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UNIDAD 6

EL PROCESO

Definición.

“Hay proceso cuando las partes dirimen sus controversias ante la autoridad y quedan
sometidas, expresa o tácitamente a la decisión de esta”.

Es el cúmulo de actos de la conducta jurídica, un medio idóneo para dirimir imparcialmente,


por acto de juicio de la autoridad, un conflicto de intereses con relevancia jurídica.

Etimología de la palabra proceso.

La palabra proceso viene del latín processus (avance, marcha, desarrollo), nombre de
resultado a partir del supino processum, que también genera el participio (processus), del
verbo procedere (marchar hacia adelante, avanzar). De procedere vienen también procesión
y procedencia.

Por ende, proceso está definido como la sucesión de actos o acciones realizados con cierto
orden, que se dirigen a un punto o finalidad, así como también al conjunto de
fenómenos activos y organizados en el tiempo.

Proceso, juicio y procedimiento. Diferencias y similitudes.

Es común que los términos proceso, juicio, litigio y procedimiento se utilicen


indistintamente; sin embargo, es imperativo sostener que todos los vocablos señalados
guardan diferencias entre sí.

Proceso Jurisdiccional se define como: conjunto de actos que a través de diversas fases y
dentro de un lapso específico, llevan a cabo dos o más sujetos entre los que ha surgido una
controversia, a fin de que un órgano con facultades jurisdiccionales aplique las normas
jurídicas necesarias para resolver dicha controversia, mediante una decisión revestida de
fuerza y permanencia, normalmente denominada sentencia.

La palabra juicio se relaciona fácilmente con la idea de un funcionario judicial denominado


Juez. Si por juicio se entiende, entre otras acepciones, la operación mental que se realiza
para dilucidar la solución de un problema dado, y si se acepta que la resolución de un
proceso depende de una sentencia dictada por un juzgador, entonces puede concluirse que
ha de hablarse de juicio cuando se haga referencia expresa a la actuación que tiene un Juez
para dirimir una controversia llevada ante él.

En cuanto al litigio, proviene de la palabra latina litigium, y significa pleito o disputa, de lo


que se deduce que basta con la inconformidad entre las voluntades de dos personas
distintas para que surja un litigio.

Desde el punto de vista procesal, sin embargo, el litigio reviste particular importancia, dado
que sin él no puede haber proceso.
En efecto, el litigio es una condición necesaria para el surgimiento del proceso. En este
sentido, debe tenerse en cuenta que no habrá proceso sin que el litigio se exteriorice, es
decir, sin que las partes entre las que aquél ha surgido lo hagan del conocimiento de un
órgano jurisdiccional para efectos de que, mediante un proceso se resuelva.

Con todo, el proceso no es precisamente lo que se agota para la resolución del litigio. Ocurre
que el proceso es un concepto abstracto, de ahí que no tenga lugar en el tiempo ni en el
espacio. Puede compartirse la opinión de que el proceso es un género, del que el
procedimiento es una especie. Ciertamente, el procedimiento actualiza al proceso y deriva
de él, pues no puede existir un procedimiento sin proceso, así como éste debe provenir de la
existencia de un litigio.

En resumen, mientras que el proceso es una sucesión de actos vinculados entre sí,
respecto de un objeto común, que es la solución de una controversia entre partes, el
procedimiento es el conjunto de actos que se verifican en la realidad dentro de un
proceso, que habrá sido instaurado a causa de un litigio.

El procedimentalismo.

El procedimentalismo, asigna a la ética la tarea de descubrir los procedimientos


legimitadores de las normas (Cortina, 2000).

Estos procedimientos bien estructurados permiten a los individuos distinguir qué normas de
las sugeridas en el mundo son correctas.

Estos procedimientos tienen la función de actualizar el concepto de voluntad racional para


que se pueda asumir el carácter de universal, y no particular, o sustancial como lo afirma el
sustancialismo.

