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Abordajes en AT una mirada ampliada hacia la familia

Frank María Laura1

La clínica del acompañamiento trascurre en las fronteras, espacios entre el


individuo y su familia, entre la calle y la institución, entre los espacios sociales de
los acompañados y los nuestros, entre nuestro espacio terapéutico y las reuniones
con el equipo.
Cuando el at se inserta en los caminos de lo cotidiano va recorriendo
paisajes y escenarios diferentes, disimiles, por momentos confortables,
agradables, oscuros o llenos de obstáculos. Recorremos esos caminos con una
guía de viaje que es el trabajo en equipo, la terapia individual y la supervisión, que
nos orientan para no sucumbir en el intento de sumergirnos con una estrategia
clínica en el territorio del otro y perdernos en él.
El acompañamiento terapéutico pensado como un dispositivo permite un
abordaje terapéutico ampliado, abordando no solo al sujeto designado como
paciente, sino también el contexto en el cual está inserto. Intentaré en este escrito
esbozar algunas ideas sobre cómo el dispositivo acompañamiento terapéutico
ampliado puede abordar al contexto familiar.
El at trabaja en - con lo cotidiano, por lo tanto con la familia y esto tiene
consecuencias en la intervención clínica. Ana Quiroga afirma, “La vida cotidiana se
manifiesta como un conjunto heterogéneo y multitudinario de hechos, actos,
objetos, relaciones, actividades, que se nos presentan en forma "dramática", es
decir, como acción … La conforman la familia que constituimos, la revista que
leemos, la televisión, el cine, el teatro, la casa que habitamos, etc. Se organiza
alrededor de la experiencia de la acción del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi
presente, un mundo subjetivo, social, compartido, que yo experimento y que vivo
con otros… … es predominantemente experiencia de acción, mecanismo
irreflexivo, no es consciente. …Los hechos se aceptan como partes de un todo
conocido, autoevidente.
El acompañante, de la mano de una estrategia de equipo, se va a introducir
en la vida cotidiana para trabajar con ese mundo que es mucho más que un lugar,
es condición de subjetivación. Intervenir en lo cotidiano puede generar
modificaciones en la subjetividad, en la red social y familiar.
El at con su presencia puede hacer visible aquello que la cotidianeidad
oculta, devela prácticas desubjetivantes, roles estereotipados que no permiten
modificaciones saludables, observa la forma de habitar el espacio, el tiempo y el
ritmo del otro, los vínculos, las presencias, las ausencias, tonos de voz, miradas,
gestos.
En la clínica del at abordamos no sólo al sujeto designado como paciente
sino a toda la escena en la participa, el escenario y la escenografía. Todos
aquellos actos, actividades y personajes que constituyen la vida cotidiana del
paciente forman parte del escenario en el cual el at interviene, como dice Ana
Quiroga, de los hechos que aceptan sin cuestionar.

1 Lic. en psicología. Fundación Sistere. Córdoba Argentina AATRA (Asociación de Acompañantes


Terapéuticos de la República Argentina) mlaurafrank@gmail.com

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En una oportunidad una paciente internada en un hospital psiquiátrico
pronta a ser dada de alta manifestaba en sesiones de terapia que “no podía volver
a su casa porque no había lugar para ella”. Decidimos incorporar un at para
trabajar la externación que por distintos motivos era complicada. No fue menor lo
sorpresa cuando la at nos relató que en la vivienda donde habitaban tres personas
había dos camas, dos sillas, dos platos, por lo que, cuando ella estaba en la casa
hacían turnos para comer. Esto era naturalizado y nadie podía imaginar que fuera
de otra manera. La presencia del at permitió entender la fuerza de las palabras, no
había lugar para ella, la relación entre su madre y su hermana no dejaba margen
para alguien más, en lo simbólico, ni en lo vincular, tampoco en lo real de la casa.
La estrategia de externación incluyó, para que fuera efectiva, no sólo aspectos
singulares de la paciente, sino también su casa, los vínculos que allí se
presentaban.
En este escenario de lo cotidiano la familia es una pieza fundamental en la
vida de los sujetos. Muchas dificultades hacia el logro de los objetivos surgen de
enfrentamientos u obstáculos de la familia hacia la tarea del acompañante. Frente
a estas situaciones, los acompañantes pueden sentirse confundidos, amenazados,
rechazados. En las supervisiones escuchamos fuertes sentimientos de impotencia,
frustración, ante no saber cómo actuar.
Encontramos textos que plantean (Dozza, Marinho, Texeira y otros) que no
se trata de ir en contra de la familia, de luchar contra las resistencias al cambio, de
cuestionar sus verdades absolutas; tampoco de culpar a la familia por el
padecimiento del paciente.
Tomando palabras de Teixeira, Dename, Balduino “,,, Comprender y
aceptar los recursos y límites de los familiares de nuestro paciente es abrir camino
hacia una interacción de mayor apertura y proximidad; es trabajar en el sentido de
favorecer relaciones menos defensivas y más flexibles entre nosotros y la familia, y
entre ésta y el paciente.” Continúan diciendo que abordando no sólo al paciente sino
a la estructura más amplia, se aceleran los procesos, y agrego, se sostienen los
cambios.
En los últimos años hay cierta coincidencia en pensar el acompañamiento
terapéutico como un dispositivo (Kuras, S Resnizky S 2011; Dragotto P; Frank ML
2012otros) Este concepto nos permite pensar la complejidad de redes que se
entraman en el marco del acompañamiento.
Agamben toma el concepto de Foucault… "Lo que trato de indicar con este
nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye
discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias,
leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas,
morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los
elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre
estos elementos."

