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  05 DIC 07 | Práctica clínica al día


Actualización en diverticulitis
Conceptos acordes con las recomendaciones de la American Society of Colon and Rectal Surgeons.

Desarrollo

Presentación de un caso

Un hombre de 45 años, hasta ese momento sano, consulta por dolor intenso en la fosa ilíaca izquierda, que comenzó 35
horas antes. Ya antes había notado malestar leve y periódico en esta región pero no solicito tratamiento médico. También
presentaba náuseas, anorexia y vómitos, que los relacionaba con las comidas. En el examen físico estaba febril (38,5ºC) y
taquicárdico (110/min). Dolor a la palpación en la fosa ilíaca izquierda, sin signos peritoneales. ¿Cómo manejar este caso?

El problema clínico

La enfermedad diverticular del colon es rara en los países en desarrollo pero es común en los países occidentales y las
sociedades industrializadas, generando unas 130.000 internaciones anuales en Estados Unidos. La prevalencia de
diverticulosis es similar en hombres y mujeres y aumenta con la edad, llegando al 10% en los adultos menores de 40 años y
al 50 a 70% en los de 80 años o más; el 80% de los pacientes que sufren diverticulitis tienen 50 años o más. En más del 90%
de los pacientes, la enfermedad afecta al colon sigmoides y descendente (el sitio donde más comúnmente se hallan los
divertículos). En esta revisión, el autor se ocupa de la diverticulitis de esa porción del colon.

Los términos “diverticulosis” y “enfermedad diverticular” se utilizan para describir la presencia de divertículos no inflamados.
La enfermedad diverticular del colon también es una causa relativamente común de sangrado gastrointestinal agudo bajo y
es el diagnóstico del 23% de los pacientes que se presentan con síntomas agudos. El término “diverticulitis” indica la
inflamación de un divertículo, la cual suele ir acompañada por una perforación macro o microscópica.

Mientras que la causa de la enfermedad diverticular del colon no ha sido establecida en forma concluyente, los estudios
epidemiológicos han demostrado su asociación con la dieta escasa en fibras y un contenido elevado de hidratos de carbono.
La escasa ingesta de fibras hace que el volumen de las heces sea menor y retengan menos agua, pudiendo alterar la
velocidad del tránsito gastrointestinal; esos factores pueden aumentar la presión intracolónica y alterar el contenido colónico.
Otros factores que se han asociado con un riesgo mayor de enfermedad diverticular son la inactividad física, la constipación,
la obesidad, el cigarrillo y el tratamiento con antiinflamatorios no esteroides.

En los pacientes con diverticulosis se han registrado presiones intracolónicas aumentadas. En respuesta al aumento de la
presión intraluminal se pueden formar seudodivertículos colónicos, consistentes en evaginaciones formadas solo por mucosa
y submucosa que pueden protruir en las zonas potencialmente más débiles, como son los sitios de la pared intestinal donde
entran los vasos.

La patogénesis de la diverticulitis no se conoce bien. Sin embargo, dice el autor, la estasis o la obstrucción en la estrechez
del cuello del seudodivertículo puede facilitar el sobrecrecimiento bacteriano y la isquemia del tejido local, hallazgos éstos
similares a los descritos en la apendicitis. Los patógenos más comúnmente aislados son los anaerobios (especies
bacteroides, peptostreptococcus, clostridium y fusobacterium).

En los cultivos también se aislan aerobios gram negativos, en especial Escherichia coli y bacterias gram positivas
facultativas, como los estreptococos. La diverticulitis “complicada” aparece cuando existe un absceso o un flemón, fístula,
enfermedad estructural, obstrucción intestinal o peritonitis. La peritonitis generalizada puede estar causada por la ruptura de

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un absceso peridiverticular o por la ruptura libre de un divertículo no inflamado. Solo 1 a 2% de los pacientes que presentan
un cuadro agudo sufre perforación libre. La obstrucción colónica de alto grado, aunque relativamente infrecuente, puede
provenir de un absceso, edema o, estrechez, luego de ataques recurrentes de diverticulitis. Con cierta frecuencia puede
observarse la obstrucción del intestino delgado, en especial en presencia de abscesos peridiverticulares grandes.

