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CAPITULO V: LA LEY

El concepto de ley

La ley abarca todos los nexos y relaciones, aquellos que definen la esencia, la determinación cualitativa del
fenómeno dado, pero el fenómeno es siempre más rico que la ley, la cual es sólo una parte del fenómeno. La
ley es, pues, una relación interna, necesaria, esencial, entre los fenómenos. La necesidad inherente a la ley
proviene que esta ley opera siempre en determinadas condiciones necesarias.

La ley se caracteriza como una relación de causa a efecto, también toda ley es una ley del movimiento y los
nexos existentes entre los objetos y fenómenos solamente surgen, existen, cambian y desaparecen gracias al
movimiento de estos. Todo fenómeno es, internamente, contradictorio, pues en su individualidad es
irrepetible y pese a ello, se repite y reproduce; es cambiante, pero lleva en sí, al mismo tiempo, algo estable,
firme y en reposo. La ley representa lo que continuamente se repite y se reproduce en el fenómeno. Lenin
caracteriza la ley como lo firme, lo adecuado (es decir, lo idéntico, lo que se repite) del fenómeno.

La lucha entre el materialismo y el idealismo en relación con el problema de la ley.

El materialismo parte del criterio de que las leyes de la naturaleza tienen un carácter objetivo y de que se
reflejan en la conciencia humana. El idealismo considera que son producto de la razón o de la voluntad
humana (idealismo subjetivo) o expresión de la Idea Absoluta o del Espíritu Absoluto (idealismo objetivo). El
materialismo orienta los esfuerzos de la ciencia hacia el descubrimiento y la utilización de las leyes objetivas
en beneficio del hombre. El idealismo, hostil a la ciencia, ha sido siempre un obstáculo en el camino del
conocimiento y la utilización de las leyes de la naturaleza y de la sociedad.

A mediados del siglo XIX Auguste Comte, fundador de la filosofía idealista del positivismo, sostenía que la
ciencia debe limitarse exclusivamente a observar los fenómenos, que él concebía como sensaciones
humanas. Las leyes, en esta forma idealista, convienen a los intereses de la burguesía, ya que sólo se
consideran como leyes de las sensaciones y percepciones del hombre.

Carácter objetivo de las leyes

La filosofía marxista, basándose en los datos de la ciencia y de la práctica, ha fundamentado firmemente el


carácter objetivo de las leyes del mundo exterior. Los postulados que plantea la ley son una de las
expresiones del carácter objetivo de ésta y en efecto, para alcanzar los fines propuestos, hay que tomar en
consideración los postulados de las leyes correspondientes. La violación de los postulados de las leyes
determina con frecuencia el fracaso de una determinada actividad.

Las leyes objetivas no pueden ser creadas por nadie, surgen cuando se dan determinadas condiciones
objetivas y además estas no pueden ser abolidas por nadie. Al desaparecer determinadas condiciones
objetivas, las correspondientes leyes pierden su vigencia, es decir, dejan de existir.

Diferencias entre las leyes de la naturaleza y las leyes de la sociedad

Entre las leyes de la naturaleza y las de la sociedad median varias diferencias esenciales. Una de ellas guarda
relación con el papel que la actividad del hombre desempeña en la aparición de determinadas leyes. La
actividad humana no es condición necesaria para que surjan las leyes de la naturaleza, en cambio, las leyes
de la sociedad solamente existen sobre la base de las condiciones creadas por la actividad humana. Las
leyes sociales operan bajo la forma de la actividad humana. Con arreglo a las condiciones objetivas
existentes, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias, independientes de su voluntad y de su
conciencia, en las que se expresan las leyes sociales objetivas, que corresponden a las condiciones objetivas
dadas.

Las leyes de las formas superiores de la materia en la naturaleza no anulan las de otras formas menos
complejas, sino que coexisten con ellas y las presuponen; en cambio, las leyes específicas de las formaciones
sociales caducas no se complementan, sino que son sustituidas por las leyes propias de una nueva formación
social.

