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HIMNOS DE LA REFORMA

Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia,


un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve
Nichols.
En episodios recientes nos hemos referido a la vida
y los escritos de Martín Lutero. En el episodio de
hoy quisiera conversar sobre los primeros himnos
escritos durante la Reforma protestante, entre los
cuales Lutero jugó un papel preponderante como
autor de los primeros himnos de esa época. Como
sabemos, la música ha jugado un papel
preponderante en la historia de las civilizaciones y la
Reforma no fue la excepción.
De hecho, Martín Lutero dijo una vez: «Después de
la teología, confiero el lugar más alto a la música».
Es interesante que parte de la vida de Lutero se
desarrolló alrededor del castillo de Wartburg. El
castillo de Wartburg fue construido en la Edad
Media y está situado al borde de un precipicio de
410 metros al sur oeste de la ciudad de Eisenach
que puede apreciarse por completo desde este
castillo.
Este castillo probablemente sirvió de inspiración
para el más famoso himno compuesto por Lutero:
Ein’ feste Burg ist unser Gott, es decir, «Un Castillo
fuerte es nuestro Dios».
Lutero es, por supuesto, bien conocido como el
compositor de este amado himno. Sin embargo,
Castillo Fuerte no fue el primer himno de Lutero.

Lutero escribió su primer himno en 1523. El


contexto era que había dos monjes de Amberes que
fueron citados a Bruselas y sometidos a juicio.
Habían expresado su devoción al evangelio, y allí en
Bruselas fueron condenados como herejes,
excomulgados y quemados en la hoguera. Cuando
llegó la noticia de este suceso a Lutero, decidió
honrar sus vidas y su martirio mediante un himno.
Lutero lo tituló «Aquí comenzará una nueva
canción». Realmente es una balada popular que
consta de diecisiete estrofas.
Después de escribir esta canción, Lutero observó la
liturgia de la iglesia y decidió que esta necesitaba una
renovación de su música tanto como necesitaba una
renovación de su teología. Así que escribió una carta a
Jorge Espalatino, secretario de Federico el Sabio y
también predicador en Wittenberg. Y Lutero escribió:
«Gracia y paz. Estoy planeando, según el ejemplo de los
profetas y los padres de la iglesia, crear salmos
informales, es decir himnos, para la gente común, de
modo que la Palabra de Dios permanezca con el pueblo
también a través del canto. Por eso, estamos buscando
poetas por todos lados».
Lutero se dedicó a este proyecto de escribir himnos, y en
1524 se elaboró el primer himnario. Tenía ocho himnos,
cuatro de ellos de Lutero. Para 1546, se habían impreso
más de cien himnarios.
En el siglo siguiente, en la iglesia de habla inglesa habría
himnos compuestos por gente del pueblo. Pero el
primero fue Lutero y estos himnos alemanes. El más
famoso de sus treinta y ocho himnos es «Castillo fuerte
es nuestro Dios». El título y el primer verso evocan la
imagen de un castillo, una fortaleza, no muy diferente del
Castillo de Wartburg, que se eleva sobre la ciudad de
Eisenach, donde Lutero permaneció después de la Dieta
de Worms.
Al mirar a Wartburg, tienes un sentido de seguridad.
Lutero quiere que pensemos en Dios como nuestro
castillo fuerte, como una poderosa fortaleza o baluarte
que nunca nos falla.
Pero hay otro verso del gran himno de Lutero que es
digno de consideración. Unas estrofas más adelante,
Lutero nos dice: «Esa palabra», es decir, Cristo, el Logos,
«está por encima de todos los poderes terrenales». En la
época de Lutero, este castillo representaba el poder; los
cañones estaban preparados y listos para defenderlo. Sin
embargo, Lutero sabe que, por encima de estos poderes
terrenales, existe otro poder: Cristo, que ciertamente
está por encima de todos los poderes terrenales.

Estos son los himnos de Martín Lutero, y este es el


castillo de Wartburg. Soy Steve Nichols. Gracias por
acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.

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