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bettina brizuela
Centro Cultural Recoleta
fredi casco
Directora General LILIANA PIÑEIRO
sara hooper
Directora de Programación MARÍA RITA C. DE FERNÁNDEZ MADERO
Director de Administración FRANCISCO BARATTA
carlo spatuzza
Director Musical JULIO VIERA ángel yegros
marité zaldívar
FREDI CASCO. De la serie El retorno de los brujos, Vol I. Las consecuencias de la Guerra Fría,
2005. Fotografía intervenida digitalmente. 21 piezas de 24 cm x 32 cm
SARA HOOPER expone la inevitable fragmentación de la experi-
encia a través del subjetivismo del intracuerpo. Recortada la
escena, este voyeurismo escatológico no puede menos que in-
quietar, cuando no revolver o subvertir. Projects es una serie a
lápiz encarada con vistas a una posterior producción pictórica.
De técnica casi renacentista y aire japonés en la paleta, la pin-
tura de Sara Hooper interpela a la contemporaneidad desde
su solitaria “mismidad”. Su obra nos enfrenta a lo más temido,
nos roza con las alas de lo pérfido, nos introduce en pasajes de
exquisita truculencia, de placer malsano, de mórbidos desl-
izamientos. Obra está cuajada de aislamiento, macerada en el
claustro de las propias divagaciones y los propios miedos, el
trazo de Hooper administra con minuciosidad la avidez y el
goce y avanza, en metástasis, devorando los días.
Fláccida sensualidad, fallidas promesas de plenitud. Los
pliegues y contrapliegues se arremolinan como entidades fan-
tasmáticas que asumen las formas lisas o torturadas de las so-
ciedades y los individuos, incluidas las de la propia naturaleza.
Retrato humano hecho de tensiones y pulsaciones.
La presencia de Sara Hooper en esta muestra es casi la rei-
vindicación de un acto fallido. Argentina, con tres décadas de
residencia en el Paraguay, se puede decir que la artista ha per-
manecido extramuros. Casi como testimonio del hermetismo
de un país que se abre o se cierra aleatoriamente, su trabajo
solitario -urdido puertas adentro en una ciudad sin espacios
públicos y con una vida cultural reticente- da cuenta de la in-
adaptación pero también de una actitud de resistencia ante un
Paraguay que oscila entre la hospitalidad y la hostilidad para
con el extranjero. Universo local difícil de aprehender que se
precipita en abismos sin fondo.
SARA HOOPER. De la serie Projects, 2007. Grafito sobre papel. 6 dibujos, grafito sobre
papel/ 30 cm x 50 cm c/u, en placas de metacrilato.
CARLO SPATUZZA llama “objetos acompañantes” a estas carteras
que portan las señales identitarias de quien las usa. En un dis-
positivo paródico, el artista utiliza los códigos de inventario
de las grandes casas de diseño para exponer diferentes tipos
humanos vinculados, cada uno, a una historia particular. Esta
suerte de “retrato social” a partir de un adminículo aparente-
mente banal pero finalmente decisivo para la imagen de su
usuario, se asocia a una narrativa mayor que engarza tiempos
y personajes diversos de la escena paraguaya. El rótulo en
guaraní que llevan muchas de estas piezas ofrece claves para
entender la trama de relaciones, tensiones y conflictos que el-
las condensan y/o convocan.
En tanto las grandes firmas publicitan el uso de cuero legítimo
en sus productos, Spatuzza Carterista –aquí trademark- con-
fecciona sus objetos con vísceras animales (vejiga de vaca y
de chancho, indistintamente). Sometidas a largos procesos
químicos, éstas adquieren un refinamiento -más que visual y
táctil- poético. Para el artista, que ha hecho uso de ella en
obras anteriores, esta piel marca el límite entre el afuera y el
adentro, configurando un espacio de frontera sobre el cual se
imprimen los acontecimientos. Superficie y órgano, la piel -
gran fijador de perfumes- es el soporte material que retiene
lo evanescente. Como las personas, cada una de estas carteras
tiene nombre y olor, piel y memoria. Dispuestos bajo campa-
nas de acrílico usadas habitualmente para cubrir alimentos,
estos cuerpos traslúcidos dejan entrever historias sólo conoci-
das entre veladuras e insinuaciones.
