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PERÓN Y LOS TRABAJADORES

Los orígenes del sindicalismo peronista


1943-1955

por
LoursE M. DoYON

SIGLO
)J((I
214 Louise M. Doyo11 VIL LA DERROTA DEL PROYECTO LABORISTA

un hombre de los quilates de Perón y fue necesario tam-


bién que el pueblo retomase las riendas de sus propios
destinos· [ ... ] .
Hablo en nombre de las mujeres y los trabajadores. In-
voco la plenipotencia de esa representación para decir
lo que ellos sienten. iY hoy ellos sienten que Perón es el
heredero directo de la misión del pueblo y del espíritu
de San Martín! Ellos sienten hoy que la misión de San
Martín no se entiende si no se la contempla desde esta
nueva Argentina, justa, libre y soberana de Perón3º.
El movimiento sindical no fue, por cierto, el único heredero de la
Al final de este período, el régimen exudaba un poderío sin para-
victor.ia alcanzada en las urnas en febrero de 1946, puesto que había
lelos y aparecía como una fuerza irresistible, sostenida por una coali-
acc~d1d? al poder político a través de la participación en una alianza
ción electoralmente imbatible. Se había beneficiado con una con- pohclas1sta. Esta distinción crucial se haría bjen clara durante el año
fluencia de circunstancias favorables que le permitieron conciliar la siguiente, a medida que el nuevo presidente buscara consolidar su
redistribución con el crecimiento económico. Por otra parte, parecía liderazgo sobre la heterogénea coalición electoral recurriendo a las
bien encaminado hacia la consolidación de su autonomía relativa, fuerzas no sindicales. Esta empresa política se desplegaría a través de
gracias al magistral equilibrio establecido entre los diversos intereses la resolución de tres cuestiones clave, a saber, la supervivencia de los
en juego. Sin embargo, despuntaban ya los primeros signos de fric- cuerpos políticos independientes creados para llevar a cabo !a cam-
ción dentro del laxo pacto social administrado por el gobierno y cre- paña electoral, la dirección del máximo organismo sindical -ia CGT-
cía el descontento por la permanente transgresión de las reglas cons- y el ~ontrol sobre el nuevo partido que promovería el gobierno para
titucionales a las que antaño había jurado fidelidad. Todo ello antici- aglutmar a sus fuerzas adictas.
paba los problemas cada vez más graves que Perón tendría por delan-
te en los años siguientes.
1. LA CONVOCATORIA A FORMAR
EL PARTIDO ÚNICO DE LA REVOLUCIÓN

La fa~ta de cohesión entre las dispares fuerzas que habían apoyado su


candidatura constituyó para Perón un problema de primer orden una
v~z terminado ~l escrutinio electoral. No sólo el margen de la victo-
ria sobre l~ Umón Democrática había sido estrecho; asimismo, quie-
nes lo habian respaldado tenían muy poco en común fuera del obje-
tivo de asegurar su retorno al poder por medios constitucionales. Éste
problema, en el que se jugaba su capacidad para gobernar, recibió su
atención en forma prioritaria. Así, poco antes de asumir el mando ofi-
cialmente, el presidente electo tomaría una decisión crucial con vistas a
redefinir la estructura organizativa de la alianza gobernante.
Producido el triunfo electoral de febrero, afloraron las tensiones
que atravesaban la coalic1ón electoral ai recrudecer el enfrcntarnien-
'''El texto de este discurso se c11n111tr.1rá en CGT,:; de enero de 1951.
216
Louíse M. Doyo11 La derrota del proyecto lc1/1<1ris1r1 217

to que oponía a los laboristas y a los políticos de la Junta Renovadora.


preconcebidas y sin sentido, al respaldar la candid~tura
Debido a que habían provisto buena parte de Jos recursos materiales
del coronel Pcrón. Pero los acontecimientos postenores
Y organizativos que habían hecho posible la victoria en los comicios,
han demostrado que el hecho de seguir un camino pro-
los laboristas esperaban un papel principal en el nuevo gobierno. Pero
gresista durante seis cortos meses no.puede borrar veinte
se encontraron bien pronto envueltos en las intrigas de los políticos,
largos años de insensibilidad hacía los problemas del
que prete?~ían marginarlos de la distribución de los puestos políti-
pueblo. No bien se supieron los resultados de la elec-
cos estrateg1cos. El regateo constante para la confección de las listas
ción, los líderes mostraron su falta de integridad perso-
de candidatos durante la reciente campaña se intensificó y desenca-
nal y política; volvieron a las políticas de sabotaje ne-
denó feroces luchas intestinas en torno de la adjudicación de bancas
gando la victoria a los que en realidad triunfaron en esta
senatoriales y otros cargos. En el conflicto, el reclamo de los laboris- 1
contienda, y revocaron todos los acuerdos alcanzados-.
tas .iba 1;1ás allá de la búsqueda de recompensas a su aporte electoral;
se nutna, a la vez, de la gran desconfianza que sentían hacia los re- A los efectos desestabilizadores <le esta pugna, se sumó el deseo
presentantes de la política tradicional. El desdén era recíproco por- de Perón de afianzar su predomirno sobre la coalición. Durante la
que, para los radicales disidentes agrupados en la Junta Renovadora, campaña, ante la carencia de un aparato político propio, había tenido
los electos por el partido sindical eran poco más que analfabetos políti- que apoyarse en los sindicatos para la movilización elect~ral. Esta
cos1 . La participación de los antiguos radicales en el pasado político fraudu- situación lo había obligado incluso a postularse como candidato del
lento ele! país hizo que, para los sindicalistas, la reconciliación fuera partido sindical, cuyos líderes tendieron a ver al presidente electo
imposible, más allá de] corto plazo. Esta opinión fue expresada en forma como su propia creación política. Sin embargo, para cualquier obs~r­
elocuente por Cipriano Reyes, el entonces vicepresidente dei Partido vador de la escena polítíca, el triunfo electoral de las fuerzas perom~­
Laborista, en un opúsculo publicado a fines de 1946. tas había sido, en gran medida, una victoria personal del ex secretano
de Trabajo. El apoyo que recibió en las un1as fue el resultado de, l~s
El Radicalismo una vez estuvo en contacto con las nece-
políticas que él había míciadb mientras era.el hombre fuerte del reg1-
sidades de las masas, y podría haberse convertido en una
men militar. Con la ratificación popular de su liderazgo en las urnas,
fuerza para la reforma socioeconómica y política si no
había llegado también la hora de convertir ese liderazgo en un prin-
se hubiera paralizado en la más sórdida forma de politi-
cipio de autoridad dentro del mov11111cnto triunfante.
quería (... ] hace veinte años. Fue una esperanza que se
Como era de esperar, la batalla personal de Perón en la búsqueda
desplomó por la incapacidad de los líderes[ ... ] que pro-
de su predominio no habría de dirigirse contra la Junta Renovadora.
clamaron ser liberales pero que en realidad eran reac-
Debido a su escasa convocatoria, sus miembros no representaban una
cionar~o~ incapaces. de asumir los reclamos de Ja gente.
amenaza para su autoridad e, implícitamente, admitían su estrecha
Estas ultimas elecc10nes han consagrado al Partido La-
dependencia de los favores del nuevo presidente. Durante esos pn-
borista no sólo como el partido mayoritario sino como
meros ~s, sus esfi1erzos apuntaron a un blanco específico, es de-
una entidad esencialmente nacional [ ... J. La Junta
cir, Ios~abghstas. Li tuerte resistencia de éstos a cualqmer forma de
Renovadora se puso claramente del lado del pueblo en
· ínterferenéia externa en las decisiones par9d:irias a lo largo de toda la

e
esa ocasión en ia medida en que rompió con las ideas
ña ya había annopado su imencíón de mantener una voz au-
1 a luego de las elecc10nes. Esa postura 111depend1ente de los
- --Para rnformactón sobre la percepción de los antiguos radicales sobre su cun-
tas prenunciaba que resultaría un socio problemático en el
tr~parte labo~·'.sta, v~ase bentrev1sta con
el CXJcfo renovador del partido mayon-
ta110 en la C.amara de Diputados, Rícardo Guardo, Proyecto de Historia Oral,
p'ü"cfér. Por otro lado, la decisión ck 1iberar a Perón de toda <lepen-
Instituto D1 Tclla, Buenos Aires, 1972.
'Cipnano Reyes, C.2111 "" ,.¡ lalions1110, B11,·11os Aires, 1946, pp. 32, 74.
218 Louise M. Doyo11 La derrota del proyecto laborista 219

ciencia directa del movimiento obrero organizado respondía, asimis- par posiciones políticas. Estos hombres carecen de aprecio
mo, a la necesidad de mantener el apoyo del Ejército. Este aliado por lo que se ha logrado hasta ahora y por la difícil empresa
silenooso mostraba poca simpatía por la influencia del movimiento que nos espera, olvidando que una victoria, no importa
síndica!. Las circunstancias imponían atender a sus reservas y obrar cuán impresionante pueda parecer, no es necesariamente
en consecuencia porque la contmuidad del apoyo castrense era fun- permanente. Existe una condición previa insoslayable tan-
damental para el flamante presidente. to para ganar el poder como para gobernar en forma efec-
Siempre alerta para proteger la legitimidad de su condición de tiva posteriormente: la solidaridad y la unidad de aquellos
árbitro, Perón fue cauteloso en su esfuerzo para reducir la influencia grupos que apoyan al movimiento [... ]. [Por ello] como
de los laboristas. Apelando a una táctica que usaría repetidamente en líder del movimiento, ordeno [... ] la disolución de las or-
los meses siguientes, aprovechó el apetito de los políticos de !ajunta ganizaciones actuales y la fusión de todas las fuerzas pero-
Renovadora por lograr cargos públicos y su pericia en las luchas po- nistas en un Partido Único de la Revolución4 •
líticas internas para alentar, desde las sombras, las escaramuzas con
los representantes sindicales. Con la seguridad de contar con el apo-
yo tácito de Perón, los políticos profesionales rápidamente lanzaron 2. LA DISOLUCIÓN DEL PARTIDO
un nuevo ataque contra sus rivalcs 1 • En estas circunstancias, la coali- CREADO POR LOS SINDICATOS
ción gobernante se deslizo a una estado de anarquía. Fue entonces
que el jefe del Ejecutivo, en un discurso por radio el 23 de mayo, Los radicales renovadores no opusieron reparos a la orden de disolu-
ordenó la disolución de las fuerzas en pugna y su fusión en una orga- ción. En cambio, sí lo hicieron los laboristas. Su reacción fue una
nización que se llamaría Partido Único de la Revolución Nacional. mezcla de rabia y alarma. Estaban indignados ante la anulación uni-
En el discurso, el nuevo mandatario justificó su decisión en la paráli- lateral del acuerdo implícito de octubre de 1945 y, a la vez, profunda-
sis a la que habían llegado las relaciones entre sus sectores adictos, mente preocupados por la incertidumbre sobre el futuro de su pro-
evocando el fantasma de una temible reacción concertada de la opo- grama dentro del recién creado Partido Único de la Revolución. En su
sición, a menos que se depusieran las rivalidades y se estrecharan las reunión del 24 de mayo, las autoridades del laborismo decidieron desoír
filas en tomo del gobierno recién instalado. Sin embargo, en su alo- el llamado a la unidad. Esta resolución tuvo la aprobación de una apabu-
cución quedaba sin respuesta el papel que le estaría reservado al nue.- llante mayoría de los legisladores de extracción sindical en el Congreso y
vo partido en el proceso de decisiones y la representación que se asig- las legislaturas provinciales, así como el apoyo de numerosos partidos
naría a las fracciones rivales dentro de este organismo. locales5 • Sin poder explicar la decisión de Perón, o quizá renuent~s a
aceptar la dura realidad que no habían querido ver desde el comienzo de
'1
La Revolución de Junio, movimiento social, económi- la campaña, los laboristas insistieron en forma débil y un poco patética
co y político de los argentinos, que alcanzara su en atribuirla a una nueva maniobra de la UCR-JR, de la cual había sido
constitucionalidad el 24 de fobrero, está atravesando una víctima el propio Perón. Las declaraciones públicas emitidas en apoyo
zona de pasiones desintegradoras, extrañas a su propio de la decisión tomada por la dirigencia nacional reflejaban el dilema
contenido y destino. Pareciera que no han bastado cons- que enfrentaba a muchos miembros del partido. Sus argumentos en
tantes embates de los grupos oligárquicos l ... ] ahora debe favor de la supervivencia de la entidad se basaban, a menudo, en su
resistir[ ... ] los contragolpes de algunos hombres que[ ... ] asociación con el coronel, un punto de referencia que reconocía im-
no pueden mantener dentro de los límites su deseo de ocu- plícitamente su dependencia política.

· Waltcr Ltttk, «Party and Statc m l'cmnist Argentina». l fo¡111111c A11wica11 Ifütorical 'La Razófr. 24 de mayo de 1946.
Rcr'icw, Vol. 53, n" 4, 1973, p. 647. ; Luís Mnus;1lvo. "Rcscila política". mam1scnto médito, pp. 96-99.
220 Louisc M. Doyo11 La derrota del proyccro Ít//}(lrista 221

Algunos nos han atacado por ser lo que se llama laboristas Se ha acordado que se asignará a las fuerzas laboristas la
intransigentes. Sin embargo, la convicción que practica- representación que ellas merecen en la formación del
mos los laboristas se nutre en la intransigencia que; nos nuevo partido, una representación que sea acorde con
enseñó el mismo Perón contra la politiquería de escasas su posición mayoritaria; también existe acuerdo en cuan-
miras [... ]. Somos laboristas que continuamos creyendo to al hecho de mantener su programa como la base de la
en la realidad de una nueva conciencia política y no tolera- política del gobierno. Por otra parte, una vez que se ha-
mos la infiltración de elementos que desean deformar nues- yan registrado las listas de afiliados, y se hayan estable-
tros principios revolucionarios. Nos negamos a entregar cido los loca)es partidarios en todo el territorio de la
posiciones a los elementos que representan a la oligarquía''. República, se convocará a un congreso nacional de de-
legados para aprobar la declaración de principios, la car-
El intento de defend~r el partido identificándolo con el presiden- ta orgánica y un programa definitivo para la nueva enti-
te pronto resultó insostenible, una vez que se hizo evidente que su dad. Esta convención también elegirá el nombre del
decisión era irrevocable. Con la defección de sus filas de importantes nuevo partido así como sus autoridades nacionales; sin
diputados y senadores, la intransigencia inicial pronto se desvaneció. embargo, se convocará a la convención sólo después de
En un desesperado esfuerzo por proteger las posiciones laboristas que se hayan realizado elecciones limpias en cada sección 7 •
dentro de la alianza, comenzaron las negociaciones con representan-
tes de Perón y de la UCR-JR. Para facilitar las cosas y no romper con Entre quienes fueron sus dingentes, la disolución del Partido
la cabeza de la coalición gobernante, el 29 de mayo los miembros del Laborista ha dado origen a interpret~ones contradictorias. En sus
comité ejecutivo nacional entregaron su renuncia al con1greso parti- memorias publicadas en 1975, Lu1s,Mo salvo sostiene que el partido
dario convocado de urgencia. La conducción pasó a manos de un había perdido su razón de ser una ve
ue la victoria electoral instaló
pequeño grupo de legisladores leales, a quienes los delegados dieron nuevamente a Perón en la Casa Rosada 8 • De acuerdo con este impor-
el mandato de determinar las condiciones bajo las que se unirían al tante dirigente ferroviario, que desempeñó el cargo de secretario ad-
Partido Único. Finalmente, el 17 de junio, los funcionarios ad hoc ministrativo del p:mido, la orgamzación no había tenido otro propó-
sellaron oficialmente la suerte del partido, anunciando su extinción sito que el de serv1r como aparato de apoyo durante la campaña electo-
apenas unos pocos meses después de su ascenso meteórico en la es- ral. Este argumento resulta bastante débil no bien se recuerdan los pro-
cena política del país. pósitos más permanentes expresados por sus fundadores una y otra vez a
Existe muy poca información sobre el contenido de las negocia- lo largo de los meses que precedieron J las elecciones. Más aún, la resis-
ciones que tuvieron lugar durante este intervalo. La declaración emiti- tencia inicial al ultnnátum de Perón puso de relieve una perplejidad y
da por los dirigentes provisionales, sin embargo, indica que su acep- una disconformidad difíciles de reconciliar con la opinión de Mon-
tación de la orden de Perón no había impficado una rendición total. salvo, según la cual b mayoría de los cuadros laboristas había estado de
Más bien, se habría recibido la promesa de que el programa laborista • acuerdo con la existencia transitoria del partido.
sería, y se mantendría así, una presencia sindical separada, a través de la Al respecto, quien fue el vicepresidente del Partido Laborista ha
creación de agrupaciones sindicales paralelas dentro del partido en for- postulado una tesis diametralmente ºP(;,5_ En entrevistas otorga-
mación. Con estas seguridades, confiaban en el resurgimiento de la cau- das a mediados de los setenta, Cipruno~ declaró que el Partido
sa labonsta a partir de las estructuras del Partido Único.
7
Este documento >e reproduce en C.1rlos Fayt. Nat11raleza del pcrouis1110, Viraco-
cha, Buenos Aires, 1%7. pp 152-153.
'Luis Mo11sal\'ti. ·¡¡._,f!~<' de la pri111ern /1.,1«1 dcl pffo11Ísi111i, Pleamar, Buenos Aires.
"Prc11sa Laborista, 25 de mavo de 1946. 1975, p. 94.
222 Louise M. Doyo11 La derrota del proyecto fa{Jorista 223
~ Laborísta había sído creado como un partido de los trabajadores y sidente fue, sin duda, el principal factor que determinó el destino
/ que su posterior extinción debía ser atribuida a la anulación unilate- final del .organismo creado por los sindicatos. La ulterior reconcilia-
,.,, ral por parte de Perón del acuerdo implícito que había pactado con el
ción de los laboristas con los dictados del Ejecutivo puede ser vista
movimiento sindical 9 • Esta versión tampoco es totalmente convin-
como una respuesta realista y pragmática al realineamiento de fuer-
cente. Como ocurre con Monsalvo, Reyes hace una racionalización
zas dentro de la alianza gobernante.
ex post facto de los acontecimientos históricos. En su evaluación re-
De todos modos, se podría agregar que el partido sufría de limi-
trospectiva, sostíene una tésis conspirativa que no proclamó abierta-
taciones intrínsecas que se han soslayado con demasiada frecuencia.
mente en el momento en d que, Junto a los demás dirigentes, suscri-
Aunque no fueran tan decisivas, quizás contribuyeron al renuente
bió la declaración del 17 de junio, en la que se formalizaba la disolu-
acatamiento de sus fundadores al ultimátum de Perón. Al tomarlas
ción del partido. Es verdad que muy poco tiempo después el ex diri-
en cuenta, la decisión de la conducción laborista aparece originada
gente del sindicato de la carne revirtió su pos1cíón y trató de montar
en algo más que el peso de la desfavorable relación de fuerzas. A ello
un movimiento de resistencia. No obstante, todavía en esos tiempos se sumaba la seria desventaja en el terreno ideológico para cuestionar
pondría un especial cuidado en concentrar sus ataques exclusivamente
la convocatoria de Perón a la formación de un nuevo partido .. Es ver-
sobre la Junta Reorganizadora del nuevo partido. Esa posición ambi- dad que la creación del Partido Laborista había despertado entusias-
gua no le impidió continuar su protesta durante casi un año, hasta mo dentro de las filas de los trabajadotes. Pero resulta imposible pa-
que fue encarcelado bajo acusaciones fraudulentas, pero sí debilitó I:\ sar. por alto que el partido de los sindicatos había surgido, en gran
posición de la mayoría de los dirigentes partidarios. En efecto, el 17 medida, bajo el impulso de factores externos, antes que como culmi-
de junio todos los legisladores nacionales, con excepción de Reyes, nación de un replanteo global de los fines últimos del movimiento.
terminaron aceptando la orden de Perón. Por lo demás, no exísten De la lectura de su programa, puede concluirse que éste no se cons-
evidencias de un sindicato que haya roto relaciones con el gobierno a tituyó para ser una alternativa sustancialmente diferente de la que
causa de la disolución de~rísrno.
levantaba Perón en esa coyuntura política. Las principales propuestas
Como señala Walter~ittle) el eclipse del laborismo no se puede contenidas en ese documento tenían por eje las demandas sectoriales
explicar sin tener en cuen'ta;'primero, su extremada debilidad insti- que había elaborado el sindicalismo desde la década del treinta y que
/ tucional y, segundo, los vastos recursos de patronazgo que la presi- el propio Perón había hecho suyas después de 1944 11 •
1 ciencia ponía a disposición de Perón. Aunque poco se sabe acerca del En términos más generales, destaquemos que el Partido Laboris-
real estado de la estructura partidaria, la iriformación fragmentaria ta no postulaba la visión de un nuevo orden social en el cual los inte-
recogida por Little parece confirmar que se encontraba en una etapa
embrionaria; de allí su conclusión de que el Partido Laborista carecía 11 Los plintos principales establecidos ~n el programa, que destacaba las metas
del "tipo de infraestructura de base que podría haberle dado reales intermedias excluyendo el ideal a largo plazo de un nuevo orden social~ eran los
poderes de resistencia" 10 • Reparemos, además, en que sus dirigentes siguientes: 1) Realización integral de la democracia política, con el saneamiento de
habían exagerado demasiado sus capacidades para movilizar al elec- las prácticas institucionales y administrativas actuales que ia entorpecen, así como la
torado en forma independiente. Cuando la orden de disolución fue aspiración de concretar la democracia económica como el mejor medio de garanti-
conocida y no suscitó una fuerte reacción adversa. se vieron obliga- zar una igualdad política efectiva; (... ] 5) la extensión del derecho al voto a las muje-
res: [... ] 6) la nacionalización de los servicios públicos, y la protección de las rl'scr-
dos a reconocer que su organización había servido, en gran medida,
vas naturales para servir al desarrollo de la mdustria nacional; [ ... ] 11) la creación de
como un canal para la ratificación del liderazgo de Perón. El equili- oportunidades de empico en todo el país por medio de la diversificación de la eco-
brio desfavorable de poder entre las autoridades partidarias y el pre- nomía, la realización de urgentes obras públicas en zonas no desarrolladas con alto
nivel de desempleo, y la descentralización geográfica de las actividades manufacture-
''Ver entrevista a Cipnano Reyes, l'rtl\'ecto de Histon.1 ( lral, ITDT. ras; (... J 12) la plena utilización de los recursos pr1111aríos y su proccsanucnto den-
'"W. Little, 11Party ami State in Pcro11ist Ar¡;:entina11. op cit.. p. (149. tro del país; d establcrnniento del crédito y la reforma del sistema nnpos1t1vo cn
224 Louíse M. Doyo11 La derrota del proyect<' laborísta 225

reses de los trabajadores fuesen transformados en valores generales nar su método de acción política, por considerarlo perjudicial para la
para el conjunto de la sociedad. Encuadradas dentro de un esquema cohesión de la coalición victoriosa en las urnas. Al contrarío de Re-
societal pluralista, sus demandas se limitaban a bregar por la reduc- yes, los demás dirigentes laboristas prefirieron no hacer de la cues-
ción de las desigualdades sociales producidas por el rápido proceso tión un problema de principios en momentos en que el sindicalismo
del desarrollo industrial capitalista. Por ello, la formación del partido había logrado finalmente hacer pie en el sistema político. A cambio
había consistido esencialmente en una modificación en el método de de evitar una ruptura con el presidente, que sólo podría poner en
la acción política seguido hasta entonces. más que un cambio cualita,- peligro su participación en la puesta en marcha de las reformas la-
tivo en los objetivos políticos del sindicalismo. En los hechos, el cam- borales, se inclinaron ante su dec1s1ón. Que esta actitud no signi-
bio de metodología condujo "al pasaje del sindicalismo hacia la etapa ficó una capitulacíón incondicional, sino un ajuste necesario a las
política" 12 • En lugar de ser considerado como un instrumento para la cambiantes circunstancias, habrían de mostrarlo sus esfuerzos
eventual conquista del poder sobre la sociedad, el Partido Laborista durante los meses siguientes por reforzar su posición y asegurar
fue pensado como un medio alternativo para la realización de las la adopción de su programa por el nuevo partido. No obstante, el
metas socioeconómicas del movimiento y una plataforma desde la sindicalismo había experimentado un serio revés, pues el
cual defenaer mejor su identidad corporativa en la nueva etapa polí- desmantelamiento de su brazo político comenzó a erosionar su
tica. Cpn esta perspectiva de los propósitos del partido, se puede expli- independencia institucional.
car más ajustadamente la falta de oposición dentro del cortjunto del
movimiento obrero a estos primeros y decisivos intentos de Perón por
3. LA COOPTACIÓN DE LA CGT
afirmar su liderazgo dentro de la alianza gobernante.
En esta temprana pero aún indirecta confrontación con los diri- En su trayectoria hacia el poder; Perón había evitado hacer explícitos
gentes sindicales, Perón no había cuestionado la legitimidad del mo- los principios que gobernarían las relaciones entre los sindicatos y el
vimiento obrero como actor político. Más bien, se limitó a cuestio- Estado. Cuando se desempeñó con 10 secretario de Trabajo, había acon-
sejado a los dirigentes sindicales evitar los compromisos políticos,
argumentando que eran perjudio;des para la unidad del movimien-
to. Luego revisó esta posición, al tener que hacer un llamado a los
bencficío de la industria nacional; [ ... ] 15) control gubernamental sobre los precios
de los artículos de primera necesidad;[ ... ] 16) el reconocimiento de los sindicatos sindicatos para que lo secundaran en la resistencia a la ofensiva opo-
como entidades públicas cuyo rol en la resolución de los problemas fundamentales sitora. Ahora estaba en las vísperas de proponer nuevos cambios en el
del país debe ser respetado. y la asignación de representación a las asociaciones de vínculo de los sindicatos con la política.
trabajadores en todas las instituciones creadas a tal efecto; (... ] 17) la extensión de La batalla alrededor de la suem· del Partido Laborista se resolvió
un programa de seguridad social a los trabajadores industriales; [ ... ] 20) sanción del rápidamente. No fue, sin embargli. una batalla final. Como no tenía
congreso de toda la legislación laboral promulgada por el régimen militar; (... ] 21)
todavía en sus manos todos los resmtes del gobierno, Perón postergó
la construcción de viviendas públicas; [ ... ] 24) la extensión de la educación secunda-
ria y universitaria a toda la población; [ ... ] 25) la creación de escuelas técmcas públi-
poner en limpio sus diferencias nm los dirigentes smdicales con re-
cas; [ ... ] 28) el establecimiento de un sistema de seguro médico administrado por el lación al papel que les correspondía en la coaiición. La postergación
Estado. Reproducido en Carlos Fayt, op. cit., pp. 121-123. fue, en definitiva, bastante breve. El reclamo de los hombres del sindíca-
12
Para una discusión muy útil sobre este problema y su CJcmplificación en el . lismo por una parncipacíón ínformd pero 1gualitana en las decisiones de
caso del Partido Laborista británico, ver Tom Na1rn, <ffhe Naturc of thc Labour gobierno relativas al mundo del tr,1b,~o estaba en flagrante contrastc
Party». en Perry Anderson y Robín Blackburn. eds., Towards Sodalis111, Corncll Uni- ·con la visión que Pcrón tenía del 1rniv1miento obrero organízado corno
vcrsity Prcss, Ithad, Ncw York, 1966, pp. 168-169. Ver también la dis~usión general
agente político del mc1ente régímc11 En estas condiciones, los sindica-
realizada por Adolf Stumthal. «Somc Thoughts on Labour aud Political Act1011»,
Industnal Rclat1ons, Vmvcrs1té Laval,julio de 1962, pp. 244-258. listas y Penín quedaron en un cur'" de colisión inevitable.
22() Louise M. Doyo11 La derrota del pro)'ecto laborista 227

3. 1. Un esfuerzo por ganar el terreno perdido La victoria del dirigente de los telefónicos sobre Rodríguez se
puede explicar, en parte, como resultado del resentimie1,1to de mu-
Las diferencias a que hicimos refrrcncia se harían explícitas en enero chos sindicalistas contra la Unión Ferroviaria, que, por el peso de su
de 1947 alrededor del papel de Luis Gay, el recientemente electo organización, había monopolizado los órgan0s políticos. claves del
secretario general de la CGT y ex presidente del Partido Laborista. El movimiento obrero desde principios de la década del tremta. Tam-
prestigio de este antiguo militante obrero era ampliamente reconoci- bién incidió negativamente sobre la candidatura de Rodrígu:z la opo-
do. Había sido uno de los protagomstas centrales en la consolidación sición inicial de su gremio a la huelga general de octubreb. Pero el
del sindicato de los telefónicos durante los difíciles días de comien- triunfo de Gay, comparado con el triste desempeño de Borlenghi,
zos de los aúos treinta y, desde entonces, era un líder indiscutido en respondió asimismo a otro orden de factores: el estado de las relacio-
su gremío. También había tenido una participación destacada en la nes con Perón. El trámite de la designación del nuevo secretario ge-
jornada del 17 de octubre y, luego, como presidente del laborismo, neral fue un reflejo de la profunda inquietud existente dentro de los
había defendido en forma consecuente las aspiraciones de autono- delegados a la asamblea sindical, representantes en su mayor parte de
mía del sindicalismo en los nuevos tiempos. gremios incorporados a la CGT recién hacia fines de 1946 16 • Esa in-
La elección de Gay para dirigir la confederación sindical en no- quietud se nutría de una preocupación: la sensación de estar cada vez
viembre de 1946 fue hecha en contra de los deseos del presidente; en más al margen de las decisiones en el nuevo partido oficial.
realidad, su victoria constituyó poco más que un abierto rechazo al Una vez en la presidencia, Perón empezó a cuestionar implícita-
intento de interferir en I~ vida interna del movimiento. Habiendo • mente la legitimidad de la vocación política de los dirigentes obreros
finalizado el mandato del comité l~¡ecutivo presidido por Silverio en términos similares a los usados durante 1944. A fines de septiem-
Pontieri, Perón entrevió la oportumdad de limitar aún más el mar- bre, al dirigirse a los trabajadores textiles en el acto de !a firma de un
gen de libertad de que gozaba el sindicalismo y de disciplinar a su convenio colectivo, los aconsejó en los siguientes términos:
dirigencia. Para llenar la vacante, propuso a un candidato oficial con-
fiable, Ángel Borlenghi, quien lideraba el Sindicato de Empleados de No permitan que la política entre en los sindicatos. Las
Comercio y había sido designado recientemente rnmistro del Inte- entid~des sindicales tienen exclusivamente una función
ríor. A pesar del respaldo del jefe de Estado y del prestigio de su nuevo gremial, nunca una función política; una vez que la polí-
cargo, la candidatura de Borlenghí no despertó entusiasmo alguno. En la tica se haya infiltrado en las organizaciones profesiona-
reunión del Comité Central de la CGT convocada al efecto, se designó les de los trabajadores, éstas se derrumbarán y se harán
una comisión especial compuesta por veinticinco de los sindicatos más pedazos. Aquel que desee ser un verdadero dirigente
importantes, a fin de elegir una lista de candidatos. En esta primera Vllel-
ta, el postulante del gobierno recibiría sólo tres votos de sus antiguos --1; ~rila admisión de los mismos dirígcntes ferroviarios del peso de estos
colegas, contra diez para Gay y doce para Juan Rodríguez, de la Unión factores en la elección, consultar Unión Ferrovíaría, Libro de actas de la comisión
Ferroviaria. En vista de la evidente falta de apoyo, se eliminó su nom- dirr;ctiv~.
abril de 1947.
bre de la lista de candidatos 13 • Sometida a votación general en el Comi- Según un comunícado de la CGT publicado en la Re11ista de /a Co11stmcrió11, de
11,

té Central, Gay recibió 40 votos sobre un total de 77 11 . mayo de 1946, los sindicatos importantes que permanecían fuera de la _confcder.a-
nón eran el SUPE. La Fraternidad. la Asoctarnín Bancana, la Fcdei·ac1on Grenual
'-'Para un estudio detallado y valioso sobre estos acontc:rnrne11tos, ver Juan Carlos ia
de lndustna de la Carne y la Federación de "frabajadores de Luz y Fuerza. Para
Torre, «La caída de Gay». Tixlo es Histvnc1. N" 89, 1976. leer sobre los detalles referentes a los esfuerzos realizados por los sindicatos autó-
14 Además de Silveno Pont1en, los 1111c111hros renunnantl'S del comité ejecutívo nomos para formar una confederaCIÓll rival, que fueron abortados a comienzos de
J 947 porque sólo los sindicatos de los trab;uadorcs de los frigoríficos, del petróleo Y
fueron N éstor Álvarez (UTA), Amceto Alpuv (ATE). Jorge Nq• 11 (Sindicato de Cerve-
ceros) y Juan B. Ugaz10 (Sindicato Je E11111k.1dns MumnpaksJ [,,is nuevos miembros Jos 11iaqu1111stas permanecía fuera de la cstCr.1 de la (.;{;T, ver La Fraterrndad, L1brn
fiieron L. Gay (FOETRA). L. Correa (FOTI:\ l.J. Lo111bardí.1 (l 'T \)y A. Alpuy (ATE). de act;is tk I.1 corn1s1ó11 directiva, para los aflos 1946-1947.
228 Lo11isc M. Doyo11 La derrota del proyeclt> lab,1rista 229

smdical, debe defender a su organización de las ideas Después de 1111 designación v1s1té a Perón y me felicitó,
que están divorciadas de los fines gremiales; aquel que diciéndome que ahí en la presidencia había un equipo
desee ser político, que vaya al comité político. El gre- que me habría de asesorar sobre las declaraciones que
mialismo tiene un solo fin: defender un cuerpo profe- debía hacer y las medidas que; tenÍ'\ que tomar. Para no
sional de las vicisitudes diarias que se puedan presentar violentarlo enseguida, le respondí: «Mire, sefior presi-
[... ].No existe una sociedad mutual mejor que el sindi- dente, usted tiene muchos problemas importantes que
cato [ ... ] que debe trabajar con el objeto de poseer sus atender, así que déjenos a nosotros, los hombres que
propios hospitales, complejos habitacionales, asistencia tenemos veinticinco afios en el movimiento obrero, di-
médica y legal. Debe fomentar toda forma de ayuda que rigir la CGT». Él, con prepotencia, me replicó: «iEnton-
puedan brindar las agrupaciones humanas a sus miem- ces, a los sindicatos autónomos los dirijo yo!» «Bueno,
bros cuando la desgracia personal va más allá de la capa- ése es un problema suyo, sefior presidente, y de ellos,
cidad del individuo para soportarla 17 • pero -le puntualicé- a la CGT la dirigimos nosotros 19 ».

