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Geoffrey Chaucher “The Canterbury Tales”

CONTEXTO EDAD MEDIA


I. LA ÉPOCA DE CHAUCER
Introducción
Periodo histórico que data en el siglo XIV, específicamente desde 1340 hasta 1400.
Este periodo se caracteriza por la Guerra de los 100 años y los grandes cambios que se
plasman en los cuentos de Canterbury.
Geoffrey Chaucer –Esbozo biográfico-
Fue el descendiente de una familia aparentemente próspera, que vivió en Ipswich y que
se ocupaba de los negocios relativos al vino y al comercio de lanas. Chaucer nació
aproximadamente hacia 1340 y murió hacía 1400.
De niño aprendió francés, idioma utilizado en las escuelas de su juventud, y conocía el
latín, base de la educación medieval.
De niño entro como paje del servicio real, ya que su padre estaba relacionado con la
Corte. Desempeñó varios numerosos cargos a lo largo de su vida dentro de la Corte.
Participó en la guerra de los Cien Años e intervino en las negociaciones de la paz de
Calais.
Sus distintos cargos en el reino y sus múltiples viajes, hicieron que Chaucer tenga distintas
visiones de los cambios que se produjeron en la Edad Media.

III. LOS CANTERBURY TALES


Estructura y rasgos formales
El prólogo general describe y representa a cada uno de los personajes que participan de
una peregrinación al santuario de Santo Tomás de Beckett en Canterbury. Los personajes
narrarán cuentos que hagan el viaje menos pesado. Cada cuento refleja la personalidad del
narrador.
El prólogo presenta a la comitiva, y entre los peregrinos al narrador personaje, que con
ojo de observador describe a todos los viajeros. La caracterización es precisa. Está basada en
los grupos sociales de la época; además los rasgos perfilados en este momento se verifican a lo
largo de la obra ya sea por actitudes de estos personajes o por las características que sus
relatos dejan traslucir.
En el prólogo general aparece un lugar de reunión –La posada de tabardo- y un objetivo a
cumplir –la peregrinación de Canterbury-.
Los cuentos provienen del ciclo clásico (como los del caballero, del clérigo, del hidalgo),
de leyendas (el cuento de la priora y del fraile) o de las escrituras. Los demás son fabliaux, de
adaptaciones inglesas.
Con respecto a los cuentos, la maestría de Chaucer consiste en alterar el objetivo,
modificar la anécdota, en definitiva, modelar esa materia literaria recibida para que se adapte
a su finalidad: reflejar la sociedad de la época, perfilar un personaje, brindar entretenimiento o
lograr belleza estética.

Trevelyan, George Macaulay (1986). La Inglaterra de Chaucer. Cap. I y II en Historia


Social de Inglaterra
Capítulo I
La Inglaterra de Chaucer
I. CAMPO, ALDEA Y CASA SOLARIEGA