Las consecuencias de la diverticulitis pueden ser más graves en los pacientes inmunocomprometidos, incluyendo los
trasplantados, los infectados con el virus de la inmunodeficiencia adquirida o los que reciben corticosteroides. Estos
pacientes pueden presentar los signos y síntomas típicos, y son más propensos a la perforación libre, tienen menos
posibilidad de responder al manejo conservador y mayor riesgo postoperatorio de complicaciones y muerte que los pacientes
inmunocompetentes.

Diagnóstico y evaluación

Las manifestaciones clínicas de la diverticulitis colónica aguda varían con la extensión de la enfermedad. En los casos
clásicos, los pacientes relatan constipación importante y dolor abdominal, localizado en la fosa ilíaca izquierda. Tienen
sensación de plenitud perirrectal o “efecto de masa.” La prueba del guayaco en las heces puede ser levemente positiva. Es
común la fiebre de pocos grados, como así la leucocitosis.

Se debe hacer el diagnóstico diferencial del dolor abdominal bajo ya que la diverticulitis sigmoidea puede simular la
apendicits aguda cuando el colon es redundante o tiene una configuración tal que la parte inflamada está ubicada en la
región suprapúbica de la fosa ilíaca derecha. La enfermedad intestinal inflamatoria (en especial la enfermedad de Crohn), la
enfermedad inflamatoria pélvica, el embarazo tubario, la cistitis, el cáncer avanzado de colon y la colitis infecciosa también
pueden tener presentaciones similares a la de la diverticulitis.

Los pacientes con perforación libre tienen irritación peritoneal, incluyendo dolor abdominal intenso, de comienzo súbito, con
irradiación a todo el abdomen, con defensa y rigidez involuntaria. La peritonitis es una indicación de exploración quirúrgica de
emergencia.

Estadificación

Para estadificar la gravedad de la diverticulitis los más utilizados son los criterios de Hinchey, aunque este sistema de
clasificación no tiene en cuenta los efectos de las enfermedades coexistentes sobre la gravedad de la enfermedad o su
evolución. El riesgo de muerte es inferior al 5% para la mayoría de los pacientes con diverticulitis grado 1 o 2,
aproximadamente del 13% en el estadio 3, y 43% en el estadio 4.

Imágenes y endoscopia

La tomografía computarizada (TC) es el método recomendado para el examen radiológico inicial. Posee una sensibilidad
diagnóstica elevada (93 a 97%) y una especificidad que se aproxima al 100%, lo cual permite establecer la extensión de la
enfermedad. En algunos casos, cuando es difícil distinguir entre diverticulitis y carcinoma, pueden ser útiles los estudios con
contraste del colon descendente y el recto, utilizando material de contraste soluble en agua. La presencia de divertículos,
inflamación de la grasa pericólica o de otros tejidos, el engrosamiento de la pared intestinal de más de 4 mm o un absceso
peridiverticular son signos muy sugestivos de diverticulitis. La TC también puede revelar otras enfermedades que también
provocan dolor abdominal bajo, como la apendicitis, el absceso tubario-ovárico o, la enfermedad de Crohn.

La colonoscopia y la sigmoidoscopia deben evitarse cuando se sospecha diverticulitis aguda, por el riesgo de perforación o
de otra exacerbación de la enfermedad. Los especialistas prefieren realizar estos exámenes cuando el proceso agudo ya se
ha resuelto, comúnmente luego de unas 6 semanas, para descartar otras enfermedades, como el cáncer y la enfermedad
intestinal inflamatoria.

Internación hospitalaria

La decisión de internar al paciente con diverticulitis depende de su estado clínico. En la mayoría de los pacientes (por ej.,
inmunocompetentes con un ataque leve, que toleran la alimentación oral) se puede hacer tratamiento ambulatorio. Éste
consiste en 7 a 10 días de antibióticos de amplio espectro por vía oral, teniendo en cuenta la cobertura de los
microorganismos anaerobios. La combinación de ciprofloxacina y metronidazol es la más usada, pero existen otros
regímenes que también son efectivos. Se recomienda una dieta líquida con pocos residuos, aunque este tratamiento no ha
sido suficientemente estudiado.

