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De la verdad universal a la

verdad “blanda”
De la crisis del criterio de evidencia
Modernidad, ciencia y sujeto
conocimiento científico

contradicción

“contradicción interna de la ciencia” (Samaja)

universalidad comprobabilidad
¿Cómo salvar la contradicción?

universal particular
(infinito) (finito)

no-decidible decidible
(no-particular) (no-universal)
“Principio de la experiencia”
(Descartes)
1° regla del método cartesiano

elimina la autoridad externa


afirma como principio de
todo acuerdo el “yo”

única autoridad
Superación de la contradicción

YO

supremo
supremo social
individual

Todos son YO YO = todos


(universal) (particular)
racionalidad moderna

afirma la singularidad
del sujeto que conoce
confía en que ese sujeto
singular es universal

“yo” universo

El interés universal es un resultado emergente de la


búsqueda del interés particular
El “principio de la experiencia” como criterio
de racionalidad
Principio de autoridad (Edad Media)

Principio de la experiencia (Modernidad)

“Ambos son criterios de racionalidad, es decir, reglas supremas


para establecer, en situaciones polémicas litigiosas, quién tiene
la razón o la verdad. En ambos casos lo que está en juego es
cómo construir y sostener el acuerdo intersubjetivo en torno a
un cierto conocimiento de ‘los hechos’.”
(Samaja, 2004, 27)
De la verdad como acuerdo
Desde el surgimiento de las sociedades con Estados, es decir,
sociedades con conflictos de clase que debieron mediatizarse a
través de órganos jurisdiccionales específicos, se instaló entre
los ciudadanos una cuestión fundamental en el campo del
saber, con las consecuencias prácticas que son de imaginar. La
cuestión fue la siguiente: ‘¿Qué derechos tiene alguien para
afirmar algo como verdadero?’, ‘¿Qué derecho tiene alguien a
estar cierto de lo que cree saber?’. ‘¿Qué derecho tiene a ser
creído por los demás en lo que cree saber?’”
(Samaja, 2004, 27)
El “yo” como criterio de validez
Descartes sostiene que el único principio que debe regir la
búsqueda de la verdad es el pricipio de la experiencia, y lo
pone como primera regla del método. […]
Cuando hablamos de ‘principio de la experiencia’,
queremos decir que adquiere validez en la cultura científica
un principio que elimina el principio de autoridad externa y
afirma como principio de todo acuerdo la libre adhesión del
‘yo’. Es el ‘yo’ la única autoridad habilitada para resolver si
algo es verdadero o falso, no debe haber otra autoridad.”
(Samaja, 2004, 33-34)
El “yo” como universal
Aunque resulte paradójico decirlo, hay una
confianza plena en que cada ‘yo’ contiene dentro de
sí al universo todo, de modo que en lo más íntimo
del sujeto está la condición de posibilidad de
constituir la verdad universal. En el hombre(sic)
singular está, al menos virtualmente, el hombre(sic)
universal. […]
El interés universal es un resultado emergente de
la búsqueda del interés particular.
(Samaja, 2004, 34-35)
Del “yo individual” al “yo relacional”

