El concepto de organización empresarial supone el correcto orden de los recursos
y funciones precisas para satisfacer los objetivos de cualquier negocio. La organización de la empresa supone que se establezca una estructura para la adecuada sistematización de los recursos existentes, a través de jerarquías, correlación, disposición y agrupación de tareas con el propósito de realizar las distintas funciones de la organización de la manera más sencilla posible.
Tipos de organización empresarial
El sistema de organización de la empresa se puede clasificar en función de una serie de elementos, como son la condición jurídica, el tamaño, actividad económica, origen del capital o sector de la economía, entre otros.
Según la forma jurídica
Encontramos diferentes modelos de empresas según la forma jurídica que se elija: Comanditarias: se tratan de las entidades empresariales que disponen de dos clases distintas de socios. Unos participan en la gestión del negocio y cuentan con responsabilidad completa, mientras que los otros no tienen presencia en la gestión y su responsabilidad depende del capital que aporten. Cooperativa: consisten en organizaciones de empresas que no cuentan con fines lucrativos y que pretenden obtener el bienestar de sus miembros. Sociedad colectiva: es una clase de organización que pertenece a más de un individuo. Los socios de esta empresa tienen que responder de manera ilimitada con su patrimonio. Sociedad anónima: la responsabilidad se limita al patrimonio proporcionado. Los dueños de la empresa son aquellos que adquirieron los títulos o acciones de la compañía. Sociedad de responsabilidad limitada: este modelo de empresa tiene lugar cuando los socios se hacen responsables de responder solo con el capital aportado y no con el patrimonio personal. Según el tamaño En referencia al tamaño de la organización podemos encontrar: Microempresa: compañía que dispone de menos de 10 trabajadores. La facturación suele ser reducida y dispone de un escaso desarrollo tecnológico. Pequeña empresa: el número de trabajadores de estas compañías oscila entre los 11 y los 49. Mediana empresa: este tipo de entidades disponen de un mínimo de 50 trabajadores y un máximo de 250. Gran empresa: dan empleo a más de 250 personas. Disponen de instalaciones propias y con ventas elevadas. Sector de la economía Podemos diferenciar varios grupos dependiendo del sector en el que nos encontremos:
Sector primario: estas compañías se dedican sobre todo a la extracción de
materias primas. Emplean herramientas y sistemas técnicos más bien básicos. Sector secundario: se dedican principalmente a la transformación de las materias primas obtenidas por las compañías del sector primario. Sector terciario: además de las tareas físicas, también se ocupan a la ejecución de actividades intelectuales y al desarrollo tecnológico. También conocido como sector servicios. En función del origen del capital Con relación a la procedencia del capital, permite varias clases de organizaciones:
Públicas: estas clases de organización empresarial dependen sobre todo
del capital del Estado y de las instituciones públicas para poder subsistir. Privadas: el capital que recibe procede de individuos o entidades particulares, sin que haya presencia de ayudas de los órganos públicos. Mixtas: dependen tanto de las aportaciones del estado como de entidades particulares. Según la interacción de los miembros Si atendemos al modo en que interacción las organizaciones podemos encontrar dos tipos de organización: Formal: se tratan de organizaciones empresariales muy bien estructuradas, en donde la forma de interactuar los individuos está regulada de manera legítima. Cuenta con unos departamentos, roles y estructura jerárquica muy bien definida. Se trata de un modelo de organización estática y de carácter conservador, en donde los participantes aceptan el funcionamiento de acuerdo con una serie de normas existentes. Informal: la dinámica en este tipo de negocios resulta más flexible. Las relaciones interpersonales y los comportamientos entre las personas resultan más abiertas. Se encuentran en constante proceso de evolución. Sus componentes suelen ser jóvenes creativos cuya actitud se regula en función de unos acuerdos generales. Principios de la organización empresarial Para conseguir unos mejores resultados empresariales hay que basarse en principios básicos de la teoría clásica de la organización. Entre ellos se encuentran los siguientes aspectos: Objetivo: todas las actividades fijadas en la entidad deben vincularse con las metas que se marque la empresa. La existencia de un departamento o de un puesto de trabajo sólo se puede justificar si con ello contribuye a conseguir los objetivos de la empresa propuestos con anterioridad. Especialización: los trabajadores de una organización deben centrarse en una única actividad. Más habilidades y eficiencia conseguirán en sus labores cuanto menor sea el campo de acción que asuma. Siempre es preferible que se dedica a actividades concretas. Jerarquía: hay que fijar unos centros de autoridad que deben mantener una comunicación constante con el resto de las áreas. La responsabilidad debe fluir desde el cargo más alto de la compañía hasta el último empleado. Hay una especie de pirámide de autoridad, en donde quede claro la función de cada uno. Unidad de mando: al concretar un centro de autoridad y decisión para cada tarea, hay que establecer la figura de un único jefe. Los subordinados deben seguir las indicaciones de un único encargado. Difusión: la obligación de cada posición que cubre autoridad debe ponerse por escrito a disposición de los componentes de una organización que guarden relación con el mismo. Coordinación: las distintas unidades de una organización deben permanecer en equilibrio. Esto incluye por ejemplo a áreas como las finanzas, producción, mercadotecnia o recursos humanos. Del equilibrio: toda estructura exige que haya una un equilibrio para garantizar la eficacia global que les permita alcanzar los propósitos fijados por el negocio. De flexibilidad: en toda estructura deben añadirse técnicas y procedimientos que permitan reaccionar a tiempo ante las posibles alteraciones o cambios.
