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MÓDULO 4.
El estudio del lenguaje, tanto normal como patológico, se realiza a partir de los tres
grandes aspectos que lo componen: forma, contenido y uso, sinónimos de fonología,
morfología, sintaxis, semántica y pragmática. A la hora de estudiar tanto la adquisición
normal del lenguaje como las alteraciones en este proceso, hay que tener en cuenta
una serie de aspectos (Puyuelo, 2003):
El lenguaje unido al contexto, social, familiar e histórico.
El lenguaje como proceso de comunicación.
El lenguaje como proceso cognitivo.
Los diferentes componentes del lenguaje.
El lenguaje evoluciona a lo largo de todo el ciclo vital, se producen
modificaciones.
Puede haber alteraciones del lenguaje congénitas y adquiridas.
Según Massa (2005) las bases orgánicas que intervienen para la adquisición del
lenguaje son:
1) El oído. La percepción auditiva y el procesamiento de la señal acústica que
el niño recibe, en especial las frecuencias conversacionales permitirá la interiorización
y el dominio del lenguaje.
2) El Sistema Fonoarticulatorio. Los componentes del Sistema
Fonoarticulatorio serían:
• Respiración. Laringe. Faringe. Fosas nasales. Cavidad oral. Dientes. Velo
del paladar. Lengua.
3) Asimetría cerebral. Funciones asignadas a cada hemisferio (Ortiz, 1995):
5) Áreas específicas del lenguaje. Para Serón y Aguilar (1992) las áreas
específicas del lenguaje quedan explicadas en el siguiente cuadro:
Las áreas 1 y 3 (lóbulo parietal) que procesan las sensaciones, conectadas con las áreas
del habla y de la audición.
Área 9 (centro Exner) encargada del control motor de la escritura.
Área 14 encargada del funcionamiento motor de la escritura y del habla.
Área 17 (lóbulo occipital) que se encargaría del procesamiento de la información visual.
Áreas 39, 40 y 22 (área de Wernicke) encargadas de la comprensión del habla.
Se trata de aquellos factores que, sin base o explicación orgánica, influyen tanto en el
desarrollo como en la adquisición del lenguaje, habla y comunicación. Se hace
mención a aspectos como hábitos que deben estar presentes en la primera infancia
para facilitar o/y posibilitar que el niño llegue a comunicarse, utilizando un habla y un
lenguaje propio de su edad de desarrollo con la posibilidad de llegar al nivel adecuado
en la edad adulta (Massa, 2005).
El aprendizaje y desarrollo del lenguaje están muy influidos por los aspectos
contextuales a lo largo de todo el ciclo vital. Por ello se hará una breve descripción de
éstos, antes de exponer algunas de las fases de desarrollo del lenguaje en el niño
(Puyuelo, 2003).
1) Contexto social. El lenguaje se aprende en un determinado contexto social
incorporando actividades de cada día. Los niños están expuestos al primer lenguaje
durante el baño, la comida, el vestido, el juego, etc. Ellos no pueden iniciar estas
actividades independientemente, por ello el primer contexto del lenguaje es social.
2) Contexto de las necesidades personales e intereses. El lenguaje es el
vehículo por medio del cual se comunican necesidades y deseos. Éstos influyen en las
palabras y expresiones que el niño adquiere.
3) Contexto de la actividad mental individual. El lenguaje es el medio por el
cual nuestro pensamiento e ideas se transmiten, aunque el pensamiento y las ideas en
abstracto no se expresan hasta la adolescencia.
4) Interlocutores del niño. Especialmente durante los primeros años, éstos
realizan adaptaciones del lenguaje que utilizan con el niño, y sus estilos comunicativos
tienen mucha influencia en su adquisición del lenguaje:
a) Adaptaciones de la forma. Al hablar con el niño los interlocutores tienden a
adaptar la forma del lenguaje, usando estructuras más sencillas, voz más elevada, etc.
