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LA PALABRA VIVA

DEL DIOS VIVO


p. Julio Requena Boza
CAPÍTULO III
INSPIRACIÓN DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA Y SU
INTERPRETACIÓN
Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura
11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron
por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos
los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración
del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la
redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y
medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo
que El quería.
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el
Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error,
la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, "toda la Escritura
es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto y equipado para toda obra buena" (2 Tim., 3,16-17).
1. LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA
La enseñanza de la Biblia
• la expresión «palabra de Yahvé» aparezca 241 veces sólo en los escritos
del Antiguo Testamento es señal inequívoca de que los autores bíblicos
eran los primeros convencidos de esta verdad singular
• Pero, sin duda, los testimonios más claros en favor de la inspiración de la
Biblia se encuentran en el Nuevo Testamento. Estos testimonios son
concretamente tres:
a) En 1Pe 1, 12: el Evangelio es el medio por el que el Espíritu Santo se
ha comunicado con los hombres.
b) En 2Pe 1, 20-21: se habla de la palabra profética, no sólo la
pronunciada oralmente, sino también la escrita. Y de todo eso se
afirma que lo escribieron los hombres «movidos por el Espíritu Santo».
Por consiguiente, el Espíritu Santo ha intervenido, de manera decisiva
en la formación y composición de los escritos de la Biblia.
c) 2Tim 3, 16: Aquí la palabra clave es el término griego zeópneustós, que se
compone de dos palabras: Zeós (Dios) y del verbo pnéo, que significa
«inspirar». Por lo tanto, quiere decir «inspirado por Dios»
¿En qué consiste la Inspiración?
• Todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento han sido escritos por
inspiración del Espíritu Santo.
• Tienen a Dios como autor.
• Como tales, han sido confiados a la Iglesia.
• La Inspiración de la Escritura implica un influjo intelectual específico
positivo del Espíritu Santo en las facultades del escritor, de tal
profundidad y eficacia que se puede decir que la obra escrita tiene al
Espíritu Santo como autor principal.
¿Cómo se pueden compaginar estas dos afirmaciones?
La Inspiración no consiste:
• En un mandato o invitación de Dios al escritor y dejarlo, después, solo a sus propios
recursos en la composición de la obra.
• En un especial cuidado, por parte del Espíritu Santo, para que el autor humano no se
equivoque, ya que eso es más bien lo propio de la infalibilidad del Papa o de un
Concilio Ecuménico.
• En el solo hecho de que la Iglesia dé su aprobación a un libro determinado.
• En una especie de dictado mecánico que Dios haría al autor humano, porque, en ese
caso, el autor no sería verdadero autor; sino, que se reduciría a la simple condición de
un secretario o amanuense.
2. ¿CÓMO DESCUBRIR EL MENSAJE
DE LA BIBLIA?
La unidad de la Biblia
La unidad de la Biblia se explica, sobre todo, por el acontecimiento de
Cristo. Cristo es el centro de toda la Biblia, de tal manera que el Antiguo
Testamento es profecía y promesa, que apunta al acontecimiento de Cristo;
mientras que, el Nuevo Testamento es la presentación y la explicación de ese
acontecimiento ya realizado. (Lc 24, 27)
La verdad de la Biblia (DV 11)
• Lo que quieren decir los autores inspirados ha de tenerse como afirmado
por el Espíritu Santo.
• Las Sagradas Escrituras enseñan la verdad que Dios quiso consignar en
ellas para nuestra salvación.
• Las Sagradas Escrituras enseñan esta verdad firmemente, con fidelidad y
sin error.
la Biblia nos quiere enseñar es la gran verdad de nuestra salvación en Cristo