Objetivos de la organización empresarial
A la hora de poner en marcha un negocio hay que establecer una serie de objetivos que nos ayudarán a conseguir unos mejores resultados. Entre ellos se encuentran los siguientes: Conseguir productividad: alcanzar eficacia y eficiencia. Es lograr economía de recursos en la obtención de sus metas. Lograr rentabilidad: consiste en la obtención de ganancias y beneficios de las actividades de producción o por la prestación de servicios. Obtener calidad: a través de servicios o bienes de calidad se satisface las necesidades de los clientes, que cada vez son más exigentes al reclamar más por menos dinero a consecuencia de la alta competitividad. Actuar con responsabilidad social: prestar un servicio a la sociedad, demostrando que forma parte de ella. Esto implica por ejemplo el cuidado del medio ambiente o llevar a cabo funciones de carácter social. Disponer de un buen clima en el trabajo: es importante que los integrantes de una organización se encuentren cómodos en su puesto. El clima laboral afectará de manera importante en la productividad y también en la rentabilidad. Conseguir crecimiento en el mercado: supone ganar clientes y penetrar en nuevos mercados. No basta con conformarse con lo que ya tienen. Establecer una buena cultura organizacional: contar con una misión, visión y valores de marca que formen una filosofía de trabajo compartidos para extenderlos a los usuarios y a la sociedad. Finalidad de la organización empresarial Muchos autores sostienen que los objetivos que persigue la organización de la empresa se centrarían en la consecución de: Efectividad: alcanzar las metas de la empresa de todas maneras, logrando beneficios y excedentes. Todo ello redundará a favor de los empleados, accionistas y la compañía, que ayudarán en el desarrollo de la entidad. Eficiencia: consiste en la óptima utilización de los recursos disponibles, ya sean económicos, materiales o humanos, para alcanzar con eficacia los objetivos empresariales con el mínimo coste en el tiempo previsto. Eficacia: este término se refiere a la capacidad de la entidad para responder de una manera rápida y adecuada a las situaciones que se producen en un momento concreto y cumplir con las metas y satisfacer las necesidades de los clientes o usuarios de un servicio o producto.
características de la organización empresarial
A la hora de organizar el negocio hay que reparar una serie de principios comunes a todas las entidades: Metas: todas las tareas y actividades que se desarrollen en la empresa deben estar vinculadas a los propósitos que se fije la compañía. Especialización: la labor de un trabajador debe limitarse hasta donde sea posible, a la realización de una tarea concreta. Conseguirá un mejor resultado y eficiencia en la actividad cuando más específica sea la tarea y menos campo de acción asuma. Unidad de mando: debe definirse la figura de un solo jefe, que tendrá a su cargo a un grupo de subordinados, que únicamente deben seguir las indicaciones del responsable del área. Jerarquía: deben fijarse centros de autoridad, que deben ser lo más comunicativos posibles con el resto de los empleados para conseguir los objetivos. La responsabilidad y la autoridad debe fluir desde el mando más alto hasta el trabajador con el escalafón más bajo. Coordinación: las unidades de una organización deberán mantenerse siempre en equilibrio. Difusión: la obligación de los cargos con responsabilidad debe ponerse por escrito a disposición de los distintos componentes de la compañía que guarden relación con esa figura. Flexibilidad: más sencillo será cumplir con las metas cuanta más flexibilidad se le dote a la estructura de la organización. Cada estructura debe contar con unas técnicas precisas que ayuden a adelantarse y a reaccionar ante posibles modificaciones.
Importancia de la organización de una empresa
La organización desempeña una parte fundamental para conseguir el éxito en cualquier gestión empresarial. Una adecuada organización de la empresa proporciona los métodos para que las tareas se realicen de una manera correcta, reduciendo así los costos, evitando la lentitud y la duplicidad de esfuerzos al determinar las responsabilidades de cada trabajadores. De alguna manera, esto también contribuye a emplear mejor los recursos y medios disponibles. Es preciso, además, conocer lo que implica cada puesto y si acarrea un gasto innecesario. Todo ello se encuadra dentro de la necesidad de una correcta organización de la empresa. Una buena organización empresarial permitirá a las compañías conseguir unos mejores resultados con los recursos disponibles, disminuyendo los costos y mejorando los plazos de ejecución de los proyectos. Sin lugar a duda, la importancia de la organización empresarial ocupa un lugar preferente en cualquier negocio, porque en definitiva establece el diseño, estructura y procesos necesarios para alcanzar las metas que se propongan, disminuyendo los esfuerzos y aumentando la productividad, siempre de una manera lo más eficiente posible.