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Historia y desarrollos del Acompañante Terapéutico

En Argentina el acompañamiento terapéutico se empieza a utilizar junto con el


quiebre de la clínica psiquiátrica tradicional, insertándose en un panorama innovador. El
amplio crecimiento desde lo empírico posibilitó su posterior desarrollo al tratar su definición y
darle una articulación teórica – clínica precisa a esta función. Se sabe que el término AT
empezó a utilizarse en los años 70 en Argentina aunque hayan existido experiencias
similares que no llevarían ese nombre. Otros antecedentes y experiencias similares se dan
en varios países de Latinoamérica, como Brasil, Uruguay, México, Perú y Chile. Salvo en
algunas regiones de Brasil donde la temática del AT tiene un fuerte impulso en la actualidad
apoyándose en los desarrollos pioneros de la Argentina.

El acompañamiento terapéutico llega en el marco de un cuestionamiento sobre el


recurso de la internación cerrada, se produce en los comienzos de la disciplina psiquiátrica,
el aislamiento asilar. Durante la segunda mitad del siglo XX se busca transformar el
tratamiento del paciente teniendo influencias del psicoanálisis, la psiquiatría comunitaria, la
antipsiquiatría y la psicofarmacología. Este panorama de cambios ofrece otras posibilidades
para la implementación de dispositivos de atención ambulatorios y abordajes
inter/transdisciplinario o multidisciplinarios. La ruptura con la institucionalización psiquiátrica
tradicional, mediante la implementación de sistemas abiertos, siendo uno de los dispositivos
que facilito la implementación y desarrollo del acompañante terapéutico, que daban cuenta
de una nueva significación de la locura y de su tratamiento. El Hospital de Día, como un
sistema alternativo, tuvo un lugar cada vez más importante desde finales de los 50 en
Argentina. En otros países podemos mencionar que en Francia se denomino “animateur” y
el AT estaba ligado a las actividades de recreación, socialización y lúdicas grupal. Otro
antecedente se encuentra en la experiencia de la psicoanalista suiza Marguerite Sechehaye,
reconocida por su trabajo con la esquizofrenia, lleva el tratamiento de la paciente Renèe en
1947. Describe un novedoso tratamiento mediante un método que llama de “realización
simbólica”, el logro fue de reinsertar a Renèe a la sociedad. Para evitar el quiebre de este
tratamiento exitoso, instruyo a una enfermera para que actuara como auxiliar,
permaneciendo con la paciente en los momentos en que ella no podía hacerse cargo,
comienza este primer Acompañante Terapéutico ante una paciente con profunda necesidad
de atención.

Entre los periodos que va entre finales de los 50 y la década del 70, los trabajos
realizados de Carpintero y Vainner permiten ubicar el denominado “campo de la Salud
Mental”, que pretendía superar el manicomio como forma de asistencia, al mismo tiempo
que la psiquiatría dejo de ser la profesión exclusiva que curaba las enfermedades mentales
y debió convivir con otras disciplinas como la psicología, la psicopedagogía, la sociología
etc. El monopolio psiquiátrico de los tratamientos estaba siendo cuestionado por las
influencias que comenzaban del psicoanálisis y las nacientes carreras de psicología. La
Federación Argentina de Psiquiatría (FAP), surgió para insertar a los psiquiatras dentro del
nuevo campo de la Salud Mental. Los psiquiatras de esta época los podemos dividir en dos
grupos. Un grupo que se llaman manicomial, defensores del sistema de hospicios, como los
Psiquiatras Reflexólogos, Thenon, Bermann, Paz etc atacaban a los psicoanalistas. El otro
grupo es el de los reformistas, quienes se oponían a la situación de los manicomios, ellos
eran los psicoanalistas Pichon Riviere, Usandivaras, Etchegoyen, Badaracco, etc y
psiquiatras dinámicos como Goldenberg y Vidal. Bajo el nombre de acompañante
terapéutico, el Dr. Eduardo Kalina, en un primer momento lo llamo “amigo calificado”, dentro
de la práctica clínica psiquiátrica, con ese nombre implicaba un cambio de rol, con esto se
acentúa el aspecto terapéutico por sobre la amistad. A partir de su desarrollo inicial en
función de sus articulaciones teórico - clínicas se siguió pensando este concepto. Por otra
parte, el Dr. Jorge Garcia Badaracco trabaja con acompañantes terapéuticos, dentro de la
clínica psiquiátrica, siendo el fundador de un Hospital de Dia en Salud Mental como el
pionero en la Argentina.

