sucedió entre Summer y yo; y la verdad, no mucho. Pero, ¿alguna vez
estuvo bien ir a buscar a una chica por la que tu hermano estaba loco, a
pesar de que nunca correspondió sus sentimientos? No estaba seguro de
que mi brújula moral siempre me indicara la dirección correcta.
Summer no se había movido del sofá cuando regresé. Me senté, abrí
una cerveza nueva y tomé un sorbo antes de pasársela. —Mi turno. ¿Verdad
o reto?
Se tomó un trago largo de la lata. —Reto.
El desafío salió de mi boca sin ningún pensamiento real. —Envía un
mensaje de texto al tipo que ves y dile que has terminado de verlo.
Summer miró hacia delante y hacia atrás entre mis ojos antes de
escarbar en su bolso y sacar su celular. Se desplazó por sus contactos y
escribió un mensaje. Cuando terminó, giró el teléfono hacia mí para que yo
pudiera leer el texto que escribió a un tipo llamado Gavin.
Oye. Lamento tener que hacer esto vía texto. Pero necesito terminar
lo que tenemos. ¡Que tengas un buen descanso de verano!
Cuando terminé de leer, hizo clic en enviar.
Bebí de la cerveza. —El día de Gavin se volvió una mierda.
Nos sonreímos el uno al otro mientras su teléfono sonaba con una
respuesta. Me encantó que no se molestó en abrirlo e ignoró el sonido de
una docena de mensajes nuevos durante la siguiente media hora que
estuvimos sentados juntos.
Cuando la fiesta se hallaba en pleno apogeo, Summer y yo nos
separamos, cada vez que pasábamos tiempo hablando con nuestros
amigos y pasando el rato con Jayce. Pero no hubo ni un segundo del día en
que no supe exactamente dónde se encontraba. Mis ojos eran como un
imán para ella. Y no parecía que yo fuera el único. A veces nuestros ojos se
encontraban y sonreíamos. Otras veces, uno de nosotros miraba al otro, a
media conversación con alguien más y, aunque nuestros ojos no podían
conectarse, nuestras sonrisas ocultas decían que estábamos en la misma
página.
En un momento hablaba con mi hermano cuando sentí sus ojos en mí.
Todavía no había pensado en cómo algo entre Summer y yo se sentiría con
Jayce, así que decidí probar las cosas.
—Tú y Emily se ven felices.
151
—Ella es genial. —Tenía una botella de agua Seltzer en la mano y noté
un temblor cuando la levantó a la boca, casi un temblor. Considerando que
nuestra madre tuvo Parkinson, ambos nos dimos cuenta de ello.
—¿Qué sucede ahí? —Levanté mi barbilla hacia su mano.
—Bebí demasiado anoche. —Tiró su botella hacia mí—. Demasiada
fiesta de graduación. Me quedo con Seltzer hoy.
¿Qué universitario que vive en una fraternidad no ha tenido esas
noches? No pensé nada de eso, ya que yo mismo tuve temblores en las
mañanas. Así que volví a husmear.
—¿Emily irá a la escuela de posgrado?
—No de inmediato. Está tomando sus exámenes de enfermería, pero
quiere trabajar por un tiempo antes de graduarse.
—¿Cómo se conocieron?
—Tutoría. —Sonrió cariñosamente—.Apesta en matemáticas.
—Ah. Como Su... Pearl. ¿Cómo va a superar su último año de
universidad sin que tú estés cerca para ser su tutor?
Jayce miró por encima de mi hombro. Sabía por la mirada en sus ojos
a quién miraba. —Haré el tiempo si todavía necesita ayuda. Nunca
rechazaría una oportunidad de pasar tiempo con Pearl.
Mierda. —Mejor no dejes que Emily te oiga decir eso.
Negó con la cabeza, mirando fijamente a Summer por encima de mi
hombro. —Sí. No digas tonterías. A nadie le gusta saber que es la segunda
opción.
***
Bebí demasiado.
La fiesta se estaba acabando, y yo no era el único que se había
pasado. Jayce, que dijo que no bebería hoy, acababa de tropezar con sus
propios pies y su alegre novia se rio tanto que se cayó al suelo con él cuando
trató de ayudarlo a levantarse.
Necesitaba un poco de aire fresco, me senté solo en el porche
delantero, tomando una cerveza y lamiéndome las heridas. Hice todo lo
que pude para ignorar a Summer después de mi primera conversación con
mi hermano. Entonces la puerta principal se abrió y sentó su culo junto a mí
en el escalón.
—Aquí tienes. Empezaba a pensar que me evitabas.
152
Era honesto con la culpa, más cuando bebía. —Lo hacía.
Golpeó su hombro contra el mío. —No eres muy bueno en eso, ya que
estás sentado en el porche delantero y esta es la única salida.
Me tomé la última cerveza. —Todavía siente algo por ti.
La cara de Summer cayó. —Pero sale con alguien.
—He estado saliendo con otras personas. No me impide mirar tu cara
todos los malditos días en mi teléfono.
Inclinó la cabeza. —¿Mi cara? ¿Es esa la parte que ves en la foto de
tu teléfono?
Mis ojos cayeron sobre su escote. —Hay más de tres mil millones de
mujeres en el mundo. ¿Por qué la única que realmente quiero es la que no
puedo tener?
Summer miró fijamente a sus pies. Finalmente dijo—: Como te dije
hace ocho meses, me gusta Jayce. Es un gran tipo. Pero si tú y yo nos
conociéramos o no, es sólo un amigo. —Sus ojos se levantaron para
encontrarse con los míos—. No puedes hacerte sentir algo por alguien más
de lo que no puedes dejar de sentir algo por otro.
Sabía que tenía razón. No tuvimos contacto por más de ocho meses
después de descubrir que mi hermano estaba loco por ella. Los dos
seguimos adelante con otras personas y ella nunca sacó a Jayce de la zona
de amigos. Era evidente que ninguno de nosotros dejó de sentir lo que
sentíamos ese primer día el uno por el otro. El corazón vence a la cabeza,
cada maldita vez.
Fui yo quien empezó el juego esta vez. Las manos de Summer se
encontraban apoyadas en los escalones a cada lado de ella, junto a las
mías. Levanté mi dedo meñique y alcancé los pocos centímetros de su
mano, entrelazando su dedo meñique con el mío.
—Verdad o reto. —dije.
Levantó esos grandes ojos verdes a los míos, mirando debajo de
gruesas pestañas. —Verdad.
Arqueé una ceja a su elección. Siempre había sido una chica
atrevida. Después de clasificar un millón de preguntas en mi cabeza, fui con
algo abierto. —Dime un secreto que nadie más sabe.
Summer se mordió el labio y se veía tímida por primera vez desde que
la conocí. —Nadie sabe que te aceché en Facebook y tomé una foto que
alguien te etiquetó. Estabas en la playa y te veías muy sexy. —Se detuvo y
bajó la voz—. Y nadie sabe que a veces la miro mientras me masturbo.
153 Jesucristo.
Tragué fuerte. Esta chica intentaba matarme.
Miró hacia nuestros meñiques unidos y apretó. »Tu turno. Verdad o
reto.
Me aclaré la garganta. Desde que estábamos yendo al grano, lo
seguí. —Reto.
Una seductora sonrisa se extendió por su cara. —Ven a casa conmigo.
21
Natalia
Traducción por micafp_2530
156 —¿Por qué no le preguntas a ella? —Miró a su padre con los ojos
entrecerrados.
Mierda. Esto fue sobre mí.
Él la miró con severidad y un tono similar.
—Danos unos minutos a solas, Isabella.
Izzy miró a su padre. Nunca la vi desafiante con él antes.
—No —escupió—. No voy a dejarte en paz para que puedas darle a
Nat el tercer grado. No es asunto tuyo lo que hace o con quién pasa el
tiempo.
Mis ojos se agrandaron.
Garrett habló con los dientes apretados.
—Ve por la puerta, Isabella.
Izzy se puso de pie, y por un segundo, pensé que se derrumbaba.
Hasta que se volvió para mirarme.
—¿Estás lista, Nat?
Miré hacia delante y hacia atrás entre mi ex marido y mi hijastra,
tratando de descubrir qué hacer. Odiaba que ella lo dejara enojado. Si se
arrepentía de lo que se dijo, no tenía el mañana para que todo vuelva a ser
bueno. Pasaría otro mes antes de que volviéramos para nuestra próxima
visita.
Esperando tomar la decisión correcta, miré a Garrett.
—Izzy está creciendo para ser una persona increíble. Es realmente
madura y ha empezado a entrar sí últimamente. —Mis ojos se encontraron
con los de ella—. Así que, aunque los odio a ustedes dos peleando, la apoyo,
y si ella está lista para irse, nos iremos ahora. Adiós, Garrett. Te veo el mes
que viene.
Izzy le dio a su padre una última mirada. —Adiós, papá. —Y salimos
juntos.
Esperaba que se viniera abajo después de que saliéramos de la
prisión. Pero no lo hizo. Izzy permaneció callada mientras recogíamos
nuestras cosas de la taquilla y caminaba hacia el automóvil.
Una vez que estábamos dentro, me volví para mirarla antes de
arrancar el automóvil. —¿Quieres hablar acerca de ello?
—Es un idiota. Le contaba cómo ha mejorado mi tiro en salto, y ¿sabes
cuál fue su respuesta?
—¿Qué?
157 —Preguntó quién era el hombre que se hallaba en nuestro
apartamento.
Marcus solo estuvo dentro de nuestro departamento una vez, y mi
instinto me dijo que no se trataba de Marcus. —¿Cómo sabía que había un
hombre en nuestro apartamento?
—Damon le dijo que salías con un plomero o algo así.
Ugh. Damon.
—Lamento que haya intentado ponerte en medio de todo y que
arruinara tu visita.
—Papá arruinó mi visita. Él ni siquiera escuchaba sobre mi juego. Luego
se enojó cuando le dije que no era de su incumbencia quién estaba en
nuestra casa.
Oh, mierda.
—¿Qué dijo a eso?
—Dijo que eras su esposa, y que era asunto suyo. Que yo era sus ojos
y oídos mientras él no podía estar en casa ahora mismo. Entonces le dije que
eras su ex esposa, y que era su culpa que no pudiera estar en casa ahora
mismo. Que yo no era sus ojos y oídos, yo soy su hija.
Dios, me sentía tan orgullosa de ella. Pero mi corazón también se
quebró porque Garrett trataba de usarla durante la única hora de mierda
que puede verla cada mes.
—Estás cien por ciento en lo correcto, Izzy. Pero eso no pudo haber
sido fácil de decir.
—Es la verdad.
¿Cuándo se volvió tan mayor?
—Izzy... gracias. Gracias por defenderme. Pero lo único que quiero
decir es que nunca me molestaré si quieres contarle a tu padre nuestros
asuntos. Aunque no creo que yo sea de su incumbencia, tú lo eres, y
supongo que tiene todo el derecho a saber si hay un hombre dando vueltas
mientras estás en casa.
Volvió a mirar por la ventana, así que encendí el auto para darle algo
de tiempo. Íbamos a estar físicamente una al lado de la otra durante las
próximas horas, pero pensé que podría necesitar algo de privacidad para
repetir cosas en su cabeza.
Pero no se puso los auriculares y no se quedó dormida esta vez. En
cambio, parecía sumida en sus pensamientos.
158 Después de aproximadamente una hora, señalé un montón de
carteles de comida rápida al costado de la carretera y le pregunté si quería
parar y almorzar. Asintió. En lugar de pasar por el camino de entrada como
lo haríamos normalmente en el camino a casa, estacioné en un lugar en
Wendy's. Si ella estaba lista para hablar un poco más, sería más fácil sentarse
una frente a la otra.
Agarré mi bolso por la espalda y abrí la puerta de mi auto para salir.
La voz de Izzy me detuvo.
—¿Nat?
Me volví para encontrar que Izzy no hizo ningún intento de salir del
auto. Miraba hacia delante, pero cuando la miré de cerca, vi lágrimas en
sus ojos. Cerré la puerta de mi automóvil.
—Háblame, cariño. Es normal que estés molesta después de lo que
sucedió hoy.
Una gruesa lágrima se deslizó por su mejilla y su labio inferior se
estremeció. Ver su dolor cuando se volvió para mirarme me ahogó la
garganta con mis propias lágrimas.
—¿Qué derechos tiene papá? —graznó con voz temblorosa.
Al principio no entendí la pregunta, pero luego recordé que lo último
que le dije era que tenía todo el derecho a saber si un hombre la rodeaba.
Pensé que a eso se refería.
—Bueno, él es tu padre, así que creo que tiene derecho a saber que
estás a salvo y bien protegida. No importa lo que pasó entre él y yo, o lo que
ha hecho mal, me sentiría mal al dejar que se preocupe por su seguridad.
Negó con la cabeza vigorosamente.
—No. ¿Qué derecho tiene él conmigo?
—¿Te refieres a legalmente?
Asintió.
Nunca discutimos el aspecto legal de cómo el tribunal decidió las
cosas. Todo lo que sabía era que vivía conmigo y visitaba a su abuela y a su
padre.
—Bueno, ahora mismo tengo tu custodia física completa. Entonces,
nadie más tiene derecho a que vivas con ellos. Vas a visitar a tu abuela una
vez al mes porque eso es lo que acordé con ella. Creo que es importante
mantenerse en contacto con ella, y te quiere mucho. Quería tener tu
custodia física, pero tiene setenta y dos años, y nunca habías vivido con ella
159 antes, por lo que el tribunal acordó que deberías vivir conmigo.
Esperé hasta que me miró y se aseguró de escuchar la siguiente parte
fuerte y clara.
»Y quería que vivieras conmigo porque te amo.
Sonrió entre lágrimas y asintió, así que continué.
»Pero hay dos tipos de derechos que las personas tienen sobre los
menores: la custodia física y la custodia legal. Tu padre y yo compartimos tu
custodia legal.
—¿Qué significa eso?
—Significa que tu padre y yo tenemos algo que decir sobre las
decisiones importantes sobre ti, como la escolarización, la atención médica
y ese tipo de cosas.
—¿A pesar de que se halla en la cárcel?
—Sí. No intenté luchar contra él por la custodia legal completa. Él
siempre ha tomado buenas decisiones para tu bienestar, y te ama. No
quería que sintiera que trataba de robarte de él. Él cometió errores. Grandes.
Pero sigue siendo tu padre.
Pensé que había hecho un buen trabajo al explicarlo, pero cuando
terminé, se vio aún más devastada que cuando comencé. Las lágrimas
corrían por su rostro.
»Dios mío, lo siento mucho. No quise molestarte. —¿Era demasiada
información? Me incliné y la tomé en mis brazos—. Ven acá. Háblame. ¿Qué
parte te molesta?
Sollozó sobre mi hombro durante unos minutos, y no pude contener
mis propias lágrimas. Dolía mucho verla sufrir. Los niños no deberían tener
que lastimarse debido a las acciones de los adultos que se suponía que los
protegerían. Sin embargo, sucedía todos los días.
Nunca pensé que desearía que apareciera la Izzy enojada y molesta.
Después de un rato, los sollozos disminuyeron, y ella sollozó antes de levantar
su cabeza de mi hombro. Sus ojos se veían hinchados y rojos.
—Me vas a enviar de vuelta a vivir con él, ¿verdad?
La pregunta me pilló desprevenida. Nunca se me ocurrió que Izzy no
quisiera vivir con su padre cuando saliera en unos meses. Fue solo en los
últimos meses que comenzó a abrirse a mí, y comencé a ver que realmente
no me odiaba; simplemente odiaba las circunstancias que rodean por qué
tenía que vivir conmigo, y yo era la única persona culpable.
160
Busqué su cara.
—¿No quieres vivir con tu padre?
Sacudió su cabeza.
»Estás enojada con él ahora. No creo que estés en el estado de ánimo
adecuado para pensar en cosas como esta.
—Él no es una chica. No podría conseguir cosas. ¿No puedo
quedarme contigo y visitarlo los fines de semana o algo así?
Jesús, no me sentía lista para responder esa pregunta. Aún más, no
estaba segura de poder responder esa pregunta. Garrett ciertamente
querría la custodia de su hija cuando saliera, ¿no?
—Izzy, yo... no creo que esa decisión dependa de mí, o de ti,
solamente.
Su cara de esperanza cayó.
—¿Depende de papá?
—Creo que si tú y yo decidimos que sería lo mejor para ti quedarte
conmigo, y tu padre no concuerda, un juez tendría que decidir.
Baja la mirada, pareciendo pensar esa respuesta por un minuto.
Entonces me golpea a quemarropa, mirándome directamente a los ojos.
—¿Querrías que viviera contigo, si eso es lo que quiero?
La respuesta cayó de mis labios antes de que pudiera siquiera
contemplarla.
—Sí.
Pero no tenía una buena sensación de que las cosas irían bien si
resultaba que esto era lo que Izzy quería.
161
22
Natalia
Traducción por Leidy Vasco
M
e sentía agitada, un manojo de nervios.
De alguna manera, logré mantenerme ocupada esta semana
y no perdí mucho tiempo pensando en mi próxima cita, o más
bien en el próximo fin de semana, con Hunter, hasta ahora. Eran las dos de
la tarde del viernes, y ya había terminado todas mis citas y anotado todas
mis notas del caso. Con la esperanza de relajarme y descansar, me di un
baño y arrojé una bomba de guisante dulce al baño que recogí en el
162 camino a casa ayer.
Al igual que el resto de mi apartamento, el baño era pequeño, por lo
que se cocía al vapor solo por llenar la bañera con agua caliente. Como
Izzy no se encontraba en casa, dejé la puerta abierta para dejar salir algo
de vapor y quitarme la ropa antes de instalarme en el agua caliente. Cerré
los ojos, respiré profundamente e inhalé el aroma increíble del jardín de mi
abuela.
Totalmente lo que necesitaba.
Mi teléfono zumbó desde el lavamanos, interrumpiendo mi paz, y mis
ojos se abrieron. Al encontrar un ojo penetrante que me miraba desde la
esquina de la bañera, salté del agua, derramé la mitad del baño por todo
el piso y casi me resbalé sobre la losa mojada.
El gato.
El maldito gato.
Uno pensaría que la presencia de un solo ojo me hubiera dado una
pista.
Catpernicus entró por la puerta abierta y se sentó en el borde de la
bañera, casi asustándome por completo. Con la forma en que continuó
mirándome (sin juego de palabras), agarré la toalla del estante para
cubrirme.
¿Seriamente? Me sentía nerviosa hoy.
Tomé algunas respiraciones profundas y fui a coger mi teléfono, cuyo
zumbido había sido el catalizador de mi casi desastre, y de repente me di
cuenta de que mi celular ya no estaba en el fregadero. El terror se instaló en
mi estómago, pero miré a mí alrededor, dejando lo que más temía para lo
último.
No en el piso.
No cayó al lavamanos.
Ningún milagroso salto al bote de basura cercano.
Mis ojos se posaron en la bañera.
Mierda.
Allí se hallaba mi teléfono, en el fondo del baño medio lleno.
En mi frenética lucha por salir, me agarré al lavamanos y lo tiré en el
agua. Lo recogí, pero por supuesto, era demasiado tarde. El teléfono estaba
muerto, y no podía imaginar que hubiera una resurrección.
Aunque me sentía molesta conmigo misma, no existía nada que
pudiera hacer al respecto en ese momento, así que di unas palmaditas a mi
163 teléfono e intenté acomodarme en la bañera. Al ver que era imposible
relajarme, decidí terminar mi aseo personal. Me afeité cada pelo de las
piernas y las axilas, y luego escudriñé el trabajo de cera brasileña que había
hecho ayer para asegurarme de que se veía bien. Catpernicus se sentó
diligentemente en el borde de la bañera, lamiendo y limpiando sus patas.
Había arreglado que mi vecina, la señora Whitman, que también tenía un
gato, se lo llevara durante el fin de semana. Me preguntaba si Catpernicus
se preparaba para su propia cita.
Empacar mi bolso fue un desafío en sí mismo. Elegí mi lencería de
encaje, pero no estaba segura de qué, en todo caso, si estaría usando algo
más allá de eso. Lo que resultó en un exceso de equipaje, algo con lo que
relajarse, algo para salir, jeans y una camiseta… ¿y si llovía? Imaginé la
mirada en la cara de Hunter si aparecía con ropa de lluvia y dos maletas. El
pobre hombre probablemente tendría un ataque al corazón, pensando que
me mudaba.
Mariposas se alojaron en mi vientre por el resto de la tarde. Nos
habíamos enviado mensajes de texto algunas veces esta semana y
decidimos que, en lugar de que él me recogiera, iría a su casa justo después
de dejar a Izzy. Hunter vivía muy cerca de la casa de la madre de Garrett.
Llevaría a Izzy directamente de la práctica, y no quería que viera la maleta,
así que la guardé en el baúl. Necesitaba tener cuidado con el ejemplo que
establecía, especialmente ahora que tenía casi dieciséis años y se sentía
interesada en los chicos. Los adolescentes escuchan tus acciones, no lo que
les dices es correcto o incorrecto.
En mi camino para recoger a Izzy, me detuve en Verizon y obtuve un
iPhone nuevo, ridículamente caro. No pudieron salvar nada de mi teléfono
anterior, así que no tenía números ni contactos, y básicamente estaría
empezando desde cero. Ni siquiera sabía el primer dígito del número de
teléfono de Hunter.