CARLO SPATUZZA. De la serie Spatuzza Carterista, 2005. Vejiga de vaca, herrajes, acrílico,
metal y goma. Mesa articulada de luz. Campanas de acrílico.
ÁNGEL YEGROS. Desde sus inicios, en los años 60, su narrativa
visual ha estado signada por la seducción de los detritos. Si
bien ya entonces incluía en sus obras elementos de proceden-
cia diversa (desde chapas de publicidad callejera hasta uñas
y pelos humanos), recién a partir de los 80, seducido por la
poética de Tinguely, su lenguaje se afirma en el uso reiterado
del desecho industrial y se enriquece posteriormente con la
utilización ecléctica de técnicas y materiales: vidrio, metales,
piedras semipreciosas y fibras naturales. A éstos hoy suma el-
ementos orgánicos y resinas químicas. Este recorrido hace vis-
ible una trama de saberes antiguos y señales contemporáneas
que teje referencias lingüísticas al Paraguay ancestral y al de
su propia biografía. Así, la mitología personal se aloja en los
bordes porosos de la historia colectiva, cuando no en el cen-
tro de la historia íntima, familiar, oral, de un grupo humano
cuyas raíces se extienden hasta el comienzo mismo de la co-
lonia. En esta obra, inmersa en una “poética de los bordes”
(gráciles, pérfidos), no prima la forma ni la idea; es una apel-
ación a la energía de la cosa misma, no la perspicaz crudeza
del objeto encontrado sino la alquimia de la materia. Es así
que, sometidas a enfrascamientos sucesivos -mantos ciegos,
cápsulas traslúcidas que preservan del olvido- a estas criaturas
no conviene el rótulo de escultura o instalación. Quietas en
su imperfecto vacío, suspendidas en apresurada envoltura, son
crisálidas de memoria que se adentran en el territorio de lo in-
tuido, del cual emergen con la marca indistinta de la amenaza
o la utopía. En estas regiones anticipatorias, donde agitan su
solitaria carnadura, estas obras anudan el tiempo cósmico y
el tiempo humano, el tiempo natural y el tiempo biográfico,
el tiempo magno y el tiempo nimio. En el cruce de estos tres
ejes, Réquiem es un canto ceremonial de despedida.
ANGEL YEGROS. Réquiem, 2006. Resina acrílica y poliuretánica y material orgánico.
MARITÉ ZALDÍVAR of today arises from a colonial process which
is not yet regarded as finished. As far as the typical coloniza-
tion of modern times, including that from Spain starting in the
16th century, it seems to have had common objectives, similar
ruling structures and followed parallel historical processes. At
the same time some special forms could be distinguished, ow-
ing less to the actions of the colonists than to the personality
of those they tried to colonize. The colonial historical process
can be categorized in different ways, precisely by the type
of contact amongst two or more peoples and the resulting
effects. Depending on the ideology used to consider them,
historical processes and their results certainly acquire differ-
ent meanings. On the one hand there was the colonistÅfs in
different ways, precisely by the type of contact amongst two
or more peoples and the resulting effects. Depending on the
ideology used to consider them, historical processes and their
results certainly acquire different meanings. On the one hand
there was the colonistÅfs impr impression, with information
and images at their disposal, which in turn were retranslated
in accordance with their own system; and on the other stood
the colonized societiesÅf viewpoint and imagery through
which they saw and suffered the frequently imposed new way
of life. The new authority not only affected the individualsÅf
freedom, but it also extended to their linguistic, religious and
economic systems to mention only some of the most fun-
damental aspects.nized societiesÅf viewpoint and imagery
through which they saw and suffered the frequently imposed
new way of life. The new authority not only affected the in-
dividualsÅf freedom, but it also extended to their linguistic,
religious and economic systems to mention only some of the