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Mazagón

en persona
Manuel Gutiérrez
Un rocianero que vio crecer Mazagón

El poblado de San José en construcción. A la izquierda vemos el techo de una choza y a la derecha la nueva construcción. Reco-
nocemos en esta foto, de izquierda a derecha, a los siguientes vecinos: José, hermano de María la Rubia; Paco Giguito; Lázaro;
Manuel Pichardo el Gorrión; Paco la Calera; Manuel Carrasco Layne; Manuel el Latoso; el hijo de Manuel el Latoso; Manuel Ro-
mero el Serrano y Manuel Pérez. Foto: Constanza Pérez Moreno.

José A. Mayo Abargues

M anuel Gutiérrez Gutiérrez, hijo de José Santos


Gutiérrez Valderas y de Josefa Gutiérrez, es el menor de
en aquella época, pernoctando en un rancho de la pla-
ya. En la segunda mitad de los años cincuenta fue a
tres hermanos varones. Nació en el nº 3 de la Calle Es- solicitar trabajo en la construcción del Refugio de la
condida de Rociana (hoy Santa Bárbara), el 19 de agosto Puesta de Sol, en Las Dunas —desaparecido unos años
de 1931, y con tan solo cinco años fue sorprendido por después por los embates del mar—, pero la obra ya es-
la Guerra Civil y en sus retinas quedó grabada la ima- taba a punto de terminar y fue contratado en la gran
gen de la iglesia de su pueblo ardiendo. De muy joven obra de la urbanización Ciparsa, donde estuvo traba-
aprendió el oficio de tonelero, desempeñando su pro- jando 14 años. Allí había cerca de 200 personas traba-
fesión en unos talleres de Rociana y Bollullos; más tarde jando, pero eran muy pocos los que estaban dados de
se incorporó al gremio de la construcción, primero de alta en la Seguridad Social; los demás trabajaban por
peón y luego de oficial; aunque, en realidad, siempre temporadas cortas sin derecho a nada. El jornal no era
fue un trabajador polivalente que nunca supo rechazar malo, Manuel cobraba 31 pesetas diarias, mientras que
ningún trabajo, por muy duro que éste fuera. En el año en el campo de Rociana eran 18 pesetas. Al principio,
1962 contrajo matrimonio con Isabel García Martín, los trabajadores se quedaban en las viviendas que se
y fruto de esa unión nacieron sus dos hijos varones, iban techando, tapando las ventanas con plásticos y car-
Manuel José e Isabelo. tones, y cuando la vivienda se terminaba de construir se
mudaban a otra. Después, trajo a su madre de Rociana
A finales de los años cuarenta del pasado siglo y se instalaron junto con 23 familias más en unos barra-
empezó a venir por Mazagón para trabajar de peón de cones que estaban al lado del Cuartel de la Guardia Civil,
albañil en las casas de las familias pudientes de Ro- en la zona de Valdemorales. Las condiciones de vida
ciana y Bonares que todavía se estaban construyendo eran muy deficientes ya que las instalaciones no esta-

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ban acondicionadas para vivir. La mayor parte del techo tierra, su mujer estaba dormida y no le quiso decir nada
era de chapa de uralita y otra más pequeña de teja pla- para que no se asustara. A las duras condiciones de vida
na, que fue la que él compartía con cuatro familias más. que tenían, se unió el tener que estar mes y medio sin
No había agua, tenían que acarrearla de una fuente cobrar un duro por un conflicto entre el promotor
que había donde hoy se encuentra la Plaza Trainera. Allí (Eduardo Pérez Griffo) y el constructor (Rafael Morales).
también cogía el agua la Guardia Civil para beber y regar Al final, los Tribunales le dieron la razón al constructor y
un huerto que tenían en el cuartel. Las condiciones de todos pudieron cobrar todos los atrasos.
vida en el cuartel no eran mejor que las de los albañiles,
aquellos tiempos eran difíciles… Se hacían los relevos Lo que no sabía Manuel, en aquella época, es
cada cuatro días; los guardias venían en bicicleta desde que Ciparsa iba a ser el trampolín que lo iba a lanzar a
Trigueros, San Juan del Puerto, Moguer y Palos de la incorporarse a un empleo estable en la empresa estatal
Frontera, cargados con el costo para todo el turno. La Campsa, en la que estuvo trabajando 22 años, hasta que
luz de los barracones estaba conectada a un poste de se retiró a los 58, por un convenio con la empresa. «Yo
Ciparsa con autorización de la empresa. entré allí gracias a don Luis Olalla, delegado del Estado
en Campsa, que vivía en Ciparsa», dice Manuel.
Manuel pronto encontró un pluriempleo en la
urbanización, cuidando y llevando el mantenimiento de
las viviendas que se iban entregando. Los dueños le de-
jaban las llaves, y llegó a tener veinte chalés a su cargo;
proporcionándole un buen dinero extra que entraba en
su casa, todos los meses.