Probablemente era mejor que Izzy se hubiera transformado en una
adolescente descontenta y estuviera de buen humor cuando la recogiera
de la práctica. Mis emociones ya estaban por todos lados, y no estaba
segura de que sería sensato hablar sobre los chicos o su papá. Cuando
llegamos a la casa de su abuela, estacioné en doble fila.
—Oh, casi lo olvido. Dejé caer mi teléfono en la bañera. Ni siquiera sé
tu número. —Saqué mi nuevo celular del bolsillo de mi chaqueta—. ¿Puedes
programarlo?
Lo tomó y mecanografió mientras hablaba. —¿Cuándo tomaste un
baño?
—Esta tarde.
***
169
23
Natalia
Traducido por Larissa & Claudiavero
***
***
Hunter tomó una ducha después de que el drama pasó. Había estado
en una obra de construcción toda la mañana y luego viajó toda la tarde
para llegar a casa. Toda la semana estuve imaginando que nos rasgaríamos
la ropa el momento en que finalmente estuviéramos a solas en su
departamento, pero la visita improvisada de la vecina amortiguó el estado
de ánimo esperado, al menos hasta que salió del baño vistiendo nada más
174 que una toalla y se veía increíblemente caliente.
Nunca he sido una buena jugadora de póker. Muestro mis emociones
en mi cara. Hunter me atrapó visualmente tragando su cuerpo, y tal vez
inconscientemente babeé un poco mientras miraba las líneas talladas de su
pecho. Jesús. Los hombres no se parecen a él en la vida real. Tal vez los
hombres en el anuncio que pintaban fuera del gimnasio al que pertenecía
pero que rara vez visitaban... pero no eran hombres reales y vivos. Sus
abdominales estaban definidos y recortados en ocho picos y valles que
quería rastrear con la lengua. Si fuera posible, sus anchos hombros se veían
aún más anchos sin una camisa, y ni siquiera podía comenzar a explicar lo
que la profunda V que desaparecía en su toalla baja me hizo.
—¿Estamos bien? —La voz de Hunter era ronca—. Porque si sigues
mirándome de esa manera, te inclinaré sobre el sofá en el que estás sentada
y te daré el resto del recorrido de mi cuerpo desde adentro hacia afuera.
Pero prefiero no follarte la primera vez estando cabreada.
Mis ojos saltaron a los suyos, y sonrió.
»No me malinterpretes, me gustaría follarte enojada. Preferiblemente
con los dos enojados. Simplemente no la primera vez.
Tragué. —Estamos bien.
Mantuvo la distancia entre nosotros, lo que me hizo pensar que lo
necesitaba para mantener su control. —¿Tienes hambre?
Tomando una lección de su libro de jugadas, arqueé una ceja en
respuesta.
Se rio entre dientes. —Vas a ser mi muerte. Solo lo sé. —Se restregó
ambas manos sobre la cara—. ¿Ya cenaste?
De hecho, no, pero la comida no se hallaba en mi lista de prioridades
en este momento. —No tengo tanta hambre.
—Voy a pedir algo —Mientras hablaba, mis ojos volvieron a bajar para
seguir la delgada línea de pelo que iba desde su ombligo hasta su toalla.
Hunter murmuró mientras caminaba hacia el dormitorio—: Haces que sea
muy difícil hacer lo correcto.
***
182
24
Hunter
Hace diez años
—T
e amo porque me haces reír y tienes un corazón enorme.
—Summer subió a la cama, donde seguía recostado
desnudo con las manos detrás de mi cabeza, y se subió
a horcajadas sobre mis caderas—. Pero esto… —Bajó la mano y acunó mi
pene—. Esta cosa grande es un muy buen extra.
Tomé su cabello y acerqué su cabeza hacia la mía.
183
—Ah, ¿sí? ¿Me amas, uh? —Estuvimos saliendo por seis meses, pero
nunca nos dijimos esas palabras.
Sonrió e inclinó la cabeza.
—Supongo que sí.
Acercándola, besé suavemente sus labios.
—Entonces, supongo que también te amo.
Se apartó y me dio un golpecito en mis abdominales.
—Oye. Eso no suena muy romántico. Entonces, supongo que también
te amo.
—De acuerdo. ¿Qué tal esto? Summer Pearl Madden, te amo porque
nunca dices no a un reto y te ríes de tus propias bromas incluso cuando no
son chistosas. —Levanté las manos y tomé sus pechos—. Pero esto… esas
tetas grandes son un muy buen extra.
Rio.
—¿Te sientes nervioso por hoy?
—Nah. Él es feliz. Estará feliz por nosotros.
Jayce y Emily se comprometieron anoche. Fue inesperado, pero los
dos parecían estar en su propio pequeño mundo. Después de esconder mi
relación con Summer por seis meses, planeaba decírselo a mi hermano.
Aunque estábamos separados por un viaje en autobús de ocho horas la
mayoría de los días, Summer y yo nos hicimos inseparables desde la noche
de la fiesta de graduación de mi hermano. Teníamos video-llamadas por
horas algunos días, y uno viajaba en un autobús algunos fines de semana,
tomando el largo viaje para encontrarnos. Los te amo que nos acabamos
de decir dejaron claro en mi mente que ya era tarde para salir a la luz.
Busqué mi celular en la mesita de noche y comprobé la hora.
»Mierda. Debo irme. Mi tío nos pidió que nos encontremos en su oficina
a la una, así que le dije a Jayce que nos veamos en el Starbucks de la
esquina a las doce así podía decirle. —Tomé a Summer por las caderas y la
hice a un lado así podía sentarme—. ¿Qué vas a hacer hoy mientras no
estoy?
Hizo pucheros.
—Estudiar para matemática. Si no paso este final, no me graduaré.
—Te ayudaré cuando regrese.
Summer se recostó sobre su estómago en la cama y me observó
vestirme.
184 —Amo cuando me enseñas.
Tomé un par de jeans.
—Te gusta que es gratis. Debería empezar a cobrarte.
—No hay problema con eso. Mientras aceptes favores sexuales como
pago.
Olisqueé una camiseta colgada de un cajón abierto. No estaba
seguro si la arrojé ahí mientras me desvestía o si se estaba por caer porque
tomé algo de debajo y ni me molesté en arreglar el lío que hice. Decidiendo
que parecía limpia, me la puse.
—Eso hacen todos los chicos. —Summer frunció la nariz—. Oler la ropa
antes de ponérsela.
Miré sus bragas negras de encaje en el suelo junto a la cama y las
levanté. Acunando la tela fina en ambas manos, la llevé a mi nariz e inhalé
profunda y exageradamente.
Negó, pero sonrió.
»Eres asqueroso.
—Sí. ¿Crees que eso es asqueroso? —Metí su ropa interior en el bolsillo
de mis jeans—. Me las quedaré hasta más tarde, y voy a olerlas como un
jodido pervertido en el autobús de regreso como un loco juego previo antes
de llegar y comerte.
***
M
e desperté en una cama vacía.
Había dejado mi teléfono en algún lugar de la sala de estar,
y no había un despertador junto a la cama. Las persianas
estaban corridas, pero las tablillas se hallaban abiertas, y como no entraba
luz, supuse que aún no era de día. Pero, ¿dónde se encontraba Hunter?
Esperé unos minutos para ver si acababa de levantarse para tomar un trago
o ir al baño, pero no regresó, y el apartamento no tenía sonido de nadie que
187 se moviera. Incapaz de volver a dormir, envolví una sábana alrededor de mi
cuerpo desnudo y fui a buscar al hombre en cuyos brazos me quedé
dormida.
Todas las luces se hallaban apagadas, pero la ciudad, más allá de las
puertas corredizas de vidrio, iluminaba el apartamento lo suficiente como
para ver que Hunter no estaba allí. Al encontrar mi teléfono, miré la hora, las
cuatro y media de la mañana. Solo nos quedamos dormidos hace un par
de horas. ¿Quizás Hunter era una rata de gimnasio que se levantaba
temprano?
Esta chica no, así que decidí regresar a la cama y obtener la respuesta
cuando volviera a despertarme en unas horas. Estaba casi en la puerta del
dormitorio cuando el movimiento desde el balcón captó mi atención.
Hunter se encontraba sentado afuera.
Lo observé por unos momentos mientras miraba hacia el espacio.
Parecía sumido en sus pensamientos, casi preocupado. Finalmente, caminé
hacia la puerta y la abrí. Se volvió al oír el sonido.
—Oye. ¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Simplemente tomando un poco de aire fresco.
Tiré la sábana anudándola más a mí alrededor. —Hace mucho frío.
—Ni siquiera me di cuenta.
—Parecías perdido en tus pensamientos. ¿Algo de lo que quieras
hablar?
Los ojos de Hunter se encontraron con los míos. Pareció deliberar por
un momento, pero luego negó con la cabeza y miró hacia otro lado
mientras hablaba.
—No. Simplemente no podía dormir. —Se levantó—. Venga. Vamos a
llevarte de vuelta a la cama.
Permaneció callado mientras caminábamos de regreso a la
habitación e incluso más silencioso mientras regresábamos a la cama. Al
igual que la noche anterior, se acostó de espaldas y me atrajo hacia él, así
que mi cabeza descansó sobre su pecho. Escuché los latidos de su corazón
por un tiempo, y aunque lo encontré relajante, todavía tenía una sensación
inestable.
Girándome desde mi costado hasta mí estómago, puse dos manos
sobre el pecho de Hunter y las usé para apuntalar mi cabeza para poder
ver su cara mientras hablaba.
—¿A menudo tienes problemas para dormir ?
—A veces.
188 —¿Es difícil conciliar el sueño o quedarse dormido?
—Ambas.
—¿Es porque tienes mucho en mente?
—Tal vez.
—Sabes, escuché de algo que te puede ayudar con eso.
—¿Qué?
—Dar más que una respuesta de una sola palabra —le dije con
sarcasmo.
El labio de Hunter se crispó. —¿Sabes qué escuché que ayuda?
—¿Qué?
Hizo un movimiento parecido a un ninja en el que me giró sobre mi
espalda, y de repente se puso sobre mí. —Actividad física extenuante.
—Umm... ¿con qué frecuencia te despiertas? Porque si ese es el caso,
es posible que no pueda caminar para el lunes.
La nube que oscureció sus ojos solo unos momentos antes pareció
levantarse. —¿Creerías que soy un completo idiota si admitiera que me
encantaría que te doliera cada vez que te sientes el lunes?
—¿Me quieres adolorida?
—No, quiero que recuerdes lo que sentías por mí al estar dentro de ti.
Estaba segura de que eso no sería un problema. Levanté las manos
sobre mi cabeza y arqueé mi espalda, levantando mis pechos hacia su
rostro. —Haz tu mejor esfuerzo, Sr. Delucia.
***
Hunter tenía algunas horas de trabajo que necesitaba hacer, así que
fui a la tienda de comestibles italiana que vi en la esquina para recoger algo
para almorzar. Nos quedamos despiertos hasta después de que saliera el sol
y finalmente nos volvimos a quedar dormidos hasta después de las diez. Me
desperté por la erección de Hunter mientras me estimulaba por detrás. El
hombre tenía un apetito sexual insaciable.
Escogí todos mis bocadillos favoritos para almorzar: aceitunas negras,
hojas de parra rellenas, mozzarella fresca y tomates con albahaca,
champiñones marinados, en lugar de solo un emparedado aburrido o algo
así. Cuando llegué a la caja registradora, mi canasta de mano pesaba una
tonelada, y logré facturar el valor de ochenta dólares por la mierda.
189 Hunter me dio una llave para volver a entrar, pero mis manos estaban
demasiado llenas, así que usé mi pie para golpear. Llegó a la puerta con un
lápiz detrás de la oreja, un par de pantalones de chándal bajos y sin camisa.
Maldita sea. Todos estos buenos bocadillos italianos, y él.
—Lo siento. No quería dejar todo para usar la llave porque una de las
bolsas comienza a romperse. Creo que el recipiente de oliva se derramó
porque mi mano está sosteniendo los comestibles.
Hunter agarró las dos bolsas de mi brazo izquierdo e intentó tomar la
otra.
»No, tengo este. No quiero que se rompa.
En la cocina, Hunter se asomó a las bolsas. —¿Qué es todo esto?
¿Pensé que ibas a la tienda de delicatesen para almorzar?
—Este es el almuerzo.
Frunció el ceño y buscó en una bolsa. —¿Cannolis?
—Es lácteo. Uno de los cuatro principales grupos de alimentos.
Sacando otro artículo de la bolsa, levantó un contenedor de galletas
arcoíris.
Señalé. »Eso cae en panes y cereales.
Levantó una ceja.
»¿Qué? Tiene los mismos ingredientes: harina, sal, huevos...
Lo dejó y sacó un paquete de hojas de parra rellenas. Se me hizo la
boca agua. »Frutas y vegetales.
Sacudió la cabeza. —Es la hoja de una fruta. No estoy seguro de que
sea una fruta o verdura en sí misma.
Los tomé de su mano. —Semántica.
Riéndose, alcanzó de nuevo. Esta vez, se topó con una gran jarra de
Nutella. —Este lo sé.
—¿Lo haces?
Me ignoró y abrió la jarra, quitándole el sello plateado de frescura
antes de meter el dedo y sacar algunas de las cremas celestiales que había
dentro. Lo supe por la sonrisa descarada en su rostro cuando levantó la vista
que su interés no tenía nada que ver con la deliciosa propagación.
Inclinándose, pasó su dedo por mi clavícula expuesta antes de inclinarse
para chupar la avellana.
—Pintura corporal. Esto va a la habitación para más tarde.
Me reí porque pensé que bromeaba, pero desapareció en el
dormitorio con ese frasco. Mi mente comenzó a competir con lo que estaría
190 pintando y chupando más tarde.
Cuando regresó, me apretó por detrás y me besó en la parte superior
de la cabeza.
»Gracias por ir a la tienda. Te ayudaré a desempacar y luego iré a
terminar. Solo necesito diez minutos más o menos.
—No seas tonto. Ve a hacer tu trabajo. Desempacaré todo y lo
guardaré y nos haremos una buena variedad de bocadillos.
Hunter me besó la frente. —Gracias. —Caminó hasta la mitad de la
mesa del comedor y se volvió—. Casi lo olvidé... Derek llamó mientras
estabas fuera. Viene a la ciudad por negocios en dos semanas. Quiere
reunirse con nosotros para tomar una copa.
—Vale. Eso suena genial. Anna mencionó que tenían un viaje cerca.
Me tomé mi tiempo con los comestibles e hice una fuente de muestras
de todas las golosinas. Hunter tenía planos diseminados por toda la mesa, y
cuando lo vi comenzar a enredar uno a uno en un rollo, traje el almuerzo y
algunos platos a la mesa.
—Se ve increíble —dijo.
—¿Terminaste lo que tenías que hacer?
—Sí. Este proyecto ha estado haciéndose durante años. Somos el
tercer constructor en eso. Cuando hay más de un constructor, hay una
razón. —Envolvió una banda de goma alrededor del rollo en el que estuvo
trabajando y lo golpeó contra la mesa—. El propietario es de Dubái y no se
da cuenta de que la ciudad de Nueva York tiene un código de construcción
bizantino. El edificio es viejo y necesita refuerzos estructurales para todo lo
que quiere hacer. Lo cual está bien, pero cuando cambias el peso de lo que
construyes tres veces durante la renovación, y el primer constructor usó vigas
que apenas soportaban el primer conjunto de planos, básicamente tienes
que empezar de nuevo. Y a pesar de que casi todos los borradores y planos
se hacen ahora en una computadora, él quiere ver cada conjunto de
cambios en un dibujo de anteproyecto de lápiz y papel de la vieja escuela.
—¿Qué sigue cambiando que lo hace tan pesado?
—La casa en la parte superior del edificio.
Pensé que lo había escuchado mal. —¿Alojará algo en la azotea del
edificio?
—Sí. Una casa. —Hunter se rio entre dientes—. Está construyendo una
casa en la azotea del antiguo edificio de hierro fundido.
—¿Toda una casa?
191
—Más o menos.
—¿Por qué? ¿El edificio no es residencial?
—No, la mayor parte es residencial a excepción de las fachadas
comerciales en las dos plantas inferiores.
—Entonces, ¿por qué no renovar un apartamento en lugar de construir
una casa en la azotea? No lo entiendo.
—La construcción es un patio de recreo para los extraordinariamente
ricos en Nueva York. No puedes buscarle la lógica. La respuesta es siempre
la misma, porque pueden.
—Eso es una locura.
—Me mantiene empleado. Este edificio en particular es en realidad
muy hermoso. Te llevaré a verlo algún día, si quieres. Los pisos superiores
están cerrados durante las renovaciones, y estamos paralizados hasta que
la ciudad apruebe la reciente ronda de cambios.
—Me gustaría eso. Aunque he vivido aquí toda mi vida, realmente no
me tomo el tiempo de apreciar la arquitectura.
—¿Alguna vez pensaste en vivir en otro lugar? —preguntó Hunter.
—Solía. Fui a la universidad aquí en la ciudad, y Anna fue a la escuela
en California. Nos turnábamos para visitarnos durante los descansos y
teníamos grandes planes para mudarme a la Costa Oeste para que
pudiéramos volver a vivir juntos. Planeamos estar embarazadas al mismo
tiempo y que nuestras hijas fueran las mejores amigas de segunda
generación.
—Todavía podría pasar. Estoy seguro de que Anna y Derek tendrán
más hijos.
Una foto de Anna y yo sentadas en el patio de Hunter con bebés en
nuestro regazo, mientras Derek y Hunter se hallaban de pie cerca de la
barbacoa haciendo la cena, de repente brilló ante mis ojos. La idea me
calentó, a pesar de que también me asustaba que mi cabeza fuera allí.
Hunter no estaría en esto por mucho tiempo. Esto es solo una aventura. ¿No
es así?
Sonreí vacilante, temerosa de levantar mis esperanzas, pero en el
fondo sabía que ya lo hacía. —Tal vez. Nunca se sabe, supongo.
192
26
Natalia
Traducido por Mave
H
unter y Derek ya se encontraban sentados en el bar cuando
entré. Al verme, los dos hombres se pusieron de pie. Mientras
avanzaba, me di cuenta de que era la primera vez que Hunter
y yo salíamos en público con un amigo. Durante las últimas semanas,
habíamos pasado todo el tiempo que podíamos juntos: nos encontrábamos
para el desayuno si no nos podíamos ver por la noche, llevar a una docena
de niños a cenar para el decimosexto cumpleaños de Izzy, ver sus juegos de
baloncesto, colarse en una película diurna entre mis sesiones de
193 asesoramiento. Incluso almorzamos en el techo de su lugar de trabajo una
tarde, sin mencionar que pasamos tanto tiempo en la cama, fue
sorprendente que pudiera caminar. Sin embargo, hemos estado en una
burbuja privada. A menos que cuentes a Izzy, siempre estamos solos.
Entonces, cuando me acerqué a los dos hombres, no estaba muy
segura de cómo saludar a Hunter. Él resolvió ese debate interno para mí en
el momento que me acerqué. Tomando mi mano, me jaló hacia él, le dio
un pequeño tirón a mi cabello, echándome la cabeza hacia atrás, y
plantando un beso posesivo en mis labios.
Sonreí, más que satisfecha con su saludo, y dejé escapar un—: Hola.
—Entrecortado antes de dirigir mi atención a Derek—. ¿Cómo está mi dulce
y pequeña bebé Caroline?
Derek sonrió y se inclinó para besar mi mejilla. —Está bien. ¿Diré que
parezco un completo idiota si digo que extraño la forma en que huele?
Mi corazón dejó escapar un hermoso suspiro. —De ningún modo.
Suenas como el hombre perfecto.
—Oye... ¿y yo? —me regañó Hunter.
—Awww.... ¿Quedas desacreditado porque le hice un cumplido a
otro hombre? Eso es lindo. Pero mi corazón se derritió un poco escuchándolo
decir que extrañaba la forma en que huele. Es lo más romántico que he
escuchado. No estoy segura de que puedas superar eso, chico guapo.
Hunter envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él.
—Extraño la forma en que hueles, también.
Le di un codazo. —Eso no es romántico; eso es pervertido.
—¿Cuál es la diferencia?
Todos nos reímos, y Hunter tiró de un taburete de la barra para que los
tres pudiéramos sentarnos en un pequeño círculo en el bar. Nos pusimos al
día con las imágenes de bebés, la obsesión más nueva de Anna con todo
lo que necesita ser orgánico en la casa, y el chequeo más reciente de
Caroline.
—Casi lo olvido, Anna quiere que la llame mientras estoy con ustedes,
chicos. Me dio instrucciones específicas para ordenar ambas Mimosas y
llamar en altavoz.
Hunter ya me pidió una copa de vino. Lo sostuve en mis labios antes
de beber. —Podemos saltarnos las Mimosas. Le diré que las ordenaste si
pregunta.
—Oh, no. No tienes idea de cuán hormonal es mi esposa ahora. No
194 me arriesgaré. —Derek hizo una seña al camarero y pidió tres Mimosas antes
de llamar a Anna por el altavoz—. Hola, bebé. Estás en el altavoz.
—¿Tienen Mimosas?
—Lo hacen. Yo también tengo una.
—Después de colgar, mándame una foto de los dos con sus bebidas.
Derek arqueó una ceja hacia nosotros como para decir te lo dije. —
Lo haré.
