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Alguna mujer joven, de exquisitos

encantos, con él está gozando.

Quisiera empezar este ensayo con una pregunta: ¿por qué son necesarias las
relaciones sentimentales, amorosas, o emocionales para la mayoría de los seres
humanos?.

Si bien todos podemos tener nuestra propia respuesta, este tema siempre es
subjetivo y hasta confuso para todos, lo cierto es que la gran mayoría de
nosotros deseamos (aunque no siempre concientes de hacerlo), con tener una
relación afectiva con alguien más.

En muchas ocasiones iniciamos una relación amorosa sin tener claro lo que
buscamos, basados en el atractivo físico, en la seducción, el la popularidad, en
el estilo, en lo deseable que se ve otra persona o como solemos decir: ”en lo
rico(a) que esta”, en lo sexual y en otros tantos aspectos superficiales, que no
nos permiten mirar a las personas tal como son.

Los intereses tampoco son claros. Buscamos una satisfacción propia, pero ¿qué
tipo de satisfacción?. Queremos estar con alguien que nos haga sentirnos de
cierta forma, sin entender bien de que forma; esperamos recibir algo que no
tenemos, algo que dentro de nosotros nos hace falta, pero que no sabemos que
es y muchas veces sin que nos pidan nada a cambio.

Otras veces solo buscamos una satisfacción física, erótica, alguien atractivo
(pues además somos exigentes y selectivos) que nos haga sentir igualmente
atractivos y que nos brinde placer; sin embargo a pesar de intentar no mezclar
nuestros sentimientos en este tipo de relaciones, siempre alguien termina
lastimado.

Mientras en una relación se busca el bienestar individual, es difícil no lastimar


a la pareja con quien se está; al mismo tiempo la relación se deteriora, se
inestabiliza y surgen las discusiones, las diferencias, los otros aspectos de la
persona que no nos interesan y nuestros propios defectos que no queríamos dar
a conocer.

Cuando esto ocurre en una relación es probable que esta no nos satisfaga de la
manera que deseamos y si no somos conscientes de esto, posiblemente
podemos vernos tentados a la infidelidad, ya que de este modo nuestro
bienestar individual, nuestra satisfacción personal a nivel físico y superficial
pueden ser satisfechos (lo cual era lo que se buscaba al inicio de la relación).

Con la infidelidad muchas veces queremos llenar un vacío que nos está dejando
la relación amorosa en la que nos encontramos, solventar nuestra necesidad de
placer físico, brindarnos a nosotros mismos lo que nos hace falta. No suele
considerarse la posición de la persona que está siendo engañada, ni de la que
está siendo utilizada para tal fin.

Otra manera en que utilizamos la infidelidad, es como un reto, un desafío, el


cual debemos superar, para alimentar nuestro ego; el sentirnos capaces de
engañar a otra persona y al mismo tiempo obtener placer sexual nos atrae y
nos proporciona una sensación de superioridad. De esta misma manera, la
infidelidad se concibe también como una venganza, haciéndonos sentir mejor
que a la persona que se lastima.

El machismo no ha sido completamente erradicado de nuestra sociedad y la


infidelidad aún continua viéndose como “cosa de hombres”, a pesar de la gran
cantidad de mujeres que disfrutan de engañar a su pareja. Aún se cree que
para los varones el ser infieles es un triunfo, un trofeo y que la herida es
siempre una mujer, y si es en caso contrario, para nosotras el ser promiscuas o
adúlteras es una vergüenza, un pecado.

En el poema del “Gita Govinda” las relaciones amorosas basadas en lo sexual y


en el atractivo físico y la infidelidad están a flor de piel. Este poema nos da un
claro ejemplo de las emociones sufridas de una mujer sumamente apasionada
por su amado, el cual se empeña en causarle los más exagerados celos con su
infidelidad y su “amor promiscuo”.

Radha nos muestra con su figura de mujer enamorada, el dolor, la angustia,


“(…) el estío interminable para la que está separada de su amante”, el odio, el
rencor, y los sentimientos paradójicos a los que como seres humanos, nos
vemos expuestos al ser víctima de la infidelidad de nuestra pareja amorosa. Se
refleja también a la mujer como el objeto de pecado, su sexo marcado por el
deseo masculino, o como la mujer siempre sufrida, y que siempre ciega por su
amor, perdona aparentemente todo engaño.

Por otra parte, Krishna, es el amante irresistible, el hombre de excelentes


proporciones, de atractivo fatal, que exhibe las marcas de sus infidelidad,
como trofeo de sus conquistas “Ostentando los rasguños, que en el combate del
amor sus hermosas uñas te infligieran(…)”, a quien debe perdonársele todos sus
engaños sin titubear, pues de lo contrario no le faltará quien lo consuele.

Si bien no notamos o no queremos aceptar, como la infidelidad de nuestra


pareja deteriora y destruye una relación amorosa, es fácil obsesionarnos con
esa persona y más por testarudez que por amor, solemos perdonar que nos haya
sido infiel, para evitar de este modo, que nos abandone y sentirnos solos de
nuevo.

Pero, ¿es el perdón verdadero cuando la herida aún duele?. Radha le reprocha a
Krishna su engaño, le pide que se vaya con la mujer con quien este le fue
infiel, y le expresa que más que dolor, este le causa vergüenza. Luego continua
sufriendo el desconsuelo, atormentada por el deseo que la obsesiona. Mismo
deseo, misma obsesión, que la lleva luego a dejarse envolver nuevamente por
los encantos eróticos de Krishna. Quizás podemos preguntarnos también ¿hasta
que punto las heridas pueden ser curadas por el deseo, o por el amor?.

Lo cierto es que aún sin ser expertos en el campo de las relaciones sexuales,
eróticas, amorosas o sentimentales, la mayoría de los seres humanos insistimos
en no vivir tranquilos sin una pareja y al contrario de lo que nos sugiere la
sociedad, buscamos satisfacer nuestra sexualidad y nuestro sentimentalismo
con la compañía de otro ser humano.

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