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MITRE Y JOSE HERNANDEZ

Bartolomé Mitre fue una de las figuras centrales del siglo XIX. Lideró el intento de unificar la nación
asegurando la preponderancia de Buenos Aires y fue uno de los primeros historiadores argentinos,
con obras muy influyentes. José Hernández tuvo menos peso político que Mitre; fue un federal
convencido y sobre todo se lo recuerda por haber sido el autor de una obra fundamental de la
literatura argentina el Martín Fierro. Mitre fue el padre de la versión más extendida de la historia
nacional. Hernández fue el padre del gran poema nacional. Cada uno ve en el otro un adversario.
Desde la presidencia, Mitre impulsó una organización nacional manteniendo el Estado federal
creado por la Constitución de 1853, pero en esa organización Buenos Aires tendría el lugar principal.
Para ello, empezó a implementar su plan atacando los grupos federales de las provincias e
imponiendo en su lugar gobiernos liberales favorables a su política. En la década de 1850, Mitre
defendió la teoría de la nacionalidad preexistente, es decir, que la Argentina existía desde antes de
su independencia y que su división era transitoria. Esa unidad se garantizaba en el origen, la
Revolución de Mayo. Esa revolución era un acontecimiento propio de la ciudad puerto que había
tenido un papel fundamental y entonces debía liderar la construcción nacional. Esa particular
mirada histórica les servía para justificar una política para el presente. En su proyecto, Buenos
Aires además de federalizarse se convertiría en la guía de la nación. Al asumir la presidencia en
1862, creó el Colegio Nacional de Buenos Aires, y financió además la fundación de otros colegios
en distintas provincias, con el fin de formar élites dirigentes para la administración pública y
proyectar en el interior del país núcleos de poder que doblegaran los restos del federalismo que
resistían el liderazgo bonaerense. El programa mitrista quiso adueñarse de una palabra prestigiosa
en el siglo XIX: progreso.

Mitre era un líder político de particular relevancia en la Provincia de Buenos Aires y se propuso
construir una fuerza política con base en Buenos Aires, pero que dominara el conjunto del país.
Además, algunas de las ideas centrales de ese proyecto tenían que ver con el ideal liberal. La
construcción de una sociedad liberal suponía, por una parte, promover la autonomía política de los
ciudadanos y también esto venía acompañado de un ideal más general de construcción de una
sociedad liberal. Una de las cosas que singularizan la presidencia de Mitre es la promoción de la
inversión extranjera. Mitre fue un activo promotor de la idea de que la economía argentina tenía
que transformarse, que esa transformación suponía por ejemplo el desarrollo de un nuevo sistema
de transportes, pero también la llegada de inmigrantes que iban a introducir en nuestra sociedad
y en nuestra economía formas más elevadas de desarrollo productivo.

El proyecto de Mitre encontró oposiciones en el interior y en Buenos Aires. Los federales de algunas
provincias resistieron la intromisión porteña. Acusaban a Mitre de continuar el programa de los
unitarios. Fueron vencidos y en ocasiones masacrados. Un escritor federal condenó con fuerza los
atropellos y crímenes de las tropas mitristas. Se llamaba José Hernández. En Buenos Aires, la
intención de Mitre de convertir a la ciudad en capital federal del país llevó a una división del Partido
Liberal, debido a que un sector se oponía a esa medida y buscaba mantener a ultranza los privilegios
porteños. Ese fue el origen de los dos partidos importantes de la provincia en los siguientes veinte
años los autonomistas, y los nacionalistas o mitristas. Mitre utilizó una guerra nacional para buscar
la unidad. Y, en 1865, lanzó una guerra con el Paraguay. En distintos lugares de Argentina hubo
resistencias fuertes contra esa decisión. Uno de los opositores más decididos a la guerra mitrista
fue José Hernández. El conflicto fue un desastre para el Paraguay, pero también fue largo y duro
para Argentina. Mitre, que condujo la primera parte de la guerra, perdió fuerzas y en 1868, el
nuevo presidente fue Domingo Faustino Sarmiento y el proyecto mitrista fue, poco a poco,
desplazado por un acuerdo entre las dirigencias de varias provincias y los autonomistas porteños.
Mitre pasó a la oposición y siguió defendiendo sus ideas en el diario La Nación, que había fundado
en 1870. Su proyecto de un país con absoluta hegemonía porteña iba a ser reemplazado por uno
en el cual los sectores dirigentes de todas las provincias conseguirían imponer un orden que los
beneficiaba.
Mitre fue, además, uno de los fundadores de la historiografía argentina junto con Vicente Fidel
López. Ambos produjeron las primeras historias del país que seguían unas reglas y un método de
trabajo, respetando la lectura de documentos. Sus libros tendrían gran influencia. La intervención
historiográfica de Mitre es decisiva también en otro aspecto, imprime un sesgo muy militar a la
constitución imaginaria del relato de lo argentino. Mitre logra hacernos creer que la independencia
no hizo más que dar forma institucional a una nación que ya existía en su propia contextura física,
histórica, social, cultural.