La sensación de marginalidad política que iba ganando a los líde- Este poco amistoso. intercambio de ideas prenunciaba futuras tor-
res obreros tenía sus razones. Los principales cargos directivos del mentas. A lo largo de los siguientes rrcs meses, Gay se ocupó de atraer-
nuevo partido habían ido a manos de los políticos de la ex UCR- las. Convocó a los diputados de ungen sindical recién electos para
Junta Renovadora. De la misma extracción eran los presidentes de- conformar un bloque informal que tuviera una personalidad dife-
signados en los bloques oficialistas de las dos Cámaras del Congre- renciada en el Congreso"º. Asimismo, promovió la creación de un con-
so18. Disconformes con esta flagrante violación del acuerdo de junio, sejo técnico asesor, 1megrado por profrsionales, para brindar asistencia a
que siguió a la disolución del laborismo, 28 diputados nacionales y los legisladores amigos y producir imc1ativas propias desde la CGT21 .
11 senadores de extracción sindical estaban considerando seriamen- Esta insistencia por preservar la capacidad de iniciativa del movi-
te romper con el partido y formar un bloque separado. Una decisión miento obrero y los esfuerzos por alcanzar una coparticipación in-
semejante podría haber quitado al partido gobernante los dos tercios formal en el gobierno constituyeron un nuevo desafío para las aspi-
de la mayoría necesaria para llevar a cabo cambios constitucionales. raciones de Perón en su búsqueda de la centralización del poder. Este
La asociación de Gay con este incipiente movimiento de protesta en desafío era tanto más serio porque provenía del sector que él mismo
el momento de su elección como secretario general de la CGT no consideraba la columna vertebral del peronismo. A menos que pu-
pudo haber pasado inadvertida. Es muy probable que quienes vota- diera imponer su liderazgo sobre el lírgano principal del movimiento
ron por él lo hicieran respaldando su postura intransigente a favor de sindical, antes de que éste se consolidara, el equilibrio de las fuerzas
la. independencia sindical. dentro de la coalición se vería afretado. Además, el presidente
Poco después de asumir su cargo, los puntos de vista contrastan- consideraba que las ambiciones políucas de la CGT apuntaban direc-
tes del secretario general y de Perón sobre esta cuestión se ventilaron tamente al corazón del nuevo ordrn en gestación, ya que podrían
en un áspero encuentro entre los dos hombres. conducir a una mayor polarización de la socíedad. Sólo un Estado
17
con suficiente autonnmía respecto de los intereses .sectoriales estaría
La¡ Razá11, 27 de septíembre de 1946.
1
' Hacia enero de 1947, e! partído se encontraba claramente en manos de los
Viejos políticos que controlaban su pres1denna a través de la figura del almirante
1" EntrcvJSta de J. C. li.11Tc reproduc1d.1 ,·11 su artículo «La Laida de Gay», ''P· cit.,
(RE) 11:isam::. Y tenían mayoría en el comité CJCcutivo. d Consejo Superior. Este p.84
equilibrio <le fuerzas se vuelve aún más evidente cuando se estudia la Junta Metro-
2" Entrcvísta de la autrn a con Luis c;.11·. 1n.1yo de 197..¡.
21
politana <le Buenos Aires, donde de vc111te m1c1nbros. sólo un destacado dirwente Entrevista con 1-lu"u !3dlo111, cmplc·.1dc1 de: la Secretaría de l.1 CGT, enero <k
smdical, el hermano del mmistro del Interior. tenía una banca. "' 1974.
230 Lottisc M. Doyán La derrota del proyecto laborista 231

en condiciones de administrar los conflictos propios de este momento yacía la condena inequívoca al curso de acción política auspiciado por
de rápido ca~bio social. Además, y porque consideraba al sindicalis- Gay para el movimiento obrero. En el momento en que el gobierno
mo el principal bastión del régimen, Perón no estaba dispuesto compar- comenzaba su lucha para erradicar las más ostensibles desigualdades
tir con nadie la conducción sobre este sector estratégico. sociales, el principio de la autonomía sindical se constituía en una
traición a la causa de la revolución porque, en los hechos, cuestiona-
3. 2. El Ejecutivo formula las alternativas ba la identidad de los intereses entre Perón y el movimíento obrero.
Los líderes sindicales no pudieron destruir la lógica de este argu-
Decidido a ratificar en forma contundente su liderazgo, Perón aguardó mento, sin negar tanto la legitimidad de un régimen favorable a los
el momento oportuno para desplazar a Gay. Ese momento llegó a trabajadores como la necesidad de contar con un frente unido contra
fines de enero de 1947. Para esa focha, arribó al país una delegación las clases propietarias, que era, por cierto, una amenaza más inme-
enviada por la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL) para diata para la1'causa obrera que las pos.turas autoritarias del gobierno.
investigar la acusación del ex embajador Spruille Braden de que el Era imposible desconocer que el programa de reformas laborales en
síndicalismo se hallaba cautivo de un régimen dictatorial. Deseoso curso estaba haciendo realidad las principales demandas de los traba-
de mejorar sus relaciones con los Estados Unidos, el gobierno había jadores. Las leyes formuladas por la Secretaría de Trabajo entre 1943
promovido la invitación a los smdicalistas norteamericanos para que y 1946 habían sido rápidamente sancionadas por el Congreso y, de
examinaran en primera persona la veracidad de esas acusaciones. Para este modo, puestas al abrigo de cualquier impugnación que las re-
su sorpresa, los visitantes descubneron a su llegada que el programa chazara por haber sido promulgadas por un gobierno de facto. Se
de actividades preparado por las :iutoridades consistía principalmen- habían designado líderes sindicales y personas estrechamente asocia-
te en visitas a sitios turísticos. Previsiblemente, hicieron conocer su das con el movimiento sindical como jefes de los Ministerios de Eco-
protesta y se tensaron sus relaciones con el jefe de Estado y funciona- nomía, Interior y Relaciones Exteriores, así como también en la Se-
rios gubernamentales. El intento por convertir la visita de los gre- cretaría de Trabajo; sólo el tiempo probaría que estos hombres eran
mialistas norteamericanos en un vehículo de propaganda había fra- leales, en primer lugar, al presidente 23 • Por último, y quizá lo más
casado. Sin embargo; con una hábil maniobra. Perón lograría usar ímportante, el gobierno había impulsado recientemente la negociación
este incidente para su beneficio drnunciando la confabulación de Gay de los contratos de trabajo y sus funcionarios estaban asumiendo un
con la AFL para abrir la confederación sindical a la influencia de los papel crucial en el apoyo a las demandas de los sindicatos, muchos de los.
Estados Unidos22 • Durante la semana siguiente al 20 de enero, Gay cuales aún eran demasiado débiles para imponerlas por su cuenta a los
se convirtió en el blanco de una maliciosa campaña de difamación empresarios. Aunque el frente unificado de la oposición se encontraba
desde los diarios oficialistas, que lo. presentaron como un agente in- seriamente erosionado, la resistencia que mostraban muchos patrones al
teresado en introducir una cuña entre el Ejecutivo y el movimiento reordenamiento de las relaciones laborales hacía prever que se avecinaba
obrero. una larga lucha. Para hacer frente a ·este desafío, era imperioso contar
Nunca antes el presidente había definido las diferencias políticas con los recursos combinados del gobierno y el sindicalismo. '
existentes entre él y la vieja generación de líderes sindicales en tér- Con esta perspectiva por delante, el secretario general de 17 CGT
minos tan brutales e irreconcili:iblcs. Por fin había dejado de lado toda se encontró prácticamente solo defendiendo con intransigencia la
ambigüedad. Bajo los cargos. lanzados.contra el secretario general, sub- .mtonomía política del sindicalismo. Con criterio realista, muchos

1'
!J C. Frcire, dirígcntc del sindicato del vidrio, fue nombrado Jefe de la Secreta-
'" Par.1 kcr uua versión de esta re11111011 entre Pcrón y el Comité I;jccut1vo de la ría de 11-aba,¡o; Áugcl Borlcnghi. del smdicato de empl!.!ados de comercio, m1111stro
CGT. c11 l.i que el presidente acusa a (;,1,· de tra1cili11, ver Unión Ferroviaria. Libro del Interior; H.:11mí11 CcrdJo. asesor de varios :.indicatos, mimstro de Finanzas; y Atilio
ck actas de la co1111s1<í11 directiva, m.1uu de 19-17. Branmglia, abogado de la Umó11 Fcrrnviana, mmístro de Rclacmncs Exteriores.
232 Lo11ise A1. Doyo11 La derrota del proyecto lahonsta 233

de sus colegas veían al gobierno como un socio indisponsable en sus tructuras del partido no cesarfanT. Durante el resto del afio, varios
enfrentamientos con los emprésarios. La ruptura con Perón produciría, líderes obreros continuaron buscando apoyos para defender a las agru-
además, su completa marginación del proceso de cambio en marcha. paciones sindicales 28 , La resistencia hacia los políticos profesionales
Como argumentó el líder del sindicato de los trabajadores del Estado: seguía teniendo la fuerza suficiente como para que El Líder, un diario
"... si nos retiráramos del frente del movimiento obrero ahora, dejaría- patrocinado por el gobierno, hiciera suya una versión moderada del
mos la puerta abierta a los oportunistas que tratarían de manejar los gre- ideal laborista a lo largo de la primera mitad de 1947.
mios para satisfacer sus intereses personales" 24 • A fin de no dar más ar-
gumentos a la oposición, que buscaba ansiosamente un conflicto en el La resolución de los trabajadores de intervenir en la orga-
vértice de la coalición para desacreditar al régimen y sus políticas, una nización del partido introducirá un elemento nuevo y
vez más aceptaron en forma reticente su subordinación a la dirección del casi revolucionano en las actividades cívicas del país. Aun-
gobierno. Gay presentó su renuncia y luego lo hicieron los demás miem- que es cierto que resulta sensat0 y aconsejable separar los
bros de la conducción de la CGT, algunos para abandonar la vida públi- intereses gremiak-s de las preocupaciones políticas, tam-
ca, otros para replegarse a sus respectivos gremios. Sus lugares fueron bién es cierto que riíngún grupo nene más derecho a gra-
cubiertos por dirigentes más complacientes a las necesidades políticas vitar sobre la escena política nacional que los trabajadores
oficiales25 • De este modo, la CGT dejó de aspirar a ser un representante organizados que constituyen el segmento más importante
del movimiento obrero ante el gobierno, para comportarse más bien de la comu111dad política[ ... ). Y resulta natural que los po-
como el representante del gobierno ante el movimiento obrero. líticos profesionales vean este desarrollo con alarma, como
una interferencia sin garantías en su dominio privado. Por-
que el verdadero intruso es y siempre será esta raza de
3. 3. El control del régimen sobre el partido profesionales que pontifican sobre los problemas de los
Unos días después, la derrota política de los laboristas fue consuma- trabajadores sin haberlos expcrime111tado jamás 29 •
da, cuando se limitaron aún más los derechos de los gremios cómo 27 El conflicto entre los dirigentes sindicales y los políticos de la Vieja línea se

un sector diferenciado dentro de las estructuras del Partido Único de superpuso a la luchJ por lograr influencia entre diversos íntereses locales. En el
la Revolución Nacional. A comienzos de febrero de 1947, el Conse- último caso. «estos conflictos generalmente tomaron la forma de intereses locales
jo Superior establecería que las agrupaciones sindicales, concebidas [ ... ] compitíendo entre si por demostrar qu1c'!1es eran 'más peromstas' en su lucha
originalmente para funcionar en forma independiente dentro de la or- por obtener los frutos dd c.trgo [ ... )y rcs11lta claro que los intereses en danza no
eran los de la clase obrera smo los de los ex políticos, tanto radicales como conservado-
ganización, a partir de ese momento sólo podrían operar después de que
res. Hacia 1947, se h1zn evidente que el fut11ro electoral del pernmsmo era brillante
las autoridades del partido hubieran autorizado su formación 2r'.
y que el ascenso por medio del partido podría ser rápido y ventajoso. Debido a que
Sin embargo, los fuertes antagonismos que conmovían las es- ninguno de estos grupo' poseía una bas,, de poder mdependiente, los conflictos
entre ellos tomaron la forma de una luch:1 por asegurarse favores de los dirigentes
24
Asociación de Trabajadores del Estado, Libro de actas de la comisión directi- del partido, y en lo posible" de Perón mismo Este constituye un factor de cierta nnpor-
va, marzo de 1947.
tancia en el dommio postcn<·Jr del partido pm parte de las autoridades centrales, ya que
25
Entre los nuevos miembros del Comí té Ejecutivo, figuraban el sindicato de por- ello aseguraba que éste atra¡cra gran cantidad de funcíonanos y 110 se viera obstaculizado
teros, la AOT, el sindicato de la industria vitivinícola y la asociación de cc1veccros. por disputas entre la dingcnu,1 y las secc1011,tl,·, !... J liana fines de l'J48, la mavor parte
21
' El 3 de febrero, el Consejo Superior entregó una resolución que establecía
de estas disputas se hab1an resucito mu la \'tdL1na de uua facnún sobre b otra" \Valtcr
que codas las agrupacwnes smdicales debían fusionarse con los centros políticos.
Littlc, "Party and Sta te 111 !'et omst Argc11t111.1 .. , np. cit., p. 65 l.
pero el repudio fue tal que se llegó a una solunón concertada por la que fos órganos !«Hasta Monsalvo. q11c ne¡.,'<lba tan fcrl'lc'IHC!11cntc b cx1ste11c1a de cuak¡u1er con-
sindicales, a fin de funcionar, debían primero ser reconocidos por las autoridades parti- flicto de 111tcrcses entre lo• trncmbros de la LL1.tl1c1ó11, scrfa un part1npa11tL· acm·o en t:sta
darias y devar la lista de sus afiliados a las autoridades políticas. Para leer sobre el debate contuma lucha intt:rna. qm prndt~o su c:q,1uJ,1n11 tcmptn~ma del partido e11111ayu de 1'l47
que prodtljO la resolucíón del 3 de febrero, ver E/ Líder. 5-7 de febrero dt: 1947 '"E/ Lídl'r, 23 de 111a\ ,, th: 1947
234 Louisc M. Doyo11 La derrota del proyecto laborisra 235

En septiembre de 1947, se produjo un último episodio en los para arraigar y establecer una organización de base en condiciones de
esfuerzos por asegurar una presencia independiente del sindicalismo movilizar a los peronistas. Con el paso del tiempo, el Partido Pero-
en e! partido. En esa fecha, se realizaron las primeras elecciones in- nista, como indicaba su reciente cambio de nombre, iba a funcionar
ternas y en ellas los dirigentes sindicales decidieron presentar sus como una extensión de la voluntad de Perón. Esta condición fue forma-
propias listas de candidatos. Con excepción de la provincia de Tucu- lizada dos aiíos más tarde, cuando una modificación de su carta orgánica
mán, donde la FOTIA dominaba la escena políttca local, la derrota le daría al presidente el derecho de alterar todas las decisiones tomadas
de los smdicatos fue total. Los resultados fueron especialmente des- por sus autoridades formales, revisar la lista de todos los candidatos, así
alentadores en la Capital Federal. Aquí la lista smdical incluía a algunos como también el de presentar cualquier asunto que él considerara con-
de los líderes más prommentes del movimiento y, sin embargo, obtuvo veniente en un congreso o plebiscito partídario32 • Al final de cuentas, el
sólo 3.951 votos contra los 14. 951 que respaldaron la lista oficiaPº. Este partido sería una estructura escasamente operativa y, en los hechos, el
postrer revés a manos de los acólitos de Perón marcaría el colapso de los régimen se vio obligado a continuar confiando en los aparatos sindicales
esfuerzos individuales por constnur una posición destacada para el para la movilización política de su electorado obrero.
movnniento obrero dentro de la estructura del partido. Con él, des-
aparecieron los últimos vestigios del ideal laborista31 . 4. UN NUEVO MODELO DE SINDICALISMO POLÍTICO
Los resultados de las elecciones internas, en las que sólo votó el
13% de los afiliados empadronados, no sólo subrayaron la debilidad La disolución del Partido Laborista y el desplazamiento de los cuadros
de los sindicatos, también mostraron el fracaso del propio partido sindicales de ese origen, tanto de la CGT como del partido oficial, signi-
ficaron una reestructuración de las relaciones entre el gobierno y el
'''Entre los dirigentes gremiales que eran candidatos de la lista verde sindical de movimiento obrero organizado. Sin embargo, debe destacarse que estas
la cmdad de Buenos Aires, se encontraban: B. Álvarez (SUPE), M. Álvarez (Unión
iniciativas no füeron el preludio de la exclusión total de los represen-
Ferroviaria); por la UTA, su secretario ¡_;rneral, D. Carballido, así como también A.
Álvarez y A. Crapa, miembros en ese. momento de su Comité Ejecutivo; por la
tantes de los trabajadores del proceso político. El nuevo orden pero-
UOM, H. Salv~. G. García, A. di Pasqua. destacados dingentes nacionales; por el nista era autoritario por naturaleza, pero diferiría claramente del viejo
sindicato maderero. B. Monsalvo, su secretario general. y G. Fcrnández; A. Peralta, orden oiigárquico porque continuaría siendo un orden inclusivo.
José Costoya, y G. Schíssí, secretarios l;C11eralcs de los smdicatos vitivinícolas, pa- Modelado según las líneas corporativistas, el naciente orden pe-
naderos y portuarios. respectivamente. l'ur último, también la integraban represen- ronista no contemplaba la existencia de actores sociopolíticos que
tantes de los s1gt11entes smdicatos: tab.icileros, bancarios. químicos, luz y fuerza, articularan en forma autónoma sus demandas competitivas y conta-
mu111cipaks, papeleros, telefónicos, construcción, textiles y cmplcados del Estado.
ran con derecho de iniciativa y veto en el proceso de toma de decisio-
-' 1Una vez más, la tínica excepción fue la agrupación de trabajadores del azúcar
de Tucumán, que mantuvo un control nnportante sobre el aparato del partido provin- nes. Al revertir la jerarquía de autoridad característica del sistema
nal hasta la huelga de 1949, que motivó la n1tervención de su sindicato. La influencia de liberal, el Estado, según lo expresa David Apter, "se convirtió en la
la FOTIA era tal que, para esta fecha, era la tinica capaz de imponer sus candidatos a las variable independiente" y se apropió del monopolio exclusivo de los
autoridades partidarias para ias clccdone> de marzo de 19-18 de la Cámara de Diputados poderes de decisíón 33 • La participación de los intereses organizados
nacional. (Para leer sobre la cobertura quL· se dio al conflicto que este hecho provocó con
las autoridades nacionales del partido, vc1 L1 Gaceta de Tucum:ín. de enero y febrero de todas las demás provincias y en la Capital Federal. el liderazgo político del partido de!
1948). Sin embargo, el acuerdo del sind1c.1t" para compartir l.1 lista con la Junta Renova- gobierno no tuvo contrincantes y cimentó aún más su control 1111po111cndo una lista
dora prodt!JO una div1s1ón entre sus din!.!c·utes, y d grupo 111;ís mtransigentc creó un oficial de candidatos que reflejaba sus puntos de vista.
-' Gcorge l. Blansktcn, Pcrou's ..-l1;~rntí11a. University oi Ch1cago Press, pp.
2
p.wudo smdical mdependicnte que apov.1h.1 al gobierno. No nbstante, d Frente Obrero
obturn sólo el 20% de los votos contra el 1ill"\, del grupo oficial (f:I Líder. 19 dr marzo de 335-338.
J9-18). Uua jugada parecida híc1ero11 ab111os dirigentes s111dicales en la provmoa de ·'·'David Aptcr, «Notes for a Thcory of Non-DemocratlC Part1c1pat1011". en D.
S:mta Fe. pero el Partido Obrero de la l(,·1nluc1ón n.:u1mí s<ilo el 18% de los votos en Apter, So111c Ct>11cepl11cil ilpproad11.·s 10 1/1c St11cly <?f.'vloclemh:e11i1>11. l'rc11t1ce l-Iall. New
cnmpar.1c1t\11 con cl-19º/,, del Partido l'nu111sta (J.c1 Cc1pi1al. 21l de marzo ck 1948). En Jcrscy, 1968. p. 306.
236 Lo11isc lvf. Doyo11 La derrota del proycct,, laborista 237

dentro de su esfera reconocida de actuación se realizaría en un nivel Ahora bien, hay que convemr rn que la participación otorgada a
subordinado y bajo la supervisíón del Estado. No obstante, este esce- los sindicatos fue nüs testimonial que efectiva, ya que no vino acom-
nario institucional le garantizó al movimiento obrero un lugar com- pañada por facultades decisivas sobre el proceso de toma de decisio-
paratívamente más importante que el que tenía hasta entonces. Como nes. Los sindicatos no disponían del poder para alterar el curso gene-
en el pasado, la organización sindical seguiría siendo el órgano privi'- ral de las políticas públicas, que se mantenía férreamente bajo el con-
legiado en la representación de los intereses económicos de los trabaja- trol del presidente. Sin embargo, no creemos que su inserción den-
dores. La novedad radicaría en la naturaleza de sus relaciones con el tro del aparato del Estado consistiera simplemente en un subterfugio
Estado. Esto es, ya no funcionaría como un agente externo que aplicaba de manipulación. Aun en medio de restricciones, esa inserción ofre-
presión sobre el gobierno, sino que formularía sus reclamos desde la cería a las organizaciones sindicales una oportunidad sin precedentes
favorable posición que se le reservaba dentro del aparato del Estado. para proponer ajustes a las políticas públicas y pondría a su alcance
La ocupación de los principales cargos del partido con políticos una plataforma privilegiada desde donde podían interceder a favor
leales y confiables se equilibraría con la incorporación de represen- de sus problemas individuales. Todo ello contribuyó a crear la ima-
tantes de los trabajadores en diversas instituciones administrativas, gen de una relación simbiótica entn.: el movimiento sindical y el go-
ejecutivas y consultivas.Junto a los puestos de asesores dentro de la bierno, que sirvió para consagrar la autoridad del régimen a los ojos
Secretaría de Trabajo y sus dependencias provinciales, los sindicatos de sus seguidores. Como recordaría un líder sindical, que representa
colocaron representantes en comisiones permanentes encargadas de la opinión de muchos durante esrc período:
proyectar y regular la legislación laboral, asimismo contaban con parti-
cipación en el Instituto Nacíonal de Bienestar Social, una agencia se- El gobierno de Perón nunca tomó una medida impor-
miautónoma que administraba los fondos de pensiones y j9bilaciones. tante que pudiera afectar :i los trabajadores o tener
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en los sistemas cor- repercusión en la economía sm consultar primero a la
porativistas establecidos en otros países de América latina, el acceso CGT. Fui míembro del Conuté Ejecutivo de ia CGT
de los sindicatos a los procesos decisorios no se canalizaría exclusiva- por muchos aiios y puedo g::irantizar que la CGT no fue
mente a través del Ministerio de Trabajo. Ei movimiento sindical se un apéndice del gobierno, era el gobierno 35 .
sentaría a la par de los empresarios en el Consejo Nacional Econó-
mico, el órgano consultivo que reemplazó al Consejo de la Posgue- La institucionalidad corporatív1sra establecida por el régimen pe-
rra. También designaría a delegados asesores ante ei Ejecutivo nacio- ronista, al mismo tiempo que le aseguraba al movimiento obrero un
nal y varias gobernaciones de provincia. Por último, la CGT obtendría el papel limitado pero importante, k m1puso, lo sabemos, pesadas obli-
privilegio de participar en las reuniones de gabinete, además de las reunio- gaciones y responsabilidades. Una vez reconocido este hecho, cabe
nes semanales con el presidente. Como se verá en el capítulo siguiente, agregar, sin embargo. que es imposihle entender la complejidad de las
la ubicación que les fue reservada a los voceros del mundo del trabajo relaciones entre el movimiento obren 1 y el Estado concentrando la aten-
comportó un; gravitación dentro de la alianza gobernante muy superior ción sólo sobre los vínculos instimrnmales establecidos. Más bien, hay
de aquélla de sus pares, tanto en Brasil como en México34 . •que ubicar esas relarnmes en el marcu del sistema político y observar sus
consecuencias. A primera vista, una estructura corporativista de repre-
" Para estudiar ia fiJrma de msercióu del movümcnto nbrcro en el Estado y sentación de intereses habría llevado ,1 l.1 anulación del sindicalismo como
realizar una evaluación de su 111flue11c1a en Brasil, ver Philippe Sch1111ttcr. Iutercst actor social. No obstante, como seii,1la David Collier:
Co11jlíct a111/ l'olít1c11/ Clwugc Íll Brazíl, Stanford Umvcrsity Pn:ss, Stanford, 1971; y
Kcnucth Pan! Enckson. «Labonr m the Polit1cal Proccss in füazil: Corporat1sm m a Cárdcuas, ver Barry C.1rr . .\fo11í111imto obrn« )' btat!o c11 M,;Xtúi, México, l'J7ll: y A.r-
Modcrn1zmg Nanon». disertación doctoral médita, Universidad de Columbia, l 970. naldo Córdoha. Lt ¡wl/11.-,; de 111asas tic/ c.trd.-111.•111'>. Sene Popular Era, Méxíc o. 1<)7.¡_
Sobre MexICo, desde el momento de la revolncHín hasta el tinar del régunen de ·" Ratad Gi11occh10. l'rnyecto de [·fo¡," u t )r:il. Instituto Di Tc.lla.
238
Louisc M. Doyo11 VIII. EL CONFLICTNO CAMINO
A LA REFORMA SOCIAL
La conceptualización del corporativismo sólo en térmi-
nos de estructura, ya sea formal o informal. no puede
por sí niisma formar la base de un análisis adecua~o.
Estructuras similares pueden tener diferentes functo-
nes en contextos muy diferentes [ ... J. Una variedad
asombrosa de orientaciones políticas -en términos de
un espectro de derecha a izquierda- se ha asociado al
corporativismo en Amé nea Latina [... ] . Se p~1eden. us~r
estructuras similares para ratificar o consolidar d1stn-
buciones muy diferentes de poder polít1co y económico.
Hasta cierto punto, la comprensión de una estructura
brinda un conocimiento profundo de los 111cdios con los La derrota del proyecto laborista ha sido interpretada como el hito
que se logran ciertos fines. pero no de cuáles son esos que marca la interrupción de la historia del movimiento obrero or-
fines, o quién busca lograrlos. Sin embargo, este con- ganizado como actor social, una historia que habría de ser retomada
texto de relaciones de poder es precisamente el que hace sólo después de la caída del régimen peronista en 1955. De acuerdo
36
que el análisis de la estructura resulte mtcresante con esta interpretación, este largo intervalo está dominado por un
gobierno autoritario y una masa regimentada, manipulada desde arri-
Volviendo a nuestro caso, digamos que si bien se pudieron mani- ba, compuesta principalmente por migrantes recientés que carecían
pular los lazos con el movimiento obrero orgamz.ad~ con vis~as a de una clara conciencia de su posición como trabajadores en una so-
aumentar la autonomía.relativa del régimen, en el s1gmente capitulo ciedad capitalista industrial. Para analistas como Robert Alexander,
podrá observarse que nunca se pudo suprimir del todo la depe~den­ que ubica los orígenes del peronismo exclusivamente dentro de las
cia política de Perón del respaldo obrero. Los trab~¡ad.ores retuvieron filas de esta "nueva" clase trabajadora, la disolución del Partido La-
un cierto grado de control sobre los recursos orga111zac1onales para borista y la cooptación de la confederación representan la captura
formular sus demandas y éstas debían ser temdas en cuenta en las final de los últimos focos de resistencia obrera en manos del líder
políticas públicas si el presidente deseaba mantener sus mayorías elec- populista. Por otra parte, aquellos pocos estudiosos, como Samuel
torales. En consecuencia, la estructura corporat1v1sta de representa- Baily, que han destacado la participación de la vieja guardia sindical
ción de intereses no basta' por sí sola para explicar satisfactoriamente en el tránsito de Perón al poder, consideran estos desarrollos como el
el fenómeno y la dirección del pcronismo después de 1946. Sólo puede resultado inevitable de la fusión de los dos componentes del movi-
servir como punto de partida. miento obrero de la época, puesto que los nuevos trabajadores, de ori-
gen migrante, eran más numerosos e influyentes sobre la movilización
de masas. Con estos elementos en el punto de partida, no quedaría más
alternativa que concluir que el Estado fue la fuerza propulsora de la empresa
reformista d~p11és de 1945. Entretanto, la masa de los trabajadores. predis:-
puesta psicológicamente a una relación patemalista, limitaría sus redamos
al rec0110dmiento de aquellos derechos sa11do11ados por las autorídades y co1ifiaría11
"'David C:ollicr, «Varietics ofLat111 \111erica11 'Corpor.1t1sm'», traba_¡o presenta- pasit1aJ11e11te e11 estas últi111as para stt <jecució11 1 •
do l'l1 el Eurncntro Anu~il de la Amcnc.111 l'nlitKal ScicticT •\ssociatíon. San Francis-
co. septiembre Je J 975. p.20. Ver tarnh1c11 l'liilippc Se h1n1ttcr. aStill thc Century of 1Robcrt Alcxandcr. 71rc Pcrá11 Ercr. Columh1a U111vcrsity Press, Ncw York. l 'J5J.
Corporatism;,, Thc Rcl'ÍCll' <f Polirits. c1i.·1 •>de 1974.
Louise M. Doyo11 El co1iflicti110 ca111i110 a la rqorma social 241
240
gobierno peronista, en donde dist111gue entre organizaciones gremia-
Al examinar los datos de la situación hacia 1946, sería muy poco
les tradicionales y nuevas 3 . Ambos autores han hecho una valiosa
sensato restar importancia a la derrota del proyecto laborista y a la
contribución al llamar la atención sobre una realidad muy diferente
pérdida del control sobre la CGT, dos hechos que condensaron la
de la que preside el conjunto de la bibliografía existente. No obstan-
capitulación final del movimiento sindical al liderazgo político del.
te, la sinopsis bastante superficial que ofrece Rotondaro y el enfoque
presidente. Sin embargo, entendemos que no es válido extraer de
n:ás centrado ~n casos ejemplares que organiza la investigación de
estos hechos una conclusión que comprenda a la totalidad de la
L~ttle no permiten _alcanzar una v1s1ón comprensiva del impulso sin-
acción de los trabajadores sindicalizados en sus diversos niveles.
dical hacia la creación de un nuevo equilibrio de las fuerzas sociales
Perón pudo, en efecto, sofocar las pretensiones de autonomía po-
en la Argentina de la posguerra .
. lítica de los sindicatos, pero no pudo o no quiso anular al mismo
~on la ayuda de archivos simlicales, do_cumentos oficiales y en-
tiempo su función como agentes de la lucha económica. El análi-
trevistas a destacados líderes sindicales de esa época, trataremos de
sis que se presenta en las páginas siguientes destacará las serias
presentar un retrato más acabado de la decisiva transformación que
deficiencias de la versión canónica, las cuales le impidieron ver
entonces tuvo lugar. Prestaremos atención, primero, al papel del sm-
que el cese de la dialéctica política entre la CGT y el gobierno no
dicalismo dentro de la coalición política. Al exammar esta cuestión,
anuló la participación de los sindicatos en la redefinición del lugar
se podrá advertir que, a pesar de la creciente centralización de los
de los t¡rabajadores en el ámbito del trabajo y la sociedad. Este lugar
c~ntroles políticos en manos de Perón, el movimiento obrero orga-
que les fue preservado y la eficacía con la que lo utilizaron habría de
mzad·º· s~ afianzaría cor:io un factor de poder por derecho propio y
permitirles sobrevivir relativamente indemnes a la caída del régimen
adqumna una grav1tac1ón sobre las políticas públicas en un nivel
peronista, al contrario de lo que ocurriría con los sindicatos en el Brasil
nunca antes alcanzado. Esto fue particularmente visible en la arena
de Getúlio Vargas.
eco?~mic~, donde la reconstrucción de las luchas sindicales per-
Al leer la escasa bibliografía disponible sobre este período, la ta-
mlt1ra verificar su papel protagóníco junto con el Estado en la
rea que nos hemos propuesto puede parecer equivocada y, por ello,
producción de las importantes reformas laborales que hasta en-
inútil. En ella, el movimiento sindical desaparece como actor prota-
gónico bajo el emergente régimen peronista. Hasta el momento en
t~n~es, se atribuían exclusivamente a la iniciativa g~be~namental.
S1 bien estamos lejos de presentar una conclusión definitiva sobre
que realizamos nuestra investigación, sólo dos estudios han buscado
el tema, las evidencias que ofrecemos a continuación deberían
revertir este diagnóstico, presente tanto en panfletos políticos como
desterrar la imagen de un mov11111ento sindical monolítico, so-
en trabajos académicos. Nos referimos, en primer lugar, a Rubén
metido al régimen desde el comienzo de su primer mandato. La
Rotondaro, quien ofrece una descripción a vuelo de pájaro de algu-
trayectoria y la dinámica de los conflictos laborales pondrán de
nas de las tendencías registradas durante esos años, en el contexto de
mamfiesto que, en adelante, ei desarrollo social y político en la
una ambiciosa reconstrucción de la experiencia del movimiento obre-
Argentma ya no se podría comprender sin tener en cuenta la movi-
ro desde principios de siglo hasta el presente2 . En segundo lugar,
lización de los traba¡adores.
contamos con el inteligente y bien fundado trabajo de Walter Little
Retomando el hilo de nuestr.1 reconstrucción histónca, señale-
sobre la reacción de los diversos tipos de sindicatos a las políticas del
mos que la movilización de los tr.iba¡adores y el protagonismo mili-
tante de los sindicatos no cesó con L1 mstalación de Perón en la prc-
S. !3aily, Labo11r. Natio11alis111. al/(/ Politics i11 A1gc11111ia. Rutgcrs U mvcrs1ty Prcss, Ncw s1denc1a, como lo puso de rnanifücst\l la sucesión de importantes con-
BnmswICk, Ncw Jersey, 1968; y Georgc Blaukstcn. op.cit., constituyen fos textos
m;ís unportantcs cu mglés que sostienen esta tesis.
' Rubén Rotomlaro, Realidad y ca111b10 rn el s11ulirr1/is1110. Ed. l'lc~mar, Buenos
;Walter L1ttk. «Or¡;.1111zcd Labom .rnd rhe Pero111st Statc». traba_10 médito. Uni-
vcrs1dad de Glasgow. 1'l72.
Aires, 1'J71.
242 Louisc M. Doyo11 El co1iflicti/lo ca111i110 a la rqorma social 243