—¡Hola, Nat! —gritó Anna.
—¡Hola!
—Hola, Hunter. ¿Cuidas bien a mi niña?
—Lo intento —dijo y me apretó un poco la rodilla.
—Desearía poder estar allí con ustedes ahora mismo. Pero es
demasiado pronto para volar con Caroline con todos los gérmenes
reciclados en un avión. Entonces, dado que Derek tenía que estar en la
ciudad para hacer negocios esta semana de todos modos, esto es lo más
cercano a los cuatro de nosotros sentados juntos como pude imaginar.
Derek, ¿tienes mis accesorios listos?
Negó con la cabeza, indicando que pensaba que su esposa estaba
loca, pero sin embargo metió la mano en su bolsillo. —Los tengo.
—Bien. Muestra la primera imagen.
Derek levantó una foto de mí y de Anna. Probablemente solo
teníamos unos cuatro o cinco años y empujábamos nuestros viejos carruajes
con nuestras muñecas adentro.
—Nat, te he conocido toda mi vida —dijo Anna—. Eres la mejor amiga
que una chica podría tener. Cuando armaba lo que quería decir hoy, traté
de pensar en un ejemplo de cuando te haya pedido ayuda y tú estuviste a
mi lado. Pero no pude. Porque a pesar de que he necesitado tu ayuda a
menudo durante los últimos veinte años, nunca tuve que pedirla. Estás ahí
dándomela antes incluso de que tenga la oportunidad. —La voz de Anna
se quebró, y supe que lloraba—. Eres mi persona, Nat. Y te amo y te confío
mi vida.
Me sentía completamente asfixiada. —También te amo, Anna
Mamadas Banya.
Aclaró su garganta. —Tu turno, Derek. Siguiente propuesta.
Derek negó con la cabeza, pero revolvió las fotos para que ahora se
mostrara una foto vieja de lo que asumí que eran él y Hunter. —Golpeaste a
Frankie Munson cuando me llamó nerd en sexto grado. En octavo grado,
cuando era demasiado tímido para invitar a una chica al baile, le pediste a
195 las dos chicas más atractivas que fueran al baile con nosotros. En décimo
grado, cuando eras capitán del equipo de fútbol y yo era el capitán del
equipo de debate, no te importó pasar un buen rato con un nerd. Siempre
has mantenido mi espalda, hermano.
Anna entró—: ¡Siguiente foto, cariño!
Derek sacó otra foto de la parte posterior de la pila que sostenía en su
mano. Era una foto mía y de Hunter de su boda que nunca había visto.
Recordé el momento, pero no sabía que alguien lo capturó. Él acababa de
interrumpirme mientras yo bailaba con el padre de Anna, y yo lo insulté
mientras sonreía y trataba de fingir que la forma en que me abrazaba contra
su cuerpo no me afectaba. Fue una toma perfecta. Mi cabeza se inclinaba
hacia él con una sonrisa, y él me miraba con esa media sonrisa sexy que
usaba a menudo. No existía duda de la chispa entre nosotros.
Hunter y yo nos miramos el uno al otro mientras Anna hablaba. —
Entonces, como ustedes dos son nuestra personas, y confiamos en ustedes
con nuestras vidas, queremos que sean las personas de nuestra hija si algo
nos sucede a nosotros. —Hizo una pausa—. Última foto, cariño.
Derek volvió a barajar, y esta vez era una imagen de la bebé Caroline.
Iba vestida con un mono con el logo de la película: El padrino.
»Hunter y Nat, ¿serían los padrinos de nuestra hija?
Mi sonrisa era tan amplia, fue sorprendente que mi cara no se
rompiera. Salté de mi taburete y abracé a Derek, agarrando el teléfono y
gritándolo a Anna. —¡Sí! ¡Sí!
Hunter adoptó un enfoque más moderado y estrechó la mano de su
amigo. —Sería un honor, hombre.
Después de que Derek colgó, le pedí al camarero que tomara una
foto con mi teléfono de los tres sosteniendo nuestras Mimosas. Luego se la
envié a Anna. Ella me envió una de vuelta, sosteniendo a mi futura ahijada
en un brazo y su propia bebida virgen en el otro.
—Todavía no hemos concretado la fecha del bautizo, porque lo que
comenzó como una pequeña reunión familiar, mi novia trata de convertirlo
en nuestra boda, segunda parte —bromeó Derek—. Pero pensamos en tres
semanas a partir del domingo, el día veinticinco.
Mentalmente hice las matemáticas. Mi visita a Garrett fue el día diez
del mes pasado, así que eso pondría mi visita este mes el fin de semana
anterior al día diecisiete. —Eso suena genial. Tal vez sacaré a Izzy de la
escuela ese viernes y volaré el jueves para tener un fin de semana largo. —
Miré a Hunter—. ¿Crees que podrás tomar un día libre para volar temprano?
Hunter bajó la mirada, y luego su mirada se encontró con la mía.
196 Había una aprensión en sus ojos. —Ya estaré en California.
—Oh. Bien. No me di cuenta de que tenías planeado otro viaje. —
Intenté ignorarlo como si no fuera gran cosa, pero mi barriga hueca captó
el mensaje antes que mi cerebro—. Tal vez podamos resolverlo para volver
a volar juntos.
La voz de Hunter fue solemne, y tomó mi mano. —No voy a volar de
regreso tampoco. El trabajo aquí en Nueva York terminará antes del bautizo.
Mi tarea de dos meses estará hecha. Estaré en casa en California.
Guau. Eso duele. No era cruel ni severo de ninguna manera. De
hecho, la suavidad de su tono y la forma en que extendió su mano para
tocar la mía me mostraron que sabía lo que el recordatorio me haría. Pero
eso apenas atenuaba el nerviosismo que sentía. Me sentía molesta, no
necesariamente con él. Me sentía enojada conmigo misma por dejar que
me molestara tanto.
Nuestra relación había sido temporal desde el principio. Entré con los
ojos abiertos. El único problema fue que, en algún momento, también abrí
mi corazón.
Hunter dijo algo y esperó a que respondiera. Parpadeé para salir de
mis pensamientos. —Lo siento. ¿Qué dijiste?
—Dije, ¿quizás Izzy y tú puedan quedarse conmigo el fin de semana
largo?
—Claro. —Forcé una sonrisa—. Ya veremos.
Durante los siguientes veinte minutos aproximadamente, hice los
movimientos de salir con Derek y Hunter. Sonreí y reí, pero por dentro, libraba
la batalla de la cabeza contra el corazón. Mi cabeza gritaba, él se irá, ¿a
quién le importa? Y mi corazón respondía: a ti, idiota. A ti.
Afortunadamente, todos teníamos planes para la noche, y no
implicaban pasar mucho más tiempo juntos. Hunter y Derek tenían el juego
de los Knicks, y yo necesitaba ir donde mamá.
—Tengo que ir a cenar. Estoy tan contenta de que nos hayamos visto,
Derek. —Me puse de pie—. Gracias por tenerme como la madrina de
Caroline. Por favor, dale a mi mejor amiga un abrazo gigante cuando
llegues a casa.
Derek se levantó y me dio un abrazo. —Lo haré. Y te veré el próximo
mes.
Me volví hacia Hunter, agradecida por un adiós público y un rápido
escape. —Llámame —dije muy evasiva.
197 Hunter habló con Derek. —Dame unos minutos. Voy a encaminar a
Natalia, y luego nos dirigiremos al juego.
—Por supuesto.
Demasiado para un escape rápido. Con su mano sobre mi espalda
baja, Hunter me guio fuera del bar.
Miré mis pies, no queriendo que viera lo que sentía en mi cara.
Pero él ahuecó mi cara y presionó su frente contra la mía. —Lo siento
si te molesto.
—No lo hiciste —dije. Pero ni siquiera mis propios oídos me creyeron.
Me esperó, sabiendo que eventualmente tendría que levantar la
mirada. Cuando nuestros ojos finalmente se encontraron, habló en los míos.
—Me preocupo por ti, Natalia. No va a ser fácil para mí tampoco. Este último
mes y medio ha sido genial... —Sus ojos se arrugaron en las esquinas—.
Especialmente las últimas semanas desde que te conquisté.
Quizás escuchar que no estaba sola debería haberme hecho sentir
mejor. Pero fue lo que no se dijo que cubrió una sensación de melancolía
sobre mí como una armadura. Le iba a ser difícil irse... pero tampoco
pensaba quedarse. Tampoco hubo ninguna mención de intentar algo a
larga distancia. Esto acabaría cuando nuestro tiempo se terminara.
Forcé una pequeña sonrisa. —Te llamaré.
Me miró a los ojos, cerrando brevemente los suyos antes de asentir. —
De acuerdo.
Sus labios cubrieron los míos en un suave beso antes de ir a mi frente
por otro.
»Ten cuidado con los trenes.
—Diviértete en el juego.
Era difícil alejarse, pero sabía que tenía que ser yo quien lo hiciera.
Sentí los ojos de Hunter en mí durante toda la caminata hasta la estación de
tren, segura de que se quedó fuera del restaurante para mirarme. Pero no
volteé para verificar. Así era como tendría que ser entre nosotros, tendría
que alejarme ya que él no iba a hacer nada para quedarse en mi vida.
198
27
Natalia
Traducido por Corazon_de_Tinta
N
o había visto a Hunter en cinco días.
Para la mayoría de las parejas, eso podría ser normal. Los días
de semana eran ajetreados. Debo cuidar a una adolescente.
Entonces, de nuevo, no éramos realmente una pareja, ¿o sí? Desde que
Hunter y yo estábamos juntos, nunca nos separamos por tanto tiempo.
Recogeríamos algo para comer, iríamos a uno de los juegos de Izzy,
pasaríamos unas cuantas horas en su habitación o incluso nos
199 encontraríamos para desayunar. Nunca fue difícil encontrar un momento
para nosotros. Hasta ahora. No era por una falta de esfuerzo de su parte. Lo
evitaba, y él lo sabía, aunque no me había llamado todavía.
Pero tenía el presentimiento de que eso iba a cambiar mientras
presionaba el botón para abrir la puerta principal abajo. Luego de cinco
días diciendo que me encontraba ocupada o retrasando las respuestas a
sus mensajes, él apareció sin anunciarse en mi departamento esta mañana.
Convenientemente, Izzy se había marchado a la escuela, y él sabía que no
solía tener citas antes de las diez.
Desbloqueé la puerta de mi departamento y esperé. Hunter salió del
ascensor y caminó hacia mí con un propósito. Me molestaba que mi cuerpo
reaccionara al verlo cuando no quería excitarme. Y ese enojo fue evidente
en mi tono mordaz.
—¿Andabas por el vecindario y decidiste pasar a saludar? —
pregunté. No abrí la puerta para invitarlo a entrar.
Hunter me observó directamente a los ojos. —Nop. Vine a hablar
contigo. ¿Izzy se marchó?
El enojo era una emoción que podía manejar. Crucé los brazos sobre
mi pecho. —Sí. Pero debo prepararme para trabajar. Deberías haber
llamado primero.
Se acercó más, invadiendo mi espacio personal, y bajó la mirada
hacia mí. —¿Por qué habría de hacerlo? ¿Para que pudieras rechazarme
de nuevo?
Una pequeña llama enardeció su mirada. Me negué a hacerme atrás,
incluso cuando estar tan cerca de él me hacía querer desmoronarme.
Enderezando mi espalda, dije—: Fue divertido, Hunter. No terminemos esto
de forma amarga.
Sus ojos ardieron. —¿Podemos ir adentro y hablar?
—No estoy segura de que haya algo de lo que necesitemos hablar.
Fue divertido. Se terminó.
Luego, hizo algo a lo que sabía que no podía resistirme: alzó la mano
y acunó mi mejilla. Las estúpidas lágrimas amenazaron con derramarse ante
la suavidad de su tacto.
Su pulgar acarició mi piel. —Lo siento, Natalia. En verdad lo hago.
Tragué y probé el sabor salado en mi garganta. —¿En serio? No lo
parece.
Hunter cerró los ojos. —¿Podemos entrar y hablar? ¿Por favor?
Asentí y me siguió adentro de mi departamento.
200
No estando preparada para la conversación que se vendría,
postergué el momento y llené el aire con nada más que silencio. —¿Quieres
un café?
—No, gracias.
—Yo sí tomaré uno.
Asintió y me dirigí a la cocina, esperando que esos minutos me
ayudaran a descifrar lo que quería decir. Mi cabeza se hallaba repleta de
emociones y temía que estallara si no me liberaba.
Cuando regresé a la sala, encontré a Hunter observando por la
ventana. Me recordó a la mañana que lo encontré en su balcón. Parecía
estar en otro mundo.
Sintiéndome, se giró. —¿A qué hora es tu primera cita?
Fui honesta. —En unas horas.
Una sonrisa triste pero real se asomó detrás de la nube sombría que lo
rodeaba. Me sentía demasiado nerviosa de tener esta conversación
sentada, por lo que no me molesté en invitarlo a tomar asiento antes de
comenzar.
Sorbí mi café y fingí inocencia. »¿Sobre qué querías hablar?
Hunter se acercó y empujó una hebra de cabello detrás de mi oreja.
—Me gustas. Mucho, Natalia. Disfruto tu compañía. Eres hermosa e
inteligente… y una sabelotodo, lo que, aunque parezca extraño, encuentro
ridículamente sexy. Y el sexo… —Negó con la cabeza—. Si pudiera, pasaría
todo el tiempo que estuviera despierto adentro de ti.
Tan perfecto como eso sonaba, sabía que solo era el
precalentamiento. Lo observé a los ojos y lo insté a continuar. —Pero…
—Se suponía que solo sería sexo, diversión por un rato.
Esa respuesta me sacó de mis casillas. Era una estupidez. —Y se
suponía que me casaría con un hombre honesto que no fuera un ladrón. Las
cosas no siempre salen como las planeamos, ¿no lo crees?
Dejó caer la cabeza. —Lo siento, Natalia.
—¿Por qué? —espeté—. Quiero saber el por qué.
Levantó la mirada. —¿Por qué qué?
—Por qué puedes decir todas esas cosas grandiosas sobre mí, como
que te gusto mucho, lo buenos que somos juntos, pero luego no intentas
seguir con esto. ¿Es porque vivimos tan lejos?
—Te negabas a tener una relación con cualquier hombre cuando
201 comenzamos. Salías intencionalmente con personas con las que no
conectabas solo para mantener las cosas a un nivel físico. —Pasó una mano
por su cabello—. Era lo que acordamos.
—¿Y qué? —Alcé la voz—. No acordé estar divorciada a los veintiocho
con una adolescente de dieciséis años. Pero aquí estoy. ¿Y sabes qué? Soy
feliz con lo que tengo, incluso aunque mi vida no fuera el cuento de hadas
que creí que sería. A veces planeas ir derecho y la vida te hace girar a la
izquierda, y todo resulta bien.
Nos miramos fijamente y vi tanto en sus ojos; tristeza, enojo, culpa,
deseo. Pero, más que nada, supe que miraba a un hombre que tenía
sentimientos por mí. No estaba sola en esto. Sin embargo, algo le impedía
intentar más.
—No es tan sencillo —dijo él.
—No dije que lo fuera. Pero en lugar de intentar resolver las cosas, te
despedirás en dos semanas y no mirarás atrás.
Cuando no me enfrentó ni dijo nada, mi enojo pasó a un siguiente
nivel. Coloqué mi café en la mesa auxiliar cercana y mis manos fueron a mis
caderas.
»Dime, ¿tendrás un reemplazo para mí cuando viaje al bautismo?
¿Qué te parece? ¿Extiendo mi mano y ella y yo podemos intercambiar
cumplidos sobre nuestros vestidos y hablar sobre tu resistencia?
—No te haría eso… llevar a otra mujer al bautismo. Cristo, ni siquiera
estoy pensando en otra mujer, Natalia.
Coloqué mi dedo índice sobre mis labios. —Umm… ¿se supone que
fuera algo mutuo? ¿Qué ocurre si yo quiero llevar una cita?
Eso obtuvo su atención. Tensó la mandíbula y vi un destello de furia en
sus ojos. Pero no me contentaba con un destello; quería toda la maldita
llama.
Por lo que presioné. »Me preguntaste si quería quedarme contigo
cuando fuera el bautismo. ¿Mi cita también es bienvenida? Quiero decir,
¿te molestaría si fuera demasiado ruidosa en la habitación de invitados?
Tiendo a gemir un poco cuando me follan bien duro. —Hice una pausa—.
Pero supongo que ya lo sabes, ¿o no?
La mandíbula ya tensa de Hunter se apretó tanto que pensé que
podría romperse un diente. Sin embargo, todavía no estalló.
Quería saber el motivo por el que no lucharía por nosotros. Necesitaba
202 saberlo. Frustrada, alcé los brazos y los dejé caer contra mis lados.
»¿Por qué viniste aquí, Hunter?
—Porque sabía que estabas molesta y seguías rechazándome.
—¿Y? ¿Esto te ayudó de alguna manera? ¿Necesitabas ver de
primera mano que estoy molesta o algo? Porque a mí no me ha ayudado.
—Me volteé para tranquilizarme, pero tomó mi codo, deteniéndome.
—Natalia.
Solté mi brazo de su agarre y volví a girarme tan rápido que tuvo que
retroceder para no golpearse contra mí.
—¿O viniste por un rapidito? ¿Para eso viniste? —Comencé a
balbucear, deshaciendo los botones de mi camisa—. De todas formas, se
trataba solo de eso, ¿cierto?
—Detente.
No lo hice. Continué con mi tarea. El tercer botón, luego el cuarto…
»Mereces más de lo que puedo darte.
No era una explicación; era un pretexto. Pero, finalmente, dijo algo
cierto. Merecía más.
—Cuando mis padres se separaron, mi padre le dijo a mi madre que
siempre se preocuparía por ella, pero que nunca la amaría de la misma
manera que amaba a Margie. Básicamente admitió que se había
establecido. Y no hablemos de mi elección por Garrett. Tienes toda la razón.
Merezco más. Merezco alguien que quiera estar conmigo de la misma
manera que quiero estar con él. Y quizás es mi culpa por desarrollar
sentimientos por ti cuando nunca me prometiste más que una relación física.
Pero sabes qué… —Busqué sus ojos—. No pensé que me encontraba sola en
esto. Fui lo suficientemente tonta para creer que estabas en ello conmigo,
rompiendo tu estúpida regla sobre mantener las cosas únicamente a un
nivel sexual.
Hunter se rascó la parte posterior del cuello, mirando al suelo.
Me cerré la camisa desabotonada. »Deberías irte.
—Natalia.
Su tono calmo me hizo estallar. Yo me hallaba en una montaña rusa
emocional y él flotaba tranquilamente sobre un río. Al diablo.
—¡Vete! Ve a encontrar la nueva follada del mes. Oh, espera. Es la
follada del semestre, ¿verdad?
Me volteé y marché hacia la puerta, abriéndola sin decir otra palabra.
Hunter se quedó en el lugar por unos minutos y luego caminó hasta la puerta.
203 Solo que no salió, sino que la cerró de un portazo. Con él todavía adentro.
—Estoy en esto contigo. Solo…
—¿Solo qué?
—No puedo prometer más. Pero tampoco puedo verme
marchándome por esa maldita puerta.
Me sentía triste y enojada. ¿Y cómo respondí?
Lo besé.
Probablemente no era mi movimiento más inteligente. Sin embargo,
no pude evitarlo.
Pasó un segundo para que Hunter dejara de luchar contra ello.
Ahuecó mi trasero con ambas manos y me alzó contra la puerta. Mis piernas
envolvieron su cintura, mis brazos rodearon su cuello y deposité todo mi
enojo en ese beso.
No podía acercarme lo suficiente. Y esta vez sabía que no era la
única. Hunter enterró los dedos en mi cabello, inclinó mi cabeza para
profundizar el beso y presionó su cuerpo contra el mío haciéndome gemir.
Nuestros corazones retumbaban el uno contra el otro. Comenzamos a
quitarnos la ropa sin despegar nuestras bocas. Envuelta en la furia de la
pasión, no noté que nos movíamos hasta que sentí el pie de Hunter empujar
la puerta de mi habitación.
Nunca tan gentilmente, me depositó en la cama, nuestras lenguas
todavía entrelazadas. Estaba perdida, estábamos perdidos, en el momento.
No fue hasta que nos separamos y Hunter se puso de pie para quitarse el
resto de la ropa que ninguno de los dos tuvo la oportunidad de despejarnos
de nuestra excitación.
Nuestras miradas se encontraron y él se congeló, su mano en la
cremallera. —¿Quieres que me detenga? Dímelo ahora.
Diez minutos antes lo hubiera echado a patadas. Ahora lo quería
dentro de mí más que a mi próximo aliento. Por supuesto, en el momento,
podría justificar cualquier cosa. ¿Qué diferencia harían dos semanas más?
Ya tenía sentimientos por él. No era como si privarme de la gratificación
sexual cambiaría nada. Mis ojos cayeron al gran bulto que luchaba por
liberarse de los pantalones de Hunter.
Nop. Dos semanas más no cambiará nada.
—No —susurré—. No quiero que te detengas.
El calor desechó toda duda de los ojos de Hunter. Sacó un condón de
su billetera, que arrojó al suelo, y se apresuró a quitarme el resto de la ropa.
Cerniéndose sobre mí, pasó su gruesa erección arriba y abajo por mi centro
antes de buscar en mis ojos la confirmación por última vez.