Si el acompañamiento terapéutico es un dispositivo es mucho más que la


relación que se da en el proceso terapéutico entre un acompañante y un paciente.
Se trata de la red que se establece entre el acompañante, el terapeuta que pide un
acompañante, el psiquiatra, el supervisor del acompañante, el analista del

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acompañante, el acompañado, la familia del acompañado, su entorno, sus
mascotas, el vecino, el portero, su manera de recorrer o no la ciudad, etc.
El dispositivo AT abarca la compleja red de personas, escenarios y
situaciones de lo cotidiano lo cual da al abordaje terapéutico una mayor amplitud y
por lo tanto mayor eficacia terapéutica. El trabajar con la familia y no a pesar de
ella redunda en mayor efectividad de la estrategia.
Esto cobra sentido si concebimos al sujeto constituido en entramados
intersubjetivos, la familia tiene un lugar principal ya que se constituye como el
grupo primario. Parafraseando a Edelman L. y Kordon D. la familia es el
entramado vincular en el que adquirimos el orden generacional, la identidad
sexual, la personalidad, a través del discurso y las acciones se van inscribiendo lo
histórico, cultural, social que forman parte de la constitución subjetiva. Es decir
que nos vamos constituyendo en quienes somos a través de los vínculos que
constituimos de la sociedad en la que vivimos, lo intra, lo inter y lo transubjetivo se
conjugan permanentemente.
Por otro lado Abeleira, Delucca (2004) sostienen que el entramado vincular
que constituye la familia se organiza a partir de lugares y funciones. Los lugares
tienen que ver con los distintos tipos de vínculos que conforman la familia,
(simétricos, asimétricos) y las funciones que se espera y es deseable que ejerza
la familia son las funciones de sostén y amparo y por otro lado de discriminación
corte y trasmisión de la ley. Refieren que estas funciones son operatorias
necesarias para la constitución y construcción de la organización psíquica de los
sujetos; refieren que han de estar encarnadas por personas reales con índice de
realidad para el hijo, que provienen del conjunto familiar pero que luego son
ampliadas por otras redes de vínculos extras familiares.
Luego, la red se va ampliando y vamos habitando otros vínculos otros
espacios. Los grupos secundarios aportan nuevas modalidades vinculares,
posibilidades identificatorias y mantienen el apuntalamiento del psiquismo. Cuando
falta o falla un apoyo, se produce una perturbación en la constitución del sujeto.
Los acompañantes que logran establecer un vínculo con índice de realidad
para el otro, comprometido y en abstinencia, pueden ser parte de esa red
ampliada, brindarse como apoyaturas, brindando nuevas modalidades vinculares.
En su gran mayoría los abordajes que requieren de acompañamiento
terapéutico son complejos, parafraseando a Susana Kuras y Silvia Resnizky
donde los abordajes clásicos no son suficientes, se trata de pacientes
severamente perturbados, de familias disfuncionales, estalladas, con roles
confusos, donde las funciones mencionadas anteriormente, que no son ejercidas,
y los apuntalamientos fallidos son habitualmente las circunstancias del entorno del
sujeto a acompañar.
La escena del AT en estos casos es un escenario complejo en cual se
manifiestan una gran cantidad de circunstancias, emociones y dificultades de gran
intensidad. Los acompañantes al ingresar, ya sea para trabajar con la familia en
conjunto o con un sujeto, se encuentran frecuentemente ante situaciones de
rechazo, resistencia y obstáculo a la tarea. La misma familia que pide y acepta la
intervención del acompañante puede luego mostrarse resistente y expulsiva.
Frente a esta tensión, los acompañantes sienten que deben actuar, tomar
decisión muchas veces siendo soporte de transferencias.
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Advertidos por nuestra formación, sabemos que debemos tomar un tiempo,
hacer pausas, ir despacio para recorrer ese mundo real, representacional y
vincular del otro a quien acompañamos. Cartografiar la realidad que encontramos
antes de intervenir, darnos el tiempo para entender la dinámica de roles que se
despliegan en esa realidad, el entramado vincular. No sólo tomarnos ese tiempo
sin tiempo lógico que implica el encuentro con el otro, sino con todo ese mundo
que habita. El acompañante tiene el privilegio y la dificultad de entrar en esa trama