Los fines de semana, cuando cobraba, iba a Ro-


ciana en bicicleta con cuatro o cinco compañeros más.
Tardaban poco más de hora y media, dependiendo de
cómo se encontraran el camino. Cogían por la carretera
de Bodegones hasta un desvío a la izquierda, donde
hoy se encuentra el centro de drogodependientes; allí
estaba la choza de un guarda y tenían que poner sus
nombres en un papel para que los forestales llevaran
un control de seguridad de la gente que había por allí.
Muchas veces el guarda estaba dormido y les dejaba
los papeles en la puerta. El camino era muy duro, so-
bre todo el último tramo, la zona de la Baqueriza, una
finca propiedad de Juan Millán, que era un arenal de un
kilómetro y medio por donde había que ir andando con
la bicicleta en la mano. Cuando falleció el propietario,
la hija comenzó a cobrar un impuesto por pasar por el
camino. Entre la Baqueriza y el término de Rociana estaba
el arroyo Morianilla, más adelante el Moriana y por úl-
timo el Manapán, pero los tres tenían puente y no había
problema para pasar. Cuando nació su primera sobrina
llevó a su madre a Rociana en bicicleta por aquellos
caminos. Había otro medio de locomoción en Rociana
para ir y venir a Mazagón, que era un Land Rover de Manuel Gutiérrez, con su medio de transporte, en el poblado
Manolo Manzano. A modo de anécdota, Manuel cuenta de San José. En la bicicleta, su hijo Manuel José y Montemayor
que un día entraron en el Land Rover 25 personas. Co- Carrasco.
braba muy poco por el viaje y en verano venía casi a
diario porque tenía una parcela en la avenida Conquis- Por aquellos tiempos no había médico en
tadores; además también traía provisiones por encargo Mazagón, ni farmacia, ni practicante, nada. Cuando al-
de todos los rocianeros. guien se ponía enfermo lo llevaban a Palos en los camiones
de Ciparsa, y luego las mujeres volvían encima de los la-
Siete años después de estar trabajando en drillos, cargadas con las compras que habían realizado
Ciparsa se casó y se trajo a su esposa a vivir a los barra- aprovechando la ocasión. La cuñada de Manuel era
cones de Valdemorales. Recuerda que estando en esta- la que se encargaba de poner las inyecciones a todos
do de Manuel José, su primer hijo, hubo un temblor de los vecinos. Había también una furgoneta encargada

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todas sus pertenencias. Gracias a la mediación del pa-
dre Idelfonso, Manuel y su esposa fueron convencidos y
se mudaron a la choza.

Aquellas chozas estaban pensadas para el ve-


rano y, cuando llegaron las primeras lluvias, el agua en-
traba por todos los lados; teniendo que forrarlas con
plásticos, tanto para evitar la entrada de agua como
la del frío. Tenían tres habitáculos: cocina, comedor y
una habitación. Los vecinos lo llamaron “el barrio os-
curo” porque no contaba con luz eléctrica, aunque sí
tenía agua, la de un pozo situado en la entrada del po-
blado del que se surtían todos los vecinos.

En aquel poblado la vida transcurría con más


penas que glorias. Debido a algunos descuidos en las
cocinas, cuatro chozas salieron ardiendo y el humo
que provocaba la combustión del barrón y la sabina
era visto por los hombres desde Ciparsa y acudían
rápidamente a sofocar el incendio.

