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El concepto de patria en la poesía de la independencia

Ricardo Mónaco

Durante los años de guerras por la independencia, surge un tipo de poesía patriótico-militar
destinada a exaltar y difundir las hazañas de los hombres que luchan por liberarse del
gobierno peninsular. Enmarcada por la retórica del Neoclasicismo literario y el iluminismo
filosófico, se desarrolla un tipo de poesía urbana-culta, centrada en la narración épica de las
batallas, en la alabanza de sus héroes y en la difusión de los ideales revolucionarios: libertad,
igualdad y fraternidad (Marcha Patriótica de Vicente López, convertida en Himno por la
Asamblea del año 13). Al mismo tiempo, los poetas cultos difunden entre la población rural un
tipo de poesía reitera temáticamente la propuesta de las expresiones cultas, de un modo más
sencillo (Cielitos y Diálogos patrióticos de Bartolomé Hidalgo).

Bartolomé Hidalgo (1788-1822), iniciador de la poesía gauchesca y de consolidar en un


registro popular una poesía patriótica, crítica y revolucionaria.

Cielito: forma estrófica de cuatro versos octosílabos, asonantados los pares, que expresaban
sentimientos como el amor y la belleza de la mujer, existente en la campaña antes de 1810 y
Hidalgo (no como la sextina creada por Hernández en el Martín Fierro), en principio de
carácter oral. Luego, se separa de la danza y adquiere un tono militante incorporando una
temática política anti-hispánica, comenzando a circular por escrito. Bartolomé Hidalgo
ejemplifica la tesis de Augusto Raúl Cortazar acerca de la relación entre folclore y literatura: el
folclore literario (anónimo, tradicional, popular, oral) se proyecta a través de autores cultos, en
la literatura folclórica (escrita, con autores individualizados en lenguaje “rural”). Y así mismo a
la inversa. De igual forma, los refranes y dichos populares de MF se han folclorizado sin
distinguir los ajenos y propios.

Análisis del Cielito a la Independencia (1816)

Cielo aparece empleado con diferentes connotaciones vinculadas al concepto de Patria


Naciente: 1º como baile, danza típica para identificar a los pueblos de la unión 2º como canto
y proclama de libertad, para expresar alegría por la independencia, paz y unión de las
provincias 3ºcomo elemento de la naturaleza restringido a un ámbito americano, para
enaltecer la Patria.

Este texto popular aparece relacionado con la poesía culta del Neoclasicismo en centros
urbanos. Sus gauchos reflexionan como los hombres de la ciudad sobre los valores
constitutivos de la Patria, heredados del iluminismo francés (siglo XVIII), sin expresar
preocupaciones sobre el ámbito rural. Sin embargo, se distingue por el público receptor, apela
Hidalgo a un receptor gaucho, de procedencia rural- analfabeto. Luego, la gauchesca
consolidará el público más numeroso en la literatura del siglo XIX hasta llegar al MF.

Frente a expresiones hiperbólicas, citas mitológicas y otros recursos de la retórica neoclásica,


Hidalgo opone una construcción sencilla, con escasos recursos en un registro cercano a la
oralidad que incita al canto, apelando al receptor en un nosotros que lo incluye, favoreciendo
la adhesión a la propuesta. El uso de modismos y regionalismos rurales puede leerse como
una intención de acompañar la independencia política con el logro de una similar
independencia lingüística (lo que intentarán luego Sarmiento y la generación del 37).

Los conceptos de Patria y Nación aparecen como sinónimos, a partir de la proclamación de la


Independencia ante el mundo. Las guerras por la Independencia permiten construir una
imagen de Patria sostenida en el valor de los criollos –gauchos- contra e invasor. Hidalgo
proyecta la imagen positiva de un gaucho patriota (despojado de los signos negativos de
marginalidad y delincuencia que subrayará la literatura posterior, Facundo). No sólo se celebra
sino que se postula una conducta a seguir. La idea de Patria/Nación aparece vinculada a la
consolidación de valores como la libertad, la unión, la igualdad (no a lo geográfico). Para
Hidalgo, Patria es sinónimo de forma de vida, concepción de mundo.