Leyes generales y leyes específicas

La generalidad es uno de los rasgos característicos de toda ley y el grado de esta se determina por la
extensión del campo de los fenómenos en que actúa esta ley. Entre las leyes que tienen un ámbito de
máxima generalidad figuran las leyes universales del desarrollo del universo, las leyes de la dialéctica
materialista. Las leyes generales de la naturaleza expresan el hecho de que la naturaleza es un todo único,
pese a su infinita diversidad y se diferencian de las específicas, ante todo, por su mayor radio de acción o por
su gran duración, o bien por ambos caracteres a la vez.

Hay leyes particulares, específicas, inherentes a cada forma de la materia, a cada formación económico-
social, o a varias. Las leyes específicas expresan los rasgos cualitativos característicos de una forma de
movimiento de la materia o de determinada formación social, pero no debe exagerarse, sin embargo, la
diferencia con las leyes generales, ya que no se trata de una diferencia absoluta, sino relativa. La generalidad
y la particularidad son rasgos inherentes a todas las leyes objetivas, sin excepción. Así, las leyes generales de
la naturaleza o de la sociedad son particulares, específicas en relación con las leyes generales del desarrollo.

El conocimiento de las leyes objetivas y su utilización en la actividad práctica

Para la ciencia, el descubrimiento de las leyes no es un fin en sí mismo. Su más alta misión estriba en servir a
la práctica, en contribuir a que la actividad práctica se eleve a un nivel cada vez más alto. El grado de
dominio del hombre sobre la naturaleza y sobre los procesos sociales está determinado por el grado de
conocimiento de las leyes sociales y por las posibilidades que se ofrecen para ponerlas al servicio de la
práctica.

En el curso de la actividad práctica del hombre se han creado, históricamente, determinados modos de
utilizar y aplicar las leyes objetivas. Al cambiar las condiciones objetivas, se puede encauzar, modificar o
impedir la acción de las leyes. De acuerdo con lo que interese a la práctica, se puede acelerar o, por el
contrario, obstruir la acción de una ley cualquiera o de un conjunto de leyes. La utilización de las leyes
naturales se amplía a medida que se desarrolla la ciencia y la técnica.

Conclusiones:

La ley es una relación interna, necesaria, esencial, entre los fenómenos, esta se caracteriza como una
relación de causa a efecto, además abarca todos los nexos y relaciones, aquellos que definen la esencia y la
determinación cualitativa del fenómeno dado, pero el fenómeno es siempre más rico que la ley. Las leyes
poseen un carácter objetivo y los postulados que plantea son una de las expresiones del carácter objetivo de
ésta. Las leyes objetivas no pueden ser creadas ni abolidas por nadie.

Desde hace mucho tiempo la ley ha estado inmersa en una lucha entre el materialismo y el idealismo, pues
el primero, considera que las leyes tienen un carácter objetivo, que se refleja en la conciencia humana y
orienta los esfuerzos de la ciencia en beneficio del hombre; por otro lado, el idealismo considera que son
producto de la razón o de la voluntad humana, que por el contrario ha sido siempre un obstáculo en el
camino del conocimiento.

Es necesario diferenciar las leyes de la naturaleza y de la sociedad. Una diferencia es que la actividad
humana no es necesario para que surjan las leyes de la naturaleza, en cambio, las leyes de la sociedad
solamente existen sobre la base de las condiciones de esta, además las formas superiores de la materia en la
naturaleza no anulan otras formas menos complejas, sino que coexisten con ellas y las presuponen; pero las
leyes específicas sociales caducas no se complementan, sino que son sustituidas por las leyes propias de una
nueva formación social.

Existen leyes generales y leyes específicas. Las leyes generales expresan el hecho de que la naturaleza es un
todo único, pese a su infinita diversidad y se diferencian de las específicas, por su mayor radio de acción o
por su gran duración. Las leyes específicas expresan los rasgos cualitativos característicos de una forma de
movimiento de la materia o de determinada formación social. Hay leyes particulares, específicas, inherentes
a cada forma de la materia, a cada formación económico-social.