204
Asentí, pero en cuanto bajó la cabeza para tomar mi boca
nuevamente, cambié de opinión. »Espera.
Hunter se congeló con nuestras narices a un centímetro de distancia.
Si iba a hacerlo, quería tener todo el control que pudiera. —Quiero
estar arriba —dije.
Una ráfaga de alivio cruzó su bello rostro. En un movimiento, rodó
sobre su espalda, poniéndome encima. —Móntame, cariño —dijo, su voz
ronca—. Móntame duro.
Me alcé sobre mis rodillas y lo tomé con la mano. Era tan grueso que
mis dedos no podían envolver su ancho. Las manos de Hunter se presionaron
en mis caderas y me levantó para cernirme lo suficientemente alto para
alinear su polla con mi entrada. El olor a sexo inundó el aire, penetrando en
todo.
Miré a Hunter. Parecía tan desesperado; sin embargo, me cedió el
control que necesitaba, incluso si ese control era falso.
»Mierda —dijo cuando bajé para tenerlo dentro de mi.
Sus dedos presionaron tan fuerte en mis caderas que probablemente
tendría moretones mañana. Quería moretones mañana. Y quería ver cada
segundo de lo que podía hacerle a este hombre. Mirando en sus ojos, tomé
más de él. Dejó escapar una respiración pesada que yo inspiré mientras me
balanceaba arriba y abajo, permitiéndole ir más profundo.
Hunter era un hombre grande y, en esta posición, casi era doloroso.
Sin embargo, disfruté ese dolor. Inclinándome hacia atrás, con las manos
sobre sus muslos detrás de mí, arqueé la espalda. La posición le permitió
entrar hasta que estuve completamente sentada, con mi culo descansando
cerca de sus bolas.
»Cristo. Más despacio, Natalia.
La amenaza no hablada de lo que podría pasar si no lo hacía me
excitó aún más. Balanceé mis caderas adelante y atrás, y en redondo. La
tensión en su rostro me volvió salvaje, con una necesidad insana de hacerlo
perder el control. Lo monté duro; mis pechos llenos rebotaban con cada
subida y bajada. El sudor bañó mi piel y mis muslos se tensaron con
anticipación.
El pulgar de Hunter se presionó en mi clítoris doloroso y comenzó a
acariciarlo en círculos; mis caderas lo siguieron al unísono. Mi respiración se
aceleró violentamente y un gemido escapó mientras palpitaba el orgasmo.
—Hunter. —Gimoteé.
206
28
Hunter
Hace diez años
S
ummer no estaba feliz conmigo.
Dijo que entendía por qué no le conté a Jayce sobre nosotros.
Pero ahora habían pasado dos meses, y ocultándola (ocultando
nuestra relación) durante las vacaciones de verano hacía las cosas un
desafío. No podía ir a San Diego para visitarla con demasiada frecuencia
porque me enganché en una empresa de arquitectura en la que quería
207 trabajar después de la graduación. Y si ella venía hacia el norte, no teníamos
exactamente un lugar para pasar el rato, considerando que vivía con mis
tíos, y mi hermano también. Al menos hasta hoy.
Jayce se estaba mudando. Sorprendentemente, se sinceró con Emily
y admitió que no se sentía listo para casarse. Ella fue muy comprensiva.
Honestamente, olvidando las razones egoístas que tenía, realmente
esperaba que las cosas funcionasen entre los dos, cualquier mujer que
pudiera entender eso mientras preparaba las hormonas del embarazo valía
la pena.
—Te extraño. —Gimoteó Summer por el teléfono.
Summer no era de quejarse. Necesitaba arreglar el lío en el que me
metí y decir la verdad de una vez por todas. Amaba a esta chica.
—Sí, bebé. Yo también te extraño. Voy a sentarme con Jayce hoy
después de ayudarlo a mudarse. Luego hablaré con mis tíos, y estoy seguro
de que no les importará que vengas a visitarnos aquí.
—¿En serio? —Se animó.
—Te pueden hacer dormir en la habitación de invitados.
—Ni siquiera me importa. Solo extraño tu cara.
—Extraño todo el paquete.
Jayce asomó la cabeza por la puerta de mi dormitorio. —¿Me ayudas
a llevar mi colchón por las escaleras?
Cubrí el teléfono. —Sí. Dame dos minutos.
Asintió y desapareció.
»Te llamaré esta noche.
—Bueno. Buena suerte hoy.
—Gracias.
Arrojé mi teléfono a la cama y pasé junto al tío Joe por la escalera.
Levantó la pequeña lámpara en sus manos. —No me dejaría ayudarlo con
el colchón. La pequeña mierda cree que soy demasiado viejo para llevar
más de dos kilogramos.
Me reí. —No te preocupes. Cuando me mude, apoyaré los pies en el
sofá y tú mismo podrás cargar todo el camión.
La habitación de nuestra prima Cara era la primera puerta en la parte
superior de las escaleras. Ella yacía sobre su vientre en el centro de su cama,
pateando los pies en el aire mientras leía una revista.
»No te preocupes, Cara —llamé cuando pasé—. Lo tenemos.
208 Me reí entre dientes y seguí yendo a la habitación de Jayce al final del
pasillo. Su puerta se hallaba abierta, pero él no estaba adentro. Miré
alrededor de las otras habitaciones en el segundo piso, pero no se
encontraba por ningún lado. Entonces, tomé asiento en su cama y miré la
habitación medio vacía. Aunque solo estábamos en el mismo lugar para los
veranos, sería extraño vivir aquí solo. Jayce había sido la constante en mi
vida, antes y después de que mamá muriera.
Un ruido dentro de la habitación me sorprendió, considerando que
pensé que estaba solo. Parecía que el perro de la tía Elizabeth tenía una
bola de pelo atrapada en su garganta de nuevo. Miré debajo de la cama,
sin perro. Luego me levanté y miré al otro lado. Casi me caigo, y encuentro
a mi hermano tirado en el suelo. Lucia pálido como un fantasma y echando
espuma por la boca mientras su cuerpo se crispaba.
Grité por la ventana a mi tío, y abrí la boca de mi hermano para ver si
se ahogaba en algo. No había nada visible, y no tenía idea de qué hacer,
así que lo levanté del suelo y comencé a correr escaleras abajo con él
temblando en mis brazos.
Afortunadamente, la atención médica quedaba a solo un piso
cuando vivía con un médico. Tío Joe entró en acción y me hizo poner a
Jayce en el sofá para que pudiera examinarlo mientras llamaba a
Emergencias. Para cuando colgué, las sacudidas se habían detenido y el
color empezó a reflejarse en la cara de mi hermano.
—¿Qué diablos pasó? —pregunté.
Incluso Cara se levantó para comprobar la conmoción.
—Tuvo una convulsión. —Tío Joe miró a Jayce—. Solo quédate quieto,
hijo. ¿Recuerdas si te caíste antes de que eso sucediera? ¿Te golpeaste la
cabeza o algo así?
Mi hermano parecía desorientado y no respondió.
—¿Por qué sucedió eso? ¿Qué está mal con él?
—No lo sé, pero llegaremos al fondo.
***
Cuatro días.
Cuatro jodidos días.
Me hallaba realmente cerca de perder mi paciencia. ¿Qué demonios
209 lleva tanto tiempo? Durante estos cuatro días, hicieron girar a Jayce para
todo tipo de escaneos, extrajeron sangre y lo conectaron a un montón de
máquinas. Ocho médicos diferentes le hicieron las mismas preguntas una y
otra vez. Pero nadie dijo una mierda.
—Hombre. Vas a ser el que está sentado en esta cama con un colapso
si no te relajas pronto.
El típico Jayce, más preocupado por mí que por él mismo.
»Además, has estado usando esa ropa por cuatro días. Empiezas a
apestar mi habitación.
Pasé una mano por mi cabello. —¿Por qué no me dijiste sobre la
mierda que le dijiste a los doctores? No tenía idea de que tuvieras otros
síntomas.
Me vio caminar de un lado a otro al pie de su cama. —Esta es la razón.
Vas a hacer un camino en el piso si no te sientas y dejas de preocuparte.
Hace unos días podría haber sido su primera convulsión, pero
aparentemente Jayce tuvo otras cosas por un tiempo y no se lo mencionó
a nadie. Espasmos musculares, temblores, pérdida de peso: había notado
dos de los tres y le pregunté sobre ellos.
—Tu jodida mano temblaba, la primera vez que lo noté me dijiste que
tenías resaca. ¿Bebiste la noche anterior? Debería haberte hecho ir al
doctor. ¿Por qué no me dijiste?
La cara de mi hermano se puso seria. —¿Quieres la verdad? No quería
saber.
—Genial. —Negué con la cabeza—. Ahora eres mamá. Ignoras la
atención médica y dejas todo al azar.
—¿Qué diferencia hace saber? Si tengo Parkinson como mamá, no
hay cura para eso de todos modos.
—No. Pero hay tratamiento. Y luego podrías saber qué buscar.
—El médico dijo que las convulsiones ni siquiera son un síntoma común
del Parkinson. Así que exageras.
Tío Joe entró en la habitación con un archivo. Parecía exhausto. Había
estado aquí veinticuatro horas durante los últimos cuatro días. Pero a
diferencia de mí, al menos se duchó y corrió a casa para cambiarse de ropa.
Me negué, durmiendo en la silla de la sala de espera cuando me echaron
de su habitación por la noche.
Miró a su alrededor. —¿Dónde está Emily?
210 —La hice ir a casa y descansar un poco. —Jayce levantó la barbilla
hacia mí—. Como este dolor en el culo debería.
El tío Joe me miró. —Creo que es una buena idea. ¿Por qué no te vas
a casa y descansas un poco? De todos modos, quiero hablar con Jayce a
solas.
—¿Por qué? —Miré la carpeta—. ¿Tienes resultados finalmente?
El tío Joe miró a Jayce. —Sé que ustedes, chicos, son cercanos. Pero
la información médica es privada.
Jayce miró entre nuestro tío y yo. —Está bien. Hunter puede quedarse.
—¿Estás seguro?
—Sí.
Mi tío acercó una silla junto a la cama de Jayce. —¿Por qué no tomas
un asiento, también, Hunter?
Cuando alguien te dice que tomes asiento, viene la mala noticia. —
Prefiero estar de pie.
Asintió y miró la carpeta sin abrir en su regazo durante un tiempo
terriblemente largo. Quitándose las gafas, se frotó los ojos cansados antes
de comenzar.
—Todos asumimos que tu madre tenía la enfermedad de Parkinson.
Tenía los síntomas clásicos. Y, bueno, sabes que se negó a ir a un médico
para un examen.
—¿Ella no tenía Parkinson? —pregunté.
—Obviamente, no hay forma de estar seguro, pero ya no lo creo.
—¿Eso significa que no tengo Parkinson? —dijo mi hermano.
Tío Joe negó con la cabeza. —No. No tienes Parkinson, hijo.
La cabeza de Jayce se inclinó hacia el techo, y sus hombros se
desplomaron de alivio. —Gracias a Dios.
La emoción que sentí fue efímera después de que eché un vistazo a
la cara de mi tío. Él no parecía aliviado como nosotros. De repente pensé
que sentarse era una buena idea.
—Hay algunas condiciones que tienen síntomas muy similares a otras
condiciones. Incluso ayer cuando aprendí todo sobre los síntomas que has
encontrado en los últimos años, todavía sonaba como el Parkinson. Y
aunque la convulsión no es una dolencia común entre quienes padecen la
enfermedad, existe una comorbilidad conocida entre la enfermedad de
Parkinson y la epilepsia.
211 —¿Así que tengo epilepsia?
—No, tampoco tienes epilepsia. Lo siento. Estoy confundiendo las
cosas al entrar en toda esta explicación. Solo quería que entendieras que a
veces los síntomas pueden presentarse de una manera que conduce a un
diagnóstico, pero sin las pruebas adecuadas, no hay forma de confirmar
realmente con lo que lidias. Tu madre ya se fue hace casi dos años, y todavía
estamos adivinando desde que rechazó las pruebas. Nunca estaremos al
cien por cien seguros, pero la condición genética que tiene ahora nos lleva
a pensar que ella tampoco sufría de Parkinson.
—¿Condición genética? ¿Qué pasa conmigo?
Los ojos de mi tío se llenaron de lágrimas. —Tienes una condición
genética conocida como enfermedad de Huntington, Jayce. La tuya se
considera enfermedad de Huntington juvenil debido a la edad cuando
comenzaste a experimentar síntomas por primera vez. Es un defecto
hereditario en un solo gen, un trastorno autosómico dominante. Provoca la
degeneración progresiva de las células nerviosas en el cerebro, lo que
afecta la capacidad de una persona para moverse, entre otras cosas. Es
por eso que has estado tropezando y has tenido algunos temblores de
mano. Al principio, puede imitar las cosas que alguien podría hacer cuando
ha bebido demasiado.
—¿Al principio? ¿Qué más me va a hacer?
—Es difícil saber con certeza, especialmente en casos de Huntington
juvenil, porque es raro. Pero la mayoría de la gente tendrá problemas de
movimiento y cognitivos.
—¿Cognitivo? ¿Va a afectar la forma en que pienso? ¿Como qué?
Mamá siempre parecía deprimida, pero supusimos que era porque no se
sentía bien.
—Lo más probable es que se debiera a Huntington. El Dr. Kohan
vendrá y hablará contigo en detalle en un momento. Es un experto en el
campo y repasará todo y responderá todas sus preguntas. Sé lo básico, pero
como el juvenil de Huntington no es común y los síntomas son diferentes, él
está en una mejor posición para explicarte las cosas.
Mi cabeza giró, y mi hermano se vio sorprendido.
—¿Hay una cura para Huntington? —pregunté.
La expresión en la cara de mi tío respondió la pregunta. —Hoy en día,
no. Pero la ciencia hace nuevos avances todo el tiempo.
—Pero la gente vive con eso, ¿verdad?
—Hay una esperanza de vida acortada con la enfermedad.
—¿Acortada? —Mi hermano finalmente habló—. ¿Cuán acortada?
212
—En promedio, desde el momento en que aparecen los síntomas, las
personas viven entre diez y treinta años cuando son diagnosticadas como
adultos. Pero con un inicio temprano como el que has experimentado, la
duración de la vida generalmente es de diez años o menos. Lo siento, Jayce.
Lo siento mucho.
Los tres nos sentamos en completo silencio por un largo tiempo
después de eso. Finalmente, el Dr. Kohan entró y se unió a nosotros. Pasó
otras dos horas revisando las cosas, aunque no estoy tan seguro de que
Jayce o yo hayamos absorbido mucho.
No pude superar la expectativa de vida; diez años era el máximo
desde el momento en que aparecieron los primeros síntomas. Jayce había
dicho ayer que comenzó a notar pequeños problemas hace cinco años. Mi
hermano acababa de cumplir veintiuno.
—Les dejaré mi tarjeta. —El Dr. Kohan sacó un bolígrafo del bolsillo de
su bata de laboratorio y anotó algo en la parte posterior—. Si tiene alguna
pregunta, mi número de teléfono celular está aquí. Llámame de día o de
noche. Es mucho para asimilar. Lo sé. Tendrás preguntas una vez que todo
realmente se haya asimilado. Para eso estoy aquí.
El Dr. Kohan y el tío Joe hablaron durante unos minutos, y luego el Dr.
Kohan extendió su mano hacia mi hermano y hacia mí.
»Haré que mi gerente de la oficina les conceda una llamada para
programar citas para esta semana en mi oficina para dar seguimiento.
—¿Nosotros dos? —Estreché la mano del doctor.
—Sí. Me gustaría que se reúna con nuestro asesor genético antes de
hacerse la prueba. Ella trabaja en mi oficina los jueves.
—¿Prueba?
Los dos médicos se miraron antes de que mi tío hablara amablemente.
Puso una mano en mi hombro. —Como explicó el Dr. Kohan,
Huntington es hereditario. El cincuenta por ciento de los niños heredan el
gen de un padre.
Estuve tan asustado por mi hermano, que esa parte de la
conversación se deslizó justo a mi lado. Escuché la estadística del cincuenta
por ciento, pero no se registró correctamente. Supongo que asumí que si un
cincuenta por ciento lo obtuviera de un padre, y éramos dos... mi hermano
fue el desafortunado. Pero las palabras reales que nuestro tío dijo se
hundieron ahora. Cincuenta por ciento de los niños, lo que significa que
cada niño tenía una probabilidad de cincuenta por ciento.
Mi hermano estaría muerto dentro de cinco años, y yo tenía las mismas
213 probabilidades que una moneda de tener la misma enfermedad.
29
Natalia
Traducido por Blue
L
a cama estaba vacía.
Debo haberme dormido en mi felicidad post-coital. Levantando
la cabeza, iba a voltearme y tomar mi teléfono de la mesita de
noche, pero casi me caigo del susto cuando vi a Hunter sentado en la silla
mecedora al otro lado de la cama.
Enderezándome rápidamente, llevé las sábanas a mi pecho.
***
Debería haberle pagado a Minnie esta vez. Por los menos, no cobrarle.
Terminamos nuestra sesión, pero me quedé a charlar mientras la ayudaba.
Las ampollas en sus dedos se abrieron por revisar incesantemente si la
puerta estaba cerrada y el gas del horno cerrado, y temía que se infectaran.
Poniéndome los guantes de látex, limpié las heridas y envolví sus dedos
mientras charlábamos sobre mi vida. Le conté todo sobre Hunter de los
últimos dos meses.
215 —Solo hay tres razones por las que un hombre es evasivo. Es pescador,
lechero, o un cura.
Levanté la mirada hacia ella.
—Vas a tener que explicar eso.
—Un pescador sabe que hay muchos peces en el océano, y no quiere
pasar su vida comiendo bacalao cuando hay atún y lubina rayada que aún
no ha probado.
No sabía si Minnie se dio cuenta de que su eufemismo de mujeriego
había sonado asqueroso; comer pescado. Pero entendí su punto.
—No creo que ese sea el problema de Hunter. Aunque, quizás, no
quiero creer que sea así. Mi instinto me dice que no tiene nada que ver con
la necesidad de estar con otra mujer.
—De acuerdo. Entonces, quizás es un lechero. Una buena mujer en
casa, aunque sigue haciendo entregas a inocentes amas de casa.
Reí.
—No creo que eso sea posible. He estado en su casa, y no hay rastro
de otra mujer. Además, Derek y Anna sabrían si tuviera una relación seria.
—Entonces es cura.
Corté la cinta del último dedo, y lo aseguré lo más suave posible.
—Definitivamente no.
—No que no le gusten los bailecitos sin pantalones. Un cura es alguien
que se sacrifica por el beneficio de otros —dijo Minnie—. Renunciarán a su
propia felicidad, así la gente de su parroquia no sale herida.
Umm. —Pero, ¿por qué? ¿Qué podría querer proteger de mí?
—Conoce tu historia. Quizás tiene miedo de fallarte, o no es lo
suficientemente bueno para ti.
Me reí de la última parte.
—Hunter Delucia tiene más auto-confianza en su meñique que yo en
mi cuerpo entero.
—Algunas veces la auto-confianza es una máscara para evitar que la
gente vea las inseguridades.
—Supongo. Solo… no creo que sea eso.
—Quizás la última mujer rompió su corazón. ¿Alguna vez tuvo una
relación seria?
—Una vez.
—¿Te contó qué sucedió?
216
—No. En realidad, me dio una respuesta corta, y no tengo idea de la
razón por la que terminaron.
Minnie levantó sus dedos ahora encintados y los movió.
—Quizás deberías ver si consigues más información al respecto.
***
9Stephanie Lynn "Stevie" Nicks (Phoenix, Arizona, 26 de mayo de 1948) es una cantante y
compositora estadounidense, conocida por su trabajo con Fleetwood Mac y su carrera
como solista, que ha producido más de 20 éxitos en los Top 40 de las listas discográficas.
Algunas veces, las palabras no dichas sonaban más fuerte. No era la
mujer correcta para Hunter. Y aunque doliera pensar en ello, también me
recordó de la mujer que tenía curiosidad.
—Déjame preguntarte algo, ¿conoces los detalles de lo que pasó
entre Hunter y la mujer con la que salió hace mucho tiempo?
—¿Summer? En realidad no. Sé que se conocieron en la universidad,
pero terminaron antes de que conociera a Derek. Lo único que sé es que
llamó a Derek muchas veces después de que Hunter terminara las cosas. Ella
bebía un poco y lo llamaba, enojada por la ruptura.
—¿Él rompió con ella? —Por alguna razón, asumí que fue al revés y
que él era reticente porque le rompieron el corazón. Oh, espera, quizás esa
era yo.
—Sí. Él fue. Aunque no sé bien por qué. Derek nunca lo dijo, y nunca
tuve una razón para preguntar. Pero puedo indagar un poco.
—De acuerdo. No lo hagas demasiado obvio.
Nos quedamos al teléfono por otra media hora, charlando sobre
Caroline, el bautismo, Izzy, y de la vida en general. Se sintió muy bien hablar
con ella, aunque aún tuviera más preguntas que respuestas sobre Hunter
218 cuando corté.
30
Natalia
Traducido por mariana90
I
zzy se enfermó de gripe y permaneció así más de una semana.
Así que los planes que tenía con Hunter para disfrutar nuestra última
semana y media se convirtieron en él viniendo y viendo televisión en
mi sofá mientras Izzy me hacía señas desde su habitación cada quince
minutos.
