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Objetivos

Tras realizar esta unidad el alumno será capaz de:


Diferenciar las etapas que intervienen en la
adquisición de la lectura.
Conocer y comprender las etapas de la adquisición de
la lectura.
Aplicar los conocimientos adquiridos a la enseñanza
de la lectura en el aula usando actividades alineadas
con el desarrollo de la alfabetización emergente.
DESARROLLO DEL LENGUAJE
Durante los primeros años de vida, el cerebro de un niño se
dedica a la formación de redes neuronales que afectarán todo su
desarrollo. Se forman trillones de conexiones, algunas de las
cuales ayudan al niño a captar y comprender sonidos,
especialmente aquellos que le son más familiares: las voces de
sus padres o cuidadores, la tonalidad, expresividad, etc

A medida que la corteza motora va madurando, y a partir de los


3 meses de edad, el bebé comienza a vocalizar.
De hecho, antes de los 10 meses un bebé
puede vocalizar los fonemas del idioma al que
está expuesto con perfecta naturalidad. La
repetición de sonidos y el refuerzo positivo de
los adultos ayudará a que vaya formando los
sonidos usando su aparato articulatorio.
En los Estados Unidos, un estudio realizado por Hart y Risley en los años
90 analizó las experiencias de lenguaje de 42 familias de distinto nivel
socioeconómico. Descubrieron que en las familias de nivel
socioeconómico más bajo la conversación diaria incluía solo 616
palabras por hora, mientras que en las familias con mayores ingresos el
número era de 2.153. Siguieron estudiando a las mismas familias por
varios años. A los 3 años de edad el patrón se repetía; los niños cuyos
padres usaban menos palabras también usaban menos palabras ellos
mismos. En tercer año básico, esos niños con menos palabras en su
repertorio, tenían puntajes de logro significativamente inferiores en
comprensión lectora (Hart & Risley, 2003, 1995). Esto quiere decir que a
los 3 años de edad, entre el 86 y 98% de las palabras que un niño posee
en su vocabulario también es parte del vocabulario de sus padres.
Investigaciones más recientes muestran que las diferencias en la
cantidad de conversación en los hogares no están siempre vinculadas a
diferencias socioeconómicas.
Otros factores del hogar que impactan el desarrollo
del lenguaje oral: El juego activo y participativo El
juego activo con otros niños La cantidad de horas de
exposición a la televisión y otros estímulos
tecnológicos (por ejemplo, cuando se exceden las
cuatro horas diarias o 10 horas semanales se
perjudica seriamente el desarrollo lector (Clarke &
Kurtz-Costes, 1997). Para saber más acerca del
impacto de las pantallas y otros aparatos te
recomendamos leer la columna Incómoda Verdad
sobre los dispositivos electrónicos, de la profesora
Carolina Melo.
Es evidente que los hábitos de conversación
varían enormemente de una familia a otra, y
estas variaciones no siempre van asociadas a un
patrón de nivel sociocultural. Pero, la calidad y la
cantidad de conversación que un niño escucha
impacta fuertemente el desarrollo de su
lenguaje oral. Lo mejor que los padres pueden
hacer para sus niños es hablar con ellos desde
que nacen, y en forma frecuente.
La lectura compartida
Sulzby y Teale (2003) muestran que la cantidad de horas de cuento
leídas en forma compartida se correlaciona positivamente con el
desarrollo lector, lo que se ha ratificado en distintos niveles
socioeconómicos y en muchísimos países e idiomas. Lo que estos
estudios muestran es que la lectura debe ser compartida, en el
sentido de que se trata de una lectura interactiva o dialogada. De ahí
la importancia de que cuando se lee el cuento se hable de los
personajes, las ilustraciones, y los acontecimientos. Las experiencias
de lectura compartida contribuyen al vocabulario activo y pasivo, lo
que a su vez impactará positivamente el desarrollo de la lectura una
vez que se ingrese a la escolaridad formal.
Los niños que tienen más experiencias de lectura
compartida conocen mejor la estructura narrativa, lo
que a su vez contribuye a comprender mejor lo que se
lee. Finalmente, la lectura compartida contribuye
también al desarrollo del interés y la motivación lectora.
Además de la cantidad, la calidad de las
conversaciones importa para el desarrollo del
lenguaje infantil. Los padres que usan mayor
cantidad de estructuras gramaticales complejas
contribuyen a que sus hijos posean un lenguaje
más sofisticado, lo mismo el interés y dedicación de
los padres a las conversaciones con sus hijos, lo que
se refleja en tiempo para conversar, el uso de
preguntas abiertas, el tiempo de espera, el interés
en la conversación infantil, y las respuestas más
elaboradas (Hill, 2001).
A continuación, presentamos algunas aplicaciones prácticas para
promover la alfabetización emergente. Las hemos ordenado
conforme a las cuatro áreas descritas anteriormente: entorno
letrado, conocimiento del alfabeto, conciencia fonémica y
fonológica, así como también lenguaje oral y vocabulario.

Entorno letrado Muro de palabras Objetivo: Identificar el sonido inicial de las letras.
Para esta actividad el profesor debe tener colgadas todas las letras del alfabeto en un
muro de la sala. Las letras deben ser de gran tamaño de modo que se puedan ver
desde todos los ángulos de la sala.
Entregue a cada uno de sus alumnos una tira de cartulina de
tamaño 20 x 5 cms. Pídales que escriban su nombre en ellas.
Luego cada uno pegará su nombre debajo de la letra del
abecedario con que comienza. Por ejemplo “Pedro” irá bajo la
“p”. Este muro de letras y palabras debe quedar colgado todo el
año y una vez por semana, pedirles que escriban una palabra
significativa, y la peguen debajo de la letra correspondiente.
Nota: Esta actividad puede tener muchas variaciones, por
ejemplo, que los niños mirando los nombres de los niños en las
perchas de las cotonas y delantales identifiquen el nombre de su
mejor amigo y lo escriban y peguen en el muro. También se
pueden pegar las palabras de vocabulario que se van
aprendiendo a escribir. Puede dar de tarea a los niños que
traigan escrito el nombre de su mama, papá o abuelita para
pegarlo en el muro
Varias actividades para
potenciar la alfabetización
emergente…

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