flictos laborales.' El análisis de éstos provee un buen punto de partida 1. LA EXPANSIÓN DE LA ORGANIZACIÓN SINDICAL
para continuar revisando las interpretaciones heredadas. Hasta ahora
ha prevalecido una mirada bastante negativa, tanto con respecto a su Charles Tilly, en su excelente estudio sobre el conflicto industrial en
valor instrumental como a su racionalidad. Sobre la base de observa- Francia durante este último siglo, recuerda al lector un hecho funda-
cíones superficiales, se ha consíderado a la mayorfa de las huelgas mental pero, a menudo, olvidado: la organización es un factor cru-
explosiones espontáneas y preves que fueron posibles más como cial en la expresión del descontento social. Así, afirma que el estalli-
resultado de un clima político iniculmente favorable que como sig- do de huelgas "depende claramente de la disponibilidad de una es-
no de la expansión de la sirl.dicalizac1ón. También se ha relativizado tructura que, por una parte, identifique, acumule y comunique el
su incidencia en el proceso de las reformas. Un ejemplo caracterís- descontento y, por la otra, facilite la acción colectiva" 6 • El peso de
tico de este punto de vista se encuentra en los primeros trabajos de esta dimensión en la expresión y estructuración de la protesta la con-
Gino Germaní. En ellos, el significado de la mayoría de las huelgas vierte, por lo tanto, en un elemento fundamental, que permite ir
se reduce a la satisfacción psicológica que éstas pueden haber produ- más allá de las descripcíones impresionistas de los militantes y los
cido en los participantes en su lucha por afirmar su dignidad en el periodistas, y obtener, en consecuencia, un cuadro más completo de
entorno deshumanizado de la vida en las fábricas y empresas. En las tendencias de la movilización socíal en el transcurso del tiempo.
verdad, Germani deja de lado los resultados tangibles de estas pro- Las estadísticas generales sobre afiliación sindical que se detallan
testas y les asigna una función e"--presiva más que instrumenta14 .• a continuación abarcan el período que va de 1945 a 1950 y se han
Los únicos conflictos que han recibido una atención más cuida- tomado sobre la base de datos reunidos de las actas de sindicatos y de
dosa fueron los efectuados por los bancarios (1948, 1950), los grá- documentos del gobierno 7 •
ficos (1949), y los ferroviarios y los empleados marítimos (1950),
dirigidos, en general, por dirigentes sindicales con una trayecto- Afiliación sindical entre 1945 y 1950
ria previa a 1943 y con vínculos con la oposición política al go- 1945 1948 1950
bierno. El privilegio que se les ha concedido se ajusta bien al en- Industria 212.518 (100%) 95.752 (374%) 1.088.781 (512%)
foque político con el que fue analizado este momento especial de
la historia sindical argentina5 . Transporte 194.570 (100%) 306.977 (158%) 311.623 (160%)
Como paso previo al análisis de la explosiva erupción de huelgas
después de 1946 y sus repercusiones, nos parece necesario estudiar Servicios 130.326 (100%) 430.196 (330%) 592.000 (454%)
el crecimiento de la afiliación sindical que, a nuestro juicio, estuvo
íntimamente relacionado y sobre el cual no existen evaluaciones pre- Total f
537.414 (100%) 1.532. 925 (285%) 1.992.404 (371 %)
cisas en la bibliografía disponible.

- -Gino
- - Germaní,
4
- Política y sociedad c111111a fpoca ele tra11sició11, l'a1dós, Buenos Aires,
1
' Charles Tilly, Strikes i11 Frm1ce, 1830-1968, Cambridge U nivcrsity Prcss. l 974, p. 46.

1974, p. 342. La opímón menos sofisticada pero más popular sobre los conflictos '( La ausencia de un análisis detallado y completo del movimiento de afiliación
laborales en la época peromsta se puede· e·ncontrar en Julio Mafud, Socio/o.~ía del smdical entre 1946 y 1955 se debe a las graves dificultades que presrnta la tarea de
pcro11is1110, Ed. Amcncalce. Buenos Aire:<. 1!)72. pp. 111-112. La visión común sobre encontrar material confiable. Esto, en parte, es el resultado de la naturaleza mísma
las huelgas, de políticos oposítores y anah>tas dd período, puede encontrarse en el del proceso de llr!,'<tnizacíón, cuyo movinnento dinámíco hacía que a los smdica;os
diario socialista Rc(<lllSfl'í/Ír, septiembre de 194h. les resultara difícil llevar un registro detallado. La escasez de documL·ntos también
' Una breve· smops1s de estos crn1tlictns aparece l'll H. Alcxander, op. cit., es d resultado de la amplia destrucción de los archivos laborales después de ia caída
pp.92-9-t. Se pucLk encontrar uu est11diu m<Ís detallado c11 , l listoria del pernnis- del rcg1111e11 perouísta. Debido a estos senos obstáculos, los datos pn·sc11tados tu-
1110». Pri111crcr Pf,111,, 1')(17
v1cro11 que ser recogidos de diferentes fol'11tes, a veces contradíctona!'- Las cifras 110
244 Lo11isc M. Doyon El co1ijlictitJo cami110 ,1 /,1 r~forma social 245

Al observar los datos precedentes, resulta evidente que el creci- Porcentaje de perso!lal asalariado organizado por rama o actit1idad
miento en la afiliación parece haber alcanzado un impulso vertigi-
noso después de las elecciones generales y, como se verá seguida- 1948 1954
mente, la tasa de sindicalización llegaría a su máximo nivel al mis- Personal Porcentaje Personal Porcentaje
asalariado afiliado asalariado afiliado
mo tiempo que los conflictos laborales registrados mostraban su
mayor curva ascendente. Además, el sector industrial fue el que Agricultura 999.000 s/d 934.200 6%
mostró la tasa más pronunciada de cambio durante el período que Industrial 1.378.600 51% 1.466.600 55%
se analiza. Esta impresionante avalancha de nuevos contingentes Construcción 359.400 15% 1 377.500 41%
. no representó, sin embargo, un cambio meramente cuantitativo Comercio 442.600 21% 449.100 29%
en el tamaño del movimiento. El siguiente cuadro ilustra clara- Transporte 303.900 101%* 350.100 117%*
mente que también alteró la composición interna del sindicalismo, Comunicaciones 59.300 65% 71.500 52%
a medida que los trabajadores industriales desplazaban rápidamen- Bancario y Finanza 56.000 70% 68.500 70%
te de la primera línea del sindicalismo organizado a su contraparte en Gobierno 678.200 22% 789.400 51%
el sector de servicios. 17% 699.800 30%
Servicios 659.900
Total urbano 4.025.500 38% 4.369.600 50%
Proporción de afiliados por sector entre 1945 y 1950
Total 5.024.500 30% 5.303.800 42%

1945 1948 1950 *Aquellas actividades clasificadas bajo el rubro 'Transporte' que no concuerdan
Industria 39,5% 51,9% 54,6% 1 con los datos recogidos por la CONADE-CEPAL (Distrib11ció11 del ingreso y meutas
Transporte 36,2% 20,0% 15,5% nacionales eu la Argentina: Vol. V. Buemis Aires, 1965, pp. 84-85) se limítan a los
sectores marítimo y acronáutíco; dado que las cifras de afiliación que aparecen
Servicios 24,2% 28,1% 29,7% en los registros de la CGT resulran confiables, creemos que en estas dos catego-
Total 99,9% 100,0 % 99,9% rías existen definiciones conflicuvas ei1 cuanto a estas acnvidades.

Para tratar de formarse una idea respecto de la posición de poder viaria contaba aparentemente con el registro disponible más confiabk sobre el au-
mento del número de sus afiliados, se us.1ron estas cifras como base para calcular la
relativa del sindicalismo organizado -y de los diferentes grupos que
cantidad de afiliados de los restantes miembros del CCC. El posterior control cruzado
incluye- frente al sector empresarial, también resultarelevante la
de los resultados obtemdos con datos pron:níentes de los registros de otros sindica-
medida en que los sindicatos pudieron penetrar en el mercado labo- tos confirma la razonable precisión de estos cálculos.
ral. La evidencia disponible permite realizar una medición aproxi- Sin embargo, los registros del CCC bnndan sólo datos limitados sobre e! alcan-
mada de la posición lograda durante el período completo. ce de la afiliación entre 1946 y 1948. En prnncr lugar, muchos smdicatos importan-
tes y un gran número de sindicatos me11orcs no estaban afiliados a la CGT en 1946.
se deben tomar como representativas de un número exacto de afiliados para ningu- Éste fue el caso, por eiemplo, de la Asociarnrn Bancaria, el Sindicato de Traba_¡adores
no de los cuatro af!os analizados; sm embargo. el amplio control cruzado confirma de Luz y Fuerza de Buenos Aíres, el Sindicato Único Petroleros del Estado, La
la veracidad de la tendencia registrada en este estudio. Fraternidad, la Federación Gremial de 'fr:iha_¡adores de la Industria de la Carne y el
El pdríodo 1946-1 '>48 presenta problemas especiaics para el investigador que Sindicato de Obreros Marítimos Umdu,. Los registros de 1948 son murho m;Ís
trata de rcconstrrnr los índices de la afiliación sindical. La fuente más completa de completos debido a que la presión del ~obierno había convencido a la mayor parte
informaéión disponible reside cu las actas del Comité Central Confedera! (CCC) dr estos sindicatos sobre la necesidad d" e mrar en la CGT. Para 1948, ios smdicams
que contic11e11 la rcpreseutac1ón proporc1011al asignada a los smdicatos en este órga- petroleros y marítimos eran las (u11cas or~.u11zacio11cs miportantes que contn111aba11
no. Sin ernbargu. cstll!i registros no proveen 11111g1111a mdicación de la base mnnérica fuera de la CGT. Otru problema más .1p.1rccr por el hecho de que 1w todns los
con la que se calcnlt'i la n:presc11tac1ón proporooual. Dd11do a que la U111ón Ferro- smdicatos coukderado> tenían una ca11t1d.1cl ,ufincntc de miembros para podn rn1H.ir
246 Louisc M. Doyo11 El Wl'.f/ictiFo cami110 a la ri;_for111a social 247

Al observar las cifras de 1948 que resultan importantes para esta blcmente con el de varios países avanzados 8 • El análisis también dis-
sección, se nota que el nivel general de afiliación se compara favora- tingue el transporte, las comunicaciones, la actividad bancaria y fi-

con representación en el Comité Central Confedera!. El ingreso a este órgano se pequeños. A pesar de estas correcciones. creemos que los datos ófrecídos para 1954
permitía sólo a aquellos sindicatos que tuvieran dos mil afiliados o más. disminuyen un poco et nivel real de afiliación; parece que era usual que los grandes
Los datos que complementan la información ofreCida por los registros del CCC sindicatos subvaluaran el crecimiento de la afiliación en los informes presentados a
para 1946 y 1948 han sido recogidos de tres fuentes pr111c1palcs, a saber, los periódi- la CGT, a fin de reducir sus contribuciones financieras a esa entidad después de
cos y actas de sindicatos individuales y los archivos del Mirnsterio de Trabajo. Estas 1950. El cálculo de 2.500.000 miembros que ofrecen algunos autores parece ser una
fuentes han completado los datos faltan tes sobre los sindicatos más importantes y evaluación más realista del nivel alcanzado después de 1950.
sobre un gran número de organizaciones smdicales menores. Sin embargo, la infor- El siguiente cuadro detalla los datos que han servido de base para elaborar las
mación que ofrecen algunos penódicos smdicalcs es muy exagerada; las actas cons- estadísticas que se incluyen en el cuerpo principal del libro.:
tituyen una fuente más confiable, cuando las hay. A fin de encontrar la información
faltante sobre los smdicatos más chicos, que eran especialmente importantes en el Cantidad de afiliados a los sindicatos
mterior del país durante este período, nos hemos basado en una serie de datos reco-
gidos baJO la dirección de Miguel Munrns en los archivos del Ministerio de Trabajo. Sector 1946 1948 1950 1954
Las cifras correspondientes a 1950 v 1954 se basan en los congresos de la CGT Agricultura - (a) - (a) 17.500 53.250
realizados durante estos dos años. Esta fuente provee un COllJUlltO relativamente com- Industrias cxtractivas 14.400(b) 19.500(b) 24.500(b) 48.750
pleto de datos, ya que todos los sindicatos se habían unido a la CGT en 1950, y se Alimentos, bebidas. tabaco 167.650 337.142 444.781 377.800
permitía la participación en estos congresos a todos aquellos smdicatos que contaran con Textiles 60.995 100.899 107.500 121.000
500 miembros o más. Los estatutos de la C:GT. reformados en 1949, también brindan la Indumentaria 36.425 54.633 68.750 58.000
base necesaria para realizar la conversión de la asignación proporcional de bancas en el Maderero 21.855 39.045 40.000 23.000
congreso y en el CCC. Los datos de 1954. s111 embargo, presentan problemas; se observa Papel e Imprenta 19.577 46.854 52.000 42.500
que la mayoría de los grandes sindicatos están subrepresentados en el congreso si se Químicos 5.000 - (a) 20.000 31.000
comparan los datos de éste con los registros de! CCC correspondientes a ese año, aun- Caucho 7.500 7.809 17.500 17.000
que estos últimos no presentan motivos para la discrepancia. El siguiente cuadro detalla Cuero 7.285 15.618 20.000 23.500
aquellos sectores en los que las diferencias son más pronunciadas: Construcción y materiales 26.215 54.663 122.000 155.250
Metalúrgico 21.855 108.326 112.500 118.000
Cifras de Cifras del Electricidad 15.000(c) 15.618(c) 35.000 33.000
congresos ccc Transporte y almacenado 178.109 306.977 311.623(d) 411.531
Comunicaciones 22.570 39.045 32.500 37.500
Obreros textiles (no incluye empicados) 77.500 98.000 Comercio y finanzas 89.066 132.735 189.500 195.500
Empicados de comercio 125.000 138.000 Servicios 63.100 112.945 206.500 211.500
Trab~adorcs de frigoríficos
11-ab~adorcs azucareros (sólo de Turnmán
47.000
15.000
58.000
38.000
Estatales
Total
80.135
837.336
148.471
1.532.925
163.500(e)
1.992.404
. 407.750
2.256.580
Obreros metalúrgicos
Trabajadores municipales de Buenos Aires
102.500 118.000 .(
30.000 78.000 Notas: (a) no hay datos disponibles; (b) sólo había datos sobre la industria petrolera; (e)
Empicados estatales 112.000 178.500 1 sólo se incluyeron los datos sobre el Gran Buenos Aires; (d) faltan los datos sobre los
Obreros estatales 72.500 88.000 empicados marítimos; (e) no se incluyen los datos sobre los empicados del Estado.
1
"Según datos de AdolfStumthal (Co111paratiJ1e Laúour i'vI011e111e11ts, ldi:ologícal Roots
SigU1cndo la hipótesis gcneralmen te aceptada de que. para 1954, los síndica tos a11d fostit11tío11al Dc11efop111e11t, Wadsworth, California, 1972, p. 48), la afiliación sindi-
habían organizado a la mayoría de los trali;uadon:s emple.1dos en los sectores de la cal en algunos de los países más desarrollados -medida como proporción de la fuer-
mdustría. el transporte, los serv1c10s Y ,.¡ Estado. ubicados en los grandes centros za de trab;tio-, en 1967, era la siguiente: Suecia 60%: Austria 47'X,: (;ran Bretaii.a
urbanos, hemos usado las cifras de los rc:'-'1stros del C:CC para todos los sindicatos 40%; Italia 35%; Holanda 27%: Alemania Occidental 26%: Estados Unidos 22'1.i.
rnn más de 23.000 atiliados, y las cifr.1, de los , 011grcso' p.1ra los síndica tus m;ís Japón 21 %; Francia 20%.
248 Lmisc A1. [)(1yo11 El C(ll!flicti110 ca111i110 11 /,1 ri)Úma socit1/ 249

nanc1cra, y el sector manufacturero como las ramas donde se produ- sindical no sólo se rransfonnó con respecto a los sectores económicos
jo el mayor porcentaje de asociación. El éxito de la campai1a de sindi- ahora representados, sino tambié11 con respecto a los orígenes sociales de
calización entre los trabajadores industriales resulta particularmente sus miembros. En efecto, el salto en la afiliación ha sido vinculado, a
notable si se consideran las dificultades que planteaba la prolifera- menudo, con la creciente tasa de migración producida entre 1943 y 1947,
ción de empresas pequeñas y medianas. Se recordará que, en 1946, e1 época en la que aquellos que se trasladaban a los grandes centros urba-
c.
nos provenían, con gran Lrecuenc1a, "d i 'areas mas
e as , atrasad as 10 .
17,9% de la fuerza de trabajo industrial estaba empleada en estableci-
mientos con 10 o menos trabajadores, en tanto que los estableci- No obstante, parecería que los migrantes recientes no jugaron
mientos de 11 a 50 trabajadores absorbían el 23,2% de la mano de un papel predommante dentro del sindicalismo durante los prim~­
obra en este sector. Los problemas eran significativamente menores ros años de la posguerra. Se recordará que los recién llegados consti-
en las otras actividades enumeradas precedentemente, en las que el tuyeron sólo un poco más de la tercera parte de la fuerza laboral por
nivel de propiedad estaba más concentrado y las unidades de empleo esta época en el Gran Buenos Aíres. También parecería que los que se
eran más grandes en promedio; esto se comprobaba en particular en convirtieron en personal asalariado se integraron en su mayoría dentro
los ferrocarriies, cuyo personal representaba el grueso de los miembros del movimiento sindical en forma gradual y, sobre todo, después de que
del gremio en la categoría transportes. El alto grado de penetración en el • hubiera alcanzado su punto máximo la tasa de afiliación sindical. Debi-
sector manufacturero se pone aún más de manifiesto cuando se lo com- do a que no existe documentación sobre la dirección precisa que toma-
para con el sector de gobierno, que se coloca segundo en términos de las ron Jos migrantes, b evidencia que sustenta esta tesis sólo puede ser
personas empleadas en la economía urbana y donde se esperaría, en princi- indirecta, pero sirve para reforzar la lupótesis central de esta mvestigación.
pio, un nivel menor de resistencia por parte del nivel gerencial. Sin em- Al ocuparnos de la distribución de la población activa durante
bargo, se mantuvo cerca de los últimos en ia escala de penetración sin- el período 1945-49 en comparación con el cuatrienio anterior, se-
dical en ese momento y sólo se equipararía con el nivel obtenido por ñalamos que los cambios más importantes en la estructura ocupa-
el sector manufacturero después de 1950'1 • cional urbana no se registraron en el sector industrial, cuyos miem-
Es innegable que el Estado jugó un papel importante en la orga- bros se estaban convirtiendo ráp1daménte en la columna verte-
nización masiva de la clase trabajadora después de 1945, ya que pro- bral del movimiento sindical. M~ís bien, casí el 70% de los nuevos
veyó el marco jurídico que protegía el derecho de asociación aunque trabajadores de la economía urbana, se emplearon en el sector del
la afiliación no fuera legalmente obligatoria. Si bien cabe admitir su transporte, la construcción y el gobíerno 11 • Por lo que se sabe so-
significativa influencia, tal aumento no se puede explicar sin tomar en
cuenta el alto nivel de mdvilización de los trabajadores. El ímpetu de la
w Aunque no existe u11.1 clasificación p<>r rubros en las estadístICas de nngrac1ón
sindicalización fue mayor, como veremos, precisamente durante el tiempo y de su rotación en el tiempo sobre la ba'l' de los orígenes geográficos, se considera,
en que los gremios experimentaron un alto nivel de autonomía en sus en general, que una mavor propurnón de· I<" que afluyeron a Buenos Aíres después
relaciones con el régimen. Además, es justamente en aquellas act1vida- de 1942 provenían de las provmc1as más tr.1dic1onalcs. El decisivo cambw produci-
des en las que el control del gobierno fue menos directo y la protesta do en la composícíón del movimiento es!" istulado, entre otros. por B.iily; es suges-
más at,ruda, a saber, en el sector pnvado, en las que la tasa de creci- tivo constatar asimismo que:, para este allt<ll·. como ocurre con otros, el fuate rncrc-
mcnto en la afiliació11 asllfllt' un carácter c11.1s1 conspiratorio. La "rg.1111z;1rHín de los
miento fue mayor, tanto en térmmos absolutos como relativos.
trabajadores se intcq•rc¡a cxci11s1\·;,111c1!ll , 111110 un esquema casi n1a4t11avélico para
Cabe aclarar un último punto antes de seguir con el examen de los
subvertir la mdept:11tlcncí.1 del rnov11111c11tu obrero a través tk b mcorpllracHÍll Je
conflictos laborales. Se podría pensar que la composición del nmvimiento nugrantcs, en tanto se 1t(JHH"a por complnu la creciente c.1p;1ndJd que l'llo les dio
para articular sus reclatll<l>. Ver S. Baily. "!'· nt., p. 11 l.
11 Eu total, la pohb1·1<in urbana aCtl\ .1 .111111c11tó en 7-14.000 personas: b 111ll11s-
'Est<; .111rnento fut: posible, en gr:m nwchd,i, debido a la afiliación obligatona de
tna .1bsorb16 a 188.000. rn tanto "1 trans¡'<irtc. la constrw:c1ú11 \ d Estado lt1111ani11
los <:111¡ilcados públicos.
;1 37."l.1100 pcrsouas.
250 Louisc M. Doyo11 El co1!flictil'o ca111i110 a la rgorma soda/ 251

bre los migrantes con bajos niveles de especialización, según los bles. En primer lugar, no existen estadísticas que abarquen todo el
estudios comparativos antes mencíonados, existen muchas razo- país. Esta deficiencia en sí mísma no presentaría un obstáculo tan
nes para creer que la mayoría de quienes se abrían camino desde grave si el investigador pudiera tener acceso a un detallado con-
las regiones menos desarrolladas se alistaron en estas actividades junto de datos de la metrópolis de la Nación, donde se concentró
que tradicíonalmente servían como principales puntos de acceso. más densamente la actividad industrial. Lamentablemente, éste
Además, acabamos de ver que fue precisamente en las dos últi- no es el caso, ya que los cuadros de evolución de las huelgas se
mas ramas -cuyas filas se engrosaron en forma desproporcionada han visto restringídos casi a la Capital Federal. Si bien esta elec-
con las nuevas incorporaciones de trabajadores- en las que los ción es comprensible en cierto grado hasta mediados de los años
sindicatos se quedaron muy rezagados en su capacidad de atraer treinta, cuando Buenos Aires era el corazón de la sociedad urba-
seguidores. Como resultado, su peso dentro del movimiento sin- na, ello ya no fue así luego del rápido e importante crecimiento
dical total fue relativamente escaso durante los años decisivos del del cinturón industrial en el conurbano. Por ende, los ,registros
período de 1946 a 1949. En lo que respecta al transporte -en par- proporcionan una imagen un tanto distorsionada de la magnitud
ticular, los ferrocarriles, que se convirtieron en un instrumento de los paros en toda la metrópoli después de esta épdca. al no
importante del patronazgo estatal-, ya existía una infraestructura asentar los acontecimientos que se produjeron en los conglome-
asociativa cohesionada que podía absorber a los nuevos miem- rados circundantes, que forman parte del Gran Buenos Aires.
bros reclutados, quienes estarían directamente expuestos a la in- Además, la distinta concentración geográfica de ciertas industrias
fluencia de una subcultura distmtíva de clase trabajadora. A la luz es tal que el detalle por rubros de las cifras totales ofrece una ima-
de estos desarrollos, parecería sensato, por lo tanto, reafirmar que gen inexacta de la propensión a la huelga según la actividad. Estas
el "nuevo migrante" no se puede considerar la variable única o graves falencias obstaculizan evidentemente la posibilidad de eva-
princípal para explicar la direcnón que tomó el sindicalismo des- luar con precisión las tendencias a la huelga sobre una base global
pués de 1946. y sectorial a través del tiempo. A pesar de sus limitaciones, las
En síntesis, si bien no se puede ignorar la influencia de un con- estadísticas oficiales sirven como un barómetro general del movi-
texto político favorable sobre la permanencia de la movilización obre- miento huelguístico.
ra. es difícil ver de qué manera tal movilización tomó la forma espe- Aun cuando se haga una rápida lectura de las cifras corres-
cífica de un amplio movimiento de protesta dirigido contra las con- pondientes a Buenos Aires después de la guerra, se puede obser-
diciones de empleo y de trabajo (de las que nos ocuparemos ahora) si var que los paros llegaron a proporciones importantes, en especial
los trabajadores no hubiesen mejorado su base asociativa. De la mis- entre 1946 y 1948; y, debido a su magnitud, es posible realizar un
ma forma, se podría argumentar que la combatividad demostrada examen profundo de las variaciones. En efecto, la escasa atención
por los sindicatos constituye un factor importante en la expansión y prestada a la ola de conflictos que hicieron erupción junto con la
consolídación de estas organizarnmes. explosión de la afiliación sindical es indudablemente el ejemplo
más preocupante del cuadro unilateral que presentó la perspecti-
va tradicional sobre la década peronista. Esta omisión es aún más
2. LA CONQUISTA DE NUEVOS ESPACIOS.
asombrosa ya que los registros no sólo revelan que se produjo
POR MEDIO DE LA HUELGA
una importante curva ascendente en 1946. también muestran que,
El investigador que se propone t·xaminar los conflictos laborales en en realidad, el pico máximo se produjo después del desplazamiento
la Argentina se ve enfrentado :i las mismas fi.-ustracíones que quien de Luis Gay, cuya caída es considerada por la mayoría de los ob-
estudia las migraciones. Una n'7 más. nos encontramos aquí con servadores como el hito que marca el fin del movimiento obrero
que son absolutamente incompktos lo~ datos compilados disponi- organizado como actor dinámico.
252 Lo11ise M. Doyo11 El co1!flicti110 ca111i110 a la rcf<1n11a social 253