Esta noche se suponía que sería nuestra primera cita nocturna ahora
que Izzy finalmente se sentía mejor. Ella tuvo una fiesta de pijamas para el
219 cumpleaños de una amiga, así que tendríamos toda la noche para nosotros.
Desafortunadamente, ni siquiera ese pensamiento tentador podría sacar mi
culo de la cama para comenzar el día. Cada hueso de mi cuerpo dolía. Me
sentí tan mal que tuve que usar mi celular para llamar a Izzy desde mi
habitación y asegurarme de que estaba lista para la escuela. La idea de
pararme y caminar desde mi habitación hasta la de ella me hizo sentirme
demasiado agotada para hacerlo.
Aún en negación de que mi hijastra me contagiara la gripe, cancelé
mis citas matutinas y volví a dormir por unas horas. Mi esperanza se desplomó
alrededor del mediodía cuando me desperté y arrastré mi trasero al baño,
donde tomé mi temperatura. Treinta y nueve grados.
No puedo estar enferma.
Tengo una cita esta noche, y Hunter se va en tres días.
Una oleada de escalofríos pareció responder a ese pensamiento, pero
no al tipo de escalofríos que normalmente tenía al pensar en Hunter Delucia.
Mi cerebro quería estar frustrado, pero sinceramente, no tenía la energía
para estar molesta. Todo lo que podía hacer era tragar dos ibuprofenos y
volver a esconderme bajo las sábanas.
No pude cancelar oficialmente mi cita hasta que Hunter me envió un
mensaje de texto a última hora de la tarde.
Hunter: Usa rojo esta noche.
La decepción se instaló. Así era como las cosas iban a terminar para
nosotros. Ni siquiera podríamos salir con una explosión.
Me dolía la piel de los dedos para escribir, si eso fuera posible.
Natalia: El único rojo que usaré esta noche es de fiebre. Lo siento. Creo
que atrapé la gripe de Izzy.
Hunter: Mierda. Lo siento. ¿Necesitas algo?
Natalia: ¿Tienes una píldora mágica para mejorarme?
Hunter: Me abstendré de decirte que tengo algo que puedes tragar
que te hará sentir mejor.
Sonreí y sacudí mi cabeza.
Natalia: Estoy muy contenta de que te abstengas...
Hunter guardó silencio después de eso. En cualquier otro día,
probablemente hubiera desperdiciado dos horas analizando en exceso el
flujo de textos. Por suerte para mí, hoy no tenía la energía. La fiebre me
aniquiló, y me dormí unas horas más, hasta que el timbre me despertó.
Fui hasta la puerta con mi manta envuelta alrededor de mí.
220
—¿Hola?
—Solo yo —dijo la voz de Hunter—. Lo hice temprano, así que te traje
un poco de sopa de pollo.
La parte femenina de mí quería correr hacia un espejo y lavarme la
cara y arreglar cualquier mancha del maquillaje del día anterior que seguía
en mi cara. Pero la parte enfermiza de mí le dijo a la parte femenina que se
callara y se sentara. Apreté el timbre para abrir la puerta, luego me apoyé
contra la pared mientras esperaba que llegara el ascensor.
Incluso enferma como un perro, la visión de Hunter caminando hacia
mi puerta despertó mi cuerpo. Vestía vaqueros y un botón enrollado en las
mangas. Y tenía esas botas de trabajo que amaba. También llevaba bolsas
en ambos brazos.
—¿Supongo que vienes de tu trabajo? —dije mirando las botas
mientras caminaba.
—No. Tuve una reunión con un cliente, luego una reunión en el
departamento de construcción. Me puse las botas porque te gustan.
—¿Cómo sabes que me gustan?
—Te veo. —Me besó en la frente—. Así es como también sé que te
gusta cuando sostengo tus manos sobre tu cabeza mientras estoy dentro de
ti.
Me gusta eso. Dios, ¿fui tan transparente? —¿Qué más me gusta?
Hunter sonrió. —Te gusta cuando trazo tu clavícula con mi lengua. Y
realmente te gusta cuando te digo todo lo que te voy a hacer, a pesar de
que no quieras admitir que te gusta cuando digo que tienes un coño dulce.
Mi mandíbula se abrió. Tenía tanta maldita razón. Odiaba esa
palabra, pero algo en él diciéndomela en medio de la pasión realmente me
excitaba. Y, por supuesto, al igual que él dijo, no quería admitirlo.
Negué con la cabeza. —¿Qué haces aquí de todos modos?
Levantó las bolsas. —Traje provisiones.
—Pero te enfermarás.
—Ese es un riesgo que estoy dispuesto a tomar. Ahora vamos, vamos
a reanimarte.
Dentro, Hunter insistió en que me sentara mientras él
desempaquetaba el contenido de las bolsas que trajo.
221 »Sopa de pollo de ese restaurante que te gustaba en el centro, donde
nos encontramos para almorzar hace unas semanas.
—No tengo mucha hambre.
—Hiciste que Izzy comiera cuando dijo lo mismo.
Hice un puchero porque tenía razón.
Continuó desempacando. —Dayquil para mantener la fiebre baja.
Recuerdo que tiraste la caja la última vez que Izzy la tomó. Ginger ale,
porque el único momento en que esta mierda sabe bien es cuando estás
enfermo y bebiéndolo con pan tostado. Hablando de eso... —Desempacó
una hogaza de pan de la primera bolsa y pasó a la segunda. Mantequilla,
Gatorade, Theraflu, vitamina C, pañuelos de papel y cuatro cajas de DVD.
Lo último que desempacó fue una caja de algún tipo de joyería.
Lo sostuvo en alto. »En caso de que te aburras.
—¿Qué es eso?
Se encogió de hombros. —Algunos kits de artesanía que tenían en la
farmacia. Imaginé en caso de que necesites algo que pueda mantenerte
ocupada sin levantarte.
Dios, este hombre podría herir mi corazón y sanarlo al mismo tiempo.
Recordé que dijo que su madre hacía proyectos cuando no se sentía bien y
no podía levantarse de la cama. Él realmente era un tipo dulce, protector y
considerado. Y ahí yace el problema. Sería muchísimo más fácil decir adiós
a alguien que corrió hacia las colinas cuando estaba enferma, alguien que
solo se quedó para el bien. Pero Hunter era naturalmente el tipo de hombre
para bien o para mal, lo que hacía que fuera mucho más difícil verlo solo
como sexo.
Le ofrecí una sonrisa triste, esperando que lo atribuyera a que no me
sentía bien. —Gracias por todo esto. No tenías que hacerlo.
Sus ojos vagaron por mi cara. —Siempre cuidas a alguien más. Me
alegro de estar aquí para cuidar de ti.
La idea era dulce, pero todo lo que podía pensar era, me alegro de
no haberme enfermado en cuatro días.
***
El Dayquil sin sueño me dio sueño. O tal vez fue la aventura de acción
con Bruce Willis y los edificios explotando lo que me arrulló para dormir. Pero
debido a que dormí todo el día, me sentía confundida cuando me desperté
en el sofá. Mis pies seguían apoyados en el regazo de Hunter como lo habían
222 estado cuando me quedé dormida, solo que él ya no miraba la televisión.
Mis ojos se abrieron para verlo dormir nuevamente.
—¿Qué hora es?
—Deben ser las diez, supongo. Izzy llamó para comprobar. Vi su
nombre aparecer en tu teléfono, así que lo respondí antes de que te
despertara. Ella quería volver a casa para cuidarte.
—Oh. Eso es dulce. Realmente está apareciendo últimamente.
Hunter asintió. —Le dije que lo tenía cubierto, pero me aseguraría de
que te controlaría.
—Bueno. Gracias. Le enviaré un mensaje de texto.
Asintió. —¿Tienes hambre?
—Si digo que no, ¿vas a obligarme a comer algo de todos modos?
Su labio se crispó. —Probablemente.
Se acercó y sintió mi cabeza. —Todavía genial. Pero han pasado
cuatro horas desde que tomaste el Dayquil. ¿Quieres una dosis de Nyquil
esta vez para mantener la fiebre baja y ayudarte a dormir?
—Dios, todo lo que he hecho es dormir.
Hunter caminó hacia la cocina, tomó un medicamento y me sirvió un
vaso de Ginger ale. Me las arreglé para lograr sentarme mientras él hacía
eso.
Se sentó en el borde de la mesa de café frente a mí y se aseguró de
que tomara mis pastillas, luego tomó el vaso de mis manos para bajarlo.
»Eres bastante bueno en esto de enfermera, sabes.
—Prefiero jugar de médico a enfermero, pero soy flexible.
—Al menos soy un mejor paciente que Izzy. No llamo tu nombre cada
cinco minutos para que vayas a buscar mis pañuelos sucios y te diga que
algo duele.
—No. Creo que dormir todo el asunto parece ser más tu estilo.
—Bueno, ahora que he dormido todo el día, probablemente me
pasaré la mitad de la noche despierta. —Asentí con la cabeza al kit de joyas
que trajo—. Así que espera algunas pulseras de mierda cuando te
despiertes. El mío no será tan agradable como el que usas.
Bajó la mirada a su muñeca. —Tenía diez u once años cuando mi
madre se enfermó. Tenía problemas musculares que afectaban sus piernas,
por lo que estuvo mucho tiempo postrada en la cama. Mi tía solía traer esos
223 kits todo el tiempo. La mantuvo ocupada. —Giró el brazalete en su
muñeca—. Macramé y el cuero eran sus favoritos. Solía tener muchos de
ellos, pero con los años se rompieron o los perdí. Este es el único que me
queda. Me pondré tu mierda cuando finalmente este se vaya.
Guau. Fue una batalla perdida no caer un poco más duro todos los
días. —Sabes, Hunter, debajo del traje de burro que usas, eres un gran tipo.
Me miró un momento antes de ponerse de pie. —Venga. Vamos a
llevarte a la cama.
Hunter me metió bajo las sábanas y luego se desvistió y se deslizó
detrás de mí. A diferencia de las otras noches que compartimos una cama,
dejó sus bóxers puestos. Envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura, me
jaló contra su cuerpo. Su agarre era tan apretado que me hizo sentir que
tuviera miedo de dejarme ir. O tal vez eso es lo que quería creer.
Mañana Izzy estaría en casa, así que esta noche era probablemente
la última noche completa que pasaríamos juntos. No fue exactamente
cómo había visto nuestro acto final, pero tal vez era más fácil de esta
manera.
Alrededor de media hora después de que nos acomodamos en la
cama, escuché que las respiraciones de Hunter cambiaban, y su agarre
sobre mí se aflojó un poco. Me permití sucumbir a la neblina medicinal que
hizo que mis párpados se sintieran demasiado pesados para mantenerlos
abiertos.
Temprano a la mañana siguiente, Hunter se movió, pero no abrí los
ojos, suponiendo que iría al baño o algo así. Después de unos minutos de
caminar de puntillas por la habitación, sentí sus labios tocar mi frente, y me
di cuenta de que debía haber estado escabulléndose.
Suavemente apartó un mechón de cabello de mi cara y susurró—:
Estoy loco por ti, guisante dulce. Lo siento. —Luego se fue.
224
31
Natalia
Traducido por Blue
E
mpezaba a sentirme mejor cuando el temido día llegó. No fue
bueno, pero sí lo suficiente para ducharme y pasar tiempo de
pie. Hunter vino un par de veces después de nuestra noche
juntos; incluso compró comida y una película de terror para Izzy y para mí
una tarde, sabiendo lo mucho que le gustaban las películas de terror.
Por las últimas veinticuatro horas, intenté evitar pensar en nuestra
despedida, preguntándome cómo sonarían esas palabras.
225 Gracias, fue divertido.
Nos vemos por ahí.
Cuando estés en la ciudad, pasa a verme. Mi puerta está siempre
abierta para ti. Y por puerta, me refiero a vagina.
¡Se aprecian las propinas!
Pasé de la tristeza al enojo, y de vuelta a la tristeza tantas veces, que
era cuestión de suerte cómo estaría cuando llegara.
Desafortunadamente para él, llamó cuando me sentía enojada. Ni me
molesté en esperar en la puerta como generalmente hacía, para verlo
pavonearse por el pasillo. En su lugar, la dejé entreabierta y regresé al libro,
que realmente no me motivaba, en el sofá.
Hunter tocó dos veces antes de abrir.
Moví la mano saludando, pero no levanté la mirada.
Incomodidad llenó el ambiente antes de que siquiera cerrara la
puerta, por los menos así se sintió.
Se sentó al borde de la mesa y tomó mis piernas en sus manos.
—¿Cómo se siente la paciente?
—Mejor. —Actuando como una adolescente insolente, todavía no lo
miré.
Me esperó, sin decir nada por unos minutos, hasta que levanté la
mirada para ver lo que hacía. Y luego, encontró mi mirada.
—Ahí está.
Su sonrisa solo me molestó más. Lucía como su usual actitud casual y
hermosa, y quería que luciera como yo me sentía por dentro, un desastre.
Odiaba que no estuviera afectado por nuestra despedida.
—¿Podemos despedirnos y terminar con esto? —espeté con todo el
veneno que tenía.
Por lo menos, su sonrisa desapareció.
—Natalia…
—De verdad, somos adultos. Fue divertido. Ahora, terminamos. No voy
a darte una última mamada, si es lo que esperas.
Hunter bajó la cabeza y miró fijamente el suelo por un minuto. Cuando
su mirada regresó a la mía frígida, vi dolor.
—Yo… nunca pretendí lastimarte, Natalia.
226 Mi boca empezó a funcionar antes de que mi cerebro lo filtrara.
—Bueno, lo hiciste. ¿Sabes por qué? Porque nunca fue solo follar.
Puedes decir lo que quieras, pero también lo sabías desde el primer día. No
cenas con la familia de una mujer, ayudas a su hija con sus movimientos de
básquet, y la cuidas cuando se enferma, cuando solo quieres follar. A estas
alturas, me parecería una ofensa que siquiera pretendieras que fue todo lo
que tuvimos.
Hunter pasa sus dedos por su cabello y exhala un fuerte suspiro.
—Tienes razón. Siempre fuimos más. Pero eso no cambia que necesito
que las cosas terminen.
Se sintió como si alguien hubiese cortado mi corazón. Tragué.
—Quizás no. ¿Pero sabes qué cambia?
—¿Qué?
—Me debes una explicación.
Hunter me miró directamente a los ojos.
—Lo siento, Nat. De verdad.
No pude detener las lágrimas cuando empezaron a caer. Finalmente,
se puso de pie. Acarició mi cabello una vez más, antes de inclinarse y besar
mi frente. Luego se fue sin ninguna palabra.
Lloré tan horriblemente después que la puerta se cerrara. Lo chistoso
era que con todo lo que pasó con Garrett, no lloré ni una vez. Mi matrimonio
explotó en un instante. Después de la sorpresa inicial de que mi esposo
estaba siendo arrestado y enterarme que no era el hombre que creía,
directamente sentí furia, casi salteándome toda la fase de pérdida cuando
debería estar triste.
Sin embargo, incluso con todo el caos que Garrett creó, nunca sentí
que la esperanza se acabó. Me sentí decepcionada, abatida, engañada,
despreciada de millones de maneras, pero nunca dudé que me merecía
algo mucho mejor.
Hoy, finalmente me di cuenta por qué me sentí de esa manera,
porque existía alguien mejor que era exactamente para mí. El único
problema era, que ese alguien acababa de salir por mi puerta, llevándose
lo que me quedaba de esperanza.
227
32
Natalia
Traducido por EstherMaslow
U
na semana después, mi salud volvió a la normalidad, pero mi
corazón ni siquiera empezaba a mejorar. Una parte de mí
lamentaba cómo Hunter y yo nos despedimos, o mejor dicho,
cómo me despedí. Actué inmaduramente, culpándolo de algo que no era
su culpa. Había estado al frente conmigo desde el principio. Pero al final, fui
yo quien esperó que cambiara de opinión. Fue una tontería.
La cosa era que sabía que Hunter sentía algo por mí. No sabía por qué
228 no haría nada al respecto ni trataría de hacernos funcionar. Y por eso, no
conseguí un cierre real. Era más como si estuviera avanzando y dejando
algo importante atrás.
Ayer, uno de los papás con el que hablaba a menudo durante los
partidos de baloncesto de Izzy me preguntó si el tipo que vino a los partidos
recientemente era mi novio. Me dolió tanto decir no, admitir en voz alta que
Hunter se había ido de mi vida para siempre, que ni siquiera me di cuenta
de por qué me preguntó. Cuando llegó la siguiente pregunta,
preguntándome si tenía planes para el viernes por la noche, era
completamente ajena al hecho de que me invitaba a cenar.
El pobre tipo tuvo que explicar lo que quería decir, sólo para ser
rechazado. Pero no existía manera en el infierno que me sintiera lista para
volver todavía al mundo de las citas.
Así que aquí me encontraba yo, sola el viernes por la noche,
comiendo una pinta de helado Cherry Garcia directamente del contenedor
mientras que mi hijastra de dieciséis años se preparaba para jugar a los bolos
con un chico. Al menos una de nosotras tenía una vida.
—Vuelve a casa a las diez —le dije—. Y que Yakshit te lleve a la puerta
del apartamento y espere a que entres, o tendrás dos padres en prisión
cuando termine con él.
—Ni siquiera das miedo. Ahora, si Hunter dijera eso, Yak podría...—Izzy
sonrió—... cagarse en los pantalones.
Me reí, diciéndole que cuidara su lenguaje. Me abrazó, algo nuevo
que empezó a hacer en los últimos días. Me hizo preguntarme si se sentía
mal porque me habían dejado. De cualquier manera, aceptaría lo que
pudiera conseguir de ella, como fuera.
Justo cuando las náuseas de la sobrecarga de helado empezaron a
entrar, sonó mi celular. Apareció una foto de Anna y yo, mejilla a mejilla el
día de su boda. Coloqué el cartón en la mesa de café y levanté mis pies.
—Gracias a Dios. Estaba en camino para terminar una pinta entera de
Ben y Jerry's sin una distracción.
—Mmm... ¿Chunky Monkey?
—No. —Me froté mi hinchado estómago—. Cherry Garcia.
—Bueno, guarda algo para después de colgar, porque lo vas a
necesitar.
Mi corazón empezó a latir en mi pecho. Anna y yo hablamos hace
unos días después de que hice mis reservaciones de vuelo para el bautizo.
Mencionó que no habían visto a Hunter desde que volvió, pero que iría a
229 cenar anoche. Obviamente, lo que ella iba a decirme era sobre él.
—¿Qué? Si llevó una cita, no creo que quiera oírlo, Anna.
—Vino solo. No trajo a una cita.
Me sentía infinitamente mejor. —¿Llevará una al bautizo?
—No. No se trata de eso.
Empecé a entrar en pánico. —¿Qué sucede?
—Hunter se emborrachó anoche. Quiero decir, muy borracho. Y
empezó a hablar de la muerte de su hermano y se molestó mucho. ¿Sabías
que su hermano se suicidó? Yo no lo sabía hasta anoche.
Antes de que la gravedad de sus palabras se hundiera, oí un llanto en
el fondo.
»Nat. Caroline se acaba de despertar. Lo siento mucho. Pensé que
estaría más tiempo dormida. Te llamo en dos minutos. La agarraré y la
asentaré para que podamos hablar.
—Oh, Dios mío. No puedes dejarme colgada mucho tiempo. Deprisa.
—¡Lo haré!
***
Cambié mi pinta de helado por un vaso de vino, lo bebí todo y llené
el vaso dos antes de que mi celular empezara a sonar. —Dios, eso fueron
diez minutos, no dos.
—Lo siento. Ella se puso quisquillosa.
—¿Puedes hablar ahora?
—Sí. Ella se quedó pegada, así que voy a tener que hablar bajo
mientras amamanto. Pero es eso o te llamo cuando termine.
—Empieza a hablar.
—Ni siquiera sé por dónde empezar.
—Por el principio. Cuéntamelo todo.
—Vale, bueno… Fue una noche extraña desde el principio.
Normalmente toma una cerveza o dos. Pero cuando Derek le ofreció una
Stella, dijo que prefería un Jack y una Coca Cola. Para ser honesta, parece
que ha estado bebiendo últimamente. Su cabello siempre está un poco
revuelto, ya sabes, tiene ese aspecto naturalmente desordenado, pero se
veía un poco sucio, pero anoche parecía una mierda. Tenía ojeras bajo los
ojos, no se había afeitado en un tiempo y parecía que durmió con la ropa
230 puesta. Había algún tipo de comunicación no hablada entre Derek y Hunter
cuando dijo que necesitaba un trago. Derek asintió como si lo entendiera,
como si los dos hubieran hecho este baile antes.
Quería que luchara después de que nos separáramos, pero al oírlo no
me daba la satisfacción que creía que tendría. En vez de eso, sentí como si
me hubieran dado un puñetazo en la tripa.
—No sabía que su hermano se suicidó —le dije—. Dijo que estaba
enfermo. Pero no entiendo qué lo trajo todo a la superficie ahora. Murió
hace años, ¿verdad? ¿Era el aniversario de su muerte o algo así?
—Nada de eso tiene sentido. Déjame seguir adelante y tal vez lo
entiendas mejor.
—De acuerdo…
—Así que lanza el primer trago en tres minutos. Vi a Derek hacerlo. El
asunto era básicamente whisky en un vaso con un poco de Coca-Cola.