La hospitalización está indicada en los pacientes que no pueden alimentarse por vía oral o que presentan dolor intenso con

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indicación de analgesia narcótica, después de no haber respondido al tratamiento ambulatorio o si se ha desarrollado una
diverticulitis. El paciente debe permanecer en ayunas. Si hay evidencia de obstrucción o íleo, se colocará una sonda
nasogástrica y se agregarán antibióticos intravenosos de amplio espectro.

Si el dolor, la fiebre y la leucocitosis no mejoran en 2 a 3 días, o si el examen físico seriado revela la aparición de signos
nuevos o evidencia de empeoramiento, es conveniente repetir la TC y es posible que haya que hacer una intervención
percutánea o quirúrgica. La consulta con el cirujano está indicada cuando el paciente no responde al manejo médico o
presenta ataques repetidos; cuando hay un absceso o una fístula, obstrucción o perforación libre o, cuando hay dudas
diagnósticas.

Algunos regimenes usados comúnmente para el


tratamiento de la diverticulitis
Dosis
Fármaco
Metronidazol — 500 mg c/6-8
Regímenes orales horas
para pacientes Quinolona (por ej., ciprofloxacina
ambulatorios 500–750 mg/12 hr†

Metronidazol y una Metronidazol — 500 mg c/6-8


quinolona horas
Trimetoprima–sulfametoxazol,  
Metronidazol y 160 mg trimetoprima y 800 mg
trimetoprima– sulfametoxazol/12 horas†
sulfametoxazol
Amoxicilina–clavulanato, 875
Amoxicilina– mg/12 horas†
clavulanato
Metronidazol — 500 mg c/6-8
Regímenes horasQuinolona (por ej.,
intravenosos para ciprofloxacina  420 mg/12 horas†
pacientes internados
Metronidazol — 500 mg c/6-8
Metronidazol y una horas
quinolona Cefalosporina de 3ª generación
(por ej., ceftriaxona, 1-2 g/24
Metronidazol y una horas
cefalosporina de 3ª
generación Beta-lactámico con un inhibidor
de la beta-lactamasa (por ej.,
ampicilina –sulbactam 3 g/6
Beta- lactámico con un
horas.
inhibidor de la beta-
lactamasa
 

*La lista no es exhaustiva


† En presencia de insuficiencia renal, las dosis deben ajustarse

Drenaje percutáneo

Para determinar la necesidad del drenaje percutáneo en los pacientes con diverticulitis complicada por la formación de un
absceso peridiverticular, es importante el tamaño del absceso. Muchos pacientes que tienen abscesos pericólicos pequeños
(4 cm. o menos de diámetro) sin peritonitis (estadio Hinchey 1) pueden ser sometidos al tratamiento conservador mediante el
reposo del intestino y la administración de antibióticos de amplio espectro. Para los pacientes con abscesos diverticulares
mayores de 4 cm. de diámetro (estadio Hinchey 2), los estudios de observación indican que el drenaje percutáneo guiado por
TC puede ser beneficioso. Este procedimiento elimina o reduce el tamaño de los abscesos, disminuyendo así el dolor y la

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leucocitosis y favoreciendo la resolución del absceso en los días siguientes. El drenaje percutáneo puede ser más electivo
que la cirugía de emergencia, lo que aumenta la posibilidad de apllicar un procedimiento exitoso en un solo paso. Los
pacientes en los que la cavidad del absceso contiene grumos grandes de material feculento tienden a responder mal a este
tratamiento, por lo que se requiere la intervención quirúrgica temprana.

Intervención quirúrgica

Menos del 10% de los pacientes con diverticulitis aguda requiere tratamiento quirúrgico durante la misma internación. Las
indicaciones de la operación y del momento de su realización están determinados principalmente por la gravedad de la
enfermedad diverticular, pero también deben tenerse en cuenta otros factores como la edad y las enfermedades
coexistentes.