Huelgas en la Capital Federal entre 1925 y 1954 tión de los conflictos laborales posteriores a las elecciones presidenciales
de 1946. Y se podría argumentar que las defic.:iencias de las estadísticas
Año N.0 de huelgas N.0 de huelguistas N.º de días perdidos publicadas por el gobierno constituyen una especie de bendición, ya que
1925 89 39.142 125.367 obligan a completar las cifras oficiales recurriendo a diversas fuentes.
1926 67 15.880 287.379 Alvin Gouldner ha señalado con acierto que "una huelga es un
1927 58 38.236 325.963 fenómeno social de enorme complejidad, que en su totalidad nun-
1928 135 28.108 224.800 ca es susceptible de una completa descripción, menos aún de una
1929 113 28.271 457.022
1930 125 29.331 669.790 completa explicación" 12 • Sería presuntuoso pensar que la ínfor-
1931 43 4.622 54.531 mación recogida de los principales diarios de la época y de los
1932 105 34.562 1.299.061 documentos sindicales puede capturar la compleja anatomía del
1933 52 3.481 44.779 movimiento de protesta. No obstante, hurgando en estas fuentes
1934 42 25.940 742.256 accesibles pero ignoradas, se puede lograr un conocimiento in-
1935 69 52.143 2.642.576
valorable que pone en primer plano su carácter multifacético. Y sí
1936 109 85.438 1.344.461
1937 82 49.993 517.645 bien aquí sólo se pueden avanzar conclusiones muy generales
1938 44 8.871 228.703 debido a la mag111tud de la cuestión, éstas no sólo son útiles para
1939 49 19.718 241.099 pintar un cuadro más sensible de la experiencia de la clase traba-
1940 53 12.721 224.599 jadora, sino que permiten desentrañar y debatir sus característi-
1941 54 6.606 247.598 cas esenciales, que han permanecido ocultas bajo el peso de con-
1942 113 39.865 634.339 r jeturas y concepciones erróneas.
1943 85 6.754 8~.290
1944 27 9.121 41.384
1945 47 44.186 509.024 3. PERFIL DEL MOVIMIENTO DE LAS HUELGAS
1946 142 333.929 2.047.601
1947 64 541.377 3.467.193 En las páginas siguientes, se presernará una breve reseña de las huel-
1
1 1948 103 278.779 3.158.947
1949 36 29.164 510.352 gas más importantes que se produjeron durante el período de los
1950 30 97.048 2.031.827 treinta meses sigmentes a la elección de Perón. También se hará una
1951 23 16.356 152.243 referencia superfioal a los paros importantes producidos en las provin-
1952 14 15.815 313.343 cias para dar una mejor idea de la extensión geográfica de la movili-
1953 40 5.506 59.294 zación de los trabajadores. Sin duda. por momentos resultará tedioso
1954 18 119.701 1.401.797
para el lector pasar por el análisis caso por caso. Sin embargo, cree-
Fuente: A. Dorfman, Historia de la i11d11stria argeutiua,. Losada, Buenos Aires, 1942, mos que sólo un enfoque de este npo puede ayudarnos a dar aiguna
p. 262, para los datos anteriores a 1930. La información restante se rcprodq¡o del .respuesta al siguiente conjunto de preguntas:
Departamento de Trab~o. Estadísticas de lwe{¡;as, Buenos Aires, 1940; Direcnón a) ¿cuáles fueron las fuentes de los conflictos? ¿se referían
de Estadística Social, Investigaciones Sociales, 1943- 1945. Buenos Aires, 1946; v principalmente a garantizar el cumplimiento de beneficios ya san-
Mimsn:no de Hacienda, Din:cción Nacwnal dd Serv1c10 Estadístico, Sí11tesis fa~ c10nados legalmente o los reclamos se referían a nuevas cuestiones?
tadística i\1rnS11a/ de la República .-i(¡;c11ti11<1, Buenos Aires, marzo-mayo de 1950, y
En otras palabras, los paros, di.1enrn esencialmente acoones defrns1-
jumo de 1955.
vas que complementaban los esfonzos del gobierno o también re-
Afiirtunadamcnte, los problemas mencionados no constituyen una
barrera mfranqucable para llegar a una mayor comprensión de la cues- "Alvín W. Gouldncl". 1Vildca1 Smkr. 'icllow Spr111gs, Amwch l'rcss, J<JS-l. pJi'.'.
254 Louísc M. Doyo11 El co1iflictiCJo ca111i110 a la reforma social 255

presentaban una campaña par,1 cx-pandir el área de las reformas defi- opuesto reforzaría la reevaluación de los nuevos sindicatos que se
nidas por el régimen? ¿Qué actividades registraron una incidencia ofreciera anteriormente.
mayor de huelgas y qué variables intervinientes, además de la orga- c) ¿cuál fue el contexto político general en el que se pro-
nización, pueden explicar las diforentes frecuencias? ¿La definición dujeron estos conflictos? El rol del Estado es de especial impor-
de las quejas se limitó a las mejoras salariales, o sobrepasó estos tancia en vista de la·transferencia legal de las relacíones laborales de
límites para incluir la esfera del proceso de trabajo en sí mismo, la esfera privada a la pública, que resultó de la conciliación obligato-
en un intento por producir cambios permanentes en el ejercicio ria impuesta por la Secretaría de Trabajo a todas las demandas labora-
del control gerencial? Dicho de otra forma. ¿cuál fue el nivel de les; este mecanismo transformó, de hecho, la negociación colectiva
racionalidad que alcanzaron los trabajadores al hacer sus recla- en un proceso de negociación de tres vías. A la luz de las importantes
mos? La exploración de este tema puede arrojar más luz sobre la funciones asumidas por las autoridades públicas, ¿cómo se pueden
importancia de los nuevos m1grantes, quienes, de acuerdo con lo describir mejor los paros: como huelgas setíaladoras en las que se inte-
apuntado por Enzo faletto, se preocupan principalmente por ase- rrumpió la producción durante un corto período de uno a tres días
gurarse un alivio en el corto plazo y, por ende, son propensos a con el apoyo de la intervención del Estado, que respaldaba y sancio-
preferencias marcadamente cconomicistas. naba los reclamos de los asalariados, o como instrumentos de negociación
b) ¿Qué formas asumieron los conflictos? ¿La imagen conven- política en los que los paros tuvieron una duración mucho mayor y
cional de la protesta inorgánica es la más apropiada, o los paros fue- cuya intención era ser una demostración de fuerza para ejercer pre-
ron estructurados? Si esta última descripción es correcta, ¿cuál fue el sión, tanto sobre las autoridades como sobre los empresarios? ¿con
verdadero estatus de las huelgas, empleando la categorizacíón tan útil qué tipo de reivindicaciones fue más benévolo el Estado y por qué?
de Richard Hyman? 13 ¿fueron numerosos los movimientos antio- rnn qué circunstancias se usó el paro como una táctica coercitiva,
ficiales, es decir, las huelgas que los sindicatos reconocidos legalmente por quiénes, y cuál fue la respuesta del Estado? Las respuestas a estas
desautorizaron o, incluso, intentaron reprimir? ¿fueron muchas las preguntas deberían ofrecernos una visión más completa de la natura-
acciones 1w eficiales que recibieron sólo un respaldo tácito de las enti- leza de las interacciones entre el régimen y el sindicalismo fuera de la
dades o fueron organizadas efi{la/mente y dirigidas por los organismos esfera estrictamente política.
en cuestión, convirtiehd? así a la protesta en un componente central
en la vida del movimiento sindical en esta época? rns posible aislar
3. 1. Las huelgas en la industria
un patrón en lo que atañe al papel del sindicato, sobre la base de la
afiliación política y los antecedentes? Por ejemplo, ¿se puede decir Las industrias de la alimentación
que se produjeron acciones ant1oficiales o no oficiales con mayor
frecuencia en las actividades en las que existían los llamados nuevos Es aquí, en el sector alimentario, donde cabe encontrar el mayor ·
sindicatos o sindicatos paralelos, en tanto que los organismos tradi- número de huelgas importantes, en especial en las industrias frigorí-
cionales en su totalidad se identificaban más estrechamente con una fica, azucarera y de panificación. Las razones de la alta incidencia
articulación más dirigida de las demandas? Si esto fue así, la conduc- huelguística en estos sectores se basaron en las dificultades económi-
ta del primer grupo corroboraría la idea de que estas entidades fue- cas que sufrieron varias de estas industrias, que soportaron el peso de
ron incapaces de realizar acc10ncs autónomas, en tanto que el com- la política. de industrialización del gobierno; la existencia de una lar-
portamiento del último abriría L1 cuestión de las motivaciones políti- ga tradición de oposición entre trabajadores y empresarios -durante
cas partidarias inyectadas en la protesta. Por otra parte, un patrón varias décadas estos últimos reprimieron con éxito las demandas obre-
ras-; y las restricciones político-económicas que pesaban sobre el
Estado, que limitaban su capacidad para resolver estos conflictos.
'-'Richard Hymau, Strikcs. Fo11ta11.1 ( :ollius. Londn:~. 1972, p. 37-41.
256 Louíse M. Doyon El co1!flictí1Jo ca111i11<1 .1 lc1 rcfor111a social 257

FRIGORÍFICOS trabajadores participaran en ia definición de las normas que regla-


mentaban las condiciones de trabajo y, especialmente, la jornada
Los frigoríficos son los que presentan los conflictos más violen-
laboral (garantía horaria). En los cinco meses que siguieron al
tos durante estos tres años. Debido a la duración e importancia de las
acuerdo de marzo, el sindicato apeló en reiteradas ocasiones ante
huelgas, cabe aquí su descripción detallada. ·
la Secretaría de Trabajo, pero ésta permaneció indiferente a las
a) Huelga del 1° al 26 de marzo de 1946
demandas de los trabajadores. A fines de agosto, el sindicato se
Causas. Los objetivos declarados de este primer paro convocado
dirigió directamente a Perón y solicitó su mediación personal en
por la Federación Gremial de los Trabajadores de la Industria de la
el conflicto, pero éste se negó a mtervenir y los remitió nueva-
Carne fueron: a) el pago del aguinaldo correspondiente al año 1945 y
·i mente a la Secretaría de Trabajo. Como no deseaban declarar un
lo~ aumento~ :alariales establee.idos por el Decreto N.º 33.302; b) la
paro que afectara negativamente las negociaciones comerciales que
remcorporac10n de 6.000 trabajadores de los 12.000 despedidos du-
en ese momento se llevaban a cabo con Gran Bretaña para la ven-
ra?te el año anterior, que incluían un alto número de militantes gre-
ta de carne argentina, la Federación ordenó una huelga de brazos
miales; y c) la designación inmediata de los representantes patrona-
caídos, lo que provocó una dism111ución de la producción del 75%
les a la Comisión Paritaria de la Industria 14 •
a fines de la semana siguiente. Las compañías comenzaron con
Descripción de la huelga. El 5 de marzo, la Secretaría de Trabajo
los despidos el 1° de octubre y la Federación respondió con una
declaró la legalidad de la huelga, inmediatamente actuó como me-
huelga general. ·
diadot en el conflicto y ordenó a las empresas nombrar sus delegados
Descripción de la huelga. El 2 de noviembre, Perón ofreció su me-
a la C omisión Paritaria 15 • El 13 de marzo, los empleadores se avinie-
1 diación personal en el conflicto con la propuesta de un aumento de
ron a pagar el aguinaldo. El 21 de marzo, accedieron a reincorporar
10 centavos por hora, subsidiado por el Estado, pero la Federación
gradualmente al personal despedido de acuerdo con las necesidades
rechazó la oferta. Dos días después, el presidente duplicó el ofrecí-
de la industria, pero se negaron a reincorporar a aquellos obreros
miento, que fue rechazado una vez más. El 11 de ;10viembre, se
que habían sido acusados de "faltas disciplinarias". El 26 de marzo, se
firmó un acuerdo después de que el gobierno aumentó nueva-
levantó la h~elg~ como resultado de la presión del gobierno y de su
mente su oferta salarial, pero, al día siguiente, una asamblea ge-
promesa de miciar las negociaciones salariales una vez que se volvie-
neral de trabajadores la rechazó porque no se les reconocía su par-
se al trabajo.
ticipación en las tratativas que definirían la garantía horaria. El 13
b) Huelga del 1° de octubre al 20 de noviembre de 1946
de noviembre, las fábricas reabneron sus puertas y las empresas
Causas. Las promesas de negociaciones salariales no se concreta-
prometieron respetar el acuerdo salarial para todos los trabajado-
ban, pues la patronal seguía firme en su negativa a permitir que los
res que retornasen, pero menos del 5% de los trabapdores cruza-
ron la línea de los piquetes. Entonces, se empleó la fuerza policial
"El agumaldo consistía en un complemento salarial anual equivalente al suel- para disolver las reuniones sindiciles y asegurar el ''derecho a tra-
do de un mes.
bajar". En una entrevista que wncedió a la prensa el 14 de no-
i; La legalidad o ile¡,r.ilidad de una huelga se basaba en una resolución de marzo
de _1944 (ver La Prmsa, 7 de marzo de 1944). En octubre de 1950, se decretó una ley
viembre, Perón declaró: "Debo admitir que me siento sorprendido
calificada c~mo ant1subvers1va: "Será reprimido con prisión de uno a 25 aüos el que por el hecho de que los trabajadores de los frigoríficos aún no
por cualquier medw desorganizare, destruyere, deteriorare o inutilizare en todo o .. hayan normalizado sus tareas en \'!Sta de todo lo que ha hecho el
en parte, temporal o defimtívamente, documentos, objetos, matenalcs, mstalacm- gobierno [ ... ] . La situación no L'~ clara en modo :ilgu110 y pn:ficro
nes, sc_rvicios o industrias de cualquier naturaleza con el propósito de perturbar, 0 no creer que el descnvolvunícnro de los acontec11111entos esté
1111pcd1r el desarrollo militar, económico, finanrn.'rn, socfal, científico o mdustnal influenciado por Lictores cxtern<is al tema en cuestión. Si es sólo
de la Narnín" (Art. 7. Ley N.º 13.985, Anales de Legislación Argcntma, tomo X,
un conflicto laboral, entonces ]u, trabapdnres pueden contar co11-
l3uc11os Aires, l'J57, p.íg. 185). "
El c01iflictil'o ca111i110 a la reforma social 259
258 Louise M. Doyo11

migo para hacer todo lo que esté a mí alcance para resolver el proble- Los frigoríficos no estaban dispuestos, ní financiera ni ideológi-
ma; pero. si estuvieran en juego elementos externos, me negaré a se- camente, a atender las reivindicaciones de sus obreros en 1946. Obli-
guir ocupándome del. asunto" 1''. A esta velada amenaza, siguió el en- gados a reducir su producción porque las condiciones climáticas des-
carcelamiento de numerosos líderes gremiales y la clausura de loca- favorables habían limitado la disponibilidad de carne, se encontra-
les sindicales. Durante los siguientes cuatro días, sin embargo, los ban, además, frente al control de precios en sus ventas internas, ya
trabajadores continuaroo firmes en su negativa a desobedecer las ór- que el IAPI, ente recién creado, los privaba de una parte sustancial de
denes del sindicato; sólo menos del 5% retornó a las fábricas. Final- beneficios que obtenían mediante las exportaciones. Más aún, du-
mente, el 19 de noviembre, ante las crecientes presiones internacio- rante varías décadas habían combatido con éxito toda tentativa de
naies para que el país cumpliera sus compromisos de exportación, el compartir el poder en las fábricas y estaban poco dispuestos a ceder-
gobierno decidió imponer por decreto las demandas de los trabaja- lo, de un momento a otro, a los trabajadores.
dores17. · La posibilidad de que el gobierno interviniese en favor de los tra-
El convenio colectivo que surgió de la huelga de noviembre cons- bajadores era muy remota en el caso de los frigoríficos. Los más im-
tituyó el acuerdo más favorable que estos trabajadores habían alcan- portantes eran de propiedad inglesa y el mayor comprador de carne
zado hasta entonces. No sólo arrancaron a los empleadores un aumen- argentina era Gran Bretaña. Además, las exportaciones de carne cons-
to salarial que los ubicó a la cabeza de los trabajadores industriales, tituían la principal fuente de divisas del país y eran necesarias para la
también lograron que se fijaran normas estríctas que regularan 'la política de sustitución de importaciones del gobierno. El régimen no
capacidad de las empresas para contratar, despedir, suspender o trans- podía enfrentarse a estos poderosos intereses, por lo que, para en-
ferir a su personal, concesiones que fueron cruciales en una indus- contrar una solución justa al problema, tendía a definirlo en térmi-
tria de naturaleza estacional en la que, antes de 1946, los despidos y nos puramente económicos, esto es, principalmente, mediante au-
las suspensiones masivas había sido práctica regular. mentos salariales.
Las varias tentativas de organización de los obreros de los fri-
goríficos -que databan de fines del siglo XIX y comienzos del XX- INDUSTRIA AZUCARERA
fueron reprimidas por la patronal; alrededor de 1943, sólo un re-
ducido número estaba afiliado al sindicato comunista liderado por La azucarera era una de las más antiguas industrias del país y conta-
José Peter. Su crecimiento efectivo en térmmos de fuerza organi- ba, sobre todo, con la explotación estacíonal de una mano de obra
zada se inícíó en 1944, luego de una huelga de tres meses en Be- barata, sobre la que pudo mantener un estrecho control durante va-
rísso, en la cual no se obtuvieron reivindicaciones. Frente a la rias déca),las. Los trabajadores azucareros juntar:iente con los d~ los
imposibilidad de alcanzar cualquier concesión de los frigoríficos frigoríficos eran dos de los sectores con mayor mvel de ~om~at1v1dad
sin la intervención del Estado. los trabajadores -con la dir.ección ' entre 1945 y 1950, y también compartían una larga historia de es- ·
de Cipriano Reyes- resolvieron iniciar en 1944 un proceso de fuerzas reprimidos por organizarse, que datan de fines del siglo XIX
aproximación a la Secretaría de: Trabajo. Después de la elección y principios del XX. Sindicatos incipientes pudieron funcionar con
presidencial de Perón, la Federación continuó apoyando al go- cierto grado de libertad mientras el Partido Radical estuvo en el po-
bierno, pero rehusó afiliarse a la CGT debido al fuerte papel polí- der durante la década de 1920, pero fueron totalmente desarticula-
tico de la central sindical.. dos luego del golpe de Uriburu en.1930. Los comunistas trataron de
organizar a los trabapdores de esas industrias después de 1935, ,pero
11 ' La Prewa, 15 de noviembre de l 1J-t6. ello sólo se concretó recién a comienzos de 1944, bajo el auspICIO de
,.. Los detalles de estos conflictos se· t<nnaron de La Pn·11s<1, El Líder y de la Fede- la CGT y la Secretaría de Trabajo. La Federación Obrera Tucumana
ración Gn:nual de los lhb;uadores de· l.1 industria de l.1 Carne. Libro de actas de la de la Industria Azucarera (FOTlA) se había afiliado a la CGT desde
corn1s1ó11 dm:ctíva, 1-26 de marzo de l<J-t(l, v 1-20 de 110,·1c111bre de 1946.
260 Lo11ise M. Doyo11 El co1!flicti110 camino a la r~fán11a soda{ 2ú ¡

el momento de su fundación en 1944 18 y apoyó persistentemente una situación verdaderamente caót1c1 en los treinta ingenios de esta
a Perón desde entonces, sí bien mantuvo un cierto grado de auto- rama industrial.
nomía en la formulación de sus reivindicaciones económicas y
políticas. Duración de las li11dgas e11 silldicatos loca/e; de la i11d11stria azucarera,
Las características especiales de las huelgas en la industria azuca- 1945-1948 (en días)
rera durante los tres primeros años del régimen peronista se debie- Año Cantidad de días
ron al alto grado de intervención gubernamental en ese sector y a la
1 2 3 4 5 6 11 13 30 Total¡
~é~~.i~a de I~ ,estructur~ fe~~ral por la .cre~c.ión de la FOTIA, que 1
rac111to la acc10n local e md1v1dual. A pnnc1p1os de 1945, el régimen 1945 14 2 - 3 1 2 1 - - 23
había percibido el elevado descontento en este sector, que podía ame- 1946 24 1 5 4 (1 - - 1 - 41
nazar la estabilidad de las estructuras socioeconómicas del Norte del 1947 - 6 1 1 ::i - - 1 - 14
país. ~n consecuencia, el gobierno decidió limitar la posibilidad de 1948 - 5 - - - - - 1 3 9
conflictos prolongados, decretando en enero de ese año una serie de
Fuente: Recopiiado de la lectura de La G1ccta de Tucumán. 1945-1948.
reformas que incluían aumentos salariales, ia explicitación de los lí-
mites de diversos tipos de trabajo (escalafón) y la garantía de un nú- De hecho, el recurso de utilizar la huelga general en la industria
mero mínimo de días de trabajo al mes. Por consiguiente, los trabaja- azucarera se inició en. los primeros días de septiembre de 1948, des-
dores de este sector no encaminaron sus esfuerzos hacia el logro de pués de que la FOTIA consolidase su control sobre los sindicatos
un reconocimiento legai de sus derechos, sino más bien a imple- locales y en el mísmo momento en que la negativa de los empleado-
mentarlos separadamente en cada ingenio. Debido al poder político res a dar mayores concesiones se fortaleció por la resistencia del go-
y financiero de los magnates del azúcar, era esencial para los trabaja- bierno a otorgar financiación adicional. Este último ya no podía con-
dores ma:1tener el apoyo del gobierno federal y, de ese modo, asegu- ceder los costosos subsidios que desde 1945 se destmaban a ayudar
!ª.
rarse :ap1da mstrumentación de estas reformas. En parte por elló, financieramente a la industria para absorber los aumentos salariales
decretados por el régimen. La huelga general fue declarada el 6 de
y tamo1en por la naturaleza excesivamente descentralizada de la FO-
TIA, el. principal tipo de huelgas realizadas en el período fue de corta septiembre de 1949: los trabajadores exigían la equiparación salarial
duración, individual y declarada durante el momento de la cosecha, con respecto a las demás industnas de la provincia. Cinco días des-
con el. ~bj~:o de ~re ~ionar a go~iernos y patrones a implantar la nue-
1
pués, el sindicato dio por terminada la huelga, cuando el gobierno
va leg1s1ac1on social . Es esencial tomar en cuenta este tipo de huel- prometió acelerar las negociaciones salariales. Después de cinco me-
gas, no sólo por las limitaciones políticas impuestas a la FOTIA sino ses, mediante un decreto, se concedió la mitad del monto exigido
también porque, dado el gran número de estos movimientos, creó s: por la FOTIA, lo que permitió quL· los trabajadores de este sector no
quedaran tan rezagados con respcctu a los de otras industrias.

"Se había permitido que funcíonaran algunas organizaciones smdicalcs en es-


tado embrionnrío, con cierto grado de libertad, ba_¡o el gobierno radical, pero fueron INDUSTRIA PANADF.N..J.
totalmente destn11das después del golpe de 1930. Los coniunistas. que comrnzaron
una campaiia pat·a penetrar en los mgcmos después de 1935, no pudieron crear un También en este sector se reg1str,1rnn un númer:u s1gníficarívo de
poder nvHco11tra los empleadores, que mantenían un eficaz sistema de informan- ·huelgas prolongada~. tanto en el (;r,m Buenos Aires como en el mte-
tes Y controlaban estrechamente a los J<H nalcros por medio de pagos cin 1 n:rttfica- ríor del país. EntrL' los conflictos mis importantes, cabe citar: a) el de
dos que s6lo st· podían cambiar en los neguuos J,· la compaüía. Entrevista a Manuel Mar del Plata (del I" al 9 de ennu de 1946), por la abolic1ó11 del
Lem.1. dingrntc de la FOTIA, 11 de 111.1vo de 197-1.
trab~jo nocturno, un,1 huelga decl.1r,1da ilegal por el gobierno y que
'" Emrc\'tsta a Manuel Lema. J (¡de .mayo de 1'J7-!.
262 Louise M. Doyo11 El co1iflicti110 cami110 a la reforma social 263

se dio por perdida; b) entre el l 9 de JUiio y el 31 de agosto de 1946, era intervenída y lo mismo sucedía en Buenos Aires, con lo que se
una vez más con el objetivo de abolir el trabajo nocturno; la huelga normalizaron así las actividades industriales. Tres meses más tarde,
general de tres días en toda la c1mbd desembocó formalmente en los trabajadores recibieron un aumento salarial que, una vez más, fue
una victoria; c) en Tucumán (del 4 de noviembre al 24 de diciembre subsidiado por. el Estado 20 •
de 1947), un conflicto en toda la provincia por aumentos salariales, Los trabajadores de. este sector tenían una larga experiencia orga-
los que se lograron tras una huelga general de cuatro días; en Salta nizativa que se remontaba a fines del siglo anterior, pero no pudie-
(del 20 de octubre al 3 de noviembre de 1947), una huelga en toda la ron desarrollar una agremiación nacional coherente, debido, en par-
provincia por demandas salariales, que finalizó con la victoria de los te, al predominio de los líderes anarquistas. En 1944, los trabajadores
trabajadores después de la mediación estatal. crearon uníl organización paralela, la Unión del Personal de Panade-
Sin embargo, las huelgas más importantes del sector fueron las rías y Afines, porque su predecesora, que acababa de ser controlada
del Gran Buenos Aires y el paro naoonal de 1948. En la primera, del por los comunistas, se rehusaba a apoyar al gobierno después de que
1Ode junio al 1° de julio de 1946, participaron los trabajadores de los Perón fuera electo presidente.
suburbios de Buenos Aíres, en reclamo por la abolición del trabajo Tanto la industria como el gobierno tenían una capacidad limita-
nocturno, lo que se logró finalmente luego de que el sindicato de la da de atender las demandas obreras. El pan era un elemento funda-
Capital Federal amenazara con realizar una huelga en solidaridad. La mental de la dieta argentina y políticamente era necesario proveerlo
siguiente huelga, del 1° al 8 de agosto de 1947, reunió a todo el Gran a bajos precios. Por ello, el gobierno declaró la producción y distri-
Buenos Aires y demandaba un aumento salarial que, después de seis bución del pan como servício público en agosto de 1946 e impuso un
meses de negociación, no se materializó. El conflicto culminó con riguroso control de su precio, al cual debía subsidiar21 •
éxito luego de que el gobierno aceptó aumentar los subsidios a las
panaderías, a pesar de que ciertos funcionarios trataron de desacredi-
tar a los dirigentes sindicales. La confrontación decisiva de este sec- Las industrias extractivas y de traniformacíón
tor se produjo en diciembre de 1948. La Unión del Personal de Pana- Comparado con la industria de la alimentación, en este sector en-
derías del Gran Buenos Aires declaró una huelga general el 1° de contramos un modelo diferente de conflictos obreros: básicamente,
diciembre, luego de que la patronal se negara obstmadamente a otor- se registra aquí una reducción del número de huelgas importantes
gar un nuevo aumento salarial a menos que los obreros accediesen a en períodos breves. Los principales factores en este esquema son dos:
volver al trabajo nocturno. Una semana más tarde, la Secretaría de
Trabajo declaró ia ilegalidad de la huelga y le retiró la personería gre- 211 La Pre11sa, diciembre de 1948.
mial al sindicato. Después de que muchos de sus dirigentes fueran 21
Algunas otras ramas de la industria de la alimentación también sostuvieron
encarcelados y de que se cerraran lns locales de la organización, el sin- largos conflictos. Éste fue el caso, por ejemplo, de los fideeros, organiza~os en el
dicato ordenó a sus afiliados volver ,11 trabajo el 21 de diciembre. Sindicato de Obreros Fidccros y Afines, que, como el de los panaderos, había sido
fundado en 1944 por qmenes apoyaban la política social del gobierno. El sm1;lifato tuvo
Este enfrentamiento se repiti<i en el interior del país cuando la
que organizar una huelga de un mes en agosto de 1947 a fin de obtener un aumento
Federación Argen:tina Unión del Personal de Panaderías y Afines salarial y mejores condiciones de trabajo. En este caso particular, el gobierno se restrm-
declaró la huelga general el 15 ele diciembre de 1948. El conflicto ¡,rió a desempefJar un papd de supervisor en vísta de la escasa importancia, tanto política
abarcó a los panaderos de la provmcia.de Buenos Aires, y se desató como económica, del sector en cuestión. El Sindicato Ar¡,rcntmo de 1J-abajadores de la
como protesta contra el creciente 111cumpiimiento de la prohibición Industria Leci~era, fundado en 1944 por militantes que shnpatlzaban con Pcrón, realizó
legal del trabajo nocturno y en denuncia de un.aumento salarial. Ese una huelga nacional de dos semanas en 1948 por demandas salanales y mcJm-cs condi-
mismo día, el paro fue declarado i kgal y fueron clausurados los 84 ciones laborales. Finalmente, la Umcín Obrera Molinera Argcntma, fundada rn 19.+5,
realizó una huelga de 10 días en scptícmbrc de 1947 por 111~1oras salariales, que el go-
local e~ smdicalcs provinciales. N t ¡,:,·e días más ta rdc, la federaoón
bierno deb1cí subsidiar para normalizar las actividades mdustrialcs.
264 Louisc M. Doyo11 El co1!flicti110 camino a la r~f~mna social 265

las industrias extractivas y de transformación dependían en alto gra- por falta de combustible y materia prima, que alcanzó a numerosos
do de la política oficial de industriaiización y estaban fav,precidas por militantes sindicales. Como respuesta a estas provocaciones, los lí-
ésta, ya sea en protección arancelaria y acceso a los créditos del go- deres nacionales se limitaron a hacer un llamado al gobierno en el
bierno, o bien en permisos de importación y divisas. Más aún, por sentido de resolver estos urgentes problemas.
parte de los empleadores había mucha menor resistencia a reconocer Descripción de la huelga. Desde el primer día del paro, la Secretaría
las reivindicaciones obreras que gozaban de la aprobación del gobier- de Trabajo se negó a reconocer la legalidad del conflicto y ayudó a
no. Por otra parte, éste tenía como objetivo prioritario la rápida in- organizar un cmmté de huelga paralelo que ordenó el inmediato re-
dustrialización del país, hecho que ejerció una enorme influencia en torno al trabajo, después de asegurarse que el gobierno se compro-
el establecimiento de relaciones amistosas con este sector. Su expe- metería a atender rápidamente las reivmdicaciones obreras. Luego
riencia en cuanto a organización era bastante reciente y limitada a de cuatro días, la mayoría retomó las tareas. A continuación, la Aso-
una minoría de empleados, pero el nivel relativamente bajo de con- ciación Obrera Textil (AOT) fue mtervenida por la CGT para dotar
flictos no puede ser atribuido a la falta de conciencia sobre sus inte- al sindicato de líderes menos sumisos a la influencia de los emplea-
reses económicos y profesionales, ya que estaba al alcance de ellos dores y no permitJr, así, que la orgamzación fuese tomada por oposi-
obtener por medios pacíficos los mismos beneficios (en algunos ca- • rores al gobierno 22 •
sos, superiores) que ios ganados por obreros empleados en otros sec- Los obreros textiles habían comenzado a organizarse en 1934,
tores de la economía. bajo el liderazgo de dirigentes comunistas y socialistas; sin embargo,
su éxito se había limitado, en gran parte, a los trabajadores calificados
empleados en las ramas de seda, medias y lana. En 1943, sólo 9.000
INDUSTRIA TEXTIL
obreros estaban afiliados a la Umón Obrera TextiF3. La AOT fue
Las huelgas más importantes de este sector fueron cuatro: 1) tres fundada en octubre de 1945 como protesta por la falta de apoyo de
semanas de paralización progresiva en la rama lana por aumentos los dirigentes socialistas a la Secretaría de Trabajo. Sin embargo, a
salariales; este conflicto fue resuelto favorablemente en septierribre diferencia de muchos otros sindicatos creados durante este período,
de 1946 y comprendió a unos 30.000 obreros; 2) la huelga de quince los dirigentes que lograron su control parecen haber estado de acuer-
días de la rama medias y circulares, que abarcó a unos 10.000 obreros do con los deseos y bajo la influencia de' la patronal24 •
que reivindicaban una garantía de trabajo semanal de 36 horas (sep-
tiembre de 1947); 3) la huelga de 24 días de la rama lana por aumen- INDUSTRIA METALÚRGICA
tos salariales, ganada el 30 de septiembre de 1948; y A) la violenta
huelga de la rama algodón en octubre de 1947, de la cual tomaron Los conflictos más importantes de este sector fueron cuatro: 1) la
parte 70.000 obreros. Aquí nos limitaremos a analizar este último huelga de 45 días en la ciudad de Córdoba, a mediados de 1946, con
conflicto, no sólo porque fue el más importante en cuanto al número
involucrado, sino también porque se registró en el sector de la in-
2' Entrcvísta a Ct:cilio Condit1, intc1wntor de la AOT de 1947 hasta fines de
dustria textil más crucial para el desarrollo económico del país.
1948, y a Andrés Frammi, un dirigcnt,· de primera línea durante este período y
Causas. La violenta huelga de octubre de 1947 se originó como secretario general del sindicato después de 1951. Véase también D Lída. l 'l al 30 de
resultado de la extrema insatisfacción respecto del convenio colecti- septiembre de 1947
vo recientemente firmado. Se lo consideró deficiente tanto en sus 2,; Veáse la entrevista con el sccrctanu >:cnnal de la Unión Obrera Textil. Lurni