En esta época se contempla lo moderno mezclado con lo medieval y a la misma


Inglaterra comenzando a surgir como nación distinta. Esto incluyó un cambio del lenguaje: se
aceptaba el inglés como propio aparte de dialectos totalmente diferentes como el galés y el
cornuallés; y algunas clases sociales poseían su segunda lengua propia: los clérigos más doctos
tenían el latín y los cortesanos y gente de alcurnia el francés, que no era una lengua materna
sino un idioma extranjero que debían aprender.
Chaucer tenía la cultura de la Francia medieval ya que pasaba muchas horas de su
atareada jornada en los medios cortesanos. Por esto se ve que sigue las formas y los metros
derivados de Francia e Italia, países por los que había viajado.
Fue él quien, en sus cuentos de Canterbury, dio la primera expresión fiel y completa
del “sentido ingles del humor”, un cuarto cínico y tres cuartos amable.
En la esfera económica comenzaba lo medieval a ceder paso a lo moderno, e Inglaterra
estaba empezando a desarrollar sus peculiares clases sociales. La desaparición del señorío
feudal y la sustitución de prestaciones personales por prestaciones pecuniarias en la
servidumbre de la gleba avanzaban con rapidez. La petición formulada por los campesinos
rebeldes de que todos los ingleses debían ser hombres libres era entonces una novedad y
minaba la base de la estructura social. Aquellos trabajadores gozaban ya de esta merced de
libertad, estaban constantemente en huelga, reclamando aumento de paga, como sus
modernos descendientes. Los señores a los que iban dirigidas las huelgas eran los
arrendatarios de tierras, industriales, manufactureros y comerciantes de la nueva clase media.
La conciencia nacional estaba comenzando a anular los vasallajes locales y las dirigidas
separaciones de clase que habían caracterizado a la cosmopolita sociedad de la época feudal. Y
así, en la Guerra de los Cien Años, librada para saquear a Francia, el rey y los nobles
encuentran el apoyo de una fuerza nueva, un jingoísmo democrático de tipo moderno, que
sustituye al sistema político y bélico feudal.
Cambios importantes que tuvieron lugar durante la vida de Chaucer:
 La abolición del señorío feudal: los arrendamientos de tierras y los jornales en
dinero iban ocupando el lugar del cultivo del dominio señorial con trabajo
servil, iniciando así la transformación gradual de la aldea inglesa de comunidad
de semi-siervos en sociedad individualista en la cual todos eran legalmente
libres, y en la cual el nexo del dinero efectivo había reemplazado los derechos
forales. Esto dejó en libertad a las fuerzas dinámicas del capital, el trabajo y la
iniciativa personal, que con el tiempo produjeron una vida más rica en la
ciudad y en la aldea.
El siglo XIII se caracteriza porque las exigencias de los señores se hacen más apremiantes
y definidas, sobre todo en determinadas posesiones territoriales eclesiásticas de gran
extensión, en las que la conmutación había ido ganando terreno con anterioridad.
Una de las causas de esta reacción feudal fue el rápido aumento de la población y la
consiguiente hambre de las tierras en el siglo XIII.
Después de la peste negra los aldeanos supervivientes tuvieron la sartén por el mango
contra el señor y su mayordomo. De la reciente hambre de tierras se había pasado a la escasez
de hombres para labrarlas. Bajó el valor de las tierras de labor y el precio de la mano de obra
subió de golpe.
Los siervos decidían huir cuando sus señores les otorgaban trabajos forzosos. Los siervos
más jóvenes huían ciudades y aldeas que estaban escasas de mano de obra a causa de la peste
negra.
La gran separación abierta entre el señor y el pechero, que había caracterizado a la
sociedad del feudo señorial, se iba reduciendo. El siervo villano está en proceso de extinción.
Se está convirtiendo en yeoman, o de lo contrario, en campesino sin tierras. Y entre esas dos
clases comienza a crecer la enemistad. Los campesinos se dividen entre ellos mismos, en
patrones y empleados, y en las famosas “0 de labradores” vemos ya una fase de sus luchas.
La batalla por la libertad, que difería en su carácter propio de feudo a feudo y de dominio
a dominio, condujo a actos de violencia esporádicos, que prepararon el levantamiento de
1381.
La toma de Londres fue uno de los acontecimientos más importantes en el que se había
aconsejado a muchas de las bandas de las aldeas que marchasen sobre la capital, donde los
cabecillas populares contaban con aliados. El populacho de Londres y algunos de los regidores
abrieron las puertas a los rústicos ejércitos. El pánico de las clases gobernantes fue mucho que
la fortaleza de la torre se rindió a los rebeldes, del mismo modo que en 1789 se rindió la
Bastilla. Entre los sucesos más importantes se destaca la matanza de artesanos extranjeros por
sus rivales de oficios.
La historia del alzamiento de 1381 nos hace recordar lo mal custodiada que estaba la Inglaterra
de entonces y lo débil que era el brazo de la ley. El asesinato, el rapto, la agresión y el robo con
violencia estaban a la orden del día. Tanto el señor como el molinero o el campesino tenían que
guardar su propia familia, su propiedad y su vida. La paz del rey nunca había sido muy respetada,
pero con mayor probabilidad lo había sido durante el reinado de Eduardo I y durante el de
Enrique II. La guerra de los cien años enriqueció a algunos con el botín y los rescates traídos de
Francia, y aumentó el lujo de las cortes y los castillos, pero fue una verdadera maldición para el
conjunto del país. Aumentó el desorden y la violencia, poniendo a la nobleza guerrera y a sus
huestes por encima del control de la corona.