La época de Rosas. El romanticismo

Félix Weinberg

La dictadura y el periodismo- La caída del gobierno nacional de Rivadavia (1827) marcó una
inestabilidad política. La sublevación de Lavalle contra el gobernador bonaerense Dorrego y la
campaña del general Paz en las provincias tuvieron como consecuencia la guerra civil; los
pactos interprovinciales determinaron la organización de dos bloques políticos (Unitarios en el
interior y federales en el litoral). Junto a los mencionados, los nombres de Facundo Quiroga y
Juan Manuel de Rosas adquieren importancia. Los unitarios fueron derrocados en Buenos
Aires en 1829 y se desintegró en el interior al caer Paz en 1831. El exilio era la única opción
para algunos. Rosas asumió en 1829. Los dirigentes políticos (hombres públicos) se
desempeñaban como periodistas (escritores públicos); al desaparecer el partido unitario,
desaparece la prensa unitaria. La Gaceta Mercantil será la expresión de la política rosista.

Los desterrados- Rosas asume por segunda vez en 1835, significando la liquidación de toda
actividad política adversa. En 1840 se crea la Sociedad Popular Restauradora, endurecimiento
del Rosismo que inició con el bloque francés desde 1838, y luego continuó.

El romanticismo- El 8 de Julio de 1830 publicó La Gaceta Mercantil un poema (“El regreso”)


de Echeverría, recién llegado de Francia, ingresando así en nuestro país la sensibilidad
romántica, que acababa de imponerse en Europa (Lamartine, Hugo, Byron, quienes liberaron
a las bellas artes de las normas tradicionales neoclásicas). Ahora sólo importarán la
espontaneidad, el auténtico lirismo y la expresión de sentimientos, siguiendo los consejos de
la naturaleza, de la verdad y de la inspiración. El surgimiento y triunfo del romanticismo está
vinculado con las luchas que los pueblos europeos sostenían por ensanchar la concepción del
liberalismo y concretar la personalidad nacional (luchas sociales –industrialización-), El
romanticismo literario adquirió una dimensión social (romanticismo social). La solidaridad con
las luchas populares, la exaltación de lo nacional y la fe en el progreso de la humanidad
constituían una revolucionaria concepción de la vida durante la primera mitad del siglo XIX.
Junto a Alberdi y Gutiérrez buscó el apoyo de estudiantes. En 1835 la universidad se resintió
al pretender el gobierno alinearla en la política oficial. En 1837 surgió el Salón Literario, cuyo
impulsor fue Marcos Sastre, comerciante de libros, quien prestó su casa.

El Salón Literario- Venía a llenar un vacío en la vida cultural de Buenos Aires y del país.
Vicente López y Pedro de Angelis hicieron al principio algunas colaboraciones. Al cabo de
varios meses culminaron las actividades del Salón, con disertaciones Echeverría, haciendo un
inventario de factores negativos culturales y socio económicos que frenaban el progreso
nacional. Verificó el divorcio entre los propósitos transformadores de la Revolución de Mayo y
la realidad agobiante, perduración de la colonia. En cuanto a Europa, puntualizó que no se
trataba de adoptar premisas extrañas sino de adaptarlas a nuestra realidad. La literatura no
debe desentenderse del medio social que la engendra. Alberdi dirá que la literatura debe
atender al fondo más que a la fomra del pensamiento, a la idea más que al estilo, a la belleza
útil más que a la belleza en sí. Toda literatura romántica fue milicia, en este caso, para
contribuir a cambiar la sociedad. Echeverría fue el orientador de una generación. El Salón
suscitó diversas reacciones, desde la burla de De Angelis, por cuya pluma hablaba Rosas
hasta las preocupaciones de Florencio Varela, por cuya boca una generación anterior –
rivadaviana- cuestionaba a otra. La crítica que se hacía a la herencia americana de España se
vincula con la necesidad de lograr la independencia cultural como complemento de la
soberanía política; ellos no tenían una actitud antihispana sino que se rebelaban contra una
tradición colonial y colonialista. Desde el siglo XVIII Francia era un arsenal ideológico para
toda la humanidad, para los hombres de la generación de Mayo y de la época rivadaviana,
siendo los jóvenes del Salón consecuentes con esta línea cultural. Las ideas recibidas serían
simples instrumentos o guías; lo universal nos pertenece y hace su aporte para forjar lo
nacional.

El periódico La Moda- En 1837 lograron editar La Moda como órgano periodístico del Salón,
hasta 1838, con la participación de Alberdi, quien intentó inútilmente el apoyo de Rosas.
Después de seis meses, el Salón fue clausurado porque las autoridades –Rosas- entendían
que se extralimitaban en estudiar problemas públicos.