·cláusulas salanales como en aquellas otras que salvaguardaban el de- Bonilla. en Proycctn de Historia Oral, l11st1mto Torcuato Di Tclla.
recho de los obreros y sindicatos dentro de la fábnca. La msatisfacción "Para una m<.:Jlll' C\Jmprcnsíóu de est.i l'l'n cpnón de lidcrazgo·rcspccto dd papel
fue exacerbada aún más por el despido de personal en 250 fábricas jugado por el sindicatu. véase la c11trev1su c llll d secretario general de la AOT en es,·
período. Mariano Tcdcsco. c·n Proyecto J, l listuna Oral, lnst1tuto Torcuato Dí Tdl.1.
El co1!flictifla ca111i110 a la refárma social 267
266 Lo11isc M. Doyo11
f NDUSTRH PEIROLERA - SECTOR PRIVADO
la que se consiguió un sustanc1:il :iumcnto de salarios; 2) la huelga de
un mes en Rosario, que termínó en mayo de 1948, después que la Este sector de la industria petrolera pasó por dos conflictos serios
patronal aceptara las condiciones de los obreros basadas en el conve- que repercutieron en toda la economía.
nio colectivo nacional; 3) la huelga de tres semanas en la ciudad de
a) Huelga del 30 de abril al 10 de mayo de 1947
Tucumán, que terminó en abril de 1947, luego de un paro general de
Causas. La Unión Obrera Petrolera inició una huelga de brazos
dos días, que obligó al gobierno a imponer que la patronal aceptara el
caídos de alcance nacional el 11 de abril de 1947 para respaldar sus
laudo; y d) la huelga de noviembre de 1947 en Buenos Aires.
demandas de aumento salaría! y la reforma del estatuto de la indus-
Causas. La Unión Obrera Met:i.lúrgica (UOM) declaró una huelga
tria. En una semana, esta medida ocasionó serias reducciones en el
de dos días en el Gran Buenos Aires, que continuaría después en
abastecimiento del Gran Buenos Aires. El 30 de abril, las compañías
aquellas empresas que se negaron a aceptar las reivindicaciones rela-
petroleras declararon un lock-out, al que respondió el sindimto con
tivas a salarios y a calificación del personal, así como también a im-
una huelga general.
plementar las reformas laborales del gobierno. Lentas negociaciones
Descripdóu de la huelga. El 10 de mayo, bajo una fuerte pre~ión del
terminaron en .un callejón sin sal ida y la Secretaría de Trabajo estaba
gobierno, la Unión Obrera Petrolera ordenó el retorno al trabajo,
casi decidida a resolverlas medi:inte un laudo. Sin embargo, como el
luego de obtener las demandas salariales, pero no la reforma del
sindicato ya había conseguido mmar la resistencia de muchas e im-
estatuto.
portantes empresas, no era conveniente emit1r ese laudo, pues, al
imponer una solución de compromiso. ello podría sacrificar algunas b) Huelga de brazos caídos del 22 de enero al 4 de febrero de 1948
otras reivindicaciones: Descripción de la huelga. Este segundo conflicto se produjo en apo-
Descripción de la huelga. Al cu:i.rto día del paro parcial, cuando un yo a la reforma del estatuto, que no sólo fue resistida por las compa-
terCio de la industria permanecb paralizado, la Secretaría de Trabajo ñías petroleras, sino que también fue considerada excesiva por el go-
ordenó el 111mediato retorno a la :ictividad y amenazó con declarar la bierno. Con el fin de quebrar la unidad de los trabajadores, la Secre-
ilegalidad de la huelga; además. impuso por decreto a las industrias taría de Trabajo emitió el 23 de enero una versión corregida del esta-
las reivindicaciones salariales y propuso apoyar las re~tantes deman- tuto que incluía la mayor parte de las reivindicaciones, excepto una
das de los trabajadores una vez normalizadas las tareas. Esta huelga cláusula muy controvertida que postulaba la agremiación al sindica-
fue el único conflicto prolongado en la industria hasta 1954 y el sin- to de los supervisores de planta y jefes de sección de la empresa. Esa
dicato obtuvo uno de los convenios colectivos más avanzados de la noche, en una transmisión radial especial, el ministro de Trabajo,
época 25 . José María Freire, declaró ilegítimas las últimas demandas obreras:
Como en el caso de los trabajadores textiles, los metalúrgicos co- " ... Las autoridades no están dispuestas a apoyar la solución de proble-
menzaron a organizarse bajo el liderazgo de militantes socialistas y mas creados artificialmente y fomentados por dirigentes de algunos
comunistas desde 1935. Hacia 1943, el Sindicato de la Industria sectores de la antipatria, empeñados en un programa de perturbacio-
Metalúrgica tenía aproximadamente 4.000 afiliados. La UOM, fun- nes ... ". El 30 de enero, el gobierno prometió que esta demanda sería
dada en abril de 1943 por militantes desilusionados con la conduc- discutida una vez que se retomaran las tareas. El sindicato no acce-
ción comunista en la huelga metalúrgica de 1942. apoyó las medidas dió, alegando que una promesa similar se había quebrantado luego
sociales de la Secretaría de Trab;~Jll desde 1944 l'll adelante y, después de que se levantó la huelga de brazos caídos en noviembre Je 1947.
de 1946, fue uno de los sindic;irns más dinámicos del movimiento El 4 de febrero, el movimiento fue declarado ilegal y los traha_¡adores
obrero argentino. recibieron órdenes de normalizar la actividad en las 24 horas siguien-
tes, so pena de retirar al sindicato la personería gremial. En una dc-
"Eutrcnsta a c-Iilario Salvo. scrrl't.mo general de la UOM entre l946y 1951. clar:icíón pública de ese 1111smn día, el Ministro de 11-abajo atacó a los
~2 lk.1u1110 de l'J74; véase tambíén /..i /'rc·11s11, l l-16 de tl<lV1crnbrr de 19~7.
268 /, Louisc M. Doyo11 El co1iflicti110 ca111í110 a la r~fór111a socíal 269

dirigentes smdicales: "Se empeñan en mantener una situación que trabajadores debido al elevado déficit de combustible en el Gran
asume las características no sólo de rebelión ... sino de perturbación y Buenos Aires.
sabotaje al desarrollo de actividades esenciales para la Nación, lesio- Esta fracción de los trabajadores dd petróleo comenzó a organizarse
nando su economía". Este ultimátum fue efectivo y la UOP se vio después de 1930 bajo la tutela de la A~ociación de Trabajadores del Esta-
obligada a aceptar el estatuto emitido durante el conflicto 26 • do (ATE), pero sus tentativas tuvieron que desarrollarse casi totalmente
La Unión Obrera Petrolera fue .fundada a mediados de la década de manera secreta y limitada en sus objetivos debido a la severa política
del treinta bajo la dirección de líderes socialistas, pero quedó como antisindicalista de YPF. Los trabajadores rompieron con la ATE en 1945
organización clandestina hasta 1943. Si bien el sindicato se opuso al y crearon su propia organización baJO el liderazgo de Pedro Gomes. El
gobierno hasta 1946, mantuvo una actitud estrictamente apolítica SUPE apoyó la política oficial desde 1945 en adelante"~.
después de esa fecha. Comparada con la posición que el gobierno adoptó en el conflic-
Como en el caso de los frigoríficos, el sector privado de la indus- to en el sector privado de la indusma, en este caso, su reacción fue
tria petrolera estaba en manos de intereses británicos y norteameri- diferente. En aquel conflicto, su actitud podría interpretarse como
c'anos. Esto disminuyó la capacidad del gobierno de imponer una de lucha contra el "imperialismo extranjero", una medida política en
solución rápida al conflicto. Su poder estaba aún más limitado por el sintonía con un período de elevada conciencia nacional. En el caso
hecho de necesitar la total cooperación de este sector para llevar ade- de los trabajadores de YPF, el gobierno se disponía a defender su
lante su política de industrialización. objetivo básico, la rápida industrialización, toda vez que una huelga
pudiese constituir un ataque directo contra el Estado.
lNDUSTRL'l. PETROLERA - SECTOR PÚBLICO

INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN
En este sector, se produjo una sola huelga declarada por el Sindicato
Único Petrolero del Estado (SUPE), "minoritario'', repre'sentante de En este sector, se produjeron huelgas importantes y de gran exten-
toda la rama industrial, a excepción del personal empleado en la ex- sión en el interior del país. Los conflictos y las ciudades afretadas
tracción de petróleo27 • La huelga buscaba imponer el escalafón único fueron: a) Córdoba, 1° al 15 de abril de 1946; esta huelga fue declara-
para los trabajadores. El mismo día de su lanzamiento, el gobierno da en apoyo de las demandas salariales que no habían sido atendidas
ínmediataménte la declaró ilegal (27 de julio de 1948). También se tras declararse ilegal el movimiento; un nuevo paro entre el 1° y el 20
ordenó a todos los dirigentes de YPF que echasen mano a cualquier de noviembre de ese afio permitió a los mismos trabajadores el logro
sanción gue considerasen necesaria para garantizar la normalización de sus reivindicaciones salariales; bJ Rosario, 16 de junio al 18 de julio
de las actividades. Al día siguiente, el gobierno retiró la personería de 1946; huelga para presionar a la administración a pagar el aguinaldo
gremial al sindicato y arrestó a todo el comité de huelga. Sin embar- de 1945; e) San Juan, 20 de noviembre al 6 de diciembre de 1946; exi-
go, el 4 de agosto se vio obligado a ceder a las reivindicaciones de los gencia de aumentos de salario y mejores condiciones de trabajo; d) Sama
Fe, 5 de febrero al 27 de marzo de 1947; obligó al gobierno a poner en
.. vigor el laudo que la patronal se rehusaba a aceptar29 •
2
" Ver La Prmsa, 30 de abril al 10 de mayo de 1947 y 22 de enero al 4 de febrero El hecho de que en Buenos Aires no se produjeran huelgas im-
de 1948. portantes no debe ser interpretado rnmo una falta de resistencia de la
2
' Los trab~adores ocupados en ia extracción de petróleo estaban orgamzados en uu
smdicato aparte, el SUPE "mayontario". lxuo rnnducc1ón comunista, que no quiso ad-
herírse a la hucl¡.,ra general. Para un relato mtcresaute de los esfuerzos por or¡.,ranizar a "'Entrevista a Carlos l'icrini, 1mo ck ¡,,,fundadores del SUPE ·'m1nornano"'.
este sector en los aüos treinta, véase Rufino Gomes. La gm11 /111c{~a petrolera de Col/lodmn Ver también La Pr('//.<a, 2(i dt: JUiio .11 :; de .wustn de l 948.
Ril'ailal'1<1 Cf9J-¡--/932J, Edinorn:s Centro de Estudios, Buenos A1rcs. 1973. '"La Pnwa, 1946-l'J+7
270 Louisc lvl. Doyo11
271
patronal a las re.ívindicadones obreras, sino más bien como testimo-
nio de una cautela extrema de los dirigentes de la Unión Obrera de do apoyó sus exigencias después de intervenit- la empresa privada de
la Construcción de la República Argentina (UOCRA). Los trabaja- transporte; b) La Plata, del 10 de febrero al 17 de marzo de 1946, una
dores de este sector constituyen el único grupo en el que un podero- huelga de brazos caídos muy bien organizada trató de conseguir el
so sindicato comunista fue arrasado por el gobierno militar entre 1943 pago del aguinaldo de 1945. que finalmente subsidió el Estado des~
y 1945. Las grandes dificultades que encontró la UOCRA para orga- pués de intervenir la empresa privada de transporte; del 29 de junio
nizar este sector explican su resistencia a recurrir a la huelga como al 11 de julio, una nueva huelga de brazos caídos exigía un aumento
factor de presión. Divididos por luchas internas, y algunas veces cues- salarial; c) Mar del Plata, del 11 de noviembre al 18 de diciembre de
tionados por los patrones e importantes fracciones de los trabajado- 1946, se produjo un paro en apoyo de un aumento salarial; el gobier-
res, los dirigentes sindicales prefirieron confiar en el gobierno para no lo declaró ilegal el 23 de noviembre, pero, después de una huelga
vencer la resistencia de los empleadores a sus demandas, por temor a general de cinco días en toda !a ciudad, se vio forzado a conceder el
perder el control sobre la acción huelguística. La debilidad del sindi- aumento 31 •
cato nacional también se explica, en parte, por la gravedad de los con- La ausencia de conflictos de cierta escala en el Gran Buenos Aires
flictos librados en el interior del país. La UOCRA comenzó a reivin- durante todo el período 1945-1955 puede explicarse, en buena me-
dicar su jurisdicción efectiva sobre los sindicatos provinciales sólo dida, por la particular sensibilidad del gobierno a las demandas de
después de mediados de 1947, de manera que estos trabajadores tu- este sector, resultado de una violenta huelga de tres semanas en sep-
vieron que imponer sus demandas sin contar con la colaboración de tiembre de 1945, que fue utilizada por los opositores políticos de
la organización nacionaPº . Perón en su campaña de oposición. A pesar de que este sector obrero
poseía una larga historia y experiencia organizativa que databa de 1920,
nunca consiguió unirse a escala nacional. En 1945, la UTA represen-
3. 2. Las huelgas en los sectores de transporte y servicios taba aproximadamente el 40% de los trabajadores empleados en el
En los sectores de transporte y de servicios, se encuentra la menor Gran Buenos Aires y La Plata, y sólo después de mediados de 1947
incidencia de conflictos importantes. Las huelgas se limitaron al trans- logró expandir su jurisdicción al interior.
porte urbano, a los portuarios, a los municipales y a los bancarios.
EL SECTOR DEL PUERTO

TRANSPORJE URBANO
La huelga más importante de este sector se produjo en Buenos Aires,
En este sector, las mayores huelgas se produjeron fuera del Gran lugar en que se concentraban las actividades portuarias. Después de
Buenos Aires, en li!s siguientes ciudades: a) Córdoba, del 11 al 24 de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina aumentó considerablemente
enero de 1946, esta huelga obligó a los empleadores a pagar el agui- sus exportaciones de carne y cereales a Europa, y las divisas acumula-
naldo de 1945; del 30 de septiembre al 8 de noviembre de 1946, una das durante ese lapso le permitieron importar grandes cantidades de
nueva huelga en demanda de incrementos salariales y mejores con- materia prima y de maquinaria industrial entre 1946 y 1948. Los por-
diciones de trabajo fue declarada ikgal el 30 de octubre, pero una vez. tuarios ocupaban una posición estratégica de control sobre el movi-
que los trabajadores accedieron a normalizar sus actividades. el Esta- miento comercial con el extranjero, así como también sobre el acele-
rado desarrollo del sector industrial.
Los portuarios estuvieron involucrados en diversas y prolonga-
'" La débil capacidad de negoc1arni11 del sindicato y sns luchas internas están das huelgas en 1946, que tenían como objetivo reforzar la imple-
documentadas en la Umón Obrera de i.1 ( :onstrucción. Libro de actas de la comi-
sión directiva. l 946-1948.
.11 La Pr('llsa, 1946, 1947.
El co1!flicti1Jo ca111i110 a la r~f(1rma social 273
272 Louisc M. Doyo11

con los obreros de los frigoríficos, los portuarios enfrentaban a la


mentación de reformas laborales del gobierno. Los conflictos más
patronal -a pesar de la férrea negaova de ésta a sus reivindicaciones-
serios, sin embargo, se produjeron en febrero de 1947 y enero de
1948. El 30 de enero de 1947, el Sindicato Único de Portuarios Ar-
ª sabiendas de que el gobierno no podía soportar ninguna paraliza-
ción de un sector tan importante para el desarrollo del país.
gentinos declaró una huelga de brazos caídos en todo el sector para
respaldar sus demandas de aumentos salariales, el pago del aguinaldo
de 1946 y la regulación más estricta de las condiciones de trabajo, Los TRABA].WORES MUNICIPALES
además del pago vacaciones anuales. Pese a que los obreros obtuvie-
En este sector, se produjo un número significativo de conflictos, tan-
ron la mayor parte de sus reclamos con el trabajo a desgano durante
to en Buenos Aires como en las capitales provinciales. Las huelgas
una semana, el descontento fue generalizado, pues no se habían lo-
más importantes del interior se registraron en la provincia de Santa
grado los mismos beneficios que otros trabajadores industriales. Des-
Fe. La primera, del 10 al 16 de sepnembre de 1946, fue en apoyo a la
pués de febrero de 1947, por ejemplo, sólo se otorgaban vacaciones
renuncia del intendente y terminó con la intervención de la Munici-
pagas a aquellos obreros que hubieran trabajado en la misma empre-
palidad y del sindicato. Otra huelga. entre el 12 y el 18 de agosto de
sa durante un mínimo de seis meses, pero el sistema especial de con-
1947, se desató por la demora en la implementación del escalafon,
tratación en vigencia descalificaba de ese beneficio al 50% de los
demanda que fue satisfecha dos semanas después de levantarse las
empleados en el sector. Los portuarios no conseguían organizar un
medidas de fuerza. Entre el 15 y el 26 de septíemb.re de 1947, hubo
mecanismo de empleo bajo control del sindicato, medida que consi-
otro movimiento en protesta por la negligencia de la Municipalidad
deraban esencial, ya que las empresas, muchas veces, sobornaban a
en implementar el escalafón, que se resolvió luego de que el sindica-
los tr~bajadores en huelga en otros sectores, o bien utilizaban a los
to fuera intervenido. En Mendoza, los trabajadores paralizaron su
inmigrantes para burlar el control del sindicato y la legislación labo-
labor entre el 25 y el 30 de septiembre de 1945, en demanda de au-
ral. El 19 de enero, el SUPA declaró una huelga general para protes-
mentos salariales, que fueron satisfechos una vez normalizadas las
tar contra el incumplimiento del reglamento de trabajo por parte de
la patronal y la negligencia del gobierno para hacer cumplir las leyes actividades.
La huelga más importante en este sector se produjo en Buenos
laborales. Al día siguiente, la huelga fue declarada ilegal y el 24 de
Aires en mayo de 1947, Antes de que estallara el conflicto, los traba-
enero l~ CGT intervino el sindicato. Sólo el día 28 el gobierno logró
normalizar los servicios portuarios. El sindicato quedó intervenido jadores realizaron varías intentos para asegurar la implementación
hasta mediados de 1949 y el número de afiliados cayó de 14.000 a de las reformas laborales del gobierno y los beneficios específicos
3.00032 • prometidos a la Municipalidad, pero estas gestiones se víeron frus-
Los portuarios tienen una larga y dolorosa historia organizativa tradas. En marzo de 1946, por ejemplo, aún no habían logrado ase-
que data de comienzos de siglo. Hasta 1943, la mayoría de los diri- gurar la aplicación de la semana de H horas de trabajo. Sólo después
gentes gremiales eran anarcosindicalistas y no conseguían organizar de dos días de huci~a violenta, en diciembre de ese n11smo año, el
más que a un 10% de los trabajadores del puerto. El SUPA fue fun- gobierno concedió a este sector el esratuto que reglamentaba los des-
dado en agosto de 1944 por un militante nacionalista, Gerónimo pidos arbitrarios por razones políncis.
Schissi, simpatizante de la política social de Perón; después de 1945 La Unión Obrera Municipal. fondada en 1916 bajo la direcnún
el sindicato apoyó sistemáticamente al gobierno ...fa! como sucedía de líderes socialista~, fue interve1rn1J en JUiio de 1944 debido a Li
fuerte oposición de su secretario l!;L'i1eral al gobierno militar. En los
tres años siguientes. el interventor rrab~~!Ó con un grupo de ex mili-
-''Entrevista a (;crónimo Schíss1, uno de los f1111dadores del SUPA y su secreta- tante~ sonalistas. dispuestos a colahurar con las autoridades a cambio
no ~eneral entre 19..¡..¡ v 1948. Ver también El Lídn; 30 de ::11cro al 7 ck febrero de de lograr mc_¡oras p.ira los m1111il 1p.tks, divididos en es\':' entonces.
J<J..¡7_ y 19-28 de v11cro de 1948.
.:n+ Lo11isc iVf.. Doy<111
El w1!flicti11a ca111i11a a la r~/or111a social 275
Sin embargo, en marzo de 1947, CSl' comité renunció después de que
el gobieJT}() se negó a normalizar el sindicato, a la vez que posponía tento de las bases y se vio forzada a renunciar el 18 de marzo de 1948.
reiteradamente las negociaciones salariales. El 29 de mayo de ese año, Luego, la Asociación fue intervenida por la 'CGT y los bancarios ini-
los recolectores de residuos recurrieron a una huelga violenta en de- ciaron el 24 de marzo una serie de paros no autorizados para respal-
mand.a de mejoras salariale~; dos días después, fue '-declarada ilegal y dar sus demandas. El día 30, el movimiento se intensificó y los mili-
se 111t1mó a los trabajadores a retomar la actividad bajo la amenaza de tantes desplazados por la facción peronista declararon una violenta
despídos masivos. El 4 de junio, muchos líderes huelguistas fueron huelga general, que abarcó todo el Gran Buenos Aires. Ese mismo
encarcelados y el gobierno solicitó la cooperación del ejército y de la día la medida fue declarada ilegal por la Secretaría de Trabajo: " .. .los
CGT para limpíar las montañas de basura en descomposición. Tres acontecimientos de los dos últimos días obedecen a intenciones de
días después, los trabajadores en huelga aceptaron normalizar sus ta- perturbación y disgregación, tarea en la cual se hallan empeñados
reas a condición de que fuesen remcorporados quienes habían sido grupos que invocan, a partir de una pretendida comisión interbanca-
despedidos y de que se entablasen mmediatamente las negociaciones ria, la representación de los auténticos trabajadores y que intentan
salariales. A fines <le! mes siguiente. los trabajadores obtuvieron un provocar problemas para ocultar sus fines específicamente políticos,
aumento salarial, ya que el gobierno no estaba en condiciones de convirtiéndose en instrumentos dóciles de las oscuras fuerzas de la
tolerar la repetición de una huelga políticamente cmbarazosa33 • antipatria" 34 •
Los bancos despidieron inmediatamente a 300 empleados y el
gobierno procedió a la detención de los líderes de la huelga. El 4 de
SECTOR BANCARIO abril, los huelguistas accedieron a retornar al trabajo con la condi-
Los bancarios también tuvieron que recurrir a una violenta huelga ción de que se reincorporara al personal despedido y de que un co-
en marzo de 1948, pues su sindicato fue incapaz de responder a las mité electo por los bancarios presidiera las negociaciones de sus de-
demandas del gran número de empleados de este sector. La Asocia- mandas. El 2 de junio, los empleados de este sector obtuvieron un
nuevo escalafón y un aumento salarial.
ción Bancaría, fundada en 1924 por militantes socialistas, se esforzó
por mantener una línea apolítica durante el gobierno peronista, pero
sus dirigentes fueron desplazados en las elecciones internas de 1947 4. LAS PRINCIPALES MODALIDADES DE LAS HUELGAS
por un grupo rival que postulaba una identificación más estrecha con
el régimen. Los empleados bancarios gozaban de sueldos relativa- Es posible identificar varias tendencias generales sobre la base del
mente altos y de buenas condiciones de trabajo antes del ascenso de análisis d~. los principales conflictos que hicieron erupción después
Perón al poder, e insistían en mantener esas prerrogativas con rela- de 1946. En primer lugar, se constata que la protesta no fue un fenó-
ción al resto del movimiento obrero después de 1945. La nueva di- meno confinado al Gran Buenos Aires, sino que tenía proporciones
rección que asumió el control de b Asociación Bancaria en 1947 in- nacionales: afectaba a todas las grandes ciudades del interior, inclu-
tentó responder a estas aspiraciones. pero sostenía que la reforma del yendo Córdoba, Rosario y Tucumán, así como también los centros
escalafón y los aumentos salarialc' debían lograrse mediante nego- urbanos de La Plata y Mar del Plata.
ciaciones pacíficas con el gobiern11. Sin embargo, como esta direc- En segundo lugar, los paros se produjeron con mucha mayor fre-
ción fracas<Í l'11 sus reiteradas. gcsnn11es por lograr esas concesiones a cuencia en la industria que en el transporte y los servicios; también
tran?s de i<lS can,tlcs institucionak'. tl"rmmó despertando el desrnn- se puede observar, dentro de las actividades manufactureras, una va-
riación significativa entre la mdustria de la alimentación y otras ra-

"Ver 1.:¡ ()/1r!'n> .\Ju11iu¡1,i/. mani-111111,. de l'J-17 ,. L1 Pm1s,1. :;9 de 111;1vn al 7 dv


J\11110 ck 11l-l7 . '
'' l.11 f>rms.1. JO de marzo dc l 'J-IK.
276 Louise M. Doyo11 El co1!flictí1;0 ca111i110 a la reforma social 277

mas, porque los conflictos tendían a ser más prolongados en el sector porte público urbano en Córdoba, La Plata y Mar del Plat~. Por
alimentario respecto de los restantes. Además, parece haber pocas otro lado, las partes llegaron a acuerdos en las huelgas realizadas
dudas de que el grueso de las disputas fueron promovidas, y dirigidas por trabajadores de las refinerías privadas de petróleo (1947), el
por las organizaciones sindicales legalmente reconocidas. En gene- sector azucarero ( 1948), los pormario5' (1947), ferroviarios (1947)
ral, los casos significatívos de huelgas extraoficiales fueron reducidos y textiles algodoneros (1947). La disP.uta más importante .que se
en número, circunscriptos fundamentalmente a las huelgas "salva- perdió durante este lapso fue, una vez más, la de los trabajadores
jes" que estallaban en el área textil, bancaria y de servicios municipa- del SUPA, en 1948.
les. Asimismo, también fueron poco frecuentes las huelgas no oficia- Por último, la mayor proporción de los paros se produjo en el
les de cierta magnitud o/ se produjeron principalmente en la cons- contex'to del proceso de negociaoón colectiva puesto en marcha. En
trucción, el transporte público urbano y los ferrocarriles. La mayor vista de ello, antes de continuar, parece oportuno hacer una breve
incidencia de paros en el sector manufacturero, junto con el hecho revisión de las funciones asumidas por el Estado en el ámbito de las
de que la gran mayoría de éstos fueron estrechamente coordinados relaciones laborales. Con ello se podrá tener una visión más acabada
por los sindicatos recientemente implantados, pone de manifiesto del marco en que tuvieron lugar los conflictos, las ventaps mmedia-
que la iniciativa en ei área económica se traslada, en el movimiento tas que trajeron aparejadas al movimiento obrero, así como su im-
sindical, del sector servicios al sector industrial. pacto sobre los rasgos peculiares que adquíneron las protestas. Al
En tercer lugar, del análisis anterior resulta evidente que la nega- respecto, se recordará que la búsqueda de relaciones de clase no an-
tiva de los empresarios a cumplir con las disposiciones oficiales fue ia tagónicas había sido una preocupación central de Perón, notoria des-
causa menos frecuente de los paros más importantes. Las excepcio- de 1944, cuando echó las bases del nuevo sistema de relaciones labo-
nes más notables fueron los paros rotativos de los azucareros produ- rales. El pilar sobre el que descansaba este nuevo sistema era el pro-
cidos entre 1946 y septiembre de 1948, y ia primera huelga general ceso de negocíac1ón de los conveH1os colectivos por actividad bajo la
de todo el sector realizada por la Federación Gremial de Trabajadores supervisión directa del Estado. En forma congruente, los funciona-
de la Industria de la Carne, destinada, en parte, a lograr el cumpli- rios oficiales fueron llamados a participar en forma activa en todos
miento del Decreto-Ley N.º 33.302. Más bien, el grueso de las los aspectos de estas discusiones. desde el comienzo mismo de las
disputas respondía al objetivo de ampliar los derechos de los tra- tratativas, a fin de compensar el dcsequilibrío estratégico de las fuer-
bajadores mediante la obtención de concesiones salariales y labo- zas contendientes. De esta manera. se esperaba que los acuerdos a los
rales. En la mayoría de los casos, la movilización culminaba con que se arribara resultaran suficientemente satisfactorios para los tra-
éxito, así se revertía la trayectoria de derrotas que había acompa- bajadores -para evitar el desarrollo de conflictos innecesarios- y, al
ñado al sindicalismo desde sus primeros tiempos. De los conflic- mismo tiempo, se buscaba asegur:ir que los térmmos de los acuerdos
tos más destacados analizados, fue mayor la proporción de los que coincidieran con el "interés general", según se lo definía en la políti-
lograron sus objetivos que los que tuvieron que retroceder; sólo ca económica estatal. Una vez que los contratos negociados entre los
un pequeño porcentaje fracasó por completo. En la primera catego- empresarios y los sindicatos eran certificados y homologados por el
ría, encontramos las huelgas organizadas por los trabajadores de gobierno, automát1Camente adquirían fuerza de ley; su vaiidez p1..idía
frigoríficos (octubre de 1946); los metalúrgicos de Buenos Aires ser extendida a roda la actividad. ;iun cuando los delegados que los
( 1947); los panaderos de la metrópoli (1946, 1947); la rama lanera hubieran negociado y firmado 11u representaran a toda la rama en
de los ,textiles (1946); los bancarios (1948); los trabapdores del cuestión.
sector público de la industria petrolera (1948); los recolectores de Los benefioos de este patrón de negocíaoones parad mov11mcnto
res1du<\s (194 7); los Jornaleros de la construcción en Córdoba, smdical resultan.m obvios desdl' l·I comienzo. La l11tL·rve11c1L·lll del
Rnsarío y Santa Fe; y, finalmente, el personal asal::iríado del trans- nobicrno acclcní d cstabk:cm11<:11l<l de una trama regubr ck 11cgo-
~ - '
El Ct'l!flíctil'D ca111i110 a la r~f(in11a social 279
278 Louise M .. Doyo11
las relaciones Estado-sindicatos en Perú.is. Por lo tanto, el análisis
naciones, que se realizaban en forma anual, por medio de la convo- centrado en las huelgas, como una forma distintiva y crucial de ac-
catoria del gobierno a los empleadores recalcitrantes .. El valor de de- ción colectiva durante estos primeros años, confirma la hipótesis de
recho positivo que se otorgaba al contrato de trabajo también facilita- que la dialéctica entre Perón y el movimiento sindical no había sido
ba su plena implementación en aquellas áreas en las que los sindica- suprimida con el pasaje de la CGT a manos peronistas. Asimismo,
tos aún debían consolidar sus organizaciones. El papel que se arroga- trae a la luz un período de intensa negociación entre los dos aliados
ron las autoridades en el corazón mismo del proceso las convirtió, posteriores a este acontecimiento.
por ello, en el interlocutor lógico al que estas entidades se dirigían Además de contribuir en gran medida a desacreditar el mito tan
cuando articulaban sus demandas y hacia las que orientaban el im- común de que las disputas carecieron de un valor instrumental du-
pulso de su accionar. rante los primeros años de la posguerra, la investigación también per-
Sería contrario al sentido común y la evidencia disponible negar mite descubrir algunas de las razones del distinto grado de intensi-
que ei régimen generalmente adoptó una actitud favorable hacia los dad de la negociación entre ciertos sectores y el gobierno, y las difo-
reclamos de los trabajadores. Su mclinación pro obrera se pone de rentes formas que ésta adoptó.
relieve cuando se lo compara con las políticas sociales de todos los A partir del análisis realizado, podemos concluir que es infunda-
gobiernos anteriores, con la excepción parcial de la primera presi- da la afirmación de que se puede establecer una relación directa en-
dencía de Yrigoyen. No fue una mera coincidencia que el desenlace tre la trayectoria anterior del sindicato o su orientación partidaria en
de las huelgas y paros difiriera notoriamente del observado en los el presente y la aquiescencia automática del régimen o su resistencia
momentos precedentes de la historia del movimiento obrero. Al leer a sus demandas. En otras palabras, es imposible afirmar que la Secreta-
ias reseñas .de estas discusiones, se verifica con suma frecuencia que ría de Trabajo haya mostrado una actitud consistentemente favorable
los funcionarios de la Secretaría de Trabajo adoptaron una posición hacia los reclamos de aquellos sindicatos que se identificaban más
favorable frente los reclamos de los trabajadores y ello condicionó, estrechamente con el gobierno, por lo que éstos no tuvieron necesi-
sin duda, las decísiones del sector patronal. dad de recurrir a la fuerza, en tanto que la necesidad de aplicar una
Destaquemos, no obstante, que la actitud oficial favorable no presión militante recayó fuertemente sobre las entidades que perma-
fue una respuesta automática. Con mucha frecuencia, sólo los necían fuera de este "círculo favorecido". A la vista de las evidencias
paros masivos y bastante largos, que involucraban toda una acti- disponibles, una visión semejante no está en condiciones de explicar
vidad o un sector vital de ella, consiguieron que las autoridades por qué la negociación por medio de paros laborales fue utilizada
aceptaran la legitimidad de los reclamos sindicales. El recurso a la con mayor celo precisamente por los sindicatos industriales, que ha-
movilización de las bases constituyó, por lo tanto, un instrumen- bían florecido bajo el ala protectora del Estado. Asimismo, el descu-
to clave en la concreción de los objetivos sindicales. La mayoría brimiento de una incidencia menor de huelgas de los trabapélores de
de las disputas analizadas, que generalmente se producían una vez servicios no se debería tomar como prueba de que tal táct\c1a de ne-
que las negociaciones habían llegado a un punto muerto, debe- gociación se le negaba a los sindicatos tradicionales debido a su tibio
rían considerarse como la aplicación de la presión coercitiva, ya apoyo a Perón mientras fue Secretario de Trabajo. Una teoría mono-
sea para galvanizar al régimen e impulsarlo a imponer las condi- causal como la que estamos discutiendo no puede hacer justicia a la
ciones de los sindicatos o para quebrar su propia resistencia a acep- complejidad de un fenómeno en el que se notaba que la intensidad
tar la validez de sus reclamos. Y este empleo táctico de la huelga, de la presión por medio de la huelga variaba, no sólo según el sector
diseñado, no tanto corno una forma de sanción económica contra involucrado sino también en función del rnntemdo de las deman-
los empresarios sino como una demostración de fuerza dirigida a
las autoridades, tiene muchas características comunes con el pro-
\5 R. Paync. La/1(111/ c111il l'olitics 111 J>em, 'ólc Universltv l'rl'SS, l%5. pp. 1l. 3<1-56.
ceso de negociación poiítica descripto por Payne en su examen de
280 Lo11ise M. Doyon El co1!flicti110 cami110 (1 la n;Jór111a soda/ 281