Hunter ni siquiera se lo tragó. Después del segundo, se quejó de que
consiguió un ascenso en el trabajo.
—¿Refunfuñó por un ascenso?
—Sí. Cuando lo felicité y le dije que era una gran noticia, me dijo que
la vida no se trataba de la noticia, sino de la primera persona a la que
querías contarle esa noticia.
Irónico. Hace dos días Izzy fue nombrada la jugadora más valiosa del
juego, y mi primer instinto fue enviarle un mensaje de texto a Hunter para
que lo supiera. Era una pequeña cosa y me llevó dos segundos recordar que
ya no tenía razón para enviarle un mensaje de texto a Hunter, pero mi
reacción instintiva me hizo gracia, y el resto de mi noche se empañó en ese
momento. Me sentí triste después de eso, en vez de feliz. No me permití
analizar por qué me afectó tanto, pero Hunter lo había clavado: la vida es
sobre la persona a la que quieres llamar primero para contarle las buenas
noticias.
Suspiré en mi celular. —¿Se sentía triste porque no podía llamar a su
hermano?
—No. Se refería a ti, Nat.
—Estoy confundida. Pensé que dijiste que estaba triste por su
hermano.
—Lo hice. Esa es la parte confusa. Un minuto decía que te extrañaba,
y al siguiente hablaba de su hermano. Era como si ustedes dos estuvieran
conectados en su mente.
Me quedé atascada con unas palabras. —¿Dijo que me echaba de
menos?
231
—Dijo que no le importaba un carajo el ascenso cuando no te tenía a
ti para compartirlo.
Mi corazón golpeó contra mi caja torácica. —No lo entiendo. Nunca
lo entendí. Si quiere compartir cosas conmigo, ¿por qué decir adiós?
—Le hice esa misma pregunta.
—¿Y qué dijo?
—Dijo que era por tu propio bien.
—¿Qué significa eso?
—No pude hacer que hablara más de ello. No paró de rellenar su vaso
y hablar de cosas al azar el resto de la noche.
—¿Como qué?
—Mucho de eso no tenía sentido. Por ejemplo, se puso nervioso
acerca de querer poner alpiste en las casas de pájaros en el patio, y luego
empezó a hablar de recuerdos al azar de su hermano. Aparentemente el
cumpleaños de Jayce se acerca. Honestamente, no tenía ni idea de que se
suicidó. Supongo que nunca presioné a Derek para que hablara mucho de
ello porque era amigo de Hunter y Jayce. Sabía que Jayce murió joven y
cuando le pregunté cómo murió, Derek me dijo que tenía un trastorno
genético y que estuvo enfermo durante mucho tiempo. Anoche, después
de que Hunter se desmayó en nuestro sofá, le pregunté a Derek por qué
mintió.
—¿Qué dijo?
—Dijo que en realidad no mintió. Que Jayce estaba enfermo, y que
eligió recordar eso como la razón por la que murió, aunque técnicamente
no era el final de su vida.
Jesús. —¿Así que se encontraba enfermo y se quitó la vida?
—Sí. Y Hunter nunca lo superó del todo. Eran muy unidos.
Anna se quedó callada durante un rato, los dos tomando la
enormidad de sus palabras.
»Se ahorcó, Nat. En su baño.
Mi pecho comenzó a temblar con lágrimas. Perder a un ser querido
por una enfermedad era lo suficientemente duro, pero sumando la tragedia
del suicidio... la gente que se quedaba atrás a menudo sentía tanta culpa.
»¿Estás bien? —preguntó Anna. Supe por el temblor de su voz que ella
también lloraba.
—No.
232 —Sí, lo sé. Es horrible pensar en eso. Ni siquiera podría estar enojada
con Derek por ocultármelo. Porque una vez que me dijo la verdad, me sentí
mal y deseé que no lo hubiera hecho. Ahora no puedo dejar de imaginarlo.
Anna y yo hablamos dos horas más después de eso. Le hice que me
contara cada detalle que podía recordar de la noche entera, tres veces.
Tenía un dolor de cabeza irritante para cuando colgamos, pero el dolor en
mi cráneo se atenuó en comparación con el dolor dentro de mi pecho.
Quería volar a California y retener a Hunter mientras lloraba por su
hermano. Ni siquiera importaba que ya no fuéramos un "nosotros", sólo
quería estar ahí para él.
Esa noche me arrojé y volví a mi cama durante horas. Mi mente se
precipitó sobre tantos pensamientos. ¿La pérdida de Hunter se relacionaba
con el por qué no quería tener una relación conmigo? ¿Podría tener miedos
de apego después de tal trauma? Perdió a su madre y a su hermano a tan
temprana edad. ¿Quizás las pérdidas dejaron cicatrices traumáticas de la
batalla que le hacían temer ir a la guerra por su corazón?
Aunque Anna arrojó una luz brillante sobre la psique de Hunter
Delucia, me sentía más en la oscuridad sobre el hombre que nunca. Era casi
medianoche cuando tomé mi celular de la mesita de noche. Mis dedos
flotaban sobre el nombre de Hunter. Sólo son las nueve en la Costa Oeste,
no es demasiado tarde para llamarlo. Si lo hiciera, definitivamente juntaría
dos y dos y sabría que Anna me llamó para contarme lo de anoche. Si no lo
hiciera, nunca podría dormir.
Al decidirme a enviar un mensaje de texto, en lugar de llamar, me
imaginé que abriría la puerta de comunicación y él podría optar por hablar
conmigo o cerrarla en mi cara una vez más. Después de otros diez minutos
de deliberar las palabras correctas para enviar, fui con simplicidad.
Natalia: Pensando en ti. ¿Quieres hablar?
Mi pulso se aceleró al pulsar enviar y esperé una respuesta.
Inmediatamente el texto se mostró tal y como se entregó. Después de otros
diez segundos, cambió de entregado a leído. Aguanté la respiración
cuando los puntos empezaron a saltar. La anticipación palpitó en mis venas
mientras esperaba una respuesta. Después de unos segundos, los puntos
dejaron de moverse y dejé salir una respiración audible. Permanecí
congelada, mirando fijamente a mi pantalla y asumiendo que los puntos
dejaron de moverse porque él terminó de escribir y las palabras corrían por
el aire mientras se dirigían a mi teléfono. Esperé a que llegaran.
Cinco minutos.
Diez minutos.
—V
amos, Jayce. Contesta el maldito teléfono. —Mi
pierna se movía inquietamente mientras contaba los
tonos. Después del cuarto, fue al correo de voz. Corté
e inmediatamente presioné remarcar.
Nuevamente sin respuesta.
234 Algo iba mal. Tomé mi portátil y los documentos en los que tenía que
trabajar y pasé por la oficina de mi jefe de salida.
»Necesito hacer una investigación en el departamento —mentí—.
Regresaré en un par de horas.
En mi auto, puse algo de música en un intento de relajarme por el
recorrido de treinta minutos a la casa de Jayce. Pero causó lo contrario.
Cada canción que sonaba, cada kilómetro que me acercaba a la casa de
mi hermano, intensificaba el sentimiento de mierda que tenía.
Jayce estuvo depresivo últimamente. No podía culparlo. Ahora tenía
dificultad en hacer pequeñas cosas; hablar y sentarse era duro. De alguna
manera, se las arreglaba para acostarse y levantarse de la cama todos los
días, e incluso caminaba un poco, pero, al final del día, se sentía exhausto y
dependía de una silla de ruedas que detestaba. El movimiento involuntario
de sus brazos y hombros se intensificó tanto que lo despertaba a la noche,
así que, muy rara vez dormía más de una hora o dos. Además de las citas
con el doctor, no había salido de la casa en meses. La mayoría de sus días
se basaba en ver tele o esperar las diferentes visitas de las enfermeras que
iban así podía rasurarse o ir al patio para cambiar de ambiente.
Intentamos que regresara con el tío Joe y tía Elizabeth, o que viviera
conmigo. Pero se negó, prefirió quedarse en su casa rentada deprimente,
solo, en lugar de estar rodeado de su familia que quería ayudar. Lo visitaba
un par de noches a la semana después del trabajo, y también nuestro tío,
pero ya ni siquiera eso lo animaba. Solía pensar que lo peor del mundo era
la muerte. Pero, estos días, estoy seguro que esperar sentado a morir es
mucho peor.
Aún a veinte minutos de llegar, remarqué mientras conducía. Sin
jodida respuesta de nuevo. Había estado en una reunión cuando llamó y
dejó un mensaje a la mañana, así que el sonido estaba apagado. Un
sentimiento enfermizo me retorció el estómago cuando presioné para
escuchar el mensaje que dejó de nuevo.
—Hermano. (Silencio por diez segundos).
»Nunca estuve enojado por Summer. (Un par de respiraciones
profundas mientras trataba de hablar).
»Solo quería asegurarme que supieras eso. (Otra larga pausa).
»Te amo, hombre.
El Huntington afectó su mente, la forma que pensaba, las cosas en las
que pensó. Cambios frenéticos incesantes cambiaron su personalidad.
Había leído suficiente para saber que todo por lo que iba a pasar era una
regla, pero algo en su correo de voz me dijo que su mensaje era más que un
235 pensamiento al azar durante su depresión. No había hablado con Summer
en años. A pesar de que le conté a Jayce sobre mi relación con ella, terminé
las cosas no mucho después que él saliera del hospital. ¿Por qué recordó
eso ahora? Se sentía como si quisiera asegurarse que no llevara ese peso
conmigo después de que se fuera. Recé por estar equivocado.
Cada kilómetro alimentaba mi mal presentimiento, mi pie presionó el
pedal un poco más fuerte. Cuando llegué a su entrada, me di cuenta que
iba casi a ciento cincuenta kilómetros por hora. Había hecho el recorrido de
media hora a la casa de Jayce, en veinte minutos.
Mi hermano no contestó la puerta, no que le haya dado mucha
oportunidad de hacerlo antes de usar la llave que me dio el año pasado.
—¡Jayce!
Sin respuesta.
»¡Jayce!
Hice puños con las manos y las relajé un par de veces. Tan frío. Mis
manos estaban tan frías.
Nada en la cocina.
Nada en la sala de estar o en el pequeño comedor.
La puerta de su dormitorio se hallaba abierta de par en par.
Nada.
No existían muchos más lugares para buscar en la pequeña casa.
Nada en el patio.
Caminé por el pasillo que llevaba de la puerta trasera a la cocina y
entré la puerta del baño cerrada. Llegando allí, los vellos de mi nuca se
erizaron.
Mierda. Estoy volviéndome loco.
Tomé una profunda respiración y toqué.
»Jayce. ¿Estás ahí?
Sin respuesta.
Toqué una vez más, y la puerta se abrió cuando lo hice.
Me quedé congelado.
Mi respiración se detuvo.
La tierra dejó de girar, una falla geológica fue directa a mi corazón.
No.
236 No.
»¡Nooooo! —grité.
Me apresuré al cuerpo sin vida de mi hermano colgando de una soga
atada a la estructura del techo. Había sacado la luz para llegar a los
travesaños del techo.
Con pánico, levanté su cuerpo para que la soga se destensara.
Sus ojos estaban abiertos y salidos de orbitas.
Sus labios y rostro se veían azules.
Sangre seca salía de la comisura de su boca.
Pero me negué a pensar que era demasiado tarde.
»¡No!
»¡No!
»No puedes…
Lo abracé por el momento más largo de mi vida, no quería que la
soga se ajustara alrededor de su cuello.
No podía dejarlo para buscar algo para cortarla y bajarlo.
No podía dejarlo para llamar a alguien por ayuda.
No podía dejarlo para ver si tenía pulso.
No podía dejarlo.
Simplemente no podía dejarlo…
237
34
Hunter
Presente; dos semanas después
E
sto fue mucho más difícil de lo que pensé que sería.
Sentado en una silla Adirondack en el jardín de Derek, miré a
Natalia hablando con un grupo de mujeres y me pregunté si
alguien más podría ver lo que veía. Tal vez se encontraban cegados por su
belleza, la sonrisa que iluminaba una habitación, las piernas largas
tonificadas para que fueran musculosas, pero aún femeninas, y un vestido
238 que abrazaba sus curvas pero cubría todo de una manera que lo hacía más
sexy para mostrar menos piel. Pero cuando dijo hola más temprano hoy,
nuestros ojos se encontraron por un breve segundo, y lo vi antes de que ella
rápidamente escapara. Ella sufría debajo de todas esas capas de belleza. Y
odiaba muchísimo que le hubiera hecho eso.
Bebí mi segunda agua de seltzer, deseando que fuera otra cosa. Pero
después de semanas de borracheras que no había retirado desde la muerte
de Jayce, Derek me hizo prometer sobriedad para el bautizo. Era lo menos
que podía hacer.
Mi amigo se hallaba sentado en la silla junto a la mía, con un brazo
sosteniendo su bella durmiente en un largo vestido blanco que colgaba
sesenta centímetros más largo que ella.
—Mi esposa se va a divorciar de mí cuando se entere, ya sabes.
—¿De qué hablas?
Me lanzó una mirada que decía no seas idiota. —Y ella lo descubrirá.
Podría haber seguido pensando que eras un idiota perpetuo que no quería
estar atado. Pero no. Lo arruinaste. Desde tu noche de borracho hablando
de Jayce, cree que estás roto. Y tú conoces Anna. No hay nada que le guste
más que un proyecto para curar a alguien. No va a dejar de cavar hasta
que sepa todo sobre tu vida. No estoy ofreciendo detalles, pero tampoco le
mentiré. Eventualmente me va a preguntar los detalles de la enfermedad
genética que él tenía y pondrá dos y dos juntos.
—No uses el mal lenguaje frente a mi ahijada, por favor.
Derek negó con la cabeza. Se quedó en silencio por un momento
mientras miramos a su esposa y a su mejor amiga. Su voz se volvió seria
cuando habló de nuevo. —Nat merece saber.
—No, lo que merece es mucho más de lo que puedo darle.
—¿Qué pasa contigo? ¿No te mereces algo de felicidad?
Bebí un sorbo de agua mineral, deseando una bebida para tomar el
borde de la peor manera. —Deja los proyectos de curación a tu esposa.
***
***
243
35
Hunter
Una semana más tarde
S
anta mierda.
Siempre sospeché que era ella.
He venido a visitar a Jayce unas cuantas veces al año, pero
todos los años, en su cumpleaños, su tumba siempre tenía flores antes de
que yo llegara. Eran una combinación tan extraña: una violeta, un lirio, un
244 clavel, tal vez dos rosas, y algunas aves del paraíso hawaianas. No era un
arreglo que un florista pudiera armar. Y no se hallaban envueltas de la
manera tradicional; solo una cadena de yute unía el paquete
desorganizado. Me hizo pensar que alguien entró en una floristería y solo
comenzó a elegir las flores que le gustaron, o las que pensaban que le
gustaría al destinatario, sin tener en cuenta combinarlas o hacer un ramo de
ningún tipo.
Por eso siempre sospeché que era ella. Era un clásico de Summer;
audaz y hermoso, como visto a través de los ojos de ella.
Se encontraba de espaldas a mí, pero sabía que era ella a dos filas
de distancia. Por costumbre, me detuve y observé desde la distancia. Lo
había hecho durante unos meses después de que las cosas terminaran; no
queriendo verla, pero no siendo capaz de malditamente alejarme.
Caminaba de un lado a otro delante de la lápida de Jayce, y pensé
que tal vez hablaba con él. Eso parecía correcto. Sonreí cuando la vi mover
su dedo hacia la piedra. Después de mirar más tiempo de lo que debería,
me volví para alejarme. Volvería más tarde para mi visita. Pero solo había
dado media docena de pasos cuando su voz familiar me llamó.
—¿Hunter?
Me quedé helado. Mierda.
¿Qué demonios hago ahora? ¿Seguir caminando y fingir que no la
escuché? Fui un idiota por mucho tiempo. Tal vez era hora de que yo
tripulara. Tomando una respiración profunda, lentamente me volteé.
¿Cuánto tiempo había pasado? Jayce se había ido hace más de siete
años. Todo ese tiempo y ella se veía exactamente igual, pero nada como
solía hacerlo. Todavía se veía tan hermosa como siempre, pero parecía más
madura ahora, casi domesticada.
—Oye —dije. Muy poco impresionante después de tanto tiempo.
Sonrió e inclinó su cabeza. —¿Te ibas porque me viste?
Nuestros ojos se encontraron. —¿La verdad?
—Siempre.
Asentí. —Sí.
—Ya terminaba. Vengo cada año en su cumpleaños para gritarle.
Déjame despedirme y me iré. —Se volvió hacia la lápida durante un minuto
y luego volvió a mirarme. Todavía no me había movido de donde me
hallaba parado—. Todo listo. Él es todo tuyo para gritarle. —Summer dio un
paso hacia el auto estacionado en la vereda pavimentada cercana y miró
en mi dirección otra vez. —Te ves bien, Hunter. Espero que estés feliz.
245 Ella casi había subido al coche antes de que finalmente me crecieran
algunas pelotas, aunque no tenía idea de lo que quería decir.
—Summer... espera.
Me dirigí al final de la fila de Jayce donde se encontraba parada, solo
para mirar fijamente a mis pies como un colegial torpe.
»Te ves bien —dije.
—¿Cómo puedes saber si no me miras? —Escuché el humor en su voz.
No había cambiado, incluso después de todos estos años.
Levanté la vista y sonrió. Era genuina y real. Summer no tenía enojo o
rencor.
—¿Eres feliz? —le pregunté.
Se llevó su mano al estómago y frotó una pequeña protuberancia que
no noté. —Lo soy. Estoy embarazada de cuatro meses y tengo náuseas todo
el día y la noche. Pero estoy feliz. —Señaló hacia el auto—. Ese es mi esposo,
Alan.
Guau. Miré hacia el auto estacionado. No había notado a nadie
sentado en él. Realmente en tu juego hoy. —Felicitaciones.
Sus ojos buscaron mi cara. —Dame un minuto, ¿de acuerdo?
Asentí, sobre todo porque no tenía idea de lo que hablaba. Pero se
acercó al automóvil y le habló a su marido detrás del volante. Se inclinó
hacia la ventana y lo besó antes de encender el motor.
Cuando regresó a donde me hallaba, el auto se alejó.
»Venga. Vamos a caminar. Alan nos dará un poco de tiempo para
ponernos al día.
Comencé a caminar junto a ella, sin saber a dónde íbamos o qué
podría tener que decir.
»¿Estás casado? —preguntó ella.
—No.
—¿Divorciado?
—No.
—¿Niños?
—No.
Me miró, estudiándome. —Todavía no tienes idea, ¿verdad?
La pregunta podría haberse referido a un millón de cosas, pero yo
246 sabía exactamente lo que preguntaba. —No. Te lo dije, no quiero saberlo.
—¿Así que todavía no tienes ningún síntoma?
Negué con la cabeza. —Aún no.
Caminamos en silencio hasta que el camino llegó a una encrucijada.
Giramos a la derecha.
—¿Te has enamorado desde que rompimos?
No tuve que considerarlo. —Su nombre es Natalia.
—¿Cómo se siente ella con respecto a tu decisión de no hacerte la
prueba?
Mientras pensaba en cómo responder, Summer llegó a la conclusión
correcta.
Asintió.
»Me dejaste porque no querías ponerme a través de la posibilidad de
verte enfermar. Intenté durante meses hacerte cambiar de opinión. Así que
supongo que tu cerebro deformado ahora piensa que es más fácil ni siquiera
decirle a alguien que te importe. Solo ámalos y déjalos sin explicación para
que te odien. ¿Tengo razón? Ella no sabe que tienes un cincuenta por ciento
de posibilidades de desarrollar la enfermedad de Huntington. O que eres
demasiado terco para hacerte la prueba.
—¿De qué serviría? ¿Entonces ella puede preocuparse por mí?
Summer se detuvo. —Pensé que dijiste que la amabas.
—Lo hago.
—Entonces, ¿no merece la verdad y la oportunidad de tomar una
decisión contigo?
—No. A veces las mentiras le ahorran a la gente mucho dolor. Lo
sabías, y te hizo más difícil seguir adelante. Qué pasaría si se lo dijera y la
dejara ser parte de la decisión, y me convence para que me haga la
prueba. ¿Qué pasa si es positivo y no me deja, y luego tiene que verme sufrir
y morir a los cuarenta?
—¿Qué pasa si es negativo y te has perdido una vida con Natalia?
Solté una respiración profunda. —Es una posibilidad demasiado
grande de tomar. Ella tiene historia. Tú no entiendes, cada hombre que la
ha decepcionado en su vida. No puedo hacerle eso, ser otro hombre que
la decepcione.
Captó mis ojos. —Parece que ya lo eres, Hunter.
247 ***
***
N
o podía dormir.
La sensación inquietante y nerviosa que sentía no
desaparecería. En los siete años desde la muerte de Jayce, ni
una vez pensé en probar mis decisiones. Sabía lo que le hizo a mi hermano
el saber, el esperar que sucediera. Y en caso de que me hubiese suavizado,
si había olvidado cada momento de la agonía que él sufrió, me senté y abrí
el cajón de mi mesita para aliviar cada último recuerdo doloroso. Tomando
251 la carta que siempre tenía en el cajón, encendí la lamparita. Ya era
demasiado tarde para una nueva lectura.
Hunter,
Esta mañana tuve que intentar tres veces llevar el cereal a mi boca.