Los posicionamientos políticos de José Hernández siempre fueron diferentes a los de Mitre, apoyaba
el proyecto de Justo José de Urquiza. Cuando Mitre asumió la presidencia, Hernández se convirtió
en un gran opositor a su política. Con Mitre fuera del poder, Hernández fundó el periódico Río de la
Plata; allí escribió varias notas en las que reiteraba las críticas a la elite que emprendía desde
Buenos Aires la organización nacional. Al revisar las consecuencias de la guerra del Paraguay,
declaró que el gobierno nacional era una máquina de guerra. Hernández se ubicaba como el último
gran exponente de la vieja tendencia federal. En sus escritos, el federalismo se asociaba al
antiporteñísimo y también defendía un ideario liberal reformista con componentes de democratismo
social. Ecos de estas ideas resonarían en un libro fundamental de la cultura argentina, que
Hernández publicó en El gaucho Martín Fierro.
Hernández pensó su famoso poema en el exilio. La historia que relató en Martín Fierro es muy
distinta a la que escribió Mitre sobre Belgrano. Mitre narró el pasado argentino pensando en la
unidad preexistente del país y utilizando un personaje histórico. Hernández, en cambio, contaría la
historia de Martín Fierro a partir del desgarramiento y con un personaje de ficción. El Martín Fierro
es un poema épico-lírico de apariencia autobiográfica e intención doctrinaria. Hernández manifestó
que la triste historia de Fierro es un alegato en defensa del gaucho y que sus propósitos al escribir
el poema fueron poner en evidencia todos los abusos y las desgracias de que es víctima esa clase
desheredada de nuestro país. El payador narra la doble lucha del gaucho que tiene a su frente la
inhóspita pampa asolada por el indígena y a sus espaldas el lejano gobierno de la ciudad, insensible
al problema del interior y con la mirada puesta en Europa. Por su temática, protagonistas y
ambiente, esta obra cumbre de la literatura gauchesca está ligada al proceso de nuestra evolución
histórica. Se trata del canto de un gaucho que fue separado de los suyos, despojado de sus bienes
y obligado a marchar a la frontera. En el primer libro, más tarde conocido como La ida de Martín
Fierro, quien canta es un exiliado y el tema central es que la justicia no se aplica por igual a los
ricos que a los pobres. En La vuelta de Martín Fierro, el mismo personaje regresa a su tierra para
tener tierra, familia y sociedad. Este Martín Fierro se acerca mucho a la mirada de Mitre sobre lo
que debía ser el mundo rural. El libro representa, de algún modo, la conciliación de Hernández con
el poder político. Hernández, como su personaje, también había cambiado y ya no se encontraba
políticamente aislado. Se vinculó con los sectores que en 1880 accedieron al poder y defendió en
el Senado la federalización de la ciudad de Buenos Aires. Es decir, que se plegó al proyecto de
organización nacional que reemplazó al proyecto mitrista.
Hernández escribe "La ida" encerrado durante semanas en un hotel, enfrente de la Plaza de Mayo,
en 25 de Mayo y Rivadavia. Las circunstancias políticas le dan un fuerte tono político a la primera
parte del poema. Hay una gran determinación en las circunstancias de él como una especie de
opositor político. "La vuelta" es una circunstancia muy diferente. En principio, a partir del gobierno
de Avellaneda, se abren una serie de expectativas para el retorno de los emigrados, de los
desterrados por los distintos enfrentamientos políticos y Hernández se aprovecha de esa situación.
Puede participar en política y, de alguna manera, el carácter conciliatorio o reconciliatorio que
propone Avellaneda se manifiesta también en el poema y eso también es muy notable. Si bien es
cierto que el poema habla de la leva de gauchos: el tratamiento de los gauchos en la frontera. De
todos modos, en el poema, esas circunstancias históricas puntuales están borradas. No hay
referencias a partidos, no hay referencias a presidentes. Si bien como periodista Hernández había
apuntado a personas y situaciones concretas, cuando pasa al poema, de alguna manera borra,
suaviza todas esas referencias y el poema en lugar de volverse coyuntural adquiere una dimensión
humana, de protesta social, que hasta el día de hoy se puede reivindicar. Todo lo gauchesco que
venga después va a ser menor comparado con esa obra.

Mitre convenció a sus contemporáneos de que la nación argentina había nacido el 25 de mayo de
1810, y que estaba destinada a ser única en Sudamérica. Estas ideas fueron muy influyentes y
siguen teniendo peso hasta en la actualidad. Se sostienen en un deseo y no en la confrontación
con los hechos. En realidad, la nación Argentina se fundó mucho tiempo después de la Revolución
de Mayo, en un largo proceso. Hernández escribió la historia de un gaucho que osciló entre dos
ideas de justicia. En La ida de Martín Fierro, la idea de que la justicia debía ser igual para ricos y
pobres; en La vuelta de Martín Fierro, la idea de una justicia entendida como reconciliación de una
unidad primigenia perdida. Los proyectos de Mitre y de Hernández fracasaron, pero los dos
personajes tuvieron una gran influencia. Mitre definió quiénes eran los héroes a los que había que
honrar: San Martín y Belgrano, y su obra constituyó la base de la enseñanza de historia argentina
en las escuelas. Aunque su versión fue muy atacada como historia oficial, sin embargo sigue siendo
muy influyente. A su vez, Hernández es unánimemente reconocido como el autor del gran poema
nacional. Por lo tanto, ambos marcaron a fuego a la cultura argentina.

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