das. Por lo tanto, en el análisis se deben introducir algunas otras va- sí mismo contribuyó a que el primero se mostrara más receptivo ante
riables, además de la exclusivamente política. las exigencias de estos últimos en este sentido.
En las páginas anteriores, se hizo referencia a la ex:iste,:ncia de dos También cabe destacar la gran predisposición de la Secretaría de
patrones distintivos de conílict~ dentro de la industria, coí1 paros, en Trabajo para acceder a las demandas salariales de los obreros indus-
general más prolongados en los sectores de procesamiento de mate- triales, en contraposición con sus reclamos sobre el control laboral.
rias primas agrícolas que los de la industria propiamente manufactu- Basta sólo recordar, por ejemplo, que la crisis de octubre de 1946 en
rera. Dos factores relacionados parecen haber tenido mayor inciden- los frigoríficos, que se prolongó durante dos meses completos, se
cia en la duración de los paros, a saber, el distinto nivel de prosperi- hubiera resuelto en la mitad del tiempo si no hubiera sido por la
dad en las diferentes actividades involucradas y los recursos a disposi- insistencia de los trabajadores en lograr la garantía horaria. La re-
ción del Estado para arbitrar en forma efectiva la disputa. Evidente- nuencia de las autondades también resultó evidente cuando llegó el
mente, es imposible descartar la influencia de una larga tradición de momento de respaldar el reclamo de los panaderos de que se aboliera
lucha entre el movimiento sindical y la patronal dentro de la indus- el trabajo nocturno. De la misma forma, la huelga de los metalúrgi-
tria de la alimentación, que se remonta a principios de siglo, y que cos surgió principalmente de un cronograma de normas sobre con-
ciertamente galvanizó los lazos de solidaridad en la dinámica de las diciones de trabajo que la UOM quería implantar y que los media-
movilizaciones, convertidas en ocasiones en verdaderas pruebas de .. dores oficiales deseaban descartar a cambio de aumentos salariales.
fuerza. Por otro lado, es fundamental recordar que las restricciones Otra manifestación importante de los contrastes entre el gobierno y
financieras limitaron la capacidad de la administración para arbi- los sindicatos en cuanto a la defimoón de los derechos de los trabap-
trar en los conflictos. La fuerte regulación de precios de estos ali- dores surgió en la industria petrolera privada; aquí, los árbitros de-
mentos esenciales, que incidían en la canasta familiar de los tra- signados por el gobierno mostraron una fuerte resistencia a redactar
bajadores, brinda una explicación parcial al hecho de que este sec- un código de traba_¡o detallado para regular las relaciones internas en
tor tuviera poca participación en el volumen de los conflictos; ello la fábrica. Tales discrepancias no deberían sorprender viniendo de
reforzó la resistencia de los empresarios a aumentar salarios, lo un gobierno que hizo del fortalernmento de los cimientos del capi-
que condujo a que, finalmente, el gobierno se viera obligado a talismo industrial en la Argentina un pil;rr de su Primer Plan Quin-
aceptar tales. aumentos y los compensara por la vía de subsidios a quenal. Su política social se articulaba sopre la elevación del nivel de
los productores. vida de los estratos más bajos. La metodología para lograr este objeti-
Un escenario semejante no existía en el sector manufacturero, vo pasaba por mejorar los términos en los que la clase obrera vendía
donde las negociaciones eran más fluidas. Aquí el Estado gozaba de su fuerza de traba_¡o. Por otra panc. aceptar el principio de la libre
múltiples resortes que podía manipular durante las negociaciones. empresa, también significaba aceptar las prácticas que acompañaban
La «buena disposición» de los empresarios en estas actividades debía la propiedad privada del sistema productivo, especialmente. la «sa-
mucho, sin duda, a su vulnerabilidad con relación al gobierno, que grada» prerrogativa de la autonomí~t patronal. De allí las vanas tenta-
favorecía e impulsaba su eA.-pansión por medio de protecciones tarifa- tivas oficiales por contener el impulso de los trabajadores dirigido a
rias, créditos blandos y acceso preferencial, tanto a las licencias de extender el control sobre la relaci<m laboral en sí misma, por temor a
1mport:ición como al comercio exterior. Además, el trago amargo que que pudiera minar los mecanísmm de decisión en las empresa!>.
significaba tener que acceder al reclamo de los trabajadores de com- Al analizar el secmr de serv1ut >.'i en ei que se observa un mvcl
parnr la ola de prosperidad fue más fácil de digerir como resultado bastante menor de paros, nos en1 n·ntamos con una situación total-
de la honanz:i s111 precedentes de la que eran k;s principales bencfi- mente diferente. ljllL' surge no sól" dd carácter de las func1om's dL'>-
cí:mos. El hecho de que resultó 11111ccesano que el Estado sostuviera empcñadas. sino t.1111b1én de la pn tdiar naturaleza de la m1snu rela-
el rnsm de los redamos salariales de los grc1111os fue un factor que en ción de empko. btLJS dos fact01\·, 1Hi agotan la complejidad dd t"l:-
282 Louisc lvl. Doyo11
El co1!tlictí11(1 ca111Í11(1 a la r~(or111a social 283
nómeno, pero permiten comenzar :i comprender la modalidad de las
disputas en este sector. En primer lugar, se debe recordar que la opi- políticas y nacionales a la hora de ejercer presión para lograr el trámi-
món pública equipara el bienestar de la comunidad con el funciona- te pacífico de los reclamos presentados por los trabajadores y sus re-
miento ininterrumpido de numerosos servicios que inc;luyen presentantes, quienes estaban en la disyuntiva entre su obligación
transporte, comunicaciones, salud y gobierno. En su estudio The política hacia el gobierno y sus expectativas de mejoras laborales. Tam-
Interi11d11stry Propet1sity to Strike, Kerr y Seigel señalan que las enormes bién permitirían que 'los funcionarios oficiales dispusieran de más
presiones sociales que se disparan cuando se desarticulan estos cen- elasticidad y recurrieran a tácticas dilatorias cuando trataban de con-
tros neurálgicos de la vida en sonedad constituyen la variable clave ciliar las aspiraciones de los trabajadores con los pesados compromi-
que explica el bajo nivel de huelgas observado en las sociedades in- sos financieros del gobierno. Como se señaló anteriormente, el go-
dustriales avanzadas3r'. La situacíón se complicó aún más en el caso bierno no era sólo un importante instrumento en la redistribución
argentino por la gran e:x"tensión del área que caía bajo la administra- del ingreso proveniente del campo hacia los sectores urban'os, sino
ción directa del Estado después de la implementación de su progra- que también lo hacía hacia abajo, ya que subsidiaba salarios en las
ma de nacionalización. Muchos smdicatos de servicios no tenían el industrias alimenticias y garantizaba el pleno empleo por meáio de la
margen de maniobra de que gozaban sus pares en la industria, quie- creación de puestos de trabajo en el sector público. Esto no significa,
nes podían definir al empresario privado como su adversario mien- sin embargo, que la manipulación oficial de las vastas repercusiones
tras recurrían a un paro como tárnca para ejercer presión sobre las de la protesta haya atado por completo las manos de los trabajadores.
autoridades. En los servicios esenciales, el empleador y el mediador Los funcionarios oficiales no sólo debieron enfrentar la necesidad
eran el mismo actor; una huelga en este contexto tomaba una nueva política elemental de reconocer participación de éstos en la coalición
dimensión, porque se convertía en una sanción directa y un desafío gobernante y de velar por los beneficios que ella entrañaba. Sobre
al principal aliado de los trabajadores en la arena política. En el caso ellos pesaba asimismo la amenaza siempre presente de que se produ-
de producirse una huelga, los opositores al gobierno contarían con jera una situación que los desautorizara, bajo la forma de una huelga
gran cantidad de municiones par:i disparar sus críticas. Podrían ha- antigubernamental, promovida por las bien aceitadas redes sociales de
cerse un festín censurando al régimen por no poder proteger el inte- que disponían los militantes sindicales de base.
rés público y, al mismo tiempo, arrojar dudas sobre la sinceridad de
sus propósitos pro obreros; de esta forma, los opositores podían ex- 5. LOS BENEFICIOS OBTENIDOS
plotar las luchas económicas para sembrar la discordia en las filas de
POR MEDIO DE LA PROTESTA ORGANIZADA
la coalición gobernante. La sensacional cobertura que hicieron los
diarios de la oposición sobre la huelga de los recolectores de residuos En el análisis caso por caso de las principales disputas que marcaron
brmda una amplia prueba del reprntino «entusiasmo» de los antipe- los primeros años del gobierno peronista, el interés primordial fue
ronistas por defender ia causa de los «desvalidos», la misma que ha- presentar brevemente las características más importantes, que po-
bían ignorado en la crisis de 1945 y durante la posterior campaña drían permitir al lector formarse una idea de la anatomía del movi-
electoral. miento de huelgas. Se describieron el papel que desempeñaron las
Este tipo de repercusiones de los conflictos, de vasto alcance po- organizaciones sindicales, las funciones que asumió el gobierno y su
lítico, también reforzaron el poder de la Secretaría de Trabajo. Más reacción a la presión de los trabajadores. También se bosquejó un
concretamente, la agencia oficial pudo apelar a las consideraciones perfil del origen de los conflictos a fin de poder ofrecer una clasifica-
ción de sus principales reivindicaciones. Sin embargo, hasta ahora
no hemos hecho un inventario de las reformas laborales llevadas a
"'C. Kcrr v A. Sic¡;cl. <>Thc li1tL"rmdust1 v Prnpcnstty tu Strikc». en A. KornhattSl'r,
R. Dubin y A.M. Hoss (c,ls.). lud11srri.1/ (.',•ll/ha, Me( ;r;1w llill. NcwYürk, 1954, p. l'J-1. cabo durante este período. A continuación, procuraremos remediar
esta omisión, centrando nuestra atención en las que se mtrndujeron
284 ) . Lo11isc M. Doyo11 El co1!flicti110 ca111i110 a la r~fbrma social 285

hasta fines de 1948, y trataremos de evaluar la contribución de la les; la racionalidad de esta prioridad en la movilización de los trabaja-
movilización de los trabajadores en su concreción. dores no requiere demasiados argumentos. Como ha sefi.alado Ri-
Además del aumento de las pensiones por edad avanzada y disca- chard Hyman: "En una economía de mercado, muchas de las cosas
pacidad para los trabajadores industriales producido en 1946, hubo que los trabajadores y otras personas desean sólo se pueden conse-
otras dos áreas en las que se produjeron cambios importantes a me- guir por medio de transacciones en efectivo" 38 • No sucede lo mismo
diados del primer período presidencial de Perón37 • En primer lugar, cuando se trata de esclarecer cuál fue el papel que le cupo a los sindi-
hubo un importante aumento en los salarios reales. Por desgracia, no catos y al régimen en la dinámica salarial. Esta cuestión sigue siendo
se dispone de estadísticas que muestren la evolución del ingreso para un tema espínoso entre los analistas de los movimientos obreros en
el conjunto de los trabajadores, pero la información existente referi- la mayoría de los países debido a la «confusión de los factores que
da al sector industrial brinda un indicador de la dirección del cambio intervienen, y a la dificultad en aislarlos y analizarlos por separado»39 .
durante el período. En el cuadro que se transcribe a continuación, se La situación de pleno empleo ciertamente jugó un papel importante
han incluido, tanto los salarios reales como los pagos totales por hora; en el fortalecimiento de la capacidad de negociación del movimiento
ello resulta necesario porque los salarios básicos que figuran en los sindical; ocurre, sin embargo, que el funcionamiento del mercado
contratos de trabajo no tienen en cuenta los cuantiosos beneficios de trabajo no fue índependiente de los mtentos del gobierno por ab-
suplementarios obtenidos por los trabajadores. sorber los flujos de mano de obra expandiendo el sector público. Más
atrás destacamos que el gobierno mostraba una preferencia especial
Índice de salarios reales por hora en la industria por los aumentos de salarios. El gobierno podía, así, conciliar su com-
promiso de mejorar el estándar de vida de los trabajadores con una
Año Calificado No calificado Pago por hora estrategia de desarrollo que buscaba consolidar las industrias nacio-
1943 100,0 100,0 100,0 nales por medio de la expansión del mercado interno. No obstante,
1944 105,1 107,7 ilo,5 parece más que probable que la protesta organizada del sindicalismo
1945 85,5 98,5 105,8 en apoyo de las demandas salariales, por lo menos, fortaleció la capa-
1946 90,8 95,2 111,7 cidad del régimen para llevar a buen puerto ese compromiso. Y en el
1947 103,9 108,8 140,0 caso de ciertas actividades, la movilización sindical sin duda lo forzó
1948 123,6 137,0 172,9 a cumplir sus promesas. Por lo tamo, aun cuando no podamos eva-
1949 118,4 134,3 luar con precisión el desempeño del movimiento sindical al discutir
181,4
1950 113,2 la redistribución de ios recursos económicos, la gravitación de los
126,8 173,6
sindicatos no puede ser soslayada.
Fuente. B. Silvcrman, " Labour Ideology and Econom1c Dcvclopmcnt ín the Pe-
El segundo ámbito donde se prndttjeron modific.10Lmes de peso
romst Epoch", Studics i11 Intematio11al Co111paratiflc De11elop111ent, IV (2/1968-1969),
p. 243. fue en la relacíón de trabajo misma. pllr medio de la claborJción de un
amplio cuerpo de normas que avanzaba considerablemente sobre la au-
toridad patronal. En su análisis comparativo de las relaciones laborales
El análisis de los paros ha puesto de manifiesto que los aumentos •en la Argentina, Chile y Brasil. RobL'rt Alexander presenta una breve
salariales ocuparon los primeros puestos entre las demandas labora- descripción de los prmc1pales camli1us operados en este campo•". Su

_;; Entn: l 9..f5 y 1950. el 11úmero de pcr,n1w; con cobertura de segundad snnal ;"Richard Hyma11. op. ot., p. l l 7
,., Victor Alkn, Mili111111 '!hule l !1111i111su1. Ln11drcs, l 966, p. 20.
asce11diú de 1,-f a 2,5 millo11cs. Ministerio de Tbha10 y Segundad Social. Análisis cconcí-
111ico fi11:111nno de las c~¡;1s 11anonalcs de prev1s1<i;1 sonal, Buc11os Aires, 1%J. p ~J. '"R. Alcxa11dcr. Li/h 1111 l?.cl1111"11s 111 .·l:-~ui/111<1, Bra.:il, d111/ Chile Mc(;raw I lill.
Ncw York. 1%2. pp 1-Hl .. J 'iO.
El n>l!fliaiFo ca111i110 a la njorma social 287
286 Lo11isc M. Doyo11
criben a continuación también se aplican a la mayoría de las activida-
análisis, sín embargo, no puede contestar vanas preguntas pertinen- des de este sector.
tes, entre las que se :destacan las de los orígenes de estos cambios. En 1948, los convenios que establecían patrones de condiciones
Cabe destacár, asimismo, que la mayoría de los trabajos sobre el pe- de empleo en el orden nacional ya se habían convertido en el rasgo
ronismo han mostrado una notable falta de interés por analizar más dominante del sistema de relaciones laborales y estaban lejos de agre-
profundamente este asunto o hasta por integrar los datos que provee gar adornos menores a la situación existente antes de 1946. Com~ se
Alexander a fin de colocar estos cambios en su correcto contexto his- recordará, el alcance de los convenios anteriores a ese año había sido
tórico. Tal indiferencia resulta aún más sorprendente tratándose de escaso, limitado al establecimiento de tasas salariaies básicas y al
una cuestión como el control sobre el proceso laboral, en la que los compromiso de respetar la legislación que establecía las vacacio_ne~ y
sindicatos tomaron la iniciativa y lo hicieron sin demasiada simpatía las ocho horas diarias de trabajo; sólo los trabajadores ferrov1anos
por parte de las autoridades gubernamentales. El examen de las con- habían escapado a la regla, porque sus poderosas organizaciones ha-
quistas alcanzadas en este campo suministra un valioso elemento para bían podido ampliar los derechos laborales más allá de los lineamíen~os
comprender el grado de racionalidad de los huelguistas, ya que ofre- existentes, Después de la victoria en las urnas de las fuerzas peroms,..
ce un buen indicador del alcance de la temática reivindicativa del tas, resulta claro el cambio cualitativo operado en el carácter de los
movimiento de protesta.¡ 1 • Más aún, la falta de atención prestada a contratos, puesto que los trabajadores se propusieron -y lograron-
los convenios colectivos que sancionaron estas nuevas reglas de tra- quebrar la casi ilimitada autoridad legal de que disponían los emp:e_s,a-
bajo ha ocultado el hecho de que se ubican como 1111 cuerpo legal separado, rios sobre su personal. El rechazo de los trabajadores a la defimc1on
paralelo y amplificador del espíritu y los términos de la legislación social general de su rol como meros instrumentos de producción se dio bajo la
aprobada por el gobiemo. El desconocimiento de las reformas incorpo- forma de limitar el poder de la patronal sob~e el uso, la organización
radas a los contratos colectivos, que debieron su existencia a la movi- y el disciplinamiento de la fuerza laboral.
lización de los trabajadores, impide apreciar cabalmente la contri- Las antiguas prerrogativas patronales sobre el derecho de contra-
bución original que hizo a la revolución peronista este socio de la tar, despedir, transferir y promover la fuerza de trabajo fueron ~edu­
alianza gobernante, después de que ésta llegara al poder. cidas principalmente por medio de la introducción d.ei pr~~cip10 de
No disponemos de una sene completa de convenios colectivos la antigüedad y la elaboración de una intrincada clas10cac1on de ta-
con la cual realizar un análisis sistemático de las condiciones de tra- reas comúnmente llamada "el escalafón", que garantizaba igual re-
bajo. Sin embargo, exist~ un número suficiente de acuerdos, de ma- mu~eración por igual tarea dentro de la fábrica y en toda la industria.
nera que es posible distinguir las tendencias generales que se regis- Debido a que estabilizaba la posición de los trabajadores en la jerar-
traron en este campo. El breve detalle que ofrecemos a continuación quía laboral, el escalafón no sólo disminuía la facultad patr~nal_ de
está basado fundamentalmente en la consulta de contratos firmados administrar la fuerza laboral como una masa relativamente md1fe-
por trabajadores de la construcción, molineros, vitivinícolas, textiles, renciada. También dificultaba el uso de este poder como una medida
de la indumentaria, metalúrgicos, químicos, del caucho, petroleros y disciplinaria a la que, a menudo, recurrían los supervisores a fin _de
luz y fuerza. A pesar de que en los archivos de los sindicatos o del quebrantar la voluntad de los «agitadores)) sindic~les; Ade~ás, brm-
gobierno no hay copias de contratos realizados por trabajadores d~I daba un patrón predecible de ascenso que restrmg1a la libertad de
sector terciario, las actas de los sindicatos de servicios, en las que se contratar de la empresa. estipulan.do que las vacantes sólo podían ser
comentan los puntos principales en litigio durante las negociaciones. cubiertas ~~n personas de afuera después de que se les hubiera ga,..
respaldan el punto de vista de que las transformaciones que se des- rantízado una oportunidad para probar sus aptitudes a aquellos tra-
ha.1adores de la categoría inmediatamente inferior. Otro blanco espe-
<J Ver R. I fyman (op. cít., pp. 107-127), para 1111 connso estudio sobre el grado cial de estos convenios fueron las transferencias temporanas. En el
de rarnmalidad en el conflicto obrero.
288 Louisr: M. Doyo/I El co1iflicti1,o camino a fa r~forma social 289

caso de transferencias individuales a un puesto superior a fin de cu- de decisiones en el lugar de traba.Jo, porque dejaron fuera de la
brir vacantes momentáneas, todos los contratos especificaban que el intervención del trabajador ciertas áreas clave de la política de la em-
trabajador tenía derecho a recibir el salario establecido para esa catego- presa como, por ejemplo, la inversión, el tipo de prod~1cto m~nufac­
ría y la mayoría de los contratos hacían obligatoria la reclasificación turado y la tecnología empleada. De todos modos, sena van? 1g~orar
permanente en el nivel superior del trabajador que hubiera ocupado que, a partir de ese momento, la autoridad patronal quedo sujeta a
el nuevo cargo por un período de dos meses en forma continua o restricciones significativas, parecidas en su alcance a las que impu-
44
intermitente. Si el cambio era a niveles inferiores, no se podía dismi- sieron Jos trabajadores en las sociedades industriales más avanzadas •
nuir el salario. En los casos en que las transferencias comprendieran La enumeración de las cláusulas introducidas en los conventos pone
a varias personas al mismo tiempo, era necesaria la aprobación previa de manifiesto la magnitud de la redistribución del poder que se pro-
del delegado del sindicato. Sobre el tema de los despidos, "la pena dujo en los ámbitos de trabajo como resultado de las huelgas ocurri-
capital en el capitalismo", y para el cuai se habían establecido rígidas das entre 1946 y 1948. También permite comprender las amargas
reglas en el Decreto-Ley 33.302, los convenios colectivos introdu- quejas de los empresarios, que ya se insinuaban entonces y .que se
cían escasas innovaciones, salvo la regulación de las suspensiones y la volverían más abiertas y estridentes durante la segunda pres1denc1a
reincorporación sobre la base de la antigüedad 42 • de Perón.
También se introdajeron importantes beneficios suplementarios. Un instrumento clave en el ejercicio del control en el lugar de
Por ejemplo, además de las vacaciones anuales establecidas en el de- trabajo y una de las fuentes principales del malestar patronal t~~ otra
creto antes mencionado, el trabajador, si era estudiante de medio tiem- conquista de los trabapdores: las comisiones internas. La creac10~ de
po, teynía derecho a una licencia extraordinaria con goce de sueldo estas comisiones, directamente integradas a la estructura del smd1ca-
durante el período de exámenes. Se le otorgaban excepciones simila- to, aseguró importantes beneficios, tanto a los trabajadores como a
res bájo las mismas condiciones en el caso de contraer matrimonio las organizaciones gremiales: aumentó la eficacia. de éstas para prote-
(generalmente, diez días) y en caso de muerte de un familiar directo ger los derechos económicos y soCiales del trabajador dentro del ~1s­
(cuatro días). Además del aguinaldo, también se preveía el pago de tema de producción, y creó un vínculo perm.anente entre los,.. dm:
un suplemento especial por cada año de antigüedad y una asignación gentes y las bases. La forma.ción de las c~,m1s1ones mter~~s orrec10
mensual por cada hijo menor de quince años. una garantía efectiva para la 1mpkmentac1on de la leg1slac10n laboral
Tomando prestada una expresión de Allan Flanders, estos conve- y los acuerdos colectivos negociados por el sindicato al .introducJr en
nios crearon "un orden legal en un entorno que alguna vez fue arbi- la empresa un cuerpo orgánico de delegados reconocido que pudo
trario, entronizando un código de derechos laborales" 43 . Sería inge- negociar con los patrones sm temor a represalias. En el caso de que
nuo creer a los propagandistas del régimen y a ciertos e:x'Ponentes de sus reclamos no obtuvieran una solución satisfactoria, podían recu-
la escuela de la "democracia industrial", quienes proclamaban que rrir a la instanda local o nacional del sindicato. La existencia de estas
ese código revolucionó la relación laboral introduciendo una "copar- comisiones aseguró también un canal directo y continuo de comuni-
ticipación en la dirección". No se puede exagerar la extensión de las cación entre el sindicato y los obreros, que !uzo posible que los mili-
reformas; éstas no reestructuraron completamente el proceso de toma tantes estuvieran al tanto de las preocupaciones de sus bases.
La implantación de las comís10nes internas fue el resultado di-

' Entre otros temas tratados en los ar11crdos, aparee:.: ci traba_Jo insalubre, en el
2

H Para un análisis comparativo del gr."h' de penetración del proceso de tr.1baJO


q11e la JOrllada laboral se reduce a seis horas: las normas de higiene: y la forma en
q11c se podrían n:colcctar los aportes al smd1cato durante las horas de trabajo. hasta por parte de Jos 1110\'Ím1entos obreros c111 opeos y nortcamcncano.s. rnns11ltar Eve-
q11c se 1111plc111cnt6 d sistema de dcscucuw por planilla a partir de 1950. rctt M. Kassalow, 'frade l'11ious a/ICI fodus1r1.il Rclatio//s: .-111 lu/IT1111TÍ<11111/ C, 1111¡wnsM1,
1
-' Allan FL11Jdcrs. ;\1ruu~~<'llH'rlf aiul [ '1111111s. F.1bn, Londres. l 970, p . .Q.
Random House. Ncw York, J9h9, capínil" Vll: y Adolf Stumthal, ºP t 1t.
El co1!flictil'o ca111i1/(111 /11 r~fomw soci11/ 291
290 Lo111~1T lvL Doyo11
entre el nuevo movimiento de masas y los sindicatos tradicionales
recto de las presiones obreras y no se vio beneficiada por un respaldo tanto con respecto a las modalidades de organización como en lo
legal en cI·régímen de asociacíoncs profesionales. El código no hacía concerniente a su visión general de las luchas obreras. A través de la
referencia explícita a las comisíones internas, aunque los sindicatos doble dimensión que caracterizó al movimiento huelguista, despun-
argumentaban en favor de ellas basados en una vaga cláusula del artí- tó el perfil de un sindicalismo cuyos contornos ya eran visibles desde
culo 49, que garantizaba' a los trabajadores el derecho a elegir sus comienzos de los años treinta y al que Alain Touraine se refiere como
representantes, sin especificar el nivel ni el tipo de funciones. Los "sindicalismo de control" 46 • Si bien aceptaba pragmáticamente la or-
patrones se opusieron tenazmente a ellas y sólo a regañadientes con- ganización de la sociedad como sociedad capitalista, el movimiento
sintieron otorgarles un reconornniento legal limitado hacia 1947, obrero no sólo buscó la participación en la arena política para hacer
cuando comenzaron a incluírlas rn las negociaciones colectivas de avanzar sus intereses, orientó también sus energías a penetrar en el
los sindicatos más poderosos. r lacia fines de 1950, su presencia se mundo de la empresa para poner frenos al poder patronal y así estar
extendió a la mayoría de los sectores. A la vista de las múltiples fun- en condiciones de luchar mejor por la limitación de las leyes del
cíones que cumplían, su amplia difusión en el conjunto de la activi- mercado.
dad laboral puede ser considerada como uno de los logros más tmsce11- En segundo lugar, los contratos de trabajo se firmaron contra el
drntes del 11101'i111ie11to obrero después de 1945. La relevancia de esta conr telón de fondo de ese impulso en acción y llevaron, por lo tanto, su
quista se aprecia mejor si se ~ons1dera que la aspiración a un control sello distintivo, ampliando en gran medida tanto el espíritu como los
obrero en el lugar de trabajo no había sido aún satisfecha en la mayo- términos de la legislación social promulgada por el régimen. En la
ría de los países de América latma. Argentina, las principales victorias soc~oeconómi.cas de los tr~baja­
Se pueden extraer tres conclusiones principales del análisis de los dores, que en la versión ortodoxa estuvieron asociadas a las accwnes
conflictos producidos en la posguerra y de las reformas que los si- del gobierno peronista, no fueron exclusivamente producto de la, m~er­
guieron. En primer lugar, es insostenible adjudicar a la ola de huel- vención por parte del Estado, como en la mayoría de las repubhcas
gas una función predominantemente expresiva más que instrumen- sudamericanas: también fueron el resultado de la intensa lucha lle-
tal. En verdad, por medio del movimiento de protesta, los trabajado- vada a cabo por el movimiento obrero organizado, la cual. con fre-
res buscaron transferir a la arena económica su victoria política en las cuencia, entró en colisión con el propio gobierno 47 . Así, si bien el
elecciones de 1946. Los paros y las huelgas que promovieron no fue- proceso reformista fue iniciado en primer término por la gestión de
ron una reacción defensiva, sino más bien un desafío a la distribu- Perón bajo el régimen militar antes de 1946, su trayectoria post~rior
ción de recursos materiales y de autoridad en el sistema de produc- se puede describir mejor como el resultado. de la convergen;:1a de
ción. En contra de lo que sostiene el saber convencional, los trabaja- recursos movilizados desde arriba por el gobierno y las energ1as ca-
dores movilizados se proponían conseguir no sólo retribuciones ma- nalizadas desde abajo por los sindicatos. Vista en perspectiva históri-
teriales, asimismo, compartían rnn sus pares en las naciones más ca, la acción sindical inyectó un elemento adicional de dinamismo al
industrializadas el propósito de imponer dentro de la estructura de
trabajo existente una serie de significativas reformas, animados por
lo que Michael Mann ha denommado "el intento por alcanzar una
-,,. Alam Touramc, «Contrilmt1011 a la soc10log1<: du mouvcmcnt ouvncr. le S)~ll­
medida de creatividad y control dentro del proceso de trah~jo mis-
dicali•anc dt· controlen. Caliii'n llltc•m11fic111,111.\· dC' Sociofogie, Pn:ssc U111wrs1ta11 c de
mo·•+;. En consecuencia, quedó delineada una continuidad directa
Francc, 1%0: vol. XXVIII.
<7 Un estudio sobre la lcg1slacHitt como la hcrranm:nta prl'dnmi11a11tc de n·for-

ma cu América latina v el Estado ton1<i el pnnctpal íttstrumcnto de c;1rnb10. se pue-


de en< ontrar en Ala111 Touramc. ·d11tfu,trialis.1t1011 et consc1c11cc nnvrii':rc .1 San l';1u-
- -.,~;¡: lvt~un. C:,111scw11s11css cr11cl .1(/Ít>11 ""'''11.~ t/f( Hi:stcm JVi1rki11g Clcrss. Mac111illa11 lo". Si>no/,~~ic d11 Thrmi/, vol. J. N" -11. 1%1. PI" 77-95.
PrL·ss. Ln11Jrc,, l 'J7-I. p. :w.
f-
1
292
Lo11isr lvl. Doyo11 IX LA DISMINUCIÓN DE LOS CONFLICTOS
LABORALES Y EL AUMENTO DE LOS
proceso r_efonnista, al articular un gran número de nuevos reclamos
CONTROLES POLÍTICOS
que habnan de asegur~rl: al movimiento obrero organizado un im-
portante, p~der de dec1s10~ sobre las condiciones de trabajo.
Por ultimo .. la contmmdad de los sindicatos como instrumentos
de I~ lucha soc1oeconómica permitió que el movimiento obrero or-
ga111zado no fuera totalmente afectado por las fuerzas paralizantes
~ue ge~1eraban sus vinculaciones con el Estado. Esas vinculaciones le
impoman llevar a cabo tareas no siempre armónicas: de un lado 1
cond~~ta re~~onsable ~rente a las políticas públicas, y del otro, la p~r~
secuc1?n. m1htante ~e; mteres~s sectoriales. En esa exigente gimnasia,
esto: ult1mos t~da~1a no hab1an sido sacrificados gracias a la movili-
zac10n. ?e los smd1catos individuales en sus respectivos ámbitos de
actuac1011.
Durante los últimos años de la década del cuarenta, el panorama des-
cripto hasta aquí experimentó grandes cambios. El régimen revirtió
su política tolerante hacia las huelgas. La CGT aumentó su función
disciplinaria e intervino más que anres en la vida interna de los gre-
mios. La conflictividad laboral disminuyó bruscamente. A la luz de
estos cambios, la tesís según la cual la historia del sindicalismo como
actor social llegó a su término bajo el peronismo parecería tener al-
gún fundamento. Así, se afirma que s1 bien habían hecho una contri-
bución invalorable para redefinir la posición de los trabajadores en la
sociedad, la movilización obrera y los sindicatos como agentes arti-
culadores de las demandas del mundo del trabajo no habrían de te-
ner una presencia permanente en la Argentina de posguerra. Su pro-
tagonismo había sido, en definitiva, de corta duración y, esencial-
mente, el fruto de una favorable combinación de circunstancias. Por
cierto, la reconstrucción efectuada más arriba sobre el papel que ju-
garon en la puesta en marcha de las reformas laborales obliga a cier-
tos ajustes sustanciales en la tesis que comentamos. Pero estos ajus-
tes no pueden cancelar un hecho bastante evidente: el eclipse de la
iniciativa obrera a mediados de la primera presidencia de Perón.