Las indicaciones del tratamiento quirúrgico de emergencia son la peritonitis generalizada, la sepsis mal controlada, la
perforación visceral no bloqueada, la presencia de un absceso grande inaccesible al drenaje y, la falta de mejoría o el
deterioro durante los 3 primeros días del manejo médico; estos cuadros son característicos de los estadios 3 y 4 de Hinchey.
En el pasado, estas complicaciones se trataban con tres operaciones secuenciales, pero ya no es un tratamiento
recomendado para la mayoría de los pacientes debido a su elevada morbilidad y moralidad. Con este abordaje, en muchos
pacientes, especialmente ancianos, nunca se llega a revertir la colostomía por sus riesgos asociados, incluyendo el filtrado
anastomòtico, el trauma del intestino delgado y la eventración u otras lesiones iatrogénicas, como así los riesgos inherentes
a las operaciones múltiples. Por lo tanto, dicen los autores, muchos cirujanos prefieren un abordaje de un solo paso, siempre
que sea posible, aunque también puede necesitarse un procedimiento de dos pasos.

Para los pacientes que requieren la operación de emergencia, el estado físico y el grado de disfunción orgánica
preoperatorio son predictores clínicos importantes de la evolución posquirúrgica. La hipotensión preoperatorio, la
insuficiencia renal, la diabetes, la malnutrición, la deficiencia inmunitaria y la ascitis se asocian con menor posibilidad de
supervivencia.

La decisión de realizar un procedimiento de derivación proximal basado en la evaluación depende de la evaluación que hace
el cirujano de los riesgos de dehiscencia anastomótica y otras complicaciones. Otros factores a considerar son el estado de
nutrición, la calidad de los tejidos, el grado de contaminación intestinal, la magnitud de la pérdida de sangre y la estabilidad
intraoperatoria del paciente. La evolución de la diverticulitis con peritonitis del lado izquierdo luego de las operaciones de uno
o dos pasos varían considerablemente en cada paciente. La resección y la anastomosis primaria pueden hacerse con
seguridad en pacientes seleccionados—aun los que tiene flemones, abscesos con peritonitis localizada, peritonitis purulenta
difusa, obstrucción o fístula. Aunque no hay datos provenientes de trabajos aleatorizados, los estudios de observación
comparativos indican que con el procedimiento de un solo paso, las tasas de mortalidad general son similares y los riesgos
de infección de la herida y formación de abscesos posoperatorios más bajos. Este tratamiento también es menos costoso.

Las complicaciones de la diverticulitis crónica, incluyendo las fístulas, las estrecheses o estenosis y la mayoría de los casos
de obstrucción colónica, también son tratadas quirúrgicamente. Algunos pacientes pueden necesitar la intervención
quirúrgica cuando se presentan por primera vez, pero en la mayoría de los casos, la enfermedad puede ser manejada
electivamente mediante una operación de un solo paso.

Procedimientos laparoscópicos

En Estados Unidos, la mayoría de las resecciones todavía se hacen a cielo abierto debido a que la cirugía laparoscópica es
técnicamente dificultosa y más prolongada; a esto se agrega que son pocos los cirujanos entrenados durante la residencia o
las pasantías.

Todavía no se tienen resultados de estudios aleatorizados y controlados que comparen la cirugía a cielo abierto con la
colectomía laparoscópica. Sin embargo, los datos de observación indican que los pacientes tratados mediante laparoscopia
tienen menos días de internación, menos dolor en el período posoperatorio inmediato, menor riesgo general de
complicaciones (incluyendo las complicaciones pulmonares como la atelectasia) y menos complicaciones del sitio quirúrgico.

Las indicaciones de la colectomía laparoscópica siguen sin definir, mientras que los datos de la evolución son limitados. con
este procedimiento, más del 90% de los pacientes de un estudio pequeño tuvieron una buena evolución. En la actualidad,
hay muchos cirujanos que aconsejan la resección laparoscópica para los pacientes en los estadios 1 o 2 de la enfermedad,
pero este abordaje no está del todo aceptado para los estadios 3 y 4. Es posible que la colectomía laparoscópica se
convierta en el abordaje quirúrgico estándar para la diverticulitis no complicada, a medida que más cirujanos se entrenen
técnicamente.

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Área de incertidumbre

Se necesitan trabajos aleatorizados para determinar el manejo óptimo de la diverticulitis aguda, incluyendo la comparación
directa de la colectomía electiva con el tratamiento médico para el tratamiento inicial o posterior de la diverticulitis,
comparaciones de diferentes procedimientos quirúrgicos (un paso vs dos pasos) y, comparaciones de los procedimientos
quirúrgicos abiertos con el abordaje laparoscópico. Está en ejecución un estudio que comparó la cirugía a cielo abierto con la
laparoscópica pero todavía faltan varios años para tener sus resultados.