y por Cristo. Y en eso, la Biblia no se equivoca.
La enseñanza moral de la Biblia
• A veces, en el Antiguo Testamento se cuentan cosas que nos parecen poco edificantes,
incluso en algunos casos, auténticas barbaridades. Por ejemplo, las matanzas humanas
que organizaron los israelitas cuando conquistaron la tierra de Canaán, el sacrificio de la
hija de Jefté por su propio padre, o más simplemente, las mentiras de Abrahán y de
Jacob ¿Qué pensar de estas cosas? ¿No parece que, de esta manera la Biblia nos incita a
practicar el mal?
• Ante todo, hay que tener en cuenta que, en la mayoría de estos casos, el autor no
reprueba ni recomienda la conducta moral de aquellas personas. El autor no presenta a
los personajes bíblicos como hombres ejemplares en todo; ni mucho menos. La Biblia
nos presenta la vida tal como es, con su crudeza y su realismo. Porque lo maravilloso es
que, precisamente, a través de todas esas peripecias, Dios ha querido comunicarse con
los hombres y darse a ellos.
Por otra parte hay que tener presente que la Biblia,
especialmente el Antiguo Testamento, no es, en primer
lugar, un código moral. La Biblia es historia de salvación.
3. ¿CÓMO LEER LA BIBLIA HOY?
Las disposiciones eclesiales
• debemos tener presente que la Escritura es el libro de la comunidad del
pueblo de Dios. Esto no significa que no pueda hacerse una lectura personal
de la Biblia, sino que toda lectura personal debe tener en cuenta que la
palabra revelada es patrimonio de una comunidad
• Esta comunidad, la Iglesia, es quien entrega la Biblia a todo creyente y le da
las pautas para su recta comprensión.
Por tanto, para iniciar una lectura de la Biblia, conviene seguir estos pasos:
• Tomar en consideración el género literario utilizado por el autor, para ponernos en clave de
sintonía con lo que se quiere transmitir en el texto.
• Situar la circunstancia humana, cultural, geográfica, histórica, vivencial, en que se encuentra la
persona o grupo de personas del Pueblo de Dios al que el texto se refiere. Se recomienda para
esto, leer las introducciones que suelen preceder a los diversos libros en las Biblias modernas.
• Descubrir el momento histórico y existencial de la comunidad a la que pertenece el autor del
texto, ya que así podremos intuir el sentido profundo que el acontecimiento narrado tiene para
la vida actual del pueblo, de manera que lo perciba como Palabra y presencia de Dios.
• Ponerse en disposición de escucha, de diálogo, de acogida. Esto supone una mirada hacia la
propia situación de la persona o comunidad que lee la Palabra, dejando que ésta interpele,
ilumine, haga presente a Dios en la realidad más profunda de su existencia, haciendo así, de la
Palabra de Dios, palabra de salvación.
Las modalidades de lectura bíblica
• a) Lectura personal: conviene tener a mano alguno de los libros o
cuadernos que recomendamos en las lecturas.
• b) Lectura en grupo: En esta modalidad de lectura, es importante que el
grupo no sea excesivamente grande ni pequeño (entre los 8 y los 12
participantes)
• c) Lectura litúrgica
• LECTIO DIVINA (lectura monacal)
Lc 1, 1-4
CRISTO

v 1: otros evangelistas
APÓSTOLES
v 2: primero unos testigos oculares y testigos
de la Palabra comunican oralmente. TESTIGOS
v 3: el escritor e investigador OCULARES

Escribe para Teofilo EVANGELISTA

TEO
FILOS
Preguntas de autoevaluación
1. ¿Qué significa que Dios ha inspirado la Biblia?
2. ¿Qué tipo de enseñanza fundamental nos transmite la Biblia?
3. ¿Qué verdad nos transmite la Sagrada Escritura?
4. ¿Qué criterios se debe seguir para entender adecuadamente la Biblia?
• Las lecturas obligatorias:
Del Concilio Vaticano II: Dei Verbum, números 11-13.
Del libro de Nehemías: 8, 1-12.
• Opcionales:
Del Concilio de Trento. Sesión IV Decreto sobre las Escrituras Canónicas.
Del Catecismo de la Iglesia Católica: números 105-108.
Del Concilio Vaticano 11: Dei Verbum, 7-10.

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