Esta teoría destaca el poder de abstraerse del mundo de la vida con el fin de analizar
mediante un procedimiento racional el mismo mundo. Además esta corriente continúa la
distinción moderna entre lo justo y lo bueno, pero no niega la ausencia del concepto de bien
o de bueno, dentro de las diversas propuestas del procedimentalismo.

Elementos del proceso. Subjetivo y objetivo.

Todo proceso consta de un elemento subjetivo y de un elemento objetivo, e importa una


determinada actividad.

El elemento subjetivo se halla representado por personas facultadas para iniciarlo,


impulsarlo, extinguirlo y decidirlo.

En los procesos contenciosos son sujetos primarios el órgano judicial (o arbitral) y las partes.

El primero, como titular de un poder público (o eventualmente equiparado a tal) se encuentra


en un plano supraordinado con relación a las segundas.
Existen necesariamente dos partes: la actora y la demandada.

La primera es la persona que formula la pretensión que debe ser satisfecha por el órgano, y
la segunda, la persona frente a quien se formula dicha pretensión, encontrándose ambas, por
debajo del órgano, en una posición jerárquicamente igualitaria.

Como consecuencia de la acumulación subjetiva de pretensiones, la intervención de


terceros, la acumulación de procesos y la sucesión procesal, el proceso contencioso puede
desarrollarse mediante la participación de varios actores o demandados.

En los procesos voluntarios, los sujetos primarios que se encuentran por debajo del órgano
judicial, pudiendo ser uno o más, se denominan peticionarios.

El cumplimiento integral de las funciones procesales requiere la intervención de otras


personas que actúan en el proceso como auxiliares (internos y externos) del órgano
(secretarios, oficiales de justicia, peritos, martilleros, etc.) o de las partes o peticionarios
(abogados, procuradores y consultores técnicos), a los que cabe denominar sujetos
secundarios.

El elemento objetivo del proceso puede hallarse constituido por una pretensión o por una
petición extracontenciosa, según que, respectivamente, la intervención del órgano sea
requerida para definir un conflicto (proceso contencioso) o para constituir, integrar o acordar
eficacia a una relación jurídica (proceso voluntario).

La actividad comprende el conjunto de actos que deben cumplir los sujetos procesales desde
el comienzo del proceso hasta la decisión que le pone término, escindiéndose en
dimensiones de lugar, tiempo y forma.

Naturaleza jurídica del proceso.

Entre las principales teorías que se han anunciado merecen destacarse la contractualista y
cuasicontractualista y la de la relación jurídica.

Teoría contractualista.

La teoría contractualista se inspira fundamentalmente en las modalidades y efectos de que


se hallaba revestida la litiscontestatio en el derecho romano.

Tanto durante el período de las legis actiones como en la época del procedimiento
formulario, la litiscontestatio constituía la actuación procesal en cuya virtud quedaba cerrado
el procedimiento in iure ante el magistrado, se determinaba el contenido y alcance del litigio y
se lo sometía al juez.

Se trataba de un contrato formal entre las partes, cuyo efecto más importante era el de novar
el derecho invocado por el actor en un nuevo derecho, consistente en la obtención de una
sentencia dentro del ámbito asignado a la cuestión litigiosa.
Teoría del cuasicontrato.

La asimilación del proceso a un cuasicontrato fue ideada para salvar los inconvenientes que
importaba, en la concepción contractualista, la circunstancia de que el proceso pudiese tener
lugar pese a no mediar el libre consentimiento de ambas partes. Esta tesis alcanzó una
difusión totalmente desproporcionada a su acierto.

Como señala Couture, la tesis del cuasicontrato ha procedido por simple eliminación,
eligiendo, dentro de las distintas fuentes de las obligaciones, la menos imperfecta; pero
dejando de lado a una de ellas –la ley-, que es precisamente la que crea las supuestas
obligaciones cuyo origen se busca. Por lo demás, son aplicables a esta tesis los restantes
reparos formulados a la teoría contractualista.

Teoría de la relación jurídica.

La concepción del proceso como una relación jurídica es la que cuenta, incluso en la
actualidad, con mayor número de adeptos, aunque dista de existir uniformidad de criterio
acerca de la forma en que dicha relación se constituye.

