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Sebastian Cofré Córdova.

Pedagogía Historia y Geografía.

Sección 01.

Historia ¿para qué?

“El hombre que desea conocerlo todo, desea conocerse a sí mismo.” 1

Historia para aprender, Historia como guía, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
por venir. Cervantes la definió incluso como “émula del tiempo… depósito de las acciones,
testigo de lo pasado”; pues claro nos quedamos en la mera definición, pero eso debe decirnos
algo, acaso ¿no usamos la Historia para recordar (que por cierto, significa algo así como
“volver a pasar por el corazón”)? Pues como “testigo del pasado” nos sería de mucha ayuda.
Muchas ideas nacen cuando comenzamos a hablar del “para qué” de la Historia, pero
debemos definirlas o entenderlas, tarea que ahora presento.

Desde la idea de comprender el pasado hasta la idea de guía o más familiarmente Historia
magistra vitae, se extienden las distintas formas que pretenden explicar el fin de la Historia.

Historia para conocer la verdad. Aquella idea de Historia para explicar el presente por el
pasado y además poder reconocer una proyección de lo que será nuestro futuro. Historia para
recordar. Bajo un umbral positivista, Historia para narrar lo sucedido.

Por otra parte hay quienes afirman o dan un sentido a la Historia como legitimar el poder o
símbolos populares por ejemplo. Pero casi desde un comienzo, podemos hablar de una
Historia maestra de la vida, que nos dote de aquellos prácticos preceptos para guiarse en ella;
Historia como guía de los hechos que se repiten. Historia que sirve para dar una identidad,
una actitud frente al presente, un interés y propósito hacia el mismo.

Historia que hoy más que nunca se usa con fines ideológico-culturales y que además propicia
esa actitud dominante hacia la sociedad. Problema con el que han “luchado”, desde que la
disciplina es tal, los historiadores en busca de una Historia “objetiva o neutral”. Tarea muy
compleja pues hay que “admitir que la elaboración de una imagen del pasado está demasiado
configurada por los intereses dominantes en la sociedad”2, sin querer nombrar otros.

Existen muchos “para qué” de la Historia. Collingwood propone uno de estos “para qué”,
señalando como su finalidad el Autoconocimiento humano; el Autoconocimiento es deseable,
más allá de su mera opción de conocimiento, se trata de una condición sin la cual no se
puede justificar ningún otro conocimiento. Citando “Conocerse a sí mismo significa conocer,
1
Op. Cit. Pag. 284; Epilegómenos. Collingwood
2
Op. Cit. Pag 24., Historia ¿para qué? Siglo XXI México 2005. Carlos Pereyra.
primero, qué es ser hombre; segundo, qué es ser el tipo de hombre que se es, y tercero, qué
es ser el hombre que uno es y no otro. Conocerse a sí mismo significa conocer lo que se
puede hacer, y puesto que nadie sabe lo que puede hacer hasta que lo intenta, la única pista
para saber lo que puede hacer el hombre, es averiguar lo que ha hecho. El valor de la
Historia, consiste en que nos enseña lo que el hombre ha hecho y en este sentido, lo que el
hombre es”3 podemos reconocer varias formas en que este Autoconocimiento se presenta en
la Historia.

Si hablamos de “qué es ser hombre”, estamos hablando esencialmente de “lo humano”,


aquello que este crea. Se habla de un grado muy amplio. Por otra parte, si analizamos “qué
es ser el hombre que uno es y no otro”, entendemos una categoría más específica. En el caso
que querer entender “qué es ser el tipo de hombre que se es”, se especifica un hombre con
cualidades distinguibles, es decir, que cada hombre pertenece y responde a un contexto
determinado, donde se desenvuelve y desarrolla su vida en esa cultura.

Pero el autor va mas allá, pues no señala ni el conocimiento de la mente, ni el de la


naturaleza anatómica como significaciones del autoconocimiento, sino que hace hincapié en
un conocimiento de sus facultades cognitivas, su razón su pensamiento o comprensión.

Este conocimiento según Collingwood, responde de una manera muy similar a como
“funcionan” las leyes naturales, pues al observar esas cosas particulares del mundo que se
interrelacionan formando las llamadas leyes naturales, las que luego de su comprobación
podemos comprender. El fin es conocer su naturaleza como persona humana

Es así como la Historia, según Collingwood, encuentra su finalidad también en la filosofía. Lo


único seguro, es que la Historia es nuestra, resulta difícil de entender (entenderla) si no fuese
así. No se trata de ponerle límites. Como seres humanos, todo nos pertenece, nos concierne,
nos compete. Aunque claro, resulta más vital e interesante aquella Historia que dice más
directamente algo de nosotros.

3
(Cita extraída de “Entre Casandra y Clío: una historia de la filosofía de la historia”; Concha Roldan, Ed Akal
1997) Collingwood, “Idea de la historia” FCE, 2004.

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