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El Proceso

¿Qué significa la palabra Proceso


dentro del ámbito jurídico?
EL Proceso
Debemos entender por Proceso un conjunto
complejo de actos del Estado como soberano,
de las partes interesadas y de los terceros
ajenos a la relación sustancial, actos todos que
tienden a la aplicación de una ley general a un
caso concreto controvertido para solucionarlo o
dirimirlo.
En otras palabras, podemos definir el proceso como el conjunto de
actos mediante los cuales se constituye, desarrolla y termina la
relación jurídica que se establece entre el juzgador, las partes y las
demás personas que en ella intervienen; y que tiene como finalidad
dar solución al litigio planteado por las partes, a través de
una sentencia del juzgador basada en los hechos afirmados y
probados y en el derecho aplicable, así como, en su caso, obtener
la ejecución de la sentencia.

El proceso es la suma de actos por medio de los cuales se


constituye, desarrolla y termina la relación jurídica...
El proceso tiene como finalidad dar solución al litigio planteado por
las partes, a través de la sentencia que debe dictar el juzgador, así
como que esa sentencia se cumpla o se ejecute.
El objeto del Proceso
Al respecto, cuando la doctrina y la jurisprudencia se refieren al
objeto del proceso, se debe entender que es aquello que
individualiza o distingue ese juicio del resto de procesos, siendo
siempre la pretensión, es decir, el resultado pedido en una
demanda.
Esta conceptualización encuentra sustento legal en el Código
Procesal Civil y Mercantil, en el Título Tercero denominado “Objeto
del Proceso”, y como puede apreciarse, básicamente hay dos
premisas esenciales para estructurar el mismo: a) la pretensión:
que no es más que el acto de declaración de voluntad exigiendo
que un interés ajeno se subordine al propio, deducida ante el juez,
plasmada en la petición y dirigida a obtener una declaración de
autoridad susceptible de ser cosa juzgada que se caracteriza por la
solicitud presentada; y
b) la causa de pedir: siendo aquellos motivos que originan el
ejercicio de una acción, los cuales pueden calificarse en
supuestos de hecho previstos en el ordenamiento jurídico,
cuyas consecuencias jurídicas se fundamentan en el
petitorio de la demanda. En nuestra ley, ésta puede descansar
no solo en hechos, sino que también en títulos jurídicos o
causas legales.
Por otra parte, es necesario acotar, que en principio los hechos
plasmados en la demanda, constituyen el “objeto del debate”,
pero como lo regula el Art. 94 CPCM., la contestación de la
demanda sirve para fijar aquello en relación con el objeto
procesal propuesto por el demandante, sin que éste pueda ser
alterado, lo que significa que dichos hechos pueden verse
reducidos a no controvertidos por aceptación del demandado,
que puede responder que acepta una parte, y otros no, estos
últimos serán catalogados como “hechos controvertidos.”
En consonancia con dicha disposición, encontramos los Arts. 306 y
309 CPCM., que esencialmente dicen que las partes con el juez
fijarán los hechos sobre los que exista disconformidad, así como los
que resulten admitidos o estipulados por ambas partes, quedando
excluidos estos últimos de la audiencia probatoria. Si hubiese
conformidad sobre todos los hechos y el proceso queda reducido a
una cuestión de derecho, se pondrá fin a la audiencia preparatoria y
se abrirá el plazo para dictar sentencia, pero cuando existan hechos
respecto de los que haya disconformidad se dará la palabra a las
partes para que propongan las pruebas que a su derecho convengan.
En ese contexto, es claro que la controversia determina la existencia
de un litigio, de tal forma que la resistencia opuesta por la parte
contraria determina la presencia de un debate; en tal sentido, el
demandado puede, aparte de guardar silencio, limitarse a negar los
hechos y pedir una sentencia desestimatoria, si decide oponerse,
entonces dicha oposición debe fundamentarse, y es el demandado
quien debe plantear sus propios hechos afirmándolos y
probándolos.
Debe destacarse, que la simple resistencia no sirve para
delimitar el objeto del debate, pues aun cuando esté
fundamentada, no introduce un nuevo argumento distinto al
fijado en la pretensión, con excepción de que exista una
reconvención; y por el contrario, la oposición sólo puede ampliar
los términos del debate, completar o precisar cómo debe fallarse
en la sentencia.
La diferencia entre el objeto del proceso y el objeto del debate
debe quedar clara y esto solo se logra al definir el sentido de
cada una. Por un lado, el objeto del proceso va encaminado al
pronunciamiento de la sentencia, y en el segundo, tiene como
objetivo determinar aquellas afirmaciones fácticas, que
controvertidas o no por las partes, sean los presupuestos a
satisfacer por las pruebas que se presenten.
Como último aspecto, no es lo mismo el objeto de prueba, que es un
término más amplio, con el tema de la prueba, pues el elemento
diferenciador entre el objeto del proceso y el objeto del debate consiste
en lo que habrá de recaer la actividad probatoria, es decir, los hechos
alegados respecto de los que exista disconformidad.
Concretamente se afirma que el objeto del debate gira en torno a los
hechos que se oponen por los pretensores, en un principio el
demandante puede constituir su reclamo en diversos hechos que luego
por el demandado pueden ser controvertidos, es decir negarlos; en ese
orden de ideas, esos hechos sobre los que exista disconformidad
configuran el objeto del debate y esto cobra relevancia respecto al tema
de la prueba, referido a lo que debe probarse en un proceso para causar
convicción en el juzgador y obtener el resultado esperado, y estos son: a)
los hechos afirmados por las partes, principalmente los alegados por la
actora, sin perjuicio que el demandado exponga otros, los que de igual
forma debe probar; y, b) los hechos controvertidos, es decir aquellos
sobre los que en definitiva no exista conformidad, pues los afirmados por
las dos partes o admitidos por la otra, quedan excluidos de la actividad
probatoria, según lo dispone expresamente el Art. 312 CPCM.
En definitiva, el objeto del debate no se refiere al objeto
del proceso pues la primera atañe a los hechos sobre los
que fundamenta la pretensión y la segunda, a la
declaración de voluntad esperada y plasmada en el
petitorio, es decir lo que ulteriormente se busca con el
proceso, y el tema de la prueba es sobre lo que versara la
actividad probatoria."
Función del Proceso

