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El Cristianismo y la necesidad de la teología

El punto de partida es, pues, que el al nivel conceptual suele ser gradual,
cristianismo se desarrolla en la historia imperceptible. A dar este paso contribuyen
como acontecimiento y como doctrina. El dos causas. La primera se encuentra en la
acontecer se describe, entre otros muchos misma historia de la Iglesia: la aparición
textos, en Jn 3,16: «Tanto amó Dios al de las herejías obliga a formular
mundo que le dio a su Hijo unigénito». Es conceptualmente los términos y el
la entrega que Dios hace de su propio Hijo significado de las narraciones
a los hombres, culminada por la entrega neotestamentarias.
del Espíritu Santo, en el cual los humanos
pueden alcanzar un nuevo modo de vivir: La segunda causa es el dinamismo
el nivel del Espíritu. inherente al entendimiento humano: pensar
a Dios desde una cultura es el programa
Pero hay lugar también para la implícito en todo discurso teológico. La
doctrina. La doctrina supone un mente no se detiene, satisfecha, en el acto
conocimiento que puede ser compartido. de creer, sino que prosigue más allá y
Por eso, otro texto del Nuevo Testamento quiere homologar este creer como saber.
habla de la «inescrutable riqueza de Hay aquí algo muy difícil y tenso, no
Cristo» (Ef 3,8), lo que supone un exento de ambigüedades. Creer y entender
conocimiento cada vez más profundo y son dos actos distintos, aunque tiendan a
una exposición cada vez más clara de la interpenetrarse debido a la característica de
insondable riqueza de su persona. la mente humana, que cuando asiente o
cree, desea correlativamente entender o
Es evidente que la doctrina depende saber. La mente acoge los dos actos, el de
del acontecimiento. Por eso se da «un creer y el de entender, porque quiere
orden o jerarquía en las verdades de la entender lo que cree. Tiene la tendencia,
doctrina, ya que es diverso el enlace de no siempre realizable, de traducir la fe en
tales verdades con el fundamento de la fe saber e incluso, en evidencia, con lo que se
cristiana», fundamento que es corre el riesgo de querer des-velar del todo
precisamente el acontecimiento real y el misterio re-velado, esto es, manifiesto
objetivo de la entrega de Cristo al mundo. pero todavía y siempre escondido.

Es verdad, pues, que el objetivo de la


doctrina es la fidelidad al acontecimiento
expuesto desde las primeras páginas del
Nuevo Testamento, de manera sencilla,
con un sentido minucioso del detalle y, a la
vez, de la globalidad. Esta es una primera
razón de que exista la Sacra Doctrina, el
nombre que Tomás de Aquino da a la Teo-
logía: la necesidad de dar cuenta
narrativamente del acontecimiento de la fe
y la necesidad de expresar
conceptualmente lo que significa este
acontecimiento, en sí y para nosotros.

Adviértase que el paso de la narración

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