CAPITULO II
II. LA CIUDAD Y LA IGLESIA

La vida del burgués combinaba las ventajas de la ciudad y del campo. La atmosfera de
belleza lo penetraba todo y afectaba el lenguaje y los pensamientos de todos.
La época de Chaucer se califica como “el gran periodo de incubación del capitalismo
inglés; en las fases primeras de las guerras de los 100 años, las exigencias de la Real Hacienda,
los nuevos ensayos tributarios, las aventuras especulativas de las lanas, el hundimiento de las
finanzas italianas y el comienzo de la nueva industria lanera, todas estas circunstancias se
concertaron para dar el ser a una nueva raza de financieros de guerra y de especuladores
mercantiles, de proveedores del ejército y de monopolizadores de la lana”.
Los primeros comienzos del capitalismo como organizador de industrias se hallan en la
manufactura pañera. Mientras que las lanas brutas eran el principal artículo de exportación,
las necesidades domesticas se satisfacían, en su mayor parte con paños fabricados en
Inglaterra.
Se puso de manifiesto en el siglo XIV que la rápida expansión del comercio pañero
requeriría una nueva organización. La transformación de la lana virgen en el mejor paño exigía
no solo un oficio sino de varios: cardado, hilado, tejido, bataneo, teñido y acabado. Para
organizar la gran extensión de la industria pañera, era necesario un empresario, dotado de una
visión más local y de buen dinero, para reunir la materia prima, el articulo semi-manufacturado
y el terminado ya, y hacerlo pasar de artesano a artesano y de lugar a lugar. de la ciudad al
puerto, y llevar, finalmente, un artículo estandarizado al mercado mejor. Y para todo esto era
preciso capital.
El capitalismo como organizador de la industria se pone de manifiesto, por primera
vez, en el comercio pañero. En la época de Chaucer puede encontrarse al capitalista pañero,
que emplea muchas gentes diferentes en muchos lugares diversos. Constituía un tipo social
más moderno que medieval y distinto del maestro artesano que trabaja en el taller junto con
sus aprendices y jornaleros. Además, en esta fecha tan temprana se asentaban sobre bases
capitalistas la navegación, el comercio carbonero y la edificación.
Cuando la peste negra hizo escasear se declaró huelga en demanda de mayor salario,
ya que, la mano de obra escaseaba. Se trataba de algo más que una lucha por los salarios. Las
ciudades de encontraban inquietas debido a la expansión del comercio y el aumento de los
beneficios que producía. Se iba rompiendo la armonía del gremio profesional medieval,
ahondándose la separación social y económica que se abría entre el maestro y el obrero y que
no se había sentido en los tiempos en que todo era más pequeño y más sencillo. Antes no
existía una división marcada de posición social ni una manera de vivir.
En la época de Chaucer, la economía medieval iba cambiando. La expansión de la
industria y el comercio llevaba consigo la diversificación de las funciones y la creciente
diferencia de la remuneración monetaria. El maestro dejaba de ser colega en el oficio para
convertirse en el empresario o contratista dedicado a negociar y a vender mercancías. La
distinción entre “patrón y obrero” se iba acentuando.
Nos encontramos en el siglo XIV con huelgas ocasionales pidiendo salarios mayores y
también con la formación de “gremios de trabajadores” permanentes, encargados de defender
los intereses de los empleados y de desempeñar las funciones batalladoras del moderno
sindicato. El gobierno de las ciudades estaba en manos de los grandes comerciantes, pero el
espíritu sindical moderno ya estaba en actividad.
Grandes cambios estaban ocurriendo en la estructura social en los tiempos de
Chaucer. La servidumbre feudal iba desapareciendo y surgían nuevas clases sociales que se
ocupaban de la agricultura, la industria y el comercio. Instituciones modernas iban
injertándose en lo medieval, tanto en la aldea como en la ciudad. Pero en los otros grandes
sectores de la vida humana –el religioso y el eclesiástico, que abarcaban entonces la mitad de
la vida humana y sus relaciones- el rígido conservatismo de las autoridades de la iglesia
impedía el cambio institucional, aunque aquí también el pensamiento y la opinión avancen con
rapidez.
Chaucer denuncia la corrupción del clero. Era indudable que la iglesia estaba
corrompida: había estado corrompido durante siglos, sin embargo, se había mantenido
incólume, y en los tiempos de Chaucer no podía decirse que estuviese más corrompida de lo
que estaba la justicia del rey o la conducta de sus señores y sus vasallos. La mayor parte de las
instituciones de la Edad Media estaban “corrompidas” conforme a las ideas modernas.
Muchos entre los mismos clérigos criticaban a la iglesia tan abiertamente como los
seglares. Los profesores de Oxford y clérigos que servían en las parroquias cuyos diezmos eran
para ricos monjes eran reformistas y rebeldes (…) los frailes atacaban a los obispos y al clero
secular, quienes les pagaban con creces en la misma moneda. En los cuentos de Chaucer son
el fraile y el emplazador quienes se descubren los propios trucos para regocijo del auditorio
seglar. Desde todos los sectores, dentro y fuera de la iglesia, resonaban en el aire los ataques