Partiendo de la base de que con anterioridad al pronunciamiento definitivo sobre la


procedencia de la demanda las partes tienen deberes y derechos, expresa Chiovenda, que el
proceso contiene una relación jurídica, y que todos los actos mediante los cuales el proceso
se manifiesta revisten trascendencia jurídica en cuanto pertenecen a esa relación
fundamental, que es:

1°) autónoma, porque nace y se desarrolla con independencia de la relación de derecho


material;

2°) compleja, porque comprende un conjunto indefinido de derechos, vinculados no obstante


por un fin común, que consiste en la actuación de la voluntad de la ley mediante el
pronunciamiento de una resolución jurisdiccional definitiva;

3°) de derecho público, porque deriva de normas que regulan el ejercicio de una potestad
pública.

Si por relación jurídica se entiende el nexo normativo existente entre un deber jurídico y una
facultad jurídica, o, en otras palabras, la peculiar correlación que media entre la conducta de
un sujeto obligado frente a la conducta de un sujeto pretensor, no parece discutible que el
proceso contenga no ya una, sino diversas relaciones jurídicas.

Existe una relación de esa índole entre el juez y las partes, cuyos términos están dados por
el deber que incumbe al primero en el sentido de proveer, lo que en derecho corresponda, a
las peticiones que las segundas formulen, en ejercicio del derecho de acción.

El juez, por tanto, es sujeto pasivo de una relación con las partes, y en tal carácter se halla
obligado, frente a ellas y sin perjuicio de la vinculación que lo une al Estado, a llevar a cabo
todos los actos que la ley le impone cumplir, con miras al desarrollo y conclusión del proceso.
Principios procesales.

Los principios procesales son aquellos criterios o ideas fundamentales, contenidas en forma
explícita o implícita en el ordenamiento jurídico, que señalan las características principales
del derecho procesal y sus diversos sectores, y que orientan el desarrollo de la actividad
procesal.

Estos principios son útiles, ya que brindan un marco para la interpretación e incluso para la
integración de los ordenamientos procesales. Entre los más destacados podemos citar los
siguientes:

Principio dispositivo.

Le corresponde a las partes proporcionar los fundamentos de la sentencia mediante sus


postulaciones, es decir, peticiones, alegaciones y pruebas.

Principio de contradicción.

Tiene su fundamento en el principio auditur etaltera pars, es decir, debe oírse a la otra parte.

Principio de oralidad y de la escritura.

No es de estricta aplicación, ya que no hay sistemas puros, sino que en la realidad se


complementan.

Principio de publicidad.

Garantiza el correcto desenvolvimiento del proceso y la proba actuación del juez, de manera
que no pueden darse procesos inquisitoriales, aunque puede tener excepciones por
cuestiones de orden público.

Principio de preclusión.

Es la pérdida de una facultad procesal. Se presenta al no efectuar un acto procesal


oportunamente.

Principio de economía procesal.

Las controversias deben resolverse en el menor tiempo, con el menor esfuerzo y el mínimo
gasto posibles, tanto para los litigantes como para la administración de justicia.

Principio de concentración.

El proceso se debe llevar a cabo en el menor número de audiencias posibles, lo cual facilita
la resolución de la controversia.

Principio de inmediación.
Esta regla exige que el juzgador esté en relación directa con los sujetos que actúan en el
proceso.

Este principio tiene trascendencia en materia de pruebas e implica la identidad física de la


autoridad que dirige la actividad de procesar y de la que resolverá el asunto.

Principio de impulso procesal.

Las partes tienen la carga de presentar las promociones necesarias desde la demanda hasta
la conclusión.

Principio de igualdad.

Las partes deben estar en igualdad de condiciones ante el juez. El principio admite
excepciones, como es el caso de la suplencia de la queja en materia de Amparo.

Principio de congruencia de las sentencias.

La sentencia debe dictarse conforme a lo actuado, de manera que debe existir


correspondencia entre lo pretendido y lo juzgado.