1. EL RÉGIMEN REDEFINE SU POSICIÓN SOBRE LA


NEGOCIACIÓN POLÍTICA
1

Es innegable que luna 1949 se pr,Klujo una fuerte· ccHnracoón del


espacio político dentro del que se desenvolvía el movimiento sindi-
cal. No obstante, lo que aún qued.1 por esclarecer es s1 la ddsnca
reducción de los cunflictos sc deb11·, primordialmente a las barreras
294 Lo11isc M. Doyo11
La dis111it111ció11 de los ((lliflictos lalioralcs y el a11111c11ttl de los co11trtllcs polítinis 295
represivas que impuso el gobierno o sí en ese fenómeno gravitaron,
además, otros factores. La interpretación que ve en la brusca caída de demandas y prometer hacerlas llegar a Perón. Las responsabilidades
la frecuencia de los paros sólo un fenómeno negativo, resultante de presidenciales de Perón le impedían continuar con el trato diario con
los mayores controles gubernamentales, corresponde, en primer lu- los trabajadores y ésa fue la función que se asignó inicialmente Eva,
gar, a una visión bastante romántica de los trabapdores y de sus mo- aplicando su condición de esposa del presidente y su personalidad
tivaciones para la acción. Hay que ser cautelosos ante la perspectiva dinámica, a la tarea de apaciguar el frente sindical.
que concibe a la movilización obrera como una fuerza siempre pro- En síntesis, la aparición dei movimiento sindical como un actor
yectada hacia adelante e insensible, por lo tanto, a la reacción de los relativam9.nte cohesionado, y las importantes concesiones que había
poderes dominantes a sus demand:is. Una perspectiva semejante tien- ganado hacia 1948, tuvieron una importante influencia en la dinámi-
de a desconocer los av~nces realizados en los años previos y a mini- ca del conflicto laboral en el corto plazo. Sólo una hipótesis parcial
mizar sus efectos sobre la evalu:ic1ón que hacían los trabajadores de puede e:x-plicar el nivel de paros ·en un determinado momento del
su reciente experiencia. Como hemos visto, el mundo del trabajo tiempo como un hecho fundamentalmente dependiente del grado
había atravesado. un período de rápidos cambios, durante el cual vio de tolerancia o de oposición mostrado por el régimen a ias reivindi-
realizada una gran parte de sus demandas prioritarias. Este es un dato caciones obreras 2 , A pesar de que el respaldo de las autoridades fue,
para tener en cuenta, por lo que no corresponde equiparar apresura- en un principio, decisivo y, después de 1946, complementario, el es-
damente la disminución de las huelgas con la paralela disminución pacio político creado por el gobierno no puede por sí mismo explicar
de la capacidad de los trabajadores para articular sus demandas. satisfactoriamente la movilización de los trabajadores. La renovada
Tampoco se puede separar la mayor paz laboral del reconocimiento explosión de los conflictos laborales en 1954, a pesar de la desaproba-
que los sindicatos habían ido alcanzando como representantes legíti- ción oficial y de los controles políticos existentes, parece que da sus-
mos en las negociaciones con los empresarios. Este reconocimiento tento a la afirmación de que, una vez lanzada y organizada, la movi-
aceleró la consolidación de normas de procedimiento para la resolu- lización de los trabajadores se había convertido en un componente
ción de disputas e hizo que el recurso a la huelga dejara de ser el insustituible de la Argentina peronista. Este señalamiento debe te-
medio habitual para consegmr la satisfacción de demandas. En otras nerse presente porque ahora pasamos a una nueva etapa en las rela-
palabras, en el marco de una mayor institucionalización de las rela- ciones Estado-sindicatos, en la cual la sombra proyectada por el go-
ciones laborales, "el retiro de la colaboración de los trabajadores en el bierno sobre el movimiento obrero organizado adquirió progresi-;a-
proceso productivo ya no constituía uno de los medios principales mente tal magnitud que, a fines de la década, éste comenzó a asemejarse
para dirimir una disputa" 1 • Otro factor de importancia fue el desa- a un cuasi apéndice administrativo del régimen peronísta. -
rrollo y la afirmación de los mecanismos de mediación del Estado. El giro conservador en la política sindical, evidente hacia, media-
Inicialmente, la Secretaría de 1i·:ibajo careció de instrumentos lega- dos del primer período presidencial de Perón, fue, sin duda, provo-
les, así como del personal idóneo para intervenir en la gestión de los cado en parte por el fin del boom económico de los prímefros tres
conflictos. Hacia l 948, esas debilidades estaban, en gran medida, sub- afi.os. La reducción del crecimiento limitó fuertemente los propios
sanadas. Por lo demás, a las mayores capacidades de gestión de la recursos financieros del gobierno y produjo tantas quejas en el mun-
agencia labor:il. se sumó el hecho auspiciosu dt· que Eva Perón se do de los negocios que aun un gobierno que se conducía con cierta
uniera a sus actividades. En efcctu. al poco tiempo de asumir Perón distancia de esos intereses no podía ignorar sin correr riesgos. Pero el
re~1uste de la política sindical también fue motivado por considera-
la presidencia, ésta se instaló en bs oficinas dl'l Ministerio de Trabajo
y desde allí se ocupó de recibir a dclegacione-; ubreras, escuchar sus
'El Estado es co11sídcrado como una variable mdcpcndicntc en la tasa tlc con-
flicto mdnstnal, rntrc otros. por Gino c;cr111a111. «El smgimícnto del pcm11is1110: el
1 Gcottiy K. Ingham. Sirikcs i1111/ fll.l11.-1ncil C,111//ict. M.1rn 1111.111. Lo11drcs, 197-1. p. 1L
rol de l11s trab,uadorcs y de los nugrantcs internos». ])csarro/"1 E.w1ó1111c11. vol. U. N"
51. 197.~. pp. -172-473.
296 Louisc M. Doyo11 La dis111í11ució11 de fos C<>1!flictos laborales y d r111me1110 de los co11trolcs políticos 297

ciones menos inmediatas. Su análisis nos permitirá ampliar aún más los Trabajadores, que más tarde se mcorporó en la nueva Constitu-
la concepción que tenía el presidente de la función económica del ción del país. En verdad, como la huelga condensaba la capacidad de
sindicato y contribuirá a echar luz sobre el repertorio ,¡ de medidas los sindicatos para definir autónomamente los intereses de sus miem-
que utilizó para colocar bajo un nuevo encuadre sus relaciones con bros por medio de la fuerza coercitiva, ésta constituía una forma "ile-
el movimiento obrero organizado. gítima" por excelencia, puesto que, a través de ella, el movimiento
obrero desbordaba los límites ftjados por el Estado al ejercicio de la
presión en el nuevo orden.
1. 1. Las implicaciones del arbitraje del gobierno
La tolerancia inicial del gobierno a las movilizaciones de 1946-
El derecho de huelga era esencialmente incompatible con el naciente 1948, tan contradictorias con su filosofía, había descansado en la per-
orden corporativista. No sólo desafiaba la pretensión del Estado de cepción del valor mstrumental que tenía la protesta obrera para ayu-
convertirse en el árbitro final de las relaciones entre los sindicatos y dar a desmantelar el antiguo orden excluyente. Una vez que se hubo
la patronal, también negaba la premisa central del sistema peronista establecido un nuevo y más equitativo equilibrio entre los empresa-
de promover relaciones de clase no antagónicas. En la mayoría de ios rios y los trabajadores, la persistencia de la libertad de los sindicatos
discursos pronunciados en su carácter de Secretario de Trabajo, Pe- para promover sus intereses sectoriales se vio como un peligro para
rón no había ocultado su ambición de llevar la sociedad a un estadio ,.la consolidación de la nueva configuración del poder y una amenaza
en el que fuese factible la administración pacífica de los conflictos para el advenimiento de un capitalismo más humano.
dentro del sistema de producción. Si bien reconocía la realidad de Que el viraje de la política sindical del gobierno no fue sólo el
intereses divergentes en la relación de trabajo, había sostenido y con- producto de los nubarrones en el frente económico lo certifica el
tinuaría haciéndolo, que estos intereses existían "dentro del marco hecho de que, ya a mediados de 1947, aparecieron signos que antici-
de un orden superior de intereses comunes". El obstáculo principal paban el cambio. Estas primeras manifestaciones parecen indicar que,
en el camino a ese orden de cosas había sido la cerrada intransigencia aun cuando las reformas laborales introducidas por medio de la
de los empresarios, aun a los más modestos reclamos de los trabaja- negociación política no habían superado las intenciones del régimen,
dores. Pero una vez que se reconoció a los sindicatos como un com- ya estaban aproximándose al límite de lo gue éste consideraba acep-
ponente legítimo del orden sociopolítico y que emergió una nueva table. A principios de agosto, cuando el nivel de los conflictos estaba
legalidad que garantizaba ciertos derechos básicos al movimiento alcanzando un nuevo pico y muchas de> las concesiones más tarde
obrero en el lugar de trabajo, el enfrentamiento debería dar paso a la identificadas con el peronismo no se habían hecho todavía realidad,
búsqueda armónica de la prosperidad colectiva, uniendo en un es- el presidente convocó a los dirigemes de la CGT y a los principales
fuerzo común a las partes sociales. sindicatos de la industria y los serv1cíos a una conferencia urgente.
En este nuevo escenario, la persistencia de la movilización sindi- En esa reunión, realizada a puertas cerradas, denunció con alarma el
cal no era sólo un anacronismo injustificable, era un freno para la descubrimiento de una conspirarnín orquestada por la oposición y
realización de las metas nacionales. Como guardián del interés na- sus aliados comumstas para subvertir el curso de la revolución y pro-
cional, la responsabilidad del Estado era asegurar que tal orden fuera vocar un enfrentamiento entre el gobierno y sus apoyos popularesJ .
implantado y respetado por ambas partes. Fue a partir de este razona- Unas semanas más tarde, reiteraría públicamente esta acusación por
miento que el régimen fundó su derecho a actuar como el monitor la radio nacional.
último de. las relaciones entre capital y trabajo. Por lo tanto, no fue
accidental que el derecho de huelga fuese el único principio que nunca
. obtuvo Jerarquía legal; en efecto, se lo había omitido en la Ley de
; Un breve i11forn1c ,obre este debatt -., , 1H t1<.:mra en U111ó11.Fcrrm·1;1r1a. Libro
Asocíac1ones Profrs1011ales y en la Declaranón de los Derechos de de actas de la comisión directiva, 8 ele ,1µ"'11' dl' l 9-!7.
298 Louise M. Doyo11 La dis111i1111ció11 de los co1iflictos laborales y ci au111e11to de los co11trolcs políticos 299

Fuerza.s oscuras y clandestinas se han puesto en acción Sólo después de que las autoridades del congreso sindical recor-
con .el objetivo de subvertir las organizaciones de los daran a los delegados asistentes su compromiso de lealtad para con
trabajadores y crear un estado de violencia que habrá de un régimen que apoyaba sus aspiraciones y enfatizaran la necesidad
provocar inevitablemente confrontaciones artificiales de presentar un frente unido contra la oposición, pudieron hacer
[ ... ], [los comunistas] se han disfrazado de pero nis tas aprobar, aunque con dificultades, una resolución que condenaba el
para ser aceptados como dirigentes sindicales; de este uso abusivo de los paros. El texto resulta de especial interés porque
modo buscan promover demandas inapropiadas e in- su redacción no omitió destacar el rol del sindicato en la estructuración
oportunas, y desencadenar una ola de huelgas con el de la protesta, y confirma, a partir de fuentes oficiales, lo que dijimos
único objetivo de enfrentar a los trabajadores con el go- antes acerca de la transformación de la movilización obrera en un
bierno•. componente insustituible de la Argentina peronista.

Los dirigentes de la CGT, actuando cada vez más como voceros Vemos, así, organismos sindicales que abarcan tod(/ el
del presidente, s'e harían rápidamente eco de este llamado al orden y país, siendo útiles a sus afiliados en muchos órdenes, y
comenzarían a advertir con inusual frecuencia contra el "uso indis- saben perfectamente adónde van y juegan un rol im-
criminado de la huelga". El congreso nacional del movimiento sin- portantísimo dentro de la economía del país y son pro-
dical realizado en octubre de 1947 ofrecería una indicación adicional fundamente responsables de sus actividades. No son
de la preocupación oficial por contener el clima de protesta. En la muchos, por cierto. Pero son un ejemplo para el estu-
ocasión, ios máximos dirigentes de la central obrera criticaron severa- dioso y de valor comparativo excepcional. Por el con-
mente lo que llamaron sin eufemismos la "irresponsabilidad genera- trario, si estudiásemos al tipo más común de sindicato
lizada de los sindicatos". La denuncia provocó el disgusto de muchos le vemos ajeno a las reales inquietudes del momento en
delegados, que expresaron sus dudas sobre la veracidad del aludido qué vive el país, carecen en absoluto de responsabilidad
complot comunista y recordaron a sus dirigei1tes que los partidos de frente al asociado y a la economía nacional. Otros, en
la oposición no eran los únicos adversarios de los trabajadores5 . De cambio, marchan tras la ideología, generalmente secta-
acuerdo con las palabras de uno de estos críticos: ria, de pocos hombres, erigidos en dirigentes natos, sin
control de ninguna especie en todos los aspectos que
Es obligación de la CGT respaldar las huelgas cuando un sindicato representa como valor activo dentro de la
éstas sean convocadas pJra alcanzar legítimas deman- Nación misma. Estos tipos de sindicatos han creado una
das, como son los aumentos salariales [ ... ] . ¿por qué especie de mística que fue, quizás, un factor indispen-
cuando algo anda mal inmediatamente se supone que sable en épocas pasadas pero que ya hoy no tiene razón
se debe a la influencia de los comunistas? [... ] Los ver- de ser. Ello es, la obediencia ciega al decreto de huelga,
daderos enemigos son los dueños de los frigoríficos, las para no ser tildado de "carnero", sea que ese decreto
compañías eléctricas y todos los empresarios que explo- fuese el producto de enconos personales, sea que fuera
tan a los trabajadores<>. tapadera de un uso indebido de fondos o sencillamente
gastarlos para gimnasia síndicaF.

'La Prc11Sa, 11 de agosto de 1947. La mquietud provocada por los primeros síntomas de un cambio
'Desafortunadamente. ya no cx1>tc un registro completo sobre este congreso de la política oficial hacia las prácticas sindicales no encontró expre-
pleno de controversías, pero se puede encontrar una cobertura parcial en El Uc/ri;
16-21 de octubre de 1947. --=,Í1íd.. 21 de octubrr de 1947.
"lbíd., 17 de octubre de 1947.
300 Louisc 1Vl. Doyo11 La dis111i1111ció11 de los ((111/liaos la/Jora/es y el 1111111e11to de los rowrolcs p,1/íticos JO 1

sión 1hás allá de las quejas formuladas a título individual, como la en las elecciones internas de un cierro número de sindicatos. El ejem-
que e;vocamos antes. Tampoco se conocieron acusaci~1~es en f~rn:a plo más notorio se produjo en la Federación Gráfica, donde, por medio
directa contra las autoridades. Para la mayoría de los militantes smd1- de sobornos y otros medios, la central sindical "fiscalizó" la victoria
cales, la desaprobación presidencial de los instrumentos de lucha pesa- de un grupo de dingentes a los que se consideraba más en sintonía
ba menos que los apoyos legales y políticos del gobierno a sus esfuerzos con la línea oficiaP.
por la sindicalización y el logro de las conquistas económicas .. A pesar del colaboracionismo de Hernández, el mandato que le
La campaña del gobierno contra el cese de tareas y la mterrup- había entregado Perón ie fue retirado abruptamente sólo diez meses
ción de la producción pudo haber desanimado a algunos de sus se- después. La pérdida del favor oficial respondió a dos factores. En pri-
guidores, pero no tuvo el efecto deseado de modificar en forma in- mer lugar, fue provocada por la disputa de poder en la que se vio
mediata la conducta "irresponsable" de los sindicatos. La moviliza- ·envuelto con la esposa del presidente. Evita había comenzado a montar
ción de la protesta continuaría a un nivel más alto a lo largo de todo un amplio sistema de patronazgo, conocido como la Fundación Eva
el año siguiente. La autorregulación del movimiento sindical de sus Perón, que brindaba asistencia y pequeños favores a los sectores de la
demandas según los principios básicos del orden corporativista y su población más carencíados. Como también tenía bajo su control la
obediencia a los códigos oficiales de conducta, recién se materializa- recién fundada rama femenina del Partido Peronista, Evita se estaba
rían con la centralización del control sobre los sindicatos individua- convirtiendo en la cabeza de una gran red de influencias dentro del
les en manos de la Confederación General del Trabajo. gobierno. Como ya se indicó, otro ámbito de su intervención fue la
Secretaría de Trabajo. El dinamismo y la entrega con la que encaró
1. 2. La CGT como vocero del gobierno dentro del sus funciones la llevó a un choque 111evítable con el secretario gene-
sindicalismo ral de la CGT, quien también acariciaba la secreta esperanza de utili-
zar a la confederación para impulsar su propia carrera política. Con
A la CGT le había sido confiado el papel de intermediaria entre los ese objetivo y en su intento por convertir a la central sindical en su
sindicatos y el Estado. Como representante del movimÍíento obrero, coto privado, este ambicioso individuo se las ingenió, además, para
participaba en los organismos a cargo del diseño de las políticas pú- irritar a muchos de los sindicatos más importantes y ganarse su ene-
blicas y, en su condición de delegada del gobierno, comunicaba a sus mistad al excluirlos sistemáticamente de las decisiones. El malestar
afiliados las prioridades oficiales. Esta distribución de tareas se revir- que provocaron sus comportamientos alimentó el espíritu de rebe-
tió bien pronto, comenzando con el desplazamiento de Luis Gay; el lión que dominó las deliberaciones dei congreso sindical de octubre de
cambio quedó confirmado durante el primer congreso nacional de la 1947, que concluyó con su defenestracíón9 •
central sindical, realizado en octubre de 1947. Seis semanas más tarde, se encontró una salida a la crisis insti-
Con la elección de Aurelio Hernández -un dirigente sindical poco tucional que satisfizo a los rivales de Hernández. En la secretaría
conocido, de la pequeña asociación de empleados de la sanidad- en general fue designado José Espt~J<l, que provenía del Sindicato de
el cargo de secretario general en febrero de 1947, la CGT se subordi- la Alimentación, un grenuo muy pequeño dentro de la industria
nó claramente al gobierno. Sus cuadros directivos volcaron las acti- del ramo. En su designación, peslÍ mucho el respaldo que recibió
vidades de la confederación a la ratificación p~1blica de los programas de Evita en pago a su lealtad diligente y sumisa. A su vez, los hom-
iniciados por el Poder Ejecutivo. mcluyendo el Primer Plan Qum- • bres elegídos para ocupar los cargos restantes de la Secretaría y
quenal y ciertas medidas como la nac1onalización de los ferrocarriles de! Comité Ejecutivo refle.iaban m;is fielmente la Jerarquía de pu-
británicos. Además. bajo la conducción del sucesor de Gay, se l11ne-
ron visibies los primeros signos del papel disciplinario que
eventualmente asunmía la CGT. Éste fue el caso de su intromisión 'Entrevista a Rc11é Stordcur, Proyc'< tu de 1listona Oral, Insmutn Di Tl-lla.
'Entn:vísta de la aumr.t a 1-lilano S.tL" y Cccilio Cnndin.
302 Louise M. Doyo11 La dis111im1ci611 de los co1iflictos laborales y el aumento de los co11trolcs políticos 303

der dentro dei mísmo movimiento sindical. Entre las organi- jando de lado la lucha estéril por prevalecer unos contra
zaciones incluidas, se encontraban los sindicatos del azúcar, del otros. Nuestro objetivo es lograr condiciones que sean
vestído, del transporte público urbano, los ferroviarios y los me- justas tanto para los obreros que asumen la agotadora
talúrgicos. tarea del trabajo físico como para los empresarios que se
La elección de Espejo sancionó la transformación de la CGT en arriesgan a perder su capital. De esta armonía básica de
representante del gobierno ante los sindicatos y despejó el camino al intereses nace la paz social que lleva al bienestar de to-
endurecimiento de su rol disciplinario. Un ejemplo de ello fue el fin doslll.
de la tolerancia con los sindicatos todavía no afiliados a la central
obrera. Hacia 1950, bajo una fuerte presión, se habían incorporado al Poco después, el periódico de la CGT publicó dos editoriales en
aparato síndica! oficial los gremios del petróleo, de los frigoríficos y los que los apologistas del régimen volvieron a la carga con las
los maquinistas ferroviarios. advertencias del presidente.
A pesar de que pusieron cuidado en subrayar que la contención
de las hl!elgas no debía ser vista como el retiro del apoyo oficial a las
2. UN NUEVO PATRÓN DE CONFLICTO OBRERO
conquistas alcanzadas hasta la fecha, los cuadros superiores del mo-
La denuncia de 1947 sobre la presunta c~nspiración comunista fue el vimiento sindical subrayaban la urgencia de restaurar la disciplina
disparador de una campaña de propaganda orquestada para contener laboral dentro de los límites de la nueva institucionalidad. Sólo de
el estado de movilización de los trabajadores. Hasta mediados del esta forma, argumentaban, era posible acelerar la terminación del
año siguiente, la campaña se redttjo a exhortaciones verbales para edificio revolucionario, cuyos pilares eran la prosperidad económica
que los obreros presentaran sus reivindicaciones a través de los cana- del país y la justicia social para los trabajadores. Cualquier conducta
les institucionales. Sin embargo, como mostró el análisis de la pri- que desafiara esos objetivos supremos equivalía a abandonar la alian-
mera ola de huelgas, hacia fines de 1948, las presiones adoptaron un za gobernante. Se esclareció el significado del giro conservador en
nuevo carácter. Periódicamente, las exhortaciones fueron reforzadas curso cu.ando -por primera vez y en forma explícita- se definió a los
con la aplicación selectiva 'de sanciones punitivas contra los dirigen- paros y las huelgas como un crimell político contra la Revolución.
tes sindicales que desafiaban las pautas oficiales, como fue el caso de Mejor que decir es hacer. Ésta es una de las máximas
los sindicatos bancarío, petrolero ·y de los panaderos. que el presidente ha repetido con frecuencia. Ella defi-
A comienzos de 1949, ya no había dudas sobre la revisión opera- ne los comportamientos de los funcionarios del gobier-
da en la política laboral del gobierno en cuanto a la forma que se debía no revolucionario y constituye una advertencia para to-
adoptar para la articulación de las demandas y los alcances que éstas dos aquellos que lo han hecho posible y lo respaldan.
debían tener. Unos días después de las celebraciones del Primero de Supone una obligación que no puede considerarse sa-
Mayo, Perón no tuvo reparos en 3firmar que el surgimiento de un tisfecha con sólo repetirla una y otra vez sin tener en
estilo de sindicalismo más cooperativo y responsable era una asigna-
cuenta el sacrificio que ella implica. El día histórico del
tura pendiente, ahora que se hahían logrado los principales objetivo!! 17 de octubre de 1945 el pueblo se sintió capaz de hacer
del movimiento. Con ese espírím, recomendó a los sindicatos no sacrificios y estuvo dispuesto a pagar el precio de su li-
caer en la trampa de: bertad. Pero el 17 de octubre fue sólo la primera batalla
... ir a la lucha por la lucha misma y terminar envueltos de una larga guerra. Todo lo que tuvo de valioso ese día
en una confrontación egoísta de posiciones con los em- se perdería por completo sin la perseverancía en el espí-
presarios. Llegó el momento de armonizar los intereses
'" CGT. 13 de mayo de 1949.
comunes de los trah~jadorl'' y de los empresarios, de-
,.
305
304 Louise M. Doyo11
J
La dis111im1ció11 de fos co1!flic10.~ laborales y el a11111c1110 de los co11troles políticos

Entre 1949 y 1951, se produjeron pocos pero importantes con-


ritu de ~acrificio [... ]que no supone beneficios para unos
flictos laborales. Para muchos críticos del peronísmo, algunos de es-
pocos smo que asegura el bienestar de todos11
tos conflictos fueron la expresión de la lucha política de una minoría
b, consigna de la Argentina de hoy es trabajo: produc-
de sindicatos "concientízados" que se debatían por mantener su in-
c1.º~, y esfuerzo. La revolución no ha mejorado la con-
dependencia frente a un Estado ya mocultablemente autoritario.
d1c1~n d~ los, trabajadores para pedirles luego sacrificios
Creemos, sin embargo, que gravitaron en ellos otra sene de fac-
que 1mp~1canan la restauración del antiguo régimen. Los
tores, ligados a la desfavorable evolución de la economía nacio-
nuevos lmeamientos se han hecho conocer para que cada
nal. A fin de examinarlos, distingmrcmos entre dos conjuntos de
u_no ent1en~a su responsabilidad y obre en consecuen-
movimientos de fuerza: los que tuvieron lugar en la industria de
cia. Producir, producir, producir, que estas palabras re-
suenen en nuestros oídos como las estrofas armoniosas la alimentación y los que se produjeron en los gremios de ferro-
de las sag_radas palabras de nuestro himno nacional: Li- viarios, gráficos y bancarios.
Con relación a los primeros de estos conflictos, destaquemos que
bertad, Libertad, Libertad!12
el elevado grado de movilización durante los años 1946 a 1948 fue
' !
~urante 94? y 1950, las modalidades de los conflictos laborales propicio para que grandes sectores obreros obtuvieran mejoras que
nabn~n de d1f~n.r, sustanti~amente respecto del período precedente. redujeron las desigualdades más flagrantes. En algunos casos, la equi-
No solo se as1st10 a la v1s1ble disminución del recurso a la huelga paración en los salarios y en las condiciones laborales fue, en buena
com~ mecamsmo de negociación. Los movimientos de fuerza ue medida, artificial. En otras palabras, eran el fruto de la eficacia del
~fect1vamente se realizaron comp¡ometieron a los trabajadores in~o­ poder político de los trabajadores más que de la capacidad económica
ucra~os en lucha~ arduas y prolongadas, muy pronto estigmatizadas de las industrias. Un ejemplo lo tenemos en la industria de la ali-
como conductas irresponsables. Analizando retrospectivamente es- mentación, donde los empresarios 1111ciaron una contraofensiva so-
tos afios, ?º estaría de más incluir el "efecto de demostración" de bre las concesiones que se habían visto obligados a otorgar. Las difi-
esos confü~tos como u~a ~e las variables que explica la disminución cultades financieras que debió enfrentar esta industria después de
d?l ?1ov1m1ento huelgmst1co. La nueva dimensión de la función dis- 1948 fueron concomitantes con el reconocimiento por parte del Es-
c1plma~1a de la CGT también se puso de manifiesto, como mostró la tado de haber contraído onerosos compromisos financieros para con
toma. directa de un gr~mio promotor de un movimiento de fuerza ella. Más aún, la carga financiera se agravó por el deterioro de los
cuestionado por el gob_1erno. Dicho esto, es preciso admitir que, por términos de intercambio y la disminución de las reservas de divisas.
regla gene:al, l~~ sanciones más severas impuestas ahora sobre .los En esas circunstancias, hacia fines de 1948, el gobierno anunció su
obreros mas militantes con.tinuaron siendo compensadas, como en decisión de terminar con los subsidios a la industria de alimentos. En
el pasado, por el reconoc1m1ento oficial a la mayoría de los fi - este contexto, estallaron los conflictos laborales entre los trabajado-
segmdos por los huelguistas. De esta forma, por un lado, la~n:~fo~~­ res del azúcar y los frigoríficos.
dades procur~ban mantener intactas las credenciales del régimen
~on~~ un gobierno pro obrero; por el otro, alentaban el surgimiento
2. 1. La industria azucarera
e mgentes más complacientes con las normas del nuevo ( d
co~ra~m. rrrn Las dificultades econénmcas por las que pasó la industna azucare-
ra, exacerbadas por una serie de magras cosechas, llegaron a su
culminación en 1949 y desembocaron en dos prolongadas huel-
--,-,J¡;ic/~J3 de mayo de 1949 y ~O dL· mavo de 1949 gas, con la conco1111tante destrucuón de la FOTlA como orga111-
. 12 El discurso pronunciado por Pcrún ~" puede C;ICOiltrar en L e ·t
d1c1cmbr,· de 194'!. 11 ..ulCc n. 1" de zación combativa.
La dis111í11ució11 de los w1iflictos laborales y el ar1111mto de los co11trolcs políticos 307
306 Lo11ise M. Doyo11

a) Huelga del 10 al 24 de marzo de 1949 de la FOTIA ofreció un aumento del 30% y tontinuó aplicando una
política relativamente conciliadora hacía los huelguistas a fin de evi-
Causas. Este conflicto s~rgió en defensa del derecho a una fuente de tar un enfrentamiento de mayor escala que podía resultar política-
empieo segura. A fines de 1948, quebró uno de los principales inge- mente contraproducente 13 •
nios (La Esperanza) y comenzó a despedir a sus 2.000 obreros. Algu- Entretanto, el 6 de noviembre, el gobierno inició una violenta
nos otros ingenios se aprovecharon de la crisis para reducir su perso- campaña de propaganda contra los dirigentes de la huelga, a fin de
nai. En enero de 1949, había un total de 3.000 obreros despedidos, hacer cejar a los trabajadores en su determinación de actualizar su
que no podían ser absorbidos por nmguna otra industria. En los dos poder adquisitivo. Los locales sindicales fueron cerrados y el 24 de
meses y medio siguientes, la FOTIA intentó, sin resultados, resolver noviembre sesenta dirigentes sindicales fueron apresados. Cuatro días
este apremiante problema a través de los canales políticos. El gobier- después, la FOTIA levantó la huelga porque los trabajadores no dis-
no nacional, por su parte, se negó a asumir nuevas cargas financieras ponían ya de medios para soportar las fuertes privaciones económi-
y declaró que no se ocuparía del asunto "porque cuestiones locales cas provocadas por la paralización 1 ~ • El 1° de diciembre, Perón anun-
deben ser resueltas por el gobierno provincial para preservar así la ció un aumento salarial del 60% y atacó a los dirigentes de la huelga,
división federal del poder". Ésta era una tenue y velada manera de• acusándolos de traición y sabotaje, en una tentativa por distraer la
disculparse por los numerosos antecedentes de intervenciones por atención de las dificultades económicas por las que atravesaba lapo-
parte del gobierno federal en asuntos provinciales. lítica oficial 15 •
Descripción de la huelga. Luego de dos semanas de paro, el gobierno
13 En un mensaje dirigido a los huelguistas, el ínterventor declaró:" ... Exhorto
se vio obligado a admitir el conflicto y, pasando por encima de la
a todos los trabajadores de la industria azucarera a desistir de toda actitud que impli-
dirección de La Esperanza, ordenó la reincorporación del personal que trabar o acelerar la buena marcha de las conversaciones, adoptando una actitud
despedido. patriótica, retomando el camino del trabajo, porque es la única forma ~e cond~c1r a
una más rápida solución del problema. La CGT reconoce la buena d1spos1c10n de
los ex dirigentes que contarán con todo el apoyo de sus representantes, con espíritu
b) Huelga del 14 de octubre al 28 de noviembre de 1949
peronista y patriótico ... ".
Causas. La confrontación decisiva entre el gobierno y el sindicato se Esta declaración se hizo necesaria no sólo por el prestigio del que gozaba la
FOTIA en el movimiento obrero, sino también por la tentativa de los partidos de
produjo cuando la FOTIA exigió un aumento salarial del 100% para
oposición dli! utilizar esta huelga para desacreditar al gobierno. Sin embargo, debe
así equiparar los salarios que se pagaban en otras industrias de la pro- destacarse que la oposición no fue en ningún momento responsable de la dirección
vincia. En seis meses de negocíac10nes, no consiguieron más que el del conflicto. Los partidos Comunista y Socialista enviaron militantes a Tucumán
18% de aumento, porque el gobierno federal se rehusó a renovar los para tratar de radicalizar los objetivos de la huelga, pero en su transcurso. los traba-
subsidios a la mdustria azucarera, a los cuales había puesto fin en jadores limitaron sus demandas a los aumentos salariales, mientras manifestaban
febrero de ese mismo año. El 14 de octubre, la FOTIA y la FEIA constantemente su apoyo al gobierno nacional.
14 Los pormenores de esta huelga fueron obtemdos de La Gaceta de Tucumán
(Federación de Empleados de la Industria Azucarera) declararon una
del período en estudio y de una entrevista con Manuel Lema, dirigente de la FOTIA
huelga general en forma conjunta.
entre 1946 y 1948.
Descripció11 de la lme(f?a. El 20 de octubre, la Secretaría de Trabajo i; " ... han llegado a mi conocinucnto las gestiones que desarrolla allí la CGT a
declaró la ilegalidad de la huelga v retiró la personería gremial a am- fin de terminar con un conflicto que 110 tenía razón de existir si no hubiese si~o
bos sindicatos, pero trató de limitar la impopulandad política de es- provocado por ia acnón <le los malos dirigentes. por los comunistas ínfiltrados [ ... J.
tas sanciones seüalando: "... Con el objetivo de evitar confusiones, el El conflicto de trabajadores y empresarios de la 111dustria del azúcar, que tenía un
mmistro de Trabajo scüala que la personería gremial de ambos sindi- fondo económico-social fue postenornH:ntl' desvirtuado y conducido a un campo
csenciahm·nn· político. De acuerdo con las necesidades apuntadas antenormentc,
catos no fue declarada caduca por el Poder ~jecutrvo sino que fue
las autnridadc; nac1011alcs se habían interesado. buscando resolver el actual rn11fl1r-
suspendida por pedido de la CGT' El 29 de octubre, el interventor