contra los diversos órdenes del clero.
La iglesia no podía transformarse por la acción natural de los cambios económicos ni
por la mera presión de la opinión. Se requerían medidas de reforma administrativa y legislativa
y no existía el mecanismo adecuado para efectuarlas, excepto el que estaba en manos del
papa y de los obispos. El papa no hizo lo mas minimo para mejorar la condición de la iglesia en
Inglaterra. Usó de sus poderes para fomentar los abusos que enriquecían a la curia romana:
simonía, ausentismo, posesión de varios beneficios, venta de indulgencias, todo cuanto podía
ofender la despierta concienca de una época inclinada a la censura.
La función religiosa del tribunal episcopal fue la causa de gran escándalo en la época
de Chaucer, ya que el obispo abandonaba este cargo y lo dejaba en manos del arcediano. El
castigo de pecados que no eran de la competencia de los tribunales seglares, específicamente
los pecados de incontinencia sexual, estaba a cargo de la iglesia. Pero la costumbre de
conmutar la pena por el pago en dinero, se había hecho general. Y desde esa costumbre oficial
no había mas que un paso a la extorsión de los pecadores en sus propios hogares por parte de
los funcionarios del tribunal diocesano, especialmente de los emplazadores, que tenían peor
reputación.
Muchas parroquias estaban fiel y debidamente servidas por hombres como “el párroco
pobre” de Chaucer, el único tipo de hombre de iglesia por quien el poeta parece haber sentido
cierta afección y respeto.
Resultó que la enseñanza y la predicación apenas tenían importancia en la aldea
inglesa.
Los campesinos conocían solo algunos pasajes e historias de la biblia, ya que, nada
había en su vida hogareña que se pareciese al rezo familiar o a la lectura de la biblia. Pero la
religión y el lenguaje de la región rodeaban su vida.
Constituía la confesión un deber obligatorio, practicado normalmente ante el cura de
la parroquia, pero también con gran frecuencia ante el fraile intruso que concedía más
fácilmente la absolución, bien porque tuviera mayor compresión o bien por ser más
corruptible con el dinero, con una buena comida, o con favores de clase.
Los frailes, a diferencia de los monjes, vivían de la limosna que pedían, no poseían
vienes propios y predicaban la doctrina de la pobreza evangélica tan cara a San Francisco.
Los orígenes de la iglesia medieval se caracterizan por su ascetismo, su guerra
al pecado, su rigor sectario para guardar las fiestas, su miedo al infierno, sus ataques a los
obispos y a los clérigos opulentos, la cruda violencia a sus opositores, sus sermones vigorosos y
conmovedores, su tendencia al sentimentalismo untuoso, sus lapsos de hipocresía, su
llamamiento igualitario a los pobres y a los humildes. Todo este se encuentra específicamente
en la labor de los frailes.
Se acusaba a los monjes de la época de hacer demasiado poco. Los monjes en la
Inglaterra de Chaucer eran perezosos y opulentos y vivían en la más ociosa comodidad. Los
monasterios habían acumulado, ya en esta época, vastos patrimonios en tierras, diezmos,
iglesias apropiadas, tesoros y patronatos eclesiásticos, suficientes para justificar el que fueran
envidiados como zánganos que vivían a expensas del reino empobrecido.
La Peste Negra fue para el terrateniente monástico un golpe tan rudo como para el
seglar. Los prestamistas italianos e ingleses, que habían sucedido a los judíos, cargaban un
interés igualmente elevado y los monjes fueron estimados como presa fácil.
Comenzaban ya los reformistas desdeñados por el papa y los obispos a depositar sus
esperanzas en el poder real. Clamaba ya el parlamento por la desamortización de los bienes de
la iglesia, que había ido acumulando tierras procedentes de innumerables generaciones de
benefactores sin devolver ni un solo acre.
Por otro lado, los clérigos desempeñaban en las casas de comercio o en las oficinas
jurídicas o del estado, funciones necesarias para la sociedad y no eran ni mejores ni peores que
sus semejantes. Los clérigos no debían casarse, aunque muchos de ellos se hubiesen portado
mejor con una esposa y un hogar permanente. En la literatura de entonces es el clérigo, con
frecuencia, el héroe de una intriga amorosa. Por otra parte, cuando cometían delitos de robo u
homicidio podían alegar su condición de clérigos y sustraerse así la severa justicia del rey para
someterse a sanciones más suaves.
En tiempos de Chaucer, Oxford era el centro intelectual de Inglaterra, y la influencia de
Wycliffe fue la más importante que en ella se conoció (1382). El estudiante medieval era
rebelde, indisciplinado y licencioso. Era pobre hasta la miseria; con frecuencia aprendía muy
poco por falta de libros y enseñanza, y se marchaba sin haberse graduado. Muchos de ellos
serán seglares, pero casi todo serian clérigos, si no sacerdotes.
ROMERO, José Luis. La edad media.FCE. México, 1970.
Cap. 3 “La baja edad media”
La baja Edad Media es el periodo que transcurre desde que se anuncia la crisis del orden
medieval (segunda mitad del siglo XIII) hasta las postrimerías del siglo XV.
Hay un ambiente cultural de la baja edad media que se manifiesta con precisión en ciertos
hogares durante los siglos XIV y XV, que tarda en aparecer en algunos y que se esfuma en
otros.