La incongruencia se presenta en los siguientes casos:

El juzgador omite decidir alguna de las cuestiones oportunamente planteadas por las partes y
que sean conducentes a la solución del litigio (citra petitia);

El juzgador otorga cosa distinta a la peticionada por la parte o condena a persona no


demandada o a favor de persona que no demandó, yendo más allá del planteo litigioso (extra
petitia);

El juzgador otorga más de lo que fue pretendido por el actor (ultra petitia);

Y por último, si hay incoherencia entre la motivación y la decisión, siendo contradictorias


entre sí, presenta el caso de la incongruencia interna.

Principio de eventualidad.

Las partes deben presentar, en forma simultánea y no sucesiva, todas las acciones,
excepciones, alegaciones y pruebas que correspondan.

Principio de convalidación.

Dentro del proceso, si los actos nulos no son atacados oportunamente, quedan convalidados.

Principio de eficacia procesal.

La duración de la tramitación del proceso no debe perjudicar al vencedor, por lo cual los
efectos de la sentencia se deben retrotraer al momento del inicio de la controversia.
Principio de probidad.

El proceso es una institución de buena fe y por tanto los jueces deben velar por que no sea
utilizada por las partes para obtener fines ilegales. El incumplimiento de estos deberes debe
acarrear la imposición de medidas disciplinarias.

7.1. Distintas clases de procesos.

7.8.1. Clasificación de los procesos por su objeto.

7.8.1.1. De condena.

Se pretende que se declare que el demandado es responsable por la ejecución de una


conducta que vulneró los derechos de otro, y que por ende se le debe imponer una sanción
de tipo patrimonial en materia civil, laboral y administrativa o de tipo personal en materia
penal.

7.8.1.2. Declarativos o de conocimiento.

Tiene como finalidad que se declare la existencia o no de un derecho a favor del


demandante.

El demandante invoca la existencia de un derecho a su favor, obviamente tutelado por el


ordenamiento jurídico, pero aún no es reconocido como titular del mismo, razón por la cual
se afirma que en este tipo de proceso existe incertidumbre sobre la titularidad de un derecho.

Se pretende constatar la existencia de una norma que consagre un derecho a favor de quien
lo invoca en la pretensión, con la finalidad de que sea reconocido por medio de la sentencia.

7.8.1.3. Procesos declarativos puros o meros declarativos.

Tienen como finalidad obtener simplemente la declaración de la existencia o inexistencia de


un derecho o relación jurídica, sin que se imponga algún tipo de condena, prestación, ni se
constituye o modifique una relación jurídica.

7.8.1.4. Constitutivos.

Se pretende por medio de sentencia, la constitución (creación), extinción o modificación de


un determinado estado o situación jurídica, por la ocurrencia de hechos que de acuerdo con
la ley deben producir esos efectos jurídicos.

Hay mutación del estado de cosas existentes.

Características:
a) existencia de una relación jurídica,
b) existencia de un interés de hacerle modificaciones a esa relación jurídica,
c) transformación de esa relación jurídica que opera con posterioridad a la declaración.
7.8.1.5. Ejecutivos.

La pretensión va encaminada al cumplimiento de una determinada prestación de dar, hacer o


no hacer, aun en contra de la voluntad del demandado.

Es requisito indispensable para poderse iniciar este tipo de procesos, que la obligación que
se pretende ejecutar esté contenida en un documento o providencia judicial.

Características:
a) el demandante es reconocido como acreedor,
b) la pretensión va encaminada a que se obtenga el cumplimiento de la obligación,
c) la obligación debe estar contenida en un documento que preste mérito ejecutivo.

Juicio ejecutivo general: Es el procedimiento que permite a través de una sustanciación


ágil obtener la realización del crédito plasmado en el título, título ejecutivo que goza de una
presunción de autenticidad, siempre que contenga ciertas condiciones indispensables como
la de contener una obligación de pagar una suma de dinero, que la cantidad sea líquida o
fácilmente liquidable por una simple operación aritmética sobre la base que el mismo título
suministre y que resulte exigible, o sea de plazo vencido, no sujeta a condición.