Cada una de estas adaptaciones tiene su objetivo. Algunas de ellas se llevan a cabo:
Usando estructuras simplificadas, el adulto demuestra al niño la manera
exacta de combinar palabras para hacer frases.
Imitando los enunciados del niño, el adulto resalta el papel social de las
producciones del niño.
Con la voz elevada, llama, la atención del niño hacia el intercambio verbal.
b) Adaptaciones del contenido. Los interlocutores adaptan también el
contenido, seleccionando los temas. Hablan más de las cosas que el niño ve u oye.
c) Adaptación al uso. Se adapta a las necesidades del lenguaje del niño. El
adulto adapta sus funciones a las del niño:
Por medio de una respuesta física o verbal se comunica que el mensaje
está entendido y se aprecia.
Respuesta verbal contingente con el enunciado del niño.
Se le anima a continuar con el intercambio social.
Para Ferri (2005) los prerrequisitos del lenguaje oral quedan establecidos de la
siguiente forma:
Mantener el control postural.
Permanecer sentado.
Eliminar conductas de autoestimulación.
Tener normalizado los reflejos orales.
Morder, sorber, masticar y tragar sin dificultad.
Controlar la salivación y el babeo.
Mirar a los objetos.
Dirigir la mirada al rostro humano.
Mantener tiempos de atención conjunta.
Contacto ocular y atención visual.
Mantener la atención auditiva.
Responder ante estímulos visuales.
Responder ante estímulos auditivos.
Imitar movimientos corporales.
Realizar mímica gestual natural.
Imitar gestos faciales.
Realizar acciones para mover objetos.
Hacer gestos de designación.
Reconocer su nombre.
Reconocer un objeto nombrado
Señalar partes del cuerpo
Señalar una imagen.
Seguir órdenes e instrucciones sencillas.
Clasificar objetos por tamaño, color, forma, etc.
Conocer conceptos básicos.
Compartir juegos y juguetes e interactuar en las actividades lúdicas
Manifestar sentimientos de simpatía, comprensión y gratuidad.
Responder a las apelaciones e iniciativas comunicativas de los
interlocutores.
Iniciar intercambios comunicativos con personas próximas.
Producir gritos, balbuceos, laleos, onomatopeyas y jerga entonativa.
El grito.
Esta producción de sonidos es casual, pero pronto se convierte en un juego por parte
del niño (FRANCESCATO). Así consigue experimentación y fortalecimiento de los
elementos fisiológicos que luego intervendrán en la articulación del lenguaje.
El gorjeo o balbuceo.
La actividad del gorjeo o lalación aparece a veces desde el primer mes de edad del
niño, y contribuye a la organización progresiva, y cada vez más fina, de los
mecanismos de producción de sonidos. Se trata de sonidos preferentemente
vocálicos, indiferenciados, con tendencia a su mayor articulación.
A partir de los dos meses, los gorjeos del niño pueden responder a veces a
palabras de la madre, con lo cual se establece una especie de diálogo.
El gorjeo sigue siendo, no obstante, una manifestación prelingüística que utiliza los
órganos de la voz para vibraciones, gargarismos, chasquidos, sonidos silbantes... Si
no constituyen un lenguaje, mucho menos pude pensarse que formen parte de una
lengua.
El hecho de que los produzcan también los niños sordos deja claro que no están
provocados necesariamente por estímulos auditivos.
Stark (1979) diferencia durante el primer año de vida seis estadios, que se usan para
describir los acontecimientos que preceden al lenguaje. No necesariamente un estadio
empieza cuando se acaba otro. Éstos son:
1. Vocalizaciones reflejas. Aproximadamente desde el nacimiento a las 6
semanas. Las vocalizaciones tienen una naturaleza automática, se producen como
respuestas a un estímulo (por ejemplo, sensaciones de malestar, hambre, sueño), y no
requieren procesamiento mental. Por ejemplo, grito, lloro, sonidos para expresar
malestar y variedad de sonidos primitivos o vegetativos. En este estadio los sonidos
son predominantemente nasales, prevocales o aproximaciones consonánticas.