macrosemiótica macrosemiótica
del Estado de las sociedades civiles

verdad universal verdades parciales

verdad desvinculada verdad situada

YO = muestra del todo YO = parte del todo


Consecuencias
YO = muestra del todo YO = parte del todo

objetividad intersubjetividad

verdad como
imposición de la acuerdo entre
subjetividad dominante subjetividades

igualación negociación
De la verdad situada
“Es importante no olvidar, como siempre nos lo recuerda
Maturana, que todo lo dicho siempre es dicho por alguien y,
en lo posible, no esconder al orador tras la forma en que son
dichas las cosas. Esta es una trampa que permanentemente
nos tiende el lenguaje, permitiéndole a la persona que habla
esconderse detrás de lo que está diciendo. […]
El reconocimiento de lo dicho nos conduce a la primera tesis
o principio general de la ontología del lenguaje.”
(Echeverría, 2006, 40)
Primer principio
“No sabemos cómo las cosas son.
Sólo sabemos cómo las observamos
o cómo las interpretamos.
Vivimos en mundos interpretativos.”
(Echeverría, 2006, 40)
Ser y Verdad
“Para la metafísica, la realidad verdadera es una realidad
diferente de aquella que vivimos. Dicho de otra forma, el
dominio trascendente postulado por la metafísica, en el que
habita el Ser, es simultáneamente el dominio de la Verdad,
pues la verdad no es otra cosa que la aprehensión del Ser de
las cosas. Verdad y Ser se confunden. […] En el dominio de
la metafísica, impera el gobierno de la Unicidad. El Uno
predomina sobre la multiplicidad. En consecuencia, en
último término el Ser es Uno y Una la Verdad.”
(Echeverría, 2009, 40)
La Verdad revelada
“Para la metafísica clásica, cuatro son los atributos
fundamentales del ser. El primero es la presencia, que apunta
a su capacidad de manifestación. El Ser se revela. La Verdad
no es sino la expresión que sume la revelación del Ser. El
segundo atributo es la unicidad: el Ser es uno. El tercero es la
permanencia: el Ser no cambia; es fijo e inmutable. El cuarto
y último atributo es la eternidad: el Ser no tiene origen ni fin.
[…] De todos ellos, le conferimos especial importancia al
atributo de la permanencia pues, apoyándose en él, se niega
la transformación histórica y, por ende, el devenir.”
(Echeverría, 2009, 40-41)
El sustrato metafísico del sentido común
“Desgraciadamente, los problemas de la metafísica no
pertenecen al ámbito exclusivo de la reflexión filosófica.
[…] En la medida en que la metafísica ganó hegemonía,
ella fue progresivamente conformando el sentido común
de los seres humanos de aquellas comunidades en las
que se imponía. […] La metafísica se apoderó de nosotros,
se hizo cuerpo, y se manifiesta en la manera como
vivimos y, muy particularmente, en las modalidades de
convivencia que hemos desarrollado desde hace ya
mucho tiempo.”
(Echeverría, 2009, 60)
Las verdades de la ciencia
“En el dominio de las ciencias, por ejemplo, se hace uso de
un concepto de verdad que implica un acuerdo consensuado
al interior de una comunidad de individuos que participan de
un dominio determinado de conocimientos y sujeta a
procedimientos igualmente consensuados. Tal concepto de
verdad acepta que ella sólo es válida hasta que la misma
comunidad reconozca sus insuficiencias y sustituya sus
conclusiones iniciales por otras. Estamos, en consecuencia,
muy lejos de la noción metafísica de verdad que entiende que
una vez que ella es alcanzada, asume las propiedades del ser
al que ella ha accedido y, por lo tanto, tiene validez universal y
está exenta de la posibilidad del ser modificada.”
(Echeverría, 2009, 72)
La verdad como coherencia
“Hay que señalar que la lógica moderna desde hace
mucho tiempo se ha distanciado de la noción de verdad
relacionada con nuestra capacidad de aprehensión del
‘ser’ de las cosas. Para la lógica moderna las cuestiones de
verdad se limitan a asegurar la coherencia interna entre
distintas proposiciones. Lo que se llama ‘verdad’, por
tanto, es sólo un juego lógico de coherencias internas
dentro de un sistema ‘dado’. En este contexto, decir que
algo es verdadero equivale a sostener que es coherente
con otras proposiciones que aceptamos como válidas.”
(Echeverría, 2009, 138)
La verdad “blanda”
“Si bien somos tajantes en cuestionar que los seres humanos
sean capaces de acceder a ‘la’ verdad, a una verdad que tal para
todos y cualquiera, ello no nos impide aceptar que cada individuo
puede hacer de determinadas creencias ‘su’ verdad y hacer de
ellas criterios reguladores de sus interpretaciones, de sus acciones
y, en último término de su vida. […]
‘Nuestra’ verdad no nos confiere poder para someter a otros. A
diferencia de la verdad metafísica que resulta tan sólida como
inquebrantable, esta otra opción de verdad personal es una
modalidad de verdad blanda, precaria y provisioria.”
(Echeverría, 2009, 148-149)
Verdad y experiencia
“Basta con releer a Peirce y, sobre todo, a William James, para
darnos cuenta de que el pragmatismo cambia radicalmente el
tenor y el alcance de la noción de verdad. Peirce insiste
frecuentemente en que la idea de realidad, a pesar de ser
independiente de todo lo que una persona o un grupo de
personas pueda creer, es globalmente dependiente de la
comunidad de investigación o de interpretación, bo hay
investigación sin experimentación, sin raciocinio, sin inferencia
a partir de un conjunto de creencias. No hay investigación sin
proceso de interpretación para ser interpretado por otras
interpretaciones y así hasta el infinito.”
(Parret, 1995, 28)
La verdad “pragmática”
“La definición de lo verdadero en James como ‘aquello que es
bueno en tanto creencia’ (What is good in the way of belief) es, a
primera vista, filosóficamente ingenua. Pero la conclusión que
James quería sacar es, sencillamente, que no es un absoluto
profundo decir, respecto de la verdad: la verdad no tiene
esencia. Y, más específicamente, nada pertinente se aporta al
decir que ‘la verdad es correspondencia con la realidad’. En
efecto, somos conducidos a comparar fragmentos de lenguaje
con fragmentos del mundo y a proclamar ‘verdaderas’ las frases
que tienen estructuras internas isomorfas a las relaciones entre
los objetos o entre los estados de cosas y el mundo.”
(Parret, 1995, 29)
La veridicción o el “decir verdadero”
“La verdicción no marca el enunciado o la
proposición excepto en la medida en que la
enunciación se halla omnipresente en esta. Cualquier
teoría del lenguaje que excluya de su dominio de
análisis los fenómenos de enunciación, marcados en
el discurso o presupuestos por este, no tendrá
impacto alguno sobre la veridicción. El enunciado
verídico no es sino el efecto de una enunciación
veridictoria.”
(Parret, 1995, 31)
Veridicción y pacto enunciativo
“El otro aspecto del concepto pertinente de veridicción está
constituido por el hecho de que el discurso no se considere
significativo a no ser en y por la comunidad comunicativa o
enunciativa. El decir-verdadero que es la veridicción no existe en
cuanto acto solipsista, sino a través de una sanción que emana
de la comunidad intersubjetivamente. No hay veridicción fuera
de la contractualidad que consagra el carácter de cualquier
enunciado.[…] La transferencia de verdad, función primaria del
discurso, está opacada por sobredeterminaciones epistémicas
que son esencialmente dialógicas, conversacionales o
interaccionales. No hay veridicción fuera de la enunciación, no
hay enunciación fuera de la comunidad enunciativa.”
(Parret, 1995, 32)
Bibliografía
Echeverría, Rafael (2006) Ontología del lenguaje.
Buenos Aires, Granica.
Echeverría, Rafael (2009) El observador y su
mundo. Volumen I. Buenos Aires, Granica.
Parret, Herman (1995) De la semiótica a la estética.
Enunciación, sensación, pasiones. Buenos Aires,
Edicial.
Samaja, Juan (2004) El lado oscuro de la razón.
Buenos Aires, JVE Ediciones.

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