LOS ELEMENTOS DE LA REALIDAD


Para situarnos en el comienzo de la Baja Edad Media, es necesario mencionar la importancia de
la creación literaria de Dante Alighieri. Con su vasta creación poética, Dante Alighieri inicia la
era en que el orden medieval se quiebra, y representa el momento inaugural de la baja Edad
Media.
Puede decirse que era crisis se enlaza estrechamente con las cruzadas.
Las múltiples consecuencias de las cruzadas fueron: una alteración del orden señorial que
trajeron consigo, las mutaciones sociales y económicas que produjeron la renovación espiritual
a que dieron lugar.
En el plano de la vida real, el hecho más significativo fue la renovación de la vida económica y
el ascenso acelerado de la burguesía. Las ciudades crecieron y prosperaron al calor de las
múltiples oportunidades de enriquecimiento que hallaron los burgueses, y la economía rural, en
que basaban antaño su poderío los señores, comenzó a declinar en beneficio de otra en la que el
dinero adquiriría una importancia incomparable. Los viejos ideales -el heroísmo y la santidad-
comenzaron a ser reemplazados por otros nuevos: el trabajo, la riqueza, por los cuales, por
cierto, también se alcanzaba el poder. Y la monarquía encontró en las nuevas clases en ascenso
el apoyo que necesitaba y había buscado para definir su lucha contra los señores feudales.
Así adquirieron prontamente un inusitado vigor los reinos nacionales, cuya idea representaba la
corona y en cuya defensa invertían reyes y burgueses lo mejor de sus energías y de sus fortunas.
En ellos los señoríos tenían cabida, pero a condición de que se arrancaran de cuajo algunas de
las ideas fundamentales que estaban en el sistema tradicional del feudalismo. Y esas ideas
comenzaron a declinar por la fuerza de las circunstancias y por obra de la deliberada y sostenida
política de la monarquía, ahora poderosa y con recursos para lograr sus fines. Al mismo tiempo
declinaba acentuadamente la idea de la viabilidad de un orden ecuménico. Durante más de dos
siglos habían combatido por la preeminencia las dos potestades que lo encarnaban —el imperio
y el papado—, y al comenzar la baja Edad Media el espectáculo era desolador en ambos
campos. Frustrado el imperio después de los embates sufridos, vacante la corona imperial
durante varios lustros, disminuido y anulado, no era ya sino una vaga sombra. Dentro de
Alemania se conmovía por las rivalidades de los aspirantes al trono y por la enérgica resistencia
de los magnates, triunfantes en 1356 con la sanción de la Bula de Oro, que establecía
definitivamente la sujeción del emperador a los más poderosos señores. Y fuera de ella, tras el
definitivo fracaso de los intentos sobre Italia, el imperio se consumía en una estéril competencia
con el papado, a través de las luchas entre Luis IV y el papa Juan XXII, lucha que, por otra
parte, cada vez más perdía su sentido frente a la inoperancia de las dos potestades respecto a la
nueva realidad política. El papado, por su lado, acusaba los impactos de las distintas fuerzas
hostiles que se movían dentro de reno la Iglesia. Las sectas heréticas, los movimientos dadores
como los de Wycliffe y Huss, las iglesias nacionales con intereses encontrados, eran elementos
que trabajaban su estructura, ya debilitada sensiblemente por la política del papado de Aviñón y
luego por el Cisma de Occidente. En tales condiciones, nada podía extrañar que un día surgiera
enérgico y amenazante el movimiento conciliar, orientado hacia la descategorización del
papado, y por un momento próximo al triunfo.
Lo que representaban papado e imperio eran ya, inequívocamente, ideas superadas que los
