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La promesa de trabajo y prosperidad, entre otros factores, atrae a la gente a las ciudades. La mitad de la población mundial ya vive en las ciudades, y se espera
que antes de 2050 dos tercios vivan en zonas urbanas. Pero en las ciudades se combinan dos de los problemas más acuciantes del mundo actual: la pobreza y la
degradación medioambiental.
La deficiente calidad del aire y del agua, la insuficiente disponibilidad de agua, los problemas de desecho del agua y el alto consumo energético son multiplicados
por la creciente densidad de población y las demandas de los entornos urbanos. Conforme las áreas urbanas del mundo crezcan, será esencial desarrollar sólidos
programas de planificación urbana para resolver estas y otras dificultades.
Amenazas
• El crecimiento intensivo de las ciudades puede generar más pobreza e impedir que los gobiernos locales ofrezcan servicios a todas las personas.
• El consumo concentrado de energía aumenta la contaminación del aire, con un notable impacto en la salud humana.
• Las emisiones de los automóviles producen elevados niveles de plomo en el aire urbano.
• Grandes volúmenes de residuos no recogidos suponen múltiples riesgos para la salud.
• El desarrollo urbano puede magnificar el riesgo de desastres medioambientales, como las inundaciones súbitas.
• La contaminación y las barreras físicas que impiden el crecimiento de las raíces fomentan la pérdida de masa forestal urbana.
• La fauna se ve perjudicada por sustancias tóxicas, vehículos y la pérdida del hábitat y las fuentes de alimentos.
Soluciones
• Combatir la pobreza fomentando el desarrollo económico y la creación de empleo.
• Fomentar la participación de la comunidad local en el gobierno local.
• Reducir la contaminación del aire mejorando el uso de la energía y los sistemas alternativos de transporte.
• Crear consorcios públicos y privados para ofrecer servicios como el desecho de residuos y el alojamiento.
• Plantar árboles e incorporar el cuidado de los espacios verdes de las ciudades como elemento clave de la planificación urbana.
“Cambios en aspecto económico”
En los análisis sobre el proceso de urbanización en el mundo es generalmente aceptado que, en primera instancia, las ciudades han tenido funciones
administrativas y de mercado, las cuales posteriormente evolucionan a funciones industriales, a la vez que organizativas, lo que las convierte en "polos de
desarrollo" que ejercen una atracción hacia las zonas circundantes, consistente en la creación de bienes y en la difusión de la riqueza mediante una red de
transportes y servicios.
La urbanización es un proceso económico con una dimensión espacial, en la que los factores de producción, las empresas y las localidades adquieren
niveles de especialización cada vez mayores. A medida que una zona urbana aumenta en población, adquiere nuevas funciones, amplía las existentes y
modifica las relaciones con su hinterland ( Zona de influencia de un puerto o de una gran ciudad). Éstas son el vínculo entre las condiciones técnicas y las
espaciales del progreso económico, la especialización de función viene acompañada de la espacial.
La ciudad ofrece al productor un conjunto único de economías de escala, y al consumidor la posibilidad de elegir una mayor variedad de puestos de trabajo
y bienes de uso doméstico. Para que exista una competencia entre las zonas urbanas, éstas tienen que especializarse y exportar bienes y servicios. Así,
existe una especialización de funciones entre las zonas urbanas y dentro de ellas, lo cual determina un descenso en los costos de producción de los bienes y
servicios, así como un incremento en los ingresos derivados de esa producción o ambas cosas. La ciudad es, entonces, el punto de localización óptima tanto
para la producción como para el consumo.
Los efectos del proceso globalizador en las economías nacionales se han traducido en una reestructuración territorial que se ha derivado del
reordenamiento de la producción en los planos internacional, nacional, regional y local.