vincular puede sentir en carne propia, experimentar desde la vivencia los lugares
en los cuales se ubican los pacientes.
Por cartografiar imagino hacer un esquema donde uno va ubicando los
roles que ocupa cada uno, los lugares en los que cada sujeto son ubicados, los
temas que se hablan, los que se callan, los mitos familiares, las creencias
familiares, los mandatos, las exclusiones; la función que cada uno tiene en esa
familia. Detectar los tipos de vínculos que se generan en la trama parental, filial
como se conjuga lo fraterno, también si se cumplen y de qué manera las
funciones.
Un mapa que nos permita pensar la red vincular que conforma la
cotidianeidad de los sujetos con los que trabajamos, en la cual tendremos que
incluir otros actores por fuera de la familia que forman parte de esa red, como
pueden ser un docente, un amigo, una niñera; otros que son incluidos por el
dispositivo del AT dada su presencia subjetivante.
A medida que el at puede hacer un análisis de la demanda y tener un
panorama de la dinámica familiar va a ocupar diferentes lugares en el tramado de
la red familiar con el fin de ir favoreciendo que las funciones que intervienen en el
proceso de subjetivación puedan ser ejercidas. Es frecuente observar como los at
van cumpliendo funciones que tienen que ver con sostén, contención, separación,
corte, ingreso simbólico al orden de la cultura y también cómo a lo largo de los
tratamientos pueden ir modificando su lugar para realizar diferentes
intervenciones.
Los acompañantes muchas veces realizan estas intervenciones sin darse
cuenta. Es después, en supervisiones o en las relecturas de los casos, saliendo de
la mirada exclusiva a uno de los miembros, que pueden ver el conjunto y lograr
dimensionar qué lugar ocuparon en distintos momentos en la trama familiar.
Recuerdo una situación en la que es pedido un acompañante para trabajar
con un paciente joven que vivía solo con la madre, para realizar una actividad
fuera de la casa y descomprimir el vínculo con su mama que se sentía muy
cansada. Eligieron junto con el acompañante que la actividad fuera natación. El
joven estaba contento aunque un poco atemorizado por todo lo que implicaba. El
segundo día al llegar el at la madre le dice que hoy no irían porque X estaba
resfriado, por lo que hicieron una actividad en la casa. Al siguiente encuentro, X no
podría porque la madre había sacado justo un turno en el médico. Y así se
sucedían los encuentros y se acercaba la fecha de vencimiento del carnet de la
pileta cubierta. El acompañante sentía impotencia y furia por momentos.
El trabajo en supervisión nos llevó a pensar que si centrábamos la
estrategia solo en X no avanzábamos, que teníamos que abordar al vínculo. Si
podemos observar el conjunto vincular, no quedamos atrapados a la mirada
sesgada de ver la trama desde un sólo punto vista, sentir enojo hacia esta madre
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que está obstaculizando nuestra tarea, por ejemplo. El at fue convocado porque
este vínculo que constituían X con su mama no facilitaba la separación, si bien la
madre queria tomar distancia no puede.
El circular del at por los distintos espacios, la casa, la calle, la terapia, el
afuera el adentro, la tristeza, la alegría, el encuentro con otros, permite una visión
diferente del sujeto devolviendo una mirada unificada. Mirada que difiere de la
que puede tener el terapeuta en el consultorio, la familia en la casa, los amigos,
los pares. Así, el at aporta una mirada que integra, una presencia que devela, que
confronta, desnaturaliza. Este circular por los distintos espacios del dispositivo de
acompañamiento es lo que permite sostener cierta distancia necesaria para
favorecer la eficacia terapéutica.
La riqueza del dispositivo acompañamiento terapéutico permite el abordaje
ampliado no sólo del sujeto sino del conjunto, en una amplia variedad de
estrategias e intervenciones posibles, posibilitando resultados que se sostengan
en el tiempo. Permite trabajar con la familia y no en contra de la familia, pensando
el sujeto como una parte de ese todo. Un todo que incluye.

Bibliografía:

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DOZZA DE MENDOCA L 2014 Acompañamiento Terapéutico y clínica de lo
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Acompañamiento Terapéutico
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