• Velar por los principios de


supremacía constitucional
• Solucionar los conflictos entre las
partes
• Realizar la función integradora de
justicia
Naturaleza jurídica del Proceso
Una primera corriente de pensamiento identifica la naturaleza
con la esencia, y se pregunta qué cosa es esto que tiene
delante. Así podemos decir que la cosa misma se vuelve fuente
de sentido. La esencia de una cosa, como sabemos, se expresa a
través de su definición, la cual deberá necesariamente
considerar el género próximo y la diferencia específica.

Si aplicáramos este concepto de naturaleza al proceso más


breve, la respuesta resultará evidente: se trata de un proceso
judicial más breve.
Una segunda corriente de pensamiento va más allá. La naturaleza
hace referencia a un instituto jurídico preciso, el cual ciertamente
posee una esencia, pero esta es mediada por la ley, la cual considera
lo que existe, lo que es objeto de una estima social y le da una
estructura precisa. La ley no puede construir tal instituto de la nada,
sino que debe recoger los elementos presentes en la realidad,
organizarlos para constituir una cosa nueva, aunque si es solo una
modificación de otro precedente. Como se ve, naturaleza y
configuración jurídica resultan sinónimos pero no pueden agotar lo
que nosotros consideramos como naturaleza jurídica, porque el
derecho en la Iglesia va más allá de lo que aparece en la realidad
social propia y debe tener en cuenta necesariamente de su fin
trascendente en la búsqueda de una verdad y de una justicia del
todo peculiar
Una tercera opinión, más cercana a la primera, encuentra la
naturaleza jurídica en el género, tipo o categoría en la cual
colocar una realidad jurídica. Por ejemplo, cuando un
procesalista se pregunta sobre la naturaleza jurídica del proceso
o de la acción, busca la naturaleza jurídica donde encasillar uno
u otro instituto. Se hablará por ejemplo del proceso como
situación jurídica, o contrato, relación especial, etc., o de la
acción como derecho subjetivo potestativo, autónomo, o
pretensión, etc. Creo que tampoco este modo de entender la
naturaleza nos puede ayudar, porque si bien sea parte de la
operación mental que el jurista pone en acto, no basta para
determinar con precisión el concepto.
Teniendo en cuenta lo dicho, se podría decir que la pregunta por la
naturaleza jurídica de un instituto es la búsqueda de su ratio essendi,
el por qué trascendente que nos clarifica un instituto; las formas puras
de valor desde donde proviene el instituto y al valor a que se reduce.

De este modo podemos afirmar que la naturaleza jurídica de un


“sistema de relaciones interpersonales, es decir, el instituto, y el
vínculo que lo pone en relación con otras estructuras jurídicas, que
comprende el motivo de su existencia (necesidad concreta e histórica,
aquí y ahora, de la sociedad en que surge) y su razón de ser (el valor
que el instituto encarna y que contiene en sí el sentido de su existir),
con características propias (el modo concreto de la búsqueda de la
verdad). Así esencia, vínculo, ratio essendi e características propias,
son los elementos que, juntos, nos dan la respuesta sobre la
naturaleza jurídica de un instituto.
¡Gracias!

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