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El canon del N.T. quedó completo cuando el último libro inspirado fue escrito. Sin embargo, con el
tiempo, surgieron que hicieron necesario una definición oficial del canon del N.T.
Necesidad del Canon:
1. El desafío de las herejías.- Tanto Pablo como Pedro hacen alusión en sus cartas a la aparición de falsos
predicadores que enseñaban herejías y atentaban contra la autoridad de los escritos neo testamentarios (1
Ti. 6:3-5, 2 Ti. 2:15-18, 2 P. 2).
2. La obra misionera.- Para la primera mitad del segundo siglo el evangelio se había extendido en gran
parte del oriente y occidente medio, la Biblia había sido traducida al sirio y al latín. Por tal motivo, urgía
determinar con exactitud los límites del canon.
3. Las persecuciones y la política.- Las persecuciones de Diocleciano (303 d.C.) que incluyeron la
destrucción de las Escrituras fue otro factor ¿Querría un cristiano exponer su vida por la posesión de un libro
religioso que no era verdaderamente inspirado por Dios?
Criterio de Canonización del Nuevo Testamento
El primer criterio a tener en cuenta fue el de carácter
apostólico: Uno de los factores consistía en determinar si el autor
era o no un apóstol auténtico o que contara con el respaldo de la
autoridad de uno (2 P. 3:15-16, 2 Ts. 2:15, Ef. 2:20, Jn. 16:13).
A los que tenían el oficio de apóstol se les ve afirmando que tenían
una autoridad igual a la de los profetas del A.T. Pedro anima a sus
lectores a recordar “del mandamiento del Señor y Salvador dado
por vuestros apóstoles” (2 P. 3:2). De modo similar, Pablo les dice a
los corintios: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que
lo que os escribo son mandamientos del Señor.” (1 Co. 14:37).
Entonces, los apóstoles tenían autoridad para escribir palabras que
son del mismo Dios, igual en estatus de verdad y autoridad a las
palabras de las Escrituras del A.T.; y dar sustento, validez y
respaldo a los escritos de otros hombres de Dios.
Criterio de Canonización del Nuevo Testamento
2. El segundo criterio atendía al contenido: Debido a que
los apóstoles, tuvieron autoridad para escribir palabras de las
Escrituras, la iglesia primitiva aceptó como parte del canon las
enseñanzas escritas de los apóstoles.
Los creyentes necesitaban saber con exactitud qué libros debían
de ser leídos en las iglesias y poder consultar para dar respuesta a
problemas específicos (1 Ts. 5:27, Col. 4:16, Ap. 1:3, 1 Co. 7:1-2).
“EL CANON YA
ESTA CERRADO”
Los escritos del Nuevo Testamento contienen la interpretación final, autoritativa y suficiente de la obra de Cristo
en la redención; cuando los apóstoles y sus compañeros terminaron sus escritos, nada más hay que añadir con
la misma autoridad divina absoluta, tenemos en forma escrita el registro final de todo lo que Dios quiere que
sepamos en cuanto a la vida, muerte y resurrección de Cristo, y su significado para la vida de los creyentes de
todos los tiempos. En otras palabras:
¿Cómo sabemos, entonces, que tenemos los libros que debemos tener
en el canon de las Escrituras?
Primero, la respuesta en última instancia debe ser que nuestra confianza se basa en la fidelidad de Dios; también
sabemos que en su Soberanía, Dios nuestro Padre tiene las riendas de la historia, y no es la clase de Padre que nos
hará trampas o no nos será fiel, o que nos privará de algo que absolutamente necesitamos.
Esto muestra que Dios mismo asigna valor supremo a que tengamos una colección correcta de los escritos inspirados
por Dios, ni más ni menos.
En segundo lugar, podemos enfocarnos s en el proceso por el cual nos hemos persuadido de que los libros que
tenemos ahora en el canon son los precisos. En este proceso dos factores intervienen:
1. La actividad del Espíritu Santo que nos convence al leer las Escrituras por nosotros mismos.