nuevos tiempos no sentían con el fervor de antaño.
LOS CARACTERES GENERALES DE LA CULTURA DURANTE LA BAJA EDAD
MEDIA
Las nuevas fuerzas sociales eran: una burguesía cada vez más poderosa económicamente, sin
cuyo apoyo parecía ya inverosímil cualquier empresa de alto vuelo dentro de cada uno de los
ámbitos nacionales, y en segundo lugar una clase popular más humilde que las transformaciones
económicas habían arrastrado hacia una situación de menos insignificancia histórica que la que
las caracterizara hasta entonces. Esa burguesía no valía sólo por su dinero. Valía también por la
nueva concepción de la vida que representaba, por el nuevo enfoque de los problemas que
proporcionaba, por el nuevo sistema de valores que oponía al de las clases privilegiadas y
adheridas a las tradiciones señoriales.
Estas fuerzas nuevas estaban en cierto modo unidas a otra fuerza antigua pero renovada: la
monarquía.
Pero frente a esas fuerzas nuevas o renovadoras, estaban las fuerzas tradicionales representadas
por las clases aristocráticas, celosas de sus privilegios sociales, aferradas a la defensa de un
orden económico que les aseguraba su primacía, y que, aunque advertían que estaba condenado,
pretendían perpetuar o por lo menos conservar' tanto tiempo como pudieran para su propio
beneficio. Esas clases se mostraron violentamente hostiles a la burguesía y a la monarquía
renovadora. Para su resistencia contaban con la fuerza propia de las situaciones de hecho,
abonadas por la resistencia de los prejuicios.
El siglo xiv vio la insurrección de la burguesía y de las masas campesinas, el afloramiento de
nuevas concepciones políticas en el seno de los reinos nacionales y aun en el seno de la Iglesia,
el ensayo de nuevas doctrinas económicas, el asomo de nuevas ideas y de nuevas direcciones
estéticas que correspondían a una concepción fuertemente naturalística de la vida.
En realidad, la cultura de la baja Edad Media se presenta como un constante duelo entre fuerzas
opuestas en el que adquieren particular significación el duelo entre el espíritu caballeresco y el
espíritu burgués, y el duelo entre el sentimiento religioso y el sentimiento profano.
Desde cierto punto de vista, y mirando el problema en perspectiva, puede decirse que, durante la
baja Edad Media, el orden feudal entró en un periodo de declinación. Pero no quiere esto decir
que el espíritu caballeresco haya entrado por entonces en crisis. Por el contrario, en la medida
en que las clases señoriales sintieron el impacto de nuevas concepciones de vida que se oponían
a las suyas, estrecharon sus filas y defendieron su patrimonio tradicional con decisión y energía.
Hubo así un robustecimiento del espíritu caballeresco que, si acaso gozó de menos prestigio
popular que antes, tuvo en cambio la aureola de que suelen gozar las minorías herméticas y el
encanto un poco misterioso que les proporcionaba su quintaesenciado refinamiento.
El espíritu caballeresco gozaba del más alto favor, naturalmente, en las cortes y ambientes
señoriales. Allí, se refugiaba, a veces ocultándose a los ojos profanos y a veces trascendiendo
ostentosamente para asombrar con su desmedida grandeza, como solía ocurrir en la corte
borgoñona. Mantenía todo el sistema de convenciones propio del orden feudal, pero
perfeccionado, refinado, sometido a reglas severísimas, y revestido de un carácter un -poco
espectacular. Fiestas y torneos, ceremonias y festines, eran las ocasiones en que se exhibía en
todo su esplendor, pero regía también la vida corriente de las cortes y animaba la existencia
misma de los grandes señores.