2. Balbuceo y sonrisa. (6-16 semanas). Se caracteriza por el balbuceo y las
risas. Continúan presentes algunos sonidos reflejos, pero el niño empieza a emitir
sonidos para expresar satisfacción o placer. Usualmente, al principio el balbuceo y las
risas son provocadas por un adulto u otro niño; más adelante, se presentan también
en situaciones en las que no hay estimulación social, como por ejemplo el juego
egocéntrico. Continúa la producción de sonidos nasales con algunas aproximaciones a
consonantes. Estas prevocales y preconsonantes pueden alternarse y no se
reconocen todavía sílabas.
3. Juego vocal. (16-30 semanas). Se caracteriza por la experimentación con la
voz (registro e intensidad). El limitado repertorio vocal o reflejo se amplía hasta incluir
sonidos consonánticos. El niño juega con las expresiones, pero no tiene intención
comunicativa clara; sí puede asociarse a juego social o egocéntrico.
Probablemente, las vocalizaciones se refuerzan y controlan con sensaciones
kinestésicas combinadas con aspectos sociales agradables. Más tarde, las
sensaciones auditivas asociadas a producción de sonidos se convierten en placer y
refuerzo
Hacia los 6 meses comienza a manifestarse un balbuceo caracterizado por
largas series de segmentos silábicos que se parecen a las sílabas de adultos,
solamente por el hecho de que se combina consonante y vocal. La prosodia todavía
no se parece a la del adulto. Los sonidos, su duración, la frecuencia, las pausas, las
inflexiones de voz, son todavía claramente diferentes de las del adulto.
Los procedimientos fundamentales que emplea el niño para aprender la lengua son
dos: la imitación y la creatividad.
Por imitación el niño logra constantes aproximaciones a las distintas formas de hablar
que oye a su alrededor. Se pone así en contacto con variedad de modelos lingüísticos.
Por creatividad va descubriendo lo que hay de común entre unos casos y otros, con
lo cual vislumbra el sistema de la lengua. Descubierto o, mejor dicho, intuido el
sistema de la lengua, aunque el niño no tenga capacidad para formularlo ni explicar
por qué hace las cosas, lo aplica. Esto le permite seguir avanzando en la adquisición
de la lengua por creatividad, especialmente por analogía.
Para RUWET hay un hecho capital en la lengua del adulto, que, sin duda, se fragua
desde la infancia. Para este autor, toda persona que habla una lengua es capaz de
percibir, comprender y emitir palabras y frases que nunca anteriormente ha oído,
entendido ni pronunciado. Es evidente que esta capacidad se debe más que a la
imitación a la creatividad.
Hay que considerar que cuando se habla del aprendizaje lingüístico del niño estamos
ante una expresión que se refiere a dos realidades distintas que no conviene mezclar
ni confundir. El conocimiento de la lengua implica:
Según Ferri (2005) el niño aprende las palabras por la necesidad de utilizarlas
(funcionalidad). La frecuencia de uso permitirá la incorporación de los términos
aprendidos al vocabulario usual. La curiosidad del niño acerca del lenguaje le lleva a
experimentar y a investigar en los diferentes campos según sus necesidades e
inquietudes. Se trata de establecer la relación entre las secuencias de sonidos o
palabras (significante) y sus conceptos o representaciones mentales (significados).
NÚMERO DE
EDAD CRECIMIENTO
PALABRAS
10 meses 1
12 meses 3 2
15 meses 19 16
19 meses 22 3
21 meses 118 96
dirige a un niño más pequeño o de otra cultura. De todas formas, a los 3 años es
pronto para mantener una conversación cohesionada sin problemas.
2. Desarrollo de monólogos. Monólogos unidos a conductas de juego verbal,
sonidos, canciones. Estos monólogos privados audibles disminuyen durante la etapa
preescolar.