Un área de incertidumbre importante es la determinación de cuándo debe hacerse la colectomía destinada a evitar la
recurrencia y la complicaciones de la enfermedad. Los estudios de cohorte retrospectivos indican que la tasa general de
recurrencia es de aproximadamente el 10 al 30% durante la década posterior al primer ataque documentado y que la
mayoría de los pacientes que tuvieron un solo episodio de diverticulitis no tendrá otro. En un informe sobre el seguimiento
durante 9 años de 2551 pacientes cuyo episodio de diverticulitis fue tratado exitosamente sin cirugía, solo el 13% tuvo
ataques recurrentes y solo el 7% requirió la colectomía. Estas observaciones implican que la colectomía electiva de rutina no
es necesaria si la enfermedad puede ser bien manejada en su presentación inicial, y que el tratamiento quirúrgico debe
quedar limitado a los pacientes cuyos síntomas persisten a pesar el tratamiento conservador. Por lo tanto, dice el autor, el
tratamiento conservador es una manera apropiada de manejar a los pacientes con ataques repetidos de diverticulitis no
complicada, en especial aquellos con comorbilidades que pueden complicar la intervención quirúrgica.

La presencia de abscesos diverticulares en la admisión (aún si fueron drenados con buenos resultados) puede indicar mayor
riesgo de recurrencia. Algunos estudios retrospectivos, pero no todos, indican que el número de recurrencias se asocia con
la posibilidad de cirugía de emergencia en algún momento de la evolución. Por otra parte, los pacientes menores de 50 años
y los que tienen otras patologías, como la obesidad, son más proclives a la recurrencia y a requerir tratamiento quirúrgico. Un
estudio retrospectivo reciente indica que los pacientes con dos o más episodios de diverticulitis no complicada no tuvieron
mayor riesgo de mala evolución por complicaciones.

En los pacientes con diverticulosis, se recomienda una dieta rica en fibras, con o sin tratamiento supresor a largo plazo con
antibióticos, lo cual reduce la presión intracolónica y el riesgo de recurrencia. Los datos epidemiológicos y los resultados de
un estudio controlado y aleatorizado de 18 pacientes indica que la dieta rica en fibras es útil, pero faltan todavía datos
concluyentes; por otra parte, los estándares de la práctica varían mucho.

Guía

La American Society of Colon and Rectal Surgeons ha publicado una guía práctica y las recomendaciones que aparecen en
este artículo, en general coinciden con dicha guía. De acuerdo con la Surgical Infection Society, el régimen terapéutico con
antibióticos intravenosos durante 5 a 7 días es tan efectivo como más prolongado.

Conclusiones y recomendaciones

El paciente cuyo caso fue presentado al comienzo de este artículo no puede hidratarse por sí mismo por vía oral y por lo
tanto requiere hospitalización. Debe estar en ayunas y comenzar el tratamiento con hidratación parenteral y antibióticos de
amplio espectro (por ej., ciprofloxacina y metronidazol). Está indicada la TC de abdomen y por el cuadro que presenta, puede
hallarse en el estadio 1 o 2 de Hinchey. Se presume que sus signos y síntomas mejorarán en varios días. Si el paciente no
ha sido sometido recientemente a una colonoscopia, la misma debe realizarse una vez que hayan desaparecido por
completo los síntomas inflamatorios. Aunque todavía no hay datos de trabajos aleatorizados que guíen las recomendaciones
dietarias después del alta hospitalaria, durante la recuperación se acostumbra a recomendar una dieta blanda, con pocas
fibras.

Una vez desaparecidos los síntomas agudos, es apropiado seguir una dieta rica en residuos, aunque puede ser innecesaria.
Se explicará al paciente que debe consultar de inmediato ante la nueva aparición de los síntomas. Si aparece un nuevo
ataque, se aconseja la consulta con el cirujano para determinar si se indicará una colectomía electiva para minimizar el
riesgo de futuras recurrencias o complicaciones, pero las recurrencias no complicadas también pueden ser manejadas
médicamente.

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