REINOS Y CIUDADES. LAS CLASES SOCIALES

Las formas de la convivencia experimentaron también durante la baja Edad Media, una
transformación profunda. No sólo obraban numerosos y activos fermentos sobre las relaciones
recíprocas de las distintas unidades políticas y los diferentes grupos sociales, para conmoverlas
y alterarlas, sino que se produjeron también gravísimas situaciones de hecho destinadas a tener
inmediatas repercusiones.
Cada vez más, las unidades políticas de la época fueron los grandes reinos, las ciudades
autónomas y el imperio concebido como un reino más. Los antiguos señoríos perdían
progresivamente su significación, sus posibilidades de independencia, y los que la tenían más
bien aspiraban a transformarse en reinos —como ocurrió con el ducado de Borgoña—, que no a
defender sus prerrogativas señoriales, pues las circunstancias disminuían el relieve de los
pequeños ámbitos locales en contraste con el que adquirían las grandes y vigorosas unidades
políticas.
LOS CABALLEROS
Y en el desvelo por vestir la prenda más lujosa original, o lucir el más exótico de los adornos o
presentar la fiesta más suntuosa, encontramos el tono dominante de este ideal de vida en el que
se trasuntó la antigua caballeresca.
Interesaba al caballero —de antiguo o de reciente origen— la guerra y la aventura, y más la
aventura que la guerra. Allá iban los caballeros aragoneses y portugueses en busca de tierras
exóticas, al Oriente unos, al África los otros. Y sin alejarse de sus tierras, podían hallar ocasión
en los torneos de cumplir tan grandes hazañas como los aventureros.
Pero la guerra tenía aún sentido para el caballero, sobre todo en algunas regiones. Sometida al
riguroso código del honor, tenía algo de torneo y le permitía ejercitar sus más altas virtudes
dentro de cierto estricto formalismo que satisfacía su esclerosada retórica. Y a veces gustaba el
caballero de alternarla con el ejercicio poético, para manifestar de ese modo su dúplice
excelencia.

LE GOFF “La edad media explicada a los jóvenes”


Cap. 4 “Gente de la edad media”
La edad media se califica como una sociedad feudal porque estaba dominada por los señores
que tenían súbditos llamados vasallos, a los que concedían tierras que les aportaban rentas y que
se llamaban “feudos”, de donde viene “feudalismo”. Esta palabra designa un sistema social en
el que el pueblo, los campesinos y la “gente humilde” eran oprimidos por los poderosos y los
ricos.
Los clérigos eran fundamentalmente hombres: obispos, sacerdotes y también los religiosos a
quienes se llamaba “monjes”. Sin embargo, también había mujeres religiosas que vivían en
comunidad en los monasterios (de ahí su nombre monjas). Los clérigos eran célibes, aunque
durante los primeros siglos de Edad Media los obispos y los sacerdotes convivían a veces con
una mujer y, por lo tanto, tenían hijos. A partir del s XII la iglesia prohibió las parejas. Había
dos tipos de clérigos: los clérigos relacionados con los fieles, encabezados por los sacerdotes,
que se encargaban de una parroquia dentro del marco de la diócesis, que dirigía el obispo.
Constituían lo que se denominaba el clero secular, porque vivían en el mundo. Por otra parte,
estaba el clero que vivía en soledad y retirado del mundo, aun cuando tuviera más contacto con
la vida pública de lo que se cree: eran los monjes (de la palabra griega monos que significa solo)
y obedecían a una regla.
LA GENTE DE LAS CIUDADES
Entre los siglos XI y XIII se produjo una gran expansión de las ciudades. La mayoría de sus
habitantes debían su situación no al nacimiento sino a su trabajo. Algunos se enriquecieron
gracias al artesanado, o bien por el comercio, y consiguieron, pacíficamente o por la fuerza, el
derecho de fabricar y vender sin tener que pagar cánones a un señor: fueron las “franquicias”
(franco quiere decir libre). Las ciudades, durante la primera fase de su existencia y su
desarrollo, fueron llamadas por lo general “burgos”, y sus habitantes eran los “burgueses”,
aunque esta palabra designaba a los ciudadanos de origen más antiguo como a los más ricos.

COMERCIANTES, FERIAS Y VIAJEROS (p. 30)

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