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FILOSOFIA Y TEOLOGIA

En el pensamiento pre-filosófico los griegos explicaban todas las cosas recurriendo a causas
sobrenaturales. Ante la perplejidad daban rienda suelta a la imaginación. prescindían de la
observación y el razonamiento, e interpretaban la realidad a través de mitos.

Los mitos eran un conjunto de historias fantásticas con las que trataban de explicar desde
los orígenes del universo hasta la situación y esperanza del hombre. Estos relatos narraban
las peripecias de los muchos dioses que poblaban el panteón griego, los cuales
personificaban a las fuerzas de la naturaleza (Poseidón era el dios de los mares. Eolo el de
los vientos. etc.) y los consideraban como la causa y razón de todas las cosas. El poeta
griego Homero. en La Odisea pone en boca de Zeus la queja de las divinidades por la
facilidad con que los hombres los responsabilizaban de sus males: «Es de ver cómo inculpan
los hombres sin tregua a los dioses achacándonos todos sus males. Y son ellos mismos los
que traen por sus propias locuras su exceso de penas».

Los antiguos creaban cosmogonías en las que explicaban el origen del mundo y teogonías
en las que narraban el origen y la vida de los dioses. El pensamiento mítico era intuitivo,
imaginativo e irracional.

Sin embargo los atractivos relatos de la mitología. que dejaban satisfecha a la plebe. no
contestaban las interrogantes de quienes reclamaban planteos más serios y racionales
sobre el origen del universo y el sentido de la vida. El nacimiento de la filosofía constituyó
un salto desde la irracionalidad del mito al pensamiento racional y lógico, basado en
razones y demostraciones. Los griegos lo definían como un salto del frito al logos.

La filosofía prescindió de las explicaciones míticas, rechazando todo tipo de revelación


sobrenatural. En esto radica también la diferencia entre el pensamiento filosófico y el
teológico.

El caso de Job. el patriarca bíblico, puede ilustrar sobre este particular. La tremenda prueba
que atravesó este piadoso varón, arquetipo de la paciencia, lo lleva al estado de perplejidad
del que hemos hablado y se hace las mismas preguntas que el filósofo:
¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcan, Y para que pongas sobre él
tu corazón, Y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo
pruebes?

Pero la pregunta está dirigida a Dios y espera una respuesta sobrenatural. Por lo tanto no
está siguiendo el camino del filósofo, que busca a través de la razón, sino el del hombre de
fe que cree en un Dios personal que gobierna todas las cosas y puede responder a todos los
interrogantes.

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