Luego del retorno de la democracia de los años 80 en Argentina, se produjo un


nuevo panorama en el ámbito educativo, un considerable aumento del número de los
alumnos en carreras de psicología, las primeras promociones de psicólogos hacia 1990 trajo
aparejado una interesante oportunidad de salida laboral como acompañamiento terapéutico
beneficioso económicamente. Esto trajo consecuencias negativas al ser utilizado como una
necesidad del contexto laboral, la labor profesional diferenciada del AT sin dar cuenta de su
función específica, sin contar con la orientación/supervisión desde la dirección del
tratamiento, ni de la clínica o el equipo asistencial que lo requería. La llegada paulatina a su
cobertura en las obras sociales va marcando un cambio fundamental en estos años en
Argentina, en cuanto al reconocimiento que adquiere en la asistencia pública y privada.

Características de la practica: funciones habituales, posibilidades y restricciones

Avancemos definiendo su función. El acompañante terapéutico es un recurso clínico


alternativo, forma parte de un equipo interdisciplinar, se desempeña en forma ambulatoria y
el campo específico de su intervención es la cotidianeidad del sujeto. Es un profesional del
campo de la Salud Mental, alternativa a esa lógica manicomial, de forma articulada con el
equipo terapéutico que lo dirija, en el entorno externo, público o privado y su accionar es en
la vida cotidiana del paciente.
Según el autor, el AT se inserta en los bordes de la clínica, entre el difícil diagnostico
y el tratamiento, es ese puente que ayuda a salir del Borda que posibilita a pasar de un
dispositivo a otro, de una internación a lo externo, ese facilitador a nuevas inscripciones
sociales, ya que el paciente encerrado en su ambiente familiar o en la institución psiquiátrica
no está fuera de lo social. Los trabajos ambulatorios permiten otro abordaje respecto de la
vida diaria del paciente, sus ansiedades a la salida de la internación, su malestar ante la
ausencia de actividades y proyectos. La propuesta tendiente a la reinserción socio – laboral
y la inserción educativa de gran importancia a esa continuidad de proyecto terapéutico
posterior a esa crisis. Ahora bien, poder hablar de los límites que tiene el acompañante
terapéutico y cuál es el lugar que ocupa en relación con ese sujeto, hacen al tema del
encuadre. Este encuadre, plantea el autor, tratara de establecer un contrato que conformara
un marco simbólico, para la relación que empieza a establecerse. Este marco dará las
referencias para la situación del AT hacia con el paciente, la familia, el equipo profesional y
se establecerá el inicio de un conjunto de reglas, que estarán explicitadas en las consignas
del caso como son los horarios del acompañamiento, los honorarios, las actividades y el
lugar donde se realizara. Otro tema importante es la función de testigo, dar testimonio de la
cotidianeidad del sujeto. Este informe puede tratarse de un simple registro de situaciones
significativas que incluye aquello que sucede en la dinámica del vinculo at – paciente –
familia.

A lo que se refiere al tiempo estipulado de duración de un acompañamiento


terapéutico y el cierre o conclusión en cada caso, no es conveniente plantear a priori un
tiempo de duración. Se hace alguna apreciación “estimada” y de manera abierta sobre la
duración de un AT cuando es recomendable para la problemática en que se encuentra el
paciente y su familia, realizándose esto de acuerdo a la valoración que haga el terapeuta o
el equipo que lo indica, y a la que, desde el AT, podemos aportar nuestra perspectiva y
experiencia. El tema debe ser evaluado caso por caso, considerando las ansiedades, el
conocimiento o no del recurso, las perspectivas respecto de cómo vaya a continuar el
abordaje del caso, la historia previa de los vínculos familiares, etc. En la medida en que
tomemos en cuenta las cuestiones antes mencionadas, los tiempos y la evolución del
paciente, se puede trabajar de otra manera el desarrollo de un acompañamiento y su cierre.
Será central la comunicación interna y el trabajo en equipo, que requiere de la lectura del
caso a cargo del terapeuta, para acompañar al tratamiento y evitar funciones inadecuadas.

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