Mi mano temblaba tanto cada vez que llegaba a mis labios, que no había
nada en la cuchara. Pero en el tercer intento, me las arreglé para mantener
algo allí; solo para casi ahogarme mortalmente porque los músculos de mi
garganta apenas pueden tragar.
Lo siento. Lo siento tanto.
No me queda mucho además de mi dignidad. Necesitaba llevarla
conmigo y no dejarla atrás al mojar la cama y la necesidad de que me
alimenten en la boca como un infante. Esto te va a doler, pero sé que sabrás
entender por qué necesitaba hacerlo.
Mi último deseo en esta tierra es que estés viviendo a pleno.
Caso contrario, no tengo muchos consejos para darte, además de
decirte las cosas que podría haber cambiado. Desearía que Emily nunca se
hubiese enterado de mi diagnóstico. Me culpo por su pérdida por lo triste
que estuvo por tanto tiempo. Luego, la alejé al decirle que nunca la amé de
verdad. Pero sí la amé. Simplemente no podía hacerla pasar los años que
tenía por venir. Algunas veces, cuando amas a alguien, debes dejarlos ir por
su propio bien.
Vive la vida, hermanito. No pases tiempo obsesionándote con tu
diagnostico como yo. El tiempo vuela ya sea que estés disfrutando la vida o
no. La elección es tuya.
Perdóname y sigue adelante.
Con amor, Jayce.
Leí esa maldita nota media docena de veces. Normalmente cuando
hacía eso, me concentraba en su dolor; necesitaba justificar lo que mi
hermano hizo una y otra vez en mi mente para aceptar que fue lo mejor.
Pero esta vez, me quedé leyendo una oración muchas veces.
Vive la vida, hermanito. No pases tiempo obsesionándote con tu
diagnostico como yo. El tiempo vuela ya sea que estés disfrutando la vida o
no. La elección es tuya.
Siempre he interpretado “no te obsesiones con tu diagnostico como
yo” como validación en mi decisión de no hacerme exámenes. ¿Cuál era
el punto de saber, cuando no habría nada que pudiera hacer para prevenir
el comienzo de la enfermedad? ¿Por qué vivir esperando que la sentencia
de muerte empezara, cuando podía seguir adelante?
Excepto que…
252 Por primera vez en mi vida, reflexioné si siquiera vivía. Sí, tenía
relaciones, relaciones sexuales, un trabajo que amaba, y unos cuantos
amigos cercanos. Eso siempre fue suficiente. ¿Pero seguí adelante con mi
vida o solo existía, esperando que un jodido síntoma apareciera de todas
formas? No había querido saber, así podía elegir vivir cada día como si fuera
mi último y no tener esa vida que fue destinada para mí. Aunque, si podría
elegir cómo pasar mi último día en la tierra, querría estar con Natalia.
Entonces, ¿realmente estaba cumpliendo lo que me propuse?
Leí nuevamente el final de la carta.
Vive la vida, hermanito. No pases tiempo obsesionándote con tu
diagnostico como yo. El tiempo vuela ya sea que estés disfrutando la vida o
no. La elección es tuya.
Había pensado como sinónimo de no obsesionarme con mi
diagnostico con no hacérmelo en absoluto. Pensé que no saber evitaba que
echara raíces. Pero, de repente, me di cuenta que ya lo hice, y una rama
fuerte creció y se envolvió alrededor de mi corazón. No era la incertidumbre
de mi salud la que evitó que me llevara el viento, era que no había
encontrado a la indicada que me hiciera querer desatar una tormenta,
permitiendo que esas raíces se fortalecieran.
Natalia era la indicada. Amé a Summer. Fue mi primer amor. Pero no
fue la indicada. Quizás éramos demasiado jóvenes. Quizás siempre la
consideré mi primer amor porque por dentro sabía que no era mi último.
Natalia, ella es la indicada.
Me enamoré mucho antes de querer aceptar lo que era.
¿Qué cambiaría para mí ahora si me hiciera los exámenes y saliera
positivo? ¿Regresaría a las noches de sexo desenfrenado entre dos adultos
dispuestos? ¿Qué diferencia habría entre tratar de seguir adelante sin
saberlo ahora?
No pases tiempo obsesionándote con tu diagnostico…
Ella ni siquiera tendría que saber que me hice los exámenes si fuera
positivo.
¿Pero si veía los exámenes y salía negativo?
La decisión es tuya…
¿El riesgo de enterarme no pesaba sobre el riesgo de perderla?
Casi era la una de la mañana, pero después de finalmente recordar
que tenía un par de bolsas y respondí esa pregunta, necesitaba hablar con
253 alguien. Buscando mi celular, busqué en mis contactos hasta que encontré
a alguien y presioné llamar.
Contestó al cuarto tono con voz somnolienta.
—¿Hunter? ¿Todo en orden?
Exhalé largo y tendido.
—Sí, tío Joe. Todo está bien. Lamento llamar tan tarde. Pero
necesitaba una extracción de sangre. ¿Puedo ir a tu oficina mañana a
primera hora?
—¿Estás enfermo?
—No. —Hice una pausa—. Pero necesito saberlo ahora.
Sin más explicaciones. El tío Joe se tomó un momento para procesar
lo que dije.
—Dame unos minutos para cambiarme. Te veo en la oficina en media
hora.
—Es la una de la mañana.
—Lo sé. Pero no hiciste esta llamada a la ligera. Quiero saber qué
sucede. Llevaré café. Si aún quieres hacerte un diagnostico después de
charlar un rato las cosas, conozco un laboratorio que abre a las seis. Haré la
extracción de sangre, la llevaré y les pediré que lo hagan rápido.
37
Hunter
Traducido por Blue
—E
nciende tu televisor. NBC.
Nada de hola. Nada de cómo estás, amigo.
Tomé el control, encendí la TV y puse el canal que dijo
Derek. Una propaganda de Rogaine apareció en la pantalla. Bajé todo el
volumen.
—No tengo mucho estos días, pero tengo mi cabello.
254 —Solo espera.
—No vas a hacerme ver una película de terror de dos horas de mala
calidad solo para ver tu nombre al final como asesor en robótica, ¿o sí?
—Cállate y mira.
Acababa de llegar de una reunión mañanera, así que me quité los
zapatos y saqué mi camisa de mi pantalón de vestir. Empecé a
desabotonarla con mi celular entre mi hombro y oreja cuando las noticias
aparecieron.
Tomé el control y subí el volumen sin darme cuenta que mi celular
había caído de mi agarre y cayó en algún lugar del sofá.
¿Qué mierda?
La pantalla mostraba el video de un hombre caminando por un grupo
de reporteros hacia un edificio. Debajo decía “Libertad temprana para el
organizador del esquema Ponzi, Garrett Lockwood”. Un montón de
reporteros metían micrófonos en su rostro, haciendo preguntas sobre la
restitución a la victimas mientras él intentaba caminar.
Garrett levantó su mano, claramente no era su primera vez
haciéndolo, y dijo—: Chicos, solo quiero estar en casa con mi familia.
Responderé cualquier pregunta que tengan mañana.
Pero eso no fue lo que hizo que tomara el control remoto tan fuerte
que rompí la tapa del panel de las baterías. Era el edificio al que se refirió
como casa.
El departamento de Natalia.
El segmento no duró más de un minuto antes que las noticias
cambiaran a una historia sobre una secuela de robos a casas. Me quedé
parado mirando fijamente el televisor, olvidándome de Derek hasta que oí
su voz ahogada gritando mi nombre en la distancia. Venía de mi teléfono
en el sofá.
—Mierda. —Tomé mi celular—. Lo siento. Tiré mi celular.
—¿Viste?
—¿En qué demonios piensa en dejarlo quedarse en su casa?
—No lo sé. Pero sé una manera de descubrirlo.
Derek había estado molestándome como la mierda para que llamara
a Natalia desde que las cosas terminaron. Pero desde que le confesé que
me hice los exámenes, lo había hecho sin parar.
—Sabes que los resultados no saldrán hasta el viernes.
255 —Sí, supongo que Natalia compartirá cama con su ex hasta entonces.
Claro, en el caso de que tengas los resultados que quieras. No te molesta
dejarla descuidada por unos segundos, ¿verdad?
—¿Qué mierda? ¿Qué esperas que haga?
—Saca la cabeza de tu culo, para empezar. —Hizo una pausa—. Son
las dos aquí. Si vas al aeropuerto ahora, puedes llegar a ella para, ¿qué,
medianoche?
Mi corazón empezó a tronar en mi pecho. No podía hacer eso.
¿O sí?
¿Correr hacia New York para decirle a una mujer que básicamente
había dejado, así evitaba que durmiera con su ex marido?
Eso requería grandes bolas.
Caminando de un lado a otro, olvidé que me hallaba al teléfono a
pesar de que lo tenía contra mi oreja, hasta que Derek habló de nuevo.
»Vas a arrepentirte, hombre. No hay tal cosa como tomarte
demasiado tiempo para hacer una decisión.
Pasé los dedos por mi cabello. Mierda. Tenía razón.
—Debo irme.
—Ve a ella, hombre. Ya es la maldita hora.
***
—N
ecesito hablar con Natalia. —Mis puños se cerraron,
pero milagrosamente, me las arreglé para
mantenerlos a mi costado y no golpear al imbécil en
el rostro.
Garret entrecerró los ojos y me miró de arriba abajo. Pasó por la puerta
y la cerró detrás de él antes de cruzar los brazos sobre su pecho desnudo. —
Estamos un poco ocupados ahora mismo. —Levantó la barbilla—. Lo que
257 sea que fueras para Nat mientras no estuve aquí, ya no lo eres, amigo.
Tenía dos opciones: empujarlo, lo que sabía por una mirada rápida a
su físico que sería un problema, y exigir ver a Natalia, o darme la vuelta con
la cola entre las piernas y salir, porque no existía manera en el infierno que
este tipo planeara dejarme entrar.
No me iba a ir sin ver a Natalia. No quería una pelea con este tipo. Sin
embargo necesitaba hablar con ella.
Afortunadamente, Garrett no se encontraba preparado para lo
seriamente decidido que estaba para hablar con ella, pero su mano ya se
hallaba sobre mi hombro mientras gritaba el nombre de Natalia dentro del
apartamento.
»Vete. Quien quiera que seas, mi esposa no quiere verte nunca más.
Empujé su mano de mi hombro y giré para enfrentarlo. —Ex esposa. Y
me gustaría escuchar directamente eso de Natalia. No quiero una escena.
Solo quiero hablar con ella.
El sonido de una puerta crujiendo desde el pasillo interrumpió nuestro
duelo de miradas, y ambos giramos en dirección del ruido. Esperaba a
Natalia, pero en su lugar Izzy caminó por el pasillo, sacando un par de
auriculares Bose de sus orejas.
O no escuchó la confrontación gestándose con su padre o no le
importó. Su rostro se iluminó cuando me vio. —¡Hunter! ¿Qué haces aquí?
Con mi visión periférica, capté a Garrett estudiando nuestra
interacción. —Pasé por aquí para hablar con Natalia. Lo siento si te desperté,
cariño.
Hizo un ademán con la mano. —No estaba dormida.
Aproveché la oportunidad para conseguir lo que vine a buscar. —
¿Nat está durmiendo? ¿Te importaría decirle que estoy aquí?
Frunció el ceño. —Nat no está aquí. ¿Papá no te lo dijo? Se queda
con su mamá esta semana.
Miré a Garret mientras le respondía a Izzy. —No, no mencionó eso.
Izzy era una niña lista. Entendió lo que pasaba. Poniendo los ojos en
blanco, sacudió la cabeza hacia su padre antes de mirarme. —Papá quería
pasar tiempo conmigo, pero Nat no quería interrumpir mi rutina escolar. —
Su mirada se dirigió a su padre—. Mi padre se ofreció a dormir en el sofá.
Pero Nat no lo quería bajo el mismo techo porque intentaría comportarse
mal.
—Isabella —advirtió su padre.
258 —¿Qué?—dijo—. Es la verdad.
Sonreí. Amaba a esta niña. —Gracias, Izzy. Te veré pronto.
Sonrió. —¿Lo harás?
Guiñé un ojo. —Si tengo algo que ver con eso, lo haré.
***
263
39
Natalia
Traducido por Gerald
V
omité.
Le dije a Hunter que necesitaba ir al baño porque sentí la
conocida quemadura en mi esófago que sucede justo antes. Mi
visión seguía borrosa por las lágrimas mientras mi cabeza colgaba en el
retrete, mirando hacia el agua.
La puerta del baño se abrió, pero no pude levantar mi cabeza. Hunter
se sentó en el suelo y envolvió su cuerpo alrededor del mío. El calor de su
264 pecho me envolvió como una manta caliente. Incliné mi cabeza contra su
hombro y lo dejé salir todo
Me sostuvo fuertemente durante un largo tiempo, meciéndonos y
acariciando mi cabello en silencio. Cuando nuestros ojos se encontraron,
habló en voz baja.
—Lo siento. No quería decírtelo hasta que conociera mis resultados.
—¿Siquiera planeabas decirme si el resultado era positivo?
No tuvo que decir su respuesta. Su mirada lo dijo todo. Limpié mi nariz.
»Bueno, entonces me alegra que Garrett finalmente haya servido
para algo. De cualquier manera, ¿Cómo supiste que me encontraba en
casa de mi madre? Todavía ni siquiera se lo digo a Anna.
—Izzy me dijo cuando fui a tu apartamento.
Me enderecé.
—¿Viste a Garrett?
—Sí.
—¿Cómo fue eso?
—Intento hacerme pensar que estabas con él, que estaban juntos.
Exhalé.
—Tan idiota. Odio dejar a Izzy ahí con él, pero sabía que quería pasar
tiempo con él, incluso si nunca lo admite. Ama a su padre y tienen un
montón de trabajo por hacer para arreglar su relación.
Hunter asintió. Se quedó callado por un rato después de eso.
»¿Qué piensas en este momento? —pregunté.
Sacudió su cabeza.
—No sé si hice lo correcto al decirte. Esto fue bastante egoísta de mi
parte. No podemos estar juntos si el resultado es positivo.
—¿Qué quieres decir con que no podemos estar juntos si el resultado
es positivo?
—No voy a someterte a eso para que puedas terminar siendo mi
enfermera. Vine a Nueva York porque soy un idiota celoso. Te dije porque te
debía la verdad. Todos los hombres en tu vida te han faltado el respeto con
mentiras y no podía hacer eso. Pero no te haré que veas lo que yo vi
sucederle a mi hermano.
—Esa no es tu decisión.
Hunter cerró sus ojos. Cuando los volvió a abrir, dijo—: No tiene caso
discutir por eso en este momento. Tendré los resultados en dos días.
265
—Bien. —Necesitaba algunos días para que todo se asentara y para
formular una respuesta a cada uno de los argumentos que tendría contra
que estuviéramos juntos si, Dios no lo quiera, el resultado era positivo.
Nos sentamos en el suelo del baño durante otra hora mientras Hunter
respondió a mis preguntas sobre la enfermedad. Claramente estaba bien
educado sobre la genética y las estadísticas, junto con haberlo
experimentado de primera mano con su madre y hermano. Lo único positivo
que aprendí fue que Hunter se encontraba más allá de la edad que se
consideraba para el inicio temprano, que era cuando los síntomas se
presentaban antes de los veinte años. Los inicios en adultos generalmente
sucedían entre las edades de treinta y cincuenta, pero podría suceder tan
tarde como a los ochenta años y el progreso de la enfermedad era mucho
más largo, tomando desde diez hasta treinta años para ocasionar la muerte.
—Vamos. —Hunter finalmente se levantó y me ayudó a pararme—.
Salgamos de este pequeño baño.
—Tengo citas hoy que necesito llamar para cancelar.
—No tienes que hacer eso. Necesito encontrar un lugar para
quedarme y dormir durante un rato. He estado levantado desde ayer en la
mañana.
—¿Cuánto tiempo te vas a quedar?
—Todavía no estoy seguro. Al menos los próximos dos o tres días.
—Quédate aquí en casa de mi mamá conmigo.
—¿No tiene una de esas cosas de metal que usas para moler carne?
Arrugué mi nariz.
—Sí. ¿Por qué?
—No hay razón. Hace buenas albóndigas. Pero preferiría conseguir un
hotel, si no te importa.
—De acuerdo.
Aun cuando ya me había bañado, tomé una ducha rápida
esperando que me ayudara a aclarar mi cabeza mientras Hunter utilizaba
mi computadora portátil para encontrar un hotel cerca de la casa de mi
mamá. Cuando terminé de alistarme, lo encontré sentado en el sillón, pero
parecía dormido. Me tomé un momento para apreciar al hombre y
considerar cuán difícil debía haber sido la decisión de decirme. No le había
dicho a nadie excepto a su mejor amigo de toda la vida desde que lo
descubrió hace más de diez años. Eso era mucho para que una persona se
contuviera. Decidí que quería mostrarle lo mucho que apreciaba que
hubiera sido honesto conmigo, así que me monté a horcajadas sobre sus
266 caderas y lo desperté con mis labios presionados contra los suyos.
—Ummm… —Gruñó, regresando a la vida.
Puede que yo haya comenzado el beso, pero ciertamente tomó el
control bastante rápido. Hunter envolvió sus manos en mi cabeza y lo utilizó
para mantenerme en el lugar mientras su talentosa lengua guiaba a la mía
en una seductora danza. Cuando intenté romper el beso, atrapó mi labio
inferior entre sus dientes y dio un tirón.
»¿Intentabas irte? Podría acostumbrarme a ser despertado de esta
manera.
Froté mi nariz con la suya.
—Cuando era pequeña, cada que mis hermanas o yo no
confesábamos haber hecho algo malo, mi mamá nos prometía no
castigarnos por decir la verdad y decía “La honestidad siempre es
recompensada”. Cuando decíamos lo que sea que estuviéramos
ocultando, nos daba una paleta o algo como premio.
—¿Ah sí? ¿Me dices que vas a darme una paleta por decirte mi
deprimente verdad?
Me alejé lo suficiente para que pudiera ver mi siniestra sonrisa.
—Cerca. Pensaba en que tú fueras la paleta. Iré a mis citas; tú ve a tu
hotel, toma un baño caliente y métete en la cama desnudo. Te despertaré
con tu premio a la honestidad.
***
Minnie era mi última cita del día. No era profesional tener pacientes
favoritos, pero vendría a visitarla incluso si no me pagaran por ello.
Se quedó mirando fijamente al panel del ascensor con líneas de estrés
marcadas por todo su rostro mientras esperaba que el ascensor llegara. Solo
revisó la cerradura de la puerta tres veces antes de que la instara a caminar
hacia el ascensor. No revisar una cuarta vez la estaba matando. La
conducta obsesiva-compulsiva no era sobre no ser capaz de resistir a la
compulsión. Era sobre la incapacidad de dejar de pensar en la compulsión
cuando te resistías a ella. No tuvo que revisar que la puerta estuviera cerrada
una cuarta vez, pero era incapaz de dejar de pensar sobre revisarla ahora.
Intenté distraerla mientras esperábamos al terriblemente lento ascensor.
—Así que… Hunter regresó.
267 Eso hizo el truco. Al menos temporalmente.
—¿Oh? Sabía que entraría en razón.
Sonreí.
—Una de nosotras lo creía.
Las puertas del elevador se abrieron y tuve que poner mi mano en su
hombro para llevarla dentro. No fue fácil para ella dejar el piso. Pero íbamos
a bajar hasta el vestíbulo, salir del elevador y esperar a que uno nuevo
llegara antes de regresar a revisar nuevamente que la puerta estuviera
cerrada. Romper el patrón un poco cada semana funcionaba, aunque
lentamente.
»Tenías razón, por cierto. Tenía un secreto del que intentaba
protegerme. Tiene una condición médica. Bueno, es complicado, pero
tenía miedo de involucrarme y arrástrame a lo que podría ser algunos años
difíciles, medicamente hablando.
Minnie se quedó callada mientras salíamos del elevador y
esperábamos a que llegara el siguiente. Sabía por experiencias previas que
concentrarse era difícil para ella hasta que estuviera en el camino de
subida, dirigiéndose hacia el alivio de su estrés. Hoy fue entrar en el elevador
lo que alivió algo de su ansiedad, sabiendo que pronto sería capaz de tocar
de nuevo la manija de la puerta.
Una vez que las puertas del elevador se cerraron, dejó salir una
audible exhalación y habló.
—Hace treinta años, cuando lidiaba sola con mi condición, alejaba a
toda la gente porque no quería que intentaran detenerme de lo que hacía.
Sabía que la gente intentaría ayudarme, pero eso significaba dejar de
revisar cosas y, por supuesto, simplemente eso me causaba ansiedad. Así
que alejaba a la gente en lugar de enfrentar mis miedos.
Asentí.
—Supongo que eso es lo que Hunter ha estado haciendo estos años.
No se hizo pruebas durante mucho tiempo porque no quería tener que lidiar
con los resultados. Era más fácil alejar a las personas que ser presionado en
hacerse las pruebas cuando no estaba listo.
Las puertas del elevador se abrieron en el piso de Minnie. Salió
corriendo y atravesó el pasillo. Lo que me hizo sonreír. Pasos de bebé. La
observé desde el ascensor mientras revisaba la manija una vez más y luego
caminaba de regreso hacia mí. Su rostro mostraba marcado alivio.
Presioné el botón para bajar.