308 Louisc M. Doyo11 La dismi1111ció11 de los co11tlictos /a/¡¡1ra/cs y d 1111111c/lfo de los co11trolcs polítiws 309

Luego de esta confrontación, la FOTIA siguió intervenida hasta resolución, acelerando el despido de trabajadores que se había micia-
la caída del régimen. Al mismo tiempo se produjo un desmembra- do el año anterior y que, en septiembre de 1949, alcanzaba a 2.000
miento: los obreros de Jujuy, Salta y Santa Fe se separaron de la anti- obreros cesanteados. La Federación Gremial de Trabajadores de la
gua organización. Esta victoria del gobierno no logró restablecer la Industria de la Carne dispuso un movimiento de paros rotativos en
tranquilidad delas relaciones laborales en la industria azucarera; ade- el lugar de trabajo desde 19 de octubre al 14 de noviembre, que ter-
más, destruyó la combatividad y cohesión del movimiento obrero en minó con la amenaza de intervenrnín y fa promesa del gobierno de
el Norte, al decapitar a su organización más poderosa y eliminar el últi- reconsiderar los términos de la resolución de septiembre. La solu-
mo núcleo de autonomía sindical en el Partido Peronista 16 • ción de compromiso a que se arribó redujo sustancialmente el poder
de los sindicatos de participar en la toma de decisiones dentro de las
2. 2. Los frigoríficos plantas y el gobierno ordenó que los futuros planes de despidos ma-
sivos fuesen sometidos a la consideración del Ministerio de Trabajo.
Un cuadro símilar al azucarero se registró en este sector. Los frigo- Sin embargo, el ministro se negó ;:i tomar cualquier medida para reme-
ríficos privados, ante la disminución de las exportaciones y el alza de diar los despidos producidos antes del 14 de noviembre.
los impuestos, a principios de 1949 iniciaron una campaña de pre- La confrontación final se produjo poco después de que cerrara el
sión contra el gobierno para abolir todos los derechos de los sindica- frigorífico más importante y causara la cesantía de otros 3.000 traba-
tos relacionados con gestión interna de las empresas. Argumentaban jadores más. Ante el deterioro progresivo de sus conquistas, el sindi-
que una medida de esa índole era esencial para posibilitar una dismi- cato volvió a su actitud anterior y declaró una huelga general el 5 de
nución de personal y eliminar las áreas de jurisdicción conflictiva, mayo de 1950. Sin embargo, una wz que el gobierno dictaminó su
pues éstas habían sido fuente de numerosas paralizaciones. El go- ilegalidad, que vanos dirigentes smdicales fueran encarcelados y que
bierno aceptó el punto de vista patronal y publicó, en septiembre de se asumiese la experiencia de los c;:iíleros y gráficos, los obreros de la
1949, una resolución que apoyaba tales demandas. En la forma en carne normalizaron sus actividades el 12 de mayo. Poco después el
que estaba redactada esta resolución del ministro de Trabajo, podían sindicato fue intervenido y, en su dirección, se estableció a un grupo
darse por perdidas un 80% de las conquistas dei convenio de 1946 17 • rival, que consintió la gradual liqmdación de los restantes derechos
Casi inmediatamente los frígoríficos pusieron en práctica esta laborales dentro de las empresas 1'

to [ ... ]con la intervención de la CGT. Sin embargo, los dirigentes de la FOTIA y de


2. 3. Las huelgas en el sector servicios
la FEIA trataron de prescindir de la Central y presentaron su problema al ministro
de Trabajo. después de gestiones infructuosas con la Cámara de Diputados de la El segundo conjunto de huelgas que se produjeron en este período
Nacíón. El ministro de Trabajo, el Consejo Económico Nacional y otros organis-
de dos años puede también ser considerado una faceta adicional de la
mos se lanzaron de mmediato a estudiar ia cuestión y cuando estos organismos
consiguieron una solución que tomaba en consideración las aspiraciones de ambas par-
'"Problemas similares llevaron a los tr.1ba¡adorcs molineros a declarar una huelga
tes [... ] los delegados dirigentes [ ... J optaron intempestivamente por declarar la huelga.
de tres semanas en octubre de 1949, debido a que las empresas se negaron a poner
aprovechándose de nna necesidad apremiante [... ] los dirigentes condttjeron a los traba-
en práctica el decreto oticíal de elevar el ,,1lano hasta que el rég1m1.:n rrnovase sus
jadores a la huclb'<l, utilizando los como trampolín para sus aspiraciones políticas ... " (Dis-
subsidios a la industria. El gobierno finallllcnte se avino a este arncrdn. pcrn dc>pués
curso de Perón, l" de diciembre de 1949, La Gaceta de Tucumán).
de haber aplastado la hucl¡.,'<l e 111tcrvc111do d ,¡ndicato. En la industria del pau sc prndtijO
'"Para 1111a somera discusión sobre la orientacíón polítICa de la FOTIA, véase
una contraofi:ns1va patronal que cx1g1ó la ah.,hrnin de la prohib1~1ón.de la labor uonur-
Waltcr L1ttlc, "Party and Statc in Peromst Argentma, 1945-1955", Hispa11icA111enm11
na y el aumento de las horas de trab;uo. El g,1h1c-r110 aceptó dichas demandas c11 nov1cm-
Historial Jtwinl', vol. 53, N" 4, noviembre de 1973, pág. 652.
17 brc de 1949, suspendiendo las conqmstas de los trab;1pdorcs. La rcs;ilunón se nbturn
Fedcracinn (;n:m1al de los Traba_1adorcs de la Industria d1: la Carne, Libro de
finalmente después de qw: el sindicato anw11.1/.1r.1 mu una huelga general. fras 1111 lock-
actas de 1!1 rn1111SHÍ11 directiva. 14 de septiembre de 1949.
out de dos semanas. a mediados de l 9'i0, ,,. n 1lv1ó gradualmente al traha10 noctnrnu.
310 Louisc 1\1. Doyo11 La dis111i11ució11 de los co1iflictos la/1oraícs y el aw11c11to de los co11troles políticos 311

c~ísis parcial d~ la alianza nacional-populista, pese a que estos con- punto que el gobierno debió pronunciarse claramente contra esa
flictos fueron liderados por dirigentes ideológicamente contrarios al situación, lo que ratifica la profunda inquietud de estos grupos.
régimen. Los ferroviarios, gráficos y bancanos, cabeza de lo quepo- Este estudio no pretende extenderse en un análisis pormenoriza-
dría, llamarse la arist?i::r~cia de la clase obrera antes de la llegada de do de las huelgas de gráficos y bancarios, a las que ya se ha hecho
Peron al poder, consigmeron salarios y condiciones de trabajo supe- alusión, sino concentrarse en la más grave de estas huelgas: la de los
norcs a la gran ~ayorfa de los trabajadores, si bien no lograron man- ferroviarios.
tener estas ventajas durante el régimen peronista. Una de las causas La prolongada e intensa huelga de los ferroviarios se originó en
de esta decli?~ción fue la apanctón, después de 1947, de un grupo una demanda de aumentos salariales, pero no sólo se debió a este
smmso de dmgentes, que consideraba más importante el manteni- objetivo o a la oposición ideológica de los dirigentes ad hoc, sino
miento del beneplácito oficial que la satisfacción de las demandas de también a la pésima gestión del gobierno y de las autoridades oficia-
buena ~arte de la masa, si bien debe admitirse que el papel económi- les de la Unión Ferroviaria. El Estado se hizo cargo de una fuerte
co cru~1al de ferroviarios y bancarios hizo que estos dirigentes fue- carga financiera cuando adquirió los ferrocarriles en 1947, pues se
sen objeto de especial presión por parte del gobierno. En el caso de encontró con un sistema ferroviario obsoleto, tecnológicamente su-
los ferrovianos, un factor adicíonal que parece haber jugado un rol perado y en lamentable estado de conservación. Frente a la necesidad
importante fue su estrecha alianza con las autoridades nacionales y de modernizar el servicio, el Estado no podía seguir manteniendo los
su de~eo de re.tardar, mediante el apoyo oficial, la rápida declinación salarios de este sector en pie de igualdad con aquellos en rápida ex-
de su mfluencia sobre el movimíento obrero-al que habían domina- pansión en el ámbito industrial. La historia de las negociaciones sala-
do en la~ décad~s anteriores- debido a la sólida organización de Jos riales entre 1947 y 1950 presenta constantes tácticas dilatorias por
obreros mdustnales. · parte del Estado 19 •
.La falta de eco a sus demandas obligó a los trabajadores a recurrir El 19 de noviembre de 1950, una huelga del personal de mante-
a v10lentas huelgas y paros antes de 1950: los bancarios realizaron nimiento, guardabarreras y guardatrenes se inició en la línea Ge-
una lme,lg~ no autorizada en 1948 y los ferroviarios organizaron pa- neral Roca con el objetivo de lograr aumentos saiariales; tres días
ros penod1cos entre 1946 y 1949, sin el apoyo de las jerarquías sindi- después, el conflicto se extendió a otras tres líneas. Al día siguien-
cales. E~ 1~50, no sólo n~ ,habían logrado mantener sus ventajas so- te, se obtuvo un acuerdo que elevaba el salario básico mensual de
c10econom1cas con relac1on al resto de la clase obrera, sino que - los peones de $440 a $555. No obstante, entre el 3 y el 8 de di-
JUnto con otros sectores- fueron colocados por debajo de ci~rtos ciembre las autoridades de la Unión Ferroviaria intervinieron ocho
~rupos como los metalúrgicos, los trabajadores del sector energé- filiales implicadas en la protesta; a su vez, el gobierno r~scíndió el
tico Y de la construcción. La apelación a huelgas violentas debe acuerdo, reduciendo el aumento que había prometido, y nume-
verse ~om~ ,un~ última tentativa de impedir un rápido deterioro rosos trabajadores que habían participado en el confücto fueron
del~ s~tuac1on: su derrota sellaba definitivamente la pérdida de su despedidos o encarcelados. El 16 de diciembre, la huelga se desa-
P?~1c10n a la cabeza del movimiento obrero. El hecho de que los tó una vez más y se extendió a cuatro líneas. Terminó cuatro días
dmgentes ad hoc de estas huelgas fueran seleccionados entre ele- más tarde, cuando nuevamente se puso en vigencia el acuerdo
mentos ideológicamente opuestos al régimen y, en algunos casos, anterior. El 19 de dicíembre, el sindicato fue intervenido a pedido
mciuso desplazados de la dirección nacional antes de 1948, debe de sus propios dirigentes y ios interventores sostuvieron una po-
cons1de:arse secundario hasta rn:rto punto con respecto a las rnes- lítica antagónica con los huelguistas, se negaron a normalizar la
t10nes bas1cas. Estos dirigentes fi.tcron escogidos por las bases debido
a la continua negativa de las autoridades constituidas a oír sus de- 1'' Ver L1 Fraternidad, Libro de actas de la comís1ó11 directiva, donde se c11cucn-
mandas. Además, estas huelgas Jl'cibieron muchas adhesiones, a tal
tra una mtcrcsantc discusión sobre las ncgoc1acioncs salanaks c11 esta art1v1dad.
312 Lo11iscM.Doyo11 La dis111i1111d611 de ft>s co11flia(ls lab11m/cs )'el .111111mto de fos co11tn1/cs ¡10/íticos .?13

situación de las asociaciones locales cerradas y siguieron con el despi- Pri11cipales casos de 111ter11e11ció11 de @dicatos por la CGT (1946-1950)
do de militantes. El 23 de enero de 1951, hizo eclosión un nuevo
conflicto que paralizó toda la red ferroviaria del área metropolita- Período 1946-1947 Período 1948-1950
na, con el fin de forzar la liberación de los dirigent~1~ presos y 1Sector Objetivo Duración Sector Objetivo Duración
Metalúrgico organización 1946 (*) Tell.'tiles huelga 1948-50
presionar a los interventores a que desistieran de su política re-
1 Construcción organización 1946-47 Bancarios huelga 1948-50
presiva. Inmediatamente, esta huelga fue declarada ilegal y los tra- Hospitales priv organización 1947-48 Estibadores huelga 1948-51
bajadores fueron movilizados con el Ejército. Cerca de 2.000 tra- Telefónicos otros 1947-50 Panaderos huelga 1948-49
1
bajadores fueron detenidos y 300 encarcelados antes de que fina- Del Calzado huel!:,ra 1946-48 Azucareros huelga 1949-55
lizara la protesta tres días después. Responsable parcial de estas Tabacaleros organización 1947 Frigoríficos huelga 1950-53
duras medidas fue el apoyo que ofrecieron los partidos de oposi- Gráficos huelga 1949-53
Del Cuero huelga 1949-53
ción, que esperaban que el conflicto obligaría a los militares a desti- Marítimos huelga 1950
tuir a Perón. ~onstrucc1ón organizac. 1950
El desenlace de la huelga de los ferroviarios constituye un sim-
(*) El sindicato de los metalúrgicos fu.: 111tervcnido durante dos meses.
bólico epílogo a los años de la difícil convivencia entre el régimen
peronista y la autonomía sindical. Le seguiría un período en el
cual los sindicatos habrían de canalizar sus demandas a través de ., Por medio de las intervenciones, un gran número de dirigentes
los mecanismos institucionales bajo la vigilancia permanente de combativos fue desplazado de los puestos de vanguardia del movi-
los funcionarios. En estos años, y en forma paralela a la gradual miento obrero. Entre ellos, en primer lugar están los que se habían
ilegalidad de facto del recurso a la huelga, se fue reduciendo en formado antes de 1943. Con diversos grados de resistencia, estos
forma ostensible la independencia del movimiento obrero orga- hombres habían aceptado la disolución del Partido Laborista, en el
nizado. convencimiento de que el pero111smo ofrecía la oportunidad históri-
ca para hacer de los trabajadores una fuerza de peso en la sociedad
argentina. Este alineamiento político no significó, sin embargo, que
3. UNA NUEVA PURGA EN LAS FILAS DE LOS DIRIGENTES
estuvieran igualmente dispuestos a admitir que los sindicatos aban-
Como se ha destacado en las experiencias recién reseñadas, dentro donaran su papel reivindicativo. Crecíd¿s en la arena conflictiva de
del régimen peronista se había producido una división de tareas. Al la restauración conservadora en los años•treinta y catapultados al pri-
gobierno le correspondió la tarea de secundar, de buena 0 mala gana, mer plano en las JOrnadas de lucha de octubre de 1945, no se ajusta-
los reclamos de los trabajadores. A.sí, a pesar de sus restricciones fi- ron dócilmente a las imposiciones del nuevo orden corporativista. Al
nancieras, tuvo que coqtinuar subsidiando a los trabajadores de la entrar en colisión con la tutela que el régimen pretendía ejercer so-
alimentación y a los ferroviarios. El prestigio de Perón fue puesto a bre el mundo del trabajo, se encontraron en aprietos. Muchos de
salvo en esta coyuntura y no se vio contaminado por la aplicación de ellos eran vulnerables a la presión política por haber sido militantes
medidas represivas. Mientras el gobierno preservaba su imagen po- de las corrientes de izquierda en el pasado, en particular, el Partido
pular, la CGT se encargaba de poner coto a las pretensiones de auto- Socialista, y no pudieron sobrellevar el enfrentamiento.
nomía smdical y a sofixar las exprcs1011es de rebeldía. Algunos de ellos renunciaron rnluntariamente, siguiendo el ejem-
Antes de 1948, la mayoría de las mtervencíones fueron resultado plo de la conducción de la UTA. para que su presencia no fuera un
de la existencia de problemas internos en las organizaciones; luego factor de distorsión en
unas negociaciones contractuáles que las au-
de es.1 fecha, la abrumadora mayoría fue motivada por la negativa de toridades cuestionaban. Otros fi.1cron obligado:; a dar un paso al cos-
un s111dicatu a poner fin a una huelga. tado por la presión de dirigentes 1wales que explotaban sus debilida-
des políticas. Un caso c.icmplar foc el de la Unión Ferroviaria. Sus
314 Louisc M. Doyon La dis111i11ució11 de los co1iflíctos laborales y el m1111e11to de los co11fr(lles políticos 315

más altos dirigentes fueron el blanco de la crítica de fracciones inter- es más probabie encontrar este tipo de líderes debido a las enormes
nas del gremio, que les reprochaban sus actitudes vacilantes en la dificultades que debe enfrentar la organización y a los pocos benefi-
crisis de octubre de 1945. Argumentando que con estos antecedentes cios inmediatos que proporcionan los cargos directivos. Remitién-
la Secretaría de Trabajo estaría poco dispuesta a escuchar las deman- donos a la experiencia argentina, es cierto que los cuadros sindicales
das del gremio, sus rivales forzaron su renuncia a comienzos de 1947. llegados a la conducción entre 1943 y 1946 no tuvieron que afrontar
Un razonamiento similar fue puesto en juego en las elecciones de la los riesgos personales asociados a la militancia obrera en los primeros
Asociación Bancaria del mismo año; con el auxilio de las autoridades tiempos del sindicalismo. Pero no puede negarse que tuvieron que
laborales, que dilataron la negooación del nuevo estatuto del gre- hacer frente a deberes y obligaciones no menos exigent~s, cuando
mio, los adversarios de la conducción existente lograron la mayoría dirigían huelgas que no contaban con el beneplácito del régimen,
de votos en los comicios, criticando su trayectoria anterior. Otro tan- conscientes de que una actitud·semejante podría.tener ctfmo conse-
to ocurnó en la.derrota de los dingentes de origen socialista que en- cuencia la pérdida del cargo por una intervención directa al sindicato
cabezaban la Federación Gráfica. por la CGT. Para esta nueva generación de militantes obreros, la au-
Los estudios críticos sobre los años peronistas han puesto el énfa- tonomía sindical en la arena económica formaba parte integral de la
sis casi exclusivamente en el desplazamiento de gran parte de la diri- victoria electoral de 1946. Y por ello terminaron igualmente enfren-
gencia sindical con trayectorias previas a la Revolución de Junio20 • tados al giro operado en la política laboral. Contra ellos fue más difí-
Con ello pierden de vista un hecho ciertamente significativo: la ex- cil recurrir al cuestionamiento de sus antecedentes, porque eran cria-
pulsión de un gran nilmero de dirigentes pertenecientes a los sindi- turas del nuevo orden peronista; ello explica, en su caso, la necesidad
catos industriales recientemente organizados, un segmento de una más frecuente de recurrir a la intervención directa de los sindicatos
magnitud mayor al anterior y, además, ubicado en las áreas más diná- para forzarlos a actuar dentro de las directivas oficiales de paz social y
micas de la movilización obrera. En estos estudios, se ha señalado producción. Irónicamente, la caída de estos nuevos militantes se pro-
que el alejamiento de un sector de su elite tradicional privó al movi- duciría por su insistencia en continuar utilizando la huelga como
miento obrero de un grupo de líderes experimentados, lo cual tuvo instrumento de negociación política, según habían aprendido entre
serias consecuencias para el futuro del sindicalismo. Sin embargo, 1946 y 1948.
quizás más importante fue la remoción de estos nuevos líderes sin-
dicales, porque ilustró más cabalmente los avatares del movimiento
4. LA PERONIZACIÓN DEL MOVIMIENTO OBRERO
obrero en el régimen peronista.
Seymour M. Lípset se ha refrrído a los líderes que emergen en la Hacia 1950, en el credo del peronismo, el principio de verticalidad
etapa formativa de las organizaciones obreras como líderes "vocacio- estaba en un pie de igualdad con el de justicia social. De allí en adelan--
nales", esto es, hombres que buscan el liderazgo preocupados por el te, las relaciones entre el régimen y la conducción de los sindicatos
bienestar de sus camaradas trabapdores y p.or el crecimiento de la habrían de presentar la fachada de una unidad monolítica. La refor-
organización como un medio para alcanzar ese fin, más que para su ma de los estatutos de la CGT ese mismo año se puede tomar como
beneficio personal2 1 • En las etapas iniciales en la vida de un gremio, un símbolo de la transformación del movimiento obrero en el movi-
miento sindical peronista. Sin embargo, aún en ese momento, cuan-
do los trabajadores cerraban filas en torno del líder máximo y ·sus
'"Ver, por ejemplo, los estudios de Uaily, Blanksten y Alcxander a los que se apologistas proclamaban entusiastas la indisoluble unidad del Estado
hizo referencia anteriormente. peronista con el sindicalismo, todavía se dejaban oír los débiles ecos
21
Seymour Mart111 L1psct, uThe l'oliucal Proccss in Tr;idc Unions: a Thcorcti-
de un proyecto de autonomía, nacido al calor de la movilización so-
cal Statement», en Walter Galcnson y S_ M. Lipsct (cds.), l.c1/1011ra11d Ti-acle U11ío11ís111,
a11 Iutcrdiscipli11m}' Rcadcr, New York. J '1<>0. pp. 231-233
cial. que se resistía a desaparecer del todo. Estos débiles ecos se advir-
31 (i Lo11ísc A1. Doyo11 La dis111i11uci611 de los co1!f/icros labomlrs y el c111111e11to dr los co11trolcs políticos 317

tieron en los debates dentro del comité central confedera! de la CGT, razón, y como vocero del smdicato de trabajadores fe-
reunido en diciembre de 1949. La convocatoria tenía por objeto re- rroviarios, exijo que se modifique o elimine esta cláu-
dactar un nuevo estatuto con vistas a su tratamiento por el congreso sula del estatuto.
nacional de la central obrera en abril de 1950. Una de las novedades
propuestas fue el otorgamiento a la CGT de la facultad para interve-
.
A. Bal11cl1 (Metalúrgicos): Los delegados del sindicato
nir los sindicatos afiliados. Las normas vigentes, aprobadas en 1936, metalúrgico no discuten con el principio fundamental
no contemplaban esa facultad porque ella estaba en contradicción en que se basa dicho poder. En efecto, es posible que
con los príncipios que. gobernaban al movimiento obrero de la épo- surja el raro caso que haga necesario hacerse cargo de la
ca. Todas las intervenciones llevadas a cabo desde 1946 comportaron, dirección de una organización obrera. Sin embargo, con-
en consecuencia, la flagrante violación de los estatutos; de allí que la sideramos que para regular ese poder resulta esencial
conducción de la CGT decidiera reguiarizar ese estado de cosas, con- prevenir los excesos que se sucedieron en el pasado.
sagrando normativamente unos poderes que ya venía ejerciendo de Antes de que una organización sea puesta bajo tutela de
hecho. Ése fue el propósito de la nueva cláusula del estatuto, por la la confederación, los miembros del Comité Ejecutivo
cual se legitimaba la intervención de la CGT por un período de 90 deben previamente llevar a cabo una ínvcstigac1ón. Y la
días "cuando estuviera amenazada la armonía entre los dirigentes y entidad afectada tener el derecho a apelar la decisión
los afiliados". ante el Comité Central Confrderal.
. Los debates alrededor del papel tutelar de la CGT son un valioso
documento histórico, porque proporcionan una rara oportunidad para
acercarse a la percepción que los dirigentes sindicales tenían de las F. Arias (Telefóuicos): Todos sabemos lo que sucedió bajo
tensiones existentes en la relación entre el movimiento obrero y el Hernández cuando se echó a líderes sindicales a discre-
régimen peronista. Las discusiones fueron las más largas y enfervori- ción y antojo de la Secretaría General. Esta desafortu-
zadas desde la deliberación histórica del 16 de octubre, cuando pare.,. nada experiencia debería se1Yirnos para buscar una sali-
cía estar en tela de juicio el futuro mismo del sindicalismo. En la da a este problema; y una exigencia mínima ... debería
ocasión, fueron varios los sindicalistas que reclamaron, en forma ser que esa sanción se aplicara por un período de 90 días
enérgica, que se excluyera la cláusula propuesta o que, en su defecto, y no por un año o más, como en el pasado.
se introdujeran restricciones que limitaran la libertad de la CGT para
apelar a ella. Sin embargo, las premisas a partir de las cuales basaron D. Carbal/ido (Transporte): La UTA está en contra de este
sus objeciones soslayaban un hecho capital: la confederación estaba artículo por una cuestión de principios y por las peli-
actuando como agente del Estado y su tutela era una consecuencia grosas repercusiones de su prktica. El artículo crea un
directa del estatus semioficial de los sindicatos. A continuación, se instrumento peligroso, que dep la puerta abierta para
transcriben algunos de esos argumentos. tomar posesión de un smdicarn por una multitud de ra-
zones que tienen poco que ver con el espíritu del estatuto.
B. Palltasso (Ferroviarios): La Unión Ferroviaria es de la Dado que el estatuto que goh1crna las entídade.s es demo-
ppiníón que hoy, bajo un gobierno justicialista, todo sin- crático y asegura que los funrnmanos sindicales sean li-
dicato que proceda honestamente y no se aparte de sus. bremente ckg1dos, la voluntad soberana de la masa de
,funciones específicas no debe temer la intervención. afiliados debe determinar d camino a seguir por estos
Toda organización que goza de personería gremial po- hombres. Cualqmer sindicato que tenga dificultades 111-
dría en el futuro objetar que los poderes conferidos a la ternas debería pcnmtirse q11e Lis resuelva consultando con
Secretaría General son excesivos y arbitrarios. Por esa sus propíos 111k111bros y sin nmTferencias externas.
318 Louise M. Doyo11 La dismi11ució11 de los co11jlictos iaborales y el au111e11to de los co11troles políticos 319

D. Diskin (Mercantiles): La Federación de Empleados de de su creciente subordinación a las exigencias políticas del régimen,
Comercio apoya la moción que solicita la anulación de continuaban creyendo que ésa había sido y era la única alternativa
esta cláusula. No creo que un sindicato responsable válida para el sindicalismo. Sin embargo, los e:x"tensos y acalorados
pueda tolerar sin protestar el hecho de que se erija un intercambios alrededor del poder de intervención de la CGT mos-
órgano superior a la voluntad soberana de sus afiliados. traron que un buen número de líderes obreros lamentaban las limi-
Las organizaciones que son miembros de la CGT son taciones impuestas por la alianza conel gobierno y el alto costo que
entidades autónomas y no ramas de la confederación. ésta implicaba en términos de la integridad y la seguridad de sus or-
Ésta existe sólo para coordinar, informar y dirigir al ganizaciones. Pero lo que no podían hacer -y no hicieron- fue admi-
movimiento sindical en un sentido general. Respaldo, tirlo en forma explícita. Por lo tanto, protestarían en forma velada.y a
en consecuencia, la posición adoptada por la UTA que veces incoherente ante la nueva imposición que recaía sobre sus or-
fue expresada con un solo objetivo en mente: garantizar ganizaciones. Como hombres luchando contra sombras, en sus te-
la seguridad, tranquilidad y autono:mía de todos los mores imaginaban la posibilidad de que en el futuro ese poder de
miembros que forman ci movimiento sindical. intervención fuera abusado por dirigentes inescrupulosos y ávidos
de beneficios personales, como había ocurrido con Aurelio Hernán-
V. Rubio (Transporte): Esta cuestión es tan importante para dez. Con ello pasaban por alto un hecho evidente para todos: la ola
el sindicalismo que debe ser profundamente debatida. de intervenciones por parte de la CGT se había producido durante la
Nosotros, los peronistas, no debemos olvidar que uno gestión de José Espejo y coincidía con el viraje conservador de la
de nuestros principios es la libertad sindical, una liber- política laboral del régimen.
tad que no pµdimos ejercer sino ahora. No debemos Por cierto, en este debate de dos días de duración, también se
olvidar que lo que hoy decidamos puede tener conse- escucharon las voces de quienes abogaban por la aprobación de la
cuencias fatales para el movimiento obrero organizado cláusula propuesta, en sintonía con la conducción oficial de la CGT.
y para el movimiento político surgido de la Revolución Lo cierto fue que las divergencias fueron tales que hubo que elaborar
de Junio. No olvi'demos que algún día podemos ser tan dos despachos, uno por mayoría, aceptando la intervención de la CGT,
desafortunados como para tener al frente de la confede- y el otro, por minoría, que la rechazaba. Cuando se reunió el congre-
ración personas dispuestas a llevarnos por el mal cami- so nacional de la central obrera, en abril de 1950 como anticipamos,
no. No debemos incluir una cláusula que cree una es- los asistentes a la asamblea sindical volvieron a enfrentarse en torno
pada de Damocles para el movimiento sindical. Un de estas posiciones. Sometida a votación, la facultad de intervención
hombre irresponsable y con intenciones miserables que de la CGT fue aprobada por escaso margen. La votación se realizó
tome el control de la CGT bien puede conducir a nues- tomando en cuenta el número de afiliados que representaban los dis- ·
tro movimiento a la destrucción22 • tintos delegados sindicales y arrojó 1.530.429 a favor y 1.491.566 en
• contra. Fue significativo que esta victoria tan estrecha se hubiese al-
Para colocar en contexto estos debates, destaquemos que los diri- canzado sólo después de importantes presiones políticas sobre los
gentes sindicales estaban convencidos de que su alianza con Perón sindicatos que se hallaban intervenidos, como hicieron saber los de-
en 1945 había abierto las puertas a la transformación del movimiento legados de La Fraternidad.
obrero en un poderoso grupo de presión en la vida nacional. A pesar
I--Iubo muchos delegados que estuvieron Junto a los tra-
bajadores ferroviarios y otros que reclamaron al uníso-
Confcderanón General del li·aha¡o, Libro de actas dci Comí té Cl'lltral Con-
22
no: iQueremos libertad sindical! Fueron gestos espon-
federa!, diciembre de 1949. táneos que se rep1t1eron en varias ocasiones a lo largo
320 Louise M. Doyo11 La dis111í1111ci611 de los n111f/ictos laborales y c/ ,111111c11to de his co11trolcs polít1cos 321

del congreso. Fueron numerosos los sindicatos que se nacional, cuya amplia y leal aplicación ha de forjar una
sinceraron con la representación de La Fraternídad,Jon- Patria Justa, Libre y Soberana 24 .
firmando que estaban en contra de la facultad de inter- Hay que destacar que, en el momento mismo en que tornaba la
vención de la CGT; en algunos casos se nos dijo que decisión de hacer suyos los prinop1os de una doctrina que negaba la
estaban en contra del artículo intervensionista pero que lucha de clases, el movimiento obrero procuró colocar sus aspiracio-
debían votarlo debido a sus sindicatos estaban interve- nes al amparo de un objetivo trascendente y ambicioso, en cierto
nidos23. modo congruente con su historia previa. Así, en el mismo preámbu-
La peronización del movimiento obrero tuvo en el congreso de la lo, también se sostuvo:
CGT de 1950 su ratificación simbólica con la aprobación del nuevo Que el proceso de realizamín tiende hacia la gradual
preámbulo al estatuto. La carta de principios hizo ahora explícita la socialización de los medios de producción y cambio e
adhesión a los postulados delJusticialismo, al tiempo que volvió os- impone al proletariado el deber de participar y gravitar
tensiblemente la espalda a las tradiciones que habían orientado las desde el terreno sindical para afianzar las conquistas de
luchas obreras en el pasado, al declarar: la Revolución Peromsta, para consolidarlas en el pre-
Que la clase trabajadora argentina ha luchado durante sente y ensancharlas en ei futuro.
décadas desde su organización sindical, para alcanzar el La evocación de un orden socialista como resultado eventual de
enaltecimiento integral, mediante la conquista de los la profundización de la Revolución Peronista no debería ciertamente
derechos que le aseguren una existencia superior en el ser tornada en forma literal. Sin embargo, la referencia a ese punto de
orden material y espiritual, aboliendo los privilegios so- llegada ideal tampoco debería ser desechada, viendo en ella apenas
ciales, que son causa de explotación y de miseria y fuente un puro exceso rctónco. A nuestro JUicio, este curioso párrafo del
de conflictos, odios e inseguridades; nuevo preámbulo revela que, más allá de ,Jos actos rituales de lealtad,
Que la labor cumplida en procura de tan trascendenta- el movimiento síndica! mantenía una concepción fuertemente obre-
les fines, fue orientada por sistemas ajenos a su medio, rista de su adhesión al régimen y qui.: juzgaría su desempeño futuro a
extraños a su tradición y a su ambiente, por carecer de partir de los altos parámetros fijadus por las reformas laborales lleva-
una doctrina esencialmente nacional, surgida de su pro- das a cabo desde 19-1-5.
pia formación y elaborada conforme a sus mismas ne-
cesidades, careciendo de las normas claras y del progra-
ma concreto que condensara, en forma homogénea,
práctica y posible, los anhelos de superación de la masa
laboriosa del país, de acuerdo a la realidad social en que
actúa;
Que la Doctrina Peronista, magistralmente expuesta por
su creador, el General Juan Perón, define y sintetiza las
aspiraciones fundamentales de los trabajadores argenti-
nos y señala la verdadera doctrina con raíz y sentido

''La Fratcrmdad, Libro de .!Ctas de la com1s1ón directiva, abril de l<JS(l~.

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