Nuevos rumbos- Algunos jóvenes se alejaron de toda actividad comprometida y otros


insistieron. En 1838 Echeverría impulsó la creación de una nueva entidad abiertamente
política cuya síntesis era Mayo, Progreso, Democracia; y se redactó el programa difundido
como Dogma Socialista de la Asociación de Mayo, fundando así la Asociación de la Joven
Generación Argentina. Con el bloqueo francés era un peligro seguir viviendo en Buenos Aires
y marcharon al exilio.

Los nuevos proscriptos- En Montevideo reanudaron la acción, donde los primeros exiliados
unitarios ya estaban instalados, con quienes se notaron las diferencias (los hermanos Varela).
Desde El Nacional, Alberdi logró aunar a los diversos grupos de exiliados en el Uruguay
(unitarios, federales, independientes y su propio núcleo) en torno de la organización de la
campaña militar libertadora al mando de Lavalle en 1839. A los viejos partidos les preocupaba
lo inmediato, la caída de la dictadura y a los románticos, además de esto, el programa del
régimen que la reemplazaría. La expedición contó con el apoyo de las fuerzas francesas
bloqueadoras. Sin embargo, Alberdi y los demás confundieron a la Francia que buscaba
mercados sudamericanos con la Francia revolucionaria.

El aporte cultural de los jóvenes- No sólo el periodismo se vio enriquecido sino que desde el
destierro Echeverría, Alberdi, Mármol, Gutiérrez, Mitre realizaron sus obras más importantes.
Se destaca Luis Dominguez, José María Cantilo, Florencio Balcarce, Miguel Irigoyen, Juan
Ramón Muñoz Cabrera, Luis Méndez, José Rivera Indarte. Y también Hilario Ascasubi (1807-
1875), cuyas composiciones gauchescas marcan su estirpe popular. Los diálogos y trovos de
Paulino Lucero (1846) enlazan el romanticismo de Echeverría con la poesía gauchesca.
Convive con los románticos y es un romántico a su manera. Cuando el color local que ellos
preconizaban era expresión de lo urbano –con excepción de La Cautiva-, Ascasubi lo
enriquece recreando hombres y paisajes propios de rurales horizontes.

Los escritores del interior- En San Juan, un grupo de jóvenes, encabezados por Sarmiento,
Quiroga Rosas y Antonio Aberastain organizaron en 1838 una Sociedad Literaria, filial de la
Asociación de Mayo. Se fundó un colegio y un periódico, El Zonda, en 1839 aunque el
gobernador ordenó su clausura. Huyó en 1840 a Chile, viaja a Europa y a los Estados Unidos.
Mi defensa (1843), Facundo (1845), Educación popular (1849), Recuerdos de Provincia
(1850), Viajes (1851). Participó en las luchas cívicas chilenas, y en la lucha por la libertad y
progreso de los argentinos. Su obsesión fue lo que vendría después de Rosas. Fue polemista
declarándose romántico y socialista. Se destacan Vicente Fidel López (1815-1903), hijo de
Vicente López y Planes, Félix Frías, Pedro Echague.

La actividad literaria en Buenos Aires- Frente al éxodo en masa de intelectuales, en Buenos


Aires quedaban los de la generación antecedente o la siguiente; la ruptura generacional era
evidente entre 1838 y 1852, época durante la cual fue capital de la Confederación. Las
publicaciones periodísticas mermaron, La Gaceta Mercantil (1823-1852) fue el órgano oficial y
su último número el día de Caseros. Sostuvo polémicas con El Nacional de Montevideo.
Escritores mediocres, a excepción de Claudio Cuenca. Hay una poética cortesana –federal- de
adulonería al Restaurador, de anónimos – a excepción de Vicente López-. Luis Pérez,
contrapartida en 1830 del unitario Ascasubi, es parte de una producción popular gauchesca.
Composiciones que imitan el parlar de los negros. La profusión de literatura extranjera.

Pedro de Angelis. De Nápoles (1784-1859) fue invitado por Rivadavia a viajar a Buenos Aires
em 1826. Fue director, colaborador y redactor de diversas entidades periodísticas. Prosiguió
su actividad docente y fundamentalmente como historiador. Sus opiniones políticas –fue
rivadaviano, dorreguista, lavallista, balcarcista y rosista- le acarrean descrédito, fue combatido
por los adversarios de Rosas. Su colección de obras y documentos relativos a la historia
antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata (1835-1838) fue la primera
recopilación documental.

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