»¿Estás bien?
268 Asintió.
—Siguiente parada Puff and Stuff. —Hoy íbamos a hacer algunos
recados. Mientras eso sonaba fácil, significaba trabajar en un sinnúmero de
compulsiones. En el taxi, necesitaría revisar la cerradura de la puerta cuatro
veces, en la tienda habría cuatro segmentos en que contara su cambio.
Tenía un pequeño plan para romper cada una. Pero por ahora, parecía
concentrada. Entramos juntas en el elevador y seguimos charlando como si
una compulsión obsesiva no acabara de interrumpirnos.
»Las únicas personas que he mantenido en mi vida durante los últimos
treinta años son las personas que me aceptan como soy y no intentan
cambiar cómo quiero vivir. Creo que sabes a cuánta gente me refiero con
eso.
Minnie sólo tenía una hermana y su madre. No tenía amigos o
compañeros de trabajo. Había alejado a todo el mundo así no sería
molestada para que detuviera sus compulsiones. Pero dado que su madre
envejecía y su hermana se casó y mudó a Georgia, se había dado cuenta
que se hallaba sola la mayor parte de los días. Eso es lo que finalmente la
llevó a buscar terapia. Quería ser capaz de tener gente en su vida y elegirlos
por encima de su enfermedad.
—Déjame preguntarte algo. ¿Habrías alejado a la gente que nunca
mencionara tus revisiones y te dejara vivir de la forma en que tú querías?
Se encogió de hombros.
—Probablemente no. Pero la gente no puede evitarlo. Siempre
intentan arreglarme.
Fue como si un foco se prendiera en mi cabeza. Me giré hacia ella en
el elevador y la atraje hacia un gran abrazo.
—Minnie, tu sesión de hoy corre por mi cuenta. Es lo menos que puedo
hacer cuando acabas de resolver el problema de mi vida amorosa.
269
40
Hunter
Traducido por EstherMaslow
P
ensé que era un sueño.
Uno de la variedad pornográfica. Pero para mi sorpresa, la mano
que me acariciaba no era mi vívida imaginación. Cerraba las
persianas para dormirme durante el día, así que mi habitación de hotel
estaba oscura. Tal como sugirió Natalia, me registré, tomé una ducha
caliente y luego me fui a la cama desnudo. No sabía si cumpliría con su
promesa después de trabajar todo el día, pero me preparé por si lo hacía.
270 Podía ver claramente la silueta de Natalia. Se encontraba desnuda a
cuatro patas, con la cabeza sobre mi polla. Se hinchó al bombear su mano
unas cuantas veces y mi piel cosquilleó mientras su cabeza se bajaba en
cámara lenta. Justo antes de que asomara su lengua, me miró con sus
grandes ojos y sostuvo mi mirada mientras me lamía de la corona a la base.
Gemí.
Jódeme.
¿Cómo pude pensar que mantenerme alejado de ella era una buena
idea?
Sacudió la lengua sobre mi corona, mojándola mientras se preparaba
para chupármela. Tenía el impulso más fuerte de envolver mis manos a
través de su cabello y alimentarla con mi polla, empujando fuerte,
profundamente en su garganta. Pero de alguna manera me controlaba a
mí mismo. Esta podría haber sido su recompensa para mí, pero era su juego,
y necesitaba permitirle que jugara como quisiera.
Aunque, si no podía mostrarle lo que me hacía, era imposible no
expresarlo verbalmente.
—Mierda. Eso se siente tan bien. No tienes idea de lo difícil que es no
darte la vuelta en la espalda y follar esa hermosa cara.
Un vislumbre de una sonrisa traviesa brillaba en la oscuridad, justo
antes de que la mandíbula de Natalia se abriera de par en par y me
chupara completamente en su boca sexy.
Jesucristo.
Esto
Esto era vivir.
La mujer a la que amo volviendo del trabajo y despertándome con su
boca. Nada en el mundo era mejor. Fui un idiota por no darme cuenta antes.
Chupó fuerte, abriendo su garganta, llevándome profundo. Cuando
empezó a mover la cabeza, frotando toda mi longitud en el interior de su
boca y garganta, empecé a preocuparme de que estaba a punto de
avergonzarme y venirme en treinta segundos.
»Mierda. Natalia, más despacio.
Como si fuera posible, decir eso la hacía ir aún más profundo. La
cabeza de mi polla golpeó la parte posterior de su garganta y estoy
bastante seguro de que mi respiración se detuvo. Se me apretaron las
pelotas, y sabía que no iba a durar mucho. Fui un fracasado de muchas
maneras para esta mujer. Pero no estaba listo para que terminara.
271 Necesitaba estar dentro de ella. Quería llenar cada maldito orificio de su
cuerpo. Quería follarla fuerte y oírla gemir mi nombre de esa manera tan
sexy.
Usando cada onza de mi fuerza de voluntad, me senté todo lo que
pude, la levanté de mi polla y la arrastré por mi cuerpo hasta que se hallaba
completamente encima de mí. Luego nos volteé para que estuviera debajo
de mí.
—¿No quieres mi boca sobre ti?
—Oh, bebé, quiero tu boca en mí. Quiero follarme esa boca, así como
tu culo sexy y tus grandes y hermosas tetas. Tengo planes de poner mi polla
en cualquier sitio y en cualquier lugar que me dejes. —Le froté los labios con
el pulgar—. Pero no duraré con esta hermosa boca en mí y necesito estar
dentro de ti primero.
Me coloqué encima de ella, mi polla dura como una roca y
prácticamente goteando por su boca, así que cuando abrió sus piernas por
debajo de mí, fue fácil deslizarse dentro. Cerré los ojos y disfruté la sensación
de conectarme con ella otra vez. Nada se sintió tan bien en toda mi vida.
Su calor húmedo y coño apretado me succionó y me hizo perder la cabeza.
Y no sólo la conexión física se sintió tan bien. Natalia abrió sus ojos y
aun en la oscuridad, nuestras miradas se conectaron. Yo había follado
mucho en mi vida, pero podría decir honestamente que esta era mi primera
vez haciendo el amor.
Comencé a entrar y salir lentamente, mientras miraba su cara. Era tan
hermosa, tan abierta, tan cruda y real para mí. La emoción me superó y abrí
la boca para cerrar el trato. Limpiando un mechón de cabello de su cara,
llevé mis labios a la suya. —Natalia, lo...
¡Mierda!
Mierda.
Mierda.
Mieerdaa.
Rápidamente me levanté y salté de la cama.
Natalia lucia bastante confundida. —¿Qué? ¿Cuál es el problema?
Caminé de un lado a otro, jalándome el cabello de la cabeza. —No
llevaba condón puesto.
—¿Y? Estoy tomando la píldora. Confío en ti.
—Eso no importa. —dije—. Fue totalmente irresponsable. ¿Y si...?
Mierda. No puedo creer que hice eso.
272
—Hunter, está bien.
—No, no lo está. No está bien, no está bien. No debería haber pasado.
Fui al baño para regañarme en privado. ¿Cómo pude haber sido tan
irresponsable? ¿Y si hubiera dejado embarazada a Natalia? ¿Y si ella hubiera
tenido a mi hijo, y los dos fuéramos positivos, y la dejara criarlo con la
enfermedad por su cuenta, y ella tuviera que enterrar a dos personas que
amaba?
Estúpido.
Tan jodidamente descuidado.
Me duché para tratar de relajarme, pero no me ayudó. Necesitaba
disculparme con Natalia por la forma en que actué y asegurarme de que
supiera que no podría volver a suceder. Pero cuando salí del baño, ella se
había ido.
***
M
e sentía confundida cuando desperté con el sonido del
teléfono. Las cortinas se encontraban cerradas, y, al principio,
no estaba segura qué hora era o dónde estaba. Pero el
pecho duro que usaba como almohada me lo recordó. Hunter se hallaba
completamente dormido, ni siquiera se movió por el sonido del celular, así
que, extendí la mano hacia la mesita de noche y tomé su teléfono. Dejó de
sonar justo cuando lo tomé, pero la llamada perdida decía Tío Joe. Revisé
la hora antes de dejarlo. Nueve de la mañana. Demonios, ambos dormimos
275 hasta tarde.
Gentilmente, desperté a mi gigante durmiente
—Hunter.
—¿Umm? —Cerró con fuerza los ojos.
—Tu teléfono sonó. Y es tarde. Casi las nueve.
Abrió un ojo.
—Siéntate en mi cara.
Reí y le di un golpecito en su hombro.
—¿Esa es tu respuesta cuando te despierto y te digo que tienes una
llamada perdida?
—¿Qué? Me gusta comer apenas me despierto.
—Era tu tío.
Abrió sus ojos y su expresión cambió a seria.
»¿Qué?
Se apoyó sobre sus codos.
—Apenas son las seis de la mañana en California. Si me llama tan
temprano, es por una razón.
—No pensé en eso. Bueno, apresúrate, llámalo.
Hunter movió sus piernas y se sentó al borde de la cama. Pero no tomó
inmediatamente su celular. Al principio, pensé que se tomaba un minuto
para despertar, pero luego eché un vistazo a su rostro.
»¿Qué sucede?
—El tío Joe hizo los exámenes. Dijo que llamaría en cuanto tuviese los
resultados.
—Pero es solo jueves. Dijiste que los resultados estarían el viernes.
—Dijo probablemente el viernes. No sé. Puede que esté llamando por
algo más. Pero…
Su teléfono empezó a sonar de nuevo. Nos miramos por unos
segundos antes que contestara.
—Hola, tío Joe. Dame un minuto, ¿de acuerdo?
Cubrió su teléfono.
»¿Segura que esto quieres? No quieres saber. Es una gran decisión,
Natalia.
No estaba segura de mucho, pero sí de una cosa.
276
—Me dejarás si es positivo. Tu vida no será la misma. Depende de ti.
Pero no quiero tomar esos riesgos. No necesito ni quiero saber.
Me miró fijamente a los ojos por un largo rato antes de asentir. Luego,
llevó el teléfono a su oreja.
—Oye, tío Joe. Antes de que digas algo, quiero decirte que he
decidido no saber los resultados. Así que, si esa es la razón por la que llamas,
no quiero saber.
Oí la voz de un hombre a través del celular, pero no podía descifrar
las palabras que decía. Hunter miró a la nada, escuchando
cuidadosamente.
»Uh-huh. De acuerdo.
La mirada de Hunter fue hacia la mía.
»Natalia y yo decidimos que no queremos saber.
Apartó la mirada de nuevo mientras escuchaba. Yo no podía
sentarme quieta. Me envolví con las sábanas y empecé a caminar.
Hunter siguió asintiendo y dijo sí un par de veces. En cierto momento,
frotó sus sienes con su mano libre. Me puso nerviosa que quizá su tío llamó
por algo más, que algo malo sucedió.
Después de un par de minutos que se sintieron como horas, Hunter
aclaró su garganta.
»De acuerdo. Gracias, tío Joe. Te llamaré mañana. —Presionó el botón
de terminar y cerró los ojos, bajando la mirada.
—¿Qué sucedió? ¿Tu tía está bien?
Mi corazón fue a mi garganta cuando él levantó la mirada. Lágrimas
caían por su rostro.
»Hunter, ¿qué sucedió?
Sin advertencia, de repente me levantó y me arrojó a la cama.
—Mis resultados dieron negativo.
Negué, temerosa de creer lo que había oído.
—¿Cuál?
—Mis análisis de ADN dieron negativo. Hay cero por ciento de
posibilidades de que tenga la enfermedad de Huntington.
Lágrimas cayeron por mi rostro como las de él.
—Oh, Dios mío. ¿De verdad? Pero le dijiste que no querías saber.
277 Hunter sonrió.
—Me dijo cosas importantes, que no se iba a guardar un resultado
negativo hasta que finalmente decidiera sacar mi cabeza de mi culo.
—¿De verdad no lo tienes? ¿No lo dices solamente para hacerme
sentir mejor por nuestra pelea de ayer?
—No, no estoy tratando de hacerte sentir mejor, nena. —Presionó sus
labios contra los míos—. Pero ahora voy a hacerlo.
Me sentía llena de energía.
—¡Tenemos que salir y festejar! ¡No puedo creerlo!
—Voy a celebrar dentro. Dentro de ti.
Hunter me quitó las sábanas que envolví alrededor de mi cuerpo y
besó mi cuello.
»Nunca tuve sexo sin condón, excepto por ese minuto anoche.
Sonreí.
—Entonces, ¿sería como tu primera vez?
—Siempre se siente como mi primera vez contigo. Pero esta vez, quiero
correrme dentro tuyo. Quiero entrar tan profundo y venirme tan
jodidamente duro que tus piernas van a temblar y la gente de la otra
habitación van a saber mi nombre. Quiero venirme dentro de ti, al igual que
tú estás dentro de mí; por lo pronto, nunca saldrás de mí. Quiero marcarte
como mía.
—Dios, Hunter.
Levantó mis manos sobre mi cabeza y las tomó juntas usando una
mano, mientras la otra bajaba entre mis piernas.
—Ábrelas para mí, hermosa.
Lo hice, y la cabeza de Hunter bajó para chupar un pezón mientras
sus dedos se movían por mi clítoris. Gemí mientras trazaba círculos con su
pulgar. Deslizó dos dedos dentro de mí para asegurarse que estuviera lista,
y luego se posicionó en mi entrada.
Nunca apartó la mirada de mí cuando entró. Estaba tan mojada, tan
increíblemente lista para él. Envolví mis piernas alrededor de su cintura
mientras él embestía profundamente. Los brazos de Hunter empezaron a
temblar.
»Mierda. Te sientes… tan, tan bien…
Empezó lento, entrando y saliendo, y estudiando la reacción de mi
rostro a cada embestida. Cerrando los ojos, parecía que quería saborear
278 cada minuto de la primera vez dentro de mí sin condón, pero cuando gemí
y dije córrete dentro de mí, su control se quebró.
Lo que empezó como hacer el amor, subió a follar. Follar pura y
carnalmente. Hunter me embistió con fuerza, su rostro con desesperada
necesidad. Nuestros cuerpos cubiertos de sudor mientras nos movíamos al
unísono, dándole la bienvenida a cada una de sus fuertes embestidas. El
sonido de nuestros cuerpos húmedos chocando hizo eco a través de la
habitación y era la cosa más erótica que había oído.
—Hunter…
—Mierda. Córrete, nena. Córrete para mí. Voy a venirme dentro de tu
dulce coño.
Ambos explotamos al mismo tiempo. Grité su nombre y gemí, el calor
de él vaciándose dentro de mí alimentando el orgasmo más intenso de mi
vida. Fue el sentimiento más increíble que había experimentado.
Mientras bajábamos el ritmo, Hunter apartó mi cabello del rostro y
continuó entrando y saliendo mientras ambos recuperábamos el aliento.
»Te amo, cielo.
—También te amo. Creo que robaste una parte de mi corazón la
primera vez que nos conocimos.
—Soy encantador y difícil de resistir.
—Umm… creo que hice un buen trabajo resistiéndome. Tuviste que
buscarme por casi un año y viajar cuatro mil kilómetros.
—Tengo noticias para ti, nena. Un año no fue nada. Y te habría
buscado a través de toda la tierra. Pensé que no podía sacarte de mi mente,
pero era mi corazón el que se negaba a dejarte ir.
279
Epílogo
Natalia
Dos años y medio después
M
e escapé mientras Hunter seguía durmiendo y corrí a casa de
Anna para buscar el regalo que le compré.
Se encontraba despierto y en la cocina cuando intenté
escabullirme de regreso a la casa. Ya que había música, no me oyó entrar,
lo que me dio la oportunidad de devorarlo con la mirada desde atrás. Los
cuatro años desde que nos conocimos en la boda de nuestros amigos,
280 habían sido inútiles en aplacar el deseo que sentía por este hombre.
Pequeñas mariposas aleteaban en mi estómago mientras lo mirada sin
camiseta, moviéndose con la música mientras se preparaba su café.
Sexo, no amor. Así es como todo empezó. Sonreí, pensando en lo
gruñón que estuvo mi hombre en el último mes cuando declaré amor, no
sexo por los treinta días faltantes a nuestra boda.
Hunter gritó sin voltearse, causando que saltara ya que no pensé que
supiera que lo miraba. Pero siempre lo sabía, ¿no? Es como si tuviera un sexto
sentido. Caminó hacia mí con dos tazas en sus manos y me tendió una
mientras plantaba un beso en mis labios.
—¿Adónde te fuiste tan temprano?
Le di una sonrisa traviesa.
—Tenía que buscar algo.
Envolvió un brazo alrededor de mi cintura con fuerza.
—¿Lencería para más tarde? Espero que no sea muy costosa porque
planeo arrancarla de tu cuerpo en el minuto en que el ministro diga que
oficialmente me perteneces.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello.
—Antes que nada, no es lencería. No voy a llevar nada bajo mi bonito
vestido blanco esta tarde. No eres el único que no necesita desperdiciar
tiempo en quitarle al otro capas de ropa. Segundo, tenemos que sobrevivir
la cena con nuestros amigos y familiares antes de que me quites cualquier
cosa. Y por último… —Rocé mis labios contra los suyos—. Te pertenecí desde
el día que apareciste en la casa de mi madre y ganaste a todas las mujeres
de la familia.
El rostro de Hunter se relajó.
—Es solo que no puedo esperar hasta que sea oficial, Natalia Delucia.
—Yo tampoco. Pero déjame buscar tu regalo. Izzy va a estar aquí en
una hora, y luego el chico del peinado y maquillaje, y Anna va a estar aquí
después de eso.
Dejé su regalo en la camioneta, así que me alejé de los brazos de mi
pronto-esposo y dirigí fuera. Me detuve con la mano en el picaporte de la
puerta y me volteé.
»Oh, e Izzy va a traer a un amigo. Así que, se bueno.
—¿Un amigo? Mejor que su nombre sea Mary, Martha o Sally.
Negué.
281 —Su nombre es Gaige. Y parece que realmente le gusta. Así que,
intenta no asustarlo como hiciste con el último. —Ni siquiera podíamos
hablar sobre lo que le dijo al chico que atrapó besando a Izzy el día de los
padres en la Universidad de California sin empezar una discusión de nuevo.
Resulta que Hunter era mucho más protector que el padre de Izzy.
Afortunadamente, Garrett y yo hicimos un arreglo de custodia compartida
de Izzy durante sus dos últimos años de secundaria en Nueva York. Una vez
que se graduó y decidió ir a la Universidad de California, fue el momento
adecuado de finalmente mudarme a California. Tenía todo lo que podría
soñar aquí; mi mejor amiga, mi hija, una hermosa casa, un asombroso nuevo
empleo y el hombre de mis sueños.
Hunter murmuró—: Voy a medir cuán duro voy a patear el culo de
este.
Lo ignoré y me dirigí al auto por su regalo. Había puesto una manta
sobre la jaula para mantenerlo en secreto, pero también sirvió como una
envoltura. Dentro, el rostro de Hunter definitivamente parecía confundido
mientras me observaba arrastrar la jaula rectangular de un metro por uno
treinta, cubierta en una manta.
—¡Feliz día de bodas! —Sonreí y bajé la jaula.
—¿Me compraste una casa de muñecas?
Reí porque casi adivinó. Parecía una casa de muñecas. Pero el ruido
que chilló desde dentro de la jaula confirmó que no era eso.
—¡Fottiti!
Hunter se sorprendió.
—¿Qué dem…?
Me reí a carcajadas de la reacción del gran hombre. Levantando la
manta, le mostré su regalo de día de bodas, un gigante Guacamayo
Escarlata. Era el pájaro más colorido que había visto, con plumas azules,
amarillas y rojas brillantes.
—Este es Arnold.
—¿Me compraste un pájaro? —El rostro de Hunter se emocionó como
un niño de diez años.
Asentí.
—Pensé que era hora de usar todas esas casas de pájaros. Dijiste que
siempre quisiste uno al crecer, pero tu mamá no te permitió tener uno.
—Pueden vivir, como, cincuenta años. Ella sabía que no le quedaba
282 tanto.
Abrí la jaula y puse mi mano para que Arnold se subiera. Subió al
instante.
—Bueno, tú sí tienes otros cincuenta años, señor Delucia. Nosotros
tenemos cincuenta años para cuidar de Arnold.
Hunter me miró.
—De verdad podemos tener ese tiempo juntos, ¿no?
—Eso espero.
Hunter se inclinó para besarme, y justo antes de que nuestros labios se
tocaran, Arnold chilló de nuevo.
—Fottiti.
—¿Qué dice? ¿Por una teta10? Creo que este pájaro estuvo destinado
a ser mío.
Reí.
—Oh, no. Dice fottiti. Dos cosas me hicieron comprar a Arnold. Fottiti
es una de ellas. Cuando empecé a buscar pájaros, visité un montón de
tiendas. La semana pasada, me encontraba en Paraíso Tropical buscando
jaulas cuando me encontré a Arnold. No dejaba de gritarme esa palabra,
***
Fin
Sobre el autor
VI KEELAND
Es #1 del New York Times, #1 del Wall Street Journal, y autor más
vendido de USA Today. Con millones de libros vendidos, sus títulos han
aparecido en más de noventa listas de los mejores vendidos y actualmente
se traducen en veinte idiomas. Reside en Nueva York con su esposo y sus tres
hijos, donde vive su felices para siempre con el chico que conoció a los seis
años.
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Traducido, corregido y
diseñado por
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