El padre Idelfonso tenía un proyecto para sacar


a aquellas familias de las míseras chozas y proporcio-
narles unas viviendas dignas. El proyecto no se hizo
esperar, y con la creación de una caja de fondos con
el dinero que habían recibido como indemnización, la
ayuda de un arquitecto, el trabajo de todos los veci-
Aquí vemos los protagonistas de la foto anterior en el mismo nos y un préstamo de la Caja de Ahorros de Huelva, se
escenario -aunque han pasado algunos añitos-,y con la misma edificaron 24 viviendas, tipo chalet en una parcela de
bicicleta; una auténtica pieza de antiguedad, restaurada por su 800 metros cuadrados, incluido el huerto y el jardín. El
hijo Isabelo. nuevo poblado de San José fue inaugurado el día de la
festividad del santo, del año 1969.
del transporte de viajeros entre Mazagón y Palos, que
la utilizaban para coger el barco en La Rábida cuando El párroco delegó en Manuel muchas de las
tenían que ir a un médico especialista, a comprar o a gestiones para poder llevar a cabo este proyecto: entre-
coger la camioneta de Damas para ir a Rociana. Era una vistas con el obispo, el alcalde, ingenieros y técnicos,
lata porque se perdía mucho tiempo, el barco no salía perdiendo numerosas peonadas en beneficio de todos
hasta completar un número de viajeros para hacer los vecinos. Pero, su labor altruista no fue bien enten-
rentable el viaje, y después había que coger un tranvía dida y hubo gente que empezó a decir que lo hacía por su
en la Punta del Sebo para ir a Huelva. propio interés, para beneficiarse de la primera casa que
se construyera y que ésta sería mejor que las demás.
Llegó el momento en el que los propietarios Manuel se indignó muchísimo y se retiró del grupo,
del terreno que ocupaban los barracones decidieron ur- decidiendo hacer la casa por su cuenta, no sin antes
banizar la zona y había que buscarles otro lugar a las 24 darle las gracias al padre Idelfonso por todo lo que
familias que estaban instaladas allí. “El Ángel Blanco”, había hecho por ellos.
como llamaban en Mazagón al párroco Idelfonso Ayes-
taray, ya estaba interviniendo en el asunto. Para ello se Cuando a los vecinos les surgía cualquier
habían construido 24 chozas en lo que más tarde sería problema buscaban al padre Idelfonso para ase-
el poblado de San José, y los vecinos de aquellos barra- sorarse debidamente, y él siempre lo resolvía; pero,
cones comenzaron su traslado al nuevo albergue, pre- cuando el problema era por cuestiones de índole mu-
via indemnización de 7.000 pesetas por familia. Manuel nicipal u oficial, entonces recurrían a Adoración Fiat,
fue el único que se negó a abandonar la vivienda del conocida por todos como Dorita —más tarde Dorita
barracón. Pero, como aquella situación era de alguna Miller, al adoptar el apellido de su marido, un america-
manera un asentamiento irregular, las autoridades no llamado Mark Miller el Indio—. Dorita era la delegada
decidieron sacarlo por la fuerza, presentándose allí la de los ayuntamientos en Mazagón, y en una estancia
Guardia Civil, los forestales y tres tractores para sacar de su casa tenía instalada una oficina donde despacha-

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ro Rufino, con el que compartía muchas noches de pesca
echando el alabar en la playa.

Al preguntarle si recuerda haber visto en


Mazagón temporales tan fuertes como los vividos este
invierno, Manuel esboza una sonrisa y dice: «Tempo-
rales los de antes. Los tres primeros meses del año eran
de continuos temporales, la gente ya no se acuerda.
Muchos inviernos nos llevábamos más de una semana
sin comer pan, porque los caminos estaban llenos de
fango y no podía circular el coche que se encargaba de
traer el pan de la panadería que El Torlo tenía en Palos,
a la choza de Hilaria, que era donde lo comprábamos. El
primer chalé que se hizo en Ciparsa fue el de una tía de
la mujer de Eduardo Pérez Griffo, y a los pocos años de
estar construido se lo llevó un temporal. Ése y siete más
que estaban en primera línea de playa.

Este buen conocedor de la historia de Mazagón


fue siempre un trabajador incansable que veía a sus hi-
jos siempre dormidos. Dentro de unos días cumplirá 88
años, pero a pesar de su avanzada edad continúa ayu-
dando a su hijo a cuidar las viñas y los olivos que tiene
en el campo de Rociana, además de atender el huerto
de la casa del poblado de San José.
Carta enviada a Dorita Miller, invitándola a la reunión para la
fundación de la Hermandad del Rocío de Mazagón.

ba todos los asuntos del municipio. Por allí pasaban


todos los días los municipales dedicados a la vigilan-
cia de la playa de Mazagón, conocidos popularmente
como los Dorita boys.

Pero, Manuel también participó muy activa-


mente en la vida social de Mazagón, formando parte de
la junta organizadora de la fundación de la Hermandad
del Rocío de Mazagón, que tuvo su primera reunión el
día 11 de junio de 1977 en el restaurante El Faro —ya
desaparecido—, situado en la Avda. Fuentepiña de
Mazagón. La carta que sigue a continuación, firmada por
Manuel Gutiérrez, le fue enviada a Dorita.
Manuel Gutiérrez en su casa del poblado de San José.
Manuel tiene recuerdos muy vivos de la playa
de Mazagón, como por ejemplo los ranchos que había
instalados en la playa de El Remo. Después se mudaron
frente a las casas de Rociana y Bonares y, cuando fueron
creciendo las construcciones de hormigón fueron despla-
zados a la playa de La Fontanilla. Tenían el agua potable
frente a los ranchos; con tan solo hacer un agujero en la
arena y meter un bidón, ya comenzaba a brotar el agua
de una manera generosa. Recuerda también a Joaquín
el de la Barca, uno de los primeros pobladores de estas
playas, que estaba casado en terceras nupcias con Car-
men Carrucheno Barrera, una rocianera que conoció en
Mazagón. Y guarda un recuerdo muy entrañable del Fare-

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