Produce el efecto de cosa juzgada formal por lo que tanto actor como demandado podrán
entablar demanda en juicio declarativo, aunque no pueden volver a discutirse las defensas
que hayan sido motivo de pronunciamiento.

Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que están contenidas
en documentos a los que la ley les asigna una forma particular de sustanciación.

Comprende los juicios de ejecución prendaria, hipotecaria, ejecución de sentencia,


ejecuciones fiscales, cobro de multa y costas liquidadas, cobro de honorarios regulados
judicialmente.

7.8.1.6. Precautorios.

Tiene como finalidad preservar o proteger determinados derechos, aunque con ello se
modifique una situación existente o se produzca un cambio en ella.

7.8.2. Clasificación de los procesos por el modo.

7.8.2.1. De conciliación.

Existen dos tipos de conciliación: la conciliación prejudicial y la conciliación judicial.

La conciliación prejudicial es un medio alternativo al proceso judicial, es decir, mediante


ésta las partes resuelven sus problemas sin tener que acudir a un juicio.

7.8.2.2. Arbitraje.

Es una forma de resolver un litigio sin acudir a la jurisdicción ordinaria.


Las partes, de mutuo acuerdo, deciden nombrar a un tercero independiente, denominado
árbitro, o a un tribunal arbitral, que será el encargado de resolver el conflicto y cuya decisión
o laudo obliga a las partes.

7.8.2.3. Voluntarios.

No se pretende imponer una pretensión a otro sujeto, no existen intereses contrapuestos,


hay ausencia de litigio, razón por la cual se busca una declaración o autorización de
determinada situación jurídica que dada su importancia debe ser objeto de pronunciamiento
por parte del juez.

Solo existe un peticionario.

La crítica más relevante que se le ha hecho a este tipo de procesos radica en su


denominación, al indicar que es inapropiado en la medida que no tiene nada de voluntario,
porque el interesado de manera obligatoria tendrá que acudir a la jurisdicción para obtener
una declaración, además que no es un verdadero proceso por no existir contraparte.

7.8.2.4. Contenciosos.

Las partes están en contraposición de intereses, lo que implica que la parte demandante
pretenda que se imponga una condena y, por ende, una prestación en contra del demandado
y éste, a su vez, busca desvirtuar o impedir que esa pretensión prospere, haciendo uso de
los instrumentos procesales que tiene a su disposición en ejercicio del derecho de defensa.

7.8.2.5. Por la naturaleza del derecho sustancial debatido.

El criterio para esta clasificación es precisamente la naturaleza de los derechos sustanciales


que van a ser objeto de debate, razón por la cual se estructuran procesos penales, laborales,
contencioso-administrativos y civiles.

7.8.3. Clasificación de los procesos por su forma.

7.8.3.1. Ordinarios.

Pueden plantearse y decidirse en forma definitiva la totalidad de las cuestiones jurídicas


derivadas de un conflicto entre partes.

Es la forma más común de tramitación de una litis.

La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material por lo que no podrá realizarse otro
juicio entre las mismas partes, con el mismo objeto y por la misma causa.

7.8.3.2. Sumarios.

Comprende los juicios por consignación de alquileres, la acción declarativa de certeza, el


pedido de alimentos y litis expensas, los incidentes y todos los casos para los cuales la ley
sustantiva establece el juicio sumario u otra expresión equivalente.
7.8.3.3. Sumarísimos.

Se reserva para cuestiones de menor cuantía económica con un trámite más escueto, con
excepción de las que persigan la condenación de daños y perjuicios que siempre se
sustanciarán por el trámite ordinario.

7.8.3.4. Especiales.

Son aquellos que la ley establece para determinadas relaciones de derecho. Entre ellos se
encuentran el juicio de división de condominio, el de mensura y deslinde, el desalojo.

Son juicios sometidos a particularidades procesales y trámites específicos.

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