En el curso de la actividad práctica del hombre se han creado, históricamente, determinados modos de
utilizar y aplicar las leyes objetivas. De acuerdo con lo que interese a la práctica, se puede acelerar o, por el
contrario, obstruir la acción de una ley cualquiera o de un conjunto de leyes. La utilización de las leyes
naturales se amplía a medida que se desarrolla la ciencia y la técnica.

CAPÍTULO VI: CONTENIDO Y FORMA

Definición de las categorías de contenido y forma

Para Aristóteles la materia es un material pasivo, inerte, que se transforma en ser, en contenido de
determinados objetos, bajo la acción de la forma.

Francis Bacon, uno de los fundadores del materialismo metafísico, formulaba la idea de que la forma es
inherente al contenido y que se halla determinada por éste. Bacon entendía por forma el movimiento en
cuanto estado de la materia.

Kant consideraba las formas lógicas como inmutables, aisladas de su contenido material, y, llega a la
conclusión idealista de que la forma y el contenido son patrimonio privativo del hombre, y no pertenecen,
por tanto, al mundo objetivo.

Hegel considera que la materia debe necesariamente tener una forma, y la forma debe, a su vez,
materializarse, también afirmaba que la materia "es pasiva, en oposición a la forma, que es lo activo”.

Para el materialismo dialéctico en el mundo objetivo, el contenido es el aspecto interno de los objetos. Este
aspecto representa un conjunto de elementos y procesos que constituyen el fundamento de la existencia y
del desarrollo de las cosas. La forma es la organización, la estructuración del contenido. En los fenómenos,
que pertenecen a, la esfera del conocimiento, la forma es la expresión del contenido.

Papel determinante del contenido con relación a la forma

El materialismo dialéctico sostiene que el papel fundamental y determinante en la correlación entre el


contenido y la forma corresponde al contenido. Primero, cambia el contenido y después y, en consonancia
con este cambio, se modifica y reestructura la forma. La forma no puede existir aislada del contenido; carece
de un sustrato propio, al margen de él. Su fundamento es el contenido mismo.

El contenido desempeña el papel determinante en los cambios que se operan en la forma. El desarrollo de la
naturaleza y la actividad práctica social demuestra, con hechos, la justeza de esta importantísima tesis. Así,
pues, cualquiera que sea el sector de la realidad que consideremos, se corrobora la función determinante
que ejerce el contenido respecto a la forma.

Rezagamiento de la forma con respecto al contenido

Una de las manifestaciones de la autonomía relativa de la forma consiste en el rezagamiento de su


desarrollo con respecto al del contenido, como lo demuestran muchos hechos de la vida, en la naturaleza y
en la sociedad. Los cambios que se operan en el intercambio de sustancias, es decir, en el contenido, no
traen consigo, rápida y automáticamente, cambios de forma. El contenido, aunque ya modificado, sigue
inserto todavía por algún tiempo en la vieja forma.

Correlación del contenido con las viejas y las nuevas formas

La relativa autonomía de la forma se deja sentir, especialmente, en el hecho de que una y la misma forma
puede servir a diferentes contenidos, e incluso opuestos. El hecho de que una y la misma forma sea utilizada
por diferentes contenidos no quiere decir, en absoluto, que las relaciones mutuas entre la forma y el
contenido se mantengan idénticas en cada uno de los diferentes casos.

Si la nueva forma sirve a un viejo contenido, tendremos como resultado un agudo conflicto, que culminará
en la destrucción de la forma, ya que se pondrá al descubierto un profundo divorcio entre la esta y el
contenido. Pero si la nueva forma sirve a un nuevo contenido, la concordancia existente entre el contenido y
la forma se convertirá en una de las condiciones de su desarrollo progresivo.

Carácter contradictorio de las relaciones mutuas entre el contenido y la forma

Ahora bien entre contenido y la forma surge cierta discordancia en el proceso de desarrollo. Engels ha
señalado que las contradicciones solamente se descubren cuando los objetos y fenómenos se abordan
dialécticamente, es decir, cuando se les enfoca en su movimiento y desarrollo.