3. Desarrollo de la narración. La narración es un monólogo ininterrumpido
cuyo objeto, en general, suele ser entretener o informar al oyente. La narración incluye
cuatro tipos:
a) Rememoración. Es un tipo de narración en la que el niño habla sobre una
experiencia pasada, habitualmente a requerimiento de un adulto que quiere conocer la
experiencia (explícame tu excursión a la playa).
b) Puesta en escena de un evento. Es la expresión de un deseo o de un
acontecimiento que espera. Esta forma de narración puede usarse para dirigir un
juego imaginativo (tú eres cenicienta y yo el hada buena).
c) Descripción. Es la explicación espontánea (no pedida por el interlocutor),
sobre una experiencia no conocida por el interlocutor. Por ejemplo, puede empezar por
una exclamación del niño (escúchame una cosa).
d) La historia. Es un monólogo que explica un acontecimiento ficticio. Las
historias empiezan con una introducción tradicional (Érase una vez). Generalmente las
historias tienen:
Introducción.
Problema.
Plan para solucionar el problema.
Series de acontecimientos que llevan a sucesivas soluciones del problema.
Esta habilidad continúa desarrollándose durante toda la vida.
Para Puyuelo (2003) sobre los cinco años muchos niños son capaces de utilizar el
lenguaje con varios propósitos:
Controlar a los otros.
Interactuar socialmente.
Llamar la atención.
Iniciar nuevos temas.
Mantener bastantes turnos de intervención
Proveer información adecuada al interlocutor, si éste pide aclaraciones.
Expresar sentimientos y emociones.
Según la teoría evolutiva de Piaget, entre los 7 y los 12 años el niño alcanza la etapa
del Pensamiento Operacional Concreto, han dejado a tras la etapa del pensamiento
simbólico (de los 2 a los 4 años) y la etapa Intuitiva (de 4 a 7 años). Desde el
nacimiento, las actividades mentales dominantes pasaron de acciones abiertas (en el
período sensoriomotor) a percepciones (en el período pre-operacional) y a
operaciones intelectuales (en el período de las operaciones concretas). De los once a
los quince alcanzarán la etapa del Pensamiento Operacional Formal, donde percibirán
que la realidad no es más que una dentro de un conjunto de todas las posibilidades. El
razonamiento del adolescente es hipotético-deductivo.
– A los 6 años los niños son capaces de comprender y producir lenguaje complejo,
tienen vocabulario receptivo y expresivo y utilizan el lenguaje adecuadamente para
diferentes objetivos. Pero la adquisición del lenguaje no está completa, puesto que
éste continúa hasta la edad adulta. A partir de los 6 años, pueden cambiar la forma
y empiezan a entender las dificultades del interlocutor, es decir, pueden entender
la perspectiva del otro y adecuar la información.
– De los 7 a los 12 años, desarrollamos una lógica que sólo sabemos aplicar a lo
perceptible, a lo tangible, a la realidad circundante y conocida. Este brote de
raciocinio lógico se va a ir verbalizando cada vez más y nuestra cultura escolar
contribuye sin duda a ello al propiciar la verbalización de todos los contenidos a
través de su marcado carácter conceptualizador y la acentuación del conocimiento
teórico, entiéndase, de naturaleza descriptivo-narrativa. El pensamiento interior,
que había aparecido en la etapa anterior al pasar los monólogos en voz alta a
realizarse internamente, se utiliza sobremanera en las aulas. Durante esta etapa,
se desarrollará el aprendizaje de la lecto-escritura que acabará acaparando la
o Pasivas
o Condicionales
o Circunstanciales de tiempo
– A los 6 años domina unas 8.000 a 14.000 palabras, según la estimulación que
haya recibido. Y con 10 años unas 40.000 palabras (20 palabras por día).
Además comprenden términos que entrañan comparación y contrarios.
– A los 8-9 años se observan dificultades para captar el significado de una oración
cuando ésta es ambigua y depende de la entonación de la misma.
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A. Mckenna
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