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Semana 4 de embarazo: la
confirmación de que estás embarazada
La semana 4 de embarazo se corresponde a los días 21-28 del ciclo menstrual.
En esta semana, el embrión se está implantando en el útero y sus órganos
empiezan a desarrollarse. A finales de la semana 4 tendrás tu primera falta de
menstruación y será el momento de confirmar tu estado mediante un test de
embarazo. Es una semana de muchas emociones por la confirmación del
embarazo.
Ambas provocan en esta segunda semana del ciclo menstrual que uno de los folículos que se
encuentra en el ovario empiece a crecer y que madure el óvulo que guarda dentro.
Mientras tanto, el endometrio, gracias a los estrógenos que libera ese folículo, continúa
aumentando su grosor para que si se da un embarazo, el embrión se encuentre con un
ambiente propicio para empezar a crecer y desarrollarse.
Este periodo no tiene una duración determinada: depende de cada mujer e incluso en una
misma mujer, hay meses que dura más o menos.
Pero, más o menos, al finalizar la segunda semana el óvulo ha alcanzado ya un tamaño
considerable y se libera del folículo y viaja hacia las trompas de Falopio. La hipófisis segrega
entonces grandes cantidades de hormona luteizante durante un par de días, que es cuando
se produce la ovulación.
En las trompas, ese óvulo, preparado para ser engrendado, esperará un par de días a que
llegue un espermatozoide que sea capaz de atravesar su dura membrana externa.
Apenas unas pocas horas después de que un espermatozoide fecunde el óvulo, se forma una
nueva célula llamada cigoto que contiene 23 pares de cromosomas. A partir de ese momento
empieza toda una aventura para él. Tiene que multiplicarse y al mismo viajar hasta el lugar
donde vivirá durante unas 40 semanas de gestaciónhasta convertirse en un bebé.
Treinta horas después de la fecundación, el cigoto ya son dos células; a las 40 -no han pasado
ni dos días- ,cuatro células y a las 72 horas ya se ha dividido entre 12 y 16 células. Pero este
proceso, llamado segmentación, no ha hecho más que empezar, porque de esa única célula que
era el cigoto surgirá una mórula, con unas 30 células; y con tiempo, un feto con muchísimos
billones, todas con la misma carga genética, pero diferenciadas porque cada una tendrá una
función: habrá células sanguíneas, neuronas cerebrales, células que conformarán el hueso, la
piel, cada uno de los órganos…
A lo largo del embrión se ahueca un surco que se convertirá en la médula espinal. Esas
primitivas células que aún no son ni tan siquiera unas neuronas, serán las que van a dar las
órdenes necesarias para que el resto de las células se especialicen y estén perfectamente
coordinadas entre sí, como si fuesen los instrumentos de una inmensa orquesta, para la
formación de los diferentes órganos.
A ambos lados del conducto neural sobresalen unas protuberancias: son las somitas, que con el
tiempo se convertirán en el esqueleto y los músculos del bebé.
Al final de esta quinta semana se produce un nuevo hito en la vida del pequeño que se está
empezando a formar: se desarrolla un primitivo corazón, el órgano que antes se va a formar.
Este hecho no es ningún capricho de la naturaleza.
Ahora el embrión ya es demasiado "grande" (mide unos 1,5 milímetros) para ser alimentado
por las lagunas que se formaron en el trofoblasto. Necesita más "comida" y por eso de las
células del trofoblasto se forman unas protuberancias finas y ramificadas llamadas
vellosidades, con pequeñas cámaras entre ellas, que se llenan de sangre materna, que le va a
proporcionar el oxígeno y los nutrientes. Ahora el bebé en desarrollo no tiene ninguna
apariencia humana y nadie diría que en tan solo nueve meses esta estructura que asemeja a un
cilindro irregular se convertirá en un rollizo bebé.
Los rasgos de su cara siguen sin definirse, aunque aparecen unos diminutos ojos. Al final de
esta semana, en la cara surgen unos brotes: una pequeña fosa que será la boca, los brotes de
los maxilares inferior y superior y unas diminutas aberturas que señalan dónde se situará la
nariz. También aparecen los esbozos de las orejas.