La forma y el contenido actúan en el proceso de desarrollo como contrarios dialécticos, que se condicionan
mutuamente. El desarrollo dialéctico objetivo de todos los fenómenos de la naturaleza y de la vida social da
como resultado el que todo equilibrio, toda concordancia entre objetos aislados, entre los aspectos internos
de cada objeto y también entre la forma y el contenido sean puramente relativos y temporales.

El desarrollo de las contradicciones antagónicas entre el contenido y la forma conduce, a que los aspectos
contrarios lleguen a un abierto divorcio entre ellos en sus relaciones y a que su "lucha” se transforme en un
agudo conflicto, que producirá, la destrucción de la vieja forma; el contenido adopta una nueva forma, y más
tarde él mismo sufre una transformación. La "lucha” del contenido con la forma es una de las fuerzas
motrices del desarrollo de las cosas y de los fenómenos y de su tránsito a nuevos estados cualitativos.

La forma, activa fuerza motriz en el desarrollo del contenido

De todo lo expuesto se deduce que la concordancia o, por el contrario, la discordancia entre la forma y el
contenido, es de suma importancia para el desarrollo de éste. Si ambos aspectos concuerdan, ello significará
que la forma satisface las necesidades del desarrollo del contenido, contribuye a que el movimiento avance y
actúa como importante fuerza motriz del progreso.

La necesidad de que se correspondan el contenido y la forma viene impuesta objetivamente por las
necesidades del desarrollo del contenido. Toda forma concreta existe solamente en la medida en que
corresponde total o parcialmente al contenido a su desarrollo y contribuye al desarrollo del contenido, o, al
menos, brinda una posibilidad de desarrollo. Cuanto menos corresponde la forma al contenido, tanto más se
acerca aquélla a su muerte.

Conclusiones:

Como vemos, ninguna filosofía, pese a sus valiosas aportaciones, estaban ni están en condiciones de resolver
el problema del contenido y de la forma. Solamente el materialismo dialéctico podía y puede ofrecer una
solución verdaderamente científica de este problema. Este parte de la tesis de que el mundo que existe
objetivamente es una materia infinitamente multiforme y en continuo movimiento y desarrollo, y la fuente
del movimiento de este mundo material único debe buscarse en las contradicciones que lleva en su seno.

Si bien es cierto, la forma no puede existir aislada del contenido; pues carecería de un sustrato propio, ya
que su fundamento es el contenido mismo. El contenido desempeña el papel determinante en los cambios
que se operan en la forma. Pero la forma no es sólo algo superficial, sino algo interno que penetra y traspasa
el contenido, dotado de forma en cada uno de sus elementos. No existe, por consiguiente, una forma que no
esté empapada de contenido, que no organice el movimiento y la actividad de un contenido, del mismo
modo que no existe un contenido que no se exprese, estructuralmente, en determinada forma.

Así, pues, resumiendo lo que llevamos dicho acerca de las relaciones mutuas entre el contenido y la forma
cuando se dan condiciones diversas, cabe señalar lo siguiente: la contradicción entre la forma y el contenido,
en la vida social, solamente se convierte en conflicto agudo cuando la contradicción tiene un carácter
antagónico y la forma queda muy a la zaga del contenido. Por tanto, si bien es cierto que la contradicción
entre la forma y el contenido es un factor constante del desarrollo, el conflicto entre ambos aspectos de la
contradicción no surge siempre, sino solamente en determinadas condiciones históricas.

Por último es necesario enfocar que toda forma concreta existe solamente en la medida en que corresponde
total o parcialmente al contenido a su desarrollo y contribuye al desarrollo del contenido, o, al menos,
brinda una posibilidad de desarrollo. Cuando surge un hondo divorcio entre la forma y el contenido, la vieja
forma acaba por desaparecer, para dejar paso a otra nueva, que corresponde al contenido en desarrollo y
garantiza su progreso ulterior y su existencia futura.

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